Negocio, Sociedad Marc Vidal Negocio, Sociedad Marc Vidal

Amazon supera el billón de dólares de valoración, casi el PIB español.

Ayer las acciones de Amazon subieron un 1.9% permitiendo que superara por primera vez la valoración de un billón de dólares. Recordemos que el PIB de España supera ligeramente los 1,2 billones, es decir, una barbaridad. Apple había llegado a superar esa gigantesca barrera del billón de dólares de valoración bursátil hace muy poco tiempo. Con esta gesta ya son tres empresas las que lo han logrado alguna vez. La tercera fue la energética PetroChina Co. que cruzó brevemente esa valoración a finales de 2007. Sin embargo se desplomó rápidamente debido a la caída de los precios del petróleo en la crisis financiera.

Desde que Jeff Bezos fundara Amazon en un garaje de Seattle en 1994 vendiendo libros, hasta que ahora él mismo sea la persona más rica del mundo, la evolución de su compañía se ha caracterizado por la diversificación absoluta y por la búsqueda de poner al cliente en el centro de la cadena de valor a partir del conocimiento y estudio de su comportamiento con diversas fórmulas digitales y seguimiento.

Amazon factura 200 mil millones anuales y tiene más de 575.000 empleados. Para analizar esas cifras tenemos que centrarnos en el crecimiento de los últimos años. Es a partir de 2015 que la cosa se dispara notablemente. Las acciones se han triplicado en apenas 3 años, alcanzando un valor máximo de 2.050 US$ ayer mismo. Hay que decir que, sin embargo, tras cruzar la marca del billón, la valoración de Amazon bajó a 988 mil millones poco después. Por cierto, ese club de ‘billonarios’ tiene dos candidatos más que tardarán poco en unirse si todo sigue como hasta ahora. Se trata de la marca global de Google, Alphabet Inc, y de Microsoft Corp.

Yendo mucho más allá de los libros, Bezos imaginó la experiencia minorista de un nuevo modo al ver desde el principio cómo Internet podría conectar a los compradores con una selección de productos mucho más grande de lo que encontrarían en los estantes de las tiendas fueran cuales fueran. Por eso amplió el negocio de libros a música y películas, luego agregó juguetes y electrónica.

La primera revolución vino en 2001, cuando Amazon lanzó un Marketplace digital que quería expandir el inventario más rápidamente al invitar a comerciantes independientes al sitio y cobrarles una comisión por cada venta. Ese modelo participado ahora representa más de la mitad de todos los productos vendidos en Amazon, y muchos de los comerciantes pagan a Amazon tarifas adicionales por el almacenamiento, el embalaje y la entrega. Una idea que en su momento fue discutida por el coste que tenía pero que a la larga ha permitido al gigante americano ofrecer un gran inventario sin tener que comprar nada, una ventaja competitiva clave sobre los competidores del retail que llevan años defendiéndose como pueden.

Otra revolución interna que lo estimuló todo fue cuando en 2006 lanzaron la división de computación en la nube Amazon Web Services. Replicaron lo que ya habían planteado con el Marketplace pero ahora en el ámbito puramente digital y en la nube. Cualquiera puede, en lugar de comprar y mantener sus propios servidores, alquilar la capacidad de la computadora de turno y el almacenamiento de datos en los centros de datos centralizados que administra Amazon. La clave está en que diseñaron un modo de pagarlo en función de cuánto se usaban, algo así como una factura de electricidad. Hoy Amazon lidera el mercado de computación en la nube y Amazon Web Services proporciona más de la mitad de las ganancias de la compañía.

A partir de ahí, Amazon decide colarse en todo. Desde Amazon Kindle para leer todo lo que puedas a Amazon Web Service con todos los servicios web necesarios y pasando por Amazon Market Place para que vendas o compres lo que quieras, el gigante del comercio electrónico no ha hecho más que aumentar sus servicios y buscar con ellos obtener cada vez más datos de sus clientes o usuarios. Amazon Contenidos para ver videos y películas, Amazon Prime, una logística de cuota fija que en realidad se ha ampliado hasta convertirse en una especie de ‘membresía’ con privilegios. Amazon Cash inicia algo parecido a un banco, Amazon Go, las primeras tiendas físicas sin cajeros, Amazon Fresh, la entrega rápida de alimentos o Amazon Echo, el asistente personal que se mete en tu casa con Alexa. Amazon por todas partes. Como he comentado esta mañana en mi colaboración sobre economía del programa Arusitys de La Sexta, Amazon está detrás de casi una cuarta parte de los envíos minoristas en un país como España.

En Arusitys hablando de la valoración de Amazon.

En Arusitys hablando de la valoración de Amazon.

Sin embargo Amazon es un caso a estudiar en cuanto a la fórmula de crecimiento y soporte de los resultados financieros cuando estos no son buenos. Les tomó un tiempo a los inversionistas apreciar las estrategias a largo plazo de Bezos. La acción se ha disparado en los últimos años, en gran parte en base a las apuestas que hizo hace más de una década. Existía la preocupación de que Amazon fuera una empresa sin beneficios porque Bezos invirtió tanto en el crecimiento que a menudo se perdían los trimestres o los resultados con márgenes estrechos.

Se han equivocado varias veces y en lugar de lamentarse han aprendido mucho. El teléfono inteligente Fire fuen un desastre en 2014. Fue quizás, el mayor fracaso de la compañía. Pero Amazon se recompuso y lanzó  el altavoz activado por voz ‘Echo’ y el asistente digital ‘Alexa’. El éxito que significaron no fue previsto por nadie. El uso de un nuevo interface por voz que Apple lleva insistiendo desde que nos instaló a Siri en todos los iOS, Amazon lo sintetizó con un notable éxito rápidamente.

Ahora bien, el mayor éxito de Amazon es Prime. Esta especie de ‘tarjeta digital de fidelización’ fue lanzada en 2005. Bezos tomó prestada la idea de los clubes de compras de almacenes de descuento y ofreció tarifas de envío casi gratuitas a los clientes que pagan una cuota anual. La membresía convierte al comprador ocasional en un cliente atrapado en los descuentos por envío de Amazon. Clientes ansiosos por obtener rendimiento de esa membresía gastando en Amazon una y otra vez. Prime ahora es la puerta de entrada a un coste muy interesante a todo tipo de productos de la compañía. Transmisión de video, almacenamiento de fotos en la nube o los descuentos más recientes en Whole Foods Market, que Amazon adquirió el año pasado. Amazon tiene más de 100 millones de miembros Prime, que utiliza para atraer más inventario a su tienda web por parte de miles de vendedores. La clave es que debido a la gran cantidad de comerciantes la competencia entre ellos provoca que los precios sean extremadamente bajos. Todo ello sin mojarse mucho. Es una obra maestra.

De momento parece que pocos puedan con Amazon. Cualquier batalla la gana. Es difícil pensar quien puede destronarlos a medio plazo. Sin embargo probablemente su talón de Aquiles está en su propia desmedida. La preocupación ante una campaña antimonopolio gubernamental en Estados Unidos o Europa no es algo menor. De momento no hay visos de que eso pueda ser puesto en marcha debido a que Amazon es una máquina de creación de empleo. El ejemplo, como ya expliqué, fue el proceso de licitación de una segunda sede de Amazon en Estados Unidos. Se lo rifaron. ¿Seguirá creciendo? ¿Hasta donde puede crecer? ¿Será finalmente un banco con servicios complementarios? ¿Cuándo empiecen a automatizar en serio toda la cadena de valor que sucederá? Amazon es una de las big companies que marcan la línea de cómo entender la economía del futuro, concentrada y gigantesca, lo hace para descifrarla en lo bueno, pero, atención, también para lo malo. ¿Cuándo valdrá 2 billones?

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Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal

Educación 'freelance' para un futuro laboral 'freelance'.

La semana pasada la pasé en República Dominicana, concretamente en Santo Domingo, invitado por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional de ese país. El motivo era ofrecer dos conferencias junto a los ministros de Trabajo, Educación y Presidencia. Se me encargó reflexionar en ambas charlas sobre la importancia de la formación profesional en el mundo empresarial justo ahora que vivimos una revolución industrial afectada por múltiples tecnologías. La primera de ellas fue a la comunidad educativa y la segunda a los principales empresarios y empresarias del país. Aprovechando la estancia pude conocer de cerca el modelo de transformación digital en algunos ámbitos de la administración pública y de algunas de las empresas locales. Retorciendo la agenda y gracias a un equipo magnífico pude, también, pasar por diversos programas de radio y televisión y por algunos medios escritos. No hubo playa, no hubo tiempo.

La semana pasada la pasé en República Dominicana, concretamente en Santo Domingo, invitado por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional de ese país. El motivo era ofrecer dos conferencias junto a los ministros de Trabajo, Educación y Presidencia. Se me encargó reflexionar en ambas charlas sobre la importancia de la formación profesional en el mundo empresarial justo ahora que vivimos una revolución industrial afectada por múltiples tecnologías. La primera de ellas fue a la comunidad educativa y la segunda a los principales empresarios y empresarias del país. Aprovechando la estancia pude conocer de cerca el modelo de transformación digital en algunos ámbitos de la administración pública y de algunas de las empresas locales. Retorciendo la agenda y gracias a un equipo magnífico pude, también, pasar por diversos programas de radio y televisión y por algunos medios escritos. No hubo playa, no hubo tiempo.

De todo lo vivido quiero destacar la conferencia que se destinó para la comunidad educativa y a la que asistieron más de mil profesionales vinculados a la formación profesional del país. Concretamente a los agentes educativos que dedican su esfuerzo a vincular la capacitación técnica a la oferta laboral existente. El problema, en este caso, aparece cuando esa oferta futura es ciertamente desconocida o tremendamente cambiante. No tenemos muy claro hacia donde irá el mercado laboral en breve, sólo sabemos que está cambiando y muy rápido. El mercado laboral, especialmente el más técnico, está en plena transformación y eso exige un modo nuevo de entender la formación profesional. De eso hablé y aquí os dejo un resumen de lo que consideré esencial en este ámbito.

Sabemos que, tal y como señala el propio Foro Económico Mundial, las nuevas condiciones económicas implicarán una decena de habilidades laborales para afrontar con garantías lo que denominamos Cuarta revolución industrial. Según el último informe que en este sentido publicó estas son: la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de personas, la coordinación con los demás, la inteligencia emocional, la toma de decisiones, la orientación a servicio, la negociación y la flexibilidad cognitiva. Seguramente a todas ellas hay que añadir la ‘computerización personal’. Con esto quiero decir que una de las habilidades principales será la capacidad de cada uno de nosotros a trabajar con inteligencia artificial, robots, automatismos y, en definitiva, en como abrazaremos la tecnología para hacernos mucho más eficaces. Hazte la pregunta ¿cuánto de ‘computerizable’ eres? En la respuesta y en el nivel que te aparezca tendrás de manera clara cual es la tarea pendiente a nivel íntimo y personal.

Todas estas habilidades nos llevan a un escenario donde las instituciones formadoras de esos profesionales deben estar preparadas para abordarlas. Planes de estudio que no se alejen de la tecnología, indispensable para entender el mundo laboral futuro, pero también que sean capaces de aportar el desarrollo de habilidades profesionales totalmente humanas. Todo aquello que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable en el futuro inmediato y esa es la esencia, considero, que debe impregnar la formación profesional. Es obligatorio por ello, combinar programas formativos técnicos con modelos educativos humanistas.

Se avecina una pérdida de un tipo de empleo muy concreto de forma masiva. Será el primer paso de algo mucho más profundo. El cociente entre nuevos empleos y el derribo de un sistema antiguo no será la única de las respuestas. Esa destrucción vendrá acompañada de millones nuevos empleos que requerirán personas con nuevas habilidades. El impacto se verá en todas las industrias. La magnitud de esta nueva revolución industrial nadie la conoce. Nadie. No alcanzamos a dimensionar los retos que implicará para la sociedad y para la política. Es evidente, no obstante, que sólo están listos para hacerle frente en muy pocos lugares. De hecho ni en Europa se tiene claro como afrontarlo, ni en América Latina se está teniendo demasiado en cuenta. Lo grave es que, por ejemplo en España, el debate circula en un escenario tremendamente distante a la guerra que se avecina como si, al igual que en otros momentos de la historia, la deriva y la inercia fueran capaces de solucionarlo todo. En este caso no va a ser así y los que antes lo tengan claro, antes lograrán superarlo. Liderar y presidir un nuevo escenario económico y laboral no será opcional.

De ahí que hay que replantear la política en general y la formación profesional en concreto. Su papel será relevante. Los países que se plantean afrontar con garantías el futuro tecnológico en la Cuarta Revolución Industrial y quieran hacerlo enfrentándose a los desafíos de la Era de la Transformación Digital, deberán de un modo u otro preguntarse acerca de la gestión tecnológica en la educación, de los sistemas de información en los centros educativos y del modo en el que se incorporen metodologías de estudio innovadoras.

¿Puedes imaginarte un centro educativo profesional, o cualquier otro, sin acceso a ambientes virtuales, redes de trabajo, automatismos en la gestión de datos, capas de inteligencia artificial vinculando archivos con sucesos prácticos, articulado de nuevos procesos lectivos que generen nuevas maneras de relacionar lo que se enseña con lo que se aprende, los actores implicados y las modulaciones y métricas finales? Seguramente no. El futuro es ese. Pero no lo es por capricho. Las exigencias de un nuevo empleo requieren nuevas maneras de aprender. Si el empleo del futuro será mayoritariamente freelance, como puede ser que la educación no lo sea o lo asuma como parte de su catálogo formativo.

¿Por qué no se puede estudiar una doble titulación como Derecho y Arte? ¿Económicas y Filología Clásica? ¿Teatro y Administración de Empresas? ¿Ingeniería analítica y Diseño Gráfico? ¿Arquitectura y Programación? O más útil aún, ¿por qué no es factible estudiar en un entorno híbrido y a tiempo real entre la formación profesional y otro ámbito de la educación superior? ¿Mecánica e Historia del Arte? ¿Analista de datos y Agroindustria? Imagina. El papel de la educación será ese. Entender que en la formación del futuro no será fácil identificar los límites del conocimiento necesario y habilidades humanas de soporte. 

Muy probablemente nuestros hijos se ocuparán de los mismos oficios, las mismas tareas y los mismos objetivos profesionales que nosotros pero lo harán de un modo muy diferente. Pensemos en la vida de un agente comercial hace apenas dos décadas. ¿Quién le iba a decir que pasaría de ser un ‘viajante’ a un experto en redes? Y en todo ello el papel relevante de la propia tecnología en el centro de todo el análisis. La tecnología tiene como fin no sólo hacernos el trabajo más fácil sino, también, cambiar el propio concepto del trabajo tal y como ahora lo entendemos. De ahí que la educación también lo haga. Nuevos empleos, nuevas maneras de trabajar y nuevos sistemas de relación entre empresas y empleados nos conducen a la obligación de repensar un nuevo modo de educar, formar y vincular ambas acciones.

Los factores determinantes de los cambios en la educación institucionalizada, la rebasan en si misma y se dan fuera de ella. Son factores económicos, políticos, culturales o tecnológicos, los que inciden de manera determinante en las tendencias educativas, por la influencia que tienen en la toma de decisiones. Es por ello que es tan importante que cualquier modelo educativo que quiera superar con éxito este momento histórico no lo trate como una ‘reforma educativa más’ y lo determine como lo que es: una oportunidad única que probablemente no se repita en mucho tiempo para liderar el cambio socioeconómico inédito. De no hacerlo, de no darse cuenta que no era opcional, el riesgo de perder el tren de la historia es enorme. La obligación de los diseñadores de los programas educativos, ya sean de tipo profesional o no, van más allá de generar la sociedad de la información, debemos estimular la sociedad del conocimiento.

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Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal

El debate de ideas (económicas) aparece en las primarias del PP

La exministra Celia Villalobos consideró que una de mis afirmaciones durante el programa de La Sexta, ‘Liarla Pardo’, en el que participo semanalmente, no era correcta. Ella consideraba que decir que en las primarias del PP no hay debate ideológico era una afirmación fuera de la realidad y que sí se estaba produciendo. Realmente, hasta hace muy poco no he visto ese debate. Es justo ahora que parece se inicia un ligero análisis de ideas en el ámbito de la economía. Bienvenido sea y mejor si en ese debate los que lo estimulan son gente como Álvaro Nadal y, especialmente, Daniel Lacalle.

La exministra Celia Villalobos consideró que una de mis afirmaciones durante el programa de La Sexta, ‘Liarla Pardo’, en el que participo semanalmente, no era correcta. Ella consideraba que decir que en las primarias del PP no hay debate ideológico era una afirmación fuera de la realidad y que sí se estaba produciendo. Realmente, hasta hace muy poco no he visto ese debate. Es justo ahora que parece se inicia un ligero análisis de ideas en el ámbito de la economía. Bienvenido sea y mejor si en ese debate los que lo estimulan son gente como Álvaro Nadal y, especialmente, Daniel Lacalle.

Y es que sin duda alguna, el asunto sobre como vamos a pagar la fiesta y como se pretende afrontar el gasto creciente del estado del bienestar y sus garantías, es el dilema. Es el principal, es el que determina el modo en el que otros asuntos podrán afrontarse. Sin riqueza, sin medios, es imposible atender necesidades, ni distribuir nada. En ese escenario se sitúan dos maneras de ver el mundo económico, o bien incrementando impuestos o bien apostando por reducirlos. De subirlos o bajarlos se derivan dos temas: el tiempo de espera obligatorio en el primer caso para poder atender necesidades sociales. Y en el segundo, el incremento de déficit mientras no llegan los ingresos, pero aplicándose previamente el gasto que se prevé poder saldar después.

El centro derecha presume de crear riqueza y el centro izquierda de redistribuirla. Los primeros suelen acusar a los segundos de malgastar su esfuerzo y de subir impuestos para equilibrarlo. Los segundos consideran que los primeros no atienden a las desigualdades con la suficiente sensibilidad. De esto se deriva que la derecha presenta su política económica con un deseo de reducir impuestos y la izquierda de subirlos selectivamente. El problema es que ni unos los rebajan siempre ni los otros son tan selectivos.

Estamos ante el anuncio de una subida importante de tributos, así nos lo han ido contando. De hecho se buscan 6.500 millones para reducir el coste sobre el déficit que tendrán un buen número de medidas que exigen 8.500 realmente. De eso trató mi intervención precisamente en el programa. De cómo se está planteando un inicio de nuevo gobierno a nivel presupuestario atendiendo a las subidas de impuestos que se han anunciado.

Para ello el catálogo Otoño Invierno de esa subida de impuestos es de aurora boreal. Subidas al gasóleo, impuesto de sociedades, tasas a tecnológicas, a la banca, a la renta del capital, etc., suponen la voluntad de reducir el déficit público, el de la seguridad social, cumplir con las exigencias de Bruselas y paliar el deterioro de las pensiones. El riesgo que con estas subidas se penaliza al sector productivo, provocando a medio plazo que pase todo lo contrario a lo que se espera. Pan para hoy y paro para mañana.

En esto de atacar el Impuesto de Sociedades hay indicadores que muestran que no todo es tan fácil como subir impuestos y recaudar más. En 2017 se recaudó por esta vía 23.000 millones. En 2003, hace una eternidad, se recaudaron 21.900. Mientras que el PIB español ascendía en el mismo período un 45%, algo así como 360.000 millones de euros, la recaudación apenas aumentaba. Mucho cuidado con penalizar impuestos que deterioran la capacidad de inversión, contratación y, sobretodo, investigación. Te puedes encontrar que no aumente la recaudación, te cargues el sistema de crecimiento de esas mismas empresas y, lo peor, limites las opciones de hacerse competitivas en un entorno tremendamente cambiante y exigente.

Un tema mayor. España se está quedando en un vagón incómodo. La falta de un plan transversal, ambicioso y agresivo para revertir el retraso tecnológico que vive nuestro modelo de crecimiento, anclado en aquello que nos aporta facturación y beneficio a costa de sueldos miserables, lo vamos a pagar caro. La lejanía absoluta de la ‘clase política’ de la realidad digital y tecnológica es de susto o muerte. De ahí que le escribiera esta carta a Pedro Sánchez. 

Volvamos al debate. Sólo cuando toca mostrarse moderno aparecen las ideas. En este caso, es una buena noticia que los candidatos del PP en las próximas primarias tengan un debate sereno sobre el futuro económico. O por lo menos lo tengan otros en su nombre. El de Santamaría suena a discurso de manual no obstante, digitalización manida y mucho texto de catálogo. El de Casado, gracias a la aportación de Daniel Lacalle, es mucho más entero y pragmático: rebaja de impuestos a empresas tecnológicas al más puro estilo irlandés. Si se puede hacer, ¿por qué no hacerlo mientras no hay una política fiscal europea equilibrada?

El plan de Lacalle puede sin duda alguna, al final, atraer empresas tecnológicas en algo más que en aquello de montar un ‘call center’ o de montar unas oficinas de ‘investigación’ por parte de algunos que ya estaban por aquí. Se trata de poner en marcha políticas fiscales que aceleren una modificación del modelo de crecimiento y estructura económica de nuestro país. Digitalización, sin aceptar lo que supone analizar un país automatizado, no vale. Robotización sin hablar de cómo socialmente lo vamos a afrontar, tampoco. Sin fiscalidad atractiva no vamos a ver por aquí los motores de cambio que se van a necesitar. Depender de los sectores de siempre no va a ser una solución y esos que debemos estimular precisan de medidas concretas que los animen a venir.

No se trata de un mundo lejano. Se trata de incorporar en el análisis político y económico aquello que lo va a cambiar todo en muy poco tiempo. Ya lo está haciendo. Es inevitable. Cambios que muchas veces ignoramos por que son a tiempo real. No nos damos cuenta pero están. En diez, quince años las computadoras cuánticas serán algo normalizado y exponencialmente cambiarán nuestra relación con la información y el cálculo. Estaremos bajo redes 10G y los sensores de la Internet de las Cosas junto a dispositivos de realidades virtual y aumentada, en apenas una década, estimularán la llamada Internet del Todo. ¿Está nuestra economía preparada para ello? ¿Qué piensan los políticos que deben conducir esa transformación económica y social en un país como el nuestro? ¿Tenemos el talento suficiente? ¿Qué empresas van a ser los motores de cambio? ¿Cuántas vendrán sin modificar nuestra fiscalidad? ¿Podemos crear grandes actores económicos y empresariales para la economía del futuro con las herramientas actuales? Aquí hay talento y capacidad, ¿se lo ponemos fácil? ¿Se está fabricando un ecosistema entre universidad, empresa, innovación y acción política?

Es evidente que sólo con la acción política no se produce ningún cambio de este tipo, sólo se lidera. Para ser parte esencial de esa revolución que acelera cada vez más, debemos atraer a quienes lo van a protagonizar, los que van a generar el empleo cualificado y nos van a dar las opciones de permanecer en el mundo del conocimiento. Eso son empresas de todo el mundo, inclusive las nuestras, tecnológicamente avanzadas. Por eso, prefiero la propuesta de Daniel Lacalle que indica claramente como afrontar uno de los primeros peldaños en esa gran escalera que deberemos subir.

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Disrupción tecnológica incluso en los Fuegos Artificiales. ¿Y tú que tal?

En una parte determinada de algunas de mis conferencias, suelo mostrar en pantalla la actuación de Lady Gaga en la Superbowl. Aquella noche la cantante interpretó el himno americano como es habitual en el descanso del evento deportivo más visto del país. En un momento determinado, en el cielo, tras ella, se iluminaron centenares de estrellas que inicialmente fueron blancas y poco a poco tomaron el tono de la bandera de Estados Unidos y se posicionaron simulándola. Fue espectacular. Era la primera vez que veía algo similar. Consulté en si los que allí se encontraban veían lo mismo o era un trabajo de realización que sólo veíamos los que estábamos viendo el evento por televisión. Todos lo vieron.

En una parte determinada de algunas de mis conferencias, suelo mostrar en pantalla la actuación de Lady Gaga en la Superbowl. Aquella noche la cantante interpretó el himno americano como es habitual en el descanso del evento deportivo más visto del país. En un momento determinado, en el cielo, tras ella, se iluminaron centenares de estrellas que inicialmente fueron blancas y poco a poco tomaron el tono de la bandera de Estados Unidos y se posicionaron simulándola. Fue espectacular. Era la primera vez que veía algo similar. Consulté en si los que allí se encontraban veían lo mismo o era un trabajo de realización que sólo veíamos los que estábamos viendo el evento por televisión. Todos lo vieron.

El evento estaba viviendo una innovación que ya se había probado anteriormente pero nunca a ese nivel. Se trataba de un enjambre de drones coreografiados desde un ordenador central. El efecto fue brutal y la sensación que habíamos entrado en una nueva era de los espectáculos ‘pirotécnicos’ también. En los últimos tres años la evolución de este modelo de exposición ha aumentado en complejidad y potencia. De hecho esa no fue la primera vez, en el show del Festival de Música y Artes de Coachella Valley cerca de Palm Springs, California, ya se había experimentado con ellos y además, el año anterior el Walt Disney World Resort cerca de Orlando, Florida, ejecutó un baile de drones que ahora resultaría, solo tres años después, monótono, antiguo y poco novedoso.

La disrupción llega a todos los sectores. Cuando menos te lo esperas aparece una tecnología que te pone del revés tu modelo de relación con tu cliente. En el caso de los taxis, los hoteles, la música, los coches, el teatro, el cine, los libros, la fotografía, los abogados, los inversores y así hasta llegar a todo y a todos, lo saben bien. Pero hay sectores que se resisten a pensar que eso va con ellos. Que la disrupción tecnológica no les tocará porque ‘lo que ellos hacen, si lo hiciera una máquina no sería lo mismo y la gente no lo querría’. Pues la verdad es que esto tiene una gasa muy fina que lo sujete. Incluso, al analizar realmente lo que se esconde tras el hipotético conocimiento de un cliente, podemos utilizar diferentes herramientas que nos darían seguramente una nueva perspectiva. El viaje de cliente, el famoso ‘customer journey’ del que hablamos cuando tratamos los datos que se obtienen de las voluntades y ejecuciones que hace un consumidor, puede cambiar de manera intensa en poco tiempo y en base a conceptos que se escapan cuando los miramos desde nuestro sector u óptica particular.

El ejemplo de los fuegos artificiales que puedan ser sustituidos por drones es uno de ellos. Ciudades en California, Colorado y Arizona, que se preparan para otra temporada de sequía e incendios forestales, están recurriendo a esos drones como una alternativa menos peligrosa a los fuegos artificiales, alentados por el desarrollo de estos espectáculos coreografiados. La evolución ha sido tal que cuando se inspiran o solicitan esa sustitución tecnológica se pone de ejemplo ya el que Intel preparó para la transmisión de los Juegos Olímpicos de Invierno pasados.

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Durante 12 siglos, los fuegos artificiales fueron la única forma de iluminar el cielo nocturno. Ahora tenemos la tecnología que nos permite hacer animaciones de precisión y contar historias, podemos escribir palabras y dibujar objetos en el cielo. Además son mucho más económicos que los espectáculos con pólvora. Una vez los utilizas se pueden volver a usar. Si los contratas una sola vez son caros, pero en la recurrencia se abaratan notablemente.

La tecnología no es innovación hasta que el mercado no la acepta. Este parece uno de esos casos. Los cambios generacionales que exigen sostenibilidad, seguridad y sentido ético de muchas de nuestras acciones comerciales, profesionales o de ocio responden a cambio notables en nuestro modo de pensar. Además la velocidad en el que se transmite ‘un nuevo chip cultural’ o de opinión va muy rápido gracias a la sociedad hiperconectada y aumentada que vivimos. El coche eléctrico está inventado desde principios del siglo XX, Edison desarrolló uno, pero no ha sido hasta ahora, que fabricarlos a escala ha empezado a ser rentable debido a un cambio cultural de expectativas sociales muy distinto.

Los fabricantes de fuegos artificiales aseguran que ‘nunca les sustituirá un enjambre de drones. Aseguran que los fuegos artificiales son una experiencia multisensorial con sonidos y colores y un final atronador que la gente puede sentir en el interior mientras que los shows con drones son algo así como un enjambre de abejorros con su zumbido molesto’.

Tal vez, pero ayer 4 de julio, en Estados Unidos se lanzaron menos cohetes y se elevaron más drones. En ambos casos la gente hizo lo mismo, mirar al cielo y gritar ‘¡Oh!, ¡Ah!’ En el primer caso se sabe que hubo incendios pequeños que apagar, en el segundo recoger algún dron sin batería. Si yo tuviera una empresa de Fuegos Artificiales pondría en marcha la transformación digital de mi empresa y estudiaría si mi modelo de negocio debe permanecer vinculado a la venta puntual del producto pirotécnico o a la oferta de un servicio recurrente con objetos volantes con luces. ¿En tu sector que tal? ¿Hay algún dron a la vista?

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Más allá de la digitalización o la transformación digital: la empresa autoajustable.

En 2008, sólo había una empresa tecnológica entre las diez de mayor capitalización bursátil. Hoy, una década después, son siete. Durante estos años las empresas digitales han desordenado la economía de manera irreversible en múltiples sectores. La industria del automóvil, el comercio, el cine, la medicina, la banca o cualquier otro, viven un enfrentamiento contra el tiempo y por la innovación como nunca antes. Prácticamente todos los grandes negocios son ahora un negocio de tecnología y de información.

En 2008, sólo había una empresa tecnológica entre las diez de mayor capitalización bursátil. Hoy, una década después, son siete. Durante estos años las empresas digitales han desordenado la economía de manera irreversible en múltiples sectores. La industria del automóvil, el comercio, el cine, la medicina, la banca o cualquier otro, viven un enfrentamiento contra el tiempo y por la innovación como nunca antes. Prácticamente todos los grandes negocios son ahora un negocio de tecnología y de información.

De ahí que muchas empresas se lancen a eso que llamamos Transformación Digital en un intento desesperado de defenderse de las amenazas que se ven en el horizonte y de aprovechar también las nuevas oportunidades que interpretan. Normalmente, con mis propios clientes incluso, se persiguen dos objetivos: automatizar la cadena de valor e innovar con productos que puedan pasar a servicios digitales. La deriva suele conducir a nuevos modelos de negocio, nuevos procesos y obtención de datos masivos.

Cuando se combinan esos efectos, representados especialmente por la automatización y por la gestión a tiempo real suele aparecer algo que llamamos ‘la empresa autoajustable’, una empresa inteligente capaz de aprender e innovar a la velocidad de los datos para adelantarse a sus competidores. Empresas autoajustables y capaces de aprovechar el ciclo de aprendizaje compuesto por la experiencia sistemática de los clientes y el análisis del entorno comercial. Todo para generar nuevos modelos de negocio.

A través de la automatización y la lectura a tiempo real de los datos resultantes, las empresas autoajustables crean ventajas significativas. Comprenden mejor a sus clientes gracias a los datos de sus propios espacios de relación con ellos y a las plataformas para desarrollar ideas. Pueden desarrollar productos más nuevos y comercializables experimentando con ofertas y aprovechando los datos de respuesta. Y, especialmente, también pueden implementar cambios más rápidamente y a un menor coste al actuar de forma prácticamente autónoma.

Cuando sugiero que una cosa es digitalizarse y otra muy distinta es transformarse digitalmente me refiero a esto. Los beneficios de este tipo de relación entre automatización y lectura de datos, para la generación de modelos de negocio, y ofertas nuevas a tiempo real supera a cualquier proyecto de digitalización que sólo se aplique tecnológicamente. Optimizar en si mismo no es suficiente, ni automatizar tampoco. Se trata de combinar una red que se refuerce a sí misma. Que aprenda, que mejore con la experiencia y que genere nuevas ofertas que atraigan a más clientes y con ellos lleguen más datos y esos datos aporten experiencia de nuevo, y esa experiencia mayor conocimiento y con ese conocimiento volvemos al principio. Ese circuito prodigioso debe ser capaz de funcionar de un modo autónomo. La empresa autoajustable se refuerza a sí misma y precisa de una intervención humana muy distinta. Y ahí surge el reto más importante. De eso tenemos que hablar, del papel humano en una empresa de este tipo.

Convertir una empresa tradicional que busca innovar constantemente, que quiere transformarse digitalmente y que para ello necesita repensarlo todo, requiere una forma diferente de pensar. En lugar de la fórmula mecánica tradicional, en la que las circunstancias y los resultados se consideran en gran medida predecibles y controlables, que funcionan en cadenas de sucesos similares a los que explica cualquier escuela de negocios, los empresarios y directivos de una empresa autoajustable deben aprender a aprender constantemente y aceptar la incertidumbre y la complejidad de los negocios como la base en la que se sujeta todo.

El pensamiento directivo que propongo habitualmente tiene que ver con la reconsideración de cómo afrontar esa digitalización y su transformación posterior. Se basa en que las empresas deberán estar integradas en sistemas relacionados: los empleados individuales forman parte de empresas, que a su vez forman parte de mercados e industrias más grandes, que están integrados en las economías y sociedades locales y globales. Esto provoca situaciones en las que los cambios realizados en cualquier nivel de una empresa repercuten en toda la organización, con efectos no lineales e impredecibles. Afrontar el futuro con garantías en un sistema económico cambiante, que se halla en el epicentro de la mayor combulsión innovadora y disruptiva desde la anterior revolución industrial, supone la necesidad de convertir tu empresa, sea digital o no, en una empresa autoajustable.

Te pongo un ejemplo: Netflix atrae a su audiencia al hacer recomendaciones de contenido personalizado para cada usuario. La compañía asegura que tres cuartas partes de las visitas se originan a partir de las sugerencias. Para hacer recomendaciones personalizadas a tal escala, la compañía aprovecha un sistema de aprendizaje autónomo e integrado que se alimenta con el comportamiento del espectador y actualiza las sugerencias en consecuencia. Lo interesante, de ahí la diferencia entre ‘empresa digitalizada’, ‘transformada’ y ‘autoajustable’, Netflix introduce deliberadamente variaciones fuera de lógica en sus recomendaciones, permitiendo que surjan nuevos comportamientos y permitiendo que los datos hablen por sí mismos. A partir de ahí se autoajustan diferentes aspectos y estrategias de negocio.

Un aporte final. El papel relevante del ser humano se mantiene en entredicho en muchos titulares. Es la versión oficial. No las tomes en consideración, no por lo menos como las plantean mayoritariamente. Es obvio que a medida que la tecnología digital evoluciona, las ventajas comparativas de los humanos y las máquinas cambian. Para los problemas que implican la adquisición de datos, el procesamiento y la toma de decisiones, los algoritmos deben tener autonomía, no hay otra, eliminando el cuello de botella de la toma de decisiones desde nuestra perspectiva humana. Ok, aceptado. Por eso, las personas deberemos centrarnos en tareas ‘meta’, como construir y refinar los sistemas autónomos de aprendizaje, expandir los ecosistemas u originar y diseñar sistemas comerciales completamente nuevos. El resultado es una organización que aprovecha adecuadamente los recursos humanos y la tecnología en un nuevo equilibrio, que podríamos llamarlo ‘sistema integrado entre humanos y máquinas’.

Piensa en Amazon. Los billones de datos que Amazon genera están integrados, lo que permite que los motores de decisión reaccionen a los nuevos datos de forma inmediata y consistente. Un aumento en la popularidad de un producto en el mercado desencadena cambios automáticos en el sistema de cadena de suministro (para optimizar el inventario), el motor de recomendación (para sugerir ese producto con más frecuencia) y el sistema de fijación de precios (para optimizar las ganancias). Los seres humanos centran su creatividad en problemas de mayor nivel, como especificar y desarrollar el diseño de esos sistemas para dar cuenta de las nuevas prioridades estratégicas. ¿Te das cuenta que el empleo del futuro no se estudia aún? Igual será un híbrido entre programación de sistemas y bellas artes, entre analista de datos y derecho constitucional. Vete tú a saber.

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Coches, Innovación Marc Vidal Coches, Innovación Marc Vidal

¿Y si España se convirtiera en el centro de pruebas de los coches autónomos?

El World Economic Forum hizo una reflexión reciente acerca del futuro de los trasplantes. Según éstos, a medida que el coche autónomo se generalice y los accidentes vayan reduciéndose, el número de órganos disponibles para trasplantes que provienen fundamentalmente de accidentes de tráfico descenderán de manera notable. Al parece esto es algo que ya se presupone y se tiene en cuenta hace unos cinco años y se calcula que el problema será muy importante en apenas una década. Para ello hay programas de desarrollo e investigación con gran cantidad de recursos destinados a fin de mejorar la creación de órganos artificiales con tecnologías de impresión 3D. Una tecnología que se acopla a las consecuencias de otra. Esa es la natural definición de una Revolución Industrial. En economía llamamos a esto desacoplamiento y tiene mucho que ver en como la sociedad es capaz de digerir los avances. La política y los gobiernos son los responsables de marcar líneas estratégicas y acciones políticas para que ese desacople sea el menor posible.

El World Economic Forum hizo una reflexión reciente acerca del futuro de los trasplantes. Según éstos, a medida que el coche autónomo se generalice y los accidentes vayan reduciéndose, el número de órganos disponibles para trasplantes que provienen fundamentalmente de accidentes de tráfico descenderán de manera notable. Al parece esto es algo que ya se presupone y se tiene en cuenta hace unos cinco años y se calcula que el problema será muy importante en apenas una década. Para ello hay programas de desarrollo e investigación con gran cantidad de recursos destinados a fin de mejorar la creación de órganos artificiales con tecnologías de impresión 3D. Una tecnología que se acopla a las consecuencias de otra. Esa es la natural definición de una Revolución Industrial. En economía llamamos a esto desacoplamiento y tiene mucho que ver en como la sociedad es capaz de digerir los avances. La política y los gobiernos son los responsables de marcar líneas estratégicas y acciones políticas para que ese desacople sea el menor posible.

Y en ese sentido tenemos un escenario que va a cambiar, como decía antes, muy rápido. Cuando hablamos del futuro de la movilidad, del modo en el que nos enfrentaremos a un mundo en el que los coches no necesiten un conductor, solemos quedarnos en la superficie del asunto. En concreto es habitual que imaginemos a personas en su propio vehículo conversando con otros ocupantes de espaldas al sentido de la marcha. Es más que probable que el tema no vaya por esa vía. A medida que la conducción alcance su autonomía absoluta y las regulaciones lo vayan permitiendo, pasando de fases de prueba a espacios creados al efecto, iremos viendo como la sustitución no será de coche conducido por humanos a coches autoconducidos sino que será de coches de propiedad a servicios de movilidad. Algunas marcas experimentan ya con el servicio por producto como Mercedes.

Como siempre pasa, la regulación lo detiene todo, lo ralentiza. En el sector automovilístico ya pasó. En 1895, si querías conducir uno de los primeros vehículos a motor que hubieron debías contratar a una persona llamada ‘red flager’ que marcaba la velocidad máxima permitida a la que podías circular. Para ello se ponía delante de ti y corría todo lo que podía. Adelantarlo estaba prohibido. Eso motivó una prórroga de unos años en materia de innovación. No se podía correr más, ¿para qué innovar en frenos, motor, comodidad o cualquier cosa si estaba limitado? Lo mismo pasa hoy en día en algunos sentidos. Es factible innovar en la conducción autónoma, todos los grandes actores están en ello, pero ¿para qué innovar en el uso real que en el futuro tendrán los productos de este sector si aparentemente eso está a años luz según la normativa más previsible? Probablemente hemos aprendido del pasado y esta vez las normas no impidan que una demanda social creciente sobre lo que debe ser realmente el tener un coche avance independientemente a ellas.

No tengo coche de propiedad hace una década. Tengo en mi móvil varias aplicaciones de servicios de movilidad que lo sustituyen cuando lo necesito. De alta gama o utilitarios, motos o transporte público. Lo tengo todo. Cada vez hay más gente que así estima eso de moverse de un lado a otro. Ya no es necesario ni un objetivo vital de juventud disponer de un coche propio, sencillamente se precisa un servicio. Pasamos de producto a servicio de nuevo. El cambio no es el coche autónomo, el tema central es la tendencia que tarde o temprano va a ser inapelable hacia un servicio de movilidad mucho más eficiente, sostenible y que se va a llevar por delante modelos de negocio establecidos con anterioridad: aseguradoras, vigilantes de parking, semáforos, multas, concesionarios, etc.

Entre mis clientes, asesoro a una marca de automoción hace más de un año. Cuando nos propusieron trabajar con ellos recuerdo claramente el requerimiento: ‘no queremos vender coches, eso no tiene futuro, queremos vender movilidad, ayudadnos a pensar que quiere decir eso’. Y seguramente tiene mucho que ver con lo que esta semana hemos sabido que sucede ya en Boston. Una preciosa ciudad donde pude vivir dos años y en la que se respira talento e innovación gracias a las universidades que allí se dan cita y a la predisposición de las empresas a vincularse a ellas. Como decía, de allí nos llega la noticia de que el primer vehículo autónomo totalmente legal que funciona como taxi ya está oficialmente en marcha. Lyft ha puesto en marcha una red de vehículos autónomos, desarrollados por la startup NuTonomy surgida del MIT, que recogen pasajeros en el distrito Seaport, un centro tecnológico en crecimiento.

Los automóviles todavía llevan conductores de seguridad detrás del volante, listos para tomar el control cuando sea necesario. Pero el salto es notable. Se trata de iniciar el camino hacia el servicio de movilidad ‘as a service’. Cualquier persona que quiera utilizarlo lo hace desde una petición digital en la aplicación de Lyft y un coche aleatoriamente será seleccionado en base al trayecto sugerido, posición y la combinación de tráfico u otros pasajeros potenciales. Aunque parezca algo novedoso, Lyft ya había llegado a acuerdos similares con Ford y Alphabet’s Waymo, por lo que la carrera ya ha empezado y, por cierto, compite a muy buen nivel con su rival Uber que ya hace lo mismo en Pittsburgh y Phoenix. Escuchaba el otro día en una terraza a alguien criticar esto bajo el argumento de que ‘hay que prohibir eso de los coches autónomos, van a destruir muchos empleos’. Deberíamos haber prohibido también los cajeros automáticos bajo esa regla de tres.

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¿Y aquí qué? Pues parece que avanzamos. España y Portugal acuerdan crear dos corredores experimentales en la Península para probar coches autónomos. Al parecer se están planteando dos corredores ofrecerán acceso a 5G, lo que permitirá disponer de un mayor ancho de banda y enviar y recibir mayores cantidades de información a cada momento, y sobre todo facilitarán la comunicación 'V2V' o coche a coche de los vehículos de pruebas que rodarán por estos corredores. Parece que antes que tener el corredor mediterráneo tendremos un autocorredor atlántico. Bueno, algo es algo. Conectar Lisboa con Madrid no es solo una buena idea si eres aficionado a los fados, es sin duda alguna una decisión estratégica de alto valor. Portugal es la Irlanda del futuro inmediato.

España suele legislar mal y tarde en temas de innovación pero en esta ocasión eso podría ser una ventaja. Resulta que al igual que en Europa, aquí no hemos sido muy proactivos con el tema del coche autónomo. Es más, hemos pasado olímpicamente de la Convención de Viena sobre Circulación por Carretera de 1968. Ese acuerdo no lo ratificó España y en él se decía exactamente en el artículo 8 que ‘todo vehículo en movimiento deberá tener un conductor’. Como España no firmó aquí podemos tener coches que no lleven conductor. ¿Cómo te has quedado? Resulta que España podría ser el paraíso de la autoconducción y no lo sabíamos. De ahí que en ese acuerdo con Portugal, justo al entrar en territorio luso el vehículo necesitaría incorporar un piloto humano de control, pero en Extremadura no.

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Hasta tal punto es destacable este hecho, esa desidia de los años sesenta del siglo pasado, que incluso General Motors ha pedido los permisos necesarios para poner en carreteras españolas su Chevy Bolt sin volante ni pedales, e incluso comenzar a fabricarlo el año que viene. En Wolkswagen quieren hacer lo mismo con el Sedric, el coche autónomo de nivel 5 que promete ser tu taxi del futuro. Dice la marca alemana que en 2025 lo veremos por las principales ciudades españolas. Cuando la ley tuvo su trampa. No me digan que no mola. Europa nos va a matar ¿Veremos taxistas y conductores de Cabify manifestándose juntos?

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¿Por qué tu cliente va a ser analógico sólo contigo si no lo es con nadie más?

Al finalizar la conferencia que ofrecí en Jaén invitado por KernPharma para hablar de cómo la transformación digital afecta ya al sector farmacéutico y, en especial, cuales son las claves que sería bueno tener en cuenta de cara al futuro inmediato por parte de los profesionales del sector, una farmacéutica me dijo que su negocio no había cambiado en mucho tiempo y que, estaba segura, no iba a cambiar en el futuro. Que eso de la disrupción no iba con ella. Aseguraba que ‘el medicamento se compra en la farmacia y que da igual el grado de conocimiento del cliente, los procesos que adopte o la búsqueda de algún modelo de negocio complementario, al final los clientes entran por la puerta a por una aspirina. Siempre será así.’

Al finalizar la conferencia que ofrecí en Jaén invitado por KernPharma para hablar de cómo la transformación digital afecta ya al sector farmacéutico y, en especial, cuales son las claves que sería bueno tener en cuenta de cara al futuro inmediato por parte de los profesionales del sector, una farmacéutica me dijo que su negocio no había cambiado en mucho tiempo y que, estaba segura, no iba a cambiar en el futuro. Que eso de la disrupción no iba con ella. Aseguraba que ‘el medicamento se compra en la farmacia y que da igual el grado de conocimiento del cliente, los procesos que adopte o la búsqueda de algún modelo de negocio complementario, al final los clientes entran por la puerta a por una aspirina. Siempre será así.’

Ciertamente es complicado explicar que en un sector regulado, donde hay docenas de normas que se esfuerzan por retorcer la ley a gusto del sector a sabiendas que el mundo va por otro lado, vayan a haber cambios que lo modifiquen todo y que pongan en riesgo el modelo tradicional. Pero eso va a pasar. Pasará en muchos de esos espacios profesionales que se creen seguros detrás de normas analógicas. Le pasará a las ópticas, negocios que se esconden tras un lobby influyente que de momento ha impedido que no se pueda extender un negocio digital sino es exclusivamente para vender gafas de sol. Pasa en cualquier campo de la economía mal llamada colaborativa, unas plataformas de consumo con menos desintermediación y donde la tecnología ha destrozado la cadena de valor tradicional. Pasó con el intercambio de objetos, pasó con la movilidad, con la intermediación de bienes raíces y, por supuesto, pasará tarde o temprano con el resto de sectores. No te creas que el tuyo, por mucha norma que impere, está exento.

Mi respuesta fue simple. Si tu cliente habitual cuando quiere ir al cine se conecta a Netflix, cuando quiere un libro lo lee como un servicio desde su Kindle, cuando necesita un champú lo pide en línea, cuando quiere unas zapatillas de deporte no va a ninguna tienda y lo compra desde el móvil, cuando quiere un coche no se lo compra, lo utiliza por unas horas gracias a que alguien ha puesto el suyo en una plataforma para compartirlo, cuando quiere unas vacaciones se pone en manos de comparadores autónomos de hotel y vuelos, cuando quiere sorprender a su pareja se conecta a una plataforma que no requiere de su presencia para decidir que comprar, cuando quiere pagar algo no utiliza su dinero físico ni tarjeta, cuando quiere ver la televisión ya no la pone sino que busca lo que quiere ver en Youtube, cuando quiere escribir en cualquier idioma no llama un traductor, cuando quiere buscar trabajo utiliza su móvil, cuando quiere relacionarse lo hace moviendo el dedo gordo de su mano o, por terminar, cuando busca una opinión médica entra en plataformas de reservas y no de una mutua. Ese cliente habitual que, aunque no te lo ha dicho, ya ha empezado a pedir vitaminas, compuestos autorizados naturales y pequeños ‘medicamentos’ sin receta a algún portal que los ofrecen. Ese cliente que dices tener seguro, ¿por qué narices iba a ser sólo a ti a quien iba a visitar físicamente?

Desde 2015 hay una ruta que siguen cada vez más farmacéuticos. La verdad es que el sector farmacéutico está transformándose a gran velocidad. El sector, no las farmacias. El último elemento de la cadena, las propias farmacias, van a otra velocidad aunque ya indican por donde va a ir todo en breve. En gran medida la mayoría consideran que la transformación digital es poco más que incorporar un robot que automatiza la entrega desde el almacén de un modo rápido y eficiente. Sin embargo es mucho más. Y es que el mundo de las farmacias es un mundo tradicional que se remonta a mediados del siglo XIII cuando en Venecia se reguló por primera vez el uso de las drogas medicinales. Ya en 1265 Alfonso X calificaba a partir del Código de las Siete Partidas de delito similar al asesinato el vender drogas medicinales sin prescripción médica. Pues tras seis siglos toca renovarse a un sector que la regulación española solo permite que un profesional farmacéutico sea propietario y titular de una licencia, lo que limita el desarrollo de grandes cadenas, habitual en otros países.

Actualmente estoy trabajando con una cadena de farmacias americana y es cierto que su modelo es muy distinto debido a la regulación al que tenemos en España. Sin embargo hay aspectos que insinúan por donde pueden ir los tiros en el futuro. La cosa va de ‘la salud más allá de los medicamentos’. Espacios donde los productos son saludables y no sólo bajo prescripción. Incluso hay farmacias donde no hay ninguno y se disponen como un espacio de relación paciente, usuario, cliente y profesional de la salud. Farmacias sin medicamentos. Los farmacéuticos en otros lugares están construyendo su modelo de negocio como si fueran cualquier otro tipo de negocio y con la vista puesta en potenciar y ampliar la relación con los clientes. Amplían su oferta con productos de parafarmacia y dietéticos, alimentación ecológica y deportiva, cosmética natural y farmacéutica, máquinas de control de la salud y productos para embarazadas y pediatría. En algunos casos incorporan domótica, trazabilidad blockchain, servicio online, servicios de asesoramiento digital y automatización de pedidos vinculados a un proceso totalmente exento de intervención humana. El sector de las farmacias es un buen ejemplo de cómo pensar que a mi no me va a pasar pero sí pasa. Veremos en otros sectores donde la regulación ejerce una presión notable contra la innovación pero que el peso de lo irremediable al final cae y lo cambia todo. Lo cambia todo muy rápido. Pensar que tu cliente no va a cambiar cuando todo cambia es un error habitual. Ampararse en la regulación el otro. ¿Estás cuidando tus habilidades para un futuro distinto?

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El sector financiero será Fintech o no será.

Hace unos días ofrecí una conferencia en el evento convocado por American Express ‘The challenges of Digital Transformation’ que se celebró en Casa América de Madrid organizado por la agencia Grabarte 360 y al que asistieron un buen número de directivos interesados en la evolución y tendencias en el ámbito de la digitalización de los sistemas financieros. De algún modo, es evidente, la llegada del concepto Fintech sobrevuela este tipo de análisis debido al gran crecimiento que ha tenido en los últimos años. Los motivos son diversos pero se encuadran en un cambio de modelo en la relación empresarial con el nuevo cliente digital, los procesos que deben ejecutarse y los nuevos modelos de negocio asociados.

Hace unos días ofrecí una conferencia en el evento convocado por American Express ‘The challenges of Digital Transformation’ que se celebró en Casa América de Madrid organizado por la agencia Grabarte 360 y al que asistieron un buen número de directivos interesados en la evolución y tendencias en el ámbito de la digitalización de los sistemas financieros. De algún modo, es evidente, la llegada del concepto Fintech sobrevuela este tipo de análisis debido al gran crecimiento que ha tenido en los últimos años. Los motivos son diversos pero se encuadran en un cambio de modelo en la relación empresarial con el nuevo cliente digital, los procesos que deben ejecutarse y los nuevos modelos de negocio asociados.

Cuando hablamos del futuro de las finanzas solemos centrarnos en escudriñar un escenario enfocado en los bancos y poco en el concepto financiero propiamente dicho. Focalizamos el análisis en el futuro de la banca y menos en las tendencias de los sistemas de pago por ejemplo. En ésta última aparecen tendencias que ya está modificando las relaciones entre consumidor y productor. Unas tendencias que se pueden concentrar en la diversificación de las criptomonedas, la propia tecnología blockchain, los protocolos de pago en NFC, la llegada de una nueva regulación indispensable y, debido a esto seguramente, el retorno al valor original de las firmas financieras aunque sea reinventando su papel.

Nuevos modelos de pago.

Si hay algo que realmente afecta al modelo de pago a entidades convertidas en pasarelas de pago o gestoras de tarjetas financieras, es la tendencia de pagar sin tener contacto físico en el punto de cobro. Tarjetas bancarias en un lector integrado en los teléfonos móviles parece que irá poco a poco penetrando hasta la normalización. Hay países que ya han eliminado en la práctica el dinero físico. Existen ya los primeros casos de implantes de pago, algo así como un chip integrado en el cuerpo que permite pagar sin ningún tipo de interacción salvo la de estar físicamente en el lugar de cobro. Solo acercando la mano o el brazo a un TPV especializado. Me cuesta imaginar un mundo en el que todos andemos por un centro comercial, si siguen existiendo, moviendo las manos hacía los terminales de pago y acumulando en nuestra cuenta financiera las compras, todo sin nada más que un modelo de gestión en la nube. Sin embargo, ‘haberlas haylas’.

Criptomonedas

En tiempos de crecimiento exponencial, de desequilibrio en su valor o de ofertas iniciales de monedas, las llamadas ICO, todo lo que tiene que ver con criptomonedas se tiñe de un tono verde beneficio. El nuevo abanico de opciones lleva a consumidores y profesionales financieros a interesarse por su uso. Sin embargo, la madurez del mercado de criptomonedas, dista todavía del exigible y necesario. Es sin duda una tendencia clara y se verá en los próximos tres años su verdadero potencial y penetración. La banca empieza a abrazarla, los sistemas de pago a incorporarla y la regulación global a interpretarla.

Tecnología blockchain

Al hablar de criptomonedas no puedes dejar de hacerlo también de la tecnología que las sujeta, el blockchain. Esencialmente un libro mayor contable que se distribuye entre un buen número de usuarios. Nadie, ninguna entidad posee las claves de los datos y no es posible cambiar el libro una vez que se han registrado los datos. Esa es la esencia del modelo que sustenta todo esto. Sin embargo, pensar que el blockchain es solo un mecanismo para generar monedas sería quedarse en primaria. Esta tecnología tiene aplicaciones mucho más amplias, incluso en el campo de la asistencia sanitaria, donde podría utilizarse para almacenar registros de salud y hacerlos accesibles a diferentes proveedores. Es cierto que tiene un gran potencial para perturbar aún más el mercado financiero. Podrá cambiar la forma en que las propiedades son compradas y vendidas porque cada propiedad podría tener su propio registro individual en una cadena de bloques, y los bancos deberán tener en cuenta esta información cuando decidan si ofrecen un préstamo o una hipoteca a alguien por ejemplo. Deberán adecuarse con toda seguridad.

Los iBank

La disrupción para el sector bancario no era sólo el Fintech. Ni siquiera las criptomonedas. El primero es algo que realmente se puede adoptar desde el propio sistema financiero y el segundo es algo mucho más complejo que afectará a muchos más aspectos de la vida. La potencial irrupción de estos nuevos actores en la banca comercial, y probablemente en la privada a medio plazo, es el verdadero asunto. La tarjeta Apple Pay que pueda transformarse en algo más complejo y transversal desde un punto de vista financiero, es el último ejemplo de cómo un gigante tecnológico amplía su presencia en la industria bancaria. Además de Apple, Amazon, Google, Alphabet y algunas otras un buen número de gigantes tecnológicos están compitiendo por lograr que los pagos móviles sean más fáciles para los consumidores a la vez que aumentan sus formidables fuentes de ingresos y conocimiento vía datos masivos. La idea es capturar cuotas de mercado por esta vía y dar el salto a medio plazo a algo mucho más profundo si es posible.

Regulación pendiente.

El desafío principal que está viviendo el sector financiero con respecto a la dirección que está tomando todo desde el punto de vista tecnológico es que la industria Fintech evoluciona tan rápido que los reguladores tienen serios problemas para mantenerse al día. Una regulación necesaria e imprescindible por otro lado. A medida que esa formulación legal sea capaz de encapsularlo, las instituciones financieras más grandes recuperarán algunos de los espacios perdidos en esta fase inicial. La regulación bien entendida, no intervencionista, hará la industria financiera tecnológica mucho más fuerte, segura y confiable. Tengo claro que la demanda de tecnología financiera es lo que está haciendo que se desarrolle, que se transformen en el sector tradicional y que, finalmente, se regule adecuadamente.

El papel de los bancos de siempre.

Y probablemente esa regulación provocará algún cambio en los actores principales. El mercado Fintech es tradicionalmente un territorio ‘startup’. Pequeñas empresas con estructuras muy distintas a las del sector financiero tradicional que capturan porcentajes importantes de negocio a bancos por ejemplo. En Europa se calcula que el sector financiero tradicional perdió una cuota de mercado destacable en los últimos cinco años a favor de estas startups. Hay quien asegura lo contrario y quien considera que el futuro es una alianza. Las grandes corporaciones están desarrollando espacios, incubadoras, aceleradoras para ponerse al día. Están comprando a algunas de estas empresas para incorporar conocimiento e innovación. Han decidido transformarse desde la esencia. Su capacidad y potencial es tan grande que la tendencia puede estar cambiando. Los actores Fintech del futuro financiero inmediato puede que ahora sean los que fueron actores principales siempre en el mundo de las finanzas. Tal vez.

Finalmente, comentar que el problema del Fintech es, esencialmente, lo que es. Un concepto basado exclusivamente en la tecnología puede tener en ella su mayor problema. La tecnología es cambiante y cambia muy rápido. Es cierto que las empresas Fintech están preparadas como nadie para la disrupción, es su ADN, pero sin embargo, habrá muchos cambios que también ellas deberán asumir. Eso es algo que puede resultar en complejas adecuaciones, incorporación a reglas nuevas que no vayan en la dirección de lo que inicialmente les interesaba. Lo que está claro es que el sector financiero vive un momento apasionante. Actualmente asesoro a dos entidades financieras nacionales, una en América y otra en Europa. Ambas han decidido afrontar este momento con el entusiasmo que se le exige a quien sabe que el futuro no se espera, se conquista. De esto va todo, de cómo la banca asume el momento histórico de transformación que se le exige y que le aporte valor a la vez.

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Phelps: 'los estados europeos no quieren la llegada de nuevos competidores'

Los pasados 4 y 5 de junio tuve el honor de ser miembro del jurado en la 30 edición de los Premios Rey Jaume I. Una experiencia única no sólo por el hecho de descubrir las vidas, carreras y proyectos en marcha de todos los candidatos seleccionados este año, sino también por el privilegio de compartir momentos de conversación con casi una veintena de Premios Nobel de economía, física, química y medicina. En total 80 personas que nos reunimos en el antiguo Convento de Santo Domingo, sede de la Capitanía General, para deliberar acerca de los seis galardonados de entre los 276 candidatos presentados.

Los pasados 4 y 5 de junio tuve el honor de ser miembro del jurado en la 30 edición de los Premios Rey Jaume I. Una experiencia única no sólo por el hecho de descubrir las vidas, carreras y proyectos en marcha de todos los candidatos seleccionados este año, sino también por el privilegio de compartir momentos de conversación con casi una veintena de Premios Nobel de economía, física, química y medicina. En total 80 personas que nos reunimos en el antiguo Convento de Santo Domingo, sede de la Capitanía General, para deliberar acerca de los seis galardonados de entre los 276 candidatos presentados.

Entre los debates que se produjeron en paralelo a la propia deliberación de los galardones hubo algunos temas realmente interesantes. Fue en esos días que se estaba debatiendo la moción de censura en España, lo que permitió saber la opinión de personalidades como el Joachim Frank, Premio Nobel de Química en 2017 o Eric Maskin, Nobel de Economía en 2007 que coincidían en los corrillos cuando afirmaban que veían con mucha preocupación lo que pudiera significar el cambio de gobierno, sobretodo atendiendo a la debilidad aritmética impuesta al nuevo ejecutivo de Sánchez.

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Pero a mi lo que realmente me interesaba era saber como estas personalidades del pensamiento económico contemplaban el futuro de la economía desde el punto de vista de su afectación tecnológica. Intenté conversar con ellos sobre esto y no esconderé que algunas de sus conclusiones me sorprendieron notablemente. Por ejemplo, el propio Maskin aseguraba que 'estamos en la antesala de un nuevo ‘crash’ económico al juntarse dos aspectos determinantes: las políticas proteccionistas de Trump y la ‘imparable’ destrucción de empleo a partir de 2020 en todo el mundo'.

Ahora bien, tengo que contaros que si hubo alguien que me hizo especial ilusión conocer y que me pareció brillante y extremadamente lúcido, ese fue Edmund S. Phelps, Nobel de Economía 2006 y autor de uno de uno de esos trabajos que te tuviste que leer una y otra vez cuando estudiabas, ‘La regla de oro de la acumulación del capital’ (1961), que nos explicó el riesgo de que tanta tecnología no sea capaz de digerirse socialmente al no haber estado previsto su impacto de forma seria. Aseguró que poner en valor la investigación es fundamental, pero también hacerlo desde la vertiente del impacto que produce cualquier avance en los sistemas productivos. Cuando hablaba de España tenía claro lo que le pediría a un nuevo gobierno que esos días se estaba formando. Su reivindicación, y la de muchos que allí se dieron cita, consistía en un gran 'Pacto de Estado por la Ciencia', que permita alcanzar y ejecutar el 2% del PIB antes de 10 años, y cuya práctica se realice con implicación pública y privada.

De los premios se derivó un manifiesto en el que se exigía un órgano de gestión y evaluación del sistema I+D+i ‘realmente independiente de los Gobiernos’, que ‘funcione con criterios profesionales, promueva la reducción de la burocracia y la flexibilidad en la ejecución del gasto que proporcione seguridad jurídica’. Algo que por cierto, en España, no sucede ni hay visos de que suceda. Tengo la impresión que sino se establecen ‘incentivos a la colaboración ciencia-empresa, la inversión empresarial en intangibles y facilidades para las nuevas empresas de reciente creación’, poco a poco nos iremos descolgando del tren del futuro.

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Pero volviendo a las conclusiones de Phelps, desde mi punto vista claramente subjetivo, las más interesantes de las dos jornadas en las que hablé con todo el mundo posible, para aprender, confrontar y descubrir como funciona y piensa alguien de tal envergadura intelectual. Phelps aseguraba, sorprendentemente, que el ritmo de innovación actual ha decaído durante el final del siglo XX y el inicio del XXI y que ha hecho descender las tasas de crecimiento económico. Este problema, decía, es más acentuado todavía en Europa, donde los estados anteponen los programas de protección social y ponen trabas a las nuevas compañías innovadoras en defensa de sectores económicos tradicionales. Piensa que los estados europeos no quieren la llegada de nuevos competidores

Phelps dijo que ‘los valores tradicionales, que se oponen a la auto expresión individual, no son buenos; hay que fomentar la investigación, la exploración y la creatividad, hay que reeducar. Son más innovadores los países que han adoptado los valores modernos: el individualismo, la vitalidad y la auto expresión’. Y remataba con una máxima que repetía una y otra vez acerca de que ‘a veces se olvida que el trabajo también da satisfacción cuando es creativo y hace realizarse a una persona. No tenemos que tener el viejo concepto de Adam Smith en el que el trabajo se contraponía con el ocio, y por el cual el ocio da placer y el trabajo lo quita. En la sociedad moderna el trabajo tiene que dar placer porque es la mejor forma de compartir el progreso’. ¿Qué os parece?

La verdad es que fueron unas jornadas difíciles de olvidar, que quiero agradecer a la Fundación Premios Rey Jaime I; a todos los organizadores; a quienes me propusieron como jurado, a Hortensia Roig, a Javier Jiménez y a Javier Quesada por sugerirme como secretario del Jurado en el que intervine; y a la desinteresada manera de compartir su conocimiento por parte de todas las personalidades que allí se dieron cita. Me quedo para el recuerdo especialmente las conversaciones con los ya nombrados Phelps y Maskin, pero añado el encuentro con Roger Kornberg, Premio Nobel de Química en 2006; Angus Deaton, Premio Nobel de Economía en 2015;  Finn Erling Kydland, Premio Nobel de Economía 2004; y Christopher Pissarides, Premio Nobel de Economía 2010. 

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Lo que le pido a Pedro Sanchez.

En 2013 la tasa de paro en España estaba en un 23%. Con las cifras que se han publicado hoy se sitúa por debajo del 16%. En economía suele haber un ‘delay’ de casi dos años entre los sucesos económicos y las consecuencias derivadas en la economía real. De ahí que durante una buena parte de la legislatura inicial de Mariano Rajoy el paro siguió subiendo hasta llegar a un punto de inflexión y empezara a bajar aun haber empezado la recuperación antes. Ahora podemos estar en una situación inversa. La economía debería de seguir mejorando y, dependiendo de las decisiones, seguir haciéndolo o por el contrario cambiar de manera negativa.

En 2013 la tasa de paro en España estaba en un 23%. Con las cifras que se han publicado hoy se sitúa por debajo del 16%. En economía suele haber un ‘delay’ de casi dos años entre los sucesos económicos y las consecuencias derivadas en la economía real. De ahí que durante una buena parte de la legislatura inicial de Mariano Rajoy el paro siguió subiendo hasta llegar a un punto de inflexión y empezara a bajar aun haber empezado la recuperación antes. Ahora podemos estar en una situación inversa. La economía debería de seguir mejorando y, dependiendo de las decisiones, seguir haciéndolo o por el contrario cambiar de manera negativa.

Sin embargo, a pesar de que las cifras son muy positivas sobretodo al compararlas con otros momentos recientes, una bajada del desempleo, en mayo de 83.738 desempleados y el mejor mes de la historia en materia de nuevos afiliados a la seguridad social, no podemos dejar de mirar con lupa que significan esos números y que podrían estar escondiendo. España, no lo olvidemos, tiene un modelo de crecimiento y una estructura económica revisable en términos de competitividad, innovación e industria tecnológica. La dependencia del sector servicios, del turismo, de la construcción y el sector inmobiliario sigue siendo muy peligroso.

Sabemos que Pedro Sánchez, flamante nuevo presidente del gobierno, asume el reto de asentar una economía que está en pleno crecimiento. Cerramos 2017 con un repunte del PIB del 3,1%. En principio, si logra no molestar a nadie y se rige por medidas de tipo simbólico, con unos presupuestos aprobados que no son los suyos pero que se comprometió a ejecutar, la senda de recuperación no debería de estropearse abruptamente. Otra cosa será, si lo que iba a hacer Rajoy o lo que vaya a hacer Sánchez es lo mejor posible o se define por una de las acciones preferidas de la política: la inercia.

Y la inercia no es más que táctica disfrazada de tranquilidad. La estrategia, la verdadera herramienta de los estadistas, de los países con proyección a medio plazo, brilla por su ausencia desde hace mucho en este país. Y es que proyectar no es fácil cuando lo que tienes que tener en cuenta es un escenario futuro disruptivo y en el que muchos de los aspectos que lo regirán aun no existen o es complicado interpretarlo.

Lo que se ve a primera vista es una guerra intensa por como afrontar el Pacto de Toledo, las pensiones, el Fondo de Reserva, el déficit de la Seguridad Social, la mejora del Salario Mínimo Interprofesional, los recortes para alcanzar el déficit cero a finales de 2020, rebajar la deuda al 97%, justificar internacionalmente la ‘tasa Google’, la privatización de Bankia, la transición energética, el rescate de las autopistas, la ‘operación Chamartín’ que blinda el mundo del taxi ante la inexorable llegada de las plataformas como Uber o Cabify, un plan de carreteras muy revisable, una ampliación de los dos principales aeropuertos españoles, una reconversión del sector turístico si quiere enfrentarse con garantías al futuro inmediato, una agenda digital que ya nace vieja y unos acuerdos en materias agrícola y pesquera que tampoco son muy favorables a nuestros intereses. Eso, es lo que se ve en el horizonte más cercano.

Pero, ¿y la estrategia futura? ¿cómo se va a estructurar la entrada de nuestro país en el futuro? No se habla de hecho digital más que para incorporar tasas, costes o eventos diversos. Sin embargo debemos advertir al futuro nuevo ejecutivo que lo digital no sólo es algo que afecte a modelos de negocio, sino que lo hace en todos los aspectos y modelos sociales. Esta revolución tecnológica que empezó hace años, aunque algunos ni siquiera lo hayan percibido en gran medida, es como otras que ya sucedieron. Por lo menos como las que fueron relevantes. Esta tendrá como resultado un modelo nuevo de organización social donde conceptos como propiedad, empleo, libertad o estado deberán repensarse. Además, si esto sucede como siempre lo ha hecho, estamos ante una inminente lucha de tipo social que exija corregir los desajustes y riesgos que toda revolución tecnológica e industrial conlleva.

Y mientras unos seguimos dando vueltas al tiovivo otros están manos a la obra. En Francia, el presidente Macron presentó hace unos meses un plan nacional de Inteligencia Artificial. Suena a película pero no es ficción. Se trata de afrontar el futuro con sus propias herramientas. El mismo presidente galo apareció en Wired explicando para que era ese plan y que perseguía. Dijo que esta revolución tecnológica era en realidad una revolución política. Y tiene razón. Es evidente que cuesta imaginarse una entrevista en un medio como ese, aportando registros de valor, a cualquier político español. Por lo menos de momento.

Y no porque no sepan o puedan, es porque realmente no se dan cuenta de la dimensión de la tragedia. Una tragedia que se debería convertir en reto. La necesidad de transformar algunas ciudades en verdaderos hubs de atracción de talento y tecnología. Francia lo tiene claro y lo centrará en París, Lyon y Toulouse. Macron decía en esa entrevista que quería ‘un país liderando esta revolución desde una perspectiva multidisciplinar, con matemáticas, ciencias sociales, tecnología y filosofía trabajando en común’. ¡Que envidia!

Envidia y temor. Si unos están en ese tren, otros seguimos en el andén. Los franceses están concentrando centros de investigación y desarrollo de Google, Facebook, Fujitsu, Samsung, IBM y otros. En Barcelona nos alegramos porque se ha instalado un ‘call center’ de Facebook. Así nos va. Así nos irá.

Macron no es el único de nuestro entorno que se ha empollado las Buzznews de turno o se ha pasado un montón de horas leyendo blogs tecnológicos. Hay otros. Merkel impulsó medidas anticíclicas en su día cuando apareció el concepto Industria 4.0. De hecho, es Alemania quien bautizó este momento con ese nombre. Pocos lo entendieron, pocos lo vieron factible. Invirtieron un 20% más en I+D que antes, en plena crisis. Desplegaron los centros tecnológicos Fraunhofer, una especie de plan vinculado a aprovechar el empleo potencial de automatizarlo todo. De hecho, el país con mayor cantidad de robots per cápita de Europa es Alemania y es el que más cerca está del pleno empleo. Y Alemania salió de la crisis antes que nadie y más fuerte que nadie.

Otros presidentes, que es a quienes debemos pedir liderazgo, conocimiento y valentía para afrontar este momento de la historia, hicieron lo mismo. Llevamos un retraso disfrazado de buenas cifras económicas que podríamos pagar en un par de años. Theresa May, la primer ministra británica está implementando programas que enlazan la inteligencia artificial con el reconocimiento de un nuevo empleo que poco tiene que ver con el actual. Finlandia planea crear un contrato laboral universal de apenas media jornada y estimular la renta básica a partir de automatizar su estructura económica. Austria lidera la inversión en I+D por PIB en Europa. Portugal ha despegado y se avecina a los modelos de crecimiento tecnológico que se inspiran en los que disfruta Irlanda.

Le pido a Pedro Sánchez que se tome esto en serio. En España no hay quien hable desde el escenario político sobre esto. No hay liderazgo ni equipo vinculado a tal transformación. La sociedad civil, los agentes sociales, los partidos, la prensa y las finanzas siguen preocupados por mantener los pasivos de siempre como pensiones y estado del bienestar, renunciando a la creación de un arquetipo que sujete la construcción de activos a partir de un mundo en el que el modelo productivo no va a ser el actual.

Le pido a Pedro Sánchez que no se deje llevar por el ruido del arroyo que se debe escuchar cada mañana al leer los clips de prensa en Moncloa. Que intente averiguar como suena el rio donde desemboca. Que no piense que la política industrial es algo que se debe dejar en manos solo de la empresa o que por el contrario la riqueza es algo que se reparte automáticamente. No es así. Las reconversiones industriales, tecnológica ahora, es una obligación política y debe marcarse políticamente. La riqueza, para repartirla, hay que crearla antes. De ahí deriva la libertad económica con liderazgo político.

Le pido a Pedro Sánchez que revise los planes actuales de I+D o de apoyo emprendedor que solo son partidas presupuestarias. Es preciso conceptualizarlas más allá de los ceros que las componen. De momento son acciones tácticas sin estructura conectada. Son ayudas, subsidios empresariales. No son estímulos, herramientas competitivas. Le pido al nuevo presidente que aumente el esfuerzo público en I+D y que logre que se ejecute todo hasta el último céntimo y que se haga bien. Ahora sólo es el 30% de lo previsto. Una vergüenza. Que reduzca la burocracia como han hecho otros países. Que le devuelva a este país lo que se invertía en desarrollo tecnológico. Hoy no llega ni al 15% de lo que se invertía hace 10 años. Así no vamos a ninguna parte. Bueno, sí. Al desastre.

La tecnología es un activo, un activo político. Le pido a Pedro Sánchez que hable con Quim Torra y le cuente esto. Que de momento igual podemos esperar sobre algunos temas que por importantes que sean, podrían quedar en anécdotas ante la que se nos viene encima. Que le diga que hay que ponerse en marcha. Que somos muchos los que estamos dispuestos a ayudar. Que en esto va el futuro de nuestros hijos. Que el mundo que ahora diseñemos debe ejecutarse rápido. Que va de innovación, de conectar un sistema que ahora está desconectado. Que el progreso no depende en nuestro país de las materias primas sino del talento que captemos y de la tecnología que desarrollemos. Que para competir no basta con hacer algo, hay que hacerlo bien. Que debemos empujar todos y juntos. Es urgente e imprescindible.

A Pedro Sánchez que se deje de análisis pues crea parálisis. Que se ponga en lo que importa ahora y aquí. Sin una reconversión absoluta de la estructura económica de esta país no vamos a poder pagar nada. En 2020 tendremos menos para gastar debido al cumplimiento del déficit previsto. El paro podría empezar a crecer de manera importante pues la llegada de los robots que ahora se están construyendo según pedidos son para esa fecha. A medida que se desplieguen desaparecerán empleos porque nadie está trabajando en una nueva sociedad que debe dar respuesta a eso. En Francia, Austria, Eslovenia, Estados Unidos, China, Finlandia, etc., sí lo hacen. ¿Y aquí? Pensando en lo de siempre. Disculpad, empieza Supervivientes, os tengo que dejar…

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Big Data, Innovación, Management Marc Vidal Big Data, Innovación, Management Marc Vidal

De la 'Experiencia de Cliente', al 'Cliente con Experiencia' en el Oracle Digital CX Summit

¿De qué sirven tantos datos sino se convierten en información? Así empezaba la conferencia de Martin Lindstrom el pasado jueves en el Oracle Summit Costumer Experience en el que tuve el honor de participar. Sí, compartir escenario con alguien como Martin fue algo extraordinario. Un evento en el que casi medio millar de expertos en experiencia de cliente se dieron cita en el Wanda Metropolitano para analizar, debatir y compartir acerca de cuál es el papel relevante de las estrategias centradas en colocar al cliente en el centro de la cadena de valor.

¿De qué sirven tantos datos sino se convierten en información? Así empezaba la conferencia de Martin Lindstrom el pasado jueves en el Oracle Digital CX Summit en el que tuve el honor de participar. Sí, compartir escenario con alguien como Martin fue algo extraordinario. Un evento, con Luis Piedrahita como maestro de ceremonias, en el que casi medio millar de expertos en experiencia de cliente se dieron cita en el Wanda Metropolitano para analizar, debatir y compartir acerca de cuál es el papel relevante de las estrategias centradas en colocar al cliente en el centro de la cadena de valor.

En mi caso, mi intervención titulada ‘reWorking, de la experiencia de cliente al cliente con experiencia’, intenté trasladar a la audiencia algunas reflexiones de cómo la tecnología está reconfigurando el modelo de trabajo en este ámbito y, sobretodo, como el papel de los estos profesionales tendrán en el futuro inmediato. Desde mi óptica, y así lo expliqué en la parte más emocional de la charla, lo humano será siempre imprescindible pero no lo será como ahora lo entendemos sino a partir del uso que, los seres humanos hagamos de la tecnología asociada.

No temas que un robot te quite el empleo, lo hará una persona que se lleve mejor que tú con un robot. Esa afirmación es la que sujeta todo mi argumentario en el momento de analizar en lo que se está convirtiendo el día a día de quienes tienen la importante función de configurar las experiencias de cliente en sus compañías. Desde mi punto de vista, los clientes actuales, y en gran medida los que se ven venir por el horizonte, interactúan con las empresas bajo un patrón de desafíos que no se pueden obviar. Esos retos tienen que ve con cuatro aspectos que configuran las acciones en Customer Experience hasta el punto que pasamos del diseño de una ‘experiencia de cliente’ a la composición de estrategias vinculadas a ‘un cliente con experiencia’ de la que obtenemos datos y conocimiento. Nos sirve en gran medida para generar nuevos productos y servicios en nuestras empresas, modificando así el papel de los desarrolladores de productos y los encargados de hacerlos vendibles.

  1. El primer reto se basa en que esa estrategia esté centrada en el cliente. Una cosa es conocer el viaje de tu cliente y otra es reformular toda la organización de la empresa para que ese conocimiento tenga sentido.
  2. El segundo reto tiene que ver con los datos y la vista única de ese cliente. Para ello es indispensable conectar esa experiencia a una medida real, a un valor medible. Las métricas del cliente ahora son un lugar común. La métrica es importante, pero a veces se considera el punto final en lugar de el punto de partida.
  3. El tercer reto, el que tiene que ver con la integración en múltiples canales de ese cliente, permite poner en valor la innovación. Cada empleado debe entender su papel en esa experiencia de cliente y, por ello, equiparse con habilidades tecnológicas para aportar su capacidad en el pensamiento y diseño de metodologías ágiles basadas en el ‘prueba y aprende’.
  4. Y finalmente, un cuarto reto que incorpore la inteligencia artificial como un elemento natural en la toma de decisiones en tiempo real y de análisis de cliente de un modo objetivo. Tener un análisis alimentado por la IA aporta un conocimiento imposible de abordar desde un plano humano. La IA es mucho más que ‘business intelligence’. Hablamos de una nueva competencia en si misma para los equipos creando roles nuevos como los analistas o arquitectos de experiencias.

Estos cuatro elementos determinan la importancia de atender de un modo distinto la ‘experiencia de cliente’ hasta el punto que no podremos atenderla sin entender que ese cliente, ahora, es un generador de datos masivos que debemos convertir en información. Es un ‘cliente con experiencia’ que podemos leer y aprender de ella. De ahí que ese nuevo cliente, el de la Era Digital, se deba tomar como un ‘devorador de emociones digitales’. De ahí que la proactividad automatizada será uno de los aspectos que proporcionen mayor satisfacción al cliente. Gestionar la interactividad debe ser una de las funciones centrales de los centros de experiencia del cliente. La automatización inteligente tomará relevancia en una nueva etapa de innovación, cuando sea impulsada por la inteligencia artificial y una nueva generación de autoservicio inminente.

Si estás trabajando en uno de estos departamentos piensa que los centros de experiencia de cliente van a ir ocupando un papel central en el modelo de negocio digital. Negocio digital es negocio. Cada vez es tiene menos sentido poner el ‘digital’ a ningún negocio pues no va a haber negocio sin componente radicalmente digital. Pero ese nuevo papel requerirá una implicación muy alta de los agentes con su trabajo, aumentar sus habilidades en el uso de tecnologías digitales, adquirir más agilidad y autonomía en la toma de decisiones y, de algún modo, aparecer frente al cliente como asesores. Si estás diseñando el modo de trabajo de uno de estos centros de experiencia de cliente piensa en que quienes vayan a trabajar deben cumplir estos aspectos de un modo u otro. Pronto no va a ser opcional. Te lo digo como experiencia de cliente en camino de ser un cliente con experiencia también.

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Un 'iBank' o un 'iMoney'. Goldman Sachs, Apple y el futuro de la banca.

Que Apple y Goldman Sachs preparen el lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito conjunta puede responder a una decisión comercial similar a la que muchas empresas han desarrollado con anterioridad. Sin embargo mucho se ha comentado acerca de la repercusión que pueda tener que el gigante de Cupertino siga los pasos de lo que ya está haciendo Amazon por ejemplo. La tarjeta planeada llevaría la marca existente Apple Pay, pudiendo reservar la marca iBank para una fase más compleja. La idea es lanzar este producto a principios del próximo año. Para ello Apple tiene pensado eliminar todas las asociaciones de tarjetas de fidelización que tiene con diversas entidades y que no responden a lo que realmente buscan en cuanto a su papel en el mundo financiero del futuro cercano.

Que Apple y Goldman Sachs preparen el lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito conjunta puede responder a una decisión comercial similar a la que muchas empresas han desarrollado con anterioridad. Sin embargo mucho se ha comentado acerca de la repercusión que pueda tener que el gigante de Cupertino siga los pasos de lo que ya está haciendo Amazon por ejemplo. La tarjeta planeada llevaría la marca existente Apple Pay, pudiendo reservar la marca iBank para una fase más compleja. La idea es lanzar este producto a principios del próximo año. Para ello Apple tiene pensado eliminar todas las asociaciones de tarjetas de fidelización que tiene con diversas entidades y que no responden a lo que realmente buscan en cuanto a su papel en el mundo financiero del futuro cercano.

Según comentan diversos analistas, la tarjeta Apple-Goldman podría ayudar a ambas compañías a combatir las debilidades en sus negocios principales. A medida que el crecimiento de las ventas de iPhone se ralentiza, Apple está pensando en modificar su negocio vinculado a productos y los está focalizando en otros más centrados en servicios. Hablo de pagos móviles, suscripciones de música en vivo o ventas en la tienda de aplicaciones. Apple Pay, que a día de hoy ya genera ingresos en cada transacción, ha tenido una adopción por parte de los usuarios algo lenta. De ahí que la idea sea estimularlo al máximo de la mano de ‘quién sabe vender productos financieros’, un banco.

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Por el otro lado, Goldman está presionando a toda su operativa en banca de consumo para compensar una caída en la venta de valores, donde los ingresos han disminuido en casi dos tercios desde la crisis financiera. Los bancos ya no son lo que eran y Goldman Sachs hace tiempo que lo sabe. De ahí que lanzara un negocio de banca minorista llamada Marcus en 2016 para cuentas de ahorro en la red y de préstamos personales. Durante estos dos años sus ejecutivos han estado explorando la posibilidad de agregar tarjetas de crédito y herramientas de administración de patrimonio. Su problema principal es que no dominan el escenario digital ni el cliente medio que debe ser el ‘core business’ hoy en día.

En otro win-win. Apple tiene problemas para rentabilizar su plan de negocios vinculado a lo financiero, especialmente Apple Pay, y Goldman Sachs ha tenido problemas para aumentar sus ingresos debido, en parte, a una disminución en los ingresos comerciales. De ahí que, como le ocurriera a Amazon y JP Morgan, la suma va a permitir configurar un escenario en el que cada uno de ellos va a jugar un nuevo papel pero uno totalmente determinante.

La disrupción para el sector bancario no era sólo el Fintech. Ni siquiera las criptomonedas. El primero es algo que realmente se puede adoptar desde el propio sistema financiero y el segundo es algo mucho más complejo que afectará a muchos más aspectos de la vida. La potencial irrupción de estos nuevos actores en la banca comercial, y probablemente en la privada a medio plazo, es el verdadero asunto.

La tarjeta Apple Pay que pueda transformarse en algo más complejo y transversal desde un punto de vista financiero, es el último ejemplo de cómo un gigante tecnológico amplía su presencia en la industria bancaria. Además de Apple, Amazon, Google, Alphabet y algunas otras un buen número de gigantes tecnológicos están compitiendo por lograr que los pagos móviles sean más fáciles para los consumidores a la vez que aumentan sus formidables fuentes de ingresos y conocimiento vía datos masivos. La idea es capturar cuotas de mercado por esta vía y dar el salto a medio plazo a algo mucho más profundo si es posible.

Tengamos en cuenta que, de todas las compañías americanas, solamente Apple, Microsoft, Cisco, Oracle y Alphabet controlan el 80% de los fondos líquidos. Además, sus ahorros offshore han pasado en 10 años de 100.000 millones de dólares a 700.000 millones. El hecho de que la mayoría de esos activos en el exterior no sea cash, sino bonos y obligaciones negociables, los convierte en unos muy interesantes socios financieros incluso para el propio sector bancario. Los bancos pueden ser el canal por el que se desarrollen las expectativas bancarias de estas empresas.

Lo dicho, estamos asistiendo a la mayor metamorfosis vivida por la banca en toda su historia y tiene que ver, como para la mayoría, con la disrupción de un desafío digital que no todos están entendiendo. La idea de que el banco del futuro es sólo un banco digital o virtual puede costar caro. Pensar que adquiriendo ‘fintechs’ lo vas a poder controlar también. En el otro escenario, el más diverso, existe quienes defienden que la banca tiene su talón de Aquiles en la tecnología blockchain. Coincido, pero creo que habrá más. Más que vendrá por lo que en este post hoy describía.

La banca del futuro es menos banca y es más servicio asociado, menos catálogo financiero con costes y más relación comercial. Si para las discográficas o incluso la prensa, la disrupción supuso un cambio inevitable de modelo de negocio y de dudas razonables de si en el futuro inmediato eran empresas realmente rentables como en otros tiempos, a la banca le va a pasar lo mismo. Siguiendo la analogía, las grandes cabeceras de prensa siguen estando ahí, reinventadas pero ahí, compartiendo espacio con nuevos actores muy relevantes. La banca tiene cabeceras, marcas de confianza que deberán renovarse y aportar el valor a un mercado distinto. Muy distinto.

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¿Podrías distinguir quién es un robot en esta conversación de Google Duplex?

Si te pregunto si eres capaz de identificar la voz de un robot y diferenciarla de la de una persona casi con toda seguridad me dirás que sí. De hecho, incluso asumiendo que el sintetizador de voz sea muy real, el modo de componer las frases, su tono melódico y los inexistentes tropiezos al hablar, te darán las pistas para que diferencies lo sintético de lo real. Además, lo normal es que el desarrollo de inteligencia artificial que está detrás de una conversación híbrida tenga una dirección muy concreta. Tu llamas y un robot te atiende. Un humano solicita una información o un servicio y un sistema experto artificial te responde y conduce la conversación en base a su aprendizaje previo.

Si te pregunto si eres capaz de identificar la voz de un robot y diferenciarla de la de una persona casi con toda seguridad me dirás que sí. De hecho, incluso asumiendo que el sintetizador de voz sea muy real, el modo de componer las frases, su tono melódico y los inexistentes tropiezos al hablar, te darán las pistas para que diferencies lo sintético de lo real. Además, lo normal es que el desarrollo de inteligencia artificial que está detrás de una conversación híbrida tenga una dirección muy concreta. Tu llamas y un robot te atiende. Un humano solicita una información o un servicio y un sistema experto artificial te responde y conduce la conversación en base a su aprendizaje previo.

Pero ayer hubo un cambio sustancial a nivel público por lo menos. Durante la conferencia internacional Google I/O, el evento anual para desarrolladores del gigante de Mountain View, se presentó el estado actual de Google Duplex, una nueva tecnología que permite a un asistente virtual impulsado por inteligencia artificial mantener una conversación natural como si fuera un ser humano imitando los tics y modales típicos de una persona. Un lenguaje lleno de dudas, paradas con sonidos pensativos y repeticiones de palabras. Modifica el tono y la intensidad de sus palabras en base a como evoluciona la conversación. Realmente revelador el 'mmmhhh...' que emite cuando 'duda' o 'piensa'.

La evidencia de que un desarrollo de este tipo de ‘chatbot’ es realmente impresionante se da en el hecho de que las conversaciones mostradas durante este evento se efectuaron en el sentido inverso al habitual. Es el chatbot el que llama a una persona. En concreto a dos. En primer lugar llamó a una peluquería para reservar cita y en el segundo a un restaurante para solicitar mesa. En ambas ocasiones los humanos que participaban en este experimento no sabían que quién llamaba era un robot. Aunque no domines el inglés, no te lo pierdas. 

Estarás pensando cuando te va a afectar todo esto. Te debes estar haciendo preguntas como ¿debo preparar mi empresa para conversar con robots? ¿Es mejor que lo haga yo o un software? ¿Estoy preparado para negociar con un dispositivo que ejecuta las órdenes de quién será mi cliente? ¿Es una especie de secretario doméstico o por el contrario es mucho más que un simple asistente? ¿Aprende en cada conversación? Y yo, ¿aprenderé de cada interacción? ¿Cómo los identifico? ¿Importa que los identifique? Estas son algunas de las preguntas que lógicamente nos vamos a ir haciendo y muchos ya se hacen desde hace un tiempo. Muchos clientes inician procesos de incorporación de inteligencia artificial en su punto de contacto con el cliente y, posiblemente, se va a tener que redefinir todo eso en breve.

Lo grave, por llamarlo de algún modo, es que Google explica al mostrarnos Duplex, un entorno inteligente desde un punto de vista inverso al que hasta ahora estábamos acostumbrados. Eso convierte el acceso a la inteligencia artificial como algo universal, absoluto, cotidiano y transversal. Duplex estará en todas partes y se convertirá en nuestro compañero. Otra cosa será, sin duda, que tipología de datos se generarán, quién los usará y cómo, que escenario legal se crea y, lo más importante, podremos renunciar a su utilización o estaremos ‘cautivos’ de ese modelo debido a su implementación por parte de esta u otras empresas.

Hace ya un tiempo conocí a Nick Thompson, editor jefe de la revista Wired, en un evento. En una conversación con más asistentes nos comentó algo que cambió mi percepción del mundo de los robots. Según él, los robots tardarán poco en entrar en casa. De hecho ya lo han hecho. Desde escobas automáticas a cafeteras conectadas. Los asistentes virtuales domésticos, decía, son apoyos digitales a algunas tareas puramente domóticas. Según Thompson el hecho de que todo esté todavía ‘en nuestras manos’ reduce el efecto de la inteligencia artificial.  Él considera que en menos de una década, a mediados de la próxima, un ejército de robots no humanoides entrarán en nuestras casas a precios asumibles como ahora lo son muchos de nuestros electrodomésticos.

El motivo, el salto, radicará en que todos ellos tendrán un sistema de aprendizaje profundo que les dará total autonomía. Será entonces cuando Duplex tomará sentido. Su fusión entre asistente y extensión personal totalmente autónoma lo convertirá en una especie de CEO de nuestra casa, un director de robots que negociarán sus funciones con nuestro asistente virtual de turno. Me lo imagino similar, mucho dispositivo útil actuando en entornos domésticos. De ahí a conversar con ellos como algo gratificante, establecer relaciones operativas y depender en gran medida de sus ‘actualizaciones’ va muy poco. La urgencia por revisar todo esto desde un punto de vista económico, sociológico y ético es evidente. La necesidad de hacerlo, si me apuras incluso, desde uno político también.

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Startups Marc Vidal Startups Marc Vidal

Sólo 4 de cada 1000 mujeres eligen una titulación TIC.

¿Sabías que sólo 29 de cada 1000 mujeres graduadas eligen un título relacionado con la informática? Por si fuera poco triste, cuando se trata de las TIC, el número cae a únicamente 4. Buscar soluciones y proyectos que hayan demostrado contribuir a la reducción de la brecha de género dentro de la industria tecnológica y que puedan ser replicables y escalables de manera sistemática es el cuarto desafío del d-LAB Mobile World Capital. Durante los dos años que llevo perteneciendo a esta entidad, he podido ver como ante las necesidades sociales la tecnología más básica es capaz de dar respuestas formidables. Sólo depende del talento y el entusiasmo de sus impulsores.  

¿Sabías que sólo 29 de cada 1000 mujeres graduadas eligen un título relacionado con la informática? Por si fuera poco triste, cuando se trata de las TIC, el número cae a únicamente 4. Buscar soluciones y proyectos que hayan demostrado contribuir a la reducción de la brecha de género dentro de la industria tecnológica y que puedan ser replicables y escalables de manera sistemática es el cuarto desafío del d-LAB Mobile World Capital. Durante los dos años que llevo perteneciendo a esta entidad, he podido ver como ante las necesidades sociales la tecnología más básica es capaz de dar respuestas formidables. Sólo depende del talento y el entusiasmo de sus impulsores.  

El d-LAB del Mobile World Capital Barcelona, la organización encargada de albergar cada año el mayor evento de tecnologías móviles a nivel mundial, el Mobile World Congress, es un programa de impacto social que tiene como objetivo acelerar la transformación digital de la sociedad con el fin de mejorar las vidas de los ciudadanos y difundir el impacto de las soluciones de éxito. De manera periódica lanza retos y busca soluciones tecnológicas innovadoras para ser probadas con un modelo positivo a nivel social.

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Cada desafío recibe el apoyo de referentes en el ámbito del propio reto. Siempre son proyectos de transformación digital que responden a retos sociales y que aportan soluciones que transformen vidas. Tras los tres primeros desafíos, que versaron en el ámbito de la ‘Transformación de los modelos de uso y gobernanza de los datos personales de salud’, el ‘Empoderamiento de las personas con discapacidad a través de las tecnologías móviles’ y ‘La lucha contra el cyberbullying a través de la tecnología móvil’, esta cuarta convocatoria se centra en otro tema realmente interesante, ‘el empoderamiento de las mujeres en la industria de la tecnología’.

Si quieres trabajar para reducir esa grieta enorme entre géneros en el ámbito tecnológico y tienes una solución que pueda empoderar a las mujeres en la industria tecnológica, te esperamos en el d-LAB Mobile World Capital. Queremos ayudarte a desarrollar tus soluciones innovadoras para abordar este tema. Infórmate sobre el reto y descubre cómo puedes contribuir a resolverlo. Tienes tiempo hasta el 30 de mayo de 2018 a las 17.00 CET.

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El cambio de modelo económico no depende sólo del gobierno. También es asunto tuyo.

Cuando ponemos en análisis quién y cómo se debe iniciar el cambio de modelo de crecimiento económico de un país como el nuestro, normalmente apelamos a directrices políticas que no se llevan a cabo y que sí se deberían de tener en cuenta. Lo comparamos con otros países del entorno para comprobar hasta que punto no estamos en la senda correcta. Aunque no debemos abandonar los requerimientos a quienes tienen funciones políticas para facilitar los negocios, modificar el modelo productivo y hacerlo más competitivo, hay una gran parte de responsabilidad del asunto en la otra parte, la de las empresas y, por derivación, de sus empresarios, directivos y trabajadores.

En el World Economic Forum se debatió acerca de la responsabilidad de los gobiernos en la adopción correcta de la era de los robots y la inteligencia artificial que vivimos. Cuando ponemos en análisis quién debe pulsar el botón del cambio de modelo de crecimiento económico de un país, normalmente apelamos a directrices políticas que no se llevan a cabo. Lo comparamos con otros países del entorno para comprobar hasta que punto no estamos en la senda correcta. Aunque no debemos abandonar los requerimientos a quienes tienen funciones políticas para facilitar los negocios, modificar el modelo productivo y hacerlo más competitivo, hay una gran parte de responsabilidad del asunto en la otra parte, la de las empresas y, por derivación, de sus empresarios, directivos y trabajadores. 

Nos pasamos el día analizando el grado de competitividad pero no las competencias. Siete de cada diez empresarios y directivos reconocen que no entienden suficientemente el negocio digital. En un buen informe sobre este asunto de Kantar, se desprende que más del 75% de los directivos de empresa españoles declaran que en su empresa no se recibe formación de forma periódica ni se sienten completamente al día. Esto es realmente grave y es algo que compruebo habitualmente. No se trata de programas formativos complejos, hablamos de poner en valor y conocimiento el momento que vivimos, como afrontarlo y, especialmente, obtener las herramientas y la formación necesaria para liderar una revolución económica e industrial que, nos guste o no, viene a una velocidad constante y sin intención de detenerse.

Desde hace más de una década, una de mis ocupaciones principales es formar directivos y cuadros medios en empresas de muchos lugares del mundo. Una relación empresarial que nació de la necesidad de bajar un escalón cuando cualquier compañía me pedía iniciar un proceso de transformación más complejo. Hace mucho que tengo claro que no hay posibilidad de transformación digital, industrial o tecnológica, generar nuevos modelos de negocio o mejorar procesos, sin una fase de formación previa, un modelo formativo que he desarrollado con especial cuidado y que está siendo muy bien recibido por un buen número de empresas más de muchos lugares distintos.

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Es algo que no debe esperar. El tiempo es importante y empezar antes que otros puede ser trascendental. Tengamos en cuenta, según otro gran estudio recientemente publicado por The Power MBA, que el 65% de las empresas tienen previsto realizar una inversión media o fuerte en formación en materia digital en los próximos 2 años. Básicamente porque solo un 16% de las empresas en los principales sectores de economía tienen un Índice de Competencia Digital alto. Piensa que si tu competencia tiene previsto ponerse al día, el espacio y tiempo para enfrentarte a lo que viene se reduce notablemente.

Entrando en detalle sobre los puntos en los que la mayoría de directivos no tienen claro temas elementales de la economía digital podemos ver que el 70% de los responsables que fueron consultados admitieron que no sabrían identificar la diferencia entre los modelos de negocio lineales y los modelos en los que se basan los 'ecommerces', 'marketplaces', aplicaciones o plataformas digitales como pueden ser Airbnb, Amazon o Cabify. Sólo ven negocios, el ADN de los mismos y el factor relevante de colocar al cliente en el centro de la cadena de valor no es fácil de identificar para 2 de cada 3 directivos.

Uno de los temas que más trato en esos Workshops o talleres que comentaba antes, es precisamente el de metodologías de trabajo. Es curioso como el análisis señala que el 82% de los profesionales tienen falta de conocimiento de las materias esenciales de transformación digital, como la estrategia, métodos como el ‘Design Thinking’ o ‘'metodologías Agile’. Es evidente que en el campo del ‘cómo’ nos queda mucho por avanzar, incluso antes del ‘qué’ y el ‘para quién’ incluso.

Leyendo este tipo de estudios, acabamos reflexionando sobre si realmente estamos preparados para aprovechar las enormes oportunidades que nos brinda a todos la nueva economía y para competir con éxito en el mundo laboral actual. Solemos exigir a gobiernos y estructuras económicas que se encarguen de plantear el futuro con estrategias políticas que acomoden la transición hacia un nuevo modelo, pero nos olvidamos muchas veces que ese gobierno de turno y sus estructuras no son más que el reflejo de quienes los hemos puesto ahí. Si hacen poco tal vez es porque no revisamos si a quienes ponemos saben de lo que va a ser necesario saber en el futuro inmediato.

Si las empresas no se suman a la revolución tecnológica se hace incomprensible una exigencia política al mismo nivel. Lo ideal, obviamente, está en que los gobiernos faciliten esa transición, estimulen esos cambios y mejoren las expectativas. Tarea, repito, de gobernantes pero especialmente de empresarios, directivos y trabajadores de cualquier industria. Esto ya no va de ‘esperar a la jubilación’, va de aprender a no jubilarse. Otro día lo explico.

Acabaré listando las 40 competencias que a día de hoy debemos analizar si en nuestra empresa se están atendiendo formativamente o no. Si la respuesta es negativa, no dudes en consultarme a mi equipo o a mi directamente las opciones de ayudaros. Son muchas las empresas que ahora mismo lo hacen de manera continua y dinámica. Pregúntate si tienes en marcha, sabes que es y en que consiste alguna de las siguientes herramientas, conceptos o modelos de gestión. Si tu respuesta es de más de 10 veces ‘no’, es importante que te pongas en marcha. Haz la prueba:

  1. Plan Marketing Digital: Tener un plan de marketing digital
  2. Captación: Desarrollar estrategias de captación de clientes a través de medios digitales
  3. Fidelización: Desarrollar estrategias de fidelización de clientes a través de medios digitales
  4. Inbound marketing: Definir una estrategia de captación y cualificación de leads
  5. RRSS: Crear y gestionar comunidad de clientes en redes sociales
  6. Mobile App: Crear y gestionar aplicaciones de dispositivos móviles para comunicarse y relacionarse mejor con los clientes
  7. CRM: Tener una estrategia y tecnología específica para gestionar las relaciones con los clients
  8. Geolocalización: Aprovechar las tecnología de localización para realizar comunicaciones oportunas, personalizadas y relevantes
  9. Estrategia e-­‐commerce: Tener un plan estratégico de comercio electrónico multicanal
  10. Multicanalidad: Aprovechar tecnologías digitales dentro del punto de venta (Beacon, NFC, códigos QR,…)
  11. Social Commerce: Integración de las redes sociales en el proceso de venta online
  12. Medios de pago: facilitar al máximo el pago mediante diferentes medios de pago online.
  13. Digital Logistic: Digitalización de la gestión del suministro y la logística
  14. e-­‐care: Integrar tecnologías y procesos de atención al cliente en el proceso de compra
  15. e-­‐Sales: Digitalización de la gestión de la red comercial
  16. Incorporación y adecuación de la tienda online en el móvil (mobile web, app,…)
  17. Atención al Cliente: Disponer de estrategia y canales de Atención al Cliente a través de medios sociales y digitales
  18. Monitorización Customer Experience: Diagnosticar y monitorizar la experiencia de todo el ciclo de vida del cliente
  19. Customer Experience Plan: Implementar un Plan de Customer Experience transversal en todos los momentos de la verdad del cliente
  20. Protocolos de Información: Clasificar y organizar la información de forma accesible y con diferentes niveles de acceso (permisos) para  favorecer su localización en todo momento
  21. Gestión de Proyectos Colaborativos: Uso de aplicaciones y soluciones en nube de gestión de proyectos
  22. Virtualización del trabajo: Trabajar con equipos de manera remota y de manera colaborativa a través de medios digitales
  23. Recruitment: Buscar perfiles profesionales a través de herramientas en red
  24. Industria 4.0: aprovechar las tecnologías de conectividad en toda la cadena de valor para lograr más eficiencia
  25. Convertir productos en servicios: incorporar “Internet de las cosas” (IoT) y Tecnología Wearable para convertir o dotar a los productos  en servicios de valor añadido.
  26. Realidad Virtual: explorar oportunidades de mejora de experiencia y de nuevos modelos de negocio a través de la Realidad virtual.
  27. Blog Corporativo: Crear, mantener y divulgar un Blog Corporativo
  28. Branded Content: Crear y difundir contenido de la marca
  29. Plan de Comunicación Digital: Definir estrategia de comunicación digital con los medios digitales más relevantes y afines a su marca
  30. Monitorización: Escuchar y monitorizar la reputación de la marca y de la competencia en redes sociales
  31. SEM: Contar con una planificación y medición eficaz de publicidad en buscadores (SEM)
  32. Medios digitales: Contar con una planificación y medición eficaz de publicidad en medios digitales
  33. Redes sociales: Contar con una planificación y medición eficaz de publicidad en las principales redes sociales
  34. Nuevos formatos publicitarios: Innovar y testar nuevas formas de publicidad y planificación.
  35. Usabilidad: Elaborar un diseño web orientado al usuario para los diferentes dispositivos
  36. Analytics: Realizar un análisis adecuado de la actividad en los sites de mi empresa
  37. Posicionamiento: Lograr un buen posicionamiento para mis sites en internet en buscadores de forma orgánica y en los diferentes  dispositivos
  38. Tratamiento eficiente de los datos: Tener capacidad para obtener información relevante para la marca y procesar gran cantidad de  datos
  39. Explotación de los datos: Tener una estrategia y tecnología específica para explotar el conocimiento que la empresa tiene de los  clientes
  40. Estrategia de Innovación: Tener una estrategia empresarial y metodologías orientadas a fomentar la innovación digital

Estas son algunas, no todas. El orden y el modelo de conocimiento varía según empresa y sector. Sin embargo, sirve para darte cuenta del punto exacto en el que estás. Recuerda, cualquier revolución industrial exige de una revolución íntima.

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Economía, Politica, Robotica Marc Vidal Economía, Politica, Robotica Marc Vidal

Empleo, robots y futuro: las cifras de las que pocos hablan.

El pasado domingo, durante mi colaboración semanal en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta tuve una compañera muy especial. Ya nos conocíamos, pues dimos una conferencia juntos hace unos meses. Se trataba de la robot ‘Bibi’ de la empresa Macco Robotics. A parte de interactuar con Cristina Pardo nos permitió escenificar algunos de los datos al respecto de lo que significa la robotización de la economía desde el punto de vista laboral. En un programa como este no es factible entrar en detalles técnicos pero sí dejar sobre la mesa datos y comentarios que permitan la reflexión personal. Y eso hicimos como hacemos cada semana.

El pasado domingo, durante mi colaboración semanal en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta tuve una compañera muy especial. Ya nos conocíamos, pues dimos una conferencia juntos hace unos meses. Se trataba de la robot ‘Bibi’ de la empresa Macco Robotics. A parte de interactuar con Cristina Pardo nos permitió escenificar algunos de los datos al respecto de lo que significa la robotización de la economía desde el punto de vista laboral. En un programa como este no es factible entrar en detalles técnicos pero sí dejar sobre la mesa datos y comentarios que permitan la reflexión personal. Y eso hicimos como hacemos cada semana.

En el caso del pasado domingo, a raíz de que estábamos en la víspera de la celebración del día del trabajador, centramos el asunto en la situación laboral en España y sus derivadas como por ejemplo la precarización, el envejecimiento del mismo o la sustitución de puestos de trabajo por robots o automatismos. En el video podéis ver algunos fragmentos de lo que os comento. Sin embargo, en este post me gustaría entrar en detalle en algo que considero grave y que suele obviarse en múltiples análisis. Ya hace algunos días de la publicación de los datos de ocupación de la primera parte del año y esconden un drama importante.

Me estoy refiriendo a que por primera vez en la historia España supera los 16 millones de personas inactivas. Normalmente los datos de la Encuesta de Población Activa sólo se centra en parados y ocupados y obvia ese otro grupo social. El asunto es relevante porque de los primeros dependen los ingresos por cotizaciones que pagan las pensiones, y no han hecho más que menguar en los últimos cinco años, hasta situarse en poco más de 22 millones de personas. Y porque los segundos no aportan al sistema, al no estar ocupados ni buscando empleo. Serían estudiantes, personas trabajando en tareas domésticas, incapacitados y, ¡ojo! jubilados.

Algunos datos que traicionan la hipotética bonanza en el mercado laboral nos dicen que en el primer trimestre del año se cerró con 124.100 ocupados menos que el anterior, la mayor parte, 94.700 personas, decidieron no buscar trabajo y abandonaron la población activa. Al mismo tiempo, los inactivos aumentaron en 158.000 personas respecto al cierre de 2017.

El envejecimiento de la población, el consecuente incremento de los inactivos y el descenso paulatino de la población activa plantea una problemática para el mercado laboral que requiere de un esfuerzo importante por parte del gobierno y de un consenso urgente por parte de todos los actores políticos, económicos y sociales o nos vamos a dar un batacazo importante. Y de momento el gobierno no es capaz de adoptar un plan realista a la que se nos viene encima. Intentando superar el escollo de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 ha hecho un ‘bienqueda’ con el PNV que supone un derribo a la reforma de las pensiones en 2013 que suponía hacerlas algo más sostenibles. Ahora liga las subidas a la inflación, retrasa el factor de sostenibilidad 5 años y nos hipoteca el sistema llevándolo a un territorio desconocido.

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Enlazar subida de las prestaciones condena la sostenibilidad de la Seguridad Social en un momento en el que el mercado laboral cuenta con el máximo histórico de 16,1 millones de inactivos y una tasa de actividad del 58,46%, el nivel más bajo de los últimos doce años. Esa es la realidad y, a veces, uno se pregunta a que se refieren sus señorías cuando dicen que ‘las pensiones están garantizadas’ o que ‘nadie pondrá en juego la jubilación de nadie’. No siendo realistas y suavizando el tono que está tomando el asunto, no vamos a solucionarlo.

Resulta que ese histórico de inactivos se le suma una tasa de actividad de vértigo, casi un 60%. Nunca habíamos estado en esa tormenta perfecta de la desgana. Hemos pasado por momentos malos, pero eran coyunturales aunque fueran de largo recorrido. Ahora, por el contrario, el problema es técnico, estructural y de tendencia sociológica, no sólo económica. Pocos se dan cuenta que el sistema económico y el modelo de crecimiento español fabrica inactivos y reduce paulatinamente la tasa de actividad.

Recordemos que la ‘tasa de actividad’ es un índice que mide el nivel de actividad en el empleo de un país. Se calcula como el cociente entre la población activa y la población en edad de trabajar. Es una variable pocas veces nombrada pero muy importante en el crecimiento económico a largo plazo de un país, y tiene igual o mayor importancia que la productividad de éste.

El propio FMI ya nos ha avisado que, de seguir este ritmo, la tasa de actividad caerá por debajo del 50%. De hecho, el casi 60% actual es una cifra propia de países en vías de desarrollo y no de uno englobado en la Europa ‘de vanguardia’ en la que teóricamente vivimos. El mismo FMI advierte de que como nos pongamos la pilas con políticas de choque el problema puede ser bíblico. Nos advierten de que el envejecimiento de la población mermará de forma considerable la tasa de participación en el mercado laboral.

Según las previsiones demográficas de Naciones Unidas, el porcentaje de esta participación laboral bajará un promedio de cinco puntos y medio en los próximos 30 años si no hay políticas que lo eviten, con España en el grupo de los peor parados. Por cierto, el mismo nivel que se estima para Bélgica, Italia y Portugal. No estaremos solos.

Pero si ya es preocupante para lo que significa laboral y socialmente este casi seguro descenso de la tasa de actividad, lo peor estaría por llegar en el ámbito de la productividad. Un descenso de la tasa de actividad de 5,5 puntos como el que el FMI proyecta se traduce en un recorte de la producción de tres puntos porcentuales en una economía desarrollada. En España no hay manera de crear empleo creciendo por debajo del 2,4%, por lo que hagan cuentas.

Para ir terminando, y haciendo referencia al 1 de Mayo, comentar dos datos que me parecen también muy significativos que identifican claramente donde estamos realmente y no donde nos dicen que estamos. Por un lado es referente a los jóvenes. Si en el 2000 el 42,3% de los empleados tenían menos de 34 años, hoy los jóvenes representan el 24,9%. Según la OCDE, si en el 2005 el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban era del 15,9% (un punto por encima del promedio de los países de la OCDE), en 2015 esta tasa se elevaba hasta el 22,8%. Tema a mirarlo con detalle.

Por otro lado el fenómeno de los ‘asalariados pobres’. Eurostat considera pobres a aquellos trabajadores que cobran menos del 60% del salario medio. En España hoy hay en esa situación un 13% de los ocupadas, dos puntos más que lo que había en el año 2004. Un informe del Banco de España muestra también que en los últimos años ha crecido ligeramente la diferencia entre el salario que cobran los nuevos contratados respecto a los que están en activo y que es hoy del 25% menos. Esa brecha que en el 2008 estaba en el 20%. No parece buen síntoma.

¿Cómo lo solucionamos? Pues con algo que tiene que ver, como he dicho muchas otras veces, con modificar el modelo productivo y crecimiento de este país, atrayendo talento tecnológico, inmigración laboral de otros países y estimulando el ahorro privado. No sólo poniendo robots se arreglan las cosas, hay que prepararlo todo para que sean efectivos, productivos y complementarios al sistema que tengamos. De momento, seguimos en el anden, esperando un tren que podría ser que ya pasó. Lo veremos pronto. Cuando anuncien el horario del próximo convoy.

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Economía, Politica Marc Vidal Economía, Politica Marc Vidal

La mala idea de una tasa tecnológica para pagar las pensiones.

No dan una. Llevan tiempo dando tumbos a medida que la calle les exige una u otra cosa. Sea del signo que sea, el político medio español se rige por lo que se grita en las calles. A veces eso puede ser bueno, en otras puede obligar a tomar decisiones que seguro no tienen por donde cogerse. Y como hay que subir las pensiones para silenciar a un grupo importante de votantes, anestesiarlos con el cloroformo de las subidas a tiempo real, ya tenemos otro lío absurdo sobre la mesa que no se aguanta ni con cinta aislante.

No dan una. Llevan tiempo dando tumbos a medida que la calle les exige una u otra cosa. Sea del signo que sea, el político medio español se rige por lo que se grita en las calles. A veces eso puede ser bueno, en otras puede obligar a tomar decisiones que seguro no hay por dónde cogerlas. Y como hay que subir las pensiones para silenciar a un grupo importante de votantes, anestesiarlos con el cloroformo de las subidas en tiempo real, ya tenemos otro lío absurdo sobre la mesa que no se aguanta ni con cinta aislante.

Hace unos días el ministerio de todos, el de hacienda, propuso pagar parte de las pensiones a partir de un impuesto nuevo a las grandes tecnológicas. Cabe decir que no es nada original, esa propuesta ya la tienen algunos países europeos en marcha. Si esta es la gran idea de cómo garantizar la subida de pensiones cada año en base a la indexación con el IPC, la cosa pinta mal. Compren butacas en primera fila para la rueda de prensa en la que se nos comunique que ‘no ha salido como esperábamos’ y además ‘no sabemos por qué no creamos empleo’. Esto último muy vinculado a que en cuanto se resfríe la economía ibérica vamos a pasarlas duras al no tener un modelo económico estructuralmente no cíclico y dependiente de servicios de escaso valor.

En este caso, el Ministerio de Economía español asegura que tiene prisa en poner en marcha un impuesto a las grandes empresas digitales que tenga efecto en 2019 y, de este modo, esta tasa ayude a financiar las pensiones desde ya mismo. La idea es retorcida. Busco el dinero que soy incapaz de obtener por mecanismos estructurales, se lo calzo a empresas a las que poco o nada les afectará, que a nadie molesta que se les exija más y pinto de color pastel la subida miserable del año que viene. De este modo nadie podrá decir que no ha habido subida aunque escasa y nadie podrá quejarse que esa subida venga de un impuesto que sólo afecta a multinacionales que ‘ya ganan suficiente’ y son el demonio.

Todo esto es de un maniqueísmo que asusta. Demuestra que estamos en manos de malabaristas del dato y, no nos engañemos, que los que pretenden sustituirles se diferencian sólo en el número a representar en la pista central. La cosa es que en Europa van del mismo palo. Excepto, claro está, alguna honrosa excepción como Irlanda, Holanda, Bélgica, Luxemburgo o Austria

La propuesta es la siguiente: imponer un impuesto del 3% sobre la facturación por ciertos servicios digitales de las empresas que facturen más de 7 millones de euros, cuenten con más de 100.000 usuarios o con más de 3.000 contratos en un Estado miembro. Algo mucho más amplio que lo que se contemplaba hasta ahora que suponía tasar a empresas que facturen más de 750 millones de euros en todo el mundo y más de 50 millones en la UE. De momento, no obstante, la ventaja que supone que Europa sea una especie de dinosaurio viejuno con una falta de agilidad imponente, permite que la cosa vaya para largo.

Y en eso que España quiere liderar el pelotón. Cuando se trata de proponer impuestos que serán avalados tarde o temprano por Europa quién no se apuntaría. El Gobierno español prevé introducir este tipo de tasa incluso antes de que haya acuerdo a nivel europeo como ya hicieron en el Reino Unido, Italia, Francia o Alemania. Cabe destacar que, excepto Italia, el resto de países compensan de manera importante esa carga con múltiples aspectos de estímulo de la economía tecnológica y que esas tasas suelen ir dirigidas no a pagar pensiones sino a dinamizar la transición del modelo de crecimiento del país. En Francia, parte de esa tasa paga el presupuesto destinado a la modernización industrial del país. De hecho sirve para que Francia destine 23 veces más que España a la Industria 4.0 y no a lastrar la economía. En Alemania tres cuartos de lo mismo y en Reino Unido la 'tasa-tech' no es comparable a esto.

Aquí lo venderán como que España se suma al grupo de principales países que ya tiene estas nuevas figuras. Se dirá que en el contexto del debate que están teniendo, incorporar a nuestra legislación nacional figuras como esta de la tasa tecnológica para pagar pensiones, es una gran idea. De verdad que asusta el grado de simpleza y el cómo nos deben ver para trasladar esas decisiones al arco informativo. Tengo la sensación de que en España habrá dos tasas al final. La propia, esta que ahora quieren imponer, y luego la europea. Al tiempo.

Pero si todo esto ya tiene un punto trágico, lo bueno viene con los cálculos. El ministro de Hacienda dijo que esta ‘nueva fiscalidad’ se llevará al Pacto de Toledo y ayudará a financiar la subida de las pensiones que tendrá un coste de 1.500 millones de euros para 2018 y 1.800 millones para 2019. Siempre y cuando España crezca por encima del 2,2 y el déficit actual no se incremente.  Técnicamente me cuesta verlo. ¿Cómo piensan abordar los criterios para distribuir los beneficios de cada multinacional en cada país miembro como la horquilla en la que se permitirá establecer el recargo en el Impuesto sobre Sociedades nacional? Los propios técnicos de Hacienda dicen que 'tras todo este ruido y griterío solo se recaudarían como mucho 500 millones, muy lejos de los 1.600 que se necesitan para abordar la subida del año que viene'. No les va a salir y este modelo evidenciará lo complicado de indexar las pensiones al IPC. Ya verán.

En Irlanda se frotan las manos. Con lo fácil que es entender que una presión fiscal menor incentiva la inversión, la contratación, los beneficios que se pueden revertir en los trabajadores. En Irlanda el salario mínimo supera los 1.600 euros y las prestaciones sociales en la jubilación tienen múltiples fórmulas para que sean dignas. El coste de todo ello no se sujeta en la empresa sino en los ciudadanos que tienen una presión fiscal más alta que las empresas precisamente para no dañar las opciones de crecimiento del país vinculado a esa productividad y competitividad.

En pleno análisis de cómo debe ser nuestro modelo económico y cuál la estructura de crecimiento de un país como España, nos salen con esta. Es obvio que las grandes multinacionales no son las que sujetan ese cambio de modelo económico y no son el estandarte de una sociedad del conocimiento en cada país. Cierto, pero si son mecanismos de dinamización y modernidad de una economía. Así ha pasado en múltiples lugares del mundo. Estados Unidos, Singapore, Irlanda, Alemania, Suecia, etc. Imponer una tasa como esta no es grave en si misma pero si es un síntoma de cómo se entiende a este tipo de empresas y el modelo que representan. No se les da la importancia que tienen ni se ve el papel que juegan en una transición como la actual.

Los países que apuestan por el cambio de cultura económica no penalizan la tecnología ni sus motores. Los que están pensando en recaudar para acallar voces en la calle sí. Luego nos sorprendemos porque no nacen, crecen o se desarrollan grandes tecnológicas nacidas en Europa o, incluso, en España. Detrás de esta anécdota en forma de tasa se esconde una manera de pensar, de ver en la tecnología un asunto menor o paralelo en lugar de identificar el mecanismo de cambio que nuestra sociedad exige. Penalizar no ayudará y alejará el progreso que se le supone a la futura sociedad del conocimiento.

Seguramente la jubilación se parecerá mucho a la renta básica universal y ésta será abonada por un ejército de automatismos, 'softwares' y robots que trabajarán eficientemente para que eso suceda en gran medida. El problema es que eso no sucederá en todas partes ni del mismo modo. Los que penalicen el tránsito a ese lugar tasando las empresas que lideran los cambios socioeconómicos tardarán más o no llegarán. Los que premien, estimulen o faciliten que ese tipo de modelos económicos se puedan desarrollar adecuadamente, sí tendrán ese equilibrio entre sociedades envejecidas y pensiones tecnológicas.

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Economía, Politica Marc Vidal Economía, Politica Marc Vidal

Finlandia liquida su experimento sobre la Renta Básica Universal, pero no del todo.

A principios del año pasado Finlandia lanzó la primera prueba piloto en toda Europa de lo que llamamos Renta Básica Universal. Durante este tiempo y a lo largo de dos años en total, dos mil ciudadanos desempleados elegidos al azar van recibiendo un pago mensual exento de impuestos de unos 560 euros. A falta de ocho meses para evaluar en su conjunto la medida, el gobierno finés ya ha dicho que no piensa desplegar esta medida mucho más allá. De hecho, la negativa a sumar 61 millones de euros al plan previsto a final de año para ampliar el proyecto a ciudadanos también con trabajo, ha supuesto el fin del debate acerca de si la renta básica tiene futuro o no en este país escandinavo. Lo único que de momento se mantendrá durante 2019 es el mismo modelo actual, un pago menor a los desempleados que no difiere mucho a otras modalidades que disfrutan países diversos.

A principios del año pasado Finlandia lanzó la primera prueba piloto en toda Europa de lo que llamamos Renta Básica Universal. Durante este tiempo y a lo largo de dos años en total, dos mil ciudadanos desempleados elegidos al azar van recibiendo un pago mensual exento de impuestos de unos 560 euros. A falta de ocho meses para evaluar en su conjunto la medida, el gobierno finés ya ha dicho que no piensa desplegar esta medida mucho más allá. De hecho, la negativa a sumar 61 millones de euros al plan previsto a final de año para ampliar el proyecto a ciudadanos también con trabajo, ha supuesto el fin del debate acerca de si la renta básica tiene futuro o no en este país escandinavo. Lo único que de momento se mantendrá durante 2019 es el mismo modelo actual, un pago menor a los desempleados que no difiere mucho a otras modalidades que disfrutan países diversos.

Al 'money for nothing' le ha surgido un rival llamado 'money for something'. Lo interesante no es si se mantiene o se amplia, sino que conclusiones extrae de este experimento uno de los países con mayor predisposición a llevar a cabo este modelo de bienestar social denominado por algunos como ‘paternalista’ y dependiente. De hecho, Petteri Orpo, ministro de finanzas finlandés, considera que se debería dar una modelo de crédito universal una vez este proyecto termine. El crédito universal sería un pago único de la propia seguridad social que reemplazaría todos los beneficios que provienen por varias fuentes, como el apoyo a ingresos o el cuidado de niños, personas dependientes, etc. La cantidad de dinero que recibe una persona en ese pago depende actualmente del ingreso de una persona; aquellos que ganan más dinero reciben menos en su crédito. Según el ministro, ese debería cambiar y generar un crédito universal diferente para todos según sus necesidades.

El sistema del crédito universal se diferencia del ingreso básico en que el segundo es idéntico para todos y el segundo no. Según algunos miembros del gobierno finés, la primera medida no desincentivaría a las personas a buscar empleo mientras que la segunda, dicen, ya se ha demostrado que si lo provoca. Siguen habiendo muchos defensores del plan original. En los últimos años ha aumentado el número de emprendedores tecnológicos que así lo defienden. Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, Chris Hughes, Facebook cofounder, y Ray Kurzweil, Google's futurist engineering director.

El debate está avanzado en algunos países, ¡que envidia!, mientras que en otros lugares esa discusión eminentemente política y determinante para el futuro automatizado y robótico al que nos dirigimos, ni se está produciendo ni se le espera. Antes de hablar de módulos de sujeción social como la renta básica o el crédito universal, deberíamos ir pensando en como generamos un nuevo modelo de estructura y crecimiento económico que pueda incorporar la tecnología obligatoria para ser competitivos en un mundo global. Sin eficiencia ni competitividad y abandonando modelos cíclicos, el como vamos a establecer pensiones, rentas o ayudas sociales a amplias capas laborales incapaces de reinventarse, se hace muy difícil de prever.

Pues como digo, mientras unos siguen con sus debates fratricidas sobre colores, natillas o meriendas, en otros lugares del mundo tienen claro que el que quiera conquistar el futuro y el bienestar de sus ciudadanos debe ponerse lo antes posible a debatir, probar y diagnosticar. Curioso que en ese análisis la propia Unión Europea tenga tan poco que decir. En Finlandia, con toda su diferencia social, demográfica y de temperatura si me apuras, sirve para contemplar ese debate aunque no podamos participar. Pero también lo vemos en Reino Unido donde en 2013 se introdujo un tipo de crédito universal que, aunque no funcionó excesivamente bien al principio, sí ha permitido mantener un determinado punto de análisis en el que basar el futuro.

Por eso parece que Finlandia se inclina más hacia un sistema de pago universal que a desestimarlo del todo. En diciembre pasado, el Parlamento finlandés aprobó una ley que exige que las personas que reciben beneficios del gobierno, busquen empleo activamente e informen de sus esfuerzos a los funcionarios cada tres meses. La legislación, que entró en vigor en enero, se alinea con un cambio futuro hacia un sistema universal en su variante crediticia probablemente.

Y eso podría ser bastante bueno para los finlandeses. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos descubrió que un crédito universal podría reducir la tasa de pobreza en Finlandia del 11.4% al 9.7%. Tomemos con pinzas cualquier cosa que venga de la OCDE que mantenía como posible el crecimiento económico dos minutos antes de la caída del sistema bancario hace unos años. Pero sin embargo, las fórmulas que se utilizan en el cálculo de esta especie de maqueta social y territorial que supone Finlandia podría estar dando la clave de por donde ir en caso de tener que empezar a determinar los espacios sociales y económicos tras la revolución industrial 4.0 que ahora mismo nos está engullendo.

La Renta Básica Universal no es de derechas ni de izquierdas, es al parecer algo casi inevitable. El problema es que en el ejercicio de esa modalidad si hay un planteamiento que puede ser liberal o no. Si esa renta se plantea como un pago universal sin análisis de ningún tipo más allá del hecho de ser ciudadano, la línea fina entre el subsidio universal y el soporte vital es muy limitada. Sin embargo, un modelo de crédito basado en aportar los servicios fundamentales que requiere un ciudadano y vincularlo a la consecución de todo lo que comporta el nivel de bienestar que un país pueda generar, si podría responder precisamente a ir resolviendo el desequilibrio que casi sin remedio va a ir generándose en los próximos años.

Recordemos que una revolución industrial como la que vivimos ahora, en el tiempo de varías décadas la acabaremos de delimitar, siempre pasan las cosas en el mismo orden. Primero hay una disrupción tecnológica, luego laboral, le sigue la económica, la cultural, la artística incluso y, finalmente, la política. El problema es donde se incorpora la revolución sociológica. En el si es antes o después de la política y la económica, se determina la fractura y la cicatriz que todo ello va a generar entre los que siempre pagan los patos: la hipotética clase media y las familias con menos recursos.

Hoy, seguir sin definir cual va a ser nuestro papel en esta revolución, sin determinar como debe ser nuestro modelo de crecimiento económico y sin estimularlo, es un suicidio colectivo de dimensiones bíblicas. Seguramente falta tiempo, el tiempo que necesita un político no tradicional. Períodos de 4 años, ampliables a 8 normalmente, llevan a tomar decisiones muy tácticas y poco estratégicas y, por suerte o por desgracia, ahora nos hace falta un plan para dinamizar sectores y modelos de futuro a largo plazo. España es el 12º país del mundo en PIB, momento sin duda para volver a utilizar esa hipotética recuperación para plantear inversión en tecnología, nuevos modelos productivos, investigar en el papel que juega todo ello en el futuro inmediato y, especialmente, cimentar la política económica que requerirá una sociedad donde tener o no tener pensiones sea indiferente, pues se estime tener un escenario vinculado a la renta básica o al crédito universal por ejemplo. El problema, como en todo, es que este debate algunos países como el nuestro lo sitúan en Alpha Centauri.

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Big Data, Innovación, Negocio Marc Vidal Big Data, Innovación, Negocio Marc Vidal

¿Sabes si tu empresa es ‘producto-céntrica’ o ‘cliente-céntrica’? Te va el futuro en ello.

Cuando hablamos de transformación digital nos referimos a como la tecnología trastoca de manera irreversible a una empresa o institución en cuatro áreas. Por un lado la estrategia en su conjunto, los procesos a partir de la modificación del modo de trabajar gracias a la integración de metodologías sujetas a nuevas tecnologías aportadas, la generación de nuevos modelos de negocio y, finalmente, que esos nuevos modelos y esa nueva manera de trabajar repercuta directamente en el cliente final colocándolo en el centro de la cadena de valor. Hoy en día eso es relativamente más sencillo que hace una década gracias a la infinidad de maneras que tenemos para identificar lo que hace un potencial cliente desde que piensa que quiere algo que nosotros vendemos y todo lo que sucede hasta que finalmente decide comprárnoslo a nosotros.

Cuando hablamos de transformación digital nos referimos a como la tecnología trastoca de manera irreversible a una empresa o institución en cuatro áreas. Por un lado la estrategia en su conjunto, los procesos a partir de la modificación del modo de trabajar gracias a la integración de metodologías sujetas a nuevas tecnologías aportadas, la generación de nuevos modelos de negocio y, finalmente, que esos nuevos modelos y esa nueva manera de trabajar repercuta directamente en el cliente final colocándolo en el centro de la cadena de valor. Hoy en día eso es relativamente más sencillo que hace una década gracias a la infinidad de maneras que tenemos para identificar lo que hace un potencial cliente desde que piensa que quiere algo que nosotros vendemos y todo lo que sucede hasta que finalmente decide comprárnoslo a nosotros.

En esa última, la que tiene que ver con el cliente, hay un factor que deja de tener relevancia por lo menos al nivel en el que hasta ahora se le suponía y que, por otro lado, deja algo descolocado el discurso que incorpora al consumidor como un sujeto pasivo a la espera de acontecimientos. Las empresas ‘producto-céntricas’ no dejan de ser máquinas que una vez deciden cual es su catálogo, gastan todo lo disponible en convencer a sus potenciales clientes que esos productos o servicios son los mejores y por eso deben comprarlos. Por otro lado las ‘cliente-céntricas’ se sitúan al otro lado del espejo y se dedican a conocer a sus clientes hasta el punto que llegan a ofrecer productos o servicios que éstos, una vez los utilizan, les proporciona una sensación de que todo estaba pensado para ellos en particular.

Estamos ante el mayor desafío comercial de la historia. Un desafío digital pero que también es humano. Pasamos de ‘la experiencia de cliente’ al ‘cliente con experiencia’ y eso no todos lo están entendiendo con la misma profundidad y acierto. En algunos de los talleres que imparto lo explico en detalle y muestro con que metodologías se debe afrontar este reto, puesto que hablamos de tecnología, procesos y habilidades. Todo se entrena. Esa es la clave para modificar el propósito central de una empresa. El cambio de lenguaje es notable. Se pasa de considerar oportuno innovar en soluciones que consideramos van a repercutir en un aumento de ventas por el mero hecho de que a la propia empresa eso les parece muy bien a otra óptica mucho más acertada. ¿Cuántas veces no hemos visto, me incluyo, que nuestro producto estrella acaba estrellado? ¿Qué sucedió si era lo mejor del mercado y lo que, estábamos seguros iba a funcionar? ¿Por qué para venderlo hemos debido invertir tanto en publicidad? La respuesta suele ser la misma hoy en día: no tuvimos en cuenta lo que los clientes nos decían sin saberlo.

Lo peor no es no saberlo, lo peor es que lo podríamos haber sabido pues siempre nos lo estuvieron diciendo. Se trata de analizar el comportamiento, atender a sus señales y gestionar de un modo predictivo lo que se espera de nosotros. La tecnología es clave, determinante, pero saber utilizarla también. Es lo que hace el gigante minorista Amazon. Acaba de llegar a los 100 millones de usuarios de pago en Prime. Un centenar de millones de clientes que pagan 99 dólares cada año y reciben tantos envíos como necesiten totalmente 'gratis' y encima acceden a su catálogo de series y películas en Prime Video. Parece lógico, pero no lo era tanto cuando alguien pensó que Amazon debía perseguir su nuevo propósito en base al conocimiento de sus clientes y no tanto a lo que se considerase una hoja de ruta lógica.

Si Amazon se hubiera dedicado a ser ‘producto-céntrica’ nunca hubiera focalizado en lo que ahora es sin duda el punto fuerte de su crecimiento: ‘lo que quieras tener, Amazon te lo trae en poco tiempo’. Y sabe lo que quieres, donde estas y cuanto eres capaz de valorarlo cuando te llega. Ahora es una empresa logística y ha conseguido gracias a la membresía Prime que en lugar de ser un ‘servicio-producto-unidad’, toda la cadena de valor logística sea una entrega del tipo ‘servicio-cuota’. En realidad este hecho surge de escuchar a sus clientes y descubrir que la ‘experiencia de cliente’ no surgía de la compra o la recepción, sino que sus consumidores eran ‘clientes con experiencia’ y se reforzaban los lazos con ellos en el proceso logístico más que en el de compra. De algún modo todos los compradores en Amazon saben que pueden encontrar cualquier cosa ahí. Pocas modificaciones al respecto, poco ha cambiado aparentemente la plataforma. Sin embargo las novedades se dan en el punto de la cadena de valor que el cliente valora especialmente. Se sabe que un 70% de las declinaciones de compra en un comercio online se producen en la última fase. Se abandona el carrito de forma mayoritaria cuando aparecen los costes de envío. Algo tan simple de saber que muchos han puesto en marcha con el ‘envío gratis’ o ‘gastos de transporte incluidos’. Sin embargo, Amazon decidió crear una cuota logística y adornarla con servicios añadidos.   

Los resultados dan miedo. En 2017 Amazon envió más de cinco mil millones de artículos con Prime en todo el mundo. A la vez iniciaba una estrategia para ‘colocarnos’ su dispositivo doméstico Alexa con diferentes estrategias de marketing basado en la predicción y la gestión masiva de datos. Para ello, tras averiguar que el modo de entrada a la casa de sus usuarios era la música y no otro servicio, estimularon que Amazon Music creciera en más de 30 nuevos países en 2017.

No obstante, el ejemplo de Amazon hay que tomarlo con pinzas obviamente. Hablamos de un monstruo planetario que, para desdicha del sistema financiero mundial, ha decidido entrar también en el sector bancario. Debemos tomarlo con cuidado porque hablamos de una empresa que se ha pasado casi dos décadas perdiendo dinero hasta llegar al punto actual confiando en cual era realmente el objetivo. Actualmente, se calcula que cerca de un 40% de los hogares americanos tienen Amazon Prime de algún modo. Vamos a analizar cual esta siendo la estrategia de Jeff Bezos para alcanzar cuotas de mercado más altas en los sectores de población menos adineradas, las que menos utilizan Prime.

Se sabe que el 60% de los hogares estadounidenses con ingresos de al menos 150.000 dólares tenían membresías Prime, según una investigación de Cowen and Company. Entre las familias con ingresos inferiores a los 50.000 dólares esa cuota de mercado baja al 40% y apenas en un 25% entre los que no llegan a 25.000 dólares. Para equilibrar estas diferencias, teniendo en cuenta que en cualquier caso el coste de Amazon Prime no llega a los 10 euros mensuales, pasa por cortejar a las capas sociales con menos ingresos. El problema viene, increíblemente, de que la mayoría de quienes no tienen Amazon Prime querrían tenerlo pero no pueden por un problema técnico: no tienen tarjetas de crédito o débito por diversas razones. De ahí nace Amazon Cash. Esa propuesta nace de poner en el centro de la cadena de valor al cliente y de entenderlo como algo más que alguien que busca ‘experiencias’ o ‘usabilidad’ sino soluciones a sus necesidades. En el proceso, se eliminó un obstáculo para comprar en Amazon para quienes no tenían cuentas bancarias.

Recientemente, Amazon introdujo un descuento del 45 por ciento en la tarifa mensual de Amazon Prime para aquellos compradores que reciben asistencia del gobierno; el servicio les costó solo 5.99 dólares al mes. Y justo en marzo, Amazon agregó destinatarios de Medicaid al grupo elegible para ese descuento. Mientras tanto, Amazon ha continuado agregando selección al catálogo masivo de productos disponibles para envíos gratuitos con Prime, y ha ampliado las áreas geográficas que califican para tiempos de entrega aún más rápidos. Incluyendo productos que suelen ser más demandados por las escalas sociales con menos ingresos precisamente.

Amazon es un ejemplo que no se suele utilizar cuando hablamos de empresas ‘cliente-céntricas’ porque nos da la sensación que ofrece mucho de un modo muy arcaico a veces y que compramos porque no hay más remedio hacerlo ahí. Sin embargo, todo está analizado, pensado y ejecutado para que ‘el viaje del cliente’, el famoso ‘customer jouney’ sea el que Amazon ofrece de manera ideal. ¿Cómo es tu empresa? ¿Producto-céntrica o cliente-céntrica? ¿Has iniciado un proceso de transformación que te permita hacer esto? Con algunos de mis clientes lo estamos haciendo con muy buenos resultados. Si quieres que lo hablemos no dudes en ponerte en contacto conmigo.

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Comunicacion, Economía, Robotica Marc Vidal Comunicacion, Economía, Robotica Marc Vidal

A años luz de poder solucionar el problema de las pensiones.

Hace un tiempo saltaba la noticia de que Bruselas estaba pensando en legislar sobre la robótica a nivel europeo. La decisión poco tenía que ver con aspectos filosóficos ni conceptuales, se trataba de localizar medidas para contrarrestar la pérdida de empleo que nos anuncia la automatización. En principio, una de esas decisiones pasaría por la posibilidad de que los robots coticen a la Seguridad Social y así de este modo garantizar el coste del estado del bienestar y, en definitiva, muy especialmente las pensiones futuras de los europeos.

Hace un tiempo saltaba la noticia de que Bruselas estaba pensando en legislar sobre la robótica a nivel europeo. La decisión poco tenía que ver con aspectos filosóficos ni conceptuales, se trataba de localizar medidas para contrarrestar la pérdida de empleo que nos anuncia la automatización. En principio, una de esas decisiones pasaría por la posibilidad de que los robots coticen a la Seguridad Social y así de este modo garantizar el coste del estado del bienestar y, en definitiva, muy especialmente las pensiones futuras de los europeos.

Y es que las pensiones están en ese punto en el que se encuentra un barco de papel recién doblado y en el que la impermeabilidad de las costuras hechas a mano permiten que no entre el agua y se mantenga a flote. Sin embargo, al igual que ese barquito, las opciones de que a medida que vaya empapándose, por mucho que queramos, habrá más agua dentro que fuera y, tarde o temprano, se hundirá incapaz de equilibrar su estructura flotante y la pérdida de ligereza. Las pensiones no hacen más que empaparse y poco a poco, con múltiples fórmulas, nos van insinuando que las cosas pintan mal.

Lo grave no es que las pensiones del futuro estén en evidente peligro. Lo realmente desesperante es como se asume que así será. La generación nacida después de los setenta suelen responder con un ‘yo no tendré pensión’ como si fuera normal o inevitable sin plantearse una estrategia al respecto y dejándolo todo a la inercia futura. Los que ahora son pensionistas no entienden porque sus pensiones se han ido depreciando de forma tan importante. El hecho de que nuestro sistema sea solidario, es decir, lo que cobra un pensionista de hoy no tiene relación directa con lo cotizado sino con lo que a partir de lo cotizado el sistema actual puede pagarle, complica su comprensión e hipotética justicia. Ese cálculo se produce en base a la capacidad de recaudación de la Seguridad Social a partir de los salarios en general.

Esto, explicado de manera peligrosamente sencilla, no es mucho más que lo que el pasado domingo expliqué en el programa ‘Liarla Pardo’ de La Sexta donde cada domingo participaré explicando algún concepto económico de actualidad. En esta ocasión no hice más que resaltar, con la dificultad del escaso tiempo que se puede tener en un programa frenético como este, algunos datos que son relevantes. Que el poder adquisitivo de los pensionistas no ha hecho más que bajar, que seguirá bajando puesto que hay que atender al coste de sostenibilidad o la tasa de sustitución y que por mucho que todos los partidos hablen de subidas o lo que sea eso no va a pasar cuando se incorporan todos los elementos de cálculo.

En concreto, las pensiones bajarán en 2019 un 0,49% en España de media según los cálculos de Renta4, entidad que por cierto suele acercarse muchas veces en este tipo de análisis. En este caso, repito, que se anuncie una subida de pensiones se refiere a que en ese porcentaje se incorpora algún elemento de la ecuación pero que, al ejecutarlo al completo, dará negativo de media. Eso es muy previsible porque nuestro problema no es sólo de salarios bajos, que también, sino sobretodo de un modelo solidario dependiente del estado demográfico. Vivimos más y cada vez son menos los que cotizan en proporción con los que cobran pensiones. Es pura matemática. Menos para más suele dar negativo.

Y en negativo vamos a estar. Que nos expliquen como piensan enfrentarse a estas cifras sus señorías. Según la OCDE en 2050, cuando los nacidos en 1980 tengan apenas 70 años, es decir en la flor de su jubilación, habrá 77 pensionistas de cada 100 habitantes. Por ver la dimensión de la tragedia diremos que ahora son 29 y en 1970 apenas eran 19 por cada centenar de ciudadanos. Podemos seguir tocando la flauta, insistir en debates sobre banderines o atender a los chanchullos del político de turno, pero el problema se avecina y, al parecer, la decisión tomada por nuestros políticos es la de no hacer nada relevante y de valor que pudiera cambiar el asunto. Nos vamos a dar una hostia de dimensiones bíblicas. Lo jodido no es que esto parezca inevitable, no, lo peor es que en otros países las medidas para enfrentarse a este Miura es totalmente distinta.

En España, las opciones, según sus señorías es la de o bien ‘seguir apostando por el empleo’ o ‘pensar en la subida de impuestos’. La primera es una frase hecha sobretodo cuando tu apuesta por el empleo es la de fabricar ‘pobres asalariados’ ya que el modelo productivo de tu país no es más que estimular la economía cíclica y dependiente de los servicios de escaso valor y, la segunda, una frase de las de tocar la alarma general. ¿Subir impuestos para qué? Para pagar las pensiones a partir de los presupuestos. Una especie de bola de estiércol dando vueltas cuesta abajo. Cada vez será más grande y aportará menos. Subes los impuestos y así generas caja para pagar unas pensiones que volverán a ser insostenibles tarde o temprano. La diferencia es que irás impidiendo la reconversión de sectores que irán ahogándose ante la falta de competitividad en un mercado global.

¿Y entonces? Hay quien considera, como decía al principio, que los robots nos lo van a solucionar todo. Algo que, me vais a perdonar es más que revisable. Es cierto que un robot, a medida que se le ‘inyecta’ inteligencia artificial, pierde su condición de ‘máquina’ y pasa a otro estadio más complejo de delimitar, pero lo que parece un poco absurdo es considerarlo una entidad que deba cotizar a la seguridad social. En todo caso, si algo así pasara algún día, hablamos de una situación muy lejana y que, obligatoriamente, necesitaría un cambio notable de nuestro modelo económico e industrial. Estaría bien primero revisar eso.

Es evidente que no nos tenemos que imaginar los robots humanoides de las películas. Un robot puede ser una pantalla táctil o un algoritmo informático. Un robot que no ves. Por lo tanto nunca habrá un robot que sustituya al humano y cotice por él, porque muy probablemente no habrá un robot, sino que sea algo intangible como un software. Por lo tanto, cuando hablamos de que un robot pague las cotizaciones sociales en realidad nos estaríamos refiriendo a que sea la tecnología la que cotice a la seguridad social más o menos. Por supuesto eso parece una soberana tontería. Pero permite avanzar hacia donde quiero llegar.

Los que consideran que ‘la tecnología y no los robots deben pagar las pensiones’ sugieren una alternativa más real a que ‘algo’ cotice a la Seguridad Social sino que proponen que las empresas paguen más impuestos por el uso de esas tecnologías o por el beneficio que obtienen con ellas. Consistiría en aumentar la fiscalidad a toda tecnología que remplace a las personas, que cotice más por el coste de gente que no ocupa. Con ello, aseguran, se busca un sistema de recompensa social y eso puede ser un gravísimo error.

Un impuesto sobre la tecnología puede ser problemático porque castigará los sectores que apuesten por un cambio tecnológico, por se competitivos y exonerará a los que sigan sin apostar por un modelo menos tradicional y analógico. Es desesperante. El sistema actual es asumible sólo si lo que realmente cambia es el modelo de crecimiento, la estructura económica del país. Un modelo eficiente, tecnológico y que conjugue un verbo como el ‘optimizar’ antes que el de ‘crecer’. Una sociedad digital y una economía transformada nos lleva a la eficiencia de los servicios y del reparto de pensiones más capaz. Mayor productividad y competitividad a ser modernos y capaces de reestructurar todo el sistema del bienestar y garantista del que somos incapaces de desprendernos.

Leí que 'el problema fundamental es cómo recauda el Estado hoy en día. Todos los cimientos en los que se había estructurado el sistema son inservibles para el futuro: lo material, aquello en lo que basamos la recaudación, se va diluyendo'. De hecho, cada vez habrá más problemas para sufragar el gasto que vamos a necesitar pero plantear un impuesto sobre la innovación tecnológica es muy arriesgado y podría retrasar el equilibrio del que dependemos todos los que esperamos jubilarnos a mediados de siglo.

¿Y si las pensiones fueran en si mismas el problema? ¿Y si en lugar de preocuparnos por ellas la alternativa pasara por su desaparición? Tal vez la solución pasa por algo similar a una renta básica universal que sea capaz de unificar prestaciones como pensión, paro o subsidios. Si esa fuera la solución, requeriría de una transformación brutal de nuestro modelo social y económico. Curiosamente estaría en las antípodas de lo que esperan los partidos que habitualmente lo defienden. En el futuro no muy lejano la lógica en las relaciones empresa y trabajadores va a romperse, es evidente, debido a que el sentido económico del empleo se irá difuminando. Nunca seremos más eficientes que un robot y eso lo modificará todo. El papel de las personas variará y deberá regirse por otros calibres menos económicos. La puesta en marcha de esa renta básica podrá algún día ser una opción pero el problema es que para llegar ahí se debe hacer todo lo contrario a lo que propugnan los que la defienden. Antes de llegar a ello es obligatorio tener una economía muy rica, muy tecnificada, muy competitiva y muy productiva para llegar a la transferencia de rentas. España está perdida en la inmensidad del desierto en ese tema porque no cumple ninguna de esas premisas.

Por lo tanto, para garantizar las pensiones primero deberemos pensar en repensarlas como concepto, segundo apostar por una sociedad tecnológica y dejarse de idioteces como que los robots coticen y tres exigir a la clase política que se ponga en serio de una vez. La inercia, en este caso, solo conduce al desastre.

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