El futuro no es gratis

A veces nos preguntamos porqué unos viajan a la velocidad de la luz y otros a la de un carro de trotones. Hay naciones que pasaron de sumergidas a emergidas sin apenas darse por aludidas cuando las denominaban ‘emergentes’. Otras no se dan por señaladas cuando sencillamente se han hundido. El ser más o menos en el panorama internacional tiene ya poco que ver con lo que fuimos, con lo que decimos ser o con lo que nuestros dirigentes insisten aseguran que seremos.
Es ridículo poner el adjetivo ‘valley’ a todo recinto que desarrolla tecnología aunque esta aporte poco o nada al conjunto de la economía donde se encuentra. Digamos que, por mucho ‘valley’ que le pongas a un polígono industrial o a un campus tecnológico, no lo conviertes en un polo de atracción para las grandes innovaciones o los grandes desarrollos.

Hace falta mucho más. Para empezar que alguien se lo crea. Los pilotos de la innovación conducen startups. Muchos de ellos no lo hacen bajo el flujo de la tecnología más avanzada del planeta, ni tan siquiera necesitan grandes computadoras que procesen sofisticadas ecuaciones infinitas. Hablamos de emprendedores que utilizan lenguajes de programación simples, ideas sencillas y paradigmas disruptivos. Uber no deja de ser una idea que rompe con estereotipos, no es una máquina tecnológica que colisione con la teoría de la física cuántica.

Blablacar, Airbnb, Twitter o el mismo Facebook, cualquier App doméstica, miles de desarrollos influyendo en nuestra vida cotidiana, aplicaciones domóticas, matemática computacional basada en algoritmos tradicionales, analistas de procesos que ordenan el mundo con tecnología existente pero bajo otro prisma, impresoras 3D que marcan dinámicas de producción o ‘drones’ que nos explican donde va la futura cadena de valor comercial. Sin necesitar a científicos candidatos al Premio Nobel, estamos con empresas que nacieron bajo la influencia de un ecosistema de desarrollo y de pensamiento distinto.

Hay universidades, investigadores, diseñadores, venture capitals, consultores, ingenieros, científicos, comunidades, innovadores, creativos y líderes políticos que deberían ponerse en marcha en su conjunto y acelerar la máquina que, por comparación con otros lugares, parece parada. Líderes de innovación empresarial, emprendedores comprometidos con la innovación y políticas públicas capaces de estimular tanto talento que, estoy seguro, se desvanece a nuestros pies.

Pero solamente en algunos países logran que estos elementos se despliegan logrando un impacto determinante en la vida económica de su entorno. Hoy en día es fácil distinguir a los países que apuestan por el futuro real y los que lo simulan. También a esas instituciones financieras o semipúblicas que se ofrecen a estimular al tejido emprendedor o al desarrollo tecnológico y tras publicar una cifra récord de beneficios trimestrales que ronda los tres mil millones de euros, ofrecen un programa de apoyo a los emprendedores de diez. Y hacen publicidad y todo que les cuesta uno.

Hay países, remotos o no, donde se ha entendido que el emprendimiento (y tecnológico) son motores reales de competitividad económica y de cambio social. Los paises que simulan tanta innovación pero que nunca arriesgan son las que suelen definir todos sus ‘parques tecnológicos’ como el ‘x’ Valley de turno.

Llamar a según que lugar el ‘Sillicon Valley’ de la zona ‘X’, a parte de ser ridículo es un problema de concepto pues, quien quiera innovar y de verdad para modificar los procesos sociales y económicos e influenciar en el futuro deberá crear su propio modelo basado en la eficiencia y en el gasto real con sentido. Hay que invertir e invertir en startups, tecnología y valor añadido. Quien se detenga o dude en hacerlo deberá contemplar el futuro desde las filas del fondo.

Quiero señalar la noticia que se ha publicado estos días acerca de que el gobierno de India ha explicado que destinará algo más de 1.600 millones de dólares exclusivamente para invertir en startups. Igualito que en España y sus 35 millones. A pesar de que la India es gigantesca y que su potencia se intuye de cara al futuro, cabe establecer su economía actual con respecto, por ejemplo a Europa. El PIB en 2013 del país asiático fue de 1.408.457 millones de euros y el de España, por ejemplo, de 1.023.000 millones. Los cuadros comparativos no son tampoco tan extraordinariamente distintos por cierto.

Resulta que como parte del presupuesto del año 2014, el gobierno de India anunció que destinará esos 1.600 millones a las empresas tecnológicas que florecen en su país. Lo que parece extraordinario no lo es tanto allí. Esta inversión es la continuación varios centenares de millones que en los últimos años se llevan invirtiendo para liderar, desde las instituciones, la estimulación de ese cambio.

El gigante asiático es uno más. No es el único que ha decidido aprovechar la oportunidad que los nuevos tiempos ofrecen a los que, con liquidez, afrontan el reto de construir un futuro tecnológico, económicamente más competitivo y tremendamente estimulante. Cambios sociales, nuevas tendencias, eliminación de elementos laborables que ahora son un lastre socioeconómico en esos países se irán convirtiendo en algo mejor. Poco a poco el nuevo mundo se va vislumbrando y, exceptuando a Estados Unidos, el resto del escenario está siendo vendido a nuevos actores.

Hace unos meses que una de nuestras empresas opera en Nigeria. En el proceso mismo de creación del proyecto de internacionalización hemos visto que de las dificultades surge el conocimiento y el respeto, pero también que, en los casi dieciocho meses que llevamos gestando esta operación, la velocidad con la que, en este caso el gigante africano, asumen y digieren la tecnificación y la tecnología asociada es brutal. Cabe también hablar a parte de las enormes inversiones que se hacen desde los dirigentes públicos y privados que, en muchos casos, se han formado en las grandes universidades del planeta. Un país y un continente más a tener en cuenta si queremos ser globales.

En Latinoamérica, al contrario y asistiendo a mi propia experiencia, se puede estar perdiendo la mayor oportunidad de la que ha gozado ese continente. Existen iniciativas para acelerar los proyectos tecnológicos, pero se diluyen lamentablemente al no existir apoyo real y consideración por parte de los gobiernos. Hay mucha publicidad implícita en muchos países de estos y poca creencia real del costo que tendría. En algunos casos me recuerdan a Europa, a España especialmente. Durante los años de bonanza en los que el dinero rebosaba por las cañerías se hizo nada o muy poco por las grandes ideas, por la innovación, por la creación real de empresas de hilo tecnológico, por la nueva economía por la realidad futura y si se hizo mucho por las obras inservibles, por lo monumentos a la idiotez y por la hipoteca puente interminable. Poco por la formación y mucho por las vacaciones, el Chayenne y la tele de plasma implícitos en la hipoteca renegociada gracias al nuevo y extraordinario valor de la vivienda familiar.

Si bien la mayor parte del capital indio se proporcionará en manera de préstamo, India acaba de poner el listón bastante alto en eso de apoyar a los emprendedores tecnológicos. Ha dejado en ridículo cualquier idea que se tenga de los centros tecnológicos Latinoamérica o de Europa.

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Transformar los templos del fútbol

El domingo pasado acabó el mundial de fútbol de Brasil. Una especie de encuentro patriótico donde diversas naciones enaltecen el valor de serlo, gracias a los derechos de explotación de la imagen de los deportistas más destacados del planeta. Sin embargo, tras una épica escenografía y una arquitectura majestuosa se esconden años de trabajo y muchísimo dinero invertido, no siempre eficientemente.
Precisamente los estadios y sus áreas deportivas suelen quedar en semiabandono o en un uso menos destacado que para lo que fueron creados. Pongamos el caso de los casi tres mil seiscientos millones de dólares que la organización brasileña se ha gastado en convertir antiguos estadios en modernas instalaciones y campos desiertos en coliseos gigantescos.

Pero resulta que estos monumentos al ‘business’ deportivo ya han demostrado antes que tienen escasos beneficios económicos a largo plazo. Eso en un país como Brasil donde las revueltas previas al mundial se taponaron con promesas y subsidios efímeros podría ser una bomba de relojería a medio plazo. En el país carioca no se han terminado la construcción de todo cuanto estaba previsto, incluso se desestimó hacerlo para no dañar más todo el proceso mismo una vez llegaran las cámaras y los periodistas de todas partes. Pero hay otras obras en marcha, de mayor calado incluso, con mayor sintonía con el posterior abandono que pueden sufrir esas monumentales construcciones. Hablamos de las futuras Olimpiadas que, también, se llevarán a cabo en el país de ‘moda’ en América. Por lo menos hasta hace poco lo era.

Pero hoy quería tratar una idea de dos arquitectos franceses. Hay una propuesta, lejos de la tecnología que aquí tratamos pero que responde a criterios de innovación que si nos ocupa a veces y que da respuesta a un problema recogiendo una oportunidad. Puede incluso ser un modelo de negocio, híbrido entre lo inmobiliario, lo público y lo social, a medio plazo en muchos lugares. Se trata de que, en lugar de dejar que esas cajas enormes que suponen los estados sigan vacías, se conviertan en bloques de viviendas asequibles.

El equipo de arquitectos que lo han pensado lo llaman Casa Futebol y plantea un interesante debate acerca de que hacer con según que infraestructuras en los países que acogen eventos de este tipo. Visto lo visto podrían inspirarse algunos gobernantes de otros países que, si bien no han organizado nada reciente, si han construido mucho espacio que ahora está en desuso o desahuciado. Hablamos de aeropuertos que iban a liderar el cambio de época en zonas donde no aterrizan ni los ‘drones’ y de edificios ‘emblemáticos’ que siguen esperando el emblema pertinente pues no hay político que se atreva a fotografiarse en el ‘farwest’.

Axel de Stampa y Sylvain Macaux son los arquitectos que han propuesto este tipo de soluciones a los problemas de arquitectura. Os recomiendo su web si te interesa este tipo de temas pues cada semana presentan un proyecto. Lo llaman, una semana un proyecto y llevan ya veintinueve.

El modelo que presentaron para el asunto de los estadios brasileños es simple. Viviendas modulares diseñadas para encajar entre los postes de hormigón que rodea el exterior de un estadio como el de Maracaná, de manera que, según explican, han diseñado las hipotéticas casas para que el estadio pueda seguir funcionando como un espacio que albergue todo tipo de eventos y, que parte del dinero recaudado de la venta de entradas, se utilice para financiar la construcción y mantenimiento de las viviendas.

Axel y Sylvain aseguran que no serían ‘favelas de diseño’ sino viviendas de clase media con ventajas que generasen activos por el mismo hecho de estar donde están. Una teoría de reutilización para un mundo en transformación que, mientras elimina intermediarios en todo tipo de transacciones, no puede permitirse generar espacios sobredimensionados.

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Economía, Sociedad Marc Vidal Economía, Sociedad Marc Vidal

La banca deberá conjugar el verbo 'compartir'

El tiempo apremia. Los sectores ajenos a la revolución cada vez son menos. El futuro acecha y no piensa detenerse ni ante los que no se prepararon ni ante los poderosos que lo negaron. La economía social, la que pone por delante del poseer el compartir, va calando. La economía colaborativa y el consumo derivado cambiará el mundo tal y como lo conocemos. Hay evidentes síntomas que se van a llevar por delante al paciente. Una revolución sujeta a las nuevas tecnologías que tiene un potencial absolutamente bíblico.
Si estás peleándote con tus ganas de emprender o de poner en marcha algún proyecto no te alejes mucho de ese modelo que incorpora todo tipo de opciones y que el mundo está explorando. Desde compartir coche a ofrecerse para cuidar una mascota por unos días, todo está en una mutación irreversible. Aplicaciones que evitan la fricción entre las fases de una cadena de valor económico o plataformas que conectan el tiempo libre de las personas con la posibilidad de obtener algo de ello.

La humanidad ha vivido varias revoluciones a lo largo de la historia. Han sido en cuanto a la distribución del trabajo y en cuanto a la transmisión del conocimiento, pero también ha habido momentos en los que lo que ha cambiado disruptivamente ha sido el modo en el que el ser humano se adapta a ello. Ahora está en juego un tercer elemento que gira en torno a un modelo de emprender totalmente distinto por lo abierto del planteamiento y, sobretodo, a un inédito valor de la propiedad que ya no está tan delimitado como pensábamos en la economía capitalista.

Y será en el corazón de esa economía financiera donde se vivirá la batalla más sangrienta. Lo vivido hasta ahora no ha sido más que fuegos artificiales. La crisis de hace unos años, los bancos cayendo y las entidades siendo rescatadas no era más que la escenografía engañosa de cuanto en realidad está pasando. Un negocio en declive y no sabe porque. Cuatro de cada diez jóvenes afirma que estaría dispuesto a cambiarse a un banco que sólo operase por Internet. Se llama, como en el mundo de la música, los libros, el cine o lo que sea, retirar intermediarios. Parece muy absurdo que sigamos manteniendo rentabilidades inmensas y propiedades insultantes con edificios enormes a bajo rendimiento para simular no sabemos que exactamente.

¿Qué modelos económicos o negocios son susceptibles de perder su ‘presencia’ analógica? Aquellos que no necesitan algo físico y pueden gestionarse únicamente de forma digital. Como le pasó a la música, que no precisa de ‘tiendas’ en cada esquina, le pasará a la banca.

Obviamente si la banca se ‘abre’ y localiza nuevos actores como ha pasado en otros ámbitos, ‘los de siempre’ las van a pasar maduras. Miremos pues quienes son ahora los grandes distribuidores de música. Aquellos que crearon y desarrollaron plataformas donde ubicar todo ese modelo nuevo de transacciones comerciales. Pasó en la fotografía que pasó de necesitar a cuatro mil empleados en Kodak a los cuarenta de Instagram para hacer lo mismo. Pasará en toda la banca del mundo que pasará de necesitar millones de empleados a ninguno. Los banqueros seremos todos.

Google, Amazon y Apple serán los bancos del futuro. Bancos que si adaptan la tensión social y los cambios, que hasta la fecha han ido incorporando bien a sus dinámicas, ofrecerán un nuevo punto de visión entre clientes y gestores económicos. Imaginemos pues que quienes ahora controlan una gran mayoría de transacciones comerciales en el mundo actualmente pasaran a gestionar créditos y ‘productos financieros tradicionales’ a fin de permitir acceder a todos ellos desde las plataformas sociales y abiertas de colaboración masiva e inteligente. Cuando eso pase, que pasará, será demasiado tarde para algunos.

Veamos dónde nos lleva todo esto. Poco a poco la necesidad de ser propietario va derivando a otros modelos más permisivos, menos prisioneros y ahí juega un papel relevante aquello que la gente joven exigirá a sus bancos: más servicios y soluciones y menos modelos de inversión. Hablamos pues de análisis en tiempo real sobre gastos, que previsiones de gasto e inteligencia artificial adaptada a los datos sobre tu gestión económica personal o empresarial. Hablamos de sumar Internet de las Cosas, Big data y modelos robotizados cuando nos referimos a todo ello. No está tan lejos como puede parecer.

Con todo esto tiene que ver mucho esta sociedad saciada en la que vivimos. De necesitar de todo hemos pasado a que nos sobren inmensas cantidades de cosas. De ahí que hemos pasado a valorar compartir como un elemento natural y no como una acción caritativa. Hoy en día tener no es importante, lo verdaderamente interesante es probarlo y por eso no hay forma artificial de detener un inminente modelo socioeconómico que se rige por el ‘trying’ en lugar de por ‘buying’.

Cuando hablamos de economía abierta o colaborativa no solo hablamos de ecuaciones y plataformas, estamos describiendo el final de una etapa donde, a partir de ese ‘matching’ entre datos y personas con diferentes activos, se divisa un mundo desequilibrado e ineficiente.

Como todo esto no se puede parar habrá que legislarlo y así lo ralentizamos un poco. Eso es lo que pensó la Unión Europea al divisar la que se le viene encima a todos los poderosos. Siempre fue así lo seguirá siendo. Estos modelos colapsan la economía tranquila y orientada por los de siempre. Cualquier industria que ha visto tambalear su estabilidad ha puesto en marcha sus mecanismos de defensa más artificiales y desesperados que efectivos.

Taxistas con Uber, operadores turísticos con Airbnb o en cualquier otro sector, el asunto no tiene manera de regularse como se regularon las cosas antes. Un bit es un bit y por mucho que quieran los gobernantes seguirá siendo un bit hasta el final del universo conocido. Es decir, lo que es analógico no puede jugar la liga de lo digital porque tarde o temprano perderá y entonces el destrozo aun será mayor.

Pero ahora el sector financiero está acorralado y no se quiere enterar. Cree que tras la quiebra que vivieron ya todo está solucionado. No entendieron nada. Que se lo digan a la prensa, mucha aun sigue pensando que eso de innovar en esta época es poner artículos de pago en sus ediciones digitales. Así les irá.

Los bancos van a tener que conjugar verbos nuevos como compartir. Deberán dejar de decir tonterías como que ‘las sucursales van a ser más amplias y lugares donde los clientes podrán vivir la experiencia de la banca inteligente’. Lo van a tener difícil, distinto, mejor si quieren.

Soy optimista por que al final de todo esto nos queda el espíritu de supervivencia que todos tenemos. Disfrutar del futuro inmediato es cuestión de aceptar los tiempos que vienen, seas un arrendatario de tu tiempo o un director de un banco cotizado. Ya está aquí.

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Economía, Inversion, Politica Marc Vidal Economía, Inversion, Politica Marc Vidal

La deuda soberana, la pública y los emprendedores

Me preguntaba un amigo economista ayer en el aeropuerto de Bogotá como veía España. Le dije que sino ganaba a Chile pintaba mal. Se rió y me volvió a preguntar en detalle ‘me refiero a lo de la deuda que dicen se está solucionando‘. Se refería a la deuda soberana, obviamente no a la deuda pública. Esta última seguirá subiendo hasta que el crecimiento en España roce el 3%. La conversación fue entre didáctica y apasionada pues a mi modo de ver se han perdido muchas oportunidades de cambiar cosas y ahora tampoco se está cerrando bien la herida.
Confieso que la confianza sobre la deuda soberana en la zona euro en su conjunto es positiva. A pesar de que hay riesgos de mantener la sostenibilidad de la deuda pública, la verdad es que estamos ‘técnicamente’ mejor. Sin embargo nada está resuelto y hay ‘otras deudas’ que deben preocuparnos.

El BCE alertaba hace un par de días que tanta relajación no era buena aunque lo decía en otro campo, el de la deuda pública que no quiero mezclar con la deuda soberana. No tienen enlace directo pero se mueven con patrones parecidos. Es más, si los intereses subieran debido a la búsqueda de rentabilidad de los inversores, se iba a liar parda. Lo que pasa es que seguimos, como unidad económica, precisando de una financiación importante. Los bancos lo saben y están incrementando sus carteras con deuda soberana no sea que el cambio de intereses ponga en pérdidas a las entidades financieras.

Resulta que no tienes bastante con enfrentarte a mil dificultades cada día como emprendedor que tienes que preocuparte de una losa plomiza que sobrevuela tu cabeza por la mala política de otros. Si no hay crédito tiene mucho que ver con esta terca modalidad de disfrazar la situación del sistema bancario.

Pero, ¿que es eso del mercado de la deuda que podría volver a poner en peligro tantas cosas? El mercado de la deuda existe porque estados, administraciones, bancos y empresas buscan financiar sus propias inversiones o, lo que suele pasar con los primeros y segundos, taponar sus déficits. Lo que pasa es que como no suelen tener fondos suficientes se embarcan en la emisión de cupones fijos o variables que se deben remunerar en meses o años.

¿Dónde se compran esos bonos? En una cosa que unos llamamos subasta y otros mercado primario. Las cantidades de deuda emitida en Europa ha superado a veces en dos veces el PIB español para hacernos una idea del volumen. La diferencia entre el precio que establecen los emisores y el que desean pagar los inversores es la rentabilidad.

Cuando trabajé en bolsa y compra venta de activos podía ‘asistir’ a ese mercado primario pero obviamente es un ‘lugar’ reservado a los institucionales, los estados, fondos o bancos. Allí no hay particulares salvo cuando al emisor le interesa como fueron algunas emisiones autonómicas hace unos años.

¿En que se basa el mercado para valorar una deuda u otra? En las agencias de rating. Si, esos bichos malos que tanto se equivocaron hace siete años. Posiblemente la fastidiaron y bien, pero ellas solo señalan en base a los datos que se ofrecen. Marcan el perfil de riesgo y en base a eso unos pagan más o menos a la vez que se determina el tipo de interés de esa deuda.

¿Qué es el mercado secundario? Los bonos, las letras del tesoro, las obligaciones de un estado o cualquier tipo de deuda, valen durante su vida útil y reembolsan al vencimiento una rentabilidad determinada. No obstante durante ese período su valor puede ir oscilando por lo que se puede especular, ganar o perder antes de que venza. Eso sucede y se produce en un casino gigantesco llamado ‘mercado secundario’. Es el lugar de la liquidez. Sin él el asunto se quedaría seco. Lo normal es que un inversor particular se acerque a este mercado a través de la renta fija.

¿Qué tiene que ver el ‘riesgo país’ en todo esto? Esto es lo que al BCE le trae por el camino de la amargura. La evolución del mercado secundario que combina tipo de interés y cotización de toda la deuda en circulación oscila y lo hace en base muchos factores. Cuando la percepción de que un país va bien o irá mejor el rendimiento baja pues es menos arriesgado. Sin embargo, el abuso de intereses bajos puede ir ‘dopando’ el modelo por lo barato que sale endeudarse. Técnicamente es lo que le pasó a millones de ciudadanos que se hipotecaron pensando en lo ‘bajo que estaba el tipo de interés’. Cuando subió se rompió todo.

Y los mercados, ¿qué son? Mi amigo Daniel Lacalle me dijo bromeando un día que ‘los mercados son monstruos de dos cabezas siempre al acecho’. Obviamente los mercados no son más que lo que nosotros mismos somos. Los movimientos, las correcciones y cualquier cambio brusco se produce en base al miedo, a la credibilidad y a mil factores ‘humanos’. Aludes de ventas por miedo a suspensiones de pagos dispararon rentabilidades en el pasado y eso, cuando pasó, propulsó los costes de esos mismos países para financiarse.

Que lejos queda eso ya. Parece que la tormenta pasó pero recordemos que hemos vivido rescates de países enteros. Vivo en uno de ellos, Irlanda, y si bien es cierto que nadie quiere hablar de ello, los efectos se han dejado ver claramente en muchos aspectos de la vida cotidiana.

A mi me preocupa como se va a revertir tanto gasto que se fue a bancos e ‘intereses’, para que acabe en manos de proyectos, de innovadores, de emprendedores. El dinero para la innovación, el cambio de modelo, eso de digitalizar y transformar Europa en lo que no es. Como se pretende ser competitivos tecnológicamente con Asia o Estados Unidos.

Estaría bien que el Banco Central Europeo contribuyera a ese cambio de modelo y a ese crecimiento económico real. El empleo es el motor y se le daña cuando en lugar de facilitar el crédito o el coste del dinero se les obliga a pagar el triple de lo que cuesta. Si en algún momento aparecen dificultades en la capacidad de los deudores la cosa puede ponerse otra vez fea y afectar a los de siempre.

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Apps, Economía, Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Apps, Economía, Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Los taxistas utilizarán 'Uber'

Medio Londres paralizado. Los taxistas colapsan la ciudad. La gente pregunta que ocurre y la respuesta es que están protestando contra la plataforma Uber. ¿La que? Dicen nueve de cada diez. Al terminar la jornada de protesta y tras ser trending topic mundial durante horas, Uber tiene millones de usuarios nuevos en medio mundo. Independientemente de la campaña de publicidad gratuita que le han regalado ‘sus enemigos’, la plataforma debe ser analizada en el contexto de la economía, sociedad y relaciones en red en la que vivimos. Nada es como queremos que sea, es como es y lo jodido de esto es que por mucho que insistamos no hay ‘tutía‘ de cambiarlo. Puedes retrasarlo, pero no evitarlo. Lo mejor es prepararse, tomar medidas y cuando llegue casi tenerla amortiguada.
Conozco taxistas que usan Uber. ¿Se han unido al monstruo? No, a su modo de ver son adelantados a su oficio, profesionales que identifican que hay que renovarse y renovarse va más allá de si tu vehículo tiene revistas, iPads o conexión wi-fi incorporada. Son conductores que advierten un cambio más grande que el que Uber o Blablacar representan para el sector. Tiene que ve con la desaparición de la profesion en unas pocas décadas, tiene que ver con coches autopilotados y eficientes. Tiene que ver con que un ‘humano’ taxista del futuro inminente será un analista de flotas inteligentes autoconducidas que poco precisaran de la intervención de una persona. Ese nuevo empleo aun no existe, pero existirá.

Cuidado con seguir dando la razón a una gente que se marchita en su despacho. Europa es un cementerio intelectual cada vez más irrelevante en la revolución tecnológica. Hay muy poca cosa interesante y la que hay no se la potencia ni ayuda, todo lo contrario. Estados atrofiados a normas y regulaciones, haciendo todo lo posible para que no avance nada y la innovación se agote a fin de que los mercado no se abran, no sea que los grandes intereses se vean afectados.

Europa languidece pero despertará a pesar de sus dirigentes. Es un desastre de dimensiones bíblicas cuando hablamos de futuro, innovación, revolución tecnológica y negocios del futuro. Está en manos de todos cambiarlo y acabará dando razones a cuantos diseñan las herramientas del futuro. Nos hacen falta mercados sin restricciones y más valientes aceptando la realidad de nuestro tiempo para, entre todos, innovar en todos los campos. Pidiendo prohibir, cancelar o eliminar no se gana nada. La historia y el progreso lo va a pisotear todo. Si es más fácil, social, económico y rápido se te llevará por delante. Date por relevado, seas taxista o torero.

Si aquí todo va así, porque en otros lugares no. ¿Qué tienen sobretodo California, pero también Florida y Massachussets que viven un progreso tecnológico similar al del Renacimiento? Menos intervención política, regulación moderada, mercados abiertos, inversionistas que entienden que esa facilidad para innovar no se enfrentará nunca a la política restrictiva que vivimos en Europa por ejemplo.

Por ejemplo, mientras Europa se lanza contra Uber, Goldman Sachs, Google Ventures y Benchmark invierten en ella. The Wall Street Journal valora en 17.000 millones de US$ al juguetito este. Digamos que seguir con el discurso de que esta aplicación permite que ‘gente sin licencia haga de taxista’ es complicado de sostener.

El tema es que si yo tengo un coche y me ofrezco a llevar a alguien en él a cambio de que me compense por ello, la plataforma que me facilita el enlace me pide un porcentaje de ese acuerdo. Es una transacción, pero ¿que servicio se ofrece? ¿compensar el coste del uso del vehículo o el uso tecnológico? Sinceramente da igual. Regular estas actividades que ya se sitúan en escenarios que la tecnología da por superados es perder el tiempo. Lo mejor es empezar a buscar el punto de encuentro entre nuevos tiempos, nuevas imposiciones más realistas, profesiones en retroceso y acciones en red y socioeconómicas. Lo barato, rápido y social se llevará por delante el asunto.

Seguir considerando una licencia de taxi como una inversión es un error que muchos están empezando a notar. Eso ya pasó. Aquí hablamos de que la tecnología permite poner en la cesta tiempo libre de personas con artilugios que se conducen. Eso antes no era factible con esta potencia y el monopolio estaba en manos de otros. Ahora no hay monopolio por mucho que queramos impedirlo. Otra cosa es que TODOS deben regularse en aspectos como la seguridad, impuestos, calidad de servicio, y lo que sea, pero no imposibilitar un nuevo modelo que es irremediablemente parte del futuro.

¿Recuerdan lo imposible que era entender que el sector musical debía de aceptar Spotify? A Napster se lo cargaron, pero cambió el mundo. Así es la noria esta. Gira y gira te llames SGAE o te llames Kodak. Mi imagino la cara que pusieron las grandes APIs cuando Idealista empezó a poner en contacto a compradores y vendedores de fincas. Con el tiempo, Idealista es el mejor canal de venta de las inmobiliarias también

En otro post hablaremos de otros ejemplos del esfuerzo por ralentizar la velocidad a la que gira el mundo como el ‘aparente vacío que paraliza el uso de drones’. Con esto si que hay para escribir un libro. Decenas de juristas, expertos, políticos, cómicos y periodistas tratando el tema que nace viejo nada más empezar el debate.

Ministros tratando de imponer leyes, regulaciones y así atender las presiones de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Casi un centenar de empresas paradas, cancelando contratos, perdiendo inversores y viendo como años de desarrollo se pierden por culpa de este tipo de pastores. Resulta que debaten sobre quien y como debe pilotar desde tierra un dron no pilotado. Hablan de capacitar a los conductores y meriendas parecidas cuando el dron del futuro inmediato es autopilotado con sensores y geolocalización desestimando la mano humana en ningún proceso. Cuando se den cuenta, también se pondrán a legislarlo y aun lo retrasaran mas. Que alguien les avise, ganaremos tiempo.

Yo si fuera taxista, ya me habría dado de alta en Uber.

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Economía, Personal, Sociedad, Startups Marc Vidal Economía, Personal, Sociedad, Startups Marc Vidal

Mi papá 'acelera startups'...

A los niños de la clase de mi hijo les preguntaron a que se dedicaban sus padres. Eran cuestiones sobre la profesión y las aficiones. Max respondió que su padre era ‘economista digital’ y me definió diciendo que ‘mi papá viajaba mucho, escribe libros y siempre está en Internet’. No dijo ‘emprendedor’ siendo la palabra que más se utiliza en las sobremesas familiares cuando me nombran. Interpreto que para mi hijo el hecho de emprender hoy en día lleva inscrito todo lo que es digital pero, al parecer, fue un modo de diferenciarme de algunos compañeros de clase que explicaron que sus padres eran ‘emprendedores’.
Para mantener ese grado de ‘exclusividad’ y ante la pregunta de ‘¿qué hacen los amigos de tu padre?’ mi hijo explicó que, aunque no sabía lo que era, ‘un amigo de mi padre acelera startups’. Supongo que tiene mucho que ver con el último divertido almuerzo que tuvimos en común la familia de Carlos Blanco y la mía donde, a buen seguro, ‘se quedó’ con el detalle.

Dejando de lado la curiosa apreciación me interesa mucho el cómo las nuevas generaciones están asimilando este punto exacto de la historia, como van entendiendo dónde su ubican las nuevas oportunidades y hacia donde se deben dirigir sus habilidades. Está claro que también deberemos medir de algún modo como digieren estos cambios que para ellos son un hecho natural y para nosotros, los ‘mayores’, son un tremendo cataclismo la mayoría de las veces.

Son generaciones que se avecinan sin descanso. Vienen de donde no habrá duda sobre el valor de la colaboración. Mientras nuestros gobernantes pertenecientes a una generación en el tiempo de descuento tecnológico se esfuerzan en ‘controlar‘ y legislar la Nueva Economía, estos pequeños la viven como lo único y real. Waze y la información social a tiempo real del estado del tráfico en cualquier parte del mundo, AirBnb que se ha revolucionado el mundo de la hostelería tradicional, Fon y su wifi colaborativo y el gran Uber que está poniendo en jaque el modelo tradicional de transporte ligado a las flotas de taxistas en algunas ciudades del mundo. Ellos no entenderan que la lógica sea la de prohibir ese avance, solo que si es mas barato, rápido y eficiente no se precisan los modelos del pasado (presente aun).

Leía que hoy en día, las generaciones que crecen inmersos en videojuegos de todo tipo donde ‘las vidas’ se pueden ‘recuperar’ en base a diferentes hazañas, el hecho de perder una partida permite aprender algo para la siguiente. Siempre es una teoría pero hay quien defiende que la Nueva Economía que se basa en la prueba/error está despegando gracias a que ahora confluyen esos dos aspectos: modelos y usos laborales que permiten errores a menor coste que antes y una generación de trabajadores capaces de sacar rédito de cada ‘game over’. El talento y el riesgo van juntos. Es ahí donde, a mi modo de ver, la economía digital juega un papel histórico por sus características esenciales que permiten sustituir grietas por fisuras.

Si retiramos algunas barreras mentales que rodean a la ‘vieja economía’ cambiará incluso la manera de pensar de las personas y sus relaciones con la realidad económica, política y social. Ciudades más modernas, tecnológicas y digitales serán también más plurales, eficientes y competitivas. Los emprendedores digitales son los estimulantes de ese nuevo rumbo, los dinamizadores del proceso. Su hoja de ruta se define por objetivos, por retos y por sueños, pero hacerlo de un modo actual es fundamental.

Mi hijo dijo de que soy ‘economista digital’ y que mis amigos son ‘aceleradores de startups’. En realidad quería decir, y no lo sabía aun, que la frontera entre emprender y hacer empresa parte de proyectar en low cost, de hacerlo en el long tail, en base a la escalabilidad del producto, retirando intermediarios de la cadena de valor, gestionando la inteligencia social y hacerlo de un modo global y tecnológico.

Mi hijo me preguntó con seis años ¿que era tirar de la cadena?, con cuatro ¿que cuando me equivoco porque no tiro para atrás? y ahora me suele explicar como se actualizan algunas aplicaciones.

Ya no es razonable hablar de nativos digitales o inmigrantes digitales. Ya no tiene sentido. Parece un viejo slide de una conferencia vieja. Debatir si se es o no digital no es ni una discusión que aguante un asalto. El tiempo circula, rápido, casi eléctrico. No pasa, circula. Ya nada será igual, nada podrá volver a la casilla de salida ni falta que hace. Sin embargo cada vez que un niño intenta describir lo que ve a su alrededor fijémonos exactamente lo que está diciendo pues en su definición está exactamente el futuro que tendremos todos. Ellos lo ven antes y sin artificios.

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E-commerce, Economía, Startups Marc Vidal E-commerce, Economía, Startups Marc Vidal

Ser local para ser global

A lo largo de este año Openshopen incorporará la lengua francesa y la árabe entre sus opciones de uso. Es una doble buena noticia. Por un lado para los clientes de la plataforma que les permitirá atender mercados francófonos y árabes y por otro que responde a la apertura de nuevas delegaciones que atenderán ese despliegue internacional. El nuevo equipo internacional está volcado en la definición de esta ambiciosa hoja de ruta.
De la mano de nuevos partners estamos iniciaremos operaciones en Francia, Bélgica, Canadá, Senegal y Camerún en francés y un poco más tarde en países en lengua árabe, tanto en el Próximo Oriente como en el norte de África.

Esta acción se suma a las consolidadas en Irlanda, México, Chile, Portugal, Colombia, Ecuador, Nigeria e incluso en España y en las que estamos inmersos en Sudáfrica, Brasil o Italia.

Desde el primer momento Openshopen responde a un criterio global, pero localizado. Buscamos ese punto diferencial difícil de gestionar pero estimulante en su concreción que suma el valor universal de una plataforma digital accesible desde cualquier lugar o dispositivo, con hacerlo desde una sede y equipo local de seguimiento, soporte y explotación de negocio. Le llaman ‘glocalización’ y es uno de los grandes retos de la Economía digital de estos tiempos. 

Poco a poco vamos corrigiendo errores y superando las dificultades que supone descubrir mercados de cerca. Llevo veinte años haciéndolo y aún hoy aprendo con cada batacazo.

Pero esto sólo es una parte de la gran cantidad de novedades que se nos amontonan y que puedes ir siguiendo en nuestro blog en varios idiomas. El lanzamiento de nuevas plantillas mucho más vistosas y actuales, la salida del módulo para dispositivos móviles, la mejora del panel de uso para nuestros clientes, la permanencia de los mismos y el imparable crecimiento de altas, permite tomar con ilusión la segunda parte de este año en el que vamos a intentar convertir el término ‘glocalización’ en uno de los motores del proyecto.

Recuerda que si quieres montarte una tienda online, fácil, robusta y gratis puedes hacerlo con Openshopen.

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Un mundo sin empleo

Ya hemos hablado de un mundo sin la mitad del empleo actual. Un mundo cercano y complejo repleto de sistemas automáticos y de robots. Sin embargo hay quien va más allá y lo hace desde un lugar donde, por experiencia, se define el futuro, Sillicon Valley. Hay quien habla de un mundo sin trabajo, sin empleo.
Steve Jurvetson, socio de la firma de capital de riesgo de Sillicon Valley DFJ, dijo durante el evento Xprize Visionering que el mundo tiene que pensar en cómo atenderá la cada vez mayor diferencia entre ricos y pobres y no en como va a ocupar a las personas que irremediablemente irán perdiendo sus puestos de trabajo.

Conocí a Jurvetson hace dos años en San Francisco. Este inversor de empresas de tecnología futuristas como SpaceX o la misma Synthetic Genomics, es un tipo que cuando habla parece definir con precisión un mundo que sólo él ve, pero que, sin embargo, a medida que te lo explica, lo comprendes y lo interpretas en toda su aplastante lógica.

Al igual que Jurvetson pienso que ‘el ritmo del progreso tecnológico está desacoplado de la economía y la brecha entre los ricos y los pobres no puede ya ir cambiando de dimensión estrechándose y encogiéndose como hizo en otros momentos de la historia’. Las clases medias menguan sin descanso y en algunos puntos del planeta incluso tienden a desaparecer para dar paso a otros modelos denominados ‘microburguesia low cost’.

Suponiendo como dice Jurvetson que ‘todas las industrias vivirán el momento en el que los robots y software se llevarán por delante el trabajo no deseado, no habrá empleo suficiente para todos los seres humanos’, entonces una pequeña porción de la humanidad controlará la tecnología de la información que permitirá esa ‘automatización global’. Eso, atendiendo a que la economía actual no funciona a ritmo de esos avances podría generar un escenario aterrador donde casi el 80% de la población en disposición de tener empleo no logre tenerlo.

Imaginar un mundo donde no fuera necesario apenas trabajar pues todo estaría automatizado parece ciencia ficción pero cada vez es menos ficción y más ciencia. Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa que imagines ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver como será el futuro inmediato.

El reto está en encontrar el modo que permita obtener de esa ‘maravillosa’ opción del ‘automatismo’ la consecuencia de acceso a los derechos fundamentales a toda la población mundial. Salud, conocimiento, cultura, alimentos. Un mundo robotizado para hacer más humana la vida. Para ello se precisa una ‘transición tranquila hacia el mundo de la abundancia’

¿Te lo imaginas? ¿Cómo será esa transición? ¿Cuándo?


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Perder el tren de #Europa definitivamente

Ayer se pudo poner en contraste dos maneras de entender el debate europeo. Por un lado los ciudadanos pudimos asistir a un encuentro cara a cara entre Elena Valenciano y Ricardo Arias Cañete, ambos cabezas de lista electoral para las europeas del 25 de mayo en España. En paralelo y con escasa diferencia de tiempo, se desarrollaba otro debate entre los cinco líderes europeos en la Eurocámara. A simple vista, y viendo las imágenes de la escenografía y formato de uno y otro, ya te vas dando una idea de por donde fueron las diferencias.
El debate de los dos candidatos españoles fue encorsetado, rígido y encerrado en un plató, como siempre. El de los líderes europeos se adaptó a la grandiosidad del momento, la decoración propia de un show y la agilidad que precisa el público joven enganchado al seguimiento por varios, canales, pantallas y dispositivos. La evidencia de que en un lugar se pasaba trámite y en otro se disfrutaba era evidente. Convertir el parlamento europeo en una especie de jubilación dorada para políticos que, debiéndoseles mucho, estorban en la primera línea nacional, es un error que pagaremos.

Mirar las listas de algunos partidos da vergüenza ajena. El gasto en interpretes ridícula pues como mínimo un diputado europeo debería de dominar el inglés y, considero, alguna lengua más que la materna. Claro que, como no hay pruebas de acceso, únicamente cobro de servicios prestados, eso no cambiará en muchos lugares en tiempo. En este tipo de elecciones donde cuesta saber a quién votas realmente puesto que la conformación final del Parlamento y la Comisión depende de sus repartos a posteriori, lo más nutritivo es tomarse la molestia de ver quienes van en esas listas, que han hecho hasta la fecha y que conocimiento pueden tener de esa Europa del futuro que todos proclaman intocable. Si lo haces bien verás que unos se lo toman en serio y otros han detectado una residencia para la tercera edad política muy cómoda y bien pagada. Pero por suerte hay cosas destacables y positivas.

Me quedo con Neelie Kroes, vicepresidenta de la Comisión Europa y su ímpetu por estimular un cambio de época desde su compleja posición. Esta mujer entiende el momento digital, el papel de las Startups y el valor revolucionario de la Nueva Economía. En una de sus cartas recientes aseguraba que el mundo se está moviendo muy rápido y que, por ello, ahora más que nunca está claro cómo las herramientas digitales sostienen y lo transforman todo. El mundo de 2014 no es el mundo de 2009 y cualquier presidente entrante tendrá que prepararse para el 2020 y más allá.

Recomiendo la lectura detallada del discurso de esta mujer. Habla con claridad de temas que muchos otros políticos o no quieren tratar o, lo que es peor, ni siquiera saben a que se refiere. Os he traducido dos fragmentos destacados pero os recomiendo la lectura completa. A su vez os dejo con el video en el que hace una llamada a las Startups de Europa enlazando con la redacción de un ‘manifiesto’ en ese sentido. Está también en español.

Se mire por donde se mire, lo digital está alterando y transformando nuestro entorno. Como lo hizo Amazon en el mundo de los libros o la logística, Spotify e iTunes en el de la música, Uber en el de los taxis, Airbnb en el de los hoteles, Netflix en el de la TV, Skype y WhatsApp en el de las comunicaciones y otros. En el futuro estas transformaciones podrían extenderse a la forma en que entregamos la educación, energía, salud y mucho más.

Por eso hace falta un presidente totalmente digital que haga que su prioridad sea gestionar y abrazar el cambio. No sólo con palabras, ni con bromas sobre el uso de iPads y Twitter. Eso es algo que he sufrido en los últimos cinco años. Palabras no serán suficientes. Esto requiere la superación de los sistemas de una herencia antigua, rompiendo barreras, y haciendo frente a los intereses creados.

Más allá de las redes: se trata de todo el ecosistema innovador apoyado por la internet. Es fácil para cualquier político para hablar de liderazgo innovador europeo. Sin embargo, hoy en día, para cualquier empresa joven, digital significa innovador y novedoso medio digital. Los dos son inseparables; el apoyo a uno significa abrazar la otra: la UE del mañana tiene que permitir que el entorno en el que ambos puedan florecer. No os parece que, a pesar de que son palabras, hay una Europa con gente empujando y otra que sigue mirando como el tiempo transcurre.

Prefiero la Europa de la señora Kroes, la del debate de #tellEurope de ayer y la de muchos eurodiputados con los que he tenido el placer de reunirme estos cinco años para hablar de ‘tecnosociedad’, futuro y cambio de modelo económico. Haber sido parte de un grupo de trabajo en el Seventh Framework Programme me ha servido para aprender muchas cosas extraordinarias y para descubrir otras menos agradables.

Las dos maneras de ver el futuro de Europa lo resumo en tres fotos. Una es la que, mientras los dos cabezas de lista de los dos ‘grandes’ partidos en liza en España no abordaron el tema de Catalunya, en el otro debate se puso sobre la mesa sin problemas. Otra fue la que, a la vez que Europa escuchaba las redes sociales para que los políticos respondieran a tiempo real, Cañete y Valenciano seguían a la suya. La tercera fue el instante que los cinco de Bruselas abordaban temas tecnológicos y los dos de Madrid seguían con el ‘tu lo hiciste peor cuando gobernabas’.

Para no sentir como perdemos el tren de Europa, el tren del futuro definitivamente, me quedo con la Europa que se respira y vive por aquí de momento. Estoy convencido que el tren no pasará muchas más veces, pero volverá a pasar y nos ofrecerá la oportunidad de subirnos. ¿Nos estamos preparando para ese momento? No lo tengo claro.

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¿Debe preocuparte una nueva burbuja tecnológica?

Nuestra economía es cíclica. Lo es porque el capitalismo pivota. Es su esencia. Siempre experimentamos ciclos y carencias. No hay ningún punto de estabilidad garantizado pues acabaría conceptualmente con él propio sistema. En tres décadas, dos de las cuales las he podido vivir directamente, el mundo ha sufrido probablemente unos cuatro burbujas. El colapso bancario de 1987, el hundimiento de las puntocom y la crisis financiera reciente entre otras. Ahora bien, durante esos mismos años de pánico el mundo ha vivido una etapa de una inédita innovación.
Las causas de esas explosiones con efectos devastadores y, a la vez, enormes beneficios posteriores, se debe a dos actores principales: el especulador y el creador de valor. Si estás especulando, vives pendiente de una burbuja, si eres un creador de valor, te la trae al pairo.

El especulador busca en sus apuestas lícitas y respetables (me gané la vida durante años así) los cambios del valor de las cosas en mercados. Ayuda claramente a que esas apuestas adquieran relevancia o atractivo en si mismas. El constructor de valor intenta generar algo cuyo objetivo sea crecer y prosperar sin sentirse afectado por los cambios del mercado. A veces, entre los segundos hay muchos de los primeros. ‘Emprendedores’ empujados por un viento ‘de moda’ con el que especular.

La burbuja puntocom explotó por la ingente cantidad de ‘empresarios’ que se dedicaron a desafiar el valor real de sus productos. Sobrevivieron los que realmente lo hicieron con el objetivo empresarial más cierto. Siempre me acuerdo de algunas plataformas patrocinadas por bancos, a miles de millones, que se fueron por el desagüe frente al éxito de la constancia de otros como por ejemplo idealista que superó aquella etapa.

En aquellos años de la última burbuja tecnológica y emprendedora el mercado estaba hambriento de empresas web, de modelos económicos digitales replicados y replicantes, donde nadie atendió a las reglas básicas de la economía de escala. La física y la gravedad se imponen siempre y en aquella época lo hizo con violencia.

Recuerdo una conversación con un ‘emprendedor’. Fue hace ya mucho tiempo. Se acababa de producir la adquisición de la famosa ‘wanadoo’. El hombre escuchó una de mis ideas de colaboración que respondía a crear una empresa de crecimiento razonable a una velocidad lógica a mi entender. El tipo declinó argumentando que su intención era subirse a la ola monumental que muchos estaban tomando.

Este ‘emprendedor’ inversor me dijo que la cosa tenía que ver con negocios, pero que daba igual si eran o no sostenibles o si el cálculo daba negativo lo tomaras por donde lo tomaras. Lo que me fascina de todo lo que vino después es que, cuando las aguas volvieron a la tranquilidad y sus negocios habían desaparecido engullidos por la resaca, entre tanta miseria y desolación se podían empezar a divisar los ahora inmensos Google o Amazon.

Del destrozo nació nuestra actual escenografía, nuestro presente depende de aquel desastre y nuestro futuro del que ahora se está larvando.

Años después, cuando colapsó el mundo en 2008, Google y Amazon lo miraron desde otro universo. Lo hicieron porque a diferencia de otros, ellos creaban valor. Si tu empresa no es más que una réplica que no aporta nada, si tus servicios los ofrecen muchos otros, si lo haces porque lo hacen los demás o porque está ‘de moda’, estas en condiciones de que te explote la burbuja en toda la cara.

Hace unos días me entrevistaron en TF1 sobre todo esto. Me presentaron como alguien que había ‘predicho’ al menos tres esas cuatro burbujas y me cuestionaron sobre la siguiente. Mi opinión, aun por clarificar, se basa en la localización exacta del lugar que ocupa el ciclo económico actual. Si estamos decayendo todavía, subiendo o estabilizando establecerá unas u otras perspectivas.Sin embargo, y esto es pura síntesis tras haber vivido al menos cuatro ciclos, si eres un especulador, o estás subido en una moda empresarial o socioeconómica concreta, debes atender muy bien el punto en el que se encuentra, te lo juegas todo y puedes ganar mucho o perderlo completamente. Si lo que eres es alguien que aporta algo nuevo, valor y producción real, debe importante muy poco. De verdad.

Sin embargo, aunque seas un emprendedor que aporta valor y que tiene objetivos que no dependen de los ciclos, necesitas tomar precauciones. Según el gran Barry Schuler los elementos a tener en cuenta ante la gestación de una burbuja tecnosocial serían: acumular efectivo, no especular con tu marca, respetar a los inversores, tener claro cual es el valor de tu empresa, ejecutar en los tiempos buenos como si fueran malos y definir un plan de contingencia para cuando tu valor pierda tracción.

Los avances tecnosociales en impresión 3D, en la Internet de las Cosas, en modelos Big-data y en cualquiera de las disciplinas y los campos que comentamos aquí muchas veces, no están exentos del riesgo de jugar en el campo de la economía tradicional. Lo miserable de todo es que los avances de la humanidad dependen de las crisis y las empresas que cambiaron el mundo surgieron de una ‘buena’ explosión de alguna burbuja. Bienvenida sea esa explosión si tras ella, una vez disipada la niebla, aparecen grandes proyectos que definan un mundo mejor. Así paso, así pasará.

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Conocimiento ‘low cost’ e inteligencia ‘premium’

Eso de que ‘todos somos iguales ante la Red‘ podría estar viviendo sus últimos meses. Hasta la fecha, Internet y los servicios que se derivan son accesibles de un modo similar y en las mismas condiciones por todos. La Red es lo que es precisamente por eso. Ese principio ha supuesto el mayor estimulante para el cambio radical que ha vivido el planeta en apenas un cuarto de siglo y esa consagración está ahora en jaque.
La Comisión Nacional de Comunicaciones de Estados Unidos está preparando una norma que podría poner fin a al principio de ‘neutralidad de la Red’. La votación a finales de año tiene muchas probabilidades de aprobarse. Al parecer se debe a la reclamación de las operadoras de telecomunicaciones en los últimos años. De hecho se basa en una sentencia judicial a favor de Verizon, que demandó a la FCC por prohibirle establecer diferentes velocidades de descarga. Esta reforma puede permitir que las empresas de telecomunicaciones concedan mayor velocidad a aquellas empresas que requieran grandes velocidades de acceso a la red siempre y cuando paguen un precio extra. Es decir, la creación de dos ‘Internets’ una de pobres y otra de ricos.

Este debate parece solo abierto en Estados Unidos pues en Europa seguimos con otros temas más importantes como los agujeros de seguridad de un navegador u otro.

La derivada inmediata será el encarecimiento de todo cuanto ahora es ‘low cost’ y que está, según nos dicen los interesados, ‘destruyendo’ la industria del cine, la música y otros. A partir de un momento determinado las empresas de streaming como Netflix, Amazon Instant Video u otros, deberán pagar mucho más para acceder por la vía rápida. Así mismo esto le pasará a Skype, Google Hangout y las compañías que se dedican a dar servicios de llamadas VoIP, videoconferencias y derivados.

En un primer momento quien pagará ese sobre coste será el usuario final que tendrá cuotas por servicios ‘on demand’ o tarifas planas mucho más caras. Sin embargo a medio plazo las empresas que viven casi enganchadas a cualquiera de esos servicios de transmisión de datos masivos se verán obligadas o a reducir sus conexiones o a encarecer sus productos en segunda instancia. Está claro que se avecina un tropiezo monumental respecto al progreso de la humanidad.

Facebook, Twitter, Yahoo y Google dependen de esa neutralidad en la red y medidas de este tipo incomodarán a sus ‘clientes’ o usuarios. Dependen de la ‘gratuitidad’ de sus modelos para facilitar la masa crítica, el long tail y la acción publicitaria como principal factor de supervivencia. Muchos, como Skype, ya han acusado a algunas operadoras de ralentizar su servicio cuando perciben que se sobrecargan sus mecánicas. Aseguran que cuando el servicio es deficiente es por una mala práctica de las operadoras de telefonía en datos para que el ‘cliente’ regrese a la llamada tradicional.

Sin embargo a mi me preocupa que una medida de este tipo pone claramente el peso de la balanza en las grandes empresas y deja a las más modestas en una posición que el mundo analógico ya nos garantizaba. La red permite ahora que una pyme en un pueblecito de Huesca ofrezca un escaparate en la red ágil y eficiente a nivel de cualquier mastodonte de California en la venta de productos por la red porque tienen conexiones y accesos similares.

Es cierto que como usuario de Internet ya estamos viviendo diferentes velocidades de conexión. Las diferentes modalidades de conexión en 3G, 4G, ADSL o fibra ofrecen un catálogo para el cliente final. Pero ese cambio de patrón en las velocidades de Internet podría estar buscando dar una vuelta de tuerca más a eso que tanto preocupa a nuestros ‘dirigentes’ de medio mundo: controlar. Una autopista de la información de peaje es menos peligrosa. Si para tener un buen acceso a la red debes tener una conexión superior, la información a la que podrás acceder también será menor o de peor calidad. El riesgo es que la información se distinga entre el conocimiento ‘low cost’ y la inteligencia ‘premium’.

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Cuando 2+2-5 son 4

Normalmente a los datos económicos oficiales les suelo dar la credibilidad exacta tras una revisión lógica. Aquellos que representan aritmética de primer grado los digiero sin contemplaciones, pero cuando son resultado de una triangulación de operaciones o de interpretaciones del anunciante los pongo en cuarentena. Lo he hecho siempre y eso me ha permitido en muchas ocasiones descifrar y leer entre líneas para luego tomar decisiones. Incluso le llaman ‘método’.
En época electoral mi confianza es incluso menor. Aquí ya no cabe nadie con cordura. Los informes, titulares y fuegos artificiales se mezclan en una orgía infecta de declaraciones que sólo buscan puñados de votos tras cada frase. Es un insulto a la inteligencia publicar que según la EPAel paro ha bajado en 2.300 personas durante el primer trimestre de 2014, registrando así su primer descenso en un primer trimestre desde hace diez años’. Sino fuera por lo serio del asunto, y de que estamos en cifras de que 1 de cada 4 españoles en edad y condición de trabajar no lo hace, un titular como ese, debería de ser penalizado por tóxico y falto de la más mínima ética. Las cifras reales son las que son y deben de ‘triangular’ de manera objetiva y no tomando la parte que interesa. Tienes 2, te dan 2 más y te olvidas que debes 5. Resultado según el método ‘ibérico’, te quedan 4.

La realidad pesa como el plomo y la verdad es que en el primer trimestre de este año se destruyeron 184.600 empleos, 51.000 de los cuales eran indefinidos. Además, para maquillar en la medida de lo posible en fechas tan ‘señaladas’ los empleos destruidos entre enero y marzo pertenecían al sector privado, pues el público ni se toca aunque no haya manera de pagarlo y el déficit siga disparado. Es más grave aun, resulta que para que esas cifras sean menos dramáticas en cuanto a destrucción de empleo

Hemos dicho muchas veces que ante nosotros se presenta una oportunidad histórica y trascendental. Convertir nuestro entorno inmediato en un enclave tecnológico, emprendedor y de cambio intenso. Sin embargo seguimos en manos de quienes consideran más importante inventar discursos anestésicos que en ponerse el arriesgado trabajo de cambiar la sociedad y su modelo de crecimiento anticuado.

Sin embargo no sólo es culpa de los que dirigen. Hay para todos. Empiezan a notarse los primeros síntomas de ‘recuperación’ en las ganas de comprar vivienda, invertir en suelo o de tocar ladrillo. Si, lees bien. Resulta que las ‘clases propietarias’ tienen la confianza recuperada, la que perdieron con el pinchazo de la burbuja, que les dice que si no aprovechan ahora el momento ‘low cost’ del tocho estarán perdiendo ‘la gran oportunidad’.

Triste panorama si volvemos a eso. Por suerte el mundo se mueve en paralelo a estos genios. La empresa, muy castigada por años de desinversión, se ha adaptado y empieza a dar frutos en la vertiente de la innovación, de la internacionalización y en la consecución de retos. Lo hizo por su cuenta, lo sigue haciendo. Los emprendedores y empresarios que no leen periódicos sino libros electrónicos están dando la vuelta a la situación con un esfuerzo que los políticos no pueden ni siquiera imaginar.

Mientras unos organizan ‘foros de debate’, desayunos coloquio y meriendas distinguidas para hablar, hablar y hablar sobre lo de siempre y sobre ‘nuevas tecnologías y emprendedores’ donde solo van políticos y funcionarios, otros, los que deben pagar nóminas, impuestos y poner en juego todo, siguen pensando como innovar, competir en el exterior y sumar para generar riqueza y empleo del de verdad.

La austeridad se llevó por delante a millones de personas, la crisis financiera a miles de empresas y los discursos que manipulan se ventilaran el ímpetu de muchos que creyéndoselos podrían perderlo todo. Hay que dar herramientas concretas y reales a los que pretenden apostar todo su patrimonio por un sueño que podría ser motor de cambio social y estímulo para una mejora de la economía a medio plazo.

¿No han aprendido nada? De aquella hostia monumental que llamaron ‘desaceleración’ al insulto a la inteligencia de los ‘brotes verdes’, no hay mucha diferencia a decir que ‘la recuperación ha llegado’

Yo no quiero recuperación, no hay nada que recuperar. Si lo que vamos a estimular es el deseo de comprar vivienda para especular, de generar valor sobre la nada y a dar sentido a todo cuanto se convirtió en barro, habremos perdido la gran oportunidad como generación.

Vivimos tiempos de cambio, un cambio de época, hay países que lo han entendido, se han puesto manos a la obra. Vivo en uno de ellos. Ya nada será igual y mantenerse en frases hechas, discursos biensonantes e interesados, electoralistas o cobardes, alejados de la alta política que exige sacrificios de los dirigentes, inversiones en talento, tecnología y redes, que obligará a terminar con oligopolios industriales y de comunicación, donde las cosas que son normales en otros países (ahora ya más avanzados) también lo sean en el nuestro y donde, a medida que lleguen, los avances tecnológicos se asuman con entusiasmo y no con preocupación.

Hay países donde las leyes permiten el avance de la tecnología, son el futuro. Hay otros que mantienen normas o imponen nuevas para inmovilizar esa llegada implacable de lo irremediable. Solo lograran retrasarlo, pero en ese esfuerzo, el daño que harán es enorme.

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Robotizar el periodismo

En un informe reciente publicado por la compañía CareerCast sitúa al periodismo como el segundo peor empleo al que se puede aspirar. Como curiosidad, a un periodista sólo lo envidiaría un leñador. Además, según ese estudio, las perspectivas de empleo para los periodistas se reducirán un 13% en apenas ocho años. Pero una cosa es la expectativa profesional y otra que la profesión esté mutando. No voy a entrar en el análisis de la utilidad o la derivada que los expertos e implicados ya protagonizan casi a diario con el manoseado debate de que ‘el periodismo debe reinvetarse, adaptarse al momento o encontrar su modelo de negocio’. Mientras se sigue despistando con ese discurso facilón y poco exhaustivo la historia acelera en paralelo y se lo lleva todo por delante.

Es habitual que directores de medios teoricen sobre cual debe ser el santo grial del asunto y que la ‘salvación del periodismo’ sea localizar un proceso rentable entre noticia y lector. Lo dicen aquellos que ponen como ejemplo de ‘buena práctica’ cobrar una cuota por noticia o una tarifa por sección. Obviamente no están ni en la misma dimensión del problema. Preocupante, pero no sorprendente. 

Sin querer darle más importancia, que la que hoy por hoy debe aceptarse, quisiera dejar para la reflexión colectiva (del colectivo afectado sobretodo), la que se les viene encima, como a tantos y tantos sectores y profesiones, con eso de la automatización de las cosas que no se podían automatizar.

Hoy quiero debatir sobre el periodismo robótico llamado actualmente ‘quakebot’ en honor al desarrollo matemático que inició un modelo similar a una redacción de un suceso en 2010. En concreto hablamos del papel que jugó este algoritmo en la rápida publicación de una noticia sobre un terremoto menor en California y que puso en punto de análisis el papel de los robots en el periodismo del futuro.

Resulta que Ken Schwencke, periodista y programador de Los Angeles Times, fue el primero en dar la noticia de que la ciudad de Los Ángeles había sido sacudida por un importante terremoto. Se despertó por las sacudidas a las seis de la mañana del lunes 17 de marzo, puso en marcha su computadora y se encontró con una historia breve sobre lo ocurrido hacía apenas unos segundos, cortesía de un robot, un algoritmo desarrollado por él y que bautizó con el nombre de “Quakebot”. El curioso efecto de Quakebot en la inmediata confección del documento sobre la historia del terremoto llevó a los observadores de la industria a discutir el papel de los robots en el periodismo del futuro.

Uno de los principales exponentes del periodismo robótico es Noam Lemelshtrich, rector de la Escuela de Comunicaciones del Centro Interdisciplinar de Herzliya, en Israel. Latar escribió, entre otros, diversos estudios sobre el tema: “El futuro del periodismo: inteligencia artificial e identidades digitales” [The Future of Journalism: Artificial Intelligence and Digital Identities] e “Identidades digitales y contenido periodístico: cómo la inteligencia artificial y el periodismo pueden trabajar juntos y por qué eso interesa a la sociedad” [Digital Identities and Journalism Content: How Artificial Intelligence and Journalism May Co-develop and Why Society Should Care].

Desde hace décadas, las computadoras han estado ayudando a los periodistas a redactar y a descubrir hechos. La prospección de datos y la analítica ayudan a los periodistas a hacer periodismo de investigación. Ahora, el periodismo robótico  son programas de inteligencia artificial que recopilan los hechos y los redactan en una fracción de segundo. Sería la high frequency knowledge en su máxima expresión.

Hoy ya tenemos historias publicadas en Los Angeles Times, en Forbes y en otras revistas que no han contado con ninguna intervención humana. El programa de Inteligencia Artificial escribe la historia y el nombre acreditado del periodista, en realidad, es el nombre de un robot. Hay una empresa llamada Narrative Science, en Illinois. Las rondas de inversión de esta empresa son desorbitadas y provienen de actores que sorprenderían a muchos pero que demuestran que el camino ya se ha empezado a labrar.

Cuando estuve en el MIT participando en un programa de investigación sobre tecnologías de la comunicación hace unos años pude ver alguna de estas criaturas sintéticas dar sus primeros pasos. Sin embargo esto irá rápido pues el periodista-robot tiene algunas ventajas innegables. Nunca olvida los hechos, investiga rápidamente y jamás pide un día libre. Consigue escribir una historia en pocos segundos y si el programa ha sido escrito correctamente, el robot no será ni siquiera partidario de nada o de nadie, será totalmente objetivo.

Esto es muy importante, si el periodista-robot está programado correctamente, podrá ser totalmente imparcial.

Creo que cuando se habla de hacia donde va el periodismo y su modelo de negocio deberían decir que va al ‘periodismo sintético o robótico’. El dinero de la publicidad está migrando actualmente de la prensa escrita a Internet. ‘Los optimistas consideran la llegada del periodismo robótico como la inauguración de una nueva era realmente positiva, en que los periodistas no desaparecerán, pero se verán forzados a pensar de nuevo en cómo hacer análisis innovadores y más profundos. Por lo tanto, todo depende de cómo vea el vaso, medio lleno o medio vacío’.

Ken Schwencke dice que el periodismo va a mejorar. ‘La amenaza del periodismo robótico siempre existirá. Cualquier periódico —electrónico o impreso— que compre en los próximos años, tendrá buena parte de sus reportajes escritos por periodistas robots. Pero las personas continuarán buscando a los periodistas humanos, porque ellos siempre tendrán un valor de más, una innovación a añadir y una nueva perspectiva. Por lo tanto, lo considero una fuerza positiva para el perfeccionamiento del periodismo del futuro.’

Otro aspecto de esa cuestión es que hoy tenemos una publicidad dirigida. El periodista-robot será capaz no sólo de redactar un tema, sino también de enviarlo inmediatamente a quién se sepa que le interesa ese tipo de información. Por lo tanto, tendremos una automatización completa de la búsqueda de noticias, análisis de reportajes, redacción y dirección de la información.

Por cierto, si eres abogado también tienes algo que leer acerca de los abogados robóticos pues como indica CNNla abogacía está siendo reconfigurada por las nuevas tecnologías de automatización que permiten a los bufetes jurídicos realizar trabajo legal en una fracción del tiempo y con menos recursos humanos. Pensemos en Watson el sistema informático de inteligencia artificial desarrollado por IBM como un abogado’.

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Robots en la cola del paro

Empresas que intenten pintar de bondadosa una decisión que en realidad representa todo lo contrario es algo a lo que estamos acostumbrados. Ahora le toca a la todopoderosa Toyota. Resulta que el fabricante de automóviles japonés ha decidido retirar algunos robots de sus cadenas de montaje y sustituirlos por humanos.
El presidente de Toyota, Mitsuru Kawai, en un alarde de humanidad y generosidad hacia la especie de la que es miembro, ha dicho que ‘a la larga, las personas son más eficientes que las máquinas’. Despues marchó a comer y, tras utilizar una docena de dispositivos automatizados y robotizadas que nos hacen la vida ‘más humana’ se ha quedado tan agusto y se ha ido a hacer la siesta japonesa supongo.

Resulta que Japón es el segundo país del mundo (solo por detrás de Corea del Sur) con más robots trabajadores, más de trescientos mil, pero al parecer la precisión de éstos no llega a la necesaria y los errores en la producción se acumulan hasta el punto que acaban de anunciar la llamada a revision de vehiculos entregados más grande de la historia.

La casualidad y el orden de diffusion de las dos noticias no deja de ser interesante. Primero te comento que vamos a dar un giro hacia la humanidad, luego que las maquinas son un desastre y finalmente que mas de seis millones de coches vendidos y pagados estan es seria sospecha de no estar bien terminados.

Creerse que esta decision es la reconquista humana del espacio perdido es un error. Esto solo tiene que ver con el envejecimiento o mala práctica de los sistemas automaticos de la multinacional nipona. La noticia es tan absurda que hasta da vergüenza ajena verla en tantos medios de comunicación ‘serios’ sin ningun analisis ni estudio complementario. Al estilo ‘teletipofago’ que nos tienen acostumbrados si la noticia proviene de una empresa que gasta mucho en publicidad, tenemos ahora esta ‘curiosidad al cuadrado’ sobre la conveniencia de poner humanos donde las maquinas cometen errores de precisión. ¿De que parte del proceso hablamos? ¿Soldaduras, pintura, ensamblaje, conectores o diseño? Obviamente el problema no es de una máquina, en todo caso de quien la mantiene, fabrica o controla. En todo caso es una noticia engañosa, tendenciosa y maniquea.

A la tecnología no debemos tenerle miedo. Está y se quedará, lo robots nos harán la vida más facil y más nutritiva. Nos van a sustituir en casi todo y mejoraran la sociedad y sus derivados mientras nosotros haremos otras cosas. Es así y no hay vuelta atras, solo podemos irnos preparando, estableciendo el espacio, el modelo y el control de los tiempos. Los automatismos llegarán a cambiar, incluso, el valor de la experiencia y del razonamiento ante una duda. Pasará aunque a Toyota le salga más caro.

Fabricar un automóvil (que básicamente es construir uno tras otro exactamente iguales todos ellos) es un trabajo excelente para las máquinas. Que ahora nos digan que eso lo puede hacer mejor un hombre que lleva en la compañía veinte años es falaz. Otra cosa es que ese auto lo ha diseñado un equipo de ingenieros, los robots los programaran personas y la calibración lo ejecuten expertos. No obstante, estos tres últimos casos ya lo pueden hacer también, y bien, robots y software especializado sin cometer ni un error.

Ahora bien, el problema de Toyota es que no tiene actualmente máquinas capaces de sustituir a un equipo de personas pues les falta precisión y flexibilidad. No pueden sustituirlo por un sistema capaz de configurar rápidamente las máquinas para que un cambio simple no sea algo muy complejo. Ese cambio una persona lo puede hacer en un instante y las maquinas que ahora tiene Toyota no lo permiten. Aunque tambien podria ser que el error estuviera en quien fabricó los robots y estos deban ser sustituidos y mientras se ponen de acuerdo la cosa precisa de una salvaguarda humana que va necesitada de trabajo en estos días.

En todo caso, quien considere que la tecnología del futuro tecnosocial, la hipersociedad digitalizada y el trabajo robotizado podria ceder espacios a una mayor interaccion analogica comete un grave error de analisis, comprensión y táctica. A título individual será una pérdida de perspectiva, a nivel empresarial será un error estratégico. En serio, hay que pensar en clave del futuro que sabemos es inminente. Girarse no sirve, creerse fabulas como la de Toyota tampoco.

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¿Quieres una bicicleta social?

En plena gamificación de la vida cotidiana, cuando la relación entre las cosas y su conectividad empiezan a ser cada vez más habitual, una compañía norteamericana ha presentado la bicicleta social que combinan tecnología inalámbrica con una plataforma social de intercambio de bicis. Plataformas, usuarios sin intermediarios, modelos de compartir todo y cesión temporal de objetos van derramándose por la sociedad del nuevo modelo socioeconómico.
Sin salir de ese extraordinario mundo de la economía colaborativa y de las relaciones distribuidas, el nuevo ciudadano hipersocial va ocupando espacios que, aunque parezcan de escasa relevancia, conquistan el futuro. Por ejemplo, con esta bicicleta social. En lugar de mantener las bicicletas encerradas en almacenes, una compañía propone dotarlas de seguridad y geoposicionamiento para que se utilicen de forma compartida. Su uso es parecido al sistema público que utilizan muchas ciudades del mundo pero va un poco más allá permitiendo que éstas dispongan de todo tipo de elementos para un uso más sofisticado y enriquecedor.

Os hablo de SoBi, como podria hacerlo de ZagsterEl sistema es fácil y funciona con números PIN temporales y una aplicación de soporte, pero el avance que interpreto es la universalidad que busca. Es decir, cualquiera puede proponer este uso y asignarse a la plataforma, solicitar bicicletas para su ciudad y empezar el proceso. Algo parecido a lo que comentabamos con los hoteles del futuro.

Ya nadie se librará del cambio, ni los que pensaron que poniendo bicicletas en una esquina de una gran ciudad entraban por la puerta grande del futuro. Resulta, que esa puerta solo conduce a la antesala de todo cuanto queda por ver.

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Airbnb y los hoteles del futuro

La semana pasada estuve en las oficinas de la central europea de Airbnb en Dublín aprovechando la invitación de sus responsables locales. Ya conocía a la empresa que cubre cerca de medio millón de propiedades en 192 países y casi 34.000 ciudades del mundo. Relativamente joven, fue fundada en San Francisco en 2008, ya vale más de 10.000 millones de dólares. No es sólo una de las nuevas socias del selecto club de las megastartups, también es un referente más de lo que aquí definimos a veces sobre el futuro de la economía y sus procesos en plena metamorfosis.

Darle la espalda al tsunami no garantiza que no se te lleve por delante, lo único que pasará, si te giras, es que no sabrás cuándo sucederá.

Ya pasó con la música, pasara con los libros, paso con los viajes y pasará con miles de millones de empleos, todo cambiará y lo hará rápido. Los intermediarios, la cadena de valor entre cliente-usuario y producto cada vez es menos curva, menos compleja y utiliza la tecnología para simplificarlo todo, hasta el punto que los intocables pueden estar también en fase de extinción.

Las agencias de viajes vieron su negocio quebrado cuando desde un ordenador cualquiera podía organizarse un viaje, comprar un billete de avión o relacionarse con el hotel o guía en la otra parte del mundo. Luego esas plataformas vieron como en algunos casos los usuarios-clientes ya no estaban solo dispuestos a reducir costes con webs donde paquetizar todo eso. Poco a poco el usuario deja de ser cliente y pasa a ser otra cosa difusa que la Nueva Economía esta descifrando todavía. Es en ese momento exacto que toman fuerza y valor proyectos que se llevan por delante el asunto.

Airbnb no deja de ser un exponente más, como tantos, de que los intermediarios, en todo, desaparecerán y lo harán rapidito. Ser el de en medio no tiene futuro. O eres cliente o eres productor. Lo unico que se necesita ahora es un canal que los vincule y este ya no precisa de una cadena de sucesos, de procesos encadenados que encarecen. Ahora solo es preciso tecnologia. En 2012, estos de Airbnb cuya sede europea abarrota una nave industrial al norte de la ciudad, gestionaron 10 millones de noches en reservas de habitaciones, apartamentos y casas particulares.

Es cierto que la economía digital y sus procesos requieren muchas mejoras y adaptaciones cuando la traspasas a lo analogico. El ejemplo de Airbnb es evidente y fueron muchos los problemas que vivieron en el pasado. Problemas que surgieron de demandas por destrucción de algún apartamento, situaciones irregulares en el uso de los mismos, redadas por prostitución, huéspedes insatisfechos y que provocaron que la empresa lanzara una ‘garantía para anfitriones’ consistente en una protección de daños hasta el millon de dolares con Lloyd’s of London.

Con el tiempo, algunos de los impedimentos a ejecutar una transacción ‘hotelera’ en algunos países y ciudades desaparecerán. La evolución natural de la economía nos lo garantiza. Mas facil, mas barato, mas rapido y con menos complicaciones. Aunque en enero de 2013, un usuario de Airbnb fue condenado a pagar una multa de 2.400 dólares a la ciudad de Nueva York por el alquiler de su habitación en Airbnb con el tiempo esto será una anécdota.

Los hoteles se la tienen jurada. Como se la tuvieron jurada antes a otros actores del tema. Por ejemplo, los hoteles y las grandes cadenas se enfrentan de cara a los cupones descuento o al método grupal. Es un error ponerse de culo al progreso. Darle la espalda al tsunami no garantiza que no se te lleve por delante, lo único que pasará si te giras es que no sabrás cuando sucederá.

En estos momentos, Airbnb vale 10.000 millones, Hyatt Hotels 8.000, Wyndham 9.400. Me imagino a una gran cadena hotelera ‘mutando’ su negocio, comprando a los de ‘las habitaciones’ y estimulando un modelo de negocio aparentemente antonimo a ellos pero que no deja de ser un modelo de hostelería del futuro. Al tiempo.

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Economía, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Economía, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Se escapa el futuro

Has oído hablar de la ‘I’, de la ‘D’, de la otra ‘i’ y sobre todo de la ‘d’ final. Todas juntas componen una cosa que queda super ‘cool’ y que no hay político que no utilice en un momento u otro del día como si de una necesidad fisiológica se tratara. Hablamos del I+D+i+d. Investigación, desarrollo tecnológico de sus resultados, innovación aplicada a la producción de nuevos productos y servicios y el diseño de los mismos para conectar con las necesidades y demandas del mercado. Lo hacen para parecer modernos y por que seguramente han escuchado que la creación de nuevas actividades generadoras de empleo capaces de estimular un nuevo modelo económico y productivo que España necesita urgentemente, dependen en gran medida de esas siglas que riman.
Sin embargo las palabras se las lleva el viento, la idiotez supina, la falta de memoria y las discusiones sobre la repetitiva y pueril rueda de prensa de algún futbolista venido a héroe. Las promesas de inversión en lo que esas siglas significan son eso, promesas. La realidad es que han descendido los programas que los impulsan. Y no solo es grave que se recorte en lo estratégico, en aquello que debería marcar la nueva esencia del crecimiento económico, sino que lo terrible es que se de muestra tan clara de la incapacidad de construir y articular un modelo eficiente para los requerimientos de las empresas que quieren y no pueden ser competitivas muchas veces por no encontrar ninguna facilidad, e incluso por estrellarse contra dificultades severas.

No es necesario inventar, con copiar los modelos que funcionan extraordinariamente en países mucho más avanzados tecnológicamente que el nuestro. Por lo menos deberíamos preguntarnos el motivo por el que no hay manera de lograrlo. Seguramente es que no está en la agenda real. A mi modo de ver, no deberíamos votar a nadie que no plantee un verdadero diagnóstico esencialmente correcto del estado del asunto y que, por derivación, trasladara las decisiones necesarias para construir un eficaz sistema en I+D+i+d. Esa debería ser la prioridad nacional, el punto de partida de la revolución socioeconómica que nos conectaría con el mundo.

La escasa inversión aplicada a la investigación y al desarrollo tecnológico nos aleja del futuro, nos condena. Los presupuestos generales del estado necesitarán más de dos décadas para ponerse en niveles de inversión anteriores al 2008 o 2009. De lo perdido ya no se puede hacer mucho, pero de lo que queda por conquistar si. Mantener esta atonia, esta desidida y sazonarla con discursos vaciós y falaces debería ser delito. Seguimos en eso de la política en ‘play back’. Unos hacen como que cantan y otros finjen que se lo creen.

Un buen amigo mio, dedicado a la investigación que vive en París, me contaba como la innovación aplicada surge de la creatividad y del diseño, siempre es así. Me decía que una Europa innovadora depende de sus gentes creativas, de su capacidad para gestionarlas y de darles escenarios de desarrollo. Lo vemos y lo sabemos. Este buen amigo pertenece a la agencia francesa de investigación y planificación y de él emanan muchos de los programas que están modelando nuestro futuro. De esto sabe algo. Me decía que los que inventen serán libres. No es cuestión de emprender o no. El futuro ni tan siquiera depende de los que dicen cuidarlo en nuestro nombre. El tiempo pasará y seremos nosotros los que recogeremos sus migajas o sus retos.

Yo no me voy a esperar a que un pelotón de asustados por perder sus butacas rebosantes de privilegios decida por mi. Yo ya he decidido a título personal e íntimo pero se hace imprescindible que esta gente que asegura trabajar para y por nosotros convoquen un auténtico cataclismo intelectual que conforme de manera disruptiva las claves del futuro y del progreso tecnológico. Si no hacen nada, el futuro se escapará de nuevo. Hace décadas se decía que ‘los inventos venían de fuera’ y parece que nos eso nos está bien. Ya pasó antes y tiene pinta de que va a volver a pasar a menos que hagamos algo.

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Economía, Management, Personal, Sociedad Marc Vidal Economía, Management, Personal, Sociedad Marc Vidal

Vivo para trabajar, mi trabajo es vivir

En plena puerta de acceso a uno de esos vuelos de conexión a ningún lugar, me encontré hace unos días a mi amigo Erwin Rauhe, Presidente de la Cámara de Comercio Italo-Alemana y uno de los máximos responsables de BASF para Europa. Apenas unas frases y unos comentarios casi sin espacio para profundizar, pero siempre nutritivos para reflexionar durante el viaje.
Decía Erwin que ‘las cosas van bien o mal no tanto en base a lo que la gente considera por cuanto sabe o siente sino por lo que escucha en las noticias o le trasladan los flujos informativos’. Ahora por ejemplo estamos viviendo el nacimiento de una teoría sobre ‘la recuperación’ que no deja de sorprenderme.

La más que probable aportación de cifras y datos en positivo no responde tanto a que las cosas estén mucho mejor sino a que estas se comparan con el miserable dato anterior. Hay políticos que si dijeran la verdad se sonrojarían pues sería su estado excepcional. Cuando dicen que ya se notan signos de mejoría deberíamos examinar de que mejora hablamos. ¿Estamos subiendo la escalera de nuevo o simplemente nos hemos levantado tras caer por ella? tiene mérito hacerlo, no lo dudo pero ¿y si ese aparente paso hacía arriba no es más que el hecho de apoyar el pie en el primer escalón aturdidos y sin pretender subir ninguno de ellos todavía?

En mi corta conversación con alguien como Rahue, conocedor del modelo empresarial europeo en su complejidad, desde la diversidad del sur hasta la exactitud alemana, me quedé con el mensaje sobre el trabajo como factor transformador en una etapa histórica sin precedentes en lo moral, social y tecnológico.

Cuando hablamos de que sobrará la mitad de la población ocupada del planeta en unos años, hablamos de que el ‘trabajo’ como puesto a ocupar va a cambiar radicalmente y lo que ahora denominamos empleo se definirá por otros factores. Sin embargo, a mi modo de ver, el progreso, el estímulo, el deseo por aprender y por ser mejor, pasa por volver a poner el trabajo en el centro de los valores.

Eso es algo que vale para el pasado, el futuro, para cuando el empleo se media en porcentaje y para cuando se mirará como algo menos claro. Habrá que renunciar a patrones que hacen ver el ‘trabajo’ como el sustitutivo del ocio, del tiempo libre, de aquello que no nos aprisiona. El futuro tecnológico y automatizado nos premitirá ver ese ‘trabajo’ como un factor de crecimiento que irá más allá de lo que ahora, como sociedad, estamos dispuestos a aceptar.

No obstante, a los que me acusan de ‘adicto al trabajo’ yo les suelo responder que lo que soy es un ‘explorador que hace cosas’. Me gusta pensar, soñar, estructurar, imaginar como, aprender y, sobretodo, hacer. Me encanta hacer. Comparar lo que era algo antes de estar hecho con lo que supone que ya es. ¡Hacer! Disfrutar haciendo. Estoy seguro que deriva de la hiperactividad pero es lo que hay.

Hacer, soñar, correr, parar para hacer, vivir haciendo, crear, explicar, volar y soñar para saber que hacer. Resulta que todo eso, casi todo, está dentro de lo que la gente llama ‘trabajar’.

Hay quien considera que el concepto trabajo, como valor, esta en crisis porque no hacemos otra cosa que trabajar. Existe la concepción de que eso del trabajo es un atraso de la humanidad y por eso buscamos métodos para minimizar su carga. Está bien, y ese cambio tecnológico ayudará a compaginar. El hombre ha progresado por ese esfuerzo en el trabajo, por esas ganas de construir, de creer. Arte, cultura y trabajo constituyen los elementos de evolución que el hombre ha precisado históricamente.

En un mundo en el que se venden como churros libros que explican como vivir sin trabajar o haciéndolo muy poco, lo ‘cool’ parecería que es echarse a dormir y esperar que un programa televisivo te convierta en estrella porque tu hijo ha elegido mal la novia. Yo hablo de la cultura del esfuerzo pero lejos de la penitencia o de la sumisión. Hablo de algo lejano a la explotación, apelo al valor del trabajo como elemento de progreso, no como distorsión de la libertad individual.

Hay días que me sorprendo mirando a mi alrededor. Aquellos que pensaba que sabían interpretar el momento, la oportunidad y los tiempos que por fortuna les ha tocado vivir, desaprovechan ese camino porque lo observan desde la óptica del ‘trabajo de siempre’ y no desde la que proporciona el conocimiento de la vida en el trabajo.

Decían que “el trabajo os hará libres y dignos”. Las máquinas trabajarán para nosotros, algún día todo será así, pero aun así, será siempre bueno transitar por ese nutritivo y bello estadio que supone ‘crecer’.

Si no tienes trabajo, invéntatelo, si no lo encuentras cerca, aléjate más, si no sabes de eso, aprende, si no tienes tiempo, duerme menos, y si no tienes dinero, pídelo. No hay más remedio, pero en todos los casos solo te queda aceptar el concepto trabajo como valor en todos sus aspectos. Yo no trabajo para vivir, vivo para trabajar porque mi trabajo es vivir, aprender, conocer y divertirme.

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Economía, Proyectos, Tecnologia Marc Vidal Economía, Proyectos, Tecnologia Marc Vidal

Los barcos fantasma futuros

Anoche cené con unos amigos próximos a la Autoridad del Canal de Panamá. A parte de conversar sobre detalles del ‘asuntillo’ de la paralización de las obras de la ampliación del susodicho, pude aprender muchísimas cosas que son de mayor interés y que a buen seguro, en este blog serán mejor recibidas. Evito pues comentar lo escuchado por higiene hacia los que, desde España, defienden una legitimidad impresentable acerca de la revisión de un presupuesto difícil de defender.
La cuestión es que si alguien sabe de eso de la logística del futuro es esta gente. En sus mesas de trabajo hay importantes estudios y noticias acerca de cómo será el transporte de mercancías por el mar y como estas se derivarán por todo el planeta, probablemente, sin intervención humana en muchos de los puntos en que ahora parecen imprescindibles. Volvemos al punto ese en el que el modelo de gestión laboral del futuro inmediato entra en jaque y la adaptación de los procesos se hace imprescindible. Imagina el futuro.

Veamos. Resulta que Rolls-Royce está desarrollando buques ‘drone’ de carga que ahorrarán energía y, obviamente, dinero. Serán barcos fantasma sin tripulación. Aquí ya estamos familiarizados con el término ‘drone’. Una especie de avioncillo autónomo que es capaz de filmar, acceder, transportar o atender a distancia cualquier orden desde tierra incluso de modo automático únicamente guiado por un módulo de geolocalización a tiempo real. Sin embargo, se hace difícil pensar que pronto habrá mastodontes acuáticos transportando toneladas de mercancías únicamente guiados por sensores y satélites. (Me aseguran que ya hay alguna prueba enorme en espacios reducidos y limitados por jurisdicción no internacional).

Me demostraron con sus ‘tablets‘ que esa empresa ha puesto a prueba ya un prototipo en Noruega y que, a partir de la realidad virtual, simula las amplias vistas desde el puente del barco y de las posibles situaciones. Se intenta averiguar las opciones de navegación ‘manual’ desde tierra si fuera preciso por alguna emergencia que el sistema automático y robotizado no pudiera solucionar.

Existen dudas razonables acerca de lo bien que un buque puede reaccionar en aguas abiertas sin capitán o tripulación para dirigir aspectos de seguridad. Hace pocas semanas, un carguero danés perdió 600 contenedores (la pérdida más grande reportada en la historia) debido a una fuerte mala mar.

Yo lo desconocía pero me confesaron que Rolls-Royce Holdings obtiene una quinta parte de sus ingresos por el sector marítimo. Me imagino que si lo prueban con barcos lo acabarán intentando con aviones (de carga). Ya tenemos ‘metros’ y trenes sin conductor y de todos es sabido que aterrizar un Airbus 321 es algo que sucede casi de un modo automático. Casi y si no hace viento.

Supongo que donde no hay seres humanos, en un barco fantasma, no se precisan muchas de las cosas que hacen contaminante una nave de estas: electricidad, menos combustible, lo que los hará más ligeros a su vez. Puede ser una forma de ahorro energético a su vez. A nivel económico, me explicaron estos expertos que, de media, la tripulación de un buque de carga representa el 44% de los gastos operativos. Me imagino los sindicatos del futuro. ¿Vosotros?

Os dejo con un video sobre la conducción de vehículos de Mercedes Benz que demuestra que los accidentes se podrían erradicar si deja de ser el hombre quien conduzca los coches del futuro. Y otro de Volvo con una explicación similar. Un solo humano sería el problema, las máquinas no se despistan, sólo gestionan datos. Muchos datos.

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Política de luces largas

De la política me quedo con lo de que es necesaria pero desestimo a la gran mayoría de los que la hacen. Por lo menos por ahora. El lenguaje pueril y maniqueo que se maneja en cualquier evento de partido no se distingue demasiado de las soflamas ridículas y carentes de sentido que se ven en las instituciones. Cuando comparas la calle con ‘su calle’ dan ganas de llorar. A estos lodos ellos le llaman salida de la crisis. Unos se agarran a cualquier dato retorcido a su gusto para construir un discurso de pena por lo débil y de asco por lo falaz.
Luego tienes el resto. Un grupo de aspirantes que dicen tener la fórmula mágica y para ello discursean sin conocimiento económico alguno, o lo que es peor, con conocimiento. Desconfío de los que sin haber estado en órganos directivos de nada aseguran poder dirigir un país. Es imposible que políticos con experiencia profesional dudosa, escaso interés por la innovación o nula capacidad para entender el escenario socioeconómico actual, puedan ser los líderes que marquen las estrategias del futuro inminente. Estoy seguro que son, más de lo mismo pero de juguete.

Hay otros, casi peor que los anteriores. Los que ya estuvieron, se lo cargaron todo, no vieron venir nada y ahora dicen que ellos son los que mejor lo harían. No tienen ni la decencia de admitir errores, asegurar que de ellos han aprendido y que, por lo menos, les demos otra oportunidad para recomponer el rompecabezas que desmontaron por incapacidad. Es de risa y de llanto a la vez.

El problema del liderazgo político es sistémico. No tiene que ver con lo que hay o pudiera haber, tiene que ver con quienes lo convalidamos. El asunto se corrige a base de reformas políticas imponentes que la sociedad debería exigir antes que, incluso, saber por quien va a votar. La sociedad debe entender que significa Europa, para que sirve y que las frontera se están difuminando en un etéreo escenario económico que ya no podrá nunca más respirar de manera no equilibrada y sin unión. Toca entender que los países darán paso a las ciudades capital, las ciudades que funcionarán como reclamo y como estado en si mismas. Las marcas país dependerán de la marca ciudad. Eso hay pocos políticos que lo entienden, y de los pocos que lo entienden, menos lo aceptan. La minoría es tan minoría que no sirve ni como planteamiento.

Esto tiene que ver con cambios de modelo en cuanto al pensamiento sociopolítico y socioeconómico. Tiene que ver con lo que significa el concepto ‘un político’, a quien sirve realmente, como se le controla, a que patrón se dirige y quienes pueden serlo. No es lógico que quienes determinan el curso del futuro de mi hijo de ocho años sea gente con tan poca visión objetiva de la realidad y su curso futuro. No es bueno que la estrategia de un país, con sus derivas y asuntos que le afectan, esté en manos (dedos) de un puñado de diputados y asesores cuyo interés sea tan evidentemente cortoplacista, partidista y alejado de la realidad.

Pero de todos es culpa. A lo que se llego y a lo que, sino se hace una diagnosis correcta, se volverá a llegar. Recuerden cuando todo era fiesta mayor y gastar era deporte nacional. Si no se hace un análisis realista y nos dejamos llevar por el interés y el discurso trucado de los que tienen altavoces para emitirlos, podemos volver a jugar a los dados de un modo infantil y peligroso.

Se perdió la oportunidad de invertir en conocimiento en su día, en innovación y en tecnología. Se malgastó todo en ladrillos, preferentes, meriendas, kilómetros de vías inservibles y aeropuertos innecesarios. No nos dejemos engañar, si no aprovechamos la oportunidad que nos brinda la historia la cagaremos otra vez. Algunos nos pasamos el día empujando, procurando que los negocios y los proyectos sean modernos, de vanguardia, que sirvan y que lo hagan desde cualquier parte del mundo para que en mi país eso sea valorado y valorable. Pero no es fácil, seguimos en manos de gente sin capacidad para interpretarlo. De momento solo podemos actuar por nosotros mismos y revolucionarnos íntimamente pues por mucho que lo intentemos no hay manera de que lo vean, lo interpreten o lo estimulen.

¿Recuerdan? ¿Quién iba a pensar hace seis años cuando nos garantizaban el importe global de la última letra del coche con el valor del mismo que no íbamos a tener líquido para cubrirlo? El optimista tipo de hace tres años ahora vive a las puertas del infierno. Su coche se lo quedó la financiera del concesionario, él no tiene liquidez para la entrada de uno nuevo, el banco no refinancia hipotecas ni ejecuta nuevas tasaciones. Lo mismo ocurre con aquellas vacaciones que se resolvían con la superposición de créditos de garantía hipotecaria, la ropa de marca con créditos al consumo, el nuevo mobiliario, la secadora, el colegio privado del pequeño, los fines de semana en el apartamento en venta que no se vende, etc.

Ahora toca olvidar ese lodo, ese barro infecto y procurar un nuevo escenario. Lo digital no es más que una excusa inmensa que la historia nos ha puesto en bandeja para cambiar el mundo. Internet permite no olvidar, recorrer la historia reciente y poder corregir. La Nueva Economía exige de líderes políticos con visión y luces largas.

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