Marc Vidal Marc Vidal

Hablando de Economía Circular y del paso de producto a servicio en TVE.

El pasado jueves en ‘Economía de Futuro’ dentro del programa Tips de TVE conversamos del concepto ‘Economía Circular’. Existen muchos modos de afrontar el futuro inmediato, tecnológico, automatizado y robótico pero está claro que no se puede desligar esta Revolución Industrial 4.0 del hecho de que cada vez los recursos a los que atacamos se van a ir agotando y que el crecimiento económico y social debe tomar en consideración que éstos son finitos.

El pasado jueves en ‘Economía de Futuro’ dentro del programa Tips de TVE conversamos del concepto ‘Economía Circular’. Existen muchos modos de afrontar el futuro inmediato, tecnológico, automatizado y robótico pero está claro que no se puede desligar esta Revolución Industrial 4.0 del hecho de que cada vez los recursos a los que atacamos se van a ir agotando y que el crecimiento económico y social debe tomar en consideración que éstos son finitos.

Si toda la tecnología existente sigue basándose en el modelo económico lineal de ‘tomar, hacer y desechar’ en breve llegaremos al límite de la capacidad física de nuestro planeta. La economía circular es una alternativa viable explotan algunas empresas. Dos de esas empresas españolas fueron las que aparecieron en el programa. Se trató de dos vinculadas a la automoción: Avantcar y Drivy.

Ambas funcionan bajo un precepto que va calando en la generación Millennial: el paso de producto a servicio, el cambio de propiedad por uso compartido. Los Millennial no ven tan claro, como si hacen otras generaciones anteriores, que ventajas tiene el poseer algo en lugar de usarlo cuando se precisa. Le otorgan mucho más valor a la experiencia y al uso que a su propiedad. El futuro avanza hacia un universo de servicio y de arrinconamiento de la propiedad.

La economía circular, en algunos casos en relación con la economía colaborativa, y los entornos de relación empresarial que ahora sólo gestionan servicios en lugar de productos, de experiencias en lugar de propiedades, no harán más que cambiar. 

Cambiarán en el diseño sin residuos, en el aumento de la resiliencia permitiendo los ‘upgrades’ de productos a fin de no desecharlos continuamente, trabajando en el uso de energías renovables, pensando en ‘sistemas’ en lugar de elementos para averiguar como influyen las partes de un todo y mejorar las relaciones entre ellos y, cómo definen en la Fundación Ellen MacArthur, pensar en ‘cascadas’ que significa extraer el valor adicional de cualquier producto o material en su propia destrucción. El ejemplo sería la descomposición por fases de algunos materiales naturales.

Sin duda un tema apasionante que ya no es una opción sino una obligatoria estrategia industrial y política. El tiempo corre en nuestra contra y en la de nuestros hijos y diseñar un futuro mejor, vinculado a la tecnología, exige que atendamos el significado de un ‘mundo automático’ desde una óptica sostenible.

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La economía colaborativa, el retroceso de la propiedad y la emergencia del servicio.

Según la OBS Business School la economía colaborativa alcanzará una cifra de facturación cercana a los 300.000 millones de euros en apenas unos ocho años. El informe del que se desprenden estas predicciones no hace más que ahondar en el hecho que la economía, como la entendemos, se ha quebrado irremediablemente y que urge, por el bien de todos, ir estructurando un sistema regulado que permita adaptar la sociedad y los modelos productivos adecuadamente. Sino lo hacemos se corre el riesgo de que el parto de un modelo de crecimiento económico irremediable sea muy doloroso.

Según la OBS Business School la economía colaborativa alcanzará una cifra de facturación cercana a los 300.000 millones de euros en apenas unos ocho años. El informe del que se desprenden estas predicciones no hace más que ahondar en el hecho que la economía, como la entendemos, se ha quebrado irremediablemente y que urge, por el bien de todos, ir estructurando un sistema regulado que permita adaptar la sociedad y los modelos productivos adecuadamente. Sino lo hacemos se corre el riesgo de que el parto de un modelo de crecimiento económico irremediable sea muy doloroso.

Por ejemplo, la empresa Airbnb ya está presente en más de 35.000 ciudades de 190 países. Ha alojado a más de 60 millones de huéspedes y se calcula que en apenas tres años alcance una facturación cercana a los 10.000 millones de euros. Esta cifra la convertirá en la compañía líder del mundo en el sector hotelero. La economía colaborativa no hace más que crecer. Cada día aparece un nuevo y disruptivo modelo productivo que genera una fractura en el sistema que lideraba algún tipo de transacción.

De hecho en todo ello tiene mucho que ver la mutación de toda la cadena de valor que está transformando el ‘producto a servicio’. El escenario ha cambiado definitivamente. La compañía de taxis mas grande del mundo no tiene taxis: Uber. La compañía más grande de alojamientos no tiene ni un solo hotel: Airbnb. La empresa más grande de telefonía no tiene infraestructura propia: Skype. La mayor empresa de retail del mundo no tiene inventario: Alibaba. La mayor empresa que posee más contenidos del mundo no crea contenidos: Facebook. El banco que más crece no tiene dinero: SocietyOne. La empresa de cines mas grande del mundo no tiene ni una sala: Netflix. En la mayoría de los casos, el concepto colaborativo está por medio.

Ese cambio de liderazgo se sustenta en una estrategia a medio plazo que va más allá de un simple barniz. Es una mutación profunda. No se trata tanto de plataformas dónde las personas intercambian productos sino de un lugar dónde se vinculan servicios. De tener un coche en propiedad pasamos a disponer de uno cuando se necesita. El futuro avanza hacia un universo del servicio y del arrinconamiento de la propiedad. Los Millennial no conciben, como otras generaciones anteriores, que ventajas tiene el poseer algo. Le otorgan mucho más valor a la experiencia y al uso que a su propiedad.

Derivando esto podemos ver que el futuro de una relación empresarial concreta, en apenas una década, más o menos será así: 'Uber y Google llegarán a un acuerdo por el cual el primero proporcionará los datos necesarios para que Google interprete en su todopoderoso GoogleMaps donde es preciso y donde no tener más coches automáticos listos para un servicio. Es decir, Uber tendrá la capacidad para interpretar las zonas de mayor demanda de transporte humano o de objetos y a que horas del día. Así mismo, Google, proporcionará un vehículo automático sin chófer tremendamente próximo al demandante vía App. Tarifa precalculada, algoritmos decidiendo la vía más rápida y eficiente y seguimiento visual de la propia entrega desde tu sofá. El resultado será el transporte instantáneo visto a tiempo real y tremendamente económico al no precisar conductor. El servicio logístico perfecto'.

En esto que acabo de describir nos hemos ventilado un buen número de puestos de trabajo y varias leyes restrictivas actuales. Pero bueno, ya sabemos que en eso del progreso la humanidad ha visto muros más altos y los saltó. Coches automáticos en pruebas vinculantes ya circulan por Londres y algo que ahora nos recuerda a la ciencia ficción en diez años será tan normal como ver a la gente haciendo skype por la calle. Algo impensable hace catorce años básicamente porque no existía. Lo impensable deja de serlo cuando la innovación es aceptada por el mercado.

La economía colaborativa y los entornos de relación empresarial que ahora sólo gestionan servicios en lugar de productos, de experiencias en lugar de propiedades, no harán más que cambiar. Es urgente adaptar y crear leyes que nos permitan liderar ese escenario inminente. Europa está en ello, ¿dónde estamos nosotros?

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