Suicidio fiscal
La prensa española vive una especie de viaje lisérgico dependiente de los teletipos y el análisis de segunda. Han pasado unos días desde que el ejecutivo de Zapatero anunciara las nuevas medidas en materia fiscal para 2009 y al contrario de lo que se ha publicado al calor de las notas de prensa del gobierno, éstas supondrán que los contribuyentes paguen más.
La prensa española vive una especie de viaje lisérgico dependiente de los teletipos y el análisis de segunda. Han pasado unos días desde que el ejecutivo de Zapatero anunciara las nuevas medidas en materia fiscal para 2009 y al contrario de lo que se ha publicado al calor de las notas de prensa del gobierno, éstas supondrán que los contribuyentes paguen más. Hay trampa y la piensan hacer en el peor de los momentos, justo cuando medio planeta civilizado piensa bajar los impuestos a fin de incrementar la capacidad adquisitiva de las familias y empresas.
Es gravísimo que nadie se haya inmutado, me sorprende que vivamos en esta especie de anestesia mediática que cada vez es más nociva. Las noticias sensacionalistas ya invaden los noticiarios: colas en los auspicios, gente preparada en paro busca alimentos y caridad, familias sin ninguna cobertura, etc. Sin embargo, un análisis serio sobre que está haciendo el grupo de inútiles que se reúne los viernes por la mañana en el consejo de ministros para sacarnos del atolladero, nada de nada. Alguna tertulia politizada y algún medio interesado por que el PP obtenga ventaja de este drama, entran sin control en la crítica, pero sin ningún estudio serio o fiable para entenderla.
Aquí si lo hacemos. Supongamos que es cierto eso de que ya se ha solucionado el problema financiero planetario gracias al rescate bancario. Si fuera verdad ahora tocaría rescatar la economía real. Para ello el mundo civilizado ha decidido bajar impuestos de forma directa o indirecta. Francia lo hace a partir del plan de apoyo pymes, Alemania con el plan de reformas fiscales 2010, Reino Unido con el plan de apoyo fiscal 2009 y los EUA con el incremento del gasto federal para reducir la presión fiscal a las empresas y a los ciudadanos. Pero en España, al contrario de lo que dice el gobierno, los impuestos van a subir y bastante. La prensa se ha tragado el cuento pero un estudio detallado de esas reformas demuestra que, unos mienten deliberadamente y otros no hacen su trabajo correctamente. A partir de enero en este país se va a saber lo que es bajar impuestos al estilo socialista. Oficialmente se ha dicho que en 2009 no habrá subida de ningún tipo de impuesto. Por ejemplo, el IRPF será mucho más caro. El equipo económico del gobierno no piensa descontar la inflación prevista en ningún sitio, ni en la tarifa ni en ningún tramo del impuesto, de manera que si una renta que vale un 3,8% menos por efecto de la inflación, por ejemplo, no es descontada y el contribuyente acaba pagando esa diferencia. Para el que crea que eso no se suele hacer que sepa que Solbes lleva deflactando parcialmente el efecto de la inflación desde hace cuatro años.
El triste espectáculo del jefe del área económica, Solbes, no acaba ahí. Resulta que en contra de lo prometido, los impuestos indirectos también van a subir pues van a gravar unos precios más caros porque, aunque éstos no asciendan, el dinero con el que se paga es más barato, vale menos. Si no se descuenta la inflación de los porcentajes que cada tributo especial aplica en los productos que gravan, el resultado final es que se termina pagando el aumento del IPC en cada compra.
En el Impuesto de Sociedades, Solbes nos tiene un truco mucho más sofisticado. Aquí se ha dedicado a eliminar deducciones, por lo que la rebaja de tipos no afecta en muchos casos. En tres años, según la ley que nadie ha sido capaz de descifrar, esas deducciones desaparecerán definitivamente. Por poner algún ejemplo siniestro, la deducción por reinversión de beneficios extraordinarios o plusvalías que disfrutan las actividades de I+D+i o las bonificaciones por exportación desaparecen en un momento en el que es clave ir reinvirtiendo el escaso beneficio en modelos de crecimiento diferentes y de valor añadido.
Aunque las rebajas de tipos nominales es un titular muy jugoso, el resultante es muy distinto. La pérdida de deducciones deja en muy mal lugar a nuestras empresas con respecto a las europeas que si van a beneficiarse de una rebaja real de los impuestos en general.
Otras reformas fiscales que representan lo contrario de lo prometido son: que el Estado va a aumentar la carga fiscal por heredar a través de un tipo mínimo para todas las autonomías, incluso las que bonifican al 95% el impuesto de sucesiones. Los trucos no se acaban ahí pero el resto se lo dejo a esos expertos tertulianos que seguro tienen claro en que consiste el gran engaño fiscal del 2009 pero que están esperando a enero para hablar de ello. Pues eso, siento haberme adelantado, ¡vagos!
Oportunidad histórica
Cada vez es más evidente que esto ya no lo para nadie. Las inyecciones de liquidez han demostrado que el problema nada tiene que ver con la falta de moneda en el interbancario. El plan de rescate americano o británico se ha mostrado absolutamente insuficiente y ahora la bajada de tipos coordinada supone la última bala al aire. No quedan elementos financieros, económicos o políticos que detengan el nuevo ajuste, es cuestión de tiempo que todos se den cuenta. Hace años que venimos adelantando los acontecimientos y ahora volvemos en este blog a sentenciar lo evidente. La anestesia social que pretenden inyectar los grandes mandatarios en sucesivas reuniones y encuentros ridículos e inútiles no está surtiendo efecto. La gente empieza a estar desconcertada, las noticias se amontonan en una orgía de cifras que muestran un camino sin retorno hacia la recesión mundial y hacia una quiebra del sistema sin precedentes. El principio de 2009 será espantoso en los EUA. El segundo semestre lo será en Europa y emergentes.
Cada vez es más evidente que esto ya no lo para nadie. Las inyecciones de liquidez han demostrado que el problema nada tiene que ver con la falta de moneda en el interbancario. El plan de rescate americano o británico se ha mostrado absolutamente insuficiente y ahora la bajada de tipos coordinada supone la última bala al aire. No quedan elementos financieros, económicos o políticos que detengan el nuevo ajuste, es cuestión de tiempo que todos se den cuenta
Hace años que venimos adelantando los acontecimientos y ahora volvemos en este blog a sentenciar lo evidente. La anestesia social que pretenden inyectar los grandes mandatarios en sucesivas reuniones y encuentros ridículos e inútiles no está surtiendo efecto. La gente empieza a estar desconcertada, las noticias se amontonan en una orgía de cifras que muestran un camino sin retorno hacia la recesión mundial y hacia una quiebra del sistema sin precedentes. El principio de 2009 será espantoso en los EUA. El segundo semestre lo será en Europa y emergentes.
Muchos creemos que el plan de rescate Bush es un pufo considerable y que lo único que busca es retrasar lo inevitable. La economía americana se dirige irremediablemente a un choque brutal tras una crisis financiera similar a la de 1929 y sus dirigentes han optado por retrasar el hundimiento del sistema, no por aceptarlo y disponer los caminos para que sea lo menos traumático posible. Como algunos comentáis aquí mismo, la plataforma que sustenta nuestro modo de lectura financiera debe caer para después escribir el parte de bajas. Hay que sanear, recontar pérdidas y empezar de nuevo. Yo añado que es momento de incorporar los elementos que permitan ir cambiando el modelo hacia otro mucho más global y que parta de una reconversión del conocimiento. Es posible, el talento global que aquí mostramos, la inteligencia colectiva son posibles territorios que se desarrollarán paralela e irremediablemente mientras este planeta se hace trizas en sus escenarios más tradicionales.
Pero de momento lo que nos pasa es muy serio. La rebaja de tipos de anteayer no hace más que ratificar que la situación está fuera de control. La retórica que han utilizado los bancos centrales americano y europeo es tan hueca como inútil. El Euribor ni se inmuta, los mercados se lo toman a broma y la economía sigue su curso firme hacia la reinvención. Estamos a las puertas de una mutación vírica que será la fotografía de este turno histórico. Recordemos que el mercado está infectado, los impagos se multiplican desde hace meses y ya nadie quiere los paquetes que albergan cualquier modelo de MBS, CDO y compañía. El veneno está recorriendo esos productos financieros tan sofisticados por lo opacos que han resultado y, en resumen, han dejado de tener valor para pasar a ser papel higiénico. El tinglado se desmonta, se hunde, y se hace imprescindible sanearlo todo, pero no sabemos, nadie lo sabe, a que profundidad hay que escarbar, ni a que nivel. En ese debate, en esa pérdida de tiempo nos encontramos ahora. Los mercados reflejan que el sistema ya no hace caso de medidas políticas, la economía se deteriora porque no hace caso de medidas políticas y los patrones de consumo y producción se evaporaran porque no hacen caso de medidas políticas.
Parece ser que habrá que reinventar el capitalismo. Del sistema de la industrialización y se pasó a otro que surgió tras la recuperación de la crisis de 1929, algo que no se produjo hasta 1945. Ese segundo capitalismo conocido como el de valor financiero inventó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Menuda chapuza que ahora debemos arreglar. Nos toca diseñar un sistema económico que garantice el crecimiento sostenible, más regulado, menos oscuro y con muchas cláusulas que ejerzan la presión sobre la responsabilidad de los agentes implicados. Sin embargo no va a ser así a corto plazo. Y no lo va a ser porque el nuevo orden no garantizará rápidamente que su implantación provoque que de ello se beneficie la mayoría de la gente. Si asumimos que las tensiones sociales se multiplicarán y se extenderán por todo el mundo occidental, entenderemos la verdadera dimensión humana de la tragedia. Nada hace pensar que en unos cuatro o cinco años el mundo será mejor. A medio plazo y en un territorio social mucho más pobre, el planeta se enfrentará a sus elementos más corrosivos. La parada técnica, la economía detenida y la autogestión como valor. Buen momento para reinventar, para corregir de cara al futuro.
A todo esto corremos el peligro de que un nuevo orden requiera de un exceso de regulación. Traducir regular por controlar es una tentación de la pandilla de inútiles sinvergüenzas que nos han traído a este estercolero. Su voluntad, la de los mediocres es siempre la misma, eliminar el rival, el mérito y el talento para poder ejercer el poder sin que eso sirva para mejorar nada excepto su cuenta bancaria.
Corremos el peligro de que se establezca una especie de gobierno mundial económico que pretenda regular y administrar todos los recursos planetarios. Evitar esto debe ser compatible con que algunos países intenten desligarse de los flujos internacionales y funcionar bajo autarquías antropófagas. Lo uno y lo otro son zona de alta tensión.
La economía real
En los años 70 el fútbol británico discriminaba claramente a los jugadores negros. Eran menos y cobraban poco. Pero los clubes que disponían de plantillas con jugadores negros gastaban menos y sus resultados eran similares en muchos casos. Esta simple regla económica, es preferible reducir costos siempre que se mantengan resultados, se convirtió en el mayor elemento de cambio social en materia de discriminación racial de cuantas se dispusieron en Inglaterra. Ninguna normativa o ley ayudó tanto a acabar con la discriminación como ese hecho deportivo y económico.
Circula la idea que la economía real es independiente de las grandes decisiones financieras. Algunos vendedores de fábulas pretenden que creamos que una situación de crisis económica en el ámbito de las grandes cifras no tiene porque afectar a los bolsillos de los ciudadanos de un modo dramático. Las pruebas suelen ser recurrentes. La gente va de vacaciones, se cambia el coche y continúa cenando en restaurantes de lujo mientras los telediarios escupen cifras que asustarían a Drácula. ¿Es cierta pues esa ambivalencia entre la macroeconomía y la economía real? ¿Es posible que un país en fase recesiva pueda mantener un gasto privado a este nivel? La respuesta es no. Esto no va a durar mucho. La economía doméstica empezará a percibir seriamente el problema en breve. La segunda mitad de este año será clara en este sentido pero la actuación estelar está reservada para el 2009.
Como dice el economista inglés Tim Harford, “la economía está en todas partes y en todas las cosas. La economía es el motor de cambio social más importante del que dispone la humanidad“. Nada mueve con mayor virulencia los sistemas. En los años 70 el fútbol británico discriminaba claramente a los jugadores negros. Eran menos y cobraban poco. Pero los clubes que disponían de plantillas con jugadores negros gastaban menos y sus resultados eran similares en muchos casos. Esta simple regla económica, es preferible reducir costos siempre que se mantengan resultados, se convirtió en el mayor elemento de cambio social en materia de discriminación racial de cuantas se dispusieron en Inglaterra. Ninguna normativa o ley ayudó tanto a acabar con la discriminación como ese hecho deportivo y económico.
¿Tranquilos? Esto corre prisa.
Esto corre prisa. La primera medida “anticrisis” que el nuevo gobierno debe adoptar es la anunciada reunión con los agentes sociales. Puesto que el presidente será el mismo, la vicepresidenta parece que también y Solbes repite en el Ministerio de Economía, no hay excusa para esperar más tiempo. Un ejecutivo en funciones como este puede disponer medidas que serán asumidas sin problemas por el futuro equipo.
Esto corre prisa. La primera medida “anticrisis” que el nuevo gobierno debe adoptar es la anunciada reunión con los agentes sociales. Puesto que el presidente será el mismo, la vicepresidenta parece que también y Solbes repite en el Ministerio de Economía, no hay excusa para esperar más tiempo. Un ejecutivo en funciones como este puede disponer medidas que serán asumidas sin problemas por el futuro equipo.
Ahora que Zapatero parece haberse dado cuenta de lo crítico del momento y, cómo dijo en campaña, tiene pendiente una reunión urgente con los agentes sociales para emprender un plan de medidas que reactiven la situación económica, no debe demorar la agenda económica por culpa de la política. El tema está blando y en apenas seis meses ya se ha perdido más de medio punto de dinamismo productivo. La mayoría de analistas con los que hablo prevén un crecimiento por de bajo del 2% a finales de 2008. Una caída de esta envergadura no se recuerda desde principios de los noventa.
El problema es que nuestro modelo de crecimiento se ajusta. Volcados en el consumo y en la construcción esto se tambalea cada vez con mayor amplitud. Por eso es importante parar y analizar lo que pretende el nuevo gobierno para sacarnos de este agujero. Las medidas que se intuyen según las palabras de Solbes y del programa electoral son:
- Para luchar contra la destrucción de empleo y la desaceleración económica, Zapatero espera poder construir 150.000 viviendas de protección oficial cada año y así detener el desplome del sector de la construcción.
- Para atenuar los problemas de liquidez de los hogares españoles, Zapatero repartirá 400 euros a través de las devoluciones del IRPF.
- Para mejorar el poder adquisitivo de los pensionistas subirá los 615 euros de prestación mínima hasta llegar a los 700 y los 658 de jubilación pasarán en la próxima legislatura a los 850.
- Para luchar contra la inflación, Zapatero creará un observatorio que identifique los desfases de comercialización de productos primarios. No obstante, espera que en mayo y junio el incremento de precios se vaya suavizando.
- Para luchar contra un paro que viene asociado a las fases de desaceleración habitualmente, el gobierno no tiene demasiadas herramientas a estas alturas. No hay un nuevo modelo de crecimiento, no hay políticas activas para el cambio de motor económico y todas las esperanzas están depositadas en la aplicación de la Ley de Dependencia. Se esperan crear 300.000 empleos y con algunas inversiones en sentidos complementarios se espera crear medio millón de puestos de trabajo mientras se pierden del sector inmobiliario.
¿Ya están más tranquilos? Yo no, puesto que:
- La licitación de obra pública, incluido el VPO, necesita de 3 a 5 años para empezar a generar empleo.
- Los que no hacen la declaración por que no llegan al mínimo exigible son los que más necesitan esa ayuda de 400 Euros y esos no lo percibirán.
- La subida de pensiones debería ser transversal puesto que los más afectados por la falta de poder adquisitivo son aquellos que perciben ayudas que los aparcan al límite de la indigencia.
- La inflación ya no es el problema, el nuestro empieza a tomar un tono gris azulado, el color de la estanflación.
- La Ley de Dependencia dará trabajo, eso es evidente, pero quien pagará esa ley si los ingresos corrientes del Estado están cayendo en picado.
¿Ya no están tranquilos? Yo tampoco.
El oasis español
Por suerte España es diferente, puesto que vive en el olimpo de los países a los que no les afectan las crisis planetarias. Debe ser que nuestro modelo de crecimiento es ejemplar y está basado en las nuevas tecnologías y en el valor añadido en lugar de esos otros sectores poco dados a la modernización como son la construcción y los servicios que tan poco afectan a nuestro crecimiento.
Buena jornada en las bolsas, especialmente para el Ibex, y concretamente para bancos y constructoras. Queda demostrado que los mercados y la economía en general van a fiestas diferentes. A m lo que me pone el bello de punta, es ver a los clientes impacientes, y formando largas colas en las sucursales de Northern Rock, dispuestos a retirar sus ahorros por miedo a su corralito particular. La falta de líquido en el interbancario es fruto de la teoría de la mancha de aceite: empieza en América, se transmite a Europa vía Alemania y desemboca en Gran Bretaña. El resto de Europa se lo mira con espanto y espera que la Unión minimice la tensión hasta lograr anestesiarla.
Por suerte España es diferente, puesto que vive en el olimpo de los países a los que no les afectan las crisis planetarias. Debe ser que
nuestro modelo de crecimiento es ejemplar y está basado en las nuevas tecnologías y en el valor añadido en lugar de esos otros sectores poco
dados a la modernización como son la construcción y los servicios que tan poco afectan a nuestro crecimiento. ¡Ya!
Esta será la segunda crisis que sufro. Noté la del 93 de un modo colateral, pero la del 2000 y sus puntocom me cornearon de pleno. No
percibo similitudes aparentes. Sin embargo hay algo a destacar. En los últimos días estoy notando, en los círculos financieros, una notable
preocupación con un par de entidades bancarias excesivamente apalancadas en temas inmobiliarios. Una entidad con sede en la comarca
vitivinícola por excelencia de Catalunya aparece en todas las quinielas de los que profetizan problemas de líquido a corto plazo. Muchas
entidades financieras pequeñas e incluso medianas, tienen el modelo de negocio que ya está finiquitado. Hoy no son negocio las hipotecas y el grifo se ha cerrado temporalmente. Las grandes firmas bancarias no sufrirán puesto que sus modelos de intermediación se basan en decenas de productos y no dependen tanto del hipotecario. Pero las que no disponen de esa diversificación se enfrentarán a desequilibrios muy duros.
La semana pasada recibí cuatro llamadas ofreciendo depósitos al 5,75% y una al 6%. Las cajas ya no quieren recurrir al interbancario porque
nadie se fía de nadie y los bancos no se dejan dinero entre ellos. Como la publicación sobre el estado de los bancos y cajas que debe
formalizarse este mes, no suene con una buena sintonía la cosa se va a poner fea de verdad.
Pero tranquilos, porque dicen que aquí nunca pasa nada, no pasa nada con el mercado inmobiliario, no puede haber una crisis, el precio de la vivienda nunca bajará y la economía española será la única del mundo que crecerá casi al 4% eternamente por los siglos de los siglos. Esto
no tiene sentido y hay que decir la verdad y la verdad es que estamos a las puertas de una desaceleración profunda de la economía y la pausa
en el crecimiento no es seguro que vaya a ser corta ni que se vaya a producir a través de un ajuste suave. No sabemos cuanto durará ni que
profundidad tendrá, pero si sabemos que el cambio en el modelo de crecimiento se debería de haber resuelto hace 3 años, ahora puede ser
demasiado tarde. Y escribo esto mientras veo que el Ibex remonta el Tourmalet y gana más de dos puntos. Que bien va España…
Opa a las pensiones
Soy crítico con las decisiones que el ejecutivo de Zapatero toma en materia económica. Aunque debería de decir, no toma. Es obvio que Solbes esta moviendo poco o nada la flota y en términos generales su política no dista mucho de la que el Partido Popular llevó a cabo durante su mandato. Algo que aparentemente puede parecer adecuado a tenor de algunos indicadores en macroeconomía pero preocupantes ante una crisis inminente.
Soy crítico con las decisiones que el ejecutivo de Zapatero toma en materia económica. Aunque debería de decir, no toma. Es obvio que “Solbes esta moviendo poco o nada la flota y en términos generales su política no dista mucho de la que el Partido Popular llevó a cabo durante su mandato. Algo que aparentemente puede parecer adecuado tenor de algunos indicadores en macroeconomía pero preocupantes ante una crisis inminente.
La crítica a la gestión económica del gobierno no solo debe limitarse a ese territorio sino que los incumplimientos electorales son de cierta envergadura a fecha de hoy. Entre los sueños rotos destacan la incapacidad en mantener el superávit exigido por la Unión Europea y la incontinencia impositiva. El Psoe prometió reducir la presión fiscal y el resultado ha sido un aumento de impuestos que ronda el 2%. Sin embargo, cuando una decisión es acertada y responde a criterios de solvencia programática hay que decirlo también. Y en ese sentido la decisión de invertir parte del fondo de pensiones en bolsa es buena por muchas razones y no comporta ningún riesgo. No supone ningún quebranto puesto que lo que se quiere invertir es una parte del excedente de los propios subsidios y jubilaciones, es decir, lo que sobra de las pensiones, en resumen lo que se utilizará para rentar será el fondo de reserva de la seguridad social. Es una buena noticia que garantiza el futuro, ya que permite invertir un capital que en estos momentos está ocioso. Es bueno porque se va a invertir en un activo mucho más rentable que en el que se está haciendo a día de hoy.
En la actualidad se está invirtiendo en bonos porque son lo más estable de todo el paquete inversor. En concreto las pensiones invierten en deuda pública española, francesa, alemana y holandesa que nos supone una rentabilidad del 5% anual. Aritméticamente es tan evidente que invertir en bolsa es mucho más rentable que molesta no haberlo hecho antes. Utilizando los últimos cien años podremos crear un patrón fiable a través del cual detectaremos que la bolsa ha sido un 5% más rentable que los bonos cada año. La cereza del pastel nos recuerda que esta es una práctica habitual en Europa. Excepto el Reino Unido y Bélgica los países de nuestro entorno invierten sus fondos de pensiones en los mercados de medio mundo. Por ejemplo Francia invierte el 20%, Alemania un 22% e Italia un 15.
La experiencia, no obstante, nos pide que estemos alerta. Los peligros de esta decisión radican en la ética y el control. El gobierno debe dejar meridianamente claro que no piensan utilizar los 4000 millones de euros que suponen ese 10% del fondo de reserva para invertir en empresas donde puedan ejercer patrones de presión de un modo abusivo. También deben diversificar el riesgo en mercados de todo el mundo con gestoras independientes y diferenciadas.
Fin del Ciclo Expansivo
Una gran bola de mierda se acerca desde el horizonte. Lo hace sin remedio y a un ritmo uniforme. No tengo ninguna intención de asustar ni de ser catastrofista pero los ciclos económicos siguen existiendo y en este país los dos últimos acabaron en recesión, paro y crisis. A finales de 1992 y principios de 1993, en la que el PIB llegó a caer durante cuatro trimestres seguidos más de un 3% acumulado, la tasa de paro aumentó de un modo desconocido hasta la fecha. El crecimiento económico gira entorno a los conocidos “ciclos de los negocios”, que de acuerdo a la certeza histórica sabemos que suelen durar un decenio.
Una gran bola de mierda se acerca desde el horizonte. Lo hace sin remedio y a un ritmo uniforme. No tengo ninguna intención de asustar ni de ser catastrofista pero los ciclos económicos siguen existiendo y en este país los dos últimos acabaron en recesión, paro y crisis. A finales de 1992 y principios de 1993, en la que el PIB llegó a caer durante cuatro trimestres seguidos más de un 3% acumulado, la tasa de paro aumentó de un modo desconocido hasta la fecha. El crecimiento económico gira entorno a los conocidos “ciclos de los negocios”, que de acuerdo a la certeza histórica sabemos que suelen durar un decenio.
España sufrió una pequeña recesión en 1981 y otra más grave en 1992-93. La economía española lleva 14 años de crecimiento ininterrumpido con tasas superiores a la media europea. El actual ciclo expansivo se inicio a finales de 1993 ante las crecientes perspectivas de entrada de España en la Unión Monetaria que provocaron que los tipos de interés cayeran rápidamente. La clasificación crediticia española alcanzó la triple A aumentando la confianza en la económica española. La caída de tipos del 13,3% al 3,0 % desató un tsunami inversor inmobiliario por parte de familias y pequeños ahorradores. El aumento de demanda, aceleró la construcción y esta incorporó al mundo laboral a casi un millón de personas y entre todos agigantaron el consumo y las importaciones.
Es preciso definir con corrección los elementos que acercan a nuestro país a una situación límite. La burbuja inmobiliaria ha sido animada en la creciente demanda de vivienda por parte de europeos, inmigrantes y pequeños inversores que, con sus sociedades patrimoniales de juguete, pretenden adquirir cinco o seis pisos para poder vivir de la renta por alquiler algún día. Derivada de esa burbuja hay otra en el sector de la construcción que supone el 17 % del PIB en términos reales. El 20% de los empleos creados en los últimos diez años en España, que a su vez son el 33% del que se ha creado en la UE de los 15, proceden de la construcción. Esas dos burbujas han hecho que emergiera otra mucho peor y que aun es prácticamente invisible: la burbuja económica.
La fuerte demanda de empleo funcionó como un imán para la mano de obra inmigrante que acudió masivamente dando un empuje al consumo y al propio mercado inmobiliario. En general podemos decir que España ha tenido un periodo larguísimo de crecimiento ininterrumpido gracias a la globalización, en sentido financiero (dinero barato) y también en sentido real (inmigración creciente), lo que le ha permitido compensar el impacto negativo de los precios del crudo y de la competencia internacional. El efecto se traduce ya en una economía recalentada, con una inflación superior a la media europea y por una pérdida de competitividad. La economía española es próspera pero su crecimiento es desequilibrado y poco eficiente. La dependencia en los tipos de interés debilita la capacidad de consumo y el parón inmobiliario por el sobre-stock es ya un hecho absolutamente demostrable. España dependerá de que la zona euro recupere su dinamismo y crecimiento en los próximos dos años para poder aguantar el choque de una cadena de acontecimientos que ya ha empezado.
En primer lugar, la burbuja inmobiliaria seguirá desinflándose gradualmente dejado de crecer y posteriormente descendiendo. Como reacción a esa caída de valor, el número de viviendas se reducirá, cosa que ya ha empezado a pasar según los colegios de Arquitectos que durante este último trimestre han notado un descenso de visados. Esa reducción de viviendas nuevas en construcción provocará una caída en la demanda de empleo en la construcción y un alza en el paro. Carpinteros, electricistas, comerciales, arquitectos, aparejadores, yeseros y en definitiva todos los profesionales relacionados con el mundo inmobiliario vivirán su peor momento desde hace mucho tiempo. Teniendo en cuenta que el peso de este sector es brutal, la demanda en consumo también se verá afectada. La eliminación de ricos virtuales se representará con el descenso de la venta de coches, viajes y elementos de consumo muy variados. El coste de los créditos hipotecarios tocará franjas desconocidas por los nuevos propietarios que se verán obligados a sacrificar parte del consumo corriente para poder hacerle frente.
Al reducirse el consumo y al aumentar el coste del dinero las compañías ralentizarán sus inversiones en espera del próximo ciclo expansivo con lo que su demanda de empleo bajará. Esta situación desembocará en un crecimiento negativo del PIB que alcanzará su punto más profundo a finales de 2009 o principios de 2010. Que sea más o menos dramático depende de la política. Esa desaceleración cíclica podría pasar simplemente por ser un período de bajo crecimiento, si la caída de la construcción se compensa con obra pública y si el superávit presupuestario supera el 1% del PIB, si se incentivan los nuevos campos de gestión industrial y, como se hizo en EUA, si se convierten en empresarios, autónomos o pymes, a esos miles de inmigrantes jóvenes que ahora son mano de obra barata, para que encuentren alternativas a la perdida de empleo que sufrirán en la construcción fundamentalmente. En definitiva, que esa enorme bola de mierda nos aplaste depende de nuestros gestores públicos en gran medida. ¡Qué miedo!
Profecías y blogocosa
Blogger Según Ipsos el 33 % de los lectores de blogs europeos no comprarán un determinado producto por las críticas leídas en la blogosfera. Teniendo en cuenta que el 20% de estos, bucean por las redes sociales dependientes de esos blogs, podemos descifrar que cerca de 39 millones de personas han dejado de comprar un producto, influenciados por las críticas leídas durante el último año. Este es un síntoma de los cambios que la blogosfera está provocando de un modo natural. En un primer término la economía deberá adaptarse a la blogosfera y sus derivados futuros. Los mercados dejarán paso a las redes, y el acceso sustituirá cada vez más a la propiedad.
Según Ipsos el 33 % de los lectores de blogs europeos no comprarán un determinado producto por las críticas leídas en la blogosfera. Teniendo en cuenta que el 20% de estos, bucean por las redes sociales dependientes de esos blogs, podemos descifrar que cerca de 39 millones de personas han dejado de comprar un producto, influenciados por las críticas leídas durante el último año. Este es un síntoma de los cambios que la blogosfera está provocando de un modo natural. En un primer término la economía deberá adaptarse a la blogosfera y sus derivados futuros. Los mercados dejarán paso a las redes, y el acceso sustituirá cada vez más a la propiedad.
Las empresas y los consumidores comenzarán a abandonar la realidad básica de la vida económica de hoy: el intercambio mercantil de la propiedad entre compradores y vendedores será el capital intelectual como fuerza motriz de la nueva era y, a la vez, será lo más codiciado. Los conceptos, las ideas, las imágenes –no las cosas- son los auténticos artículos con valor en la economía del futuro inmediato. La intercomunicación sustancial entre usuario, venta y canal blog es un territorio desconocido al que se enfrentan cada día decenas de responsables del branding corporativo de algunas compañías. El desplazamiento desde un régimen de patrimonio en bienes, que se apoya en la idea de propiedad ampliamente distribuida, hacia un régimen de accesos y opiniones bidireccionales, mutará de manera fundamental nuestras nociones sobre como ejercer el poder económico en los años venideros. A ese nivel es preciso reducir del ciclo de vida de los productos, la disminución de los inventarios físicos, la desmaterialización del dinero, el descrédito del ahorro y el auge de endeudamiento, la externalización de la propiedad, las franquicia, la económica de los servicios y la ética del juego a fin de deslocalizar la factoría del siglo XX y pasar a la ciudad de las ideas del siglo XXI.
Los políticos son muy rápidos en hacer suyos los canales de venta y convencimiento más efectivos. No tanto por el uso tecnológico que proporciona o por la interactividad y proximidad que garantiza, sino por el posicionamiento estético y el “push” de estatus con el que barnizan sus programas electorales. Los gestores públicos saben que la blogosfera ha desbordado su control político e ideológico y se deben enfrentar a un gigantesco músculo que funciona como antídoto a la autarquía y al politiqueo de convención partidista. La escena blog, con sus miserias y sus infiltrados efímeros, destaca por ser el canal por el que los gestores públicos del futuro serán elegidos. Los políticos que ahora deciden que debemos desayunar, donde podemos fumar y donde no, fueron escogidos por televisión, a través de campañas infecciosas de descrédito del contrario y de venta de sonrisas y ventajas de uno mismo, pero tiene sentido pensar que la clase política dirigente del futuro se forjará en las redes sociales fundamentalmente. Estos líderes del futuro son los jóvenes que rondan los 30 años estos días y que, para ellos, Internet es una extremidad de su cuerpo. Dependemos de esa generación de políticos 3.0, los que de la red obtuvieron un mensaje, una idea de libertad e interacción como hasta la fecha nunca ha existido. La libertad, la justicia y la igualdad de oportunidades son conceptos que deberán ser más factibles en ese territorio universal que simboliza la blogosfera. Tengo claro para quien escribo, porque en manos de algunos de los que leéis estos caracteres de silicio está el futuro.
www.marcvidal.cat – Comentarios en la versión catalana
El valor del trabajo
Leo en “Le Monde” que el líder gaullista francés y candidato a la presidencia Nicolás Sarkozy, aseguró ayer que si gana las elecciones a la jefatura del país vecino en mayo, emprendería una “revolución económica real” a través de incentivar a los trabajadores con mayores sueldos si se trabaja más. Para él la “prioridad de prioridades” será restaurar el valor del trabajo e impulsar el lento ritmo de crecimiento económico en Francia”. Según el actual ministro de interior galo “la crisis moral” de su país “es la crisis del trabajo”.
Las elecciones presidenciales francesas van a aportar aire fresco a la política europea. Eso es un hecho. Las puertas de los edificios ideológicos más rancios ya se han abierto y circula un airecillo de renovación por todas sus estancias. Ségolène Royal está revolucionando desde la segosphere el concepto de la relación de los políticos con sus votantes y militantes. Nicolás Sarkozy está construyendo su propia red social alrededor de propuestas políticas en su blog, inteligentemente dosificadas y que después al regresar por métodos interactivos son recibidas con entusiasmo por sus analistas de campaña
Ese nuevo clima ideológico que se esta cimentando tanto en el centro-izquierda como en el centro-derecha está logrando, a base de pinceladas, desvirtuar las fronteras ideológicas de cada uno de ellos. Que para mí Royal es una esperanza más instintiva que racional, es un hecho conocido y que espero que Francia retome un nuevo curso político de la mano de esta eficaz mujer, también. Pero sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo en algún vértice de esa pretendida salida a una crisis social y económica que vive el país vecino planteada por el líder de la derecha. Las medidas fiscales que propone son interesantes. No pagar impuestos por los beneficios de las horas extras, recortar impuestos fiscales y sociales para reflotar el consumo y suprimir el impuesto de sucesiones. De hecho, algunos economistas independientes aseguran que esas horas que excederán a las 35 semanales podrán incrementar en unos 1.900 euros anuales la renta de los sueldos mínimos.
Desde el 14 de enero, Sarkozy lleva liderando la agenda política en Francia de un modo casi ensordecedor. Ségolène Royal ha desaparecido de escena. Cuando aparezca no debe caer en el error de negar a la mayor. Igual que el líder de la UMP no debió enfrentarse a ella en temas que la ciudadanía entiende que son objetivamente razonables y beneficiosos, el PSF no debiera construir muros infranqueables delante de ideas interesantes como esta.
Volver a poner el trabajo en el centro de los valores. Vale para Francia como para el conjunto de la sociedad occidental. Parecería que el concepto trabajo como valor esta en crisis porque no hacemos otra cosa que trabajar pero la verdad es que trabajamos porque no tenemos otro remedio. Existe la concepción de que eso del trabajo es un atraso de la humanidad y por eso buscamos métodos para minimizar su carga. El hombre ha progresado por ese esfuerzo en el trabajo, por esas ganas de construir, de creer. Arte, cultura y trabajo constituyen los elementos de evolución que el hombre ha precisado históricamente. En un mundo en el que lo moderno es echarse a dormir es preciso analizar a que damos valor y a que no. No estoy hablando de la cultura del esfuerzo que es otra cosa que suena más a penitencia y sumisión, a explotación y entierro, no, yo apelo al valor del trabajo como elemento de progreso, no como distorsión de la libertad individual. Esta apreciación sobre la crisis moral de Francia bautizada como la crisis del valor del trabajo es compartida por individuos de derechas y de izquierdas que entienden necesario que hay que dejar de vivir del cuento y pasar a la ejecución de proyectos personales.
Fracaso histórico
A razón del artículo de ayer, “España es budista”, recibí comentarios y algún correo electrónico muy interesantes. Entre ellos destaca uno de un viejo amigo que trabaja en un Think Tank muy conocida. Juan, que así quiere llamarse y con quien coincidí en el consejo de administración de una empresa de ámbito nacional hace años, me insta a analizar la sombra económica que se cierne sobre nosotros y me reta a que busque en el origen de todo algún otro motivo más allá del meramente financiero o de corruptelas. Lo intentaré.
Este país está huérfano de política industrial. Su falta debe achacarse a una tradición nacional que tiene sus orígenes en los Pactos de la Moncloa, donde, durante el primer gobierno de UCD se obvió intencionadamente una respuesta política en materia industrial que pudiera actualizar y modernizar el sector, y que respondían exclusivamente a una voluntad de hacer políticas encaminadas a poner freno a una inflación que desequilibraba el sistema financiero español. Años después la reconversión industrial, imprescindible para sacar de la crisis a todo el sector, no supuso más que una simple reestructuración en lugar de un cambio sustancial y un ajuste a planes industriales que pudieran dejar de ser obsoletos. No se fomentó la investigación ni la innovación suficientemente. Los planes alternativos de modernización fueron anécdotas en el territorio de los despropósitos. Los sindicatos tampoco ayudaban porque su preocupación era la de mantener, a cualquier precio, la dignidad imprescindible de los trabajadores. Entre unos y otros nuestra política industrial navegaba a la deriva y no ha dejado de hacerlo desde entonces.
Con el barniz europeo que nuestra industria obtuvo al entrar en la CEE, el modelo competitivo se benefició de nuestros bajos costos y las ventas aumentaron significativamente. Esa bonanza extraordinaria que certificaban muchas industrias españolas no tuvo ningún incentivo gubernamental para reinvertir sus beneficios en innovación, especialmente tecnológica. Durante los años de gobierno socialista la política industrial fue nula. El gobierno popular posterior no mejoró la situación. La empeoró. Primero convirtió un ministerio en un departamento que años después desapareció para transformarse en un reluciente Ministerio de Ciencia y Tecnología. Su objetivo era dirigir las políticas tecnológicas, científicas y de eficiencia en sus puntos de interrelación con el mundo industrial. A los catalanes Birulés y Piqué la aureola que les rodeaba de grandes economistas animaba a pensar que venían buenos tiempos. Fracasaron estrepitosamente. La primera se volvió a sus labores y el segundo vive el vértigo contradictorio de ser, aparentemente, catalanista y, a la vez, líder popular en Catalunya.
Los sectores industriales exigieron a Zapatero, cuando llegó al poder, la creación del Ministerio de Industria. En el programa del Psoe figuraba esa posibilidad. Se materializó de la mano del actual Presidente de la Generalitat, Jose Montilla. Este, falto de experiencia en ámbitos de la alta política y de la gestión industrial globalizada e internacional, se encontró con quistes del pasado, problemas sin resolver en materia energética, en temas de telecomunicaciones y para aspectos de la Sociedad del Conocimiento detenidos en el tiempo. No supo solucionar ninguno de ellos. No fue capaz. Su sustituto ha sido un anestesista llamado Clos y que fue alcalde de Barcelona. En el corto espacio de tiempo que lleva presidiendo dicho Ministerio aun no ha pasado nada remarcable.
Lo peor es que el sector industrial necesita un empuje firme que lo interrelaciones con el resto de sectores de vanguardia y que generalice la voluntad de superar un vacío financiero inminente a causa de la ralentización o aterrizaje forzoso del sector de la construcción y del inmobiliario. La inversión en Industria aun no es rentable y eso no permite que los directores financieros determinen que sus empresas trasvasen sus fondos a estos sectores. La dinámica de las energéticas no responde más que a intereses futuros de control y poder. Los mercados globales en los que nuestra industria debe competir precisan de políticas decididas y de orientación e impulso concreto por parte de los gestores públicos. Miedo me da.
España es budista
La línea que separa a los políticos de la legitimidad para decidir en nombre del pueblo soberano es muy delgada, tanto que, incluso en las democracias, en ocasiones se rompe o se difumina y acaba por desaparecer. Es necesario que en los Estados democráticos permanezcan engrasados los sistemas que vacunan de vicios de los que suele adolecer el poder. Cuando estos mecanotransmisores no funcionan correctamente el mal se hace crónico.
La corrupción, ahora urbanística y política, se ha instalado entre nosotros. Y lo ha hecho en gran medida por la desgana y la miopía social de nuestro tiempo. No hay día que no aparezca un nuevo caso y sin embargo lo observamos con naturalidad. Nuestra sociedad posee un extraño mecanismo por el que consigue olvidar las cosas negativas o que le sonrojan con una velocidad espantosa. Por ejemplo: ¿Siguen llegando cayucos a las costas canarias?, ¿ha muerto ahogado algún inmigrante en busca del dorado últimamente?, ¿los jóvenes que fueron abandonados a su suerte en las calles de Barcelona ya han podido regularizar su situación? Las respuestas las conocemos, pero ahora solo aparecen en las paginas interiores y en algún dominical con remordimientos. La verdad es que siguen llegando barcazas atestadas de personas sin nombre, solo que ahora tienen menos posibilidades de alcanzar la costa canaria. Aun se lanzan en un intento suicida centenares de subsaharianos esperando ser, irónicamente, como nosotros. Los abandonados en la moderna Barcelona recibieron en agosto un bocadillo y un papel donde podía leerse: “disculpe, pero usted no existe”.
Ese mecanismo humano y moderno que facilita olvidar lo que duele o sabe mal, pero sin embargo permite recordar con exactitud los nombres de la puta que dice haberse acostado con un conde cualquiera, es al que me refiero. La corrupción es uno de los elementos que nos lleva al choque de trenes, al colapso económico más que previsible y, sin embargo, muy pocos están reaccionando. Vivimos en un país budista donde los problemas se presentan relativos, como de otro estado o dimensión. En navidad a comprar, en enero a aguantar, en febrero a pagar los recibos de la visa y en marzo a preparar la salida de semana santa. Siempre igual. Nunca para. Sin embargo nuestro mundo ya no gira como antes, el sentido está cambiando y nadie habla de 2008. Las empresas y los directivos hemos establecido lo que parece una barrera que se presenta insalvable. El año 2008 y 2009 aparecen sombríos en el horizonte.
Cuando la crisis llegue, que llegará, habremos concluido que los mangantes se metieron como piojos en las costuras del sistema, medraron a costa del contribuyente y nos devolvieron un país expoliado. No será cierto. Por lo menos solo lo será en parte. Todos habremos participado del desastre mirando hacia otro lado tanto tiempo, creyéndonos ricos porque nuestros pisos valían 4 veces mas que hace unos años. Los pesimistas gozan de una buena reputación, pero también se equivocan. Espero equivocarme pero nos esperan años grises de puré de guisantes manoseado, de fango y meadas por las esquinas, de ultraderecha populista y de chivatazo, de falta de oportunidades y de aterrizaje forzoso. España, como dijo ayer el “Wall Street Journal” pronto volverá a su mediocridad estructural.