Marc Vidal Marc Vidal

¿Qué empleos están en riesgo en los próximos cinco años?

El Foro Económico Mundial asegura que ‘la automatización suplantará alrededor de 85 millones de empleos antes de 2025’. También asegura que, si se tiene en cuenta de manera estratégica, no deberíamos temerlo pues en ese análisis anticipa que la futura economía impulsada por la tecnología podría crear a su vez 97 millones de nuevos empleos. El problema será que falte esa previsión estratégica. De hecho, esa implementación correcta de la tecnología no será igual en todas partes ni afectará igual a los modelos productivos de cada país.

El Foro Económico Mundial asegura que ‘la automatización suplantará alrededor de 85 millones de empleos antes de 2025’. También asegura que, si se tiene en cuenta de manera estratégica, no deberíamos temerlo pues en ese análisis anticipa que la futura economía impulsada por la tecnología podría crear a su vez 97 millones de nuevos empleos. El problema será que falte esa previsión estratégica. De hecho, esa implementación correcta de la tecnología no será igual en todas partes ni afectará igual a los modelos productivos de cada país. 

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Actualmente, el 30% de todas las tareas las realizan máquinas y las personas hacen el resto. Sin embargo, en 2025, ese equilibrio cambiará drásticamente a una combinación de un 50% para humanos y dispositivos tecnológicos. Algo que puede ser bueno si se comprende en su justa dimensión y se prevé estratégicamente puede convertirse en un barrizal si no se actúa previamente. Un aumento en la automatización puede ser bueno para los trabajadores formados y puede ayudar a estimular la economía. Se ha demostrado que las nuevas tecnologías tienden a dejar atrás a los trabajadores con salarios bajos

Durante la crisis no veremos que esto se acelere, pero en una hipotética recuperación, la cosa cambia. La inteligencia artificial no es capaz de causar oleadas masivas de despidos sino que la configuración de la nueva economía automatizada requiere mucho dinero, tiempo y recursos, algo que muchas empresas no tienen durante una crisis. Pero sí inmediatamente después. Para ver cómo afectará todo esto al trabajo del futuro, utilizaré un estudio de Randstad Research que asegura que la mitad de los empleos que tenemos ahora mismo en España se automatizan a lo largo de esta década. 

Uno de cada cinco empleos tiene una alta probabilidad de ser realizado por un robot y un 30 por ciento más tienen una probabilidad significativa de ser ocupados por una máquina autónoma. Lo cierto es que de la misma manera que los trabajos de hoy en día no tienen nada que ver con los de hace dos o tres décadas, los que tendremos en unos años probablemente sean distintos a los que estamos viendo ahora mismo. 

Concretamente en el caso de España, un 52 por ciento de los puestos de trabajo podrían automatizar a lo largo de los próximos años, lo cual no significa que se vayan a destruir empleos, sino que se sustituirán por otros nuevos. Esto es algo que empieza a ser un discurso oficial y habría que ir con cuidado porque esa sustitución no es algo automático. Se produce siempre y cuando tengas una hoja de ruta para amortiguarlo.

Lo que es cierto es que hay dos estimaciones apuntalan esta tendencia. La OCDE calcula que el 65 por ciento de los niños terminará trabajando de algo que ahora mismo no existe. El Foro Económico Mundial apunta que a partir de 2022 surgirán 133 millones de empleos nuevos. Es evidente que cambiarán las cualidades más demandadas por los empleadores. Será importante, por supuesto, tener conocimientos digitales en el ámbito tecnológico, pero también otras competencias (las soft skills o habilidades blandas). Se suelen enumerar algunas: el pensamiento crítico, la inteligencia emocional, la creatividad…

Muchos son los retos, los desafíos. Por ejemplo el ‘modelo de empleo’. A lo largo de esta década se prevé que se mantenga la tendencia incremental de la flexibilidad laboral, es decir, la temporalidad, que en el caso de España afecta a uno de cada cuatro trabajadores. 10 puntos más que la media de la Unión Europea. El informe que he comentado y los estudios de las instituciones que te apuntaba hablan de la percepción de una automatización cada vez más profunda de todo. Pero esa percepción la tiene mucha gente. Hazte la pregunta ¿tu puesto de trabajo es robotizable ahora? ¿Y en cinco años? ¿A que te vas a dedicar cuando eso pase? ¿Cuales serán tus funciones? ¿En qué vas a formarte para afrontarlo?

La percepción que tienen los trabajadores, según estos informes, también es parecida. De hecho, muchos españoles creen que sus actuales puestos de trabajo hay muchas tareas que podrían hacer perfectamente un robot en el presente. Un 45 por ciento de 2500 españoles encuestados dijo que su trabajo lo hará un robot antes de 10 años. ¿Qué hacemos pues? Prepararnos y rápido. Rápido porque nos va el futuro en ello y la posibilidad de amortiguar las dificultades que tiene toda transición tecnológica en lo laboral. 

Resulta que España, por ejemplo, ha empezado a acelerar en este sentido. Fijaros, a día de hoy España ya está entre los países del mundo con más robots trabajando, según los últimos datos de la Federación Internacional de Robótica. Estamos lejos de Singapur, de Corea del Sur y de Japón, que son quienes lideran este ranking, pero ocupamos el décimo tercer lugar en esa clasificación. En los últimos cinco años, de hecho, hemos pasado de 70 robots por cada 10 mil trabajadores a 113. En tan solo cinco años. 

¿Dónde está el problema? En hacerlo mal. En Corea del Sur, en Japón o en Singapur no hay paro. Son líderes en implementación robótica sustituyendo tareas humanas y no hay paro. Básicamente porque lo han hecho bien. Han sido estratégicos.  A mayor robotización, mayor eficiencia y a mayor eficiencia mayor productividad y, ésta, genera empleo. Lo que pasa que no lo genera donde antes lo hacía. Por eso, paradójicamente, que haya más robots asumiendo trabajos que ahora hacemos los humanos no tiene porqué suponer un aumento del paro. De hecho, eso es lo que dicen los expertos y los mismos informes que apuntan a que cada vez habrá más robots. 

Los expertos añaden que se crearán más empleos en otras funciones que ahora no existen, pero hay varios puntos interesantes al respecto:

¿Qué empleos están en riesgo de caminar este proceso en estos próximos años? 

Estamos hablando de aquellos empleos que son más rutinarios, de menos valor añadido, que incorporan menos elementos de creatividad por ejemplo. En definitiva, estamos ante algo que no es nuevo. Nos lo podíamos imaginar, pero poco a poco se está convirtiendo en una realidad. La aparente contradicción sobre el hecho de robotizar y generar empleo la tenemos que analizar a dos tiempos distintos. De ahí que sea muy importante medir esa transición o nos haremos mucho daño.

Hay que distinguir en los empleos que existen hoy y los empleos que existirán en el futuro. 

Simplemente pensemos en hace 20 años cuando no existían los smartphones y el uso de internet era muy menor a hoy. Pues la cantidad de empleo que generan estas actividades es enorme. Eso es algo nuevo que en estos momentos es difícil pronosticar. Por tanto, si nos fijamos solamente en qué lo va a pasar con los empleos que existen hoy, la lectura es muy pesimista, pero hay que pensar en que a lo largo de la historia, la experiencia nos apunta a que se han ido creando muchas oportunidades con nuevos modos de trabajar. 

Esto es difícil de defender cuando una segadora autónoma se ventila una hectárea de campo cultivado en el tiempo que una cuadrilla de personas segaba 10 metros cuadrados. Pero, repito, es fundamental abordarlo de un modo global y en el tiempo. Los gobiernos deben medir ese tiempo y ajustar los elementos necesarios para que el daño, durante el tiempo que la herida esté abierta, se lo más leve posible. 

Los robots no reemplazarán a los humanos, trabajarán con nosotros. 

“No perderás tu empleo en manos de un robot o de una computadora, sino en las de alguien que se lleve mejor que tú con esa computadora o con ese robot. Hoy no podemos saber que tecnología va a cambiarlo todo. Pero no lo dudes, la habrá. Como siempre ha pasado. Podemos pensar en la IA o en los datos, o en robots con aspecto humano, pero será otra cosas. En 1992 nadie pudo enviar ni un mail durante la inauguración de los JJOO de BCN. Y estábamos a diez minutos de un cambio brutal. Ahora estamos a diez minutos de otro cambio profundo e impactante. No debemos imaginar que será, debemos prepararnos para lo que sea, y que no podemos deducir antes. Prepararnos para el cambio. No nos va a preguntar.

Esos nuevos empleos que pueden surgir en este proceso están muy vinculados a las soft skills, a las habilidades blandas. Hablan en el informe de habilidades como la creatividad, inteligencia emocional, capacidad de negociación. Pero la pregunta es ¿se están preparando, ya no sólo los trabajadores del futuro, sino también los empleados actuales para adquirir estas capacidades que requerirán los nuevos puestos de trabajo?

Sinceramente no lo veo. Hay esfuerzos pero no los veo que estén siendo eficaces. En ocasiones tengo la sensación que llevamos a nuestros hijos a escuelas para que les enseñen cosas de un mundo que ya no existe. En el que no vivirán. Fíjate en nosotros mismos. Se nos ha educado para creer en las certezas, para hacer lo que se nos dice… Pero todos hemos visto que ya no hay nada seguro, que no existe el trabajo para toda la vida, que el futuro es casi imposible de predecir. Así pues, nuestros hijos no deberían ser educados con las mismas limitaciones que a nosotros.

¿En cuantas empresas trabajó tu padre o tu madre? ¿En cuantas tú? Los niños de hoy trabajaran en más de veinte a lo largo de su vida. Por ello, debemos enseñarles a establecer relaciones entre ellos, a trabajar en equipo, a innovar, a asumir riesgos y a ser ciudadanos globales. Será necesario también que sean muy buenos comunicadores porque en la vida del futuro, comunicar será algo que los robots nos pedirán que hagamos en su nombre. Por eso hay que empezar hoy a enseñar estas cosas en las escuelas.

Y todo esto al mundo empresarial. Lo mismo con los trabajadores. Tengo la sensación que formamos para un mundo que ya no existe, en el que no trabajarán. Por eso, tal vez, lo interesante es quedarse con una buena noticia que tiene que hacer reaccionar a todos. Resulta que todo este tipo de habilidades se pueden adquirir. No son habilidades innatas que si no las tienes estás jodido. 

Hoy día las empresas valoran que seamos capaces de hacer el empleo para el que nos están pagando hoy. Pero también están pensando en que seamos capaces de hacer el del futuro. Por eso se pide pensamiento crítico, saber resolver problemas complejos, un conocimiento de que es capaz de hacer la tecnología (no programar, comprenderla). Pero en España hay un problema que supone un muro importante. Tenemos una proporción gigantesca de personas sobre cualificadas o infra cualificadas para el empleo disponible. No hay ‘match’ y eso lastra cualquier cambio de modelo productivo y tensiona salarialmente a todo el mundo.

En España, uno de cada cuatro jóvenes entre 25 y 29 años no tiene ningún tipo de cualificación profesional. Sus perspectivas laborales son complicadas y en paralelo conviven con muchos jóvenes sobre cualificados para el trabajo disponible. Al final ese desajuste que tenemos en España, tanto por infra cualificación como por sobre cualificación, termina generando tasas de paro juveniles de aurora boreal.

Probablemente, en lugar de hablar del ‘empleo robótico del futuro’ o ‘¿a qué nos vamos a dedicar cuando los robots lo hagan todo?’ estaría bien modular esa demanda y prepararla para un escenario de oferta futura más acertada. El mundo ha cambiado y cambiará mucho más. Los empleos actuales ya no son puestos de trabajo para toda la vida vida, ni en una misma oficina y con los mismos compañeros para siempre. De hecho el futuro laboral ya no tiene que ver con una carrera profesional dirigida. 

El problema es la absoluta miopía en la que residen nuestros dirigentes, en esa endogamia obscena en la que se mueven a diario y que vive a años luz de la problemática real e inminente. No sé si es por falta de preparación, conocimiento o por mala fe. Lo lamentable es que el futuro precisa de liderazgo, no sólo de voluntad. Toca pedirles que se pongan las pilas, y el resto, de irnos preparando en todos los sentidos. La oportunidad de entrar en un mundo mucho mejor está ante nuestras narices. Desperdiciar esta oportunidad sería una pena. 

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Marc Vidal Marc Vidal

Los RPA ganan posiciones en plena revolución tecnológica.

Según el informe “Technology Industry Innovation Survey 2019” elaborado por KPMG deja claro el ascenso absoluto de la importancia de los Robotic Process Automation (RPA), la popularmente conocida como robotización de procesos, que ha pasado en solo un año del puesto 9 al 2 del ránking de las 10 tecnologías más disruptivas para el mundo de los negocios. El avance de la RPA es fruto de que las empresas desean allanar su camino hacia la inteligencia artificial, es una especie de fase en el recorrido de la demostración conceptutal hacia la inteligencia artificial.

Según el informe “Technology Industry Innovation Survey 2019” elaborado por KPMG deja claro el ascenso absoluto de la importancia de los Robotic Process Automation (RPA), la popularmente conocida como robotización de procesos, que ha pasado en solo un año del puesto 9 al 2 del ránking de las 10 tecnologías más disruptivas para el mundo de los negocios. El avance de la RPA es fruto de que las empresas desean allanar su camino hacia la inteligencia artificial, es una especie de fase en el recorrido de la demostración conceptutal hacia la inteligencia artificial.

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Hasta ahora RPA se había considerado en múltiples ocasiones como una tecnología independiente para automatizar procesos pero, actualmente, su facilidad para integrarse con otras amplía su alcance de iniciativas de automatización y aporta valor más allá de la pura eficiencia, por lo que la RPA se está convirtiendo en la punta de lanza para adoptar el resto de tecnologías bajo el paraguas de la automatización inteligente.

Mi recomendación en cuanto a que empresa pueda ayudarte a incorporar este tipo de avance tecnológico en cualquier tipo de empresa es Rigel Technologies, empresa española capaz de desarrollar soluciones a partir de su software de RPA dividiendo cualquier proyecto en cuatro grandes fases:

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  1. Una primera fase de análisis donde los analistas de negocios y desarrolladores trabajan para definir una estrategia que aproveche las tareas que pueden adaptarse a un modelo RPA. No todas las tareas comerciales se pueden automatizar de manera fácil, incluso algunas deben rediseñarse hasta cierto punto para permitir la automatización.

  2. Una vez que se ha desarrollado un plan, el equipo decide un cronograma para ejecutar el plan. Luego tenemos una segunda fase de “desarrollo” en la cual el equipo de desarrollo trabaja en los requisitos recopilados durante la Fase de análisis.

  3. La fase de desarrollo puede requerir codificación según el tipo de requisitos de automatización. La siguiente etapa es la fase de prueba. Esta fase se centra en probar los bots y es algo similar a una prueba de software regular por la que pasan la mayoría de los productos empresariales.

  4. Por ultimo una fase de implementación y mantenimiento. Una vez implementado, el bot es monitoreado y si surge algún problema, se repite la fase de desarrollo y prueba hasta que se garantice la estabilidad de la operación.

Sin duda, cuando hablamos de transformación digital y lo hacemos en base a datos, procesos, nuevos modelos de negocio y gestión del cambio, la automatización robótica de cualquier elemento de la empresa es clave. De ahí que los RPA deben estar en tu hoja de ruta inevitablemente.

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Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal

La crisis del Covid-19: la gran oportunidad

De momento, parece que las únicas medidas que se prevén para afrontar el desastre económico al que nos acercamos, son las que ya se aplicaron en otros momentos de la historia. No hay referencias previas que puedan servir de inspiración al hecho de que el planeta detenga su flujo económico casi en su totalidad. Esta sucediendo de un modo episódico, pero poco a poco se irá parando todo. Los estados, con escasas excepciones, se niegan a poner el contador a cero. Consideran que el daño sería formidable y que no es necesario llegar a ese extremo. A cambio han optado con exigir la bajada de persiana por sectores. El error es mayúsculo.

De momento, parece que las únicas medidas que se prevén para afrontar el desastre económico al que nos acercamos, son las que ya se aplicaron en otros momentos de la historia. No hay referencias previas que puedan servir de inspiración al hecho de que el planeta detenga su flujo económico casi en su totalidad. Esta sucediendo de un modo episódico, pero poco a poco se irá parando todo. Los estados, con escasas excepciones, se niegan a poner el contador a cero. Consideran que el daño sería formidable y que no es necesario llegar a ese extremo. A cambio han optado con exigir la bajada de persiana por sectores. El error es mayúsculo. 

Contemplar la economía actual como un elemento lineal, capaz de cortar una cadena de valor determinada y que afecte relativamente poco al resto es muy naíf. Se olvidan, u obvian voluntariamente, que a medida que el desempleo, los impagos, las quiebras y las insolvencias se desplieguen por los sectores a los que se les ha exigido cerrar su actividad (en España hablamos de sectores productivos que suman el 30% del PIB y el 28% del empleo) el virus se irá trasladando al resto. No existen cortafuegos en la economía actual. 

El coste de estimular la economía detenida obligatoriamente se llevará por delante la propia recuperación y, lo que es peor, las opciones de modernizar nuestro modelo productivo ante un futuro en el que las oportunidades para los países más tecnológicos se abrirán como nunca antes. Quien no tenga músculo para robotizar, automatizar y transformar digitalmente su modelo de crecimiento perecerá en el pago de una hipoteca gigantesca que lo conducirá al vagón de cola para siempre.

Vivimos el inicio de una nueva era. Este era el detonante del que hablé en mi último libro. No podía saber si sería social, climático, cultural, político o, como ha sido, sanitario. Sólo pude deducir que algo nos conduciría a un nuevo mundo con nuevos patrones. Quienes ahora se gasten el capital en parchear no podrán construir algo nuevo y mejor.

Europa, de la que no puedes esperar estrategia, ha hecho lo mejor que sabe hacer. Limpiarse las manos. Pero en este caso lo ha hecho con gracia. Ha tenido el detalle de poner a disposición de todos los países un pastizal a modo de compra de deuda casi infinita. Un billón de euros es algo infinito. Con eso, cada país podrá afrontar el reto de diseñar su futuro de postguerra. Unos lo sumarán a sus planes previos de modernización, otros a pagar subsidios a los heridos, algunos a repensar sus estructuras y unos pocos a salvar su sistema financiero si sufre en este período. Vete tú a saber.

Pocos, o ninguno, utilizará esa montaña de papel impreso para parar el contador durante unos meses, asumir el mayor reto económico de la historia y, de un modo quirúrgico, afinar medidas que equilibren la salida de la crisis, compensar a los damnificados y estimular una economía nueva, más tecnológica y más automatizada. Esta pandemia debería de hacernos ver las tres claves históricas que no podemos desaprovechar y que están frente a nuestras narices confinadas: 

  1. La automatización no era el enemigo, es quien permite hoy que este mundo siga funcionando. Muchos sectores estarían paralizados si viviéramos en 1990.

  2. La inteligencia artificial no era un problema, es la que está ayudando al sistema sanitario mundial a pelear contra una crisis médica como nunca antes. El desarrollo de vacunas en tiempo récord o en el control ciudadano en Corea del Sur para la reducción de infectados, son la prueba.

  3. La robotización no vino a quitar el empleo a nadie, sino que es quién va a garantizar una renta mínima y universal para los que esta crisis va a ubicar en un lugar del que ya no podrán salir. 

Si las medidas que se van a adoptar no responden a estos tres preceptos; a una moratoria tributaria; a una parada de las obligaciones de pago públicas y privadas (contador a cero) durante los dos o tres meses; y por el contrario se pretende utilizar herramientas antiguas para problemas inéditos, la primera de las consecuencias que viviremos será la deflación. Un enemigo del crecimiento muy tóxico. Si ese dinero que se debería utilizar para ‘crear’ un mundo nuevo, se utiliza para lo de siempre, la deflación, que es precisamente lo que están descontando las bolsas estas últimas sesiones de locura, está servida. El dinero no valdrá casi nada. Su capitalización será pura epidermis.

Pero veamos que supone esa deflación. El BCE lleva desde la crisis de 2008 esforzándose en situar el IPC en el entorno del 2% y ahora, con la crisis del coronavirus, la caída del consumo y el desplome de las materias primas, se trasladarán a los precios industriales. A esto se le llama deflación. ¿Que pasa cuando hay deflación? ¿Cómo funciona? ¿Que efectos tiene? Pues no es demasiado complejo. Todo empieza con una expectativa aparente de caída de precios. Primero motivado por algún factor determinante y luego por sus enlaces. En este caso ya sabemos el detonante y sus enlaces como he dicho.

Las expectativas de que se va a consumir menos aumenta esa sensación de previsible caída futura a niveles desconocidos hace décadas. La gente deja de consumir o retrasa los gastos e inversiones que hace unos meses eran parte del presupuesto esperado. La parada técnica no es completa no obstante. Al no haber consumo, no hay dinero y si no hay 'materia prima monetaria' el valor que se le da al dinero es exageradamente alto y a la voluntad de gasto aun más, debido a una falta de demanda previsible. El problema de empleo será global, lo que ahondará en el bucle.

La falta de demanda provoca quiebras y el cierre de algunos negocios por falta de facturación. La falta de facturación provoca negociaciones a la baja en plantillas y se establecen criterios de saneamiento laboral por lo que el paro aumenta. Sigue el bucle. Al aumentar el paro se acentúa la caída de la demanda y se evidencia que una de las partes del 'ciclo deflacionario' se convierte también en uno de sus motivos. Además, el descenso de demanda viene dado por una expectativa de coste inferior. Seguro que será más barato mañana.

La expectativa de coste inferior obliga a recortar precios. Este es otro bucle. La caída libre de precios generalizada dificulta las opciones de cancelación de deudas y la tasación de activos se elimina. Otro bucle, el financiero. Nadie es capaz de gestionar patrimonios sin tener claro cuales son sus valores reales. En un estadio de pérdida de valor objetivo de las propiedades o activos es imposible determinar estrategias. Sin estrategias de inversión, o no  hay inversión o esta se deteriora. 

El deterioro de la inversión destruye empleo y volvemos a otra de las fases intermedias y a retroalimentar el problema absoluto de caída de precios. La caída de valores patrimoniales aumenta la falta de pago y a la larga reduce las solvencias. Re-bucle. Ante un escenario de falta de solvencia o capacidad de avalar en fase deflacionaria, los bancos que tampoco estarán para muchas bromas, extremarán su prudencia posiblemente reduciendo de crédito. (Esta fase será después de la lluvia de millones anunciada sino se plantea otro camino al que parece va a ser).

La gente retiene el efectivo que tiene o le queda, deja de depositar en productos de inversión y se evidencia que el sistema financiero no tiene uso de una cantidad de dinero que no existía. El BCE garantiza 750.000 millones que no tiene. Los tiene que ‘crear'. Pero como sabemos, no hay problema. Para eso se compraron una impresora gigante. En plena deflación la gente da a su dinero un valor mayor. Guardar el dinero se convierte en algo prioritario pues las circunstancias deflacionarias aumentan el poder adquisitivo de la liquidez. Mejor lo mantengo ya que mañana, con lo que tengo, pueda comprar más.

Y entonces volvemos a tener una consecuencia que es un motivo. No gasto pensando que con lo que ahora compro uno, mañana compraré dos. Se genera una gran expectativa de caída de precios, por lo que se inicia el bucle una vez más. Y es que en economía si podemos hablar de un virus, ese se llama deflación. Un virus, como sabemos por desgracia, no actúa hasta estar bien instalado en el interior del sistema. La Deflación no se pone en marcha hasta que el sistema ya está técnicamente sin defensas. Durante un ciclo deflacionario la demanda cae en picado. El origen podría ser el 'shock' de oferta que vivimos. Que será de demanda también. La distorsión del sistema es evidente y podría ser que la solución del plan de choque presentado nos conduzca a una deflación sistémica muy difícil de superar.

Pues eso, la solución inmediata es la de decretar una moratoria de impuestos, una amnistía tributaria que permita poner a cero el contador del sistema económico mientras dure la fase más dura de la crisis. El resto de soluciones son parches que conducen a una deflación y que impedirán utilizar ese capital garantizado para afrontar el futuro con ilusión, modernidad y sostenible. Un espacio futuro en el que deberemos contemplar una renta básica, unas pensiones justas, un empleo de alto valor, una menor dependencia de sectores sensibles a cambios de ciclo y una automatización absoluta de nuestro modelo de crecimiento que garantice todo lo anterior. Algo, que de momento, nadie, en sus sillones de alcántara, está contemplando.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Robots en el sector turístico. ¿Riesgo u oportunidad?

Las cifras de la EPA que se publicaron el pasado jueves pasaron desapercibidas en la mayoría de medios debido a que había una noticia que lo apagó todo. Sin embargo, los números que reflejaba la encuesta de población activa era suficientemente grave como para haber abierto todos los noticiarios y encabezado todos los periódicos. Se trataba de la peor cifra en creación de empleo en siete años. La mitad del poco empleo creado era público, algo que, en esa proporción, no había pasado nunca. Por otro lado también se podía interpretar que el empleo no crece en la franja de menos valor añadido o de cualificación precisa, es decir, allí donde el salario mínimo exige, desde principios de año, un aumento sustancial obligatorio. El empleo vinculado al turismo y al sector hotelero está más en juego de lo que parece y, precisamente por cierto, es el que genera una quinta parte de todo el mercado laboral en España. 

Las cifras de la EPA que se publicaron el pasado jueves pasaron desapercibidas en la mayoría de medios debido a que había una noticia que lo apagó todo. Sin embargo, los números que reflejaba la encuesta de población activa era suficientemente grave como para haber abierto todos los noticiarios y encabezado todos los periódicos. Se trataba de la peor cifra en creación de empleo en siete años. La mitad del poco empleo creado era público, algo que, en esa proporción, no había pasado nunca. Por otro lado también se podía interpretar que el empleo no crece en la franja de menos valor añadido o de cualificación precisa, es decir, allí donde el salario mínimo exige, desde principios de año, un aumento sustancial obligatorio. El empleo vinculado al turismo y al sector hotelero está más en juego de lo que parece y, precisamente por cierto, es el que genera una quinta parte de todo el mercado laboral en España. 

Y en esto estamos cuando la llegada de todo tipo de robots para servicios hoteleros empieza a ser cada vez más importante. Algo que no debería de ser necesariamente malo si hubiera un plan gubernamental, un plan estratégico nacional sobre robótica aplicada y de inteligencia artificial como tienen un buen número de países, aquí podría ser un desastre monumental. El problema es que para diseñar un modelo económico que soporte esta automatización es preciso estabilidad y un cierto consenso por parte de todos los agentes. Cuándo se politiza la robotización, cuando se pone o a izquierda o a derecha, se produce un retraso bíblico que vamos a pagar carísimo. 

La robótica y la inteligencia artificial estancará los salarios y destruirá empleo si no se actúa estratégicamente. Hay países que están estableciendo modelos que no generan paro y además está provocando avances en este sentido. El problema es que hay que ponerse. Dejando la política económica en la deriva electoral no se logra. No es automático. La mediocridad de nuestros dirigentes se mide por el grado de desconocimiento, dejadez e inoperancia en este tema. 

Veamos, el número de robots industriales se multiplicó por cuatro entre 1993 y 2007 y, según la asociación IFR, hoy hay entre  1,5 y 1,75 millones de unidades activas, llegando a más de 6 millones en 2025. Según un estudio presentado por dos economistas del MIT, ya se habrían perdido entre 360.000 y 670.000 puestos de empleo en todo el mundo por la introducción de los robots en el sector industrial. El Foro Económico Mundial augura que en 2025 esa cifra llegará a los 5 millones. La OCDE lo ve incluso peor. Asegura que el 12% de los trabajadores españoles serán reemplazados por robots a corto plazo. La Universidad de Oxford prevé una destrucción de 1.600 millones de empleos en dos décadas. El Foro de Davos afirma que más de siete millones de empleos están en peligro en dos años. Parece que el tema es serio. Luego dirán que era imprevisible, que no podían saber lo que iba a pasar.

Hasta el momento, la afectación ha sido directamente aplicable a la industria, pero esto ya ha empezado a ampliarse. El sector servicios, especialmente el hotelero y turístico, está ahora en el centro del huracán. Tengamos en cuenta que cualquier afectación laboral en el sector turístico es extremadamente sensible especialmente. Hablamos del motor económico español, de la máquina laboral que permite que no se nos vaya la ‘recuperación’ por el desagüe. ¿Llegará el momento en que los robots sustituyan a los humanos en el sector hotelero? Es evidente que no de forma general, pero se deberá convivir. Las habilidades humanas son nuestra ventaja pero la eficiencia y la rentabilidad de que algunos robots hagan tareas repetitivas y organizadas en lugar de un ser humano debe tomarse en cuenta pues es algo inevitable. En un documento titulado ‘Robots and firms’ elaborado por Michael Koch (Universidad de Bayreuth), Ilya Manuylov (Universidad de Aarhus) y Marcel Smolka (de la misma universidad) y que se basaba en el análisis de los datos sobre las empresas manufactureras españolas entre 1990 y 2016 se evidenciaba que las empresas que apostaron por la automatización aumentaron su plantilla un 10%. Robotización y paro no son proporcionales si se hace estratégicamente.

Y ahí aparece el sector hostelero, turístico y de servicios. Sabemos que la restauración está basada en procesos humanos pero también sabemos que no es ajena a la automatización. Los datos del futuro que manejan grandes organizaciones internacionales prevén drásticos cambios en los sistemas de producción. Se considera que los procesos de elaboración de alimentos y el servicio al cliente son tareas que irremediablemente tienen que realizar personas, pero las cocinas no han dejado de incorporar maquinaria, más automatizadas que han provocado un evidente resultado. Cada vez hay menos personas en las cocinas. Lavavajillas, cortadoras, envasadoras, batidoras, etc…, han ido sumándose al equipo. Digamos que la robotización empezó hace mucho y no nos hemos dado cuenta. 

Pero al igual que a un cajero automático nos cuesta verlo como un robot, cuándo lo es, a un lavavajillas tampoco lo identificamos así, cuando también lo es. Por eso vamos a hablar de otros, mucho más sofisticados y capaces de, realmente, poner en juego  el modelo laboral existente de manera intensiva. ¿Sabías que una de las empresas más avanzadas en Europa en este campo es española? Hablamos de la startup sevillana Macco Robotics. Una empresa centrada en el desarrollo de robots humanoides para el sector servicios. Ya ha desplegado con éxito a su robot Bibot especializado en eventos, pero ahora está instalando otro robot, en concreto el llamado Kime, cuya ventaja principal es que se puede adaptar fácilmente a cualquier medio o aplicación, para que cualquier persona sin conocimiento lo pueda reconfigurar. Lo han enfocado para el sector Foodtech, es decir, es un robot camarero. Hay dos versiones, una, que está dentro de un Kiosko, de fácil instalación, Plug and Play, enchufar y listo. Puede preparar y servir cócteles, cervezas, todo tipo de combinados, servirte un vino, café e, incluso, alimentos empaquetados.

Actualmente Macco Robotics está instalando este robot (kiosko) llamado Kime en las estaciones de servicios portuguesa Prio Energy y en las cervecerías Guadalquibeer. Por otro lado, la versión exenta o sin kiosko, se puede instalar en cualquier barra de bar, para realizar cualquiera de esas mismas operaciones. Ahora mismo lo podemos ver ya funcionando en el edificio de Coworking Inn Office de Sevilla. Puede preparar 129 platos diferentes, todo bajo una selección muy cuidadosa, primando la calidad de estos platos, asesorados por la Escuela de Hostelería de Sevilla. La robotización del restaurante les permite dos modelos de negocios: uno, la venta por Deliverys (a través de plataformas como Glovo, Deliveroo, Just eat) por lo que trabaja como dark Kitchen 24 horas; y dos, la venta de platos como restaurante, es decir, los trabajadores del edificio comen allí, así como las empresas cercanas.

Por si fuera poco, Macco ha logrado pasar de preparar 120 comidas al dia a 2900, vendiéndose en formato catering para las empresas de La Cartuja, es decir, alrededor del coworking y a un precio muy reducido. Además, han desarrollado un wearable, que el usuario se lo instala en casa y que hace un análisis nutricional del usuario a través de la orina. Esta información se sube a la cuenta de Kime del usuario, por lo que cuándo va a pedir comida, si detecta, por ejemplo, exceso de carbohidratos, Kime  (a través de la app), le recomendará que tome otros alimentos. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? La relación entre salud, robótica, servicios y trabajo es algo a definir urgentemente.

En definitiva, el cambio es inevitable, por lo que hacerle frente es una mala idea. Todo aquello que una máquina pueda hacer más rápido, más barato, mejor y sin descanso, lo acabará haciendo. Localicemos que cosas deberemos de estimular, desarrollar, amplificar desde el punto de vista humano y que sean difícilmente sustituibles. Eso tendrá un valor incalculable. Por otro lado, quienes deben marcar las lineas maestras para afrontar el futuro tecnológico y laboral deberían de dejarse de debates estériles y endogámicos y empezar a pensar como nos ponemos a liderar el futuro, sea en el sector que sea, pero especialmente en aquel en el que se apoya el modelo de crecimiento de este país.

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Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal

Guía Optimista contra la Robocalipsis (I)

En 1950, el gobierno de Estados Unidos publicó un censo de tipologías de empleo. De las 270 que lo conformaban, según James Bessen, sólo una ha desaparecido por culpa de la automatización: el operador de ascensor. Las otras profesiones que se han eliminado de ese listado, según este economista, responden a criterios de mercado, demanda u obsolescencia tecnológica.

En 1950, el gobierno de Estados Unidos publicó un censo de tipologías de empleo. De las 270 que lo conformaban, según James Bessen, sólo una ha desaparecido por culpa de la automatización: el operador de ascensor. Las otras profesiones que se han eliminado de ese listado, según este economista, responden a criterios de mercado, demanda u obsolescencia tecnológica.

En un estudio reciente de McKinsey se rectificaba el famoso informe de la Oxford University sobre el dichoso asunto de la destrucción masiva de empleo por culpa de los robots. Según la consultora en los próximos años no veremos sustituciones absolutas de empleos sino empleos automatizados parcialmente. Esto es absolutamente trascendental. Del discurso oficial que certifica una ‘robocalipsis’ a medio plazo pasamos a otra menos extendida, y en la que me incluyo, que defiende un escenario donde el ser humano deberá aprender a ser complementario, un valor añadido, a esa automatización. 

Ayer ofrecí una conferencia en la sede central de Epson. La titulé ‘Guía optimista contra la Robocalipsis’. Un intento de poner en común la teoría de que la robotización y la tecnología robótica, la inteligencia artificial u otros avances no tienen porque eliminar nuestra estructura laboral. La van a modificar, que no destruir, absolutamente, pero es factible prepararnos para ese momento. En próximos posts daré las claves. 

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El temor a los robots es un clásico como que los extraterrestres son unos tipos con cabeza de pera y ojos negros grandotes. Hace cuatro siglos, la reina Isabel I prohibió el tejedor automatizado que había inventado un tal William Lee. En su día argumentó que ‘tenía mucho respeto por las mujeres que obtienen su pan cada día tejiendo y que esa invención las privaría de empleo y las encaminaría a la miseria’. Le negó la patente y punto. Doscientos años después, la invención de Lee ocupaba casi todas las fábricas textiles de Londres y el empleo aumentó. Mucho más tarde, en la década de los sesenta del siglo pasado, un grupo de respetadísimos economistas alarmaron al presidente norteamericano Lyndon Johnson acerca de una revolución cibernética que provocaría un desempleo como nunca antes habían conocido. Los sabios en cuestión exigían un renta mínima universal como única salvación. Lo exploró.

No seré yo quien relacione directamente esos espacios históricos con el actual. Obviamente lo de ahora es absolutamente transversal y está afectado por múltiples tecnologías. Pero considero que analizar la potencial necesidad de una Renta Mínima Universal no estaría de más. Y hacerlo fuera del patrón ideológico que siempre lo ensucia todo. Pero cierto es que ese subsidio, ese mecanismo sociopolítico, sólo puede ser examinado si antes hemos aplicado un verdadero análisis al concepto ‘empleo’. Como se equivocaron antes, ahora también se equivoca la versión oficial que tanto vende. Esto no va de empleos que se van a destruir, esto va de que el valor actual del contrato social que supone ese empleo va a ser otro en el futuro.

A nuestros puestos de trabajo del futuro no iremos a trabajar. Iremos a aprender. A aprender a mejorar nuestros modelos productivos de cualquier tipo gracias a una tecnología que viene, como siempre, a ayudarnos. La tecnología es el ‘cómo’, nosotros somos el ‘porqué’. No lo olvidemos. En los próximos artículos de esta serie que hoy inicio sobre la versión optimista de la 'robocalipsis', más.

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Empleos de alto valor que se van a ventilar los robots ya mismo.

¿Te preocupa que los robots te quiten tu empleo? El Financial Times te echa una mano para ver si lo tienes crudo o no. A través de una aplicación puedes comprobarlo. Introduces tu sector, tu especialidad y las actividades que desarrollas y, en un instante, la calculadora del McKinsey Global Institute te dice el riesgo que tienes de ser sustituido en los próximos cinco o seis años por un artilugio robótico o un sistema inteligente. Habla de que como máximo será un tercio de esos empleos los que sufran la sustitución traumática. 'Solo' uno de cada tres. Hagan sus apuestas. Tengamos en cuenta que ‘robot’ en este caso serían algoritmos inteligentes que se ejecutan en plataformas informáticas diseñadas y entrenadas específicamente para sustituir a humanos en tareas que ahora realizan estos. 

 

¿Te preocupa que los robots te quiten tu empleo? El Financial Times te echa una mano para ver si lo tienes crudo o no. A través de una aplicación puedes comprobarlo. Introduces tu sector, tu especialidad y las actividades que desarrollas y, en un instante, la calculadora del McKinsey Global Institute te dice el riesgo que tienes de ser sustituido en los próximos cinco o seis años por un artilugio robótico o un sistema inteligente. Habla de que como máximo será un tercio de esos empleos los que sufran la sustitución traumática. 'Solo' uno de cada tres. Hagan sus apuestas. Tengamos en cuenta que ‘robot’ en este caso serían algoritmos inteligentes que se ejecutan en plataformas informáticas diseñadas y entrenadas específicamente para sustituir a humanos en tareas que ahora realizan estos. 

 

De los resultados hay cinco que no suelen salir en las habituales listas del Top Five de la Robocalipsis y que, si se detalla adecuadamente el formulario, se muestran como en zona de alerta. Se trata de algunos mandos intermedios, los comerciantes de productos básicos, los redactores de informes, los contables y los médicos. Es muy curioso apreciar como los llamados ‘empleos de alto valor’ pueden estar en mayor riesgo que otros que se les considera de menor escala. Es muy improbable que los asistentes y enfermeros sean sustituidos por robots por su necesaria actividad 'humana', pero los doctores podrían encontrar un serio contrincante a la hora de diagnosticar en la inteligencia artificial.

Según la Universidad de Oxford, el 47% de los empleos en el mundo occidental se van a automatizar en dos décadas. Si tienes treinta años o cuarenta, en algún momento te va a tocar sí o sí. Ya sabemos que los que tienen que ver con las tareas repetitivas, conductivas o de escasa necesidad creativa, tienen los días contados. No obstante, la versión oficial de todo esto es más que revisable. Ahora bien, hay cinco profesiones de ‘cuello blanco’ que van directas a la gran batalla contra una máquina y que, según uno de los grandes consultores de empleo en el mundo, Shelly Palmer, tienen los días contados. Al final del artículo procuraré dar la clave para no sucumbir a este ‘susto o muerte’.

Quedan esperanzas. The National Academies of Sciences, Engineering and Medicine convocaron un comité para investigar el impacto de la tecnología en los empleos. En un estudio de 184 páginas, 13 expertos en economía e informática concluyeron que no tienen suficientes datos para determinar exactamente cómo la automatización, los robots y las innovaciones están afectando el empleo. Sin embargo si que hay datos. Muchos ejemplos que demuestran como está derivando. Casos concretos como el de Fedex u otros. De hecho hay gente que ya habla de que el empleo, como concepto, va a desaparecer en 60 años. Para todos los gustos. 

Pero vamos a los cinco que comenta Palmer:

Gerentes de proyectos. Si tu vida gira en torno de la creación y control de bases de datos, hojas de cálculo y software de gestión de proyectos, los robots te están apunto de sustituir. Todo cuanto realizas y que tiene una base analítica lo puede hacer un software, aprender rápido y mejorar lo que haces. Esto va de reducir los costes de ejecución y aumentar los beneficios por eficiencia.

Los vendedores y comerciantes de productos básicos, así como los responsables de compras de esos mismos productos. En todo proceso de compra y venta de las denominadas ‘commodities’, las variables que se manejan en la negociación tienen que ver con las especificaciones técnicas, el precio y la disponibilidad. En ese campo, un algoritmo capaz de analizar inteligentemente todo ese proceso pronto logrará mejores resultados que cualquier ser humano. Al final esto va de resultados y de cifras. Mayor beneficio y menor costo.

Redactores, periodistas y algunos autores. Aunque se contempla el hecho que escribir es algo complejo, redactar informes y noticias básicas no lo es tanto. Analizar documentación, investigar imágenes, o conversaciones y convertirlo en un informe ya es algo que sucede y que sólo hará que aumentar su calidad y precisión.

Contables, gestores y analistas financieros. La contabilidad robótica todavía está en fases iniciales pero actualmente ya interviene en infinidad de asuntos que, hasta hace muy poco, requería de supervisores humanos. La analítica financiera, la gestión contable y el asesoramiento económico tiene un duro escenario desde el punto de vista laboral y de reinvención.

Algunos médicos también lo tienen complicado. Por lo menos los que tienen que ver con la identificación de enfermedades y aplicación de tratamientos. Algo que, por otro lado, parece una buena noticia si atendemos a las necesidades del planeta. La población mundial rozará los 10.000 millones en apenas tres décadas. Va a ser improbable que la medicina pueda atender de un modo humano a esa población. El coste de un médico robótico será mucho menor y su capacidad de atención muy superior. La precisión quirúrgica de un brazo armado conectado a un algoritmo inteligente será tan sorprendente como la velocidad a la que se realice cualquier operación. Ya está sucediendo. Watson de IBM ya curra de médico en una docena de clínicas americanas.

Estas son cinco, pero hay muchas más profesiones. La idea es que tengamos claro que no hay territorio intocable, empleo que se libre ni escenario previsible. Cuando hablamos de ‘como va a ser el futuro’ debemos ir con cuidado. ¿Recuerdas que país mostró en la Expo de Sevilla’92 su plan de desarrollo de algo llamado Internet? Ninguno, nadie hablaba de Internet en la feria de la Innovación por excelencia en aquellas fechas. Nadie. Un lustro después, la red era parte de nuestra vida. Dos décadas más tarde era toda la vida.

Por lo tanto, cuidado con anunciar como será el mundo en 2100, 2074 o 2030. Con hablar de los próximos cuatro o cinco años vamos listos. Mi consejo a empresas, directivos, empleados y clientes en general es tratar este asunto por partes. Primero aceptando que todos tenemos los días contados. Por lo menos en el modo en el que trabajamos. Vamos a trabajar distinto, todos. Por eso es imprescindible prepararse para ello.

El progreso tecnológico ni es bueno ni es malo, sencillamente es. No hay que enfrentarse a él, hay que entenderlo, formarse, abrazarla. La tecnología no viene a ayudar por definición a nadie en particular. En todo caso viene a mejorar las cosas que se hacen. Si te pilla por medio se te ventila. Por eso es mejor adaptarse y modificar lo necesario para que el equipo formado entre tecnología y yo mismo sea una multiplicación exponencial y no una división irremediable.

La gran noticia es que sabemos que viene. No se va a parar. Sabiendo eso no tenemos otra que prepararnos. Negarlo o pensar que ‘me queda tiempo’ es tomar un riesgo que pasará factura. La pregunta no es si ‘me tocará o no’, la cuestión es ‘cuando me tocará y con que tecnología sucederá’. Todos los empleos que van a ser sustituidos, automatizados y robotizados pueden ser, a la vez, generadores de otros espacios laborales que potencien a tu empresa. No lo veas como un riesgo únicamente, míralo como una oportunidad, como una ventaja de incalculable valor.

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Politica, Tecnologia Marc Vidal Politica, Tecnologia Marc Vidal

Un modelo de jubilación del Siglo XIX para el Siglo XXI

Que el Banco de España proponga alargar la edad de jubilación más allá de los 67 demuestra la lejanía y desconocimiento acerca del momento histórico que vivimos como sociedad y los desafíos a los que vamos a tener que enfrentarnos en las próximas décadas. Lo complejo del asunto es que hablamos de quienes consideramos mejor informados y lúcidos para tomar o proponer decisiones en esa conquista.

Que el Banco de España proponga alargar la edad de jubilación más allá de los 67 demuestra la lejanía y desconocimiento acerca del momento histórico que vivimos como sociedad y los desafíos a los que vamos a tener que enfrentarnos en las próximas décadas. Lo complejo del asunto es que hablamos de quienes consideramos mejor informados y lúcidos para tomar o proponer decisiones en esa conquista.

Lo de que el sistema de pensiones no se aguanta empieza a ser aceptado por muchos, por lo menos no del modo en el que lo planteamos desde el siglo XIX. Seguimos con métodos que así lo reflejan y que han sido modificados en su estructura muy pocas veces. La pensión, la ayuda a la subsistencia en el trayecto final de la vida de las personas no deja de ser un invento derivado de un mundo en el que la producción generaba excedentes de capital al equilibrarlo con la fuerza humana o, en su defecto, de la combinación de trabajadores y tecnología.

Esto está cambiando de manera notable. No voy a repetirme. Pero es necesario analizar la imposibilidad de sustentar el planeta del modo que aristócratas de las finanzas, o de la política, sugieren. No va a ser posible si no se cambian las reglas, el método y el mecanismo de medida. Sino variamos la cultura y concepto económico que nos gobierna. La gravedad del asunto yace de la aurora boreal en la que descansan todas esas afirmaciones. La sugerencia de retrasar la edad de jubilación no va a ser factible o la promesa de creación de puestos de trabajo masivo en un escenario de deflación económica inevitable a medio plazo. Una deflación subyacente que vivimos hace décadas y que no va a remitir lo diga quien lo diga o lo disfrace quien lo disfrace.

Los efectos sobre el trabajo de tecnologías como la inteligencia artificial o la robótica no son discutibles. De hecho son inevitables. Ahí radica la obligatoria necesidad de abordarlos de una vez por todas y de la manera más ambiciosa posible. De no hacerlo vamos a ver como esta sociedad va a ir menguando sus opciones vitales y económicas, su libertad inclusive. Vamos a ir perdiendo inexorablemente todo lo que representa la denominada clase media en la que, hasta ahora, cabíamos muchos.

La lista de puestos de trabajo sustituidos por los progresos tecnológicos aumenta cada vez más rápido. Más de lo que muchos nos imaginábamos hace un par de años. Cada vez es más larga esa lista y cada vez más los empleos amenazados. A ese fuego aparente se le echa gasolina. El discurso oficial va, de los titulares fuera de contexto y fáciles de la mayoría de los medios de comunicación, a las propuestas inexistentes de los gobiernos. Sólo quedan las empresas para organizar el rompecabezas y, obviamente, sin normas o garantías que ayuden a organizarlo, las compañías lo que miran es por su supervivencia competitiva y sus beneficios.

Reconquistar los empleos que se ventila un robot o un software inteligente es imposible. Ni siquiera fuera de los empleos mecánicos o de menor valor. Hablo de tareas complejas como conducir un vehículo sin intervención humana, agente bursátil, director de una empresa, doctor oncológico, asistente educativo o periodista. El punto de no retorno ya lo hemos cruzado hace mucho tiempo. Está claro que cualquier empresa que no adopte la tecnología disponible se enfrenta al cierre. Otras lo harán en otro lugar. No va a haber ninguna empresa en el mundo que pretenda ser competitiva que desafíe el avance tecnológico que le afecte.

Y parece que el Banco de España piensa que sí es posible. Que las compañías españolas van a mantener a sus plantillas en trabajos que una máquina podría hacer más rápido y más eficientemente. Es como si el mundo del que dependen, el del dinero reactivo, no fuera real. De un hachazo se lo han ventilado y se imaginan un país, un planeta tal vez, dónde la gente trabajará en empresas dispuestas a no crecer. Un mundo en el que esas empresas permanecerán con sus miles de empleados gracias a que sus clientes querrán comprar productos o servicios más caros, lentos y con defectos. Es de una lógica muy interesante.

Nos hemos pasado años, casi una década, hablando de la gran crisis del 2008 aproximadamente. El desastre financiero, el pinchazo de la burbuja allí donde hubiera una. Pero en realidad lo que vivimos fue la mayor deflación económica conocida. Una caída del valor de las cosas y de su coste de producción que si se mantiene en algún punto intermedio es exclusivamente por la marea indecente de dinero electrónico que inyectan los bancos centrales a los que pertenece el de España.

Una deflación inédita por sus dimensiones. No todo era financiero. La deriva financiera es evidente pero no fue la causa. Por lo menos no exclusivamente. Hubo más responsables. La tecnología genera productos cada vez mejores que estimulan la obsolescencia de los que compramos hace unos minutos. De manera que la depreciación del valor de estos es cada vez más rápida. Un objeto como un teléfono móvil, por llamarlo de alguna manera rápida, alberga tanta tecnología como antes sólo éramos capaces de llevar en una maleta grande y que tenían un coste de producción y de consumo inalcanzable para muchos.

Hace apenas dos décadas tener todo lo que ahora tiene un teléfono instalado suponía miles de euros fabricarlo y decenas de miles comprarlos por separado. Ahora lo puedes tener todo por menos de 200 euros. Además, en dos años tendrás que renovarlo o estarás fuera de las actualizaciones imprescindibles para estar al día. Lo más explosivo del asunto es que la reducción del coste de producción y venta se deriva de que cada vez menos personas intervienen en el diseño y fabricación de ese objeto. La deflación económica se traslada a la deflación social y laboral. Obviar este asunto no hace más que engrandecer sus consecuencias. La crisis no fue financiera exclusivamente, se estaba gestando el mayor cambio socioeconómico que ha vivido la humanidad en siglos y tenía que ver, como siempre ha sido, con un salto tecnológico.

El mundo laboral será conceptualmente otro o no será. Pocos se están planteando este gravísimo problema. Un mundo sin el empleo tal y como lo conocemos ahora y que deberá, antes de lo que nos pensamos, replantearse absolutamente. Preguntas com ¿por qué debo ir al trabajo si todo lo que hago lo hace un software mejor que yo? ¿Dónde estará el valor añadido que puedo aportar?  El discurso oficial, si es que se le puede llamar así, argumenta que vamos a crear nuevos empleos. Que el 60% de los jóvenes universitarios trabajaran en empleos que no existen aseguran. Tal vez, pero permítanme que lo dude. En todo caso ese 60% trabajará de otro modo en empleos que ahora en muchos casos sí existen. Pero la transición no parece muy sencilla si se examina desde el punto de vista que siempre se ha adoptado ante este desafío. No es cuestión de revisar que empleo se va a destruir y con que lo vamos a sustituir. En este caso, la sustitución no viene del ‘que’ sino del ‘como’.

La renta mínima universal sigue siendo objeto de debates políticos manidos, viejos e interesados. Que si es de derechas o de izquierdas. Que si es insostenible o que si es ciencia ficción. El mundo cada vez es más capaz de suministrar lo necesario con cada vez menor intervención humana y con menor coste. Las empresas que lo saben han empezado a transformarse de forma agresiva. Las que no, ya se las verán venir. El futuro pasa, inexorablemente, por estudiar vías cercanas a eso.

¿Cómo vamos a vivir en un mundo inminente donde el ser humano cada vez tenga menor importancia en los procesos de eficiencia productiva? ¿De cuanto debería ser esa renta mínima? ¿Qué impuestos precisaría? ¿Qué servicios podrían convalidarse con ella? ¿Dónde quedará la clase media? ¿Cómo enfrentarnos a la dependencia social que supondría? ¿Para que precisaríamos políticos? ¿Quiénes serán los pocos que realmente serán ‘imprescindibles’? ¿Hablamos de trabajar o de aprender? ¿Seremos más humanos cuando no dependamos de la eficiencia en el trabajo? ¿Qué significará que el valor añadido pueda ser aportado por las personas? ¿Qué plataforma debe amortiguar el aterrizaje de un mundo sin empleo?

El mundo no va a detenerse porque lo diga el Banco de España. No vamos a jubilarnos a los 70 los que ahora tenemos 40 y algo. Ni a los 85 los que tienen 20. No vamos a jubilarnos. Dejaremos una actividad determinada para hacer otra muy distinta. El valor económico de lo que hacemos ahora es relativo. En muchos casos se mantiene incluso cuando no es práctico hacerlo porque no sabemos como modificar las reglas. Los gobiernos siguen con su discurso de la creación de empleo y deberían de pensar en el cambio del propio concepto 'empleo' de manera urgente.

No vamos a volver atrás. No hay opciones para eso. Este es el mundo que hemos montado y no se puede desmontar. Como mucho se puede ir superponiendo otro que se regule a partir de cuanto sabemos que va a ir pasando. Sin previsión, la hostia va a ser mayúscula. Seguimos todavía en el centro de la transformación de todo. Ahora ya tenemos pistas. Hace diez años se creyó que era un tema financiero. Ahora sabemos que era más complejo. Déjense de catalogar ideológicamente las soluciones y compremos el software que lo arregle todo.

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Economía, Politica Marc Vidal Economía, Politica Marc Vidal

La automatización de todo ya ha empezado y es irreversible.

Leemos que el empleo se recupera. Que estamos en la ‘senda de la recuperación’. Una hipotética estancia que volverá a traer riqueza y júbilo a todos. Lo bueno es que es cierto. El paro bajará, de momento. Lo grave es que es una apreciación tan corto placista que asusta. Es miopía pura. La falta de análisis de lo que está pasando en el subsuelo económico y mantener el mantra de la recuperación inmediata es de una irresponsabilidad bíblica. Hay muchas cosas que no se están teniendo en cuenta y que, o nos ponemos en ello, o el pinchazo de la burbuja parecerá una especie de guardería comparado con la que se nos viene encima.

Leemos que el empleo se recupera. Que estamos en la ‘senda de la recuperación’. Una hipotética estancia que volverá a traer riqueza y júbilo a todos. Lo bueno es que es cierto. El paro bajará, de momento. Lo grave es que es una apreciación tan corto placista que asusta. Es miopía pura. La falta de análisis de lo que está pasando en el subsuelo económico y mantener el mantra de la recuperación inmediata es de una irresponsabilidad bíblica. Hay muchas cosas que no se están teniendo en cuenta y que, o nos ponemos en ello, o el pinchazo de la burbuja parecerá una especie de guardería comparado con la que se nos viene encima.

Stephen Hawking dice que "estamos en el momento más peligroso en el desarrollo de la humanidad" y que "el ascenso de la inteligencia artificial destruirá el trabajo de manera irreversible entre las clases medias. Solo quedará empleo para creativos y supervisores. Se pregunta como estamos preparando nuestra sociedad inmediata para un mundo con un desempleo del 60%.

La Casa Blanca publicó un informe hace un tiempo que profundiza en este escenario. El 83% de los trabajos donde la gente gana menos de 18 euros por hora ha iniciado la primera fase de automatización o reemplazo. En cinco años el mercado del coche autoconducido será factible. En menos de una década 10 millones de vehículos implicados en transporte y logística en todo el mundo no precisarán conductor. Es decir, 10 millones de personas que conducen para ganarse la vida lo dejarán de hacer.  

En tres años, en nuestro entorno, será cada vez menos habitual ver personas atendiendo en cajeros, restaurantes fast food, jardineros o contables. En cinco años lo será con asistentes médicos, recepcionistas, policías de tráfico, agentes de mostrador en aeropuertos, oficinas o salas de cine. En ocho costará ver taxistas y camioneros. En diez peluqueros, abogados, dentistas o directores de recursos humanos. En veinte, no trabajaremos como lo hacemos ahora.

Es cuestión de tiempo. No se va a acabar el mundo. Va a cambiar tanto y tan rápido que no tenemos opción a preguntarnos si está bien o mal, si es posible pararlo o no. Va a pasar. El valor añadido no estará en si te lo crees o no. La mayor ventaja será haberlo previsto y haber implementado una estrategia empresarial, personal, política, social y económica.

En cada estadio depende de alguien. En la empresarial de un empresario, de unos directivos. En lo personal de cada uno de nosotros. En lo político, social y económico depende de tener ‘luces largas’, sentido histórico políticamente hablando y asumir que ha empezado el momento más complejo, a la vez que estimulante, que ha vivido la humanidad. La opción de vivir sin trabajar es una opción. O mejor dicho, trabajar de otro modo. Una manera más humana, conforme a lo que somos. Con más tiempo para ser y no tanto para hacer. Más espacio para desarrollarnos intelectualmente y menos para perder el tiempo en funciones repetitivas. 

Estás pensando que esto va para largo. Que no te imaginas que en tu entorno esto vaya a pasar pronto. Eso debe pensar el gobierno aunque mi impresión es que ni lo tiene en cuenta. Ni ellos ni nadie y por eso, cuando queremos analizar que está suponiendo a tiempo real la automatización no tenemos datos concretos españoles o de relevancia en Europa.

Tenemos siempre que buscarlos en Estados Unidos para extrapolar una sociedad a la otra. Si piensas que la automatización y robotización, la transformación digital, es algo para más adelante, lamento decirte que en realidad, la ya ha eliminado cerca de cuatro millones de empleos en los EE.UU. en la última década. Y en lugar de encontrar nuevos puestos de trabajo, la mayoría de esas personas nunca más encontraron empleo. La mano de obra estadounidense se desplomó en alrededor de 10 millones durante ese período, hasta niveles no vistos en décadas. La tasa de participación laboral es ahora de sólo 62,7%. El número de estadounidenses en edad de trabajar que no lo hacen ha aumentado a un récord de 95 millones. El discurso del ‘voy a crear empleo’ que tanto nos suena, en EE.UU. no está funcionando y tampoco lo hará a medio plazo en Europa.

Visto lo visto, mi consejo es que las empresas obvien el discurso oficial y tomen decisiones estratégicas al margen de una realidad que no es la que nos explican. La velocidad de esta disrupción es exponencial y ya no va a detenerse. No se va a crear empleo, y si se crea, no va a estar en el escenario de cambio que requiere este momento. Están sucediendo cosas sin precedentes y ya ha empezado a modificar notablemente el modelo laboral. Podemos ponernos de espaldas pero eso no evitará que nos atrape.  

Seguiremos insistiendo a las administraciones que no rehúyan el tema. Que estructuren algún tipo de espacio para el análisis, debate y puesta en acción. No tiene que ver con ideologías, esta vez tendrá que ver con planes lo más abiertos posible, que reduzcan los efectos nocivos de este futuro inmediato absolutamente previsible. Lo será sino entendemos el fin de todo esto. Será un desastre monumental sino entendemos que las empresas no buscarán crear empleo, sólo buscarán ofrecer servicios. Uber va a deshacerse de todos sus conductores tan pronto como pueda. Su trabajo no es contratarlos, su objetivo es mover a sus clientes de la manera más eficiente posible y eso, en nada, será sin intervención humana.

Debemos invertir en una nueva educación, en una capacitación laboral distinta, en un aprendizaje de un mundo exponencial, en una reubicación de los patrones laborales, de un emprendimiento al que se le permita equivocarse, de la obligatoria necesidad de igualar a las personas en oportunidades, de incentivos fiscales para contratar de otro modo, de señalar sectores que ya no requerirán personas y estimular los que si, de asumir rentas básicas, de generar un espacio nuevo de relaciones entre humanos, empresas, máquinas, inteligencia artificial, administración, garantías desconocidas y obligaciones inéditas. 

En poco tiempo, vamos a tener que repensar la relación entre el trabajo y el ser capaz de alimentarse o vivir. Si no se prevé todo esto, nos crujirán a impuestos para equilibrar las necesidades con las aportaciones. Si la táctica marca este tipo de decisiones entraremos en una espiral dramática. El futuro de la automatización y la pérdida de empleo es ahora, no es un tema que podamos obviar pensando que ya vendrá. Literalmente, la gente más inteligente del mundo piensa que una ola sin precedentes de destrucción del trabajo está llegando con el desarrollo de inteligencia artificial, robótica, software y automatización. William Gibson dijo que ‘el futuro ya está aquí, pero está distribuido de manera desigual’. Tenemos la urgente obligación de repartirlo mejor. Nuestros hijos, que ya no nuestros nietos, dependen más que nunca de las decisiones que se tomen ahora.

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'Un mundo automático', participación en el Estudio 'Generación 2020' del Ministerio de Servicios Sociales de España

Hace unos meses, desde el Instituto de la Juventud del Ministerio de Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España, me propusieron participar en el el estudio 'Jóvenes y Generación 2020'. El trabajo era apasionante ya que en mi caso tenía que investigar y concluir acerca de la Nueva Economía y los aspectos derivados que se vinculan a emprendimiento, nuevas profesiones, futuro económico y políticas que deben ejecutarse. El título de mi capítulo fue, como no, 'Un mundo Automático'.

Hace unos meses, desde el Instituto de la Juventud del Ministerio de Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España, me propusieron participar en el el estudio 'Jóvenes y Generación 2020'. El trabajo era apasionante ya que en mi caso tenía que investigar y concluir acerca de la Nueva Economía y los aspectos derivados que se vinculan a emprendimiento, nuevas profesiones, futuro económico y políticas que deben ejecutarse. El título de mi capítulo fue, como no, 'Un mundo Automático'.

Dice el preámbulo de dicho estudio en el que han participado también expertos como Adolfo Álvaro Martín, presidente Nodo España Red Iberoamericana de Informática Educativa, Dolors Reig i Hernández, psicóloga social, Howard Rheingold, crítico y ensayista estadounidense, Tiscar Lara, directora de Comunicación de la Escuela de Organización Industrial, David de Ugarte, economista y tecnólogo, Javier Ramos del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, Rafael Rubio Doctor en Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid y, entre otros,  Antonio Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y consultor político. 

Parece ser que el año 2020 ha comenzado a ser visto como una referencia con relación a los retos y expectativas que encontrará una generación de jóvenes que están creciendo y educándose en medio de las rápidas y profundas transformaciones producidas por la revolución tecnológica de carácter digital, lo que está influyendo de forma decisiva en la forma en la que están construyendo su identidad, formas de relación y de participación. 

Mi capítulo empieza con este preámbulo:

Imaginar un mundo donde no sea necesario apenas trabajar pues todo estará automatizado parece ciencia ficción pero cada vez es menos ficción y más ciencia. Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa que imaginemos ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver cómo será el futuro inmediato. El reto de la generación que se encontrará ese complejo ecosistema de máquinas inteligentes, redes y personas sin ocupación necesaria, será encontrar el modo que permita obtener de esa ‘maravillosa’ opción del ‘automatismo’ la consecuencia de acceso a los derechos fundamentales a toda la población mundial. Salud, conocimiento, cultura, alimentos. Un mundo robotizado para hacer más humana la vida. Para ello se precisa una ‘transición tranquila hacia el mundo de la abundancia’ Sabemos que una máquina puede suplir la carencia de “inteligencia humana” y aplastarla si es preciso, simplemente al utilizar en tiempo infinitesimal una cantidad masiva de datos en red: extraer patrones de información y en base a esto, realizar predicciones. Le llamamos bid data y transcurre sin piedad. La juventud la conoce pero no la respeta. Este artículo procurará dar esa señal de esperanza pero también de alarma sobre las generaciones que vienen. Si no entienden dónde vamos y con qué herramientas estaremos perdiendo una grandiosa oportunidad. Se abre justo ahora la puerta del futuro, la podemos atravesar o sencillamente asustarnos como hicieron en otros momentos de la historia nuestros semejantes. Esperemos que la juventud venidera nos agradezca el riesgo que vamos a tomar como sociedad al automatizar nuestro universo más cotidiano. 

Puedes descargarte el trabajo completo en aquí en [.pdf] o el capítulo con el que participé en este otro enlace. [.pdf]

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Si nunca bajara el paro ¿que sucedería?

Sabemos que la mitad de los empleos que ahora existen serán automatizados en apenas quince años. El mismo tiempo en que únicamente apenas un centenar de personas acumularán el mismo dinero que la mitad más pobre del planeta. Diríamos que, si no lo remediamos, la automatización del mundo no hará más que amontonar la riqueza en manos de unos pocos.
Hay tres aspectos que podrían darnos las claves para amortiguar el cambio inminente y que lo haga menos dramático. Tenemos conocimiento de que las máquinas aprenden, se estructuran en red y, además, abaratan todo. Los robots son la sublimación de la eficiencia y, por ese motivo, serán capaces de apartar de un puesto laboral a cualquiera que realice una tarea susceptible de ser sustituida.

El ‘machine learning’ ya no solo es capaz de disponer de algoritmos para procesar en tiempos casi imperceptibles, sino que lo puede hacer con cantidades de datos totalmente descomunales hasta llegar a deducir. No hablamos de lógica sino de conceptos. No estoy hablando de un capítulo de alguna trilogía de Asimov, hablo de algo que ya es real, se está derramando por nuestra vida cotidiana y que representa la capacidad de una máquina para aprender de la experiencia.

Por otro lado las redes entre máquinas sustituirán las que ahora suponen el paisaje actual. Redes entre humanos y redes sociales darán paso a redes entre máquinas. El mundo de los sensores es la antesala. Apostar por empresas que ahora mismo están desarrollando aplicaciones que permiten el diálogo entre personas y máquinas o de máquinas entre si, es una buena apuesta. En breve los aviones, los hospitales, las compañías energéticas, el tráfico, las ciudades, algunos procesos administrativos, la enseñanza y mil campos más retirarán personas e incorporarán sensores. El salto se avecina y la fisonomía de nuestro mundo no se va a parecer en nada al actual.

La tercera arista de este cambio tiene que ver con las redes de robots. Ahora mismo todo esa evolución sigue detenida en el ámbito legal, político o administrativo. El miedo a perder el control instalado en las clases dominantes evita que sea real. Ya pasó con la imprenta. Se pensó que el conocimiento y los avances permitirían a todo el mundo leer y eso, por derivación, influiría en cultura. Cultura que empoderaba a los siervos. Sucedió con otras revoluciones. El ferrocarril permitía a la gente moverse con facilidad, los hacía conocedores del mundo, de su entorno más lejano. Aparecieron los exploradores cotidianos y con ellos el riesgo de comparar. A los que mandan no les gusta que los comparen.

Ahora, el salto está a pocos metros. Es un salto al vacío del que ya no podemos tirarnos atrás. En Estados Unidos hay robots que recogen lechugas por si solos en base a un pedido recibido por Internet. Un pedido que ha hecho una nevera inteligente. Son los Warehouse que empresas como Kiva ya tienen listos y preparados para comercializar. Su robot-nevera descubre que falta algo, selecciona el proveedor que no es más que un software, éste comprueba que no tiene en stock, lo solicita a otro software que a la vez ‘ordena’ a un robot que lo recoja y que en apenas unos segundos lo suba a un vehículo autopilotado. No es ciencia ficción, repito, verlo como tal es cerrar los ojos a un hecho que ya se está produciendo con prototipos. En algunas partes de este proceso hay eslabones que son ya cotidianos por cierto.

Al igual que ricos y pobres serán como siempre ha sido las dos partes de este pastel, la eficiencia y el ahorro económico mandará en la hoja de ruta global que vivirá este mundo en muy poco tiempo. Si algo es más barato, más rápido y más ecológico será.

La velocidad en la que nuestro mundo avanza es de tal magnitud que la década de los cincuenta del siglo pasado es el pleistoceno. Haced el esfuerzo, comparad. Pero no lo hagáis mirando Facebook o Google sólo. No lo hagáis pensando en lo accesorio. No tiene que ver con un ‘likes’, ni con smartphone, ni tan siquiera con la televisión interactiva, ni tampoco con los mapas y sus satélites. No tiene que ver con nada de todo eso o tiene que ver con todo. No es sólo tecnología, que también, es comportamiento social. Es la relación de todos nosotros con un mundo invisible que nos rodea por todas partes y nos atraviesa.

Cada vez son más los productos que pasan a ser servicios por el poder de la digitalización. El abismo se agrandará entre ambos escenarios laborales pues mucho de lo que hay que producir ya no es preciso hacerlo. La última etapa de la automatización va a llevarse por delante casi todos los empleos conocidos.

De todo esto sólo me preocupa una cosa. Como explica The Economistla prosperidad desatada por la revolución digital ha ido mayoritariamente a los dueños del capital y los trabajadores de mayor cualificación. Durante las últimas tres décadas, la participación del trabajo de la producción se ha reducido a nivel mundial del 64% al 59%, a la vez que los ingresos acumulados por el 1% más rico ha aumentado de alrededor del 9% al 22%’

No va a bajar el paro. Es algo que ya no puede suceder. Se sucederán cifras de vez en cuando, altibajos provocados por diversos aspectos de la economía tradicional, estacional o política, pero serán simplemente pinceladas que no compondrán el cuadro real. El ‘big picture’ es de otro calibre.

Los países ‘de vanguardia’ a los que les pilla esto con más de una cuarta parte de su población activa en paro se les plantea un futuro inmediato de mierda. Hay tiempo para reaccionar, lo que no hay es clase dirigente para establecerlo.

El desempleo está en niveles alarmantes en casi todo el mundo rico, y coinciden muchos organismos e instituciones que ya no sólo es por razones cíclicas. En 2000, el 65% de los estadounidenses en edad de trabajar lo hacían; desde entonces, la proporción ha caído igual en años de bonanza que en años de crisis hasta el nivel actual de 59%.

Estas tendencias se producen en todas partes. Durante el Foro Económico Mundial de Davos se certificó una cifra elocuente. Ahora mismo, ya casi sin esperar esas dos décadas que comentaba al principio, los 85 tipos más ricos del planeta acumulan una riqueza combinada similar a las de los 3.500 millones de personas más pobres del mundo. Que la riqueza del 1% de la población rica equivale a 65 veces la de la mitad más pobre. Esto va en serio.

El efecto de la automatización debe ser bueno, pero debe ser capaz de repartir, de crear justicia social, de equiparar oportunidades. No es lógico que no sea así. Siempre fue así. Los avances tecnológicos ayudaron a reducirlo. ¿Por qué no ahora?

Aunque sea por un puro hecho egoísta, sino queremos atender a lo que pasa por el mundo y solo queremos mirarnos al ombligo, pensemos que el ritmo de destrucción de empleos automatizables es superior, muy superior, al que los que puedan ser reemplazados por las nuevas tecnologías. Normalmente en un ciclo lógico de modernidad, cuando las nuevas tecnologías desplazan a las antiguas, se reemplazan los trabajos antiguos por otros nuevos. Pero esta vez, ese ciclo es unilateral. Durante mucho tiempo, probablemente para siempre, habrá muchos menos puestos de trabajo que se crean en la nueva economía basada en la información que en la anterior basada en la fabricación.

La tecnología ayudará a distribuir mejor, automatizará para vivir más cómodamente. Que todo ello se produzca sin traumas ni fracturas depende más de ordenar el crecimiento que de prohibirlo. Cada vez que una administración prohíbe, complica o multa a una aplicación de economía social, cada vez que un gobierno retrasa la aprobación de leyes que permitan el avance en coches autopilotados, drones o lo que sea, lo que logran es estimular las diferencias y la quiebra de dos mundos. Dejen que los avances lleguen a todos, legislen en su tiempo y no en el de otros, haganlo pues el futuro ya llegó aunque ustedes no se dieron cuenta. Aun hay tiempo. Si lo hacen, un mundo robótico se desplegará adecuadamente entre todos. Si siguen empecinados en sus guerras de juguete y sus luces cortas, harán que mucha gente sufra.

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