Tecnología en un móvil para que vean los invidentes

Imagina una aplicación para smartphone que permitiera ver a una persona ciega. De algún modo ya existe. Al igual que hiciera en su día el francés Louis Braille ideando el sistema de lectura y escritura que lleva su nombre, Hans Jørgen Wiberg, un discapacitado visual sueco, presentó en el evento Startup Weekend en Dinamarca hace un par de años su propio ‘sistema Braille’ aprovechando la tecnología socializada que permite el uso compartido de datos, imágenes y la conexión entre personas.
La App ‘Be My Eyes’ busca facilitar la vida a las personas con ceguera, conectándolos con asistentes videntes a través del teléfono. El ciego pone su teléfono frente a lo que necesita ‘ver’. Un espacio desconocido, una información que no puede leer, un color o una persona. Lo que sea y otra persona se lo describe al detalle.

Elegir entre un número de objetos el que desea la persona invidente o saber fechas de caducidad son aspectos de la vida tremendamente sencillos para quienes tenemos visión pero son retos diarios que podrían ser mucho más sencillos bajo este punto de conexión socializada y solidaria. A través de una llamada de vídeo directo sin coste ya que utiliza canales de datos, la aplicación concede a las personas ciegas la oportunidad de conectar con un voluntario que esté disponible y le ayude, describiendo cuanto ve por la cámara de su teléfono aquello que tiene frente a él. De esta manera, mediante el trabajo en común ambos son capaces de resolver cualquier situación.

Y es que no hay límites para la tecnología social. Ya no se trata de poner en contacto conductores privados y pasajeros, ni de conectar propietarios de viviendas con potenciales inquilinos eliminando la cadena de intermediarios ya sean taxis, hoteles o lo que sea. Hablamos de tecnología que responde a un criterio y funcionamiento similar pero cuyo fin es otro. El modo es el mismo y el efecto, en este caso, espectacular. Sin embargo hablamos de que hay espacios digitales que ahora permiten interacciones que antes eran impensables. Ya lo vimos con las academias de idiomas que poco a poco irán socializándose.

Muchas personas con una necesidad. Miles de potenciales actores dispuestos a ofrecer el servicio. Una plataforma que conecta y une ambas realidades. Desaparicion de la cadena de valor. Por otro lado, una cadena que en este caso ni existía, o sencillamente era inasumible.

Ya hace tiempo que iPhone es de uso relativamente sencillo para las personas ciegas. Tiene una característica llamada VoiceOver que permite utilizarlo gracias a una voz sintética y una ‘interface’ basada en el contacto. La experiencia de uso es realmente prodigiosa y ha acercado correos electrónicos, redes sociales, y aplicaciones diversas a a todo el mundo independientemente de su estado de visión. En este caso, esta aplicación permite que via VoiceOver se disponga todo el proceso de ‘Be My Eyes’.

Por cierto, si alguien hace un mal uso de la plataforma o de lo que se espera de la misma, la propia red los excluye. También, a partir de septiembre de este mismo año, iniciaran el modelo de negocio que, aunque todavía no se ha lanzado, girará entorno a la suscripción de quien desea ‘ver’ y el pago comisionado de una parte de aquellos que describen.

Veo cien modelos de negocio más y, tal vez, muchos vinculados a cosas que me tienen tremendamente ocupado estos meses como el M2M, la IoT, el Big Data o el ‘negocio predictivo’.

Seguro que seguiremos hablando de esta derivada tecnológica que espero, nadie, encuentre que precisa de leyes, permisos o meriendas diversas. Que de todo hay.

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