Marc Vidal Marc Vidal

ANOREXIA BURSATIL

El viernes pasado en la última tertulia de la temporada en Onda Cero dije que en las bolsa española había un engaño manifiesto que todos aceptaban como válido pero que, sin embargo, la mayoría de gestores espera que se evidencie tarde o temprano. El tema es que a pesar de las fuertes subidas del Ibex, en este índice se siguen viviendo verdaderos dramas de liquidez. No obstante, no es tanto lo que pasa en el selectivo como lo que está desencadenándose en el Mercado Continuo. Hay medio centenar de compañías que no llegan a intercambiar ni un millón de euros al día.

El viernes pasado en la última tertulia de la temporada en Onda Cero dije que en las bolsa española había un engaño manifiesto que todos aceptaban como válido pero que, sin embargo, la mayoría de gestores espera que se evidencie tarde o temprano. El tema es que a pesar de las fuertes subidas del Ibex, en este índice se siguen viviendo verdaderos dramas de liquidez. No obstante, no es tanto lo que pasa en el selectivo como lo que está desencadenándose en el Mercado Continuo. Hay medio centenar de compañías que no llegan a intercambiar ni un millón de euros al día.

Tengamos en cuenta que esa es la cifra clave en la bolsa española pues por debajo de ese capital expuesto los gestores no toman posiciones de ningún tipo. Es decir, hablando en plata, que si no llegas a ese mínimo no escrito de intercambio de acciones no vas a encontrar inversores que quieran entrar en ese valor pues seguramente no podrá vender en tiempo. Es como si se volvieran invisibles. Esto afecta a las empresas más pequeñas que con esa escasa liquidez en el mercado son como barcos fantasmas en la bolsa. En las empresas más grandes esta falta de liquidez les afecta menos pero también lo sufren.

Agosto va a ser una merienda interesante. El mes que acabamos de inaugurar suele ser movido, pero este año garantiza que será preciso tener nervios de acero puesto que será territorio para valientes. Me encanta agosto, en concreto la tercera semana, es la mejor para montarse en la montaña rusa. La bolsa está muy alta pero nada garantiza que no se desmorone, pues los impulsos de ese ascenso vienen dados por elementos que poco o nada tienen que ver con los topes mínimos de seguridad a medio plazo, ni con la “verdadera” situación económica que está utilizando de un modo irracional la estacionalidad de las estadísticas.

Ejemplos de esa escasa negociación de algunos cadáveres bursátiles son Paternina, Reyal Urbis y Urbis entre otros. Al nivel en el que contratan sus activos precisarían siglos para comprar todo su valor capital. Ese escaso volumen es un desastre y un círculo vicioso que se hará extremo en verano. Nadie entra en esos valores porque salir de ellos en otro momento sería un vía crucis. Inbesos, por ejemplo, mueve menos de 5000 euros al día con una capitalización contable de más de 400 millones de Euros. Otras como Befesa, Cepsa, Bodegas Riojas, Cie, Mecalux, Banco Guipuzcoano, Elecnor, Iberpapel, Vocento, Inypsa, Renta 4, Unipapel, CVNE, Aguas de Barcelona y Cleop también estan por debajo del millón diario de contratación. Insólito.

Nuestra bolsa tiene demasiadas líneas curvas. Durante los años de gestor patrimonial y de jefe estrategia en sistemas de trading pude ver como la bolsa “falsea” los escenarios económicos porque sus reglas son otras. Ahora mismo las noticias macro afectan poco pues con un volumen total muy bajo, los agentes que trabajan con sistemas de trading analítico son mayoría y con poca contratación establecen tendencias. Además los traders de sistema “pasan” de las noticias colaterales y buscan la ejecución de esos modelos previos.

Cuatro valores empujan el Ibex, cuatro compañías que su modelo cíclico o no, gira en torno a su expansión en América. Si la bolsa anticipa o no escenarios está por demostrar pues hay respuestas y muestras de todo tipo, pero que en Centroamérica y en algunos países como Brasil, Chile o el Caribe está la salida para la internacionalización española parece evidente.

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LOS ENEMIGOS DEL 2.0

El mayor enemigo de las redes sociales y de la propia web 2.0 son los fundamentalistas de esos entornos. Asegurar que en las redes sociales todo se convierte en oro es falaz y contraproducente. Es cierto que en los medios y plataformas de construcción social se producen efectos extraordinarios pero aquí nada es casual. La estrategia y el uso razonablemente profesional es el elemento que diferencia el éxito del fracaso. Sin embargo, hay un vacío enorme en lo que esa estrategia supone y la determinación de resultados objetivos. Se suele decir que “en las redes sociales hay que estar” sin saber exactamente que quiere decir eso.

El mayor enemigo de las redes sociales y de la propia web 2.0 son los fundamentalistas de esos entornos. Asegurar que en las redes sociales todo se convierte en oro es falaz y contraproducente. Es cierto que en los medios y plataformas de construcción social se producen efectos extraordinarios pero aquí nada es casual. La estrategia y el uso razonablemente profesional es el elemento que diferencia el éxito del fracaso. Sin embargo, hay un vacío enorme en lo que esa estrategia supone y la determinación de resultados objetivos. Se suele decir que “en las redes sociales hay que estar” sin saber exactamente que quiere decir eso.

A veces sólo estamos hablando de plataformas propias, otras de acciones concretas y en un número menor de estrategias sofisticadas. Mantener discursos que aseguran impunemente que “las marcas aumentan su rentabilidad en los medios sociales” sin aportar exactamente en que términos se produce ese análisis es un insulto a la inteligencia. Por ejemplo, ese estudio incoherente arrastra algunos defectos importantes ya que, según el mismo, “la mayoría de las empresas activas en los medios sociales incrementaron sus beneficios en un 18% en los últimos 12 meses. Por contra, aquellas que se muestran menos activas en este entorno vieron caer sus ingresos un 6% en el mismo periodo de tiempo”.

Hasta aquí todo bien salvo cuando se da la lista de empresas afortunadas. Las que, según estos investigadores, mayor beneficio han obtenido gracias al uso de las redes sociales destacan Starbucks, Dell, eBay, Google y Microsoft. Hombre, podemos darle brillo a cualquier estudio pero la verdad es mucho más 1.0. Starbucks tiene un resultado positivo este año porque ha despedido a Dios y su madre y ha reducido sus costes fijos un 37% y el resto de los ganadores no han aumentado sus beneficios en los últimos doce meses excepto Google. Es decir, se trata de otra tomadura de pelo firmada con el 2.0 dichoso, manoseado por cualquiera y ensuciado por intereses particulares. Por culpa de estos poco exhaustivos estudios, los firme quien los firme, vamos a pasarlo muy mal los que tratamos de elaborar mecanismos y sistemas que reviertan en la profesionalización y la credibilidad empresarial de este complejo escenario de los medios sociales. Son entornos muy complejos y de extrema volatilidad que permiten el advenimiento de cualquiera por ser abiertos en esencia.

Estos foráneos del dospuntocerismo recién descubierto son muy peligrosos. Le dan valores divinos a algo que no lo tiene, le otorgan elementos bíblicos cuando hay que ser cauto, serio y asumir sus limitaciones. Es momento de buscar los defectos y debilidades de todo este ecosistema digital y social pues corre peligro de morir de éxito como demuestra el hecho que algunos son capaces de inventárselo si es preciso para publicar un informe sin criterio ni garantías.

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ANOREXIA TRIBUTARIA

Que la crisis está impulsando un agujero en las cuentas públicas españolas es evidente. Por un lado el gasto público ha enloquecido hasta niveles inéditos y, por otro, los ingresos por impuestos se han desplomado también de modo alarmante. Se están enlazando diversos factores: la caída de demanda interna, el consumo basado en rebajas surrealistas, el paro y la menor actividad en todos los escenarios han repercutido definitivamente en el descenso de recaudación tributaria.

Sonrisa Que la crisis está impulsando un agujero en las cuentas públicas españolas es evidente. Por un lado el gasto público ha enloquecido hasta niveles inéditos y, por otro, los ingresos por impuestos se han desplomado también de modo alarmante. Se están enlazando diversos factores: la caída de demanda interna, el consumo basado en rebajas surrealistas, el paro y la menor actividad en todos los escenarios han repercutido definitivamente en el descenso de recaudación tributaria.

Según los datos aportados por la propia Agencia Tributaria, los ingresos totales medidos en mayo cayeron un 19% interanual, es decir, un 3% menos que el interanual de abril que hablaba de un 16% de caída interanual. Esto evidencia que la situación toma tintes dramáticos para las cuentas públicas, sobretodo si analizamos los componentes de este varapalo fiscal. Por ejemplo, el Impuesto de Sociedades cae un 20,7% y el IVA desciende a los infiernos rozando un desplome de un tercio del que se ingresó un año antes. Más de un 30% menos de recaudación por IVA, una barbaridad que deberá reproducir sus efectos durante el último trimestre de este año. La falta de consumo de hoy es el paro de mañana.

El consumo no deja de menguar. Lo hace de modo sostenido, ya no es una caída brusca, ahora es una reducción crónica. El consumo está agotado y con él, un impuesto trascendental para la gestión del capital existente y de la liquidación de pagos de la administración, el IVA, se deteriora hasta esas cifras de espanto.

Los cálculos del gobierno pasan por una hipotética recuperación a mediados del año que viene que permita empezar a poder sufragar el ingente gasto que se está asumiendo ahora para amortiguar el verdadero impacto de la crisis. El ejecutivo de Zapatero sigue a la espera de la recuperación francesa, británica y alemana para que el turismo vuelva a tomar vigor, un impulso que pierde por primera vez en la historia a un nivel del 11%. No es lo mismo reducir un 11% la clientela de un sector como el turístico que en el agrícola. Este país se rige por tres motores y dos ya estaban muertos, ahora un tercero empieza a mostrar sus deficiencias estructurales.

Respecto al tema tributario, la realidad es compleja y de difícil solución. A estas alturas no se puede incrementar la carga impositiva pues repercutiría en un desgaste de la escasa capacidad de inversión que tiene nuestro sistema y con ello la recuperación esperada. Por otro lado, aumentar el gasto social para gestionar el  incremento de demanda de subsidios y ayudas pondrá en riesgo la capacidad de protección del estado si las cosas se ponen aun más feas. Colocar en el mismo escenario estas dos situaciones nos lleva a un punto crítico: no se puede aumentar la contribución impositiva, sin embargo es preciso mejorar los ingresos de algún modo. Difícil escenario teniendo en cuenta que éste es un sistema que está perdiendo los canales habituales por los que se nutre. Es decir, la crisis nos lleva a ingresar menos impuestos y a necesitar más inversión pública.

Las soluciones a esta ecuación pasan por medidas poco atractivas para los gestores públicos pero que serán imprescindibles tarde o temprano, cuando sus propios sueldos estén en peligro. La puesta en marcha de esos procesos de rescate de nuestra economía a medio plazo lleva consigo una derrota electoral por lo crudo del método. Esto permite entender que va a ser difícil que se lleven a cabo sin un pacto transversal de nuestra clase política. Un grupo de tecnócratas agarrados fuertemente a sus butacas tapizadas en alcántara que, de momento, siguen viviendo en la inopia y muy lejos de la realidad.

Nuestra clase política no se diferencia mucho de muchos ciudadanos de este país que siguen comprando vacaciones a plazos mientras cada vez más gente se va a dormir sin cenar. Cada vez más gente se suma a las colas de la beneficencia y lo hacen, cada vez, con un mayor número de carreras universitarias, un mayor número de activos embargados y, en definitiva, lo hacen explicando un pasado glorioso de éxito patrimonial que ya no volverá. Lo peor es que el despertar se producirá, ahora, no tanto por asuntos relacionados con la gestión financiera o económica sino por culpa del desajuste entre ingresos y gastos públicos que empeorará, y con su empeoramiento también lo harán nuestros servicios y a medio plazo encarecerá el acceso a los mismos.

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