Aprovechar el momento económico

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Sabemos de países que crecen por encima del cuatro por ciento y la miseria campa por las esquinas. Salir de la recesión no es más que un derivado aritmético que en estos tiempos precisa de otras variables para poder decir que “vamos bien”. Es cierto que España saldrá de “la crisis” en un par de años largos, es cierto que en términos comparativos podremos interpretar que las cosas subirán y bajarán según la estación del año pero que, de algún modo mágico, los datos macro irán ofreciendo tendencias positivas.

A fecha de hoy ya se pueden identificar algunos puntos a favor del final de un túnel que unos llaman crisis con cambios importantes y otros llamamos cambio de época a través de una crisis como detonante. Da igual, lo importante es que el momento es histórico y como tal debe vivirse, verse y trabajarse.

Salir de la recesión, la consolidación fiscal, la corrección en el sector exterior con una balanza comercial más equilibrada, la inversión extranjera en aumento, un turismo batiendo todas sus marcas de ingresos, una industria del automóvil tomando impulso como en épocas lejanas, sorprendentemente un aumento de la confianza de los consumidores, recuperación del índice de producción industrial, el Ibex liderando las bolsas europeas, el coste por endeudamiento público mucho más bajo y en definitiva una serie de factores que hacen pensar que estamos en la antesala de otra oportunidad de subirnos a algún tren.

Hay riesgos importantes como que la inflación anual estimada del IPC en octubre de 2013 es del –0,1%, de acuerdo con el indicador adelantado elaborado por el INE. Este indicador proporciona un avance del IPC que, en caso de confirmarse, supondría una disminución de cuatro décimas en su tasa anual, ya que en el mes de septiembre esta variación fue del 0,3% y, técnicamente estaríamos entrando en deflación. Mal asunto pues demuestra que tal vez, esos datos del consumo son derivados de una campaña turística buena y no de un modelo sostenido. Parecido a los datos fraudulentos que nos exponen sobre el paro cada cierto tiempo. ¿Entramos en deflación?

Por desgracia los que dicen ser responsables de dichas mejoras seguramente les ha pillado por sorpresa y aseguran que, con paciencia, todo llega. La ley universal del péndulo económico juega a favor de quienes recogen un mal escenario y son capaces de aguantar con su cara de tabique. Al final todo pasa. Sin embargo ahora no es como otras veces. Esto no es una crisis y difiere mucho de que se pueda aprovechar el momento como cuando se sale de una. Esto tiene que ver con la sistemática mejora de un modelo socioeconómico al que nos podemos apuntar o no.

España está de oferta y ofrece gangas para la inversión foránea. Eso permite que llegue inversión pero en términos generales no arriesga pues la imagen exterior es muy nefasta. Una clase política que hace mucho daño a como se nos ve. Se han hecho estragos y todavía son muchos los indicadores que utiliza el inversor profesional los que dan datos de pura pena.

Si los que deben generar cambios, estimular mejoras y situar en el centro de la competencia todo nuestro modelo económico siguen más preocupados en que no se detecte su ineficiencia y su mediocridad, no lograremos nada. El último informe Doing Business que elabora el Banco Mundial y que clasifica a 189 países por sus ventajas para la actividad empresarial lo certifica: la posición española baja de la plaza 44ª de 2012 al 52ª, ocho puestos de golpe, lo que supone la posición más baja desde 2006, el primer listado y el descenso más brusco en un año.

Esto es básicamente por que la tomadura de pelo es consustancial al hecho político en España desde tiempos de la creación. No creo que exista ningún político, banquero o miembro de la aristocracia social que no incluya en cada dos frases la palabra emprendedor. Emprender, emprender, emprender, esa es el verbo mágico si quieres quedar ‘cool’. Tan pronto te monto una ley como que te organizo un evento repleto de aspirantes. Pero la verdad es la que es. Montar un negocio en España es un drama por las dificultades para abrir, por la complejidad para vender y por los altos costes que tiene financiarlo.

Pese a los reiterados anuncios de reformas para facilitar la creación de empresas, España sigue siendo uno de los países del mundo en que resulta más difícil poner en marcha un negocio. En concreto, España ocupa el puesto 136º de los 185 países examinados en ese mismo informe Doing Business 2013 en cuanto a la facilidad de crear una empresa. A pesar de que ha mejorado todavía hacen falta 10 trámites y 28 días, un coste equivalente al 4,7% de la renta por habitante y un capital mínimo que representa un 13,2% de esa renta por habitante. Absurdo. Se podrían hacer tantas cosas.

Hoy se publica una entrevista que me hicieron en La Vanguardia y que en una de sus partes explica como interpreto el momento económico. Considero que este momento de relevancia y de posible apunte hacia un nuevo destino depende de que se entienda el verdadero punto de partida.

-A la hora de valorar las cifras de paro que tiene España, ¿es de los que busca culpables en los gobiernos e instituciones o prefiere hacer autocrítica de nuestra actitud individual como sociedad?
-Tengo una percepción personal de que nosotros no estamos viviendo ninguna crisis concreta y de que estos datos pueden ser las características de algo que se traduce como crisis, pero que es algo muy intenso, como una revolución en todos los términos: sociedad, economía, relaciones humanas y relaciones con la tecnología.

-¿Me quiere hacer ver que no estamos pasando por ninguna crisis financiera o económica?
-Cuando en esa época entró una máquina de vapor a una fábrica de 400 trabajadores para que la llevaran sólo dos, había 398 personas que creían que estaban en una crisis absoluta y no sabían qué hacer. La sociedad aprendió a colocar estas personas en diferentes sectores. Nosotros estamos aprendiendo a modificar nuestros ritmos vitales, económicos, sociales, políticos para que la gente se incorpore en esta revolución tan absoluta. Las culpas están repartidas en diferentes medidas y estamentos. Está claro que hay gobiernos que han hecho menos que otros, hay sociedades que abusaron del crédito y de la especulación absoluta, o que España no aprovechó las bonanzas para impulsar un cambio de modelo de crecimiento. Aún así, la respuesta al momento actual no está en recuperar nada, ni en hablar de crisis, sino en intervenir teniendo en cuenta que estamos viviendo una revolución en todos los sentidos.

-Usted fue de los primeros en vaticinar esta situación en su blog personal. ¿Cree que ahora podría decirme cuánto nos queda para salir de este pozo?
-Deduje, más que vaticinar. Y lo que dije es que se desencadenaría, como así ha sido, un proceso económico que tendría un final infeliz. Lo que no tenía claro es que se produciría por lo que yo intento defender, algo que tiene que ver con una cosa más sistémica vinculada a diferentes aspectos, especialmente el de la tecnología, que está cambiando todos los ámbitos que van desde la transmisión de conocimiento a la distribución del trabajo. A mí me gustaría decir que el cambio es inminente, pero no es así. Nos queda un periodo largo de estancamiento económico y social que podría alargarse durante 4 o 5 años más. Las comparativas, que es lo que se va a poner de moda a partir de ahora, nos dirán que empezaremos a tener buenas noticias y esto es bueno que se vaya incorporando en nuestro lenguaje porque la percepción social ayuda a que las cosas mejoren más rápido.

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