Campaña electoral, Inteligencia Artificial y Big Data ¿Influye la tecnología en el voto?

Hoy es el primer día de campaña electoral en Catalunya. Análisis en clave política hay muchos y mejores que el que pueda hacer yo. Sim embargo hay un punto de vista tecnológico que llevo tiempo analizando. ¿Cómo las nuevas tecnologías están afectando de manera importante en el desarrollo de cualquier comicio electoral? Digamos que hay dos aspectos en el que la disrupción tecnológica está afectando a todo lo que tiene que ver con las elecciones. Por un lado afecta a las propias campañas electorales y por otro en el hecho de votar. En el primer caso estamos ante tecnologías que permiten influir en los resultados y por otro lado, el cómo la tecnología disponible ya nos permitiría votar de otra manera con un ahorro importante de dinero y unas garantías absolutas.

Hoy es el primer día de campaña electoral en Catalunya. Análisis en clave política hay muchos y mejores del que pueda hacer yo. Sin embargo, hay un punto de vista tecnológico que me interesa especialmente ¿Cómo, las nuevas tecnologías, están afectando de manera importante en el desarrollo de cualquier comicio electoral? Digamos que hay dos aspectos en el que la disrupción tecnológica está afectando a todo lo que tiene que ver con las elecciones. Por un lado afecta a las propias campañas electorales y por otro en el hecho de votar. En el primer caso estamos ante tecnologías que permiten influir en los resultados y por otro lado, el cómo la tecnología disponible ya nos permitiría votar de otra manera con un ahorro importante de dinero y unas garantías absolutas.

En campaña electoral sobresale, desde hace tiempo, el papel relevante de los automatismos de opinión. Son los denominados ‘bots’ o robots políticos en la red. Un software que tiene como función participar en debates en las redes sociales en una sola dirección. Hay de dos tipos, los que sólo replican masivamente y otros, más sofisticados, que mantienen una especie de conversación. Aunque estos últimos sean sistemas expertos capaces de buscar respuestas en base al contenido de tu aportación. Por regla general si ves un perfil de origen ruso o de un país remoto retuiteado un tuit en catalán, sospecha. Estos son fácilmente detectables. Suelen ser cuentas con un timeline lleno de retuits y ya está. Los otros, vinculados a un modelo de aprendizaje sintético, son los que utilizan los partidos políticos con más medios. Suelen entrar en debate en una sola dirección. No razonan, no cambian de opinión. No están programados para eso.

Si has estado debatiendo en la red recientemente, si lo piensas hacer durante la campaña, debes saber que es muy probable que cuando aparece un perfil desconocido, con el que no has hablado nunca e inicia un debate contigo, existe un 50% de probabilidades de que no sea humano. Se calcula que el 50% del tráfico que hay en las redes sociales actualmente es sintético, no humano. Un torrente de opinión artificial que busca crear tendencias. La red funciona como una especie de río que de vez en cuando se queda estancado ante un embalse. Los jefes de campaña buscan abrir las puertas de esa presa de información para que fluya en la dirección que interesa. Cuanto más caudal lleve esa riada, más difícil es cambiar la tendencia. Hace 10 años los miembros de una campaña electoral eran expertos en comunicación y ciencia política, después empezaron a llenarse las ‘war room’ de estrategas en redes sociales y, ahora, la mayoría que componen los equipos de las candidaturas más exitosas suelen ser matemáticos e ingenieros.

Así ganó Trump. Por esto y por otros aspectos. Los motivos por los que ganó las elecciones son múltiples, de carácter social, coyuntural, respecto a la otra candidata, etc. Pero hubo un hecho que fue crucial. Al menos en la efectividad. Lograron con ello que las acciones de campaña fuesen encaminadas a las personas susceptibles de cambiar de opinión o de desactivar el voto contrario. Sin entrar en detalle, se necesita un tratado al respecto y hay quien lo ha explicado muy bien ya, el modelo de gestión fue el siguiente: una vez Trump finalizaba un discurso o intervención en campaña, se activaba un sofisticado método de 'scrapping', rastreo en redes sociales de quien decía o hacía algo a favor de él y se extraían todos los elementos posibles de su perfil. Una vez detectados a miles de seguidores favorables, desestimados los conocidos previamente, se iniciaba un análisis en detalle de sus vinculaciones, grupos, aficiones, gustos, etc. Con todo ello consiguieron crear una campaña predictiva y personalizada. Acciones que actuaban sobre lo que convenía a cada persona y en cada momento antes de que el potencial votante lo supiera incluso. Por cierto, ¿sabes cuál era la serie de televisión que marcó el inicio de este rastreo? Pues fue ‘The Walking Dead’. Tiene su cosa eso de que a partir de una serie de éxito que representa un mundo lleno de zombies, los ingenieros de Trump pudieran ir deshilachando la cadena de relaciones distribuidas digitalmente para hacer una campaña más efectiva y eficiente.

Pero no toda la tecnología electoral es negativa. Recordemos que la tecnología es el 'cómo' y las personas que la utilizamos somos el 'porqué'. La tecnología está moldeando la política actual. De hecho hay interesantes avances en como vamos a votar, elegir, analizar y sensibilizarnos en temas electorales. Hay algunas tecnologías muy relevantes como el voto biométrico, el registro de candidatos por CRS, el sistema de identificación electrónico o  el sistema de transmisión electoral RTS, sin embargo, de momento, los aspectos que podríamos encuadrar como tecnologías que afectan a los procesos electorales serían:

Inteligencia Artificial y Sistemas Expertos.

Aunque no son inteligencia artificial propiamente dicha, los chatbots actúan en los casos más complejos en una franja cercana. Son sistemas expertos algo más sofisticados que un respondedor automático. No obstante los más utilizados en campaña son algo más simples. Los chatbots han tomado al mundo por sorpresa debido a su capacidad para imitar los flujos naturales de conversación y brindar ayuda a los consumidores durante todo el día. Las plataformas ahora permiten crear chatbots en cuestión de minutos y no requieren conocimientos de programación. Varios partidos políticos han desplegado numerosos chatbots para ayudarlos a cautivar a sus audiencias, a contar historias convincentes, a estar disponible durante todo el día, a registrar votante y a lanzar una campaña específica en tiempo récord. Una de las cosas más interesantes sobre los chatbots es que logran 'hablar' con las personas implicadas a través de sus dispositivos y aplicaciones habituales.  

Información totalmente disponible.

Los partidos políticos y los candidatos han dependido tradicionalmente de los discursos, la radio, los medios impresos y la televisión para transmitir su mensaje. Sin embargo, con el aumento de los teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles, la información está más disponible que antes. Esto obliga a poner información relevante sobre sus campañas y objetivos donde sus votantes lo verán de manera constante. Hay un buen número de empresas y startups que están avanzando mucho en este y otros aspectos derivados.

Big data y gestión predictiva electoral.

Tradicionalmente, una de las partes más difíciles de la política electoral es la de dirigirse a la audiencia correcta. La tecnología permite que los partidos políticos se dirijan a audiencias específicas para que se vean influenciadas por su campaña. Los seguidores pueden recibir información personalizada sobre temas que les interesan, mientras que los votantes indecisos pueden recibir contenido diseñado para convertirlos en seguidores. La tecnología Big Data se ha convertido en algo esencial en una campaña electoral porque, de esa manera, los partidos políticos conocen mejor al electorado. De esto modo predicen el comportamiento electoral, potencian la comunicación y la interactuación digital porque hay una mejora en la escucha y participación del ciudadano. De este modo personalizan el mensaje y lo hacen tremendamente eficiente.

Influencia social e interacción directa aparentemente.

Uno de los principales factores en el éxito de una campaña política es la influencia social y la forma en que los políticos interactúan con las masas. La tecnología permite a los políticos comunicarse directamente con las audiencias, respondiendo a sus preguntas y expresando sus puntos de vista sobre temas específicos.

La política es uno de los aspectos más importantes de la sociedad moderna, y la tecnología ya está teniendo un gran impacto en la forma en que vemos los asuntos políticos. He asesorado a partidos y candidatos en estos temas alguna vez. Siempre he pensado que, mucho de lo que precisan y requieren durante sus campañas electorales, luego les cuesta enlazarlo con la gestión pública. No comprendo como pueden estar profundamente impactados por como la automatización de todo el circo electoral les engulle de manera radical y luego les cuesta tanto poner en marcha políticas activas para liderar un mundo robótico y tecnológico. Una campaña electoral es un escaparate que utiliza todos los mecanismos tecnológicos para que sea brillante y efectivo. Luego, lo que te venden no suele coincidir mucho con lo que te entregan. 

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Tecnoconsciencia y la adaptación al cambio de modelo económico y social.

Ayer participé en un debate organizado por la Direcció General de Telecomunicacions i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya donde se analizaba, en mi mesa, el concepto de la ‘tecnoconsciencia’ social. Es algo de lo que discutimos aquí y del que mucho se está empezando a decir. Llevamos algún tiempo viviendo una aceleración tecnológica como nunca antes había vivido la especie humana y eso, con el incremento de la velocidad que va a adquirir, aun va a ser más radical, de un modo exponencial. 

Ayer participé en un debate organizado por la Direcció General de Telecomunicacions i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya donde se analizaba, en mi mesa, el concepto de la ‘tecnoconsciencia’ social. Es algo de lo que discutimos aquí y del que mucho se está empezando a decir. Llevamos algún tiempo viviendo una aceleración tecnológica como nunca antes había vivido la especie humana y eso, con el incremento de la velocidad que va a adquirir, aun va a ser más radical, de un modo exponencial.

Desde la consultora en transformación digital para empresas e instituciones tratamos cada día el complejo tránsito en el que estas organizaciones derivan de una simple presencia digital a un espacio de conversión en ventas para las primeras o de implementación de modelos que utilicen toda la potencia de la digitalización en las segundas. No es fácil, pero hay método. Todo gira en torno a la manera de entender el momento, las claves que se persiguen y los objetivos convertidos en finalidad práctica. No todo es hablar de conceptos, que también, pero hay que darles forma real, aspecto de beneficio en todos los sentidos.

La Ley de Moore dice que la potencia de los chips de los ordenadores se dobla cada año, pero ahora entendemos que esta ley no sólo se restringe a los chips, es algo que pasó con los diodos, las válvulas, y todo lo que se desarrolló antes, y no sólo se restringe al campo de los ordenadores, está ocurriendo en la biología sintética o la biotecnología. Cada vez que convertimos la tecnología en una ciencia de la información se convierte en exponencial. Hay quien duda que esa capacidad de crecimiento sea infinita puesto que físicamente hay un límite. En ese momento, para seguir creciendo exponencialmente requeriremos de otra tecnología, pero mientras ese momento llega, ¿qué debemos hacer? ¿cómo vamos a vivir ese tránsito acelerado empresas, individuos e instituciones?

Hoy en día cualquiera de nosotros en su bolsillo lleva más capacidad tecnológica de la que llevaba cualquiera de las sondas espaciales que nos llevaron a la luna. Hace apenas una década muchos de los términos que ahora utilizamos, modos de transmitir el conocimiento y métodos de trabajo eran absolutamente desconocidos. Ahora mismo confluyen muchos cambios, de hecho casi es imposible listarlos todos por la emergencia en la que se van sucediendo. Por poner un ejemplo que no solemos hablar aquí. En breve las posibilidades que aportará la codificación de nuestro ADN y los avances biotecnológicos nos llevarán una nueva medicina de tipo preventivo y que dejará en un segundo plano la que ahora tenemos de tipo curativo.

Otro que hay que tratar. El asunto energético será clave también. A pesar del anunciado punto de no retorno de las energías fósiles, cada vez, el coste energético con fuentes alternativas son menores. La electricidad que se genera a partir de paneles solares provocará que todos los individuos puedan fabricarse su propia energía dicen. De hecho cada año y unos meses, se duplica la producción de energía de este tipo. Según algunos expertos en apenas quince años, la capacidad instalada podrá generar el completo de la electricidad que se consume en el mundo.

Mientras la medicina y las fuentes energéticas van evolucionando, nosotros, los individuos nos iremos hiperconectando. La consciencia de todo ello se hace cada vez más compleja pero al mismo tiempo más absoluta. La geografía como ahora la conocemos se va a ir desdibujando. Ya sucede. Tres mil millones de humanos están conectados los unos a los otros y en cinco años seremos el doble.

El comercio electrónico, la organización digital, la operativa de los datos y la interconexión con objetos lo transforma todo. Vivimos en una plataforma aterritorial, donde las cosas y los pensamientos se transmiten de un modo integral y donde el conocimiento no requiere ser adquirido con respecto a donde vives. Un estudiante de Lagos es capaz de acceder a los mismos datos sofisticados que uno de California. El MIT ha puesto online todas sus enseñanzas para que puedan verlas todo el mundo. La educación va a convertirse en un servicio libre y gratuito para todo el mundo. ¿Por qué no permitir a nuestra empresa o nuestra institución pueda adquirir ese espacio también?

Aquí aparece siempre el concepto del ‘posthumanismo’, el de la singularidad, el de que las máquinas nos quitarán el empleo. El hecho de que todo esté conectado y que esa conexión en muchas ocasiones represente un espacio en el lenguaje de los robots y de la inteligencia artificial asusta. Y es para asustarse. Siempre ha sido así. Cuando no entendemos como será el futuro nos acojonamos pues sólo vemos lo que no será y difícilmente podemos divisar lo que sí podría ser. De todo hay y ya explicamos las voces criticas que hay y que cada vez son más intensas.

Hay países dónde ese futuro se afronta de un modo optimista y otros que lo abordan desde el miedo. Estos últimos lo van a pasar muy mal. El mercado de trabajo no va a ampliarse, si tienes un 25% de paro no vas a reducirlo ya, nunca, al 4%. El pleno empleo es una quimera para los que no están enfrentándose al futuro como toca. En menos de un decenio el mercado laboral se fragmentará eliminando intermediarios dejando en dos espacios contrarios todo el sistema.

Hablamos de los empleos cualificados bien pagados por un lado y los de escasa cualificación y mal pagados por otro. El riesgo es la fractura social más que evidente. Lo mismo pasa con empresas y sistemas políticos. Donde podamos incluir un software o un robot capaz de hacer algo que un humano sea más lento o ineficiente, el cambio sucederá. Sin embargo, cada vez que un intermediario desaparezca, cada vez que un automatismo se encargue de un puesto de trabajo ‘humano’ la cadena de sucesos se irá agilizando. Millones de nuevos empleos aparecerán, menos que los que se destruirán por una lógica física. Nuevos modelos impondrán un reto para los gobiernos y por supuesto para las personas. La revolución tecnológica precisará de que cada uno de nosotros tengamos nuestra propia revolución íntima.

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El poder económico pivotará y lo hará rápido. En cinco años los países más poblados del planeta que ahora están considerados ‘emergentes’ pasarán a ser las mayores economías del planeta. Así lo estima la ONU. Casi la mitad del planeta se incorporarán en nada a la competición global. Serán productores, competidores, pero también compradores, consumidores. Es clave ver esa doble vía.

El problema que tenemos en algunos lugares es que todo este tremendo cambio de época que estamos viviendo precisa no solo de acción directa de los que definen las políticas. Es imprescindible que lo hagamos todos como sociedad. Que si vemos que la educación no está adecuada a lo que viene, pues debemos exigir esos cambios. Si la economía se embarca de nuevo en una locura inmobiliaria, de nosotros depende no alimentarla. Si el progreso y la tecnología se enreda con leyes que lo ralentizan todo, debemos exigir que los avances en todos los campos lleguen a directamente.

Hace un siglo la humanidad era campesina. El mundo entraba en colisión con una nueva amenaza llamada tecnología. La ciudad era su escenario. Sin embargo el tiempo pasó y fuimos capaces de entenderlo no sin problemas. Ahora menos del 3% de la población occidental trabaja o vive del campo. Aparecieron nuevos empleos y ahora pasará lo mismo. Al igual que entonces, aquellos empleos que iban naciendo y que nadie podía ni imaginarse décadas antes, ahora viviremos, más rápido el mismo punto disruptivo. Somos innovadores, nos adaptamos y aprendemos de nuestros propios retos. La única cosa que debe preocuparnos es si nuestro modelo actual, de negocio, de relaciones o intermediación, es válido como está o precisa de que alguien nos ayude a tramar una estrategia para no sufrir a muy corto plazo.

La tecnología reduce el costo de todo. Si algún día todo ello fuera ‘gratis’ el concepto trabajo estaría en riesgo. Lo mecánico, pesado, repetitivo pasaría a ser una obligación técnica y los humanos podremos dedicarnos a cosas más edificantes y creativas. Veremos cuando y como, pero de momento no estaría mal irse preparando. Las cosas suceden y luego las entendemos decía Borges. Pues eso, cuanto antes nos pongamos, antes las entenderemos y así podremos disfrutar de todos sus beneficios.

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Marc Vidal Marc Vidal

Ecosistema emprendedor

Desde hace unos meses participo en uno de los programas de innovación impulsados por el BCIE que vincula el territorio con la innovación. Obviamente las diferencias entre Europa y Guatemala, por ejemplo, son enormes y las características de la llamada smart city de vanguardia y los proyectos de desarrollo para generar territorios inteligentes son todavía muy distintas. Sin embargo pienso que hay una génesis que iguala espacios y políticas, voluntades y experiencias y sobretodo espíritu emprendedor con acción pública. Cuando hablo de administración lo hago desde el punto de vista que es ella la que debe facilitar los mecanismos para lograr que un espacio concreto se convierta en un ecosistema de innovación y emprendeduría tecnológica. Las hiperciudades se fomentan desde todos los ámbitos.
Al hablar de ecosistemas me refiero a algo más que un barrio super cool en la parte norte de una ciudad o un saco de empresas desarrolladoras de software replicado que ocupe tres edificios pintados con letras gigantescas. En el reto latinoamericano lo que prima es la voluntad de estimular ciudades que generen proyectos. En Europa eso podría bien establecerse como entornos urbanos con vocación innovadora que por ahora son demasiado puntuales y no responden a una verdadera explosión creativa.

Escenarios como Boston, Sillicon Valley, Singapur, Bangalore y Shanghai son ejemplos de lo que sería un ecosistema para la innovación. Son ciudades que no hacen más que atraer talento pues son tremendamente creativas y donde lo público y lo privado se mezclan en las fases de investigación de manera natural y donde los incentivos fiscales y administrativos sólo hacen que facilitar los procesos.

En Europa es más complicado encontrar territorios amplios que puedan entenderse como ecosistemas por si mismos, es más habitual concretar en edificios que se denominan parques tecnológicos o de investigación. Por supuesto son destacable e imprescindibles, de hecho IDODI tiene una de sus sedes, concretamente la que se dedica a incubar empresas, en el Parc Científic i Tecnològic de la UDG. En Toulouse, Dublín, Londres, Helsinki, Goteborg, Estocolmo, Heidelberg, Munich o Berlín se están desarrollando modelos más complejos y que pueden dar por válido que las fronteras de un Valley tecnológico no son definibles de modo sencillo.

El futuro de Europa en general, de cada uno de sus comunidades, dependerá de la capacidad de evolucionar el sistema económico hacia actividades cada vez más intensivas en los elementos del conocimiento. Ya sabemos que pasa cuando un modelo económico se centra en actividades de baja cualificación. Lo peor no es haber simulado un estado económico irreal, lo duro es comprobar como ahora no hay nada bajo nuestros pies que sea capaz de soportar la cimentación de un nuevo mundo.

El desarrollo de actividades que se centren en el talento surge en entornos urbanos muy concretos y que podemos denominar de muchos modos. Pueden ser ecosistemas y pueden ser innovadores, pero a mí me gusta vincularlos con el estímulo emprendedor pues considero que es el gancho propicio para que esos espacios sean realmente volcanes de creación y que ayuden a estructurar un nuevo modelo de crecimiento. Los llamaré ecosistemas tecno emprendedores.

El trabajo en el que participo y que estamos elaborando sobre las ciudades tecno emprendedoras se centra en la digitalización productiva pero también en la modernización del concepto de ciudad tal y como la entendemos ahora. Trabajan sociólogos, arquitectos, emprendedores y agentes públicos en el diseño de un territorio mucho más estimulante y que estoy seguro puede ser inspiración para otras partes del mundo.

Las ciudades del conocimiento o también llamadas ciudades compactas surgen como un nuevo modelo de espacio para la innovación y espero que para emprender. Si se mezcla el entorno urbano natural reformado para la acomodar un modelo de vida más abierto y actualmente cultural con la estrategia económica en pools empresariales conectados internacionalmente y además con los canales que permitan la investigación para la innovación se propicia una nueva actividad económica capaz de atraer talento y empresas de todo el mundo para facilitar el nacimiento de tecnoemprendedores.

Hace varios años, fui invitado por un Conseller de Innovación de la Generalitat para que tratáramos este tema. Cuando le expliqué lo que yo veía al respecto el hombre me dijo que “no me entendía”. Le agradecí la sinceridad pero obviamente fue el detonante para que me levantara y dejara la reunión de un modo educado. Yo no tenía tiempo que perder, al parecer él si. Hace unos días me citó un Director General de otro departamento pero del nuevo gobierno catalán. A parte de relatarme como Messi se convertirá en el mejor jugador de fútbol del universo conocido me hizo la relación de los motivos por los que no dedicarán un centavo a este tipo de iniciativas, además, como dijo “cuando venga Eurovegas todo esto no tendrá importancia, hay que aceptar lo que somos y lo que tenemos”.

Intenté hacerle ver que este tipo de ecosistemas desde una perspectiva local pueden ser un ejercicio interesante para definir las acciones a tomar en el futuro inmediato. El buen hombre, debido a tantos años desayunando naftalina en su despacho municipal, me dijo “ya tenemos parques y sitios donde la tecnología se desarrolla y además nos cuesta un dineral que nos iría muy bien para otras cosas”. Obviamente no entendió que muchos de los parques científicos y tecnológicos que existen hoy en día en nuestro entorno no están diseñados para evolucionar hacia ecosistemas innovadores que bien pudieran dinamizar la tecnoemprendeduría. La consecuencia es que sus resultados son más que previsibles y su contribución al proceso de cambio ineficiente.

La inversión en investigación y desarrollo no se traslada a la competitividad. Seguramente se debería de trabajar de otro modo y así lograr pulir esas diferencias con otros entornos que si lo están consiguiendo. ¿Por qué no intentarlo? En lugar de anunciar recortes, subidas impositivas y programas de juguete para apoyar hipotéticamente a emprendedores con un puñado de euros, deberíamos pensar como vinculamos la universidad y el mundo emprendedor desde un punto de vista tecnológico y con voluntad de generar ecosistemas tecnoemprendedores de una vez.

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