Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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El momento de las 3:00 AM

513201Hace años que en mi entorno utilizamos (desconozco si viene de algún lugar externo) una expresión que define ese instante en el que no puedes más y, aquello que tienes que resolver, lo haces de cualquier manera, sin ponerle el último gramo de energía brillante que te queda, y lo haces así por agotamiento. Le llamamos “el momento de las 3 AM”. Es un duro punto de encuentro pues es asumir la derrota temporal, la extenuación que te lleva a la desidia y poco después a la aceptación de que, tal y como estamos, el tiempo que nos queda y la hora que es, el asunto en cuestión no es mejorable. Suelen tomarse decisiones estructurales que pueden llevar al fracaso más absoluto a un proyecto, es precisamente cuando todo parece desmoronarse y se adecua la mente de un emprendedor innovador para pasar a ser algo mucho más gris y plano. Además, sucede inmediatamente después de cuando alguien pronuncia la frase maldita: “eso no se puede hacer”.
Si algo he aprendido en estos años de poner en marcha empresas, dirigirlas, impulsarlas, padecerlas, cerrarlas, perderlas o comprarlas es que no hay nada imposible, todo es factible, sólo es preciso ponerse con una serie de herramientas, actitudes y aptitudes. Me encantan las personas que se desconectan del mundo unos instantes tras escuchar ese “es imposible” y encienden sus ojos, de repente diciendo mi frase favorita: “es difícil, pero hay una manera de hacerlo”.

En un reciente artículo publicado en el WSJ hablando del espíritu emprendedor se comenta que fomentar el espíritu emprendedor precisa de buscar, localizar y organizar a quienes tienen ese valor innovador, de retorcer los problemas, de agrandar el espacio de las respuestas y reducir el de los “imposibles”. Yo veo así la vida. Me gusta rodearme de personas innovadoras, con ganas de superar retos, de afrontar cada problema con el espíritu de sacrificio y valor que yo dispongo en la conquista de mis sueños.

Soñar no es un extraño verbo que representa lo imposible, sino todo lo contrario, es la cristalización de la esencia humana. Como especie no hubiéramos abandonado las cavernas sino fuera por ese sentido conquistador del espacio del saber, de preguntarse, de valorar lo desconocido como territorio y no como vacío. Ese perfil inconformista, que se revela y que no se acomoda es el que tanto molesta a los que nos pretenden “dirigir”, ese modelo de vida es el que no teme fracasar, no siente dolor y escucha, no dice no, no dice imposible sino ¡vamos!, no piensa en si va solo o acompañado, solo decide ir. Esos son los míos.

A las 3 de la madrugada quedan muchas luces encendidas, son ingentes manadas de corredores de fondo que siguen preparando sus proyectos, que dejaron de dormir pues sueñan despiertos. Cuando no puedas más, mira por la ventana, observa, en tu ciudad, en tu país, en el mundo, hay millones de luces abiertas, de pantallas, de bombillas pequeñas, de alógenas, blancas o tibias, todas dan luz a un rostro cansado pero repleto de ilusiones, una hora tras otra, un día tras otro, una vida tras otra, todos tecleando, dibujando, en el aire, en la computadora, todos, pensando: “es posible”.

La innovación es la clave de esa manera de ver la vida. Según Darren Francis una tercera parte de nuestra capacidad creativa está en el ADN. Así que, según él, “hay cosas que se puede hacer para fomentar en los niños esa capacidad creativa, innovadora y, por consecuencia, emprendedora”.

He hablado alguna vez del ADN del emprendedor y sigo pensando que tenemos una morfología particular. Se diferencia de otros individuos por ser creativo en mayor o menor medida, disponer de una gran intuición, incluso si fracasa, de un grado de optimismo patológico que puede perfectamente mezclarse con un espíritu crítico y analítico de la realidad, un emprendedor no es un iluso, es un valiente que decide tirarse por un acantilado sin saber, muchas veces, que le espera allí abajo.

El emprendedor tiene un ADN compuesto por empuje, decisión, observación y energía para soportar los temporales que se encontrara en su camino. En España, además, el emprendedor suele tener dos caracteres más: la paciencia para tolerar la pesada administración pública y su burocracia e inconsciencia bien entendida para sobrellevar el riesgo de exclusión si te arruinas en este país.

Os dejo una gráfica interesante sobre el valor de la innovación y la capacidad emprendedora y que Francis publicó durante su exposición en el foro Economía, Creatividad e Innovación auspiciado por el WSJ hace pocos días.

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