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'Libertad o igualdad', lo último de Daniel Lacalle.

En el último libro de Daniel Lacalle, ‘Libertad o igualdad’, hay un fragmento que dice ‘el miedo es una herramienta muy poderosa. Al decirnos constantemente que los robots nos quitarán el trabajo, que la próxima crisis será devastadora y que la vida será peor, los intervencionistas implantarán en nuestra mente una idea peligros: que es indispensable que renunciemos a nuestra libertad y nuestros derechos individuales a cambio de seguridad y protección’. Nada más actual. Cómo si se tratara de un anticipo del debate que vamos a vivir en los próximos años, Daniel Lacalle traslada la idea de que vienen tiempos que pondrán como excusa la seguridad y la protección pero se corre el riesgo de perder la privacidad y la libertad en definitiva.

En el último libro de Daniel Lacalle, ‘Libertad o igualdad’, hay un fragmento que dice ‘el miedo es una herramienta muy poderosa. Al decirnos constantemente que los robots nos quitarán el trabajo, que la próxima crisis será devastadora y que la vida será peor, los intervencionistas implantarán en nuestra mente una idea peligros: que es indispensable que renunciemos a nuestra libertad y nuestros derechos individuales a cambio de seguridad y protección’. Nada más actual. Cómo si se tratara de un anticipo del debate que vamos a vivir en los próximos años, Daniel Lacalle traslada la idea de que vienen tiempos que pondrán como excusa la seguridad y la protección pero se corre el riesgo de perder la privacidad y la libertad en definitiva. Algo que, por cierto, tiene mucho que ver con la conferencia virtual que ofrezco en unos días y a la que aprovecho para invitarte. 

Seguro que conoces a Daniel Lacalle, pero te recuerdo que es Doctor en Economía, Economista Jefe en Tressis SV, miembro del Consejo Asesor de la Fundación Rafael del Pino y de la HAC Business School en Nueva York y durante cinco años consecutivos fue elegido entre los tres mejores gestores del Extel Survey, el ranking de Thompson Reuters. Obviamente, estamos hablando de un libro escrito por uno de los economistas con mayor recorrido y consideración del mundo y eso, aunque no te sitúes en su misma órbita de pensamiento, debería ser un factor de interés para cualquier lector. De hecho, ¿qué mejor que leer a alguien que no piensa como tú pero que tiene una altura intelectual y de conocimiento que te llevará a los límites de tus propias convicciones? De eso va este libro, de reafirmarte con datos y una descarga intelectual muy generosa o, por el contrario, la de contraponer sus aportaciones con tus criterios aunque sean contrarios. En ambos casos, con este libro, sólo vas a ganar.

En esencia, ‘Libertad e Igualdad’ habla de capitalismo. Pero no lo define, lo confronta a partir de las múltiples maneras que se puede contemplar ese modelo económico. Lacalle ofrece su punto de vista, lo constata con un buen número de pruebas, que el intervencionismo suele fracasar de un modo sistemático. No obstante no creas que en este libro vas a encontrarte un discurso monocromo a favor del capitalismo. Es crítico en el modo en el que se aplica. De hecho pone en cuestión el riesgo de que las clases medias sigan perdiendo la fe en este modelo económico por una observación sesgada. Lacalle asegura que ‘la igualdad de oportunidades no equivale a gasto en prestaciones sociales. Igualdad de oportunidades significa que la sociedad le ofrece a cada individuo los medios para lograr lo que merece con su esfuerzo, no la promesa de que conseguirá más de lo que se merece o de aquello por lo que ha trabajado.’ 

Vienen tiempos difíciles. Eso es una obviedad. De la crisis sanitaria que vivimos vendrá una catástrofe económica inédita para los que estamos en edad de trabajar. Una recesión brutal está en la sala de espera. El modo en el que se está haciendo previsión va a marcar el futuro. Yo mismo defiendo que lo que hagamos en los próximos cinco meses, repercutirá en como vamos a vivir en los próximos quince años. Lacalle no podía saber cuándo escribió este libro lo que íbamos a vivir unos meses después. Pero curiosamente queda completamente contextualizado en lo económico. Coincido como dice él que la única manera de afrontar el futuro inmediato es con tecnología, cambio de modelo productivo y, como reafirma, en libertad. En realidad Daniel se ajusta en la defensa inevitable e irremediable, para no hipotecar a nuestros hijos en esta crisis inminente, de un sistema económico cuyo modelo social esté basado en la responsabilidad, el mérito y la recompensa. Un modelo social más sólido que el que pueda promover cualquier forma de intervencionismo.

En un capítulo memorable, Lacalle enfrenta sus ideas y sus datos a los que utiliza el admirado por muchos, Thomas Piketty. Un fragmento de ese debate atemporal dice que ‘a Piketty no parece importarle que el Estado distribuya bien o mal, que derroche o incluso que confisque hasta el 50 por ciento de la riqueza. Sin embargo, plantea algo que es simplemente imposible de poner en práctica: un impuesto global sobre la riqueza. Es imposible asumir que todos los países del mundo vayan a adoptar esa medida, y lo sabe, pero su propuesta será recibida con los brazos abiertos por gobiernos y partidos de muchos países. Y ése es el objetivo: proporcionar una justificación aparentemente “científica” a una intervención gubernamental masiva’. ¿A que dan ganas de leerlo?

Déjame que te señale un fragmento final que ahora está de rabiosa actualidad y que, en base a lo que podrás leer en el libro, permite digerir adecuadamente las decisiones políticas del gobierno español actual. Verás que, tras decisiones aparentemente económicas, de ‘escudo social’, se esconde una interesada acción ideológica y política. Cuándo esto pasa, el riesgo de tomar medidas que, aunque puedan ser justas, necesarias y sociales, el momento y método utilizado son suicidas. Estoy hablando de la renta básica, del ingreso mínimo vital, y este libro lo analiza de manera política, técnica y económica. Esta parte a mí me ha permitido poner en duda mis principios y mis conclusiones sobre la Renta Básica Universal. Él lo sabe, no coincido en toda la exposición, pero creo que eso hace el  libro mucho más atractivo. Como decía antes, ¿que mejor que un libro lleve al límite la defensa de tus convicciones? Este lo hace. 

Foto: La Razón

Foto: La Razón

Daniel asegura que ‘un caso claro de ideas equivocadas parapetadas bajo la excusa de la igualdad social es la renta básica universal (…) que es un subterfugio de las élites para crear una subclase zombi dependiente (…) es una medida proteccionista tan atroz como conceder un subsidio por motivos de raza o de género. La RBU no es básica. Es la promesa de una renta que se pagará en monedas cada vez más devaluadas con poder adquisitivo menguante. De modo que nosotros, como ciudadanos, renunciamos a nuestra libertad a cambio de una pequeña paga que no valdrá nada dentro de algunos años, cuando la inflación se la coma’.

Reconozco que aquí lo pasé genial. Mi idea sobre la renta básica es distinta y tiene que ver con un futuro inminente tecnológico y vinculado a la automatización de todo que la hará inevitable. Pero, como digo, que mejor que leer aportaciones que pongan en duda lo que piensas. De hecho, Daniel Lacalle dice en muchas partes de su libro algo tremendo. En concreto empieza algunos párrafos con un ‘¡Piénsalo!’ Lo dicho, os recomiendo este magnífico libro, una joya para la reflexión económica y sociopolítica. Se lee rápido, de manera ágil, con ese modo de explicar economía magistral y repleta de información contrastada con la que habitualmente Daniel Lacalle impregna sus obras.

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Tecnología, personas y las 8 claves de la Transformación Digital.

Realmente no necesitas una estrategia de transformación digital, lo que realmente precisas es entender que el mundo está cambiando. Algo que parece tan obvio no lo es a tenor de lo que se escucha y lee estos días. El pánico que una app ha generado al entrar en el mainstream de los noticiarios es de aurora boreal. Que si tus datos van de un lado a otro, que si mercadean con ellos, que si dices ‘reggae’ y ‘gasolina’ en la misma frase te aparecen anuncios de Daddy Yankee por todas partes, etc. No voy a alimentar esa paranoia. Otro día lo comentamos. Lo que realmente me interesa hoy es definir con claridad las claves de lo que se llama Transformación Digital en todo tipo de organizaciones y, que por lo normal como pasa con la susodicha aplicación que te envejece, suele vestirse de sucedáneos que dañan más que benefician. De ahí, como decía al principio, es fundamental entender primero que algo profundo e irrenunciable está pasando y, después, establecer una estrategia. No al revés.

Realmente no necesitas una estrategia de transformación digital, lo que realmente precisas es entender que el mundo está cambiando. Algo que parece tan obvio no lo es a tenor de lo que se escucha y lee estos días. El pánico que una app ha generado al entrar en el mainstream de los noticiarios es de aurora boreal. Que si tus datos van de un lado a otro, que si mercadean con ellos, que si dices ‘reggae’ y ‘gasolina’ en la misma frase te aparecen anuncios de Daddy Yankee por todas partes, etc. No voy a alimentar esa paranoia. Otro día lo comentamos. Lo que realmente me interesa hoy es definir con claridad las claves de lo que se llama Transformación Digital en todo tipo de organizaciones y, que por lo normal como pasa con la susodicha aplicación que te envejece, suele vestirse de sucedáneos que dañan más que benefician. De ahí, como decía al principio, es fundamental entender primero que algo profundo e irrenunciable está pasando y, después, establecer una estrategia. No al revés.

Para empezar, entender que la Transformación Digital es esencialmente contacto con la tecnología es esencial. No ha habido ninguna revolución tecnológica sin tecnología pero, sin embargo, es cierto que la cultura de empresa debe adecuarse a todo ese proceso. No siempre lo debe hacer antes, pero sí debe hacerlo siempre. Si lo hacemos de manera desconectada tendremos empresas u organizaciones muy avanzadas tecnológicamente pero de escasa capacidad para aprovechar sus beneficios o, por otro lado, podríamos tener empresas con una cultura organizativa muy engrasada pero sin comprensión tecnológica. Lo ideal es hacerlo a la vez. Así lo hacemos nosotros, gestionamos el cambio aplicando tecnología desde el primer momento y a nuestros clientes les va bastante bien.

De hecho, con uno de esos clientes con los que abordo estos procesos, el Banco Centroamericano de Integración Económica ubicado en Tegucigalpa pero con sedes en una veintena de países desde Corea del Sur, España, China y obviamente muchos de los países de Latinoamérica, estuve con parte de nuestro equipo las últimas dos semanas. Un trabajo complejo y sofisticado al ser un banco de desarrollo, pero de alto valor y que en el futuro explicaré a modo de caso.

Ahora bien, lo interesante es el debate que surge cuando hablamos de como estructurar una estrategia de Transformación Digital. Desde mi punto de vista, el concepto digital toma un papel relevante siempre que entendamos que la clave está en la transformación que provoca y no al revés. Si este post lo estuviera escribiendo a finales del siglo XIX, estaríamos hablando de ‘transformación industrial’, si fuera a mediados de los años sesenta del siglo pasado hablaríamos de ‘transformación electrónica’. Permanece el concepto ‘transformación’ pero toma su relevancia al sujetarse en una tecnología. De ahí que defiendo la importancia de comprender el momento histórico que vivimos. Muchos me pedís que enumere en algún artículo en que consisten las claves de esa transformación. Efectivamente son las que explico y traslado en mis conferencias del modo más didáctico e inspirador posible. Voy a intentar explicarlo de un modo rápido y sintético.

Para que dicha transformación llegue a realizarse, se requiere, al menos de estos ocho elementos claves:

1. Comprensión y liderazgo antes que Estrategia.
Elaborar una estrategia clara y flexible es decir que no debe que ser rígida ni la misma durante unos años; sino que tiene que ser modificable. De ahí que sea tan importante comprender el momento que vivimos y responder de manera efectiva a un propósito de toda la organización.

2. Colocar al cliente en el centro de la cadena de valor.
Es indispensable conocer todos los punto de contacto con el cliente y repensar toda la empresa a partir de ese grado de conocimiento. La idea sería eliminar el departamento de ‘atención al cliente’ y convertirlo en una actitud de empresa.

3. Convertir los datos en información. 
Trabajar en modelos tecnológicos capaces de extraer datos de esos clientes para que estos sean parte del modelo de empresa y que se logre una conexión real con él para entenderlo a tiempo real.

4. Estimular la venta predictiva.
En toda transformación tecnológica la tecnología es esencial. En esta, la clave parte de un modelo que sea capaz de ofrecer capas de inteligencia artificial a nuestra comprensión de los datos existentes. De la inteligencia artificial a la conciencia analítica que nos aporta toda la tecnología cognitiva.

5. Focalizar en la automatización de procesos.
No existe transformación digital sino se automatizan procesos. La tecnología tiene que permitir que en una empresa los procesos sean más eficientes y más óptimos pero a partir de una relación eficiente entre todos los miembros de la organización. Pasar de pensar juntos a hacerlo en común es parte de ese objetivo.

6. Innovación en nuevos modelos de negocio.
Si ya se posee un modelo de negocio, se deben estimular nuevos que hagan uso de las tecnologías existentes y combinarlo con el conocimiento acumulado. Se puede innovar, ser eficiente y ganar dinero con algo que hace 10 minutos era impensable como ‘servirizar algunos productos’. 

7. Estimular un nuevo modelo de organización.
Aquello que llamamos gestión del cambio en este caso es fundamental. No podemos convertir en robots a los miembros de una organización. El término robot deriva de la palabra checa ‘robota’ que significa esclavo. De hecho fue un término difundido en 1921 por Karel Capek gracias su obra teatral R.U.R. Desde entonces se ha aplicado a cualquier máquina que, independientemente de su tamaño, forma o movilidad, es capaz de realizar de forma desatendida y autónoma las acciones para las que ha sido diseñado. De ahí que será fundamental. Proponer la definición e implantación de nuevos hábitos de liderazgo y nuevas formas de relación como factor crítico de éxito y evolucionar hacia un modelo de liderazgo transformador, inspirador e impulsor del cambio. 

8. Fabricar un nuevo empleo.
Todo lo que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable y será necesario destacar esas habilidades humanas que no puedan digitalizarse. Sin embargo muchas de esas ‘skills’ propiamente humanas lo serán en mayor medida e intensidad en el momento en el que asuman que con tecnología se pueden potenciar. La tecnología es el ‘cómo’ y nosotros siempre seremos el ‘porqué’. Habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad tecnológica, el error inteligente y la capacidad de hacer buenas preguntas nos llevarán a un nuevo modelo de empleo que se debe ir estableciendo mientras transformamos nuestras empresas. 

En definitiva, y de un modo muy rápido, he intentado explicar que no hay llaves maestras para que una empresa no pague peaje en su transformación y sea exitosa esa travesía, pero sí podemos intuir el camino que pudiera ayudarnos a enfrentarnos al mayor desafío que nuestra economía y sociedad va a vivir desde hace mucho. Mientras nuestros dirigentes miran hacía sus ombligos, el mundo gira y necesita que hagamos las cosas nosotros mismos. ¿Has empezado?

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Democracia, tecnología y ciudadanía: 'Le Grand Débat National' de Macron.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, puso en marcha hace unos días la iniciativa ‘Le grand Débat National’, una iniciativa que pretende dar voz, y estructura para encauzarla, a los ciudadanos galos. La implementación se extenderá hasta el 15 de marzo y, según él, pretende ‘transformar la práctica democrática’. Para ello ha vinculado un modelo tecnológico que permita abordarlo con la promesa de llevar adelante las medidas que se negocien finalmente.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, puso en marcha hace unos días la iniciativa ‘Le grand Débat National’, una iniciativa que pretende dar voz, y estructura para encauzarla, a los ciudadanos galos. La implementación se extenderá hasta el 15 de marzo y, según él, pretende ‘transformar la práctica democrática’. Para ello ha vinculado un modelo tecnológico que permita abordarlo con la promesa de llevar adelante las medidas que se negocien finalmente.

Para el desarrollo de esta serie de consultas públicas, el presidente envió una “Carta abierta” a los ciudadanos en la que propuso 35 preguntas, que fueron estructuradas en los ejes de transición ecológica, organización del Estado, fiscalidad, democracia y ciudadanía. Según Macron, la idea es que se registre la mayor participación posible en este debate. Entre las 35 cuestiones destacan 10 que entran en el verdadero asunto de la financiación de los servicios públicos y el modelo socioeconómico que pueda enfrentarse a los retos del futuro inmediato. Dudas que perfectamente podrían extrapolarse a cualquier país de la Unión. 

Macron sabe que en las redes sociales está la batalla. El germen de todo conflicto social aparece ahí y se vuelve exponencial rápidamente. Los chalecos amarillos surgen de una organización asíncrona digital y obliga a dar respuesta en el mismo espacio. De ahí el valor trascendental de tres herramientas tecnológicas al alcance del presidente francés y que se derivan de este debate nacional: la recolección de datos de manera masiva, recuperar la iniciativa digital que ya tuvo Macron cuando se alzó con la victoria electoral en su día y, sobretodo, comprender el lenguaje, modo y uso que se hace hoy en día de la práctica política sin encabezamientos ni estructuras tradicionales. Es como jugar en campo contrario pero habiendo visualizado muchos partidos de tu rival en video.

Cuestiones directas que los franceses están debatiendo ya en entornos digitales y presenciales como ¿qué impuestos hay que bajar, a su juicio, según la prioridad? ¿hay que suprimir ciertos servicios públicos demasiado caros para su utilidad? ¿cree usted que hay nuevas necesidades de servicios públicos? ¿cómo financiarlos? ¿es necesario reforzar la descentralización y dar más poder de decisión a la acción más cercana a los ciudadanos? ¿A qué niveles y para qué servicios? ¿cómo financiar la transición ecológica: con impuestos, tasas y a quién debe afectar prioritariamente? ¿qué propuestas concretas haría usted para acelerar nuestra transición medioambiental? o ¿cómo podemos compartir estas decisiones a escala europea e internacional para que nuestros productores no se vean penalizados con respecto a sus competidores extranjeros? 

Otro grupo de preguntas inciden en la fase quirúrgica en la que se encuentra la propia fórmula democrática. Para debatir al respecto hay tres aspectos concretos que también me parecen muy interesantes como ¿hay que reconocer el voto en blanco? ¿hay que hacer obligatorio el voto? o ¿hay que incrementar el recurso para los referéndums y quién debe ponerlo?

Dejando de lado el hecho de que hay quien considera que este podría ser el último recurso que le queda a Emmanuel Macron tras la crisis de los ‘chalecos amarillos’ y que podría ser una especie de burbuja de oxígeno para intentar salir de la profunda crisis social y política que atraviesa Francia, que no dudo, prefiero analizar el hecho de que estamos ante la obligatoria modificación de los modelos de uso que tiene nuestra democracia. 

Dos de cada tres franceses son escépticos ante la utilidad de este gran debate nacional. Hay quien considera que este debate no es más que una precampaña electoral de las europeas y que lo que va a provocar es lo contrario de lo que busca: abrir la caja de Pandora. No obstante, es indudable que los ciudadanos tienen ahora dos meses por delante para expresar su planeamiento político y económico y hablar de sus propuestas sobre cómo afrontar el futuro. Algo que va más allá de organizaciones establecidas o comicios programados. Los debates, organizados en su mayoría en los ayuntamientos, han comenzado a partir de un modelo híbrido entre lo digital y lo analógico y los resultados serán canalizados y estudiados por el Gobierno en abril.

Independientemente del uso que hagan los franceses, de la utilidad del proceso y de los efectos políticos que tenga, algo es algo. No se trata de ‘trending topics’ o de ‘likes’ colectivos, ni siquiera de salir a la calle a gritar ‘estoy en contra de todo’. Independientemente de que nos parezca una estrategia electoral o de un salto arriesgado frente al follón que tienen allí, la verdad es que ofrecen una metodología y un contenido interesante para debatir. Veo muy positivo aprovechar lo que nos permite la vanguardia tecnológica, y una nueva cultura de uso de la misma socialmente, para algo más que ofrecer videos ocurrentes en las redes sociales. 

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El debate de ideas (económicas) aparece en las primarias del PP

La exministra Celia Villalobos consideró que una de mis afirmaciones durante el programa de La Sexta, ‘Liarla Pardo’, en el que participo semanalmente, no era correcta. Ella consideraba que decir que en las primarias del PP no hay debate ideológico era una afirmación fuera de la realidad y que sí se estaba produciendo. Realmente, hasta hace muy poco no he visto ese debate. Es justo ahora que parece se inicia un ligero análisis de ideas en el ámbito de la economía. Bienvenido sea y mejor si en ese debate los que lo estimulan son gente como Álvaro Nadal y, especialmente, Daniel Lacalle.

La exministra Celia Villalobos consideró que una de mis afirmaciones durante el programa de La Sexta, ‘Liarla Pardo’, en el que participo semanalmente, no era correcta. Ella consideraba que decir que en las primarias del PP no hay debate ideológico era una afirmación fuera de la realidad y que sí se estaba produciendo. Realmente, hasta hace muy poco no he visto ese debate. Es justo ahora que parece se inicia un ligero análisis de ideas en el ámbito de la economía. Bienvenido sea y mejor si en ese debate los que lo estimulan son gente como Álvaro Nadal y, especialmente, Daniel Lacalle.

Y es que sin duda alguna, el asunto sobre como vamos a pagar la fiesta y como se pretende afrontar el gasto creciente del estado del bienestar y sus garantías, es el dilema. Es el principal, es el que determina el modo en el que otros asuntos podrán afrontarse. Sin riqueza, sin medios, es imposible atender necesidades, ni distribuir nada. En ese escenario se sitúan dos maneras de ver el mundo económico, o bien incrementando impuestos o bien apostando por reducirlos. De subirlos o bajarlos se derivan dos temas: el tiempo de espera obligatorio en el primer caso para poder atender necesidades sociales. Y en el segundo, el incremento de déficit mientras no llegan los ingresos, pero aplicándose previamente el gasto que se prevé poder saldar después.

El centro derecha presume de crear riqueza y el centro izquierda de redistribuirla. Los primeros suelen acusar a los segundos de malgastar su esfuerzo y de subir impuestos para equilibrarlo. Los segundos consideran que los primeros no atienden a las desigualdades con la suficiente sensibilidad. De esto se deriva que la derecha presenta su política económica con un deseo de reducir impuestos y la izquierda de subirlos selectivamente. El problema es que ni unos los rebajan siempre ni los otros son tan selectivos.

Estamos ante el anuncio de una subida importante de tributos, así nos lo han ido contando. De hecho se buscan 6.500 millones para reducir el coste sobre el déficit que tendrán un buen número de medidas que exigen 8.500 realmente. De eso trató mi intervención precisamente en el programa. De cómo se está planteando un inicio de nuevo gobierno a nivel presupuestario atendiendo a las subidas de impuestos que se han anunciado.

Para ello el catálogo Otoño Invierno de esa subida de impuestos es de aurora boreal. Subidas al gasóleo, impuesto de sociedades, tasas a tecnológicas, a la banca, a la renta del capital, etc., suponen la voluntad de reducir el déficit público, el de la seguridad social, cumplir con las exigencias de Bruselas y paliar el deterioro de las pensiones. El riesgo que con estas subidas se penaliza al sector productivo, provocando a medio plazo que pase todo lo contrario a lo que se espera. Pan para hoy y paro para mañana.

En esto de atacar el Impuesto de Sociedades hay indicadores que muestran que no todo es tan fácil como subir impuestos y recaudar más. En 2017 se recaudó por esta vía 23.000 millones. En 2003, hace una eternidad, se recaudaron 21.900. Mientras que el PIB español ascendía en el mismo período un 45%, algo así como 360.000 millones de euros, la recaudación apenas aumentaba. Mucho cuidado con penalizar impuestos que deterioran la capacidad de inversión, contratación y, sobretodo, investigación. Te puedes encontrar que no aumente la recaudación, te cargues el sistema de crecimiento de esas mismas empresas y, lo peor, limites las opciones de hacerse competitivas en un entorno tremendamente cambiante y exigente.

Un tema mayor. España se está quedando en un vagón incómodo. La falta de un plan transversal, ambicioso y agresivo para revertir el retraso tecnológico que vive nuestro modelo de crecimiento, anclado en aquello que nos aporta facturación y beneficio a costa de sueldos miserables, lo vamos a pagar caro. La lejanía absoluta de la ‘clase política’ de la realidad digital y tecnológica es de susto o muerte. De ahí que le escribiera esta carta a Pedro Sánchez. 

Volvamos al debate. Sólo cuando toca mostrarse moderno aparecen las ideas. En este caso, es una buena noticia que los candidatos del PP en las próximas primarias tengan un debate sereno sobre el futuro económico. O por lo menos lo tengan otros en su nombre. El de Santamaría suena a discurso de manual no obstante, digitalización manida y mucho texto de catálogo. El de Casado, gracias a la aportación de Daniel Lacalle, es mucho más entero y pragmático: rebaja de impuestos a empresas tecnológicas al más puro estilo irlandés. Si se puede hacer, ¿por qué no hacerlo mientras no hay una política fiscal europea equilibrada?

El plan de Lacalle puede sin duda alguna, al final, atraer empresas tecnológicas en algo más que en aquello de montar un ‘call center’ o de montar unas oficinas de ‘investigación’ por parte de algunos que ya estaban por aquí. Se trata de poner en marcha políticas fiscales que aceleren una modificación del modelo de crecimiento y estructura económica de nuestro país. Digitalización, sin aceptar lo que supone analizar un país automatizado, no vale. Robotización sin hablar de cómo socialmente lo vamos a afrontar, tampoco. Sin fiscalidad atractiva no vamos a ver por aquí los motores de cambio que se van a necesitar. Depender de los sectores de siempre no va a ser una solución y esos que debemos estimular precisan de medidas concretas que los animen a venir.

No se trata de un mundo lejano. Se trata de incorporar en el análisis político y económico aquello que lo va a cambiar todo en muy poco tiempo. Ya lo está haciendo. Es inevitable. Cambios que muchas veces ignoramos por que son a tiempo real. No nos damos cuenta pero están. En diez, quince años las computadoras cuánticas serán algo normalizado y exponencialmente cambiarán nuestra relación con la información y el cálculo. Estaremos bajo redes 10G y los sensores de la Internet de las Cosas junto a dispositivos de realidades virtual y aumentada, en apenas una década, estimularán la llamada Internet del Todo. ¿Está nuestra economía preparada para ello? ¿Qué piensan los políticos que deben conducir esa transformación económica y social en un país como el nuestro? ¿Tenemos el talento suficiente? ¿Qué empresas van a ser los motores de cambio? ¿Cuántas vendrán sin modificar nuestra fiscalidad? ¿Podemos crear grandes actores económicos y empresariales para la economía del futuro con las herramientas actuales? Aquí hay talento y capacidad, ¿se lo ponemos fácil? ¿Se está fabricando un ecosistema entre universidad, empresa, innovación y acción política?

Es evidente que sólo con la acción política no se produce ningún cambio de este tipo, sólo se lidera. Para ser parte esencial de esa revolución que acelera cada vez más, debemos atraer a quienes lo van a protagonizar, los que van a generar el empleo cualificado y nos van a dar las opciones de permanecer en el mundo del conocimiento. Eso son empresas de todo el mundo, inclusive las nuestras, tecnológicamente avanzadas. Por eso, prefiero la propuesta de Daniel Lacalle que indica claramente como afrontar uno de los primeros peldaños en esa gran escalera que deberemos subir.

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Tecnoconsciencia y la adaptación al cambio de modelo económico y social.

Ayer participé en un debate organizado por la Direcció General de Telecomunicacions i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya donde se analizaba, en mi mesa, el concepto de la ‘tecnoconsciencia’ social. Es algo de lo que discutimos aquí y del que mucho se está empezando a decir. Llevamos algún tiempo viviendo una aceleración tecnológica como nunca antes había vivido la especie humana y eso, con el incremento de la velocidad que va a adquirir, aun va a ser más radical, de un modo exponencial. 

Ayer participé en un debate organizado por la Direcció General de Telecomunicacions i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya donde se analizaba, en mi mesa, el concepto de la ‘tecnoconsciencia’ social. Es algo de lo que discutimos aquí y del que mucho se está empezando a decir. Llevamos algún tiempo viviendo una aceleración tecnológica como nunca antes había vivido la especie humana y eso, con el incremento de la velocidad que va a adquirir, aun va a ser más radical, de un modo exponencial.

Desde la consultora en transformación digital para empresas e instituciones tratamos cada día el complejo tránsito en el que estas organizaciones derivan de una simple presencia digital a un espacio de conversión en ventas para las primeras o de implementación de modelos que utilicen toda la potencia de la digitalización en las segundas. No es fácil, pero hay método. Todo gira en torno a la manera de entender el momento, las claves que se persiguen y los objetivos convertidos en finalidad práctica. No todo es hablar de conceptos, que también, pero hay que darles forma real, aspecto de beneficio en todos los sentidos.

La Ley de Moore dice que la potencia de los chips de los ordenadores se dobla cada año, pero ahora entendemos que esta ley no sólo se restringe a los chips, es algo que pasó con los diodos, las válvulas, y todo lo que se desarrolló antes, y no sólo se restringe al campo de los ordenadores, está ocurriendo en la biología sintética o la biotecnología. Cada vez que convertimos la tecnología en una ciencia de la información se convierte en exponencial. Hay quien duda que esa capacidad de crecimiento sea infinita puesto que físicamente hay un límite. En ese momento, para seguir creciendo exponencialmente requeriremos de otra tecnología, pero mientras ese momento llega, ¿qué debemos hacer? ¿cómo vamos a vivir ese tránsito acelerado empresas, individuos e instituciones?

Hoy en día cualquiera de nosotros en su bolsillo lleva más capacidad tecnológica de la que llevaba cualquiera de las sondas espaciales que nos llevaron a la luna. Hace apenas una década muchos de los términos que ahora utilizamos, modos de transmitir el conocimiento y métodos de trabajo eran absolutamente desconocidos. Ahora mismo confluyen muchos cambios, de hecho casi es imposible listarlos todos por la emergencia en la que se van sucediendo. Por poner un ejemplo que no solemos hablar aquí. En breve las posibilidades que aportará la codificación de nuestro ADN y los avances biotecnológicos nos llevarán una nueva medicina de tipo preventivo y que dejará en un segundo plano la que ahora tenemos de tipo curativo.

Otro que hay que tratar. El asunto energético será clave también. A pesar del anunciado punto de no retorno de las energías fósiles, cada vez, el coste energético con fuentes alternativas son menores. La electricidad que se genera a partir de paneles solares provocará que todos los individuos puedan fabricarse su propia energía dicen. De hecho cada año y unos meses, se duplica la producción de energía de este tipo. Según algunos expertos en apenas quince años, la capacidad instalada podrá generar el completo de la electricidad que se consume en el mundo.

Mientras la medicina y las fuentes energéticas van evolucionando, nosotros, los individuos nos iremos hiperconectando. La consciencia de todo ello se hace cada vez más compleja pero al mismo tiempo más absoluta. La geografía como ahora la conocemos se va a ir desdibujando. Ya sucede. Tres mil millones de humanos están conectados los unos a los otros y en cinco años seremos el doble.

El comercio electrónico, la organización digital, la operativa de los datos y la interconexión con objetos lo transforma todo. Vivimos en una plataforma aterritorial, donde las cosas y los pensamientos se transmiten de un modo integral y donde el conocimiento no requiere ser adquirido con respecto a donde vives. Un estudiante de Lagos es capaz de acceder a los mismos datos sofisticados que uno de California. El MIT ha puesto online todas sus enseñanzas para que puedan verlas todo el mundo. La educación va a convertirse en un servicio libre y gratuito para todo el mundo. ¿Por qué no permitir a nuestra empresa o nuestra institución pueda adquirir ese espacio también?

Aquí aparece siempre el concepto del ‘posthumanismo’, el de la singularidad, el de que las máquinas nos quitarán el empleo. El hecho de que todo esté conectado y que esa conexión en muchas ocasiones represente un espacio en el lenguaje de los robots y de la inteligencia artificial asusta. Y es para asustarse. Siempre ha sido así. Cuando no entendemos como será el futuro nos acojonamos pues sólo vemos lo que no será y difícilmente podemos divisar lo que sí podría ser. De todo hay y ya explicamos las voces criticas que hay y que cada vez son más intensas.

Hay países dónde ese futuro se afronta de un modo optimista y otros que lo abordan desde el miedo. Estos últimos lo van a pasar muy mal. El mercado de trabajo no va a ampliarse, si tienes un 25% de paro no vas a reducirlo ya, nunca, al 4%. El pleno empleo es una quimera para los que no están enfrentándose al futuro como toca. En menos de un decenio el mercado laboral se fragmentará eliminando intermediarios dejando en dos espacios contrarios todo el sistema.

Hablamos de los empleos cualificados bien pagados por un lado y los de escasa cualificación y mal pagados por otro. El riesgo es la fractura social más que evidente. Lo mismo pasa con empresas y sistemas políticos. Donde podamos incluir un software o un robot capaz de hacer algo que un humano sea más lento o ineficiente, el cambio sucederá. Sin embargo, cada vez que un intermediario desaparezca, cada vez que un automatismo se encargue de un puesto de trabajo ‘humano’ la cadena de sucesos se irá agilizando. Millones de nuevos empleos aparecerán, menos que los que se destruirán por una lógica física. Nuevos modelos impondrán un reto para los gobiernos y por supuesto para las personas. La revolución tecnológica precisará de que cada uno de nosotros tengamos nuestra propia revolución íntima.

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El poder económico pivotará y lo hará rápido. En cinco años los países más poblados del planeta que ahora están considerados ‘emergentes’ pasarán a ser las mayores economías del planeta. Así lo estima la ONU. Casi la mitad del planeta se incorporarán en nada a la competición global. Serán productores, competidores, pero también compradores, consumidores. Es clave ver esa doble vía.

El problema que tenemos en algunos lugares es que todo este tremendo cambio de época que estamos viviendo precisa no solo de acción directa de los que definen las políticas. Es imprescindible que lo hagamos todos como sociedad. Que si vemos que la educación no está adecuada a lo que viene, pues debemos exigir esos cambios. Si la economía se embarca de nuevo en una locura inmobiliaria, de nosotros depende no alimentarla. Si el progreso y la tecnología se enreda con leyes que lo ralentizan todo, debemos exigir que los avances en todos los campos lleguen a directamente.

Hace un siglo la humanidad era campesina. El mundo entraba en colisión con una nueva amenaza llamada tecnología. La ciudad era su escenario. Sin embargo el tiempo pasó y fuimos capaces de entenderlo no sin problemas. Ahora menos del 3% de la población occidental trabaja o vive del campo. Aparecieron nuevos empleos y ahora pasará lo mismo. Al igual que entonces, aquellos empleos que iban naciendo y que nadie podía ni imaginarse décadas antes, ahora viviremos, más rápido el mismo punto disruptivo. Somos innovadores, nos adaptamos y aprendemos de nuestros propios retos. La única cosa que debe preocuparnos es si nuestro modelo actual, de negocio, de relaciones o intermediación, es válido como está o precisa de que alguien nos ayude a tramar una estrategia para no sufrir a muy corto plazo.

La tecnología reduce el costo de todo. Si algún día todo ello fuera ‘gratis’ el concepto trabajo estaría en riesgo. Lo mecánico, pesado, repetitivo pasaría a ser una obligación técnica y los humanos podremos dedicarnos a cosas más edificantes y creativas. Veremos cuando y como, pero de momento no estaría mal irse preparando. Las cosas suceden y luego las entendemos decía Borges. Pues eso, cuanto antes nos pongamos, antes las entenderemos y así podremos disfrutar de todos sus beneficios.

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Economía, Sociedad, Startups Marc Vidal Economía, Sociedad, Startups Marc Vidal

Perder el tren de #Europa definitivamente

Ayer se pudo poner en contraste dos maneras de entender el debate europeo. Por un lado los ciudadanos pudimos asistir a un encuentro cara a cara entre Elena Valenciano y Ricardo Arias Cañete, ambos cabezas de lista electoral para las europeas del 25 de mayo en España. En paralelo y con escasa diferencia de tiempo, se desarrollaba otro debate entre los cinco líderes europeos en la Eurocámara. A simple vista, y viendo las imágenes de la escenografía y formato de uno y otro, ya te vas dando una idea de por donde fueron las diferencias.
El debate de los dos candidatos españoles fue encorsetado, rígido y encerrado en un plató, como siempre. El de los líderes europeos se adaptó a la grandiosidad del momento, la decoración propia de un show y la agilidad que precisa el público joven enganchado al seguimiento por varios, canales, pantallas y dispositivos. La evidencia de que en un lugar se pasaba trámite y en otro se disfrutaba era evidente. Convertir el parlamento europeo en una especie de jubilación dorada para políticos que, debiéndoseles mucho, estorban en la primera línea nacional, es un error que pagaremos.

Mirar las listas de algunos partidos da vergüenza ajena. El gasto en interpretes ridícula pues como mínimo un diputado europeo debería de dominar el inglés y, considero, alguna lengua más que la materna. Claro que, como no hay pruebas de acceso, únicamente cobro de servicios prestados, eso no cambiará en muchos lugares en tiempo. En este tipo de elecciones donde cuesta saber a quién votas realmente puesto que la conformación final del Parlamento y la Comisión depende de sus repartos a posteriori, lo más nutritivo es tomarse la molestia de ver quienes van en esas listas, que han hecho hasta la fecha y que conocimiento pueden tener de esa Europa del futuro que todos proclaman intocable. Si lo haces bien verás que unos se lo toman en serio y otros han detectado una residencia para la tercera edad política muy cómoda y bien pagada. Pero por suerte hay cosas destacables y positivas.

Me quedo con Neelie Kroes, vicepresidenta de la Comisión Europa y su ímpetu por estimular un cambio de época desde su compleja posición. Esta mujer entiende el momento digital, el papel de las Startups y el valor revolucionario de la Nueva Economía. En una de sus cartas recientes aseguraba que el mundo se está moviendo muy rápido y que, por ello, ahora más que nunca está claro cómo las herramientas digitales sostienen y lo transforman todo. El mundo de 2014 no es el mundo de 2009 y cualquier presidente entrante tendrá que prepararse para el 2020 y más allá.

Recomiendo la lectura detallada del discurso de esta mujer. Habla con claridad de temas que muchos otros políticos o no quieren tratar o, lo que es peor, ni siquiera saben a que se refiere. Os he traducido dos fragmentos destacados pero os recomiendo la lectura completa. A su vez os dejo con el video en el que hace una llamada a las Startups de Europa enlazando con la redacción de un ‘manifiesto’ en ese sentido. Está también en español.

Se mire por donde se mire, lo digital está alterando y transformando nuestro entorno. Como lo hizo Amazon en el mundo de los libros o la logística, Spotify e iTunes en el de la música, Uber en el de los taxis, Airbnb en el de los hoteles, Netflix en el de la TV, Skype y WhatsApp en el de las comunicaciones y otros. En el futuro estas transformaciones podrían extenderse a la forma en que entregamos la educación, energía, salud y mucho más.

Por eso hace falta un presidente totalmente digital que haga que su prioridad sea gestionar y abrazar el cambio. No sólo con palabras, ni con bromas sobre el uso de iPads y Twitter. Eso es algo que he sufrido en los últimos cinco años. Palabras no serán suficientes. Esto requiere la superación de los sistemas de una herencia antigua, rompiendo barreras, y haciendo frente a los intereses creados.

Más allá de las redes: se trata de todo el ecosistema innovador apoyado por la internet. Es fácil para cualquier político para hablar de liderazgo innovador europeo. Sin embargo, hoy en día, para cualquier empresa joven, digital significa innovador y novedoso medio digital. Los dos son inseparables; el apoyo a uno significa abrazar la otra: la UE del mañana tiene que permitir que el entorno en el que ambos puedan florecer. No os parece que, a pesar de que son palabras, hay una Europa con gente empujando y otra que sigue mirando como el tiempo transcurre.

Prefiero la Europa de la señora Kroes, la del debate de #tellEurope de ayer y la de muchos eurodiputados con los que he tenido el placer de reunirme estos cinco años para hablar de ‘tecnosociedad’, futuro y cambio de modelo económico. Haber sido parte de un grupo de trabajo en el Seventh Framework Programme me ha servido para aprender muchas cosas extraordinarias y para descubrir otras menos agradables.

Las dos maneras de ver el futuro de Europa lo resumo en tres fotos. Una es la que, mientras los dos cabezas de lista de los dos ‘grandes’ partidos en liza en España no abordaron el tema de Catalunya, en el otro debate se puso sobre la mesa sin problemas. Otra fue la que, a la vez que Europa escuchaba las redes sociales para que los políticos respondieran a tiempo real, Cañete y Valenciano seguían a la suya. La tercera fue el instante que los cinco de Bruselas abordaban temas tecnológicos y los dos de Madrid seguían con el ‘tu lo hiciste peor cuando gobernabas’.

Para no sentir como perdemos el tren de Europa, el tren del futuro definitivamente, me quedo con la Europa que se respira y vive por aquí de momento. Estoy convencido que el tren no pasará muchas más veces, pero volverá a pasar y nos ofrecerá la oportunidad de subirnos. ¿Nos estamos preparando para ese momento? No lo tengo claro.

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Marc Vidal Marc Vidal

Cómo pasa el tiempo

Hace unos días, en el tradicional regreso a casa que por fechas navideñas hacemos los expatriados, me encontré en un tren con un lector de este blog y seguidor (como él se definió) de mis proyectos. Son de esas cosas que cuando te pasan primero te dejan un poco sorprendido pues no te lo esperas y a continuación sientes una mezcla entre vergüenza por que normalmente ese “¿eres Marc Vidal?” provoca las miradas del resto que deben pensar “¿quien será este?“ y miedo por no ser exactamente como el interesado esperaba. También se unen una sensación de no tener claro que se debe decir en esos momentos con el respeto que me merecen todos y cada uno de los miles de amigos que cada día leéis este espacio desde hace tanto tiempo. En concreto este amigo me comentó que hacía muchos años que me leía aunque no comentaba en el blog. Unas horas más tarde, el mismo lector, me saludaba en Twitter y me enlazaba un video por el que, según él, me consideraba alguien a quien tener en cuenta. Era un video de un debate en TVE hacía más de dos años y en el que me tocó lidiar con quien, esa misma tarde, nombraron Conseller de Treball de la Generalitat de Catalunya. Recuerdo que mi padre me dijo “menudo ojo tienes, le das hasta en el cielo de la boca a un tipo que dos horas más tarde lo nombran casi Ministro, ¡eres un crack!“. Así fue, y hoy os dejo con el vídeo que lo relata. Le he dado un toque sepia y “vintage“ para que sepamos que todo lo que allí se dice sucedió hace dos años (una eternidad).
Quedará para la posteridad cuando el Sr. Mena (que horas después fue nombrado el responsable de Trabajo en la Generalitat) aseguraba que España crecería en 2012 y quedará para mis nietos cuando yo le digo “que nos van a crujir a impuestos“. Fue divertido, por eso lo repongo. Durante todo el programa intento hablar de responsables (como siempre he hecho), de afrontar el nuevo tiempo (aportando ideas, escenarios y protagonistas) y de localizar la masa crítica del cambio en los emprendedores.

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Marc Vidal Marc Vidal

DEBATE CON LA SGAE

El miércoles que viene tengo un debate en el Colegio de Abogados de Barcelona sobre "Internet y derechos de autor". Será a las 19 horas y es abierto al público en general aunque hay que inscribirse previamente aquí. Los participantes serán Martí Manent de la Asociación Española de Comercio Electrónico, Ismael Nafría de La Vanguardia y la abogada de los Servicios Jurídicos de la SGAE Mercè Vallverdú. Seguro que será interesante y, en gran medida, polémico. Soy el único que va a defender las descargas gratuitas en la red tal y como ahora está el panorama en estos momento y, seguramente, el que sufrirá la mayoría de recriminaciones por parte de los más legalistas que si se agarran a la normativa tengo todas las de perder obviamente. Espero poder explicar que los tiempos de la economía relacional no es un obstáculo para los autores sino todo lo contrario. Me interesa diferenciar quien no ha entendido (o si) que los tiempos han cambiado.

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