¿Podrías distinguir quién es un robot en esta conversación de Google Duplex?

Si te pregunto si eres capaz de identificar la voz de un robot y diferenciarla de la de una persona casi con toda seguridad me dirás que sí. De hecho, incluso asumiendo que el sintetizador de voz sea muy real, el modo de componer las frases, su tono melódico y los inexistentes tropiezos al hablar, te darán las pistas para que diferencies lo sintético de lo real. Además, lo normal es que el desarrollo de inteligencia artificial que está detrás de una conversación híbrida tenga una dirección muy concreta. Tu llamas y un robot te atiende. Un humano solicita una información o un servicio y un sistema experto artificial te responde y conduce la conversación en base a su aprendizaje previo.

Si te pregunto si eres capaz de identificar la voz de un robot y diferenciarla de la de una persona casi con toda seguridad me dirás que sí. De hecho, incluso asumiendo que el sintetizador de voz sea muy real, el modo de componer las frases, su tono melódico y los inexistentes tropiezos al hablar, te darán las pistas para que diferencies lo sintético de lo real. Además, lo normal es que el desarrollo de inteligencia artificial que está detrás de una conversación híbrida tenga una dirección muy concreta. Tu llamas y un robot te atiende. Un humano solicita una información o un servicio y un sistema experto artificial te responde y conduce la conversación en base a su aprendizaje previo.

Pero ayer hubo un cambio sustancial a nivel público por lo menos. Durante la conferencia internacional Google I/O, el evento anual para desarrolladores del gigante de Mountain View, se presentó el estado actual de Google Duplex, una nueva tecnología que permite a un asistente virtual impulsado por inteligencia artificial mantener una conversación natural como si fuera un ser humano imitando los tics y modales típicos de una persona. Un lenguaje lleno de dudas, paradas con sonidos pensativos y repeticiones de palabras. Modifica el tono y la intensidad de sus palabras en base a como evoluciona la conversación. Realmente revelador el 'mmmhhh...' que emite cuando 'duda' o 'piensa'.

La evidencia de que un desarrollo de este tipo de ‘chatbot’ es realmente impresionante se da en el hecho de que las conversaciones mostradas durante este evento se efectuaron en el sentido inverso al habitual. Es el chatbot el que llama a una persona. En concreto a dos. En primer lugar llamó a una peluquería para reservar cita y en el segundo a un restaurante para solicitar mesa. En ambas ocasiones los humanos que participaban en este experimento no sabían que quién llamaba era un robot. Aunque no domines el inglés, no te lo pierdas. 

Estarás pensando cuando te va a afectar todo esto. Te debes estar haciendo preguntas como ¿debo preparar mi empresa para conversar con robots? ¿Es mejor que lo haga yo o un software? ¿Estoy preparado para negociar con un dispositivo que ejecuta las órdenes de quién será mi cliente? ¿Es una especie de secretario doméstico o por el contrario es mucho más que un simple asistente? ¿Aprende en cada conversación? Y yo, ¿aprenderé de cada interacción? ¿Cómo los identifico? ¿Importa que los identifique? Estas son algunas de las preguntas que lógicamente nos vamos a ir haciendo y muchos ya se hacen desde hace un tiempo. Muchos clientes inician procesos de incorporación de inteligencia artificial en su punto de contacto con el cliente y, posiblemente, se va a tener que redefinir todo eso en breve.

Lo grave, por llamarlo de algún modo, es que Google explica al mostrarnos Duplex, un entorno inteligente desde un punto de vista inverso al que hasta ahora estábamos acostumbrados. Eso convierte el acceso a la inteligencia artificial como algo universal, absoluto, cotidiano y transversal. Duplex estará en todas partes y se convertirá en nuestro compañero. Otra cosa será, sin duda, que tipología de datos se generarán, quién los usará y cómo, que escenario legal se crea y, lo más importante, podremos renunciar a su utilización o estaremos ‘cautivos’ de ese modelo debido a su implementación por parte de esta u otras empresas.

Hace ya un tiempo conocí a Nick Thompson, editor jefe de la revista Wired, en un evento. En una conversación con más asistentes nos comentó algo que cambió mi percepción del mundo de los robots. Según él, los robots tardarán poco en entrar en casa. De hecho ya lo han hecho. Desde escobas automáticas a cafeteras conectadas. Los asistentes virtuales domésticos, decía, son apoyos digitales a algunas tareas puramente domóticas. Según Thompson el hecho de que todo esté todavía ‘en nuestras manos’ reduce el efecto de la inteligencia artificial.  Él considera que en menos de una década, a mediados de la próxima, un ejército de robots no humanoides entrarán en nuestras casas a precios asumibles como ahora lo son muchos de nuestros electrodomésticos.

El motivo, el salto, radicará en que todos ellos tendrán un sistema de aprendizaje profundo que les dará total autonomía. Será entonces cuando Duplex tomará sentido. Su fusión entre asistente y extensión personal totalmente autónoma lo convertirá en una especie de CEO de nuestra casa, un director de robots que negociarán sus funciones con nuestro asistente virtual de turno. Me lo imagino similar, mucho dispositivo útil actuando en entornos domésticos. De ahí a conversar con ellos como algo gratificante, establecer relaciones operativas y depender en gran medida de sus ‘actualizaciones’ va muy poco. La urgencia por revisar todo esto desde un punto de vista económico, sociológico y ético es evidente. La necesidad de hacerlo, si me apuras incluso, desde uno político también.

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La Inteligencia Artificial y el control de los trabajadores sigue sin legislación.

Hay países, con sus gobiernos, sindicatos y patronales, están debatiendo y analizando la repercusión inevitable que va a tener en nuestra vida la Inteligencia Artificial y sus derivados. En Francia, hace pocos días, se debatía al más alto nivel hacia donde vamos, como se debe regular y que repercusiones va a tener todo ello en nuestro mundo inmediato. No me imagino a ningún político español en una entrevista para Wired. En Suecia se considera que un Ministerio del Futuro no es una frivolidad sino una necesidad estratégica. En el golfo Pérsico, tras asumir que el petróleo dejará de ser la gallina de los huevos de oro, han decidido liderar la aplicación de tecnologías inteligentes y su debate ético y sociológico. Otros, como España por ejemplo, no tiene debate abierto, ni intención de abrirlo. Aquí hay temas más importantes que mantienen la mente ocupada. Llegará el día que se todo esto se nos llevará por delante y no habremos preparado nada al respecto. La automatización, la robotización, la inteligencia artificial y todas las innovaciones derivadas de la Cuarta Revolución Industrial no se van a esperar a que sus señorías resuelvan sus meriendas. A veces echo de menos, y me sorprende especialmente, que la prensa tradicional no insista en esto.

Hay países, con sus gobiernos, sindicatos y patronales, están debatiendo y analizando la repercusión inevitable que va a tener en nuestra vida la Inteligencia Artificial y sus derivados. En Francia, hace pocos días, se debatía al más alto nivel hacia donde vamos, como se debe regular y que repercusiones va a tener todo ello en nuestro mundo inmediato. No me imagino a ningún político español en una entrevista para Wired. En Suecia se considera que un Ministerio del Futuro no es una frivolidad sino una necesidad estratégica. En el golfo Pérsico, tras asumir que el petróleo dejará de ser la gallina de los huevos de oro, han decidido liderar la aplicación de tecnologías inteligentes y su debate ético y sociológico. Otros, como España por ejemplo, no tiene debate abierto, ni intención de abrirlo. Aquí hay temas más importantes que mantienen la mente ocupada. Llegará el día que se todo esto se nos llevará por delante y no habremos preparado nada al respecto. La automatización, la robotización, la inteligencia artificial y todas las innovaciones derivadas de la Cuarta Revolución Industrial no se van a esperar a que sus señorías resuelvan sus meriendas. A veces echo de menos, y me sorprende especialmente, que la prensa tradicional no insista en esto.

Veamos como afecta en el empleo y en el modo en el que las empresas utilizan el uso de la Inteligencia Artificial en estos momentos. Lo contaba The Economist. Nadie está regulando al respecto de un modo coherente y adecuado. Empresas de todo tipo ya aprovechan la Inteligencia Artificial para pronosticar su demanda, contratar trabajadores y tratar con sus clientes. En 2017, las empresas gastaron alrededor de 18.000 millones de euros en fusiones y adquisiciones relacionadas con la Inteligencia Artificial, unas 26 veces más que en 2015. Existen informes que aseguran que en la próxima década el beneficio que puede repercutir en el mundo empresarial a partir de la utilización de la IA en marketing, logística y ventas superará los 2,5 trillones de dólares. De hecho, el máximo responsable de Google ha asegurado que la Inteligencia Artificial será más determinante para la humanidad que el fuego o la propia electricidad.

En frente de este mensaje tan positivo aparecen voces que aseguran lo contrario. Hay quien teme que la IA destruya empleo de manera indiscriminada y que las barreras de acceso a esta tecnología creará un espacio de empresas dominantes y de compañías dominadas. No obstante, pocos delimitan con claridad que supondrá la implementación general de tecnologías inteligentes capaces de ‘razonar’ en base a criterios empresariales. Los ejemplos que tenemos en la mayoría de los casos derivan del ‘machine learning’, de sistemas expertos, de desarrollos cognitivos dependientes de Watson u otros, pero pocos, repito, son capaces de mostrarnos que la Inteligencia Artificial es algo más que un módulo más eficiente, sofisticado e incomprensible para un humano de lo que hemos llamado durante mucho tiempo sencillamente ‘business inteligence’.

Pero es evidente que la IA va a transformar el puesto laboral. Ya lo hace. Hoy en día muchos directivos pueden obtener un control extraordinario sobre sus empleados que rozan los límites éticos asumidos durante décadas. Por ejemplo, Amazon ha patentado una pulsera que rastrea los movimientos de las manos de los trabajadores de almacén y usa vibraciones para estimularlos a ser más eficientes. Workday, una firma de software, analiza alrededor de 60 factores para predecir qué empleados se irán de la empresa y cuales no. Humanyze, una startup que vende credenciales de identificación inteligentes, permite rastrear a los trabajadores en la oficina y revelar qué tan bien interactúan con sus colegas. Y es que, de momento, la IA tiene un uso que ha dinamizado el control laboral. Algo que no es nuevo pero ahora es realmente preocupante. En un mundo que se dirige a un modelo ‘freelance’ donde la productividad queda asociada al cumplimiento de tramos de proyecto, parece poco adecuado un control tan férreo de la jornada laboral. No obstante, desde el punto de vista de la eficiencia, no se puede negar que la IA es tremendamente exacta en el momento que se le requiere para mejorar la gestión y los procesos.

De hecho es difícil negarse a los beneficios empresariales de la Inteligencia Artificial aplicada a los procesos de empresa y, especialmente, en la gestión de los recursos humanos. Sin duda mejora la productividad en casi todos los casos. Como decía, la empresa Humanyze combina los datos que generan los empleados de cualquier departamento con los calendarios y correos electrónicos de éstos para determinar, por ejemplo, si el diseño de una oficina o un almacén favorece el trabajo en equipo o no. Otro ejemplo es Slack, una aplicación de mensajería en el lugar de trabajo, que ayuda a los directivos a evaluar la rapidez con que los empleados realizan sus tareas. Las empresas ven cuándo los trabajadores no sólo se despistan, procastinan o, sencillamente, hacen algo inadecuado, sino que combinada con Cogito, otro desarrollo con una génesis de IA, puede escuchar las llamadas del servicio de cliente y asigna una valoración de empatía basada en cómo han interactuando con el consumidor y la capacidad de respuesta. Un algoritmo juzgando nuestras competencias humanas. Temazo para debatir. El mismo debate que surge cuando hablamos de que los jueces olímpicos en Tokio 2020 serán sistemas inteligentes combinados con comisarios humanos.  

Sigamos viendo lo que la IA está ya haciendo en algunas empresas y que, sin un coste demasiado elevado, ya puede hacer por la tuya. Las máquinas pueden ayudar a garantizar que los aumentos salariales y las promociones vayan a quienes realmente las merecen. Las personas a menudo no son fácilmente medibles en sus competencias por culpa de las valoraciones no reflexivas o las que sufren influencias puramente humanas, pero los algoritmos, si se diseñan correctamente, pueden ser más imparciales. El software puede marcar patrones que un humano no aplicará nunca del mismo modo. Por ejemplo, Textio, una startup que usa IA para mejorar las descripciones de trabajo, descubrió que las mujeres son más propensas a responder a un trabajo que menciona ‘desarrollar’ un equipo en lugar de ‘administrarlo’. Los algoritmos recogen las diferencias salariales entre géneros y razas, así como el acoso sexual y el racismo que los humanos ignoran consciente o inconscientemente en la selección de personal o en el ejercicio de sus funciones directivas.

Es cierto que da reparo. Hemos visto demasiadas películas donde robots inteligentes eran malos y nos daban la vuelta. Se daban cuenta que los esclavizábamos y se revelaban. Nunca pasará. Los robots del futuro inmediato, esos a los que vamos a irnos acostumbrando la próxima década, se parecerán más a un cajero automático que a Sophie. La Inteligencia Artificial no es algo negativo de por sí. En todo caso el uso que le demos lo puede llegar a representar, pero el control de su utilización también estará basado en el sistema operativo cada vez más global en términos de ética digital. Y es que no hay beneficios sin inconvenientes. Los algoritmos podrían no estar libres de prejuicios. Sus programadores los tienen y pueden derivarlos en sus creaciones. El personal de mayor edad podría trabajar más despacio que los más jóvenes y podría correr el riesgo de perder su empleo si lo único que busca la IA es la productividad en lugar de aplicar factores no tan evidentes.

Lo humano será siempre el valor añadido, pero no será fácil confrontarlo a la eficiencia. El futuro inmediato es el campo de batalla. Todo aquello que un software no sea capaz de hacer tendrá un valor incalculable. Seguramente, el factor humano, tendrá que ser ese elemento diferencial. Los humanos nunca resolveremos un cubic rubik tan rápido como un robot, pero sin embargo, localizaremos como exponer el resultado desde un punto de vista emotivo, creativo y atractivo. Esa combinación no está claro que se esté entendiendo.

A mi, realmente, lo que me preocupa es el riesgo de la vigilancia orwelliana. Algo delicado atendiendo incluso a la comparecencia del creador de Facebook ayer ante los congresistas de Estados Unidos. Veriato, una firma de software, rastrea y registra cada golpe de teclado que los empleados hacen en sus computadoras para medir qué tan comprometidos están con su compañía. Las empresas pueden utilizar la IA para examinar no solo las comunicaciones profesionales de los empleados, sino también sus perfiles de redes sociales. Es como curioso que una de las herramientas de trabajo colaborativo de mayor crecimiento en el mundo, Slack, tenga un nombre que surge del acrónimo de ‘searchable log of all conversation and knowledge’, algo así comno ‘registro de búsqueda de todas las conversaciones y del conocimiento".

A medida que diversos gobiernos analizan como regular la utilización de la IA estaría bien que tres elementos se tuvieran claro. Primero, los datos deben ser anonimizados cuando sea posible. Microsoft, por ejemplo, tiene un producto que muestra a los individuos cómo administran su tiempo en la oficina, pero brinda información a los gerentes solo en forma agregada. En segundo lugar, el uso de IA debe ser transparente. A los empleados se les debe decir qué tecnologías se usa en sus lugares de trabajo y qué datos se están recopilando. Como cuestión de rutina, los algoritmos utilizados por las empresas para contratar, despedir y promover deben ser evaluados por si tuvieran sesgos y consecuencias involuntarias. Por último, los países deben permitir que las personas soliciten sus propios datos, ya sean ex trabajadores que deseen impugnar un despido o personas que buscan trabajo con la esperanza de demostrar su capacidad a posibles empleadores. Estaría bien, como decía al principio, se empiece a regular, legislar o, cómo mínimo, hablar en sede parlamentaria de estos temas. Probablemente esto no sucede porque nadie sabría que decir.

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Predicciones para 2025 que afectarán nuestra economía y nuestra vida.

De niño me gastaba la paga semanal en una colección de libros de ciencia ficción que el quiosquero del barrio me entregaba orgulloso cada sábado por la mañana. Era mi momento. Conectaba con el futuro a la vez que descubría que lo que imaginamos y lo que sucede suele ser muy distinto. Lo más relevante es siempre la misma variable: la tecnología que cambiará todo no existe cuando imaginamos ese futuro. Hoy en día se lanzan predicciones, algunas desde universidades y organizaciones de gran prestigio, acerca de cómo será el mundo allá por el 2070. Vengan de donde vengan, nadie sabe, no se puede saber, como será el mundo por entonces.

De niño me gastaba la paga semanal en una colección de libros de ciencia ficción que el quiosquero del barrio me entregaba orgulloso cada sábado por la mañana. Era mi momento. Conectaba con el futuro a la vez que descubría que lo que imaginamos y lo que sucede suele ser muy distinto. Lo más relevante es siempre la misma variable: la tecnología que cambiará todo no existe cuando imaginamos ese futuro. Hoy en día se lanzan predicciones, algunas desde universidades y organizaciones de gran prestigio, acerca de cómo será el mundo allá por el 2070. Vengan de donde vengan, nadie sabe, no se puede saber, como será el mundo por entonces.

Si tienes mi edad, si naciste en los años setenta, y no te ocurre nada fuera de lo común, conocerás el mundo del año 2060. La media de edad de la que ya te beneficias rondará los 90 años. Si las cosas evolucionan como está previsto, tal vez, esa edad será superada con cierta entidad cuando tú, y yo espero, la alcancemos. Se considera que nuestra media de edad nos propulsará a poder ser testigos de los sucesos en el año 2080 o 2090. Imagina como será todo. No puedes. Lo más apasionante es pensar que mi hijo, de 12 años, llegará a ver un mundo inimaginable ahora mismo en el año 2150. ¿Qué tecnologías actuales habrán evolucionado exponencialmente? ¿Qué tecnología, que ni tan siquiera hemos pensado, dominarán nuestra vida cotidiana?

En el año que nació mi abuela, 1919, era difícil imaginar la televisión, complicado la telefonía móvil e imposible pensar en algo parecido a Internet o disponer del mundo entero en un solo objeto de bolsillo. Y lo vio. Lo usó. Cuando leía en aquellos primeros años como lector de ciencia ficción los mundos que imaginaban Arthur C. Clarke, Asimov, Wells, Bradbury o Huxley, a pesar de que aparecían detalles identificables hoy en día, el modo y la forma en que eran representados nada tienen que ver con un mundo real completamente distinto. Escribieron sobre el espacio, la inteligencia artificial, los robots o la comunicación instantánea, pero ninguno imaginó Apple, Google, Amazon o el bitcoin. Nadie reflejó tal y como es en tamaño e importancia la tecnología que nos gobierna.

Por ese motivo, y por otros más pragmáticos, me gusta hablar de futuro en una dimensión temporal lógica. Abarcable, potencialmente asumible. La Singularity University suele hacer predicciones a medio siglo vista. Es muy efectista y permite a sus embajadores dar conferencias tipo ‘wao’ por todo el mundo. Sin embargo, probablemente, la mayoría de lo que explican no será como advierten. Ahora bien, al estar compuesta por los investigadores brillantes, sus predicciones más inmediatas si tienen muchísimas posibilidades de ser ciertas.

Recientemente, uno de sus fundadores, Peter Diamandis, ha compilado en un listado, las 8 que considera que van a cumplirse de un modo exacto en apenas una década. Son las siguientes:

1. Un cerebro humano en nuestro bolsillo por menos de 1000 euros. En 2025 Diamandis asegura que una computadora portátil calculará 10.000 trillones de ciclos por segundo.

2. En ese mismo 2025, la Internet del Todo superará los 100 mil millones de dispositivos conectados, cada uno con una docena o más de sensores que recopilen datos. Le llaman la economía del trillón de sensores. La revolución de los datos que viene no es imaginable y el valor económico rondará los 20 trillones de dólares.

3. No es difícil pensar que nos dirigimos hacia un mundo donde el conocimiento alcance la perfección. Un billón de sensores tomando datos a todas horas y en todas partes (coches, drones, satélites, dispositivos de todo tipo, cámaras) podremos saber todo lo que queramos instantáneamente y procesado previamente. La respuesta perfecta a cualquier duda cada vez está más cerca.

4. Por esa fecha, cerca de 8.000 millones de personas estarán conectadas. Proyectos como Facebook (Internet.org), SpaceX, Google (Project Loon), Qualcomm y Virgin (OneWeb) calculan que a mediados de la próxima década podrán proporcionar conectividad global a todos los seres humanos en la Tierra a velocidades que superarán una mega por segundo. Vamos a pasar de tres mil millones a ocho mil millones los seres conectados. Eso va a cambiarlo todo. Económicamente y socialmente. Esa población conectada superior al doble de la que actualmente lo está no lo hará a partir de algún tipo de cachivache básico como fueran los módem a 9600 con los que empezó todo este lío digital. No, hablamos de personas conectadas y usando la nube, la inteligencia artificial, el crowdfunding, el bitcoin, las redes o plataformas de economía circular.

5. Las instituciones de salud existentes van a ser sustituidas y muy rápido a partir de la irrupción de nuevos modelos de negocio que sean más eficientes que los convencionales. La detección biométrica (wearables) y la AI nos velarán por nuestra propia salud. La secuenciación genómica a gran escala y el aprendizaje automático nos permitirán comprender la causa raíz del cáncer, las enfermedades cardíacas y las enfermedades neurodegenerativas, y qué hacer al respecto. Tal vez, a finales de la próxima década, no mucho más, los cirujanos robots operarán a un coste muy reducido.  

6. Cuando se invierten miles de millones se espera algo a cambio. Cuando, en un mismo sentido, lo hacen un buen número de empresas es más que probable que algo suceda. Facebook (Oculus), Google (Magic Leap), Microsoft (Hololens), Sony, Qualcomm, HTC y otros están creando una nueva generación de pantallas e interfaces de usuario que suponen la entrada de lleno a un mundo desconocido, y virtual.

La pantalla tal y como la conocemos, en tu teléfono, en tu computadora o en tu televisor, desaparecerá progresivamente y será reemplazada por gafas. Pero según la Singularity, en menos de 10 años esa sustitución no será por unas gafas geek tipo Google Glass, sino el equivalente a lo que conocemos por unas gafas graduadas o de sol tradicional. El resultado será una disrupción masiva en una serie de industrias que van desde el retail, lo inmobiliario, la educación, los viajes, el entretenimiento y las formas más básicas y fundamentales con las que operamos como seres humanos.

7. La investigación en inteligencia artificial avanzará más que nada en esta década que viene. Si crees que Siri es útil ahora, la generación de Siri de la próxima década se parecerá mucho más a un asistente de cualquier película de ciencia ficción que conversa, aconseja y propone con sus ‘dueños’. Empresas como IBM Watson, DeepMind y Vicarious continúan trabajando, ya con cierto éxito, en ofrecer en pocos años una nueva ‘Siri’ pero con capacidades ampliadas para comprender y responder inteligentemente y a un coste residual. Es muy probable, al igual que ahora damos acceso a Google a que sepa que hacemos en la red, que le demos acceso a un software inteligente a todas nuestras conversaciones, correos, datos biométricos, agenda o lo que sea a cambio de una comodidad a la que poco a poco iremos acostumbrándonos y a la que no estaremos dispuestos a renunciar.

8. A menos que vivas en una cueva y no hayas salido de ella en los últimos cuatro años, habrás oído hablar del blockchain, del bitcoin o de ethereum. Las criptomonedas descentralizadas que se considera van a cambiar el mundo económico. El problema, o virtud, es que el tema vinculado a la divisa es lo de menos. La verdadera innovación es el blockchain en si mismo. Un protocolo que permite transferencias digitales de valor seguras y directas (sin intermediarios) y activos (no solo dinero sino también contratos, acciones o identidades). En menos de diez años, el concepto blockchain va a conmocionar el mundo como lo hizo Internet hace apenas un par de décadas.

Tal vez no pasé todo esto en 10 años, podría ser en 15, pero también en 5. No obstante, en estos 8 puntos no hay que preguntarse si pasará o no, la pregunta es ¿mañana o pasado? Curiosamente no habla de coches autónomos.

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Inversion Marc Vidal Inversion Marc Vidal

¿Que es una aceleradora de startups?

Tras el tercer episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el segundo paso de financiación en la mayoría de startups, el denominado capital semilla o 'seed capital', en este cuarto capítulo seguimos avanzando en los modos de obtener financiación, y a la vez mejorar los productos o servicios, que tienen las startups tecnológicas. Hoy hablamos de aceleradoras.

Tras el tercer episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el segundo paso de financiación en la mayoría de startups, el denominado capital semilla o 'seed capital', en este cuarto episodio seguimos avanzando en los modos de obtener financiación, y a la vez mejorar sus productos o servicios, que tienen las startups tecnológicas. Hoy hablamos de aceleradoras.

Para tratar este tema en el programa entrevistamos a Elisabeth Martínez, la directora de la aceleradora Conector. Fue un placer para mi hacerlo pues como sabéis soy socio fundador de la misma y es evidente que se ha convertido en una de las principales en el país. Por otro lado, y para explicar lo que pasa cuando una startup recorre el espacio de desarrollo en una aceleradora de startups, tuve el gusto de entrevistar al CEO de una de las empresas más destacadas de nuestros programas de aceleración. Se trata de Oscar Pierre de Glovo, una de las empresas seleccionadas por Wired como startup a tener en cuenta este año.

Recuerda que 'Economía de Futuro' es una sección donde analizamos los cambios disruptivos que esta viviendo nuestra sociedad desde el punto de vista empresarial y económico. Lo hacemos dentro del espacio Tips de 'la 2' de TVE

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Idodi VC, Prensa, Negocio, Startups Marc Vidal Idodi VC, Prensa, Negocio, Startups Marc Vidal

Presencia española entre las 'Europe's 100 hottest startups 2016'

Hace unas semanas una de las publicaciones de referencia y de mayor influencia mundial en temas de tecnología y Nueva Economía, Wired elaboró un análisis de las 100 compañías tecnológicas más interesantes del mundo en base a diferentes ciudades que consideran epicentros del modelo económico digital. A esta lista se le ha denominado como la de las  'Hot Startups' y se centra en las empresas que aseguran hay que tener en el radar inmediato en ciudades como Helsinki, Lisbon, Tel Aviv, Paris, Amsterdam, Stockholm, Istambul y Barcelona.

Hace unas semanas una de las publicaciones de referencia y de mayor influencia mundial en temas de tecnología y Nueva Economía, Wired elaboró un análisis de las 100 compañías tecnológicas más interesantes del mundo en base a diferentes ciudades que consideran epicentros del modelo económico digital. A esta lista se le ha denominado como la de las 'Hot Startups' y se centra en las empresas que aseguran hay que tener en el radar inmediato en ciudades como Helsinki, Lisboa, Tel Aviv, Paris, Amsterdam, Estocolmo, Estambul y Barcelona.

Cada año, preguntan a inversores, empresarios y tecnólogos de toda Europa, que nuevas empresas locales se les considera 'hot startups'. Para el primer listado en 2011 por ejemplo, ya localizaron algunas que luego han significado referentes tecnológicos y de negocio. Entre ellas destacaron por ejemplo Criteo, KupiVp, SoundCloud, la omnipresente WeTransfer o la conocidísima por la saga de Angry Birds, Rovio. Estas empresas estaban en su primeros pasos y llegaron a ser grandes compañías poco después.

La verdad es que ha sido una satisfacción enorme descubrir que entre las seleccionadas hay unas cuantas que conozco muy bien. Por un lado destacan dos startups que están en la cartera del vehículo de inversión Idodi Venture Capital, Deliberry y Heygo, y por otro también figura seleccionada Glovo que pasó por Conector hace un tiempo. El video que acompaña es de la aparición de Deliberry en el programa Economía de Futuro, que estos días se emite en TVE.

Esperamos que el casi centenar de empresas que han pasado por Conector en sus aceleraciones tradicionales o las corporativas, o nuestras otras participadas, como Adictik con un crecimiento exponencial en los últimos meses, LetmeSpace cuya presentación de su nuevo modelo está siendo un éxito y Kompyte que ha iniciado su fase más ambiciosa ya instalados en Estados Unidos, lleguen a ser seleccionadas en el futuro como esas hot startups.

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¿Por qué Westinghouse? (Editorial publicada en Westinghouse Future Economy)

El día que falleció Edison el mundo se apagó. Literalmente. A modo de homenaje las principales ciudades del mundo desconectaron todas las luces durante poco más de un minuto. A modo de monumental metáfora el planeta reconocía que su luz y su brillo derivaban en gran medida del cúmulo de inventos de aquel hombre.

Cuando buscamos momentos de la historia donde el conocimiento, el humanismo, la ciencia, el progreso y los cambios socioeconómicos disruptivos aparecen los años en los que vivieron personas tan brillantes como Tomas Alva Edison, Alexander Graham Bell, Nicolás Tesla o George Westinghouse. Tuvo que ser increíble vivir aquellas décadas en las que un invento, un descubrimiento se superponía a otro complementándolo para provocar uno nuevo aún más sorprendente.

Daria lo que fuera por recorrer unos minutos aquellas calles repletas de atónitos ciudadanos, conversar en algún café con los protagonistas de tanta innovación, de tanto talento y riesgo, detenerme ante la primera locomotora, no parpadear ante el intermitente destello de las primeras bombillas, quedarme boquiabierto con el primer interruptor de corriente alterna.

Cuando pensamos en momentos únicos, revolucionarios, inéditos, en que la tecnología lo cambió todo, debemos incorporar esta maravillosa época. Además, en esta, para los que nos apasiona la economía, sabemos que el papel de los actores económicos en todo ello fue fundamental.

Como pasa actualmente en un mundo sumido en una hipotética crisis que esta desatando todo cuanto la sociedad pensaba que era inalterable, en aquella época la mayoría de los progresos partieron de un momento dramáticamente difícil y complejo. En Estados Unidos, en plena guerra de secesión, aquellos hombres fueron capaces de convertir una crisis en una revolución. Sucede ahora, sucedió entonces. Los protagonistas de tanta miseria, del choque entre máquinas, tecnología y nuevas maneras de distribuir el trabajo con aquel progreso social que preconizaban no fue sencillo. Durante las décadas que esto se produjo le llamaron ‘crisis industrial’. Muchos años después, analizando en la distancia cuanto supuso todo aquello, la rebautizamos como ‘Revolución Industrial’.

Al igual que en nuestros días muchos se esfuerzan en catalogar todo cuanto nos sucede como una formidable crisis, deberíamos de ser capaces de interpretar la suerte de vivirla pues en realidad bajo lo que estamos no es más que una revolución gigantesca en todos los órdenes de la vida y que se trasladará en el tiempo. Los grandes avances de la humanidad no se producen en tiempos de bonanza, suelen ser mucho más nutritivos las épocas complejas y difíciles. Vivimos un cambio de época y no una época de cambios. Es así y es una suerte poder ser testigo y, mejor aun, protagonistas.

Westinghouse, Future Economy, te dará las claves cada mes de que sucede y como en ese escenario nuevo que suponen tantos avances desde el punto de vista económico. Sin dejar de lado que supone y como nos afectan los aspectos más tradicionales, bañaremos con la vanguardia tecnológica, los nuevos negocios y cada una de las aristas que el futuro inmediato nos tiene reservado. Aquí interpretaremos el rumbo que está tomando nuestro mundo en términos económicos desde la visión moderna y tecnológica que este soporte exige.

Aquellos años en los que personas como Edison, Tesla o Westinghouse encadenaban ciencia, física, negocio y futuro son tan parecidos conceptualmente a los que ahora vivimos que no podemos dejar de mirarlos con atención. ¿Cómo lo asumieron? ¿qué negocios surgieron de todo ello? ¿Cómo cambió el mundo y a que velocidad? ¿Cómo se distribuía el conocimiento de esa nueva realidad entre los contemporáneos?

Nuestra vida actual, automática y conectada, tiene un origen milimétrico en aquellos días. Edison logró encender el mundo, Tesla proporcionar electricidad controlada y Westinghouse humanizó todo ello conectando al planeta. Graham Bell lograría convertir en negocio un invento compartido que sería la antesala de nuestro modo de vida actual. Todos ellos vieron un mundo futuro, nuestro mundo.

De todos ellos, George Westinghouse representa mejor que ninguno cuanto quiere expresar esta revista y por eso hemos tomado su nombre prestado. Al igual que Edison inventaba cosas que fueran prácticas, Westinghouse lo hacía pensando en como mejorar la vida de las personas.

Tesla nació en 1856, el más joven, pero Bell, Edison y Westinghouse lo hicieron entre 1846 y 1847. Fue el momento del ferrocarril. Al igual que ahora Internet está impulsando todo cuanto supone un avance social y económico, el tren determinó el impulso absoluto de una época. El ferrocarril fue el detonante para que personas brillantes dibujaran la antesala de la modernidad.

El invento de la locomotora a vapor en Inglaterra se convertiría en el principio de todo. El tren era un símbolo optimista de la vida. Era reflejo y concepto de movimiento, de comunicación, de que las distancias se reducían y de que los países se cohesionaban. El tren, como ahora es Internet, estableció los patrones de un mundo mejor, cada vez más pequeño, próximo y, con el tiempo.

El caso de Westinghouse es tremendamente estimulante. En aquellos primeros tiempos, la seguridad en los trenes era muy escasa debido al modo en el que se detenían. En aquellos primeros tiempos las locomotoras disponían de su propio sistema de frenado que era independiente del resto del tren.

George Westinghouse consideró que si lograba inventar un ‘freno’ que no precisara de esta especie de colisión entre vagones convertiría el ferrocarril en algo mucho más seguro y por derivación más social, humano y mayoritario. Y así fue, a partir del freno de aire comprimido, logró crear un sistema que permitía al maquinista controlar el frenado de todos los coches.

Pero Westinghouse también era un emprendedor. Cualquier invento que se le ocurriera le debía dar formato de producto. Cuando inventó los motores rotativos que permitieron que el agua en las centrales hidroeléctricas se moviera recurrentemente, logró producir electricidad. Gracias a que esa innovación se derivó a catalogo, firmó un contrato en las cataratas del Niágara para producir electricidad, lo que a la postre marcaría el futuro de la humanidad definitivamente pues gracias a las hidroeléctricas, se pudo empezar a almacenar la energía hasta ahora incontrolable.

Pero como pasa en la actualidad. Cada hombre genial necesita de rodearse de otros hombres brillantes. Formar equipos o complementarse. Buscar el punto de suma para multiplicar. En 1888 conoció a una de las mentes más relevantes del siglo XIX, Nicola Tesla, quien acababa de presentar el modo de controlar la energía eléctrica almacenada de un modo llamado corriente alterna. Algo que también tiene un espectacular reflejo en nuestros días y en el modo en como gestionamos la red de redes.

Hay que tener en cuenta que, por aquel entonces, el problema de la interconexión eléctrica de Alvar Edison era fundamentalmente como transmitirla de un lado a otro. Para ello se precisaban conductores, los cuales cada vez que se sumaban para alcanzar mayor distancia se degradaba su intensidad. Westinghouse interpretó en ese descubrimiento la clave para socializar la electricidad y lo focaliza en los unos inéditos y primitivos electrodomésticos.

Planchas eléctricas contra grandes artilugios que quitaban las arrugas por peso, estufas que abandonaban el carbón en contra de resistencias eléctricas o la capacidad de interrumpir la corriente eléctrica con un ‘interruptor’.

De la penumbra a la luz eléctrica a partir de un simple gesto con un dedo. Girar un interruptor permitió al ser humano pasar de la antigüedad a la modernidad. Un puñado de hombres enlazaron sus descubrimientos casi sin saberlo. Una cadena de conocimiento derivó gracias a Westinghouse en objetos eléctricos que revolucionarían casi un siglo después la vida de todos nosotros.

George Westinghouse da nombre a la cabecera de esta revista no solo por su capacidad tecnológica, ni tampoco por haber sido un empresario brillante. Lo es por algo más integral, universal y de un alto valor humano. Este hombre personifica el acercamiento al futuro con optimismo, analizando los factores que convierten la economía inminente en algo por explorar, por aprender, pero también con el foco puesto en como, cada avance tecnológico puede representar un salto hacia el bienestar de las personas y un modo de mejorar nuestra sociedad.

Westinghouse observó que las ciudades eran nidos de miseria y degradación. Miles de personas derramaban sus sueños por las calles en los barrios industriales. Toda la tecnología que se aplicaba a la industria no se traducía en una vertiente más doméstica. Digamos que encontraba una quiebra entre lo que generaba riqueza y la dureza con la que vivían quienes la hacían posible.

Y decidió distribuir los beneficios de sus industrias a las ciudades que se crearon su entorno. Universalizó casi sin saberlo un nuevo tiempo económico que se agarraba fuerte a la tecnología y su nuevo ritmo.

Proporcionó ‘corriente alterna’ en todas las viviendas de sus trabajadores. Creó la ‘cobertura médica’ gracias a su voluntad de transferir la mayor velocidad productiva y la mejora de la seguridad en el trabajo sobrevenida por los avances tecnológicos basados en su manera de entender la electricidad moderna. Mejoró literalmente el aire que respiraban sus trabajadores inaugurando la relación entre el mundo industrial y la necesidad de hacerlo sostenible. Su capacidad para interpretar su presente y crear el futuro fue absolutamente increíble.

Fue un hombre que diseñó lugares para que los hijos de sus trabajadores pudieran jugar, creo canalizaciones de gas para que todas las viviendas de esas ciudades tuvieran calefacción, inventó rudimentarias tostadoras, lavadoras y secadoras aprovechando las características de la ‘corriente alterna’. Buscaba el bienestar de sus trabajadores, dando mejoras que se pueden comparar a las que algunas empresas tecnológicas de la actualidad ofrecen a los suyos y que son la envidia de tantas otras.

La popularización de estos inventos tardarían décadas en llegar. Tras la segunda guerra mundial las ciudades empezaron replicarse en el origen de las que diseñó George Westinghouse. Al igual que en esta revista defendemos que la tecnología desde el punto de vista económico no puede ser nuestro enemigo, sino el canal por el que mejorar nuestro entorno, los descubrimientos y las máquinas de aquella época industrial, en el caso del universo de Westinghouse lograba que nadie fuera preso de esos inventos y a cambio se les diera un uso cotidiano que mejoraba la calidad de vida.

Westinghouse inspiró el futuro, proporcionó una hoja de ruta a quienes, casi un siglo después verían en todo ello un canal de desarrollo social y universal. Murió en 1914, sin saber cuanto representarían sus avances, sin poder imaginar la sociedad de los años cincuenta y sesenta que replicarían sus modelos sociales.

Hubo muchos más que como Edison, Bell, Tesla o Westinghouse, trasladaron sus inventos y su manera de ver el mundo a la modernidad, a lo doméstico, al hecho cotidiano. Todos ellos lograron conectar el mundo, como si de una metáfora extraordinaria se tratara de nuestro mundo en red, aquellos hombres iniciaron un gran cambio de época tan similar al nuestro que no puede dejarse de lado.

El experimento de la ‘ciudad Westinghouse’ empezó con apenas tres centenares de personas. Luego fueron más de tres mil. Más tarde fue la humanidad. Ahora nos toca a nosotros descifrar nuestro propio momento y protagonizarlo. ¿Nos sigues?

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