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Incapaz de reinventarse

El timo continua su curso firme y retorcido. Ahora hay quien se atreve a decir que los bonos griegos se pagarán al 12,61% en diez años. Si a mi hijo de cinco años le pregunto si eso es factible, me diría que estoy loco. No es preciso ser muy dado en economía para entender que un país “intervenido” pueda ser capaz de retornar sus letras a un coste de tarjeta de crédito. El camino es uno y el destino siempre es el mismo.

Ahora está por descubrir ¿quién compra a ese precio a sabiendas que no lo van a cobrar? y sobretodo, ¿por qué? A lo primero está claro que los que compran son los que no quieren bajo ningún concepto que se de por quebrado el modelo de moneda única en una sola velocidad. El motivo no es otro que, si eso sucede, la evidencia de que todo lo hecho para “sacarnos” de una hipotética crisis, no ha servido para nada y que todo fueron decisiones arbitrarias a modo de parche en lugar de asumir que “esa crisis” no era más que un paso necesario a un nuevo escenario, lo que hubiera precisado de estadistas y gestores más honestos y mucho más eficientes.

En esas estamos, retrasando el desenlace. Cómo el proceso será lento, no lo viviremos con grandes rupturas, sólo lo sufriremos tributariamente y a base de reducción de servicios. Poco más. El territorio que nos queda es el de menos gente trabajando y mucho, y muchos viviendo de miserables subsidios que anestesiaran las voluntades de una Europa incapaz de reinventarse. La diferencia entre un magrebí que se levanta contra un sátrapa y un parado crónico español que espera su pack de supervivencia diario, es que el segundo cree que si se queja incluso eso lo puede perder. El primero no tiene nada que conservar en la mayoría de los casos. Es tan triste como que toda una sociedad esclerotizada se siente atada de manos y pies por lo que es incapaz de sublevarse cuando la evidencia demuestra que le han robado el futuro frente a sus narices y que ahora, en la mayor de las humillaciones, les toca pagar el agujero de los que provocaron que estemos así.

Pero los males no terminan ahí. El mercado de petróleo está pagando por la compra del derecho a la adquisición, la llamada “call”, del West Texas a 200 US$ con contrato a vencimiento a junio de este año. Jamás había pasado esto, y digamos que los expertos aseguran que por encima del 180 de valor, estamos en una zona de no retorno técnico. Tenemos un problema, los europeos y especialmente los españoles. Puede que siga en esa línea o puede que una posición de cobertura del mismo valor lo frene a tiempo, pero para junio pinta negro.

Sigo en mis trece. La oportunidad está justo detrás de cualquier esquina y poco o nada tiene que ver con lo que nos dicen o explican. Si seguimos con la visión de luces cortas no avanzaremos. Este mes pasado impulsé tres proyectos de internacionalización. En concreto uno de gestión social, otro de software y un tercero de arquitectura. El camino está en buscar nuevos mercados, este se está estrechando y, ante la evidencia que unos y otros lo han desordenado todo, no quedan más que dos opciones: ajustar el modelo de negocio para ganar en la escasez o crear una estrategia expansiva. Las dos permiten sobrevivir y de las dos he podido participar, pero de momento parecen mejor opción las que ven el mercado como algo más global.

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Salir de España

Leo que “infiltrada”, una lectora especialmente lúcida, habla de “salir de España para montar negocios”. Coincido. De hecho vamos a trabajar ese aspecto en diversos posts futuros. No lo digo yo sólo, empieza a ser una constante entre emprendedores y gente que está harta de ver como sus ilusiones se van por el desagüe. Como muchos sabéis, estoy desarrollando mi actividad emprendedora fuera de España. Fue una decisión que tomé hace ya algunos años y que ahora se ha convertido en la prioridad de manera definitiva. Sigo sin ver opciones aquí, considero que al final todo será una especie de barrizal donde unos trabajaremos mucho, pagaremos muchos impuestos y por contra se nos concederán pocos servicios y mucho subsidio.
Pero hay riesgos, hay que atender muy bien el tema y asesorarse adecuadamente. Uno de mis destinos es Panamá, por un tema puramente estratégico a nível logístico pues es un hub latam para ingresar en ese continente, por ser un entorno financiero de primer orden y por su capacidad para transmitir el interés por el negocio de base tecnológica al resto de Centroamérica. Hoy hemos sabido que el gobierno panameño tiene pensado emitir deuda. Puede ser por dos razones: o bien porque se la ven venir debido a la dependencia yankee o por que van a acometer grandes proyectos no cubiertos por los presupuestos objetivos.

De hecho el gobierno de Martinelli contrató a Daiwa Securities Capital Markets Co. y Mitsubishi UFJ Securities Co. para vender bonos denominados en yenes en Japón, según una persona familiarizada con la transacción. Conozco al ministro de Economía y Finanzas de Panamá, Don Alberto Vallarino, y sé que su intención es la de dotar de mayor poder y liquidez al ejecutivo para afrontar diversos proyectos, pero sin embargo me preocupa que pudiera deberse a esa falta de dinamismo que la economía norteamericana está trasladando al país caribeño.

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Rescate tipo “Schäuble”

Ayer leía en el “Der Spiegel” la entrevista a Wolfgang Schäuble, el ministro económico alemán. Pocos medios han dado importancia a lo que el político aleman relata cuando la verdad es que propone cosas que deberían de poner a temblar a miles de inversores privados.
Schäuble propone un nuevo modelo de rescate para países de la Unión Europea que entren en crisis de liquidez. Concretamente explica que en ese rescate “habría varias fases, una de las cuales supondría que los acreedores privados deberían renunciar a parte del dinero que se les debe”. Curiosa manera de ir anunciando “la quita” que les espera a algunos propietarios de bonos.

Schäuble lo justifica diciendo que “la UE no se creó para enriquecer a inversores financieros, ya que imagina un mecanismo en dos fases. En la primera, cuando un país entre en problemas de liquidez, la UE pondrá en funcionamiento un plan de ajuste como en el caso griego. Durante esa fase, la fecha de vencimiento de los bonos de deuda estatal podría prolongarse. Si eso no ayuda, los acreedores privados, en una segunda fase, tendrían que renunciar a parte de sus derechos. A cambio, se les daría una garantía sobre el resto”. Y se queda tan ancho.

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Ordenes De Cierre

En mi columna de El Confidencial de hoy hablo de una información que me llegó por diversas vías. Tiene que ver con las órdenes en bancos europeos de liquidar al final de cualquier sesión cualquier posición en bonos españoles. A raíz de ello reflexiono alrededor del valor de una Europa quebrada entre norte y sur.

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Apuntalar La Deuda

A pesar de que hay por ahí quienes consideran que la deuda española está bien posicionada y que, sin aportar ni un solo dato, aseguran que sigue en manos de inversores internacionales, la verdad dista mucho de eso. Además, esos que aseguran que nuestros bonos soberanos son un buen producto y que no corre ningún descrédito en el exterior son los mismos que la gestionan o mercadean con ella. Los encontraréis en gestoras “líder” en la intermediación de deuda y mercado interbancario español y obviamente son parte interesada.

A pesar de que hay por ahí quienes consideran que la deuda española está bien posicionada y que, sin aportar ni un solo dato, aseguran que sigue en manos de inversores internacionales, la verdad dista mucho de eso. Además, esos que aseguran que nuestros bonos soberanos son un buen producto y que no corre ningún descrédito en el exterior son los mismos que la gestionan o mercadean con ella. Los encontraréis en gestoras “líder” en la intermediación de deuda y mercado interbancario español y obviamente son parte interesada.

He trabajado en ese escenario y recuerdo los “consejos” para informar en una línea u otra cuando se editaban informes no vinculantes. Pero la verdad es plomiza y acaba mostrando su cara más seria. Resulta que el interés que tienen los inversores nacionales por nuestra propia deuda interfiere y mucho en el valor que la misma tiene. Resulta que ese “dedicado” valor otorgado a los bonos por culpa del apetito por bono español protege nuestra deuda de un aumento de costos de financiación. Es decir, como siguen comprando los de aquí, no se encarece para los de allí. Más de la mitad del bono emitido está en casa, cerca del 59%. Más de doble que el alemán por ejemplo.

La rentabilidad de los bonos patrios a una década se mantienen por debajo de los italianos, griegos y portugueses a pesar de que el porcentaje de inversores nacionales sigue siendo el más alto. Es evidente que tanta entrada doméstica protege nuestra deuda de especuladores que pudiera desmontar el andamiaje. Parece incoherente o raro que la rentabilidad de los bonos españoles bajara (cuanto más seguro es un bono menos rentabilidad tiene) 7 puntos básicos este año, mientras que la de la deuda portuguesa equivalente subió (cuanto más riesgo más rentable) 19 puntos básicos y la de la deuda griega se disparó 85 puntos básicos. Digamos que sin llegar a ese extremo y descontando el apuntalamiento ibérico, la nuestra debería ir aumentando su rentabilidad por riesgo.

Se hace difícil de creer que nuestra deuda siga siendo atractiva cuando continúa el goteo de índices que reflejan nuestra decadente situación. A pesar de las descalificaciones surrealistas que he oído sobre el Índice de Miseria publicado por Moody’s Investors Service, ésta es una buena tabla de análisis, por lo menos sintomática. En esa tasa que conjuga el desempleo con el déficit del presupuesto España aparece como el más elevado con diferencia de la eurozona. Además los pronósticos sólo permiten ver que empeorará. España está en la Champions League del índice de miseria europeo.

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Saco sin fondo.

Los inversores ven desplomarse la rentabilidad de la deuda pública española. La remuneración de las Letras del Tesoro llegó al 1% a 12 meses cuando en septiembre pasado estaban al 4,29%. El motivo de este descenso está detrás de la caída de tipos, de las turbulencias financieras y de la menor credibilidad de la fuente estatal. Los “clientes” de este producto se alejan poco a poco. La verdad es que no es malo que así suceda si a cambio permite que el mercado general gane en atractivo y ayude a normalizar el escenario normalizado de recuperación, pero en realidad perjudica la capacidad del Estado para financiar su endeudamiento.

Los inversores ven desplomarse la rentabilidad de la deuda pública española. La remuneración de las Letras del Tesoro llegó al 1% a 12 meses cuando en septiembre pasado estaban al 4,29%. El motivo de este descenso está detrás de la caída de tipos, de las turbulencias financieras y de la menor credibilidad de la fuente estatal. Los “clientes” de este producto se alejan poco a poco. La verdad es que no es malo que así suceda si a cambio permite que el mercado general gane en atractivo y ayude a normalizar el escenario normalizado de recuperación, pero en realidad perjudica la capacidad del Estado para financiar su endeudamiento.

A medida que el atractivo de los bonos públicos desciende la credibilidad para endeudarse del Estado también lo hace. Por eso, decisiones gubernamentales como emitir 100.000 millones de deuda pública para este año, son una locura, pues no hacen más que complicar un disparado déficit público cada vez más, sobretodo atendiendo a que el techo presupuestario crecerá un 14% y la recaudación fiscal descenderá un 10%. En este sentido hay que empezar a apretar botones de emergencia pues el déficit público español se triplicó en mayo si lo comparamos con las cifras de abril.

Trichet dijo la semana pasada que Gobierno Español "no tiene más margen para endeudarse”. No obstante a “palabras necias, oídos sordos” debe pensar el gobierno. Lo peor de todo es que el gobierno de España necesita emitir esa deuda pública por importe de 100.000 millones de euros este año obligatoriamente. Si pretende afrontar el desbarajuste de gasto que se ha ido fabricando el solito no tiene otra opción. Sin embargo en esa cantidad no se incluyen los otros 90.000 millones destinados al rescate de la banca española. Si España alcanza el demencial endeudamiento récord de 190.000 millones de euros la cosa va a ponerse muy fea para agarrarse al tren de la recuperación cuando ésta se produzca en otros países occidentales.

Cada vez es más evidente que nosotros nos hemos bajado del tren, seguimos en la estación, cada vez más solos y menos preparados para comprar un nuevo billete de un convoy que no está ni anunciado en los tablones informativos. No todos los países van en ese tren que se aleja, todos no, algunos se han quedado con nosotros, pero de los que podemos considerar importantes, esos que nunca hablaron de brotes verdes, esos ya han empezado a trabajar para no hundirse en el barro durante décadas. Uno de los salvavidas es, sin duda, no hipotecar el futuro.

A este ritmo, se puede estimar que la deuda pública alcanzará el 66,2% del PIB en 2010 lo que cifra la factura de la crisis en unos 300.000 millones de euros más o menos. Muy probablemente nos estemos quedando cortos ante la acuciante necesidad de rescatar al sistema financiero español. Al tiempo. Hace unos meses nadie aceptaba la palabra “corralito”, ahora es evidente que el sistema deberá ser rescatado in extremis y se ocultará una insolvencia generalizada con dicho plan.

Si bien hasta ahora España no ha tenido problemas para colocar las fuertes emisiones de este año, no parece que sea tan simple vender los casi 50.000 millones que faltan por colocar todavía, puesto que el mercado de bonos se está deteriorando claramente ante las fuertes emisiones de todos los países occidentales y la baja rentabilidad adquirida. A ver como nos enfrentamos a este circulo vicioso.

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