Marc Vidal Marc Vidal

Aquella burbuja laboral

Para aquellos que estén buscando trabajo aporto algunas de las ofertas laborales que alguna de mis empresas proponen. Son para cubrir 18 puestos de trabajo en 7 países distintos, en 11 ciudades y para diversos conceptos. Si te apetece y sientes ganas de incorporarte a un proyecto global con espíritu emprendedor díselo a mi equipo. Un consejo sobre los que duden en aprovechar algunas oportunidades pensando que “o es una oferta débil” o “ya vendrá algo mejor”. No vendrá nada mejor. Tomad la oportunidad, la casualidad de estar seleccionados en un momento concreto, como la opción de mostrar, de evidenciar que sois válidos y eficientes. El mercado laboral español sólo va a estrecharse, a deteriorarse y a depender cada vez más de factores externos que no controlamos. Las ofertas también son para residentes en los países que salen en el website. Nuestra prioridad ahora mismo son los desarrolladores, pero también los consultores en innovación. Que los candidatos sean lectores y amigos de este blog es una de las cosas que más me ilusionan pues es más fácil definir mi estilo a gente que ya me conoce.
Sobre la burbuja laboral que vivió este país obviamente no queda mucho que decir de lo que ya dije en su día. En agosto de 2009 escribí sobre una burbuja laboral que me parecía un insulto seguir soplando. Poco después los modelos alemanes para soportar la sacudida provocaba la duda generalizada. Aquí os copio lo que comenté en julio de 2010 y que ahora, por desgracia, como dice la frase final, “nos ha reventado en la cara“.

No sólo tenemos burbujas laborales en España. Hay otros creativos de la ecuación maquillada del paro. La que fuera considerada una de las decisiones laborales más efectivas para evitar que la tasa de desempleo aumentara en Alemania está empezando a tomar un tono muy pálido. Ese modelo de “trabajo reducido” tiene efectos secundarios. En principio podemos aceptar como válido el hecho que el Gobierno alemán hizo una gran labor en mantener a límites bajos el desempleo durante la recesión, no hay duda de que sus políticas han sido sumamente exitosas, pero el problema es que el mercado de trabajo, y por extensión el gasto de los consumidores, no recibirá el impulso que debería durante la recuperación económica. Es problable que en el momento que la economía repunte, el modelo laboral alemanán no esté en su mejor disposición y haya perdido competitividad por culpa de aumentar el volumen artificial de su envergadura.

Mientras la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial hizo subir el desempleo en Estados Unidos a 10,1% por ejemplo, el nivel más alto en 27 años, en Alemania la tasa comparable cayó a 7, el nivel más bajo en 17 años. En vez de despedir trabajadores cuando la economía se contrajo un 5% durante todo el año pasado, los alemanes buscaron fórmulas para incentivar la contratación. El método era tan sencillo que asusta. Reducir jornada y aumentar personal. Eso podría estar bien si no fuera porque el sobrecoste de ese aumento de trabajo “artificial” lo pagaban todos los alemanes. Así no vale. De ese modo todos somos capaces de mantener las tasas de empleo. ¿No?

Al más puro estilo SEAT en España, algunas empresas alemanas fueron subsidiadas por el gobierno germano. Siemens o Volkswagen fueron ayudadas para mantener sus niveles de ocupación  con horarios de trabajo reducido, salvando de este modo cerca de un millón de empleos. Está claro que no es oro todo lo que reluce y los que parecían los artífices de un milagro laboral que suponía la capacidad de aumentar el empleo en plena recesión era un pufo.

El llamado Kurtzarbeit o trabajo reducido “permite a las empresas a efectuar semanas laborales más cortas para bajar los costos” durante las épocas de demanda menor. Éstas pagan solamente las horas trabajadas y el estado aporta hasta el 67 por ciento del salario restante“.

Algo así como el bulo del “abaratamiento del despido” en España, que al final lo pagamos todos. Podríamos definir todo esto como un artilugio por aumentar el gasto público a costa de medidas aparentemente de “alta ingenieria” socioeconómica. Menudo bulo. La mayor crisis económica de los últimos dos siglos resulta que se ha evitado creando dinero, repartiéndolo a diestro y siniestro y se acabó. Pues no se acabó. Incluso Alemania va a tener que buscar el mecanismo de arranque de un motor gripado. Los alemanes mantuvieron el programa inventado a 1,5 millón de empleados en más de 63.000 empresas salvando casi un millón de empleos en 2009.

“Esta idea no es nueva, data de 1910, cuando el Gobierno indemnizó a los trabajadores que fueron pasados a horarios más cortos en la industria de fertilizantes y potasa durante una caída de las ganancias. Luego, en 1924, cuando el desempleo trepó a 11 por ciento, el Gobierno introdujo en todo el país políticas de trabajo reducido similares a las utilizadas en la actualidad. Una cuarta parte de la fuerza de trabajo alemana se inscribió en ese momento en el programa. Innovar no es eso, aportar politicas activas para solucionar la crisis tampoco”.

Eso no se puede mantener sin plazo final, en el mejor de los casos te revienta en la cara.

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Marc Vidal Marc Vidal

La burbuja “Kurzarbeit”

No sólo tenemos burbujas laborales en España. Hay otros creativos de la ecuación maquillada del paro. La que fuera considerada una de las decisiones laborales más efectivas para evitar que la tasa de desempleo aumentara en Alemania está empezando a tomar un tono muy pálido. Ese modelo de “trabajo reducido” tiene efectos secundarios. En principio podemos aceptar como válido el hecho que el Gobierno alemán hizo una gran labor en mantener a límites bajos el desempleo durante la recesión, no hay duda de que sus políticas han sido sumamente exitosas, pero el problema es que el mercado de trabajo, y por extensión el gasto de los consumidores, no recibirá el impulso que debería durante la recuperación económica. Es problable que en el momento que la economía repunte, el modelo laboral alemanán no esté en su mejor disposición y haya perdido competitividad por culpa de aumentar el volumen artificial de su envergadura.
Mientras la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial hizo subir el desempleo en Estados Unidos a 10,1% por ejemplo, el nivel más alto en 27 años, en Alemania la tasa comparable cayó a 7, el nivel más bajo en 17 años. En vez de despedir trabajadores cuando la economía se contrajo un 5% durante todo el año pasado, los alemanes buscaron fórmulas para incentivar la contratación. El método era tan sencillo que asusta. Reducir jornada y aumentar personal. Eso podría estar bien si no fuera porque el sobrecoste de ese aumento de trabajo “artificial” lo pagaban todos los alemanes. Así no vale. De ese modo todos somos capaces de mantener las tasas de empleo. ¿No?

Al más puro estilo SEAT en España, algunas empresas alemanas fueron subsidiadas por el gobierno germano. Siemens o Volkswagen fueron ayudadas para mantener sus niveles de ocupación  con horarios de trabajo reducido, salvando de este modo cerca de un millón de empleos. Está claro que no es oro todo lo que reluce y los que parecían los artífices de un milagro laboral que suponía la capacidad de aumentar el empleo en plena recesión era un pufo.

El llamado Kurtzarbeit o trabajo reducido “permite a las empresas a efectuar semanas laborales más cortas para bajar los costos” durante las épocas de demanda menor. Éstas pagan solamente las horas trabajadas y el estado aporta hasta el 67 por ciento del salario restante“.

Algo así como el bulo del “abaratamiento del despido” en España, que al final lo pagamos todos. Podríamos definir todo esto como un artilugio por aumentar el gasto público a costa de medidas aparentemente de “alta ingenieria” socioeconómica. Menudo bulo. La mayor crisis económica de los últimos dos siglos resulta que se ha evitado creando dinero, repartiéndolo a diestro y siniestro y se acabó. Pues no se acabó. Incluso Alemania va a tener que buscar el mecanismo de arranque de un motor gripado. Los alemanes mantuvieron el programa inventado a 1,5 millón de empleados en más de 63.000 empresas salvando casi un millón de empleos en 2009.

“Esta idea no es nueva, data de 1910, cuando el Gobierno indemnizó a los trabajadores que fueron pasados a horarios más cortos en la industria de fertilizantes y potasa durante una caída de las ganancias. Luego, en 1924, cuando el desempleo trepó a 11 por ciento, el Gobierno introdujo en todo el país políticas de trabajo reducido similares a las utilizadas en la actualidad. Una cuarta parte de la fuerza de trabajo alemana se inscribió en ese momento en el programa. Innovar no es eso, aportar politicas activas para solucionar la crisis tampoco”.

Eso no se puede mantener sin plazo final, en el mejor de los casos te revienta en la cara.

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