Marc Vidal Marc Vidal

Hipersociedad inminente

El pasado viernes ofrecí una conferencia titulada “la hipersociedad inminente” donde repasé los factores por los que considero que vivimos tiempos inéditos y seguramente históricos. Estamos ante un cruce único en la historia entre la forma en que los modelos de producción y los de transmisión de conocimiento están cambiando de manera evidente nuestro entorno. Si en la antigüedad el hombre empezó diversas revoluciones como la lítica con la que la creación de lanzas con puntas de piedra talladas permitió la división del trabajo, la de la domesticación de las especies que el hombre pudiera ser sedentario y con ello apareciera la propiedad privada, hasta la revolución industrial o la tecnológica. Hoy vivimos otra la digital. La diferencia con otros momentos de la historia es que esta se produce justo cuando también sucede una quiebra en el modelo de transmisión del conocimiento y que este confluye con los mismos elementos y herramientas. La manera en que el hombre ha ido revolucionando esa transmisión ha sido a partir de los jeroglíficos, la escritura, la imprenta y lo digital. Ahora confluyen para cambiarlo todo definitivamente como nunca antes había sucedido. Pensemos.
En este punto me quedé para adentrarme en un entorno económico con nuevos modelos de negocio en tiempos duros. En un entorno económico en K.O. técnico, hay que adaptarse para sobrevolar los tiempos duros que aún quedan por soportar. En ese nuevo territorio aparecen conceptos como la economía relacional o de la atención, donde las nuevas aportaciones que las redes sociales y los escenarios digitales distribuidos ofrecen un canal claro para ajustar costes y cristalizar modelos. Tenemos múltiples ejemplos de cómo empresas minúsculas lograron destacar en esos escaparates socializados.

La cúspide del debate entorno a esos nuevos entornos está colonizada por el famoso asunto de los derechos de autor y los activos que pueden ser copiados. En este sentido y para diferenciar factores me interesa que se comprenda que cuando algo es libre, no necesariamente es gratis y que en esa libertad de copia e incluso en su gratuidad puede estar la clave del negocio. Sabemos de grupos musicales que venden más y de manera reiterada por que entregan gratis en un modelo “freemium” algunos de los temas de sus nuevos productos.

Durante un debate sobre economía del futuro (curioso compuesto) tuve una recriminación por parte del público criticando que mi discurso era una repetitiva exposición sobre que el “mundo ha cambiado mucho y que sólo nos quedaba una opción: adaptarnos”. La verdad es que, aun respetando la opinión, me reitero en mi posición. Digamos que en los entornos económicos actuales el valor que más peso específico supone es la de “no erosión” o la de reducir al máximo los elementos que intermedian entre la creación de un producto y el consumo del mismo.

Los sectores financieros, la administración, los medios, la industria y otros siguen empecinados en contrarrestar el peso de lo inevitable: que el usuario o cliente determina y que la ley de la economía básica habla que la supervivencia de un producto se somete al principio de “más rápido, más barato, menos difícil”. Eso les incluye a ellos. Las administraciones, el gobierno inclusive, deberían de atender esas nuevas fórmulas puesto que empecinarse en la protección de los modelos enquistados en los modelos inmóviles y los deberes asumidos no nos conduce más que al vagón de cola de una economía que no va a esperarnos otra vez.

Lo han hecho con un sistema bancario quebrado por su mala cabeza, lo han hecho con el modelo de fusiones que busca salvaguardar oficinas y  estructuras analógicas en una banca cada vez menos presencial y más digital, lo han hecho con el modelo de gestión pública que sigue dependiendo de antiguas fórmulas vinculadas a la democracia participativa en lugar de la democracia deliberativa, lo han hecho con sus enquistadas orgías de debates inservibles en los que una oligarquía sigue decidiendo, lo han hecho manteniendo a base de subvenciones insultantes a mastodontes industriales que fabrican cosas ineficientes como automóviles que no se venden, lo han hecho con los recortes en innovación, lo han hecho con todo. Me temo que los que debieran liderar un proceso determinado siguen presidiendo la pasividad, la incomprensión de la oportunidad que supone la nueva hipersociedad y sus retos, en un cambio de modelo que dejó de ser crisis hace mucho a pesar de que ellos siguen actuando, parcheando y gobernando como si lo que vivimos fuera algo puntual y no estructural. Así nos va, que lo gratis y lo libre se confunden como se confunden la deuda y el déficit, sin embargo, el cambio se está produciendo ante sus narices, lenta y inexorablemente, con paso firme y todo lo digital y sus derivados socioeconómicos han llegado para quedarse. Todo va a cambiar como ahora mismo cuesta imaginar.

Fotografías: Javier Sandín

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