Más de 200 millones de turistas decidiendo donde ir.

En octubre de 2016 escribí sobre el turismo poniendo el foco en lo importante que es incorporar los avances tecnológicos en cualquier sector, a pesar de que el negocio marche viento en popa. Algo que, visto lo visto, vamos a percibir con su mayor virulencia. Se acerca la ansiada apertura. Algo que estimulará el turismo. Eso es bueno, sobretodo para los países que dependen especialmente de este modelo de crecimiento. El problema, si es que se puede considerar así, es que, para el mismo pastel, existen los mismos comensales que antes o incluso más. 

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La fisura en el mercado se produjo hace más de un año. Tiempo suficiente para parar máquinas y establecer una estrategia de cómo abordar el futuro. Un futuro tecnológico sin duda. Por aquel 2016 decía que, en el sector turístico ‘digitalizados lo están casi todos, transformados no. Digitalizarse es utilizar tecnología para hacer cosas similares de un modo más eficiente, obtener nuevos modelos de negocio gracias a esa tecnología es transformarse'.

A todo esto, la campaña de vacunación en los grandes mercados emisores de turistas y la mejora de la situación sanitaria ha puesto en modo optimista a todo el sector turístico español. Muchos ven que a partir de ahora el clima depresivo tras trece meses consecutivos de parálisis, acumulando millones de pérdidas en las cuentas de resultados, podría ya empezar a ser una pesadilla del pasado. Si el pasado verano España tan solo recibió 6,1 millones de viajeros, la previsión es que la cifra se triplique. Muy lejos de los 37 millones recibidos en el verano de 2019. Pero el problema no está en ‘recuperar’ los turistas, sino en cómo los pensamos recuperar y si estamos preparados para mostrarnos mucho más atractivos que nuestros competidores. Sabiendo que, la mayoría de esos competidores, ya han empezado a trabajar en esa carnicería comercial. Vamos algo más tarde que algunos de ellos. Mallorca hoy no es el destino preferido del turista alemán por primera vez en décadas. Ahora es Creta.

España no está sola en esta olimpiada turística. Los grandes destinos españoles van a tener que competir con Italia, Grecia, Chipre o Malta para atraer a turistas de la UE ansiosos por viajar. Está por ver si a esa tarta se unen Turquía, Egipto, Túnez y Marruecos. Por lo tanto, la batalla para atraer turismo europeo, cerca de 200 millones de turistas apuntando a la baja, van a decidir en los próximos dos meses dónde piensan gastarse la ingente cantidad de dinero ahorrado disponible. 

El sector que aportaba el 15% del PIB y empleaba a cerca de 3 millones de personas va a tener una inversión en su modernización por debajo del 6%.

Pero para lograrlo es preciso innovar, ser disruptivo y abrazar la tecnología existente sin recelo. El famoso discurso del jefe de Nokia que terminó entre lágrimas dejaba claro que el mundo cambia extremadamente rápido y que, ni haciendo las cosas ‘bien’, tienes la garantía de que tus competidores no lo estén haciendo mejor. Fueron derrotados. La historia demuestra que la ventaja que tienes hoy, o ayer, puede ser remplazada por tendencias emergentes, sistemas o herramientas cualquier competidor adquiera. De momento sólo sabemos que de los ansiados ‘planes de recuperación’ y de los 30 epígrafes generales que se han enviado a Bruselas, únicamente 3400 millones de euros se destinarán a la modernización del turismo. Sólo 3.400 de 70.000. Ojo a esto. El sector que aportaba el 15% del PIB y empleaba a cerca de 3 millones de personas va a tener una inversión en su modernización por debajo del 6%. Genial.

La innovación será la única salida. Cuando el mundo cambia, el que decide cambiar no siempre gana, pero el que no lo hace siempre pierde y en el turismo eso va a ser clave. El turismo del futuro a medio plazo va a ser muy distinto donde las tecnologías relacionadas con el ‘contactless’ se van a quedar. La inversión en tecnología será fundamental y no debe considerarse un gasto sino una inversión. La industria del viaje ha tenido una gran capacidad de transformarse gracias a la tecnología, pero esa transformación se ha convertido en una necesidad en tiempos en los que el cliente cuenta con mucha información y demanda ser usuario por delante de consumidor.

El viajero inmediato exigirá esa tecnología pues querrá que nos anticipemos como industria en los problemas que pueda tener. Los viajeros comprarán si saben que si hay un problema se podrá solucionar con un simple click. Los expertos coinciden en destacar la proximidad o las reservas de última hora como algunos de los factores que cobrarán especial relevancia para los viajeros. Ahí la tecnología toma un sentido extremo.

Qué estamos haciendo para recuperar uno de los motores de nuestra economía? ¿Qué estamos haciendo para que ese motor sea moderno, tecnológico y más complejo? ¿Qué estamos haciendo para que nuestros clientes futuros sientan que sus vacaciones sean la mejor experiencia de su vida y no un espacio temporal fácilmente sustituible por otro en cualquier otro destino? Esto no va de playa y sol, va de que el sol y la playa aporte una experiencia fundamental. Recordemos que hemos pasado de ‘la experiencia de cliente’ por un ‘cliente con experiencia’.

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