Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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En la economía 'contactless' la única opción es innovar

El futuro no se espera, se debe conquistar. Algo que obviamente no es fácil pero que en un momento como el que vivimos se convierte en un debate de perspectivas. Si decides invertir, arriesgas en el peor momento posible, si decides esperar tal vez en un tiempo no puedas vender lo que hasta ahora había sido rentable. Además, según un estudio realizado por Innovation Leader, a más de 750 empresas, solo el 24% ha realizado inversiones para innovar en los últimos tres meses y así afrontar la crisis que vivimos de un modo más agresivo. La mayoría había dudado, en lugar de realizar experimentos más pequeños o recortar costos en un esfuerzo por proteger su negocio principal y capear la tormenta inicial.

Un nuevo escenario, una nueva ‘contactless economy’

Las crisis deben ser una gran oportunidad para innovar. No hay otra en la mayoría de los casos, aunque también puede ser un lugar siniestro donde cueste ver por donde hacerlo. Dependerá de la actitud del tejido industrial, de la capacidad de estimular el acceso a la tecnología y de la hoja de ruta que marcan los gobiernos. El problema, el más grave, es que en base a las decisiones y desafíos que se asuman, un país entero, una empresa o un trabajador, pueden quedarse relegados a un vagón del que sea difícil salir en el futuro. Por el contrario, una planificación innovadora, un modelo de inversión en transformación digital y una estructura fiscal y de ayudas públicas, puede convertir el peor de los escenarios en uno de crecimiento a medio plazo. Lo que se haga en los próximos cinco meses determinará los próximos cinco años.

Es muy complicado, pero en otras crisis otros lo lograron. Hay quien asegura ya quién podría ser el ganador de la crisis actual. Algunos gobiernos están tomando decisiones que comprometen gastos estructurales y dejan poco margen a la inversión tecnológica mañana. Es normal que se quiera salvaguardar el estado del bienestar y sus amortiguadores, pero se está castigando el tejido productivo de una manera brutal en los últimos meses. Hablo de muchos países europeos. Mantener los expedientes de regulación temporal de empleo impide entender la verdadera dimensión del problema a nivel laboral y productivo y, además, retrasa la necesidad de las empresas a ajustarse a la realidad al no tener la presión salarial. Esta crisis, inédita, de proporciones bíblicas, se va a llevar por delante mucho de lo construido, mal, en los últimos años. De ahí que no es tiempo de esperar, es tiempo de actuar. Es momento de revoluciones, públicas, empresariales e íntimas. 

Tal vez, lo más inteligente sea esperar, observar y actuar. Ninguna de las tres fases debe ralentizarse. Esperar a ver las objeciones fiscales y tributarias que nos vamos a encontrar cuando se tenga que pagar la fiesta de las ayudas públicas, observar en que se traduce eso de la Nueva Normalidad y que negocios van a ser potencialmente rentables y, finalmente, actuar en base a eso, probando, abaratando los costes de la prueba y error con ejercicios digitales y tecnológicos que lo permitan ¿Que sabemos sobre el modo en el que las empresas están afrontando la necesidad de modificar procesos, contacto con sus clientes, metodologías y modelos de negocio? ¿Cómo están afrontando la llamada economía ‘contactless’? ¿Que están haciendo para capear las limitaciones de la ‘low touch economy’?

Pues según la encuesta que he nombrado al principio desarrollada por Innovation Leader a Pymes especialmente europeas, el 60% de las empresas analizadas mantienen las ofertas comerciales existentes a través de optimizaciones incrementales, el 23% está asumiendo riesgos para proyectos a largo plazo y el 17% se dirige hacia proyectos que, aunque se basan en el largo plazo, sean en realidad planes de transformación. Para ello, el 75% ha decidido probar con el diseño de un nuevo producto o servicio, el 52% se ha aventurado en un nuevo mercado o segmento de clientes y el 45% ha intentado ambas cosas a la vez. Cuanto más pequeña es la empresa, mayor es, curiosamente, la tendencia a esta última de diseñar cosas nuevas, para mercados nuevos. A esto se la llama, en realidad, innovación disruptiva.

La innovación disruptiva era algo que explicamos en consultorías o talleres, es un modelo de mejora que decide enfocar nuevos productos en nuevos mercados. Eso es mucho más que la conocida como innovación incremental, la que intenta innovar para vender lo mismo a nuevos mercados o vender cosas nuevas al mercado de siempre. Vemos así, que las crisis, y esta va a ser la más profunda que vayamos a vivir probablemente en nuestra vida, tienen un punto de contacto inmenso con la disrupción. Disrupción tecnológica, social, política y cultural. Todo tiene que ver. 

Veamos que han hecho algunas empresas durante la fase más dura de confinamiento. Hay empresas ayudan a inspirar en ese sentido. Pepsico es una de ellas. Cuando el bloqueo llegó a sus mercados clave, el equipo de PepsiCo decidió aprovechar el hecho de que las personas tendrían que comer en casa durante un período prolongado. En menos de un mes, desarrollaron dos nuevas plataformas directas al consumidor: Pantryshop.com y Snacks.com. En la primera los consumidores pueden solicitar paquetes especializados de las marcas más vendidas de PepsiCo, y la segunda es una tienda electrónica de bocadillos. Tal cual. No es reinventar la rueda, pero sí es completamente distinto a lo que hacían justo el día antes de decretarse la pandemia. 

Hay más ejemplos. Con el transporte aéreo bloqueado globalmente, Emirates se enfrentó a la posibilidad, incluso, de tener que declararse en quiebra. En cambio, decidieron poner en marcha rápidamente el modelo vinculado a ‘cargo’ y ofrecer prácticamente sólo vuelos de transporte de mercancías. Este movimiento proporcionó un flujo de ingresos adicional cuando la empresa más lo necesitaba. Nuevo cliente, nuevo producto.

Incluso, hay ejemplos de cómo se puede ganar más ahora que no puedes llevar a cabo tu negocio de siempre. El ejemplo son los eventos multitudinarios. Si manejas bien tu marca y aplicas tecnología adecuada, puedes convertir un problema en una virtud. Puesto que hay un temor enorme a como van a sobrevivir los grandes eventos, algunos se lanzaron a organizarlos de modo abierto y gratuito. Puede estar bien, pero otros optaron por darle valor a su trabajo y a su esfuerzo y no diferenciar uno de otro. El cambio sería de precio, pero no de concepto. Entre ellos hay uno que destaca, Tomorrowland. Ante la imposibilidad de poner en marcha el festival como cada año, decidieron convertirlo en uno virtual de 2 días. Curiosamente, esto les ha permitido algo que antes no podían hacer. Vender entradas sin fin. Este festival belga siempre colgaba el cartel de ‘entradas agotadas’, pero eso ahora no es así. Han podido reducir el precio de entrada accediendo a un nuevo target, con un nuevo producto, virtual. El efecto es innovación disruptiva y un mayor beneficio. 

Muchos piensan que como sus empresas son muy pequeñas estos ejemplos no sirven. Pero la realidad es que las empresas más pequeñas tienen una virtud y un defecto en este sentido. Pueden modificar sus negocios de un modo más veloz, pero tienen menos capacidad de maniobra debido a las estructuras económicas de menor importe. Ejemplos, los hay. Emicontrols, una empresa dedicada a los cañones de nieve se quedó sin negocio de la noche a la mañana. No se quedó esperando a la próxima temporada invernal. Decidió apuntar a un mercado completamente diferente modificando su producto para la desinfección de grandes espacios abiertos. Funciona genial.

Existen más ejemplos. Negocios capaces de modificar un servicio de hostelería para convertirlo en uno de ayuda digital para aprender a cocinar, peluquerías que han creado plataformas modestas de relación con sus clientes para el asesoramiento estético y muchos otros. No se trata de acometer el momento más duro con soluciones de urgencia, sino que esas innovaciones podrían bien ser modelos de negocio futuras. Una tienda de comestibles que ha decidido abrir un canal online por WhatsApp puede estar creando, sin saberlo, una comunidad de clientes a subscripción. Dependerá de que cambio cultural está dispuesto a aceptar en el futuro medio.

Supongo que sigues pensando, ¿y que hago yo con mi Pyme? ¿Que hago si soy autónomo? ¿Cómo le digo a mi jefe que tiene que innovar ahora más que cuando las cosas iban bien? Cuando todo va mal, lo va para muchos. La mayoría deja de invertir. Es momento de adelantarles. Con precaución, con estrategia, pero es tiempo de acelerar. Lo veo cada día. Entre nuestros clientes, algunos han decidido detenerse por completo, otros reducir velocidad y, unos pocos, han empezado a acelerar y a plantear modelos de innovación. Éstos últimos, ya empiezan a tener resultados muy esperanzadores. No sabemos en gran medida como va a ser esa Nueva Normalidad, pero se puede empezar a interpretar. En una economía en caída, en retroceso, donde se venda menos, deberá ser más certero en las ventas y eficiente en los procesos. Para eso hay una llave maestra: la transformación digital. 

Y si estás pensando que mejor esperar, lo respeto pero no comparto que deba ser por mucho tiempo. El movimiento es lo correcto. Moverse es experimento. Es riesgo, pero es oportunidad. Evita el riesgo extremo, vaciar la caja a una sola apuesta o a contratar perfiles que no sabes si van a ser útiles en el medio plazo. Innova con tu conocimiento, con la experiencia. Aparta un fragmento del presupuesto de emergencia, para innovar. Hazlo sin abandonar tu negocio actual. En la medida que el mundo se vaya equilibrando, parte de lo que vendías hace unos meses, volverás a venderlo. Tal vez menos, pero seguirá siendo parte de tu negocio. Mientras llega, paraliza lo no rentable, lo que no se vende. Intenta conocer a tu cliente, el que tenías, el que tienes y el que tendrás. Averigua qué compra y el motivo. Utiliza tecnología para lograrlo. Ejecuta un plan. Solicítalo si no sabes como hacerlo. Trabaja en equipo, busca la colaboración.

La nueva economía, la que viene, la de bajo contacto permanecerá por tiempo. En gran medida va a quedarse. Dará paso a una economía formada por nuevos hábitos y normas basadas en una interacción más reducida y con restricciones importantes. Esta situación lo va a cambiar todo. ¿No vas a cambiar tu negocio? ¿No vas a modificar tu manera de trabajar? ¿No vas a formarte?  Cuando todo cambia, el que cambia no gana siempre, pero el que no cambia casi siempre pierde.

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