Derecho algorítmico: abogados en un mundo robótico.

Soy un apasionado por la tecnología. Me especialicé en el estudio de como afecta a la economía en general y al mundo empresarial en particular. No soy sospechoso de amortiguar ninguna noticia que tenga que ver con su avance implacable en plena revolución industrial y en el tránsito que supone la transformación digital de todos los modelos de negocio. Ahora bien, desde hace un tiempo la tecnología, y una visión anecdótica de la misma, se está afianzando del mainstream de los medios. Y es de vergüenza ajena. Descubren apps que utilizan tus fotos sin tu permiso como hacen la mayoría de las que tienes en el teléfono hace años y cunde el pánico. Te advierten que un asistente de voz utiliza tu voz para espiarte cuando lo normal es que un asistente de voz utilice tu voz, digo yo. Sucede sencillamente por no profundizar o por consultar a mesías tecnológicos que no podrían identificar ni un comando en ‘html’. 

Soy un apasionado por la tecnología. Me especialicé en el estudio de como afecta a la economía en general y al mundo empresarial en particular. No soy sospechoso de amortiguar ninguna noticia que tenga que ver con su avance implacable en plena revolución industrial y en el tránsito que supone la transformación digital de todos los modelos de negocio. Ahora bien, desde hace un tiempo la tecnología, y una visión anecdótica de la misma, se está afianzando del mainstream de los medios. Y es de vergüenza ajena. Descubren apps que utilizan tus fotos sin tu permiso como hacen la mayoría de las que tienes en el teléfono hace años y cunde el pánico. Te advierten que un asistente de voz utiliza tu voz para espiarte cuando lo normal es que un asistente de voz utilice tu voz, digo yo. Sucede sencillamente por no profundizar o por consultar a mesías tecnológicos que no podrían identificar ni un comando en ‘html’. 

De ahí, que cada cierto tiempo, tengamos titulares de plancha galvanizada y aurora boreal. Por ejemplo. Hace un tiempo se tituló a todo color que ‘ya hay un robot abogado trabajando libremente y con total capacidad para defender a sus clientes’. Lo que es cierto, que hay una dinámica hacia algo llamado ‘derecho robótico’ debe combinarse con que nada tiene que ver con lo que se ha estado explicando en medios, conferencias, foros y bares. No enlazo ninguno pues es fácil localizarlos y no quiero evidenciar a nadie.

A lo que iba, los abogados. El pasado mes ofrecí la conferencia inaugural en el Legaltech Thomson Reuters Aranzadi precisamente para hablar de como la Transformación Digital afecta y modificará el modelo profesional del sector legal. Muchos esperaban que hablase de ‘bucles tecnológicos’, de robots legales, de abogados capaces de ver detrás de las paredes o, simplemente, de un escenario que muchos pintan y que, a pesar de que estoy seguro que la tecnología lo va a cambiar todo también en este sector, no va a ser como dicen. Curiosamente hablé más de personas que de robots. Os explico el motivo.

La conferencia se desgranaba de la original ‘reWorking’, pero con una parte específica dedicada al mundo del sector legal. La empresa organizadora es líder en recursos y tecnológica de contenidos y gestión automatizada para el derecho. Unificar la realidad factible que proporciona Thomson Reuters con una visión de futuro inmediato en el ejercicio de la abogacía era un desafío interesante y donde caer en la típica ‘slide’ con un robot revisando expedientes algo demasiado previsible. No lo hice porque no va a ser así el futuro del derecho. No en esta era. Yo he escrito sobre esto y, aun siendo alguien que me gusta ir a los límites que la tecnología nos propone, he intentado exponer siempre lo que supone esa tecnología y lo que no.

Como decía, ha habido un entusiasmo ‘techy’ sobre el ‘el primer abogado robot del mundo’. El estudiante de la Universidad de Stanford, Joshua Browder, de 22 años, creador de un chatbot llamado DoNotPay, ofrece asesoramiento legal gratuito en los EE. UU. y en el Reino Unido. Y de ahí la cosa se ha desmadrado. Un chatbot no es evidentemente un abogado. A pesar de que puedes decirle a DoNotPay cuál es tu problema legal y, en algunos casos, puede dirigirlo a formularios legales y ofrecer información que considere relevante. Sin embargo, no es un abogado.

La aplicación fue creada con la ayuda de abogados voluntarios que proporcionaron a Browder material sobre las leyes locales en esos dos países. Pero la aplicación no puede representarte en un tribunal, ni firmar documentos, ni convencer a fiscales o jueces, ni negociar una resolución ni responsabilizarse de un ejercicio ineficaz o irresponsable de su cometido. Y no puede porque no es un abogado, no es un abogado robótico. Es otra cosa. Otra cosa que funciona muy bien en el sector legal, pero no un abogado.

A DoNotPay se le puede hablar pero tiene serios problemas para entender algunos matices humanos que en este escenario donde los matices son imprescindibles lo limitan, de momento, algo. No te creas todo lo que escuchas y menos en un ‘short video’ en un informativo que queda muy bien para introducir la previa de la sección de deportes o de la meteorología, pero que no responde a la realidad. Es cierto que la realidad estropearía el titular, la atención del público y el coste de oportunidad publicitaria. Cuando los redactores o analistas escriben sobre el primer abogado robótico del mundo, no buscan la precisión. Una precisión que conlleva un elemento previo: un bot no tiene representación legal y no está admitido para ejercer la ley en ninguna jurisdicción del mundo. Solo podría tramitar a partir de firmas digitales derivadas y eso, de nuevo, limita mucho.

Entonces, ¿que es el derecho robótico? ¿en que afecta la innovación y la transformación digital? Defiendo claramente que la tecnología no va a ser algo opcional en ningún campo, en este tampoco. Combinar las ocho claves de esa transformación con el reconocimiento de un futuro muy automatizado del sector legal son inevitables. Por eso me interesa mucho más otro aspecto de la tecnología cuando hablamos de legalidad. Me interesa más descubrir como enfrentarse ‘legalmente a un mundo de robots’ que a ‘un mundo de robots legales’. Es decir, una revolución como esta nos lleva a afrontar debates éticos inéditos y se tendrán que hacer en términos legales también. 

El impacto de la tecnología tendrá repercusión en el desarrollo laboral del abogado, es evidente, así como en el servicio que prestarán a sus clientes. El equilibrio entre el derecho a la protección de datos y la necesidad de recopilar el mayor número de éstos por parte de entidades tecnológicas, será uno de los temas clave del futuro. Utilizar la automatización, los datos, los activos predictivos, la inteligencia artificial, el blockchain y la toma de decisiones con el uso de información analizada en tiempos impensables desde la perspectiva humana, serán temas esenciales. La clave estará no tanto en un ‘abogado robot’ sino en un ‘abogado computerizable’. Si eres abogado pregúntate ¿cuánto de computerizable eres?

Luego te preguntas que nivel de conocimiento tienes en estos temas que se trataron en el congreso Robotiuris por ejemplo: ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos de robots?, responsabilidad civil y penal de los robots inteligentes, ¿pueden cometer delitos o ser sujetos de derechos u obligaciones y/o de una personalidad jurídica especial?, la seguridad en el mundo del Internet of Everything (IoE), la regulación de los drones y las tecnologías disruptivas, el impacto de los coches conectados y autónomos y el papel de las aseguradoras, ¿debe de evolucionar el concepto de privacidad como consecuencia de los nuevos desarrollos tecnológicos?, cuestiones éticas en relación con los desarrollos médicos y tecnológicos, el transhumanismo y mejoramiento del cuerpo humano, la automatización creciente en el mercado legal y los algoritmos que sí se utilizan en algunos despachos profesionales, la imparable irrupción de los robots sociales y asistentes personales y, en definitiva, el modo en el que la tecnología, dejando de lado titulares grandilocuentes o por el contrario los mensajes incrédulos (de todo hay), está ya afectando esa profesión y va a modificarla de manera definitiva en el futuro. 

Tengo claro que esencialmente un abogado será un abogado siempre, pero el modo en el que ejerza su profesión va a cambiar tanto que al final el máster ideal no será sobre negocios o mercantil sino sobre comprensión algorítmica. De ahí que me guste más hablar de ‘abogados en un mundo de algoritmos’ que de ‘abogados robóticos’.

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Big Data, Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Big Data, Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Automatizar la legalidad

Cada vez son más las voces y las pruebas que nos indican que, independientemente de si eres un abogado que trabaja por cuenta propia o eres miembro de una firma de gran tamaño, el futuro de la tecnología aplicada a tu trabajo va a cambiar de manera importante tu día a día. 

Cada vez son más las voces y las pruebas que nos indican que, independientemente de si eres un abogado que trabaja por cuenta propia o eres miembro de una firma de gran tamaño, el futuro de la tecnología aplicada a tu trabajo va a cambiar de manera importante tu día a día. Hoy utilizaré el ejemplo de la abogacía como punto de análisis que puede extrapolarse a cualquier profesión teóricamente exenta de la robotización o automatización. En medio de esta especie de ‘rebelión de las máquinas’ que amenaza nuestra vida y nuestras comodidades, garantías y tranquilidad, hay quien defiende que no todas las profesiones están amenazadas. Hemos hablado de periodistas, transportistas u otras ocupaciones que tienden a implementar un mayor número de automatizaciones que apartan a los humanos de ellas.

La red ya cambió la hipotética cadena de valor que circula entre el abogado y sus clientes. De hecho si quieres puedes entrar en un portal jurídico buscando el abogado que necesitas y que este te resuelva dudas de tipo legal con un solo clic. No es robótico pero si es un cambio notable. Ahora bien, yo hablo de otra evolución que no todos los abogados están teniendo en cuenta. Hablo de los ‘avatares legales’.

El uso de la Inteligencia Artificial en el ecosistema profesional ya se ha extendido y el mundo cuenta con enfermeras robot, asistentes robot, recepcionistas robot, vendedores robots y humanoides que realizan tareas, hasta ahora, exclusivas de humanos. Es, por tanto, inevitable que los robots también se introduzcan en el mundo jurídico y de manera tremendamente rápida.

La eficacia jurídica aumenta cuanto más datos es capaz de analizar, parametrizar y sintetizar un equipo legal. Nadie es capaz de igualar a un software específico diseñado para ello. La intuición es una opción, la inspiración otra, pero la deducción es infalible cuando se trata de gestionar billones de datos, fechas y conexiones que afectan a un caso concreto. El tiempo que necesita un equipo de cinco juristas para algo es 2,4 millones de veces superior a un sistema analítico que cabe en cualquier ordenador de sobremesa.

El video anterior destaca como los datos y gestión supera al hombre y su capacidad de analisis previo. La eficacia jurídica es la culminación de un modelo de aplicación informática que se basa en el ‘cloud’ y que genera valor a partir de la computación cognitiva, inteligencia artificial y automatización de procesos. Quien subestime esto estará cometiendo un error. No hay profesión ajena a la Cuarta Revolución Industrial

La tendencia a la completa integración de este modelo sólo va a hacer que aumentar. Todavía hay mucho camino que recorrer pero la Edad Robótica se ha iniciado y, principalmente, sólo tendrá un problema que ahora mismo la podría poner en juego: la sostenibilidad energética de todo ello.

¿Dónde quedará el abogado tradicional? En el lugar exacto que su talento y habilidades le permitan. El talento va ligado a algo que cada uno puede establecer en su justa medida y otorgarle diferentes consideraciones, pero las habilidades, las ‘digital skills’ si que serán de obligado cumplimiento. Si un abogado es ajeno o considera innecesario digitalizarse al extremo, su carrera estará tocando fin mucho antes de lo que él cree. No es sólo estar en la red, ni tan siquiera se trata de conocer bien los aspectos legales que una máquina puede resolver, no, se trata de transformación, de igualarse a un objeto que ‘piensa’ y que puede ser parte de tu equipo en cualquier momento.

Esto no va de aprender sólo, consiste en adaptarse a un nuevo modelo aceptando las dinámicas propuestas. De lo contrario nos pueden llevar a un punto en el que nos veamos muy superados por ‘algo’ que aparentemente no es un abogado. Pero lo será.

De la profesión de la abogacía, como cliente hoy se esperan una serie de características. Del buen abogado esperas eficacia, dedicación, capacidad para explicarse y lealtad absoluta. Del abogado robótico se espera otro tipo de talento. La eficiencia se dará por asumida, la dedicación ni decirlo, la capacidad para explicarse es obvia y la lealtad a quien aprieta el botón será ciega.

¿Qué sucederá en la abogacía en apenas una década? Los abogados deberán aumentar su creatividad acerca de que, cómo y con quien trabajan. Sucederá algo que ya ha sucedido en otros campos profesionales y que, si lo miramos con un microscopio económico veremos que las mutaciones en el ADN de todos hay un mismo elemento desencadenante: bits.

El tema no está en si desaparecerán los abogados. No, el asunto es que tipos de abogados van a tener mayor riesgo en la adaptación al asunto. Tengo claro que va a suceder algo parecido que con la música, el cine, los contenidos o el periodismo. Las grandes corporaciones deberán acostumbrarse a tratar de tú a tú a pequeñas firmas colegiadas. Si ya no necesitamos un equipo de treinta abogados y legalistas para llevar un caso porque con un software somos capaces de hacerlo dos, ¿dónde está el punto de vista y fricción ahora?

El abogado robot no es una amenaza para la profesión, es una amenaza para el sistema legal como ahora lo entendemos. La capacidad económica del cliente futuro no será determinante a la hora de contratar un ‘equipo’ de abogados. Ese equipo podrá estar formado por muchos humanos o uno y un robot. Los efectos en según que aspectos podrían ser similares pero a un precio muy distinto. Ahí está la cosa.

Recomiendo leer el libro ‘El abogado Nacked’ que he enlazado antes y que comenta, desde la perspectiva de un abogado aficionado al estudio de las afectaciones tecnológicas en su profesión, la marcha implacable de la industrialización en este sector que parecía exento a los cambios. Como decimos repetidamente aquí repitiendo las palabras de Maya Angelou, 'nos quedará la creatividad, cuanto más la usemos, más tendremos'.

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Economía, Innovación, Personal, Prensa, Sociedad Marc Vidal Economía, Innovación, Personal, Prensa, Sociedad Marc Vidal

Robotizar el periodismo

En un informe reciente publicado por la compañía CareerCast sitúa al periodismo como el segundo peor empleo al que se puede aspirar. Como curiosidad, a un periodista sólo lo envidiaría un leñador. Además, según ese estudio, las perspectivas de empleo para los periodistas se reducirán un 13% en apenas ocho años. Pero una cosa es la expectativa profesional y otra que la profesión esté mutando. No voy a entrar en el análisis de la utilidad o la derivada que los expertos e implicados ya protagonizan casi a diario con el manoseado debate de que ‘el periodismo debe reinvetarse, adaptarse al momento o encontrar su modelo de negocio’. Mientras se sigue despistando con ese discurso facilón y poco exhaustivo la historia acelera en paralelo y se lo lleva todo por delante.

Es habitual que directores de medios teoricen sobre cual debe ser el santo grial del asunto y que la ‘salvación del periodismo’ sea localizar un proceso rentable entre noticia y lector. Lo dicen aquellos que ponen como ejemplo de ‘buena práctica’ cobrar una cuota por noticia o una tarifa por sección. Obviamente no están ni en la misma dimensión del problema. Preocupante, pero no sorprendente. 

Sin querer darle más importancia, que la que hoy por hoy debe aceptarse, quisiera dejar para la reflexión colectiva (del colectivo afectado sobretodo), la que se les viene encima, como a tantos y tantos sectores y profesiones, con eso de la automatización de las cosas que no se podían automatizar.

Hoy quiero debatir sobre el periodismo robótico llamado actualmente ‘quakebot’ en honor al desarrollo matemático que inició un modelo similar a una redacción de un suceso en 2010. En concreto hablamos del papel que jugó este algoritmo en la rápida publicación de una noticia sobre un terremoto menor en California y que puso en punto de análisis el papel de los robots en el periodismo del futuro.

Resulta que Ken Schwencke, periodista y programador de Los Angeles Times, fue el primero en dar la noticia de que la ciudad de Los Ángeles había sido sacudida por un importante terremoto. Se despertó por las sacudidas a las seis de la mañana del lunes 17 de marzo, puso en marcha su computadora y se encontró con una historia breve sobre lo ocurrido hacía apenas unos segundos, cortesía de un robot, un algoritmo desarrollado por él y que bautizó con el nombre de “Quakebot”. El curioso efecto de Quakebot en la inmediata confección del documento sobre la historia del terremoto llevó a los observadores de la industria a discutir el papel de los robots en el periodismo del futuro.

Uno de los principales exponentes del periodismo robótico es Noam Lemelshtrich, rector de la Escuela de Comunicaciones del Centro Interdisciplinar de Herzliya, en Israel. Latar escribió, entre otros, diversos estudios sobre el tema: “El futuro del periodismo: inteligencia artificial e identidades digitales” [The Future of Journalism: Artificial Intelligence and Digital Identities] e “Identidades digitales y contenido periodístico: cómo la inteligencia artificial y el periodismo pueden trabajar juntos y por qué eso interesa a la sociedad” [Digital Identities and Journalism Content: How Artificial Intelligence and Journalism May Co-develop and Why Society Should Care].

Desde hace décadas, las computadoras han estado ayudando a los periodistas a redactar y a descubrir hechos. La prospección de datos y la analítica ayudan a los periodistas a hacer periodismo de investigación. Ahora, el periodismo robótico  son programas de inteligencia artificial que recopilan los hechos y los redactan en una fracción de segundo. Sería la high frequency knowledge en su máxima expresión.

Hoy ya tenemos historias publicadas en Los Angeles Times, en Forbes y en otras revistas que no han contado con ninguna intervención humana. El programa de Inteligencia Artificial escribe la historia y el nombre acreditado del periodista, en realidad, es el nombre de un robot. Hay una empresa llamada Narrative Science, en Illinois. Las rondas de inversión de esta empresa son desorbitadas y provienen de actores que sorprenderían a muchos pero que demuestran que el camino ya se ha empezado a labrar.

Cuando estuve en el MIT participando en un programa de investigación sobre tecnologías de la comunicación hace unos años pude ver alguna de estas criaturas sintéticas dar sus primeros pasos. Sin embargo esto irá rápido pues el periodista-robot tiene algunas ventajas innegables. Nunca olvida los hechos, investiga rápidamente y jamás pide un día libre. Consigue escribir una historia en pocos segundos y si el programa ha sido escrito correctamente, el robot no será ni siquiera partidario de nada o de nadie, será totalmente objetivo.

Esto es muy importante, si el periodista-robot está programado correctamente, podrá ser totalmente imparcial.

Creo que cuando se habla de hacia donde va el periodismo y su modelo de negocio deberían decir que va al ‘periodismo sintético o robótico’. El dinero de la publicidad está migrando actualmente de la prensa escrita a Internet. ‘Los optimistas consideran la llegada del periodismo robótico como la inauguración de una nueva era realmente positiva, en que los periodistas no desaparecerán, pero se verán forzados a pensar de nuevo en cómo hacer análisis innovadores y más profundos. Por lo tanto, todo depende de cómo vea el vaso, medio lleno o medio vacío’.

Ken Schwencke dice que el periodismo va a mejorar. ‘La amenaza del periodismo robótico siempre existirá. Cualquier periódico —electrónico o impreso— que compre en los próximos años, tendrá buena parte de sus reportajes escritos por periodistas robots. Pero las personas continuarán buscando a los periodistas humanos, porque ellos siempre tendrán un valor de más, una innovación a añadir y una nueva perspectiva. Por lo tanto, lo considero una fuerza positiva para el perfeccionamiento del periodismo del futuro.’

Otro aspecto de esa cuestión es que hoy tenemos una publicidad dirigida. El periodista-robot será capaz no sólo de redactar un tema, sino también de enviarlo inmediatamente a quién se sepa que le interesa ese tipo de información. Por lo tanto, tendremos una automatización completa de la búsqueda de noticias, análisis de reportajes, redacción y dirección de la información.

Por cierto, si eres abogado también tienes algo que leer acerca de los abogados robóticos pues como indica CNNla abogacía está siendo reconfigurada por las nuevas tecnologías de automatización que permiten a los bufetes jurídicos realizar trabajo legal en una fracción del tiempo y con menos recursos humanos. Pensemos en Watson el sistema informático de inteligencia artificial desarrollado por IBM como un abogado’.

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Marc Vidal Marc Vidal

DEBATE CON LA SGAE

El miércoles que viene tengo un debate en el Colegio de Abogados de Barcelona sobre "Internet y derechos de autor". Será a las 19 horas y es abierto al público en general aunque hay que inscribirse previamente aquí. Los participantes serán Martí Manent de la Asociación Española de Comercio Electrónico, Ismael Nafría de La Vanguardia y la abogada de los Servicios Jurídicos de la SGAE Mercè Vallverdú. Seguro que será interesante y, en gran medida, polémico. Soy el único que va a defender las descargas gratuitas en la red tal y como ahora está el panorama en estos momento y, seguramente, el que sufrirá la mayoría de recriminaciones por parte de los más legalistas que si se agarran a la normativa tengo todas las de perder obviamente. Espero poder explicar que los tiempos de la economía relacional no es un obstáculo para los autores sino todo lo contrario. Me interesa diferenciar quien no ha entendido (o si) que los tiempos han cambiado.

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