Dos más dos cinco, menos uno seis
Agotador el tema de las cifras del paro. Si gastasen la misma energía en estimular la economía en lugar de utilizarla para manipular la aritmética, España sería miembro del G8 de pleno derecho. El dato del paro presentado el lunes nos dicen que es puro ‘vrote berde’. Que ahora si. No lo niego, pero lo dudo. Hay que relativizar o nos vamos a sentir muy mal cuando, por mucho que baje el paro, la gente siga teniendo (cada vez más) problemas para cenar cada noche. Si no se crean empresas no se crea empleo y eso, en España, no está pasando por mucho que las cifras de desempleo u ocupación sean las que sean.
El efecto que vivimos ahora es ya sucedió en otros momentos pero con menos virulencia. Tiene que ver con que mucha gente está desempleada pero sin prestación por desempleo. La han agotado o no tienen derecho porque sus empleos son esporádicos. Por lo tanto no se apuntan al paro y salen de las estadísticas del Ministerio del pseudoempleo. Tampoco aparecen muchos de ellos en la EPA, ¿cómo puede ser que estos que se han pasado al lado oscuro de las listas de trabajo no salgan en las de la EPA si la EPA refleja una encuesta de población activa? Resulta que desde hace un par de años, quien no tiene trabajo hace años, desiste y se ‘borra’ de la población activa. Pasa de desempleado a parado conceptualmente. Un desempleado es alguien que busca empleo, el término ‘parado’ es un insulto.
Sin tener en cuenta que el empleo que se está creando es tremendamente precario, ¿donde podemos ver datos fiables sobre quien trabaja y quien no en España? En teoría en el listado de afiliados a la Seguridad Social que no para de bajar. Y no sólo baja de manera brutal, es que además no para de hacerlo. Si la caída ha perdido intensidad es una simple respuesta a que cada vez queda menos masa crítica a la que dar de baja. Cada vez hay menos gente trabajando en España. Así de simple. Muchos ni se plantean trabajar, otros están se conducen en la economía sumergida como pueden, otros se fueron y muchos ni se sabe.
La verdad es que al ministerio no le queda tiempo para saber donde están. Gasta mucha energía en aconsejar como sablear a los pocos que pueden todavía pagar impuestos y en pintar en tonos pastel la mierda de datos macro que le llegan. Datos que son de pura pena. Ahora mismo hay 16,2 millones de afiliados. Hace dos años había 17,2 millones. El PP ha logrado evaporar un millón de afiliados a la seguridad social mientras que el paro descendía.
Pero aquí nadie se libra de liderar el esperpento de la ineficiencia y la desgana. En verano de 2007, cuando empezaba esto que le llaman crisis, había 19 millones y medio de personas afiliadas en la seguridad social española. Son 3,3 millones menos de trabajadores hoy. Supongo que a partir de ahora empezarán a (desconozco como) tocar las fórmulas matemáticas que dicen que dos más dos son cuatro y alcanzaremos la onírica cifra de que dos más dos son cinco pero que si le restas uno te da seis.
Permitidme una reflexión personal. Tengo a todos mis equipos de mis empresas cotizando a la seguridad social con contratos lo mejor que puedo ofrecer. Eliminé del cuadro de contrataciones el de tipo de ‘autónomo dependiente’ porque me parece injusto. Promuevo los contratos indefinidos porque creo que es razonable hacerlo con quien lleva tiempo en tu empresa dándolo todo. La verdadera reforma laboral debería de estimular ese tipo de contrato, no lo contrario como está haciendo ahora mismo visto lo visto. Como empresario no quería una Ley que facilitara el despido, sino que si eso era así, por lo menos que premiara el contrato de calidad.
Son magos o cínicos, al fin y al cabo el noventa por ciento de los asistentes a un congreso ‘ideológico’ de un partido político trabajan o en la administración pública o en el propio partido. Ejércitos engrasados para la tomadura de pelo cotidiana a la que asistimos, a la función siniestra de ver como pasa el tiempo y se pierde la oportunidad histórica de cambiar el modelo de crecimiento, de dar estímulos a la nueva economía, a generar empleo con políticas activas que reduzcan la presión fiscal y con cualquiera de estas cuarenta propuestas que varios emprendedores hemos listado. La mejor manera de crear empleo es creando empresas. Siempre fue así.
PARA CREAR EMPLEO HAY QUE CREAR EMPRESAS
1. Hacer de España un polo tecnológico: situar el tipo del impuesto de sociedades en un 10% para empresas tecnológicas que nazcan o vengan a nuestro país. En Irlanda, el tipo impositivo al 12,5% supuso una llegada importante de nuevas compañías y sedes corporativas de entidades en expansión hacia Europa: Google, Microsoft, Intel o eBay son algunas de las que han aterrizado en suelo irlandés. Recientemente, LinkedIn, Facebook y Zynga han decidido llevar su sede corporativa europea a Irlanda. España puede posicionarse como un hub tecnológico para las empresas de países emergentes que están llegando a Europa (Baidu, Alibaba, Tencent). Además, podemos ser sede corporativa para las firmas europeas que se expanden haca América Latina (Spotify, Ventee Privée, etcétera).
2. Creación del Chief Innovation Officer con rango de secretario de Estado y comunicación directa con Presidencia del Gobierno. Esta figura existe en otros países como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá o Israel.
3. Buscar activamente las mejoras que permiten mejorar en las comparativas internacionales (Informe Doing Business del Banco Mundial, principalmente). En el último año España ha mejorado su posición en el informe del puesto 45 al 44. Sin embargo, ocupa el 133 en el apartado Starting a Business, lo que puede ser un freno para la llegada de emprendedores a nuestro país. Puede establecerse como meta gubernamental la mejora en 50 puestos en este apartado para los próximos tres años (el último año hubo una mejora de 15 posiciones). Y se puede pensar como objetivo a medio plazo la entrada en el top 10 de este ránking.
4. Potenciar la marca España como imagen de creación, innovación y emprendimiento. Fortalecer la imagen externa e interna de los emprendedores. Realizar campañas de publicidad que muestren este cambio en el posicionamiento de España. Mejorar la imagen del emprendedor en los medios de comunicación: fomentar la creación de un programa televisivo donde se valore su figura y se den oportunidades reales de financiación.
5. Considerar Internet como la palanca de crecimiento de la economía y cejar en los ataques. La Ley Sinde agiliza los procedimientos para cerrar páginas web. Por su parte, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) actúa como juez y parte porque se financia con las multas que ella misma impone (más del doble que todas las demás agencias europeas semejantes juntas).
6. Fijar el mínimo de la cotización de la Seguridad Social de autónomos en 20 euros. En el Reino Unido el mínimo es de 10 libras al mes, que equivale a 12 euros. En España es de más de 200 euros mensuales, lo que supone una barrera a la entrada y un coste fijo no necesario para los emprendedores y autónomos. Bajando el importe mínimo se fomenta el desarrollo de un ecosistema de proveedores autónomos que puedan prestar sus servicios a las start up.
7. Devolución mensual del IVA a las start up. Una empresa recién nacida, con apenas recursos y sin clientes, tiene que dedicar el 18% de su escaso capital a financiar al Estado adelantando este pago que, con suerte, se devuelve un año después.
8. Facilitar la creación de planes de opciones con una tributación más favorable para el trabajador, que permita atraer el talento. Con nuestra legislación, un inversor paga el 21% de su plusvalía en un negocio, pero el empleado que gana dinero con un plan de opciones tiene que pagar el 47% de su beneficio.
9. Permitir que se detine en la Declaración de la Renta un porcentaje a emprendimiento. Crear una nueva casilla del 0,7% ayudaría a financiar las medidas planteadas y a promover un gran proyecto de emprendimiento público-privado.
10. Favorecer la fiscalidad de la financiación de business angels. Que se tribute como inversor personal en start up igual que los fondos de inversión, pudiendo descontar las inversiones fallidas de las plusvalías en las desinversiones con éxito, y una exención del pago de plusvalías cuando los beneficios de una venta se reinviertan en menos de doce meses en otras start up.
11. Establecer un tope en la indemnización por despido. Fijar un número máximo de meses. Se puede establecer un número de días por año trabajado hasta los dos años y un tope de un número de meses de indemnización.
12. Considerar la previa contratación de desempleados cuando se valoren los costes del despido. En relación con la medida anterior, se puede bonificar a los emprendedores que hayan contratado a personas en paro.
13. Facilitar los trámites de contratación de talento extranjero. Start Up Chile se ha propuesto la entrada de 1.000 emprendedores desde 2010 hasta 2014. Tras una selección de los proyectos, se les facilita un visado de un año para trabajar y reciben una subvención de 40.000 dólares. El coste total del proyecto es de 40 millones de dólares en cuatro años. Start Up Spain podría llevar a cabo un plan similar, con 50 millones de euros de presupuesto. Se podrían atraer 500 start up con subvenciones de 100.000 euros por proyecto. Se podría anular la fiscalidad de estas empresas durante los dos primeros años desde su creación, así como dar facilidades para que estos emprendedores obtengan sus correspondientes visados.
14. Mayor agilidad en la concesión de licencias para la apertura de locales. Una tramitación más sencilla, que agilice su concesión eliminaría la inseguridad jurídica que se genera con retrasos que pueden ser superiores a los quince meses.
15. Evitar la duplicación de esfuerzos entre las comunidades autónomas. Resulta imprescindible coordinar las acciones de modo unificado, de manera que no se dupliquen los recursos destinados a la generación y atracción de start up. En este sentido, la creación de una agencia al estilo de Start Up Chilefacilitaría la reducción de esfuerzos.
16. Potenciar una auténtica responsabilidad limitada de las sociedades. Las sociedades de responsabilidad limitada en España no existen salvo por el nombre. Hoy fracasar es el fin de la carrera profesional. Si va mal un negocio, no se puede montar otro. Las deudas con la Seguridad Social van contra todos los ingresos presentes y futuros.
17. Eliminar los requisitos de antigüedad a los proveedores de las administraciones públicas. Permitir que las administraciones puedan tener como proveedores a empresas de reciente creación, de modo que se sólo se tenga en cuenta la competitividad del producto.
18. Fijar como práctica de buen gobierno corporativo las compras a empresas nuevas (el 2% puede ser el umbral). Mostrar esta información como parte del Informe sobre Responsabilidad Social Corporativapodría incentivar a las compañías a llevar a cabo esta política de compras. Las del Ibex 35 podrían incluirla en sus informes anuales.
19. Permitir que los socios de una compañía sean autónomos con el 1% del capital de la entidad, en lugar del 25% actual. Hacer posible que la relación entre socios se regule libremente, como un contrato comercial, en lugar de mediante un contrato de empleo.
20. Promover la continuidad de la gestión de las nuevas empresas antes de su venta, para erradicar la cultura del pelotazo.
21. Potenciar la llegada de venture capital a nuestro país y también dentro de él. Los datos en torno a esta realidad son claros: el volumen de venture capital per cápita en nuestro país es inferior a un dólar. En Israel es 142 dólares; en Estados Unidos, de 70 dólares; en Suecia, de 45 dólares; y en Noruega, de 42 dólares. Para lograrlo, se podría potenciar el programa Invierte Economía Sostenible en el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), tomando como modelos los programas Yozma de Israel.
22. Fortalecer la seguridad jurídica ante los impagos. España ocupa la posición número 54 en relación a la facilidad para hacer cumplir los contratos. Como media, se dedican 515 días a resolver estas cuestiones, con 39 procesos distintos. Mejorar estas circunstancias implica reducir el riesgo que supone la actividad empresarial y, por tanto, emprendedora.
23. Facilitar la salida a bolsa de start up tecnológicas. La Administración Obama ha anunciado recientemente la limitación de los costes inherentes a la salida a bolsa de una compañía. La mayor parte del empleo de las empresas cotizadas se crea tras su entrada en este mercado.
24. Acercamiento de la universidad al mercado laboral. Una buena idea es el fomento de prácticas en empresas durante las vacaciones de verano en los estudios universitarios. Además, resulta necesaria la formación del profesorado en emprendimiento. También lo sería la combinación de pedagogía y contenido, mediante interacciones con emprendedores locales.
25. Emprender, también dentro de la empresa, es la base de la innovación. Es un buen lugar de pruebas para la innovación. Su fomento facilita la generación de potencial emprendedor y la difusión de una cultura en la que no se castiguen los errores. Los equipos multidisciplinares y los procesos de información transversales facilitan el desarrollo de emprendedores internos.
26. Desregular: por cada norma nueva, eliminar dos. Los emprendedores no quieren subvenciones ni oficinas gratis, saben que muchas veces son una pérdida de tiempo. Quieren que les dejen trabajar. No necesitan que la Administración haga más cosas, sino menos. Que se quite de en medio y no ahogue con impuestos a start up que acaban de echarse a andar y ni siquiera facturan aún.
27. Asociar fondos públicos y privados que acerquen la gestión del capital a los emprendedores. El plan Start Up America, que combina la participación público-privada, ha elevado recientemente el umbral que para la simplificación de trámites de recepción de inversiones desde los 5 millones de dólares hasta los 50 millones, manteniendo la protección del inversor.
28. El emprendimiento es la única vía para salir de la crisis y el paro. Desde 1977 hasta 2005 en Estados las empresas con más de 12 meses de actividad sólo crearon empleo neto en siete años, mientras que las de nueva creación generaron tres millones netos de puestos de trabajo anuales.
29. España cuenta con tres de las mejores escuelas de negocios del mundo, lo que supone la llegada de mucho talento extranjero al país. De acuerdo con el ranking Financial Times 2011, el IESE es la primera escuela del mundo en programas abiertos de executive education, Esade es la quinta en formación a medida y el IE es la segunda escuela en másteres de finanzas (sin experiencia previa). Tanto IE como IESE están en el top 10 del Global MBA.
30. Necesidad de cambio de modelo de crecimiento económico. El basado en el sector inmobiliario está agotado. La competencia en el sector turístico cada vez es más importante. El emprendimiento se sitúa como una actividad sobre la que construir el nuevo modelo económico, para generar empleo y buscar nuevas alternativas.
31. Oportunidad: precio del suelo, oficinas vacías. En la actualidad, un exceso de inmuebles desocupados, unido a la caída en el precio inmobiliario, puede suponer una ayuda para el establecimiento de nuevas compañías en nuestro país. Según un estudio de BNP Paribas Real Estate, Valencia es la ciudad europea con más locales comerciales desocupados, Barcelona está en la novena posición y Madrid se sitúa en la undécima.
32. España tiene un vínculo grande con Latinoamérica que amplía las posibilidades del mercado. El vínculo cultural y lingüístico también es económico. Desde la década de 1990, grandes instituciones financieras y no financieras han llevado esta relación económica a cifras récord: el Santander obtiene el 44% de su beneficio en Latinoamérica, Telefónica algo más del 46%.
33. Aprovechar el tamaño de nuestro país para atraer emprendedores de otros países de Europa con mercados más pequeños. España es el quinto país más poblado de Europa, con más de 46 millones de habitantes. Es el segundo más extenso, por detrás de Francia, con 505.000 kilómetros cuadrados.
34. Hay una gran oportunidad para emprendedores extranjeros por el desfase español en innovación.Muchos proyectos e ideas nacen o llegan con años de antelación a Estados Unidos, Reino Unido o Alemania. Ejemplos como el márketing de afiliación, las herramientas de eCRM o la publicidad en Internet por vídeo demuestran que España es un buen mercado en el que importar ideas exitosas de otros lugares.
35. Mejorar la percepción del emprendedor en la sociedad. Un 48% de los ciudadanos tiene una imagen favorable de los emprendedores. En cambio, sólo el 38% de los jóvenes cree que la sociedad tiene una imagen favorable de aquellos. Las empresas tienen mala imagen, que nos lleva a hablar de emprendedores en lugar de empresarios.
36. Potenciar la cultura del esfuerzo. Se observa una tendencia en nuestra sociedad hacia la recuperación de la cultura del esfuerzo. El eslogan más popular, establecido por el presidente de Mercadona, Juan Roig, habla de pasar de la cultura del maná a la del esfuerzo. Otros empresarios han expresado esta misma idea de formas distintas.
37. La difusión del emprendimiento en los medios de comunicación. En España, un 41% de la población cree que los medios de comunicación difunden noticias de manera frecuente sobre emprendimiento exitoso. Tan solo superamos en esta categoría a Vanuatu (Pacífico Sur), Grecia e Italia, ocupando el puesto 55 de las 58 economías sobre las que hay información disponible.
38. Educación en innovación desde la enseñanza Primaria. Potenciar las aulas digitales e incluir asignaturas ligadas a la innovación en los planes de estudio. El cien por cien de los expertos consultados coincide en afirmar que la enseñanza Primaria y Secundaria no fomentan actitudes emprendedoras, y sólo el 14% cree que la universidad proporciona una adecuada formación para la iniciativa emprendedora.
39. La aversión al riesgo en nuestro país es un lastre para el emprendimiento. Sólo el 19% de los jóvenes españoles considera que la formación que han recibido les lleva a interesarse por asumir riesgos. Apenas un 12% se considera una persona que toma riesgos. Sólo el 25% de los jóvenes se ve en el futuro dirigiendo su propio negocio, son más los que se ven trabajando para una compañía.
40. El miedo al fracaso paraliza el emprendimiento. En España, sólo 3 de cada 10 jóvenes dicen no tener miedo a ser rechazados por sus opiniones. Sólo 2,5 de cada 10 son optimistas respecto al futuro. El miedo al fracaso es el principal obstáculo de la iniciativa emprendedora para un 66% de los jóvenes.
Burbuja digital o Nueva Economía
Como inversor e impulsor de proyectos tecnológicos conozco el gusto amargo de la falta de facturación inicial y el flujo de caja negativo. Reconozco el valor de una hoja de ruta y un plan de gestión flexibles por la enorme cantidad de imprevistos ‘previstos‘ que surgen en ese camino. Aunque no siempre, considero que el éxito radica en entender que, en la Nueva Economía, hay un espacio llamado ‘death valley’ y que tiene mucho de confianza pero también de valentía. Es duro pero endurece la epidermis de quienes viven ese tránsito durante meses, tal vez años, hasta alcanzar las primeras cifras positivas.
Esta es una de las características de la llamada “digitoburbuja” actual. Una teoría que nombra como burbuja económica a todo aquello que tiene que ver con startups, salidas a bolsa de redes sociales y derivados. Por ejemplo, se dice que Pinterest no tiene modelo de negocio claro, que Twitter no es rentable o que Facebook está lejos de ser un gran negocio. Decir eso quiere decir que se está analizando el asunto desde la perspectiva contraria a la que exige la Nueva Economía y el momento actual donde las cosas no son como creemos que son. Que los modelos de negocio digitales también fracasan es evidente. Hay muchos que así lo han vivido y muchos que lo vivirán. Salidas a bolsa desastrosas o rondas de financiación caóticas serán parte de la literatura utilizada por los que critiquen esta modalidad económica, sus sectores y sus modos de relación.
Facebook maneja datos de más de mil millones de personas, sus gustos, condiciones, relaciones y ocupaciones. Twitter es capaz de ofrecer información a tiempo real y, en breve, a conceder predicciones inverosímiles que los modelos ‘big data’ están atrapando. Gestores digitalizados de posicionamiento aplicados a compañías aéreas se basan en gestores de color o impresiones como las que entregan Pinterest o Tumblr establecen valores de empresa que hasta ahora no se contemplaban. Trescientos millones de usuarios en aplicaciones móviles como Whatsapp conceden expectativas muy distintas a todo ese universo de esa llamada ‘burbuja’.
Me cuesta ver como algo etéreo e inconsistente un volumen tan grande de afectados. Miles de millones de personas activando y desactivando procesos que, independientemente del rango y cálculo en el que se ubiquen sus cuentas de resultados, está claro que rigen y condicionan el presente y asignarán las bases del futuro. Seguramente, en cinco años se hablará de Facebook como se hace ahora de la Yahoo de hace una década, de Twitter de cómo se hablaba de Myspace y así con muchas otras. Esa es la esencia y esa es la maravillosa realidad. Nadie está en manos del monopolio de los usuarios aunque lo parezca, sin embargo el valor de todas ellas está en la inmensa gestión que hacen y podrán seguir haciendo aunque varíen sus modelos de negocio y experiencia de uso, de toda esa montaña de conocimiento adquirido a tiempo real.
Las opciones son dos: que la ‘digitoburbuja’ explote y nos muestre que valorar las empresas y cotizarlas por expectativas de facturación es un error, que otorgar valoraciones mil millonarias cuando apenas tienen ingresos (Tumblr fue comprada por más de mil millones cuando solo facturaba trece) conduce irremediablemente a la quiebra para enriquecer a especuladores atentos.
La otra opción. ¿Y si no explota? ¿qué aprenderíamos entonces? Tal vez, que todo ha cambiado y mucho. Que el balance no se mide como si estas empresas fueran una cadena de venta de electrodomésticos o una petrolera, ni tan siquiera como un medio de comunicación o un gestor de contenidos. Tal vez nos demos cuenta que en plena nueva era, en los albores de un cambio de sistema inédito, estas no dejan de ser otra muestra del nuevo escenario. Un lugar donde lo que se piensa tiene valor y lo que se hace deriva de ello, un espacio comercial donde se maneja información combinada y no sólo emitida, un cuadrante social donde se gestiona el coste de la interpretación colectiva de las ventas que la contabilidad resultante.
Vamos irremediablemente a la programación colectiva, a la utilización compartida de productos que fabrican otros, al desarrollo en beta constante de una plataforma sin límites ni fronteras que no podrá venderse de unos a otros, que no será capaz de saber donde empieza Facebook o donde termina Twitter, vamos a un sistema operativo global que mutará de estas (hoy llamadas) compañías. Pero también vamos a las impresionantes cadenas del longtail, de la economía low cost y a la diversión monetizada.
Line, la competencia de Whatsapp detectó que el negocio no estaba en cobrar cuotas, en generar dividendos por usuario o aportar un modelo de negocio tradicional. El asunto se trataba de buscar como piensa la gente en pleno siglo XXI y en que creen estar dispuestos a poner su minidinero. Resultó ser tan simple que asusta.
Line gana 10 millones de dólares al mes vendiendo stickers. Naver, la compañía surcoreana propietaria de la aplicación de mensajería instantánea ingresa 10 millones de dólares por la venta de stickers (las pegatinas con dibujos de pago que los usuarios pueden adquirir). Utilizar una serie de estos dibujos es gratis, pero existen ediciones “limitadas” o “Premium” que los usuarios pueden obtener pagando diversas cantidades, que rondan los dos euros. Es decir, la función básica del producto, comunicar entre personas, es gratis, pero hacerlo con ‘addons’ es de pago.
Cuando whatsapp dijo que cobraría un dólar al año por el uso de su aplicación casi hay manifestaciones en medio mundo, pero cuando se trata de pagar por un aditivo inservible se acepta. Ojo a lo que llamamos digitoburbuja porque seguramente hasta eso es factible de convivir con la realidad de la Nueva Economía.
Innovación y leyes de juguete
Llegados a la aceptación de que todo esto ha sufrido una mutación extremadamente rápida, debemos preguntarnos si estamos en condiciones de adaptarnos a esos cambios continuos y tremendos que vivimos como sociedad, como colectivo económicamente entrelazado y como multitud digital distribuida. Aceptado que no vivimos un tiempo de cambios sino un cambio de época veamos si los condicionantes necesarios para dar el salto y modificar nuestro modelo de crecimiento están preparados o, como mínimo, adaptándose.
Adaptarse no es fabricar una ley de juguete que interpreta como esencial impulsar la voluntad emprendedora de una población esquilmada, agotada y cuya faena diaria resulta ser mendigar para alimentarse de las sobras familiares o de los comedores sociales. Una ley de emprendedores no es eso que han escupido en la cara de los españoles un grupo de tecnócratas que no emprendieron nada en la vida y que ‘una declaración de IVAs’ les suena a chino mandarín. Leyendo a gente que respeto y admiro mucho veo que no soy el único que lo considera así.
Una ley como la que nos han plantado pretende convertir en diez minutos un país que vivía de amontonar ladrillos ineficientemente uno encima de otro, a un próspero modelo económico postmoderno de aplicaciones biotecnológicas. Es tan absurdo que parece cómico. España es lo que es y atender a su realidad para fabricar una nueva parece lo más obvio. Por ejemplo, no podemos renunciar a una estructura turística que sedimenta el patrón de crecimiento en un porcentaje altísimo. Sin una ley del emprendedor que apueste por elementos que estimulen la innovación y faciliten la creación de empresas mal iremos.
Existen países que están entrando (que no saliendo de la crisis) en un nuevo escenario. Países que apostaron por la emprendeduría y por la innovación por partes iguales pero que no se olvidaron que la economía moderna depende de las grandes empresas y de que estas se sientan cómodas para invertir en un territorio determinado. Tecnología, innovación y conocimiento no se integran en sectores asociados como la industria o el turismo por arte de magia. Hay que empujarlos y darles facilidad.
La innovación no nos dará el paso a este nuevo escenario por si misma pero sin ella será imposible salir de modo efectivo y completo. Por eso es imprescindible que los motores económicos preexistentes asuman su condición e innoven en lo fundamental. Si no se les anima, en momentos de escasez, pocos lo harán y estaremos perdiendo la gran oportunidad de modernizar y posicionar este país en la vanguardia económica que nos venden.
Hay sectores, como el inmobiliario o el de la construcción que pueden darse por muertos. Como en este país el objeto patrimonial inmobiliario se fundamenta en el valor especulativo del objeto y este no volverá a ser rentable en esos términos en décadas, no hay innovación posible que el mercado acoja. Recordemos que ningún experimento innovador es innovación si el mercado no lo acepta y, en el sector del ladrillo, la innovación no será aceptada por el mercado en mucho tiempo por el agotamiento y el sobrepeso de todo el asunto.
De todos modos España es un país no muy grande en términos económicos. Para nada es la octava potencia del mundo ni tan siquiera es una de las veinte primeras economías del planeta. Es imposible que con apenas 3.000 empresas grandes de una estructura empresarial que ronda los 3 millones de empresas podamos generar modelos de alto crecimiento. Mientras que el 97% de las empresas de este país tienen menos de 10 empleados en Europa esos ratios no llegan al 70%. Cuesta mucho y es duro contratar. Esa era la primera de las acciones que esa ley debía haber tratado.
Por otro lado la base tecnológica en nuestro país no alcanza el 0,9% del Producto Interior Bruto por lo que poco o nada vamos a aportar a ese cambio de modelo que tanto se nos pide. La garantía del cambio que debe sacarnos de una ‘denominada’ larga y dura crisis no está en la productividad o en el nuevo modelo que viene, ya que ni una cosa ni la otra están en condiciones de convalidarse con Europa.
El asunto se complica si atendemos que en España hay más de seis millones de parados reales y sin adelgazar esa cifra difícilmente vamos a impulsar ningún modelo innovador puesto que la economía está seca y su nueva y nueva productividad se debe al cociente de menos producción con ‘muchísima’ menos masa salarial. La insolvencia manifiesta de todas las estructuras es evidente y eso aleja la innovación puesto que sin ocupación no hay salida de emergencia. Ha llegado el momento de sacrificar planteamientos y dogmas, de informar y de asegurar que para aceptar que nuestro entorno económico ha cambiado, todos deberemos de cambiar también. Apoyar a las grandes empresas como estímulo, estimulando su instalación en entornos fiscales y laborales atractivos y permitiendo que los nuevos empresarios (emprendedores ahora) nos podamos beneficiar de una ley de emprendedores de verdad.
La mejor ley de emprendedores que conozco es la que no existe. Visto lo visto, donde no hay leyes de emprendedores hay más potencia económica y mayor peso emprendedor. Cada vez que un político quiere montar algo para facilitarme la vida, tiemblo.
Que el mundo ha cambiado es una evidencia y que España no se había enterado es otra. No entraremos en el curso de la modernidad sin aceptar exactamente donde estamos y una vez aceptado atender a nuestras miserias de país de segunda en materia emprendedora y empresarial. Hasta que eso no se acepte no afrontaremos, todos, la verdadera esencia del problema: no se puede innovar en un campo yermo. Cuesta un huevo.
Hay que regar y alimentar a los que riegan. Primero debemos recuperar el empleo en sectores y modelos conocidos y poco a poco ir introduciendo elementos ejecutivos que impulsen los cambios previstos. No modernizaremos nuestra economía por ciencia infusa ni tampoco sucederá si medio país está parado o depende de la administración pública. Tampoco podremos atender a demasiada modernidad productiva si el sector financiero sigue falseando su situación y negando que no podemos contar demasiado con él puesto que está en una situación de “sálvese quien pueda”.
Lo dicho, si no les importa, no me vuelvan a ilusionar con leyes de puro celofán.
Ministros y emprendedores
A principios del años 2010 un viejo amigo me dijo que había empezado a ministrear. No supe a que se refería y me comentó que era la acción de trabajar ineficientemente para que, si nada cambia, tu ombligo siempre esté a salvo. El verbo ministrear es como conservar. Me dijo que eso que hacía yo, emprender, era algo muy arriesgado y que un día me daría cuenta de que tanto esfuerzo no conduce a nada. Me preocupó que, tras la broma, se encontraba una filosofía social de vida.
Hay gente que no ve necesario ese esfuerzo. El acomodo a un modelo de vida determinado es suficiente razón como para arriesgar demasiado. El problema es que todo es percepción no realidad. Es una visualización de un espejismo que equipara servicios con derechos. Es un modelo existencial en lo económico que ha hecho creer a muchas familias que algunos de sus privilegios son derechos adquiridos, en lugar de pagos a cuenta de un Estado que no siempre podrá afrontar esos modelos. El tema está en que mientras eso funciona, todos felices y la sociedad cada vez es menos capaz de afrontar las dificultades. Cuanto menos capaz sea mejor para los que no quieren perder su estatus de autoridad competente.
Estoy convencido que la política ve a sus administrados como estatuas de sal. Por ejemplo, en un momento determinado, durante una rueda de prensa una ministra de empleo española llegó a decir que la cifra de paro estaba en línea con las previsiones del Ejecutivo, que el incremento del paro se había producido “a ritmos inferiores al año anterior“.
Seis millones de parados y aumentando y eso era aceptable. Sin que se le cayera la cara de vergüenza aseguró que en ese mes, del año anterior, el desempleo subió menos que este. Si tuviera dignidad debería asumir su brutal y absoluto fracaso y su total inutilidad. Sin embargo la mujer no tenía culpa de nada salvo de no entender el momento que vive, de pertenecer a un colectivo de humanos que ministrean y que tampoco han leído la época que les tocó vivir.
Que empiece la función
En el 2008 publiqué un artículo en el que hacía un análisis sobre la distancia existente entre lo que consideramos ‘economía real‘ y lo que se entiende por ‘realidad económica‘. Lo que me importa de aquel post no es tanto el modelo predictivo o la deducción sobre lo que podía venir y que nadie parecía escuchar. Me interesa un párrafo que determina mi manera de entender la economía y que entronca claramente con el valor que le debemos dar a todo cuanto nos rodea. Hacía referencia a un libro del Tim Harford a quien tuve el gusto de conocer hace algunos años. Sus libros sobre el ‘economista camuflado’ que representamos todos de algún modo, son muy interesantes para comprender el grado de afectación sobre nuestros bolsillos de cosas muy cotidianas.
Tim Harford decía que “la economía está en todas partes y en todas las cosas. La economía es el motor de cambio social más importante del que dispone la humanidad“. Nada mueve con mayor virulencia los sistemas. Por ejemplo: en los años 70 el fútbol británico discriminaba claramente a los jugadores negros. Eran menos y cobraban poco. Pero los clubes que disponían de plantillas con jugadores negros gastaban menos y sus resultados eran similares en muchos casos. Esta simple regla económica, es preferible reducir costos siempre que se mantengan resultados, se convirtió en el mayor elemento de cambio social en materia de discriminación racial de cuantas se dispusieron en Inglaterra. Ninguna normativa o ley ayudó tanto a acabar con la discriminación como ese hecho deportivo y económico.
Para poder enfrentarnos al día a día como emprendedor lo mejor es apartarse un poco de este panorama. Sabemos que emprender en Europa y en España especialmente es difícil, que es cosa de locos, pero también es obligatorio alejarse de la realidad durante ese proceso. Si bien se debe atender a las dificultades, los sueños deben buscarse independientemente de la basura que tengamos alrededor. No obstante, una cosa es obviar la realidad y pelearse con el escenario que nos ha tocado vivir y otra es negarla técnicamente. Lo malo está y cabe denunciarlo, atenderlo y de modo estratégico utilizarlo.
Cada uno elige donde se tira al vacio. Unos acantilados son más hermosos que otros. En mi caso elijo un precipicio digital. El escenario que elijo para ello siempre es el que se engloba en la Nueva Economía. Una Nueva Economía basada en conceptos como la Economía Digital, los negocios sin ingresos, el consumo relacional, las energías sustitutivas, los patrones financieros del futuro, los nuevos espacios de inversión, los productos mejor capacitados según que países, la gestión económica en red y en lo social, la emprendeduría colectiva y cooperativa, la vinculación entre universidad y empresa, la respuesta a coste bajo de problemas reales, la creación de productos tecnológicos que solucionen cosas y en definitiva en ese tipo de mecanismo empresarial que los emprendedores son capaces de inventarse en cualquier momento, justo cuando las cosas pintan peor.
Recuerden que nos gobiernan un grupo importante de señores que jamás pagaron una nómina a nadie, que no apostaron su patrimonio en ningún proyecto y que, en el peor de los casos, el mayor riesgo que corren en su periplo político es la indigestión por mariscos. Recordemos que eso no es exclusivo de uno u otro partido, que eso es un asunto de clase. Que la mayoría de los que dirigen nuestro destino pertenecen a una estirpe de trabajadores de partido, de gestores de visa a cuenta de otros, de la comodidad del sillón de alcántara y del coche oficial. Los unos y los otros nos dieron estos lodos. Da igual, es algo genérico y universal.
Esto depende de que la economía se ajuste al modelo que viene, que se ‘recupere‘ como dicen algunos. Va de que se establezcan modelos nuevos de crecimiento y los aceptemos. Va de que las leyes aporten algo y no que sirvan para alargar el sufrimiento. Va de buenos gestores y de buenas medidas. Va de vivir el crecimiento y de sentir que los tiempos buenos hay que construirlos. Va de eso. Pero también va de que decidamos avanzar independientemente de que alguien ponga en funcionamiento la cisterna que arranca el mundo. Va de que nosotros no debemos esperar. No tenemos tiempo. Siempre lo pensé, pero ahora es evidente que la vida que tengo es la que busco. Esforzarse en que tú vida sea lo que buscas y que buscar sea tu vida. Que en la búsqueda te sientas vivo y la vida sea siempre búsqueda. Encontrar, visto lo visto, es secundario. El trayecto es más interesante.
Rescate bancario y emprendedores
La semana pasada se cerró el período de rescate de la banca española. Algo así como lo del Prestige. Se lía parda y nadie paga. Bueno si, pagan los de siempre. En Galicia los que se quedaron sin trabajo o los que tienen el corazón en un puño pensando que en cualquier momento el vientre de ese trozo de chatarra engullido por el mar vomite más hilitos de plastilina. Algo así debieron pensar los titulares de preferentes cuando leyeron que la banca española ya está saneada.
Escuchar que ya tenemos un sistema financiero capaz de enfrentarse a los tiempos que vienen es de vergüenza ajena. Lo dicen mientras un ‘banco malo’ se atraganta de basura invendible o descuartiza los sueños de millones de personas. Ahora vuelve a ser aquella banca de ‘champions league’ pues de nuevo es un sistema financiero robusto y capaz de dar respuesta a las necesidades del Estado. Están a un paso de patrocinar alguna marca de cloroformo. La suerte que tenemos es que Zapatero no anuncia volver de momento, por lo que nos queda tiempo.
Frases que pasarán a la historia dichas por algún tecnócrata socializado y domesticado por las barra libre: “España es un ejemplo vivo de que los programas de ajuste de la UE-FMI tienen éxito si hay un auténtico compromiso con las reformas”. Pues ya está, todos tranquilos. Aquí paz y después gloria.
Sin embargo esto no es exacto. Que el rescate se puede dar por finalizado es cierto. Que es una buena noticia, también. Obviamente que te digan que ya no necesitas flotador es que debes saber nadar. El problema viene a costa de que has logrado mantenerte en la superficie. La diferencia entre Irlanda y España es notable en este caso. El hecho de que Irlanda haya renunciado también a pedir una línea de crédito preventiva al final de su rescate es una buena noticia porque muestra que Dublín tiene “capacidad de acceso al mercado”. Otra cosa es que eso sea factible para el resto que haga lo mismo. Esto no va de generalidades sino de asuntos particulares. Vivo en Dublín y aquí nadie enarbola pancartas publicitarias sobre su banca, todos saben que la cosa sigue siendo un barrizal. Pero veamos que quiere decir que ‘el rescate’ ha sido un éxito y que ya estamos en condiciones de pedir la Copa Davis bancaria.
La deuda publica y privada de España está en el 323% del PIB y sigue creciendo al contrario de lo indicado. El nivel de endeudamiento podría ser insostenible y, si bien es cierto que la mejora genérica de la economía se producirá a finales del año que viene, esta será tremendamente injusta y desequilibrada. Los que tengan tendrán más y los que van perdiendo se quedarán sin nada. La clase media sigue camino de la extinción y eso si es grave. Sino se acepta la realidad sufriremos mucho. Es preciso no lanzar mensajes que, en lugar de animar por el positivismo que reflejan, arruinan la razón y te hacen pensar que nada de lo que te cuentan es real. Tengo la impresión que se está pagando deuda con deuda y visto lo visto y quien nos dirige, eso tiene muy mala pinta.
Sin embargo no podemos negar la evidencia. Es verdad que el sistema financiero se ha saneado. Eso es bueno pues el sistema financiero es imprescindible. El problema es que ha sido puesto a punto a costa de varias cosas negativas.
La primera es que se ha creado un oligopolio bancario. Más de la mitad de la masa financiera y del negocio bancario se concentra en tres entidades gigantescas. Eso en la Europa o en la China popular es una evidencia de ‘concentración de poder’.
La segunda es que ha sido a costa de que haya menos crédito. El Banco de España ha publicado que este año hay un siete por ciento menos de crédito que el año pasado. El poco que hay, por cierto, es a un tipo de interés intratable. El crédito al consumo está en torno al quince por ciento y el hipotecario en Euribor más cinco o más seis, por lo que nadie se puede permitir el acceso al dinero prestado. Eso en mi pueblo es como decir que ‘no hay crédito’
También se dice que el rescate ha finalizado y ha sido saneado pero ha sido a costa de los ciudadanos que, no es que lo deban pagar sino que ya lo hemos pagado y con creces. De los 41.300 millones que se nos prestaron 11.000 se les robaron a preferentistas y similares. Eso ya es dinero perdido y que la banca no pagará nunca. Este tema, los ciudadanos, se lo están desayunando con calma desde hace tiempo y ya nadie se acuerda o prefiere no acordarse. Hay otros 36.000 millones que el FROB ya asegurado que están perdido y que no se van a recuperar jamás. Es bien sencillo, ese dinero no se puede devolver o el sistema ‘robusto’ y ‘saneado’ dejaría de serlo. Lo han dejado clarísimo. La factura del rescate la vamos a pagar todos y durante años. El único consuelo es que podría haber sido peor, pero el ‘rescate’ si tuvo factura.
Es como muy fácil volver a estar sano financieramente. Es como si te revientas toda la pasta que tenías en lo que te da la gana y cuando te dicen que tienes que pagar dices que no puedes o entrarás en quiebra. Entonces tus ‘amigos’ te dejan el dinero que necesitas para seguir adelante. Finalmente no lo devuelves alegando que ahora que estás saneado no es prudente o volverás a estar en quiebra.
Lo peor, lo que me pone la piel de escamas, es pensar que el Estado ha entregado, garantizado o avalado toda esta orgía de despropósitos, lo ha hecho en más de 330.000 millones para toda banca. ¿Donde estaríamos ahora si se hubiera destinado toda esa inmensidad de capital a ayudar a las pequeñas empresas productivas, a políticas reales de emprendedores, a la investigación y el desarrollo en campos tecnológicos o del conocimiento o, incluso, a rescatar a los ciudadanos que cayeron en las redes de la codicia y la riqueza de ladrillo?. Todo ese dinero destinado a crear un nuevo modelo de crecimiento o a estimular la economía en definitiva y no a enterrarlo en los balances de los que no tuvieron ningún cuidado.
Ser emprendedor no es cómodo y por eso debe ser crítico. No aceptemos lo que nos cuentan solo porque suena mejor. Las patrañas en celofán son igual de inservibles. Un emprendedor es un agente incómodo para la administración al preguntarse por qué tiene que pagar una cosa o acatar una decisión determinada, ya que ser emprendedor requiere un fuerte compromiso con la innovación pues precisa de ella para competir con empresas que estaban antes que él, ser emprendedor obliga a ser optimista, pues sin ese valor casi irreflexivo a veces no se conquistan nuevos territorios. Pero ser emprendedor exige ser crítico con tu entorno para facilitar la creación de riqueza y de supervivencia de un negocio a fin de crear empleo. No es lo mismo acudir al trabajo a las 9 y salir a las 5 a no tener hora de entrada ni salir nunca pues el proyecto que llevas entre tus manos requiere de concentración constante. Esa exigencia superior aborta cualquier imposición irreflexiva y te pone en alerta de la ineficiencia pública.
Individualmente colectivos
Ayn Rand era el seudónimo de Alisa Zinóvievna Rosenbaum, una escritora estadounidense de origen ruso que sostenía la convicción de que los gobiernos tienen una función legítima pero limitada. Uno de los fragmentos de su obra ‘La rebelión de Atlas’ escrito en 1957, encaja a medida con lo que estamos viviendo en estos tiempos y en nuestro entorno.
Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegido contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.
El informe del Observatorio de la Realidad Social que elabora Cáritas indica que en España hay tres millones de personas en situación de pobreza severa. Es gente que se enfrenta a una batalla cotidiana por la supervivencia con menos de diez euros diarios. En apenas un lustro esa cifra es el doble. En esos cinco años hemos pasado de poco más del 8 por ciento de paro a rozar el 27. De un cuarto de millón de familias donde ningún miembro trabajaba se pasó a más de dos millones. Sumemos a toda esa carnicería los casi cien mil desahucios que se han vivido y que se deben a que muchos confiaron sus almas a un banco sonriente que ahora firma el informe que les pone en la puta calle.
La renta media desciende y afecta directamente a la desaparición de la clase media tal y como ahora la conocemos. Durante los años de expansión económica no se redujeron las diferencias entre las clases más débiles y las mejor posicionadas puesto que el valor contable de gran parte de esa “clase media” no era más que un montón de créditos acumulados de manera indecente soportando una propiedad sobrevalorada hasta la vergüenza ajena. El cóctel que supone todo ello explota a diario como bombas de racimo entre los más necesitados. A medida que pasa el tiempo se cronifican los parados de larga duración, la huida de jóvenes desesperados y la precarización económica basada en un modelo de crecimiento de escaso valor diferencial.
A estos datos deben contraponerse otros que pasan de refilón a los afectados: los macroeconómicos. Los datos que indican que estamos en la senda del crecimiento. Tengo claro que no es tal todavía, la tasa final de 2013 será de un crecimiento negativo de algo más de un uno por ciento. El punto de inflexión está a punto de producirse y por desgracia parece que la importancia de este momento exacto no se está apreciando adecuadamente.
Los responsables de dirigir y estimular este proceso pueden estar dejando de lado la importancia real de este instante de la historia. Los elementos que deben aprovecharse para crear un nuevo patrón de crecimiento son de tipo exterior e interior. Tenemos un paisaje desolador pero precisamente es ese escenario el revulsivo par imponer un cambio radical en los modelos de crecimiento.
Estamos ante detalles que bien podrían ser indicativos, pistas, de que el pistoletazo para el cambio ha llegado. Un punto de partida que podemos aprovechar o no. Si lo dejamos en manos de los demás estaremos eliminando el factor fundamental de ese cambio latente: la intervención individual que permita una revolución íntima y profunda en la manera de entender la vida y la economía. Los tiempos del pasado no regresarán y aquellos frutos no madurarán. Esperar subsidios y ayudas por “derecho fundamental” dejará de ser factible y lo que no nos fabriquemos nosotros mismos nadie lo creará. Si no encuentras trabajo seguramente es porque no lo hay, no existe. Por lo tanto tocará inventarse uno nuevo. Crear expectativas mientras creas caminos. Andar mientras generas el modelo es la clave.
Los datos que arriba estaba listando son demoledores, horribles y que no dan muchas opciones. Es imposible revertir esa situación con políticas puntuales de plazo fijo marcado a cuatro años. Hace falta poner las luces largas y mirar mucho más lejos. Ayudar a quienes ya no podrán salir de esa situación y empezar a definir hacia donde debe ir este proyecto socioeconómico común. La innovación, el conocimiento, la educación emprendedora y la digitalización de nuestra existencia no será una opción, será la obligatoria tasa humanitaria que deberemos pagar si queremos aprovechar este momento histórico.
Si lo que hacemos es permanecer a la expectativa y en esa espera lo que se busca es recuperar los sectores cíclicos y débiles del pasado habremos entregado el futuro de nuestros hijos a la nada más absoluta. No es cuestión de que mundo le dejamos a nuestros hijos, sino que hijos vamos a dejarle al mundo futuro. Sino generamos talento, conocimiento e innovación a partir de la educación y la capacidad emprendedora en sectores de alto valor, el futuro será un desahucio moral y social.
Europa ha salido de la recesión lo que está mejorando el comportamiento de nuestro sector exterior, mediante un incremento de las exportaciones sumado a un magnífico año para el turismo extranjero gracias a la devaluación interna que hemos sufrido además de los conflictos que afectan a algunos de los destinos alternativos.
El ajuste sufrido por las familias y empresas, el empobrecimiento en términos de salarios, márgenes y precios de venta y en términos de cantidades por culpa del desempleo masivo, la contratación cada vez más centrada en la temporalidad, así como un fuerte proceso de desendeudamiento que ha permitido, con enormes costes sociales, una drástica recuperación de competitividad y un fuerte reequilibrio de los balances, tanto para las familias como para las empresas privadas no financieras. Aunque habrá creación de empleo neto en algunos trimestres del próximo año, la generación neta en términos anuales será prácticamente nula, en el mejor de los casos. Nos situamos en el 2015.
Y la recuperación de desequilibrios básicos (desde la reorientación del crédito hacia el sector privado, hoy aún muy escaso y selectivo, hasta la evolución del déficit y la deuda públicos) nos llevará aún al menos dos años, hasta el 2016. Y con la incógnita de una deuda pública que puede superar el 100% del PIB y que pone en riesgo la confianza de los mercados internacionales en la sostenibilidad de nuestra recuperación. Urge, en definitiva, seguir en los ajustes y las reformas y, sobre todo, no caer en la autocomplacencia a partir del argumento –cierto– de que vamos mejor.
Es este un momento de la historia en el que sigue siendo clave pensar en primera persona del singular para poder darle valor a la tercera del plural. Sujetar tu vida para generar riqueza en tu entorno. Perseguir sueños para transformar la vida del resto. Todo cuanto suceda sucederá porque tu mismo lo impulses, y eso en definitiva repercutirá en la dinámica de cambio que nuestra sociedad está preparándose para vivir. Es evidente que no todos han entendido hacia donde van los tiempos, que tren se acerca y puedes perder, ni que se vende más en la zona ‘e-‘ que en la zona ‘a’, que la economía digital no entiende de fricción y que la nueva economía requiere de líderes (patronales, sindicales, políticos,…) que se sientan cómodos en esta transición gigantesca que el ser humano está viviendo. A pesar de todo y de todos, el futuro será mejor y colectivamente ganaremos si somos capaces de darle el valor individual que construye la riqueza colectiva.
Rebajar el dinero que no existe
Draghi no hizo más que ratificar el problema con la rebaja de tipos de la semana pasada. Seguimos en parálisis. Es el síndrome del dinero electrónico. Algo así como el oro en la bolsa. Los ciudadanos creen tener mucho metal pero en realidad no tienen nada. Solamente que un porcentaje bajo de personas que consideran tener oro fueran a buscarlo no encontrarían nada. No hay tanto oro como el que dicen haber vendido.
La moneda europea es algo parecido. La banca asegura tener mucho pero no lo presta por vete tú a saber el motivo. Obviamente la rebaja de valor y de capital resultante que ha llevado a toda Europa a “devaluarse” de manera diversa y artificial sin tocar la divisa ha eliminado a la misma del circuito de equidad y por eso no hay más remedio que seguir aumentando su volumen objetivo devaluando lo que cuesta obtener un euro, el tipo de interés.
El problema es que en metálico hay muy poco en contabilidad real, es decir, en circuito legal. El resto de euros que dicen acumular son dígitos. Algo que a la bolsa y a los inversores de pantalla poco les importa pues es su propio oxígeno. (Me pasé unos cuantos años con todos esos mecanos sofisticados sellados en mis ojos cuando me dedicaba a la gestión de activos en bolsa). Todos digiriendo dígitos que no representan lo que dicen estar mostrando. Entre la economía real y la economía digitalizada (que no digital) hay mucha distancia.
El mínimo histórico al que estos señores de plástico han decidido poner el precio del dinero en Europa no es más que la evidencia de que los bancos no pueden prestar lo que no tienen. Me hace mucha gracia el término “banco malo” pues parece como si de un truco de magia se tratara y que pudiera hacer desaparecer (para siempre) los activos tóxicos (también es un término la mar de humorístico). Digamos que la acumulación de mierda que cada banco tenía no afecta si la pones en una esquina destinada a eso. Absurdo. Hasta mi hijo de 8 años me dice que “eso no está bien ni se puede hacer pues si acumulas los deberes del cole mal hechos en una libreta destinada a eso, tarde o temprano, te catean”.
Los bancos no pueden prestar por que no tienen dinero real. Si lo fabricaran el euro cada vez valdría menos y si eso es así los ahorros, incluidos los de estos señores que rebajaron ayer los tipos, no valdrían nada. Es jodido, pero sin ahorros no podrían vivir de rentas todos sus amigos y la aristocracia política que se ha instalado en la nueva (viejuna) Europa y eso hace que les cueste mucho poner en marcha la impresora de billetes. Además, si eso sucediera, se adelantaría el cambio de modelo y orden mundial donde Europa pasaríamos a ser países sumergidos frente a los emergentes.
Puede que sea este el motivo que Europa no devalúa. El miedo a perder el valor real en lo único que les queda sobretodo en el sur es absoluto. Sólo queda el valor de las finanzas y las rentas sociales en las entidades bancarias. Tocar eso es poner en jaque el sistema definitivamente. Cada vez hay menos liquidez en el sector privado y nadie parece darse cuenta que el reto no está en la gestión pública sino en lo que cada uno de nosotros podamos hacer independientemente de las meriendas de estos tipos.
El espíritu emprendedor es la mejor forma para afrontar con éxito el nuevo ecosistema económico y social en el que ya estamos sumergidos y que he explicado alguna vez. Da igual si sube o baja un punto el tipo de interés, aquí lo que toca es tener interés por el tipo de negocio que nos toca ahora afrontar como países sumergidos que quieren enfrentarse a los emergentes. Planes de estímulo en base a la gestión transversal de la tecnología y de adopción de patrones que mejoren la educación global de nuestro entorno. La gran asignatura pendiente es unir educación y empresa y que todo eso sea en base a proyectos de vanguardia tecnológica.
Me gusta pensar que tenemos una gran oportunidad y que todo prácticamente depende de que lo aceptemos. ¿Sabíais que toda la tecnología que uso la NASA en 1969 para poner al hombre en la luna cabe hoy en día en cualquiera de nuestros iPhones? Si el hombre de entonces llegó a la luna, con la misma tecnología en una sola de nuestras manos, ¿donde podemos llegar juntos?
La nueva economía implica una serie de cambios disruptivos a todos los niveles. Desde cambios en la cadena de valor, ya que las ideas son las que tienen importancia y no el soporte como en muchos de los modelos tradicionales, hasta cambios en los procesos y en la gestión de las organizaciones. Aceptar que este nuevo modelo implica nuevas condiciones y sólo aquellos capaces de inventarse un nuevo entorno laboral vinculado al nuevo modelo, te acerca al éxito.
El incendio no está extinguido, sólo parece controlado. Hay un nuevo modelo económico emergente que no precisará que se extinga el anterior. Crecerá al unísono a otro que se desmorona. Un modelo más digital, donde el individuo será protagonista de sus propia aventura, donde los negocios no dependerán de un vetusto Business Plan y pasarán a ser seres vivos con fechas de caducidad previsibles, donde la economía industrial dará paso a otra definida por los principios de la propiedad emergente y donde la gestión del conocimiento construirá sus propias autopistas y sus peajes. Tal vez todo esto sea innecesario pues, como dicen, seguramente no hay de que preocuparse. Será por eso que nos han puesto el dinero a precio de saldo… ¿Verdad?
'Empleo para el futuro' en ABC
Mi artículo de esta semana en ABC se titula “Crear empleo para el futuro”, y trata de ilustrar la que considero mala digestión, que de este momento histórico, está viviendo la mayoría de países de nuestro entorno. Intento definirla como un escenario que está lejos de ser una crisis de tipo financiera o monetaria y que para la creación de empleo de calidad y con garantías de futuro hay que trabajar de manera seria en ello. Hablo de que es mejor dejar las simulaciones que nos hacen ver “burros voladores por donde no sopla ni el viento“ o “simulacros de inversión o de mejora donde lo que hay es parálisis y tarifa plana“. En el artículo defino en parte la “hoja de ruta” que interpreto deberíamos de asumir todos, inclusive los que se miran todo desde la barrera.
A continuación, os dejo el texto completo del artículo:
Crear empleo para el futuro
La tripulación dice que mires hacia la derecha. Por mi escotilla se puede divisar el Montblanc. Imponentes sus casi cinco kilómetros de altura te dejan pensativo. Se asoma entre la Europa decadente y la que dice estar saliendo de la crisis. Mirarlo en un día claro es ver la mancha que divide esas dos ‘Europas’ que no dejan de ser una misma pero mal interpretada. La mala digestión de este momento histórico por parte de la mayoría de países de nuestro entorno está lejos de ser una crisis de tipo financiera o monetaria. A parte nos quedan las simulaciones que nos hacen ver burros voladores por donde no sopla ni el viento. Simulacros de inversión o de mejora donde lo que hay es parálisis y tarifa plana. En lugar de vanagloriarse de que alguna personalidad tecnológica destacada decida invertir en constructoras con balances complejos, lo que se debería de hacer es localizar el problema real y no continuar con el engaño siniestro que nos podría hundir por mayor tiempo y desaprovechar la oportunidad que tenemos frente a nuestras narices y que, quienes deberían, no ven.
Siguen habiendo dudas sobre la capacidad de retornar inversiones en países como Grecia, Italia, Portugal o España por ejemplo. Se preguntan si estamos en condiciones de ser competitivos en un mundo global y por ello de ser atractivos a dicha inversión en el futuro. En España, por ejemplo, siempre habrá negocio, eso es evidente pues cincuenta millones de individuos lo generan por combustión espontánea. Pero ¿será atractivo siempre? El inversor medio busca rentabilidad y en ese punto localiza destinos atractivos.
Llegan noticias de que se trabaja para devolvernos a la ficha de salida. Eso es algo terrible. Inversiones millonarias en promociones inmobiliarias que nos conducen de nuevo a una vida anterior como si no hubiéramos aprendido nada del desastre monumental que hemos vivido. Se pretende convertir otra vez a este país en un polo de atracción por la vía de la construcción y el turismo. Dos sectores focalizados en la mano de obra (cada vez más barata) y no en el conocimiento o el valor añadido. Las cifras del paro en los próximos meses demostrarán que esta estrategia solo conduce al trabajo temporal y mal remunerado.
La solución para salir de este círculo vicioso pasa por la creación de empresas que aporten empleo de calidad. La austeridad a la que está siendo sometida la sociedad española (y europea) no tiene sentido si con esa política no se desarrollan planes de futuro y que impulsen modelos de crecimiento distintos. No vale de nada endurecerlo todo para luego volver a potenciar al sector que nos llevó al abismo o a la generación de empleo que nos encierra en una especie de microburguesía low cost que asusta. La mitad de los jóvenes en España está en paro. No tiene sentido mantener los modelos formativos que los empuja a las listas de desocupados y pretender que todos sean lo que no pueden ser. La huida es masiva. Aquí lo que hace falta son políticas concertadas que conduzcan nuestro modelo productivo a una economía del conocimiento, tecnológico y de alto valor que pueda complementarse de manera equilibrada con cuanto teníamos y que podemos recuperar ordenadamente.
La revolución que vive el mundo, mucho más que una crisis, responde al posicionamiento de las piezas de un puzzlesocioeconómico y vital entre hombres, tecnología y política. Una economía en funcionamiento que se ajuste a la nueva realidad precisa de compradores y de vendedores y si queremos vender conocimiento español deberemos de activar todos los mecanismos para que así sea. La empresa privada, la banca, los sindicatos, la política, la prensa y la sociedad deberán poner de su parte. Todos están en condiciones de entenderlo pero no todos están dispuestos a hacerlo.
La empresa privada está a contrarreloj y las prisas suelen ser malas consejeras. La banca mantiene el discurso del saneamiento que no se cree ni el famoso Tato pues con un banco malo no se deja de ser el ‘ídem’. Los sindicatos a sus cosas (y nunca mejor dicho), la política valiéndose de su posición aristocrática para no meterse en el barro, la prensa dudando de cual es el discurso correcto y luchando contra un cambio de tiempo (que les pilló a destiempo) y la sociedad descubriendo que es eso de dejar de ser clase media. Con este panorama cuesta aprovechar el momento y darle la vuelta a la colcha.
Cuando en el siglo XIX entró una máquina de vapor a una fábrica de 400 trabajadores para que la llevaran sólo dos, hubo 398 personas que creyeron estar en una crisis absoluta y no sabían qué hacer. La sociedad nombró “crisis Industrial” a lo que siglos más tarde hemos llamado “Revolución Industrial”. Aquella sociedad aprendió a colocar a todas esas personas en diferentes sectores y a mejorar la vida de todos. Nosotros estamos aprendiendo a modificar nuestros ritmos vitales, económicos, sociales, políticos para que la gente se incorpore en esta revolución tan absoluta. Las culpas están repartidas en diferentes medidas y estamentos. Está claro que hay gobiernos que han hecho menos que otros, hay sociedades que abusaron del crédito y de la especulación absoluta, o que España no aprovechó las bonanzas para impulsar un cambio de modelo de crecimiento. Aún así, la respuesta al momento actual no está en recuperar nada, ni en hablar de crisis, sino en intervenir teniendo en cuenta que estamos viviendo una revolución en todos los sentido
Para poder vender hay que seguir con la austeridad y ajustar costes en todos los ámbitos. Esto no es solo un tema de ajuste salarial, también tiene que ver con reducción fiscal y así pelear contra la miserable curva de Laffer en la que tanta presión tributaria no consigue recaudar más dinero sino todo lo contrario por pura estrangulación.
Si queremos convertir a España en una verdadera potencia económica, esta vez no basada en la especulación y en acumular ladrillos en cualquier solar recalificado o si lo que deseamos es ver los modelos productivos vinculados al conocimiento y la tecnología, nos conviene a todos irnos dando cuenta de que esto no es una crisis y que no hay nada que recuperar, que lo que nos toca ahora es aceptar el nuevo momento, aprovechar la oportunidad, apoyar a los que peor lo están pasando y ajustar el gasto y conducirlo a donde realmente puede aportar valor.
Asusta pensar que esa hoja de ruta que nos debe conducir de un entorno en quiebra a otro de alto valor económico esté en manos de la clase política actual. Una casta que no son capaces de conectar las luces largas de la alta estrategia y se limitan a mirar el futuro en fragmentos cuatrianuales. Ahora más que nunca toca hablar de lo que importa, diseñar el modelo y actuar. La fiesta está apunto de empezar. El cambio de modelo es inminente y los ciudadanos pasaremos lista, quien no esté ahora se lo va a perder y además lo recordaremos.
Aprovechar el momento económico
Sabemos de países que crecen por encima del cuatro por ciento y la miseria campa por las esquinas. Salir de la recesión no es más que un derivado aritmético que en estos tiempos precisa de otras variables para poder decir que “vamos bien”. Es cierto que España saldrá de “la crisis” en un par de años largos, es cierto que en términos comparativos podremos interpretar que las cosas subirán y bajarán según la estación del año pero que, de algún modo mágico, los datos macro irán ofreciendo tendencias positivas.
A fecha de hoy ya se pueden identificar algunos puntos a favor del final de un túnel que unos llaman crisis con cambios importantes y otros llamamos cambio de época a través de una crisis como detonante. Da igual, lo importante es que el momento es histórico y como tal debe vivirse, verse y trabajarse.
Salir de la recesión, la consolidación fiscal, la corrección en el sector exterior con una balanza comercial más equilibrada, la inversión extranjera en aumento, un turismo batiendo todas sus marcas de ingresos, una industria del automóvil tomando impulso como en épocas lejanas, sorprendentemente un aumento de la confianza de los consumidores, recuperación del índice de producción industrial, el Ibex liderando las bolsas europeas, el coste por endeudamiento público mucho más bajo y en definitiva una serie de factores que hacen pensar que estamos en la antesala de otra oportunidad de subirnos a algún tren.
Hay riesgos importantes como que la inflación anual estimada del IPC en octubre de 2013 es del –0,1%, de acuerdo con el indicador adelantado elaborado por el INE. Este indicador proporciona un avance del IPC que, en caso de confirmarse, supondría una disminución de cuatro décimas en su tasa anual, ya que en el mes de septiembre esta variación fue del 0,3% y, técnicamente estaríamos entrando en deflación. Mal asunto pues demuestra que tal vez, esos datos del consumo son derivados de una campaña turística buena y no de un modelo sostenido. Parecido a los datos fraudulentos que nos exponen sobre el paro cada cierto tiempo. ¿Entramos en deflación?
Por desgracia los que dicen ser responsables de dichas mejoras seguramente les ha pillado por sorpresa y aseguran que, con paciencia, todo llega. La ley universal del péndulo económico juega a favor de quienes recogen un mal escenario y son capaces de aguantar con su cara de tabique. Al final todo pasa. Sin embargo ahora no es como otras veces. Esto no es una crisis y difiere mucho de que se pueda aprovechar el momento como cuando se sale de una. Esto tiene que ver con la sistemática mejora de un modelo socioeconómico al que nos podemos apuntar o no.
España está de oferta y ofrece gangas para la inversión foránea. Eso permite que llegue inversión pero en términos generales no arriesga pues la imagen exterior es muy nefasta. Una clase política que hace mucho daño a como se nos ve. Se han hecho estragos y todavía son muchos los indicadores que utiliza el inversor profesional los que dan datos de pura pena.
Si los que deben generar cambios, estimular mejoras y situar en el centro de la competencia todo nuestro modelo económico siguen más preocupados en que no se detecte su ineficiencia y su mediocridad, no lograremos nada. El último informe Doing Business que elabora el Banco Mundial y que clasifica a 189 países por sus ventajas para la actividad empresarial lo certifica: la posición española baja de la plaza 44ª de 2012 al 52ª, ocho puestos de golpe, lo que supone la posición más baja desde 2006, el primer listado y el descenso más brusco en un año.
Esto es básicamente por que la tomadura de pelo es consustancial al hecho político en España desde tiempos de la creación. No creo que exista ningún político, banquero o miembro de la aristocracia social que no incluya en cada dos frases la palabra emprendedor. Emprender, emprender, emprender, esa es el verbo mágico si quieres quedar ‘cool’. Tan pronto te monto una ley como que te organizo un evento repleto de aspirantes. Pero la verdad es la que es. Montar un negocio en España es un drama por las dificultades para abrir, por la complejidad para vender y por los altos costes que tiene financiarlo.
Pese a los reiterados anuncios de reformas para facilitar la creación de empresas, España sigue siendo uno de los países del mundo en que resulta más difícil poner en marcha un negocio. En concreto, España ocupa el puesto 136º de los 185 países examinados en ese mismo informe Doing Business 2013 en cuanto a la facilidad de crear una empresa. A pesar de que ha mejorado todavía hacen falta 10 trámites y 28 días, un coste equivalente al 4,7% de la renta por habitante y un capital mínimo que representa un 13,2% de esa renta por habitante. Absurdo. Se podrían hacer tantas cosas.
Hoy se publica una entrevista que me hicieron en La Vanguardia y que en una de sus partes explica como interpreto el momento económico. Considero que este momento de relevancia y de posible apunte hacia un nuevo destino depende de que se entienda el verdadero punto de partida.
-A la hora de valorar las cifras de paro que tiene España, ¿es de los que busca culpables en los gobiernos e instituciones o prefiere hacer autocrítica de nuestra actitud individual como sociedad?
-Tengo una percepción personal de que nosotros no estamos viviendo ninguna crisis concreta y de que estos datos pueden ser las características de algo que se traduce como crisis, pero que es algo muy intenso, como una revolución en todos los términos: sociedad, economía, relaciones humanas y relaciones con la tecnología.-¿Me quiere hacer ver que no estamos pasando por ninguna crisis financiera o económica?
-Cuando en esa época entró una máquina de vapor a una fábrica de 400 trabajadores para que la llevaran sólo dos, había 398 personas que creían que estaban en una crisis absoluta y no sabían qué hacer. La sociedad aprendió a colocar estas personas en diferentes sectores. Nosotros estamos aprendiendo a modificar nuestros ritmos vitales, económicos, sociales, políticos para que la gente se incorpore en esta revolución tan absoluta. Las culpas están repartidas en diferentes medidas y estamentos. Está claro que hay gobiernos que han hecho menos que otros, hay sociedades que abusaron del crédito y de la especulación absoluta, o que España no aprovechó las bonanzas para impulsar un cambio de modelo de crecimiento. Aún así, la respuesta al momento actual no está en recuperar nada, ni en hablar de crisis, sino en intervenir teniendo en cuenta que estamos viviendo una revolución en todos los sentidos.-Usted fue de los primeros en vaticinar esta situación en su blog personal. ¿Cree que ahora podría decirme cuánto nos queda para salir de este pozo?
-Deduje, más que vaticinar. Y lo que dije es que se desencadenaría, como así ha sido, un proceso económico que tendría un final infeliz. Lo que no tenía claro es que se produciría por lo que yo intento defender, algo que tiene que ver con una cosa más sistémica vinculada a diferentes aspectos, especialmente el de la tecnología, que está cambiando todos los ámbitos que van desde la transmisión de conocimiento a la distribución del trabajo. A mí me gustaría decir que el cambio es inminente, pero no es así. Nos queda un periodo largo de estancamiento económico y social que podría alargarse durante 4 o 5 años más. Las comparativas, que es lo que se va a poner de moda a partir de ahora, nos dirán que empezaremos a tener buenas noticias y esto es bueno que se vaya incorporando en nuestro lenguaje porque la percepción social ayuda a que las cosas mejoren más rápido.
Emprendedores incómodos
El titular del post de hoy responde al que la Agencia Efe destacó de modo similar tras entrevistarme la semana pasada. Considero que el discurso favorable a los emprendedores y toda esa merienda de apoyo y soporte por parte de la administración no es más que papel mojado. Creo que el emprendedor no es el cuerpo social más agradable para la administración por diversos motivos.
Un emprendedor es un agente incómodo para la administración al preguntarse por qué tiene que pagar una cosa o acatar una decisión determinada, ya que ser emprendedor requiere un fuerte compromiso con la innovación pues precisa de ella para competir con empresas que estaban antes que él, ser emprendedor obliga a ser optimista, pues sin ese valor casi irreflexivo a veces no se conquistan nuevos territorios. Pero ser emprendedor exige ser crítico con tu entorno para facilitar la creación de riqueza y de supervivencia de un negocio a fin de crear empleo. No es lo mismo acudir al trabajo a las 9 y salir a las 5 a no tener hora de entrada ni salir nunca pues el proyecto que llevas entre tus manos requiere de concentración constante. Esa exigencia superior aborta cualquier imposición irreflexiva y te pone en alerta de la ineficiencia pública.
A las 3 de la madrugada quedan muchas luces encendidas, son ingentes manadas de corredores de fondo que siguen preparando sus proyectos, que dejaron de dormir pues sueñan despiertos. Cuando no puedas más, mira por la ventana, observa, en tu ciudad, en tu país, en el mundo, hay millones de luces abiertas, de pantallas, de bombillas pequeñas, de alógenas, blancas o tibias, todas dan luz a un rostro cansado pero repleto de ilusiones, una hora tras otra, un día tras otro, una vida tras otra, todos tecleando, dibujando, en el aire, en la computadora, todos, pensando: “es posible”. La entrevista que me hizo José Castán de la Agencia Efe se divide en dos partes. La primera es de reflexiones del tipo más económico y emprendedor y la segunda atiende a la presentación del libro ‘Una Hormiga en París‘
Marc Vidal: el emprendedor “no es algo agradable” para el Gobierno
JOSE CASTÁN | MADRIDLUNES 28.10.2013
Marc Vidal emprendedor, empresario, analista económico, blogger y especialista en startups señala que “lo que tiene que hacer el Gobierno es ponerse a trabajar, que facilite a los emprendedores el poder emprender” porque lo que “no tiene mucho sentido es que a un emprendedor que se acaba de poner en marcha, en su primera factura le metan un 42% de costes añadidos sobre lo que me va a facturar que no es para él, tanto el IVA como la retención del IRPF”.
Encarecer el producto
De esa manera, añade Marc Vidal, “se está encareciendo su producto, generando muy poco con lo que le queda, con lo que no puede reinvertir y sobre todo no puede contratar a nadie”. Además, “los costes en este país para contratar a alguien son los que son y están fuera de lugar para el momento en el que estamos”. Por ello, lo primero que debe hacer el Gobierno, en lugar de aprobar leyes que son “difíciles de llevar a cabo”, es cambiar “la política fiscal, fundamentalmente, para los emprendedores tecnológicos”. En su opinión, un emprendedor no es solamente una persona que decide poner un modelo de negocio en marcha sino “alguien que va a tener que arriesgar su patrimonio o el de aquellos que han decidido apostar por él, que va a tener que innovar para enfrentarse a la competencia y que según avanza se preguntará porqué tiene tantas trabas”.
No sólo un soñador
Marc Vidal lamenta que la sociedad de a los emprendedores “un papel de alguien qué está todo el día soñando proyectos”, cuando se trata de “un tipo que se está enfrentando todos los días con un montón de problemas e impedimentos”. Por ello, considera que lo que mejor pueden hacer los Gobiernos con los emprendedores es “no meterse mucho porque cuando intervienen es un inconveniente”. Se perdió “una oportunidad para fomentar el emprendimiento cuando este país crecía. Ahora vamos con prisa” “Si dejan un poquito de espacio y ese espacio son políticas fiscales, rebajas impositivas como a la fundación de una empresa, sería todo mucho mejor”. A su juicio, se perdió “una oportunidad para fomentar el emprendimiento cuando este país crecía. Ahora vamos con prisa”.
Marc Vidal cree que el problema es que los políticos “no tiene luces largas”, ya que la política trabaja “a cuatro años vista en el mejor de los casos, incluso menos, porque se pasan un año de campaña previa”. De esa forma “no pueden interpretar el verdadero momento histórico en el que estamos, en el que se desaprovecharon años de bonanza a un nivel como nunca habíamos tenido y se podía haber reinvertido en cambiar el modelo de crecimiento, darle riqueza al PIB en lugar de especulación”.
“Si se hubiese aprovechado ese momento ahora estaríamos hablando de otra cosa. Fue entonces cuando se tenía que haber hablado de emprendedores”, argumenta. “Ahora se habla de emprendedores porque así parece que quedas bien. Antes tocaba hablar de redes sociales y ahora de emprendedores pero la realidad es que estos señores (los políticos) dicen apoyar tanto a los emprendedores y les meten un 42% a los autónomos.”.
Marc Vidal presenta el libro “Una hormiga en París” o cómo innovar sin saberlo
Marc Vidal se decidió a contar su viaje a París de hace más de veinte años, tras una conferencia y darse cuenta de que muchas técnicas sobre innovación y emprendimiento que se estudian ahora en las escuelas de negocios se asemejan a las que inconscientemente planteó para mantenerse en París.
Este empresario y analista económico, que ahora está embarcado en la startup además de otras colaboraciones, explica que “Una hormiga en París” trata de su viaje a París y cómo hace para poder estar más en esta ciudad que las dos semanas previstas. “Encontré una oportunidad al observar a un grupo de músicos y a partir de ahí inicié una serie de elementos que años después he ido sabiendo que lo que hice allí fueron modelos de innovación, básicos, pero que responden a un estudio de mercado”, apunta.
Su primer plan de negocios
Vidal reconoce que el pasaje del libro en el que se acerca a los músicos y coge una gorra para recolectar unas monedas por la actuación de éstos, no es su primer momento emprendedor.”Mi primer emprendimiento fue con doce años cuando en el colegio nos intercambiamos cromos”. “Yo confío en que si tengo muchos más cromos accedería a esos que nadie tenía, para ello tenía que comprar muchos cromos y pensaba que ganaría dinero con los cromos que nadie tiene porque los vendería”. Entonces, añade, “presenté a mi madre un plan de negocios en una hoja y básicamente le dije que si tu me das dinero, yo te voy a conseguir más, pero no funcionó”. “No contaba con un elemento clave como es que las marcas que fabricaban los cromos no editaban algunos precisamente para que entráramos en esa dinámica de búsqueda”.
Experiencia en París
Marc Vidal con el tiempo se ha ido dando cuenta de que su experiencia en París, demostraba que dentro tenía un emprendedor en potencia. “Detecté una oportunidad, le cojo la gorra sin pensar, pero luego percibí que lo que hice me daba beneficios y a partir de ese instante se inicia una relación con estos músicos orientales, de los que aprendí mucho pero a los que yo tenía que ir aportando algo. Les empecé a proponer cosas, algo difícil hasta que uno de ellos se hizo mi mentor, él era el jefe y yo su director de innovación”.
Para Vidal, su viaje a Francia no tiene que ver con la salida de jóvenes ahora de España en busca de un trabajo que no encuentran aquí. “Yo no me fuí huyendo de nada sino más bien persiguiendo algo”. No obstante, reconoce que algunos de estos jóvenes si que “buscan encontrar su sueño”, al tiempo que lamenta que que la “huida” de estos jóvenes, sea “sin vuelta porque cuando “encuentras con mucho esfuerzo algo en un lugar, es difícil volver”. “Eso no quiere decir que sea malo no volver sino que el problema es cuando esta huida es tan masiva desde el punto de vista del talento, de la capacidad y del futuro porque es precisamente el futuro lo que se le escapa a un país”.
El imperio de las Cigarras
La semana pasada me entrevistó para ‘La Gaceta‘ el periodista Alvaro Medina. Durante más de una hora estuvimos charlando sobre mi último libro, sobre economía y acerca de que es lo que ha pasado realmente en los últimos años. Os transcribo la entrevista de la que destaco el titular por ser claramente la exposición de lo que pienso. Sigo creyendo que una sociedad que no sueña, que no tiene espíritu de sacrificio, que no arriesga y que no decide por si misma es una sociedad muerta.
Marc Vidal: ‘Hemos vivido en el imperio de las cigarras’
ÁLVARO J. MEDINA“Luchar por los sueños propios es la receta más importante que debe aplicar cualquier emprendedor a la hora de montar un negocio por su cuenta”, afirma el analista económico.
Marc Vidal, emprendedor e innovador de éxito y también de algún fracaso. “De éstos últimos también se aprende”, indica en su libro. Su premisa principal es perseguir los sueños, sean cuáles sean, y buscar el cómo y el por qué para poder alcanzarlos. El qué, a su juicio, es lo de menos.
“Luchar por los sueños propios es la receta más importante que debe aplicar cualquier emprendedor a la hora de montar un negocio por su cuenta”, indica su último libro ‘una hormiga en Paris’ en la contraportada. En una entrevista para GACETA.ES, ha reafirmado.
En 103 páginas narra la esencia de su experiencia personal y profesional, ‘olvidando’ en algunos momentos los pasajes de este camino. “Son 20 años de sucesos personales”, ha considerado Vidal, muy metido en la era de Internet, a la que se adelantó, abriendo un blog
en la dédaca de los 90, cuando Internet aún era un gran desconocido para familias y usuarios. Un adelanto que le llevó a un fracaso, que superó años después.Sus pinitos se iniciaron con un blog en 2004, en el que cuenta tanto la realidad y como términos económicos, tan difíciles de entender a veces por el público en general, para que los entendiera hasta su madre. El resto de su éxito y la propagación de sus escritos fue avanzando poco tiempo después.
Pese a ser emprendedor y por tanto empresario, Vidal también ha trabajado por cuenta ajena, es decir, a las órdenes de algún jefe que puede cortar las alas para alcanzar el propósito a realizar. No obstante, se las ha apañado para que dentro de las empresas en las que trabajaba convencía a los superiores para tener esa sensación de libertad.
¿Hay muchas cigarras en España?, se le pregunta en la entrevista. Vidal responde: “Hay muchas. Hemos vivido en el imperio de las cigarras. Llega el momento de las hormigas”. En este sentido, ha destacado que el sector público debe abrir la puerta a la iniciativa del sector privado para poder superar el “complicado” momento que vive la economía española.
El objetivo que debe ponerse un emprendedor es lo de menos, lo importante es responder al cómo y por qué conseguirlo. “El dinero no debe ser el único objetivo”, ha matizado. De los tropiezos también se aprende. “He tenido alguno”, ha dicho, del que se ha recuperado algunos años después.
Para el éxito en el emprendedor, destaca la “capacidad de escuchar” y de aprender de quienes saben más. Asimismo, ha destacado que tener un equipo de trabajo es importante, ya que permite “flexibilidad”, “descubre talento”, las ideas se ponen en común, e incluso de quienes no saben de algún tema en concreto que se debata en determinados momentos.
“La actual crisis económica ha cambiado los hábitos empresariales”, ha señalado. Al respecto, ha considerado que “antes los clientes se acercaban a las empresas, ahora son las empresas quienes deben buscar a los clientes”. Por este motivo, ha afirmado que las empresas “tienen el deber de escuchar” a los compradores de servicios y mercancías.
Según Vidal, en España se ha innovado poco durante la época de expansión económico y es mucho más difícil poder hacerlo ahora, en plena crisis. “La innovación es un valor”, ha subrayado. Y es que, ha indicado que en pleno apogeo, se ha perdido la oportunidad de hacerlo. Por otro lado, ha señalado que la industria no estuvo a la altura para hacer frente a la caída de la construcción.
Asimismo, publicará un nuevo libro en 2015, titulado “Fin”, donde tratará de buscar a los responsables de esta crisis y cambio de época.
El decálogo de Marc Vidal que aparece en su libro ‘Una hormiga en París’
1.- Atender una necesidad.
2.- Establecer una manera de lograrlo
3.- Localizar una oportunidad
4.- Observar el mercado
5.- Establacer cambios radicales pero de forma progresiva
6.- Recurrir a la diversión
7.- Explorar nuevos territorios
8.- Modular un plan comercial distribuido
9.- Organización en beta constante
10.- Saber poner punto y finalMarc Vidal fue seleccionado como una de las personas más influyentes en España y su blog está situado entre los diez mejores de habla hispana galardonado con los Euroblogs Awards 2009 al mejor blog europeo. Habitualmente vive en Dublín aunque realiza más de 200 viajes al año. Ha publicado anteriormente dos libros: Crónica de una crisis anunciada y Contra la cultura del subsidio.
Detalles de la EPA
Si alguien aterrizara en España recién llegado de Urano podría creer que lo hace en un país donde todo lo que le dijeron que pasaba y por lo que pasaba el día que embarcó en aquel lejano planeta ya pasó. Un viaje desde los confines del Sistema Solar es largo y digamos que lo empezó hace cuatro o cinco años. El personaje en cuestión hubiera podido escuchar y leer que aquí ya hemos empezado a disfrutar de la “recuperación” económica que nos llevana anunciando desde hace siglos y que además, por si alguién tenía dudas, empieza a crearse empleo o algo parecido.
Obviamente en unos días el uranés se habría dado cuenta que lo único que falta en este país es sentido común, un poco de análisis y que se explique en foros autorizados la realidad.
Es de pena mantener el discurso, que analizaré otro día, sobre la supuesta buena salud del renovado sistema financiero. Ahora todos (los que quedan) ganan mucho dinero y pueden vanagloriarse de ello. En realidad lo que hacen es que dotan menos para así tener cuadros contables más chulos. Incluso hay quien dice que ahora ya tenemos un sistema financiero que soportará bien los tests de stress ya que lo malo se lo ha quitado de encima. ¿Dónde está todo lo que antes era tóxico? En tus impuestos, en tus recortes, en tu FROB y en un cúmulo de mierda acumulada en un banco malo que tarde o temprano pagaremos todos. Ya digo que creerse que esto ya se ha arreglado por arte de magia o por las “reformas” del ejecutivo vamos dados. Esto es más complejo.
Ahora bien, miremos la absurda fiesta montada con lo de que el paro baja.
El dato en el que debemos fijarnos es en el número de cotizantes. Dicen que la cifra del paro registrado, según la EPA, evoluciona positivamente. Eso es cierto pero que quede claro que eso no precisa necesariamente que se esté creando nuevos empleos por ejemplo si los parados que entran en edad de jubilación superan al número de nuevos ciudadanos con edad de trabajar o con intención de hacerlo. Eso en España es un número negativo pues se prolonga mucho el ingreso al mundo laboral.
También es factible que la EPA evolucione positivamente a pesar de no crear empleo si los desempleados emigran y no son reemplazados con nuevos demandantes de empleo inmigrantes. Esto es obviamente algo que tambén está sucediendo de manera efectiva.
Cuando la cifra de cotizantes no para de bajar a pesar de que aumentan autónomos y trabajadores de tiempos partidos y de empleos precarios. Es evidente que la caída de empleo real y consistente está llevándose por delante la clase media.
Hay que pensar que los parados que ante las dificultades de encontrar empleo se intentan reciclar o esperan emprendiendo montar un proyectos son borrados de la lista de demandantes por lo que, aunque no estén técnicamente trabajando de manera efectiva, ya no son parados.
Pueden seguir inventado escenarios que la cosa es más pesada que el plomo. La clase media es el mecanismo por el cual la Hacienda pública se aguanta y es el garante del Estado tal y como lo conocemos en los términos de bienestar social. Los países ahora dejan de estar en las listas de los desfavorecidos no por el puesto que ocupan sus ricos en el ranking de los que más tienen, sino por la dimensión y superficie de su clase media. Pero parece que la clase media está en franca decadencia. Estamos asistiendo a su destrucción, algo que no será inmediato sino prolongado en el tiempo.
Frases malditas
Hay tres frases malditas en mi vida. “Esto siempre se ha hecho así”, “Eso no es posible” y, la peor, “ten cuidado, nunca has estado allí”. La primera es típica en los debates de innovación empresarial. La segunda es típica en entornos económicos donde no se examinan parámetros fuera de la lógica convencional. La tercera se refiere a no irse a lugares desconocidos a tomar impulso y a proyectar desde lo desconocido. A mi esta última me estimula especialmente. Ser emprendedor es algo más que definir un modo económico, tiene que ver con la actitud y con la voluntad de tomar el control de tu propio destino. No es siempre factible pero tenemos la obligación como género de no permitir que se nos anule. Yo sólo conozco una manera, hay otras, la mía es emprendiendo.
Cada uno de los miles de emprendedores que ahuyentan los miedos a fuerza de no reconocer las limitaciones aparentes son los que despertarán una sociedad cloroformizada que se ha idiotizado al extremo. Como representantes de esa cuerpo social anestesiado, incapaz de afrontar el reto de dirigir su propia existencia pero consciente de que su vida es un privilegio socioeconómico como nunca otra generación había tenido la denomino “microburguesía low cost”.
A partir de ahora mismo nos adentraremos en los valores de una sociedad que decidirá en los próximos años si esto es una “oportunidad gloriosa” o una “situación sin posibilidades”. Cuando una sociedad queda a expensas de la marea es una sociedad muerta.
Hace años, en invierno, tenía el gusto de dar una conferencia en el auditorio de La Cartuja de Sevilla a un millar de alumnos de Económicas de diferentes facultades andaluzas. Suelen ser de último curso. Cada año, en la mitad de la charla formula la misma pregunta:
- ¿Cuántos de vosotros tiene previsto emprender alguna cosa, proyecto, negocio o lo que sea en los próximos cinco años? La respuesta cada año fue a peor. Normalmente apenas una decena levanta la mano. Luego vuelvo a inquirir:
- Entonces, ¿cuántos tiene como deseo ser funcionario?
Los brazos aumentan en alto pero tampoco es que sea un bosque lo que se muestre frente a mí. Finalmente cuestiono si el resto, mucho más de la mitad de los estudiantes, ¿quiere ser prostituta, traficante de armas, concursante de Gran Hermano o futbolista? Las risas que se suelen producir te dejan helado.
Ellos no tienen la culpa, la culpa es del entorno que hemos fabricado y que adormece el deseo de ponerse en marcha. Todo es tremendamente fácil y ha llegado a ser tan sencillo ser burgués que no es preciso ni serlo para disfrutar de esa condición. El consumismo desaforado no precisa de tener dinero, sólo es imprescindible que alguien te lo deje.
En esa conferencia sevillana anual cinco o seis alumnos se acercan al final. Incluso, en una ocasión, una chica se dirigió con lágrimas y tremendamente emocionada. Me dijo que “ella era una de las que me habían entendido”, que iba a mirar como coger “las riendas de su propia existencia”. No niego que eso deja a uno con la cara desencajada y con serias dificultades para contestar. Suele pasar, sólo es preciso atender y atacar el problema: la pasividad de una sociedad que se pone de somníferos antes de arrancar cada mañana, de modo que no puede ser crítica con nada que le envuelve, y mucho menos con capacidad para disponer de las características que tuvieron otras sociedades anteriores, esos colectivos que nos concedieron la mayoría de los privilegios que ahora disfrutamos nosotros y que tan mal gestionamos.
Por primera vez desde la II Guerra Mundial, esta nueva hornada de jóvenes vivirá peor que sus padres. La falaz mejora en viajes, estudios y medios es una sensación de riqueza ilusoria para los jóvenes contemporáneos, ya que surge de un modelo de dependencia parasitaria familiar. El número de jóvenes en España que dispone de una independencia económica plena, disminuyó desde el 26% en 2004 al 11% en 2011 y eso se está extendiendo por toda Europa. Cuando esos alumnos ya maduros se incorporan al mercado laboral sólo les quedan contratos de tipo temporal para el resto de sus días. Son gente que pueden entrar en el mercado laboral a los 35 años y encontrarse con un Expediente de Regulación de Empleo a los 50.
Quioscos sin periódicos
Hay noticias que demuestran la difícil sintonía entre la política, la administración y los tiempos que nos tocó vivir. Leí el otro día que “el Ayuntamiento de Barcelona garantizaba la continuidad de los quioscos hasta el 2030”. En concreto sacará a concurso 394 puestos de prensa asegurando que los concesionarios en activo sigan su negocio. Una noticia que me lleva a recordar, guardando las diferencias, aquella otra que surgió en Andorra hace unos meses.
Es evidente que no habían entendido hacia dónde van los tiempos, qué tren se acerca, ni que se vende más en la zona ‘e-‘ que en la zona ‘a’, que la economía digital no entiende de fricción y que la nueva economía requiere de líderes (patronales, sindicales, políticos,…) que se sientan cómodos en esta transición gigantesca que el ser humano está viviendo. En Andorra una buena parte de los hoteles se negaron a participar en la promoción mencionada, en España casi 150 lo hicieron. Los que, desde el Principado, se sumaron alcanzaron cotas de reservas muy superiores a las que esperaban y, atendiendo a mil maneras de reversionar y conceptualizar los ingresos, buscaron la manera de convertir unos presupuestos low cost en algo rentable.
Durante un desayuno con el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, hace unos días descubrí que la actitud existe, la aptitud posiblemente también pero la desconexión es una evidencia y provoca la lejanía entre los objetivos, las oportunidades y la cruda realidad. La noticia de que Barcelona será candidata a los Juegos de Invierno puede ser una divertida manera de buscar financiación para grandes proyectos e infraestructuras, posicionamiento en un mundo cada vez más competitivo en lo turístico y, tal vez, una de esas banderas que los políticos sujetan como clavo ardiendo en momentos de dificultad genérica.
https://twitter.com/marcvidal/status/387938179862777856
Sin embargo, a veces, no es preciso tanto comité ni tanta estructura para definir hacia dónde se quiere ir, como llegar y en base a qué principio de modernidad posicionarse. El consistorio, incluida la oposición pues en eso de no visualizar las expectativas y oportunidades del futuro van todos a una (defecto de vivir en ciclos de 4 años), acordaron unánimemente iniciar el proceso con el municipio quiere revitalizar los quioscos de la ciudad. Se estima que actualmente una cuarta parte de estos puntos de venta están inactivos. Y lo seguirán estando por mucho que se intenten modificar. No es cuestión de querer, de subsidiar o de cambiar el curso de los ríos, el tiempo y este cambio de era es implacable.
Tal vez sus señorías no se dieron cuenta, pero la prensa escrita y en soporte papel está en franco retroceso y su destino es la desaparición. La edición tradicional ha iniciado el camino del no retorno. Se estima que en las fechas en las que el Ayuntamiento de Barcelona (y muchos más) pretende mantener quioscos tradicionales con uso tradicional, no dispondrán de papel que vender. En 2030 no quedará ni un solo diario en papel a la venta y el hecho de ir a un lugar físico a comprar algo “publicado” no tendrá sentido.
Es una anécdota que no pienso elevar a categoría pero si sirve como ejemplo de que la oportunidad que vivimos como sociedad no puede mantenerse por más tiempo en manos de este personal anclado en el pasado y a sus sillones de Alcántara. Nos toca a nosotros. A la sociedad civil y a los entes privados estimular los procesos de modernización. Estos no lo harán.
Fíjense. Con la excusa del “interés público” esta gente sacará a concurso las concesiones de 394 de los 405 quioscos de la ciudad después de que la concesión ahora vigente expirara en diciembre del año pasado. Ahora la concesión se traslada al agujero cuántico de 2030, que vete tú a saber donde quedará el Mundo (no me refiero al diario).
La excusa de que esta decisión “contribuirá a aumentar el número de puntos de venta abiertos y a estabilizar los puestos de trabajo de los quiosqueros” y se quedan tan a gusto. Obviamente me alegro de que se creen puestos de trabajo o se dignifiquen los existentes, pero yo hablo del final de algo y el principio de otra cosa. Mantener esa visión poco estratégica y realista sobre lo que vivimos no es más que la demostración de que con esas dosis de comida en conservas no llegaremos a ningún lugar a tiempo.
Se trata de llegar a tiempo. Se trata de liberalizar el wi-fi en toda la ciudad, de neutralizar la red, de permitir el uso libre de los datos, de hacer transparente la gestión pública, de dotar a esos “quioscos” de otros modelos de negocio, de abrir espacios de innovación, de fomentar el progreso tecnológico y de entender el tiempo que pasa cada vez más deprisa.
No. No siempre habrá diarios en papel. A pesar de las subvenciones, de las ayudas y de las zancadillas al mundo editorial digitalizado (impuestos diferentes para productos similares). El peso de lo obligatorio y de lo consecuente es plomizo y no se detiene. Pueden tomarlo como quieran. Pueden aceptarlo o no, pero mejor medir las consecuencias de los tiempos que vivimos a que se te lleven por delante.
Luego llega un día en que un grupo de turistas recorriendo la ciudad se encuentran ante un objeto inanimado, repleto de carcelería desteñida por el sol y ante la pregunta de los niños sobre “¿qué era esto?”, el padre deberá responder: “un mal cálculo”.
Suministran cloroformo
¿Han oído hablar del Estado Inconveniente? No es un país concreto, ni tan solo es una institución reconocible. Es algo más complejo y enquistado. Es un modelo de gestión que ha quebrado. En gran medida hablo del modelo de funciones que buscan ser pura intervención a fin de adormecer la crítica y la disidencia. De un modo bastante sofisticado, intervenir se convierte en inconveniente y el resultado acaba siendo una sociedad cloroformizada en términos de iniciativa.
Veamos lo que acaba de ocurrir en este planeta que la humanidad alquiló hace unos miles de años. Resulta que el FMI sugiere expropiar el 10% de la riqueza de las familias para reducir deuda pública de los Estados. De hecho habla de un “impuesto especial” que se llevará por delante el sudor de muchos y pondrá en cuarentena la libertad de las personas. El gran FMI, en su último informe recoge la posibilidad de aplicar una quita al patrimonio de los hogares para reducir la deuda pública a niveles de 2007. La reacción ha sido tibia por no decir nula. Un mundo reactivo hubiera enviado a la mierda directamente a la señora esta que ocupa el “casto” sillón del susodicho agujero monetario internacional.
La falta de vergüenza y decoro se ha trasladado por todas las cañerías y ha derivado en un consumo generalizado de analgésicos sociales. Llevamos años en quiebra sistémica, en lo que llamaron crisis pero parece que nos estamos acostumbrando a perder uno a uno y de manera progresiva cuanto se conquistó decenios atrás. Lo peor ya ha pasado dicen. Es probable, por lo menos en el concepto de que la caída ya no será tan vertical. No tengo claro que esta situación sea tan imprevista. Estoy convencido que un escenario en calma fue estructurado en un momento concreto de todo este proceso. Ahora toca la parálisis. Esa parada técnica que se alargará todavía unos años más y que se fundamenta en una atonía global que desincentiva la inversión privada e impide la pública por el tema del déficit. Parece que no provocará grandes reacciones en el cuerpo social español ni europeo, ni americano ni mundial. Se ha diseñado muy bien el espacio donde debe desarrollarse todo ello. Se ha preparado a la sociedad, se la ha adormecido adecuadamente.
Pero, ¿cómo se logra eso? ¿Cómo se prepara a una sociedad para lo peor? ¿Cómo se la duerme? No es muy complejo. Se procura que la sociedad viva cómoda y eso la hace delicada. Esa comodidad la debilita irremediablemente y cuando pasa lo que pasa, cuando entramos en cifras de parados inverosímiles, o cuando la evidente ineptitud de nuestros dirigentes es de tal calado que insulta, nadie dice nada, o casi nadie. Vivimos en una sociedad que no sólo ha perdido el dinero, que aunque grave no es definitivo, vivimos en un escenario de derrotados que han perdido la dignidad y la libertad, nos arrastramos por el territorio de los desinformados. ¡Que gusto da no saber!
Ahora el discurso oficial es que la deuda mundial es inasumible. Eso es cierto. La quita parece el único modo de resolver este galimatías. Para ello hay que o bien devaluar, hacer default o subir impuestos. Esas crisis soberanas solo pueden salvarse a través de la Inflación impagando parte de la deuda contraída. Devaluando la moneda como hizo recientemente Islandia. Con un Default tras suspender pagos parecida a la de Grecia. Y finalmente a través del botón fiscal que consiste en la aplicación de un impuesto especial sobre el patrimonio de los hogares y que se paga de una vez. Una quita sobre la disponibilidad de las familias para conseguir ingresos extra con el fin de amortizar y, por tanto, reducir deuda pública. ¿Adivinan cual será la opción? Es como si la familia dirigida por un derrochador se gasta todo y luego te pide a ti, que vienes de estudiar fuera, que lo pagues con un “impuesto especial”.
Estamos ante un nuevo robo legal. Preparen las carteras pues la prueba piloto chipriota dejó claro que meterle la mano en la caja a los ciudadanos medios no tiene riesgos. El consumo de barbitúricos sociales está dando sus frutos y el gris ha teñido la capacidad de reacción de todos. Vivimos en la basura de nuestros deshechos. Vivimos porque nos da la gana. En Polonia hace un tiempo confiscaron el 50% de los planes de pensiones privados y casi nadie se enteró. En España se ha liquidado la capacidad futura de muchas personas a través de la estafa de las preferentes y poco o nada va a suceder.
Emprender no es mucho más que reaccionar. A pesar de tanta merienda y tanto inservible debemos, tenemos la obligación, de continuar. Sólo conozco un antídoto contra la indigencia mental y política: tomar las riendas de mi vida, poner en marcha mi proyecto de vida y de empresa. Eso me hace libre en la medida de lo posible.
En este país sin espíritu de cambio, con una tasa de emprendeduría real (no desesperada) que da pena y con una capacidad de reacción inversamente proporcional a la cantidad de pisos que se hacían en plena burbuja, es muy difícil hacer pedagogía de lo que está pasando. Ahora pretenden hacernos creer que esto es una crisis, y es financiera, bancaria, económica y política. Eso es cierto, obviamente, pero también es social. Lo es en el punto de vista que cada país o colectivo saldrá de ella en la medida que sea capaz de ejercer su propia libertad y pueda emprender sus propios caminos. Es más fácil hablar de crisis (parece que hay algo que recuperar del pasado) que de cambio de época (los hace caducos y los elimina).
Hoy escuchaba la radio española y catalana desde Dublín y se te encogen los pies. ¿Que es eso que tanto preocupa a periodistas, políticos, sociólogos, tertulianos y derivados? El modelo de vida que cada uno quiera tener depende en exclusiva de tu propia iniciativa y no podemos esperar que nadie haga lo que nos toca hacer a nosotros por nosotros. Protagoniza tu vida y no permitas que te escriban el guión pues no es bueno para ti.
La Administración es un inconveniente para el progreso. Da igual el color. Unos fomentando un modelo de crecimiento que se basaba en la compra masiva de viviendas por parte de gente que no las necesitaba para simular ser ricos sin hacer más que quedar en un café de barrio para negociar el precio con un agente inmobiliario formado a distancia. Otros no supieron desinflar el asunto y les reventó en la cara. Lo peor es que lo negaron como los otros negaban su majestuosa montaña de estiércol amontonada adecuadamente durante años. Un desastre en general. Nos toca a los emprendedores poner en marcha el motor oxidado de este mundo.
Ahora mismo las entidades públicas, que podrían impulsar algo la actividad emprendedora siendo clientes de ésta, hacen lo mismo que las grandes empresas, buscar referencias internacionales, grandes contratos, experiencia imposible, ratios inasumibles y que te bajes los pantalones hasta los tobillos. La gestión pública debería de apostar por la innovación, y esa está en la gente más intrépida. Hay poca, pero la hay. Qué mejor que la administración para ser el primer cliente del emprendedor. Es un riesgo, pero ahora es el momento de apostar por los que pueden sacarnos de este barrizal. No hablo de subsidios ni de subvenciones, hablo de apoyo vinculado al trabajo.
Pero la realidad es áspera. El Estado interventor se encarga de que no se premie el sacrificio de unos cuantos. Se estigmatiza al emprendedor en un entorno que ya de por si no favorece la cultura del empresario. El Estado intenta que nos acomodemos a vivir de manera subvencionada, en un país sedado. Por eso ahora toca preparar una sociedad inducida a soportar el descenso de categoría. Ser emprendedor está de moda pero solo porque es barato apoyarlo. En unos años dejará de ser algo atractivo y procederá putearlo al máximo. Por eso es mejor ser “conductor de tus propios proyectos”, “driver de tus sueños” o sencillamente quien gestiona en todo momento los impulsos de su propia existencia.
Si a eso le llaman emprendedor, vale, si lo quieren llamar “grano en el culo” pues también. Lo que cuenta es lo que es y no quien lo dice o porque lo dice. Yo persigo mis “porqués“ y mis “cómos“, no voy detrás de ningún “qué“.
Inminente final de época
Que los seres humanos utilizamos un porcentaje muy bajo de la capacidad de nuestro cerebro es una teoría científica que goza de un enorme consenso. La verdad es que cuando analizamos el barrizal en el que nos han conducido banqueros, hipotecófagos, pisitofilos y políticos no queda otra. Tómenlo como quieran pero estoy convencido que una buena parte de esa tontuna general en la que hemos vivido en los últimos años no es más que la evidencia de ese defecto de fábrica.
Estamos rodeados de inservibles. Pobres personas capaces de vender a su madre por un escaño por falta de ímpetu en hacer algo de provecho. Estar en una lista una vez te ayuda a verte distinto al resto, te da tranquilidad, chapa y acceso libre al puente aéreo. Dos legislaturas ya te elevan del suelo, sientes que el menú debe costar la mitad que al resto de los mortales y que todos deben genuflexionarse a tu paso. Tres legislaturas ya te acercan a la aurora boreal. En casos crónicos como los de cuatro o cinco legislaturas, la total lejanía a las críticas y enfado social es evidente. La empatía desaparece y se convierte en una especie de indignación aristocrática similar a la que algún futbolista que llora por no recibir aplausos fogosos los todos los domingos. Que gravedad.
No son todos, pero son muchos. Se sorprenden de que la gente salga a la calle, que se atreven a retorcerse de indignación por lo que consideran un allanamiento a su intocable estatus de personas ilustres. Algunos llevan tanto tiempo retozando en lo público que no tienen ni idea de lo que está pasando ahí fuera. No voy a entrar en las razones, las he descrito durante años, ni la dirección que tomará todo, ya lo dije también y además no es interesante esperar que otros determinen, pero lo que si voy a señalar un aspecto que si me parece importante.
Ya poco importa si unos son violentos (intolerable) o si la policia ha tomado una actitud chulesca y agresiva (intolerable), lo que realmente es determinante es que ya no hay vuelta atrás. El modelo ha cambiado, o mejor dicho, está cambiando. Esto son los efectos residuales del gran cataclismo. Esto son fuegos artificiales de un nuevo escenario. No ha hecho más que empezar, todo lo que se avecina es hierro y en barra.
La metáfora con la que suelo explicar lo que ha pasado y estamos viviendo la refiero a un volcán. Imaginemos un cráter calentando motores, apenas quedan días para la enorme explosión que nos espera. Normalmente esa erupción no suele venir acompañada de grandes indicios pero si de algún pequeño terremoto que indica que algo va a pasar. De repente, como de improviso, una lengua de fuego y lava es expulsada con una enorme fuerza hacia el exterior sin miramientos. Así fue el principio de la crisis. Así lo hemos vivido: una tremenda explosión de luz y fuego que apenas pudimos interpretar previamente. Sin embargo luego viene lo importante. La masa que proviene del interior de esa montaña viva se esparce por todas partes, se desplaza y procura un cambio en la fisonomía de toda la ladera. Podemos compararlo con el tiempo actual.
La crisis ya pasó, hace mucho, nada de lo que cegó nuestros ojos era importante si lo cotejamos con lo que supone un cambio de sistema. A medida que el magma se solidifique y termine por conformar una nueva superficie debemos saber como gestionar este cambio gigantesco. La crisis se fue pero ahora toca entender como queda todo, cual será el nuevo modelo económico, social, cultural y de participación política. Este nuevo paisaje se basará en una sociedad hiperconectada donde las relaciones ya no son son lineales sino transversales y donde la suma de las individualidades dentro del colectivo conformarán como una especie de gran cerebro digital.
La nueva economía implica una serie de cambios disruptivos a todos los niveles. Desde cambios en la cadena de valor, ya que las ideas son las que tienen importancia y no el soporte como en muchos de los modelos tradicionales, hasta cambios en los procesos y en la gestión de las organizaciones. Aceptar que este nuevo modelo implica nuevas condiciones y sólo aquellos capaces de inventarse un nuevo entorno laboral vinculado al nuevo modelo, te acerca al éxito.
Tenemos un problema, uno más. En concreto la falta de políticas dirigidas a la innovación empresarial y al estímulo que en al cambio de modelo de crecimiento eso supondría. Ninguna empresa española aparece entre las 100 más innovadoras del mundo, según Thombosn Reuters por ejemplo.
Y si queremos acpetar que el fin de una etapa está próximo y que ese nuevo punto es mejor, mucho más eficiente y vinculado a la modernidad, la innovación debe ser omnipresente. Este nuevo modelo, esta nueva etapa, implica apostar por la innovación, siendo ambiciosos y pensando en global (tanto para ofrecer el producto a cualquier pais del mundo como para ser capaces de conceptualizar un producto global para ofrecerlo a nivel local), siendo capaces de trabajar en equipos y en organizaciones complejas, dinámicas, atemporales y aterritoriales y entender la empresa como un gran ser vivo. Todo es una cuestión de actitud, tenemos que estar en “beta” constante para afrontar los nuevos tiempos y no tener miedo al cambio y al fracaso.
En España en concreto el tiempo se detuvo hace años. El PIB per cápita en 2012 de los españoles se situaron en el mismo nivel que en 2004. Es como si el reloj se hubiera detenido, o peor aún, como si trabajara marcha atrás. La economía española parece una goma de la que se ha estirado demasiado y, una vez llegó al máximo de elasticidad, no ha hecho más que recular. Ahora sabemos que, tras este tránsito complejo por una hipotética crisis que nos llegó de “improviso” y que era “mundial” el destino no es mejor que el punto de partida.
Muchos siguen lejos de la realidad, continúan asegurando que “la crisis pasará” ignorando lo sustancial de estos tiempos que nos toca vivir. El festival especulativo y ridículo que se vivió durante años, sin apoyar la iniciativa emprendedora de alto valor, sin estimular el cambio del modelo de crecimiento hacía el conocimiento y la dinamización de la producción industrial para hacerla competitiva, nos ha llevado a la casilla de salida, como si la historia quisiera darnos otra oportunidad.
Esperar que un político u otro ponga en marcha políticas de generación de empleo o de innovación es un error que debería de estar penalizado. Recuerdo que a mis alumnos les digo que “inventen su puesto laboral”, que no lo esperen, en el futuro inmediato, el nuevo paradigma creará pocos de los tradicionales. La oportunidad está en la creatividad y en la capacidad de pensar todos en común adaptando las ganas de impulsar negocios a los deseos de estimular la sociedad, una nueva sociedad mucho mejor que la actual, mucho más independiente y con mayor voz a pesar de los esfuerzos contrarios. Si deja de soplar el viento, ¡rema!
El antídoto digital
Confieso que llamarle antídoto a la tecnología digital es como aceptar que lo que ahora vivimos es una especie de tránsito venenoso al que hemos caído por sorpresa. Nada más lejos de la realidad. Estamos donde nos toca estar por nuestra mala cabeza. Unos le llaman crisis y otros seguimos insistiendo en que es un nuevo modelo que está ajustándose. En esta época unos la visualizan sólo desde la incertidumbre y con preocupación y otros la vemos como una oportunidad para pensar y actuar de una forma nueva y distinta; nuestros hábitos diarios de consumo, ocio y economía cotidiana se van adaptando a nuestro estatus económico. Hay días en que nos privamos de caprichos o otros en los que aparcamos los quebraderos de cabeza para permitirnos un pequeño lujo en honor a la microburguesía low cost, la nueva clase social la que la mayoría de nosotros ya pertenecemos.
Nuestra adaptación al cambio no se rige únicamente por la variable económica. En nuestra sociedad tiene un papel cada vez más relevante la economía digital y la tecnológica. Hablo de ese paso, casi inconsciente, de lo analógico a lo digital que nos ha permitido hiperrelacionarnos adaptando la comunicación y el consumo a los nuevos tiempos.
Desde esta nueva perspectiva, nuestro umbral de precios se va adaptando a los cambios a la fuerza. Ya nos pasó la primera vez que vimos un producto a 999 pesetas y directamente creímos que estaba rebajado porque en lugar de cuatro cifras en el precio había tres, una sola peseta cambió por completo nuestra percepción. Lo mismo, cuando los mensajes SMS valían 30 pesetas más impuestos. Hoy los usuarios de teléfonos inteligentes, con su consumo, han llevado a la empresa desarrolladora de mensajería para teléfonos móviles más usada a nivel mundial a cambiar su política de pago al pretender cobrar 0,89€ al año por un servicio de mensajes ilimitados, sin horarios, sin límites de territorio, pero lo más sorprendente es como el whatsapp ha conseguido cambiar los hábitos de comunicación de los consumidores y ha generado una necesidad de hacerse con un Smartphone, incluso entre los más reacios.
La nueva tecnología digital nos permite vivir conectados como una especie de ciencia ficción, que recibamos esa imagen eléctrica que nos cambia de estado de ánimo o que en cualquier momento podamos comprarnos comparar, decidir y finalmente comprar cualquier cosa sin ir a ningún lugar.
La integración de los cambios depende de cada uno de nosotros, como consumidores o como creadores, como noveles o como expertos, como conocedores de la tecnología necesaria o como descubridores de ella, de esa tecnología que en conjunto puede facilitarnos la tarea de mandar newsletters a todos nuestros clientes, de organizar los eventos que tan complicados nos parecen o de vender desde la red llegando a cualquier persona.
Sigo pensando que la función de los que desarrollamos proyectos tecnológicos es hacerlos cada vez más sencillos, fáciles de usar, potentes y capaces de ser asequibles a cualquiera por muy poca digitalización que le defina. Rapidez, gratuidad y comodidad en distintos momentos, procesos y hábitos de nuestra vida diaria. ¿Te atreves a adaptarte y a adoptar el constante cambio en el que vivimos?
El nível de la política
Una de las razones por las que seguramente no hay una buena adopción por emprender (de manera fiable y real) en la administración, es que la mayoría de esos gestores públicos no saben en que consiste. Muchos políticos locales (que deberían ser estimulantes para este proceso) son dignos de museo cuando no de circo. Algunos técnicos que conozco en ayuntamientos importantes me comentan que tiene muchos problemas para hacer entender a sus responsables políticos la gravedad de la situación actual y que suelen estar más preocupados en simular una acción que en demostrar una afección. Está claro que cuando lo que peligra es el culo de uno mismo, el de los otros importa mucho menos.
Hay un rumor que se va confirmando: el nivel de la política es de indigencia intelectual generalizada y de miedo orgánico a perder el estatus que, a un montón de cargos, una lista incestuosa les concedió por lo que ellos ya saben. Si le das una patada a una piedra, de debajo salen diez inútiles dedicados a la política corriendo en todas direcciones y sin mirar atrás. Hay muchísimas cucarachas ejerciendo. El valor de la chapa y el salvoconducto para aparcar donde quieran concede pretensiones a personas que en la vida civil tendrían serios problemas para comer cada día. Hay miles de excepciones, no lo dudo, pero el modelo político que evita tener gerentes en los ayuntamientos y que impulsa la dedocracia por encima de la meritocracia es un terrible lastre. Un sistema que prima el subsidio y la dependencia y retira los apoyos a los que arriesgan los últimos euros de sus cuentas por montar un pequeño negocio. Por no decir que con tan solo poner en marcha algún modulo de exención fiscal como en otros países sería suficiente. De verdad que es mucho más fácil de lo que parece. Vamos a explicarlo para dummies y me van a perdonar la licencia y el juego de significados metafóricos:
Si yo gano diez, me dejan de pagar dos, me piden por diversos temas dos más, pago a mi equipo cuatro y devuelvo el apoyo financiero con uno más, me queda uno para pagar impuestos que según la última subida de tasas, impuestos y tributos rozaría los cinco. Total que tras todo ese riesgo asumido pierdo y cierro el negocio.
Otra opción. Me dejan de pagar dos pero no pago impuestos por ellos hasta que los cobre. Pago a mi equipo cuatro y les concedo un bonus de uno por su buen trabajo y porque me lo puedo permitir. Esto seguramente estimularía algún consumo cíclico. El apoyo financiero me permite una carencia que destino a inversión en bienes de equipo. Lo mejor es que los tributos se me retiran durante los primeros dos años en su base imponible por lo que me queda algo para empezar a pensar en hacer más grande mi negocio.
Que diferente en otros países como en Alemania o Suecia, que unos directores generales dirigen las corporaciones como empresas, que impulsan políticas y activan procesos, a cambio que un corta cintas haga de alcalde. Allí pocas son las bromas.
Si poco se hacía desde algunas estructuras políticas por cambiar el dado circuito para emprender en España, menos lo veremos ahora. Ayuntamientos, diputaciones y derivados deben olvidarse de esos ingresos que no volverán. La economía no se recuperará pues no hay nada que recuperar y el proceso nos lleva a otro escenario donde esas dinámicas se reproducirán de otro modo menos eficiente.
Los ingresos por impuestos inmobiliarios y de la construcción serán piezas de museo y las transferencias del Estado seguirán adelgazando. La mayoría de impuestos dependen del consumo y de los beneficio de las empresas que llevan más de 4 años cayendo y eso repercutirá en las transferencias de los próximos años todavía. Es decir, van a tener que asumir la situación real a corto y a medio plazo, pero también en plazo indefinido pues de ellos ya no depende este tinglado. La merienda terminó y no han dejado nada. O nos ponemos nosotros o nadie lo hará.
Ideas como antídoto
Tengo mil ideas y muchas no son mías. Tengo mil proyectos y muchos provienen de mi equipo y de la gente que se aproxima para compartir conmigo sus sueños. Hay personas con ideas brillantes. Ideas, ideas e ideas. Ideas que nos deben llevar a pelear contra todo eso despropósito y esa parálisis, a buscar la oportunidad, a buscar valor, a diseñar modelos de negocio inexistentes, a versionar los que tenemos, a darle la vuelta a la caja y dejar que caiga lo ineficiente, a pactar con los socios, trabajadores, amigos, competencia, proveedores, universidades, administraciones, agentes, con quien sea para sobrevivir en este puñetero barrizal en el que se está convirtiendo emprender en España.
Como emprendedor que se juega su patrimonio cada cierto tiempo, llevo en crisis toda la vida. Lo he hecho sin quejarme como otros miles. Emprender es estar en crisis constantemente, pues cuando tienes algo, lo inviertes, cuando por fin un proyecto está maduro, generas otro.
Pero emprender no significa enmudecer. Bajo ningún concepto debemos callar, no aceptemos que nos condicionen las críticas y avisos sobre los responsables de una mala gestión. Para que un emprendedor se calle suelen acusarte de “catastrofista” o de ser “el quinto jinete de la Apocalipsis”. Eso es una trampa, un cepo de mal tertuliano. Justifica y ampara a los que debieron hacer algo y no lo hicieron, permite que la gente siga en la inopia empujados hacia una miserable oferta de recortes en las capacidades de cada uno de sentirse libre de decir lo que piensa. Como emprendedores debemos adoptar una actitud crítica y demoler esa barrera social, anestesiada, que se bebe el cloroformo para desayunar como si fuera un baso de leche caliente y responder con proyectos y con contundencia. Ponerse en marcha es el mejor mecanismo para responder a una estructura de poder diseñada para el silencio social.
Hay cuatro maneras de ver el vaso. Medio lleno si eres optimista, medio vacío si eres pesimista, medio vaso que sobra si eres un tipo racional y medio vaso por llenar si eres un emprendedor. La primera es la manera en como ven el recipiente algunos de los que están apunto de perder su trabajo o pagar más impuestos que nunca. La segunda forma es la de los que la situación les ha vencido ya. La tercera es la modalidad menos arriesgada y suele adoptarse por aquellos que se huelen que lo peor está por llegar. La última es la buena. Lo debemos llenar con agua de cualquier parte, pero el vaso tiene que rebosar de agua.