Marc Vidal Marc Vidal

Social Shopping

Escuché a Enrique Dans hablar del social commerce y de la empatía comercial hace un par de años. Comentó que en el futuro habría plataformas que facilitarían y potenciarían el vínculo emocional entre las redes sociales y el e-commerce, beneficiando de manera directa tanto al usuario como a las propias marcas. Eso ya es una realidad con diversos modelos de negocio y estructuras de relación socioeconómicas digitales. Obviamente tuvo razón, pero permitió que  muchos investigáramos las opciones de emprender en ese campo. En base a todo ello me aparecen dos modelos claros de venta social.
Por un lado el de recomendación directa que interpreta un algoritmo de valoraciones para otorgar un escenario de compra factible y por otro el que interpreta la geolocalización social para vender en un entorno de experiencias de compra. Está claro que la venta social y el f-commerce, como algunos le han llamado, está de moda. Es posible que ese sea el entorno natural del comercio electrónico del futuro inmediato, pero lo que es seguro es que ya está revolucionando algunos de los elementos de la cadena de valor del proceso comercial.

En esa guerra me quedo con dos nuevas start-up nacidas en España y con fuerte implicación de blogueros de referencia nacionales. La primera es Lowffer, una red social que publica a tiempo real las experiencias de compra de los usuarios de un modo geolocalizado. No distingue producto o servicio y lo que logra es mejorar los costes y la satisfacción del prosumidor. Es una plataforma que me ha maravillado. Monitoriza ofertas a nivel global pero lo establece localmente. Todo ello lo hace vinculando redes sociales existentes y activando patrones de comportamiento que hace mucho más rica la experiencia de uso. Incorpora algunos factores como la “meritocracia” del comprador o una exigente interfaz móvil muy bien resuelta.

La segunda es myProducts, una novedosa aplicación integrada en la red social Facebook, donde los usuarios pueden compartir con sus amigos todos aquellos productos que tienen o quieren tener. Es el primer dispositivo de su género dentro de lo que se ha venido a denominar punto de venta real en Facebook Store y que permite a los usuarios compartir con sus contactos de esa red social las valoraciones y comentarios de los productos que ya “tienen”, de tal forma que todos sus amigos podrán encontrar recomendaciones más fiables de aquellos productos que les gustaría tener o sobre los que buscan valoraciones generando dinámicas de venta tangibles. Para ofrecer dinamismo myProducts posee además elementos de juego social y, en función de las acciones que los usuarios vayan completando, obtendrán medallas de reconocimiento como hace foursquare y que tan buen resultado ha dado. El algoritmo que establece tendencias de compra y venta tiene en cuenta la información recibida de cada uno de los usuarios e intentará conseguir ofertas personalizadas de los productos que sean de su interés. Por eso, es importante la participación de la comunidad, para poder beneficiarse de las ventajas de la compra colectiva, obteniendo descuentos que no se podrían llegar a alcanzar comprando individualmente.

En el campo de la venta social destaca HermeneusGoogle Shopping. La primera es algo más que una plataforma de venta social, es un espacio donde se combina de forma inteligente elementos del comercio electrónico y las redes sociales, dando el protagonismo a los profesionales y eliminando al máximo la intermediación. La segunda es fácil de ver hacia donde se dirige pero todo hace presagiar que busca establecer dinámicas de comercio electrónico en tiendas reales aprovechando el enorme poder de sus gestores de información. Y la última es una propuesta de una de las empresas que fundé hace años, Cink, y que pretende ser un software de referencia que se convierta en la automatización de la experiencia de venta en entornos de redes sociales.

En definitiva, se avecinan cambios, algunos de los cuales ya están entre nosotros de manera poco eficiente, que provocarán que el ejercicio de comprar deje de ser una labor individual de elección para pasar a ser una síntesis de información global que proporcionará voluntades de compra en los individuos sin saber, demasiado bien, de donde proceden esos estímulos.

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