¿Recuperación económica o rebote coyuntural?

Estamos escuchando que la economía española se está recuperando. Qué lo peor ya ha pasado y que gracias a los ERTE y las ayudas del gobierno estamos en la ‘senda de la recuperación’. Algo que, si me estás viendo desde otros países, seguro que también lo estás escuchando. La matemática tiene un factor ventajoso en este caso. Compares lo que compares en 2021 con respecto a todo lo que pasó a partir de marzo de 2020, te sale cojonudo. Lo que pasa es que la realidad pesa como el plomo y la aritmética no puede con todo.

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Parece evidente que la economía remonta, así lo dicen los indicadores más básicos y los que la prensa tradicional nos expone día sí y otro también. Pero muchas empresas se quedarán en el camino. El Banco de España estima que el 25% de las empresas están en situación de insolvencia ahora mismo.

Tras el derrumbe de la economía en 2020 (-10,8%) toca hacer cuentas. Y eso es lo que ha hecho el Banco de España, que ha estimado que como consecuencia de la crisis, el porcentaje de empresas con patrimonio neto negativo se habría disparado hasta el 25%. Esto supone, en concreto, un incremento de 10 puntos respecto de la situación anterior.

Este aumento, sostiene el banco central, habría sido algo más moderado en las empresas de mayor dimensión, en las que esta proporción ha crecido desde el 8,6% hasta el 15,3%. Por sectores, de nuevo habrían sido las ramas más afectadas por la crisis (turismo, comercio o transporte) las que habrían experimentado un aumento más acusado, elevándose el número de compañías con patrimonio neto negativo hasta un 34%. 

Esta circunstancia contable se produce cuando las pérdidas son superiores a la suma del capital social y las reservas de una compañía, y su importancia radica en sus consecuencias sobre su viabilidad, ya que para su supervivencia dependen directamente de su capacidad de endeudamiento. Aunque a partir de 2021 lo previsible es que se consolide algo una hipotética recuperación económica, no será hasta 2023 cuando “la empresa mediana recupere los niveles de rentabilidad de antes de la crisis sanitaria.

La velocidad de la recuperación dependerá, lógicamente, de si se cumple el escenario más favorable de los dos que contemplan los técnicos del banco central. En el escenario menos favorable, se mantendrían niveles de rentabilidad algo inferiores, especialmente en 2021 y 2022.

Me he leído el informe del Banco de España sobre este tema en el que hace estimaciones de que la deuda no será sostenible para un 25% de las empresas, es decir, el dinero con dificultades para devolverse, se sitúa entre 9.000 millones de euros y 18.600 millones. La mayor parte de este importe se concentraría en el segmento de pymes por cierto.

Esto pone de manifiesto, ni más ni menos, que la crisis se ha cebado en las empresas de más reducido tamaño. Por sectores, esta deuda no sostenible se acumularía en buena medida en los sectores donde se ofrecen millones de empleo que ahora (ellos no lo saben) pende de un hilo.

La conclusión que saca el estudio no deja lugar a dudas: el aumento del endeudamiento que las empresas españolas habrían experimentado desde el primer trimestre de 2020, junto con el descenso de los flujos de caja futuros esperados, “se habría traducido en un deterioro de su situación de solvencia” acercándose muchas a la insolvencia y quiebras. No todas las que están muertas han cerrado. Hay algunas que siguen en una especie de ‘The Walking Dead’ catastrófico

Para avalar esta conclusión, el Banco de España sostiene que la proporción de empresas sobre endeudadas, pero viables, entendidas como aquellas que mantendrán una rentabilidad positiva en 2023, pero que tendrían problemas para hacer frente a los intereses y a la devolución del principal de sus deudas, se elevaría, otro cinco por ciento más.

Pero si esto es grave, hay otro escenario peor. El de las empresas que se consideran inviables ahora mismo, en su mayoría pymes, y que según las define el banco central son aquellas con resultados corrientes negativos en el próximo 2023. Es decir, se trata de compañías que no pueden cubrir, a largo plazo, sus gastos de explotación con sus ingresos. A estas se les llama directamente ‘empresas zombies’. Y hay muchas.

En este caso el deterioro de su rentabilidad en 2020 y su persistencia posterior se traducirá, en algunos casos, en un incremento de las empresas vulnerables y que corren el riesgo de ser inviables. Muchas más de las que ahora se consideran factibles.

Pero lo peor no es eso, si aun sigues mirando este vídeo y no te has cortado las venas, piensa en que no se han tenido en cuenta los posibles cambios estructurales en la demanda asociados a la crisis, por lo que estos resultados "podrían subestimar el impacto de la crisis sobre la proporción de empresas inviables". 

Ese informe del Banco de España está basado en el análisis que realizan sus técnicos de las principales partidas de la cuenta de resultados conocidos en el modelo económico que teníamos antes y a partir de una muestra de unas 300.000 empresas.

Todo eso es ‘lo previsto para 2021 y 2022 pero la debacle empresarial a la que nos asomamos ya es que la insolvencia empresarial en España se ha disparado un 69%. Esto sin contar ese 25% de empresas que ya se les considera insolventes aunque aún no se reflejan en el informe del Banco de España.

Nuestra economía depende directamente en un 14% y más de 20% indirectamente de los sectores más afectados: hostelería y el turismo. El 61% de las empresas que ya se han declarado insolventes en lo que va de año pertenece al sector servicios y el 53% de las disoluciones empresariales también pertenecen a este sector.

El segundo sector más afectado es el de la construcción, ocupando el 21% de las insolvencias y el 22% de las disoluciones empresariales de este año. Cuando hablo con la gente sobre como ven la economía, a muchos les parece exagerado preocuparse por un desastre bíblico. Dicen que viene dinero de Europa, que la deuda lo soporta todo y que si el gobierno se endeuda al final nos beneficiará a todos con ayudas.

No hay nada peor que ser un optimista sin información. Yo les llamo ilusos. Para ser optimista hay que tener información de los escenarios desfavorables y actuar con garantías sobre ellos. Algo que, de momento, nadie está haciendo. Resulta que nunca había habido tanta deuda ni nos había importado tan poco.

Hago una paréntesis para hablarte de la deuda: la deuda pública mundial ha alcanzado el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial, superando la producción económica anual del mundo. Tendrá consecuencias, es cuestión de tiempo. lo que pasa que lo pagarás tú, no ellos. Los defensores de esta estrategia de sumar deuda afirman que este gasto podría dar paso a un período de sólido crecimiento mundial.

Pero si esta percepción es errónea, el mundo podría arrastrar deudas que solo sería posible absorber mediante la inflación, los impuestos elevados o incluso el impago. La combinación de los enormes niveles de deuda y la falta de preocupación mostrada por los mercados no tiene precedentes. Como tampoco los tipos a los que se trabaja ahora.

La deuda del Gobierno central de Japón está a punto de superar el trillón de yenes, lo que se traduce a casi 10 billones de dólares. Incluso con una deuda pública total de más del 250% del producto interior bruto, Tokio no gasta más en intereses cada año que a mediados de los 80, cuando la deuda pública era de unos dos tercios del PIB. 

Grecia, el eterno campeón de la deuda, está acumulando ahorros, y los inversores están aceptando bonos con rendimientos aún más bajos que los del Tesoro de Estados Unidos. Incluso algunos países en vías de desarrollo, como la India, están pregonando las virtudes de un mayor endeudamiento público, sin que se produzca una reacción notable por parte de los mercados. 

Tengo la impresión que hemos quedado atrapados por una política de tipos de interés bajos que fomenta los excesos y el riesgo. El aumento de los tipos de interés podrían causar problemas gigantescos y no hacerlo también. En otro vídeo os expliqué que pasa con la inflación.  

Podría ser que todos los gobiernos, aquí y allí, no hicieron lo suficiente en la crisis anterior, así que esta vez se van a exceder. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, en 2020, la deuda pública mundial ascendió al 105% del PIB mundial, cuando antes de la crisis sanitaria se situaba en un 88%. La deuda pública total podría aumentar 10 billones de dólares más este año, hasta alcanzar los 92 billones, y la mayor parte del aumento se produciría en las economías desarrolladas. 

Hasta España ha descubierto que puede seguir acumulando deuda gracias a los bajos costes de los préstamos, que el BCE ayuda a controlar. Ya nadie se acuerda de la traumática crisis de Grecia, que estuvo a punto de sacar al país mediterráneo de la zona del euro con aquella deuda sobre deuda.

Pero, si los bancos centrales de las economías avanzadas tienen que subir los tipos de interés para combatir la inflación, los gobiernos se verán obligados a tomar decisiones políticamente dolorosas: subir los impuestos y recortar el gasto.  A veces parece que el singular y el plural hacen que las cosas cambien mucho, la deuda se puede no pagar, pero las deudas las debes pagar. Un país tiene una deuda, tu tienes deudas.

Pero volvamos al origen. Ahora sabemos que la deuda global nos va a afectar, la nuestra también, la inflación, las insolvencias, las quiebras, la caída del consumo post vacacional, la nueva estructura de la demanda de ese consumo y el deterioro de los sectores de los que vive este país. Ahora sabemos que los fondos europeos no permiten hacer de tractor de una economía paralizada. Cambiar el modelo productivo no es garantía de empleo y que mantener el colchón social genera deuda.

Pues si todo esto ya lo sabes, espera… aún hay más. Vuelvo a las insolvencias y al sentimiento económico que nos afecta. El índice compuesto de indicadores líderes (CLI), que sirve a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de termómetro económico para detectar cambios de tendencia en la coyuntura, advierte en su última lectura (la de julio) de la presencia de síntomas de moderación en el crecimiento de la economía española, aludiendo a que el consumo tras el encierro podría estar detrás de un simple rebote coyuntural y no estructural

La mayoría de indicadores adelantados incluidos en el CLI para España aportaron en julio una contribución positiva al crecimiento, cierto, pero es curioso que la mayor contribución al índice de confianza es únicamente la del consumidor. De ahí que la propia OCDE dice que «el ritmo de expansión económica en España, aunque sigue siendo importante, ha muestra signos de ralentización.

Si te sirve de consuelo, esto está pasando también en toda la zona euro. Todos se están ralentizando. El problema es grave aunque en España, al haber caído más que nuestros vecinos, se nota menos por pura comparación. Si caes un 7% y ahora estás recuperando a una velocidad del 4% en realidad vas mejor que el que cayó un 11% y ahora sube al 5%. Seguro que se entiende, pero como no todos lo entienden, nos repetirán una y otra vez que crecemos más rápido y mas que nadie. Pero solo será una ilusión. Cuando el tren del rebote se pare, y entremos en zona de peligro, cuando nos suban los impuestos más, nos reduzcan los servicios y la deuda y el déficit se coma las opciones de inversión en la economía real, veremos que la aritmética si tiene sentido. A todo esto, el problema, es que los fondos europeos presentados como la gran solución no son para solucionar nada de todo esto. Lo explico en otro vídeo.

Súmale una inflación tremenda. La luz no será lo único que subirá (pronto habrá vídeo con sorpresas y noticias que nadie te cuenta sobre este tema), lo hará el gas, lo hará la cesta de la compra, lo hará todo. Con ello, los tipos, y con ello la deflación social que ya vivimos en 2009 al 13. Al no poder devaluar moneda, devalúas por salario y poder adquisitivo. Es fácil.

¿Qué se puede hacer? Visto lo visto, a corto poco. Vamos a tener que negociar con este desastre. Pero ya que tenemos que proyectar bueno sería inspirarse en otros (Te voy a hablar de países que conozco) y que están haciendo para estimular de verdad un cambio de modelo productivo. En este caso focalizado en la economía digital. A ver si somos capaces:

Reino Unido: bajo el paraguas de su UK Digital Strategy publicado originalmente en 2017, el gobierno británico llevó a cabo una actualización en marzo de 2021 habla sobre sus 10 prioridades tecnológicas.

El ministro de finanzas Rishi Sunak y el presidente Johnson han buscado relajar las reglas para que los fondos de pensiones inviertan en nuevas empresas. Los han incitado a generar un "big bang" que ayude a recuperar la economía tras la pandemia. Oh! He vivido allí 2 años.

Irlanda: "Estarías loco si no inviertes en Irlanda”. Con esta frase, pronunciada en un foro de inversión en 2012, el presidente Bill Clinton resumió el sentir de muchas empresas estadounidenses que en aquella época vieron la postura impositiva laxa del gobierno de la Isla Esmeralda y su posición geográfica como una combinación perfecta para sentar sus bases europeas.

Pero la realidad es que el número de startups por cada millón de personas en Irlanda es de 666, lo que deja al país gaélico en segunda posición del continente y muy por encima de la media europea de 190.

La razón detrás de este gran volumen de startups es lógica, a la sombra de grandes tecnológicas como Apple o farmacéuticas con una fuerte presencia en el país como Pfizer, han surgido pequeños actores que se han beneficiado de aceleradoras como el National Digital Research Centre, un programa de aceleración irlandés que busca "colocar a Irlanda en el top 5 de emprendimiento en el 2030”.

Allí hablan poco y hacen mucho. No verás a su presidente explicar lo que van a hacer, sueles verlos cuando ya lo están haciendo. He vivido allí 7 años. La burocracia y los impuestos son reducidos, y medidas como el Knowledge Development Box ofrecen ayudas impositivas en activos como las patentes que están gestionadas y ubicadas en el país. Irlanda es hogar de centros de investigación y compañías mundiales de primer nivel de las que beneficiarse gracias a programas de transferencia de conocimientos como el Knowledge Transfer Ireland.

Estonia, trabajé un año con instituciones públicas de este pequeño país: con menos de 1,5 millones de habitantes, Estonia sin duda es la referencia europea en cuanto a digitalización y facilidades burocráticas para startups, emprendedores y nómadas digitales.

Además de ofrecer e-residencias a ciudadanos tanto de la Unión Europea como extranjeros que quieran situar su negocio en Estonia por tan solo 290 euros — lo que permite abrir cuentas bancarias, generar facturas o pagar impuestos desde cualquier parte del mundo —, Estonia también ofrece visas específicas para startups.

Hay muchos ejemplos que demuestran que por mucho informe, estudio, plan integral o lo que sea, si no hay una verdadera capacidad de gestión, una voluntad de hacerlo real, un planteamiento ideológico de no intervención pero sí de estimular la nueva economía a la vez que se informa de que lo que viene no es gratis, que va a costar, si no se hace no vale.

Tenemos un problema laboral, económico, empresarial, de sector, de falta de estímulos a la innovación, de falta de inversión, de penalizaciones y burocracia, que penalizan el paso al nuevo nivel. No vamos a pasar de pantalla si seguimos dando los pasos de siempre.

Faltan nuevas ideas y menos mediocridad partidista. Sé que es desesperante, pero igual me equivoco y esto no es un rebote sino una recuperación que nos trae un modelo económico moderno y capaz de ofrecer sueldos altos, rendimientos fiscales suficientes para reducir deuda, un aumento de servicios públicos de calidad y una bajada de precios al ser tan eficientes. Igual Papa Pitufo existió, igual…

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