Marc Vidal Marc Vidal

Empresas automovilísticas convertidas en empresas de software

Resulta que Volkswagen quiere convertir el software en el núcleo de su negocio y para ello ha informado que ha contratado a 10.000 ingenieros. Algo que tiene que ver con que la conducción autónoma es irrenunciable para la marca según indican sus directivos. De hecho aspiran a generar nuevos ingresos a través de servicios asociados a la tecnología, como asistentes de viaje o servicios de movilidad. ¿Porque aseguran desde este fabricante de coches que no quieren ser una commodity de hardware y buscan, a cambio, convertirse en una empresa de software?

Resulta que Volkswagen quiere convertir el software en el núcleo de su negocio y para ello ha informado que ha contratado a 10.000 ingenieros. Algo que tiene que ver con que la conducción autónoma es irrenunciable para la marca según indican sus directivos. De hecho aspiran a generar nuevos ingresos a través de servicios asociados a la tecnología, como asistentes de viaje o servicios de movilidad. ¿Porque aseguran desde este fabricante de coches que no quieren ser una commodity de hardware y buscan, a cambio, convertirse en una empresa de software?

Fotografía: Grupo Antolín

Fotografía: Grupo Antolín

Pues porque a medida que avanza la tecnología autónoma, un cambio profundo en el comportamiento del consumidor alterará el modelo de ingresos y la cadena de valor de la industria automovilística. Y si bien la naturaleza de estos cambios será multifacética, podemos interpretar dos direcciones claras.

El primer cambio importante se relaciona con el tiempo que se pasa en los vehículos. Con la llegada de los vehículos autónomos, es probable que aumente. A medida que la responsabilidad del control del automóvil se traslade a las computadoras, los grupos demográficos importantes que históricamente han tenido un compromiso limitado o nulo con la conducción (ancianos, personas con discapacidades, niños) ya no tendrán esta restricción. 

Además, a medida que la experiencia de viaje sea más placentera, los consumidores estarán dispuestos a pasar más tiempo en sus vehículos. Dos estudios académicos separados concluyeron que los vehículos autónomos podrían generar aumentos en los kilómetros recorridos por vehículos de hasta un 20%.

Junto con lo anterior, habría una mayor cantidad de tiempo inactivo en los vehículos. La lógica es sencilla: a medida que los autos evolucionan hacia entidades autónomas, los humanos tendrán más tiempo para hacer otras cosas mientras viajan. El ritmo al que esto ocurrirá dependerá de los avances en la tecnología de conducción autónoma que podría liberar tiempo de inactividad para los pasajeros para 2030.

El otro cambio fundamental en el comportamiento del consumidor que será catalizado por los vehículos autónomos es el aumento de la movilidad como servicio (o transporte como servicio). La movilidad como servicio (MAAS) se refiere a un cambio desde los vehículos de propiedad personal hacia el uso de soluciones de movilidad bajo demanda.

Detrás de esta tendencia habrá dos factores. Por un lado, en la última década ya se ha visto un cambio en la percepción de los consumidores sobre la propiedad de un automóvil, pasando del símbolo de estatus a la utilidad. La propiedad de automóviles ha disminuido durante varios años, probablemente impulsada por los cambios en los sentimientos entre los grupos demográficos más jóvenes. Así que, a pesar de los vehículos autónomos, las economías avanzadas están experimentando un declive secular en las cifras de propiedad de automóviles. Los coches autónomos acelerarán esta tendencia.

La confluencia de todos estos factores continuará impulsando la tendencia MAAS en el futuro. Morgan Stanley estima que para 2030, el crecimiento en la producción de vehículos se habrá estancado, mientras que los servicios de autos compartidos superarán el 15% del total de autos en la carretera.

El resultado de lo anterior es que se producirá un cambio profundo en la cadena de valor. Es probable que la industria se divida en tres categorías principales. Empresas de hardware: las que realmente producen los vehículos y sus componentes y accesorios. Empresas  de software que proporcione la inteligencia que hace funcionar los coches, así como el software que permite la conectividad de los vehículos y la funcionalidad de gestión de flotas. Y empresas híbridas que buscarán brindar a los consumidores servicios y contenido relacionados con sus necesidades y experiencia de transporte

Las empresas automovilísticas quieren escribir código. Hasta ahora solo un 10% de ese software es de desarrollo propio en los fabricantes y el otro 90% lo desarrollan terceros. Este tipo de compañías creen que esa competencia va a ser clave y va a ser la que va a definir el éxito de una marca en el futuro. 

Mercedes Benz, Wolskwagen, Toyota y otros están preparando sus plataformas para todo lo que será el desarrollo de la conducción autónoma y que apunta a 2030 como fecha clave, donde la realidad aumentada, la comunicación entre vehículos en circulación para anticipar accidentes de tráfico u otros elementos serán el modo de conducción futura. Eso sí, probablemente todo eso transcurra en un coche que nunca sea tuyo y ‘te lo descargues’ cuando lo necesites.

Pero no olvidemos que hay que preparar todo el entorno productivo a lo que se nos va a exigir económicamente. ¿Sabías que uno de los principales sectores económicos de España puede estar en peligro? No estoy hablando del turismo ni de la construcción. Te hablo del sector del automóvil. Una industria que representa el 8 y medio por ciento del PIB, una quinta parte de las exportaciones y ocupa a 2 millones de personas. Sin embargo, todo este sector podría estar en peligro en los próximos 10 años si no se toman medidas ya mismo. ¿Quieres saber el motivo? ¿Quieres conocer porque a medio plazo casi nadie tendrá coche propio? quédate hasta el final del todo y te cuento ambas cosas.

Hoy el futuro de la industria automovilística está pendiente de un tipo de batería. La batería eléctrica, la que debe impulsar todo el sector.  Los grandes del sector ya están moviendo ficha. Por ejemplo, Volkswagen creará seis factorías en Europa antes del año 2030 con 5000 millones de inversión, para fabricar baterías eléctricas que pretende acompañar de 18000 cargadores rápidos por toda Europa.

Con esas factorías pretender servir los cinco millones de coches eléctricos anuales que calculan vender en esas fechas. Quien quiera agarrar el tren del futuro y salvaguardar empleo y crecimiento tiene que tener una de esas seis instalaciones en su territorio. Luego te detallo las opciones que tenemos. 

Como te decía, la automoción es un sector estratégico para España, para nuestra economía, pero para que lo continue siendo deberá aceptar el cambio. El modelo de producción actual no tiene futuro. No el suficiente para seguir representando un papel relevante en el modelo de crecimiento de este país.  La batería eléctrica es la clave de la que depende el futuro del automóvil por varias cuestiones:

La primera, porque el futuro del automóvil es forzosamente eléctrico. Los planes plantean que el 70 por ciento de las ventas van a ser eléctricas en Europa al final de esta década y el 50 por ciento en Estados Unidos.

Segundo, porque ese sector tiene toda una serie de componentes a su alrededor. La batería conecta al resto de la industria a su alrededor y la estimula.

Y tercera, porque es intensiva en empleo. La fabricación de baterías sí requiere mano de obra. Al contrario que la fabricación de coches eléctricos, cuyo ensamblaje es relativamente sencillo y no requiere tanta mano de obra como el coche tradicional. 

Así que esa apuesta, la batería eléctrica, es el futuro del vehículo, es el futuro del automóvil. Pero el premio gordo es que te toque en tu territorio una de esas gigafactorias. Lo que quiere hacer Volkswagen es sencillo. Con esas enormes fábricas de baterías eléctricas quiere que estas sean menos complejas, más cercanas a las zonas de ensamblaje y, por tanto, más baratas. 


De momento sabemos que la primera se ubicará en Suecia, donde se construirán baterías unitarias para el segmento premium. y la segunda que ya se sabe, la que creará la batería estándar, procederá de una fábrica al norte de Alemania. Otros lugares que se barajan para instalar el resto de fábricas son España, Portugal, Francia, Polonia, Eslovaquia y la República Checa. El orden no responde a ningún criterio pero ojalá fuera ese el orden de preferencia. 

Veamos, España se está jugando su futuro en esta apuesta de Volkswagen, pero también en la apuesta de Seat con Iberdrola que quieren crear una de estas factorías en la Zona Franca de Barcelona. La idea es que lo que hasta ahora era un centro de componentes de automóvil se va a adaptar para ensamblar baterías eléctricas que después se transportarán en tren hasta la fábrica sea de Martorell para instalarse en los nuevos modelos de coche 100 por ciento eléctrico. 

Hasta aquí bien, pero no nos ceguemos por las promesas. Detrás de los miles de despidos masivos y cierres que se han ido produciendo en el sector automovilístico en España, se esconde un cambio de modelo. Algo que urge atender o tendremos un desastre monumental a medio plazo. Algo que no se arregla con una o dos fábricas de baterías, sino con un análisis real de lo que viene en el sector, en modelo de consumo y en el papel que juega este producto que poco a poco se está convirtiendo en un servicio.

Por eso, parte de las ayudas de los fondos de recuperación irán a este sector y utilizarlos bien será clave. De lo que hoy estoy hablando va mucho más allá de una fábrica de baterías para coches. Abarca todos los aspectos de la movilidad sostenible y afecta a muchísima gente desde el punto de vista profesional. No sólo genera 2 millones de empleos directos o indirectos, sino que el 84% de ellos son contratos indefinidos. Ojo a esto. Es un valuarte de empleo estable tan escaso en estos días. Un sector que tiene fábricas en diez comunidades autónomas que aportan el 15 por ciento de la recaudación fiscal nacional. 

Por eso, tenemos condiciones únicas para liderar la transición hacia la fabricación de vehículos limpios, y no únicamente con el ensamblaje de los mismos, sino con la producción de todos los componentes de la cadena de valor. El problema para el coche eléctrico en nuestro país, según los fabricantes, es la falta de infraestructuras de recarga. Algo a lo que nadie ha prestado atención hasta hoy y que he vivido en primera persona. Luego el porque yo tengo un coche 100% eléctrico. 

Pero volvamos, ¿estamos preparados para lo que se avecina o seguimos improvisando? Resulta que hace 6 meses, España estaba fuera de juego, no estaba en los mapas de fábricas de batería, y ahora se quieren crear múltiples proyectos enfocados directamente a los fondos europeos.

De momento, y a pocas fechas de que venzan los plazos para presentar esos proyectos y así poder aplicar a las ayudas de los fondos de recuperación, todavía no hemos enviado ni un folio.

Igual habría que ponerse en marcha. De verdad. Este sector si muere no revivirá. No es el de la construcción que precisa que se sanee el sector financiero y que la vivienda ajuste precios. Tampoco es el turistico que cuando se abran las fronteras se activará rápidamente. No, el automovilístico es mucho más complejo y el del coche electrico depende de donde se producen las baterías. No comprendo la pasividad ante esto. El sector automoción es importantísimo. Somos los segundos productores en Europa y los novenos en el mundo. 

Si se hiciera bien y rápido, un proyecto vinculado a la movilidad eléctrica y a su producción tanto de baterías como de vehículos es lo que Europa espera financiar gustosamente.  Desde luego ese es el modelo de proyecto que encaja a la perfección porque existe en distintas fases productivas, desde la minería, la extracción de litio, hasta la fase de reciclaje de las baterías utilizadas, la transformación energética, la innovación, hay cadena productiva y hay proveedores de muchos tamaños. ¿A qué esperan me pregunto para presentar esos proyectos a Europa?

Varios fabricantes calculan que el 70 por ciento de las ventas van a ser eléctricas en Europa y más del 50 por ciento en Estados Unidos, en esta misma década. Y en ese sentido, como te decía antes, yo tome una decisión en este sentido. 

Mira, yo me deshice de mi coche hace 12 años. Y me gustaban mucho los coches. Costó tomar la decisión. Es como dejar de fumar. Antes de hacerlo crees que es imposible vivir sin ello. Una vez lo logras, te sorprende que no lo hayas hecho antes. La decisión respondía a que viajaba mucho y pasaba mucho tiempo fuera de casa. Era absurdo tenerlo 200 días parado en un parking. Apenas lo usaba. 

Hace un año, al volver querer uno previendo que los viajes se van a reducir bastante, me dije a mi mismo que tenía que ser 100% eléctrico. La decisión era una mezcla de factores. Creo que es más respetuoso con el medio ambiente, más económico a medio plazo y, especialmente, porque tengo claro que, el futuro, es este tipo de propulsor y, por eso, me puse a experimentar con todas sus consecuencias. Ahora ya sé que es tener un coche que solo funciona con electricidad. Mi impresión es buena, realmente buena. Aun así, la sensación que tengo es que es muy probable que este sea uno de los últimos coches de propiedad que disponga. 

Pienso que, a más largo plazo, algo inesperado podría estar preparándose. Es posible que el declive del coche privado ya haya empezado de manera irremediable. El desastre, conocido como ‘peak car’, el punto en el que la demanda de automóviles comience a disminuir, empezará con los diesel debido a las regulaciones, seguirá con los gasolina y afectará en menor grado a los eléctricos, pero también. 

No es un tema de con que motor se propulsarán, es un tema de para que te propulsarán. De acuerdo con la OCDE, en todo el mundo desarrollado, el crecimiento en millas totales de vehículos recorridos ha ido disminuyendo de manera constante desde principios de la década de 2000. En Estados Unidos, el segundo mercado automotriz más grande del mundo después de China, esa medida alcanzó su punto máximo en 2007 y ha disminuido desde entonces, a pesar del aumento de la población.

Hay varias explicaciones para esto:

Primero, el costo creciente de los combustibles fósiles, los seguros y el estacionamiento en un momento de estancamiento del crecimiento salarial en muchos países avanzados. Hay cambios en las políticas que reflejan las preocupaciones sobre el cambio climático y la contaminación, junto con los intentos de ‘crecimiento inteligente’ para reducir la expansión urbana, los gravámenes en el uso de carbono y el énfasis en los múltiples modos de transporte que ya existen. Cada vez hay menos gente dispuesta a asumir o aceptar el coste de tener un vehículo en propiedad.

La segunda razón es de tipo social y cultural. La revolución tecnológica ha hecho que algunos viajes por trabajo y placer se vuelvan obsoletos. La idea del automóvil como símbolo de estatus es un modo de pensar muy viejuno. Estas tendencias son especialmente evidentes entre los jóvenes, lo que evidencia que los fabricantes de automóviles no se dirigen a un mercado más amplio, sino todo lo contrario. Algo parecido a lo que sucede con otros sectores que no interesan a las generaciones más jóvenes. 

Y la tercera, la denominada ‘Constante de Marchetti’, una teoría que defiende que las personas solo tolerarán los viajes diarios de hasta una hora. A medida que el crecimiento de la población ha aumentado la congestión, las ciudades que alguna vez apoyaron los viajes rápidos en automóvil ahora soportan los atascos de tráfico. De hecho hay quien defiende que el uso máximo de automóviles sugiere que estamos presenciando el final de la construcción de ciudades pensadas por y para los automóviles.

China tuvo un atasco de tráfico hace unos años que se considera el más largo del mundo, durante 12 días miles de coches estuvieron prácticamente parados a lo largo de 100 kms.  El término que usan las compañías automotrices para esto es ‘global gridlock’ (atasco global). Todas están planteando el futuro en una dirección contraria a la venta masiva de productos y se encaminan a diseñar modelos de venta de servicios. No es sencillo, algunos fabricantes no lo ven claro, pero no tienen otra. Cualquier industria precisa de tener más clientes a medio plazo y crecer constantemente.  Tal vez, el futuro de la movilidad debería de conjugar otro verbo. En lugar de ‘crecer’ debiera ser ‘optimizar’ y ello conlleva convertirse en ‘facilitadores de movilidad’. 

El futuro no pasa sólo por el coche eléctrico, autónomo y convertido en un servicio en lugar de un producto. Pasa, especialmente, por diseñar ciudades con los fabricantes de vehículos, aunque es evidente, que esa colaboración ya no va a ser en base a los principios actuales.  Hay que pensar que se están desarrollando autos que puedan comunicarse entre sí y con la infraestructura urbanística. Los coches en sí van a ser herramientas que trabaje ellas mismas en reducir la congestión y la eficiencia urbana. Parte del plan es, parcialmente, la automatización de automóviles. Algo que no veremos de manera general en quince años como mínimo. Las barreras legales son demasiado altas por ahora. La tecnología 5G y su despliegue, que también tendrá sus propios problemas, podría acelerarlo, pero no soy demasiado optimista en eso.

En definitiva, el fin de la era del automóvil (tal y como lo conocemos) es cada vez más factible.  El ciclo del vehículo ha entrado en un declive que se acenturará aún más con el tiempo. 

Lo preocupante es que lo tenemos muy mal organizado. El declive del automóvil frenará el crecimiento económico. El ‘peak car’ está teniendo ya un fuerte impacto en las tasas de empleo. Se contabilizan más de 200.000 despidos en todo el mundo a manos de fabricantes de automóviles, según Bloomberg en los últimos años.  No es de extrañar que estas cifras tengan una influencia nefasta en el crecimiento económico. El declive del coche privado propio ha supuesto una reducción del 0,2% del producto interior bruto (PIB) a nivel global, según Fitch Ratings. 

Tengo claro que el declive no será total y en ningún caso supondrá la desaparición de los coches. Los automóviles no serán los próximos caballos o carruajes. En su lugar, la industria automovilística, tras el pico del automóvil, se perfila como la próxima industria que sufra un cambio absoluto como lo hizo el de las discográficas: una decadencia larga y lenta que tardará años en ser comprendida del todo y que, al final, mutará a otro modelo, con modelos de negocio distintos y con actores distintos. 

Si Google acaba fabricando un coche este será primero eléctrico, luego autónomo y finalmente será un servicio que podrás disfrutar pero no comprar. Esa transición empieza con un tejido industrial que pueda ser protagonista de toda esa mutación. Google no querrá vender coches, querrá fidelizar conductores. 

El futuro de los coches autónomos, algún día, no será que todos tengamos uno, eso sería el escenario ‘infierno’, sino que solicitemos un vehículo que se autoconducirá cada vez que lo necesitemos. El primer ejemplo sería imposible.

¿Cómo te imaginas el futuro de los coches? ¿Cuanto crees que falta para que veas vehículos autónomos en tu ciudad? ¿Crees que el futuro son los coches eléctricos? ¿Está tu país preparado para eso? ¿Has notado esa transición de coche producto a movilidad servicio?

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Marc Vidal Marc Vidal

Primero eléctricos, luego compartidos y finalmente autónomos. 

Una consecuencia no deseada del confinamiento hace unos meses fueron las impresionantes mejoras en la calidad del aire, con emisiones en algunas ciudades europeas cayendo en más del 50%. Algo impensable en otro contexto. Aquellas medidas de bloqueo implementadas nos permitieron experimentar cómo podría ser un futuro más sostenible, más respirable.

Una consecuencia no deseada del confinamiento hace unos meses fueron las impresionantes mejoras en la calidad del aire, con emisiones en algunas ciudades europeas cayendo en más del 50%. Algo impensable en otro contexto. Aquellas medidas de bloqueo implementadas nos permitieron experimentar cómo podría ser un futuro más sostenible, más respirable.

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Es evidente que a medida que el mundo volvió a ponerse en marcha, la polución regresó, pero una nueva percepción de como queremos que sea nuestro mundo, permanece. Hemos registrado en nuestra memoria ese momento, esa sensación de aire respirable y de ese silencio en el centro de las ciudades. Sabemos que como especie somos vulnerables y poco a poco iremos estimulando una necesaria comprensión ecológica cada vez más generalizada.

Pero esa recuperación ecológica requerirá un cambio en la forma en que vemos los viajes en automóvil. Desde el uso compartido de automóviles con un impacto positivo en la calidad del aire al aumento de la proporción de viajes en automóvil realizados en vehículos de bajas emisiones a poder ser 100% eléctricos. Es cuestión de tiempo, no será negociable. Es una tendencia generacional, una estructura mental de muchos jóvenes y una exigencia comercial para muchos fabricantes. Fabricantes que muestran propuestas de ‘car-sharing’, de utilitarios sostenibles y de modelos de alta gama, también, eléctricos.

Todos queremos una sociedad más verde. Una mayor adopción del uso compartido de automóviles puede ser un catalizador para el cambio y también la apuesta decidida por el coche eléctrico es clave. Contribuir a una recuperación verde posterior al coronavirus, uniéndonos a todos en nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático, podría ser perfectamente un reto colectivo, social, empresarial y político.

Pero te estarás preguntando ¿cuáles son los beneficios de los vehículos eléctricos según mi punto de vista como usuario directo de uno de éstos coches? Tengamos en cuenta que a medida que los vehículos eléctricos se vuelven más comunes, los costos disminuyen rápidamente y hay una amplia variedad de beneficios para los conductores que hacen el cambio. Desde el impacto ambiental hasta los ahorros que puede hacer en combustible, impuestos y costos de mantenimiento, los vehículos eléctricos ayudan a ahorrar cantidades significativas de dinero. Por lo menos es lo que yo he experimentado.

En el ámbito de la carga siempre tuve reparo. Dudaba de lo que eso significaba. Finalmente vi que cargar mi vehículo eléctrico en mi parking es rentable, simple y rápido. Una unidad de carga doméstica compacta permite cargarlo durante la noche. Con un cargador ultra rápido que empiezan a haber por el territorio (todavía en una proporción mucho más baja que en otros países como Francia o Alemania) en mi caso cargan 400 Kms de autonomía en apenas 35 minutos. Tiempo para un café y estirar la piernas en trayectos largos. 

En el ámbito medioambiental, si es mejor para el planeta, es mejor para ti. Como he dicho antes, los automóviles totalmente eléctricos tienen cero emisiones de escape, lo que los hace más ecológicos, más limpios y mejores para el medio ambiente que los automóviles de gasolina o diésel. Además, por lo menos es mi caso, la tecnología que usa mi EQC es de última generación con baterías cada vez más ecológicas, más eficientes y más silenciosas.

En el ámbito económico, y en función del costo por kilómetro, un automóvil completamente eléctrico me cuesta una cuarta parte o menos de lo que podría costarme un automóvil tradicional de gasolina o diésel. De ahí que los vehículos eléctricos ofrecen un valor excepcional a largo plazo y pueden ser una excelente inversión para los conductores que buscan una forma más económica y eficiente de desplazarse. 

También es más barato de mantener. Si bien el precio de un vehículo eléctrico puede ser algo superior al de la mayoría de los automóviles de gasolina o diésel comparables, el costo de funcionamiento de uno es significativamente más barato, especialmente durante toda la vida útil del vehículo. Los coches totalmente eléctricos están diseñados para ser lo más eficientes posible y generalmente hay 3 componentes principales que alimentan el vehículo; el cargador, el inversor y el motor de a bordo. Esto significa que hay mucho menos desgaste en el automóvil y poca tensión en el motor, con menos partes móviles susceptibles de sufrir daños. Todo esto significa que rara vez tendrá que reparar tu vehículo eléctrico y los costos de funcionamiento y reparación son mínimos.

Pero si hay algo que me ha sorprendido de verdad es el modo de conducción. Una de las primeras cosas que los conductores notan al cambiar a un automóvil eléctrico es la tranquilidad del vehículo, que crea una experiencia de conducción mucho más cómoda y relajante. Pero que, en modelos como el que yo conduzco, puedes incorporar un modo de conducción deportivo, robusto y divertido. 

El hecho de que todos los coches eléctricos tengan un par instantáneo, permite notar una potencia de salida espectacular. Tan pronto como pisas el acelerador, obtienes una respuesta inmediata y un aumento de velocidad radical. Un añadido es que las baterías de los vehículos eléctricos se encuentran normalmente en la parte inferior del automóvil, lo que proporciona una sensación de estabilidad que parece que vas sobre raíles. 

Sé que muchos piensan que es un engorro la carga, el precio u otros motivos. He escuchado que es una locura comprarse un vehículo de alta gama sólo eléctrico. No me compraría ningún coche que respondiera a este precepto: ser parte de como será la movilidad del futuro. Primero serán eléctricos, luego compartidos, más tarde autónomos y, finalmente, eléctricos, compartidos y autónomos. Es mi apuesta.

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Marc Vidal Marc Vidal

El futuro de la conducción será autónoma, pero antes será 100% eléctrica.

En 1895, si querías conducir un vehículo a motor en Londres, debías contratar a un 'red flager’. Su cometido era marcar la velocidad máxima a la que podía circular un vehículo a motor poniéndose delante del mismo. Algo que, por cierto, anuló la innovación en el mundo del automóvil durante media década. Por aquel entonces la gente se mostraba muy preocupada porque la retirada de los caballos de los carruajes otorgaba el control de la conducción a los conductores humanos, algo que podía ser un desastre según ellos.

En 1895, si querías conducir un vehículo a motor en Londres, debías contratar a un 'red flager’. Su cometido era marcar la velocidad máxima a la que podía circular un vehículo a motor poniéndose delante del mismo. Algo que, por cierto, anuló la innovación en el mundo del automóvil durante media década. Por aquel entonces la gente se mostraba muy preocupada porque la retirada de los caballos de los carruajes otorgaba el control de la conducción a los conductores humanos, algo que podía ser un desastre según ellos.

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Ahora la innovación en el sector automovilístico tiene mucho que ver con la conducción autónoma, pero también con el desarrollo de coches 100% eléctricos. Si por aquel entonces se temía dejar el control de un carro con motor a un ser humano, ahora la conducción autónoma también recibe una precaución similar. Se considera que dejar en manos de un cerebro sintético el control de la conducción es algo, que de momento, se tiene que regular y controlar. No obstante, el caso de la conducción de coches eléctricos vive en un escenario distinto pero con condicionantes que ha ido complicando su despliegue. 

Ahora bien, algunos muros se van derribando. En un informe, el banco de inversiones UBS asegura que la fabricación de coches eléctricos costará lo mismo que los modelos dotados con motor de combustión interna en el cercano 2024. Algo que el estudio indica podría acelerar la transición de muchas marcas a la vista de que el futuro está mucho más cerca de lo estimado hasta ahora.

Según ese informe, el coste adicional de fabricar coches eléctricos a batería frente a sus equivalentes con motor diésel o gasolina se reducirá a solo 1.600 euros en menos de dos años. A partir de ahí, los costes de producción bajarán de tal forma que en 2024 esta diferencia habrá desaparecido por completo. Un hito clave que permitirá acelerar todavía más la transición hacia los sistemas eléctricos. Sin embargo, esa diferencia empieza a ser algo residual en muchos modelos desde ya mismo.

Esto es imparable y además se está acelerando. La denominada ‘sociedad contactless’, derivada de la actual situación sanitaria que vivimos, no ha hecho más que acelerar la transición hacia el coche eléctrico, puesto que el sector de la automoción está inmerso en tres grandes disrupciones impulsadas por la sostenibilidad: el cambio al motor eléctrico, el vehículo compartido y la digitalización. Es cierto que queda mucho por hacer en el terreno de las infraestructuras para nuestros desplazamientos más largos pero eso es algo que también está mejorando rápidamente.

Termino hablando de mi propia experiencia. Conduzco un coche 100% eléctrico, en concreto un Mercedes Benz EQC400. Una maravilla de vehículo que se comporta como un deportivo aun siendo un SUV. Es puro confort y mantiene un rango de autonomía ligeramente superior a los 400Km con una carga completa. Se trata de un ‘cero emisiones’ que precisa de apenas 40 minutos en un cargador ultra rápido o un par de horas en los cargadores rápidos para ponerte en marcha. Otro día hablaremos de la diferencia entre la red de cargadores alemana o francesa y la española. Otro día…

Permíteme una reflexión final. La definición de ‘coger el coche’ y lanzarse a hacer kilómetros, es una experiencia distinta. Con un coche eléctrico eso se hace con algo de previsión que tiene sus ventajas. Por ejemplo, si vas de Madrid a Barcelona, tienes la extraordinaria opción de parar en Zaragoza y disfrutar de la ciudad durante un par de horas, estirar las piernas, comerte unas migas en y retomar la ruta dos horas después con tu coche repleto de ‘combustible cero emisiones’, descansado y sin posibilidad de contaminar el medio ambiente.

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Del 'huevo' de Google al lujo de Mercedes-Benz

Al hablar de coches autónomos, que no precisan de conductor, siempre surgen ‘críticas’ acerca de la revolución que supondrá en el estatus concedido a esta máquina. Se suele decir que, a parte de los temas organizativos, los límites legales y la complejidad de interpretar la superficie comparativamente a lo que un satélite puede entregar, que en el futuro inminente deberemos enfrentarnos a una batalla sociológica acerca de lo que supone tener un modelo u otro, de mayor o menor potencia o lo que sea.
Vayan preparándose. Ya no es sólo un tema tecnológico. De hecho pronto dejará de tener relevancia el asunto del combustible que utilizan o derivados similares. El petróleo está en su guerra particular mientras la historia avanza por su propia vereda. El asunto de tener una extensión mecánica de cada uno de nosotros, limitada a una marca o modelo, con mayor o menor potencia, con mejores acabados y con aspectos de aurora boreal, también cabe y bien en el asunto de los coches autopilotados.

Miren este Mercedes Benz que se acaba de presentar en el Consumer Electronics Show de Las Vegas. Se trata del F015 Luxury in Motion. Un concepto de vehículo de lujo y de autoconducción elegante. Esto ya no va de ‘el huevo’ que Google ha puesto en la antesala del futuro, no es un juguete por ordenador, es algo más. Es el posicionamiento de uno de los grandes del lujo y el motor.

Lo que para mí es más importante de esta presentación es que Mercedes demostró que no hace falta ser una empresa de tecnología para producir un modelo de autoconducción ejemplar. De hecho, la marca alemana no plantea el coche éste como un medio de transporte que te lleva de un sitio a otro, sino que te lo plantea como un salón de lujo, una especie de ‘retiro’ de tipo privado.

Ya hemos dicho que Google está pensando más en convertirse en el sistema operativo global del movimiento automático que en producir coches que vayan solos. De hecho es fácil de ver que la inversión que hicieron en Uber va por esa vía. Millones de ojos verificando superficie y correspondiéndole con su Google Earth. Digamos que mientras prueban todo eso poco o nada les importa que otros estén desarrollando coches de este tipo, pues en realidad, lo que buscan es que todos vayan bajo sus ‘mapas’ reales.

Ahora ha sido Mercedes, también hay algo en Volvo, Audi y otros. En breve utilitarios baratos mostrarán sus modelos automatizados. Esto va a ir muy rápido. Algo así como cuando a mediados de los noventa veías un Motorola y te ponías cachondo. En dos años, leyes y usuarios se pusieron de acuerdo. Era normal y económico. Ahora, ¿quién recuerda el Pleistoceno del ‘moviline’?

La conducción autónoma cambiará nuestra sociedad de punta a punta. Preparen sus pupilas. El coche está creciendo más allá de su papel como un simple medio de transporte para convertirse en un espacio de vida móvil. La metáfora sobre el teléfono fijo y el ‘otro’, asusta o emociona, depende del rollo que lleves con todo esto del progreso robótico.

El cuatro plazas F015 Luxury in Motion cuenta con un aspecto elegante y futurista, pero lo mejor del interior es el diseño de la butaca del ‘no conductor’. Los cuatro sillones pueden mirar hacia delante por si el conductor quiere tomar el control, pero en general los dos asientos delanteros se girarán de cara a los asientos traseros, para crear un ambiente más íntimo y social. Otro puntazo son las seis pantallas que generan el verdadero ‘espacio de vida digital’, proporcionando a los pasajeros la posibilidad de interactuar con el coche a través de gestos o el tacto.

Fijaros en el video de arriba. Se intuyen cosas que, cuando los coches vayan solos, sucederán. Si ya sabemos que nadie irá ‘por donde quiera’ sino que un cerebro multiruta global nos obligará a ir por donde sea más rentable, rápido o eficiente medioambientalmente, también será interesante ver como el coche se relacionará con su entorno. Por ejemplo con los peatones. Si el vehículo ve un tipo que quiere cruzar, el Mercedes este proyecta con laser un paso zebra delante y se detiene. Le da el ritmo necesario al peatón y cuando ha pasado, apaga y vámonos.

Según Mercedes-Benz, el sistema híbrido eléctrico del coche permite que se puedan recorrer más de mil kilómetros con cero emisiones. Ojo con esto. Se dice que veremos este vehículo, o sus adaptaciones más comerciales, a mediados de la década que viene. Estarán circunscritos a territorios preparados y con leyes que entiendan el momento. Veremos que impulso toma todo. De momento pensemos, por comparar cosas impensables, en como imaginábamos el futuro en 1997. Al buscar algo en Internet no lo podías hacer tecleando ‘google’, todavía no salía nada.

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Economía, Proyectos, Tecnologia Marc Vidal Economía, Proyectos, Tecnologia Marc Vidal

Los barcos fantasma futuros

Anoche cené con unos amigos próximos a la Autoridad del Canal de Panamá. A parte de conversar sobre detalles del ‘asuntillo’ de la paralización de las obras de la ampliación del susodicho, pude aprender muchísimas cosas que son de mayor interés y que a buen seguro, en este blog serán mejor recibidas. Evito pues comentar lo escuchado por higiene hacia los que, desde España, defienden una legitimidad impresentable acerca de la revisión de un presupuesto difícil de defender.
La cuestión es que si alguien sabe de eso de la logística del futuro es esta gente. En sus mesas de trabajo hay importantes estudios y noticias acerca de cómo será el transporte de mercancías por el mar y como estas se derivarán por todo el planeta, probablemente, sin intervención humana en muchos de los puntos en que ahora parecen imprescindibles. Volvemos al punto ese en el que el modelo de gestión laboral del futuro inmediato entra en jaque y la adaptación de los procesos se hace imprescindible. Imagina el futuro.

Veamos. Resulta que Rolls-Royce está desarrollando buques ‘drone’ de carga que ahorrarán energía y, obviamente, dinero. Serán barcos fantasma sin tripulación. Aquí ya estamos familiarizados con el término ‘drone’. Una especie de avioncillo autónomo que es capaz de filmar, acceder, transportar o atender a distancia cualquier orden desde tierra incluso de modo automático únicamente guiado por un módulo de geolocalización a tiempo real. Sin embargo, se hace difícil pensar que pronto habrá mastodontes acuáticos transportando toneladas de mercancías únicamente guiados por sensores y satélites. (Me aseguran que ya hay alguna prueba enorme en espacios reducidos y limitados por jurisdicción no internacional).

Me demostraron con sus ‘tablets‘ que esa empresa ha puesto a prueba ya un prototipo en Noruega y que, a partir de la realidad virtual, simula las amplias vistas desde el puente del barco y de las posibles situaciones. Se intenta averiguar las opciones de navegación ‘manual’ desde tierra si fuera preciso por alguna emergencia que el sistema automático y robotizado no pudiera solucionar.

Existen dudas razonables acerca de lo bien que un buque puede reaccionar en aguas abiertas sin capitán o tripulación para dirigir aspectos de seguridad. Hace pocas semanas, un carguero danés perdió 600 contenedores (la pérdida más grande reportada en la historia) debido a una fuerte mala mar.

Yo lo desconocía pero me confesaron que Rolls-Royce Holdings obtiene una quinta parte de sus ingresos por el sector marítimo. Me imagino que si lo prueban con barcos lo acabarán intentando con aviones (de carga). Ya tenemos ‘metros’ y trenes sin conductor y de todos es sabido que aterrizar un Airbus 321 es algo que sucede casi de un modo automático. Casi y si no hace viento.

Supongo que donde no hay seres humanos, en un barco fantasma, no se precisan muchas de las cosas que hacen contaminante una nave de estas: electricidad, menos combustible, lo que los hará más ligeros a su vez. Puede ser una forma de ahorro energético a su vez. A nivel económico, me explicaron estos expertos que, de media, la tripulación de un buque de carga representa el 44% de los gastos operativos. Me imagino los sindicatos del futuro. ¿Vosotros?

Os dejo con un video sobre la conducción de vehículos de Mercedes Benz que demuestra que los accidentes se podrían erradicar si deja de ser el hombre quien conduzca los coches del futuro. Y otro de Volvo con una explicación similar. Un solo humano sería el problema, las máquinas no se despistan, sólo gestionan datos. Muchos datos.

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