Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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Corralito español

Leer hoy en todos los medios historias sobre un ministro cazador, otro que desearía no serlo y un montón de inmundicias similares es desolador. Siento que las cosas se acaban y nadie se da cuenta. Las dimensiones de lo que se nos viene encima son espantosas y todo sigue un curso completamente ridículo. He sabido, y no detallaré porque no soy un suicida, de decenas de sucesos financieros que ya han prescrito y que pocos conocen, innumerables batallas subterráneas que ningún periodista se ha dignado a investigar y hechos que hablan de guerras complejas en los altos hornos de la economía completamente ocultos a la opinión pública. Sin embargo aquí nada parece cambiar. Técnicamente estamos viviendo un principio de “corralito” y nadie parece darse por aludido.
Intenten retirar, si los tienen, 20.000 euros hoy mismo de sus cuentas corrientes. La respuesta será que “debería de haber avisado”. Puede ser. Inténtelo con 10.000. Les dirán algo parecido y empezará a ser sospechoso. La mayoría de pagos aceptados vía cash para gestión líquida están limitados a valores inferiores a los 6.000 euros diarios. Pero, procuren hacer lo mismo utilizando plataformas telemáticas. La negativa será rotunda. Si usted quiere mover 100.000 euros de su cuenta, y hay que ser iluso para tener ese capital hoy en día en una entidad determinada, no podrá hacerlo en uno solo día a menos que disponga de “transfer” oficial de la entidad o género de “uso advertido”.

Esta situación de insolvencia bancaria se irá estrechando hasta llegar a un colapso a mediados de 2012. Algunas cajas y bancos ya no provisionan como dicen hacer. Saben que no tiene sentido. Es el momento de guardar dinero en cajas fuertes, es momento de reducir el consumo al máximo y liquidar lo ineficiente definitivamente. Cojan su dinero y guárdenlo donde puedan, dispongan de él en fondos de entidades solventes que no son las que están pensando por su volumen y tamaño, adviertan a los suyos de que vienen tiempos muy difíciles y que aceptarlo rápidamente será un valor fundamental para sufrir menos que otros. Mientras los negocios generen beneficios hay que trabajar al máximo, pronto también se detendrán. La parada técnica de la economía no es una posibilidad, es una evidencia a medio plazo. Los que nos movemos en este mundo ya no ponemos en duda la argentinización de nuestro sistema financiero, ni se plantea si va a haber o no “corralito”, la duda es cuando.

El gobierno español es incapaz de sostener sus propias afirmaciones. El fondo de garantía de 100.000 euros recién estrenado es menos real que un billete de 7,20 euros. El Estado sabe que una quiebra oficial de una entidad bancaria en España supondría la insolvencia definitiva del país pues es imposible cubrir los fondos depositados de ninguna caja media española y, ni por asomo, la de ningún banco o caja de gran volumen. Esa fallida de una caja manchega está siendo ocultada con ingentes inyecciones de liquidez diaria para no evidenciar y publicar su situación. Lo cual obligaría al uso de ese fondo de garantía y que a su vez evidenciaría la quiebra del Estado por no poder afrontarlo. Para evitarlo, ese líquido pretende retrasar la retirada de fondos por alarma y a su vez “obligar” a otras cajas a comerse el marrón, retrasar el asunto y esperar que San Pedro nos bendiga a todos.

Es evidente que nuestro dinero ya no es dinero, es una sonrisa en una cartilla bancaria, un señuelo. El déficit aumenta y con él la locura. Zapatero sigue anunciando medidas de soporte, de garantía a una tensión social cada vez más cercana, y lo pretende pagar con deuda pública. Pero es cuestión de tiempo, pero España será expulsada del euro. La prepotencia de hacernos ricos a costa de los fondos de cohesión lo vamos a pagar caro. Salir de compras y adquirir empresas francesas, británicas, alemanas e italianas con el dinero que ellos nos dejaron en su día es indecente y la indecencia es punible, tarde o temprano. En nuestro caso temprano. España vivirá en la precariedad social por culpa de la indigencia intelectual de sus gobernantes, todos, los unos y los otros.

Las promesas del ejecutivo deberían de explotar en las caras de sus señorías cada mañana cuando se asean. Más de dos millones de españoles ya no tienen soporte económico alguno. De momento se refleja en las colas de los auspicios y comedores sociales. El BMW que nadie quiere comprar, parado por falta de combustible, es el último monumento a la desfachatez de la clase media engañada por un sistema de barro, una clase media que ahora pretende comer un plato caliente junto a indigentes y alcohólicos. Vagabundos de toda la vida junto a neoindigentes de VISA cancelada. ¿No me creen? Paseen un poco.

España entrará en depresión acuciante a final de este año. Recopilen dinero fresco y ténganlo a mano. No es alarmismo, son consejos reales. No lo retrasen pensando, ya lo haré cuando toque. No tendrán tiempo. No trabajen ninguna operación a plazos superiores a los 12 meses. Nadie puede garantizar eso. Utilicen modelos de inversión actualizable y recuperable rápidamente y si no los encuentran, a la caja todo. Busquen lo necesario para vivir medio año sin VISA. Si sus escenarios de uso son más largos afiance inversiones en Alemania o Francia, poco más. Si su escenario es a muy largo plazo, compre gestión norteamericana no ubicada en la costa Oeste. Compren “arroz” o platino. El oro no será tan eficiente pero será un refugio cierto.

Como sabemos, esto no es una crisis coyuntural, ni de etapa, es sistémica y nos pilla de lleno a los españoles en una crisis doméstica. Tras cinco años nada habrá cambiado, seguiremos en crisis, tras diez el modelo se estará reconstruyendo en otro mucho más heterogéneo y basado en conceptos ahora demasiado abstractos, pero en España, dentro de quince o veinte años seguiremos soñando con aquella década prodigiosa de finales del XX y principios del XXI. Detrás de este telón no hay ningún escenario. Hay otro teatro, otro sistema, pero España no se está preparando ni por asomo, sigue parcheando, de manera que todo será más largo, duro y dramático. Busco casa de pueblo, alejada de todo, con buenas vistas, un río cercano y conexión wifi, que hay que quiero presenciar a tiempo real al derrumbe.