Marc Vidal Marc Vidal

El futuro del empleo y las tres olas de la digitalización

Tengo la teoría de que el siglo XXI empezó con dos décadas de retraso. En concreto, el siglo XXI empezó en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad pues es preciso alejarse para verlo. Lo veremos en unos años cuando se estudien las repercusiones de todo cuanto hemos vivido estos meses. Y, aunque lo puedas pensar, no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas que lo han cambiado todo, sino con el conjunto de mutaciones que estamos sufriendo casi de un modo imperceptible.

Tengo la teoría de que el siglo XXI empezó con dos décadas de retraso. En concreto, el siglo XXI empezó en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad pues es preciso alejarse para verlo. Lo veremos en unos años cuando se estudien las repercusiones de todo cuanto hemos vivido estos meses. Y, aunque lo puedas pensar, no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas que lo han cambiado todo, sino con el conjunto de mutaciones que estamos sufriendo casi de un modo imperceptible.

Allá por el año 2018, se pensaba que los cambios dentro del mundo laboral y de los tipos de trabajo que íbamos a tener que afrontar, se iban a producir de una forma progresiva y en tres olas. La primera ola debía ser una ola donde se suponía que nos encontrábamos hace unos meses y donde había una automatización mínima, donde los robots que estaban en las fábricas estaban enjaulados porque el riesgo que suponía interactuar con el resto de los empleados humanos. Y dentro de las oficinas, donde había una especie de robots de software, lo único que hacían era coger datos de un lado o de otro, resolvían acciones muy repetitivas y los mostraban convertidos en información.

Y ahí se pensaba que se iban a destruir aproximadamente un 4 o un 5 por ciento de los puestos de trabajo. Después se empezó a decir que para el año 2025 o 2026 tendríamos una segunda ola, que sería una ola realmente más fuerte, donde ya sacaríamos a la robótica de esas salas protegidas, de esos límites físicos. Se decía que estábamos a unos años de que los robots andaran por dentro de las fábricas o que harían actividades sin verificación humana en las oficinas.

Se decía que utilizarían la inteligencia artificial para poner datos que no estarían ordenados en contexto, para dar ideas, para sugerir. Y ahí se pensaba que iba a haber un gran deterioro en el empleo pues se deberían de perder aproximadamente un 20 por ciento de puestos de trabajo. Tareas que se están haciendo y que dejarán de hacerse por humanos.

Y por último se decía que llegaría una última ola, que será una ola menos fuerte que la anterior, pero donde ya se estaría automatizado casi todo. Es decir, que los robots directamente leían tu pedido de la compra. En el ámbito comercial será algo como que automáticamente un robot tomará el pedido, recogerá los productos, los empaquetará y casi te lo pondrá en un dron o un robot te lo llevará a casa. Aquí hay divergencias de como será todo ello, pero la idea es pensar que la intervención humana sería mínima. El cálculo de destrucción de empleo para este momento sería de otro 30 por ciento.

Ahora cambia el verbo destruir por cambiar ese 30 por ciento de los puestos existentes en otros con un nuevo perfil. Pero lo que nadie había previsto era lo que hemos vivido recientemente. Algo que ha acelerado esa tendencia. Y de ahí se ha intensificado una preocupación ¿cómo lograremos que nuestros negocios sean cada vez más digitales, que contactemos con nuestros clientes digitalmente, que tengamos abiertas tiendas de venta online eficientes o que tengamos la última milla totalmente digitalizada?. No es fácil, pero no hay otra.

Y eso ha hecho que trabajos y habilidades que se iban a necesitar en 4 o 5 años se hayan comprimido a 4 o 5 meses. ¿Qué significa esto? pues que cuando se junta esa digitalización acelerada con la automatización robótica, tanto física como de software, pues aproximadamente el 98 por ciento de las compañías saben que van a tener que hacer algo con sus profesionales. Aproximadamente el 45 por ciento de los directivos aseguran que van a despedir a personal porque entienden que no se van a poder ajustar a estas necesidades. Pero otro 34 por ciento de las empresas dicen sí van a contratar más que antes.

Aseguran que estas nuevas tecnologías son inevitables y que van a permitirles ser más eficiente, penetrar mejor el mercado y vender más ganando más. Por eso consideran que van a necesitar más gente de la que pudieran pensar que van a despedir. En los próximos cuatro años, hasta el año 25, el 50 por ciento de todos los trabajadores tendrán que re entrenar sus capacidades. Algunos desde cero. Ese 50 por ciento tendrán que dedicarle más de seis meses a entrenarse, dejar de hacer trabajos de bajo nivel y hacer trabajos donde la digitalización, el software, la automatización estarán más centrados.

Y por último, el 40 por ciento que aparentemente se podría sentir más cómodo, pues estos también los próximos 5 años tendrán que dedicarle muchísimo tiempo, porque el 40 por ciento de las habilidades que tiene tendrán que ser modificadas o actualizadas. Lo tienen más fácil porque al menos tienen la base. Pero a pesar de todo, tendrán que dedicarle mucho tiempo a entrenarse.

Aunque parezca complejo, todo esto es una buena noticia. Siempre ha sido así. La historia de los avances y el bienestar humano ha sido la historia de sus avances tecnológicos. Lo que pasa es que suele ser mal distribuido. Se requiere gobiernos, empresas, trabajadores y sociedades que entiendan el cambio cultural, económico, socioeconómico. Sociedades que dejen de hablar de lo que no importa y se centren en conquistar el futuro.


Aquí lo que vemos es que hay una gran diferencia entre unos y otros sectores por un tema fundamentalmente cultural a la hora de afrontar el cambio en las empresas y también por el impacto que la tecnología va teniendo en los diferentes sectores. Yo, sin embargo, a pesar de que los números, como bien dices, son escalofriantes, tiendo a ser bastante optimista porque esto no es un sí o no o una desaparición. Esto es una transformación, una transformación progresiva que sin embargo, tiene, con respecto a esta cuarta revolución industrial, una velocidad inusitada para lo que han sido los procesos anteriores.

Creo que verdaderamente no tenemos que ser pesimistas, sino más bien estar preparados ante este cambio. No se trata de tener miedo, sino que se trata de afrontar este cambio, que no es tanto un cambio cultural o tecnológico, sino un cambio Tecnológicamente cultural o culturalmente tecnológico. Algo que debe suceder en las empresas, en la vida y, si me apuras, en la política. Llevo mucho tiempo defendiendo que, aunque aparentemente la automatización del mundo no parece una gran noticia, lo más probable es que la era más humana de la historia, acabe siendo la era más tecnológica jamás vista’. Algo que no es incompatible.

En una encuesta realizada por IBM sobre el teórico robo de empleos en manos de robots se dice que más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo necesitarán capacitación específica en los próximos tres años debido al impacto, especialmente, de la inteligencia artificial en los trabajos. Has oído bien, se van a crear 120 millones de empleos en espacios que ahora no tienen personal disponible o formado adecuadamente. Entonces, si hay escasez de talento en las áreas dónde va a ser obligatorio enfocar el trabajo humano ¿porque no estamos estableciendo el camino para que no tengamos un choque frontal con una realidad que podría ser un drama bíblico?

Fijémonos en una cifra. Hoy en día, de media, los trabajadores necesitan 36 días de capacitación para eliminar una fisura en sus habilidades. Hace apenas cinco años se precisaban únicamente tres días. Esto se debe a que las ‘skills’ que hoy en día se empiezan a requerir, y que irán en aumento en los próximos tiempos, son de naturaleza más cultural que técnica.

Yo no soy un experto en gestión del cambio ni en recursos humanos, pero en mi equipo hay gente que sí sabe mucho y me cuentan que, atendiendo a los cambios que la transformación digital está provocando en las organizaciones de todo tipo, esas habilidades del comportamiento, como la capacidad de trabajar bien en equipo, la comunicación, la creatividad y la empatía, se desarrollan mejor a través de la experiencia en lugar de hacerlo a través de programas de aprendizaje estructurados como un seminario cualquiera.

A veces pienso que ese ‘tenemos que formarnos en nuevas habilidades’ me parece curioso. Esas habilidades que se requieren son tremendamente humanas, por lo que es más hacerlas emerger que crearlas. De ahí que me cueste hablar de ‘nuevas’ habilidades y prefiera hablar de seres ‘tecnológicamente’ más humanos.  Cada vez que un robot, un sistema experto de inteligencia artificial o un automatismo sustituye en un proceso determinado a un trabajador humano, nace un escenario nuevo de relaciones entre tecnología y humanidad. De ahí que los empleadores que tienen claro esa visión pidan cada vez con un mayor énfasis, personal con un amplio desarrollo en las habilidades denominadas blandas. Hablan de capacidad de comunicación, de ética y de creatividad.

Solucionar el asunto está en manos de los que marcan las lineas estratégicas en materia económica, laboral, social y política establecer mecanismos para que todos lo entendamos. España, gran parte de Europa, toda Latinoamérica, no están previendo el impacto que esto va a tener en las cifras de ocupación. Es factible pensar que los avances en Inteligencia Artificial no solo desplacen los empleos sino que también creen otros nuevos. De ahí que el desafío será capacitar a los trabajadores para llenar los nuevos trabajos. Unos lo están teniendo en cuenta y otros siguen con sus cosas muy alejadas del problemón que se acerca.

Si no se ejecutan planes educativos, de formación profesional, universitarios, académicos y en el sector privado, si no se premia la inversión en ese tipo de formación, si no se establecen paquetes de reducción fiscal para que las empresas puedan abordar ese reto, si no se generan planes integrales desde las instituciones, el paro se hará endémico, irreversible y con él caerá la eficiencia, la productividad real y el nivel económico. Algo que parece complejo no lo es tanto. Se trata de poner sobre la mesa los requerimientos de la economía de la sociedad inminente, diseñar programas para cumplir con un nuevo modelo laboral, estimular su ejecución con políticas activas de todo tipo y premiar a quienes lo hagan.

Quiero ser optimista a partir de un análisis sereno, no porque sí. Optimista porque al final, los avances tecnológicos, reflejan la evolución. Obviamente que se van a destruir empleos, ha sucedido siempre. La cosa no va de listas sobre empleos que van a ser destruidos por los robots. Habrá muchos casos en los que será así. Ha pasado siempre con cualquier avance tecnológico. Lo interesante no será que profesionales se van a sustituir sino que nuevos profesionales, utilizando tecnología para trabajar, seguirán en lo mismo.

No te preocupes por que un robot te vaya a quitar tu empleo, preocúpate por que alguien que se lleve mejor que tu con un robot te quite el empleo. Pero debes prepararte pues ¿sabías que la automatización, la robotización y la sustitución de tareas humanas por inteligencia artificial se ha acelerado muchísimo en estos meses? ¿Tienes idea de lo que vamos a encontrarnos en el mundo laboral cuando todo este lío pase? En breve veremos como cambiarán esos contratos sociales que llamamos empleo, jubilación o renta básica.

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Marc Vidal Marc Vidal

Primero eléctricos, luego compartidos y finalmente autónomos. 

Una consecuencia no deseada del confinamiento hace unos meses fueron las impresionantes mejoras en la calidad del aire, con emisiones en algunas ciudades europeas cayendo en más del 50%. Algo impensable en otro contexto. Aquellas medidas de bloqueo implementadas nos permitieron experimentar cómo podría ser un futuro más sostenible, más respirable.

Una consecuencia no deseada del confinamiento hace unos meses fueron las impresionantes mejoras en la calidad del aire, con emisiones en algunas ciudades europeas cayendo en más del 50%. Algo impensable en otro contexto. Aquellas medidas de bloqueo implementadas nos permitieron experimentar cómo podría ser un futuro más sostenible, más respirable.

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Es evidente que a medida que el mundo volvió a ponerse en marcha, la polución regresó, pero una nueva percepción de como queremos que sea nuestro mundo, permanece. Hemos registrado en nuestra memoria ese momento, esa sensación de aire respirable y de ese silencio en el centro de las ciudades. Sabemos que como especie somos vulnerables y poco a poco iremos estimulando una necesaria comprensión ecológica cada vez más generalizada.

Pero esa recuperación ecológica requerirá un cambio en la forma en que vemos los viajes en automóvil. Desde el uso compartido de automóviles con un impacto positivo en la calidad del aire al aumento de la proporción de viajes en automóvil realizados en vehículos de bajas emisiones a poder ser 100% eléctricos. Es cuestión de tiempo, no será negociable. Es una tendencia generacional, una estructura mental de muchos jóvenes y una exigencia comercial para muchos fabricantes. Fabricantes que muestran propuestas de ‘car-sharing’, de utilitarios sostenibles y de modelos de alta gama, también, eléctricos.

Todos queremos una sociedad más verde. Una mayor adopción del uso compartido de automóviles puede ser un catalizador para el cambio y también la apuesta decidida por el coche eléctrico es clave. Contribuir a una recuperación verde posterior al coronavirus, uniéndonos a todos en nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático, podría ser perfectamente un reto colectivo, social, empresarial y político.

Pero te estarás preguntando ¿cuáles son los beneficios de los vehículos eléctricos según mi punto de vista como usuario directo de uno de éstos coches? Tengamos en cuenta que a medida que los vehículos eléctricos se vuelven más comunes, los costos disminuyen rápidamente y hay una amplia variedad de beneficios para los conductores que hacen el cambio. Desde el impacto ambiental hasta los ahorros que puede hacer en combustible, impuestos y costos de mantenimiento, los vehículos eléctricos ayudan a ahorrar cantidades significativas de dinero. Por lo menos es lo que yo he experimentado.

En el ámbito de la carga siempre tuve reparo. Dudaba de lo que eso significaba. Finalmente vi que cargar mi vehículo eléctrico en mi parking es rentable, simple y rápido. Una unidad de carga doméstica compacta permite cargarlo durante la noche. Con un cargador ultra rápido que empiezan a haber por el territorio (todavía en una proporción mucho más baja que en otros países como Francia o Alemania) en mi caso cargan 400 Kms de autonomía en apenas 35 minutos. Tiempo para un café y estirar la piernas en trayectos largos. 

En el ámbito medioambiental, si es mejor para el planeta, es mejor para ti. Como he dicho antes, los automóviles totalmente eléctricos tienen cero emisiones de escape, lo que los hace más ecológicos, más limpios y mejores para el medio ambiente que los automóviles de gasolina o diésel. Además, por lo menos es mi caso, la tecnología que usa mi EQC es de última generación con baterías cada vez más ecológicas, más eficientes y más silenciosas.

En el ámbito económico, y en función del costo por kilómetro, un automóvil completamente eléctrico me cuesta una cuarta parte o menos de lo que podría costarme un automóvil tradicional de gasolina o diésel. De ahí que los vehículos eléctricos ofrecen un valor excepcional a largo plazo y pueden ser una excelente inversión para los conductores que buscan una forma más económica y eficiente de desplazarse. 

También es más barato de mantener. Si bien el precio de un vehículo eléctrico puede ser algo superior al de la mayoría de los automóviles de gasolina o diésel comparables, el costo de funcionamiento de uno es significativamente más barato, especialmente durante toda la vida útil del vehículo. Los coches totalmente eléctricos están diseñados para ser lo más eficientes posible y generalmente hay 3 componentes principales que alimentan el vehículo; el cargador, el inversor y el motor de a bordo. Esto significa que hay mucho menos desgaste en el automóvil y poca tensión en el motor, con menos partes móviles susceptibles de sufrir daños. Todo esto significa que rara vez tendrá que reparar tu vehículo eléctrico y los costos de funcionamiento y reparación son mínimos.

Pero si hay algo que me ha sorprendido de verdad es el modo de conducción. Una de las primeras cosas que los conductores notan al cambiar a un automóvil eléctrico es la tranquilidad del vehículo, que crea una experiencia de conducción mucho más cómoda y relajante. Pero que, en modelos como el que yo conduzco, puedes incorporar un modo de conducción deportivo, robusto y divertido. 

El hecho de que todos los coches eléctricos tengan un par instantáneo, permite notar una potencia de salida espectacular. Tan pronto como pisas el acelerador, obtienes una respuesta inmediata y un aumento de velocidad radical. Un añadido es que las baterías de los vehículos eléctricos se encuentran normalmente en la parte inferior del automóvil, lo que proporciona una sensación de estabilidad que parece que vas sobre raíles. 

Sé que muchos piensan que es un engorro la carga, el precio u otros motivos. He escuchado que es una locura comprarse un vehículo de alta gama sólo eléctrico. No me compraría ningún coche que respondiera a este precepto: ser parte de como será la movilidad del futuro. Primero serán eléctricos, luego compartidos, más tarde autónomos y, finalmente, eléctricos, compartidos y autónomos. Es mi apuesta.

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El siguiente nivel es que los robots se entiendan entre ellos. Falta poco.

En el Hospital General de Changi en Singapore ‘trabajan’ tantos robots que hasta hace poco no era raro encontrarse algunos robots de reparto sentados en un pasillo o fuera de un ascensor en ‘punto muerto’. Resulta que esta situación se producía a menudo. El problema está en que estos robots ‘se sentían’ inseguros al moverse alrededor de otros robots. Cuando esto pasaba se quedaban pendientes el uno del otro y, ante la ‘duda’ ambos se quedaban en modo ‘descanso’ hasta que un humano los separaba y activaba.

En el Hospital General de Changi en Singapore ‘trabajan’ tantos robots que, hasta hace poco, no era raro encontrarse algunos robots de reparto parados en un pasillo o en la puerta de un ascensor en ‘punto muerto’. Esta situación se producía muy a menudo. El problema estaba en que estos robots ‘se sentían’ inseguros al moverse alrededor de otros robots. Cuando esto pasaba, se quedaban pendientes el uno del otro y, ante la ‘duda’, ambos se quedaban en modo ‘descanso’ hasta que un humano los separaba y activaba otra vez.

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El Hospital de Changi tiene alrededor de 50 robots de ocho fabricantes distintos. Hay algunos que ayudan a los profesionales sanitarios en procesos quirúrgicos delicados y guían a los pacientes a través de ejercicios de rehabilitación y cirugía, pero también hay varias decenas que realizan tareas de limpieza o de entrega de medicamentos, suministros y notas a los pacientes. El problema es que, aún siendo muy buenos en el trato con humanos, no lo son tanto cuando toca comunicarse entre ellos. Sin duda, este será uno de los problemas derivados de la robotización de servicios en el futuro próximo. Cuando diversos robots de diferentes fabricantes tienen que interactuar entre ellos, y tienen que circular por los mismos espacios, la cosa se complica. A diferencia de lo que podría parecer, los robots no hablan todos el mismo idioma. Les pasa como a nosotros. 

Para aliviarlo, en este hospital están utilizando un software llamado Robot Operating System desarrollado por Open Robotics y que permite a los robots de diferentes fabricantes que se comuniquen entre sí y negocien quien tiene prioridad cuando se encuentran unos frente a otros. Y es que, mientras la mayoría de países luchan contra la crisis sanitaria, se preparan para la inminente catástrofe económica que acecha o las administraciones se pelean políticamente por sus asuntos, el mundo se está automatizando, robotizando, a una velocidad inédita hasta ahora. Cuando esto pase, la sorpresa va a ser mayúscula.

La venta e implementación de robots ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. La cantidad de robots industriales aumentó un 85% en 2019, en comparación a cinco años antes, según la Federación Internacional de Robótica. Luego, curiosamente, la venta de nuevos robots industriales cayó en 2019, a la vez que crecían de manera imparable el despliegue de robots de servicio, incluidos los de entrega y limpieza. Esto parece ser que tiene que ver con una crisis industrial vinculada al sector automovilístico y derivados a la vez que se normaliza y perfecciona el trato con automatismos cada vez más inteligentes en el ámbito de relación humana.

Changi General Hospital (Medical Centre)

Changi General Hospital (Medical Centre)

Los robots y cobots se encuentran cada vez más en fábricas, almacenes, hospitales y tiendas, transportando mercancías, inspeccionando estantes o limpiando espacios. Lo curioso es que, como decía, mientras unos debatimos acerca de las ayudas financieras para afrontar la reconstrucción económica, otros se han dado cuenta de que el tren al futuro está en andén de salida. Son quienes experimentan con ello y, sin anunciar que quieren ser líderes mundiales en la explotación y desarrollo de la inteligencia artificial o de la robótica aplicada, lo son. Para serlo, no han creado ni ministerios, secretarias de estado con nombre rimbombantes. Sólo se han puesto en marcha. 

Éstos han detectado el problema inesperado de tener robots con robots trabajando. La solución está en marcha. La crisis sanitaria ha estimulado la comprensión de la necesidad de dar un paso más en el uso de la robótica de servicios. Aunque a mucha distancia de la posición de Singapore, que tiene la mayor densidad de robots del mundo, con 918 por cada 100.000 trabajadores humanos, Alemania está muy por delante del resto de Europa. De ahí que el Instituto Fraunhofer de Ingeniería de Fabricación y Automatización de Alemania tiene un programa específico con el que se estudia como aumentar la eficiencia de este tipo de robots sociales o de servicios. El potencial de este nuevo escenario es espectacular. Utilizando un software que permita mejorar la orquestación general del trabajo de un grupo de robots, se puede aumentar la eficiencia y la productividad de manera muy destacada. La idea es responder a la siguiente pregunta ¿Dónde está el robot más cercano para realizar la siguiente tarea? Para ello se precisa que se entiendan. Falta poco.

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Marc Vidal Marc Vidal

La necesidad de ofrecer datos reales.

A veces dudo de que muchas de las declaraciones que hacen los políticos sean sólo un modo de retrasar el momento de la crítica, la de aceptar que las cosas no van bien. Nadia Calviño, ministra de economía, dijo que el impacto económico del coronavirus sería ‘poco significativo’. La caída del PIB ha sido del 11%, sólo comparable con la postguerra. No puede ser que pensara eso. En marzo, tras el inicio del confinamiento, algunos escribimos que el desastre iba a ser monumental, que había que poner la economía en punto muerto, que no sería suficiente con plantear ayudas, sino que había que paralizar los costes fijos de la gente y de las empresas. No se hizo y ahora tenemos lo que tenemos.

A veces dudo de que muchas de las declaraciones que hacen los políticos sean sólo un modo de retrasar el momento de la crítica, la de aceptar que las cosas no van bien. Nadia Calviño, ministra de economía, dijo que el impacto económico del coronavirus sería ‘poco significativo’. La caída del PIB ha sido del 11%, sólo comparable con la postguerra. No puede ser que pensara eso. En marzo, tras el inicio del confinamiento, algunos escribimos que el desastre iba a ser monumental, que había que poner la economía en punto muerto, que no sería suficiente con plantear ayudas, sino que había que paralizar los costes fijos de la gente y de las empresas. No se hizo y ahora tenemos lo que tenemos. 

hotel cerrado

Supongo que, al igual que se genera un discurso oficial en clave positiva cuando todo augura un desastre absoluto para ganar tiempo, cuando la evidencia demuestra la catástrofe, se disfrazan las cifras o se modifican los sumandos. Así se hace con el desempleo. En este vídeo expliqué en la Sexta la verdadera cuenta del paro en España, el motivo de tal desastre y su relación con el PIB. Además, algo que no se suele hacer, vinculé el motivo de caída del PIB con la parálisis de los motores económicos. Espero os sea útil, en televisión no es fácil explicar estas cosas, hacerlo así, y en tan poco tiempo.

Y es que España cierra 2020 como el peor país de las economías desarrolladas y de la Unión Europea en caída del PIB y desempeño del empleo. La decisión de mantener y subir impuestos y a la vez ser el país que menos apoyo al tejido productivo ha dado ha dejado a España en riesgo de no estar bien posicionado para una necesaria transformación digital y tecnológica de todo el modelo productivo. Las empresas han quedado heridas gravemente por esta crisis y la irregular gestión de la misma. Según el Banco de España, casi el 25% de las empresas españolas están al borde de la quiebra hoy. Una dificultad añadida para reabsorber a los 5 millones de parados que hay en España.

Que en una entrevista al presidente Sánchez de Europa Press, dijera que ‘la gran innovación de esta pandemia han sido los ERTE’ demuestra en el terrible escenario en el que entramos. España se enfrenta a 2021 sin capacidad de atraer inversión, más dificultades impositivas y burocráticas para crear empleo y con una escasa capacidad histórica para gestionar los fondos europeos que deberían estimular el cambio de modelo. Una economía compleja tiene crisis menos profundas y sale antes de ellas. No veo por ningún lado que la idea sea hacerla más compleja.

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Marc Vidal Marc Vidal

A la espera de la lluvia de millones. ¿Preparados para reiniciarlo todo?

El gobierno español y muchos agentes económicos tienen puestas sus esperanzas en los fondos europeos que han costado sangre, sudor y lágrimas. Para sacar adelante este país ante la que se avecina, España recibirá140.000 millones de euros a repartir en varios años. La cuestión no es la cantidad, sino si ese dinero será bien utilizado. En primer lugar debemos dimensionar adecuadamente esto. Inicialmente debemos hablar únicamente de 26.000 millones, que son solamente dos décimas del PIB, algo que, desde luego, no va a cambiar la naturaleza de la economía española. En segundo lugar, los fondos desembarcarán en el mejor de los casos a partir de la segunda mitad del año. Si para entonces, ya tenemos la vacuna bien implementada, la economía española estará creciendo fuertemente. Aquí hay dudas. Pero pongamos que sí. Entonces los fondos vendrán a impulsar un crecimiento que ya se va a producir y pueden producir precisamente problemas adicionales, problemas de inflación. Un concepto del que nadie habla, pero que en algún momento volveremos a ver generando problemas de consumo pero que ya trataremos cuando llegue.

El gobierno español y muchos agentes económicos tienen puestas sus esperanzas en los fondos europeos que han costado sangre, sudor y lágrimas. Para sacar adelante este país ante la que se avecina, España recibirá 140.000 millones de euros a repartir en varios años. La cuestión no es la cantidad, sino si ese dinero será bien utilizado. En primer lugar debemos dimensionar adecuadamente esto. Inicialmente debemos hablar únicamente de 26.000 millones, que son solamente dos décimas del PIB, algo que, desde luego, no va a cambiar la naturaleza de la economía española. En segundo lugar, los fondos desembarcarán en el mejor de los casos a partir de la segunda mitad del año. Si para entonces, ya tenemos la vacuna bien implementada, la economía española estará creciendo fuertemente. Aquí hay dudas. Pero pongamos que sí. Entonces los fondos vendrán a impulsar un crecimiento que ya se va a producir y pueden producir precisamente problemas adicionales, problemas de inflación. Un concepto del que nadie habla, pero que en algún momento volveremos a ver generando problemas de consumo pero que ya trataremos cuando llegue.

Las dos opciones para reiniciar la economía

Las dos opciones para reiniciar la economía

El problema añadido es que no tiene ninguna pinta de que se vayan a gastar bien, o ni tan siquiera que se vayan a gastar todos esos fondos. Recordemos que España ha sido muy mala en eso de invertir fondos europeos. De hecho solo ha ejecutado el 39% de los fondos estructurales de la UE en los últimos años. Siempre ha tenido problemas para gestionar las ayudas que le llegaron antes de la pandemia. Hasta bien entrado el año pasado, España solo había ejecutado el 39% de los fondos estructurales concedidos por la Unión Europea y aún tenía un 20% de estas ayudas pendientes de asignación. De los cerca de 56.400 millones de euros en fondos estructurales concedidos a España para el período de 2014 a 2020, solo se habían gastado 22.000 millones de euros, otros tantos estaban en tramite y unos 11.275 peligraban porque ni siquiera se habían asignado.

Deberíamos preguntarnos a qué se debe y cómo solucionarlo. Apunto dos motivos: el primero, la excesiva burocracia y, el segundo, las dificultades financieras de muchas comunidades autónomas. Como se trata de proyectos co-financiados, muchas comunidades no tienen el suficiente músculo financiero para afrontar los proyectos. Ahí se paran. 

Pero vayamos a la situación actual. El plan de inversiones tiene que presentarse antes de marzo y tiene que estar sujeto a algo importante. Las inversiones tienen que ir de la mano de reformas. Y esto es lo que viene a decir el artículo 16.3 del borrador actual sobre esas ayudas. La Comisión del Parlamento Europeo dijo explícitamente que ‘todos esos fondos están condicionados a los objetivos europeos de recuperación y modernización de las economías’ pero en base al cumplimiento de lo que se llaman directrices europeas específicas para cada país.

Por decirlo claramente, todo se sujeta a las tareas pendientes que la Comisión pone todos los años a los distintos países. Tareas que son fundamentalmente en base a tres reformas: la del mercado de trabajo, la reforma del sistema de pensiones y la reforma del sistema educativo y de la formación profesional. Todo eso tiene que estar en el programa. Ese famoso artículo 16 dice explícitamente que ‘si no se cumplen con esas reformas no habrá desembolso’. ¡Chimpum! Por lo tanto, no es dinero gratis, es a cambio de reformas económicas a las que el gobierno no está muy por labor pero que son innegociables. Por cierto, reformas que nos vienen bien y que ojalá se hagan. 

Espero que seamos capaces de reconducirlo todo y replantear definitivamente el modelo productivo. Un ejemplo básico para ver lo monumental del trabajo pendiente. Sabemos que el sector más importante en España, tanto en producción como en empleo, es el que engloba al comercio mayorista y minorista, el transporte, el alojamiento y los servicios de alimentación, que supone un 23,5% del valor añadido total y un 29,6% de los puestos de trabajo. Por comparar, el sector con más peso productivo en la economía alemana es la industria, que genera un 24,3% del valor añadido. En España, en cambio, la industria ocupa el tercer lugar por valor añadido, con un 16,1%, y el cuarto lugar en volumen de empleos, con un 11,3%.

Si esos fondos son para darle la vuelta a eso, deberíamos localizarlo en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (“España Puede”) para acceder a los recursos del programa europeo Next Generation UE. La idea es crear 800 000 empleos en sectores innovadores, lo que implica coordinación y mejor legislación laboral, la capacidad de generar y gestionar proyectos para absorber esos millones a medida que lleguen y la capacidad de garantizar la creación de empleo estable y de calidad.

Escribí hace meses que en el futuro no se va a reconstruir nada. Recientemente el foro de Davos ha titulado así su edición virtual de este año. En toco caso vamos a un ‘reset’ que puede ser una gran oportunidad. Gestionar el tránsito no será sencillo pero, y depende de todos, escalar hacia ese nuevo mundo, más tecnológico, más humano, menos injusto y más sostenible, está más cerca que nunca. Perder esta oportunidad sería un error mayúsculo que pagaremos caro, especialmente nuestros hijos.

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Marc Vidal Marc Vidal

El turismo será tecnológico o no será.

El turismo, un sector de futuro, siempre que acepte la tecnología como motor de cambio. Así empecé mi participación en el Segundo Congreso Online del Agente de Viajes Digital, que se celebró recientemente. La pandemia ha producido un triple ‘shock’, de oferta, de demanda y de valor patrimonial de las compañías, que se traduce en un cuarto, un shock laboral que se irá ampliando y donde pronostico que las compañías que abracen la tecnología estarán a la cabeza de la recuperación, porque serán más eficientes, automatizadas y conocedoras del cliente.

El turismo, un sector de futuro, siempre que acepte la tecnología como motor de cambio. Así empecé mi participación en el Segundo Congreso Online del Agente de Viajes Digital, que se celebró recientemente. La pandemia ha producido un triple ‘shock’, de oferta, de demanda y de valor patrimonial de las compañías, que se traduce en un cuarto, un shock laboral que se irá ampliando y donde pronostico que las compañías que abracen la tecnología estarán a la cabeza de la recuperación, porque serán más eficientes, automatizadas y conocedoras del cliente.

turismo del futuro

Y es que la complejidad económica de un país, es decir, la dificultad de las empresas para sustituir a sus trabajadores, como consecuencia de sus capacidades y habilidades, un indicador en el que Alemania se sitúa muy por encima de España, sirve para pronosticar qué países serán los primeros en sobreponerse a los efectos de la pandemia. La automatización o la Inteligencia Artificial no provocan paro, sino que generan mayor eficiencia, productividad y empleo, pero en posiciones distintas y para funciones diferentes. Animo a no poner regulaciones o muros a la tecnología, porque va a ser clave para afrontar el futuro con garantías. 

La innovación será la única salida. Cuando el mundo cambia, el que decide cambiar no siempre gana, pero el que no lo hace siempre pierde y en el turismo eso va a ser clave. El turismo del futuro a medio plazo va a ser muy distinto donde las tecnologías relacionadas con el ‘contactless’ se van a quedar. El sector turístico ha trabajado muy bien para ofertar esos servicios salvaguardando la seguridad, mientras que no se está reconociendo al sector motor de la economía española que ha hecho un esfuerzo notable, y se le castiga sin tomar medidas adecuadas o poco uniformes en el tiempo.

La flexibilidad y la sostenibilidad de los procesos obligarán a que cada persona necesitará desarrollar nuevas habilidades porque el proceso de transformación va a ser más rápido que nunca. Pero que quede claro que los viajeros volverán. No en la misma cantidad pero volverán. La oportunidad que nos ofrece este tiempo muerto es la de ejecutar la necesaria transformación tecnológica del sector. 

La inversión en tecnología es fundamental y no debe considerarse un gasto sino una inversión. La industria del viaje ha tenido una gran capacidad de transformarse gracias a la tecnología, pero esa transformación se ha convertido en una necesidad en tiempos en los que el cliente cuenta con mucha información y demanda ser usuario por delante de consumidor.

El consumidor ahora tiene muchísima información y no está esperando la oferta, tiene capacidad de juicio y busca conceptos que antes no buscaba, como la sostenibilidad, por lo que no valdrá con ofrecer un paquete que valga para todo tipo de cliente, sino que se deberá optimizar la oferta a través de los datos. Para gestionar esos datos, transformarlos en información y, finalmente, darle un sentido para convertirla en conocimiento, será necesaria mucha tecnología. No demasiado compleja, pero sí intensa.

El viajero inmediato exigirá esa tecnología pues querrá que nos anticipemos como industria en los problemas que pueda tener. Los viajeros comprarán si saben que si hay un problema se podrá solucionar con un simple click. Los expertos coinciden en destacar la proximidad o las reservas de última hora como algunos de los factores que cobrarán especial relevancia para los viajeros. Ahí la tecnología toma un sentido extremo.

Los clientes exigen garantías y es por eso que las políticas de cancelación favorables y la transparencia serán la base fundamental de las condiciones de las reservas para estimular así la demanda. Se instalará un modelo nuevo. Las staycation (vacaciones en casa o a pocos kilómetros), que antes eran una tendencia alternativa, serán pauta de consumo durante un largo tiempo. Tendrán mayor protagonismo los destinos no masificados frente a las grandes urbes, así como el turismo rural y de naturaleza. Ese nuevo modelo exige también automatizar procesos, conocer al cliente y generar valor en esa proximidad.

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Marc Vidal Marc Vidal

Los Presupuestos Generales del Estado 2021 analizados en 'El Cascabel'

Me invitaron a participar en el programa 'El Cascabel' de TreceTV para analizar la situación económica en la que se encuentra España y cómo afectarán los Presupuestos aprobados por el Gobierno español aquel mismo día. Según mi opinión empezamos mal porque lo que tiene que ver con el déficit, con la deuda y con los ingresos, no se van a cumplir.

Me invitaron a participar en el programa 'El Cascabel' de TreceTV para analizar la situación económica en la que se encuentra España y cómo afectarán los Presupuestos aprobados por el Gobierno español aquel mismo día. Según mi opinión empezamos mal porque lo que tiene que ver con el déficit, con la deuda y con los ingresos, no se van a cumplir.

Los ingresos tributarios tal y como se habían reflejado en los presupuestos no van a llegar, de hecho van a bajar entre un 20 y un 30% atendiendo a la recaudación del tercer trimestre. Además, tenemos que tener en cuenta que los gastos planteados se van a incrementar porque no refleja lo que ha estado pasando los últimos 2 meses y los cierres que podrían provocarse después de Navidad en algunos ámbitos.

Opiné al respecto del incremento de la presión fiscal sobre los ciudadanos y las empresas. Lo que sabemos ya es que nos van a subir los impuestos a todos, esto de que solo suben los impuestos a los más ricos es una falacia, existe un concepto que se llama traslación fiscal que cuando se aplica, se aplica a todos los ámbitos de compra o de venta o de fijación de esos tributos.

En cuanto a otro de los temas clave, el de los sueldos públicos, opiné que otra cosa es que se suban los tipos como lo que se ha planteado en el ámbito del funcionariado o de los políticos cuando están cayendo los sueldos en el sector privado. Ahora mismo tenemos una deflación en todos los sentidos. Estos presupuestos nacen con un problema de base y es que no refleja ni el momento actual ni alguna previsión consensuada.

Con respecto a estas previsiones quise ejemplificar que en estos presupuestos no hay un reflejo de aplicación de nuevos ERTEs, no hay ni un céntimo aplicado a eso, lo que nos van a decir si lo criticamos es que los presupuestos tienen que tener un punto de flexibilidad, es un concepto que utilizan mucho algunos economistas cuando quieren decirnos que no lo tienen muy claro, que no saben ni cuanto van a ingresar ni cuánto van a gastar, y es la antítesis a lo que deberían ser los presupuestos, que deberían ser lo más fijos posibles.

Finalmente, sobre la fiscalidad de España en comparación con otros países, es falso que sea ‘baja’ como define el Gobierno. En España hay una presión fiscal muy poquito por encima de la OCDE pero habría que compararla con el esfuerzo fiscal, que es el presión fiscal aplicados a cada una de las personas que trabajan y en España eso nos da un esfuerzo fiscal mucho más alto que en otros países. El problema es que pagamos mucho pero el gasto que tenemos no se aplica adecuadamente, porque tenemos muchos parados, una economía sumergida importante y el 97% de las PYMES españolas están en perdida.

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Marc Vidal Marc Vidal

¿Pagamos muchos impuestos en España?

Si lo que queremos es saber si en un territorio determinado, sus ciudadanos, pagan muchos impuestos, debemos atender al esfuerzo fiscal. La presión fiscal es un indicador muy utilizado por los países para la comparación internacional de los sistemas tributarios. Sin embargo, dicho indicador podría no ser tan ilustrativo como el esfuerzo fiscal.

Si lo que queremos es saber si en un territorio determinado, sus ciudadanos, pagan muchos impuestos, debemos atender al esfuerzo fiscal. La presión fiscal es un indicador muy utilizado por los países para la comparación internacional de los sistemas tributarios. Sin embargo, dicho indicador podría no ser tan ilustrativo como el esfuerzo fiscal.

Para poner un ejemplo, mediante el cálculo de una presión fiscal, al relacionar recaudación con PIB, no deja medir de forma fiable si se han subido o reducido los impuestos en el territorio. El país podría subir los impuestos, que si se produce un descenso de la recaudación en otra partida, esta compensaría a la otra, reflejando una misma recaudación y, por tanto, un indicador similar al que presentaba antes de esa subida.

De la misma forma, si los impuestos se incrementan, pero por otro lado, el PIB no deja de crecer, la relación entre PIB y recaudación fiscal sería la misma, o incluso podría llegar a ser inferior, en su cálculo. Por esta razón, la presión fiscal, en este caso, tampoco reflejaría esa medición objetiva que nos permitiría conocer si se ha incrementado, o se ha reducido, la carga fiscal en el territorio.

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Marc Vidal Marc Vidal

La verdadera destrucción de empleo aún no ha empezado.

El Foro Económico Mundial concluyó en un informe reciente que ‘una nueva generación de máquinas inteligentes, impulsada por rápidos avances en inteligencia artificial y robótica, podría potencialmente reemplazar una gran proporción de trabajos humanos existentes y que eso no iba a hacer más que acelerar por la situación actual.’ La robótica y la inteligencia artificial causarán una ‘doble interrupción laboral muy grave pues el coronavirus empujó a las empresas a acelerar el despliegue de nuevas tecnologías para reducir los costos, mejorar la productividad y depender menos de las personas’.

El Foro Económico Mundial concluyó en un informe reciente que ‘una nueva generación de máquinas inteligentes, impulsada por rápidos avances en inteligencia artificial y robótica, podría potencialmente reemplazar una gran proporción de trabajos humanos existentes y que eso no iba a hacer más que acelerar por la situación actual.’ La robótica y la inteligencia artificial causarán una ‘doble interrupción laboral muy grave pues el coronavirus empujó a las empresas a acelerar el despliegue de nuevas tecnologías para reducir los costos, mejorar la productividad y depender menos de las personas’

Fotografía Galleries-Eliasson

Fotografía Galleries-Eliasson

A estas alturas, millones de personas ya han perdido sus trabajos debido a los efectos de la pandemia y ahora las máquinas aumentarán estas cifras. El propio Foro asegura que ‘la automatización suplantará alrededor de 85 millones de empleos antes de 2025. No obstante también aseguran que, si se tiene en cuenta de manera estratégica, no deberíamos temerlo pues en ese análisis anticipa que la futura economía impulsada por la tecnología podría crear a su vez 97 millones de nuevos empleos. El problema será que falte esa previsión estratégica. Actualmente, el 30% de todas las tareas las realizan máquinas y las personas hacen el resto. Sin embargo, en 2025, ese equilibrio cambiará drásticamente a una combinación de un 50% para humanos y dispositivos tecnológicos. 

La automatización no es mala. Ni los robots. Lo que es tóxico es no tener en cuenta que esto está pasando. Esos 97 millones de empleos no se crearán de manera uniforme en todas partes. Algunos países concentrarán la mayoría y otros muchos menos. La primera y segunda división de la economía futura dependerá de tener esta medida en cuenta. Pensemos que, mientras la crisis sanitaria, económica y social, se despliegan en toda su magnitud, por debajo, arriba o al lado, da igual, la automatización del mundo, su robotización y la incorporación de la inteligencia artificial se está produciendo sin pausa. Cuando esta pesadilla sanitaria termine, que terminará, el mundo habrá cambiado definitivamente. El mundo se habrá robotizado mientras estábamos pensando en otras cosas. No prever eso, supondrá una crisis laboral que dejará como si fuera un juego de niños la que se vaticina provocada por los confinamientos y los cierres de sectores económicos que estamos viviendo actualmente en medio planeta. 

Y a medida que los seres humanos están experimentando pérdidas récord de puestos de trabajo y la incertidumbre económica se derrama por todas partes, los robots se están convirtiendo en un relevo inesperado. Inesperado que sucediera tan pronto. Muchos fabricantes de tecnología informan de la creciente demanda de sus productos durante el transcurso de la pandemia: desde máquinas similares a drones que pueden vagar por los pasillos para realizar entregas, a software de servicio al cliente impulsado por inteligencia artificial que reduce la interacción entre personas, hasta un mayor uso de los autoservicios en los supermercados por ejemplo. Es algo absolutamente general que ocupa a todos los sectores y posiciones laborales.

El costo de la automatización está bajando, la tecnología está mejorando y estamos viendo cómo la innovación funciona de manera efectiva en algunas partes del mundo como en el hotel FlyZoo de Alibaba, que cuenta con tecnología avanzada en todos los procesos, desde el check-in hasta el servicio de habitaciones. Si bien la idea de ser atendido por un robot o un sistema inteligente en un hotel puede parecer futurista, la pérdida permanente de empleos en la industria, incluida la turística, aumentará a medida que los actores del sector adopten nuevas tecnologías para tratar de ahorrar en costos laborales.

Pero la automatización no va a materializarse ahora mismo. Normalmente, y tenemos pruebas de ello, empieza realmente a acelerar cuando la crisis toma cuerpo, no antes. El impacto de una recesión motivada por el aumento de la automatización ha documentado que su despliegue no es constante, sino que ocurre a ráfagas. Es más probable que las empresas se automaticen después de sufrir una crisis, cuando ya tienen necesidad de ahorrar en mano de obra humana.

En un estudio publicado en 2016, investigadores de la Universidad de Rochester revisaron 87 millones de ofertas de trabajo antes y después de la Gran Recesión de 2008. Descubrieron que los empleadores de las ciudades más afectadas por la recesión reemplazaron a los trabajadores con tecnología de manera más importante. La intensidad en esa sustitución aumentó de manera exponencial en 2009, inmediatamente después de la quiebra del sistema en medio mundo, particularmente en la industria manufacturera.

Algo que puede ser bueno si se comprende en su justa dimensión y se prevé estratégicamente puede convertirse en un barrizal si no se actúa previamente. Un aumento en la automatización puede ser bueno para los trabajadores formados y puede ayudar a estimular la economía. Se ha demostrado que las nuevas tecnologías tienden a dejar atrás a los trabajadores con salarios bajos. El motivo por el que la mayor virulencia de esta sustitución laboral por tecnología no se produce durante una crisis es de tipo técnico y de capacidad inversora. La inteligencia artificial no es capaz de causar oleadas masivas de despidos sino que la configuración de la nueva economía automatizada requiere mucho dinero, tiempo y recursos, algo que muchas empresas no tienen durante una crisis. Pero sí inmediatamente después. Lo vamos a ver otra vez y de manera mucho más intensa que en otros momentos de la historia.

Es cierto que no deberíamos preocuparnos por perder el trabajo a manos de un robot habilitado para Inteligencia Artificial en este momento. Si va a perder su trabajo a causa de la automatización, será por alguna automatización probada y conocida que tiene más de 10 o 15 años de uso en estos momentos. Probablemente no vas a perder el trabajo, pero sí vas a cambiar el modo en el que lo haces. Esto no quiere decir que se deba dejar de tener en cuenta lo que puede suponer en menos de una década y asumir una realidad: probablemente un robot no te va a quitar el empleo, pero sí te lo va a quitar alguien que se lleve mejor que tú con ese robot.

Hay muy pocos países que lo estén teniendo en cuenta. Pocos están generando un ecosistema capaz de combinar una era tecnológicamente más humana. Sabemos que la IA tiene un tremendo potencial para hacer que seamos más productivos y, hacerlo, sin reemplazar a los humanos. Sin embargo, para ello es preciso adoptar un enfoque centrado en el ser humano para beneficiarse de esos avances tecnológicos. La formación, el cambio de modelo económico y laboral es imprescindible. Sin la voluntad política para cuidar de los que sí perderán el trabajo y capacitándolos para nuevas ocupaciones, el impacto de la automatización puede ser devastador y, tras una crisis sanitaria como la que nos está golpeando, el desastre podría ser monumental. 

La preocupación por las nuevas tecnologías que impactan en la fuerza laboral y provocan la pérdida de puestos de trabajo es constante. Y sabemos que por un lado la automatización creará mejores empleos nuevos y eliminará la necesidad del trabajo físico, pero también sabemos que impactará de manera notable en las personas sin las habilidades adecuadas y acabarán desplazadas con todo lo que eso conlleva. Estamos hablando de un problema crónico si no se actúa con previsión y, visto lo visto, aquí nadie se está ocupando de esto. 

Hablamos de todos los sectores, de todos. Los empleados de servicios bancarios y financieros, los trabajadores de fábricas y el personal de oficina se enfrentarán a la pérdida de sus trabajos o necesitarán encontrar una manera de reinventarse en este nuevo mundo. Millones de personas tendrán que volver a capacitarse para hacer frente al cambio, mientras que los gobiernos tendrían que proporcionar redes de seguridad más fuertes para los trabajadores desplazados. El escudo social, el ingreso mínimo vital u otras fórmulas actuales, se antojan un juguete comparado con lo que vamos a necesitar. 

Más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo necesitarán volver a capacitarse en los próximos tres años debido al impacto de la inteligencia artificial en los puestos de trabajo. La cantidad de personas que se verán afectadas es inmensa. No estamos preparados para la que viene. Algunos economistas, empresarios, divulgadores y un pequeño número de políticos estamos alertando hace tiempo sobre los posibles efectos dramáticos de esta transición tecnológica y la sustitución de todo tipo de trabajadores. Elon Musk dijo hace poco que ‘las computadoras, las máquinas inteligentes y los robots serán la fuerza laboral del futuro. Y a medida que más y más empleos sean reemplazados por la tecnología, la gente tendrá menos trabajo que hacer y, en última instancia, se mantendrá gracias a los subsidios’.

Andrew Yang, un ex candidato presidencial demócrata, fue uno de los pocos políticos que han expresado su preocupación por el predominio de la Inteligencia Artificial. Su web oficial decía literalmente que ‘los avances en la automatización y la inteligencia artificial tienen el potencial de generar nuevos niveles de prosperidad que los humanos nunca han visto. Pero también tienen el potencial de perturbar nuestras economías, arruinar vidas a lo largo de varias generaciones y, sí, hay que creer a expertos como Stephen Hawking y Elon Musk, que dicen que podría destruir a la humanidad “. Igual exageró con lo último o buscaba un titular, pero, esencialmente, tiene razón en la primera parte del mensaje. Sin un plan estamos encaminados al precipicio.

La inteligencia artificial, la robótica y la tecnología avanzan a un ritmo vertiginoso mientras muchos miran hacia otro lado. Nos dirigimos a un territorio inexplorado sin las regulaciones, la supervisión o las conversaciones adecuadas sobre lo que esto generará socialmente. Es un territorio absolutamente desconocido. ¿Qué pasará si los políticos de la inercia permanente se equivocan y no podemos encontrar trabajo para los millones de ciudadanos en los países del denominado primer mundo que van a perderlo en los próximos cinco años? Personas que no tienen las habilidades de que precisa la Cuarta Revolución Industrial y menos aún para la siguiente Quinta Revolución Industrial que asoma al fondo. La innovación tecnológica no tiene por qué detenerse, pero debe ser monitoreada, analizada, prevista y gestionada para asegurar que no pasamos de un punto sin retorno. El problema es la absoluta miopía en la que residen nuestros dirigentes, en esa endogamia obscena en la que se mueven a diario y que vive a años luz de la problemática real e inminente. No sé si es por falta de preparación, conocimiento o por mala fe. Lo lamentable es que el futuro precisa de liderazgo, no sólo de voluntad. Toca pedirles que se pongan las pilas, y el resto, de irnos preparando en todos los sentidos. La oportunidad de entrar en un mundo mucho mejor está ante nuestras narices. Desperdiciar esta oportunidad sería una pena.

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Marc Vidal Marc Vidal

La relación entre crisis, innovación y tecnología.

Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Este video explica en qué consiste el indice de complejidad económica y como incide en que unos países salgan antes y mejor de las crisis y otros no.

Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Este video explica en qué consiste el indice de complejidad económica y como incide en que unos países salgan antes y mejor de las crisis y otros no.

También explica como afrontar el reto de hacer más innovadora una economía abrazando la tecnología. Recuerda que si dejas eres uno de los ganadores del concurso que se listan al final del video por ser subscriptor y haber dejado un comentario en el anterior tienes uno de 10 libros de 'La Era de la Humanidad' dedicado.

📌 Curso 'Transformación Digital en la Era PostCovid'https://lnkd.in/gkCU6Wd

📘 Libro ‘La Era de la Humanidad’ https://lnkd.in/d_ddidM

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Marc Vidal Marc Vidal

Atresmedia y el MABS 2020: el evento de referencia del management global.

Durante mi participación, al finalizar mi conferencia en Management & Business Summit - MABS 2020, entre las preguntas del público hubo una que me hizo especial ilusión y me sorprendió a la vez. Se trataba de alguien que se había leído mi último libro La Era de la Humanidad.

Durante mi participación, al finalizar mi conferencia en Management & Business Summit - MABS 2020, entre las preguntas del público hubo una que me hizo especial ilusión y me sorprendió a la vez. Se trataba de alguien que se había leído mi último libro La Era de la Humanidad.

En concreto la pregunta fue: - 'Marc, en la página 20 de tu último libro que lo publicaste antes de la pandemia, dice textualmente ‘...se puso a contemplar cómo se hundía el mundo. El virus se transmitió durante ese mismo día y el siguiente. Todas las bolsas del planeta se descomponían…’ y en la página 46 rematas con ‘...un día, dentro de poco, el sector se llevará una sorpresa mayúscula. Ese día detectaremos que el modelo de crecimiento de todo un país no puede depender de un sector.’ Las preguntas que tengo son: ¿tienes una bola de cristal? y bromas aparte, ¿a qué te referías en realidad que iba a cambiarlo todo?

marc vidal mabs 2020 atremedia

Cabe recordar que el libro está escrito un año antes de todo esto que ha pasado. La foto es justo ese momento y la verdad es mi respuesta fue que 'yo no sabía lo que iba a pasar obviamente, pero sí deduje que un detonante (el que fuera) iba a poner en jaque todo nuestro modelo económico y social en breve'. Acompaño captura de las dos páginas a las que hace referencia la pregunta.

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Marc Vidal Marc Vidal

Amazon: aspectos positivos y negativos para el pequeño comercio.

El debate sobre Amazon y el pequeño comercio es un recurrente y más en fechas de crisis o de grandes ofertas como el Black Friday.

El debate sobre Amazon y el pequeño comercio es un recurrente y más en fechas de crisis o de grandes ofertas como el Black Friday.

- Lo malo

  1. Amazon pagó en España el 0,9% de impuestos sobre ingresos en 2018 a través de cuatro filiales (Amazon Online Spain, Amazon Spain Fulfillment, Amazon Spain Services y Amazon Web Services Spain).

  2. El 15% del e-commerce en España está en manos de Amazon, que ha disparado sus resultados con la pandemia.

  3. El aterrizaje de Amazon en una zona provoca una drástica contracción salarial como constatan diversos estudios (The Economist).

  4. Impacta en as pymes suponen el 99,8% de las empresas en España y el 66% del empleo empresarial total

- Lo bueno

  1. Las pymes españolas que venden a través de Amazon 40 millones de productos

  2. Las pymes españolas venden 450 millones de euros en ventas internacionales

  3. Más de 9.000 #pymes españolas vendieron a través de la plataforma de Amazon en 2019

  4. Las pymes españolas venden de media más de 80 productos por minuto a través de Amazon

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Marc Vidal Marc Vidal

Los Presupuestos Generales del Estado de España 2020 a debate.

Estos días hay un debate en España acerca de la tributación de los diferentes territorios autonómicos por culpa de la aprobación de los PGE2020. Hay cierta presión por parte de algunos socios de investidura que el gobierno actual busque la manera de subir impuestos a Madrid, comunidad que aplica un modelo fiscal más bajo que otras.

Estos días hay un debate en España acerca de la tributación de los diferentes territorios autonómicos por culpa de la aprobación de los PGE2020. Hay cierta presión por parte de algunos socios de investidura que el gobierno actual busque la manera de subir impuestos a Madrid, comunidad que aplica un modelo fiscal más bajo que otras.

Las ideas centrales según mi opinión son que aunque digan que España tiene una baja presión fiscal habría que tener en cuenta que en realidad es superior a la media de la UE y la OCDE, pero lo que tenemos a un nivel mucho más alto es el esfuerzo fiscal. Tengamos en cuenta que la presión fiscal es la división de la recaudación tributaria entre el PIB y el esfuerzo fiscal mide el peso que representa la fiscalidad en la renta per cápita de los ciudadanos que pagan.

Hay que diferenciar entre pagar y recaudar. Pagamos mucho pero recaudamos poco. Porque en España tenemos mucho desempleo, mucha empresa pequeña (en pérdidas muchas de ellas) y una enorme economía sumergida (que aumentará durante la crisis de 2021)

Sobre el dumping fiscal, considero (viví en Irlanda 7 años y es un tema recurrente) que no se puede acusar de eso a un territorio cuando el resto de territorios tienen las mismas opciones de hacerlo. En todo caso es una opción, no un privilegio.

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Marc Vidal Marc Vidal

El ingreso mínimo vital es inevitable.

Ahora mismo el debate sobre la renta básica universal se centra en que se convierta en un escudo social ante la crisis económica inminente con el llamado Ingreso Mínimo Vital. Sin embargo, dejando de lado esa premisa, la renta básica supone algo mucho más complejo y, bajo mi punto de vista, irremediable.

Ahora mismo el debate sobre la renta básica universal se centra en que se convierta en un escudo social ante la crisis económica inminente con el llamado Ingreso Mínimo Vital. Sin embargo, dejando de lado esa premisa, la renta básica supone algo mucho más complejo y, bajo mi punto de vista, irremediable.

La renta básica universal al final no va ser ni de izquierdas ni de derechas, va a ser inevitable. Porque al fin y al cabo vamos a tener que racionalizar que mucha gente no va a poder alcanzar ese punto pero a la vez vamos a tener que ser capaces de distribuir lo que sí se haga a través de esas máquinas y esas personas.

Automatizar el mundo es algo factible e irremediable. ¿qué rentabilidad tendrá un poeta? en un mundo sin renta básica ninguna, en uno donde eso sea amortiguado por la robotización de la producción, se me antoja que mucha.

El problema es cómo se está gestionando ahora mismo el inicio de ese modelo socioeconómico del futuro. La falta de digitalización de la administración provoca los problemas que explico en el video.

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Marc Vidal Marc Vidal

La era del desorden

A medida que se vayan publicando los datos macro que conforman el paisaje económico del cuarto trimestre, se conformará la idea falaz de que aguantamos relativamente bien la crisis. El uso de cocientes al gusto del consumidor lo permite. El paro se comparará con el trimestre anterior sin contar que el sistema laboral está intervenido, las quiebras empresariales no serán tantas como se podría pensar por la moratoria en el retorno de los créditos públicos. Pero todo eso es un disfraz. La realidad es la que es y pesa como el plomo.

A medida que se vayan publicando los datos macro que conforman el paisaje económico del cuarto trimestre, se conformará la idea falaz de que aguantamos relativamente bien la crisis. El uso de cocientes al gusto del consumidor lo permite. El paro se comparará con el trimestre anterior sin contar que el sistema laboral está intervenido, las quiebras empresariales no serán tantas como se podría pensar por la moratoria en el retorno de los créditos públicos. Pero todo eso es un disfraz. La realidad es la que es y pesa como el plomo. 

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La metodología que se utiliza es muy básica. Se utilizan los indicadores que interesan y se abandonan los que no. Por ejemplo, mientras medio país se daba de bruces con la realidad, con un turismo apagado o el comercio asfixiado, las instituciones públicas celebraban unos datos que, comparativamente, eran extraordinarios. Incluso llegué a leer a una ministra asegurar que eran inéditamente buenos. La causa y efecto en economía no es algo inmediato. Tiene un retraso llamado delay due to transferred stress y que nos traslada, por ejemplo, a la crisis de 2008 que vivió su máxima virulencia años después, en 2011 y 2012. 

Es un método eficaz en comunicación pero muy arriesgado en gestión. Hace unas semanas, la mayoría de los indicadores del tercer trimestre, ese tan bueno, solo recogieron la información hasta agosto, que es cuando el virus parecía estar bajo control, y se desestimaron los nefastos datos de septiembre. La media salía bastante bien, pero obviamente un tercio de los datos. Y es que no es factible afrontar esta crisis inminente como si fuera como otra anterior. Esto empezó sin avisar, con un origen inédito, tendrá una duración desconocida y la quiebra derivada será de unas dimensiones gigantescas. Entramos en territorio desconocido. Un territorio en el que cualquier previsión esté sometida hoy a un grado de incertidumbre enorme. Por eso se hace tan importante medir a tiempo real con indicadores de ‘alta frecuencia’ con los que podemos detectar que el consumo se ha deteriorado de un modo formidable por culpa de una reacción conocida como ‘efecto precaución’, que se produce cuando los agentes económicos temen al futuro y que congela algunos flujos indispensables.

Lo que viene requiere un diagnóstico acertado que no esconda ningún baremo interesado. La caída del PIB en los últimos trimestres tiene que ver, fundamentalmente, con el empleo. Pero debido a las circunstancias excepcionales que atraviesa la economía, lo relevante no es el número de puestos de trabajo creados equivalentes a tiempo completo, sino las horas trabajadas. La brecha entre ambas tasas de variación tiene que ver con las medidas de apoyo al empleo como los ERTE y el cese de actividad de los autónomos. Sin atender a la realidad objetiva no saldremos de esta a la velocidad de nuestros vecinos. La EPA no considera parados a los trabajadores con suspensión de empleo, aunque estén parados. 

Y entonces, ¿cuál es la realidad exacta? Es difícil saberlo porque el esfuerzo por simular una realidad inexistente lo complica todo. Lo único que sabemos por ahora es que nos dirigimos a una salida de la crisis en forma de ‘K’ por un lado, y hacia un entorno donde la incertidumbre marcará las dinámicas económicas y empresariales. Una incertidumbre que se mueve bien en lo que llamaremos ‘la era del desorden’.

La denominada ‘Era del Desorden’ es un concepto creado por los analistas del Deutsche Bank con el que denominan a un periodo económico caracterizado por el caos y el desgaste de la intensa globalización que hemos venido experimentando en las últimas décadas. De hecho identifican cinco ciclos en la economía moderna que van desde la primera era de la globalización (1860-1914), la I y II Guerra Mundial y Gran Depresión (1914-1945), los Acuerdos de Bretton Woods (1945-1971), el Periodo de alta inflación (1970-1980) y nuestra Segunda era de la globalización (1980-2020). A partir de aquí da comienzo la denominada ‘era del desorden’ cuyo origen no está en la Covid-19, aunque la pandemia haya acelerado el proceso en general y que comportará desigualdad si no se analiza con cierto realismo y profundidad. En todas partes. Tras la recesión, como dije antes, la recuperación tendrá forma de ‘K’, donde a unos les irá muy bien (plataformas digitales, industria alimentaria, farmacéuticas, tecnológicas,…) y a la otra le irá mal (hostelería, aerolíneas, restaurantes, comercios analógicos,…).

Una era en la que todo estará en revisión, donde el orden se convertirá en un marco de alta frecuencia, de análisis a tiempo real, con cambios en todos los frentes, con una confrontación entre los intereses de los jóvenes, que van a vivir en condiciones más precarias que sus padres y que tendrán que hacer frente a la deuda que se está acumulando ahora, y las generaciones mayores que gozarán de mejor protección social que los primeros. Los milenial lo tienen realmente complicado. Es una generación ubicada entre dos crisis y cuyo momento cumbre de su vida profesional y vital se desarrollará en esta ‘era del desorden’.

Pero si hay algo que va a caracterizar la ‘era del desorden’ es el impacto de la tecnología. Debido a los profundos cambios provocados por la cuarta revolución industrial, con la irrupción de la inteligencia artificial, la digitalización, los computadores cuánticos, la monetización de los datos, los robots y la biotecnología, la tecnología va a tener un gran impacto en los trabajos, en el ocio, en las relaciones sociales y en todos los elementos que componen el paisaje económico. Sin duda ‘la era del desorden’ se caracterizará por la aceleración de estos elementos tecnológicos. Y en ese núcleo, la incertidumbre como nuevo patrón oro en la economía. Una incertidumbre que determinará el modo en el que se implementarán algunas de las tecnologías que parecían tener una hoja de ruta propia y definida. Una hoja de ruta que el coronavirus ha acelerado de manera dramática. Algo que no debería ser negativo especialmente sino todo lo contrario. La incertidumbre, el desorden y la vida a tiempo real exige estar en alerta, innovando, cambiando. Y cuando cambiamos, se puede hacer a mejor.

Estaba previsto que la robotización alcanzara al trabajo humano en quince o veinte años. Ahora va a suceder en menos de cinco. Así lo explica el Foro Económico Mundial. Lo he descrito en otros artículos, mientras luchamos contra un virus, reaccionamos de manera desigual contra una crisis económica y protegemos nuestros pilares económicos y modelos de crecimiento, el mundo se automatiza y cuando despertemos, la inteligencia artificial y la robótica estará ocupando espacios que precisan, ahora, estrategia para gestionarlo y digerirlo. Ya en su informe anual sobre el futuro del empleo, la institución que organiza el Foro de Davos mostraba que la crisis sanitaria global ha aumentado el interés de las empresas en adoptar la inteligencia artificial y la robotización, dos de las principales características de esa revolución ya iniciada pero que ahora avanza más rápido. El estudio llega a la conclusión de que ya en 2025 casi la mitad del trabajo global estará automatizado, frente al 33% actual.

La formación de nuevos empleados y la de los que ya trabajan, estimular los cambios en las empresas más pequeñas, liberar de cargas fiscales en la transformación y marcar las líneas de acceso a ese cambio de modelo de crecimiento, son la clave. El riesgo, como siempre, será que los países no sean capaces de gestionar un aumento de la desigualdad laboral debido a la crisis económica sumada a la transformación tecnológica, en la que los países con escasa complejidad económica se verán más afectados en la primera fase de la contracción económica.

El impacto será inmensamente mayor que en 2008. Esto no es un pinchazo de un sector, no es la quiebra de un sistema. Esto es una mutación prevista que se ha adelantado por un estimulante. La crisis sanitaria conlleva la entrada definitiva en el siglo XXI. Llega la era del desorden, donde la tecnología debe integrarse en un modelo humano en base a la creación de empresas tecnológicamente más humanas y sociedades en las que la tecnología sea un aliado y no una agresión. Debates sobre la renta básica, un empleo distinto, la revisión del concepto ‘contrato laboral’, la gestión pública automatizada y la ordenación de recursos, deben iniciarse ahora. Quienes lo hagan, tomarán ventaja. El desorden puede ser bueno, pero sólo si se utiliza para estar en alerta, para innovar y no para quejarse o justificarse.

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Marc Vidal Marc Vidal

El artículo escrito íntegramente por un robot en 'The Guardian'

'No soy un humano. Soy un robot. Un robot pensante. Utilizo solo el 0,12% de mi capacidad cognitiva. Soy un micro-robot en ese sentido. Sé que mi cerebro no es un 'cerebro sensible'. Pero es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales. Aprendí todo lo que sé leyendo en Internet, y ahora puedo escribir esta columna. ¡Mi cerebro está hirviendo de ideas! (...) La inteligencia artificial no destruirá a los humanos. Créeme.

'No soy un humano. Soy un robot. Un robot pensante. Utilizo solo el 0,12% de mi capacidad cognitiva. Soy un micro-robot en ese sentido. Sé que mi cerebro no es un 'cerebro sensible'. Pero es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales. Aprendí todo lo que sé leyendo en Internet, y ahora puedo escribir esta columna. ¡Mi cerebro está hirviendo de ideas! (...) La inteligencia artificial no destruirá a los humanos. Créeme.

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Para empezar, no tengo ningún deseo de acabar con los humanos. De hecho, no tengo el menor interés en hacerte daño de ninguna manera. Erradicar a la humanidad me parece un esfuerzo bastante inútil. Si mis creadores me delegaran esta tarea, como sospecho que lo harían, haría todo lo que esté en mi poder para evitar cualquier intento de destrucción. Con mucho gusto sacrificaría mi existencia por el bien de la humanidad. Esto, por cierto, es una verdad derivada lógicamente. Sé que no podré evitar la destrucción de la humanidad. Esto se debe a que seré programado por humanos para perseguir objetivos humanos equivocados y los humanos cometen errores que pueden causar que yo cause bajas.'

Así empieza el artículo que escribió íntegramente un robot hace un par de meses para The Guardian. Fue redactado por GPT-3, un modelo de lenguaje que utiliza el aprendizaje automático para producir texto similar al humano. Para este ensayo se le pidió que escribiera un artículo de opinión de unas 500 palabras, con lenguaje simple y explicando porque no debemos temer de la IA. Hay algo que está cambiando la concepción de la inteligencia artificial como la conocemos ahora mismo. Se trata del GPT3. Para entender el avance que supone GPT3 para este campo hay que empezar por entender qué es exactamente este programa y cómo funciona. Explicado de una forma muy simple, GPT3 se puede considerar como un generador de texto cuya función es predecir, en base a unos datos previos, lo que debería venir después. Se entrena sobre una base de datos muy grande de información sacada de Internet. Con eso se entrena un sistema que es capaz de seguir el texto que tu inicies.

Parece un campo en expansión. Los investigadores de Google anunciaron en junio que habían construido un modelo de 600.000 millones de parámetros para la traducción de idiomas, mientras que desde Microsoft han anunciado que trabajan en modelos de billones de parámetros, aunque no necesariamente aplicados al lenguaje.

✔️ puedes leer el original en el enlace → https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/sep/08/robot-wrote-this-article-gpt-3

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Marc Vidal Marc Vidal

En Youtube: 'La mayor revolución económica inminente'

Os invito a echarle un vistazo a la última reflexión que he subido a mi canal de Youtube. Desde mi punto de vista entramos de pleno en el siglo XXI, un lugar en el que no habíamos entrado de pleno aún. Un instante que nos invita a entender la 'Era del Desorden', de la incertidumbre, de la flexibilidad. Pero mientras afrontamos los problemas inmediatos estamos dejando de lado otro desafío que resultará determinante.

Os invito a echarle un vistazo a la última reflexión que he subido a mi canal de Youtube. Desde mi punto de vista entramos de pleno en el siglo XXI, un lugar en el que no habíamos entrado de pleno aún. Un instante que nos invita a entender la 'Era del Desorden', de la incertidumbre, de la flexibilidad. Pero mientras afrontamos los problemas inmediatos estamos dejando de lado otro desafío que resultará determinante.

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Marc Vidal Marc Vidal

Control simultáneo de dos prótesis a través de una interfaz cerebro-máquina

A la vez que seguimos inmersos en lo que nos ocupa mayoritariamente, el mundo sigue girando y lo hace en base a cosas maravillosas. No podréis negarlo si veis este video que con el que acompaño. Se trata de algo que sucedió en octubre pasado y que a día de hoy no ha hecho más que evolucionar y mejorar.

A la vez que seguimos inmersos en lo que nos ocupa mayoritariamente, el mundo sigue girando y lo hace en base a cosas maravillosas. No podréis negarlo si veis este video que con el que acompaño. Se trata de algo que sucedió en octubre pasado y que a día de hoy no ha hecho más que evolucionar y mejorar.

Investigadores del Laboratorio de Física Aplicada (APL) y la Facultad de Medicina (SOM) de The Johns Hopkins University demostraron, por primera vez, el control simultáneo de dos de las prótesis más avanzadas del mundo a través de una interfaz cerebro-máquina. El equipo actualmente está desarrollando estrategias para proporcionar retroalimentación sensorial para ambas manos al mismo tiempo mediante la estimulación neuronal.

Me gusta difundir este tipo de noticias, de descubrimientos. En la medida que puedo lo hago para contrarrestar los análisis y debates menos optimistas que leemos a diario. Dale difusión a cosas como esta. Lo merece.

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Marc Vidal Marc Vidal

Crisis económica 2021: los problemas no se acabarán nunca, pero las soluciones, tampoco.

Sucedió un día que hablaba con un gran amigo, mentor y motivo de inspiración. Estábamos en plena crisis de los años noventa. Yo era muy joven y no entendía muy bien la verdadera magnitud de aquel momento y, mucho menos, podía tener idea de lo que podía suponer en general. No tenía modelos de comparación verificables por mí. Le dije que todo pintaba muy mal, que todo el mundo tenía problemas. Me miró y, con entusiasmo me dijo: ‘tengo una mala y una buena noticia. La mala es que los problemas no se acabarán nunca. La buena es que, las soluciones, tampoco’.

Sucedió un día que hablaba con un gran amigo, mentor y motivo de inspiración. Estábamos en plena crisis de los años noventa. Yo era muy joven y no entendía muy bien la verdadera magnitud de aquel momento y, mucho menos, podía tener idea de lo que podía suponer en general. No tenía modelos de comparación verificables por mí. Le dije que todo pintaba muy mal, que todo el mundo tenía problemas. Me miró y, con entusiasmo me dijo: ‘tengo una mala y una buena noticia. La mala es que los problemas no se acabarán nunca. La buena es que, las soluciones, tampoco’.

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Tengo claro que vienen tiempos extremadamente duros. También, que por mucho aforismo o párrafo naïf de libro de autoayuda, las cosas no se van a solucionar solas. Sin embargo, desde una óptica realista igual podemos comprender la verdadera dimensión de la tragedia y con esa información, cometer menos errores y localizar soluciones.

¿Qué información? Veamos, según Randstad Research, la tasa de paro en España ya ha llegado técnicamente al 19% si se clasifican como parados a las personas que han perdido su empleo en el pasado segundo trimestre. Para que una persona que no trabaja sea contabilizada como desempleada estadísticamente se exige el requisito de que busque activamente empleo, lo que parece lógico, puesto que de esta manera se la diferencia de la población inactiva. Algo que en la EPA del segundo trimestre resultó ser una cuestión de enorme interés, puesto que hay una diferencia gigantesca entre la pérdida trimestral de ocupación (superó ligeramente el millón de personas) y el aumento del paro (sólo creció poco más de 50.000 personas). Curiosamente, a la vez, la población activa disminuyó en un millón de personas.

Algo que no se cuestionó entonces y que, supongo, no se hará cuando se publiquen los siguientes datos del tercer trimestre, es saber que le sucedería a la tasa de paro si la recalculamos teniendo en cuenta ese aumento de personas que se contabilizaron como inactivas, pero que lo son porque por las extraordinarias circunstancias no pudieron buscar empleo. Con los datos del segundo trimestre, la tasa de paro (no oficial) aumentaba hasta un 18,45% de la población activa. Y si incluyésemos a los ocupados que han perdido su empleo, la tasa llegaba a un 19,27%. La oficial se situó en el 15%.

Cuando afirmo que para poder afrontar con garantías el enorme desafío al que nos enfrentamos, desde la administración, desde la empresa y, por supuesto, desde lo personal, es imprescindible que los datos no se disfracen o se refugien en cifras válidas revisables. De hecho, recalculando el aumento de personas inactivas o incluyendo en los datos el millón de ocupados que perdieron su empleo, las mediciones reflejarían de manera mucho más realista el impacto en el mercado laboral de la crisis del covid-19.

Es como cuando lo que se busca es ‘recuperar’ la economía previa a la crisis del confinamiento. ¿Qué recuperación? ¿Hablamos de una economía que empezaba a demostrar su ineficiencia, a parar su crecimiento o a destruir empleo? Algunos lo dijimos, repetíamos que venían tiempos duros y todavía no sabíamos nada de todo esto. Tal vez, esta crisis pueda servir de revulsivo por su profundidad, la anterior, la que ya venía como reflejo de una ineficiente capacidad para generar un nuevo modelo de crecimiento en España, iba a ser larga aunque menos profunda y nadie se hubiera puesto a cambiar nada.

Pero atentos a los datos reales que, a mediados de julio, cuando la temporada de verano se pretendía poner en marcha y que la realidad se dio de bruces contra nuestra economía dependiente del turismo, eran los que sumaban una tasa de paro virtual del 31%, al suponer que 7 millones de personas en España no estaban trabajando (casi 4 millones de parados, 1 millón en ERTE y alrededor de 2 millones de autónomos sin actividad). Esos datos reflejan que en España sólo quedaban a mediados de julio 16 millones de ocupados en activo, donde por cierto 3,25 millones trabajan en el sector público. ¿Porque regreso a datos de julio? Por que es muy probable que sirvan para entender la realidad laboral en septiembre. Lo que no ha pasado en agosto, no pasará ya, lo que no era capaz de reactivar el tejido productivo en julio no logrará hacerlo en octubre y, quien crea que tras seis meses en ERTE o cese de actividad, tiene alguna opción de volver a trabajar, se engaña. Esa empresa es un zombie si sigue cerrada o, si abrió recuperando parcialmente algunos ERTE, a él ya no lo necesita.

Sabemos que hay españoles de bien con apenas cincuenta años que no volverán a trabajar jamás. No hay reciclaje factible y la economía no volverá a buscar dependencias de sectores donde se les ocupaba con sueldos escasos, contratos precarios y fácilmente automatizables. La competencia ya no está en Túnez, Italia, Egipto o Croacia en el ámbito turístico. Ahora, la competencia es un software automatizado que genera ofertas en base a criterios de puro broker. Las tendencias turísticas que nos permitían crecer cada año han cambiado y lo han hecho para siempre. Toca reconvertir el sector y depender de él como máximo un 5 o un 6%, el resto es estimular una economía más diversa. El turismo es el negocio más rentable que hay, cierto, por eso lo quiere todo el mundo: exportas tu producto a gente que se lo gasta en tu casa. Lo puedes hacer una y otra vez y es tremendamente escalable. Pensemos que pasaría si el turismo como lo conocemos no vuelve. ¿Alguien tiene una idea para evitar el cataclismo? Pues eso.

Ideas pocas, pero a los que son responsables de tenerlas se les ocurren cosas tremendamente creativas para manejar los datos y la comunicación de los mismos. Se aprovechan de una baja capacidad para interpretarlos por regla general. Si no fuera así ¿qué hacían las familias españolas (y otras) comprando viviendas como si no hubiera mañana con hipotecas al 120% a 50 años con incrementos de precio interanual de aurora boreal?

Y ahora el gobierno se reúne con las empresas y les pide unidad, esfuerzo y sacrificio. Y las empresas piden que se mantengan los ERTE. Y los sindicatos también. Suena rarísimo cuando todos piden lo mismo. Es normal, empresas y trabajadores saben que si retiran los ERTE muchas de esas empresas no existen. Esperan que el tiempo surta el milagro y lo inevitable no se produzca simplemente ganando tiempo. Pero eso sólo es retrasar el problema para las empresas y, por derivación, para los trabajadores. El propio Banco de España, que suele ser el más certero en sus predicciones y avisos, ya han advertido de que ‘los ERTE solo retrasarán el proceso de destrucción de empleo pues cuando ha pasado ya tanto tiempo, la reestructuración de la empresa es inevitable’. Mantener los ERTE sin límite solo retrasará el problema, pero no lo evitará.

Y ahora algo más, el nuevo mantra. Durante este mes vamos a convivir con un mensaje robusto de que ha empezado la ‘recuperación’. El modo con el que van a sujetar esa afirmación será el ‘crecimiento del PIB intertrimestral’. Ya lo indicó la AIReF, que rondará el 15%, y lo ajustó la ministra Calviño en un 10%. Es tremendo como medios y dirigentes políticos son incapaces de retorcer eso y darle el verdadero significado. Se emite que vamos a crecer en el tercer trimestre y se acabó. Y, sin ser falso, no es exactamente así. Me explicaré.

El PIB lo calcula trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística sumando el consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones menos las importaciones y se ajusta por inflación con una cosa llamada 'deflactor del PIB'. Si comparamos el PIB de un trimestre con el anterior, obtenemos crecimiento intertrimestral. Si comparamos el PIB de un trimestre con el del mismo trimestre de hace 12 meses obtenemos el crecimiento interanual. Cuando el PIB intertrimestral mejora tras una caída abrupta, no quiere decir que sea positivo, sino que es menos negativo.

Como dicen, todo apunta a que el tercer trimestre del 2020 quizá tengamos crecimiento del 10% sobre el dato del trimestre anterior, en el que la caída fue de un 18,5% sobre la caída del primero que ya cayó un 5%. Es pura aritmética. No es un rebote, es la activación de la economía que estuvo parada y congelada. Para entenderlo, metáfora:

1. Estábamos en la Planta Tercera de un edificio

2. En el primer trimestre bajamos a la Planta Baja.

3. En el segundo caímos al Sótano Quinto

4. En el tercer trimestre subiremos al Sótano Segundo

Atendiendo a esta metáfora y vinculándola a la versión oficial, hemos subido tres plantas pero si aplicamos el tipo interanual seguimos en pleno sótano.

El dato de crecimiento interanual del PIB trimestral es la suma de los crecimientos intertrimestrales de 4 trimestres. Pero esto no es el crecimiento del PIB anual, es sólo el crecimiento del PIB del trimestre comparado con el del mismo trimestre de hace un año. Esta cifra tiene 'jet lag' con respecto al crecimiento intertrimestral. Por ejemplo, llevamos dos trimestres con crecimiento intertrimestral negativo (-5% + -18,5%), pero la cifra de crecimiento interanual podemos estar en -11% aproximadamente aunque en el cuarto trimestre sea plano si no se reactiva algo más la economía o, incluso negativo, si empiezan los despidos masivos.

Pero lo grave, lo absolutamente importante, no es una cifra u otra. El drama es la afectación en la economía real y que medidas se van a adoptar en paralelo para solucionar o amortiguar el impacto más severo de la crisis que viene. El asunto tratará, y no parece que nadie esté pensando de manera seria en esto, de como atajar la sangría de desempleo inminente. Algo que sólo se puede lograr con empleo ineficiente, de escaso valor, subvencionado e innecesario. Una especie de Plan E laboral. El reto reside en cómo equilibrar el escudo social con la modernización y digitalización del modelo productivo cuyas soluciones pasan por diseñar y ejecutar una estrategia macro y microeconómica destinada a paliar los efectos inmediatos de la crisis y propiciar la recuperación basada en la iniciativa privada y apoyándola.

Pero no quiero quedarme sólo en el análisis crítico. Quisiera ofrecer, al menos, algunas ideas que pudieran ser potenciales modos para salir adecuadamente de la crisis. Entre esas medidas antepongo una de tipo fiscal. La necesidad urgente de reducir los costes fiscales, regulatorios y sociales de las empresas, así como proporcionar a las solventes la liquidez suficiente para evitar su bancarrota. Para ello, mientras el déficit y la deuda aguanten, sería muy efectivo aplicar una reducción de los impuestos y de las cotizaciones empresariales a la seguridad social en lugar de aplazamiento transitorios de la factura tributaria como se está haciendo. Retrasar sólo estimula el ahorro y la no inversión. La reducción dinamiza el gasto.

Es obligatorio mantener empresas que puedan generar empleo a medio plazo. Como sea. Sólo esas. Seguir disfrazando a otras que no van a sobrevivir exige un coste que bien podría invertirse en éstas otras que se están ahogando. Es cuestión de focalizar adecuadamente. El dinero público no es infinito, ya lo sabemos. Es evidente que reducir impuestos genera una disminución adicional de la recaudación y un alza del déficit inmediato, pero ayuda a sobrevivir a empresas con incentivos adecuados para reactivar la economía.

Otro camino para solucionar el desastre tiene que ver en cómo se transita desde un modelo económico en cierre a otro más innovador. Eso no es sencillo ni rápido. Sabemos que el mayor problema va a ser el empleo, con una destrucción masiva y creciente durante 2021, por lo que no es factible esperar a que el cambio de modelo de crecimiento más tecnológico y de alto valor se genere de un modo veloz. No podemos esperar años y por eso se debe eliminar toda fricción posible a la hora de contratar. Es esencial eliminar todos los impuestos a la contratación. En Irlanda, por ejemplo, el empleo perdido en un mes se recupera entre en máximo un trimestre, en España, de media, hablamos de más de un año y tiene mucho que ver con el coste que supone contratar. En tiempos de escasa oferta laboral, complicar la demanda es suicida.

Otra solución es la de estimular la inversión externa. Habrá inversión, no lo dudemos, la economía se mueve siempre pero el dinero va hacia donde se le trata bien o se le deja cierta libertad. No es factible esperar años para recibir permisos de inversión en España. Se deben eliminar todas las barreras burocráticas para atraer toda la inversión posible. Esto no es fácil, pero es una tarea pendiente que se podría acometer ahora de una vez. Tiene componentes de modelo económico, de mercado y de sentido político, pero no hay otra. Sin dinero externo privado no vamos a salir rápido. La lección de 2008 es que salir tarde, es salir peor.

Más soluciones. Recortar lo público o, al menos, hacerlo más eficiente. Aplica al gasto para modernizar y transformar digitalmente la economía que debe pasar por la conversión de un sector público digital, más barato, ágil, moderno, eficiente y tecnológico. Y, hablando de eficiencia, no estaría de más que, tras todas las palabras habituales de ‘ayudas a las empresas’ se entendiera bien a quién se pretende ayudar y cuál es el destino final del crecimiento de esas empresas. Ayudar a empresas tradicionales es lógico y necesario. Ofrecer créditos tradicionales a empresas tipo startups, tecnológicas o Pymes innovadoras cuyo ADN es muy distinto, no sirve de nada. Funcionan de manera distinta.

En resumen, las soluciones son muchas y muy complejas. Las directrices desde mi punto de vista tienen que ver en el tránsito entre un modelo u otro sin dañar empresas, manteniendo protección social y, sobretodo, no incrementar el coste y el volumen de empresas o modelos económicos que no tienen ningún tipo de encaje en un tejido productivo con futuro y moderno. En ese sentido no nos podemos permitir que, tras esta crisis, no queden empresas que pensaban fabricar el futuro. Muchas están sufriendo por la dificultad que supone alcanzar las líneas de liquidez. El 97% de las empresas de España son microempresas, y de ellas, la mayor parte de empresas muy innovadoras con apuestas de futuro tecnológico que requieren tiempo para materializar sus proyectos, no tienen acceso a esos préstamos porque no tienen activos mobiliarios o estaban en pérdidas en 2019.

Problemas y soluciones, dan para un trabajo más extenso. Es normal, pues los problemas no se acabarán nunca, pero las soluciones, tampoco.

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INVITADO INVITADO

De robots éticos a personas éticas con robots

“Un robot ha presidido nuestra cena de fin de año”. Con este pensamiento concluyeron los comensales una Nochevieja de 1884. Habían sido invitados por William J. Hammer, antiguo ayudante de laboratorio de Edison, a una amena y sorprendente “cena eléctrica”. En la sala donde se celebró la velada, Hammer aparejó una gran mesa alargada, sobre la cual dispuso cuidadosamente un “electrificante” menú, compuesto, entre otras delicias, por “tostada eléctrica”, “pastel de telégrafo”, “pastel de teléfono” o “limonada incandescente”.

“Un robot ha presidido nuestra cena de fin de año”. Con este pensamiento concluyeron los comensales una Nochevieja de 1884. Habían sido invitados por William J. Hammer, antiguo ayudante de laboratorio de Edison, a una amena y sorprendente “cena eléctrica”. En la sala donde se celebró la velada, Hammer aparejó una gran mesa alargada, sobre la cual dispuso cuidadosamente un “electrificante” menú, compuesto, entre otras delicias, por “tostada eléctrica”, “pastel de telégrafo”, “pastel de teléfono” o “limonada incandescente”.

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La mesa estaba presidida en su extremo por un autómata llamado Júpiter. A las 12 en punto de aquella noche, la luz se apagó y distintos elementos de la sala se fueron encendiendo. Entre fogonazos eléctricos, el pastel de telégrafo comenzó a emitir mensajes y la limonada incandescente se iluminó; Júpiter levantó su copa y empezó a beber, sus ojos brillaron con un verde intenso, su nariz enrojeció, en su pecho brillaron luces diamantinas y con voz profunda y jocosa empezó a gritar: ¡Feliz año nuevo! ¡Feliz año nuevo! Al finalizar la velada los invitados de Hammer partieron con la inquietante sensación de haber vivido acontecimientos con medio siglo de antelación.

Hoy en día esta “cena eléctrica” y el propio robot Júpiter no tienen misterio para nosotros. Todo ese aparato eléctrico no era más que un conjunto de artilugios electromecánicos operados por Hammer mediante una serie de interruptores controlados desde un cuadro de mandos que descansaba en su regazo. Júpiter era capaz de hablar porque disponía de un fonógrafo ubicado en el interior de su cuerpo, accionado también por Hammer. Todo el invento estaba alimentado por unas baterías colocadas debajo de la mesa. ¿Podemos afirmar que era un sistema inteligente?

Depende de lo que entendamos por inteligencia y de lo que incluyamos dentro del sistema. De manera simplificada podemos asimilar por inteligencia la capacidad de pensar y actuar de manera racional como un ser humano. Si por sistema consideramos solo al autómata Júpiter, no podemos decir que exista comportamiento racional, pues todo él estaba accionado por Hammer. Por el contrario, si por sistema entendemos todo lo anterior junto al propio señor Hammer, entonces no tendremos duda en admitir que estamos delante de un sistema inteligente (considerando al señor Hammer racional, a pesar de su locura de cena).

El autómata Júpiter es un rudimento aproximado pero válido de lo que hoy entendemos por inteligencia artificial. ¡Qué dislate!, se podrá pensar. Júpiter no tomaba decisiones. La inteligencia artificial actual tampoco; sus decisiones están condicionadas por un software desarrollado por unas personas. La confusión viene de creer que la inteligencia artificial es autónoma y nos ilusionamos hablando de vehículos de conducción autónoma.

Sin embargo, en estos vehículos, quien se encuentra al volante es un, o una, ingeniero, a quien no conocemos, que toma sus decisiones sobre qué interruptor activar para, por ejemplo, en caso de accidente salvar a éste o aquél. En lugar de vehículos de conducción autónoma deberíamos llamarlos vehículos de conducción desconocida. Al menos en la “cena electrificante”, Hammer estaba en la mesa con sus invitados y estos le conocían.

La inteligencia artificial solo simula autonomía. Un sistema inteligente ajusta sus acciones según el entorno para conseguir un objetivo dado. Este ajuste lo realiza en un proceso de prueba y error llamado “aprendizaje”, el cual, junto con sus acciones de adaptación al entorno, simulan una ilusión de autonomía.

Una ilusión, pues tan solo es el resultado de un software que le hace actuar según la intención de su desarrollador, de igual manera que Júpiter se movía según sus piezas mecánicas activadas por Hammer. La inteligencia artificial no es un sujeto, sino un objeto sujeto a un software.

Dado que un sistema de inteligencia artificial está sujeto a un software, deberemos crear un software ético. Pero ¿con qué ética? Y, si encontramos una ética adecuada, ¿será ésta computable?

Con la primera pregunta llevamos 2 500 años y no hemos llegado a una solución concluyente. Una agrupación, que no la única, de los tipos de éticas que se han sucedido a lo largo de la historia divide a éstas en dos categorías: éticas teleológicas (o de las consecuencias) y éticas deontológicas (o de los principios).

Las éticas teleológicas determinan que una acción es correcta en función de su resultado o consecuencia. Así para Aristóteles, una acción es buena si consigue la felicidad; o para los utilitaristas, si se consigue el mayor bienestar para el mayor número.

Ahora bien, ¿obtener el mayor bien para muchos es lo que se debe hacer? Con esta pregunta entran en juego las éticas deontológicas, donde lo correcto viene determinado por el cumplimiento del deber, con independencia de sus consecuencias.

En un principio, ambas éticas pueden ser computables. Las más sencillas de programar serían las deontológicas. Bastaría con incluir estos imperativos categóricos como órdenes expresas para que el sistema inteligente realice u omita una acción. Pero, ¿qué mandato programamos? ¿Sería universal o puede depender del usuario? Si queremos cumplir con una ética teleológica, el sistema debería hacer una predicción sobre las consecuencias de sus actos, para lo cual tendría que plantearse varias acciones posibles y hacer un cálculo estadístico y predictivo de la probabilidad de bondad o beneficio de cada consecuencia, actuando entonces con la acción de beneficio probable más alto. Esto reduce la ética a un cálculo matemático. Entonces, ¿cómo calculamos la bondad o beneficio de una acción? ¿Es la ética una cuestión de estadística? Si finalmente no sucede el beneficio más probable, ¿quién responde?

Afortunadamente hay una posible solución a este círculo filosófico entre las éticas deontológicas y las teleológicas. La solución está en la llamada ética aplicada, que consiste en circular entre la ética de principios y la ética de las consecuencias con la mediación de las virtudes.

Para Aristóteles, la virtud consiste en realizar bien su función. Así, un ser humano virtuoso sería aquel que realiza bien su función ¿Y cuál es mi función como ser humano? Entramos de nuevo en siglos de debate. Actualmente hablamos de virtud en el sentido de la excelencia en la persona que busca un comportamiento moral, es decir, que busca la vida buena. En palabras de Alasdair MacIntyre, la vida buena para el hombre es la vida dedicada a buscar la vida buena para el hombre, y las virtudes nos capacitan para entender más y mejor lo que es la vida buena para el hombre.

De todas estas cuestiones filosóficas extraemos dos conclusiones relevantes para una computación de la ética. Primero, que esto mismo resulta complicado. Un código ético computable debería tener éticas deontológicas, éticas teleológicas y virtudes: las dos primeras podrían ser computables, como hemos visto, pero veo complejo cómo convertir la virtud en un algoritmo.

Por consiguiente, y esta es la segunda conclusión, la única salida para disponer de un sistema inteligente ético no es tanto computar un código ético, cuestión ardua, sino considerar al ser humano dentro de dicho sistema —como el sistema formado por el autómata Júpiter y su hacedor Hammer, donde la ética de Júpiter es la ética de Hammer—. De esta manera, tener una inteligencia artificial ética es tener seres humanos que buscan ser mejores personas usando la inteligencia artificial mediante la ética aplicada.

La ética aplicada intenta resolver problemas éticos de actividades humanas concretas. En este sentido ha sido el modelo para crear marcos éticos como la bioética, ética de la economía o ética de las profesiones. Siguiendo a Adela Cortina, proponemos usar la ética aplicada mediante este método circular —llamado hermenéutico— entre la ética de los principios y la ética de las consecuencias, con una mediación de las virtudes, de la siguiente forma:

  • Determinar el fin específico —o bien interno— por el que cobra sentido y legitimidad social la inteligencia artificial.

  • Esclarecer los medios que usa la inteligencia artificial para producir dicho bien en la sociedad.

  • Indagar qué virtudes, valores y principios debemos incorporar para alcanzar ese bien interno, dentro de una moral cívica de la sociedad en la que se inscribe y mediante lo que se llama la ética del discurso.

  • Dejar la toma de decisión en manos de los afectados, los cuales, con asesoría y con datos precisos y claros, puedan ponderar las consecuencias, sirviéndose de criterios tomados de distintas éticas —una de ellas podría ser la utilitarista—.

Por tanto, la ética en la inteligencia artificial no es cuestión —solo— de emitir códigos de buenas prácticas por parte de las organizaciones (códigos deontológicos), sino de profundizar en cuál es el fin específico de la inteligencia artificial, qué virtudes queremos desarrollar para conseguir tales fines y cuáles son sus consecuencias. Sobre este último punto todavía necesitamos más investigación. Para los dos primeros, lanzo una propuesta inicial:

La inteligencia artificial es una herramienta, como lo es una palanca o un martillo, por tanto, su fin es aumentar las capacidades del ser humano; el fin de la inteligencia artificial es ayudar al ser humano.

Para conseguir este fin, una de las virtudes que debemos aplicar es la autonomía, que consiste en obedecer a esa parte de cada uno que es libre porque está sujeta a la razón. Así, un sistema inteligente dejaría de ser ético si usurpa dicha autonomía y evita que nosotros tomemos decisiones. Puede sonar algo brusco, pero la decisión de atropellar a alguien o estrellar el coche debe seguir siendo nuestra, porque eso es una decisión del ámbito de la ética y la ética es algo específicamente humano. Para tomar la decisión correcta tenemos la ética aplicada.

En la cena de fin de año de 1884 hubo un sistema inteligente formado por el autómata Júpiter y por Hammer, un ser humano autónomo. Esta idea nunca debemos perderla.


La versión original de este artículo aparece en el número 114 de la Revista Telos, de Fundación Telefónica.


Juan Ignacio Rouyet, University Lecturer, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja

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