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Una economía congelada por decreto precisa una congelación de impuestos

Que ha llegado una catástrofe económica sin modelo comparativo anterior parece evidente. Que las medidas que los distintos gobiernos están adoptando para amortiguarlo son diferentes en cada caso, también. Las estrategias que se pongan en marcha ante este monstruoso escenario determinarán el modo en el que cada uno salga del agujero y en cuánto tiempo lo hará. Unos han optado por utilizar el extintor de la deuda sobre cada foco que prende y otros han decidido estructurar soluciones más amplias.

Que ha llegado una catástrofe económica sin modelo comparativo anterior parece evidente. Que las medidas que los distintos gobiernos están adoptando para amortiguarlo son diferentes en cada caso, también. Las estrategias que se pongan en marcha ante este monstruoso escenario determinarán el modo en el que cada uno salga del agujero y en cuánto tiempo lo hará. Unos han optado por utilizar el extintor de la deuda sobre cada foco que prende y otros han decidido estructurar soluciones más amplias. 

Dinamarca, por ejemplo, ha alcanzado un acuerdo con sindicatos y patronales para mitigar el problema laboral y que el mayor número de empresas permanezcan vivas cuando todo esto amaine. Para ello, en lugar de garantizar que cualquier expediente de regulación temporal de empleo se conviertan en definitivos, han decretado con carácter retroactivo que el Estado cubra el 75% del sueldo de los trabajadores de aquellas empresas privadas que, por culpa del coronavirus, planeen recortar su plantilla si se comprometen a no despedir a nadie por motivos económicos. En la medida hay letra pequeña en cuanto al número de empleados, tope salarial e, incluso, de cubrir el 90% en aquellos trabajadores que ejerzan su empleo por horas.

Dinamarca defiende con esta medida, a diferencia de los ERTEs rápidos que se han definido en España, es que las empresas reciben la ayuda directa, las nóminas están aseguradas y el empleo futuro también. Con ello buscan mantener el poder adquisitivo de los trabajadores, minimizar el coste relativo para las empresas y, una potencial activación del consumo posterior al no haber riesgo de pérdida de empleo. Según los daneses, los ERTEs no garantizan la recolocación tras la crisis. 

Es cierto, y cabe destacar, que Dinamarca tiene una deuda pública que ronda el 34% y España el 97% por lo que algunas medidas sólo son factibles desde el ámbito público con cuentas saneadas. El problema es que las cuentas deben sanearse durante el proceso de salida de la crisis pues, a medio plazo, se debe financiar igualmente y, sin trabajadores cotizando y trabajando, va a ser mucho más difícil. 

Otra diferencia notable es la que tiene que ver con autónomos y microempresas. En Dinamarca, si registran una caída de los ingresos del 30% o más, directamente podrán recibir una compensación del 75% de estas pérdidas en base a unos criterios de topes y máximos justificables. En España son más de 3 millones los autónomos que ayer, puntualmente, facturando cero euros vieron como se les ha cobrado su cuota mensual. Abandono y cero empatía con uno de los colectivos en el que se sujetó la anterior salida de la crisis. Aunque poner como ejemplo sólo a Dinamarca no es suficiente. Francia pondrá 300.000 millones de euros a disposición de sus negocios para garantizar que reciban créditos y evitar su cierre y asumirá el pago de los créditos bancarios de las empresas. Y es que Francia, a diferencia de España, ha entendido lo que supone dejar a la intemperie a los autónomos. De ahí que han decretado la suspensión generalizada de todos los pagos de impuestos y cotizaciones sociales, las facturas de agua, luz y gas, así como los alquileres.  Además, contemplan que los autónomos puedan disponer de un ‘fondo de solidaridad’ financiado con recursos públicos para los que caigan en el intento. 

Aún hay más. El Gobierno de Reino Unido ha decidido extender a los autónomos la protección del 80% de salario, con la aprobación de un esquema de protección pensado especialmente para trabajadores por cuenta propia. Para el cálculo de la cuantía que le corresponde a cada autónomo, el Gobierno empleará la media mensual de sus ingresos durante los últimos tres años. La protección salarial se extenderá durante tres meses a partir de junio, pero el ministro británico aseguró que se extenderá en caso de que sea necesario. Lo mejor, es que, además, los autónomos que reciban esta ayuda podrán seguir desempeñando su actividad con normalidad. La idea es que quieren cubrir la misma cantidad de ingresos a los autónomos que la que están cubriendo a los trabajadores por cuenta ajena. Brutal. Es posible.

Pero volvamos. España tiene un plan de reconstrucción, Dinamarca de reactivación. La semántica importa. El ministerio de economía escandinavo asegura que ‘la experiencia demuestra que, en cualquier crisis, si se mantiene el contrato entre empresa y trabajador, es más fácil volver a la normalidad cuando los problemas desaparecen’. Desvincular esa relación, aunque sea temporalmente, suele dejar un solar vacío. Ya lo hemos vivido. La idea es que las empresas mantengan su fuerza de trabajo intacta con este vínculo. A esto se le llama ‘contador cero’ en el ámbito laboral, asumiendo que no se factura por imposición. Digamos que, aunque realmente se ha parado la economía, el efecto no sea el de pararla sino el de ‘hacer pause’.

No se puede decretar la congelación de la economía y no congelar también el sistema tributario. Vivimos un proceso destructivo inédito con soluciones que se desconocen o comparables. Por eso, aunque Dinamarca tome medidas distintas, también sufrirán. El asunto es saber a que velocidad y con que costes saldremos nosotros u otros. 

Es importante recordar que España era un país que ya no creaba empleo, que parte en esta crisis con 3,2 millones de parados, con una pendiente revolución tecnológica que no llegó a tiempo y con una dependencia de sectores cíclicos vinculados a que todo ‘vaya bien’. No podemos comparar nuestro país con Dinamarca, cierto, pero si podemos inspirarnos en algunos aspectos si se demuestra que uno de nuestros mayores problemas, el empleo, se puede salvaguardar. 

Tengamos en cuenta que el gobierno español dice que va movilizar el 20% del PIB para luchar contra la crisis del coronavirus. Es exigible, obligatorio, que esa ingente cantidad de dinero, venga de donde venga o se garantice como se garantice, no se derroche en parches, en medidas relativas o tácticas. Debemos pedir que se establezcan de un modo que permita mantener el empleo y modernizar nuestro modelo de crecimiento o será imposible retornar esa deuda jamás. Y el futuro no sólo depende de que ahora se haga algo, sino que lo que se haga sea eficiente y modernice nuestra estructura industrial y económica. 

A todo esto suponiendo que los 200.000 millones, ese 20% del PIB, realmente lleguen a donde deben llegar. El presidente Sánchez habló el 17 de marzo de ‘movilizar la mayor cantidad de dinero jamás hecha para luchar contra el coronavirus’. Y tengo mis dudas de que eso sea el efecto final. No es un dinero que se vaya a pedir prestado al BCE con un interés privilegiado y un plazo de pago asumible. Un dinero que no irá directamente a pagar los salarios de la gente que ya sabemos están perdiendo y perderán su trabajo, para garantizar que las empresas no quiebren, para exonerar impuestos, pagar hipotecas, alquileres, ayudar a autónomos, dotar al sistema sanitario de medios y aguantar el batacazo provocado por paralizarlo todo. 

Pero así no ha sido. En realidad solo ponen 17.000 millones. El resto son avales y créditos al sector privado. Es decir, el gobierno no pondrá el dinero, solo te avalará en el caso que un banco decida darte un crédito que, obviamente, deberá analizar si estás en condiciones de pagar. Tela. Si la empresa no quiebra y paga el crédito, el gobierno no pone un céntimo. Es realmente retorcido. Brillante a quien se le haya ocurrido por otro lado.

Y se entiende no obstante. Como en 2008, España volverá a negarse a un rescate. La lógica nos dice que en el próximo año los Gobiernos emitirán la mayor cantidad de deuda pública de la historia y aquellos países muy endeudados y con escasa credibilidad fiscal como es el nuestro tendrán problemas para financiarse. Eso lo sabe muy bien la ministra Calviño, buena conocedora del sistema europeo, por lo que se ha presionado en cuidar la liquidez. El ‘cash’ será el rey y un aval de 100.000 millones no consume liquidez y te permite quedar muy bien. 

Y si hay algo que realmente podría ayudar a las empresas, grandes, pequeñas, autónomos e individuos particulares, es aligerar el peso tributario. No aplazar, exonerar. El gobierno no tiene la culpa de la crisis, cierto, pero si puede tener la responsabilidad de gestionarla con el culo. Tampoco tienen culpa las empresas y autónomos, y menos las personas asalariadas. No se les puede pedir que sin poder facturar ‘por ley’ se les pida cumplir con los pagos ‘de la ley’. Se debe exonerar en el tiempo esas obligaciones tributarias o se ahogarán. El 90% de las empresas de este país es una micro-empresa que viven con un colchón financiero muy reducido. Si ese colchón es para pagar impuestos la regla de tres da un cero absoluto, en empleo sobretodo. 

Ese 20% del PIB debe servir para retener el valor de la empresa actual, salvaguardarlo todo, con un paréntesis tributario, no un aplazamiento, un pause absoluto y una espera que garantiza ese dinero para reactivar el proceso productivo. Pero a cambio, de momento, España será el único país de su entorno que no tocará los impuestos ante la crisis del coronavirus. Se resisten a hacerlo. Solo han establecido un pequeño aplazamiento para casos muy concretos y por eso hacienda no perdonará ni un euro a los contribuyentes sea cual sea su situación. Solo establecen un aplazamiento automático de deudas tributarias. Un grano de arena en un desierto inmenso.

No sólo Dinamarca, otros países como Alemania, Italia, Austria, Bélgica, Portugal, Finlandia, Noruega, Grecia, Luxemburgo, Rumania, Eslovaquia, Lituania, China, Rusia, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Malasia o Costa Rica han optado ya por diferir los plazos para presentar autoliquidaciones tributarias por impuestos sobre la renta o por IVA y han introducido incentivos fiscales relevantes para otorgar liquidez a las empresas. Aquí, la ayuda fiscal solo está presente en algunas exoneraciones menores por parte de ayuntamientos en la medida que pueden y son competentes.

Lo que decimos es que se active un ‘estímulo tributario’. Se trata de reconocer que este momento no tienen nada que ver con nada visto hasta la fecha. De que parar la economía obligatoriamente no se puede trasladar a las empresas pues no tienen margen de acción y algo hay que hacer para que no se derrumben. Que en la política fiscal es donde hay una herramienta muy poderosa cuando ya has aceptado que vas a endeudarte como nunca antes.

En resumen, la salida de la crisis en una hipotética ‘V’, ‘U’ o ‘raíz cuadrada’ difícilmente se podría haber producido, pero mucho menos con estas medidas. A lo que vamos es a una ‘L’ larga. El turismo, el entretenimiento, la industria o los componentes precisarán mucho tiempo para recuperarse, el empleo no se activará de manera automática y las pymes y los autónomos caerán como moscas al no poder incorporarse al flujo económico ahogados por deudas y créditos gracias a las moratorias y flexibilizaciones. El único flotador que les ofrece el gobierno. Cuando llegue el momento de pagar ese salvavidas no habrá nada con lo que hacerlo.

Estamos en caída libre. El PIB caerá, aquí, casi un 10%. Insalvable sin medidas más globales y dejando todo a la inercia de los parches que se están anunciando tras cada consejo de ministros. Una calamidad. El desplome va a ser de tal magnitud en inversión, consumo, exportaciones e importaciones que ni el gasto público lo va a poder activar. A esto le sumas que, detrás de medidas cosméticas, no hay una defensa real del empleo. Se trata de paquetes temporales, nada es estructural o que permita soporta el empleo desde las empresas. 

Y si el paro llega al 35% cuando se sumen los ERTEs convertidos en EREs, los vencimientos de contratos temporales y los despidos inevitables a medio plazo. Se calcula que cerca de un millón de empresas van a cerrar si no se actúa directamente en ellas. No se trata de liquidez por crédito, se trata de exonerar obligaciones y poner la economía bajo un paréntesis  que ha sido, por otro lado, obligado por la crisis sanitaria. Si nos piden congelar nuestras empresas, deben congelar las obligaciones tributarias. Sin ese matiz, todo lo que se está haciendo va a ser un bucle negativo. 

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El otro oficio del periodista, el Community Manager

Leo que “crece el pesimismo entre los trabajadores de los medios de comunicación ante un futuro inmediato plagado de sombras”. Está claro que en breve la mayoría de medios tradicionales deberán recortar plantillas. El catálogo de opciones para abandonar la redacción será muy variado: bajas incentivadas, prejubilaciones, despidos, EREs y llantos empresariales. Es una realidad sórdida pero sin embargo no hay muchas opciones. Hay periódicos que son cadáveres y que soportan su maquinaria gracias a nuestros impuestos a través de subvenciones que se van a ir estrechando justo cuando nos explote en la cara el déficit público del Estado y sus derivados.

Leo que “crece el pesimismo entre los trabajadores de los medios de comunicación ante un futuro inmediato plagado de sombras”. Está claro que en breve la mayoría de medios tradicionales deberán recortar plantillas. El catálogo de opciones para abandonar la redacción será muy variado: bajas incentivadas, prejubilaciones, despidos, EREs y llantos empresariales. Es una realidad sórdida pero sin embargo no hay muchas opciones. Hay periódicos que son cadáveres y que soportan su maquinaria gracias a nuestros impuestos a través de subvenciones que se van a ir estrechando justo cuando nos explote en la cara el déficit público del Estado y sus derivados.
Lo dramático del asunto no es tanto que esos medios, que ya no son la vanguardia de nada, se asomen al abismo. Lo doloroso es comprobar como una generación entera de periodistas se consume en la nada. Los ingresos de esas empresas caen en picado, algunos ya no ingresan ni el 10% que hace un año. En ese escenario todos deben reflexionar. Por una lado las empresas, todo tiene un principio y un final. El final de la prensa tradicional está cercano.

Lo divertido del asunto es la acusación permanente que sufre Internet como responsable de esa debacle. ¿Qué tendrá que ver la red con todo eso? Seguramente mientras no hubo un lugar donde contrastar la información o retratar al conjunto de inservibles que nos servían las noticias durante años, éstos pudieron vivir tranquilamente, pero ahora los términos han cambiado y con ellos los privilegios de centenares de manipuladores que se pierden pasando sin correa.

Ahora, a parte de la red, también ha aparecido un nuevo enemigo: la crisis. Ya tenemos otro elemento que tranquiliza a los que han descubierto que el día menos pensado en la puerta de las oficinas de su redacción o estudio pondrá “se alquila”.

Las empresas no han dejado de anunciarse sólo porque no dispongan de presupuesto para hacerlo, que también, sino que han empezado a seleccionar donde y como lo hacen. ¿Para que anunciar mi compañía en la página 22 de un periódico si mis clientes buscan la mayoría de mis productos en la red? ¿Por qué debo anunciarme a un target amplísimo de telespectadores que se seleccionan por horario únicamente cuando puedo anunciarme de manera selectiva en una red social?

Cuando en Cink nos pusimos a dar servicios de comunicación 2.0 en entornos de redes sociales, entre otras cosas, ya pensamos en el cliente, en el producto e incluso en una generación anulada de jóvenes que eran carne de paro. Hace más de un año empezamos a hablar de un nuevo “puesto de trabajo”, un nuevo “oficio”. Buscábamos “community managers”. Ahora, 12 meses después y con 30 personas en el equipo podemos decir que ese es una profesión evidente, con futuro y que elimina las encorsetadas recetas del periodista del siglo pasado.

Estoy relativamente orgulloso de haber estimulado la creación de un agente publicitario dinámico, de haber apostado por la innovación de la comunicación en escenarios distribuidos y de haber impulsado la capacitación empresarial en mi entorno en un momento especialmente duro.

Mientras que casi el 40% de jóvenes españoles no trabajan, mientras que los poderes públicos siguen engañándoles con falsas expectativas que no les conducen a ningún efecto laboral, otros hemos tenido que construir vías por las que transitar. Sin subvenciones ni ayudas públicas de ningún tipo por cierto. Obviamente no las esperaba. ¿Serás Community Manager?

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Donde caben dos caben tres

Desde ayer es oficial que en España hay más de cinco millones de demandantes de empleo. Concretamente 5.051.441. Sin embargo la prensa teletipófaga transcribió la nota del propio gobierno sin darle demasiadas vueltas al tema. Las cifras volvieron a publicarse sin análisis y, salvo honrosas excepciones, la mayoría adoptó como cifra válida esos 3.629.080 parados. Los que sabemos que la credibilidad del INEM es nula, pues basa sus datos en un método de descuento diseñado por políticos, tenemos claro que la cifra más adoptable sería la que publica EUROSTAT.

Apretados Desde ayer es oficial que en España hay más de cinco millones de demandantes de empleo. Concretamente 5.051.441. Sin embargo la prensa teletipófaga transcribió la nota del propio gobierno sin darle demasiadas vueltas al tema. Las cifras volvieron a publicarse sin análisis y, salvo honrosas excepciones, la mayoría adoptó como cifra válida esos 3.629.080 parados. Los que sabemos que la credibilidad del INEM es nula, pues basa sus datos en un método de descuento diseñado por políticos, tenemos claro que la cifra más adoptable sería la que publica EUROSTAT.


No obstante, tomemos la cifra que tomemos, el asunto no es aritmético, ni tiene que ver con quienes se inscriben en las listas de demanda de empleo ahora mismo sino en la que se avecina. Se aproxima un dramático escenario de paro y parálisis motivado por la imposibilidad de fabricar empleo robusto y concreto. Los acontecimientos responderán a dos factores que pocos incorporaron en sus informes de ayer. Por un lado los EREs que no computan en estos réditos y por otro el vencimiento del dichoso Plan E.

  1. Los ERE’s están creciendo a una velocidad espectacular. La última cifra registrada de finales de junio sobre afectados por un ERE hablaba ya de 350.000 y su crecimiento roza las 50.000 al mes. A este ritmo más de medio millón de personas estarán sin empleo y afectados por un expediente de regulación a final de año.   
  2. Cunado pinche la burbuja laboral el aumento será exponencial. Los contratos originados por el Plan E alcanzaron los 400.000 según cifras del gobierno. El 1 de enero de 2010 todos ellos regresarán al paro puesto que esos contratos eran temporales y caducan a 31 de diciembre.

Si la destrucción de empleo mantiene este ritmo de entre 70.000 y 80.000 puestos de trabajo mensual, si se le suman la cascada de parados proveniente del Plan E y los EREs que no revertirán en ocupación,  en marzo de 2010 estaremos en un escenario siniestro. Nos soplarán las siguientes cifras según la fuente: para el gobierno tendremos unos 4 millones, para la EPA 4,8 millones y para EUROSTAT 5,1. La verdad siempre será más cruda y los demandantes de empleo alcanzarán los 6 millones. Todo esto me recuerda la tonadilla esa que suena en un anuncio de IKEA que, atendiendo a los tiempos que corren, habla de que donde hasta ahora había “una república independiente de tu casa” ahora hay que ajustar espacios. Una metáfora curiosa. Se ha pasado de “redecorar tu vida” en un ejercicio de consumo estético a un “donde caben dos caben tres” que muestra un consumo eficiente. Seguramente se han inspirado en esas nuevas estrecheces que viven algunas familias que reciben abochornados a hijos y nueras mileuristas que se fueron sobrehipotecados a un piso con piscina y campo de golf y que ahora vuelven embargados, en el paro y con un montón de palitos con números dentro de una bolsa gigante.

Ahora bien, quisiera acabar haciendo referencia a lo publicado ayer por el INEM. Es absolutamente bochornoso que alguien piense que nos creemos la existencia de un millón de personas que no pueden ser consideradas como parados por su incapacidad formal para trabajar. Aplicando ese filtro novecientos mil y pico parados en toda regla pasan a ser los famosos “en formación”. A parte de una falta de decoro brutal, es humillante. Sobre todo porque cuando se aplique la corrección de los datos objetivos, las cifras regresarán a la cruda realidad. Una realidad fácilmente perceptible paseando por cualquier capital española minutos después de que los supermercados depositen a pie de calle los excedentes de alimentos caducados.

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