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Análisis socioeconómico en la nueva publicación 'Ecoonomia'

Desde el pasado lunes una nueva publicación económica está en el aire. Se trata de la cabecera Ecoonomia y en la que un buen grupo de expertos en economía tecnológica y economía digital se dan cita de un modo inspirado en medios internacionales que tratan el futuro desde su perspectiva de negocio, sin olvidar como todo ello afecta y afectará en breve la vida de todos nosotros.

Desde el pasado lunes una nueva publicación económica está en el aire. Se trata de la cabecera Ecoonomia y en la que un buen grupo de expertos en economía tecnológica y economía digital se dan cita de un modo inspirado en medios internacionales que tratan el futuro desde su perspectiva de negocio, sin olvidar como todo ello afecta y afectará en breve la vida de todos nosotros.

Bajo el paraguas de Crónica Global  y de El Español cada miércoles publicaré una columna que intentará ser una especie de hoja de ruta mental sobre qué, cómo, dónde y cuándo se debe hacer para poner este país en la senda de las economías mundiales que abrazan el futuro con entusiasmo y no con recelo. El porqué es sencillo como explico en mi primer artículo publicado ayer y titulado 'Manual Español para liderar el Tercer Mundo' que pone la alarma sobre el riesgo que supone no ponerse en marcha urgente a diseñar un modelo económico capaz de ser competitivo y de atender a los cambios sociales y de empleo disponible que va a suponer todo ello. Aquí os lo replico hoy de manera excepcional.

Manual Español para liderar el Tercer Mundo'

Si me lees desde uno de los países denominados ricos, entonces, eres vecino de millones de personas que son ‘pobres con trabajo’. Personas que con un salario básico apenas se agarran a una débil cuerda al límite de la pobreza. La desaparición de la clase media se ha ido generando al ritmo de un progreso tecnológico que está desacoplando la economía. Ampliando la fractura entre ricos y pobres. La idea de que sin mover un dedo vamos a regresar a un espacio de concordia entre clases sociales es, sencillamente, un camelo.

Todas las industrias vivirán el momento en el que los robots y software se llevarán por delante el trabajo que pueda automatizarse y que no requiera de la intervención humana. Eso ya pocos lo dudan, aunque desde las administraciones nadie habla del tema. La promesa recurrente, por parte de todos los iletrados tecnológicos que nos gobiernan sobre la sostenibilidad en la creación de empleo, es un insulto a la inteligencia. 

Individuos incapaces de resolver una simple investidura en España pretenden indicarnos que la creación de nuevos puestos de trabajo depende exclusivamente de estimular sectores cíclicos, dependientes de la acumulación de ladrillos en cualquier esquina. Lo peor no es que se lo crean, lo insultante es que seguramente no saben a que vamos a enfrentarnos en apenas un par de años. 

La creación de empleo actual no es sostenible en este país. No aporta valor añadido en la mayoría de casos. Estamos pendientes de que el mundo no avance demasiado rápido no vaya a ser que la vanguardia se aleje aun más. Esto sucede mientras sigue estancado el apoyo a la innovación, se reducen partidas para investigación y a las empresas se les castiga con una presión fiscal indecente. 

La administración debe liderar y estructurar una hoja de ruta clara y urgente, o la segunda oleada de avances de esta Cuarta Revolución Industrial, se va a encargar de redirigirnos a una división sociopolítica impensable desde hace décadas.

Y es que no habrá empleo suficiente para todos los seres humanos. Una pequeña porción de la humanidad controlará la tecnología de la información que permitirá esa ‘automatización global’. Eso, atendiendo a que la economía actual no funciona a ritmo de esos avances, podría generar un escenario aterrador. Casi el 80% de la población en disposición de tener empleo no podrá tenerlo.

Imaginar un mundo donde no fuera necesario apenas trabajar, pues todo esté automatizado, parece ciencia ficción. Tristemente cada vez es menos ficción y más ciencia. Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa que imagines ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver como será el futuro inmediato.

Muchas de las decisiones políticas provienen de la táctica, pocas de la estrategia. Es más fácil dar solución inmediata a problemas que se interpretan cercanos que procurar acciones que atiendan a problemas de un futuro aún lejano. Un futuro que se ha desplegado a nuestros pies. En España, por ejemplo, el sector Biotech ya factura tanto como el todopoderoso sector turístico. Como gran diferencia ocupa un 95% menos de personal. Igual es un indicativo de la nueva ecuación marcada por la innovación, competitividad, futuro, empleo y cortocircuito.

A medida que esta década llegue a su final y nos adentremos en la siguiente, la fuerza laboral como la entendemos irá cambiando de manera rápida y radical. No habrá trabajo para todos, o por lo menos no lo habrá para ocupar tantas horas de tantas personas. Socialmente se irá instalando una necesidad de ocupar el tiempo y de compensar económicamente ese vacío. 

Organismos internacionales indican que, o bien por interpretación del futuro o bien por administración del problema que ya se vislumbra, se está abordando el asunto. Lo terrorífico es que los que denunciamos la indiferencia tecnológica, la desidia innovadora, discursos vacíos de contenido sobre startups o emprendedores de papel celofán, la miopía socioeconómica y la inexplicable ignorancia de la realidad histórica nos ha tocado vivir, no identificamos el más mínimo cambio en el curso de lo inevitable.

En los próximos artículos de esta columna trataré que y como se puede hacer. Cuales son los pasos que debemos dar conjuntamente administración, empresas y ciudadanos. La primera diseñando un destino y facilitándolo, las segundas apostando por los sectores de futuro real y los terceros dejando de tomar cloroformo a la hora del desayuno.

El reto está en encontrar el modo que permita obtener de esa ‘maravillosa’ opción del ‘automatismo’ la consecuencia de acceso a los derechos fundamentales a toda la población mundial. Salud, conocimiento, cultura, alimentos. Un mundo robotizado para hacer más humana la vida. Para ello se precisa una ‘transición tranquila hacia el mundo de la abundancia’.

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