La segosphere

Bella ciao!, bella ciao!, bella ciao, ciao ciao!. Así comienza la canción que fue emblema de un pueblo sublevado contra la tiranía y que es símbolo de la resistencia popular. Esta canción tradicional italiana nació en la lucha contundente del pueblo que veía como el terrible “duce” los precipitaba hacia el abismo de una ciega dictadura, ligada a otra más horrible todavía, retorcidamente imperialista, xenófoba y violenta: el nazismo de Hitler.
En los actos de precampaña de Ségolène Royal, antes de que ella aparezca, siempre suena ese himno. Pero no lo hace por ningún altavoz, nadie obliga a cantar, no es parte de la mercadotecnia, es simplemente el público que la tararea de un modo espontáneo. La legión de seguidores que bien podrían compararse al fenómeno fans de cualquier artista moderno la han convertido en objeto de culto. Creen con firmeza que ella sola podrá rescatar a Francia de la depresión y de los desequilibrios sociales que la ahogan desde que hace 12 años, Jacques Chirac, reside en el Elyseo.

Francia vive el peor momento de su historia. Las cifras de desempleo son equiparables a cualquier país del este de Europa, la actividad criminal está descontrolada y el miedo a un colapso social es cada vez más evidente. El hecho que Le Pen accediera hace cinco años a la segunda vuelta electoral, sumió a la izquierda en la vergüenza colectiva. Ese hecho también le dio la pista a Sarkozy para radicalizar su mensaje, ahora emite guiños a la extrema derecha a fin de acaparar el voto xenófobo con durísimas políticas de inmigración. Pero a la vez, el susto ayudo a gestar la idea que en el centro izquierda, en las ideas que se enmarcan en los principios socio-liberales que en España representa Zapatero, en el Reino Unido Blair y en Alemania Schröder debía de aparecer un/a candidato/a capaz de ilusionar y de dar una respuesta que estuviera lejos de los viejos espectros ideológicos encartonados que hasta la fecha inundaban la política francesa.

Apareció una mujer con menor experiencia que sus rivales pero con una enorme empatía. Miles de seguidores trabajan, desde entonces, gratis organizando actos, enviando emails, inventando actos y reclutando apoyos. La grandiosidad del fenómeno Ségolène no tiene precedentes y una de las claves fue la Segosphere. Conocida como la “Mesías electrónica” apostó desde el primer momento por los blogs y ella misma desde www.desirsdavenir.org invitó a los lectores a participar de la elaboración de un libro. Más de 34.000 posts contribuyeron en el mismo. Su hijo Thomas dirige la red de blogs que la protegen. Ségolène Royal creyó desde el primer momento en la reflexión política como motor electoral. No utilizó los blogs como un mero artilugio decorativo que viste bien y te pinta de moderno. Su ventaja se debe a sus ideas, a un innovador planteamiento para la izquierda, pero también a sus herramientas, las que ayudan y permiten que la gente razone y piense por si misma.

La clase política acomodada y establecida la detestan por que entre sus pretensiones se hayan las de entregarle a la gente una voz capaz de ensordecer a aquellos que desde el poder ya no escuchan. La temen por sus propuestas encaminadas a formular jurados populares que examinaran la gestión pública más allá de los comicios electorales. Les preocupa que llegue a confiar el proceso político a una especie de democracia participativa capaz de poner en jaque estamentos intocables hasta la fecha. Para esta mujer, llamada a revolucionar la política de principios del siglo XXI, el ciudadano es el experto, y por ello propone que se le escuche. No parece tan complicado, ¿verdad?

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