Un pequeño paso para un robot, un gran salto para la robótica.

Mientras que los titulares que aparecerán en los próximos días sobre robots van a centrarse en que un chino se ha casado con un robot ‘femenino’ que él mismo ha construido, otras noticias menos populares se van sucediendo. Me refiero a una que pasará desapercibida y que tiene una importancia gigantesca. Ya disponemos de brazos armados robóticos que agarran y manipulan objetos desconocidos decidiendo que hacer con ellos en base a la naturaleza de los mismos. Esta noticia acorta el tiempo que tenemos los humanos para ir ocupando el espacio que la historia y la tecnología nos van a reservar.

Mientras que los titulares que aparecerán en los próximos días sobre robots van a centrarse en que un chino se ha casado con un robot ‘femenino’ que él mismo ha construido, otras noticias menos populares se van sucediendo. Me refiero a una que pasará desapercibida y que tiene una importancia gigantesca. Ya disponemos de brazos armados robóticos que agarran y manipulan objetos desconocidos decidiendo que hacer con ellos en base a la naturaleza de los mismos. Esta noticia acorta el tiempo que tenemos los humanos para ir ocupando el espacio que la historia y la tecnología nos van a reservar.

Resulta que escondido en una pequeña nave industrial de la ciudad de Somerville, un brazo robótico se pasa el día recolectando objetos aleatoriamente de una cinta transportadora y las clasifica. Botellas de plástico, alimentos, latas o espuma de afeitar son su menú. Aunque su configuración actual es una especie de banco de pruebas está claro que en breve todas las tareas de picking, inclusive de tipo más doméstico y menos industrial, podrán ser adoptadas por este tipo de automatismos. La clave, en este caso, es que el bicho piensa.

No se trata de un humanoide. Muchas veces he dicho que el futuro de los robots tendrá muy poco que ver con la pinta que tienen en las películas de ciencia ficción. Sus formas dependerán exactamente de la función que cumplan. En este caso, con sólo ser un brazo armado y mecánico conectado a un cerebro artificial será suficiente. No necesitaremos que parezca una persona sintética. Eso se lo dejamos al chino de antes. La frontera entre robots que repiten tareas indefinidamente y robots que son capaces de discernir es muy grande. Superarla ha sido uno de los desafíos más importantes de la robótica históricamente. Y ya la hemos cruzado.

La selección de diferentes tipos de objetos apilados en un contenedor puede sonar algo simple, pero sigue siendo un gran reto para los robots, especialmente si los objetos 'no le son familiares’. Los humanos son capaces de interpretar cómo la morfología de un objeto solo con verlo. Siglos de experiencia y evolución nos avalan. El ejemplo de que es muy complicado automatizar este tipo de tareas completamente lo tenemos en Amazon. A pesar de tener robots por todas partes solo han podido incluir robots recolectores en algunas fases de sus centros. En ningún caso tienen mecanismos que seleccionen y piensen sobre lo que recogen. Por eso el salto es tan importante.

El sistema de RightHand Robotics agarra objetos usando una mano con dedos con una copa de succión en su centro. Una cámara está incrustada en la mano para ayudar a determinar qué apéndice utilizar y cómo captar el elemento. La empresa emplea el aprendizaje automático para refinar su algoritmo de control a lo largo del tiempo, y los trucos aprendidos por un robot son devueltos a un servidor en la nube para que puedan ser compartidos con otros ‘compañeros’. El principio del final de algunos empleos se ha acelerado. De ahí que sea tan urgente repensarlo todo, interferir en lo que los humanos vamos a tener que hacer sino queremos hacernos daño.

Además del escenario de la cinta transportadora, los desarrollos en los que ahora están ocupados en RightHand Robotics incluyen una configuración diseñada para igualar la de una empresa que envía paquetes de cosméticos adaptados a clientes individuales. El sistema de la empresa puede recoger los artículos de un cliente de varios contenedores diferentes colocados junto a un carrusel circular. Tras varias acciones aprende a captar diferentes objetos. Si no lo toma bien al principio, con pocos intentos lo logra y lo identifica perfectamente.

Que los desarrollos automatizados aprendan es la clave. Que piensen es definitivo. Los coches autónomos no serán autónomos hasta que diferencien entre ‘no debes atropellar a un ser humano’ y ‘lo que significa atropellarlo’. Lo mismo con este tipo de objetos animados. De seleccionar encadenadamente objetos gracias a sensores, a distinguirlos por aprendizaje hay un salto cualitativo importante.

No nos damos cuenta de que los robots han empezado a ayudarse entre ellos. Este en concreto comparte lo que aprende con otros robots. Entre ellos mejoran, son muy listos. ¿Qué estamos haciendo nosotros? Seguimos lamentándonos. ¿Por qué no aceleramos en la formación, estimulación y desarrollo de las aptitudes que nos hacen mejores profesionales cuando nos mostramos más humanos? La intuición, la creatividad, la empatía, la emoción y el razonamiento siempre serán las herramientas. El resto no. Tú mismo. Puedes seguir atendiendo a noticias sobre robots que se casan o empezar a formarte en lo que tu mundo va a pedirte en cinco minutos.   

Leer más