Hablando acerca de que la digitalización no supone ninguna transformación.

La semana fue intensa en eventos. El martes clausuré las Terceras Jornadas Técnicas sobre territorios inteligentes organizadas por Aigües Ter Llobregat y la Agencia Catalana de l’Aigua, el miércoles ofrecí una conferencia en Manresa organizada por la Consultora Sensus y el viernes participé del gran evento IBM Business Connect en Madrid. En todos estos encuentros el tema era la transformación digital y la afectación de la Revolución Industrial 4.0, algo que esta semana que empieza también desarrollaré en cuatro países centroamericanos. 

La semana fue intensa en eventos. El martes clausuré las Terceras Jornadas Técnicas sobre territorios inteligentes organizadas por Aigües Ter Llobregat y la Agencia Catalana de l’Aigua, el miércoles ofrecí una conferencia en Manresa organizada por la Consultora Sensus y el viernes participé del gran evento IBM Business Connect en Madrid. En todos estos encuentros el tema era la transformación digital y la afectación de la Revolución Industrial 4.0, algo que esta semana que empieza también desarrollaré en cuatro países centroamericanos. 

Si hay algo que intento transmitir en estos eventos es la diferencia entre digitalizarse y transformarse digitalmente. Algo que no parece estar claro en muchos casos. Recientemente leía que una gran empresa cosmética hablaba de que había iniciado una profunda transformación digital. Concretamente la nota aseguraba que ‘desde 2015 la empresa había aumentado su plantilla un 7% para adaptarse a los cambios en los hábitos de vida de los consumidores y que había centrado su transformación en redes sociales y blogs’. Dicho así está claro que no iban por el buen camino.

Algo que puede parecer hasta cómico resulta que es habitual. Muchas empresas consideran que transformarse digitalmente es poco más que mejorar el software de gestión y profundizar en su estrategia de comunicación en redes. Eso es, cómo mucho, dar un paso más en la digitalización. Pero, ¿es suficiente digitalizarse? ¿supone una transformación en sí misma esa digitalización? ¿es lo mismo digitalizarse que transformarse digitalmente? Obviamente no es lo mismo. La primera es claramente un foco de cambio, por supuesto, pero no es suficiente dado el volumen de cambios que vivimos actualmente. Digitalizados lo estamos todos, transformados no. Digitalizarse es quedarse en algún escalón anterior, en el paso previo necesario para transformarse gracias a esa digitalización.

En todas las conferencias de estas semanas la idea de que esto no va de vender lo mismo de un modo distinto. Va de que empresas que han hecho lo mismo durante mucho tiempo, al transformarse empiezan a generar nuevos modelos de negocio, a utilizar herramientas que permita ser predictivos y mucho más eficientes. Transformarse no es vender pizzas por la web sino permitir que los clientes por aportar datos de manera automática obtengan una experiencia más enriquecedora en un restaurante al acceder a un nuevo ‘servicio o producto’ inexistente en él sino existieran sensores digitales o módulos de captación de datos.

En la conferencia sobre regiones inteligentes comenté lo importante que es que se desarrollen políticas que adecuen las leyes para que la sociedad asuma esa transformación y el tejido empresarial no choque con un bloque que imposibilite crecer en un nuevo escenario que está llegando a todas partes. Negarse a la evidencia reduce las oportunidades de progreso de un país. En la segunda conferencia señalé que precisan las empresas para abordar esa revolución con siete preguntas claves que otro día comentaré en detalle. También sugerí que previo a una revolución empresarial debe vivirse una de personal, íntima. En el último evento, junto a IBM, se trataron los avances en Inteligencia Artificial que también comentaré en otro post. Es increíble saber que Watson, el sistema de AI disponible para empresas, está logrando mejorar el mundo.

En la mayoría de estas charlas que hoy enumero, algunas personas me comentan que el desafío que debemos asumir es tan grande que asusta. Yo también lo temo aunque confío que, como en otras ocasiones, la humanidad ha sabido conjugar tecnología, avances y beneficios sociales. Por eso, a pesar de que sigo pensando que la tecnología puede hacernos más humanos, es razonable preocuparse. A la vez que una fuerza poderosa capaz de democratizar el acceso al conocimiento como nunca fue posible, la digitalización también es una ineficiente distribuidora del valor que genera.

Es obvio que la digitalización de la producción conlleva un problema implícito sin solución. Al principio cualquier producto digital es muy costoso en su primer ejemplar, en la primera unidad, pero a partir de ahí, el coste de las siguientes unidades es cero. No hay costes marginales por lo que no se puede distribuir beneficios en empleos por ejemplo. Eso pone en jaque todo el modelo empresarial conocido y, por derivación, también el modelo socioeconómico. De eso debemos preocuparnos y de eso voy a seguir hablando en las siguientes conferencias y aquí obviamente. De cómo es el actual modelo socioeconómico y de cómo afrontar el futuro tecnológico inminente.

Imágenes de los tres eventos.

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Conferencias, Robotica, Tecnologia Marc Vidal Conferencias, Robotica, Tecnologia Marc Vidal

La robotización del sector hotelero. Noticias que llegan del futuro inmediato.

El pasado jueves ofrecí una conferencia en Aranda de Duero, Burgos, en la que con la participación de la audiencia nos preguntábamos hasta que punto estamos preparados para abrazar la denominada ‘Cuarta Revolución Industrial’. Es muy probable que lo que estamos viviendo no difiera mucho de cómo se vivieron otras revoluciones industriales anteriores pero sí es cierto que en esta ocasión los cambios que implica se están sucediendo a una velocidad inédita

El pasado jueves ofrecí una conferencia en Aranda de Duero, Burgos, en la que con la participación de la audiencia nos preguntábamos hasta que punto estamos preparados para abrazar la denominada ‘Cuarta Revolución Industrial’. Es muy probable que lo que estamos viviendo no difiera mucho de cómo se vivieron otras revoluciones industriales anteriores pero sí es cierto que en esta ocasión los cambios que implica se están sucediendo a una velocidad inédita.

Los asistentes se mostraron sorprendidos por muchos aspectos que expliqué. Coches autónomos, modos de trabajar, modelos de transformación digital, cómo empezar y la diferencia entre las diferentes fases que implican para una empresa mediana todo ese escenario. Hubo un ejemplo que provocó sonrisas. Es simpático ver un robot haciendo algo que se considera tremendamente humano. Me refiero al servicio de habitaciones de un hotel. Ese camarero o camarera de habitaciones que pregunta si todo está bien y te ofrece acerca cualquier solicitud previa.

El hecho de que un robot con apariencia de lavadora andante atienda tus necesidades y las cubra sin inmutarse es mucho más que un gesto anecdótico. Es, sencillamente, la muestra de hacia donde va todo. Realmente donde está todo ya. La supresión de empleos ha empezado y ya no es gradual. La era digital y sus derivados robóticos y de automatizaciones avanza sin preguntar si estamos o no preparados. Hay quien sugiere que los robots como tal deberían pagar impuestos. La idea de que por cada robot que sustituye una persona sea motivo de una tasa ‘laboral’ empieza a cundir. La teoría de algunos es la de que si vamos a trabajar menos pero los ingresos serán los mismos para las empresas, para establecer un circuito económico sostenible deberemos buscar por donde ingresar impuestos y como repartirlos entre todos después.

Aquí hemos hablado de esos robots de hotel. De hecho hay alguna anécdota graciosa sobre cómo grupos de niños lograron volver ‘locos’ a un buen número de ellos en un establecimiento. En fila india y circulando por todas las plantas los robots buscaban resolver un asunto laboral indefinidamente mientras los niños los perseguían por todas partes. Sin embargo la realidad no es tan divertida. La creación de nuevos puestos de trabajo derivados de esta transformación digital de la economía es inferior claramente a la del número de tipologías de empleo susceptibles de ser destruidos.

La cadena de Hoteles Starwood ya ha incorporado mayordomos robóticos de manera completa. Trabajan de noche y de día. Se desplazan a cualquier lugar del hotel, por supuesto las habitaciones de los huéspedes, y ofrecen todos los servicios que se solicitan según un dashboard en el teléfono móvil. En teoría, el tiempo destinado a esta labor ahora ocupado por un hardware lo puede utilizar el personal humano para otras tareas. Debemos examinar cuales, pensarlas, crearlas tal vez.

El bicho en cuestión no llega al metro de altura. Usa el ascensor, se mueve entre los clientes e interpela al personal ante cualquier asunto. Si quedas satisfecho de sus servicios te anima a que lo ‘tuitees’. Su nombre es ALO y ha sido diseñado por Savioke. En algunas zonas de California como Cupertino es habitual vivir entre robots. En el hotel, en el parking, en las oficinas o en el hospital.

En más de cien hoteles del mundo podremos encontrarlos. En algunos de ellos, como en Japón, en un parque temático totalmente atendido por robots, los clientes pueden mantener conversaciones con éstos. De ocupar a medio millar de personas, el parque ahora sólo ocupa ciento diez. El resto son robots. El dueño del mismo, Hideo Sawada, ha iniciado la construcción de mil hoteles en todo el mundo en los que no habrá personas. Promete un coste más reducido de la pernoctación y un servicio impecable. 

La sustitución ha acelerado y el discurso manido de ‘la creación de empleo’ con la que nos inundan a diario se olvida de que esto no es anecdótico y que cómo no asignemos un plan de acomodación nos vamos a hacer daño. Recordemos el estudio más serio realizado al respecto de la Universidad de Oxford que estimaba la destrucción del 47% de empleo en 700 profesiones a partir del 2023. A la vuelta de la esquina y seguimos sin noticias de como lo vamos a afrontar.

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Big Data, Conferencias, Negocio Marc Vidal Big Data, Conferencias, Negocio Marc Vidal

Transformarse digitalmente cuando todo va bien. El caso del turismo español.

Cuando el CEO de Nokia pronunció su último discurso con su famoso ‘We Didn’t Do Anything Wrong, But Somehow, We Lost’ (No hemos hecho nada mal, pero de algún modo, hemos perdido), daba la pista inequívoca de que, ni haciendo lo que se espera de un negocio tal y como la historia económica nos explica, tienes garantizada la supervivencia. Además nos explotaba en las narices la idea de que en muchas ocasiones esa catástrofe puede estar más cerca de lo que imaginamos. 

Cuando el CEO de Nokia pronunció su último discurso con su famoso ‘We Didn’t Do Anything Wrong, But Somehow, We Lost’ (No hemos hecho nada mal, pero de algún modo, hemos perdido), daba la pista inequívoca de que, ni haciendo lo que se espera de un negocio tal y como la historia económica nos explica, tienes garantizada la supervivencia. Además nos explotaba en las narices la idea de que en muchas ocasiones esa catástrofe puede estar más cerca de lo que imaginamos.

Ya pasó con otros. Kodak pasó de ser la esencia fotográfica en el mundo ocupando a miles de personas a desaparecer técnicamente de la noche a la mañana. Ahora ese papel lo juega una aplicación que ocupa apenas unas decenas de empleados, Instagram. Kodak no supo ver la que se les venía encima al no distinguir el peso de la digitalización. Nokia es otro caso pero que también nos hace pensar en el valor de la innovación y la velocidad en la que se debe adoptar.

El pasado jueves ofrecí una conferencia durante las ‘Spring Talks’ de Futurismo Canarias en Tenerife y en gran medida mucho de lo que me contaron acerca del estado brillante del turismo en todo el archipiélago y, en definitiva, en casi toda España, me hizo pensar en cuantas empresas se han visto de la noche a la mañana en el abismo casi sin verlas venir. En aquel punto en que todo lo que haces parece correcto, en el que los datos son positivos y en los que el crecimiento parece la única posibilidad pueden aparecer riesgos importantes.

Durante una hora recordé a los directivos del sector turístico que allí se dieron cita algunos de los problemas que cómo sector pueden tener a medio plazo, cuales son los ejemplos en medio mundo en los que la competencia han adoptado tecnologías en IoT, Print 3D, Big Data u otras, para ofrecer una respuesta comercial mejor a sus clientes y, sobretodo, nuevos modelos de negocio impensables hasta hace apenas cinco minutos. Un sector que va bien pero que tiene amenazas en el alquiler vacacional, en plataformas como Airbnb u otras y en una creciente puesta a punto de territorios mediterráneos que hasta hace poco no eran rivales por conflictos y situaciones diversas pero que no durarán para siempre.

Digitalizados lo están casi todos, transformados no. Digitalizarse es utilizar tecnología para hacer cosas similares de un modo más eficiente, obtener nuevos modelos de negocio gracias a esa tecnología es transformarse. Les hablé de los cuatro elementos que tienen que tener en cuenta a la hora de innovar y de transformarse digitalmente. Por un lado la incorporación de la Internet de las Cosas a sus modelo comercial, a la gestión de datos masivos en Big Data o Small Data vía cloud, las socialización de la oferta e interacción con usuarios o clientes y, finalmente, la incorporación de los elementos de movilidad imprescindibles hoy en día en cualquier oferta comercial B2C.

Crecer y hacer las cosas bien no es sinónimo de éxito para siempre, es preciso innovar, ser disruptivo y abrazar la tecnología existente sin recelo. El famoso discurso del jefe de Nokia que terminó entre lágrimas dejaba claro que el mundo cambia extremadamente rápido y que, ni haciendo las cosas ‘bien’, tienes la garantía de que tus competidores no lo estén haciendo mejor. Fueron derrotados. La historia demuestra que la ventaja que tienes hoy, o ayer, puede ser remplazada por tendencias emergentes, sistemas o herramientas cualquier competidor adquiera. Por eso haciendo las cosas bien, teniendo un mercado maduro, asumiendo que crecemos en un sector controlado o con un conocimiento amplio de nuestro modelo de negocio, se puede rápidamente caer en zona de guerra.

Del caso de Nokia se extrae una importante lección. Si tomas decisiones cuando te encuentras forzado por la coyuntura puede que éstas respondan más a la táctica y muy poco a la estrategia lo que obviamente es muy arriesgado. Retrasar el incorporar la innovación y la tecnología disponible actualmente, incluso cuando todo va bien y nada hace presagiar el desastre, lo acerca irremediablemente.

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Conferencias, Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal Conferencias, Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal

El crecimiento sin timonel y la urgente digitalización del modelo productivo.

Hace unos días, tras la conferencia que ofrecí en el World Trade Center de Barcelona durante el I Forum Cárnico dedicado a la innovación y la transformación digital, el presidente de una de las principales empresas del sector me aseguró que el riesgo de que la robotización destruya empleo en España es todavía escasa y que eso, si sucede, pasará dentro de varias décadas. Le respondí con datos que me sirven para empezar este post. Desde 1996 la destrucción de empleo en el sector manufacturas por efecto de la robotización en España ronda el 38%, superior al sueco, coreano o alemán por ejemplo. Más adelante recuperaré estos datos.

 

Hace unos días, tras la conferencia que ofrecí en el World Trade Center de Barcelona durante el I Forum Cárnico dedicado a la innovación y la transformación digital, el presidente de una de las principales empresas del sector me aseguró que el riesgo de que la robotización destruya empleo en España es todavía escasa y que eso, si sucede, pasará dentro de varias décadas. Le respondí con datos que me sirven para empezar este post. Desde 1996 la destrucción de empleo en el sector manufacturas por efecto de la robotización en España ronda el 38%, superior al sueco, coreano o alemán por ejemplo. Más adelante recuperaré estos datos.

A todo esto ya van 11 meses sin gobierno. El PIB sigue creciendo con fuerza aunque tenga truco. El truco es que venimos de tan abajo que sino subiera sería de aurora boreal. La velocidad de crucero se sitúa cercana al 0,8%. El hecho de tener un consejo de ministros en funciones podría parecer que es incluso algo bueno pero no debemos tomar conclusiones erróneas. El viento sopla a favor del crecimiento por la coyuntura petrolera, un euro que impulsa la exportación y un coste de financiación en mínimos históricos. Sin embargo la productividad española sigue siendo discreta. No se crecerá a largo plazo si esta tendencia no cambia y un gobierno, el que sea, no se pone a resolver problemas estructurales que tiene nuestro modelo económico. Pasan los días y los meses y el tren del futuro sigue alejándose. La sociedad del conocimiento se resiste a perderlo gracias a la iniciativa de miles de emprendedores y empresas tecnológicas que luchan contra los elementos, las reglas y leyes que no son favorables y que, por comparación con otros países, son puro fuego amigo.

El esfuerzo inversor en investigación sigue cayendo. Del 1,35% del PIB ha bajado al 1,23% y no parece que esa tendencia catastrófica vaya a cambiar en breve. El asunto se pone feo pues la brecha con nuestros competidores naturales sigue creciendo. Si a esta desidia por mejorar el modelo productivo sumamos los previsibles problemas de ocupación estacional, el porcentaje insultante de paro juvenil que pagaremos con creces a medio plazo, un sistema de pensiones insostenible y una nula estrategia política por modular un escenario socioeconómico vinculado a la robotización y la economía digital, el asunto es chusco de narices y poco tiene que ver con la idea de que vamos bien. Ni los que gobiernan en funciones, los que ya no gobernarán seguro, los que dicen que si gobiernan cambiaran su populismo por pragmatismo, los que hablan de sumar para dar estabilidad o los que pasaban por allí, ninguno de ellos hablan del asunto en cuestión y siguen con su discurso maniqueo y endogámico sobre un mundo que cada vez es menos real.

La verdad es que poco importa si hay o no terceras elecciones, que no las habrá. Tampoco si el gobierno es más o menos estable. En teoría la obligación de sus señorías es llegar a acuerdos que permitan legislar para marcar la hoja de ruta para solucionar problemas que este país no puede mantener por más tiempo en el cajón de los temas a solucionar más adelante. No hay más adelante, el futuro ya llegó y parece que los señores del pasado no lo ven porque permanecen en su espacio natural.

¿Saben que se destruye empleo como he dicho antes en base a la robotización? ¿Que independientemente de cómo y qué hagan eso va a ir en aumento? ¿Piensan diseñar un plan para que el parto no sea tan doloroso? ¿Saben estos señores que las cinco mayores empresas del Estados Unidos son tecnológicas y que apenas existían hace dos décadas? ¿Tienen idea de lo importante que es vincular el crecimiento de un país a este tipo de empresas? 

¿Saben nuestras señorías que la pujanza del modelo productivo digital es de tal calibre que sino nos situamos a su estela vamos a quedarnos como un país totalmente irrelevante en el concierto internacional? ¿Tienen idea del coste que tiene para el futuro de todos nosotros su desidia o desconocimiento? ¿Se hacen a la idea de que la economía digital no es un eslogan sino un objetivo irrenunciable? ¿Han hecho el cálculo de la posición económica mundial que nuestro país ocupará en una década sino se arremeten medidas de calado político y estratégico que impulsen el cambio de modelo de crecimiento? ¿Han imaginado como es un país desequilibrado con dos polos alejados entre las ciudades tecnológicas y el resto del territorio? ¿Saben que supone en materia de garantizar servicios y derechos a los ciudadanos de la década siguiente el pertenecer a un limbo no competitivo más próximo a Marruecos que a Dinamarca?

Si preguntáramos a esos representantes si saben, en palabras de Enrique Dans, que es ‘la economía de la verdad’ que sustituye a ‘la Nueva Economía’ pocos o ninguno sabría realmente responder. Si les preguntáramos que es 'Facebook, Google o Amazon seguramente su respuesta sería una aplicación frívola, un buscador y una tienda de libros cuando la realidad es que son el espacio donde sucede la economía real. Nada que no sea digital será economía y de eso va todo este debate'. Sino lo ven, sino lo aceleran, nos vamos a dar una hostia que la del 2008 va a ser una especie de broma escolar.

Y es que en agosto ya tuvimos un aviso. El peor verano para la seguridad social desde 2008 se nos plantó delante de las narices y pocos quisieron verlo. Casi 150.000 cotizantes desaparecían sin dejar rastro mientras los discursos continuaban con el ‘seguimos creando empleo’. La creación de empleo se va a ir ralentizando porque no hay empleo que crear. Los sectores que mejor representan el cambio de modelo irremediable y al que no podemos renunciar no generan empleo. El sector biotecnológico ya es más importante que el todopoderoso turístico pero no empleo a casi nadie en comparación.

La paradoja es que si queremos empleo solo podemos crearlo en los sectores que sabemos son pura sentencia de muerte. La solución está en equilibrar esa jugada y preparar nuestro espacio social a uno donde trabajar sea un efecto secundario, donde la gestión pública sea capaz de salvaguardar rentas mínimas y dónde el sector privado establezca criterios productivos de vanguardia bajo el soporte y estímulo urgente de la administración.

Sigue la vivienda disparada y no es más que un disparo al pie. La locura ha empezado y de locos el futuro va a estar vacio. En el segundo trimestre del año las ventas se incrementaron un 23,7%, el precio se encareció en 7,5%, las hipotecas se han vuelto a poner de moda en los almuerzos de esa falaz clase media y los vientos parecen empezar a traer ese olorcillo tibio a sequía que permaneció durante años. No aprendemos, es hasta comprensible, pero que un gobierno no establezca urgentemente las medidas que eviten la que se avecina, no se puede entender. Lloverá sobre un charco. La demanda se ha activado y vuelve a no tener ningún límite. Allá vamos, cuesta abajo y sin frenos.

Sin frenos porque mientras re-fabricamos nuestra sociedad soportada en viga de hormigón pretensado y ladrillo cerámico, el empleo se irá reduciendo, no creando. El recorte de personal es irremediable en miles de empresas. No porque vayan a tener menores ingresos, sino porque las funciones que millones de personas realizan ahora mismo en breve serán sustituidas por robots o software. ¿Has analizado cuantos puestos de atención al público en los que hasta hace unos pocos años una persona te atendía, ahora esa relación la formalizas con una máquina? No es necesario leer informes, con revisar tu entorno verás que el recorte masivo es exponencial. Sino lo ves, entonces mira lo que pasa en otros lugares.

¿Cuánto te queda en tu puesto de trabajo? ¿Lo has pensado? Me gusta ser optimista y hablar de un mundo mejor a medida que la tecnología nos ofrezca un mundo más humano, pero me preocupa que eso va a pasar en algunos lugares que han empezado a preguntarse como abordar el mayor desafío al que se ha enfrentado la humanidad, mientras que en otros nadie está analizando como hacerlo. En España la transición a una economía que automatizará todo lo automatizable no tiene timonel y cuando el mar que hay que surcar es bravo y lleno de peligros sin alguien que tome el timón la deriva es muy mala consejera, se suele naufragar. 

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Diferenciar entre digitalizarse y transformarse digitalmente. El caso del 'Mall-Data'.

La Asociación Española de Centros Comerciales me propuso dar una conferencia en su XV Congreso Nacional. Me pidieron que ofreciera una exposición que tratara de manera general el momento que vivimos a la vez que expusiera algunos casos de transformación digital en clientes que pudieran ser comparables a los que asistían al congreso. La idea era cambiar el habitual modelo de conferenciante que habla de un modo teórico, casi académico, de cosas que el público ya sabe, conoce y quiere cambiar, y que se olvida de dar claves concretas para mejorar la fase de transformación de todo un sector y aporta ejemplos para inspirarse en cómo hacerlo. Así me lo pidieron y así lo intenté hacer

La Asociación Española de Centros Comerciales me propuso dar una conferencia en su XV Congreso Nacional. Me pidieron que ofreciera una exposición que tratara de manera general el momento que vivimos a la vez que expusiera algunos casos de transformación digital en clientes que pudieran ser comparables a los que asistían al congreso. La idea era cambiar el habitual modelo de conferenciante que habla de un modo teórico, casi académico, de cosas que el público ya sabe, conoce y quiere cambiar, y que se olvida de dar claves concretas para mejorar la fase de transformación de todo un sector y aporta ejemplos para inspirarse en cómo hacerlo. Así me lo pidieron y así lo intenté hacer.

Habitualmente mis charlas giran alrededor de un debate que yo mismo propongo y que considero fundamental a estas alturas. ¿Es suficiente digitalizarse? ¿supone una transformación en sí misma esa digitalización? ¿es lo mismo digitalizarse que transformarse digitalmente? Obviamente, según mi opinión, no es lo mismo. La primera es claramente un foco de cambio, por supuesto, pero no es suficiente dado el volumen de cambios que vivimos actualmente. Digitalizados lo estamos todos, transformados no. Digitalizarse es quedarse en algún escalón anterior, en el paso previo necesario para transformarse gracias a esa digitalización. Uno de los casos que explico es el de un viejo cliente que tuve y que fue bautizado como ‘el chatarrero digital’.

Hace un par de años un amigo me llamó para pedirme ayuda. Su negocio estaba en quiebra. Tenía un desguace de vehículos y, contrariamente a lo previsto, la crisis no le estaba beneficiando. Sus ventas habían caído en picado. Su modelo de negocio dependía de que los automóviles que debía descuartizar no eran suficientes para ofrecer un recurso atractivo a los escasos compradores que se acercaban a su superficie en las afueras de una pequeña población al norte de Barcelona.

Me instalé en su empresa durante dos semanas. Examiné los procesos y hablé con los implicados. Al poco le ofrecí una solución que resultó ser muy beneficiosa. Lo primero que le comenté era que su sistema de desguazar los autos debía estar sintetizado. Para ello compré una base de datos que aportaba la mayoría de modelos y marcas del mercado. El sencillo software que instalamos en una PDA permitía que el desmontaje se codificara y concediera una ubicación ordenada de todas la piezas. Asi se lograba una eficaz distribución y una eficiente inventario a tiempo real. Ese listado se incorporaba a una base de datos en las oficinas de la empresa.

Hasta ese punto nada nuevo, nada especial. No disponíamos de ninguna característica que diferenciara ese negocio de otros que ya hacían algo parecido. La singularidad, el diferencial, el valor añadido se logró en el preciso instante que esa base de datos, esa eficiente máquina de ordenar las existencias, se digitalizó en la red. A partir de ese instante las ventas online empezaron a producirse. En menos de un año la facturación aumentó a niveles impensables durante la crisis.

A pesar de todo esto, no nos paramos. Ramón, que así se llama el hombre que decidió no detenerse ante las dificultades, preguntó si era factible vender piezas de coches clásicos por Internet. Fue posible. Esa es ahora una de sus principales ofertas. Se ha convertido en un hub de captación para los coleccionistas y un conector para los exclusivos clientes que se esconden tras el apasionado mundo de los coches de autor. Ahora sus ventas se miden por países y no por comarcas.

En este caso que acabo de recuperar, la primera fase era la de convertir todos sus procesos en pasos digitalizados. Una base de datos, una manera de interactuar entre administración y operarios, etc. Pero no se transformaron hasta que todo ello empezó a generar datos, a poder trabajar con ellos, a comercializar digitalmente, a generar una marca realmente digital.

Y es que Internet ha ido evolucionando rápidamente. De hecho cada vez lo hace más rápido. Del propio nacimiento de Internet se dijo que era como una pantalla más accesoria a la televisión. Del ecommerce se dijo sería un simple canal de venta más y está clara la importancia comercial que tiene. De las redes sociales que se dijo sería un simple entretenimiento y es evidente que no es así. Que se lo digan a quienes gestionan la nueva publicidad. Del e-mobile se dijo que era como Internet pero en pequeñito y sabemos que una cosa son las aplicaciones y otra adaptar una web a ese formato. De las plataformas sociales se dijo serían para gente solidaria nada más y ahora mismo sabemos que están poniendo en juego modelos de negocio que parecían intratables.

En la ponencia a la que me he referido expliqué lo que solemos hacer cuando un cliente nos solicita iniciar un proceso de consultoría acerca del grado de transformación que una empresa u organización ha alcanzado. Para saber si hablamos sólo de digitalización o de transformación buscamos valorar el estado de uso digital de la comunicación, el modelo de digitalización expuesto hasta la fecha, el modelo de comercialización y sus automatismos de procesos, la penetración de los aspectos de socialización, el modelo de movilización de todo el cuadro estratégico de la empresa y los usos colaborativos de todo el circuito comercial. Todo ello nos conduce a una valoración, a una nota, a una hoja de ruta a tratar a fin de llegar a la ansiada ‘optimización’ que en este caso es la traducción de la verdadera ‘transformación digital’. Sin esto, y a pesar de estar digitalizados’ no tenemos garantizada la eficiencia.

Para vivir adecuadamente una transformación digital debemos dirigirnos hacia la eficiencia, hacia la optimización. Digitalizarse no lo garantiza como decía, es algo más complejo. Entre los casos que expliqué y que desde mi despacho hemos desarrollado hablé de dos en concreto. El primero fue el del Centro Comercial de Miami y el segundo con el ‘mall’ de DrunDrun en Dublín. Con el caso de Florida lo que hicimos fue gestionar las bajas laborales provocadas por un software que sustituía a un tipo de trabajadores concretos, solicitando que éstos pasaran a ser agentes digitales del propio parque comercial. Fue un éxito y ya estamos preparando la segunda fase.

El caso del segundo centro comercial, el irlandés, es más sofisticado. Se trata de omnicanalidad, de gestionar diferentes dispositivos para trazar todos los datos posibles de la gente que visita el parque. En realidad son ‘beacons’, radares que localizan movimientos, actitudes, datos en general y que permiten aportar una gran cantidad de elementos desestructurados que se analizan con los que si estan bajo una estructura. Sin llegar a ser ‘big-data’ se logra ofrecer productos y servicios a los visitantes que incrementan ventas, interacciones de marca y valoraciones positivas. Esta gestión de datos menor se le suele llamar ‘small-data’ y en este caso, al modelo de uso y gestión que hemos registrado y presentado públicamente, le pusimos el nombre de ‘Mall-Data’. Hay naming para todo.

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Conferencias, Prensa Marc Vidal Conferencias, Prensa Marc Vidal

No debemos pensar que la tecnología nos quitará el trabajo

El Diario de Navarra y Bankinter me invitaron la pasada semana a ofrecer una charla durante los Desayunos que este diario y este banco organizan en Pamplona de manera periódica y desde los que se debate hacía dónde se dirigen los negocios y la sociedad en general. Los organizadores estaban muy interesados en que centrara mi ponencia en los elementos que caracterizan la denominada Cuarta Revolución Industrial y en el modo en el que afectará a los negocios locales. En ese ámbito centré mi conferencia sumando una serie de recomendaciones y ejemplos con los que desde el ámbito de la Pyme se puede abordar para sacar ventaja en estos tiempos tecnológicamente frenéticos. A partir de mi intervención y de la entrevista posterior se publicaron dos artículos que considero relevantes pues de algún modo son una especie de resumen de cuanto aquí comentamos a menudo

El Diario de Navarra y Bankinter me invitaron la pasada semana a ofrecer una charla durante los Desayunos que este diario y este banco organizan en Pamplona de manera periódica y desde los que se debate hacía dónde se dirigen los negocios y la sociedad en general en tiempos de redes. Los organizadores estaban muy interesados en que centrara mi ponencia en los elementos que caracterizan la denominada Cuarta Revolución Industrial y en el modo en el que afectará a los negocios más locales.

En ese ámbito centré mi conferencia, sumando una serie de recomendaciones y ejemplos con los que desde la Pyme se pueden abordar estos tiempos tecnológicamente frenéticos a fin de sacar ventaja competitiva. A partir de mi intervención y de una entrevista posterior se publicaron dos artículos que pueden ser interesantes pues, de algún modo, son una especie de resumen de cuanto aquí comentamos a menudo y que en mis conferencias, workshops y consultorías expongo. 

El primer artículo de Carmen Garde en el Diario de Navarra es un resumen de la conferencia, poniendo énfasis que no debemos temer que la tecnología nos pueda quitar trabajo, pues eso es absolutamente inevitable como lo fue en otros momentos de la historia en otras revoluciones tecnológicas. Lo que debemos entender es que vamos a disponer de un tiempo distinto y de una organización radicalmente distinta dónde los conceptos empleo, tiempo libre, conciliación y horarios van a cambiar definitivamente y dónde aquello que esté sujeto de ser digitalizado o robotizado lo será.

“No hay que pensar que la tecnología nos quitará el trabajo”

“El hombre suele llamar crisis industrial a todos los partos dolorosos que significan cambiar por completo el paradigma de su vida”. El consultor tecnológico, Marc Vidal, utilizó la citada frase para explicar que lo vivido desde el año 2008 a nivel mundial no ha sido, como muchos piensan, una crisis económica. “Ahora empezamos a detectar que no lo era. Estamos viviendo la cuarta revolución industrial”, enfatizó el analista ante los 150 asistentes del tejido empresarial de la Comunidad foral que ayer asistieron a un desayuno de trabajo organizado por Diario de Navarra y Bankinter, celebrado en el hotel Muga Beloso. “En el Foro de Davos se le ha dado a la crisis, por primera vez, la categoría de cuarta revolución industrial”, subrayó Vidal. Porque, según dijo, vivimos el “momento histórico” en el que la robotización, la automatización y, sobre todo, la disminución o anulación de intermediarios en la prestación de servicios han empezado a transformar nuestra sociedad y nuestra economía “para hacer, en principio, un mundo mejor”. “Un mundo -prosiguió- en el que cuantas más máquinas rodeen nuestra vida, cuanta más tecnología nos quite tiempo de trabajo, más humanos vamos a ser. En lugar de pensar que nos va a quitar el trabajo lo que tenemos que pensar es que nos dará tiempo para nosotros”.

El consultor valoró la tecnología, porque “siempre” ha sido un elemento “favorable” y de “evolución” para el hombre, aunque Vidal consideró “normal” que tengamos “el mismo miedo que nuestros antepasados ante cualquier cambio tecnológico”.

Pero una vez puesto el escenario de la cuarta revolución, el reto que hay encima de la mesa para todas las empresas es aprovecharla. No quedarse mirando cómo suceden las cosas. “Para ello, hay que ampliar el campo de visión. Tenemos que ser capaces de ver más allá. Si no, no les saldrá”, previno a los asistentes.

Entonces, pasó a dibujar con historias y metáforas unas claves del actual contexto tecnológico. Habló de que hoy ya no se venden productos (ejemplo discos), sino servicios(suscripción a Spotify), de que hoy los clientes se mueven “mejor” que las empresas en el sistema en red y expuso que el comercio electrónico acapara hoy el 8% de las transacciones y que en seis años llegará al 60%.

También se refirió a la “leyenda del refrigerador”, un frigorífico que detecta que no hay leche y manda un correo al supermercado solicitando no cualquier leche, sino una determinada según criterios económicos o con las propiedades nutricionales que mejor convengan a la familia. Porque, según el consultor, los procesos robóticos son imparables y van a estar muy presentes en nuestra vida. “Vamos a un mundo automatizado. Los objetos ya se ha conectado a Internet y en unos dos años llegará lo que se llama el Internet absoluto. Todo conectado”.

Por eso, las empresas no deben perder el tiempo. Deben apostar de forma decidida por “una cultura de la innovación constante”. ¿Cómo? Marc Vidal dio, en esencia, dos pautas. La primera, crear una red integradora en las empresas. “Trabajar en red es mucho más que pensar juntos, es cosas como ver en los rivales valores interesantes”, detalló.

Y en segundo lugar, el experto recalcó la importancia de “entender que vivimos en la prueba constante”. Dijo que la Red permite a las empresas “equivocarse” con un “coste relativo”. “La filosofía de la prueba y error es una ventaja que sirve para comprender la innovación”, afirmó Vidal, para quien “el error digital no deber ser ningún drama”. Pero advirtió que no se trata de probar sin más, sino que es necesario que las empresas crean “en firme” en la digitalización y que dispongan de una estrategia a medio plazo “que no fachada”. “Recuerden: el cambio es básicamente mental”, concluyó.

La entrevista que me hizo Diana de Miguel para el mismo Diario de Navarra no se centra tanto en el empleo en si, sino que se interesa por los modelos de negocio, dando una relevancia especial al hecho de que hay negocios que pueden estar en la urgencia de mutar a otro. Destaca una frase que repito dónde aseguro que 'los bancos son las nuevas discográficas' interpretando de este modo que la banca está sujeta ahora mismo a una 'uberización' de su modelo y que su mutación obligada por las 'Fintech' es irreversible. Quien lo entienda pronto y bien sobrevivirá, quien no lo haga irá perdiendo negocio irremediablemente.

“Los bancos son las nuevas discográficas”

Marc Vidal, presentador de los programas de TVE Economía de Bolsillo y Economía de Futuro, es inversor tecnológico, consultor en transformación y estrategia digital aparte de un solicitado conferenciante internacional. El martes protagonizará un desayuno de trabajo organizado por Diario de Navarra y Bankinter bajo el título La digitalización en las empresas en el que esbozará algunas de las claves para que la empresa afronte con éxito una transformación que, aventura, será dolorosa. Sitúa a la banca como uno de los sectores más amenazados por un cambio de época histórico marcado por una transformación digital que, recuerda, obliga a cambiar la forma de pensar.

¿Cuál es el primer paso para abordar la digitalización en una empresa?

Lo primero es asumir el momento en el que vivimos. Hemos llamado crisis a una revolución en todos los términos de la economía. Lo hemos pasado peor porque no sabíamos dónde estábamos. Por eso, las empresas deben primero concienciar sobre ese cambio de paradigma que nos obliga a pensar de otra forma.

¿Qué papel debe jugar la tecnología en ese cambio?

La tecnología no es la esencia del proceso, pero sí una herramienta que nos ayudará a que el cambio suceda. Se necesitan las dos cosas: el cambio de conciencia y la aplicación tecnológica y sin una no tendremos la otra.

Sigue habiendo empresarios que creen que transformarse digitalmente es tener una cuenta en Twitter. ¿Qué les diría?

Que la transformación digital es algo más transversal y que ocupa especialmente al cuerpo directivo que debe convencerse de que tiene que trasladar al resto de su equipo ese cambio tecnológico.

¿Qué sector o sectores ve más amenazados?

Todos aquellos cuya actividad la pueda desarrollar una compañía jovencita con muchas ganas de cambiar procesos y modelos. Se pueden encontrar con que cambie todo el sistema. Por ejemplo la banca. Parecen los amos y señores, pero las fintech -empresas de servicios financieros que utilizan la última tecnología para poder ofrecer soluciones innovadoras- les están comiendo cuota de mercado. Muchos bancos están buscando fórmulas y sinergias con las fintech. Los bancos son las nuevas discográficas. Solo hay que preguntar a un empresario si abriría una tienda de discos o una de música. Hace diez años, la respuesta hubiera sido distinta, pero hoy nadie montaría una tienda de discos. O se modifica todo el proceso que tiene que ver con la relación con el cliente y su modelo de trabajo, o la banca y las empresas en su conjunto se pueden encontrar con un problema a corto plazo.

¿Quiere decir que las empresas que no aborden la transformación digital no sobrevivirán?

Empresas que hace 15 años no existían, que nacieron ya como nativas en el ámbito digital, se encuentran hoy entre las 10 más importantes o capitalizadas del mundo, y las que iniciaron una transformación digital profunda antes de la crisis han vivido este proceso con beneficios. Las empresas no tienen elección.

En una comunidad como la navarra con un peso industrial tan importante el reto es aún mayor.

Para Navarra es la gran oportunidad para impulsar un cambio en el modelo de crecimiento y que sus productos sean competitivos con los del resto del planeta. Históricamente, la Comunidad foral ha estado a la cabeza de la innovación y ahora debe coger su sistema de trabajo y sus modelos industriales y transformarlos de forma radical y transversal para tomar la delantera en Europa.

¿Qué nuevos perfiles laborales vislumbra?

Seguimos hablando del trabajo como si estuviésemos en el siglo XVIII. Pensamos en jornadas laborales, en cotizaciones... Cosas que necesaria e imprescindiblemente vamos a tener que cambiar. No sé de qué forma ni qué traumático será, pero el futuro del trabajo no será como ahora. Lo que se pueda hacer con máquinas se hará. Es más rápido, eficiente y barato.

¿Se reducirán las jornadas de trabajo?

Ya pasa en algunos países. Las jornadas bajan sin mermar la productividad porque un software realiza parte del trabajo. Los robots nos van a humanizar.

¿Qué medidas pondría en marcha si fuera presidente del Gobierno?

Procuraría que los impulsos hacia un nuevo modelo de crecimiento que tengan que ver con la tecnología se ejecutaran y no se diese vía libre al crecimiento especulativo y vinculado a sectores intensivos que nos llevan a otro desastre económico. No parece que estemos construyendo una sociedad del conocimiento sino todo lo contrario.

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Desde Talentya 2016: el estímulo de una revolución íntima y la incertidumbre cómo motor.

Durante la pasada semana tuve la oportunidad de participar en uno de los encuentros más especiales y estimulantes que existen en cuanto a desarrollo cultural, innovación y pensamiento crítico en España. Hablo del Think Tank Talentya en su edición de 2016 que se llevó a cabo entre el 12 y el 15 de julio en Palma de Mallorca. De la mano de Juanjo Fraile y su maravilloso equipo. Los participantes vivimos cuatro jornadas mágicas en las que tuvimos oportunidad de reflexionar acerca del momento que vivimos cómo sociedad y cómo individuos.

Durante la pasada semana tuve la oportunidad de participar en uno de los encuentros más especiales y estimulantes que conozco en cuanto a desarrollo cultural, innovación y pensamiento crítico en España. Hablo del Think Tank Talentya en su edición de 2016 que se llevó a cabo entre el 12 y el 15 de julio en Palma de Mallorca. De la mano de Juanjo Fraile y su maravilloso equipo, los participantes vivimos cuatro jornadas mágicas en las que tuvimos oportunidad de reflexionar acerca del momento que vivimos cómo sociedad y cómo individuos.

Las sesiones temáticas y actividades complementarias que se celebraron en la isla, considerada una de las más bellas del mundo, giraron en torno al término ‘Creacción’, intentando identificar en una palabra la necesidad de confluir en un mismo espacio las ideas y el complejo paso de ponerlas en marcha. Talentya es una convocatoria anual que se desarrolla en verano en el marco renovado de Can Martí Feliu, una joya arquitectónica del siglo XIII en Palma de Mallorca. Desde el primer instante, cuando se produce la recepción de los apenas cuarenta participantes, ya se respira el poder de la música y la compañía de personas con mucho que aportar. Desde el minuto uno el talento y la acción confluyen.

Los debates se llevaron a cabo a partir de las intervenciones más o menos imprevistas por parte de todos los asistentes y otras agendadas con algunos ponentes de referencia como Gema Hassen-Bey, José María Gasalla, Fernando Romay, Antonio Garrigues, Teresa Viejo, Ana María Llopis, Niña Pastori y Chaboli,  Luis Malibrán, Ignacio Villoch, Javier Sirvent, Luís Alvarez o Alfonso González Aguilar. Tuvimos la suerte de disfrutar del bailador Eduardo Guerrero o del cantante y actor Daniel Diges. El maestro de ceremonias fue el genial Mago More. El motor en todo momento fue Cipri Quintas

Entre todos buscamos propiciar la discusión acerca de los cambios que socialmente debemos arremeter con urgencia y el modo en el que desde una revolución íntima y personal es obligatorio abordar para lograrlo. 'Si quieres cambiar el mundo primero debes cambiar tú'. Este fue el ‘claim’ que se respiró durante toda la semana. Mi intervención la titulé 'la última revolución industrial' y que más adelante, en otro post, detallaré sin duda. 

Sin embargo, a raíz de estos días, estuve pensando en la necesidad de conexión genérica. No hablo de utilizar sólo aspectos tecnológicos. No hablo de una red de individuos jugando a cazar bichos virtuales por las calles con sus teléfonos inteligentes. Hablo de algo más complejo y esencial. Tengo la impresión que no debemos desfallecer en la persecución de nuestros sueños colectivos partiendo de una revolución íntima que se traslade a cada uno de nuestros semejantes. Deberíamos ser capaces de detectar nuestras opciones, sueños y acciones pendientes como individuos y sumarlas como colectivo. Tenemos pendiente una gran revolución económica que se producirá de manera inércica, una social que vendrá atada al curso de los tiempos y una íntima que tendrá que producirse en el interior de cada uno de nosotros.

En Europa muchos se resisten en aceptar que vivimos tiempos de redes, de comunidades inteligentes, de empoderamiento ciudadano, de capacitación compartida y de transformación transversal del propio sistema, un sistema que se vino abajo hace seis añosNo hay planos del destrozo, no hay reglas para repararlo. La modernidad y la tecnología al servicio del conocimiento traerá consigo mejores tiempos, estoy seguro. Por suerte, que el planeta vaya mutando hacia un escenario más horizontal, justo y conectado de un modo solidario no depende de las estructuras del pasado. Depende, entre otros, de los que cada día emprendedemos un proyecto, iniciamos una empresa, una vida, y lo hacemos con las manos en nuestro propio volante, lejos de autoescuelas, subsidios, de cloroformo en vena o de la dependencia de tanta mediocridad insitucionlizada y alejada de la realidad.

En una de las conferencias que suelo ofrecer titulada ‘No es una época de cambios, es un cambio de época’ explico el cruce de situaciones y elementos que confieren a este momento de la historia un punto esencial y diferente a otros momentos clave. Las revoluciones siempre se consideraron una crisis por los que las vivieron. Considero que los sistemas de producción y de transmisión del conocimiento están variando y son los que están haciendo cambiar al mundo. Al igual que a lo largo de la historia se han vivido revoluciones en los modelos productivos como la producción de herramientas de piedra, la domesticación de las especies animales o la industrial, ahora vivimos una digital.

De Talentya me llevo el valor de la incertidumbre. La sorpresa es todo cuanto se necesita para estar vivo. Hace años que desconozco que me espera en mi despacho, que riesgos nuevos asumiré o que personas conoceré. Hace años que, tal vez toda la vida, que no persigo un lugar definitivo. Sueño con que ese lugar no exista y así poder seguir en su búsqueda hasta el final de mis días. El desconocimiento de cuanto nos espera nos obliga a estar en alerta, en aprendizaje y ser seres humanos en beta constante. Me niego a pensar que todo esto termina en un descanso ‘merecido’ llamado ‘jubilación’.

La jubilación como concepto es anestésico. Sufro por cuantos desean jubilarse. Compadezco a las personas que piensan que el destino de todo esto es llegar a un puerto seguro y así poder tenerlo todo garantizado hasta el último aliento. Considerar que el futuro está garantizado por algún elemento es un error. Creer que los planes de jubilación, pensiones o meriendas similares financiarán nuestra etapa final es, como menos, dudoso. Debemos aceptar que los ingresos de la madurez no serán los mismos en otras etapas. Espero tener fuerzas para seguir haciendo lo que me gusta el resto de mi vida. Cuando físicamente no sea factible, lo será mentalmente.

Desear la jubilación es en si misma una prejubilación. Lo único que me angustia es pensar que habrá un día que no podré correr. Recuerdo al gran Valentín y pienso que no hay edad para terminar. Si no puedo correr, cerraré los ojos, me pondré música, buscaré un lugar con viento y lo soñaré. La deconstrucción de procesos se instaló ya en nuestro modelo productivo y de gestión. Si en apenas unas décadas todo el plan de gestión de una empresa era el de tener claro cada día lo que le tocaba a todo el mundo hacer, eso ha cambiado radicalmente. En la construcción, en el sector agrario, en la bolsa, en los mercados en muchos lugares, la clave del éxito estaba en que todos los integrantes de una estructura tuvieran claro que les tocaba hacer al despertar cada mañana.

Romper esas cadenas suponía un deterioro en el proceso que repercutía en graves consecuencias. Imaginemos el campo donde todos los integrantes de una granja tienen claras sus funciones, taras y actividades durante todos los días de la semana y horas del día. Eso nunca cambió y permaneció siglos igual. Hoy en día nada es así y los procesos ya no pertenecen a los protocolos sino a los análisis de necesidad, riesgo y acción. Esa deconstrucción de procesos ha llevado a industrias poderosas a reinventarse.

Todo esto fue Talentya. Algo muy complicado de describir en un post. Escuchar a Niña Pastori cantando para demostrar que hay cosas que 'nunca logrará hacer un robot' fue irrepetible. Un Think Tank impulsado por Fundestic, Hipermedia y Vivlium que fue posible este año gracias al soporte de Iberostar, Planeta Hipermedia, Alsa, Europcar, Hipermedia Center, Agora Next, BMW y El Teatro Príncipe Pío

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Hablando en 'Microsoft Sessions' de oportunidades competitivas en la transformación digital.

Ayer se emitió para Latinoamérica la Jornada ’10 ways Microsoft can help’ que se enmarcaban en una de las Microsoft Sessions que se desarrollan regularmente y en la que tuve la oportunidad de participar. La filmación tuvo lugar en Fort Lauderdale al norte de Miami. Junto a mi estuvieron Vanessa Olcese, de Marketing para Latam, Hugo Santana, gerente general para clientes y Tyler Bryson, uno de los vicepresidentes de Microsoft.

Ayer se emitió para Latinoamérica la Jornada ’10 ways Microsoft can help’ que se enmarcaban en una de las Microsoft Sessions que se desarrollan regularmente y en la que tuve la oportunidad de participar. La filmación tuvo lugar en Fort Lauderdale al norte de Miami. Junto a mi estuvieron Vanessa Olcese, de Marketing para Latam, Hugo Santana, gerente general para clientes y Tyler Bryson, uno de los vicepresidentes de Microsoft.

Se me pidió que analizará la situación económica en Latinoamérica en su contexto actual y cómo está afectando una profunda recesión que vive la región en su conjunto, que reflexionara sobre el momento tecnológico que estamos viviendo globalmente y cómo los clientes y directivos de Microsoft pueden afrontar el reto de transformarse digitalmente y lograr ventajas competitivas con ello, que hablara sobre donde se detectan ventajas competitivas para Latinoamérica y, finalmente, sobre ¿cómo tomar ventaja a medida que llega el tsunami de la 4ª Revolución Industrial?

La situación económica de Latinoamérica

El crecimiento que ha disfrutado la región durante el período 2003-2011 fue inédita en su conjunto. Cinco años de parón económico no lineal que se debe contextualizar correctamente. Ahora la región se encuentra en recesión técnica en diversos países y en otros con crecimiento casi nulo debido a una reducción de la demanda global, de un bajón de los precios de las materias primas y de una reducción de la entrada de capital internacional. Estos factores nos indican que se deben buscar alternativas de tipo tecnológico y de cambio de modelo productivo en muchos de estos países.

Latinoamérica está entrando en la Cuarta Revolución Industrial algo más tarde que otros puntos del planeta. Como he dicho, el Foro de Davos la describió recientemente como la mayor transformación económica que ha vivido la humanidad en su historia. Esto precisa de estrategia, de líneas de actuación, de liderazgo político incluso.

En paralelo a su propia transformación tecnológica, Latinoamérica (especialmente México, Colombia, Chile, Costa Rica, Argentina y Ecuador), está trabajando en la buena dirección en aspectos más analógicos que pueden, en breve, cambiar la tendencia los grandes índices económicos.

Estos aspectos que se están empezando a tratar y que precisan de una decidida apuesta se refieren al reajuste de las cuentas externas para evitar dependencia de materias primas, al mantenimiento equilibrado de la inflación en algunos países clave, al buen manejo del espacio fiscal adaptándose a ingresos más ajustados, al impulso decidido por la inversión para la innovación y al aumento de la productividad gracias a la formación de la base laboral.

Y a todo esto era importante reseñar donde se ubica el contexto general y global. Explique conceptos que ya hemos comentado muchas veces estos últimos años, que suelo explicar en mis conferencias, cursos o que detallaré en mi próximo libro para contratado para Planeta. Especifiqué que, a esto que vivimos, algunos le llaman ‘Crisis’, cuando eso es tan sólo el resultado, los síntomas, de algo mucho más complejo. Son los síntomas, reales y crudos, de una Revolución, la 4ª Revolución Industrial, que ha empezado recientemente y que nos ocupará varias décadas todavía. Realmente no vivimos una época de cambios, en realidad vivimos un cambio de época y su característica principal es ‘la transformación digital’

Transformación Digital para afrontar la Cuarta Revolución Industrial.

El hombre cuando vive una Revolución económica, industrial o tecnológica, suele llamar a esa época Crisis. Ya pasó en otros momentos de la historia. Nuestra Revolución es Digital, donde una sola tecnología lo ha modificado todo como nunca antes ha sucedido. Hemos pasado de la Internet Técnica (1993) a la Internet Empresarial (2001), después a la Internet Social (2006), venimos de la Internet Automática (2011), estamos en la Internet de las Cosas (2016) y pronto vendrá la Internet del Todo (2018).

Hemos pasado de ‘producto a servicio’. ¿Que quiere decir esto? Cosas que se describen en muchos blogs y conferencias de grandes analistas como que: la compañía de taxis mas grande del mundo no tiene taxis: Uber. La compañía más grande de alojamientos no tiene ni un solo hotel: Airbnb. La empresa más grande de telefonía no tiene infraestructura propia: Skype. La mayor empresa de retail del mundo no tiene inventario: Alibaba. La mayor empresa que posee más contenidos del mundo no crea contenidos: Facebook. El banco que más crece no tiene dinero: SocietyOne. La empresa de cines mas grande del mundo no tiene ni una sala: Netflix. La prensa se lee en la red, los viajes se gestionan en la red, el cine se ve en la red, las operaciones bancarias se formalizan en un smartphone, la música se escucha como un servicio, ya no como un producto. Eso es irremediable y va en una sola dirección.

Escenarios donde se detectarán las ventajas competitivas.

En base a esa situación, una vez entendido el momento, las ventajas competitivas para una empresa radica en la automatización de los procesos para la eficiencia, en la destrucción de empleos que deban sustituirse por otros aun inexistentes creándolos lo antes posible, en los mercados líquidos donde productor y consumidor se mezclan, en la reducción de intermediaciones gracias a la reducción de la cadena de valor, en la gestión de datos, análisis de datos y Big Data, en la aceleración de procesamiento de la información (sabiendo que en la implementación del Big data se posibilita que la información interna pase de ser procesada de 12 horas a 2 segundos) y en la interconexión de objetos y ‘beacons’ en una Internet Global.

Es importante entender que las tecnologías digitales valen menos por separado, pues incrementan su valor cuando se conectan a la información de la compañía e interactúan entre ellas de manera automatizada. Cuanto más procesos robóticos en la comunicación, en la gestión y en el análisis, mayor será el grado de competitividad obviamente. No hay otra. Debemos asesorarnos en ese cambio y en ese proceso, alguien tiene que acompañar a los directivos en el cambio de mentalidad y a ejecutarlo en el modelo de gestión.

Finalmente, durante toda la jornada, pudimos hablar y analizar aspectos que a Microsoft les interesaba especialmente. La oportunidad histórica que supone todo esto. Ellos mismos, ayer, presentaron novedades increíbles en el Build2016 sobre comunicación y holografía sintética por ejemplo.

Creo que aceptar los retos para los responsables y directivos de las empresas de América Latina como valor competitivo es fundamental. Es importante que los gerentes de líneas de negocio ya no vean la transformación digital como algo opcional. Las compañías que no la hagan quedarán atrás o completamente fuera del mercado.

La idea es no quedarse atrás. En 2017, uno de cada tres CEOs de las 3,000 compañías más grandes en la región pondrán la transformación digital como base de su estrategia corporativa.

Es importante asumir que éste no es un problema adaptativo sino técnico. Cuando el problema es de adaptación no conocemos el problema y por lo tanto tampoco la solución. En este caso es un problema técnico, conocemos el problema y también la solución y se trata de digitalizar, automatizar y cambio de mentalidad.

El camino que recomiendo cuando nos contratan para llevar a cabo este tipo de consultorías o procesos de cambio en empresas se basa en responder una pregunta: ¿Cómo puedo tomar ventaja a medida que llega el tsunami de la 4ª Revolución Industrial, también llamada Revolución Económica 4.0?

Nuestra respuesta es optimizando la inversión en Cloud. Esto permite empoderar a los empleados accediendo a conocimiento y recursos y generando valor con seguridad, buscando la automatización de procesos con software eficiente, comprendiendo al cliente con datos puesto que ‘la transformación digital no consiste en preguntarse qué quieren los clientes sino en comprender qué hacen los clientes, activando la fuerza Mobile de tu compañía puesto que el 70% de las transacciones que se realizan hoy en día en Latam son vía dispositivos móviles y mejorando los procesos de formación continuada y digitalizada para trabajar en red de un modo mucho más eficiente.

A mi modo de ver tenemos un compromiso que va más allá de la economía, tiene que ver con el reto histórico que nos ha tocado vivir en cada área de responsabilidad que todos tenemos. Se trata de querer vivir este momento histórico. Se trata de querer ser protagonistas de uno de los cambios sociales, culturales y económicos más intensos que se han vivido jamás. En el mundo hay dos tipos de directivos, como de personas: los que abrazan los retos y los que se conforman. Los tiempos que vivimos no son fáciles, nunca es sencillo un proceso de cambio disruptivo como el que he descrito, pero este es uno de los más fascinantes que hemos vivido como especie.

Me gusta terminar mis conferencias con una metáfora. Al igual que las cometas cuando vuelan, si el viento es contrario a ellas, vuelan mucho más alto. Como responsables de empresas que quieren sentir el valor de transcender, de convertirse en las más importantes y de hacerlo en plena revolución tecnológica, para obtener a medio plazo grandes ingresos, en Latinoamérica especialmente toca volar contra el viento, seguramente al final volarán mucho más alto.

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“En una década internet lo será Todo”, entrevista para AECOC

Hace unos meses ofrecí una conferencia en Madrid a cuatro manos junto al inventor Pep Torres en el evento que celebra cada año AECOC, asociación que cuenta con 26.000 empresas del sector de la fabricación y la distribución. Al finalizar Gustavo Núñez, Director General de Nielsen me entrevistó para la revista C84 que se publicó a finales de verano. Os dejo abajo la transcripción completa que también podéis descargarla en [.pdf]. 

Hace unos meses ofrecí una conferencia en Madrid a cuatro manos junto al inventor Pep Torres en el evento que celebra cada año AECOC, asociación que cuenta con 26.000 empresas del sector de la fabricación y la distribución. Al finalizar Gustavo Núñez, Director General de Nielsen me entrevistó para la revista C84 que se publicó a finales de verano. Os dejo abajo la transcripción completa que también podéis descargarla en [.pdf]. 

GN: Dice Marc Vidal que la nueva sociedad digital está permitiendo algo muy estimulante: el acceso universal a la información y la conectividad global. Que la tecnología nos permitirá vivir en un mundo mejor y que el futuro cada vez es menos ficción y más ciencia. Por eso, en su opinión, “ahora toca transformarse digitalmente”. En este entorno este emprendedor tecnológico se mueve como pez en el agua. De su paso por Silicon Valley aprendió que la tecnología es la punta de lanza del futuro. Por eso hoy vive en Dublín, el Silicon Valley europeo. Vidal pertenece al “club de los soñadores”: “Imagino un futuro lleno de tecnología, pero más humano”.

Con 17 años te vas  a  París.  Tus aprendizajes los has  desgranado en un libro: ‘Una hormiga  en París’.  ¿Cómo fue tu juventud en la Ciudad de la Luz? ¿Qué aprendiste allí?

Mi primer viaje tan sólo duró  unos  meses. Digamos  que no fue un segmento de mi vida pero  sí una parte determinante para ella. Me fui por un anhelo, un sueño, un deseo de conocer, sencillamente descubrir lo que yo consideraba por aquel  entonces el centro del mundo. Había leído tanto sobre lo que allí había  sucedido y sucedía en el mundo del arte, la cultura, la sociedad, la política, etc. que tenía la sensación que perdérselo era  un pecado. Y decidí ir sin permiso de nadie.  A mis padres les dediqué mi libro por el mal rato (largo)  que les hice pasar. Al llegar  a París,  sin dinero y sin saber ni hablar francés, me di cuenta rápidamente que pintaba que lo iba a pasar mal. Tuve que buscarme la vida porque no pretendía volver pronto. Así organicé poco a poco un grupo de músicos orientales que ya actuaban por las calles y les convencí para que tocaran pero  de otro modo,  pues  detecté que podían  ganar másy más rápido. Durante unos meses algo que hice simplemente para sobrevivir se fue convirtiendo en un negocio. De eso habla  el libro y de cómo  todo aquello derivó  en modelos de gestión, negocio, comunicación. Tengo  la sensación de que algunas cosas todavía las aplico de un modo  muy similar. 

¿Cómo surge en ti el interés por la tecnología, por la Nueva  Economía? ¿Cuáles fueron  tus primeros proyectos?

La tecnología nos acompaña siempre. En cada  momento en el que el hombre ha variado sustancialmente su manera de vivir, comunicarse o trabajar una tecnología ha sido determinante y se ha asociado inmediatamente a cambios culturales, económicos y políticos. El hombre antiguo tuvo sus revoluciones tecnológicas ya en la Edad de Piedra. En la Revolución Industrial lo mismo.  Cada avance vinculado a la escritura, el sonido o la imagen ha sido otra tecnología que ha marcado un hecho disruptivo. La tecnología significa  cambios en la distribución del trabajo y en la transmisión del conocimiento. Para mí eso es lo interesante de la revolución tecnológica que vivimos. Supongo que ahora la entiendo como  tal. Hace 20 años  en mis inicios en esto de internet no sabía  hasta qué punto sería determinante, pero  estoy seguro que la pasión por lo nuevo, disruptivo y transformador me atrajo irremediablemente. Mi primer proyecto digital fue en 1994 cuando pretendía diseñar páginas web en un escenario en el que todavía no había  prácticamente webs y que se basó  en un solo y enorme cliente que creyó en el potencial de la red en ese  momento. La empresa, mi único cliente, quebró y yo con ella. Aprendí  que el B2B es duro  cuando es sólo B2oneB.

¿Qué recuerdos tienes de tu paso por Sillicon Valley,  foco  tecnológico de referencia en el mundo?

Estuve de paso  por un proyecto que, una vez planteado tecnológicamente, precisaba de entrar en el escaparate más grande que existe en el mundo.  Vender allí es muy complicado, pero  si vendes has vendido de verdad. Lo  primero que aprendí es que hay un espíritu emprendedor que se vincula a otro de tipo explorador. Allí lo ejercitan. Se desarrolla tecnología porque es la punta de lanza  del futuro, y se hace con un valor por la empresa y el reto personal tremendo. Como te digo, entre idas y venidas a Europa, técnicamente no fui un ‘habitante’ de Silicon Valley pues, incluso, yo estaba más vinculado a Santa Bárbara —cerca de Los Ángeles— que a San Francisco o San Diego. Pero estuvimos meses conociendo gente, grupos, empresas, gurús, familias. Todo muy grande. Aprendí  sobre todo que Silicon Valley es irrepetible. Nadie que hable  de hacer un ‘nosedonde de arriba’ Valley lo va a lograr. Tiene que ver con estrategia política,  dinero, riesgo, espíritu y educación. La vinculación entre el talento derivado de las mejores universidades del mundo y el capital riesgo capaz de invertir por encima de la lógica de mercado muchas veces lo hacen único.

Antes las empresas se transmitían de generación en generación. Hoy tú creas y vendes empresas de forma continuada. ¿Es este un símbolo  de los tiempos? ¿El futuro está en los “monopolios temporales” de los que habla el economista sueco Kjell Nordstrom?

Bueno, yo combino esas dos cosas. Por un lado, mantengo mi consultora en transformación digital, Idodi Only Different Ideas, que al ser una empresa de servicios no tiene porque ser vendida. Por otro, fundo o ayudo a fundar empresas tecnológicas invierto o dirijo algún fondo, como  Idodi Venture Capital, que invierte en startups. Bajo mi perspectiva estas son las que tienen una vida muy concreta para el que participa. Son empresas de producto, de algo que tiene que ver con trayectos de desarrollo y evolución. Cuando mi parte, mi fase,  lo que yo sepa hacer mejor  o el tiempo de inversión es suficiente para obtener beneficios me aparto, vendo  o fusiono. El futuro es algo más que monopolios, de hecho creo  que a pesar de que aparentemente tres o cuatro grandes compañías tienen el control de mucho,  el tiempo generará lo que yo denomino el monopolio del transhumanismo, algo así como  un espacio de control donde la singularidad tecnológica nos permitirá elegir  en un mercado muy atomizado y donde el monopolio tradicional dependerá de datos y no de empresas. ¿Quién gestionará esos datos? Esa es la preocupación de los filósofos tecnológicos  en la actualidad.

¿Se  puede  enseñar a emprender o esa es una inquietud y una actitud ante la vida que se tiene o no se tiene?

Se pueden enseñar habilidades, skills. En las escuelas de negocio difícilmente diferencian entre directivo de empresa por cuenta ajena y ‘jefe’ emprendedor. Debe haber una formación para esto, debe haber estudios que sepan aportar conocimiento a cómo  se emprende, pero también debe ser  capaz de diferenciar entre lo que es ser  emprendedor y lo que es dirigir. Emprender es muy complicado. Cuesta mucho. Las cosas no salen bien desde el principio,  eso es una excepción. Lo normal es que te pases domingos y noches frente a una pantalla que no indica lo que esperas, que no da las cifras  que necesitas para empezar a tener vida. Eso es emprender también. ¿Quién te ha enseñado para qué sirve el teórico aprendizaje de si te sale mal? Tengo  la sensación de que el discurso sobre el error o el fracaso lo hace  gente que no fracasó porque la verdad es que cuando lo vives es una auténtica porquería vital. Hundirte en el fango  no tiene nada de instructivo y menos en un país como  España donde no sólo debes vivir la estigmatización social y económica, es que encima no puedes aprender nada de ello porque no te van a dejar  ni respirar. Eso es emprender. La actitud cuando emprendes es la de que tus sueños van por delante de eso, pero  debes analizar antes si tus sueños valen tanto como  para, si sale mal, afrontar la losa que vas a llevar encima durante años.  De todo se sale, yo lo he vivido, pero  de los fracasos he aprendido menos que de los éxitos, aunque reconozco que, si me hubieran enseñado cómo  aprovechar el error, tal vez todo sería distinto. No obstante, hay cosas que a veces hago  relativamente rápido para localizar donde está ese  error. Eso lo aprendí en África. El error forzado a veces no es un fracaso, es un paso hacia  el acierto.

¿Cuáles son los rasgos comunes a todos los emprendedores del mundo?

Conozco tantos tipos distintos de emprendedores que no soy capaz de enumerar nada que los defina. Puede que todos tengan un origen distinto pero  un objetivo parecido. De un inicio que puede venir por necesidad, proacción, sueños o locura, desemboca siempre en espíritu de sacrificio, preparación y, siempre, fortaleza. Poco a poco. Emprendedores sobre venidos a los que les llega el primer cliente, la primera factura, el primer empleado y el primer cobro.  Esos momentos son gloriosos. Encajar la emoción que supone tocar la superficie de los sueños que hace unos  meses desconocías tener es maravilloso. Los que hemos puesto en marcha nuestros sueños, sin saber si era posible  tan siquiera, sabemos qué es eso de pasar noches en vela, redactando, corrigiendo, trabajando en la soledad de las noches y los días que se amontonan unos  encima de los otros. Vivir ese  domingo por la tarde, exhausto pero  ilusionado, viendo  desde la ventana del despacho como  las familias  pasean, las parejas hacen cola para el cine y el mundo no se detiene en su curso sinuoso de fin de semana. Obsesiones y retos, momentos duros que a veces no producen más que disgustos pero  que cuando se reproducen con todo su brillo y belleza son la entrada perfecta a un club diferente, el “club de los soñadores” que me gusta nombrarlo.

¿Es posible para una empresa subirse al tren de los cambios tecnológicos en un momento en que estos  empiezan a coger  una velocidad de vértigo?

Por supuesto. Lo único realmente determinante es que se suba. Aconsejo dejarse asesorar. Igual que un conductor novel necesita un tiempo para llevar el coche junto a un instructor, este nuevo modelo económico precisa de que te ayuden inicialmente, te acompañen. En mi empresa lo hacemos a diario y aprendemos todos, los que conducen y los que ayudamos a conducir. Es lo maravilloso del momento. Y, en apenas una década, lo que ahora llamamos internet, sencillamente será ‘Todo’. Cada evolución, cada  cambio  que simplifica un proceso, cada  vez que una línea de código  es eliminada de un programa para simplificar el proceso o cuando se sustituye ese comando por otro que es capaz de hacer algo por sí solo, y lo hace en coordinación con un objeto para completarlo en la globalidad del conjunto de nuestra existencia inmediata, nos acercamos a un nuevo y radical cambio.  No es sólo ya que las discográficas, las agencias de viajes o un nuevo negocio afectado por la modificación en la cadena de valor esté en riesgo cada vez que hay un nuevo ‘avance’ en la morfología de internet. No, es algo más complejo. Tiene que ver con la adaptación al medio de algo vivo, con la propia evolución de algo nuevo que interpretábamos que era un ‘sistema’ y ha resultado ser  un ‘ecosistema’ que muta, mejora y se adapta. En apenas dos décadas internet ha cambiado tanto que no lo reconocemos quienes lo vimos nacer. Somos una generación que vivía sin él, sin teléfonos móviles,  sin Google. Cuando querías saber algo debías ir a un lugar  llamado ‘Biblioteca’ y no era para estar tranquilo o en silencio, era  para consultar la sabiduría universal, algo que hoy cabe  en un USB. Mientras todo transcurre, internet crece y se convierte en “Todo”. Los que ya participan de la Nueva Economía, ¿no corren también el riesgo de ser superados por la ola de cambios que se están produciendo? Nadie está a salvo.  De hecho es parte del juego.  Pero  no por ello debemos parar ni temerlo. Como especie tenemos la obligación de progresar. Lo hicieron nuestros antepasados y tenemos el mundo que  tenemos, mucho mejor  que ninguno anterior. Todavía  falta mucho y por eso  debemos abrazar los avances y manejarlos inteligentemente. El terror a lo nuevo es humano, el alejarse de la novedad no. La Ley de Moore dice que  la potencia de los chips  de los ordenadores se dobla  cada  año,  pero ahora entendemos que  esta ley no sólo se restringe a los chips,  es algo que  pasó  con los diodos,  las válvulas,  y todo lo que  se desarrolló antes, y no sólo se restringe al campo de los ordenadores, está ocurriendo en la biología  sintética o la biotecnología. Cada  vez que convertimos la tecnología en una ciencia de la información se convierte en exponencial.

Hay quien  duda  que esa  capacidad de crecimiento sea  infinita puesto que físicamente hay un límite. En ese  momento, para seguir creciendo exponencialmente requeriremos de otra tecnología, pero  mientras ese  momento llega, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo vamos a vivir ese  tránsito acelerado empresas, individuos e instituciones?

Hay países dónde ese  futuro se afronta de un modo  optimista y otros que lo abordan desde el miedo.  Estos últimos lo van a pasar muy mal. El mercado de trabajo no va a ampliarse. Si tienes un 25%  de paro  no vas a reducirlo ya nunca al 4%.  El pleno empleo es una quimera para los que no están enfrentándose al futuro como  toca. En menos de un decenio el mercado laboral se fragmentará eliminando intermediarios dejando en dos espacios contrarios todo el sistema. Hablamos de los empleos cualificados bien pagados por un lado y los de escasa cualificación y mal pagados por otro. El riesgo es la fractura social más que evidente. Lo mismo  pasa con empresas y sistemas políticos. Donde podamos incluir un software o un robot capaz de hacer algo que un humano sea más lento o ineficiente, el cambio sucederá. Sin embargo, cada  vez que un intermediario desaparezca, cada  vez que un automatismo se encargue de un puesto de trabajo ‘humano’ la cadena de sucesos se irá agilizando. Millones de nuevos empleos aparecerán, menos que los que se destruirán por una lógica física. Nuevos  modelos impondrán un reto para los gobiernos y, por supuesto, para las personas. La revolución tecnológica precisará de que cada  uno de nosotros tengamos nuestra propia revolución íntima.

Te he oído decir que en el 2022 todas las ventas se realizarán por internet. ¿Desaparecerán las tiendas tal como  las conocemos? ¿Qué habrá en su lugar?

Vamos  hacia  un mundo sin empleo, donde todo  lo que  no sea  necesario  o eficiente que  lo haga el hombre no lo hará. Lo realizará un robot o un software y muchas de las cosas que  ahora compramos ya no son  lo que  eran o están hechas de lo que  estaban hechas. Ya no compras ‘minutos telefónicos’, compras contenidos audiovisuales a la misma  empresa. Ya no compras  discos,  te abonas a un servicio de contenidos. Todo cambia. Tampoco podrán cobrarnos en el futuro inmediato por cosas que  no valen  nada.  Vamos  a un mundo sin empleo pero  también sin compras, por lo menos no de cosas que ahora consideramos ‘vendibles’ que  pronto serán integrables en un sistema de commodities. La tecnología  reduce el costo de todo. Si algún  día todo ello fuera ‘gratis’ el concepto trabajo estaría en riesgo. Lo mecánico, pesado, repetitivo pasaría a ser  una  obligación técnica y los humanos podremos dedicarnos a cosas más  edificantes y creativas. Veremos cuándo y cómo, pero  de momento no estaría mal irse preparando. Las cosas suceden  y luego  las entendemos, decía Borges. Pues  eso,  cuanto antes nos pongamos, antes las entenderemos y así podremos disfrutar de todos sus  beneficios.

¿Cómo cambiarán las tiendas y las ciudades debido al e-commerce?

Vivimos tiempos de automatización inclusive  en las ventas. Tiendas digitales que sustituyen las físicas, tiendas físicas  que van incorporando automatizaciones y tiendas digitales que se integran de algún  modo en las físicas.  Para mí, lo importante es cómo  se van cayendo los muros que dividen todo y se conforma un mundo cada  vez más interconectado incluso  cuando hablamos de hechos tan ‘físicos’, analógicos y tradicionales como  ‘ir de shopping’.  Si eres un comerciante debes convertirte en un vendedor ‘omnicanal’. No tienes másremedio. Las tiendas en internet o las aplicaciones móviles no son sólo vehículos que ofrecen acciones electrónicas, ahora son mucho  más, son las puertas de entrada a tu tienda. Y esa  tienda ya no es sólo un escaparate, un salón exhibidor. Ahora tu tienda digital es un espacio de inspiración, un lugar  donde tu cliente pasa a ser un usuario que experimenta, se informa, gira y revisa hasta el detalle sin tu participación. El resto, lo que pase, es posible  que suceda en tu tienda física. La tendencia dice que eso cada  vez pasará menos, pero pasa. Ser vendedor y emprendedor requiere, en todos los casos, de innovar. Nadie dijo que eso de vender, de comerciar, fuera algo que no requería de adaptación. Ha llegado el momento más complejo y difícil para todos. Ahora  toca transformarse digitalmente. No hay otra.

Inteligencia artificial, robots, impresión 3D, internet de las cosas, revolución móvil… ¿Cuáles son las tecnologías o los inventos que van a cambiar  más nuestro mundo en los próximos años?

Las has enumerado tú. La inteligencia artificial  nos ayudará a pensar y vivir mejor; ya lo hace  todos los días. Las ciudades están gestionadas por cerebros que ordenan el tráfico por ejemplo y se basan en el aprendizaje. Los robots, drones, automatismos, coches auto conducidos… ayudan a reducir los costes que tiene su uso para la humanidad y el planeta. La impresión 3D reducirá la cadena de valor y los costes de producción hasta el punto que mucho de lo que ahora es inalcanzable será universal. La duda  aparece en temas de carácter ético cuando entramos en algo llamado ‘singularidad tecnológica’ o ‘posthumanismo’. Ahí tocará pararse un momento, si nos dejan,  y reflexionar acerca del diálogo  entre humanos y máquinas. De todo ello, la primera que has dicho, la inteligencia artificial debe ganar nuestra atención. Ahora mismo  de la inteligencia artificial ya podemos esperar muchas cosas, de su conciencia o no, veremos. Mi impresión es que su uso se encaminará a la detección de errores en múltiples campos y a aportar solución, al diagnóstico médico,  a la gestión pública,  a la asistencia personal, a la navegación sofisticada y al descubrimiento de clientes y productos para el comercio electrónico como  elemento de interacción comercial o sencillamente como interpretador de necesidades en una tienda. Tal vez todavía es un buen guión cinematográfico, una buena novela de ciencia ficción, pero  está claro  que uno de los campos más interesantes del desarrollo económico que nos espera en apenas dos o tres años  es ver como  traspasamos la próxima frontera que supone  todo ello, entre la innovación y su aplicación. Recordemos que ‘innovación existe si el mercado la acepta’. ¿Tú crees que la aceptará? Yo sí.

¿El futuro definitivamente está en el auto empleo? Si es así,  ¿cómo formar a nuestros jóvenes para ese futuro?

Más que auto empleo será el empleo creativo, adaptado a un espacio cada  vez más humano. El trabajo de los seres humanos será de humanos. El resto, aquel  que puede hacer una máquina lo hará una máquina, más barato y más rápido,  incluso llegará a no costar un céntimo. El futuro de nuestros jóvenes no pasa por el auto empleo, pasa por la auto formación segmentada. Hay que empezar a formar a las generaciones del futuro con los conceptos que conformarán su vida real y no la que ahora nos ocupa a nosotros. Es como  si a los que estudiamos en los años ochenta nos hubieran formado en eso de internet. Habríamos ganado tiempo. Ahora no se puede formar de manera unitaria a decenas de jóvenes cuando sabemos que cada  uno es un elemento activo

¿Qué profesiones desaparecerán en un futuro y cuáles pueden  ser resilientes a esta digitalización de la economía?  ¿Hay algún sector que pueda quedar al margen  de la revolución digital?

Al igual que Jurvetson pienso que 'el ritmo del progreso tecnológico está desacoplado de la economía y la brecha entre los ricos y los pobres no puede ya ir cambiando de dimensión estrechándose y encogiéndose como hizo en otros momentos de la historia’. Las clases medias menguan sin descanso y en algunos puntos del planeta incluso tienden a desaparecer para dar paso  a otros modelos denominados ‘microburguesia low cost’. Suponiendo —como dice Jurvetson— que ‘todas las industrias vivirán el momento en el que los robots y software se llevarán por delante el trabajo no deseado, no habrá empleo suficiente para todos los seres humanos’, entonces una pequeña porción de la humanidad controlará la tecnología de la información que permitirá esa  ‘automatización global’.Eso, atendiendo a que la economía actual no funciona a ritmo de esos avances y podría generar un escenario aterrador donde casi el 80% de la población en disposición de tener empleo no logre tenerlo. Imaginar un mundo donde no fuera necesario apenas trabajar, pues  todo estaría automatizado, parece ciencia  ficción pero  cada  vez es menos ficción y más ciencia.  Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa  que imagines  ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver como será el futuro inmediato.

¿En qué medida internet —la sociedad digital— y la globalización contribuyen a la uniformidad  de la sociedad o por el contrario a su fragmentación?

En algún momento la sociedad digital podría estar ayudando a uniformizar, pero  no es cierto, está permitiendo otra cosa  mucho más estimulante: el acceso universal a la información y al acercamiento global. El riesgo de fragmentación, de brecha, existe pero como te decía antes en África están pasando cosas gracias a la telefonía móvil e internet impensables hace 10 años. Otra cosa es que cuando hablamos de un mundo determinado y tecnológicamente inmenso hay espacios a conquistar de emergencia. No es factible que mientras hablamos de todo lo que hablamos, en India todavía haya 300 millones  de personas no sin internet, sino sin electricidad. Esos son los retos como especie, llevar internet del Todo a ‘todos’.

¿Qué cambios crees que se deberían realizarse en el modelo productivo de España,  e incluso de Europa, teniendo en cuenta el

Hay países que hace  unas pocas décadas estaban desolados. Ahora son potencias tecnológicas. Muchos otros ya se han  subido  al tren del futuro. Era relativamente fácil. En muchos casos era no hacer nada. Dejar hacer a quienes se juegan su patrimonio, gastan sus energías, sueñan despiertos y persiguen retos con el fin de satisfacer sus deseos y sus bolsillos.  Al final, todo ese ejército de innovadores, emprendedores, desarrolladores y muchos más  construyen el futuro y lo hacen bajo el patrón de la tecnología  que nos permitirá vivir en un mundo mejor  y de un modo más competitivo. Pero  no dejar  hacer, poner trampas, regulaciones excesivas,  muros, zanjas, tributaciones cerradas y anticuadas sólo aleja  a una  sociedad de esa  meta. Pensarán que así las empresas no se irán, que se quedarán siempre en España. Probablemente lo que van a lograr es que ni se creen. Reducir el paro  en España no es tarea fácil. No sólo porque hay algo estructural que depende de que volvamos a construir pisos  de manera ridícula y casi pornográfica. No, también depende de que muchos de los empleos que busca la gente cada vez existen en menor medida. Ya no hace  falta la gente para hacer cosas que ya no las hacen las personas, lo hacen máquinas, software o robots. El modelo productivo español, europeo, debe  ensamblarse lo antes posible con todo eso que va a componer el futuro, no el pasado. El tiempo va mucho más  rápido ahora.

AECOC tiene 26.000 empresas asociadas. Pensando en la Nueva Economía, ¿qué consejo daría a las empresas que no quieren perderse el tren de la tecnología? ¿Por dónde empezar? ¿Cómo mantenerse al día sobre los cambios que se avecinan?

Lo decía antes. Es bueno estar en esto con alguien que vive en esto. La transformación digital, el estar al día de los cambios y vivirlos con ventaja a tiempo real, depende de que te asesoren adecuadamente. En Idodi lo hacemos, y es muy gratificante. El momento más intenso se vivirá cuando el ‘internet de las cosas’ entre en colisión o contacto con el concepto big data y lo que supone de exponencial su uso compartido. Entre 2018 y 2020 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados entre sí, lo que supondrá una digestión inteligente de datos como nunca antes ha vivido la humanidad. Todo ello combinará inteligencia artificial, natural y conversaciones comerciales a partir de lo que el marketing matemático solicite y lo que el comercio de información entregue. Ahora hablamos de tomar las riendas tecnológicas sociales y económicas. No nos queda otra si queremos liderar, nosotros mismos, este tránsito a un nuevo modelo que se automatiza y que se llevará por delante todo cuanto conocemos. Si para ello seguimos esperando los dictados de gobiernos, estructuras y todo lo que supone intervención y control, el retraso nos dañará irreversiblemente.

¿Qué es lo que más te motiva del futuro que entrevés? ¿Y qué es lo que más te preocupa?

Me motiva que interpreto un mundo mejor, más humano. Me preocupa que está en manos de pocos humanos todavía. 

Para terminar, frases cortas sobre... 

GOOGLE. Nunca dice no, todo es factible. Sólo debes proponer.
APPLE. El amor por el detalle y la visualización del futuro.
TESLA. La puerta por donde entenderemos que la energía no depende de unos pocos.
FACEBOOK. El sistema operativo de internet.
TWITTER. No era una red social.
FEEDLY. La manera en que accedemos a los 39GB diarios de información que cada humano consume de media ordenadamente.
UBER. No tenía que ver con sustituir taxis, la cosa iba (irá) de sustituir coches conducidos por humanos.

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Tecnoconsciencia y la adaptación al cambio de modelo económico y social.

Ayer participé en un debate organizado por la Direcció General de Telecomunicacions i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya donde se analizaba, en mi mesa, el concepto de la ‘tecnoconsciencia’ social. Es algo de lo que discutimos aquí y del que mucho se está empezando a decir. Llevamos algún tiempo viviendo una aceleración tecnológica como nunca antes había vivido la especie humana y eso, con el incremento de la velocidad que va a adquirir, aun va a ser más radical, de un modo exponencial. 

Ayer participé en un debate organizado por la Direcció General de Telecomunicacions i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya donde se analizaba, en mi mesa, el concepto de la ‘tecnoconsciencia’ social. Es algo de lo que discutimos aquí y del que mucho se está empezando a decir. Llevamos algún tiempo viviendo una aceleración tecnológica como nunca antes había vivido la especie humana y eso, con el incremento de la velocidad que va a adquirir, aun va a ser más radical, de un modo exponencial.

Desde la consultora en transformación digital para empresas e instituciones tratamos cada día el complejo tránsito en el que estas organizaciones derivan de una simple presencia digital a un espacio de conversión en ventas para las primeras o de implementación de modelos que utilicen toda la potencia de la digitalización en las segundas. No es fácil, pero hay método. Todo gira en torno a la manera de entender el momento, las claves que se persiguen y los objetivos convertidos en finalidad práctica. No todo es hablar de conceptos, que también, pero hay que darles forma real, aspecto de beneficio en todos los sentidos.

La Ley de Moore dice que la potencia de los chips de los ordenadores se dobla cada año, pero ahora entendemos que esta ley no sólo se restringe a los chips, es algo que pasó con los diodos, las válvulas, y todo lo que se desarrolló antes, y no sólo se restringe al campo de los ordenadores, está ocurriendo en la biología sintética o la biotecnología. Cada vez que convertimos la tecnología en una ciencia de la información se convierte en exponencial. Hay quien duda que esa capacidad de crecimiento sea infinita puesto que físicamente hay un límite. En ese momento, para seguir creciendo exponencialmente requeriremos de otra tecnología, pero mientras ese momento llega, ¿qué debemos hacer? ¿cómo vamos a vivir ese tránsito acelerado empresas, individuos e instituciones?

Hoy en día cualquiera de nosotros en su bolsillo lleva más capacidad tecnológica de la que llevaba cualquiera de las sondas espaciales que nos llevaron a la luna. Hace apenas una década muchos de los términos que ahora utilizamos, modos de transmitir el conocimiento y métodos de trabajo eran absolutamente desconocidos. Ahora mismo confluyen muchos cambios, de hecho casi es imposible listarlos todos por la emergencia en la que se van sucediendo. Por poner un ejemplo que no solemos hablar aquí. En breve las posibilidades que aportará la codificación de nuestro ADN y los avances biotecnológicos nos llevarán una nueva medicina de tipo preventivo y que dejará en un segundo plano la que ahora tenemos de tipo curativo.

Otro que hay que tratar. El asunto energético será clave también. A pesar del anunciado punto de no retorno de las energías fósiles, cada vez, el coste energético con fuentes alternativas son menores. La electricidad que se genera a partir de paneles solares provocará que todos los individuos puedan fabricarse su propia energía dicen. De hecho cada año y unos meses, se duplica la producción de energía de este tipo. Según algunos expertos en apenas quince años, la capacidad instalada podrá generar el completo de la electricidad que se consume en el mundo.

Mientras la medicina y las fuentes energéticas van evolucionando, nosotros, los individuos nos iremos hiperconectando. La consciencia de todo ello se hace cada vez más compleja pero al mismo tiempo más absoluta. La geografía como ahora la conocemos se va a ir desdibujando. Ya sucede. Tres mil millones de humanos están conectados los unos a los otros y en cinco años seremos el doble.

El comercio electrónico, la organización digital, la operativa de los datos y la interconexión con objetos lo transforma todo. Vivimos en una plataforma aterritorial, donde las cosas y los pensamientos se transmiten de un modo integral y donde el conocimiento no requiere ser adquirido con respecto a donde vives. Un estudiante de Lagos es capaz de acceder a los mismos datos sofisticados que uno de California. El MIT ha puesto online todas sus enseñanzas para que puedan verlas todo el mundo. La educación va a convertirse en un servicio libre y gratuito para todo el mundo. ¿Por qué no permitir a nuestra empresa o nuestra institución pueda adquirir ese espacio también?

Aquí aparece siempre el concepto del ‘posthumanismo’, el de la singularidad, el de que las máquinas nos quitarán el empleo. El hecho de que todo esté conectado y que esa conexión en muchas ocasiones represente un espacio en el lenguaje de los robots y de la inteligencia artificial asusta. Y es para asustarse. Siempre ha sido así. Cuando no entendemos como será el futuro nos acojonamos pues sólo vemos lo que no será y difícilmente podemos divisar lo que sí podría ser. De todo hay y ya explicamos las voces criticas que hay y que cada vez son más intensas.

Hay países dónde ese futuro se afronta de un modo optimista y otros que lo abordan desde el miedo. Estos últimos lo van a pasar muy mal. El mercado de trabajo no va a ampliarse, si tienes un 25% de paro no vas a reducirlo ya, nunca, al 4%. El pleno empleo es una quimera para los que no están enfrentándose al futuro como toca. En menos de un decenio el mercado laboral se fragmentará eliminando intermediarios dejando en dos espacios contrarios todo el sistema.

Hablamos de los empleos cualificados bien pagados por un lado y los de escasa cualificación y mal pagados por otro. El riesgo es la fractura social más que evidente. Lo mismo pasa con empresas y sistemas políticos. Donde podamos incluir un software o un robot capaz de hacer algo que un humano sea más lento o ineficiente, el cambio sucederá. Sin embargo, cada vez que un intermediario desaparezca, cada vez que un automatismo se encargue de un puesto de trabajo ‘humano’ la cadena de sucesos se irá agilizando. Millones de nuevos empleos aparecerán, menos que los que se destruirán por una lógica física. Nuevos modelos impondrán un reto para los gobiernos y por supuesto para las personas. La revolución tecnológica precisará de que cada uno de nosotros tengamos nuestra propia revolución íntima.

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El poder económico pivotará y lo hará rápido. En cinco años los países más poblados del planeta que ahora están considerados ‘emergentes’ pasarán a ser las mayores economías del planeta. Así lo estima la ONU. Casi la mitad del planeta se incorporarán en nada a la competición global. Serán productores, competidores, pero también compradores, consumidores. Es clave ver esa doble vía.

El problema que tenemos en algunos lugares es que todo este tremendo cambio de época que estamos viviendo precisa no solo de acción directa de los que definen las políticas. Es imprescindible que lo hagamos todos como sociedad. Que si vemos que la educación no está adecuada a lo que viene, pues debemos exigir esos cambios. Si la economía se embarca de nuevo en una locura inmobiliaria, de nosotros depende no alimentarla. Si el progreso y la tecnología se enreda con leyes que lo ralentizan todo, debemos exigir que los avances en todos los campos lleguen a directamente.

Hace un siglo la humanidad era campesina. El mundo entraba en colisión con una nueva amenaza llamada tecnología. La ciudad era su escenario. Sin embargo el tiempo pasó y fuimos capaces de entenderlo no sin problemas. Ahora menos del 3% de la población occidental trabaja o vive del campo. Aparecieron nuevos empleos y ahora pasará lo mismo. Al igual que entonces, aquellos empleos que iban naciendo y que nadie podía ni imaginarse décadas antes, ahora viviremos, más rápido el mismo punto disruptivo. Somos innovadores, nos adaptamos y aprendemos de nuestros propios retos. La única cosa que debe preocuparnos es si nuestro modelo actual, de negocio, de relaciones o intermediación, es válido como está o precisa de que alguien nos ayude a tramar una estrategia para no sufrir a muy corto plazo.

La tecnología reduce el costo de todo. Si algún día todo ello fuera ‘gratis’ el concepto trabajo estaría en riesgo. Lo mecánico, pesado, repetitivo pasaría a ser una obligación técnica y los humanos podremos dedicarnos a cosas más edificantes y creativas. Veremos cuando y como, pero de momento no estaría mal irse preparando. Las cosas suceden y luego las entendemos decía Borges. Pues eso, cuanto antes nos pongamos, antes las entenderemos y así podremos disfrutar de todos sus beneficios.

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¿Seguro que aún quieres ser emprendedor?

Alguien me recordaba ayer una entrevista que me hizo Jaume Barberá en Retrats hace poco menos de un año. En ella hay un momento que se habla de lo que significa ser emprendedor y del valor que tiene hoy en día ese concepto. Mientras ayer volaba de regreso a Dublín pensaba en eso y en como hoy en día emprender era un elemento moral y existencial muy distinto a lo que, desde hace mucho tiempo, se consideraba ‘montar un negocio’.
Emprender no es más, en pleno siglo XXI, que poner tu grano de arena en el cambio de modelo, en la segmentación del trayecto que como sociedad nos toca vivir. Hay quien puede pensar que emprender no es más que poner en marcha un negocio y como tal, hay que dejarse de romanticismos y discursos típicos visibles en cualquier congreso de segunda. Pero, pudiendo estar de acuerdo en parte con eso, hay algo más. Mejor dicho, mucho más, pero tiene que ver con el cómo lo haces, el motivo y el cuando. Pero sobretodo es un camino repleto de socavones.

Si emprendes por supervivencia es una cosa, si es por vocación otra. Si decides ser ‘el jefe’ de tu proyecto a pesar de todo cuanto va a llover a partir de ese día no serás un héroe, te vas a jugar tu patrimonio y encima probablemente pocos te lo van a valorar. Si emprendes incluso cuando todo te va bien y tu cómodo puesto de trabajo anterior indica bajo toda lógica que lo que vas a hacer es absurdo, no serás un guerrero pero en tu interior se desatarán todas las batallas que ahora ni te imaginas.

Si emprendes porque no hay más remedio, indaga si realmente eso es lo que quieres hacer. ¿Estás dispuesto a pasar horas desarrollando algo que seguramente deberás rehacer mil veces? La paciencia es una buena consejera, pero la persistencia es mejor compañera. Si emprendes hazlo porque te da la gana, ni porque no hay más remedio, ni porque te dicen que es lo que hay que hacer. Pero si al final no emprendes, que no sea porque te avisaron de lo duro que es, de la ingente cantidad de problemas que tendrás, o del vacío que se oculta tras la puerta de tu despacho cuando todo el mundo se va a disfrutar por ‘ahí’ mientras tú sigues mirando como leches se soluciona eso que le llaman ‘cash-flow’ negativo.

Si emprendes, que sepas, que la mayoría de las veces todo empieza fatal. Que cuesta mucho arrancar. Que todo lo que sabes no sirve porque no sabes nada. Que en cada noche hay un mar y en cada día un océano y que tú, la mayoría de las veces, no tienes más que un bote y de los viejos.

Si tienes menos de 25, emprender es suicida. Recorre el mundo, investiga y aprende para desaprender después y quedarte con lo esencial. Son una excepción galáctica los que lo logran a esa edad. Si tienes más de 55, emprender es muy jodido, suele costar mucho entender los ritmos y los elementos que rigen este nuevo mundo. Si a pesar de todo, si tienes 20 o 60, decides emprender, bienvenido. Pero hay quien todo eso le importa un pepino. Yo lo hice con 17 y lo haré hasta el último día de mi vida porque emprender, a pesar de todos esos que ponen la palabra que encabeza este post de hoy en todos sus párrafos de juguete, es algo más que montar un puto negocio.

Además, hoy en día, este mundo nuestro se dirige hacia un lugar sin empleo tal y como ahora lo conocemos y eso hace que, seguramente, la mayoría de las ideas que se te pasan por la cabeza no sirvan en apenas unos pocos años. Súmale que los costes de emprender en según que lugares son de aurora boreal. ¿Sigues pensando que quieres emprender? ¿No es por el negocio? ¿No es por ser uno de esos héroes que claman los políticos?

Si sigues con tus trece, con que quieres emprender, yo sólo puedo aconsejar sobre lo que significa hacerlo en un país ubicado en un entorno socioeconómico occidental y de ‘vanguardia’ donde la tecnología y la economía del conocimiento deben liderar y ser motor. Y en eso, querido futuro emprendedor, requiere de algunas claves que, si estás en disposición de ejecutar, ‘tu puesto es tuyo’.

1. ¿Tienes una alta capacidad para los cambios? Deberás ser flexible y tener cintura para modular los mil golpes de timón que darás y a los cambios de viento que tambalearan tu proyecto.

2. ¿Tienes talento para la planificación? Deberás planificar constantemente incluso en esos cambios que te comentaba antes. Vivir sin plan no es compatible con emprender.

3. ¿Estás dispuesto a mantener y ampliar y cuidar permanentemente, tu cuadro de contactos? Tener un network infinito, sin detenciones, constante es fundamental. Si no te gusta relacionarte, si eres de los que prefieren ‘no ir a todo’, al principio, por lo menos, lo tendrás crudo.

4. ¿Eres proactivo? Cualquier emprendedor, tecnológico sobretodo, deben anticiparse a lo que se espera de ellos. Esto no va de que alguien te diga lo que tienes que hacer. Esto va de que tú decidas hacerlo lo antes posible. Si en una empresa se valora esa facultad en tu propio proyecto es, no sólo un valor, es la columna vertebral del tema

5. ¿Tienes un conocimiento transversal de lo que vas a hacer? Es bueno asociarse, emprender en común, hacerlo con gente que sabe de cosas que tú no sabes, pero ¿no vamos a montar una multinacional verdad? Estamos hablando de que tú quieres emprender y, tal vez, junto a otros. Por eso, para poder juzgar con ‘big picture’ lo que haces o hagáis, es imprescindible que conozcas de que va hasta el último detalle de lo que montas.

6. Y ¿Cómo vas de espíritu de sacrificio? Como no lo tengas engrasado te la vas a dar o te va a explotar en las narices. Esto va de cómo te enfrentas a la lesión postural que te va a salir por las horas y horas que pasarás delante de una pantalla o de lo que sea. Leerás que trabajar muchas horas reduce el rendimiento, que no es bueno, que hay que ‘conciliar’. Que hermosa palabra para un Ministerio y que poco valor tiene para los que persiguen sus sueños.

Hay más, seguro, pero si sigues pensando que emprender es lo que quieres hacer y no he logrado quitártelo de la cabeza, allá tú. Te voy a contar un sobre como lo he vivido y vivo yo. Estoy seguro que he pasado mil millones de días de mierda. Estoy seguro que mil veces me arrepentí de abandonar empleos seguros y bien pagados. Estoy seguro que fueron muchos domingos deseando estar con los míos en lugar de permanecer sólo encerrado en una esfera de cristal de algún coworking de barrio. Estoy seguro que perdí amigos, novias y esposas. Estoy seguro que tenía cobertura pública. Estoy seguro que cada partido lo veía con la cabeza sólo puesta en si mi equipo anotaba un tanto. Estoy seguro que los lunes eran sólo lunes. Estoy seguro que hice vacaciones. Estoy seguro que hubo un tiempo que soñar era lo que hacía cuando estaba dormido. Estoy seguro. Pero no lo recuerdo.

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Del #nopodeis al #podemos’, innovación íntima.

En este blog hablamos de un futuro sin empleo. De como será todo cuando robots y software se afiancen en nuestras vidas cotidianas de un modo más intenso que el que ya gozan en la actualidad. Eso, simplemente, es cuestión de tiempo. Pero mientras todo eso llega, al tiempo que el planeta, a distinta velocidad según el lugar, se adapta, los que deben ir asumiendo esos cambios somos los que lo habitamos. En el campo del trabajo, y su deriva socioeconómica, las cosas han variado y mucho en muy poco tiempo.
Hemos pasado de transitar 30 años en el mismo puesto laboral a tener una decena antes de ser unos cuarentones. Algunos por simple inconformismo, otros por ineptitud, pero muchos por un modo que se ha instalado en nuestro ecosistema económico que no compensa si lo que haces es permanecer en la llamada ‘la sociedad agotada’. También le llamaban libertad, un estado lisérgico que te hace pensar que lo tienes ‘todo’ por tener un trabajo fijo, una hipoteca fija y una familia fija.

El tiempo pasa y en el cuerpo social se fue inyectando el virus de lo que es ‘cool’ y lo que no. Transitamos ahora por ‘la sociedad ordenada’ donde todo está muy bien pensado para parecer menos ordenado. Vacaciones organizadamente desorganizadas y vestimentas diseñadamente informales. En el ámbito de la empresa se tensa hasta límites en los que las estructuras se suceden las unas a las otras, se pisan y se generan galardones a quien más ordenadamente disruptivo es mientras no cambie ‘lo establecido’. Que lo parezca es suficiente, que lo sea no es necesario. Mira a tu alrededor, verás muchos casos.

Ahora todo está mutando. Empieza a ser muy diferente. En la antesala de que todo cambie aún más, mientras esperamos que el mundo se automatice definitivamente, vivimos en otro estadio social mucho menos rígido aparentemente. Es la puerta de entrada y tienes un código concreto por descifrar. Ya tenemos tres de los cuatro dígitos de la clave ‘pin’ que da acceso.

  1. De ser una sociedad disciplinada y que buscaba cobertura en lo colectivo, en el estado, en lo social, vamos pasando a otra menos dispuesta a obedecer, más emprendedora, dispuesta a alcanzar sus sueños bajo el lema de que ‘es posible’.
  2. Del ‘#nopodéis se va pasando al #podemos’. Nada es casual, ni en España, ni en el #yeswecan que llevó a la Casablanca a un presidente de raza negra cuando eso en películas de principios de este siglo era algo que se trataba como ciencia ficción. ¿Lo recuerdas? Tampoco lo es en Grecia, ni lo será como preveo en Irlanda. Irá sucediendo. Tiene que ver más con lo que significa que con lo que es y de ahí el error de quienes no lo quieren aceptar y se ven inmersos en una guerra donde no hay soldados, sólo una enorme y elefantiásica pasarela que lleva de un mundo a otro. En la empresa sería una especie de ‘revolución íntima’, revolucionaria, una ‘íntima revolución innovadora’.
  3. La política no es más que una esquina de todo ello. Me interesa más bien poco quienes están detrás de un nuevo proyecto o que dicen que van a hacer. Poco o nada ya va con ellos. El tiempo es el que es y arrasará con todo, incluso con los más ‘innovadores’ de la gestión pública. Ellos, únicamente, #podrán, y de eso va este nuevo mundo inminente, estimularlo, acelerarlo o frenarlo, pero ya no, nunca, detenerlo. La ventaja de los países, cuyos dirigentes así lo vean, como un gran ‘big picture’ del futuro a 20 o 30 años, irán tomando la delantera e irán conquistando ese futuro para nuestros (sus) hijos, los que no, seguirán (seguiremos) hablando y hablando de no sabemos que exactamente.
  4. Un mundo en el que se ha pasado de las jerarquías verticales de trabajo a otras cuyas organizaciones son ágiles, comunican bien y son transparentes.
  5. De competir para captar mercados se ha mutado a una innovación constante para crear nuevos clientes interesados.
  6. De trabajar vinculado en ‘funciones’ inamovibles se ha pasado a centrarse en ‘proyectos’. Por ello se ha pasado de la ‘estructura’ a las ‘personas’.
  7. De la orden a la confianza en el equipo, donde la importancia curricular cede a la inteligencia emocional y de la ‘experiencia’ a las ‘ganas’.
  8. De la conciliación entre trabajo y vida personal se tiende a que tu trabajo sea tu vida pues es esencialmente lo que te realiza en todos los ámbitos, del adicto al trabajo se pasa al explorador con espiritu de sacrificio, de los jefes a las redes.

En breve muchas de esas mutaciones aun serán más complejas. Del jefe al software (robot), de los equipos a la multitarea distribuida, del explorador al soñador, de la inteligencia emocional a la psicología cibernética (llevarse bien con máquinas que parecen personas) o de los modelos de gestión por proyectos pasaremos a otra mucho más difusa en los que los proyectos precisarán de tantos complementos y desde tantos campos que difícilmente sabremos medir su inicio o su final y no dejarán de ser ‘modelos de crecimiento empresarial o social’

Innovar no es fácil. De hecho si no logras que el mercado la acepte no es innovación. De eso va el futuro, pero también el presente. ¿Tu empresa dice estar innovando? ¿Conviertes tu innovación en facturas? Si no es así simplemente estás dando vueltas con un coche nuevo a la misma rotonda de siempre. O cambias de coche o cambias de rotonda. Transfórmate, transforma tu empresa. ¿Quieres más info?

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Cuatro (hay más) aspectos de esta revolución socioeconómica

Llevamos apenas veinte años de algo que tiene que durar cincuenta. La dificultad para adaptarnos no es más que algo tremendamente normal a lo que cualquier sociedad debe enfrentarse. Lo de ahora es como un parto, doloroso, pero que el tiempo mostrará que no era más que una revolución. Como ya lo fue en su día la Revolución Industrial (a la que sus contemporáneos le llamaron ‘crisis industrial’) o la revolución en la distribución del conocimiento que supuso la imprenta y que sus contemporáneos vivieron con incertidumbre pues retiró el privilegio y control del ‘saber’ y la información que tenían unos cuantos.
Y dolió. Fueron momentos duros, de difícil adaptación y en algún aspecto hay cosas que  todavía vivimos hoy en día con desequilibrio que son herencia de haberlo hecho mal en aquel entonces, de no haber entendido que sucedía por parte de muchos y en haberle dado valor de ‘crisis’ a lo que no era otra cosa que ‘una oportunidad de mejorar el mundo’.

En este tiempo unos vivirán su crisis y otros su revolución. De hecho esa revolución, en lo íntimo, es normal que se viva como una crisis pues debe ser aceptada en cuatro factores que interpreto como destacables. Una vida de incertidumbre, una vitalidad extrema, saborear la inestabilidad y practicar la deconstrucción.

1. La incertidumbre. Hace años que desconozco que me espera en mi despacho, que riesgos nuevos asumiré o que personas conoceré. Hace años que, tal vez toda la vida, que persigo un lugar definitivo. Sueño con que ese lugar no exista y así poder seguir en su búsqueda hasta el final de mis días. El desconocimiento de cuanto nos espera nos obliga a estar en alerta, en aprendizaje, a permanecer en beta constante. ¿No es cierto que como emprendedor tu proyecto es cada vez mejor si eres capaz de gestionar ese redireccionamiento constante?

2. La jubilación. Que al final de tu vida haya como una compensación por los servicios prestados que en la mayoría de los casos es para sobrevivir, es humillante. Es como anestesia. Me preocupa que muchas personas consideren que la jubilación es un puerto seguro, el destino garantizado, el punto tranquilo hasta el último aliento. Y es que considerar que el futuro está garantizado por algún elemento es un error. Creer que los planes de jubilación, pensiones o meriendas similares financiarán nuestra etapa final es, como menos, dudoso. Debemos aceptar que los ingresos de la madurez no serán los mismos, obviamente, pero no va de eso. Va de tener fuerzas para hacer lo que te gusta y que cuando no pueda ser físicamente, lo sea mentalmente. ¿Desear la jubilación es en si misma la prejubilación? ¿Odiar que llegue un lunes más no quiere decir que no te dedicas a lo que te gusta?

3. La deconstrucción. Ya todo está en fase de implosión. ¿No lo ves? En apenas unas décadas todo el plan de gestión de una empresa era el de tener claro cada día lo que le tocaba a todo el mundo hacer. Ahora eso ha cambiado radicalmente. La clave del éxito estaba en que todos los integrantes de una estructura tuvieran claro que les tocaba hacer al despertar cada mañana. Romper esas cadenas suponía un deterioro en el proceso que repercutía en graves consecuencias. Pongo un ejemplo en la agricultura. Imaginemos el campo donde todos los integrantes de una granja tienen claras sus funciones, taras y actividades durante todos los días de la semana y horas del día. Eso nunca cambió y permaneció siglos igual. Hoy en día nada es así y los procesos ya no pertenecen a los protocolos sino a los análisis de necesidad, riesgo y acción. Un sistema inteligente modifica cada día lo que hay que hacer en función de lo que realmente es preciso y no de una agenda intocable. Esa deconstrucción de procesos está llevando a industrias poderosas a reinventarse. ¿Por qué no lo hace tu empresa menos grande y dónde sería más fácil hacerlo?

4. La inestabilidad. Hace siglos, cuando trabajé en Bolsa, mi obligación era avanzar en la escala salarial y subir en el organigrama. Todo era como tenía que ser. Cada cierto tiempo un ascenso, una mejora, un nuevo despacho. Era tremendamente tranquilizador saber hacia donde iba, cual era el destino y donde se fijaba la nueva meta. Todo estaba escrito, como un libro de vida por cumplir. La hoja de ruta me relajaba. La evidencia de la estabilidad empezó a angustiarme hasta tal punto que abandoné. Esa estabilidad era paralizante, algo cobarde. La tranquilidad impide pensar en grande. Dejé aquel trabajo y monté un negocio. Muchas personas ansían ser funcionarios, respetable, desean tener una estabilidad en un mundo donde eso cada vez es más complejo y difícil. No todos somos iguales y se debe respetar.

Pero pensemos que si es cierto que vivimos un momento excepcional de la historia ¿no será algo maravilloso ser parte de ella a partir de las características que nos impone este preciso instante? Estos son cuatro, de muchos, aspectos que comento en una de mis conferencias y que marcan el día a día inmediato de cuantos estamos viviendo estas cuatro o cinco décadas que  marcarán, como ya sucedió en el pasado, todo el futuro a medio plazo.

(Foto AP Photo/Victor R. Caivano)
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Un año de 'hormiga'

Hace veintisiete años empecé a escribir un libro. Por aquel entonces ni lo sabía. Pasaron dos décadas y finalmente lo teclee sobre un impensable, por aquel entonces, artilugio digital. Trataba de los meses que pasé en París y de cómo, a cada suceso, conversación, experiencia, miedo o ilusión, le acabaría dando un sentido, un valor, un motivo y, sobretodo, un aprendizaje. Un viaje que finalmente, y sin saber muy bien porqué, acabó tatuado en miles de ejemplares de un libro en cuya portada aparece una hormiga y la Torre Eiffel. Forzando la vista, se puede identificar a quien hoy lees en su propio blog.
Y es que ya ha pasado un año desde que ‘Una hormiga en París’ fue lanzado al mercado. Se presentó en noviembre y rápidamente se situó en los primeros puestos de los libros más vendidos aquel invierno. El lanzamiento tuvo mucha prensa, una puesta de largo con muchísimos amigos y tres ediciones. Todo ello ha permitido que conocidos que sabían la historia, amigos que recordaban mi regreso de París por aquel entonces, mi familia que lo sufrió, lectores y curiosos entraran en el universo particular de aquella hormiga que un día decidió perseguir sus sueños e irse a París. Y se fue a no saber exactamente que, pero que se convertiría en el preludio de un modo de vida y de una manera de entender los retos, la innovación, los miedos y la amistad.

Ya son veintisiete años. Mucho tiempo desde que todo aquello sucediera aproximadamente de un modo muy similar a lo que el libro explica. Entre las peticiones más extrañas que he recibido destacan dos que pensaré con detenimiento. La primera solicita que escriba en detalle la ‘cara B’ del libro. Los detalles. Como un ‘cómo se hizo’ que a veces emiten sobre una película. Una recopilación de anécdotas que en si mismas compongan un relato distinto a la vez que acompaña al original. Una especie de ‘relectura’ en el que mientras sabes lo que esta pasando, pues has leído ‘la hormiga’ vas recogiendo otras informaciones. Este estaría bien, pero se debería de basar en recuerdos que seguramente no lograré encontrar en los bulevares de mi memoria. Tampoco sería fácil, yo no soy historiador, en focalizar bien las cosas que sucedían en aquel momento en el mundo y en París.

La otra propuesta divertida es la de explicar la misma historia pero ambientada en la actualidad. Un joven, de similar edad que decide iniciar una aventura, a otra ciudad con un valor parecido a París para la hormiga y un método de vida improvisado y apoyado en las nuevas tecnologías y la innovación. No sé. Tal vez. Sería distinto, pero factible. No obstante ahora soy padre. En siete años mi hijo tendrá la edad que yo tenía cuando me fui a París. Hace mil años. Estaba muy lejos, mucho más que ahora. No era posible saber que hacías porque no había redes sociales, ni teléfono móvil. Era todo muy difícil y, porque no decirlo, arriesgado. Por eso pienso en como yo respondería a un impulso similar de mi hijo. La verdad es que dudo en si sería capaz de animarlo.

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Pero lo más gratificante ha sido saber del uso que del libro se está dando en algunos lugares. Una decena de escuelas de negocios confirmaron haber incorporado el libro en su plan de trabajo de este año, desconozco el número de escuelas de secundaría que proponían su lectura como ‘estímulo’ emprendedor. Sin embargo, en este campo, algo me hizo tremendamente feliz. La directora de una escuela de primaria gallega me escribió para pedirme autorización puesto que habían ‘arreglado’ la Hormiga en una versión infantil. La adjuntaron y era una pequeña obra de arte.

Más tarde vino la propuesta de hacer una obra de teatro. Todo iba bien, pero no llegó a cerrarse por falta de presupuesto a pesar del gran trabajo realizado por su director y adaptador del texto al lenguaje teatral. Estoy seguro que, tarde o temprano, la hormiga subirá al escenario. Y es que de esto va todo al final. De retorcerse ante lo que es injusto, de revolucionarse íntimamente. A veces eso es emprender, pero otras muchas no. Todo se trata de cómo lo afrontas y como te enfrentas. Saltar por saltar no parece lógico, pero es una opción. Si lo haces, y de eso trata ‘La hormiga’ que lo hagas por que lo deseas, sabes a lo que te enfrentas y estás dispuesto a sufrir si no lo logras. Que no sea porque está de moda saltar por precipicios o porque te dice todo el mundo que es súper ‘cool’ estrellarse contra el suelo.

Estos días estoy redactando mi nuevo libro para Grupo Planeta. Un ensayo mucho menos divertido en lo formal pero mucho más intenso en lo conceptual. Un trabajo que nos lleva a un mundo que nos parece de ciencia ficción pero que no es más que algo inminente, y en muchos casos, tan real como conectarse a la red hoy en día. Un libro que intentará dar las claves para entender el presente económico desde un punto de vista tecnológico y social. El objetivo del mismo es dar las herramientas conceptuales para revolucionarse en lo personal y en lo profesional ante el reto inmenso que nos ocupa como especie. Todavía falta. Estoy en ello.

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La revolución global depende de algo más que de un 'I like'

Ofrezco conferencias sobre un mundo inminente. En la mayoría de los casos explico lo que ya estamos viviendo, como se refleja en alguna de mis empresas o como afecta a la vida cotidiana. A veces, entre citas, imágenes, videos y explicaciones sobre la ‘transformación digital’ intento comparar aquello que vivimos en nuestro entorno moderno y sofisticado con lo que sucede en otros lugares del mundo y que, por supuesto nos deberían hacer reflexionar.
A través de esas charlas procuro inspirar a la audiencia, empleados, directivos o emprendedores a participar de forma activa e innovadora en cada aspecto de sus vidas laborales o personales y así demostrar el papel que jugamos todos en ese estímulo innovador que precisa nuestro mundo. Siempre lo planteo de manera optimista y procuro que el reflejo de donde esto no está pasando permanezca en nuestra manera de entender el desequilibrado término llamado progreso tecnológico.

He vivido en África, de hecho suelo explicar algunas anécdotas de ese tiempo que marcó mi vida definitivamente, y por eso tengo percepción de la desigualdad extrema que vive la humanidad en cuanto al acceso a la tecnología. Si bien es cierto que el desconocimiento acerca de esto es brutal en nuestro cómodo entorno y que las noticias que nos llegan del continente africano últimamente son relacionadas con sus problemas y amenazas, la realidad es compleja y para nada como la vemos desde ‘occidente’. Haber conocido todo aquello en el pasado y trabajar con ellos a diario da esa perspectiva actual y redonda que suponen las diferencias, por ejemplo, entre la zona más moderna de Lagos y el resto de Nigeria.

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Cuando explico en esas ponencias todo cuanto nos rodea, de donde viene y lo que nos espera, el auditorio suele sentirse desconcertado, a veces abrumado, pero siempre deseoso de vivir cuanto allí planteo. La revolución digital no es más que la antesala de un mundo automático y mejor, un lugar donde las personas dispondrán de oportunidades fuera de las obligaciones actuales. Ya pasó antes y sigue pasando ahora.

Sin embargo nuestra revolución va más allá de la obsesión por smartphones, tablets o aplicaciones, es mucho más que hacer una ridícula espera durante horas o días frente a una Apple Store esperando la llegada de un producto icónico. Es mucho más intenso y profundo. De hecho no es ni el tiempo que gastamos en todo ello, ni en como los utilizamos, tampoco tiene que ver con las redes sociales o con la distribución de la información. Si tomamos distancia de todo ello descubriremos que lo que estamos fabricando es un mundo interactivo, líquido y cada vez más pequeño.

Pero esta revolución que anunciamos no estará completa hasta que sea en todas partes. Como una retorcida metáfora de todo cuanto precisa de la aceptación global, en este caso nos sucede lo mismo puesto que los retos por superar siguen siendo enormes. Un reciente estudio de los analistas de McKinsey & Company sobre las barreras de la adopción de Internet en el mundo asegura que todavía hay 4.400 millones de personas en el mundo sin conexión a Internet.

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Obviamente si la tecnología y su socialización no llega a todas partes, el papel que se le reservaba para empoderar a las personas, ofrecerles oportunidades, equilibrar las desigualdades, no será una realidad nunca. Es peor, la tecnología y la revolución digital podría convertirse en un factor aún mayor de desequilibrio y de exclusión irremediable. Es tarea de todos ceder espacio en esta carrera, estoy seguro. Proyectos como Internet.org de Mark Zuckemberg podrían ir en esa línea.

Lugares vendidos como ‘La Meca’ tecnológica donde millones de personas trabajan por encargo en desarrollos informáticos avanzadas, en subcontratas digitales que son también el mayor agujero de exclusión tecnológica del mundo. En la India encuentra un cuarto de la población sin conexión a Internet del mundo, en China hay unos 736 millones de personas sin conexión a la red, en Indonesia unos 210 millones, en Brasil unos 97 millones de personas y en México otros 69 millones de personas. De hecho, en Estados Unidos alrededor de 50 millones de personas no se conectan a Internet aunque se desconoce cuántos son por decisión propia, y cuántos son porque residen en áreas demasiado remotas.

El informe citado de Mckinsey refleja que el gran reto de nuestro tiempo, de avanzar en el verdadero significado de este cambio de época es universalizar, generar un valor social y universal y construir con ello un mundo, completo, mucho mejor. Como si de un reflejo de la historia se tratara, como en un retorcido viaje en el tiempo, vivimos una especie de duotono entre las ciudades (tecnológicas) y el mundo rural (desconectado).

El 64% de la población sin Internet del mundo se encuentra en zonas rurales, por la falta de infraestructura, lo que a la vez conlleva falta de educación, empleo o salud. Si pensamos en todo ello nos daremos cuenta de que el espejo en el que reflejamos nuestra modernidad y nuestra vanguardia digital no es más que un espejismo si lo revisamos en su completo escenario. Si grave es que más de la mitad del mundo no tenga acceso a Internet, peor parece que, por ejemplo, en la India un 45% de su población no tenga ni electricidad. Nos queda mucho por hacer y no solo se trata de hacer un ‘I like‘ en nuestro muro, debe ser algo de mayor implicación.

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En la 'Semana del Emprendedor' de México

Si estás leyendo este blog desde México a buen seguro ya debes tener en tu agenda la opción de pasar por la ‘Semana del Emprendedor’ que se inicia hoy lunes en la capital del país. Más de cien mil personas pasarán a lo largo de cinco días por los múltiples escenarios que se han preparado para esta gran fiesta. La verdad es que desde que llegué a la Ciudad de México Distrito Federal he sentido el entusiasmo con el que los mexicanos están viviendo todo el hecho emprendedor. También, cabe decirlo, el modo en el que las instituciones se han volcado es significativo.
https://twitter.com/marcvidal/status/498527021660508161

Tengo que reconocer que compartir escenario con Peter Diamandis, Arjan Dijk, Carlos Argüello, el ministro Emilio Ricardo Lozoya, David Konsevik, Renée Mauborgne, Andy Cohen, Christopher Gardner o el resto de ponentes, me supone una responsabilidad, un honor y un sueño hecho realidad. La mayoría de ellos son auténticos motores de inspiración para mi y, por supuesto, lo más cerca que pensé estar de algunos de ellos era a través de lo mucho que he leído y estudiado sus enseñanzas. Espero estar a la altura ante los casi dos mil asistentes previstos a cada sesión en el auditorio principal.

La conferencia que he preparado para esta ocasión gira entorno del hecho emprendedor, del reto que supone perseguir los propios instintos profesionales y de cómo aprovechar este momento histórico tan rico para lograr nuestros objetivos. Por un lado hablaré de cómo, a nível personal, me lancé a emprender casi sin saberlo en el viaje que explico en mi libro ‘Una hormiga en París’. Por otra banda remarcaré los factores y características que a mi entender debe considerarse en un emprendedor. Finalmente ambas cosas las vincularé al momento actual, a ese momento revolucionario que, por suerte, nos tocó vivir.

Aprovechando este viaje de trabajo en agosto a México hemos puesto todos los motores en marcha en Openshopen México. Un equipo de diez personas está recorriendo el país presentando nuestra plataforma. Durante el evento dispondremos de un espectacular stand para dar de alta a todos los interesados en tener una tienda online con un extraordinario descuento. Por cierto, el efecto no se ha hecho esperar y las primeras métricas que ya recogimos el viernes y el sábado quintuplican las que hasta esos días teníamos. Es increíble la potencia de este mercado.

Durante una de las entrevistas que me hicieron en los informativos del grupo Azteca me preguntaron sobre el motivo de estructurar un equipo concreto en el país si nuestra plataforma era digital, universal, sin necesidad de agentes locales. Le respondí lo que define todo el modelo de internacionalización en el que he basado todo el desarrollo actual de Openshopen: creo en la globalización totalmente, pero atendiendo cada mercado con su propio lenguaje, filosofía y foco. Lo primero que hice al llegar a México fue lo mismo que hago en el resto de países, escucho, aprendo y sumo.

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Aunque es agosto, a pesar de que vengo frecuentemente y que los viajes son duros y que uno ya empieza a tener ganas de descansar unos días, a pesar de todo, merece la pena impregnarse de tanta energía y optimismo.

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Revolución íntima

Si tienes opción pon música. Te recomiendo algo suave, casi imperceptible que te permita reflexionar mientras lees. Un piano tal vez. Este post precisa de que lo leas con un poco de distancia, la que te otorgará un conjunto de notas preciosas y que servirán como gasa entre lo cierto, lo exacto y lo que percibo y siento. No estoy seguro pero  estos conceptos me arañaron sin piedad hace unos días. Hace tiempo hablo de que el mundo vive una revolución histórica y así lo sigo pensando, sin embargo he ido notando que parte de mi discurso sobre que el punto de inflexión fue la erupción de un volcán en 2008, podría ser un error o estar incompleta. Tal vez no estamos ante ese punto exacto de la historia. Empiezo a pensar que estamos ante algo más complejo.
El pasado viernes volando por la zona andina el Boeing que nos llevaba a destino, pasó por encima de varios volcanes activos de alguna u otra manera. Lo cierto es que muchos aun restaban dormidos. Mientras mis ojos escudriñaban los que exhalaban humo y los que no me vino a la cabeza mi vieja teoría del volcán y la lava depositándose conformando una nueva ladera y su relación metafórica con la sociedad y los cambios que estamos viviendo estos tiempos. Pensé que tal vez me equivoqué al describir ese momento histórico y en reducirlo a una sola explosión. Tengo la impresión, viendo como todo se complica cada vez más, sintiendo como los responsables de estimular la mutación no se mueven y apreciando como los protagonistas de despertarse en ese instante no reaccionan, pienso que posiblemente ese vómito de fuego no fue el único y último sino el primero de un conjunto que se irán produciendo. Está por ver si ese enorme cambio sistémico que vamos a vivir se generará con erupciones similares, más leves o mucho más dolorosas. Me temo que debemos conectarnos todos y mucho para no desfallecer en perseguir nuestros sueños colectivamente y en una revolución íntima que se traslade a cada uno de nuestros semejantes. Deberíamos ser capaces de detectar nuestras opciones, sueños y acciones pendientes como indivíduos y sumar como colectivo. Tenemos pendiente una gran revolución económica que se producirá de manera inércica, una social que vendrá atada al curso de los tiempos y una íntima que tendrá que producirse en el interior de cada uno de nosotros.

Hace muchos años me explicaron la historia de un niño que fue al circo con su padre y quedó fascinado con la actuación de un enorme elefante de fuerza descomunal. Al terminar la función, el pequeño vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, le sorprendió constatar que si bien la cadena era gruesa, la estaca era un minúsculo pedazo de madera. –Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?–, le preguntó. Y su padre le dijo: –Porque está amaestrado–. –Si está amaestrado–, insistió, –¿por qué lo encadenan?–. El padre no supo qué decirle. Antes de marcharse a casa, un anciano que había escuchado la conversación le reveló la respuesta que andaba buscando. –El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Posiblemente, al principio tratara de soltarse, empujando con todas sus fuerzas. Pero siendo un pequeño elefante, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse agotado, impotente y, finalmente, resignado. Por eso ahora, siendo un elefante poderoso, sigue siendo preso de sus cadenas. Está convencido de que no puede liberarse de ellas. Lo que no sabe es que le bastaría con decir no…

Lo que no sabemos seguramente es que bastaría con decir no a muchas cosas, o tal vez, bastará con abrazar esos cambios con todas nuestras fuerzas y la cuerda se desatará sola.

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Hipersociedad en Bogotá

En las últimas semanas de trabajo en Latinoamérica la actividad ha sido muy estimulante. Hemos logrado inaugurar nuevas sedes e impulsar nuevos proyectos que llevábamos meses empujando. Ahora ya estamos en el capital de tres startups tecnológicas latinoamericanas ubicadas en Miami, Chile y Colombia. Hemos estado en medios de comunicación y ofrecimos varias conferencias en foros muy interesantes. Destaca el último en el Colombia 3.0. Me quedo con tres cosas de esa sesión: compartir escenario con Burton Lee (profesor de Stanford y asesor de la NASA), disfrutar del sentido del humor de un tipo excepcional llamado Adolfo Corujo y lo dificil que es compartir espacio y tiempo con mi gran amigo Enrique Dans que tras recorrer medio mundo, unas miserables horas de diferencia entre los que vienen y los que se van no permitieron ni tomar un buen café colombiano. Os dejo con el material que ellos mismos editaron sobre mis comentarios en la conferencia y la entrevista derivada.

LA HIPERSOCIEDAD DE MARC VIDAL

“Hoy  la vida está cambiando, como todo cambiará en los próximos años”. Así arrancó Marc Vidal su presentación,  al presentar una foto de un casete y un lapicero que representa el pasado.

Marc Vidal es un barcelonés de 39 años, experto en comunicación  y creador de su primer fondo de Seed Capital vinculado a uno de sus proyectos IDODI LABS, analista económico especializado en Nueva Economía. Fue interim manager y consultor en modernización de compañías e internacionalización de empresas. Ha sido seleccionado una de las 10 personas más influyente de Internet en España. No obstante, si bien en su primera etapa su ocupación se centró en grandes compañías, ahora el denominador común de esta segunda etapa profesional es la de las start-ups, en especial en su primera fase de recorrido, el llamado ‘successful start-up’.

En su conferencia,  indicó también que los modelos de distribución del trabajo y modelos del conocimiento son los que están revolucionando el mundo. “No darse cuenta de estos es un tremendo error”. Así mismo resaltó que el  mundo quizas está agotado del consumismo y se pregunta: “¿Podemos obviar lo que está pasando o aceptar que el mundo está cambiando?”.

Con estos cuestionamientos, Vidal   profundiza en  los nuevos retos del mundo digital.  “Hay aplicaciones que son capacez de cambiar el mundo, estamos hablando de cambios simples, pues el cambio económico no es determinante, sino  pequeños cambios  van determinando la nueva economía”.

Aconsejó a quienes tienen empresas, no preocuparse por qué  dicen de ellos, sino que dirán, pues los emprendedores  cambian el mundo.  Esos cambios son los que definen la nueva sociedad.

Vidal asegura que las ideas son lo que mueven este planeta, “sin ideas no hay hipersociedad, no hay  sistemas y modelos de distribución del trabajo. Gracias a las ideas el mundo local se convierte en global”.

Además explica que la hipersociedad ataca un  elemento clave:  la propiedad emergente, si intercambiamos ideas, nos llevamos más de las que puedo construir.  Pensar en común es algo que se puede hacer de manera aterritorial y atemporal.

El talento global se reproduce en ese escenario de emergencia. Ese talento  son ideas conectadas  que permiten que la sociedad sea mejor.

“Yo soy optimista pues creo que el mundo va mejor a pesar de lo que dicen”,  indica Vidal, en medio de su explicación sobre la hipersociedad.

Para  concluir,  señaló que hoy  la sociedad cuenta con un radar sociocompartido. Además indicó que cuantas cosas sucederían si todos nuestros cerebros se interconectaran para crear una  hipersociedad.

Hizo un ejercicio preguntándole a los asistentes de su conferencia  cuál es la mitad de 13? luego de varias opciones de lo que puede ser la mitad de trece  demostró que   las cosas  son como cada quien las ve o las quiere ver.

Para terminar  dijo: “34 gigabytes de información diaria recibe nuestro cerebro. En una década esa cifra se multiplicará , la pregunta es: ¿estamos preparados para esto?”. Vidal  indica  que las micropymes, cada uno de los emprendedores deben dejar de competir en el mismo escenario que hasta ahora. Hay espacio para un nuevo juego y  cada uno de nosotros estamos para inventarlo. Para terminar, resaltamos la columna que Vidal publicó en su blog sobre esta conferencia.

Y esta es la entrevista resultante al terminar la conferencia.

LAS COMPAÑÍAS DISCOGRÁFICAS NO SE HAN DADO CUENTA DE QUE SU MODELO DE NEGOCIO MURIÓ”: MARC VIDAL

Durante su participación en Colombia 3.o, Marc Vidal se mostró carismático y además de enseñar, divirtió a la audiencia con sus relatos. Comenzó con una anécdota: hace 21 años escribió una carta para sí mismo en la que hablaba de sueños y retos, la cual abrió en mayo del año pasado. Al leerla se dio cuenta de que la persona que le hablaba era alguien que no conocía, hablaba con otro vocabulario, incluso grosero. Él no se imaginó que existirían los ‘smartphones’ y que el mundo sería tan distinto al de entonces.

Aunque la conferencia tenía que ser encaminada hacia el e-commerce, Vidal mismo escribió en su blog que el título era solo una fachada porque en realidad quería era “exponer es como todo ello ha sido afectado por un nuevo modelo de transmisión del conocimiento“.

Actualmente se vive la revolución digital, y están sucediendo dos revoluciones al mismo tiempo: la del modelo de distribución del trabajo y la de los modelos de producción del conocimiento, y si el mundo no se da cuenta de lo que está sucediendo “es un tremendo error”.

En esta Hipersociedad “todo va a cambiar, y en la comunicación también”. Porque vivimos en una sociedad gratuita y “es mejor trasmitir el conocimiento gratuito”, ya que gracias a esto se da la oportunidad, por ejemplo, de que Marc Vidal estuviera en Corferias dando una charla. Si no fuera por sus libros en línea, serían pocos quienes lo conocerían.

Después de abordar diferentes temas, tan variados que parecería que no tenían relación, como la economía relacional, el talento global, de cómo Facebook no fue inventado por Marck Zuckerberg sino en el neolítico y de por qué saltan los pingüinos al mar, Marc Vidal nos concedió una breve entrevista antes de dirigirse al Ministerio TIC.

¿Cuál es su opinión sobre el potencial de Colombia en el negocio de los contenidos digitales?

Colombia está en un punto concreto en el que puede aprovechar precisamente la ventaja adquirida en estos últimos años con respecto a su entorno, está por delante de otros países en el uso de la tecnología digital y evidentemente de la gestión de ese contenido.

La oportunidad no durará mucho, es decir, estar ahí como posible abanderado del cambio tecnológico en la zona, durará el tiempo que dure. Creo que Colombia está en la posición de salir con algo de ventaja y que para ello debe estar bien asesorada, tiene que rodearse de quienes ya han hecho ese proceso y de quien ya se ha equivocado en ese proceso.

No me estoy vendiendo a mí, sino a aquellos que sí que saben dónde están los errores, para que eso no suceda en Colombia. En estos nuevos tiempos, en la nueva Hipersociedad los períodos son muy cortos, la capacidad que tenemos de racionalizar las cosas que pasan es más escasa, tenemos que ser capaces de trasformarnos de una manera más rápida.

Ya que lo menciona, ¿cómo percibe al resto de la región en ese tema?

Bien. Latinoamérica tiene una particularidad que no se produjo ni en Europa ni en Estados Unidos, y es que ha adquirido antes prácticamente que llegase ese contenido, todas las herramientas para fabricarlo, es decir, aquí tiene todo el mundo un ‘smartphone’, la capacidad de penetración ha sido muy alta. El sentimiento, de que esa tecnología tiene un sentido es muy alto, pero lo que falta todavía es ese contenido de calidad y un contenido sobre todo que más que anecdótico sea fundamentalmente algo que genere valor.

El contenido por el contenido yo no lo defiendo, defiendo el contenido de valor, que cuando se cree un contenido digital sea para complementar mejor la sociedad, y para ello hay una serie de elementos que Colombia como cualquier otro, debe ser capaz de reconocer, como el talento global, la inteligencia colectiva, las experiencias compartidas y en sí mismo el pensar en común.

Hay expertos que pueden ayudar a Colombia y otros países a que eso suceda, pero fundamentalmente es un cambio generacional, de conducta y de actitud.

 ¿Cuáles son las tendencias del consumo del consumo inteligente?

Básicamente consumos digitales, es decir, la sociedad que se rige en entornos digitales lo que consume es eso. Que puedan mostrar conocimiento, que les ayuden a aprender diferentes cosas, a mejorar sus productos. En estos momentos vivimos un momento de la historia en el que la idea del que fabrica es más importante que la cosa que se fabrica, y eso es una de las esencias principales.

Todo está cambiando y no darse cuenta es un error. ¿Qué consecuencias trae el hecho de no darse cuenta del cambio?

No darse cuenta de que todo está cambiando tiene un mal acabar. Por un lado, evidentemente la no prosperidad, el no entender las oportunidades empresariales. El no aceptar esos cambios de forma profesional sería no ser capaces de afrontar las posibilidades de modernización de un país y no aceptar ese momento actual es empobrecer intelectualmente a la sociedad.

¿Cómo darse cuenta de los cambios? ¿Quiénes deben hacerlo primero?

Debemos darnos cuenta los que nos dedicamos a esto, los primeros somos los ciudadanos, los que nos dedicamos a usar ese entorno nuevo natural para generar valor, es decir, los que tenemos la responsabilidad, los emprendedores en gran medida, de aceptar esos cambios.

Somos los que tienen que arriesgar. Luego están las grandes compañías, han de ser capaces de apostar por los nuevos emprendedores en la medida en que ellos puedan ayudarles a producir cosas mejores y luego la política, los gobiernos, han de ser capaces y han de ser líderes en ese proceso. Tienen que ser capaces de entender esto no como un estatus electrónico o como una moda, sino como el verdadero modelo de cambio de su país, han de liderarlo y estimularlo, no es necesario que lo subsidien pero sí estimularlo, han de ayudar a que eso suceda.

Vivimos en una sociedad gratuita, pero parece que cada vez más se quiere monetizar algunos productos  digitales (libros, películas, programas). ¿Por qué no es una tendencia generalizada?

Bueno, porque tienen que esforzarse en salvaguardar su modelo de negocio. No se han dado cuenta, en su mayoría, de que vivimos en una sociedad gratuita, y por eso lo aguantan.

Las compañías discográficas, las editoriales, no se han dado cuenta de que su modelo de negocio murió y en estos momentos esforzarse en que el costo que tiene escribir un libro y llevarlo a la venta no puede ser el mismo ahora que antes, porque antes requería una distribución, una tienda, una imprenta, una serie de elementos que en la cadena de valor incrementaba el costo y el precio.

Ahora mismo yo escribo un libro y lo pongo a vender en la Red, y no necesito a nadie, y la campaña me la hace la propia Red. Tienen que entender que su valor añadido ya no es el que era, ¡es un error!

Para quienes quieren conocer más a fondo las ideas del español, en su propio blog Marc Vidal compartió los planteamientos  que plantearía en su conferencia en Bogotá.

 

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Hipersociedad

Hoy estreno en San Sebastián una nueva conferencia. Durante unos meses será, con ligeras adaptaciones al medio, el discurso que compartiré con vosotros en varios países. En concreto su título es “the crisis is over, welcome to new economy”. Aunque en este primer caso me centraré en internacionalización y conectividad empresarial para sobrevolar estos tiempos difíciles. La crisis finalizó hace años pero sin embargo no podemos hablar de “mejora” en las oportunidades económicas. Lo que viene ahora es un nuevo territorio complejo.

Hoy estreno en San Sebastián una nueva conferencia. Durante unos meses será, con ligeras adaptaciones al medio, el discurso que compartiré con vosotros en varios países. En concreto su título es “the crisis is over, welcome to new economy”. Aunque en este primer caso me centraré en internacionalización y conectividad empresarial para sobrevolar estos tiempos difíciles. La crisis finalizó hace años pero sin embargo no podemos hablar de “mejora” en las oportunidades económicas. Lo que viene ahora es un nuevo territorio complejo.

Hace unos años visité Guipúzcoa para dar una conferencia sobre la que se nos venía encima. Cuando la crisis se negaba, aquella vez intenté detallar lo que, por desgracia, luego sucedió. En aquella ocasión comenté que no estábamos en una crisis económica tradicional, sino que entrábamos en una crisis de valores. La crisis económica ya finalizó y lo que vivimos es una nueva etapa, un proceso sofisticado que nos conduce a una gran velocidad hacia un nuevo modelo económico.

La rotura del sistema financiero fue una consecuencia y no una causa. El conjunto de quiebras en cadena de todos los elementos que componen la compleja amalgama de la economía global son el resultado de un vencimiento a corto de la economía tradicional. Ahora estamos en la antesala de una Nueva Economía que se rige por otros parámetros mucho más digitales, socializados e invisibles. La nueva era del mercado obliga a las empresas a buscar otros escenarios donde desarrollarse y crecer. Una vía es la internacionalización y de eso hablaré esta vez. La nueva economía es digital, inteligentemente colectiva y globalmente internacional. Vivimos tiempos apasionantes e intentaré describir algunas de las claves de lo que se viene a llamar la hipersociedad.

En esta vida hay ciertas cosas que van irremediablemente unidas: el dolor de estómago y la manzanilla, Paris Hilton y la progresiva pérdida de fe en el ser humano, la política y la incapacidad, el título de enseñanza secundaria y la incultura supina, la televisión ideológica y el aburrimiento, el hombre del tiempo y los mapas, el deportivo descapotable y el simio que lo conduce, la cuarentena y el

implante de silicona, la plaza de Catalunyay los niños dando por culo con la pelota, las elecciones y las obras, el final de las elecciones y el final de las obras, la ineptitud y la oficina de atención al ciudadano, la desesperación y la pagina Web de RENFE y los aeropuertos con la humillación.

También van juntos el verano y las moscas, la fiesta mayor y el derroche, la radio objetiva y el silencio, yo y las conclusiones más tontas, un nudista y su bicicleta, una advertencia y su amenaza, la política de promoción local y la esterilidad, las mayorías absolutas y la falta de debate, la gestión pública y el retraso tecnológico, la autocomplacencia y los concejales, el divorcio y los cuernos, la anorexia y la moda, el espíritu emprendedor español y el vacío más absoluto, el dinero y la felicidad, los relojes y el tiempo, las pesadillas y el insomnio, la amistad y su cuidado, las matemáticas y Pitágoras, las decisiones arbitrarias y el responsable de vía pública de tu pueblo, la prensa subvencionada y el gasto público selectivo e Internet y el porno.

Los binomios que he enumerado pueden parecer resultado de la generalización, pero la estadística también lo es y nos la tomamos muy en serio. Por ejemplo, sería absurdo decir que los jóvenes son una tribu que solamente piensa en masturbarse, en tenderse en el sofá y en meterse de todo por la nariz. Como también lo sería asegurar que están sanos como manzanas y que todos tienen una habitación dedicada en exclusiva la lectura, a buscar la paz espiritual y a diseñar su microempresa.

Seguramente el término medio sea el idóneo para todas las comparaciones, sin embargo, ¿innovación y emprender no deberían de ir juntos? ¿Son los emprendedores los gestores del cambio a partir de un valor por la innovación que se les presupone?

Innovar hoy en día es algo muy complicado, ya nada está limitado como en el pasado. Antes alguien que se ponía en marcha, primero estudiaba, luego trabajaba y al jubilarse se dedicaba al ocio. Ahora eso ha cambiado, primero se jubila, luego aprende y finalmente trabaja. O incluso de otro modo, primero trabaja, luego aprende y al final se jubila, para volver a trabajar más tarde o estudiar, vete tú a saber.

El cambio de orden si afecta el producto. Es muy distinto. Por eso ahora decir que una cosa va ligada a la otra no es tan evidente, pero si sabemos que muchos de esos procesos están generando un verdadero valor innovador.

Hay ejemplos que demuestran lo que digo, pero, me quedo con uno denominado modelo de “ecoinnovación”. Concretamente uno que Gunter Pauli cita como experiencia de calado social en la isla canaria de El Hierro. Pauli “fue capaz de movilizar más de cien millones de euros en un año con recursos naturales como el viento, la marea o la agricultura”. Ahora mismo, cuenta que a partir de ese proyecto, surgieron 19 proyectos capaces de generar trescientos empleos. Pero como siempre pasa en un país donde emprender es pecado, se mantiene el escaso interés por este nuevo modelo.

Gunter Pauli es alguien admirable. Recomiendo descubrirlo a través de sus libros, de sus videos o de sus aventuras explicadas por otros. Sus libros se escriben en España muchas veces y lo curioso es que, en lugar de editarse aquí, se traducen en China y Corea prioritariamente. De hecho si quieres uno de sus últimos textos debes pedirlo en húngaro como más cercano. Este hombre dice cosas como esta: “cuando se toma café sólo se aprovecha el 0,2% de un grano de café, nadie presta atención al otro 99,8%”. Con él, en Colombia se producen hongos tropicales a menor precio y con más calidad que los chinos y nadie lo destaca, siendo uno de los elementos farmacológicos más potentes y efectivos contra múltiples acepciones y enfermedades cutáneas”.

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