Marc Vidal Marc Vidal

Emprendedor freemium

En IDODI estamos en plena fase de creación de un escenario de apoyo y estímulo para startups. Apoyamos, internacionalizamos, acompañamos y financiamos proyectos emprendedores. Sin embargo no siempre esto último es lo primero. Yo nunca busqué dinero en un primer instante en ninguno de mis proyectos. Creo firmemente que el éxito vinculado a un crecimiento rápido es más viable cuando el bien líquido es escaso, revierte en la imaginación y en la creatividad, el logro proviene de algo más que el fondo de inversión que te apoya. Los casos de mayor valor que conozco de cerca son aquellos en los que el capital no fue el punto de inicio y eso es lo que estamos implementando.
Estos días he podido ver como está enquistado en el modelo emprendedor algún factor que no lo aleja demasiado de la cultura del subsidio. Hay quien sólo tiene una idea, un keynote interesante y muchas ganas de dar conferencias, pero su apuesta personal se deriva de la capacidad por encontrar en una “ronda de inversión” alguien que coloque la pasta. La apuesta personal, pocos son las excepciones, radica en que les “localices” capital suficiente para auto ocuparse. El capital debe llegar, pero cuando toca. No antes.

La financiación es algo determinante pero no es imprescindible. Hay otras ramas que se deben cortar. De la idea se debe pasar al plan de empresa o negocio, aceptando que ese tipo de documento ya no es como habían sido en el pasado, son dinámicos y poco dados a la estructuración densa y rígida del siglo pasado. Ahora, incluso, no son imprescindibles. ¿Qué hubiera pasado si Twitter hubiera tenido un Business plan? Que a estas alturas sería una web ruinosa a punto de cerrar, cuando resulta que adaptando los sucesos a un modelo de negocio aparecido en segunda instancia, se puede convertir en una de las empresas más rentables del planeta. Del ingreso cero y sin expectativas ha pasado al ingreso infinito factible.

Hay que tener en cuenta la fiscalidad para las nuevas empresas, especialmente con el modelo de empresario individual y todo lo que significa eso. Las formas jurídicas basadas en las nuevas formulaciones para montar negocios y las diferentes maneras de hacer estudios de mercados utilizando los entornos de Web social.

Hace tiempo que emprender está como distorsionado. Ahora que las escuelas de negocio explican como hacerlo y los gobiernos se llenan la boca del término, resulta que el modelo emprendedor no está engrasado. Hemos pasado del glamour emprendedor a la evidencia que no todo es factible. Hemos dejado a un lado que poner un negocio, fundar un proyecto era factible con una estructura innecesaria para una fase inicial gracias a un fondo de inversión que llegó porque tu proyecto era “cool” y “actual” a un momento en el que no entra un céntimo si no tienes el asunto desarrollado a punto de caramelo (para vender algo se entiende). Y ahí radica el conflicto. Muchos emprendedores aun no se han dado cuenta que algo ha cambiado: no hay un duro.

Hoy en día es normal escuchar a un emprendedor decir: “yo no me dedico a vender, yo soy un técnico”. Eso es un error terrible, un emprendedor no puede diferenciar ese perfil como si se tratara de un directivo de una multinacional. ¿Cuando se ha visto un emprendedor que no sea un vendedor de su proyecto? No es necesario apostar al rey, esperar que un director comercial externo aparezca por arte de magia, con un sueldo inasumible por un proyecto start-up y que aporte negocio. Aquí toca patearse la calle y apostar por una comunicación inteligente, a partir de ahí, quien mejor vende es el que tuvo la idea. Menos dinero y más acción, menos financiación y más perseverancia.

El proceso de crecimiento condicionará esas acciones, esas incorporaciones. Responsables de marketing y financieros, desarrolladores, diseñadores, capataces o lo que haga falta irán llegando, pero de momento, al principio, el emprendedor, si hace falta, pasa el mocho. El paso de emprendedor a empresario es algo impreciso que se produce en un momento indeterminado, pero que algo tendrá que ver con eso. Seguramente, aunque hay empresarios que no dejan de ser nunca emprendedores pues el “capital aportado” no cambia el espíritu de construir proyectos desde abajo y disfrutar viéndolos crecer.

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