Inteligencia artificial: 'su desayuno señor'.

La semana pasada asistí a varios encuentros durante el WebSummit de Dublín que permitían imaginar como sería el futuro inmediato. Directivos de las principales multinacionales tecnológicas del mundo se dieron cita para explicar que estaban haciendo en diferentes campos. Entre ellas destacó la reunión con Paul Daugherty, CTO de Accenture.

De hecho Accenture ha empezado a invertir una parte de los casi 25 millones de dólares que tiene presupuestados para la creación de un nuevo centro de Innovación en la capital irlandesa y que dará empleo a más de 200 personas. El espacio en el que piensan especializarse es en el de la Inteligencia Artificial.

Daugherty sabe mucho de esto y además teoriza sobre hacia donde va la llamada AI. Concretamente su discurso suele centrarse más en la convivencia entre robots, inteligencia artificial y avances tecnológicos que en el hecho de que esta tecnología pudiera eliminar irremediablemente puestos de trabajo.

Me quedé con alguna de sus reflexiones acerca de que ‘la inteligencia artificial servirá para capacitar a las personas del futuro a fin de que puedan realizar el trabajo más cualificado, pero para nada estaremos hablando de ‘súper humanos’. Según él ‘el verdadero poder de la inteligencia artificial está en aumentar lo que los humanos son capaces de hacer y en mejorar el modo en el que lo hacen y, en consecuencia, sus resultados.

Está claro que 2015 habrá sido el año de los avances en Inteligencia Artificial. Mucho más de lo que podemos saber incluso. Se están haciendo cosas de pura ciencia ficción y que aun no tenemos constancia de ellas. Comentaban en ese acto que hoy en día ese aumento de inteligencia tecnológica se está produciendo a partir del aprendizaje automático, de la visión artificial y de la computación cognitiva, mezclándose entre si con nuestras vidas digitales.

Empezamos a vivir con asistentes digitales con cierta naturalidad. Siri en tu iPhone o el anunciado respondedor de Gmail que en breve tendremos oportunidad de utilizar. En esa conviviencia, según Daugherty, no está la sustitución de empleos, o por lo menos no sólo, sino que también aparece el ‘empoderamiento’ de los seres humanos para ser más brillantes y eficaces.

En ocasiones la Inteligencia Artificial nos parece algo frío, robótico, alejado de nuestro modo de vida convencional y nos asusta. Sin embargo, a pesar de que tengo reparos acerca de cómo lo vamos a organizar, de cómo nuestros gobernantes van a estructurar legalmente y socialmente todo este desembarco inevitable, interpreto que la Inteligencia Artificial no será más que un nuevo modo de crear capacidades, comprender nuestros objetivos y tomar decisiones ayudados por sistemas expertos y, obviamente, más inteligentes.

Tengo claro que prometer empleo antes de unas elecciones para los próximos cuatro años es una quimera y un brindis al Sol. Nadie sabe a ciencia cierta que va a pasar en ese período y en todo caso el empleo como concepto irá tomando un nuevo cuerpo. O habrá menos empleo o éste será completamente distinto. Recordemos como era todo hace una legislatura, sea dónde sea. En poco menos de un lustro cambia todo a una velocidad que sorprende. Hace cuatro años no se hablaba con naturalidad de decenas de avances que ahora se han naturalizado y ni se nombraban otros que ya se interpretan inminentes.

El futuro pasa por regular las diferencias entre todos. La tecnología nos va a permitir trabajar menos y con ello a ser más productivos. Seguramente esto pasa por pagar más impuestos y aceptar un mundo ocioso. No sé, no lo tengo claro. Si hablas de repartir te tildarán de izquierdas, si hablas de libertad económica serás de derechas. La inteligencia artificial no entenderá de opciones políticas ni de ideologías, sólo volcará datos, los administrará y ofrecerá resultados, conclusiones.

Esas conclusiones podrían ser muy distintas a como ahora imaginamos un mundo automatizado, tal vez, un lugar dónde los límites se estrechen y dónde soportar una sociedad envejecida y de escaso valor productivo se deba sujetar en un reparto más justo y sostenible. No parece muy ‘inteligente’ que en 2016, según Intermon Oxfam, el 1% más rico tenga más que el resto de la población mundial sumada. Tal vez es justo, tal vez es aceptable, pero no parece muy sostenible.

El futuro estará cargado de cambios en como entendemos la AI. Durante 30 años hemos vivido avances interesantes pero es ahora que éstos son realmente determinantes. En breve vamos a ver los verdaderos avances y nos vamos a quedar como si viéramos una aparición. La AI actualmente ya trabaja en crear sistemas más rápido, resolver problemas incompatibles con el cerebro humano e incrementar los procesos de innovación absolutamente inéditas.

Sin embargo coincido con el directivo de Accenture cuando comenta que tenemos una visión de la AI muy cercana a la que la cinematografía nos ha ido dando y no es así. No vamos en camino de crear seres sobrenaturales, casi perfectos, sino que a lo que se está dirigiendo toda la investigación y logros es a aumentar habilidades para todos nosotros.

Puso un ejemplo. Se trataba de un robot inteligente que se comporta como una derivación humana, que permite utilizar la visión aumentada, la realidad virtual, el aprendizaje computacional predictivo y la gestión de datos masiva, logrando que trabajadores sin una cualificación extraordinaria puedan realizar tareas hasta ese momento imposibles para ellos.

En Inteligencia Artificial los avances más destacados, y que en breve vamos a tener conocimiento genérico, que me explicaron parten de la asistencia sanitaria donde los fabricantes de medicamentos, de los análisis clínicos, de las conclusiones médicas en segundos, de la fabricación de cualquier de estructuras, de la tecnología de aviones no tripulados, de la eliminación de errores en la cadena de valor, de oportunidades empresariales que deberían crear tiempo libre.

Le hice una pregunta sobre ese hipotético tiempo libre. Su respuesta fue que los humanos gastaremos mucho tiempo en ‘consumir’. Que lástima, con la de cosas que se puede hacer con el tiempo que nos regalará el hecho de que un cerebro artificial piense por nosotros en cosas que nosotros no somos tan eficientes o no queremos pensar. Igual todo esto al final resultará ser lo contrario de lo que define la palabra inteligencia. Dependerá de nosotros esencialmente.

Independientemente de esa respuesta imagino que lo que toca es experimentar y cometer errores. Acerca de nuestra relación como especie con un mundo de silicio y con un sistema inteligente global que se va instalando. Nos tocará adaptarnos y entenderlo, aceptar lo que pueda ser beneficioso y pelear contra lo que nos siga pareciendo incorrecto. No por moderno tiene que ser mejor. La tecnología debe estar a nuestro servicio y aportar valor real.

A veces dan ganas de buscarse una casa en Donegol y refugiarse allí, con el viento y el frío, con sus pescadores y sus vidas de wi-fi intermitente. El fuego en la chimenea y un montón de libros en papel. Dejar de lado tanta red social y volver a los orígenes, a las conversaciones de bar, a las cartas de papel, a esa espera de días hasta recibir la respuesta. Dan ganas ciertamente. Lo curioso es que cuando te imaginas esa vida analógica, lenta, creativa y de madera, aparece al final del sueño, tras la puerta, dando un golpecito metálico, un robot femenino (lo siento lo imagino así) que te trae las tostadas con mantequilla y la mermelada con un café caliente diciendo ‘su desayuno señor’.

Anterior
Anterior

La cuarta revolución Industrial, la oportunidad de Europa.

Siguiente
Siguiente

Reinventarse. Ahora le toca al sistema financiero. Su nombre es 'fintech'.