Un 4% más de tierra cultivable deberá alimentar a 2.000 millones de bocas más.

Hectáreas y hectáreas cultivadas sin intervención humana. Por lo menos aparentemente. Trabajadores del campo que ven como su actividad es sustituida por automatismos, robots o sistemas inteligentes. Algunos lo ven como una amenaza, como siempre, y otros lo vemos como un desafío, una oportunidad inédita. De esa segunda opción hablé hace un par de semanas en Lisboa durante mi conferencia ‘reWorking, the future doesn’t wait’ en la versión en lengua inglesa. El evento, organizado por la sociedad de capital riesgo portuguesa Naves, mostraba la evidencia de que en Europa se está disputando una batalla por capitalizar el concepto ‘agrotech’. Lisboa, París, Berlín y Málaga son los que están apostando más fuerte. De hecho la candidatura española para serlo se mostrará en el Smart Agrifood Summit de junio y que llevará a la capital andaluza toda la vanguardia de la tecnología en el sector.

Hectáreas y hectáreas cultivadas sin intervención humana. Por lo menos aparentemente. Trabajadores del campo que ven como su actividad es sustituida por automatismos, robots o sistemas inteligentes. Algunos lo ven como una amenaza, como siempre, y otros lo vemos como un desafío, una oportunidad inédita. De esa segunda opción hablé hace un par de semanas en Lisboa durante mi conferencia ‘reWorking, the future doesn’t wait’ en la versión en lengua inglesa. El evento, organizado por la sociedad de capital riesgo portuguesa Naves, mostraba la evidencia de que en Europa se está disputando una batalla por capitalizar el concepto ‘agrotech’. Lisboa, París, Berlín y Málaga son los que están apostando más fuerte. De hecho la candidatura española para serlo se mostrará en el Smart Agrifood Summit de junio y que llevará a la capital andaluza toda la vanguardia de la tecnología en el sector.

El sector agrícola tiene tres referencias mundiales cuando hablamos de cómo le afecta la Industria 4.0., son Silicon Valley, Reino Unido e Israel. Especialmente este último. Un país que crea 2 startups cada hora no hace más que trasladar todo el talento e innovación a todos los campos industriales que puede. De ahí que no diferencien en incorporar la Inteligencia Artificial a un coche autónomo o a un campo de cultivo de remolacha. Para ellos es lo mismo: eficiencia y futuro sostenible. Y es especialmente de eso que hablé en esa conferencia, de eficiencia, tecnología y futuro. Aun no siendo experto en temas agrícolas, intenté comparar el estado de desarrollo tecnológico actual en el sector y mostrar los retos a los que se enfrenta a partir de las herramientas que ya son realidad en muchos lugares.

Plantar, mantener y cosechar cultivos lleva tiempo, energía, dinero, mano de obra, recursos y muchas cosas más. Uno de mis clientes es la compañía americana NatureSweet, la cuál, está experimentando con el uso de la inteligencia artificial para controlar los tomates a lo largo de su temporada de cultivo. Las cámaras instaladas en el invernadero toman imágenes frecuentes de las plantas, y un algoritmo identifica señales visuales de problemas emergentes como plagas y enfermedades. La retroalimentación instantánea de este método permite a los productores tomar medidas inmediatas para remediar los problemas, mientras que antes, solo los buscaban una vez a la semana, momento en el que cualquier daño significativo podía ser irreparable.

La agricultura moderna, llamada agrotech (e-agricultura se queda corto) obliga a que los agricultores tomen decisiones sobre el uso de los recursos existentes, del suelo, del agua o de la energía mediante el uso de esa nueva tecnología. El ‘farmer’ moderno no pisa tanto el campo, lo observa con una cámara. O mejor dicho, lo lee tras ver como un algoritmo analiza lo que ve esa cámara. Pero un agricultor tiene cualidades que no tiene ningún algoritmo: intuición, experiencia, creatividad y décadas de técnicas tradicionales en sus cajas de herramientas. De ahí que estén combinando ese conocimiento irremplazable con algunas de las tecnologías más avanzadas que existen hoy en día. Este compromiso con la agricultura de precisión les ayuda a usar menos recursos mientras mejoran las cosechas y reducen su impacto sobre el medio ambiente.

Y es que esto va de ‘eficiencia’ no de crecimiento. Va de medio ambiente, va de ser sostenible. La tecnología debe ser para eso y ahí no hay una expulsión sistemática del ser humano sino un nuevo espacio de relación con la producción agrícola o ganadera. Y es que las operaciones agrícolas son cada vez más sofisticadas, una tendencia que se acentuará. Los primeros éxitos para el sistema de inteligencia artificial de NatureSweet como decía, incluyen rendimientos en la cosecha que llegará hasta un 20% más eficientes.

Entonces, ¿es la Inteligencia Artificial el futuro de la agricultura? Con drones, robots y sistemas inteligentes de monitoreo que ahora se utilizan con éxito en investigaciones y ensayos de campo, inteligencia artificial o aprendizaje automático, es evidente que se revolucionará el futuro de la agricultura a medida que la próxima fase de la agricultura de ‘ultraprecisión’ vaya llegando. Eso es innegable. Pero, ¿por qué es necesario ser tan insistente con estas adopciones tecnológicas? ¿por qué considero que esa necesidad es especialmente importante en cuanto a la Inteligencia Artificial en la agricultura? Te lo diré. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la población mundial llegará a 9.200 millones para el año 2050. Dentro de 10 minutos. Esto significa que el sector agrícola mundial estará sometido a la mayor presión que jamás haya tenido con 2.000 millones más de bocas que alimentar en las próximas tres décadas. Sí, justo cuando tu hijo tenga tu edad. Es decir, repito, en un rato. 

El problema viene de que sólo hay un planeta si Elon Musk no pone remedio. La superficie disponible estimada que se podrá aumentar a la existente será solo de un 4% adicional. Me da que no será una opción sembrar más campos. Lo que se necesitará, por lo tanto, será una mayor eficiencia dentro de los métodos agrícolas actuales ya que los agricultores deberán ‘hacer más con menos’. Esto si me apuras vale para todos los sectores, evidentemente tambien en el ámbito urbano. Aprendamos a conjugar el verbo ‘optimizar’ antes que el de ‘crecer’.

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El día que ‘supimos’ que nos manipulaban y el mundo post-Facebook.

Noam Chomsky fue considerado por The New York Times como uno de los más importantes pensadores de nuestro tiempo y, en especial, por todo aquello que hace referencia al análisis que hace de las estrategias de manipulación masiva que existen en el mundo de hoy. Entre las muchas y complejas formas que el Chomsky relata en diversos ensayos me gustaría señalar tres que tienen mucho que ver en cómo se va a librar la batalla de los datos en el futuro inmediato, justo después de la pesada digestión que supondrá el asunto de la venta de datos en Facebook.

Noam Chomsky fue considerado por The New York Times como uno de los más importantes pensadores de nuestro tiempo y, en especial, por todo aquello que hace referencia al análisis que hace de las estrategias de manipulación masiva que existen en el mundo de hoy. Entre las muchas y complejas formas que el Chomsky relata en diversos ensayos me gustaría señalar tres que tienen mucho que ver en cómo se va a librar la batalla de los datos en el futuro inmediato, justo después de la pesada digestión que supondrá el asunto de la venta de datos en Facebook.

Todos sabíamos, o como mínimo imaginábamos, que Facebook y otros utilizaban, y de algún modo también vendían, nuestros datos e históricos de navegación. Lo sabíamos y lo aceptábamos mirando hacia otro lado. Digamos que tenemos claro que ‘cuando no pagas por el uso de algo, tu eres la moneda’. El hecho de que en gran medida pensásemos que nuestros datos se utilizaban para ofrecernos ‘publicidad inteligente’ era algo así como un poco naïf. El jarro de realidad que se ha derramado con el caso Cambridge Analytica era una verdad que en general se obviaba. Nuestra identidad digital a partir de nuestro comportamiento en las redes supone un nutritivo manjar de datos para la acción política.

Es por eso que las teorías de Chomsky sean tan relevantes acerca de cómo se han usado esas fórmulas en Estados Unidos y, date por visto, en muchos otros países también. No es demasiado complicado poner en marcha modelos de uso de comportamientos de ti, de tus amigos en algunas redes y obtener todo cuanto necesites para estructurar campañas o mensajes. Sino quieres estar expuesto, lee esto.

Como resume muy bien José Daniel Riveros, decía el bueno de Chomsky que para manipular a la sociedad de forma masiva sólo tenías que (1) ‘distraer a la gente atiborrándola de información’ orientada a temas irrelevantes o banales. De este modo la gente se olvida de sus verdaderos problemas. Otra fórmula utilizada para la manipulación según Chomsky es la de (2) 'crear un problema que no tiene esa relevancia' para buscar una reacción y finalmente aportar una solución impopular. Esto me suena. Con los mecanismos de conocimiento que los datos aportan y el como se pueden utilizar esta fórmula puede ser muy eficiente.

Sigamos con el asunto de cómo conducir a la masa pública a partir del uso de sus datos en, por ejemplo, una red social como Facebook. Gracias a esos datos se puede (3) manipular gradualmente. Ese ecualizador sociológico que las redes aportan permite introducir medidas poco a poco para que resulten imperceptibles. Otra medida que puede ir muy de la mano de los datos existentes es la de (4) infantilizar al público. No hay que ser honoris causa para comprobar que estamos en medio de una especie de guardería inmensa. Millones de personas ya de cierta edad siguiendo las idioteces de miles de individuos/as cuyo valor principal es elegir bien el pinta labios a juego con su bufanda. Mensajes y publicidad que tratan a los adultos como si fueran niños con palabras y gestos ingenuos. Manejando datos hay quienes pueden neutralizar el sentido crítico de la gente en lo que verdaderamente importa.

Facebook permitió seguramente que los que usaron los datos de Cambridge Analytica, y estoy seguro que otros desarrollos están haciendo lo mismo, (5) acudieran a las emociones del público. De ese modo se evita la reflexión. Esto explica muchos de los mensajes recibidos por el cuerpo electoral americano. El dónde, el quién y el cómo, lo establecían ese big data que vendió (o permitió usar) Facebook. Cómo decía, Chomsky relató varias estrategias de manipulación. A las que he señalado se pueden sumar la de (6) crear públicos ignorantes, (7) crear públicos complacientes creando tendencias ‘de moda’ o, para mí la trascendental (8) conociendo minuciosamente al ser humano.

Por suerte, o no, nos hemos dado cuenta. De ahí que vamos a intentar despejar lo que pasará a partir de ahora a medida que avancen los próximos años y de cómo el sistema operativo social que había supuesto Facebook pueda digerir este pollo. Hace unos días John Oswald se trasladaba al futuro inmediato e imaginaba un mundo sin Facebook. De hecho, en base a que la mayoría de aspectos que describía Chomsky dejen de ser posibles en la red de redes, la propia esencia de la red dejará de ser útil para marcas o para lo que sea. Tengo la impresión que a medida que llegue la regulación del uso de datos, de esa privacidad imprescindible y esa educación por la privacidad urgente, ya nada será igual. En 2020 podríamos estar hablando del mundo post-Facebook.

En su artículo Oswald asume que una combinación de demandas colectivas y regulaciones estrictas en todo el mundo después del escándalo de Cambridge Analytica llevará a la fractura o colapso de algunas redes monstruosas como Facebook. Los consumidores tendrán el control de sus datos personales y de la configuración de la economía de esos datos. El impulso regulatorio será doloroso. A partir de esa caída y nacimiento de otros modelos de relación masiva que complique los principios que Chomsky comentaba y que deberán impregnar la cultura digital futura serán:

1. Se generalizará la defensa del consumidor. Poco a poco la seguridad de los datos personales en sí misma será un negocio. En cuanto la cultura y conocimiento sobre todo esto sea general (y estos escándalos lo aceleran) todos tendremos un mayor control de nuestra vida digital a partir de la ayuda de empresas dedicadas a eso. Ya existen aunque su uso es muy profesional todavía. En 2020 será doméstico. En su aspecto más básico, este servicio permitirá a los clientes elegir y ajustar los algoritmos que sustentan sus servicios sociales y de noticias.

2. La descentralización de datos empoderará a las comunidades. Los grupos de consumidores inteligentes combinarán sus datos y se comportarán más como proveedores de ellos, exigiendo desde un punto de vista comercial valorar el coste y beneficio del uso y cesión de sus datos.

3. Nacerá el ‘datavismo’ o activismo de los datos. Acciones organizadas en contra del uso masivo de nuestros datos creará movimientos que exigirán un cambio real en todo ello. Seguramente demandas colectivas a medida que se vayan conociendo más casos como Cambridge Analytica acelerarán todo. Aumentará el número de usuarios escépticos de la capacidad de los gobiernos para proteger nuestros datos. Se sabrá que marcas lo han utilizado y sufrirán las consecuencias por parte de los consumidores. La ética de los datos y del valor de los mismos será un valor añadido en un par de años.

4. La publicidad ‘predictiva’ tendrá auténticas dificultades para desarrollarse. En 2020 los consumidores de muchos países sabrán que sus datos personales están siendo usados o no en algún lugar y podrán verificar cualquier aspecto sobre su uso. De ahí que se paralizarán las ‘inspecciones’ de éstos por parte de un futuro plan de emisión publicitaria en tu teléfono o tu computadora. Se pasará del ‘tengo lo que quieres comprar, lo sé’ al ‘dime algo sobre ti si quieres, para ver que puedo ofrecerte’.

Espero que 2018 sea el año en el que entendimos que el uso de datos no era algo comercial únicamente. Se trataba de manipular. Veremos como se mantiene todo ese andamio de gestión de datos a medida que se impongan reglas que dificulten el uso indiscriminado. Hablamos de ver como modifican su esencia Facebook, Twitter, Amazon, Google y alguno más. Hablamos de un mundo post-Facebook.

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Apps, Big Data, Comunicacion Marc Vidal Apps, Big Data, Comunicacion Marc Vidal

Verificar y eliminar aplicaciones que acceden a tu Facebook para Dummies.

Ni el fundador de Facebook usa Facebook. Con la que está cayendo y Mark Zuckerberg lleva desde el 2 de marzo sin actualizar su perfil de Facebook. El propio creador del monstruo no considera importante decir nada en su muro acerca de la tormenta del robo de datos sobre la que todo el mundo habla. El asunto es grave. Facebook no sólo maneja infinitos datos sobre nosotros, eso lo sabíamos, y los utiliza colocándonos un sofisticado ‘targeted advertising’ de anuncios dirigidos a compradores probables, sino que también, y eso es lo relevante, Facebook creaba una cosa llamada ‘perfiles de votante psicográficos’ que fabricaba una empresa llamada Cambridge Analytica. Estos 'cracks' construyeron los perfiles de 50 millones de potenciales votantes a partir del estudio de los datos obtenidos de 270.000 usuarios. 

Ni el fundador de Facebook usa Facebook. Con la que está cayendo y Mark Zuckerberg lleva desde el 2 de marzo sin actualizar su perfil de Facebook. El propio creador del monstruo no considera importante decir nada en su muro acerca de la tormenta del robo de datos sobre la que todo el mundo habla. El asunto es grave. Facebook no sólo maneja infinitos datos sobre nosotros, eso lo sabíamos, y los utiliza colocándonos un sofisticado ‘targeted advertising’ de anuncios dirigidos a compradores probables, sino que también, y eso es lo relevante, Facebook creaba una cosa llamada ‘perfiles de votante psicográficos’ que fabricaba una empresa llamada Cambridge Analytica. Estos 'cracks' construyeron los perfiles de 50 millones de potenciales votantes a partir del estudio de los datos obtenidos de 270.000 usuarios. 

La verdad es que si aun no has pensado en borrar tu cuenta de la mayor red social que ha conocido la humanidad, estaría bien que revisaras que aplicaciones están accediendo a tu cuenta sin saber exactamente para qué. Ciertamente a mi no me molesta que Facebook utilice los datos que ofrezco para lo que hemos pactado que los va a usar. Quiero decir que los anuncios y propuestas que me aparecen son un mecanismo de mejorar mi experiencia en la red y esos datos, en mi caso, no me preocupa haberlos cedido. Los cedo todos los días. Lo hago con Amazon, con Google, con Cabify o con quien sea. La diferencia es que confío que son para mejorar mi experiencia en el uso de estas soluciones. Nada es gratis en la red y lo sé. Si algo aparenta ser gratis la moneda soy yo. De ahí que me gusta saber porque pago y a quién.

Cómo con Facebook ya no sé a quién pago ni a quién estoy ofreciendo mis datos he pensado que lo mejor es desactivar todo lo que sea desactivable antes de tomar una ‘decisión definitiva’: eliminar mi cuenta. Si te interesa como puedes verificar las aplicaciones que tienen acceso a tu cuenta de Facebook y cómo eliminarlas sigue estas instrucciones. Ten en cuenta que si llevas años en Facebook probablemente has instalado juegos, aplicaciones o has dado permiso en múltiples sitios para iniciar sesión de un modo rápido con tu propio ‘login’ de la red. Es habitual hacerlo con Netflix, Spotify e incluso (me han contado) con Tinder. Debemos tener claro que Cambridge Analytica, la consultora de datos contratada por la campaña de Donald Trump para las elecciones estadounidenses de 2016 que recolectó datos de hasta 50 millones de usuarios de Facebook sin su permiso a través de datos recopilados de aplicaciones de terceros como las que te acabo de decir, estaría bien saber que no tienes tu cuenta vulnerable a algo similar.

Como evitar que te roben tus datos en Facebook, versión para Dummies:

1.         Ir a Facebook.com, mejor desde tu ordenador de sobremesa que desde el móvil.

2.         Haga clic en la pequeña flecha en la parte superior derecha de la pantalla

3.         Estás en menú de Facebook

4.         Haga clic en Configuración

5.         Busca el botón Aplicaciones en el menú en el lado izquierdo de la pantalla y haga clic en él.

6.         Estás en aplicaciones de Facebook

7.         Esta página te dirá cuántas otras aplicaciones tienen acceso a todos o algunos de sus datos de Facebook.

8.         Lo normal, no te asustes, es tener un centenar de aplicaciones conectadas. He visto gente que tiene miles.

9.         Haga clic en el botón Mostrar Todo y en la mitad de recorrido habrás visto la gran mayoría.

10.   Ahora a eliminar. Tienes que hacer clic en la pequeña "x" que aparece al pasar el mouse sobre una aplicación para eliminar cada una de ellas, una a una. Es pesado, pero no hay otra opción a menos que uses algún script que te montes tu mismo. No muy recomendable.

11.   Comienza con las aplicaciones o los sitios que no usas. Puede que ni recuerdes que las tienes, ni siquiera las usaste nunca. Pero ten en cuenta que están ahí por algo y al parecer no tienes ni idea. Malo.

12.   A medida que vas limpiando te van a quedar las que controlas, las que conoces. Ahí empieza la guerra mental a la que Facebook y sus derivados práctica contigo. Crees que lo necesitas todo. No es así. Prueba.

13.   Una vez que hayas pasado todo este tiempo borrando aplicaciones, hay una cosa más que debes hacer. Debajo de todas las aplicaciones, debería ver un conjunto de cuatro cuadros grises. Haga clic en el botón Editar para la aplicación ‘Aplicaciones para otros usuarios’.

14.   Este menú está bastante oculto y en realidad controla qué aplicaciones de tus amigos son capaces de ver cosas sobre ti. Interesante. Esto es importante pues cuando otros instalan aplicaciones con permisos muy invasivos, muy parecidos al que está en el centro de la debacle de Cambridge Analytica, esas aplicaciones pueden navegar por Facebook como lo hace el usuario, viendo lo que compartes con tus amigos, aunque nunca hayas consentido deja que esa aplicación (que actúa como una extensión de tu amigo) vea y tome tu información. Resulta que has estado compartiendo una gran cantidad de información sobre ti mismo, mucha de la cual sería muy útil para las personas que querían crear un perfil sobre ti para orientar anuncios o mensajes políticos y tú no lo sabías. Cuando ves eso y sabes que es lo que hace realmente, acojona un poco.

15.   Desmarque todas las casillas que están marcadas y presione guardar.

Hay otra opción algo más bestia. Ves donde dice ‘Aplicaciones, sitios web y complementos’, si haces clic en el botón ‘Editar’ tienes la opción de bloquear cualquier aplicación o juego para que no use Facebook nunca. El problema es que con tanto tiempo usando Facebook, probablemente tengas un montón de trabajo configurando tus perfiles en Netflix, Spotify, etc.). Facebook está tan metida en la vida de muchos de nosotros que aunque no lo uses (yo entro muy poco hace meses) sigue siendo sustancialmente una especie de DNI electrónico que te da acceso a mil espacios y, derivadamente, captura los datos de tu vida. Ahora sabemos que los vende o los cede o los pierde. Lo que sea.

Aunque lo borres todo no sabrás nunca cuantos datos tuyos ya están dando vueltas entre algoritmos aportando información relevante sobre ti y tus gustos. Obviamente, la única manera de asegurarse que tus datos no van a ser mercancía es eliminar definitivamente tu cuenta de Facebook. Hay una corriente por ahí, incluso forma parte de ella uno de los fundadores de Whatsapp, alguien que vendió su empresa a Facebook por 19 billones de dólares, que animan a hacerlo. Otros, millones de personas, piensan todavía ‘mi vida es muy sencilla, muy simple, me da igual que me espíen, mis datos no son relevantes y no importan a nadie’. En eso se basa precisamente este retorcido asunto. En que parezca irrelevante.

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Elon Musk, Netflix, Microsoft y el fin de la humanidad.

Hace unas semanas envió uno de sus coches al espacio y por ahí sigue buscando el cinturón de asteroides. Ayer nos dijo que la Inteligencia Artificial posee un mayor peligro para la humanidad que las cabezas nucleares. Elon Musk anunciando el apocalipsis. Según él, si seguimos innovando en el campo de la Inteligencia Artificial y no la regulamos vamos directamente al desastre. No está solo en sus consideraciones. Ya lo hizo el recientemente fallecido Stephen Hawking y el fundador de Microsoft Bill Gates. De hecho, todos los que ponen en cuarentena las bondades de la Inteligencia Artificial desde un punto de vista analítico, aseguran que esta tecnología (que en realidad son muchas y muy distintas) es ya capaz de cosas que no sabemos, pero que como su tasa de mejora es exponencial nos va a costar interpretar el punto de no retorno y será demasiado tarde.

Hace unas semanas envió uno de sus coches al espacio y por ahí sigue buscando el cinturón de asteroides. Ayer nos dijo que la Inteligencia Artificial posee un mayor peligro para la humanidad que las cabezas nucleares. Elon Musk anunciando el apocalipsis. Según él, si seguimos innovando en el campo de la Inteligencia Artificial y no la regulamos vamos directamente al desastre. No está solo en sus consideraciones. Ya lo hizo el recientemente fallecido Stephen Hawking y el fundador de Microsoft Bill Gates. De hecho, todos los que ponen en cuarentena las bondades de la Inteligencia Artificial desde un punto de vista analítico, aseguran que esta tecnología (que en realidad son muchas y muy distintas) es ya capaz de cosas que no sabemos, pero que como su tasa de mejora es exponencial nos va a costar interpretar el punto de no retorno y será demasiado tarde.

Lo de regular me parece bien en principio, pero en algo tan sustancialmente poderoso como de crear organismos artificiales con una mayor capacidad de razonar, deducir, interpretar y, de algún modo, pensar, el riesgo de ‘regular’ pasa a ser el de ‘controlar’. ¿Quién debe controlar el cerebro más inteligente del planeta? ¿Quiénes deben ser los gestores e intérpretes de los límites de la Inteligencia Artificial? ¿Los políticos? ¿Científicos? ¿Filósofos? Me da más miedo que la capacidad computacional ‘doméstica’ capaz de aportarme elementos que mejoren mi día a día y lo hagan más sencillo y productivo esté en manos de una ‘regulación definida por algunos’ que por el propio sistema que le rige.

Ahora bien, si es verdad que la IA es más peligrosa para el futuro inminente que lo que podría ser una guerra nuclear según el fundador de Paypal, estaría bien saber el motivo. Según Musk, y como digo de un buen número de gurús del asunto, la IA es el gérmen de la desaparición de la humanidad como la entendemos. Según aseguran a medida que podamos ir incorporando ese aumento de aprendizaje artificial a algunos softwares, éstos irán estableciendo relaciones entre ellos para generar un gran cerebro que no seremos capaces de localizar ni de descubrir.

Acojona pero no se quedan ahí. La idea de que a medida que vayamos insertando elementos sintéticos a nuestro cuerpo, ya sea para mejorar nuestra visión, comprensión, audición, para saber nuestro estado de salud, para acelerar el aprendizaje de idiomas o lo que sea, no habrá límite y, en esa falta de punto final se encontrará la incapacidad para discernir hasta que punto somos o no somos artificiales. Dicen que esa percepción inexacta de quienes seremos nosotros mismos en realidad, será el principio del fin. Una nueva especie habrá empezado a desarrollarse y con ella sólo persistirán los que se adapten bien a la tecnología inteligente. A mi me suena a una novela chunga de Stanislaw Lem.

Es natural que tengamos cierto temor a una inteligencia que nos superará en breve. Nos pensábamos los más listos de la fiesta y resulta que éramos tan listos que estamos creando algo más listo que nosotros. Yo creo que eso demuestra lo listos que somos y no al revés. Tan listos que, de momento, con esto de la Inteligencia Artificial lo que realmente vamos logrando son buenas cosas. De curar el cáncer a mejorar nuestras ciudades. De ver mejor la televisión a entender cualquier idioma.

Veamos Netflix por ejemplo. Netflix Streaming acaba de incorporar una actualización a tu cuenta que es pura Inteligencia Artificial. Para la mayoría de las personas, Netflix tiene que ver sólo con el contenido. Después de todo, la compañía planea gastar hasta de 8 mil millones de dólares este año para engordar su biblioteca internacional de películas y programas de televisión. Sin embargo, uno de los mayores contribuidores al éxito de Netflix ha sido su tecnología de transmisión. Posiblemente este sea el aspecto menos apreciado del servicio de la compañía. Aunque no atrae el mismo nivel de atención que los éxitos de la compañía, es probablemente la faceta más importante de la experiencia, aparte del contenido en sí.

Netflix-streaming-vs-traditional-cable.jpg

Y en esas que Netflix está utilizando una IA de vanguardia para mitigar los problemas que le genera el ancho de banda. Utilizando una herramienta de inteligencia artificial desarrollada por sus ingenieros, Netflix recientemente recodificó toda su biblioteca de títulos. Este sistema, llamado Dynamic Optimizer, trabaja para proporcionar la mejor imagen posible mientras se utiliza la cantidad mínima de ancho de banda. Un episodio de una hora registra 750 megabits por segundo (Mbps) de uso de datos. Usando la tecnología de codificación nueva de Netflix, eso se reduciría a 750 kilobits por segundo (Kbps) o 1.000 veces menos el uso de datos. Las mejoras recientes a la tecnología han reducido el consumo de datos a solo 270 Kbps por cierto.

Otra aplicación de la Inteligencia Artificial que de momento no parece muy peligrosa es la que ha presentado Microsoft. La empresa que fundó Bill Gates, uno de los tipos más preocupados con la dichosa Inteligencia Artificial, Microsoft, reveló el miércoles que ha alcanzado un hito monumental en el software de traducción impulsado por la inteligencia artificial, declarando la creación de un sistema que puede traducir oraciones de artículos de noticias del chino al inglés donde es imperceptible las diferencias con lo que haría un humano. Lograr la paridad humana en una tarea de traducción automática es un sueño que dicen en Microsoft ya han logrado.

El avance es el último en una carrera para desarrollar traducciones similares a las humanas. Google ha mejorado sus herramientas de traducción a lo largo del tiempo, analizando oraciones completas con una actualización de noviembre de 2016, pero Microsoft usó ideas como redes de deliberación para hacer que las traducciones sean más efectivas. Los modernos sistemas de traducción utilizan redes neuronales profundas para comprender cómo se estructura una frase, lo que permite un enfoque más consciente del contexto.

Como decía mi abuela, no temas a los espíritus, esos no hacen nada. Ándate con ojo con los que están vivos, esos si son peligrosos. No sé, yo todavía temo más a los humanos que a los robots.

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Economía, Industria 4.0, Politica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Politica Marc Vidal

¿Te preocupa la Cuarta Revolución Industrial? Pues relájate, esto no ha hecho más que empezar.

Hablan, hablamos mucho de la cuarta revolución industrial. A veces hasta parece como si ya la estuviéramos superando, como si de un momento a otro alguien vaya a inaugurar la quinta. Y la realidad es que nuestra revolución tecnológica está en fase embrionaria. Y eso que puede parecer apasionante, también asusta. Si todo lo que estamos viviendo no es más que la antesala, ¿qué nos espera en cinco, diez o veinte años?

Hablan, hablamos mucho de la cuarta revolución industrial. A veces hasta parece como si ya la estuviéramos superando, como si de un momento a otro alguien vaya a inaugurar la quinta. Y la realidad es que nuestra revolución tecnológica está en fase embrionaria. Y eso que puede parecer apasionante, también asusta. Si todo lo que estamos viviendo no es más que la antesala, ¿qué nos espera en cinco, diez o veinte años?

Esta cuarta revolución industrial, denominada desde un punto de vista económico como Industria 4.0, es mucho más que eso. En ocasiones ofrezco una conferencia denominada ‘reWorld’ y diferente a otras más económicas pues se centra precisamente en el significado que tiene para todos los ámbitos de la vida el momento inédito e histórico que estamos viviendo. Suelo buscar la dimensión de lo que vivimos y el estadio en el que nos encontramos. Sabemos que esta revolución está siendo impulsada por los más de 5.000 millones de personas en el mundo conectadas a través de sus millones de dispositivos móviles, pero sólo está viviendo su primera etapa precisamente porque está sujeta a ellos.

Esta revolución tiene un problema actualmente. Arrancó sin afianzar unas bases sólidas que puedan cimentarla bien. Ninguna revolución de ningún tipo puede ser realidad si no hay un sustento tecnológico, económico, socializado, político y cultural que lo sujete y lo haga coordinadamente. Los fundamentos de la transformación que vivimos pasan por redes más avanzadas, seguridad demostrable, cambios en la cultura empresarial, economía circular, modificar el sistema de empleo, acotar las habilidades humanas para afrontar el futuro, diseñar espacios para compartir, entender que datos son relevantes y cuales no, apreciar el valor de la inteligencia artificial, etc.

Pongamos un ejemplo de cómo no estamos haciendo las cosas bien. Hoy el móvil es el centro de nuestra vida como decía, pero cada vez lo será menos. Dentro de cinco minutos, en 2020, en la era del 5G, el móvil no ocupará la posición central que ahora ostenta o, al menos, será menos protagonista pues estaremos rodeados de infinidad de dispositivos inteligentes capaces de sustituir sus funciones. Todo será muy diferente. En apenas 18 meses tu vida va a cambiar para siempre y aun no lo sabes tal vez. Estamos amontonando en una montaña de necesidades futuras, de cambios necesarios y de análisis por hacer, todo cuando sucede sin orden ni previsión. No hay acción política, ni económica en la mayoría de los casos, ni debates éticos, ni culturales, ni análisis de la utilización de los datos masivos que emitiremos en ese cercano 2020 por múltiples vías.

Seguimos en manos de la táctica social bajo la sombra de la estrategia empresarial. El móvil está muerto, es el pasado, no es el futuro. Le pasará como le pasó a Internet. La red de redes ha tenido diferentes etapas y cada una de ellas ha jugado en una interfaz diferente. Hubo una etapa de 1995 a 2005 en la que la interfaz era la pantalla grande de un ordenador de sobremesa. Se trataba de una red reflexiva. A partir de 2005 y hasta hoy, la interfaz ha sido el móvil siendo más impulsiva, más veloz. Pero lo que empieza ahora es que la información de la que estamos hablando no la generamos nosotros, sino un sensor. Se trata de un flujo de datos que se genera sin que nosotros hagamos nada.

En una década, o menos, habrá sensores en tu tienda de chuches, en el coche, en el bar o en tu ropa interior. Tu cerebro no generará el contenido, sino que se generará a través de tu movimiento y tu relación con los objetos. Esa Internet de las Cosas pasará a ser la Internet del Todo. Por mucho que imagines no crearás casi nada en la red, eso lo hará tu actividad y tu relación con el entorno. Y eso no es fácil de asimilar empresarialmente, ni culturalmente, ni políticamente.

Ayer estuve en una de las sesiones de consultoría con un cliente de cierta envergadura del sector servicios. Como es habitual, cuando llegamos a una fase concreta del trabajo, el debate sobre el diseño de nuevos modelos de negocio asociados a la transformación de procesos y de conocimiento del cliente, se acabó atascando en la dichosa ‘planificación’. Un mundo donde la planificación como se entendía en el siglo pasado está muerta, no cabe su utilización. El mundo cambia muy rápido y las empresas que no marcan el ritmo ni por tamaño o capacidad y que dependen de ‘como lo definen otros’ deben tener una hoja de ruta a 18 meses vista como máximo y un plan de acción a tiempo real flexible y optimista. No siempre es fácil entenderlo, hacerlo entender y ponerlo en práctica.

El mayor problema es que no hay una cultura empresarial generalizada, socialmente entendida, laboralmente analítica, políticamente valiente para este tipo de modelos nuevos y disruptivos. Para conseguir adaptarse a los cambios y tener éxito, los proyectos de innovación y de transformación (puede que digital) de una empresa (y de una sociedad) han de ser permanentes, no episódicos. La mayoría de los grandes cambios que la Cuarta Revolución Industrial va a traer aun están por llegar. No hemos llegado ni a la primera meta volante. Esa primera etapa será el 5G, el big data genérico, la inteligencia artificial rodeando nuestras vidas, una nueva relación con el poder, ciudades estado, etc. Estoy seguro que, empresas y sociedad, deberemos entender y hacer comprender a quienes nos gobiernan política y económicamente que las relaciones tal y como las conocemos van a cambiar de manera radical en breve. Lo que antes eran 10 años, ahora son 5 minutos. Qye vayan esperando.

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Marc Vidal Marc Vidal

El uso de la Inteligencia Artificial por parte de los abogados no será opcional.

Desde julio del año pasado, un chatbot proporciona asesoría legal gratuita usando una especie de Inteligencia Artificial en Estados Unidos y en Reino Unido. Su desarrollador, Joshua Browder, lo definió en su momento como ‘el primer abogado robótico del mundo’ tras haber ayudado a ganar demandas por tráfico en centenares de miles de ocasiones y a millares de refugiados solicitando asesoría legal. Según Browder, su desarrollo tiene una utilidad mucho más compleja puesto que ahorra tiempo y dinero a cualquier trabajador del sector legal. Su herramienta, llamada DoNotPay, realmente no es un robot legal, es más bien un ‘simplificador de documentos legales’. Tal vez, el gran asunto de la sustitución de abogados por software no sea, de momento, mucho más que desintermediar y automatizar aspectos del trabajo que ahora hacen los abogados.

Desde julio del año pasado, un chatbot proporciona asesoría legal gratuita usando una especie de Inteligencia Artificial en Estados Unidos y en Reino Unido. Su desarrollador, Joshua Browder, lo definió en su momento como ‘el primer abogado robótico del mundo’ tras haber ayudado a ganar demandas por tráfico en centenares de miles de ocasiones y a millares de refugiados solicitando asesoría legal. Según Browder, su desarrollo tiene una utilidad mucho más compleja puesto que ahorra tiempo y dinero a cualquier trabajador del sector legal. Su herramienta, llamada DoNotPay, realmente no es un robot legal, es más bien un ‘simplificador de documentos legales’. Tal vez, el gran asunto de la sustitución de abogados por software no sea, de momento, mucho más que desintermediar y automatizar aspectos del trabajo que ahora hacen los abogados.

Si esto es así, y eres un abogado, no temas a ninguna tecnología que pueda quitarte el empleo sino que te lo quite otro abogado que se lleve mejor que tú con la tecnología. Y es que es difícil ignorar las formas en que la inteligencia artificial ya supera a los humanos desde un punto de vista técnico. Un estudio publicado esta semana por LawGeex, una plataforma líder de revisión de contratos a través de la Inteligencia Artificial, muestra como un sistema experto es capaz de superarnos en el ámbito de la abogacía. Específicamente, en el campo de la revisión de los Acuerdos de No Divulgación (los NDA) y en como detectar con precisión los riesgos dentro de la documentación legal que puedan haber. El video que acompaña muestra como trabaja en un aspecto muy básico.

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Un total de 20 abogados humanos se enfrentaron a la IA de LawGeex revisando cinco NDA. Las condiciones controladas del estudio fueron diseñadas para parecerse a cómo los abogados normalmente revisarían y aprobarían los contratos diarios. Después de dos meses de pruebas, los resultados demostraron que la Inteligencia Artificial terminó la prueba con una calificación promedio de precisión del 94%, mientras que los abogados lograron un promedio del 85%. La calificación más alta de precisión de la IA en una prueba individual fue del 100%, mientras que la calificación más alta que un abogado humano logró con un solo contrato fue del 97%.

En lo que respecta a la precisión, el estudio demostró que los humanos pueden mantenerse en un buen espacio competitivo con la inteligencia artificial al revisar los contratos. Sin embargo, no se podía decir lo mismo cuando se trataba de velocidad. En promedio, los abogados tardaron 92 minutos en terminar de revisar los contratos. El tiempo más largo que tomó un abogado individual fue de 156 minutos y el mínimo de 51 minutos. La Inteligencia Artificial utilizada por LawGeex solo necesitó unos arrolladores 26 segundos. 

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La brecha de eficiencia entre los dos grupos puede ser aún más amplia de lo que creemos. En el estudio, los abogados se centraron completa y singularmente a la tarea en cuestión. En el mundo real, sin embargo, tendrían otras responsabilidades que atender, distracciones e interrupciones que probablemente aumentarían el tiempo real que tardan en revisar los contratos. Los abogados que revisaron estos documentos se centraron y no fueron distraídos en otras de tipo cotidiano y multitarea como tomar un vuelo en unas horas o ir a recoger los niños a la salida del colegio.

El tema trata de naturalizar lo que se acerca. Lo hemos comentado. La IA demuestra a diario un incremento notable de precisión y eficiencia en múltiples sectores. La medicina también ha demostrado las muchas aplicaciones potenciales que tiene. En este blog hemos relatado muchas de ellas. La última destacable es la del Centro Nacional del Ojo de Singapur, donde los investigadores han creado un desarrollo inteligente que puede detectar la enfermedad ocular antes de lo que pueda hacerlo ningún médico. Abogados, médicos, sismólogos y hasta jueces olímpicos. Todos van a tener que reinventarse, entender que es eso de que la tecnología es el ‘cómo’ y que las personas somos el ‘porqué’.

En el caso del derecho robótico la evidencia demuestra que sino quieren convertirse en las discográficas de la próxima década deberán de repensar, hacer reworking, iniciar una transformación compleja y completa que debe ir mucho más allá de incorporar computadoras más inteligentes, apuntarse a una plataforma de miles de abogados o de automatizar una web con un chatbot. Trabajo con varios despachos profesionales que están llevando a cabo esta transformación y es realmente apasionante el escenario que se abre para la abogacía del futuro inmediato.

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Big Data, Conferencias, Industria 4.0 Marc Vidal Big Data, Conferencias, Industria 4.0 Marc Vidal

El futuro del futuro: 'reWorking' y la fábrica conectada.

Hace unos días ofrecí una conferencia para la multinacional japonesa Hitachi. Una empresa que mantiene un nivel de innovación brutal. Fue un buen momento para comentar, en esa charla, el papel fundamental que juega la eficiencia de lo que llamamos fábricas inteligentes. Desde mi punto de vista, además, la colaboración entre robots y personas, liderada por los ‘cobots’, será uno de los elementos más fascinantes de las producción industrial en el futuro inmediato.

Hace unos días ofrecí una conferencia para la multinacional japonesa Hitachi. Una empresa que mantiene un nivel de innovación brutal. Fue un buen momento para comentar, en esa charla, el papel fundamental que juega la eficiencia de lo que llamamos fábricas inteligentes. Desde mi punto de vista, además, la colaboración entre robots y personas, liderada por los ‘cobots’, será uno de los elementos más fascinantes de las producción industrial en el futuro inmediato.

Fue un buen momento también para entender el papel que juega la industria 4.0 en el progreso de una sociedad. Una empresa como Hitachi trabaja en convertir su red de fábricas en una trama de fábricas conectadas. Algo que la industria 4.0, o la cuarta revolución industrial, describe como una nueva era de fabricación digitalmente habilitada mediante la cual las computadoras pueden controlar las líneas de producción automatizadas. La inteligencia artificial supervisa y mejora los procesos físicos de la fábrica, incluso anticipa problemas antes de que ocurran. Nuevos productos y procesos se prueban virtualmente para que la producción en el mundo real pueda funcionar sin interrupciones. Se controla y actualiza remotamente una red de fábricas distribuidas por todo el mundo con una necesidad de mano de obra humana muy inferior y con la opción de reubicar ese personal en tareas realmente muy diferentes y de valor añadido.

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El problema de todo esto reside en que unos países están realmente enfocados en la reconversión más grande que jamás ha vivido la Industria, sólo comparable con la llegada de la máquina de vapor a finales del siglo XVIII, y otros no. Un error no hacerlo. La participación de las estructuras públicas de España en la inversión de capital focalizado a la producción inteligente es muy baja en comparación con las economías de nuestro entorno, nuestra competencia por cierto. A pesar de una leve mejoría en los últimos años, España está muy por detrás de Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. Si hablamos de otros destinos aparecen Estados Unidos, Singapur, China, Japón, Canadá, Turquía o Rusia. En todos ellos hay una apuesta privada clara y un estímulo público para que eso pase.

China se centra en la inversión en robótica y recientemente superó a Japón como el mercado de robots industriales más grande del mundo. El mayor uso de la robótica industrial reducirá los costos de mano de obra en China, Francia, Alemania, EE.UU., Canadá y Japón entre un 18 y un 25% en cinco años. Lo que supone una muy mala noticia para la competitividad de nuestro país. Resulta que la reducción del coste de la mano de obra ya no depende de esclavizar a los empleados en países remotos. Ahora tiene que ver con el nivel de eficiencia y automatización inteligente de esas factorías.

Si tienes una fábrica o trabajas en una, hagas lo que hagas, no tienes más remedio que estimular la transformación digital de ella. La única manera de asegurar que las operaciones de fabricación se ejecuten con la máxima eficacia, garantizando que los equipos de la planta puedan detectar y corregir las ineficiencias y anticipar la necesidad de mantenimiento a través de análisis predictivos. La base de este futuro estado de auto-optimización es la capacidad de integrar y recopilar información en tiempo real de cada pieza de equipo, dispositivo y sensor en planta.

Ahí es donde la transformación digital a través del Internet Industrial of Things (IIoT) se convierte en la clave fundamental. Las técnicas avanzadas de gestión de planta de la fábrica del futuro se basarán en los datos recopilados directamente de los equipos del taller para calcular el rendimiento real de la máquina frente al rendimiento planificado de la máquina en tiempo real. Esta retroalimentación inmediata detecta y predice fallos o ineficiencias, tanto en los procesos como en el equipo, y permite a los operadores tomar medidas correctivas si se detecta una desviación del objetivo mucho antes y con menor coste. Esa clave de modernización depende de la transformación a Industrías 4.0. No hay otra.

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Fábricas que fabrican cosas, pero que sobretodo, producen datos. La fábrica de datos por delante de la fábrica de cosas. De esto va. Los datos recolectados de los equipos en plantas industriales también pueden eliminar un parón no programado evaluando la salud de los componentes críticos del equipo y prediciendo un error del equipo para programar reparaciones antes de que ocurra. Hablamos de un cambio de paradigma. Se pasa de preventivo a predictivo. A mi modo de ver, la Industria 4.0 se define por este nuevo concepto que lo cambia todo y que precisa de políticas empresariales estratégicas y de políticas de apoyo públicas como cualquier reconversión industrial. Vamos a ver si nos ponemos en ello, el futuro, no sólo de las fábricas, está en juego.

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‘Amazon Bank’ y la que se le viene encima a los bancos.

Ayer se publicaba que Amazon está trabajando junto a uno de los principales bancos norteamericanos, el JPMorgan Chase & Co. con el fin de poner en marcha un producto similar a una cuenta de cheques, algo muy habitual en Estados Unidos. El asunto está en fase muy inicial pero ya se interpreta por donde van los tiros. Amazon se metería aun más en la vida de sus ‘clientes/usuarios’ ya sea cuando entran en su macrotienda online, cuando compran los comestibles en Whole Foods, lean cualquier libro en sus Kindles, miren un video en Prime Amazon Video o, incluso, chateen con Alexa. Todas esas actividades que implican a Amazon de manera intensa se asociarían a un producto similar a una cuenta bancaria con marca, que bien podría llamarse Amazon Bank, y que ayudaría a reducir las tarifas de cualquiera de esas acciones. A cambio, Amazon seguiría en su recolección de datos masiva sobre conductas, gustos y hábitos de sus clientes, convirtiéndose en una especie de Amazon Big Brother.

Ayer se publicaba que Amazon está trabajando junto a uno de los principales bancos norteamericanos, el JPMorgan Chase & Co. con el fin de poner en marcha un producto similar a una cuenta de cheques, algo muy habitual en Estados Unidos. El asunto está en fase muy inicial pero ya se interpreta por donde van los tiros. Amazon se metería aun más en la vida de sus ‘clientes/usuarios’ ya sea cuando entran en su macrotienda online, cuando compran los comestibles en Whole Foods, lean cualquier libro en sus Kindles, miren un video en Prime Amazon Video o, incluso, chateen con Alexa. Todas esas actividades que implican a Amazon de manera intensa se asociarían a un producto similar a una cuenta bancaria con marca, que bien podría llamarse Amazon Bank, y que ayudaría a reducir las tarifas de cualquiera de esas acciones. A cambio, Amazon seguiría en su recolección de datos masiva sobre conductas, gustos y hábitos de sus clientes, convirtiéndose en una especie de Amazon Big Brother.

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Con millones de clientes, trillones de datos, acceso a capital barato y un margen de maniobra aparentemente ilimitado de sus inversores para establecerse en nuevos negocios, Amazon es un competidor temible para todos. Sería el tercer banco del mundo. Amazon quiere ser el proveedor de todo y para ello necesita saltarse algunas barreras del viejo mundo. El que funcionaba con bancos ‘normales’ por cierto. El valor de Amazon hoy roza el 65% del PIB de España. Eclipsa el valor combinado de JPMorgan y Bank of America Corp, los dos mayores bancos de los EE.UU. Esa tendencia de crecimiento no parece detenerse. El monstruo creado por Jeff Bezos está construyendo un servicio de entrega que un día podría competir con cualquiera, apunta al mercado de suministros hospitalarios. Hay quien defiende que la seguridad social del futuro dependerá de la evolución de este tipo de empresas.

Si en el sector farmacéutico, la entrada de Amazon ha sido catastrófica en la cotización de las empresas afectadas, en la banca, sin embargo, parece que se lo está tomando con menos miedo y considera que Amazon está llegando más como un socio que como un disruptor. Que se confíen. Lo que sabemos de momento, como pasa con el Fintech o con las criptomonedas, es que las regulaciones y barreras perfectamente construidas por ‘el sistema’ durante décadas no facilita este tipo de alegrías por muy grande que sea la empresa que lo establece. Cualquier movimiento de Amazon para crear su brazo bancario lo sometería a las reglas del capital y a otras regulaciones que probablemente limitarían su expansión agresiva y rápida al estilo Silicon Valley. Y es probable que haya una fuerte oposición. Recordemos el esfuerzo de Walmart Inc. hace más de una década para obtener un tipo de licencia bancaria se marchitó después de las críticas intensas de una gama de compañías y legisladores.

Pero en esta ocasión hay dos cuñados a los que les interesa la operación. Para JPMorgan o Capital One, liderar este proyecto con Amazon sería una oportunidad de mantener cerca a un posible competidor extremadamente peligroso en el futuro y fortalecer los lazos con una compañía que es popular entre los millennial, cuyos hábitos financieros están cambiando rápidamente. Una encuesta reciente de 1,000 clientes de Amazon realizada por LendEDU, un mercado de préstamos estudiantiles en línea, el 38% dijo que confiaría en Amazon para manejar sus finanzas de la misma manera que lo haría con un banco tradicional. Y no solo eso, es que la mayoría preferirían que ese hipotético banco funcionara con criptomonedas. ¡Ahí queda eso!

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El objetivo es convertir a sus compradores en titulares de cuentas bancarias. Es muy simple. El círculo se cierra. Después llegará el uso de Amazon Pay y la ulterior imitación de otras grandes tecnológicas. Los Apple Bank, Google Bank, Facebook Bank, SpaceX Bank o, como vemos Amazon Bank, es la verdadera amenaza al sector bancario. Ni criptomonedas, ni Fintech, eso ya lo llevarán implícito estos bancos 4.0. Resulta que la disrupción del sector bancario no venía por las apps Fintech, por la eliminación de intermediarios en sistemas de gestión gracias a una startup cualquiera, ni tenía que ver sólo con los bitcoins u otros, no, parece ser que los bancos de la próxima década van a ser genéticamente una cosa muy distinta. Esto no iba de cambiar el logo, ni de fusiones o rescates, ni va a ir de modificar la decoración de las sucursales, ni de poner en marcha programas de afiliación ‘cool’, a los bancos les va a tocar repensar de manera eficiente y rápida, el papel de la banca comercializada. Luego vendrán la de inversión, la privada y sus derivados. La verdadera disrupción de la banca no ha hecho más que empezar. Lo que ha pasado hasta ahora es más bien el aperitivo.

Este producto será un nuevo modo en la extensa forma que tiene Amazon de abordar todos los aspectos de la vida de las personas. Y lleva tiempo en esto. Amazon ya realizó incursiones en el ámbito financiero hace más de 20 años cuando era solo una librería. Amazon Pay permite a los consumidores pagar productos en sitios de terceros sin tener que volver a cargar la información de su tarjeta de crédito. Además, Amazon ha realizado préstamos por más de tres billones de dólares a pequeñas empresas que venden en su plataforma desde 2011. Ahora, incluso, ofrece una tarjeta de débito llamada Amazon Cash, que permite a los consumidores agregar efectivo a una billetera de Amazon y comprar artículos en la red sin una tarjeta de crédito concreta. Hace unos meses, Amazon miró que tal se le daba eso de los depósitos con Prime Reload. Un método de pago bonificado que permitió a Amazon pagarle menos comisiones a las, hasta ahora, intocables Visa y Mastercard.

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Amazon no es el primer minorista que juega en los servicios financieros. Ha habido otros, pero nunca la tecnología y el modelo de comportamiento de la generación que lidera el peso de consumo, había estado tan receptiva a que esto suceda. Es importante no quedarse con la superficie del tema. No es una tarjeta de fidelización de lo que hablamos, ni de modelos de relación parecidos a experiencias anteriores. No. Hablamos de un nuevo modelo de relación y sentido entre el consumidor, el vendedor y los servicios bancarios donde entran en juego no solo los valores tradicionales de relación directa sino también otros que no son tan evidentes y que generarán estructuras vinculadas distintas. No verlo y asegurar que ‘los bancos siempre existirán’ sin incorporar una comparación irrenunciable a lo que les pasó a las discográficas será un error que pagarán muy caro. El problema, como siempre, es quien lo va a pagar.

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El MWC del 5G y #elMobileSeQueda

Ya pasó. La semana pasada terminó el Mobile World Congress. Todo un éxito. Como siempre. Desde 2006 ha sido así. Barcelona es la capital del móvil y sus derivados y ha vuelto a ejercerla con nota a pesar del plantón institucional inicial. No es la primera vez, ni será la última, que durante este evento se sucedan reivindicaciones o protestas. El catálogo de incidentes que intentan contraprogramar el MWC cada año han ido desde manifestaciones contra la especulación inmobiliaria, movilizaciones denunciando la esclavitud de los obreros en Taiwán o el uso de niños para la extracción del coltán en Sudán. Tampoco han faltado a la cita, año tras año, anuncios de huelga del transporte público que se habían convertido en un buen mecanismo para obtener alguna mejora salarial periódicamente.

Ya pasó. La semana pasada terminó el Mobile World Congress. Todo un éxito. Como siempre. Desde 2006 ha sido así. Barcelona es la capital del móvil y sus derivados y ha vuelto a ejercerla con nota a pesar del plantón institucional inicial. No es la primera vez, ni será la última, que durante este evento se sucedan reivindicaciones o protestas. El catálogo de incidentes que intentan contraprogramar el MWC cada año han ido desde manifestaciones contra la especulación inmobiliaria, movilizaciones denunciando la esclavitud de los obreros en Taiwán o el uso de niños para la extracción del coltán en Sudán. Tampoco han faltado a la cita, año tras año, anuncios de huelga del transporte público que se habían convertido en un buen mecanismo para obtener alguna mejora salarial periódicamente.

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No es nada nuevo. Un escaparate de esta envergadura permite que cualquier reivindicación se pueda convertir en un hipotético altavoz de altísima repercusión. Dejando de lado la oportuna ausencia en el ‘besamanos’ Real, el hecho de que se utilice al Mobile para incorporar aspectos políticos durante el momento culminante de su desarrollo no parece muy inteligente. Es agotador escuchar en cada edición los murmullos mediáticos sobre la posible ‘última edición del Mobile en Barcelona’. Algunas personas me preguntan regularmente ¿cuándo se va a ir el Mobile? ¿dónde se va a ir? Incluso hay quienes ya tienen claro que el Mobile World Congress tiene una sede sustitutiva a Barcelona. Las apuestas van desde Frankfurt a Dubai, pasando por Londres o Tokio. Y la verdad es que, cuatro días después de la bajada de persiana de este año, lo único que sabemos ciertamente es que #elmobilesequeda.

El consejero delegado de la GSMA, propietario real del evento, John Hoffman, se ha cansado de decir que no ve porque el Mobile se tenga que ir a ningún sitio y, en el caso de que en algún momento se tuviera que pensar eso, no sería antes de 2023. Igual, para entonces, habremos llegado a la conclusión todos que el MWC es la evidencia más clara por la que Barcelona puede ser sede de la nueva revolución que está a punto de producirse en el ámbito de la comunicación y de la transmisión del conocimiento. Me refiero al despliegue del 5G y todo lo que eso supone. Que sea Barcelona el lugar donde esta tecnología sea expuesta de manera prioritaria debería ser el titular y no otro más borroso y malintencionado.

Uno de los congresistas con los que compartí un almuerzo, directivo de una operadora asiática, definía su visita de este año como la mejor de todas las veces que había venido ‘excepto porque no ha hecho sol’. Ninguna referencia a los líos que tenemos los de casa y los debates con los que hemos estado abriendo informativos y tertulias. Desde que tengo relación con el MWC, hace ya varias ediciones, escucho que 'la organización está pensando en irse de Barcelona'. Lo curioso es que los únicos que no hablan de ello seriamente son los que lo organizan. Y lo cierto, yendo al asunto que nos ocupa, es que en esta edición se ha respirado una falta de novedades importante. Un asunto vinculado a las empresas expositoras, los debates ofrecidos y las opciones de mostrar novedades que hay ahora mismo en el mundo.

El planeta no se ha detenido. Se ha parado el argumento. Estamos en el ‘impasse’ habitual entre grandes tecnologías. Venimos de una estructura de innovación sujeta al 4G y sus limitaciones pero tenemos inventos y desarrollos que precisan del 5G. Y resulta que el 5G no existe técnicamente. Algo que depende de operadoras y regulaciones no puede presentarse aún como algo cierto y doméstico. De ahí cierta zozobra innovadora. El foco en Barcelona este año ha sido el 5G, el 5G y sobretodo el 5G. Coches conectados, inteligencia artificial, wareables u otros aspectos han quedado en un segundo plano siempre y cuando no estuvieran enlazados al omnipresente 5G.

Como decía, el 5G no existe todavía. Por un lado, el conjunto de normas técnicas que describen 5G aún se está redactando. El organismo que está a cargo se llama 3GPP e incorpora a los principales operadores y fabricantes de equipos del mundo. Coordina el desarrollo de todo ello utilizando un sistema de "lanzamientos" que establecen estándares técnicos en una gran cantidad de tecnologías. 3GPP ha estado trabajando en tecnología 5G desde la Versión 14, que comenzó en 2014. El año pasado, la Versión 15 alcanzó un hito clave cuando se aprobó la especificación que se usarán en dispositivos 5G, algo que fue publicitado como la primera aprobación para una especificación 5G. Realmente, ni siquiera es la especificación final de 5G. Ese honor está reservado para la Versión 16 , que se completará en diciembre de 2019. En el Mobile de 2019 lo tendremos más claro pero en el 2020 se lanzará por todo lo alto. Se sabe que antes de que una nueva tecnología sea disruptiva de un modo relevante se suceden dos años previos en los que esa tecnología ajusta los derivados que se precisan. Ahora estamos en ese instante previo. A dos años del despliegue del 5G, algo que lo va a cambiar todo. El punto muerto.

Al caminar por los pasillos de la Fira, los visitantes se quedaban maravillados con las posibilidades del 5G. Las operadoras, los fabricantes de teléfonos y los gigantes tecnológicos del mundo presentaron esta tecnología como parte evidente de hacia donde van sus negocios en el futuro inminente. Pero de momento, como digo, son planes de futuro vinculados a:

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Ciudades inteligentes

Nokia convirtió su propio stand en una ciudad inteligente, con calles, edificios y habitaciones que mostraban cómo una conectividad más rápida podría ayudar a las personas en el futuro cercano. Curioso como se imaginan la emisión de publicidad en pantallas en salas de espera. Según nos mostraron, la publicidad se adaptará al estado de ánimo del potencial comprador sólo con el análisis de su rostro. Raro.

Realidad virtual y video en 360 rados

Para mostrar cómo 5G ayudará a mejorar el video en vivo de 360 grados, Orange telecom se asoció con Huawei para colocar una cámara de 360 grados conectada en una especie de 5G en la parte superior de una torre en la Barceloneta. Los visitantes en el stand veían con una increíble capacidad de interacción y realismo todo cuanto pasaba. La calidad era realmente espectacular.

Teléfonos inteligentes

Como los teléfonos tienden a ser el foco del Mobile World Congress, tiene sentido que 5G se concentre en ellos. Lo más interesante es que algunos fabricantes ya mostraron sus chips 5G que permitirá disponer de dispositivos preparados para el despliegue de la red a nivel mundial en 2020. Todo preparado para el desembarco.

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Coches inteligentes

Una de las formas más frecuentes de utilizar el 5G será en los coches conectados. La conectividad más rápida permitirá la conexión continua a fin de que los automóviles ‘hablen‘ entre sí, con las calles, con los semáforos y otros sensores que lo rodean. Incluso vehículos no autónomos podrán beneficiarse. Intel mostró su auto conectado a 5G, que fue capaz de descargar el equivalente de datos de dos películas de alta definición por segundo. En el stand de Qualcomm, la compañía mostró un automóvil conectado a 5G, que permite a los vehículos comunicarse con la infraestructura que los rodea especialmente con los peatones, una novedad, y con el resto de coches, un mundo.

Piensa que 15 años atrás no podíamos imaginar el uso que le damos ahora a nuestro ‘smartphone’. Hace menos de 20 años aun usábamos una cosa llamada ‘cabina telefónica’. 

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Nueva conferencia: ‘reWorking’.

Hoy doy una conferencia para la empresa japonesa Hitachi. No es una charla más, pues estreno contenido y título. Se llamará ‘reWorking’, un intento de sintetizar el obligatorio cambio de metodologías, relaciones y sistemas en el empleo de hoy, especialmente desde el punto de vista de la denominada Industria 4.0. Este es el título que finalmente define mejor el contenido que mostraré durante los casi 50 minutos que dura aproximadamente.

Hoy doy una conferencia para la empresa japonesa Hitachi. No es una charla más, pues estreno contenido y título. Se llamará ‘reWorking’, un intento de sintetizar el obligatorio cambio de metodologías, relaciones y sistemas en el empleo de hoy, especialmente desde el punto de vista de la denominada Industria 4.0. Este es el título que finalmente define mejor el contenido que mostraré durante los casi 50 minutos que dura aproximadamente.

Reworking, se subtitula ‘la industria 4.0 en a Era digital’ y es una conferencia inspiracional y emotiva que pretende ser un análisis de la revolución que vive nuestra sociedad desde un punto de vista empresarial. Una charla que descubre como hemos llegado a este punto y los desafíos a los que nos enfrentamos. Un contenido, audiovisualmente muy cuidado, que defiende el hecho de que la tecnología es el ‘cómo’, pero las personas somos el ‘porqué’

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Tengo claro que las revoluciones siempre se consideraron una crisis por los que las vivieron por la dificultad de entender su repercusión real. En ‘reWorking’ hago un análisis del momento histórico que vive la humanidad en términos de fabricación, distribución y venta de productos, aportando una óptica en positivo. Para lograrlo, las preguntas que intento responder en esta conferencia son: ¿cómo debemos afrontar este reto? ¿qué papel jugamos las personas?

En 1950, el gobierno de Estados Unidos publicó un censo de tipologías de empleo. De las 270 que lo conformaban, sólo una ha desaparecido por culpa de la automatización: el operador de ascensor. Las otras profesiones que se han eliminado de ese listado responden a criterios de mercado, demanda u obsolescencia tecnológica. Es cierto que no vivimos en esa época pero puede inspirarnos a la hora de enfrentarnos a muchos de los titulares que leemos estos días sobre la que se nos viene encima.

De hecho, McKinsey rectificaba el famoso informe de la Oxford University sobre el dichoso asunto de la destrucción masiva de empleo por culpa de los robots. Según la consultora en los próximos años no veremos sustituciones absolutas de empleos sino empleos automatizados parcialmente. Esto es absolutamente trascendental. Del discurso oficial que certifica una ‘robocalipsis’ a medio plazo pasamos a otra menos extendida, y en la que me incluyo, que defiende un escenario donde el ser humano deberá aprender a ser complementario, un valor añadido, a esa automatización. De eso va mi charla en concreto. No es un catálogo de robots aniquilando empleos, sino un muestrario de oportunidades.

Reworking es una de las cuatro conferencias diferentes que ahora mismo ofrezco. Todas responden a un prefijo (re-) que pretende recomponer el argumento de que toca empezar de nuevo muchas cosas y hacerlo desde diferentes ámbitos. Las otras tres son ‘reThinking’, ‘reWorld’ y ‘reOrder’. La primera, la conferencia titulada ‘reThinking’ trata de cómo hacerlo desde el ámbito de la Transformación Digital, ‘reWorld’ es una charla de carácter más social y menos empresarial cuya reflexión gira en torno al mundo que nos viene. La última es la que se basa en el libro ‘Una hormiga en París’ pero actualizada. Su título es ‘reorder’ y trata esencialmente con metáforas y un storytelling divertido, como reorganizar una empresa atendiendo a la Era Digital.

Me gusta mucho divulgar, explicar y compartir experiencias con la audiencia en general. Lo he hecho escribiendo aquí y en libros, en televisión, en talleres y workshops y, por supuesto, en este tipo de charlas. Si consideras que alguna de ellas puede ser interesante para tu empresa o evento, no dudes en preguntarnos sobre ellas.

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La Inteligencia Artificial juzgará a gimnastas en Tokio 2020.

Era de esperar. La tecnología vinculada a la revolución que vivimos se desplegará con intensidad en uno de los eventos de mayor relevancia en nuestro planeta. En los próximos juegos olímpicos de 2020 de Tokio lo vamos a ver de manera contundente. Sucederá por tres razones. Una porque en apenas los dos años y medio que quedan para la inauguración, los avances que se producirán en esta fase exponencial de innovaciones, van a ser muy relevantes. Algunas cosas, sobretodo vinculadas a las comunicaciones y al modo en el que accederemos a los contenidos, todavía no existen o no han sido mostradas al público. La segunda razón porque se van a celebrar en Tokio. Lo vamos a flipar. El catálogo de robots, automatismos e inteligencia artificial que nos van a mostrar será digno de la capital mundial de este tipo de dispositivos. La tercera por algo que tiene que ver con la propia esencia humana. La tecnología disponible en 2020 estará en manos de empresas globales que utilizarán los Juegos como escaparate de esos nuevos avances convertidos en productos.

Era de esperar. La tecnología vinculada a la revolución que vivimos se desplegará con intensidad en uno de los eventos de mayor relevancia en nuestro planeta. En los próximos juegos olímpicos de 2020 de Tokio lo vamos a ver de manera contundente. Sucederá por tres razones. Una porque en apenas los dos años y medio que quedan para la inauguración, los avances que se producirán en esta fase exponencial de innovaciones, van a ser muy relevantes. Algunas cosas, sobretodo vinculadas a las comunicaciones y al modo en el que accederemos a los contenidos, todavía no existen o no han sido mostradas al público. La segunda razón porque se van a celebrar en Tokio. Lo vamos a flipar. El catálogo de robots, automatismos e inteligencia artificial que nos van a mostrar será digno de la capital mundial de este tipo de dispositivos. La tercera por algo que tiene que ver con la propia esencia humana. La tecnología disponible en 2020 estará en manos de empresas globales que utilizarán los Juegos como escaparate de esos nuevos avances convertidos en productos.

Recordemos que el cambio lo impulsa y promueve el gobierno japonés. Defienden una economía de innovación por lo que unas Olimpiadas en su propio territorio proporcionan un incentivo adicional para exhibir tecnología. Tokio está preparando una aldea de robots, taxis sin conductor y una lluvia de meteoritos artificial como parte de lo que espera sean los Juegos tecnológicamente más avanzados de la historia. Incluso viviremos la traducción simultLas tres vías por las que se van a aplicar tienen que ver con aspectos de forma y, esencialmente, en el contexto que vivimos. Un mundo sujeto al escrutinio de los datos y la inteligencia artificial va a someter los Juegos de 2020 a un juicio sin precedentes. En la forma, centenares de robots, pantallas y sujetos sintéticos se relacionarán de manera natural con espectadores, deportistas y periodistas durante los juegos. En el fondo, la retransmisión desde Tokio será inédita. La más increíblemente manera de ver lo audiovisual que jamás sucediera. Mayoritariamente se verán desde dispositivos móviles vinculados a la red 5G. Retransmisiones en 8K multicanal y multiplataforma, interactivas como nunca hemos visto y, con una lectura impensable hace muy poco, trillones de datos aportando valor y predicción a todo cuanto ‘no sabíamos’ que queríamos ver antes de verlo.

Sin embargo, la tercera para mí es la más relevante desde el punto de vista de lo que son los Juegos Olímpicos. La aparición de la Inteligencia Artificial en la propia competición. No hablo de cámaras para discernir si ha sido falta o no. No se trata de un zoom detallado sobre algún aspecto del juego. No, estamos hablando de Inteligencia Artificial de pleno en el ámbito de la competición al más alto nivel de complicidad. Resulta que la Federación Internacional de Gimnasia dice que piensa usar Inteligencia Artificial para ayudar a los jueces en los Juegos Olímpicos de 2020.

Se trata de jurados amparados en la alta tecnología. Mantener mentalmente el ritmo con los giros, vueltas y saltos de una gimnasta de alto nivel no es una tarea fácil. Los jueces olímpicos tienen que volver a ver el ejercicio tras la actuación, apreciando incluso los movimientos más sutiles para puntuarlos. En ocasiones, aspectos muy menores pueden dejar en blanco a algún deportista que podría merecer alguna medalla tras cuatro años de sacrificios. Estar a expensas del potencial ‘error’ humano es lo que busca este complemento sintético.

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La Federación Internacional de Gimnasia planea utilizar un sistema de inteligencia artificial desarrollada por la compañía japonesa (ya os lo decía) de TI Fujitsu para ayudar a los jueces a calificar los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio. Un software que analizará los datos recopilados a través de sensores 3D durante las actuaciones de los gimnastas. A continuación, casi instantáneamente proporciona detalles sobre cada actuación, desde la altura de las acrobacias de los atletas hasta el ángulo de sus piernas durante una rutina de barra de equilibrio por ejemplo. En teoría, después de comparar esta información con los estándares del comité internacional de gimnasia, la IA establecerá una puntuación.

Si funciona como se espera, el sistema de IA de Fujitsu eliminará parte de la subjetividad de juzgar. Favoritismos por países, por histórico del atleta, la hora del día, el humor del miembro del jurado, etc. Una especie de jurado del jurado en consecuencia. También se considera aplicarlo a otros deportes que sufren el mismo asunto. De hecho se dice que ya ha sido utilizado en algunos casos durante los Juegos Olímpicos de invierno que se están celebrando estos días. 

Es casi seguro que en 2020, la IA de Fujitsu trabajará como juez auxiliar proporcionando a los jueces humanos información adicional. Si el resultado es óptimo, tal vez, estemos ante otra profesión que deberá reinventarse. Lo que yo llamo ‘reworking’ afectará a todos. El debate ya esta servido. Se cree, así lo afirman desde el colectivo de jueces, que les puede pasar como a doctores, abogados y otros en los que el riesgo está no en la complementariedad sino en la potencial sustitución. Hay quien se pregunta si estamos a las puertas del final de los jurados tradicionales. 

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Coches, Innovación, Smart City Marc Vidal Coches, Innovación, Smart City Marc Vidal

La responsabilidad en un accidente de coche (autónomo) será de tu Ayuntamiento.

Ayer colgué un video de un coche autónomo circulando (de manera ilegal según el código de circulación ruso) por Moscú filmado en primera persona desde el interior. Al efecto ya de por sí sorprendente, se suma que está acelerado ligeramente y que, según se aprecia, no hace mucho que ha nevado. El video suscitó en diferentes redes un debate acerca de algo que yo mismo cuestionaba: ‘¿nos falta un nuevo código de circulación que culpe del accidente al fabricante del vehículo y no al 'conductor?’

Ayer colgué un video de un coche autónomo circulando (de manera ilegal según el código de circulación ruso) por Moscú filmado en primera persona desde el interior. Al efecto ya de por sí sorprendente, se suma que está acelerado ligeramente y que, según se aprecia, no hace mucho que ha nevado. El video suscitó en diferentes redes un debate acerca de algo que yo mismo cuestionaba: ‘¿nos falta un nuevo código de circulación que culpe del accidente al fabricante del vehículo y no al 'conductor?’

Lo cierto es que la pregunta ya tiene respuesta y desde hace algún tiempo.  Alemania ya está redactando el código de circulación que atenderá a este tipo de vehículos. En las comisiones de debate que han tenido los técnicos se apuesta por una ley nueva de plazos que se adapten a la sucesiva capacidad tecnológica que este tipo de coches pueda ir teniendo. En primer lugar, y durante los próximos 5 años, los alemanes consideran que el hipotético accidente que se pueda producir seguirá teniendo como responsable al conductor. Para ello los fabricantes deberán permitir el rápido y eficiente acceso al control del vehículo por parte del que lo esté conduciendo.

En este mismo sentido, según los miembros de este estudio, en unos 10 años, el responsable de cualquier accidente de este tipo de coches autónomos será el fabricante. Se incorporan salvedades que afectan al proveedor del software y al del valor ‘propiedad’ que interferirá sobre la responsabilidad del ‘pasajero’ del coche puesto que ya no podrá considerarse ‘conductor’.

Finalmente, estos técnicos en la gran mayoría vinculados a las principales marcas de coches de Alemania, han establecido que en 15 o 20 años la responsabilidad última de cualquier accidente recaerá exclusivamente en ‘la ciudad’. Según esta conclusión, los sistemas de ordenación de vehículos en las carreteras y calles de Alemania lograrán de manera eficiente la circulación de todo tipo de coches absolutamente autónomos.

De este último aspecto se desprenden tres elementos importantes. Por un lado ‘la ciudad’ no permitirá que circulen coches que no estén ‘actualizados’ ni en condiciones de ser autoconducidos. Por otro lado, la desaparición de señales de tráfico, parkings, semáforos, rotondas, espacios reservados a vehículos, será masiva lo que cambiará la fisionomía de nuestro entorno de una manera ciertamente muy importante.

SELF DRVING CAR

Existe otro elemento preocupante. Cualquier sistema digital conectado a una red es susceptible de ser infectado. ¿Qué supondría un ataque ordenado a un sistema de movilidad como el que se describe en esos informes? Podría ser como sucede en el ‘high frequency market’ de los sistemas financieros, que cuando son atacados se bloquean, podría ser que en el futuro una ciudad se quedara inmóvil por una injerencia no autorizada a los servidores que ordenen el tráfico de esa localidad.

¿Quién sabe? En todo caso lo que sí sabemos es que esto se va acercando a un ritmo homogéneo y sin detenerse. Los países con mayores activos en juego en esto de la fabricación de coches están acelerando la adecuación de sus leyes. En EE.UU. tres estados ya permiten la conducción masiva de alto tonelaje por sus autopistas de forma totalmente autónoma, en 12 países del mundo existen zonas previstas para ese tipo de conducción y es interesante descubrir que las marcas con mayor inversión en coches autónomos y en plataformas que aseguran estar preparándose para el TaaS se sitúan en Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y Corea del Sur. El tiempo pasa y unos innovan y otros legislan.

Estamos iniciando la parte más pronunciada de lo que se denomina la curva de la innovación y aceptación. Faltan años pero ya hemos empezado a recorrerla. Está pasando con el coche eléctrico o con el uso del denominado ‘car-sharing’ en múltiples ciudades. Los vehículos TaaS, son sin duda alguna el primer escalón hacia un mundo donde conducir tu propio vehículo sea algo ‘vintage’. El ser humano que no conducirá jamás ya ha nacido.

En un par de décadas se proporcionará un transporte universal equivalente a lo que ahora conocemos como ‘cobertura del móvil’. ¿Recuerdas lo difícil que era tener ‘buena cobertura’ en los noventa, como se mejoró después y como ahora es muy difícil no estar potencialmente conectado sea donde sea? Eso mismo pasará con la ‘cobertura’ de los coches autónomos eléctricos y que, en lugar de ser tuyos, serán un servicio de movilidad disponible.

Ahora bien, los políticos se van a enfrentar a decisiones críticas. Esas ayudarán a acelerar o impedir que la transición al coche autónomo se produzca con la naturalidad que requiere. La primera y más importante será decidir cuando eliminar las barreras a los coches autónomos. Esa es la clave. Esos coches ya pueden circular, lo hacen en muchos lugares ‘protegidos’. La otra gran problemática será cuando empezar a rejuvenecer el parque útil. Hasta que no se ‘sugiera’ o estimule no comprar vehículos tradicionales, ese amortiguador a la innovación que supondrá incorporar los autónomos se retrasará. Demasiada dependencia de la política para mi gusto.

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De la Inteligencia Artificial a una Humanidad Aumentada.

El debate acerca de que ‘límites’ se le deben poner a los sistemas expertos capaces de llegar a ser artilugios pensantes es siempre el mismo. Se trata de incorporar barreras éticas. El problema es que la ética y las leyes no siempre van de la mano. En ocasiones, lo que se considera aceptable en un entorno, es inasumible para otro. Derechos de privacidad, derechos de las minorías u otras no son fácil de equilibrar. Otro aspecto complicado trata de quién va a liderar esta transición. De hecho, aunque nos pongamos a definir quién, cómo y qué sobre el modelo de uso y convivencia con la inteligencia artificial del futuro, resulta que llegamos tarde a muchas cosas. El control de los datos de las personas en muchos países ya está en manos de sistemas inteligentes que ignoran la ética y la privacidad en la mayoría de los casos. A eso va a costar ponerle límites.

El debate acerca de que ‘límites’ se le deben poner a los sistemas expertos capaces de llegar a ser artilugios pensantes es siempre el mismo. Se trata de incorporar barreras éticas. El problema es que la ética y las leyes no siempre van de la mano. En ocasiones, lo que se considera aceptable en un entorno, es inasumible para otro. Derechos de privacidad, derechos de las minorías u otras no son fácil de equilibrar. Otro aspecto complicado trata de quién va a liderar esta transición. De hecho, aunque nos pongamos a definir quién, cómo y qué sobre el modelo de uso y convivencia con la inteligencia artificial del futuro, resulta que llegamos tarde a muchas cosas. El control de los datos de las personas en muchos países ya está en manos de sistemas inteligentes que ignoran la ética y la privacidad en la mayoría de los casos. A eso va a costar ponerle límites.

En esto de limitar éticamente el futuro tecnológico nos encontraremos con legislaciones muy diferentes que va a costar cohesionar. En casi todo el planeta se tiene claro que la edición genética de seres humanos está prohibida, pero en China, por ejemplo, no hay ninguna ley que prohíba la edición de genes y, de facto, los ensayos en ese sentido están haciéndose hace tiempo. Los avances en Inteligencia Artificial van, como diría aquel, a buen ritmo. Sin embargo está muy lejos de lo que se vende en algunos entornos. En la mayoría de los casos, aquello que algunos presentan como cerebros sintéticos capaces de discernir, pensar o deducir de un modo brillante, no son más que sistemas expertos capaces de solucionar problemas por la suma de pruebas ejecutadas y aprendiendo de ello. Habrá quien diga que Sophia ya piensa, pero no es verdad. Estamos muy lejos aún de todo eso, pero no por ello no es importante empezar a razonar acerca de algo que, eso sí, con toda probabilidad va a pasar en los próximos años aunque no como nos lo presentan.

Si ves los informativos generalistas, si lees los titulares de los medios escritos o escuchas tertulias de radio abarrotadas de 'expertos de todo', seguramente recordarás que ya te han presentado avances en IA que parecen ‘humanos’ y que eso ya está aquí. No es cierto. No. De hecho, ahora mismo básicamente, lo que tenemos son preguntas y esta es precisamente la razón por la cual es importante empezar a analizar el futuro en el que convivamos con ella. Lejos del alarmismo incomprensible de algunos ‘popes’ de la tecnología y la ciencia.  Probablemente la respuesta no esté en poner límites a los desarrollos de Inteligencia Artificial. Posiblemente la cosa vaya de ‘aumentar’ al género humano. Estaría bien no olvidar que la IA no es nada más que una nueva herramienta que está para ayudar y beneficiar a los humanos. ¿No? Y si no lo apartamos del análisis veremos que puede ser utilizada para ‘aumentar’ a los humanos. Si hablamos de realidad aumentada, ¿por qué  no hablar de humanidad aumentada?

No es ningún disparate. Hace tiempo que utilizamos la IA para mejorar nuestra actividad y ‘aumentar’ nuestro trabajo. Cuando agarras eso que llamas ‘teléfono’ y con el que haces de todo menos hablar, pulsa el icono de Facebook por ejemplo. Ahí vas a ver como la IA está currando duro para que veas lo que ‘tienes’ que ver y no pierdas el tiempo en otros asuntos. Abre Google y ¡ahí va! Resulta que tienes que escribir muy poco, el formulario se adelanta a tus ‘intenciones’. Compañías como LawGeex, que usan algoritmos de Inteligencia Artificial para revisar automáticamente los contratos ahorra costes a los clientes, pero el beneficio real es el ahorro de tiempo. De manera similar, la IA se está convirtiendo rápidamente en un recurso imprescindible en medicina. Se utiliza para clasificar qué tipo de lesión cutánea es cancerosa, para diagnosticar el cáncer en una etapa muy temprana con una prueba de sangre, para predecir enfermedades cardiacas, para determinar los componentes en los humanos y los animales que podrían extender la expectativa de vida y para muchas otras cosas. La U.S. Food and Drug Administration aprobó recientemente un algoritmo para predecir la muerte. Como suena. Ejemplos de cómo la IA ya se están utilizando para aumentar nuestro conocimiento y nuestra capacidad de buscar y encontrar respuestas, de cómo están transformando la forma en que trabajamos y vivimos nuestras mejores vidas.

¿Es esto una humanidad aumentada? Probablemente sí, pero nos queda mucho por aumentar y, seguramente, tendrá que ver con ‘hasta donde aumentarnos’ y no tanto ‘hasta donde limitar’ la Inteligencia Artificial. De momento nos queda ver como cambian los negocios y pensar como adaptarnos para ser una sociedad aumentada, una empresa aumentada o un consumidor aumentado. Cuando pensamos en la IA aumentando a los humanos, frecuentemente pensamos en modo ‘ciencia ficción’. Error. Pensamos en implantes cerebrales como los de mi amigo Neil Harbisson. Imaginamos un auricular del futuro que será un chip intracraneal traduciendo a tiempo real idiomas extraños que no entendamos en una conversación. Esa es la evolución prevista, por lo que, como demuestra la historia, no será exacto. Es aquello de la innovación real y la propuesta y lo que dijo Henry Ford acerca de innovar entre un coche de caballos y uno de motor.

No se trata de adivinar el futuro. Se trata de deducirlo. No creas que hay alguien en este mundo capaz de imaginar tu vida o la de tus hijos en 50 años. Si lo hay, está encerrado en un laboratorio y no lo conoce casi nadie. La tecnología que va a cambiar todo, absolutamente todo lo que hacemos, nuestros modelos de gestión social, cultural, política, económica y de distribución del conocimiento serán modificados de un modo completo en los próximos años y no tenemos ni pajolera idea de cómo será nada. Nadie podía imaginar el futuro como ha sido el presente hace 30 años. De hecho hace una década y algo, el 90% de las interacciones que intervienen en tu vida cotidiana no las hacías con dispositivos que ahora son cotidianos.  De ahí que me interesa más saber como vamos a ‘aumentar’ a la humanidad y no tanto como vamos a ‘limitar’ a la inteligencia artificial, pues no dejará de ser, por muy sofisticada que parezca, una herramienta. De ahí que toca un debate ético profundo y un plan para crear una humanidad más completa. Ser más humanos gracias a la tecnología y que esta llegue a todos sin distinción es el gran reto.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Tu pensión, los servicios públicos y el empleo de tus hijos dependerán de un robot.

Digan lo que digan, la historia demuestra que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores también, lo cual, de alguna manera, crea más trabajos. Es un mito revisable que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo. Lo destruye cuando no hay una estrategia de transformación social y laboral prevista. Si seguimos alimentando un modelo productivo y de crecimiento basado en la improvisación política y en la espera de acontecimientos, nos vamos a dar una hostia bíblica y de esta no saldremos por acompañamiento, pues nadie nos va a acompañar. La gasa fina entre el tercer mundo y el mundo automático se va a estrechar. Tengamos cuidado, pidamos que lo tengan quienes fueron elegidos para garantizar que el futuro sería mejor. De momento, me da la impresión, en España y muchos países de nuestro entorno, nadie está pensando ni haciendo nada al respecto. No, por lo menos, de manera eficiente.

Digan lo que digan, la historia demuestra que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores también, lo cual, de alguna manera, crea más trabajos. Es un mito revisable que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo. Lo destruye cuando no hay una estrategia de transformación social y laboral prevista. Si seguimos alimentando un modelo productivo y de crecimiento basado en la improvisación política y en la espera de acontecimientos, nos vamos a dar una hostia bíblica y de esta no saldremos por acompañamiento, pues nadie nos va a acompañar. La gasa fina entre el tercer mundo y el mundo automático se va a estrechar. Tengamos cuidado, pidamos que lo tengan quienes fueron elegidos para garantizar que el futuro sería mejor. De momento, me da la impresión, en España y muchos países de nuestro entorno, nadie está pensando ni haciendo nada al respecto. No, por lo menos, de manera eficiente.

El acojone es general. La idea de que los robots van a arruinarnos la vida tal y como la entendemos está generalizada. Los trabajadores de medio mundo ven con inquietud la amenaza que supone la automatización. Sin embargo, ese temor tiene mucho que ver con el como nos explican las cosas y, sobretodo, con el modelo socioeconómico que impulse el poder público de turno. Los hay que hablan de limitarlo y volver a llenar las fábricas de humanos para dar trabajo a más gente. Otros sencillamente no dicen nada. Los primeros se olvidan que el proteccionismo laboral en contra de la eficiencia lleva al cierre a medio plazo y los segundos son, en el mejor de los casos, unos irresponsables.

Existe una tercera vía. En Suecia pocos se preocupan por la previsible ola de de desempleo que nos acecha y que la automatización va a provocar. De hecho, ellos lo comparan al momento en el que, por la globalización, los países del ‘primer’ mundo tuvieron que competir con los trabajadores más baratos ubicados en Asia y Latinoamérica. Y bajo esa comparación consideran que el trabajo de los sindicatos, el apoyo gubernamental y la alta confianza que existe entre empleadores y empleados rige todo el planteamiento de enfrentarse a un futuro robótico.

La ministra sueca de Empleo Ylva Johansson dijo que ‘en Suecia, si le preguntas a un líder sindical si le tiene miedo a la nueva tecnología, la respuesta será: ‘No, me da miedo la vieja tecnología’’. La idea no es proteger el puesto de trabajo sino a los trabajadores, para lo que hay que capacitar a la gente para trabajos nuevos que aparecen justo cuando los que hacían desaparecen. Parece sencillo de entender. Lo que no es comprensible es que ni nos lo planteemos, ni se analice desde un punto de riesgo laboral inmenso y que, encima, cuando dices que los robots no son el riesgo sino los propios humanos gestionando su llegada, te traten de iluso.

Según los escandinavos, esto se replica de un modo parecido en Noruega, Finlandia e incluso en Dinamarca, la clave está en garantizar la innovación privada pero sujeta al liderazgo público. ¿Qué hacen en Suecia para garantizar la innovación entonces? Sencillamente, garantizarla. Al contrario de lo que sucede en Silicon Valley, donde el riesgo es consustancial a la innovación, en Europa no estamos ni cultural ni estructuralmente preparados para ello. Aquí te la das y lo arrastras toda la vida. Por eso, tal vez, hay que buscar método distinto. No vamos a crear un siliconvalei en ningún lugar por mucho que insistamos en ello.

Suecia presenta la posibilidad de que, en una era de automatización, la innovación avance manteniendo suficiente colchón ante el fracaso. Una buena red de seguridad es positiva para las iniciativas empresariales que pretenden encontrar un vínculo realista y acertado entre robots y personas. En Suecia, si un proyecto no tuvo éxito tras proponer un arriesgado modelo innovador vinculado a ese empleo del futuro, no se debe ir a la bancarrota directamente o, por lo menos, no se estigmatiza a quien no lo logró.

Lo curioso es que en Estados Unidos y la mayoría de países del sur de Europa y algunos latinoamericanos entre el 72% y el 88% de las personas consideran que los robots serán un problema, mientras que en Suecia el 80% considera que los robots y la inteligencia artificial será algo positivo necesariamente. Curiosamente, los suecos tienen claro que la renta mínima universal o básica es algo que llegará en los próximos años y en gran medida dependerá de la buena implantación de los modelos automáticos en la producción del país. Los otros, consideran que la renta básica acabará con el mundo tal y como lo conocemos porque generará un planeta de vagos esperando su subsidio. Un buen debate.

En Suecia y el resto de Escandinavia, los gobiernos proveen atención médica además de educación gratuita. Pagan generosos beneficios a los desempleados, mientras los empleadores financian vastos programas de capacitación laboral. Por lo general, los sindicatos aceptan la automatización como una ventaja competitiva que vuelve más seguros los trabajos. Y curiosamente, los pocos discursos políticos que se abren al respecto en países como el nuestro vienen de la vertiente de la izquerda representada por Podemos y algún sindicato y poco más. Lo que deja el debate en tierra yerta.

El error lo vamos a pagar caro. No pensar en ello, no analizarlo, no discutirlo y no ejercer no saldrá gratis. La idea que defiende esa izquierda que considera el ejemplo escandinavo un buen modelo se olvidan de un detalle importante: no somos como ellos. Pero ni por asomo. Su modelo educativo, su estructura económica y productiva, sujeta un magnífico sistema de bienestar social. Esa socialdemocracia no es equiparable porque su conformación parte de premisas muy distintas. No vale quedarte con lo que quieres ser sin modificar lo que te lo permitirá ser en todo caso.

La ola viene, se acerca, y la mayoría siguen mirando al horizonte con una miopía desesperante. Nadie sabe cuántos trabajos están bajo la amenaza robótica y de otras formas de automatización, pero las proyecciones sugieren una sacudida descomunal. En un estudio de 2016 realizado por el Foro Económico Mundial, se hicieron encuestas en quince economías importantes que en conjunto representan dos terceras partes de la fuerza laboral del mundo y se concluyó que el ascenso de los robots y la inteligencia artificial destruirá una red de 5,1 millones de empleos para 2020. En apenas un par de años, más de cinco millones de personas van a tener serios problemas y nadie está previendo nada más que en poner vendas cuando llegue la herida.

Pero veamos el caso de Amazon. Tal vez no haya una empresa que personifique mejor las ansiedades alrededor de la automatización que el monstruo fundado por Jeff Bezos. A pesar de que se culpa a esta empresa de destruir empleo a la vez que lo automatiza todo, la verdad es que la fuerza laboral a nivel mundial de Amazon es tres veces mayor a la de Microsoft y dieciocho veces más grande que la de Facebook. 

En 2014, la empresa comenzó a introducir robots en sus bodegas. Amazon tiene más de 100.000 robots en acción por todo el mundo y planea añadir más. Hacen que el trabajo en el almacén sea menos físico, al mismo tiempo que hacen posible el tipo de eficiencia que permite que el cliente pida algo por la mañana y lo tenga en unas horas. Eso sería imposible en costos y rendimiento sin esa incorporación del poder robótico. La empresa ha logrado, según ellos, que las máquinas realicen la mayoría de las tareas monótonas y que las personas tengan trabajos que los ocupen mentalmente analizando de un modo humano la cadena de distribución por ejemplo. 

A la vez, la empresa tiene más de 125.000 empleados solo en sus almacenes.  Cuando Amazon instaló los robots, algunas personas que antes apilaban los contenedores tomaron cursos para convertirse en operadores de robots. Muchos otros se cambiaron a las estaciones receptoras, donde clasifican de forma manual cajas grandes con mercancía y las meten en los contenedores. No se despidió a nadie cuando se instalaron esos robots y Amazon encontró nuevas funciones para los trabajadores desplazados. La pregunta es qué sucederá cuando lleguen las generaciones más sofisticadas de robots.

En mi opinión tiene más riesgo la perdida de competitividad que puede tener una economía nacional como la española por no afrontar con valentía el reto de automatizar, robotizar e incorporar la inteligencia artificial a la estructura productiva del país, que seguir pensando que hay que proteger el sistema económico en contra de ese progreso. El paro se generará de manera masiva, las pensiones serán insostenibles y el equilibrio entre servicios públicos y aportaciones sociales será insostenible sino se entiende que el mundo que viene es otro y hay que afrontarlo con estrategia y no con táctica. La estrategia es prever un mundo robótico, táctica es esperar a ver que pasa.

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Economía, Innovación Marc Vidal Economía, Innovación Marc Vidal

El obligatorio desafío de la economía española: la Industria 4.0

Leo que España va bien. Que irá razonablemente bien. Que cuando pase el asunto este que nos tiene ocupados, volveremos a la senda del crecimiento equilibrado. Que el empleo se crea sin descanso. Que las familias pueden afrontar el futuro con esperanza. Que ya podemos hipotecarnos otra vez. Que lo peor ya pasó y que vuelta a la casilla de salida. Muchos analistas económicos, ante la evolución de la economía, ya proclaman que por fin hemos entrado en un círculo virtuoso, superando las antiguas dinámicas basadas en ciclos de endeudamiento público y del holograma inmobiliario.

Leo que España va bien. Que irá razonablemente bien. Que cuando pase el asunto este que nos tiene ocupados, volveremos a la senda del crecimiento equilibrado. Que el empleo se crea sin descanso. Que las familias pueden afrontar el futuro con esperanza. Que ya podemos hipotecarnos otra vez. Que lo peor ya pasó y que vuelta a la casilla de salida. Muchos analistas económicos, ante la evolución de la economía, ya proclaman que por fin hemos entrado en un círculo virtuoso, superando las antiguas dinámicas basadas en ciclos de endeudamiento público y del holograma inmobiliario.

Lamento tocar la trompeta de madrugada. Si es cierto que crecemos en términos genéricos (recordemos que basarse en el PIB es muy arriesgado pues aunque es el indicador utilizado habitualmente de progreso no atiende a intercambios económicos, efectos de desigualdad o degradación medioambiental), hay que focalizar en la herida, el lugar exacto del que salen esas métricas y poco o nada tienen que ver con que estemos modelando un país innovador y de futuro. Por lo menos no de manera intensiva. Ese valor añadido que se le debe exigir a un país como el nuestro no se sitúa en las playas y terrazas. El turismo que no falte, que las obras no se detengan, pero ¿y si aprovechamos que la cosa parece desperezarse para dinamizar una economía vinculada a las nuevas tecnologías? ¿y si vamos preparando nuestra sociedad para un mundo automático y robotizado? Lo trato a diario en workshops, conferencias y consultorias. Y veo la preocupación de muchos empresarios, trabajadores y directivos.

Cuando las vacas estaban gordas no se invirtió en modernizar nuestra economía. Era absurdo, todo iba bien. Cuando las vacas se adelgazaron no se pudo invertir de manera destacable porque no había con qué. Ni con mucho ni con poco, la cuestión es que los trenes salen dirección al futuro y no hay manera de que tomemos ninguno. O mejor dicho, seamos justos, sí vamos camino al futuro y subidos en un tren, un tren de cercanías en el mejor de los casos. Y es que el futuro está ahí, esperando. Allí están millones de robots y automatismos. Sino vamos, vendrán. Cuando lleguen, que llegarán, los sustitutos de todo, robots y software inteligente capaz de hacer cualquier cosa que no tenga un valor añadido humano imprescindible, todo este crecimiento del que se vanaglorian muchos no servirá de nada. No estamos preparando esta balsa en el que vivimos. De momento es agua cristalina, pero cuando se seque solo será barro. Y se secará sino se toman decisiones complejas, estratégicas y políticamente valientes. Análisis desde las administraciones que siguen pendientes y serán imprescindibles tarde o temprano. Visto en lo que se ocupan nuestros gobernantes, tiene pinta que será más tarde que temprano.

Hablábamos de crear un Ministerio del Futuro. En algunos países hay cosas similares. Aquí, por decir algo, no tenemos ni Ministerio de la Innovación, Ministerio Digital o una Secretaria de Estado de la Sociedad 4.0. Y es que no vamos tan bien y algo, a nivel de previsión transversal, se tiene que hacer. Porque esa mejora económica tiene un dato que lo rebate claramente. Se trata de las cifras vinculadas al comercio internacional de productos de alta tecnología. El año pasado descendieron estas exportaciones a la vez que aumentaban las importaciones del mismo tipo. Obviamente no hay que ser Premio Princesa de Asturias para ver que esto es totalmente incompatible con la pretensión de cambiar el modelo productivo hacia uno de alto valor añadido, tecnológico, cognitivo y de futuro. No existe ningún elemento que pueda hacernos creer eso que nos cuentan. Lo peor es que en frente, a los que nos cuentan lo bien que vamos, no hay nada. Discursos que aun, probablemente, lo complicarían todo más. Subidas de impuestos, políticas aparentemente sociales que sólo empobrecerían las mecánicas de creación de riqueza y atraso definitivo de la modernización productiva del país.

Alguien tendrá que hacer algo. La estructura productiva española no está cambiando a la velocidad que exige el tiempo que vivimos. Digan lo que digan y escriban lo que escriban. Y escriben. Leo el Informe Sociedad Digital en España 2017 de la Fundación Telefónica que ‘nuestro país ha alcanzado la madurez digital’. Al parecer, este hecho se debe a que la cobertura de banda ancha es la tercera de mayor penetración en los países de la OCDE. Es cierto que esto ayuda, no lo dudo, pero el asunto en cuestión no es sólo si tenemos un cable más gordo o más largo que el de otros países. Es evidente que se necesita infraestructura para liderar la revolución industrial y tecnológica que vivimos. Por supuesto que la transformación digital constituye un reto en sí mismo para cualquier país que quiera conquistar su futuro. Un futuro que dependerá de la rapidez de adaptación a un nuevo modelo productivo que, no veo yo, se esté produciendo a la misma velocidad que instalamos la vanagloriada banda ancha. Se parece aquello de poner trenes de alta velocidad por todas partes antes de crear el escenario idóneo para que existan pasajeros que los tomen.

El futuro, en el que convergen robótica e inteligencia artificial, dependerá de la rapidez de adaptación al nuevo paradigma y de la digitalización como herramienta esencial para llegar a todos los ámbitos. En este sentido, en España siguen avanzando a una velocidad ciertamente preocupante las tecnologías que nos llevarán a la Sociedad Cognitiva (robótica, Inteligencia artificial y Big Data) y a la Industria 4.0 (Internet de las Cosas, sistemas ciberfísicos y tecnologías Self Organising Network). En la mayoría de los casos esa velocidad, más que revisable, depende más de un liderazgo político y estratégico que conceda facilidades para esas innovaciones que a la falta de propuestas privadas. En países de nuestro entorno los estímulos para cambiar el modelo del pasado son determinantes, mientras que aquí no dejan de ser de aurora boreal. 

En España la innovación sigue siendo una asignatura pendiente en muchos tejidos productivos. Hay muchas cosas en las que gastar antes que en innovar. Sólo el 12,8% de esos esfuerzos corresponden a innovaciones de producto o proceso productivo, siendo el resto cambios organizativos y de comercialización, es decir, innovaciones no tecnológicas. Innovación en muchos casos que provienen de la compra de software, maquinaria o hardware. Por lo que, a fin de cuentas, no cabe duda de que la innovación en España no está en su mejor momento. Hay un declive en las solicitudes de patentes desde hace años y un recorte público en I+D que sitúa al sector público por debajo de lo invertido en 2006. Así ya podemos ir vanagloriándonos de creación de empleo y de crecimiento al 2 coma lo que quieras. Sin innovación no hay futuro.

La lista de países que están modificando su modelo productivo y de crecimiento económico cada vez es mayor. Si escuchas las soflamas sobre las bondades del turismo parece que aquí solo interesa competir con Túnez y Croacia en lugar de hacerlo contra Alemania y Reino Unido. De sus señorías solo escucharás política de juguete y debates endogámicos. Poco liderazgo y menos luces largas. No hay luces largas. Esperan que el sector privado resuelva constantemente aquello que ellos no plantean. Y por supuesto que son las empresas, todas, las que tienen que innovar, aplicarse el cuento de modificar procesos e invertir, pero, al igual que los países que se están distanciando del pelotón, se precisa de dinámicas públicas que lo estimulen y lo defiendan donde haga falta.

Sin transformación digital no habrá competitividad en un mundo global. España se está quedando descolgada de esa enorme olimpiada económica. Estamos ante una nueva oleada de cambio tecnológico y nuestra estructura económica, de la que nos alegramos por su crecimiento, no se está adaptando. Nuestro nicho de mercado se afianza precisamente en la que menos interesa para ese futuro y seguimos pensando que la inercia nos sacará de esta, que los ciclos económicos nos ayudan a, tras pasarlo mal, vivir a lo grande. Esta vez no va a ser así. Esto ya no trata de una crisis. Ni financiera, ni de la economía real, ni de nada que se le parezca. Seguimos en plena ‘deflación del capital’.

Para que se entienda. Cuando subes a un avión para saltar en paracaídas a 4.000 metros, en un momento determinado, cuando te ves allí arriba, te cuesta dar el paso de lanzarte al ‘vacío’. Pero lo haces porque te dicen que lo hagas. Saltas. La sensación es brutal. Sin embargo pasa algo tremendo. Durante unos segundos notas viento, mucho viento, pero no percibes que estés cayendo. Eso sólo lo sientes cuando te acercas al suelo. Es cuando abres el paracaídas. Así estamos, bajando sin notarlo. ¿Cómo prevén nuestros gobernantes que vamos a enfrentarnos a un mundo en el que el incremento de automatizaciones, robots, procesos reducidos o sustitución de personas en los servicios? ¿Qué han pensado? ¿Cuál es el plan para afrontarlo?

La Federación Internacional de Robótica espera que las instalaciones de robots continuarán creciendo a tasas anuales de dos dígitos por el momento. Ello debido a que el costo para producir estas máquinas sigue bajando, mientras sus capacidades siguen aumentando, y la densidad de robots es todavía relativamente baja en la mayoría de las industrias. Los robots no van a quitarte el empleo, siempre y cuando ese empleo lo cambies. Es muy sencillo. ¿Estamos cambiando nuestra estructura productiva para que cuando eso pase no sea un drama? No hablo de dos décadas, esto va a empezar en los siguientes minutos. De hecho, ya ha empezado. Fijémonos donde se crea empleo, a que sectores se deben esos números. Preocupante. Nada nuevo.

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Inteligencia Artificial, Robotica Marc Vidal Inteligencia Artificial, Robotica Marc Vidal

Tu médico va a ser un robot. En algunos lugares ya lo es.

Ayako Yamashita es una mujer de 67 años a quien se le había diagnosticado una leucemia mieloide en enero de 2015. Ningún tratamiento estándar daba resultado. Unos meses después el doctor Saturo Miyano y su equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio decidió ponerla en manos de un ‘colega’ artificial. Se trataba de una evolución algorítmica de Watson de IBM especializada en analizar tratamientos oncológicos. Watson revisó 20 millones de estudios documentados y comparó la condición de la mujer con las historias de casos existentes. Diseñó un tratamiento que resultó ser efectivo hasta el punto que la señora Yamashita es la primera paciente oficialmente curada de un cáncer por una computadora basada en Inteligencia Artificial.

Ayako Yamashita es una mujer de 67 años a quien se le había diagnosticado una leucemia mieloide en enero de 2015. Ningún tratamiento estándar daba resultado. Unos meses después el doctor Saturo Miyano y su equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio decidió ponerla en manos de un ‘colega’ artificial. Se trataba de una evolución algorítmica de Watson de IBM especializada en analizar tratamientos oncológicos. Watson revisó 20 millones de estudios documentados y comparó la condición de la mujer con las historias de casos existentes. Diseñó un tratamiento que resultó ser efectivo hasta el punto que la señora Yamashita es la primera paciente oficialmente curada de un cáncer por una computadora basada en Inteligencia Artificial.

Existen muchos avances médicos asociados a la Industria 4.0 y a la Transformación Digital. Un nuevo aspirante a doctor está a punto de hacerse cargo de nuestra salud. Se trata de los médicos sintéticos. La inteligencia artificial está llegando a hospitales de todo el mundo. Al igual que el doctor Miyano, muchos son los profesionales de la medicina que consideran que la incorporación de la inteligencia artificial no es una amenaza sino una oportunidad magnífica. De hecho la consideran una herramienta poderosa como nunca antes tuvieron y que les permite ejercer la medicina con una mayor celeridad y grado de acierto. Y es que la introducción de la IA en el cuidado de la salud no tiene que ver necesariamente con enfrentar a la mente humana contra las máquinas. 

Bertalan Meskó, mejor conocido como The Medical Futurist, ha llamado a la inteligencia artificial el ‘estetoscopio del siglo XXI’.  Su evaluación puede ser incluso más precisa de lo que esperaba. Si bien varias técnicas y exámenes les brindan toda la información que necesitan para diagnosticar y tratar a los pacientes, los médicos ya están sobrecargados de responsabilidades clínicas y administrativas, y clasificar la gran cantidad de información disponible es una tarea desalentadora, si no imposible.

Sin embargo, las aplicaciones de la IA en medicina van más allá del trabajo administrativo. Desde poderosos algoritmos de diagnóstico hasta robots quirúrgicos finamente sintonizados, la tecnología se está haciendo notar en todas las disciplinas médicas. Claramente, la IA tiene un lugar en la medicina aunque lo que aún no sabemos es su valor real. Para imaginar un futuro en el que IA sea una parte del equipo de atención al un paciente, primero debemos comprender cómo la inteligencia artificial se equilibra con los médicos humanos y cómo se comparan en términos de precisión y de contribuciones específicas o únicas que puede hacer la IA. Una vez que hayamos respondido estas preguntas, podremos comenzar a deducir y luego construir el futuro impulsado por la inteligencia artificial que queremos. Vamos a ver algunos ejemplos:

  1. Investigadores del Hospital John Radcliffe en Oxford, Inglaterra, desarrollaron un sistema de diagnóstico de IA que es más preciso que los médicos para diagnosticar enfermedades cardíacas, al menos el 80 por ciento de las veces. En la Universidad de Harvard, los investigadores crearon un microscopio ‘inteligente’ que puede detectar infecciones sanguíneas potencialmente letales.
  2. Un estudio de la Universidad de Showa en Yokohama, Japón reveló que un nuevo sistema endoscópico asistido por computadora puede revelar signos de crecimientos potencialmente cancerosos en el colon con un 94% de sensibilidad, un 79% de especificidad y un 86% de precisión.
  3. En un estudio, publicado en JAMA en diciembre de 2017, los algoritmos de ‘deep learning’ fueron capaces de diagnosticar mejor el cáncer de mama metastásico que los radiólogos humanos. Mientras que los radiólogos humanos pueden tener éxito cuando tienen tiempo ilimitado para revisar casos, en el mundo real (especialmente en entornos de gran volumen y respuesta rápida como salas de emergencia) un diagnóstico rápido podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte de los pacientes.
  4. Los expertos humanos tardan 160 horas en revisar y proporcionar recomendaciones de tratamiento a partir de cierta información de los datos genéticos en las células tumorales. Algo que Watson, por ejemplo, hace en apenas diez minutos. La herramienta de Inteligencia Artificial en versión de código abierto de Google, DeepVariant, fue la herramienta más precisa jamás presentada en el conocido Examen de FDA Truth Challenge del año pasado.
  5. En abril, investigadores de la Universidad de Nottingham publicaron un estudio que mostró que, entrenada en datos extensos de 378,256 pacientes, una IA autodidacta predijo un 7,6 por ciento más de crisis cardiovasculares en pacientes que el modelo tradicional de detección. Para poner esa cifra en perspectiva, es importante saber que el universo utilizado en esta prueba fue aproximadamente de 83,000 registros, lo que equivale a que 355 pacientes más de los que por métodos ‘humanos’ se hubieran sido detectados, fueron salvados de una crisis cardíaca letal.
  6. La IA es quizás más útil para dar sentido a grandes cantidades de datos que serían abrumadores para los humanos. Eso es exactamente lo que se necesita en el creciente campo de la medicina de precisión. Con la esperanza de llenar ese vacío está The Human Diagnosis Project (Human Dx), que combina el aprendizaje automático con la experiencia real de los médicos está recopilando información de 7.500 médicos y 500 instituciones sanitarias en más de 80 países, con el fin de desarrollar un sistema al que cualquier persona (paciente, médico, organización, desarrollador de dispositivos o investigador) pueda acceder para tomar decisiones clínicas más informadas.
  7. Incluso en la salud mental hay aspectos determinantes. Por ejemplo, el desarrollo Cogito ha estado utilizando el reconocimiento y análisis de voz impulsado por inteligencia artificial para mejorar las interacciones de servicio al cliente en muchas industrias. La incursión de la compañía en el cuidado de la salud se llama Cogito Companion, una aplicación de salud mental que rastrea el comportamiento de un paciente. La aplicación monitorea el teléfono de un paciente y analiza el comportamiento activo y pasivo, datos de ubicación que podrían indicar que un paciente no ha salido de su casa en días o registros de comunicación que indican que no le han enviado mensajes de texto o hablado con nadie en semanas. El equipo de atención del paciente puede controlar los informes posteriores en busca de signos que, a su vez, pueden indicar cambios en la salud mental general del paciente.
  8. Esta aplicación también utiliza algoritmos de aprendizaje automático para analizar ‘registros de audio’, grabaciones de voz que hace el paciente como si fueran un diario con voz. Los algoritmos están diseñados para captar señales emocionales, tal como lo harían dos humanos hablando. A partir de ahí, los humanos entrenamos el algoritmo para identificar la voz de alguien que está deprimido, o las diferencias en la voz de un paciente bipolar a tiempo real.
  9. También hay cirujanos sintéticos. Nadie está exento de verse superado. En la mayoría de los casos, los robots quirúrgicos (el más conocido es da Vinci) funcionan como una extensión del cirujano humano, que controla el dispositivo desde una consola cercana. Uno de los procedimientos más ambiciosos, que supuestamente fue el primero del mundo, se llevó a cabo en Montreal en 2010. Fue la primera operación quirúrgica completa de un robot cirujano y un anestesiólogo robot (divertidamente llamado McSleepy) donde los datos recopilados sobre el procedimiento reflejan el impresionante rendimiento de estos médicos robóticos. Me pregunto si un paciente puede demandar a un robot por negligencia en el caso que algo salga mal.

Se acercan debates interesantes. Sobre los datos y sobre las implicaciones. La inversión prevista para los próximos años en todo este asunto va a multiplicarse por más mucho. De apenas 600 millones de euros aportados a este tipo de desarrollos en 2017 pasaremos a más de 12.000 millones en 2020. Para los clínicos más receptivos a todo esto, el atractivo inmediato de los proyectos como Human Dx es que, de manera contradictoria, les permitiría dedicar menos tiempo a la tecnología. Está documentado que más del 50% del tiempo que ocupa un médico actualmente transcurre frente a una pantalla. La IA puede devolverle a los médicos la libertad para ser médicos otra vez y hacerlo humanamente. Cuanta más tecnología, más humanidad. La Inteligencia Artificial no sustituye humanos, los convierte en humanos aumentados.

Nos dirigimos a la salud del Big Data, un escenario imposible de gestionar desde un punto de vista sólo humano. Se hace imprescindible que nuestros gobernantes sepan de esto. Legislen para esto. Estimulen la inversión en esto. La vida de mucha gente está en juego. No es una apuesta ‘cool’ para quedar moderno, es obligatorio. En Japón, en Suiza, en el Reino Unido y otros países van camino de normalizar algunas de estas herramientas ‘del futuro’, otros, ni caso. Siguen con sus desdichas, sus miserias de parlamento y sus problemas endogámicos que no interesan a nadie. Sólo a ellos y a los tertulianos asalariados. No es obligatorio saber de tecnología para gobernar, pero si es una necesidad tener conocimiento de lo que la tecnología permite para mejorar el bienestar de los gobernados.

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La generación ‘streaming’.

Hay cierto consenso entre bancos de inversión e inversores que consideran que Spotify llegará a valer más de 20.000 millones de dólares cuando salga a bolsa a mediados de año. Actualmente supera los 140 millones de los cuales un 40% son de pago. Spotify no es más que una de las consecuencias de la transformación digital de un modelo de negocio que ha extremado la mutación de cualquier producto, que pueda convertido a digital, en servicio. Una transformación económica que llevaba asociada una transformación social. De la sociedad que adquiría cosas a la que vive en streaming. Un modelo de vida que recurre a la economía circular, a la automatización, a ofrecer datos recurrentes y masivos y a la relación cada vez más intensa entre sistemas inteligentes y actos humanos.

Hay cierto consenso entre bancos de inversión e inversores que consideran que Spotify llegará a valer más de 20.000 millones de dólares cuando salga a bolsa a mediados de año. Actualmente supera los 140 millones de usuarios de los cuales un 40% son de pago. Spotify no es más que una de las consecuencias de la transformación digital de un modelo de negocio que ha extremado la mutación de cualquier producto, que pueda convertido a digital, en servicio. Una transformación productiva y económica que llevaba asociada una transformación social. De la sociedad que adquiría cosas a la que vive en streaming. Un modelo de vida que recurre a la economía circular, a la automatización, a ofrecer datos recurrentes y masivos y a la relación cada vez más intensa entre sistemas inteligentes y actos humanos.

La relación profesional entre directivos de generaciones anteriores con la del milenio no está siendo fácil. La capa demográfica que va aproximadamente de los 18 a los 35 años actuales solicitan un puesto de trabajo que aporte algo más que un salario. Hablamos de un modelo de vida que se impone. A veces pienso que soy casi un ‘viejenial’, un tipo que nació demasiado pronto ;-) y que ya supera los 40 y largos y que tiene una percepción del mundo conectado y en beta constante. No tengo coche, compro pocas cosas, utilizo muchos servicios y prefiero vivir en streaming.

La generación del milenio probablemente ha permitido intuir como será la que le va a suceder. La que viene. La denominada Generación Z, algunos miembros de la cual acaban de cumplir la mayoría de edad. Ya han empezado a ir a la universidad y es más que probable que su idea de lo que ahora denominamos empleo va a ser muy distinta a la que les vamos a poder ofrecer. Si hace 15 años a un vendedor comercial de tornillos industriales lo hubieras visto el 90% del tiempo frente al ordenador no hubieras entendido que hacía o, peor aún, le hubieras recriminado que no estuviera en la calle ‘vendiendo’. Era difícil, por aquel remoto 2002, pensar que frente al ordenador se replicaba todo un mundo de relaciones sociales capaces de generar ventas. Ahora, si un comercial de tornillos industriales se pasa el 90% de su tiempo en la calle en lugar de estar analizando perfiles de clientes con su tablet, entrando en redes, solicitando amistades, etc., pensarías que pierde el tiempo.

Como he dicho en alguna ocasión, no van a nacer nuevos empleos de manera sustitutiva a los actuales. No masivamente. Lo que va a pasar es que las tareas actuales se van a hacer de otro modo. La generación Z lo va a cambiar todo otra vez. Ellos viven vinculados a un entorno virtual en mayor medida que incluso aquellos que se llaman nativos digitales. Son los primeros descendientes de éstos. Son, más que la Generación Z, los Millenial segunda edición. Una versión avanzada que acusará las características de sus antecesores pero al extremo.

El instituto de investigación de ADP, un grupo de administración de empresas que produce datos sobre tendencias de trabajo y salud económica, encuestó a 2.400 empleados de diferentes edades, incluidos los millenials, que trabajan en empresas con más de 250 personas, para averiguar cómo el lugar de trabajo había cambiado. Su estudio asegura que los millenial han empujado a las empresas a cambiar en áreas clave, dando a los empleados más libertad para trabajar desde donde quieran y con mayor autonomía para autogestionarse en lugar de ser administrados.

Pero hay un detalle de ese estudio que me ha llamado la atención. La sección más joven de la Generación del Milenio enfatiza extremadamente en la búsqueda del propósito laboral. Mucho más que sus compañeros de mayor edad y de su hipotética misma generación. Indican la tendencia que se mostrará con mayor intensidad en los que ahora entran en la universidad. Adecco encuestó a 1,000 estudiantes universitarios, de primer y último curso de carrera, y descubrió que el 41% de los jóvenes de la generación del milenio querían empleos que ofrecieran posibilidades de crecimiento, pero solo el 30% de los encuestados de la Generación Z pidieron lo mismo. Para éstos últimos, eso del ‘crecimiento’ es demasiado abstracto.

Probablemente algún sistema sofisticado, entre inteligencia artificial, sistema experto o datos masivos, está trabajando para interpretarlos y ofrecerles una respuesta satisfactoria antes de que ni tan siquiera ellos sepan que es la que esperaban. Una generación sujeta a la venta predictiva y al análisis matemático continuo de sus movimientos. Una generación algorítmica que corre el riesgo de mostrarse incapaz de convertir a nuestra especie en un valor añadido sino les ayudamos.

Nuestra sociedad cambia por suerte. Vivimos mejor que nunca en términos generales. A pesar de que en este mundo la lista de asuntos a mejorar y solucionar es inmensa, es más corta que en otras épocas. Nos cuesta verlo pues pensamos comparativamente con nuestro entorno y no con nuestra historia. En gran medida, esa mejora social, económica, cultural, informativa y científica, proviene de una poderosa herramienta que lo facilita todo: la tecnología.

La tecnología que estimula una revolución económica e industrial no puede desvincularse del papel que la humanidad debe tener reservado. Ese es el gran reto de las generaciones previas a la Z. Nos toca enfocar sin interferir. De una sociedad que acumula pasaremos a una sociedad que utilice. De la compra de productos al uso del servicio. Pero si todo ello sólo es cosmético no servirá. Lo complicará todo. Este es un mundo que va mejor pero no está asegurado que siga siendo así.

Lo veo en mi hijo. La Generación Z es autodidacta, son la generación tutorial. Son maduros, autosuficientes y creativos. Hablan de empleos del futuro que mejoren el mundo. Vienen de la cultura del 'do it yourself' por lo que están acostumbrados a enfocar en los problemas y a construir su propio entorno. Son inquietos y tremendamente impacientes. Son la generación zapping. Prefieren la privacidad como demuestra que sus perfiles en Instagram estén siempre protegidos o que su aplicación hasta hace poco favorita era un espacio privado. Además son tremendamente moviles. Ellos no reconocen que es un ordenador de sobremesa. Consumen en cualquier lugar y a tiempo real. No descargan si es factible consumir en la nube. Son definitivamente la generación Streaming. 

Una generación en streaming permanente precisa de una formación en streaming permanente, un comercio en streaming conceptualmente hablando. Viven a tiempo real, ¿Tu negocio está preparado para esa transformación que exigirá tu clientela inminente? ¿Y tú, lo estás para competir laboralmente con esa realidad? Si consideras que falta mucho, pues justo ahora entran en el mercado laboral los 'streaming', no te olvides que al futuro se puede viajar no sólo con el tren que anuncian por megafonía, sino que también puedes ir con el que está ahora mismo parado en la misma estación.

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La necesidad de un Ministerio del Futuro.

En los Emiratos Árabes hay un ministro de Inteligencia artificial. Un cargo que ejercerá el político Omar bin Sultan Al Olama y que abarcará nueve sectores socioeconómicos: transporte, espacio, energías renovables, agua, tecnología, educación, medio ambiente y tráfico. Detrás de una noticia efectista se esconde, en mayor o menor medida, la voluntad de abordar estratégicamente todos los dilemas y retos que genera la incorporación de la tecnología futura.

En los Emiratos Árabes hay un ministro de Inteligencia artificial. Un cargo que ejercerá el político Omar bin Sultan Al Olama y que abarcará nueve sectores socioeconómicos: transporte, espacio, energías renovables, agua, tecnología, educación, medio ambiente y tráfico. Detrás de una noticia efectista se esconde, en mayor o menor medida, la voluntad de abordar estratégicamente todos los dilemas y retos que genera la incorporación de la tecnología futura.

Afrontar decididamente y de un modo estratégico y político los grandes desafíos que la Cuarta Revolución Industrial, la deflación del capital y la automatización de todo suponen, no es algo opcional, debería ser absolutamente obligatorio y urgente. Los gobiernos no pueden mantenerse ajenos a la inminente llegada de los coches sin conductor, la robotización, el análisis de la renta mínima universal o, incluso, la imprescindible incorporación de la economía circular a los procesos productivos.

Probablemente, legislar con una visión futura, algo que debería de ser obligatorio por cierto, depende de una visión transversal de todo un gobierno que identifique la complejidad de los riesgos y retos que nos depara una revolución tecno-cultural como la que vivimos. Una buena solución, un primer paso, bien podría ser incorporar a cualquier ejecutivo un Ministro del Futuro. Alguien que sea capaz de aportar el conocimiento necesario y la visión política profesional que requerirá afrontar un futuro líquido, flexible y cambiante como el que nos espera.

Nos encontramos ante el precipicio de las tecnologías que alteran la vida totalmente. Mientras que la mayoría de ejecutivos empresariales se enfrentan a esa innovación que les afecta y que se encuentra en automóviles autónomos, en edición genética, en inteligencia artificial, en datos, en robótica o en impresión 3D y entienden que el éxito a medio plazo depende del aprovechamiento de estas nuevas herramientas tecnológicas, los gobiernos se llenan la boca de palabrería acerca de la importancia de emprender, innovar e invertir pero lo hacen desde muy lejos. Desde la lejanía del que ni sabe de que habla ni considera que le afecta a su ejercicio profesional y político.

Las empresas establecen unidades en sus organizaciones, o contratan consultores externos, cuyo único trabajo es predecir lo que se avecina y como afrontarlo para obtener ventajas. No hay gobiernos que hagan algo parecido. Un Ministerio del Futuro con secretarias de estado al más alto nivel desempeñaría lideraría la investigación basada en la evidencia, coordinaría la planificación de escenarios que afectase a cualquiera de los otros ministerios o áreas.

Futuristas, politólogos y economistas discuten sobre esto hace más de una década. Diseñar un antídoto contra la improvisación, la táctica y el corto-placismo habitual en la política se hace imprescindible. Los políticos son reconocidos por su miopía que les inhabilita para ver más allá de las próximas elecciones, tomando importantes decisiones políticas sin tener en cuenta cómo afectarán al planeta y al país dentro de 10, 20 o 100 años. 

Sin embargo, hoy en día contamos con herramientas que permiten diseñar políticas bajo decisiones estratégicas e inteligentes para el futuro, herramientas que permiten mapear escenarios, evaluar probabilidades y atender decisiones en base a hechos predictivos como sucede en la vida comercial por ejemplo. Un Ministerio del Futuro no es tan sólo para identificar tecnología o como nos afectan los cambios, sino también para incorporar el uso de la tecnología de última generación en el propio modo de gobernar.

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Compañías como IBM, Procter & Gamble y Google han confiado en los llamados futuristas para identificar límites, trazar tendencias y construir escenarios para los próximos lustros en sus organizaciones e industrias. Gracias al pensamiento aplicado en el análisis a futuro, IBM, una compañía que se fundó antes de que hubiera computadoras, está a la vanguardia de la inteligencia artificial, modelando las formas en que nuestro trabajo se verá incrementado por las máquinas. Los futuristas de Google persiguen las fronteras de las interfaces conversacionales. Si tienes un hijo pequeño, es probable su hijo le hable con naturalidad a un chatbot o a una computadora inteligente cuando juega o cuando busca algo de un modo natural como si lo hiciera contigo. El trabajo de estos futuristas no es decir lo que definitivamente sucederá, sino más bien proporcionar una investigación equilibrada e impulsada por datos para que el liderazgo de una empresa no sea tomado por sorpresa.

Hace años, EE. UU. tenía una pequeña oficina, la Office of Technology Assessment, integrada por científicos, economistas, tecnólogos y otros expertos que se encargaban de investigar, prever y asesorar al Congreso sobre el futuro. Se ganó una amplia credibilidad en todo el gobierno y la comunidad científica porque su trabajo era preciso, equilibrado y procesable. Durante su existencia lanzó más de 750 estudios proféticos que van desde robots en el lugar de trabajo hasta bioterrorismo, lluvia ácida y cambio climático. Despolitizó la tecnología y la ciencia, y al igual que esos futuristas corporativos, se aseguró de que los líderes electos americanos no fueran sorprendidos.

Otros países se inspiraron estableciendo agencias similares. Hoy en día funcionan algunas de ellas. En el Reino Unido (la Oficina Parlamentaria de Ciencia y Tecnología), en Alemania (Büro für Technikfolgen-Abschätzung beim Deutschen Bundestag), en Suiza (el Centro suizo de evaluación de tecnología) o en Francia se destinan 23 veces más inversiones que en España a la Industria 4.0. 

En Suecia tenemos lo más parecido a un Ministerio del Futuro. Se trata del Ministerio para el Desarrollo Estratégico y la Cooperación Nórdica, en manos de Kristina Persson, denominada la ministra ‘del futuro’. A su cargo está el diseño de las respuestas estratégicas a las tensiones económicas y sociales vinculadas a los avances tecnológicos, la globalización, la irrupción de una sociedad que no necesita trabajar para vivir, de la automatización de todo o, entre muchas más, como integrar la ética del desarrollo en la forma de vida escandinava.

No sé si se necesita la nomenclatura en el cartapacio de un gobierno como el español, de otros países europeos o de cualquier estado latinoamericano. Tal vez no tenga que ver con que ese cargo exista. Probablemente, y de ahí deriva este artículo, esta idea en definitiva, es que los gobiernos que no se apresuren a identificar los retos, desafíos y riesgos notables de la sociedad futura inminente y a medio plazo, pueden estar hipotecando como nunca antes había pasado la vida de nuestros hijos y nietos. Estoy seguro que la de los que ahora mismo vivimos con la sensación de que aun queda un buen trecho hasta la jubilación.

Llegados a este punto pueden pasar tres cosas. Una, que esta idea quede en la lista de las idioteces supinas que de vez en cuando leemos. Otra, que en el futuro se establezca de un modo cosmético y artificial estos asuntos. Algo así como la concesión de ciudadanía a un robot hace unos meses en Arabia Saudí. Derechos a una máquina superiores a los que tienen las propias mujeres por cierto.

Y cabe una tercera opción. La ideal. Que en lugar de pasarnos días, semanas, meses y legislaturas, mareando con luchas políticas y politiqueras, donde el resultado es el propio proceso, donde interesa mantener una pseudoguerra intelectual sobre lo inservible, donde la prensa y las tertulias del ‘todo lo sé’ hablan y hablan utilizando los mismos verbos una y otra vez, pasáramos a un debate profesional, serio y tecnológico. Un análisis político con herramientas políticas y tecnológicas, un debate sobre como vamos a afrontar social y políticamente un mundo sin empleo, o con un nuevo empleo, como vamos a legislar las innovaciones que vienen, como vamos afrontar el futuro en sí.

No sé si es necesario un Ministerio del Futuro, pero lo que está claro que hay que erradicar los Ministerios del Pasado que nos pueden estar apartando del futuro inmejorable que algunos tendrán por preverlo y prepararlo mientras que otros seguimos discutiendo sobre banderas y meriendas.

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¿El fin de los Influencers? La transformación digital del retail y su futuro inminente.

En apenas unos años no te vestirás tú. Te va a vestir tu teléfono. Las compras ‘inteligentes’ partirán de un análisis de variedad y condicionantes que tu asistente virtual establecerá por ti. A mi personalmente me agobia seleccionar lo que me voy a poner cada día. Eso es algo que pronto podremos dejar de hacer. Despertarás y en base al calendario, tus actividades del día, tus reuniones, viajes o eventos, tu asistente virtual elegirá tu atuendo ideal y, sino lo tienes, te lo comprará el día antes. De hecho, eso es algo que ya puedes hacer en mayor o menor medida. En apenas un lustro, estará normalizado. Las y los influencers tienen los días contados. O mejor dicho, los influencers del futuro inmediato serán una sucesión de algoritmos.

En apenas unos años no te vestirás tú. Te va a vestir tu teléfono. Las compras ‘inteligentes’ partirán de un análisis de variedad y condicionantes que tu asistente virtual establecerá por ti. A mi personalmente me agobia seleccionar lo que me voy a poner cada día. Eso es algo que pronto podremos dejar de hacer. Despertarás y en base al calendario, tus actividades del día, tus reuniones, viajes o eventos, tu asistente virtual elegirá tu atuendo ideal y, sino lo tienes, te lo comprará el día antes. De hecho, eso es algo que ya puedes hacer en mayor o menor medida. En apenas un lustro, estará normalizado. Las y los influencers tienen los días contados. O mejor dicho, los influencers del futuro inmediato serán una sucesión de algoritmos.

Hace unas semanas estuve en la sede central de Bestseller en Málaga ofreciendo una conferencia y un workshop sobre la Transformación Digital en el negocio B2B de la moda y de cómo la tecnología afecta y afectará al mundo del retail en general. Las grandes empresas con intereses minoristas están afrontando esa mutación en varios sentidos: la automatización de procesos, la integración de la inteligencia artificial, estimular el talento existente y la de incorporar elementos que pongan al cliente en el centro de la cadena de valor.

Y es normal que así sea. 2017 ha sido un año trascendental para la industria minorista. En Estados Unidos que, nos guste o no, suele adelantar algunas tendencias económicas, se cerraron más de 8.000 tiendas, de las cuales 6.700 estaban vinculadas a la moda. Por primera vez se superaron las 6.163 que bajaron la persiana durante la crisis financiera de 2008. En aquella ocasión el problema era del capital, ahora está motivado por un cambio notable en el comportamiento de un consumidor tecnológico y digitalizado. Las noticias que indican este cambio se suceden. C&A cerrará 23 tiendas en EspañaMango entra en pérdidas por primera vez en su historiaGrupo Vips cerrará la mitad de su red de tiendasDIA se descalabra con 271 tiendas quebradas en un añoTopshop cierra definitivamente todas sus tiendas en EspañaDescenso de visitas a centros comerciales al inicio del añoInditex en problemas: el comercio digital limita su rentabilidad.

El ejemplo de cómo las grandes marcas piensan afrontar la siguiente fase de la Cuarta Revolución Industrial que les ha explotado en la cara es la apertura que el grupo Inditex piensa hacer en Londres. Su marca insignia, Zara, inauguró hace pocos días una tienda en las afueras de la capital británica donde solo se podrá comprar online. Un paso hacia lo que se ha denominado ‘hibridación’ entre el mundo digital y el convencional. El local, situado en el centro comercial Westfield en Stratford, expone una pequeña parte de la colección de Zara y permite al cliente ver esos productos físicamente y comprarlos a través de su web oficial. Una vez tramitado el pedido, el comprador puede recoger su pedido en esa misma tienda. Un espacio sin probadores ni cajas de cobro.

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A partir de anécdotas como la de sus espejos pantalla, en los que se muestran cómo quedan las prendas expuestas en la tienda y maneras de combinar dichos artículos, se esconde una prueba piloto que persigue obtener datos masivos de cada una de las acciones y gestos que hacen los potenciales clientes. El conocimiento de esto va a ser fundamental en los próximos años. Es obvio que este es el primero de muchos espacios similares que seguirán mezclando ambas realidades, la analógica y la digital. Algo que, por otro lado, harán el resto de marcas y minoristas a medio plazo.

Si bien ha habido mucha innovación en el comercio minorista, algunas tendencias de tecnología de consumo se destacan el aumento de la demanda de productos en tiempo real, las compras en línea altamente personalizadas a través de suscripciones y servicios y el incremento de las interfaces conversacionales basadas en inteligencia artificial. Este último punto va a ser trascendental para colocar al cliente en el centro de la cadena de valor y para ejercer una oportunidad de mejora en todos los sentidos. Imagina que estás entrando en una tienda, ¿qué pasaría si pudieras simplemente usar tu voz para preguntar a la aplicación de esa tienda dónde se encuentra el producto que deseas y mostrarle exactamente dónde está en un mapa por la misma tienda? ¿Y si ni tan siquiera tuvieras que ir pero mantuvieras esa conversación? ¿Y si el sistema en lugar de mostrarte a tu inflluencer favorita en Instagram te expone en pantalla como te quedaría a ti directamente cualquier prenda que el sistema interpreta que te va a gustar antes de que ni tan siquiera sepas que lo quieres?

Sin embargo hay mucho más. Las compra online personalizadas permite experiencias mucho más rentables. La empresa Stitchfix utiliza algoritmos sofisticados para preparar cajas de artículos personalmente seleccionados. Los clientes ya no necesitan pensar en la ropa que compran porque la relación comercial se vuelve más inteligente en función de lo que el cliente mantiene o retorna. Algoritmos que ya trabajan en una nueva manera de servir productos mucho más compleja y preocupante sino se afronta estratégicamente. Estoy hablando de la impresión 3D. La tendencia de los consumidores de hoy es impulsar la tecnología del mañana. La demanda actual en tiempo real se verá sustituida por los avances en la tecnología textil de fabricación 3D ofreciendo compras personalizadas en destino.

Este tricotado en 3D permitirá realizar compras personalizadas en tiempo real que se podrá recoger en tiendas parecidas a la que comentábamos de Zara. Los datos, la inteligencia artificial, la impresión 3D, la personalización y la integración de la físico y lo digital van a revolucionar, de nuevo, todo el modelo productivo y económico del retail. La primera disrupción en el sector fue la venta online. Recuerdo cuando se decía, no hace mucho, que la gente no compraría ropa por Internet porque la ropa se debe tocar, ver, probar, oler y sentir. Hoy la venta online de ropa es algo irrenunciable.

El futuro de la moda, el retail, el comercio minorista pasa por la digestión tecnológica. Productos personalizados, recomendados por inteligencia artificial, con automatizaciones en la compra y la entrega, con datos masivos trabajando por y para nosotros y, por supuesto, con espacios físicos cada vez menos convencionales. De la experiencia de cliente pasaremos al cliente con experiencia, una experiencia, por cierto, tremendamente digital y automatizada. Se acabó eso de pasear con bolsas por los centros comerciales. Eso seguro.

[📷  Steven Klein para Prada]

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El desafío de transformarse cuando todo va relativamente bien: el caso de los centros comerciales y el retail.

Aquí hemos hablado en más de una ocasión de la reconversión que sufre el mundo del retail. Especialmente hemos analizado como la tecnología genera nuevos empleos en el sector de los centros comerciales a la vez que destruye otros y establece nuevas fórmulas y relaciones entre el cliente y el vendedor en esos espacios físicos. La pista de hacia donde se dirige el modelo la tenemos en Estados Unidos, que por otro lado venía siendo el inspirador del ‘mall-live’ o espacio comercial para vivir.

Aquí hemos hablado en más de una ocasión de la reconversión que sufre el mundo del retail. Especialmente hemos analizado como la tecnología genera nuevos empleos en el sector de los centros comerciales a la vez que destruye otros y establece nuevas fórmulas y relaciones entre el cliente y el vendedor en esos espacios físicos. La pista de hacia donde se dirige el modelo la tenemos en Estados Unidos, que por otro lado venía siendo el inspirador del ‘mall-live’ o espacio comercial para vivir.

En Libre Mercado lo explicaban muy bien. Según un informe de Credit Suisse, más de 8.600 comercios cerraron en Estados Unidos hasta el año pasado. Al parecer las razones de este cierre masivo deben situarse en el crecimiento exponencial del comercio electrónico liderado por Amazon, donde el 15% de las operaciones comerciales americanas en el retail ya son ejecutadas desde la red sin pasar por ninguna tienda física. Lo interesante es que Estados Unidos no lidera esa clasificación sino que en el Reino Unido aun es mayor esa proporción.

Otra razón de ese declive viene dado por no colocar al cliente en el centro de la cadena de valor. Es sorprendente como en algunos de esos centros comerciales la renovación de la oferta apenas a variado en los últimos veinte años. Una dependencia manifiesta a marcas de gran envergadura ha supuesto un formato caduco y poco dado al valor predictivo en las ventas de hoy en día. Los clientes han cambiado y las empresas no tanto. Por supuesto, ahora lo sabemos, las personas no van a un centro comercial a comprar exclusivamente, de hecho cada vez van menos a eso.

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Pero el asunto puede estar amenazado por modelos disruptivos que se van acumulando. Amazon acaba de presentar una patente para 'la creación de un espejo con tecnología de realidad mixta para proporcionarnos una imagen de nosotros con varios tipos de prendas virtuales y poder hacer la compra ahí mismo desde el espejo y en Amazon'. El espejo es capaz de escanear el entorno y determinar qué objetos se deben ver como un reflejo, y cuales no. Una vez que analiza esta información, sería capaz de mostrarnos a nosotros usando diferentes prendas de ropa en diversos escenarios por cierto.

Volviendo al espacio físico. En España, por el contrario, los centros comerciales viven una nueva época de expansión. En lugar de reflexionar acerca de lo que está sucediendo en Estados Unidos, en España no se para de inaugurar nuevos centros bajo un mismo prisma de explotación. Más de 15 millones de metros cuadrados disponibles para alquilar en los 555 centros comerciales que hay hoy en día en nuestro país. Algo que por cierto no va a parar de aumentar pues hay casi una veintena de centros previstos construir a lo largo de este y el próximo año.

¿Vamos hacia el desastre? Según los responsables de la patronal del sector no. La Asociación Española de Centros Comerciales, por ejemplo, consideran que aquí aun se pueden abrir muchos ‘malls’ más, que la venta por Internet es todavía muy baja y que la gente siempre preferirá ir a una tienda física mayoritariamente para seleccionar sus compras. Suelen decir también que los centros comerciales españoles tienen un buen equilibrio entre comercio y entretenimiento o restauración. Y, de momento, es cierto. El crecimiento en estos establecimientos ha aumentado casi un 1% y las ventas un 3% en el total nacional.

Me sorprende esta complacencia. Es la misma que vive el sector turístico. No detectan la necesidad de transformarse cuando todo va bien. Para empezar un crecimiento de visitas del 1% bien podría ser una señal de alarma puesto que es algo menor al de anteriores años. Sin embargo, si atendemos al aumento del coste de algunos productos en esos centros, un crecimiento del 3% tampoco parece ser demasiado destacado. Es decir, se factura más porque los productos y servicios ofrecidos mayoritariamente también son algo más caros y hay más metros cuadrados en nuevos centros comerciales disponibles. No es un crecimiento destacable. No parece haber un conocimiento detallado del cliente, de sus movimientos, de sus necesidades, de venderle lo que aun ese cliente no sabe que quiere. No es un aumento de ventas significativo que se pueda vincular a una transformación real del sector. Es poco más que orgánico y, sin hacer demasiado, inevitable incluso.

Uno de los problemas habituales de los sectores o modelos de negocio que se estrellan contra la fría realidad es no detectar la puerta por la que va a entrar la disrupción. En el caso de los centros comerciales, del retail en general, de las tiendas físicas en muchos puntos del país o de toda Latinoamérica, el asunto tiene que ver con conocer al cliente, situarlo en el centro de la oferta comercial, vincular el uso físico frente a un creciente espacio digital, generar valor analógico y, sobretodo, transformando la eficiencia comercial automatizando muchos aspectos operativos.

Ofrezco talleres y workshops que han sido contratados en alguna ocasión por asociaciones que engloban este sector, sesiones que también en formaciones ‘in Company’ con ‘malls’ enormes que requerían formar a sus directivos y cargos intermedios y, estoy convencido, que el futuro de los centros comerciales no pasa sólo por abrir uno detrás del otro. Pasa por un plan de transformación consciente de que viene y que no generando nuevos modelos de negocio que no sólo pueden estar en ‘más restaurantes o más cines’. Eso, también, tiene un final incierto.

Y es que seguir pensando que hay tiempo es el mayor de los errores. Se dice que el comercio electrónico es una de las principales causas del declive del retail en general, pero que estemos tranquilos, que las ventas online sólo suponen un 4% del total. Que en moda esa cuota alcanza el 9%. Se dice desde asociaciones, promotores, ayuntamientos, vendedores, que tranquilos, ‘que todavía es un tema muy minoritario’. Me van a perdonar, pero precisamente eso, que es algo minoritario, es lo que debería de hacer reaccionar a quienes están detrás del modelo. Si con apenas un 4% del total de las ventas, el comercio electrónico está ejerciendo una presión importante a muchos, cuando la lógica financiera, de modos de pago, de penetración generacional y de uso de la economía circular se haga mayor, ¿qué creen que va a pasar?

Recordemos que lo importante no es saber si la disrupción te va a llegar o no, la cuestión correcta es ¿Cuándo y con que tecnología? En este caso parece evidente. Así lo explico en mis conferencias o sesiones de trabajo en este sector, pero sirve para todos. Si tu negocio va bien, preocúpate. 

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