Los riesgos y ventajas de la recuperación económica en forma de 'K'.

Desde el inicio de la pandemia, hemos escuchado sobre diferentes curvas o maneras de salir de la crisis, de tipos de recuperación: recuperación en forma de V (declive pronunciado, recuperación rápida), en forma de U (período largo entre el declive y la recuperación), en forma de W (recuperación con un segundo declive) y en forma de L (recesión prolongada).

JP Morgan introdujo una nueva curva de recuperación en forma de ‘K’, que presenta una imagen más realista aunque algo más desagradable. Según ese análisis, la senda de recuperación se bifurca en dos direcciones: las grandes empresas y las instituciones del sector público con acceso directo a los paquetes de estímulo del gobierno y del banco central harán que algunas áreas de la economía se recuperen rápidamente pero dejarán fuera a otras. 

Según esa teoría, que cada vez parece más posible, los que quedan fuera son los que habitualmente pagan los platos rotos: las pequeñas y medianas empresas con dificultades para incorporar tecnología por diversos motivos, los asalariados que no tienen manera de adaptarse a la velocidad de los cambios y a una menguante clase media que va a tener cada vez menos capacidad de inversión. La Comisión Europea ha aprobado el desembolso a España del primer tramo del fondo de recuperación, que asciende a 10.000 millones de euros. Y sobre esto, hay tres cosas que se me vienen a la cabeza.

  • Uno, ¿en que se diferencian estos 10.000 millones que vamos a recibir de todo el dinero que hemos recibido anteriormente y que hemos sido incapaces de ejecutar? España es el país más retrasado en la ejecución de los fondos estructurales del antiguo presupuesto de la UE pues solo ha sido capaz de implementar el 43% de los fondos estructurales y de inversión asignados en el último presupuesto a largo plazo de la Unión Europea, el porcentaje más bajo de todos los socios que reciben esas ayudas.

  • Dos, ¿que pasa con el resto que estaba previsto?. Hubo un anticipo de 9000 millones que no sabemos como se están gastando y que se suman a los 10.000 que, si todos los miembros de la Unión dicen ok, llegarán en breve. Pero que siguen siendo muchos menos de los 27.000 que se asignaron en julio.

  • Y tres, ¿que tipo de reformas finalmente se van a poner en práctica para que esos fondos vayan llegando? Nos hablan de reforma laboral, fiscal o lo que sea, pero ahora vas a entender, en realidad, que significa que Europa te de pasta.

Supongo que te sorprende el hecho de que Europa nos de dinero a nosotros. Sobretodo viendo que todo hace indicar que nuestra economía se estanca, que el empleo que se crea es muy precario o dependiente de lo público, que tenemos un déficit y deuda de narices y que, nuestro modelo de crecimiento no va a cambiar de momento porque nunca hemos demostrado que somos capaces de aplicar ágilmente los fondos de cohesión. Pues la explicación es sencilla: nos obligarán a recortar aquello que genera mayor consumo presupuestario en nuestro país: las pensiones. Creo que en Europa tienen presente dos ejes:

  • Uno, parte de esos fondos se devolverán por incapacidad de ejecutarlos (todo tiene plazos)

  • y Dos, el compromiso de rebajar las pensiones que es lo que más preocupa a Europa.

Por eso, uno de esos compromisos con Europa para seguir recibiendo fondos (y a eso que se refiere Von der Leyen que hemos avanzado ya) es el de alargar el periodo de cálculo de las pensiones. Se refiere a que está en el plan. Así quedó retratado en el documento enviado a Europa para recibir los fondos. Recuerda que, actualmente, para calcular las pensiones se utilizan los últimos 25 años cotizados de la vida laboral del trabajador. El texto sellado por la Comisión Europea no especifica cuántos años más los va a extender España, pero el foco está en los 35 años. Hay que tener claro que cualquier aumento del tiempo de cálculo de las pensiones supondrá una merma en la prestación de la mayoría de los futuros jubilados. Esa es la trampa que no quieren que veamos. Más pobres al final del timo este.

Aquí el problema podría ser una mala asignación de los fondos europeos. Esto haría que algunas áreas de la economía se recuperen rápidamente, pero dejando fuera otras. En economía, esto se conoce como el efecto Cantillion, que se refiere al cambio en los precios relativos resultante de un cambio en la oferta monetaria. Una teoría económica que surge de Richard Cantillon, quien dijo por primera vez en 1755 que el dinero no es tan neutral como pensamos. Argumentó que la inyección de dinero, lo que podríamos considerar políticas inflacionarias, puede no cambiar la producción de una economía a largo plazo. Sin embargo, el proceso de reajuste afecta a diferentes sectores de la economía de manera diferente. 

La tesis original de Cantillon describe cómo el aumento de precios afecta a diferentes sectores en diferentes momentos. En otras palabras, los primeros sectores en recibir el dinero recién creado disfrutan de mayores ganancias a medida que aumenta su salario, pero los costos generales siguen siendo bajos. Por otro lado, los últimos sectores en los que los precios suben (donde hay más fricción económica) enfrentan costos más altos mientras siguen produciendo a precios más bajos. 

Y aquí aparece el precio de la inflación, algo que se paga como un “impuesto” sobre los sectores con más fricción y que subsidia a los sectores más sensibles a los ciclos o estacionalidad. En nuestra economía moderna, el efecto Cantillon favorece a los inversores sobre los asalariados, autónomos o pequeños empresarios.

Cuando se inyecta liquidez en el mercado, y de eso vamos sobrados, hay consecuencias distributivas que operan a través del sistema de precios. Si la liquidez o los subsidios inyectados se destinan a industrias o agentes del mercado específicos, se produce una mayor desigualdad, caídas en las curvas de demanda y niveles crecientes de desempleo y deuda privada. Es cuestión de tiempo aunque ahora no lo parezca.

Si observamos los cambios en los niveles de empleo y los precios desde el comienzo de la pandemia, comenzamos a ver la forma de K. Teniendo en cuenta que las pymes representan el 66,4% del empleo en la UE-28 y contribuyen de manera significativa a la actividad económica, debemos reconocer que una recuperación en forma de K podría ser un problema a medio plazo. No de inmediato. Aunque se crea empleo y los precios suben, en realidad, la forma de K parece estar ganando aceleración. Cuanto mayor sea el empleo temporal, precario o dependiente de sectores cíclicos, más cerca estaremos de una futura, e inesperada, recesión, y más larga será la curva de recuperación real.

Lo malo es que vivimos del análisis económico a tiempo real. Comparando datos al día, como si la economía macro permitiera eso. Y no es así. Los sucesos en economía tienen sus tiempos y los efectos tienen sus consecuencias en cada uno de sus ciclos. Por ejemplo, en la crisis de 2008, hubo un primer golpe a la economía española que no se tuvo en cuenta. En 2009 se seguían comprando pisos como si no hubiera un mañana. Había economistas de renombre que aun se ven por las tertulias de todas las cadenas que aseguraban que ‘los pisos nunca bajarían de precio’. A esto se le llama ‘efecto muelle’. Hasta 2012 no se asumió el problema realmente. En 2013 teníamos una quiebra del modelo inmobiliario, un 25% de paro y miles de propiedades a un valor inferior al de diez años antes. Por eso, no comprendo el análisis inmediato de la economía. Lo que ahora se está cimentando no se puede ver en los datos económicos retocados y afectados por múltiples elementos puntuales.

Otro ejemplo. La inusual creación de empleo en noviembre no debería de ser motivo de tranquilidad. Es la evidencia de que algo no funciona adecuadamente. Que algo se ha trastocado y que no sabemos las consecuencias. La creación de empleo no ha sido por que se esté produciendo ya un cambio de modelo de crecimiento de tipo tecnológico, no. No es por eso, igual es por todo lo contrario. Aunque no lo digan, la situación requiere atenderla ya y con recetas desde el lado de la empresa, no sólo de los salarios. Esperar que las políticas gubernamentales garanticen una asignación adecuada de capital o mejores cambios en la política económica del lado de la oferta, como menos trámites burocráticos para abrir una empresa o menos carga fiscal, es un lujo al que la mayoría de las empresas y de los trabajadores no tienen acceso.

Es aquí donde la tecnología juega un papel crucial, ya que actúa como un habilitador clave del crecimiento de la productividad y nuevas fuentes de ingresos cuando se aprovecha de manera inteligente. La importancia de utilizar la tecnología como palanca de adaptación y supervivencia se volverá cada vez más importante a medida que se reproducen los cambios en las preferencias de los consumidores. Pero la salida en forma de K tiene mucho que ver con la inflación. En economía se habla mucho del “efecto multiplicador” de los estímulos monetarios y fiscales. 

En tiempos de recesión económica, la inyección de dinero (para la política monetaria) o el gasto público (para la política fiscal), engrasa las ruedas de nuestra compleja maquinaria económica, reduciendo el desempleo y aumentando la producción. En principio eso es lo que se ha hecho durante la parte recesiva de lo que hemos vivido. Ahora estamos en el rebote expansivo.

Pero hay un problema. Cuando las personas se dan cuenta de que su dinero vale menos que antes, ajustan su forma de pensar y exigen salarios más altos. Una vez realizados estos cambios, el desempleo y la producción terminan en el mismo lugar que antes.

La salida en forma de K nos dice que en el peor momento de la pandemia las economías estuvieron paralizadas y su caída fue total. Lentamente las actividades han comenzado a reactivarse y a partir de ahora hay dos diagonales: una diagonal superior, que indica dónde estarán las empresas, países y personas que van a ser eficientes, tecnológicas y que van a abrazar esa revolución de cambio, mientras que en la parte inferior estarán quienes no abracen la tecnología adecuadamente.

Te estarás preguntando que es eso de abrazar la tecnología. Pues tiene que ver con la importancia de lo digital en cuatro ámbitos concretos. A eso me dedico y siempre, para modernizar empresas que quieran estar en la diagonal superior de la K, afrontamos estos elementos:

  • Uno, Captar datos para convertirlos en conocimiento y mejorar la experiencia del cliente

  • Dos, Automatizar los procesos, utilizar la inteligencia artificial para generar mayor eficiencia

  • Tres, Crear nuevos modelos de negocio, aprovechando las oportunidades que ofrece la tecnología

  • y Cuatro, Desarrollar nuevas habilidades y metodologías en las personas para que gestionen en un entorno más tecnológico

Pocos están atendiendo a la automatización del mundo. Sólo hablamos de fondos y fondos, de planes y planes y de un futuro económico que va a llegar por arte de magia. Pero, pregúntate ¿qué vas a hacer cuando un sistema experto, una inteligencia artificial o un robot haga lo que tú estás haciendo o vas a hacer inmediatamente? Cuando esa tecnología se ponga a tu lado y haga lo que tú haces, ¿tú qué vas a hacer? Pues la respuesta está en un plan realista que asuma que este momento no es comparable a ningún otro y eso, si no se empieza a prever, nos estallará en la cara más pronto que tarde.

Imagina el de un camarero de un gran restaurante. Los camareros hasta hace cuatro días pedían comandas, las asignaban y las servían. Ahora un camarero puede ser alguien que tenga más tiempo para trasladar conocimientos sobre lo que se va a consumir en ese bar, pero la comanda la va a tomar digitalmente porque será más eficiente. Esos datos que generan las comandas son utilizables después por alguien en ese bar para generar un producto más interesante a sus clientes.

Para eso se supone que aparecen los fondos europeos Next Generation, para abordar una reconversión hacia un nuevo modelo de crecimiento. Pero miras los presupuestos, y el uso que se hace de los Next Generation es realmente preocupante, se han planteado únicamente para tapar los problemas creados durante la crisis sanitaria.

Por ejemplo, ahora en España debería haber urgencia por crear fábricas de baterías. Para la fabricación de vehículos eléctricos se precisa una décima parte de los trabajadores de una fábrica de vehículos de combustión. Si tú eres el segundo exportador más importante de Europa de vehículos de combustión y sabes que vas a tener fabricar coches eléctricos, esos coches eléctricos dejarán en la calle al 90% de las personas que trabajan ahora, casi dos millones de personas.

Si no montas las fábricas de baterías cerca, no vas a poder tener esas fábricas de coches eléctricos y resulta que las fábricas de baterías son muy intensivas en lo laboral. Es decir, pueden colocar a casi todos los trabajadores que van a echar del otro lado. Hasta ahí bien, el planteamiento es bueno, ¿pero el Gobierno ya se ha planteado cómo los trabajadores de las industria automovilística tradicional podrán pasar de un sitio a otro?

Hay quien dice que la crisis ya pasó gracias a los datos de empleo. Lo grave no es que lo digan, lo duro es que se lo creen. Consideran que lo que estamos viviendo es el final de una crisis, el punto de inicio de la mejora en todos los vértices de nuestra economía. Y lo dicen con ese estribillo ridículo e infantil que tanto gusta a los palmeros de meeting de sábado matinal.

Las dificultades no desaparecen por obviarlas. Permanecen y se acrecientan. Y crecen con especial mala leche. Si esto no es una crisis y es la oportunidad para afrontar el cambio de era que defendemos algunos, resulta que nos estamos perdiendo el primer acto de la función por no haber comprado entradas. Cuando lleguemos, ya habrá pasado el nudo y el desenlace.

El tiempo pasa y no pasa nada. Mucha frase y poca acción. Poca que sea capaz de afrontar la eficiencia y el gasto correcto en lugar de sólo el gasto desmedido. La deuda de España con el exterior alcanzó ya los 2.2 billones de euros, es decir, que dobla nuestro PIB por primera vez en la historia.

Los países que están conquistando el futuro, la historia de un nuevo tiempo, no hablan de crisis, ni de la que tuvieron, ni de la que tienen, ni tan siquiera de la que podrían tener. Hablan de futuro, de retos y ponen los mecanismos para que ese futuro se pueda conquistar. La diferencia, también, está en la credibilidad de quienes están obligados a liderar ese tránsito. De hecho así nos va a ir a unos y así, ya, les empieza a ir a otros.

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