Marc Vidal Marc Vidal

El tigre digital

Este lunes me preguntaban en Onda Cero el motivo de mantener mi residencia entre Dublín y Miami. La verdad es que ambas ciudades respiran, guardando las diferencias, un oxigeno emprendedor y tecnológico. De la primera ya he hablado y de la segunda también pero hoy me gustaría acercar unos datos que surgen y que permiten a otros países o comunidades inspirarse en sus políticas de promoción económica, impulso y nuevas tecnologías.
Irlanda es una gran máquina exportadora, muy competitiva globalmente y muy productiva. Se centra en empresas ubicadas en las tres grandes ciudades del país. Su modelo que permite a los negocios locales crecer mundialmente como a Kerry Group, Smurfit Kappa, Ardagh Glass, CRH o Ryanair, ha estimulado el establecimiento de multinacionales externas debido a las tasas más bajas, sus leyes laborales más flexibles, la atracción por la lengua inglesa y un flujo de ayudas para la creación de empleo real y para impulsar un modelo tecnológico, de investigación y de desarrollo.

Al contrario de lo que ha pasado en otros países rescatados públicamente (Grecia) o rescatados privadamente (España) la caída de la economía, bajada de salarios y recortes administrativos, se ha hecho de Irlanda un lugar más atractivo para inversores extranjeros. En estos dos últimos dos años ha llegado a niveles récord.

A pesar de que no todo es de color de rosa y la dureza de la situación global es la que es, por las calles de Dublín se puede disfrutar de una vitalidad similar a la que vivo en Miami o en San Francisco cuando estoy allí. Miles de trabajadores de Google, Ebay, Facebook, Amazon, Citibank, Price o IDODI Irlanda se reparten por las calles de Temple Bar o en bodegas del nuevo Docklands y pemiten ver las cosas de otra manera. La depresión socioeconómica en España me la describía uno de los directivos de nuestra empresa en Republica Dominicana y que pasó por un curso de la Complutense este verano. Dijo que “se os ha apagado el alma a los españoles, que pena da todo y cuanta queja”.

¿Qué hacen aquí? A nivel privado innovan, son pragmáticos y arriesgan. A nível público ordenan, estimulan y generan modelos de apoyo. Sobretodo hablan poco y hacen mucho. Una de las primeras multinacionales de echar raíces en Irlanda, por la década de los ochenta fue la antigua Digital Equipment Corp., el fabricante líder de la “mini-ordenador”. En su momento más potente, Digital tenía 1.500 trabajadores para ensamblar sus equipos en Galway. No es un tema de ahora y permite entender la manera de ser de este pequeño país.

La gráfica responde a datos sobre deuda, gestión y negocios. Destacan los datos de las empresas extranjeras que se instalan y como lo rentabilizan.

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Es curioso como el origen de la Irlanda tecnológica no es tanto esa bajada de impuestos que sufrió a principios de los años dos mil sino que, debido a que muchos de aquellos tecnólogos de Digital Equipment, tras la burbuja tecnológica de los noventa, empezaron a aprovechar su experiencia y a situarse bien en las grandes multinacionales americanas y orientales. Una vez en esas empresas empujaron para la instalación de las mismas en su tierra natal.

Digital abrió el camino a Hewlett-Packard en Galway. La mayoría de ellos son ingenieros y programadores investigando y desarrollando servicios avanzados a las empresas en el cloud.

Aunque las universidades de Irlanda no salgan en los rankings nadie puede obviar que mucho que ver en este resurgir en una nueva economía irlandesa centros como el Centro de Investigación sobre Nanoestructuras de adaptación y nanodispositivos (CRANN) en el Trinity College. CRANN cuenta con 300 investigadores de 45 países, de la mano de trabajo con más de 125 empresas como Intel y Merck. Las empresas hacen uso de la investigación y las instalaciones de CRANN, mientras que los estudiantes de CRANN y becarios posdoctorales adquirir conocimientos, la experiencia y el empleo en las empresas.

La relación centros de investigación y empresas es envidiable y se toma del modelo USA que tan buen resultados da. La combinación tributaria, investigación, historia, emprendeduría e innovación hacen de Irlanda un lugar extraordinario para iniciar proyectos. Hay quien defiende que eso no es así, todo hay que decirlo.

En mi caso lo hemos hecho siempre pensando en grande y considerando que desde aquí podemos iniciar saltos de valor a mercados gigantescos de habla inglesa y que además permite en gran medida nutrirte de la mayor y mejor competencia para aprender y mejorar.

Si estás interesado no dudes en probar. Te podemos ayudar a impulsar tu proyecto aquí. No es fácil instalarse, no es barato acomodarse, no es sencillo crear una estructura y agilizar los trámites, pero podemos ayudarte.

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De madrugada

Ayer de madrugada puse en mi google+ un texto que causó cierto revuelo en las redes. No quería faltar a nadie. Era algo simple y que buscaba lo emotivo. Sin pretensiones, sólo una manera de cristalizar lo duro que a veces resulta eso de poner un negocio en marcha. Obviamente cada uno lo puede ver como quiera, incluso hay quien no le gusta y lo respeto. Pero os pido que lo valoréis en lo que es, un pequeño párrafo que describe un momento con un juego de palabras y que intentan darle ánimo a una tribu de insomnes autónomos y emprendedores que a según que horas no sabe de donde sacar el ánimo para seguir. La frase del final es producto del talento colectivo.

Cuando veas que no puedes más, que emprender se hace duro y difícil, que el sueño llega de madrugada y eres incapaz de teclear nada más, que el día a día se hace pesado y requiere hasta el último aliento, piensa en el motivo por el cual empezaste esta aventura y lo que ya sabías que suponía todo: “ahora te toca vivir como muchos no querrán, para en el futuro hacerlo como muchos no podrán”.

Ya hablé hace tiempo de lo solitario y frio que es el cristal desde el que se ve la vida cuando te tienes que quedar un domingo en tu despacho pues no hay mucho que hacer más que propuestas y apuestas a un sólo número y a un color esperando que tarde o temprano la ruleta te conceda el privilegio de premiarte.

Tardaremos en girar la colcha pero la giraremos y una de las razones es que no hay otro remedio. Me niego a aceptar que esto ya no se moverá. Si se potencian redes de conocimiento, si se impulsa la proliferación del capital riesgo, si las administraciones reducen la fricción en los trámites, si el impulso a la innovación crece en lugar de menguar como en los últimos dos años, si la cultura emprendedora se transmite en las escuelas de secundaria y en las universidades, tal vez, si todo eso pasa, un asalariado que pasa a ser emprendedor lo tenga algo más fácil y con ello, un país como el nuestro, esté más cerca de la cabeza económica del mundo civilizado.

Emprender para muchos será la única salida, para otros no. Puede que muchos tengan otras opciones, pero, por higiene intelectual recomiendo ponerse en la piel del primero. Imaginemos que no tenemos más remedio que emprender. Poco a poco, conozco algún caso de emprendedores sobrevenidos, que llega el primer cliente, la primera factura, el primer empleado y el primer cobro. Esos momentos son gloriosos. Encajar la emoción que supone tocar la superficie de los sueños que hace unos meses desconocías tener es maravilloso.

Los que hemos puesto en marcha nuestros sueños, sin saber si era posible tan siquiera, sabemos que es eso depasar noches en vela, redactando, corrigiendo, trabajando en la soledad de las noches y los días que se amontonan unos encima de las otras. Vivir es ese domingo por la tarde, exhausto pero ilusionado, viendo desde la ventana del despacho como las familias pasean, las parejas hacen cola para el cine y el mundo no se detiene en su curso sinuoso de fin de semana. Obsesiones y retos, momentos duros que a veces no producen más que disgustos pero que cuando se reproducen con todo su brillo y belleza son la entrada perfecta a un club diferente, el “club de los soñadores”. He escuchado este término en algún lugar, no es una definición mía, pero me parece tan especialmente sensible que me apodero de ella. Soñar y emprender van juntos, juntos en la búsqueda, tal y como están las cosas, de la única salida.

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