Comunicacion, Personal, Sociedad Marc Vidal Comunicacion, Personal, Sociedad Marc Vidal

Entrevista en 'El Imparcial': 'Intento alejarme de la ciencia-ficción al analizar el futuro'.

En su nuevo libro, La era de la humanidad (Deusto), Vidal apuesta, entre otras cosas, por crear un "ministerio del futuro" que se ocupe de cuestiones como la Inteligencia Artificial o la robotización; implementar una renta básica universal, que sufrague la previsible destrucción de empleo derivada de la automatización; o educar a las futuras generaciones no solo para que sepan 'hablar' con las máquinas, sino también para que aporten un valor añadido ético y "humano".

Con ocasión de la ronda de encuentros con diversos medios para presentar ‘La Era de la Humanidad’, me contactó Eduardo Villamil de El Imparcial para conversar de temas que se tratan en el libro. El enlace de la entrevista publicada originalmente es este, pero si quieres leerlo aquí mismo te lo transcribo a continuación.

Marc Vidal: "En el último debate electoral los candidatos no dijeron ni una vez la palabra 'digital'"

El popular tecnólogo critica en su último libro el "cortoplacismo y la miopía" de la clase política para adaptar la sociedad a la revolución tecnológica y advierte de las funestas consecuencias en caso de que no se empiecen a tomar medidas ya.

Convertir la era de las máquinas en la era de la humanidad. Ese es, según el consultor tecnológico y popular conferenciante Marc Vidal, el objetivo al que debe aspirar nuestra especie en las próximas décadas.

Vivimos la revolución tecnológica más importante de la historia, pero muchos no parecen darse cuenta de su colosal magnitud e imprevisibles consecuencias. Según Vidal, para que los robots y los algoritmos no terminen sustituyéndonos a todos, los gobernantes deben dar un giro de 180 grados a sus políticas cortoplacistas y estrechas de miras, casi siempre más orientadas a obtener réditos electorales que a mejorar la vida de los ciudadanos.

En su nuevo libro, La era de la humanidad (Deusto), Vidal apuesta, entre otras cosas, por crear un "ministerio del futuro" que se ocupe de cuestiones como la Inteligencia Artificial o la robotización; implementar una renta básica universal, que sufrague la previsible destrucción de empleo derivada de la automatización; o educar a las futuras generaciones no solo para que sepan 'hablar' con las máquinas, sino también para que aporten un valor añadido ético y "humano".

España acaba de vivir sus terceras elecciones en un año. ¿Le sorprende que no se haya hablado prácticamente nada de los temas que trata su libro?

Me sorprende porque la clase política debería incorporar a sus programas y análisis alguna perspectiva más allá del corto plazo. Si no tienen luces largas, que sería lo exigible, por lo menos, luces cortas, pero es que están con los intermitentes puestos y parados en la cuneta, esperando a no sabemos qué. En el último debate, los candidatos no pronunciaron ni una sola vez la palabra ‘digital’, lo que sintetiza una lejanía absoluta de la política con el momento histórico que ya estamos viviendo. Vivimos en la cuarta revolución industrial. La quinta, si hacemos caso a los teóricos, comenzará alrededor del 2029 o 2030. Hay que asumir que ya estamos viviendo las repercusiones y seguimos sin abordar el asunto desde un punto de vista político.

¿Por qué?

Los políticos saben que los humanos podemos tratar solo tres o cuatro temas a la vez y por eso se centran en temas que les ofrezcan mayor rédito electoral, como las pensiones, (de ahora, no de dentro de unos años) o la integridad territorial. Por este motivo, según sus planteamientos, no es el momento de preocuparse de temas como la IA, la robótica o la automatización, aún muy lejanos en el tiempo.

¿Son los políticos un reflejo de la sociedad o la sociedad no se merece a estos políticos?

Desde un punto de vista empresarial, diría que los políticos no son nada ‘clientecéntricos’, es decir, no crean productos que los ciudadanos (sus ‘clientes’) quieren. En lugar de dar respuestas a los intereses de la sociedad responden a lo que consideran más fácil porque lo tienen dominado. En este sentido podemos hablar de políticos ‘productocéntricos’.

¿Es un fracaso nuestro sistema político?

Si hablamos en términos estrictamente aritméticos el sistema tiene problemas porque se han generado unos coeficientes que complicarán muchísimo el que un equipo de gobierno muy mayoritario no tenga que ceder ante otros muy minoritarios. En eso consiste el juego de la democracia. En que grandes partidos tengan que recurrir a pequeños participantes, a veces, con entregas desequilibradas. Otro problema es que nuestro sistema político adolece de la incapacidad de llegar a grandes pactos de Estado porque estos se penalizan electoralmente.

Pero deberá cambiar mucho para adaptarse a lo que está por venir…

La política del futuro es, por pura necesidad darwiniana, la política de la incorporación de sistemas inteligentes. La supervivencia de los sistemas políticos actuales depende de su propia eficiencia. El porcentaje de personas en contra del sistema establecido puede ir aumentando a medida que lo haga el descontento ocasionado por la lejanía de las respuestas de los políticos a los problemas de los ciudadanos. Respuestas que tienen que ver, en el futuro inmediato con cómo vamos a robotizar el mundo, generar empleo, instaurar una renta básica, en definitiva, cómo vamos a incorporar a la discusión pública asuntos que no se han debatido hasta ahora. Para que eso suceda, la política ha de ser eficiente y la eficiencia en todo hoy depende exclusivamente de la tecnología y del valor añadido que el ser humano aporte.

Apuesta por crear un ministerio del futuro, o de IA como han hecho Suecia o Arabia Saudí. ¿Cuál sería su misión?

No sé si el método pero al menos introduce el debate en un consejo de ministros. Porque tendremos que tomar medidas estructurales muy importantes sobre lo que viene. Y lo que viene no es algo que vaya a pasar dentro de 30 años. Va a suceder en los próximos cinco o diez años, como máximo. Automatización, IA, robotización… todos esos elementos han de estar en el centro del debate político.

Algunos autores sostienen que la tecnología debería ser el eje central de los nuevos sistemas educativos...

Que la tecnología sea el hilo conductor en la educación de las nuevas generaciones está bien. Ahora bien, si no incorporamos elementos que el ser humano hace mejor que ninguna máquina, será complicado encontrar empleo, porque al final la programación la harán programas. Sin embargo, criticar éticamente ese avance solo lo hará un ser humano.

¿Es sostenible el sistema de pensiones?

Tal y como está, no. Pero eso ya se ve. Por poner un ejemplo, en 2050, 79 de cada 100 personas estarán en el sistema de pensiones en este país. En 1970 eran 19 y ahora 29 de cada 100. Ya es un sistema deficitario. ¿Cómo estará dentro de cinco, dentro de diez…? Sin embargo, los políticos siguen debatiendo si las pensiones se tienen que actualizar al IPC y no hablan de cómo vamos a sujetar una sociedad más automatizada en la que trabajarán menos personas durante menos tiempo.

En el libro habla de renta básica "inevitable"...

Sí. Al final no se trata de si la renta básica será factible o no (porque deberá serlo), o de cómo se aplica, en función de si eres de izquierdas o de derechas, superponiendo o sustituyendo los subsidios existentes. Lo importante es que se introduzca en el debate porque, si no, nos encontraremos con discursos políticos que hablan de reducir la jornada a 34 horas o a cuatro días, como en estas elecciones. Para que eso suceda, primero, hay que debatirlo, y, segundo, hay que diseñar una estrategia de automatización de la economía para que podamos trabajar menos y todo siga igual.

Afirma que el gran reto tecnológico actual es eliminar la palabra inteligente de todo aquello que no lo es…

Llamamos ‘inteligente’ a muchas cosas que realmente no lo son. Cuando hablamos de ‘inteligencia artificial’ nos referirnos a un sistema experto que aprende ligeramente sobre los errores que comete. La inteligencia es algo mucho más complejo.

Hace pocas fechas el Gobierno español anunció que podría controlar las comunicaciones digitales por razones de "seguridad nacional" y "orden público". ¿Le preocupa que nos convirtamos en un estado orwelliano como China?

Me parece que no es más que la reproducción de cosas que se están haciendo en otros países. La cuestión es si a nosotros nos supone lo mismo éticamente que a otros países. Me pregunto quién es el Gobierno para decidir que, por ejemplo, a partir del 9 de diciembre, van a seguir todos mis pasos con mi teléfono móvil. ¿Alguien me ha preguntado? ¿Alguien me ha dicho cuánto me van a pagar? Saben perfectamente que aceptamos las condiciones de uso, como si fuera playback: usted hace como que lo ha leído y yo hago como que no se que no se lo ha leído. A veces tengo la sensación de que alguien está en esas políticas de futuro mal entendidas e, incluso por desconocimiento, no están tratando como a ranas en un estanque de agua caliente.

¿Teme que si no nos adaptamos a velocidad suficiente la revolución tecnológica de paso a una revolución humana violenta?

Todas las revoluciones tecnológicas han tenido un ‘cómo’, que fue la tecnología que las provocó y un ‘qué’, que fueron los seres humanos. Esas revoluciones siempre han mejorado la vida de las personas, en términos generales, y creo que esta no será diferente. Como mucho, podrá propiciar que las personas exijan que esas nuevas capacidades derivadas de la tecnología les lleguen a ellos.

Durante miles de años hemos utilizado la tecnología a nuestro servicio, pero dentro de pocas décadas, si se produce la singularidad, es decir, las máquinas nos superan, será la primera vez que la tecnología podría servir a sus propios intereses, y estos, podrían chocar frontalmente con los de nuestra especie…

Los intereses siempre los marcaremos nosotros. La ética de la robótica siempre la marcarán los seres humanos. La singularidad, como yo la entiendo, dice que una máquina será capaz de corregirse a sí misma. Nada más.

Por tanto, desestima que alguna vez alcancemos la superinteligencia de la que muchos hablan...

La mayoría de los que hablan en términos de ciencia-ficción o bien es porque les han corregido el titular de un discurso muy largo o bien porque tienen algún interés personal o profesional. Yo intento alejarme de la ciencia-ficción cuando hablo de lo que será capaz de hacer la tecnología en los próximos años.

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El resto del libro puedes adquirirlo en diferentes formatos y plataformas a partir de la página oficial de Planeta Libros donde está referenciado.

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Tomar las riendas tecnológicas

Es uno de mis temas favoritos en mis conferencias. ¿Cómo vamos a digerir los avances tecnológicos desde el punto de vista social y económico ahora que sabemos que la velocidad empieza a aumentar de manera exponencial? Resulta que las cosas van en dirección contraria a lo que nos explican o nos dejan ver. Es algo tan evidente que ha dejado de preocupar. El reto de nuestra sociedad moderna y digitalizada consiste en hacerse cargo de sus propios límites en términos de gestión laboral y, por defecto, del talento asignado a los procesos de producción actual. Ya nada va a ser igual y no nos lo cuentan para no intranquilizarnos. Es mejor una sociedad adormecida pensando en el destino inexorable que en otra reactiva y protagonizando este cambio de época.
El momento más intenso se vivirá cuando la ‘Internet de las cosas’ entre en colisión o contacto con el concepto ‘big data’ y lo que supone de exponencial su uso compartido. En 2020 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados entre si, lo que supondrá una digestión inteligente de datos como nunca antes ha vivido la humanidad. Todo ello combinará inteligencia artificial, natural y conversaciones comerciales a partir de lo que el marketing matemático solicite y lo que el comercio de información entregue.

Sin embargo, no todo es tan sencillo. Con el aumento de la automatización, como los robots en las fábricas, el trabajo humano será sustituido. En los próximos años, el problema sólo se hará más intenso a medida que las máquinas aprendan a asumir el control, incluso en lo que antes se consideraban tareas altamente humanas e imposibles de asignar a un software o a un brazo articulado.

Estamos en el principio de algo tremendamente extraordinario. La tecnología continuará acelerando y nadie estará a salvo de ser sustituido por ella. Esto va de aprender, de evolucionar como especie, de avanzar como sociedad y de mejorar nuestro entorno utilizando la ciencia tecnológica y digital. Permitirnos trabajar menos o trabajar por otras cosas. Que cada uno haga su elección. Yo contemplo el futuro tecnológico como un lugar de aprendizaje y de retos continuos.

La velocidad con la que circulamos por la historia cada vez es mayor. Hace una década no existían las empresas que ahora marcan nuestro día a día de manera irremediable. Compañías que no tan sólo son parte de todo lo que nos afecta sino que además son las más valoradas económicamente en algunos mercados de valores. Hace cinco años no existían tampoco una gran cantidad de ‘oficios’ que ahora son los más demandados. Curioso ver también como esos nuevos modelos laborales se basan en otros procesos profesionales que nada tienen que ver con el pasado.

Enumera cuantas cosas haces hoy en día de la mano de tecnología que no estaba en la mente de nadie apenas hace dos décadas. Enumera, si te atreves, cuantos objetos eran precisos y de que tamaño, para englobar lo que ahora está en tu único smartphone. Piensa en como va a afectar a médicos, profesores, abogados, periodistas, políticos, funcionarios, conductores, policías, etc.., cada una de las aparentes iniciativas innovadoras que se van explicando en las webs de tendencias tecnológicas cada día.

La velocidad es espantosa y los emprendedores lo sabemos. Lo vivo como si acabara de cumplir cinco años y cada día tuviera un bono entrada para disfrutar de Eurodisney veinte horas al día. Es inacabable. No permitamos que porque nos dijeran que la tecnología puede ser nociva, tóxica para el empleo, no veamos hacia donde nos lleva.

Nos va a empoderar, nos concede modelos de entendimiento y relación a todos y sin límite. La digitalización de nuestra vida no son cadenas, son llanuras por explorar. Pero hay una fábula que me hace pensar en cuanto podemos hacer y no hacemos por no saber que es factible sólo si nos diéramos cuenta. Hace muchos años me la explicaron, ignoro si es real, imagino que no, pero es la historia de un niño que fue al circo con su padre y quedó fascinado con la actuación de un enorme elefante de fuerza descomunal.

Al terminar la función, el pequeño vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, le sorprendió constatar que si bien la cadena era gruesa, la estaca era un minúsculo pedazo de madera. –Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?–, le preguntó. Y su padre le dijo: –Porque está amaestrado–. –Si está amaestrado–, insistió, –¿por qué lo encadenan?–. El padre no supo qué decirle. Antes de marcharse a casa, un anciano que había escuchado la conversación le reveló la respuesta que andaba buscando. –El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Posiblemente, al principio tratara de soltarse, empujando con todas sus fuerzas. Pero siendo un pequeño elefante, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse agotado, impotente y, finalmente, resignado. Por eso ahora, siendo un elefante poderoso, sigue siendo preso de sus cadenas. Está convencido de que no puede liberarse de ellas. Lo que no sabe es que le bastaría con decir no…

Ahora hablamos de tomar las riendas tecnológicas sociales y económicas. No nos queda otra si queremos liderar, nosotros mismos, este tránsito a un nuevo modelo que se automatiza y que se llevará por delante todo cuanto conocemos. Si para ello seguimos esperando los dictados de gobiernos, estructuras y todo lo que supone intervención y control, el retraso nos dañará irreversiblemente.

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¿Por qué lo llaman domótica cuando quieren decir 'Internet de las cosas'?

Que la industria de la domótica esté incorporando a grandes players como Google, Apple, Microsoft o Samsung nos indica la tonalidad de la batalla tecnológica de los próximos años. Vimos a Google mostrando su Google House, para ver como la tecnología actual ofrece elementos a la vida cotidiana. Es fascinante atender a un día cualquiera de una vivienda inteligente, ‘domotizada’ y con usuarios hiperconectados.
Algo así como a una nevera comprando de manera independiente, alguien cocinando en base a documentos que flotan en la nube de datos de la casa, niños jugando a tiempo real en cualquier superficie y en una videoconferencia colectiva. A eso le sumas una tele que deja de ser tele en un universo multipantalla accesible desde unas Google Glass y te aseguro que la vida inminente se parece más a una película de ciencia ficción que a la que tenemos al llegar a nuestro apartamento actual.

Sin embargo si comparas tu casa con la que podías haberte imaginado hace apenas una década y verás lo factible que se torna todo.

Todo esto no sería en sí nada más que elementos formales del futuro sino estuvieran tocados por el tono de la Internet de las cosas. Hablamos de eficiencia energética, automatización al extremo y datos inteligentes al servicio de una mejor relación entre las personas y sus extensiones tecnológicas.

Google lo muestra en ‘pisos piloto’. Otros como Microsoft lo explican a partir de las gestiones con empresas. Insteon es la apuesta por integrar más de dos centenares de sensores y cámaras para monitorizar y automatizar todos los procesos generados en artilugios y objetos de una casa. A esto se le llama ‘ecosistema digital’.

Si Google y Microsoft van a toda leche en este campo, Apple no se queda atrás. Hace pocos días los de Cupertino presentaron una especie de plataforma para controlar ese ecosistema digitalizado llamado ‘homekit’ y del que no mucho se sabe todavía.

Pero no nos quedemos en la superficie de esta mutación irreversible. La Internet de la cosas va mucho más allá de la domótica. Como nos contaba José Crespo, ‘la tecnología que ya se está probando permite colocar una red de sensores wireless acoplados a minicontroladores y alimentados por energía solar, de manera que los se cubre una superficie como la de un bosque a fin de monitorizar contra incendios con un coste de hardware bajísimo. Lo mejor es que se basa en el uso de software y hardware existente pues el minicontrolador es programable y el protocolo te permite enviar la información a tiempo real al twitter de un guardia forestal, por ejemplo, previo paso por tu server para elaboración de estadisticas y salvar el historial en tu Base de datos’. No es más que Internet de las Cosas, Big-data y hardware a bajo coste aplicado.

Creo que si los grandes actores de la tecnología de usuario o hardware aplicado se lanzaron ya a este universo es porque identificaron la siguiente estación. Hablamos del siguiente paso de todo esto. En unos años todo cuanto nos rodee estará conectado a algo. Incluso nosotros. Habrá tanto dispositivo y datos circulando que la automatización de cuanto conocemos se hará natural y racional. Ese es el campo de desarrollo futuro.

Si eres emprendedor digital debes afrontar ese nuevo continente, ese sexto continente. Piensa en como ahora los sistemas inteligentes que se conectan en wireless ya no conectan solo cosas sino que también conectan territorios completos a la red para que se automaticen los procesos que le afecten. Hay quien defiende que la integración de sistemas es la verdadera Internet de las cosas, la inteligencia de esos conectores.

Los gigantes tecnológicos a todo esto le llaman todavía ‘domótica’ por que no está claro que podamos racionalizar lo que significa la verdadera ‘Internet de las cosas’. Es algo así como pasa con la Impresión 3D, que si le llamáramos del modo que realmente se debería, entraríamos en ‘shock’.

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