Marc Vidal Marc Vidal

Tuentifónica

La operación de compra que ha efectuado Telefónica por la casi totalidad de Tuenti está siendo criticada y que no entiende el motivo. Como él, opino que algunas críticas parecen demasiado simples cuando no mal intencionadas. No comprendo porque se sospecha de laética o de la legitimidad de la operación. Ahora resulta que poner en marcha un proyecto tecnológico, generar un flujo de usuarios brutal tras casi cinco años de trabajo y finalmente permitir que una empresa de referencia internacional lo compre es una especie de sacrilegio para puristas de la emprendeduría social.
No entiendo nada. Me cuesta alcanzar los motivos que pueden empujar esas críticas. Es cierto que Telefónica ha fracasado en muchas compras, pero nada garantiza que eso deba volver a pasar. Estoy convencido que, si se mantiene el equipo actual tal y como la compañía ha asegurado, es muy probable que errores del pasado no se repitan. Otra cosa será la evolución natural de la economía digital y sus flujos derivados que durante los próximos años puedan entorpecer los negocios vinculados a las redes sociales.

Sabemos que la voluntad de todo emprendedor es la de implementar negocios que crezcan y que se reproduzcan. En cualquiera de estas dos fases, el impulsor se expone completamente a los temporales que en su contra aparecerán sin duda. A medida que se afianza el proyecto y requiere más compromisos financieros y personales, el gestor inicial suele rodearse de nuevos socios. Es habitual que entre capital externo si el asunto promete. La voluntad final de todos, por lo menos de los que ingresan capital para impulsar la idea del emprendedor, es poder salir del mismo con una plusvalía tarde o temprano. Eso es lo que ha pasado en Tuenti, ni más ni menos. Se ha impuesto la lógica de la relación entre emprendedores y empresarios, entre impulsores de negocios, inversores y empresas.

Cada una de las partes implicadas se lleva lo que buscaban. Los creadores obtienen un mayor músculo para afrontar retos de internacionalización y mejoras tecnológicas para enfrentarse de tú a tú con las grandes redes sociales del planeta. La intención de ganar a Facebook en cuanto a usuarios en otros países no es ninguna quimera si tenemos en cuenta como se los han merendado en España los chicos de Zaryn a los de Zukerberg. Otra parte implicada, los socios inversores salientes capitaneados por Bernardo Hernández, logran también sus metas, una importante rentabilidad de su aportación inicial tras haber sido claves en la gestión y crecimiento del proyecto. Finalmente los compradores, Telefónica logra algo que necesita.

No creo que estemos hablando de “calderilla que le permite a la multinacional apostar por algo que no tiene claro cual es su rendimiento”. Estoy convencido que la operadora española busca algo más, me da la impresión que el horizonte tecnológico que aporta una red social como Tuenti es de alto valor. Innovación y conocimiento sobre que se cuece en los nuevos territorios digitales, atender de primera mano en ese escenario dinámico y cambiante y, por encima de todo, afianzar la relación con sus clientes inmediatos, acercar la marca y la identidad empresarial a un sector generacional muy consumista en tecnología de la comunicación pero reactivo ante la publicidad directa. Cabe la opción que esta operativa de Telefónica sea algo más que una compra de una plataforma social, algo más complejo que una transacción financiera, es muy probable que sea el buque insignia de un proyecto de presencia digital mucho más intenso y eficaz.

No coincido con mi amigo Carlos Blanco en la calificación de “pelotazo” a esta operación. Según dice en su blog “vender una empresa sin EBITDA positivo por una valoración de 75 millones de euros es un pelotazo al alcance de muy pocos”. Claro está que eso sería cierto si estuviéramos considerando esta operación con los cánones de la economía tradicional, cosa que no es el caso. Hablamos de Nueva Economía, de Economía Digital y de entornos complejos donde las cosas tienen un valor no tangible y que se traduce en diferentes elementos. La Nueva Economía nos enseña que “negocios sin ingresos” y sin planes de negocio, pueden convertirse en compañías muy rentables, o que la “economía de la atención” puede conceder a un proyecto un valor por sus audiencias por encima de sus ingresos netos.

En todo caso, esta “inversión inversa” en Tuenti me parece una buena noticia que puede ser el principio de una cadena de sucesos en la economía digital europea, una buena sintonía que removerá los circuitos de compra venta de empresas que parecía haberse detenido desde hace un par de años. Suerte a los nuevos miembros de Tuenti y a los gestores que se quedan, y felicitaciones a los que se marchan. Esta es de aquellas operaciones raras que beneficia a todos.

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