En la economía 'contactless' la única opción es innovar

El futuro no se espera, se debe conquistar. Algo que obviamente no es fácil pero que en un momento como el que vivimos se convierte en un debate de perspectivas. Si decides invertir, arriesgas en el peor momento posible, si decides esperar tal vez en un tiempo no puedas vender lo que hasta ahora había sido rentable. Además, según un estudio realizado por Innovation Leader, a más de 750 empresas, solo el 24% ha realizado inversiones para innovar en los últimos tres meses y así afrontar la crisis que vivimos de un modo más agresivo. La mayoría había dudado, en lugar de realizar experimentos más pequeños o recortar costos en un esfuerzo por proteger su negocio principal y capear la tormenta inicial.

El futuro no se espera, se debe conquistar. Algo que obviamente no es fácil pero que en un momento como el que vivimos se convierte en un debate de perspectivas. Si decides invertir, arriesgas en el peor momento posible, si decides esperar tal vez en un tiempo no puedas vender lo que hasta ahora había sido rentable. Además, según un estudio realizado por Innovation Leader, a más de 750 empresas, solo el 24% ha realizado inversiones para innovar en los últimos tres meses y así afrontar la crisis que vivimos de un modo más agresivo. La mayoría había dudado, en lugar de realizar experimentos más pequeños o recortar costos en un esfuerzo por proteger su negocio principal y capear la tormenta inicial.

Un nuevo escenario, una nueva ‘contactless economy’

Un nuevo escenario, una nueva ‘contactless economy’

Las crisis deben ser una gran oportunidad para innovar. No hay otra en la mayoría de los casos, aunque también puede ser un lugar siniestro donde cueste ver por donde hacerlo. Dependerá de la actitud del tejido industrial, de la capacidad de estimular el acceso a la tecnología y de la hoja de ruta que marcan los gobiernos. El problema, el más grave, es que en base a las decisiones y desafíos que se asuman, un país entero, una empresa o un trabajador, pueden quedarse relegados a un vagón del que sea difícil salir en el futuro. Por el contrario, una planificación innovadora, un modelo de inversión en transformación digital y una estructura fiscal y de ayudas públicas, puede convertir el peor de los escenarios en uno de crecimiento a medio plazo. Lo que se haga en los próximos cinco meses determinará los próximos cinco años.

Es muy complicado, pero en otras crisis otros lo lograron. Hay quien asegura ya quién podría ser el ganador de la crisis actual. Algunos gobiernos están tomando decisiones que comprometen gastos estructurales y dejan poco margen a la inversión tecnológica mañana. Es normal que se quiera salvaguardar el estado del bienestar y sus amortiguadores, pero se está castigando el tejido productivo de una manera brutal en los últimos meses. Hablo de muchos países europeos. Mantener los expedientes de regulación temporal de empleo impide entender la verdadera dimensión del problema a nivel laboral y productivo y, además, retrasa la necesidad de las empresas a ajustarse a la realidad al no tener la presión salarial. Esta crisis, inédita, de proporciones bíblicas, se va a llevar por delante mucho de lo construido, mal, en los últimos años. De ahí que no es tiempo de esperar, es tiempo de actuar. Es momento de revoluciones, públicas, empresariales e íntimas. 

Tal vez, lo más inteligente sea esperar, observar y actuar. Ninguna de las tres fases debe ralentizarse. Esperar a ver las objeciones fiscales y tributarias que nos vamos a encontrar cuando se tenga que pagar la fiesta de las ayudas públicas, observar en que se traduce eso de la Nueva Normalidad y que negocios van a ser potencialmente rentables y, finalmente, actuar en base a eso, probando, abaratando los costes de la prueba y error con ejercicios digitales y tecnológicos que lo permitan ¿Que sabemos sobre el modo en el que las empresas están afrontando la necesidad de modificar procesos, contacto con sus clientes, metodologías y modelos de negocio? ¿Cómo están afrontando la llamada economía ‘contactless’? ¿Que están haciendo para capear las limitaciones de la ‘low touch economy’?

Pues según la encuesta que he nombrado al principio desarrollada por Innovation Leader a Pymes especialmente europeas, el 60% de las empresas analizadas mantienen las ofertas comerciales existentes a través de optimizaciones incrementales, el 23% está asumiendo riesgos para proyectos a largo plazo y el 17% se dirige hacia proyectos que, aunque se basan en el largo plazo, sean en realidad planes de transformación. Para ello, el 75% ha decidido probar con el diseño de un nuevo producto o servicio, el 52% se ha aventurado en un nuevo mercado o segmento de clientes y el 45% ha intentado ambas cosas a la vez. Cuanto más pequeña es la empresa, mayor es, curiosamente, la tendencia a esta última de diseñar cosas nuevas, para mercados nuevos. A esto se la llama, en realidad, innovación disruptiva.

La innovación disruptiva era algo que explicamos en consultorías o talleres, es un modelo de mejora que decide enfocar nuevos productos en nuevos mercados. Eso es mucho más que la conocida como innovación incremental, la que intenta innovar para vender lo mismo a nuevos mercados o vender cosas nuevas al mercado de siempre. Vemos así, que las crisis, y esta va a ser la más profunda que vayamos a vivir probablemente en nuestra vida, tienen un punto de contacto inmenso con la disrupción. Disrupción tecnológica, social, política y cultural. Todo tiene que ver. 

Veamos que han hecho algunas empresas durante la fase más dura de confinamiento. Hay empresas ayudan a inspirar en ese sentido. Pepsico es una de ellas. Cuando el bloqueo llegó a sus mercados clave, el equipo de PepsiCo decidió aprovechar el hecho de que las personas tendrían que comer en casa durante un período prolongado. En menos de un mes, desarrollaron dos nuevas plataformas directas al consumidor: Pantryshop.com y Snacks.com. En la primera los consumidores pueden solicitar paquetes especializados de las marcas más vendidas de PepsiCo, y la segunda es una tienda electrónica de bocadillos. Tal cual. No es reinventar la rueda, pero sí es completamente distinto a lo que hacían justo el día antes de decretarse la pandemia. 

Hay más ejemplos. Con el transporte aéreo bloqueado globalmente, Emirates se enfrentó a la posibilidad, incluso, de tener que declararse en quiebra. En cambio, decidieron poner en marcha rápidamente el modelo vinculado a ‘cargo’ y ofrecer prácticamente sólo vuelos de transporte de mercancías. Este movimiento proporcionó un flujo de ingresos adicional cuando la empresa más lo necesitaba. Nuevo cliente, nuevo producto.

Incluso, hay ejemplos de cómo se puede ganar más ahora que no puedes llevar a cabo tu negocio de siempre. El ejemplo son los eventos multitudinarios. Si manejas bien tu marca y aplicas tecnología adecuada, puedes convertir un problema en una virtud. Puesto que hay un temor enorme a como van a sobrevivir los grandes eventos, algunos se lanzaron a organizarlos de modo abierto y gratuito. Puede estar bien, pero otros optaron por darle valor a su trabajo y a su esfuerzo y no diferenciar uno de otro. El cambio sería de precio, pero no de concepto. Entre ellos hay uno que destaca, Tomorrowland. Ante la imposibilidad de poner en marcha el festival como cada año, decidieron convertirlo en uno virtual de 2 días. Curiosamente, esto les ha permitido algo que antes no podían hacer. Vender entradas sin fin. Este festival belga siempre colgaba el cartel de ‘entradas agotadas’, pero eso ahora no es así. Han podido reducir el precio de entrada accediendo a un nuevo target, con un nuevo producto, virtual. El efecto es innovación disruptiva y un mayor beneficio. 

Muchos piensan que como sus empresas son muy pequeñas estos ejemplos no sirven. Pero la realidad es que las empresas más pequeñas tienen una virtud y un defecto en este sentido. Pueden modificar sus negocios de un modo más veloz, pero tienen menos capacidad de maniobra debido a las estructuras económicas de menor importe. Ejemplos, los hay. Emicontrols, una empresa dedicada a los cañones de nieve se quedó sin negocio de la noche a la mañana. No se quedó esperando a la próxima temporada invernal. Decidió apuntar a un mercado completamente diferente modificando su producto para la desinfección de grandes espacios abiertos. Funciona genial.

Existen más ejemplos. Negocios capaces de modificar un servicio de hostelería para convertirlo en uno de ayuda digital para aprender a cocinar, peluquerías que han creado plataformas modestas de relación con sus clientes para el asesoramiento estético y muchos otros. No se trata de acometer el momento más duro con soluciones de urgencia, sino que esas innovaciones podrían bien ser modelos de negocio futuras. Una tienda de comestibles que ha decidido abrir un canal online por WhatsApp puede estar creando, sin saberlo, una comunidad de clientes a subscripción. Dependerá de que cambio cultural está dispuesto a aceptar en el futuro medio.

Supongo que sigues pensando, ¿y que hago yo con mi Pyme? ¿Que hago si soy autónomo? ¿Cómo le digo a mi jefe que tiene que innovar ahora más que cuando las cosas iban bien? Cuando todo va mal, lo va para muchos. La mayoría deja de invertir. Es momento de adelantarles. Con precaución, con estrategia, pero es tiempo de acelerar. Lo veo cada día. Entre nuestros clientes, algunos han decidido detenerse por completo, otros reducir velocidad y, unos pocos, han empezado a acelerar y a plantear modelos de innovación. Éstos últimos, ya empiezan a tener resultados muy esperanzadores. No sabemos en gran medida como va a ser esa Nueva Normalidad, pero se puede empezar a interpretar. En una economía en caída, en retroceso, donde se venda menos, deberá ser más certero en las ventas y eficiente en los procesos. Para eso hay una llave maestra: la transformación digital. 

Y si estás pensando que mejor esperar, lo respeto pero no comparto que deba ser por mucho tiempo. El movimiento es lo correcto. Moverse es experimento. Es riesgo, pero es oportunidad. Evita el riesgo extremo, vaciar la caja a una sola apuesta o a contratar perfiles que no sabes si van a ser útiles en el medio plazo. Innova con tu conocimiento, con la experiencia. Aparta un fragmento del presupuesto de emergencia, para innovar. Hazlo sin abandonar tu negocio actual. En la medida que el mundo se vaya equilibrando, parte de lo que vendías hace unos meses, volverás a venderlo. Tal vez menos, pero seguirá siendo parte de tu negocio. Mientras llega, paraliza lo no rentable, lo que no se vende. Intenta conocer a tu cliente, el que tenías, el que tienes y el que tendrás. Averigua qué compra y el motivo. Utiliza tecnología para lograrlo. Ejecuta un plan. Solicítalo si no sabes como hacerlo. Trabaja en equipo, busca la colaboración.

La nueva economía, la que viene, la de bajo contacto permanecerá por tiempo. En gran medida va a quedarse. Dará paso a una economía formada por nuevos hábitos y normas basadas en una interacción más reducida y con restricciones importantes. Esta situación lo va a cambiar todo. ¿No vas a cambiar tu negocio? ¿No vas a modificar tu manera de trabajar? ¿No vas a formarte?  Cuando todo cambia, el que cambia no gana siempre, pero el que no cambia casi siempre pierde.

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¿Por qué Westinghouse? (Editorial publicada en Westinghouse Future Economy)

El día que falleció Edison el mundo se apagó. Literalmente. A modo de homenaje las principales ciudades del mundo desconectaron todas las luces durante poco más de un minuto. A modo de monumental metáfora el planeta reconocía que su luz y su brillo derivaban en gran medida del cúmulo de inventos de aquel hombre.

Cuando buscamos momentos de la historia donde el conocimiento, el humanismo, la ciencia, el progreso y los cambios socioeconómicos disruptivos aparecen los años en los que vivieron personas tan brillantes como Tomas Alva Edison, Alexander Graham Bell, Nicolás Tesla o George Westinghouse. Tuvo que ser increíble vivir aquellas décadas en las que un invento, un descubrimiento se superponía a otro complementándolo para provocar uno nuevo aún más sorprendente.

Daria lo que fuera por recorrer unos minutos aquellas calles repletas de atónitos ciudadanos, conversar en algún café con los protagonistas de tanta innovación, de tanto talento y riesgo, detenerme ante la primera locomotora, no parpadear ante el intermitente destello de las primeras bombillas, quedarme boquiabierto con el primer interruptor de corriente alterna.

Cuando pensamos en momentos únicos, revolucionarios, inéditos, en que la tecnología lo cambió todo, debemos incorporar esta maravillosa época. Además, en esta, para los que nos apasiona la economía, sabemos que el papel de los actores económicos en todo ello fue fundamental.

Como pasa actualmente en un mundo sumido en una hipotética crisis que esta desatando todo cuanto la sociedad pensaba que era inalterable, en aquella época la mayoría de los progresos partieron de un momento dramáticamente difícil y complejo. En Estados Unidos, en plena guerra de secesión, aquellos hombres fueron capaces de convertir una crisis en una revolución. Sucede ahora, sucedió entonces. Los protagonistas de tanta miseria, del choque entre máquinas, tecnología y nuevas maneras de distribuir el trabajo con aquel progreso social que preconizaban no fue sencillo. Durante las décadas que esto se produjo le llamaron ‘crisis industrial’. Muchos años después, analizando en la distancia cuanto supuso todo aquello, la rebautizamos como ‘Revolución Industrial’.

Al igual que en nuestros días muchos se esfuerzan en catalogar todo cuanto nos sucede como una formidable crisis, deberíamos de ser capaces de interpretar la suerte de vivirla pues en realidad bajo lo que estamos no es más que una revolución gigantesca en todos los órdenes de la vida y que se trasladará en el tiempo. Los grandes avances de la humanidad no se producen en tiempos de bonanza, suelen ser mucho más nutritivos las épocas complejas y difíciles. Vivimos un cambio de época y no una época de cambios. Es así y es una suerte poder ser testigo y, mejor aun, protagonistas.

Westinghouse, Future Economy, te dará las claves cada mes de que sucede y como en ese escenario nuevo que suponen tantos avances desde el punto de vista económico. Sin dejar de lado que supone y como nos afectan los aspectos más tradicionales, bañaremos con la vanguardia tecnológica, los nuevos negocios y cada una de las aristas que el futuro inmediato nos tiene reservado. Aquí interpretaremos el rumbo que está tomando nuestro mundo en términos económicos desde la visión moderna y tecnológica que este soporte exige.

Aquellos años en los que personas como Edison, Tesla o Westinghouse encadenaban ciencia, física, negocio y futuro son tan parecidos conceptualmente a los que ahora vivimos que no podemos dejar de mirarlos con atención. ¿Cómo lo asumieron? ¿qué negocios surgieron de todo ello? ¿Cómo cambió el mundo y a que velocidad? ¿Cómo se distribuía el conocimiento de esa nueva realidad entre los contemporáneos?

Nuestra vida actual, automática y conectada, tiene un origen milimétrico en aquellos días. Edison logró encender el mundo, Tesla proporcionar electricidad controlada y Westinghouse humanizó todo ello conectando al planeta. Graham Bell lograría convertir en negocio un invento compartido que sería la antesala de nuestro modo de vida actual. Todos ellos vieron un mundo futuro, nuestro mundo.

De todos ellos, George Westinghouse representa mejor que ninguno cuanto quiere expresar esta revista y por eso hemos tomado su nombre prestado. Al igual que Edison inventaba cosas que fueran prácticas, Westinghouse lo hacía pensando en como mejorar la vida de las personas.

Tesla nació en 1856, el más joven, pero Bell, Edison y Westinghouse lo hicieron entre 1846 y 1847. Fue el momento del ferrocarril. Al igual que ahora Internet está impulsando todo cuanto supone un avance social y económico, el tren determinó el impulso absoluto de una época. El ferrocarril fue el detonante para que personas brillantes dibujaran la antesala de la modernidad.

El invento de la locomotora a vapor en Inglaterra se convertiría en el principio de todo. El tren era un símbolo optimista de la vida. Era reflejo y concepto de movimiento, de comunicación, de que las distancias se reducían y de que los países se cohesionaban. El tren, como ahora es Internet, estableció los patrones de un mundo mejor, cada vez más pequeño, próximo y, con el tiempo.

El caso de Westinghouse es tremendamente estimulante. En aquellos primeros tiempos, la seguridad en los trenes era muy escasa debido al modo en el que se detenían. En aquellos primeros tiempos las locomotoras disponían de su propio sistema de frenado que era independiente del resto del tren.

George Westinghouse consideró que si lograba inventar un ‘freno’ que no precisara de esta especie de colisión entre vagones convertiría el ferrocarril en algo mucho más seguro y por derivación más social, humano y mayoritario. Y así fue, a partir del freno de aire comprimido, logró crear un sistema que permitía al maquinista controlar el frenado de todos los coches.

Pero Westinghouse también era un emprendedor. Cualquier invento que se le ocurriera le debía dar formato de producto. Cuando inventó los motores rotativos que permitieron que el agua en las centrales hidroeléctricas se moviera recurrentemente, logró producir electricidad. Gracias a que esa innovación se derivó a catalogo, firmó un contrato en las cataratas del Niágara para producir electricidad, lo que a la postre marcaría el futuro de la humanidad definitivamente pues gracias a las hidroeléctricas, se pudo empezar a almacenar la energía hasta ahora incontrolable.

Pero como pasa en la actualidad. Cada hombre genial necesita de rodearse de otros hombres brillantes. Formar equipos o complementarse. Buscar el punto de suma para multiplicar. En 1888 conoció a una de las mentes más relevantes del siglo XIX, Nicola Tesla, quien acababa de presentar el modo de controlar la energía eléctrica almacenada de un modo llamado corriente alterna. Algo que también tiene un espectacular reflejo en nuestros días y en el modo en como gestionamos la red de redes.

Hay que tener en cuenta que, por aquel entonces, el problema de la interconexión eléctrica de Alvar Edison era fundamentalmente como transmitirla de un lado a otro. Para ello se precisaban conductores, los cuales cada vez que se sumaban para alcanzar mayor distancia se degradaba su intensidad. Westinghouse interpretó en ese descubrimiento la clave para socializar la electricidad y lo focaliza en los unos inéditos y primitivos electrodomésticos.

Planchas eléctricas contra grandes artilugios que quitaban las arrugas por peso, estufas que abandonaban el carbón en contra de resistencias eléctricas o la capacidad de interrumpir la corriente eléctrica con un ‘interruptor’.

De la penumbra a la luz eléctrica a partir de un simple gesto con un dedo. Girar un interruptor permitió al ser humano pasar de la antigüedad a la modernidad. Un puñado de hombres enlazaron sus descubrimientos casi sin saberlo. Una cadena de conocimiento derivó gracias a Westinghouse en objetos eléctricos que revolucionarían casi un siglo después la vida de todos nosotros.

George Westinghouse da nombre a la cabecera de esta revista no solo por su capacidad tecnológica, ni tampoco por haber sido un empresario brillante. Lo es por algo más integral, universal y de un alto valor humano. Este hombre personifica el acercamiento al futuro con optimismo, analizando los factores que convierten la economía inminente en algo por explorar, por aprender, pero también con el foco puesto en como, cada avance tecnológico puede representar un salto hacia el bienestar de las personas y un modo de mejorar nuestra sociedad.

Westinghouse observó que las ciudades eran nidos de miseria y degradación. Miles de personas derramaban sus sueños por las calles en los barrios industriales. Toda la tecnología que se aplicaba a la industria no se traducía en una vertiente más doméstica. Digamos que encontraba una quiebra entre lo que generaba riqueza y la dureza con la que vivían quienes la hacían posible.

Y decidió distribuir los beneficios de sus industrias a las ciudades que se crearon su entorno. Universalizó casi sin saberlo un nuevo tiempo económico que se agarraba fuerte a la tecnología y su nuevo ritmo.

Proporcionó ‘corriente alterna’ en todas las viviendas de sus trabajadores. Creó la ‘cobertura médica’ gracias a su voluntad de transferir la mayor velocidad productiva y la mejora de la seguridad en el trabajo sobrevenida por los avances tecnológicos basados en su manera de entender la electricidad moderna. Mejoró literalmente el aire que respiraban sus trabajadores inaugurando la relación entre el mundo industrial y la necesidad de hacerlo sostenible. Su capacidad para interpretar su presente y crear el futuro fue absolutamente increíble.

Fue un hombre que diseñó lugares para que los hijos de sus trabajadores pudieran jugar, creo canalizaciones de gas para que todas las viviendas de esas ciudades tuvieran calefacción, inventó rudimentarias tostadoras, lavadoras y secadoras aprovechando las características de la ‘corriente alterna’. Buscaba el bienestar de sus trabajadores, dando mejoras que se pueden comparar a las que algunas empresas tecnológicas de la actualidad ofrecen a los suyos y que son la envidia de tantas otras.

La popularización de estos inventos tardarían décadas en llegar. Tras la segunda guerra mundial las ciudades empezaron replicarse en el origen de las que diseñó George Westinghouse. Al igual que en esta revista defendemos que la tecnología desde el punto de vista económico no puede ser nuestro enemigo, sino el canal por el que mejorar nuestro entorno, los descubrimientos y las máquinas de aquella época industrial, en el caso del universo de Westinghouse lograba que nadie fuera preso de esos inventos y a cambio se les diera un uso cotidiano que mejoraba la calidad de vida.

Westinghouse inspiró el futuro, proporcionó una hoja de ruta a quienes, casi un siglo después verían en todo ello un canal de desarrollo social y universal. Murió en 1914, sin saber cuanto representarían sus avances, sin poder imaginar la sociedad de los años cincuenta y sesenta que replicarían sus modelos sociales.

Hubo muchos más que como Edison, Bell, Tesla o Westinghouse, trasladaron sus inventos y su manera de ver el mundo a la modernidad, a lo doméstico, al hecho cotidiano. Todos ellos lograron conectar el mundo, como si de una metáfora extraordinaria se tratara de nuestro mundo en red, aquellos hombres iniciaron un gran cambio de época tan similar al nuestro que no puede dejarse de lado.

El experimento de la ‘ciudad Westinghouse’ empezó con apenas tres centenares de personas. Luego fueron más de tres mil. Más tarde fue la humanidad. Ahora nos toca a nosotros descifrar nuestro propio momento y protagonizarlo. ¿Nos sigues?

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Marc Vidal Marc Vidal

Taking advantage of the current economic situation

There are countries whose economies are growing at a rate of above four percent, yet where poverty can be seen on every corner. Getting out of the recession is nothing more than a mathematical derivative; other variables are required to allow us to say “we’re doing alright”. It is true that Spain will come out of “the crisis” in a little over two years; it is true that comparatively speaking, we can predict things will go up and down according to season but that in some magical way, macro data will continue to show positive trends.
As of today, we can identify some signs supporting the idea that we are at the end of a tunnel. A tunnel that some people call a crisis with significant changes, while others among us call it the dawn of a new era with the recession just being a trigger. Either way, what matters is that this is a historical moment and we must live, perceive, and work in it as such.

Getting out of the recession, fiscal consolidation, increased foreign sales with better commercial balance, increased foreign investment, tourism yields beating all records, an automobile industry gaining momentum in a way that hasn’t been seen for a very long time, surprisingly increasing consumer confidence, the recovery of the industrial production index, the Ibex leading the European exchange markets, the reduced cost of public debt and, to sum up, a number of other factors suggest we are on the verge of another opportunity tojump on a winning train.

There are also significant red flags, such as that the estimated annual inflation of the Consumer Price Index (CPI) in October 2013 was -0.1%, according to a flash estimate prepared by the National Statistics Institute of Spain (INE). This estimate provides a preview of the CPI which, if confirmed, would imply a decrease in the annual rate by four-tenths, given that in September this variation was 0.3% and, so technically we would be entering into deflation. That´s a bad thing because, perhaps, it shows this consumption data is derived from a successful touristic season and not from a sustainable economic model. Very similar to the fraudulent data on unemployment we hear about every so often. Are we really entering into deflation?

Unfortunately those who claim to be responsible for these improvements have surely been caught by surprise and assure us that, if we’re patient, everything will come around. The universal laws of the economic pendulum play in favor of those who are able to hardily resist the bad times. Eventually it all comes to an end. However, this time it’s different. This is not a crisis and it’s different in that you can’t just take advantage of the momentum generated as soon as the economy jumps out of the crisis. This is about the systematic improvement of an economic model that we can either join in, or be left out of.

Spain is on sale and is offering bargains to foreign investors. That allows foreign investment to get in but without engaging in risk, because the image projected outside of the country is still quite grim. We have a political class that causes a great deal of harm in terms of how we are perceived. Havoc has been wreaked and there are still many indicators used by professional investors which show shameful data about us.

If the ones in charge of bringing about change, stimulating improvements and taking our whole economic model straight into the competition continue to worry themselves more about covering up their inefficiency and mediocrity, we won’t achieve anything. The latest Doing Business report prepared by the World Bank, and which ranks 189 countries by their advantages for business activity, certifies it: Spain dropped from holding the 44th spot on the list in 2012, to the 52nd this year. That’s eight positions down, putting us at our lowest position since 2006, the year the list was first created, and the sharpest annual decline yet.

This is basically because leg-pulling has been inseparable from Spanish politics since the beginning of creation. I do not think there is any politician, banker or member of the social aristocracy that doesn’t say the word entrepreneur in every other sentence. Entrepreneur, entrepreneur, entrepreneur — that’s the magic word if you want to be cool. They no sooner make a new law than they organize an event full of aspiring entrepreneurs. But the truth is what it is. Setting up a business in Spain is dramatic due the difficulties in get started, for how complicated it is to sell and how expensive it is to finance.

Despite the repeated announcements boasting reforms to facilitate business creation, Spain remains to be one of the most difficult countries in the world in which to set up a business. Specifically, Spain is ranked 136th out of the 185 countries surveyed in the report I mentioned before, “Doing Business 2013”, in terms of how easy it is to start a business. Although it has improved in recent years, it still involves 10 procedures and 28 days, at a cost equivalent to 4.7% of the nation’s GPD and a minimum capital representing 13.2% of that GPD. It’s just absurd. So many things could be done to improve this.

Today La Vanguardia published an interview with me, part of which explains how I interpret the current economic times. I believe that this moment of relevance and potential arrival to a new destination relies on understanding where the true starting point lies.

- When it comes time to assess unemployment numbers in Spain, are you one of those that looks for people to blame in the government and institutions, or are you one of those that prefers to self-criticize our collective attitude as a society?

-I have a personal take: I don’t believe that we are living through any specific crisis or that the data could be characteristic of something that could be considered a crisis. I do believe that it is actually something very intense, a revolution on all terms: society, economy, human relations and our relationships with technology.

-Are you trying to tell me that we aren’t going through any financial or economic crisis?

-Back in the day, when a steam engine got into a factory of 400 workers, making it possible for just two people to do the same work, there were 398 people who thought they were in an absolute crisis and didn’t know what to do. Society eventually learned how to allocate these people to different sectors. We are learning to change our ways of life, economy, society, and politics so that people can join in this complete revolution. Blame is distributed in different amounts and at different levels. Clearly, there are governments that have done less than others; there are societies that abused credit and speculation. It is also true that Spain did not take advantage of its economic booms to push for a change in its growth model. Still, the answer to the current situation is not to recover anything, nor even to speak of crisis, but to intervene, keeping in mind we are experiencing a revolution in every sense.

-You were one of the first to predict this situation on your personal blog. Do you think you could tell me now how much longer it will be till Spain gets out of this pit?

-I deducted, rather than predicted. And what I said is that it would trigger, as it has, an economic process that would have an unhappy ending. What was not clear was that it would be brought about as a result of what I try to defend. Something that has to do with a more systemic change linked to different aspects, especially technology, which is changing every field, ranging from the transmission of knowledge to the distribution of labor. I would like to say that change is imminent, but it isn’t. We still have a long period of economic and social stagnation left that could go on for about 4 or 5 more years. Comparative analyses (which are going to be all the rage from now on) will say that we are starting to have good news — a good idea to embed in our speaking, because a positive outlook on the part of society helps to improve things faster.

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