¿Qué es la Transformación Digital? ¿Una revolución social o tecnológica?

Descrito por algunos como la cuarta revolución industrial, la transformación digital se ha infiltrando en el léxico cotidiano en los negocios. La transformación digital está cambiándolo todo. Está sucediendo en tu casa, en el trabajo y en cualquier lugar. No hablamos sólo de algo que afecta a los negocios.

Descrito por algunos como la cuarta revolución industrial, la transformación digital se ha infiltrando en el léxico cotidiano en los negocios. La transformación digital está cambiándolo todo. Está sucediendo en tu casa, en el trabajo y en cualquier lugar. No hablamos sólo de algo que afecta a los negocios.

Sin embargo, aunque esté por todas partes, no es algo que todo el mundo tenga tan claro como debería. Lo más confuso del concepto Transformación Digital es precisamente lo ‘digital’. Y lo es porque precisamente esa transformación tiene que ver muy poco con la tecnología a la que se le asocia constantemente. La tecnología, ya sea robótica, digital, inteligencia artificial, automatismos o de cualquier otro tipo, facilita que se produzca una transformación, pero en realidad tiene que ver más con un modo de pensar, procesar y de comportarse debido a la llegada de esa tecnología.

La tecnología digitaliza, pero no transforma. No siempre por lo menos. Cuando Spotify nació revolucionó el modo en el que las personas accedían a la música. La tecnología fue el detonante porque permitía acceder desde cualquier lugar a la librería de canciones más grande del planeta. Sin embargo, el éxito se debió a un cambio de pensamiento. El usuario pasaba de comprar productos a consumir servicios, de comprar discos a consumir música. Este nuevo modo de pensar generó un nuevo modelo de negocio que ahora replican muchos otros y en muchos campos.

¿Por qué es tan importante la Transformación Digital? La transformación digital es fundamental porque altera las estructuras de la sociedad de punta a punta. Un buen número de las compañías más grandes del mundo no existían hace tan sólo una década. El impacto de éstas ha sido realmente intenso y profundo. Han sido disruptivas no por la tecnología aportada sino por el modo en el que han modificado las reglas y relaciones sociales. Uber, Amazon, Facebook, Twitter, Airbnb, Netflix y tantas otras.

Cuando se obvian esos cambios y se incumple la tendencia del mercado el resultado ha sido desastroso. Le pasó a Blockbuster o a Kodak, pero también a centenares de empresas consolidadas y con altos ingresos que de la noche a la mañana vieron como un nuevo agente disruptivo, un competidor que hacía las cosas distintas, los borraba del mapa.

Es importante prestar atención a esa Transformación Digital urgente que deben afrontar todos los negocios del mundo. De un modo u otro te va a tocar. No es bueno esperar a que aparezca esa disrupción en tu sector y luego reaccionar. Netflix interrumpió su modelo de negocio inicial basado en el alquiler de DVDs. Al observar el mercado y predecir los avances tecnológicos, Netflix se arriesgó e invirtió en tecnología de transmisión de video. La apuesta dio sus frutos. En 2017 Netflix registró unas ganancias récord y es el mayor proveedor de contenido de video del mundo.

¿Se puede transformar digitalmente todo? En 1876, Alexander Graham Bell inventó el primer teléfono. En 1905 2,2 millones de personas usaban teléfonos. En 1910 esta cifra creció hasta 10 millones. Lo mismo con la TV. Puesta en marcha por primera vez en 1927. En 1939 existían 7.000 aparatos de televisión en los Estados Unidos. En 1959, esta cifra era de 67.145.000. A esto se le llama crecimiento exponencial. La adopción tecnológica en nuestra sociedad es extremadamente rápida. Facebook fue lanzado en 2004 y apenas 10 años más adelante, tenía 1.390.000.000 usuarios activos.

Es importante destacar que la Transformación Digital, que a mi me gusta llamar Revolución Digital, está significando un reordenamiento de todos los vínculos y contratos sociales que teníamos establecidos rígidamente a partir de los estímulos que concede la propia tecnología. Hablamos de un reto empresarial y personal, de una revolución tecnológica pero también íntima. No hablo de algo a temer sino a desafiar.

Algunos clientes me comentan que sienten cierta angustia cuando se dan cuenta de la velocidad de todo y la cantidad de cambios a efectuar. Cierto que hace 20 años pocos creían que llevaríamos en estas fechas una computadora capaz de navegar por internet, una cámara de vídeo de alta resolución, un geolocalizador sin margen de error, un video teléfono capaz de conectar sin coste con cualquiera en el mundo, un entrenador personal o mil cosas más, en el bolsillo y por 200 dólares.

A ellos les digo que la pregunta no es si les va a llegar o no el momento de la disrupción. La pregunta correcta es ¿cuándo y con que tecnología? Se trata de aprender cómo van a cambiar las cosas para que tu empresa pueda estar lista a tiempo. La falta de previsión y estrategia podría convertir un negocio rentable en irrelevante. Esta afirmación sirve para empresas y, sobretodo, para personas. La transformación no atañe a las empresas únicamente, también a sus miembros en todos los estadios.

En los cursos que ofrezco, la parte más importante de los mismos no es el 'cómo se crea una estrategia empresarial de transformación', que también, sino especialmente cómo los miembros de una empresa comprenden que transformarla digitalmente no es enseñar habilidades tecnológicas a sus empleados, sino ofrecerles las vías para revolucionar su modo de entender la empresa, la competencia y el sector.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Que los robots paguen impuestos es una muy mala idea.

El fundador de Microsoft, durante una entrevista que concedió a Quartz, se mostró escéptico sobre la capacidad de este mundo para gestionar una automatización veloz. A eso añade que para prevenir un desastre monumental los gobiernos deberán aplicar un impuesto robótico. Asegura que si esa automatización continua a la velocidad actual el desastre será bíblico. Realmente, su propuesta de tasar a los robots se basa en la necesidad de reducir la velocidad de esa automatización. Algo que como contesta The Economist es inviable.

El fundador de Microsoft, durante una entrevista que concedió a Quartz, se mostró escéptico sobre la capacidad de este mundo para gestionar una automatización veloz. A eso añade que para prevenir un desastre monumental los gobiernos deberán aplicar un impuesto robótico. Asegura que si esa automatización continua a la velocidad actual el desastre será bíblico. Realmente, su propuesta de tasar a los robots se basa en la necesidad de reducir la velocidad de esa automatización. Algo que como contesta The Economist es inviable.

A esas afirmaciones del Sr. Gates se han sumado centenares de economistas, expertos, defensores de un universo paralelo y derivados. Todos consideran que su teoría responde a gravámenes exactos y justos. Culpabilizan a una maquinaria de eliminar puestos de trabajo. Algo que por cierto ha pasado toda la vida. Pero en realidad no habla de eso. Bill Gates no está hablando de que los robots paguen el impuesto sobre la renta. Él sostiene que los robots deben ser gravados, ya sea en su instalación o en las ganancias que generen a costa del trabajo humano desplazado. Ese beneficio superior, según Gates, deberá utilizarse para capacitar a los trabajadores y, tal vez, para financiar servicios públicos sanitarios, educativos o del cuidado de ancianos o enfermos.

Suena a película futurista donde millones de robots trabajan para nosotros y, bajo un ocio cultural y maravilloso, los humanos esperamos que nuestros servicios públicos se transformen en derechos fundamentales. Eso va a costar. Básicamente porque para llegar ahí deberemos de desmontar todo un modelo económico que nos ha regido en cada revolución tecnológica. Y es que un robot no es más que una inversión de capital, como una computadora, una fundición o un tractor. Es aconsejable no gravar estas cosas. Si se hace se pone en riesgo el crecimiento de la producción. Una fiscalidad que disuada la inversión contrae la economía. Es contraproducente. Los que defienden lo que dice Bill Gates sugieren, a veces sin saberlo, que invertir en robots es algo así como hacerlo en una cadena de montaje automatizada. Aumenta la producción económica pero también impone un costo social. A esto se le llama ‘externalidad negativa’.

Pero el drama es inevitable y es bueno que se esté debatiendo en algún sentido. La rápida automatización amenaza con desalojar a millones de trabajadores de viejos empleos sin tiempo para absorberlos en otros nuevos. De ahí que ese teórico impuesto sobre los robots aparezca como salvación. Unos ingresos públicos que reduzcan ese drama y ayude a paliar los efectos de tipo social. Algo así, y guardando las diferencias, como hacemos con aquellos productores industriales más contaminantes que pagan impuestos superiores para desalentarlos a utilizar ese tipo de procesos que nos dañan a todos.

Muchos trabajadores serán desplazados por robots. Cierto. Como también muchos robots iniciaran funciones sociales en ámbitos de la salud, la atención, administración del estado, la función pública y la seguridad. El coste de todo ello se reducirá también. El coste ‘humano’ de la administración pública también bajaría. Y mucho. Digamos que los servicios que ahora son costosos para la administración podrían ser relativamente más baratos, logrando así una estabilidad social vinculada al bienestar garantizado.

Pero donde la idea de Gates flojea más es en la idea de que la automatización se está produciendo muy rápido. Si eso fuera así, si el desplazamiento de trabajadores por máquinas estuviera siendo tan acelerado y general, las tasas de crecimiento y productividad también lo harían de manera importante. Muchos defienden que es cierta esa velocidad. Algo que no está sucediendo en realidad. Sin embargo hay preguntas incomodas si fuera posible imponer ese tipo de estrategia. ¿Por qué reinstalar un modelo productivo automatizado y gravado impositivamente cuando la gente hace cola para hacer el trabajo con el salario mínimo? La propuesta de Gates y los defensores de los robots paganinis busca retrasar la automatización pero lo que provocarán es el retraso de la productividad.

En una automatización rápida los robots no deben ser un objetivo fiscal. Los robots no son más que una sustitución del trabajo por el capital. Gravar a los robots es un tema y la redistribución de ingresos públicos es otra. Vincularlos es dañar la productividad que al final solo lleva a más desempleo. Pretender que una empresa reduzca la velocidad de innovación porque pudiera parecer tóxica es un gravísimo error. El costo de producir la segunda copia o la mil millones de una pieza de software es aproximadamente cero. Cada conductor del camión necesita instrucción individual, pero un sistema de conducción autónomo se puede duplicar de manera infinita. Esa competitividad es inevitable. Intentar evitar con tasas e impuestos directos a la innovación no ayudará mucho a los trabajadores desplazados.

En todo caso los impuestos deberían ser, como siempre, sobre los beneficios y no sobre la inversión. Pero visto lo visto y sabiendo lo que sabemos, cuando alguien en el gobierno se de cuenta en una tertulia televisiva, en un encuentro con científicos o en los pasillos del algún ministerio, que este asunto es real y no algo que ha leído en diagonal en algún informe lejano, entonces la medida será de corte inmediato. Lo veo venir. Los impuestos a los robots molarán mucho. Tema inmediato, efectista, garantía de que los que se vayan al paro tendrán compensaciones y las empresas que los han sustituido por los malvados robots pagaran por ello. Ya verán que maniqueo será todo. Ya verán.

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Economía, Politica Marc Vidal Economía, Politica Marc Vidal

La automatización de todo ya ha empezado y es irreversible.

Leemos que el empleo se recupera. Que estamos en la ‘senda de la recuperación’. Una hipotética estancia que volverá a traer riqueza y júbilo a todos. Lo bueno es que es cierto. El paro bajará, de momento. Lo grave es que es una apreciación tan corto placista que asusta. Es miopía pura. La falta de análisis de lo que está pasando en el subsuelo económico y mantener el mantra de la recuperación inmediata es de una irresponsabilidad bíblica. Hay muchas cosas que no se están teniendo en cuenta y que, o nos ponemos en ello, o el pinchazo de la burbuja parecerá una especie de guardería comparado con la que se nos viene encima.

Leemos que el empleo se recupera. Que estamos en la ‘senda de la recuperación’. Una hipotética estancia que volverá a traer riqueza y júbilo a todos. Lo bueno es que es cierto. El paro bajará, de momento. Lo grave es que es una apreciación tan corto placista que asusta. Es miopía pura. La falta de análisis de lo que está pasando en el subsuelo económico y mantener el mantra de la recuperación inmediata es de una irresponsabilidad bíblica. Hay muchas cosas que no se están teniendo en cuenta y que, o nos ponemos en ello, o el pinchazo de la burbuja parecerá una especie de guardería comparado con la que se nos viene encima.

Stephen Hawking dice que "estamos en el momento más peligroso en el desarrollo de la humanidad" y que "el ascenso de la inteligencia artificial destruirá el trabajo de manera irreversible entre las clases medias. Solo quedará empleo para creativos y supervisores. Se pregunta como estamos preparando nuestra sociedad inmediata para un mundo con un desempleo del 60%.

La Casa Blanca publicó un informe hace un tiempo que profundiza en este escenario. El 83% de los trabajos donde la gente gana menos de 18 euros por hora ha iniciado la primera fase de automatización o reemplazo. En cinco años el mercado del coche autoconducido será factible. En menos de una década 10 millones de vehículos implicados en transporte y logística en todo el mundo no precisarán conductor. Es decir, 10 millones de personas que conducen para ganarse la vida lo dejarán de hacer.  

En tres años, en nuestro entorno, será cada vez menos habitual ver personas atendiendo en cajeros, restaurantes fast food, jardineros o contables. En cinco años lo será con asistentes médicos, recepcionistas, policías de tráfico, agentes de mostrador en aeropuertos, oficinas o salas de cine. En ocho costará ver taxistas y camioneros. En diez peluqueros, abogados, dentistas o directores de recursos humanos. En veinte, no trabajaremos como lo hacemos ahora.

Es cuestión de tiempo. No se va a acabar el mundo. Va a cambiar tanto y tan rápido que no tenemos opción a preguntarnos si está bien o mal, si es posible pararlo o no. Va a pasar. El valor añadido no estará en si te lo crees o no. La mayor ventaja será haberlo previsto y haber implementado una estrategia empresarial, personal, política, social y económica.

En cada estadio depende de alguien. En la empresarial de un empresario, de unos directivos. En lo personal de cada uno de nosotros. En lo político, social y económico depende de tener ‘luces largas’, sentido histórico políticamente hablando y asumir que ha empezado el momento más complejo, a la vez que estimulante, que ha vivido la humanidad. La opción de vivir sin trabajar es una opción. O mejor dicho, trabajar de otro modo. Una manera más humana, conforme a lo que somos. Con más tiempo para ser y no tanto para hacer. Más espacio para desarrollarnos intelectualmente y menos para perder el tiempo en funciones repetitivas. 

Estás pensando que esto va para largo. Que no te imaginas que en tu entorno esto vaya a pasar pronto. Eso debe pensar el gobierno aunque mi impresión es que ni lo tiene en cuenta. Ni ellos ni nadie y por eso, cuando queremos analizar que está suponiendo a tiempo real la automatización no tenemos datos concretos españoles o de relevancia en Europa.

Tenemos siempre que buscarlos en Estados Unidos para extrapolar una sociedad a la otra. Si piensas que la automatización y robotización, la transformación digital, es algo para más adelante, lamento decirte que en realidad, la ya ha eliminado cerca de cuatro millones de empleos en los EE.UU. en la última década. Y en lugar de encontrar nuevos puestos de trabajo, la mayoría de esas personas nunca más encontraron empleo. La mano de obra estadounidense se desplomó en alrededor de 10 millones durante ese período, hasta niveles no vistos en décadas. La tasa de participación laboral es ahora de sólo 62,7%. El número de estadounidenses en edad de trabajar que no lo hacen ha aumentado a un récord de 95 millones. El discurso del ‘voy a crear empleo’ que tanto nos suena, en EE.UU. no está funcionando y tampoco lo hará a medio plazo en Europa.

Visto lo visto, mi consejo es que las empresas obvien el discurso oficial y tomen decisiones estratégicas al margen de una realidad que no es la que nos explican. La velocidad de esta disrupción es exponencial y ya no va a detenerse. No se va a crear empleo, y si se crea, no va a estar en el escenario de cambio que requiere este momento. Están sucediendo cosas sin precedentes y ya ha empezado a modificar notablemente el modelo laboral. Podemos ponernos de espaldas pero eso no evitará que nos atrape.  

Seguiremos insistiendo a las administraciones que no rehúyan el tema. Que estructuren algún tipo de espacio para el análisis, debate y puesta en acción. No tiene que ver con ideologías, esta vez tendrá que ver con planes lo más abiertos posible, que reduzcan los efectos nocivos de este futuro inmediato absolutamente previsible. Lo será sino entendemos el fin de todo esto. Será un desastre monumental sino entendemos que las empresas no buscarán crear empleo, sólo buscarán ofrecer servicios. Uber va a deshacerse de todos sus conductores tan pronto como pueda. Su trabajo no es contratarlos, su objetivo es mover a sus clientes de la manera más eficiente posible y eso, en nada, será sin intervención humana.

Debemos invertir en una nueva educación, en una capacitación laboral distinta, en un aprendizaje de un mundo exponencial, en una reubicación de los patrones laborales, de un emprendimiento al que se le permita equivocarse, de la obligatoria necesidad de igualar a las personas en oportunidades, de incentivos fiscales para contratar de otro modo, de señalar sectores que ya no requerirán personas y estimular los que si, de asumir rentas básicas, de generar un espacio nuevo de relaciones entre humanos, empresas, máquinas, inteligencia artificial, administración, garantías desconocidas y obligaciones inéditas. 

En poco tiempo, vamos a tener que repensar la relación entre el trabajo y el ser capaz de alimentarse o vivir. Si no se prevé todo esto, nos crujirán a impuestos para equilibrar las necesidades con las aportaciones. Si la táctica marca este tipo de decisiones entraremos en una espiral dramática. El futuro de la automatización y la pérdida de empleo es ahora, no es un tema que podamos obviar pensando que ya vendrá. Literalmente, la gente más inteligente del mundo piensa que una ola sin precedentes de destrucción del trabajo está llegando con el desarrollo de inteligencia artificial, robótica, software y automatización. William Gibson dijo que ‘el futuro ya está aquí, pero está distribuido de manera desigual’. Tenemos la urgente obligación de repartirlo mejor. Nuestros hijos, que ya no nuestros nietos, dependen más que nunca de las decisiones que se tomen ahora.

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Big Data, Economía, Innovación Marc Vidal Big Data, Economía, Innovación Marc Vidal

Luces y sombras del crecimiento del sector turístico en 2016.

En la semana que Fitur presenta unas cifras impresionantes sobre la actividad turística española. La cifra de negocio alcanzó algo más del 11% del PIB en 2016. En concreto, un crecimiento de casi un 5% con respecto al año anterior. A primera vista una muy buena noticia para una economía que depende especialmente del sector turístico. Una factura total que alcanzó los 125.000 millones de euros y que estimularon la creación de 80.000 nuevos empleos. De este modo ya son 2,5 millones de trabajadores en total. Vamos bien.

En la semana que Fitur presenta unas cifras impresionantes sobre la actividad turística española. La cifra de negocio alcanzó algo más del 11% del PIB en 2016. En concreto, un crecimiento de casi un 5% con respecto al año anterior. A primera vista una muy buena noticia para una economía que depende especialmente del sector turístico. Una factura total que alcanzó los 125.000 millones de euros y que estimularon la creación de 80.000 nuevos empleos. De este modo ya son 2,5 millones de trabajadores en total. Vamos bien.

El crecimiento de la demanda extranjera se ha traducido en el desembarco de más de 75 millones de turistas. Sin embargo, lo que se dejan todos ellos en nuestro país ha caído un 3% de media. Una caída que lleva un lustro sucediendo de manera continuada. Más turistas, más ingresos totales, más empleo, pero menos gasto por cliente. La factoría turística ibérica cada vez es más atractiva para un cliente ‘low cost’, que prefiere pasarse unos días por aquí con apenas 700 euros de media, y menos para los que en su hoja de visita había un gasto sostenido y de calidad.

Que el turismo tiene que repensar el valor añadido que aporta es más urgente de lo que las cifras grandilocuentes ofrecen. El turista viene más pero se queda menos. El coste de transporte excepcionalmente bajo por el precio del petróleo, el crecimiento de algunos países con nuevos turistas, la hipotética recuperación del mercado interno y la poca estabilidad o seguridad de la competencia, no han hecho más que estimular ese envoltorio de celofán.

El riesgo de un estornudo global es enorme. Todo el sector confía en que va a seguir creciendo, siendo cada vez más importante en el cómputo de la factura bruta nacional y creando mucho empleo. Es más que revisable que esa recuperación del sector esta sujeta a una competitividad relativa, lejos de lo que la estructura económica española debería de ser en nuestro entorno económico.

En la otra cara, un sector que en el último año también ha rebasado el 10% del PIB es el biotecnológico. Una industria que apenas ocupa a 190.000 personas y factura más de 100.000 millones de euros, vinculado al futuro, al cambio de modelo productivo y a la conquista de un futuro al que vamos a tener que enfrentarnos más pronto que tarde. Hace apenas siete años sólo era el 3% de la economía española.

Es evidente que la apuesta por sectores de futuro que se alejan de la manoseada ‘recuperación’ es una opción imprescindible. Una visión simple del futuro que se avecina nos muestra un mundo automatizado, robotizado y cuyo empleo será menos masivo. Insistir en sectores que, en cualquier imprevisto, destruyan centenares de empleos imposibles de reconvertir, es muy peligroso.

Un mundo inminente que ya se divisa por el horizonte y que no parece reservar mucho espacio a modelos económicos dependientes de sectores sin valor añadido. Un futuro que habla de pensiones en riesgo, sociedad del bienestar en jaque y modelos productivos obligados a vivir una disrupción inevitable. Una disrupción que también vivirá el sector turístico. Es cuestión de tiempo. Poco tiempo. La competencia está por todas partes y dispara desde todas direcciones. Cualquier elemento imprevisto puede cambiarlo todo rápidamente. La automatización y la adaptación al mundo del dato, la robotización y la inteligencia artificial serán su muro de contención. Si no se transforma absolutamente la pérdida de peso en la economía nacional, supondría una catástrofe laboral similar a la vivida recientemente con el sector inmobiliario.

Sin una industria de recambio el futuro es complejo. Debemos ir pensando en qué modelo social y económico, de salvaguarda de derechos y servicios, vamos a soportar como sociedad. La oportunidad, como demuestra el sector ‘biotech’ está trazada. Las buenas noticias de cualquier sector son siempre bienvenidas. Acomodarse en ellas sin profundizar en lo que pueden suponer en el futuro inmediato ya sabemos cómo acaba y lo que tarda en digerirse.

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Economía, Negocio Marc Vidal Economía, Negocio Marc Vidal

Los mejores países para hacer negocios. Suecia 1°, Irlanda 4° y España 29°.

La Revista Forbes ha publicado la lista de los mejores países para hacer negocios. Una lista que encabeza Suecia, Nueva Zelanda, Hong Kong e Irlanda y en la que España ocupa el puesto 29. Una lista en la que se tienen en cuenta únicamente eso, la facilidad para hacer negocios. No obstante, al revisar esos países vemos que el nivel de desarrollo comparado con los últimos años, y su evolución, determina la relación entre esa posición y el equilibrio social y económico que tienen.

La Revista Forbes ha publicado la lista de los mejores países para hacer negocios. Una lista que encabeza Suecia, Nueva Zelanda, Hong Kong e Irlanda y en la que España ocupa el puesto 29. Una lista en la que se tienen en cuenta únicamente eso, la facilidad para hacer negocios. No obstante, al revisar esos países vemos que el nivel de desarrollo comparado con los últimos años, y su evolución, determina la relación entre esa posición y el equilibrio social y económico que tienen.

Me gustaría tomar como ejemplo de análisis a dos países que están bien situados y destacar la diferente política impositiva que tienen para empresas especialmente. Hablo de Suecia (crecimiento del PIB del 4,2%) y de Irlanda (con un increíble crecimiento del PIB del 26,3%). Ambas están bien posicionadas pero, mientras que la presión fiscal en Suecia es alta, la de Irlanda no lo es tanto. A la clasificación final la afectación de este punto no depende tanto de una tributación baja sino de un buen equilibrio entre lo que se paga y lo que se recibe y, sobretodo, de la relación entre éstos y el entorno para hacer negocios que se derivan. Irlanda ha mantenido los impuestos a empresas muy bajos y Suecia los ha reducido notablemente en la última década.

En el cuarto puesto, como decía, está Irlanda. Allá por 2008 estalló la burbuja inmobiliaria en el país celta. Un par de años después los gobiernos europeos y el Fondo Monetario Internacional enviaron a Irlanda un paquete de rescate de de más de 85.000 millones de euros para apoyar las necesidades presupuestarias del país y sujetar al sistema bancario. Tres años después, en diciembre de 2013, salió oficialmente del rescate europeo.

A pesar de sus problemas económicos, Irlanda mantuvo un ambiente muy favorable para los negocios durante todo ese tiempo. Demostró un buen nivel en todos los ámbitos que miden la facilidad de los negocios y, de hecho, es la única nación que se encuentra bien situada en los 11 indicadores que examinan a todos los países. A la vez, logró mantenerse en el nivel más bajo de carga tributaria equilibrándolo con el más alto en protección del inversionista y de libertades personales.

Uno de los factores que más influyen en este modelo de medición es el volumen de inversión recibido del exterior. En concreto la Cámara Americana de Comercio publicó un informe que mostraba que las empresas estadounidenses invirtieron en Irlanda más de 129.000 millones de euros en los años de mayor crisis, lo mismo que en los 60 años anteriores sumados. Irlanda, también, fue el cuarto mayor receptor de inversión extranjera directa de EU.

Ahora bien, los salarios cayeron un 17% en ese mismo período. El desempleo se recuperó a un nivel desconocido gracias a un motor inesperado. En la actualidad hay más de 1,000 empresas en el extranjero con presencia en Irlanda que emplean a casi 200.000 personas en un mercado laboral de menos de 2 millones.

En el otro lado del modelo impositivo está Suecia. La mejor clasificada. El gobierno de Suecia redujo las prestaciones por desempleo y discapacidad para fomentar el empleo en un momento determinado. Los impuestos siguen siendo muy altos pero los impuestos pagados como porcentaje del beneficio han caído ocho puntos porcentuales durante la última década y la clasificación de la carga impositiva del país en facilidad para hacer negocios del Banco Mundial ha mejorado 11 puntos durante el hora.

Pero si algo caracteriza a Suecia es que es la sede de algunas de las marcas más importantes del mundo. Hablamos de Volvo, Electrolux, Ericsson, IKEA y H&M. Sin embargo, lo que caracteriza el nuevo modelo de crecimiento sueco es que se ha convertido en un refugio para las empresas de tecnología más relevantes del planeta. Algo que también disfruta Irlanda por cierto. De ahí han salido empresas como Skype, Spotify, SoundCloud, King Digital (Candy Crush) o Mojang (Minecraft).

Estar bien clasificado en esta lista no te da la felicidad. De hecho no mide eso. Tampoco el estado real de la economía pero si las posibilidades de desarrollarla y de enlazarla con las necesidades futuras del país. Especialmente es interesante descubrir como algunos territorios muy avanzados en modelos económicos sostenibles y de economía circular están entre los mejor posicionados. Lo que realmente examina son las expectativas de cada país para afrontar el futuro y, de nuevo, España no sale muy bien parada. Fiscalidad compleja, reformas cosméticas y mucha burocracia no lo facilitan. Pero si hay algo que cada vez tiene más importancia y que nos aleja aun más de ser un buen lugar para hacer negocios, es la inexistencia de una hoja de ruta en Nueva Economía que cada vez es más determinante para afrontar el futuro de nuestros hijos con garantías.  

Los factores que miden esta clasificación son los derechos de propiedad, innovación, facilidad de acceso a las TIC, impuestos, tecnología, corrupción, libertad (personal, comercial y monetaria), burocracia, protección a inversionistas y rendimiento del mercado de valores. Los datos provienen de los informes publicados por las siguientes organizaciones: Freedom House, The Heritage Foundation, la Alianza de Derechos de Propiedad, Transparencia Internacional, el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial. 

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Economía, Politica Marc Vidal Economía, Politica Marc Vidal

En 'La Vanguardia' hablando de un nuevo concepto de empleo 4.0

Fue todo un detalle por parte del World Economic Forum, celebrado en Davos hace unos meses, tener en consideración la existencia de una revolución tecnológica que estaba afectando definitivamente la economía. Oficialmente, a partir de ese momento, entrábamos en la denominada Cuarta Revolución Industrial. Se le considera la cuarta porque sucede a las anteriores tres que se destacaron por la máquina de vapor inicialmente, la energía eléctrica después y la electrónica hace unas décadas. Ahora, viene calibrada por la digitalización, la inteligencia artificial, la eliminación de intermediarios en la cadena de valor industrial, la impresión 3D, la automatización de procesos, la robotización, la conducción autónoma de vehículos, el propio cloud y por supuesto, la robótica compleja. 

La Vanguardia me pidió un artículo para el Monográfico Especial sobre Empleo que publicaron ayer. Brevemente intento explicar que lo más destacable en el futuro inmediato, en ese espacio temido de un mundo sin empleo, seguramente el debate deberá centrarse en que el modo de trabajo y no en la cantidad del mismo. Una visión algo diferente a la que hasta ahora se está planteando de manera genérica y que, incluso yo, he variado en los últimos meses. Se puede descargar en .pdf aunque aquí abajo os lo dejo completo. 

La Industria 4.0 y el nuevo concepto de empleo.

Fue todo un detalle por parte del World Economic Forum, celebrado en Davos hace unos meses, tener en consideración la existencia de una revolución tecnológica que estaba afectando definitivamente la economía. Oficialmente, a partir de ese momento, entrábamos en la denominada Cuarta Revolución Industrial. Se le considera la cuarta porque sucede a las anteriores tres que se destacaron por la máquina de vapor inicialmente, la energía eléctrica después y la electrónica hace unas décadas. Ahora, viene calibrada por la digitalización, la inteligencia artificial, la eliminación de intermediarios en la cadena de valor industrial, la impresión 3D, la automatización de procesos, la robotización, la conducción autónoma de vehículos, el propio cloud y por supuesto, la robótica compleja.

Como es habitual, las grandes instituciones observan con delay una realidad evidente. Un retraso que en otras ocasiones ya supuso un rotundo ridículo. En 2006 cuando Nouriel Roubini anunció ante el FMI que se avecinaba un desastre económico monumental. Las risas y abucheos todavía resuenan. Los llantos posteriores también. Ha llovido mucho y el acercamiento muchas veces interesado y epidérmico a una Nueva Economía de este tipo de organismos está sujeto a intereses creados.

No les gusta y se nota. Pero como en otras ocasiones, el peso de lo irremediable es mayor que el amortiguador de los interesados. Lo grave es que ahora el discurso es tremendamente maniqueo. Se publican informes catastróficos. Un mundo sin empleo. Pero a la vez que alarman como para retener instintos, no parece que se lo tomen demasiado en serio. Como siempre pasó, la idea de que todo eso sucederá dentro de mucho tiempo parece alejar la urgencia por abordarlo.

Es obvio que vamos a vivir este período como un parto doloroso. Cómo pasó en otros momentos de la historia, al igual que los contemporáneos de la Revolución Industrial del siglo XIX, llamaron Crisis Industrial a aquella etapa de la historia, nosotros deberíamos también tener en cuenta que, mientras no se organizan las cosas, las revoluciones económicas y productivas son, sencillamente, crisis de dimensiones bíblicas.

Debemos ir preparando el terreno pues cómo la historia reciente nos demuestra, lo que parece ciencia ficción, deja de ser ficción pronto y se convierte en ciencia rápido. Vivimos bajo conceptos tecnológicos y modelos de negocio inéditos inimaginables hace apenas una década.

Ahora bien, mientras las administraciones se aclaran, localizan el asunto y deciden hacer algo al respecto, el resto de mortales debemos abrazar con entusiasmo lo que la tecnología nos aportará en breve. Ver la Industria 4.0 como un escenario de destrucción de empleo es un error. Esa Revolución no destruirá empleo sino que modificará el concepto empleo. Empresas donde los trabajadores irán a aprender y no a trabajar. A aprender como ser más humanos y aportar el único elemento que será distintivo en espacios repletos de software y robots, la creatividad y la intuición.

El valor añadido de las empresas de la Cuarta Revolución Industrial no serán las máquinas, el valor añadido, serán las personas. El mundo al revés. Para eso tenemos que prepararnos. No será automático y la educación y formación deberá ir asociada a un nuevo modelo directivo. Nunca seremos más eficientes y productivos que un robot, por eso deberemos ir a nuestra empresa a aprender como ser más humanos y a proporcionar un valor que será un bien preciado en las empresas del futuro. Preparémonos para ser más humanos gracias a los robots.

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La prensa escrita y la transformación de su modelo de negocio.

Que imprimir periódicos es algo que va a desaparecer está asumido por todos. Especialmente por la propia industria periodística. Lo que no comparten todos es la velocidad a la que esto se va a producir. Los datos que llegan mes tras mes son de puro pánico para los que se sujetan todavía a mantener de algún modo ese modelo porque ‘todavía da algo’.

Que imprimir periódicos es algo que va a desaparecer está asumido por todos. Especialmente por la propia industria periodística. Lo que no comparten todos es la velocidad a la que esto se va a producir. Los datos que llegan mes tras mes son de puro pánico para los que se sujetan todavía a mantener de algún modo ese modelo porque ‘todavía da algo’.

La prensa es un negocio que se rige por ciclos y sus ingresos aumentan cuando hay bonanza económica pues dependen de la publicidad y ésta, precisamente, es la más sensible a ese momento económico. En el horizonte se vislumbra, digan lo que digan, una nueva recesión a medio plazo y eso empujará a sectores, o formas de trabajar, definitivamente a la desaparición tal y como los conocemos.

La diferencia esta vez es notable con respecto a la anterior situación dramática. Hace apenas siete u ocho años la prensa recibió su primera gran bofetada. Cayeron ingresos por muchos motivos. Menos publicidad, competencia de nuevos formatos y aparición de actores inéditos hasta la fecha. Se creyó que en cuanto la economía repuntara se recuperarían las cifras y todo volvería, por lo menos en ingresos publicitarios, a la normalidad. 

No ha sido así. No lo será tampoco ahora. En los últimos años ha ocurrido lo contrario y los ingresos por publicidad no han hecho más que caer. Como siempre recomiendo ver que pasa en Estados Unidos, concretamente en los estados donde se puede homologar su modo de vida con las grandes ciudades europeas, para interpretar con unos meses de adelanto lo que se avecina. También es interesante echarle un vistazo al conocido periodismo robótico que está modificando redacciones y modelos de negocio en la prensa.

Hace un par de semanas que el Wall Street Journal anunciaba que la disminución de venta publicitaria estaba siendo similar a la de hace una década. La reducción de personal es la tónica en muchos medios de la costa este norteamericana. Una tendencia que, aunque se haya detenido ligeramente en Europa, volverá a con fuerza. El declive de la prensa impresa es inevitable y será mucho más rápida de lo que nos han contado. Aplíquese esto a muchos sectores que piensan que la situación terminal de algún modelo de negocio concreto será mucho más tarde y que tienen tiempo para reaccionar. Puede que no. 

Los motivos por los que los periódicos vuelven a sufrir una recaída se esconden bajo un problema demográfico y por otro de mercado publicitario competitivo. La primera razón obedece a que la mayoría de lectores leales a los periódicos son personas nacidas antes de los ochenta. El resto no se suscriben a ningún periódico. Los viejos lectores van desapareciendo y no son reemplazados por nuevos. La nueva masa de lectores de periódicos, incluso digitales, no está en los Milenials. Éstos leen de otro modo.

La segunda razón es el mercado publicitario en si. Las tarifas se han tenido que reducir puesto que ahora muchas marcas conocen modos de publicitarse con modelos targetizados y gestionados con modelos predictivos mucho más sugerentes que los de insertar un anuncio a toda página sin saber quien va a fijarse en él. Hay un dato curioso que refleja que el ajuste sobre el gasto publicitario en periódicos va a ser inmediato y contundente. El año pasado en Estados Unidos los medios impresos representaban sólo el 4% del tiempo de las personas en su día a día. Sin embargo capturan todavía el 16% de los ingresos publicitarios. A la vez los dispositivos móviles ocupan el 25% del tiempo de los usuarios, pero solo un 11% del gasto publicitario. Obviamente esto no va a durar. En Europa los datos van con un cierto 'delay' pero de meses únicamente. Atentos.

Y a todo esto, ha habido grandes diarios que han sabido gestionar bien esa transición y otros no. Algunos creyeron que la salvación era replicar una edición en papel a otra digital y esperar a que la publicidad hiciera lo mismo. Y no es así. No son el mismo negocio en ningún caso y tampoco, en esencia, son lo mismo. En España conocemos cabeceras que se han convertido en referencia digital mientras dejan que su edición papel vaya perdiendo peso. Sin miedo. Otros siguen apostando por el papel ‘porque es la base de sus ingresos’ y la velocidad de transformación es lenta y peligrosa. Además, por supuesto, la aparición de medios nuevos que se han consolidado a una velocidad inédita e imposible en otras épocas.

El ejemplo de la prensa escrita es muy ilustrativo para hablar de cómo adaptarse a una época como la nuestra. Ejemplo de los modos de transformación digital que se pueden tener e incluso para diferenciar entre digitalización y transformación digital. Tenemos prensa que tuvo una apuesta por lo digital creando redacciones nuevas, modelos de trabajo nuevas, espacios de experimentación, aplicación tecnológica e, incluso, generación de nuevos modelos de negocio.

Por otro lado hay otras cabeceras que no supieron aprovechar la relevancia aportada del pasado y apostaron por una convivencia entre lo digital y lo impreso imposible de gestionar con éxito. Que el medio escrito digital sea una réplica del papel, con usos y modelos tradicionales que sólo cambia el canal, ha sido un error de algunos que no lograrán a estas alturas cambiar la tónica hacia una zona de difícil retorno.  

Ha habido incluso medios que han aprovechado la red para crecer, para convertirse en referencia más allá de donde lo eran hasta la fecha, que han sabido conjugar la opinión, la información y lo audiovisual. En Estados Unidos por ejemplo hay un caso notable. A principios de los años noventa, el Washington Post era un diario local de la capital del país. Poca gente, antes del Watergate, fuera del área metropolitana de Washington lo leía a diario. Hoy en día, por el contrario, el Washington Post es una estructura absolutamente nacional de medios cuyas noticias y estudios son leídos de costa a costa. 

Internet potenció aun mas al New York Times y al Wall Street Journal. Su reputación indujo a cientos de miles de personas en todo el mundo a suscribirse. El New York Times ahora tiene más de 1.3 millones de suscriptores digitales y por supuesto ya no paga a nadie por llevarles los periódicos a casa. En España las cifras no son tan espectaculares pero si hay algunos casos que muestran que a partir de una cabecera respetable, manteniendo la calidad periodística, sin reducir plantillas por la franja de la calidad y la experiencia, se pueden generar ingresos inesperados al alcanzar públicos digitalmente que eran inaccesibles o poco rentables en papel. 

Pero los periódicos viven de la publicidad mayoritariamente y éste es un negocio cíclico. Si quieren sobrevivir en muchos casos requerirán repensarlo todo y de manera urgente. Quien piense que lo peor ya ha pasado o que con lo que han hecho ya es suficiente, puede estar suicidándose lentamente. O no tan lentamente. Si creen que se va a recuperar ingresos con 'la bonanza' inminente se equivocan.

La prensa pierde ingresos durante las crisis y los recuperan teóricamente durante las recuperaciones económicas. Pero eso no pasó en ésta última ni pasará ahora. La pérdida de ingresos fue brutal y el rebote no se produjo. Repensar el modelo de negocio es urgente. A todo esto, si me apuras, hay que sumar el hecho de que cada vez son más las ediciones que constan de columnas, crónicas y análisis realizados íntegramente, cómo decía, por robots, por software que pone en un nivel de exigencia en eficiencia y rentabilidad una plantilla de profesionales que, ineludiblemente, también les toca revisar su estado de transformación y adaptación a la época que nos toca vivir. 

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La Transformación Digital de España en el Consejo de Ministros. ¿Será la buena?

Y finalmente hubo fumata bianca. Un nuevo gobierno y algunos nuevos ministros. Los desafíos siguen siendo los mismos. La Transformación Digital de un país. La prórroga ha terminado y el tiempo apremia. Uno de los ministerios más interesantes desde el punto de vista económico no es ni el de Hacienda ni el de Economía, curiosamente será el de Energía, Turismo y Agenda Digital de Alvaro Nadal. Precisamente por ese último apellido. La Secretaría de Estado que estará enfocada a acometer la transformación digital de la economía y sociedad española se antoja imprescindible. Hay otros gobiernos europeos y asiáticos que disponen hace años de algo similar. La duda, como siempre, es si el asunto se quedará en un título, un informe, una hoja de ruta envuelta en papel celofán o realmente esta vez va en serio.

Y finalmente hubo fumata bianca. Un nuevo gobierno y algunos nuevos ministros. Los desafíos siguen siendo los mismos. La Transformación Digital de un país. La prórroga ha terminado y el tiempo apremia. Uno de los ministerios más interesantes desde el punto de vista económico no es ni el de Hacienda ni el de Economía, curiosamente será el de Energía, Turismo y Agenda Digital de Alvaro Nadal. Precisamente por ese último apellido. La Secretaría de Estado que estará enfocada a acometer la transformación digital de la economía y sociedad española se antoja imprescindible. Hay otros gobiernos europeos y asiáticos que disponen hace años de algo similar. La duda, como siempre, es si el asunto se quedará en un título, un informe, una hoja de ruta envuelta en papel celofán o realmente esta vez va en serio.

La transformación digital de un país tiene que ver con atender sectores, administración, infraestructuras, despliegue de red y aumento de competitividad apoyando el cambio de procesos, incrementando la digitalización de procesos y la aplicación de modelos de gestión automatizados. Preparar el terreno para un país donde el empleo y el modo de relacionarnos va a ser muy distinto en muy poco tiempo. Si se trata solo de cosmética, de un plan epidérmico, lo veremos pronto. Hay poco tiempo para atrapar a los que ya tomaron ventaja.

La cosa va de dinero. Pero no sólo. Va de tener un amplio presupuesto y flexible, pero también de trabajar de un modo transversal con el resto de ministerios para permitir que el cambio de modelo de crecimiento de este país se produzca lo antes posible. Sabemos que eso no va a ser fácil como demuestra la tónica que ha tomado el tema. Volvemos a las andadas. Seguimos esperando que lo inmobiliario, el turismo y poco más nos otorguen el peso suficiente para mantenernos en la mitad de la tabla europea. Nos olvidemos que hay sectores que crecen sin crear empleo y que, o nos ponemos de una vez, tendremos problemas a corto plazo. Graves problemas.

En otros países la agenda digital está en todos los ministerios y en otros depende de presidencia. Es decir, se contempla que la acción de una hoja de ruta digital tiene que ver con todo y no con un espacio concreto. Ese es el riesgo, que el responsable de este plan se encuentre con negociaciones interesadas por todas partes y su influencia se vea deteriorada en cada batalla. Aquí se ha optado por esta solución más jerárquica y sectorial. Tal vez demasiado si atendemos que lo importante es ser competitivo de un modo muy global. 

No vamos a vivir siempre del turismo. No vamos a tener otro boom inmobiliario que dure décadas. Los cimientos de todo eso depende de ciclos y de que sigamos siendo un destino atractivo y barato. El futuro llegó y gran parte de la economía de España no ha asimilado que el tiempo de espera y análisis se terminó. Recordemos que en el informe ‘España 4.0. El reto de la transformación de la economía digital’, elaborado por la consultora Roland Berger, se asegura que apenas un 35% de las empresas españolas dispone de un ERP (sistemas de planificación de recursos empresariales), casi el 27% en el caso de los CRM (gestión de relación con clientes) y solo un 13% comparte información con su cadena logística. La gestión de bases de datos propias y sus derivadas tradicionales alcanza un 39%, pero si nos metemos en Bigdata el porcentaje está probablemente por debajo del 5%. Una oportunidad por cierto para los que lo apliquen.

En la Pyme el asunto es de espanto. Sólo un 16% aprovecha las posibilidades del comercio electrónico y apenas un 23% compra también online en modelos B2B. Este es el reto, no el del eslogan o el discurso. Es que las cifras están por los suelos. En Irlanda, Reino Unido, Alemania o Francia las cifras son de media el doble. El triple en otros como Eslovenia, Holanda o Dinamarca. El tiempo corre en contra porque los que ya lo tienen resuelto van más rápido que los que lo ‘vamos resolviendo’. La distancia se agranda.

El informe destacaba, y hace unos meses, que los obstáculos a la dicha transformación digital son la resistencia al cambio y el coste de ese cambio. La primera se soluciona culturalmente, la segunda económicamente. El problema es técnico, sabemos cual es por lo que también conocemos su solución. Mientras el gasto en I+D en España siga por debajo del 1,2% del PIB es absolutamente improbable que alcancemos a nadie o que el cambio de modelo económico se produzca de manera sólida. En Alemania llega al 3% y la media de la UE es del 2%. Entre 2009 y 2013, los recursos destinados a ciencia cayeron en España. En Alemania, en el mismo periodo, se incrementaron en un 18%. Son maneras de verlo.

Sin embargo todavía hay un rechazo importante desde el punto de vista cultural hacia la tecnología. Tengamos en cuenta que en este mundo, la transformación digital cambia la forma en la que hay que dirigir la compañía, el liderazgo, la toma de decisiones y a qué velocidad se generan. Y hay personas que quizás no se ven capacitadas tecnológicamente para ello. La sociedad en general, y las empresas en particular, parecen dominar los usos digitales básicos, pero aún están lejos de estar a la vanguardia de todo cuanto ofrece la digitalización de procesos, gestión, venta y comunicación.

Me encuentro cada día a con este caso. Lo más complicado es vencer ese primer paso. Sin embargo cuando lo logramos con nuestros clientes la toma de ventaja sobre competidores es abrumadora. Por desgracia la mayoría de esos clientes no están en España y en gran medida está ligados al Plan Horizonte 2020 de la Comisión Europea. La nueva manera de ver el escenario comercial es brillante. Es muy intenso el momento en el que casi ‘por arte de magia’ un sinfín de datos, modelos de gestión y planes tácticos, se perfilan hasta pasar de una foto borrosa a otra totalmente detallada donde la toma de decisiones y la predicción de resultados es la clave de la competitividad para estos clientes. De eso hay que hablar, en eso hay que trabajar.

Esa agenda digital tiene que pensar en incentivar la formación en las empresas, en estimular la creación de nuevos puestos de trabajo responsables de esa área de transformación y de generar un marco legal y de trabajo para las consultoras que nos dedicamos a dinamizar ese entorno. No es lo mismo digitalizar un Centro Comercial que Transformar una flota de transportistas. Ésta segunda tendrá que lidiar pronto con plataformas sociales que serán una competencia inédita y disruptiva por ejemplo.

Veremos que tal. Recordemos que ya existe una Agenda Digital. Data de febrero de 2013 y buscaba desarrollar la economía y la sociedad digital en nuestro país configurándose como el paraguas de todas las acciones del Gobierno en materia de Telecomunicaciones y de Sociedad de la Información. Si el plan es replicar la intensidad vamos listos. Si la idea es darle un nuevo impulso y abrazar los nuevos objetivos que en este tiempo han sido modificados por los ‘agentes externos’ iríamos bien.

El problema es que en España existen lagunas legales importantes en cuanto a la aplicación de algunos negocios digitales que son como misiles en el área de flotación de algunos negocios estratégicos. Los más de 120.000 millones de euros que se estima impactarán en la economía nacional en cuanto se logre la anhelada transformación digital necesitan de que entendamos que muchos modelos de negocio ‘protegidos’ dejen de estarlo y se permita la irrupción de nuevos actores naturalizados con la tecnología. Telecomunicaciones, turismo, servicios financieros, transporte, infraestructuras, farmacia, salud, energía e industria tienen los días contados bajo el prisma tradicional. Permitir ese cambio de una vez nos hará más competitivos en general. El proteccionismo no es una buena idea en este caso.

Veo con esperanza la reactivación de la Agenda Digital española. Con algo de escepticismo en cuanto a la permisividad del resto de agentes involucrados y con dudas evidentes sobre la capacidad de generar una nueva cultura transformadora en general. Sin embargo, sea como sea, no hay más remedio que abordar la transformación digital de la economía española urgentemente. El primer paso, asumirlo, parece estar ya en el Consejo de Ministros. A ver…

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Economía, Sociedad Marc Vidal Economía, Sociedad Marc Vidal

Artículo en Ecoonomia, 'No hemos aprendido nada'.

La mujer vestía un delantal descolorido de una marca de cosmética. Hablaba por teléfono con una potencial cliente. Apenas le quedaba café en la taza. Fumaba pausadamente pero sin parar. En la terraza no quedaba mucha gente, por lo que era fácil atender a la conversación. Y eso hice. La señora explicaba que estaba mirando otro piso. El tercero interpreté gracias al listado que pude construir mentalmente. Hizo cálculos rápidos y los números salían. Un negocio redondo. Comprar para alquilar. Comprar mucho para alquilar mucho decía. Incluso, aseguró, ya tenía ofertas sobre las propiedades que acababa de comprar hacía apenas unos meses. Estaba feliz. Pensé que se trataba de alguien que se dedicaba a ‘lo inmobiliario’. Pero no. La mujer terminó la llamada con un ‘te dejo que tengo que volver a la pelu’.

 

Ayer publicaba mi columna semanal en Ecoonomia del grupo Crónica Global y El Español. En esta ocasión hablo acerca de la responsabilidad que tenemos todos como individuos en una sociedad que requiere de abrazar los cambios tecnológicos, la industria del conocimiento y el abandono de modelos ineficientes y peligrosos. Hablo de que no sólo la administración debe liderar ese proceso, se exige un cambio de actitud por parte de todos. Venimos del barro y parece que muchos no han aprendido nada. Os dejo la columna aquí mismo.

NO HEMOS APRENDIDO NADA

La mujer vestía un delantal descolorido de una marca de cosmética. Hablaba por teléfono con una potencial cliente. Apenas le quedaba café en la taza. Fumaba pausadamente pero sin parar. En la terraza no quedaba mucha gente, por lo que era fácil atender a la conversación. Y eso hice. La señora explicaba que estaba mirando otro piso. El tercero interpreté gracias al listado que pude construir mentalmente. Hizo cálculos rápidos y los números salían. Un negocio redondo. Comprar para alquilar. Comprar mucho para alquilar mucho decía. Incluso, aseguró, ya tenía ofertas sobre las propiedades que acababa de comprar hacía apenas unos meses. Estaba feliz. Pensé que se trataba de alguien que se dedicaba a ‘lo inmobiliario’. Pero no. La mujer terminó la llamada con un ‘te dejo que tengo que volver a la pelu’.

El sector español de la construcción vuelve a crecer. Y todos vuelven a sumarse. El negocio inmobiliario se anima. Los precios se incrementan a ‘buen’ ritmo y el alquiler en algunas capitales se ha convertido en un producto muy rentable. La actividad constructora crece a un ritmo del 20% anual, el mayor de todos los Estados europeos. La cosa es especialmente extraordinaria si atendemos que la obra pública se ha frenado en el mismo período debido a la falta de gobierno. La evidencia de que no hemos aprendido mucho en los últimos años es notable.

Lo peor no es que no aprendamos, ni que el modelo de crecimiento se base en el sector inmobiliario hasta porcentajes que ya se demostraron en su día totalmente catastróficos. Tampoco que la creación de empleo se sujetara fundamentalmente al sector inmobiliario y al turístico. Lo realmente dramático es que cuando hubo vacas gordas no se gastó en diseñar y desarrollar un modelo de crecimiento económico vinculado al valor añadido, a la tecnología, al conocimiento. Con vacas flacas ni se propuso. Sin vacas era imposible. Algunos creen que regresan las primeras y, de nuevo, lo vamos a jugar todo al rojo y par. 

Durante dos décadas dejamos pasar que la bonanza económica fuera testigo de dispendios, corruptelas y onanismo generalizado. Al evidenciarse el desastre y con él la apertura de un telón siniestro pudimos ver el verdadero espectáculo. No había nada, sólo tochos y ladrillos mal puestos uno encima de los otros en una orgía infecta que sigue alejándonos de un futuro tecnológico que ya no es una opción. Un país que se las prometía de octava potencia mundial y que ahora se retuerce en la plaza trece o catorce, no puede continuar pretendiendo modular su crecimiento bajo el síndrome de la especulación.

Ahora, ante la irrenunciable asignatura del futuro a medio plazo, se vuelve a entrever por dónde van a ir los tiros con una diferencia notable. La eficiencia de muchos sectores asociados a los que se convertirán de nuevo en motor económico, esta vez crearán un empleo muy distinto. Cada vez habrá menos personas ejecutando servicios derivados a esos sectores y cada vez serán más los procesos robóticos y automatizados realizándolos.

Seguimos escuchando que el empleo crecerá. Posiblemente. ¿Qué empleo? La bola de estiércol ha vuelto a empezar a rodar. Un empleo frágil, sustituible a medio plazo, de escaso valor tecnológico, dependiente de ciclos y modelos que sabemos no duran para siempre. El tren de alta velocidad del progreso, del futuro tecnológico, de, sencillamente, futuro, ya ha partido. En los primeros vagones, con wifi y enchufe, van los países que hace años innovan social y económicamente. En turista plus van los que se han dado tarde pero se subieron finalmente. Detrás van los que piensan que sin hacer mucho, en breve, les sugerirán un upgrade gracias a algún fondo de cohesión de última hora. Otros, esperan un tren de cercanías repleto y que siempre va con retraso.

Pero subirse o no a uno de esos trenes depende en gran medida de lo que los ciudadanos hagan. La culpa de que un país como el nuestro se ilumine cuando al salir de una crisis se considere que lo único que puede hacernos ricos sea el tiempo que transcurre entre café y café antes de regresar de nuevo a la ‘pelu’.

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Big Data, Economía, Innovación Marc Vidal Big Data, Economía, Innovación Marc Vidal

El cambio radical en la sustitución tecnológica del trabajo profesional ya está en marcha.

Nos llegan noticias del futuro que cuentan que la Inteligencia artificial y los robots están listos para reemplazar en gran medida la fuerza laboral de hoy en día. La mayoría de profesionales creativos, o que precisan un punto de vista intuitivo e interpretativo como médicos, abogados, diseñadores y otros, creen que van a resultar indemnes a esa sustitución masiva. Se suele repetir que los trabajos amenazados son los repetitivos, los rutinarios. Tareas que puedan ser asumidas por máquinas y que permitirá siempre que la creatividad siga en manos de los seres humanos.

Nos llegan noticias del futuro que cuentan que la Inteligencia artificial y los robots están listos para reemplazar en gran medida la fuerza laboral de hoy en día. La mayoría de profesionales creativos, o que precisan un punto de vista intuitivo e interpretativo como médicos, abogados, diseñadores y otros, creen que van a resultar indemnes a esa sustitución masiva. Se suele repetir que los trabajos amenazados son los repetitivos, los rutinarios. Tareas que puedan ser asumidas por máquinas y que permitirá siempre que la creatividad siga en manos de los seres humanos.

La Harvard Business Review está trabajando en publicar todos los estudios y análisis que ponen en guardia esas afirmaciones de nuevo. Consideran que en apenas un par de décadas, justo en el punto exacto en que nuestros niños entren en la subasta laboral, todas esas profesiones habrán sido desmanteladas tal y como las conocemos ahora y, peor aún, como se las estamos presentando a los profesionales del futuro. Existen ocho campos profesionales vinculados a la salud, el derecho, la educación, la auditoría, los impuestos, la consultoría, el periodismo, la arquitectura y, como novedad, la religión. El diagnóstico de la Harvard Business Review es parecido al que muchas veces comentamos aquí. La evidencia de que el cambio radical en la sustitución tecnológica del trabajo profesional ya está en marcha y avanzando de un modo exponencial.

Más de 60 millones de desacuerdos entre los comerciantes de eBay se resuelven mediante ‘resolución de conflictos en la red’ en lugar de entre abogados y jueces. Tres veces el número de demandas presentadas cada año en todo el sistema judicial americano. Las autoridades fiscales de Estados Unidos en 2014 recibieron las declaraciones de impuestos electrónicos de casi 50 millones de personas que habían confiado en el software de preparación de impuestos online en lugar de profesionales de impuestos humanos. En WikiHouse, una comunidad digital diseñó una casa que podría ser ‘impresa’ y montada por menos de 50.000 euros. En 2011 el Vaticano concedió la primera impronta digital a una aplicación llamada ‘confesión’ que ayuda a la gente a prepararse para confesar sus pecados y recibir las instrucciones para redimirlos. La Iglesia considera que Dios está online.

La Harvad Business Review considera que estos indicadores, entre casi un millar más que en su espacio web publican regularmente, son la muestra de que el desafío más determinante al que se ha enfrentado la humanidad en cuanto a su modo de vida, ya ha empezado y nada lo va a detener. Cuentan que los médicos están utilizando listas de comprobación, los abogados se basan en los precedentes, y los asesores trabajan con metodologías. Todos bajo un prisma de automatización y sustitución como nunca antes habíamos pensado y cuya adopción se ha acelerado en los últimos cinco años de manera exponencial. Cosas impensables hace 6 meses están en marcha de manera natural en muchos despachos.

La afirmación de que algunas profesiones ‘son inmunes a los desplazamientos por la tecnología’ generalmente se basa en dos supuestos. El primero se refiere a que los ordenadores deberían ser incapaces de ejercer un juicio, ser creativos o sentir empatía. Cualidades indispensables en la prestación de un servicio que, digamos, se sitúa en territorio puramente humano. Sin embargo esa afirmación ya no se aguanta. Ahora sabemos que cuando el trabajo profesional se desglosa en varios componentes, muchas de las tareas que implica llegar a una resolución no dejan de ser rutinarias y basadas en procesos. La Inteligencia Artificial y la gestión masiva de datos no estructurados logran simular la creatividad al dividir procesos en partículas. Logran algo parecido al ‘juicio’ en base a un método interpretativo que no tiene nada que ver al modo en el que los humanos razonamos.

Existe otro problema que es de tipo conceptual. La insistencia en que los resultados de asesores profesionales sólo pueden ser alcanzados por los seres humanos que son creativos y empáticos, por lo general se basa en la idea de que la única manera de conseguir máquinas para superar a los mejores profesionales humanos sería copiando la forma en que trabajan estos profesionales. El error aquí es no reconocer que los profesionales humanos ya están siendo superados por una combinación de fuerza bruta de procesamiento con inmensas cantidades de datos y resoluciones derivadas de algoritmos notables. 

Estos sistemas no replican el razonamiento humano ni nuestro pensamiento. Estos sistemas ya vencen a los mejores seres humanos en juegos difíciles, predicen la probabilidad de fallos en los tribunales con mayor precisión que los abogados, o resuelven de modo más exacto las probables epidemias permitiendo a los sistemas sanitarios actuar independientemente de órdenes humanas. La idea de que los sistemas piensan como humanos es un error conceptual. 

La conclusión que nos sugieren es que nos preparemos y dejemos de lanzar balones fuera. No es ‘inteligente’ afirmar que todo eso no va con nosotros o que sucederá en un futuro lejano. Ya está pasando y llegará toda su intensidad en apenas una década. No atender esa llamada del futuro será un trágico error. Abrazar la automatización no será cómodo si se hace de improviso y precipitadamente. Existen pruebas de que no necesariamente se debe destruir empleo. Sabemos, analizando como se están industrializando algunos países que han ingresado en la Cuarta Revolución con mayor intensidad que otros, que el empleo no desaparece, se transforma.

Si se diseña un modo para compaginarlo todo, para atender a un mundo con una ocupación distinta, menor en algunos campos, superior en otros, con una economía circular y con una reinvención del concepto empleo que distinga entre ocupación y productividad, lograremos vivir en un mundo robótico, automático y tecnológico que nos permitirá ser más humanos, sociales y solidarios con nuestro entorno.

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Economía Marc Vidal Economía Marc Vidal

Análisis socioeconómico en la nueva publicación 'Ecoonomia'

Desde el pasado lunes una nueva publicación económica está en el aire. Se trata de la cabecera Ecoonomia y en la que un buen grupo de expertos en economía tecnológica y economía digital se dan cita de un modo inspirado en medios internacionales que tratan el futuro desde su perspectiva de negocio, sin olvidar como todo ello afecta y afectará en breve la vida de todos nosotros.

Desde el pasado lunes una nueva publicación económica está en el aire. Se trata de la cabecera Ecoonomia y en la que un buen grupo de expertos en economía tecnológica y economía digital se dan cita de un modo inspirado en medios internacionales que tratan el futuro desde su perspectiva de negocio, sin olvidar como todo ello afecta y afectará en breve la vida de todos nosotros.

Bajo el paraguas de Crónica Global  y de El Español cada miércoles publicaré una columna que intentará ser una especie de hoja de ruta mental sobre qué, cómo, dónde y cuándo se debe hacer para poner este país en la senda de las economías mundiales que abrazan el futuro con entusiasmo y no con recelo. El porqué es sencillo como explico en mi primer artículo publicado ayer y titulado 'Manual Español para liderar el Tercer Mundo' que pone la alarma sobre el riesgo que supone no ponerse en marcha urgente a diseñar un modelo económico capaz de ser competitivo y de atender a los cambios sociales y de empleo disponible que va a suponer todo ello. Aquí os lo replico hoy de manera excepcional.

Manual Español para liderar el Tercer Mundo'

Si me lees desde uno de los países denominados ricos, entonces, eres vecino de millones de personas que son ‘pobres con trabajo’. Personas que con un salario básico apenas se agarran a una débil cuerda al límite de la pobreza. La desaparición de la clase media se ha ido generando al ritmo de un progreso tecnológico que está desacoplando la economía. Ampliando la fractura entre ricos y pobres. La idea de que sin mover un dedo vamos a regresar a un espacio de concordia entre clases sociales es, sencillamente, un camelo.

Todas las industrias vivirán el momento en el que los robots y software se llevarán por delante el trabajo que pueda automatizarse y que no requiera de la intervención humana. Eso ya pocos lo dudan, aunque desde las administraciones nadie habla del tema. La promesa recurrente, por parte de todos los iletrados tecnológicos que nos gobiernan sobre la sostenibilidad en la creación de empleo, es un insulto a la inteligencia. 

Individuos incapaces de resolver una simple investidura en España pretenden indicarnos que la creación de nuevos puestos de trabajo depende exclusivamente de estimular sectores cíclicos, dependientes de la acumulación de ladrillos en cualquier esquina. Lo peor no es que se lo crean, lo insultante es que seguramente no saben a que vamos a enfrentarnos en apenas un par de años. 

La creación de empleo actual no es sostenible en este país. No aporta valor añadido en la mayoría de casos. Estamos pendientes de que el mundo no avance demasiado rápido no vaya a ser que la vanguardia se aleje aun más. Esto sucede mientras sigue estancado el apoyo a la innovación, se reducen partidas para investigación y a las empresas se les castiga con una presión fiscal indecente. 

La administración debe liderar y estructurar una hoja de ruta clara y urgente, o la segunda oleada de avances de esta Cuarta Revolución Industrial, se va a encargar de redirigirnos a una división sociopolítica impensable desde hace décadas.

Y es que no habrá empleo suficiente para todos los seres humanos. Una pequeña porción de la humanidad controlará la tecnología de la información que permitirá esa ‘automatización global’. Eso, atendiendo a que la economía actual no funciona a ritmo de esos avances, podría generar un escenario aterrador. Casi el 80% de la población en disposición de tener empleo no podrá tenerlo.

Imaginar un mundo donde no fuera necesario apenas trabajar, pues todo esté automatizado, parece ciencia ficción. Tristemente cada vez es menos ficción y más ciencia. Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa que imagines ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver como será el futuro inmediato.

Muchas de las decisiones políticas provienen de la táctica, pocas de la estrategia. Es más fácil dar solución inmediata a problemas que se interpretan cercanos que procurar acciones que atiendan a problemas de un futuro aún lejano. Un futuro que se ha desplegado a nuestros pies. En España, por ejemplo, el sector Biotech ya factura tanto como el todopoderoso sector turístico. Como gran diferencia ocupa un 95% menos de personal. Igual es un indicativo de la nueva ecuación marcada por la innovación, competitividad, futuro, empleo y cortocircuito.

A medida que esta década llegue a su final y nos adentremos en la siguiente, la fuerza laboral como la entendemos irá cambiando de manera rápida y radical. No habrá trabajo para todos, o por lo menos no lo habrá para ocupar tantas horas de tantas personas. Socialmente se irá instalando una necesidad de ocupar el tiempo y de compensar económicamente ese vacío. 

Organismos internacionales indican que, o bien por interpretación del futuro o bien por administración del problema que ya se vislumbra, se está abordando el asunto. Lo terrorífico es que los que denunciamos la indiferencia tecnológica, la desidia innovadora, discursos vacíos de contenido sobre startups o emprendedores de papel celofán, la miopía socioeconómica y la inexplicable ignorancia de la realidad histórica nos ha tocado vivir, no identificamos el más mínimo cambio en el curso de lo inevitable.

En los próximos artículos de esta columna trataré que y como se puede hacer. Cuales son los pasos que debemos dar conjuntamente administración, empresas y ciudadanos. La primera diseñando un destino y facilitándolo, las segundas apostando por los sectores de futuro real y los terceros dejando de tomar cloroformo a la hora del desayuno.

El reto está en encontrar el modo que permita obtener de esa ‘maravillosa’ opción del ‘automatismo’ la consecuencia de acceso a los derechos fundamentales a toda la población mundial. Salud, conocimiento, cultura, alimentos. Un mundo robotizado para hacer más humana la vida. Para ello se precisa una ‘transición tranquila hacia el mundo de la abundancia’.

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El crecimiento sin timonel y la urgente digitalización del modelo productivo.

Hace unos días, tras la conferencia que ofrecí en el World Trade Center de Barcelona durante el I Forum Cárnico dedicado a la innovación y la transformación digital, el presidente de una de las principales empresas del sector me aseguró que el riesgo de que la robotización destruya empleo en España es todavía escasa y que eso, si sucede, pasará dentro de varias décadas. Le respondí con datos que me sirven para empezar este post. Desde 1996 la destrucción de empleo en el sector manufacturas por efecto de la robotización en España ronda el 38%, superior al sueco, coreano o alemán por ejemplo. Más adelante recuperaré estos datos.

 

Hace unos días, tras la conferencia que ofrecí en el World Trade Center de Barcelona durante el I Forum Cárnico dedicado a la innovación y la transformación digital, el presidente de una de las principales empresas del sector me aseguró que el riesgo de que la robotización destruya empleo en España es todavía escasa y que eso, si sucede, pasará dentro de varias décadas. Le respondí con datos que me sirven para empezar este post. Desde 1996 la destrucción de empleo en el sector manufacturas por efecto de la robotización en España ronda el 38%, superior al sueco, coreano o alemán por ejemplo. Más adelante recuperaré estos datos.

A todo esto ya van 11 meses sin gobierno. El PIB sigue creciendo con fuerza aunque tenga truco. El truco es que venimos de tan abajo que sino subiera sería de aurora boreal. La velocidad de crucero se sitúa cercana al 0,8%. El hecho de tener un consejo de ministros en funciones podría parecer que es incluso algo bueno pero no debemos tomar conclusiones erróneas. El viento sopla a favor del crecimiento por la coyuntura petrolera, un euro que impulsa la exportación y un coste de financiación en mínimos históricos. Sin embargo la productividad española sigue siendo discreta. No se crecerá a largo plazo si esta tendencia no cambia y un gobierno, el que sea, no se pone a resolver problemas estructurales que tiene nuestro modelo económico. Pasan los días y los meses y el tren del futuro sigue alejándose. La sociedad del conocimiento se resiste a perderlo gracias a la iniciativa de miles de emprendedores y empresas tecnológicas que luchan contra los elementos, las reglas y leyes que no son favorables y que, por comparación con otros países, son puro fuego amigo.

El esfuerzo inversor en investigación sigue cayendo. Del 1,35% del PIB ha bajado al 1,23% y no parece que esa tendencia catastrófica vaya a cambiar en breve. El asunto se pone feo pues la brecha con nuestros competidores naturales sigue creciendo. Si a esta desidia por mejorar el modelo productivo sumamos los previsibles problemas de ocupación estacional, el porcentaje insultante de paro juvenil que pagaremos con creces a medio plazo, un sistema de pensiones insostenible y una nula estrategia política por modular un escenario socioeconómico vinculado a la robotización y la economía digital, el asunto es chusco de narices y poco tiene que ver con la idea de que vamos bien. Ni los que gobiernan en funciones, los que ya no gobernarán seguro, los que dicen que si gobiernan cambiaran su populismo por pragmatismo, los que hablan de sumar para dar estabilidad o los que pasaban por allí, ninguno de ellos hablan del asunto en cuestión y siguen con su discurso maniqueo y endogámico sobre un mundo que cada vez es menos real.

La verdad es que poco importa si hay o no terceras elecciones, que no las habrá. Tampoco si el gobierno es más o menos estable. En teoría la obligación de sus señorías es llegar a acuerdos que permitan legislar para marcar la hoja de ruta para solucionar problemas que este país no puede mantener por más tiempo en el cajón de los temas a solucionar más adelante. No hay más adelante, el futuro ya llegó y parece que los señores del pasado no lo ven porque permanecen en su espacio natural.

¿Saben que se destruye empleo como he dicho antes en base a la robotización? ¿Que independientemente de cómo y qué hagan eso va a ir en aumento? ¿Piensan diseñar un plan para que el parto no sea tan doloroso? ¿Saben estos señores que las cinco mayores empresas del Estados Unidos son tecnológicas y que apenas existían hace dos décadas? ¿Tienen idea de lo importante que es vincular el crecimiento de un país a este tipo de empresas? 

¿Saben nuestras señorías que la pujanza del modelo productivo digital es de tal calibre que sino nos situamos a su estela vamos a quedarnos como un país totalmente irrelevante en el concierto internacional? ¿Tienen idea del coste que tiene para el futuro de todos nosotros su desidia o desconocimiento? ¿Se hacen a la idea de que la economía digital no es un eslogan sino un objetivo irrenunciable? ¿Han hecho el cálculo de la posición económica mundial que nuestro país ocupará en una década sino se arremeten medidas de calado político y estratégico que impulsen el cambio de modelo de crecimiento? ¿Han imaginado como es un país desequilibrado con dos polos alejados entre las ciudades tecnológicas y el resto del territorio? ¿Saben que supone en materia de garantizar servicios y derechos a los ciudadanos de la década siguiente el pertenecer a un limbo no competitivo más próximo a Marruecos que a Dinamarca?

Si preguntáramos a esos representantes si saben, en palabras de Enrique Dans, que es ‘la economía de la verdad’ que sustituye a ‘la Nueva Economía’ pocos o ninguno sabría realmente responder. Si les preguntáramos que es 'Facebook, Google o Amazon seguramente su respuesta sería una aplicación frívola, un buscador y una tienda de libros cuando la realidad es que son el espacio donde sucede la economía real. Nada que no sea digital será economía y de eso va todo este debate'. Sino lo ven, sino lo aceleran, nos vamos a dar una hostia que la del 2008 va a ser una especie de broma escolar.

Y es que en agosto ya tuvimos un aviso. El peor verano para la seguridad social desde 2008 se nos plantó delante de las narices y pocos quisieron verlo. Casi 150.000 cotizantes desaparecían sin dejar rastro mientras los discursos continuaban con el ‘seguimos creando empleo’. La creación de empleo se va a ir ralentizando porque no hay empleo que crear. Los sectores que mejor representan el cambio de modelo irremediable y al que no podemos renunciar no generan empleo. El sector biotecnológico ya es más importante que el todopoderoso turístico pero no empleo a casi nadie en comparación.

La paradoja es que si queremos empleo solo podemos crearlo en los sectores que sabemos son pura sentencia de muerte. La solución está en equilibrar esa jugada y preparar nuestro espacio social a uno donde trabajar sea un efecto secundario, donde la gestión pública sea capaz de salvaguardar rentas mínimas y dónde el sector privado establezca criterios productivos de vanguardia bajo el soporte y estímulo urgente de la administración.

Sigue la vivienda disparada y no es más que un disparo al pie. La locura ha empezado y de locos el futuro va a estar vacio. En el segundo trimestre del año las ventas se incrementaron un 23,7%, el precio se encareció en 7,5%, las hipotecas se han vuelto a poner de moda en los almuerzos de esa falaz clase media y los vientos parecen empezar a traer ese olorcillo tibio a sequía que permaneció durante años. No aprendemos, es hasta comprensible, pero que un gobierno no establezca urgentemente las medidas que eviten la que se avecina, no se puede entender. Lloverá sobre un charco. La demanda se ha activado y vuelve a no tener ningún límite. Allá vamos, cuesta abajo y sin frenos.

Sin frenos porque mientras re-fabricamos nuestra sociedad soportada en viga de hormigón pretensado y ladrillo cerámico, el empleo se irá reduciendo, no creando. El recorte de personal es irremediable en miles de empresas. No porque vayan a tener menores ingresos, sino porque las funciones que millones de personas realizan ahora mismo en breve serán sustituidas por robots o software. ¿Has analizado cuantos puestos de atención al público en los que hasta hace unos pocos años una persona te atendía, ahora esa relación la formalizas con una máquina? No es necesario leer informes, con revisar tu entorno verás que el recorte masivo es exponencial. Sino lo ves, entonces mira lo que pasa en otros lugares.

¿Cuánto te queda en tu puesto de trabajo? ¿Lo has pensado? Me gusta ser optimista y hablar de un mundo mejor a medida que la tecnología nos ofrezca un mundo más humano, pero me preocupa que eso va a pasar en algunos lugares que han empezado a preguntarse como abordar el mayor desafío al que se ha enfrentado la humanidad, mientras que en otros nadie está analizando como hacerlo. En España la transición a una economía que automatizará todo lo automatizable no tiene timonel y cuando el mar que hay que surcar es bravo y lleno de peligros sin alguien que tome el timón la deriva es muy mala consejera, se suele naufragar. 

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La urgencia de que un software se encargue de conformar gobierno.

Al período anterior a la hipotética recuperación económica que vivimos se le llamó crisis y destacó, por encima de todo, por se la responsable de la destrucción de 3,8 millones de empleos. A partir de 2014, justo cuando se establece el punto de inflexión, según los expertos, se han creado 1,4 millones de puestos de trabajo. Del 26,9% de paro, que se dice rápido, hemos descendido a una tasa que ronda el 20% según la EPA. El ritmo no es malo, el modelo elegido sí.

Al período anterior a la hipotética recuperación económica que vivimos se le llamó crisis y destacó, por encima de todo, por se la responsable de la destrucción de 3,8 millones de empleos. A partir de 2014, justo cuando se establece el punto de inflexión, según los expertos, se han creado 1,4 millones de puestos de trabajo. Del 26,9% de paro, que se dice rápido, hemos descendido a una tasa que ronda el 20% según la EPA. El ritmo no es malo, el modelo elegido sí.

Los casi 400.000 empleos que se crean al año significan que, al mismo ritmo y desoyendo todas las informaciones acerca del momento histórico que globalmente vive el mundo, no será antes de 2023 que España logre el mismo nivel de ocupación anterior a la dichosa crisis. El problema es que esa previsión sobre la creación de empleo se olvida de un factor determinante y del que hablamos continuamente en este blog. No vamos a un mundo de creación de empleo, sino todo lo contrario. La Cuarta Revolución Industrial no es el título de un programa de televisión, no es una frase publicitaria, es la definición de un momento histórico que en tres ocasiones anteriores ya ha vivido la humanidad.

El cálculo sobre cuando ‘estaremos como antes’ o ‘la recuperación sea notable’ también debería atender a otra variable. Las más que probable recaída a nivel económico en Europa especialmente, motivadas por las consecuencias del Brexit, la falta de demanda exterior, la competencia u otros. Recomiendo por todo ello dejar de imaginar un país, un continente, un mundo, con plena ocupación. Una plena ocupación que sólo podrá lograrse cambiando absolutamente el concepto ‘puesto de trabajo’. Deberá legislarse, y pronto, acerca de un mundo con un empleo basado en una menor carga humana en tiempo especialmente y, además, tremendamente tecnificada.

Muchas de las cosas que hacemos de manera cotidiana hoy en día hace tan solo unos años se llevaban a cabo de otro modo muy distinto. En cada uno de esos nuevos hábitos aparece la tecnología de manera muy importante y, en un análisis más profundo, descubriremos que el producto final que consumimos, la acción que desarrollamos o la interacción que ejecutamos, requiere ahora mucha menos gente, menos humanos para que suceda, que hace unos pocos años, meses, minutos.

Ya no escribimos cartas, no elaboramos álbumes de fotos, nos reunimos sin estar juntos, no compramos entradas en ninguna taquilla, no se utilizan mapas callejeros, las guías turísticas son reliquias, no compramos periódicos, no visitamos tiendas de música, nos convertimos en nuestros propios cajeros en un supermercado, retiramos el coche automáticamente de algunos aparcamientos, nos subimos en trenes sin conductor, recibimos resúmenes de noticias elaboradas por un software, hablamos con ‘teleoperadores’ que son sintéticos, los agentes de seguridad ahora son cámaras sofisticadas, la concesión de un crédito ya no lo decide un comité en un banco sino un software especializado y mil ejemplos más.

El estudio de Carl Benedikt Frey y Michael Osborne titulado ‘The future of employment: how susceptible are Jobs to computerisation?’ decía que el 47% de los puestos de trabajo que existen en el mundo son susceptibles de ser automatizados en las próximas dos décadas. Un estudio de hace tres años que fue aceptado en Davos como un documento de análisis y reflexión a tener en cuenta por todos, incluidos los gobiernos ‘en funciones’.

Este el asunto más grave. El empleo no lo vamos a poder crear por ciencia infusa. El nuevo empleo, muy pronto, será de otro modo. Menos intensivo, de mayor calidad y mucho más eficiente, pero también deberá ser más tecnológico y de valor añadido. Una mayor automatización supone una mayor eficiencia para las empresas, por ende, mayores ganancias y menos necesidad también de puestos de trabajo. Millones de puestos de trabajo se prevé que desaparezcan. Si quienes tienen la obligación de preparar la sociedad y su economía productiva a los escenarios de futuro siguen en sus trifulcas absolutamente ridículas y escenificaciones alejadas de la realidad el hostión que nos vamos a dar en unos años será bíblico.

El mundo sigue su curso hacia un escenario sin empleo. Todo lo que pueda ser automatizable, ‘robotizable’ y todo lo que pueda sustituir un grupo de humanos por un ‘software’ o un brazo mecánico, será. Periódicos sin periodistasbibliotecas sin bibliotecarios, bares sin camareros, tiendas sin vendedores, empresas sin directores, taxis sin taxistas, hoteles sin intermediarios, transporte sin transportistas, clínicas sin doctores y, quien sabe, parlamentos sin políticos. ¿Para que se precisa un político?

Hoy en día las decisiones políticas se toman en base a tres criterios: presupuesto, interés partidista y capacidad de gestión. La primera la gestionaría increíblemente mejor un software inteligente que una docena de ministros de economía visto lo visto. Lo segundo, más divertido, un gestor de datos masivos capaz de trabaja en base a variables de bienestar social no dependiente de votos, podría gobernar sin esperar ‘encuestas’ o lo que fuera. La tercera es pura evidencia. ¿Quien más eficiente que un software?

El asunto es que el mantra de la urgencia pronto dejará de serlo. La idea que se puede crecer con un gobierno en funciones podría instalarse y, de hecho, es real. El problema es que esa inercia política y económica precisa, ahora más que nunca, de una estrategia clara y decidida en crear un país tecnológicamente homologable, socialmente garantista, económicamente digital e internacionalmente competitivo.

La tecnología adaptada a todos los órdenes de la vida exige que se apoyen iniciativas empresariales, institucionales y sociales que tengan la tecnología como foco de crecimiento. La sociedad debe tener garantizados los mínimos aceptables y de bienestar, incluso la concesión de derechos fundamentales a algunas elementos que ahora mismo son solo servicios públicos. El futuro sin empleo, o menor empleo, exige diseñar urgentemente un modelo social y de protección compatible con crecimiento. Una digitalización que debe ser una obligación y no una opción para todos, empresas, personas y ministros. Una competitividad internacional que no nos garantiza el sol ni la playa, ni los monumentos, ni los bosques. Un turismo que precisa reconvertirse y digitalizarse para competir con otros territorios que, algún día, dejarán de tener problemas geopolíticos.

Estuve viendo la ‘segunda’ investidura la pasada semana. He escuchado todo lo que se ha dicho y se dice. Acojona lo lejano que les resulta a todas 'sus señorías' ese futuro inminente que deberían estar analizando.

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El sector biotech alcanza en facturación al sector turístico. ¿Listos para un cambio de modelo productivo?

El paro baja en 216.700 personas a final del segundo trimestre de 2016. Y lo hace hasta una tasa del 20% según la EPA. Ahora ya ‘sólo’ quedan 4.574.700 personas sin trabajo en España, lo que pone el índice al mismo nivel que teníamos en 2009. Todo parece ir por el buen camino dicen. Incluso seríamos capaces de decir que ‘sin gobierno’ las cosas avanzan relativamente mejor.

El paro baja en 216.700 personas a final del segundo trimestre de 2016. Y lo hace hasta una tasa del 20% según la EPA. Ahora ya ‘sólo’ quedan 4.574.700 personas sin trabajo en España, lo que pone el índice al mismo nivel que teníamos en 2009. Todo parece ir por el buen camino dicen. Incluso seríamos capaces de decir que ‘sin gobierno’ las cosas avanzan relativamente mejor.

Sin embargo, si bien los hogares con todos sus miembros en paro bajó un 7,3% con respecto al trimestre anterior, son todavía casi 1,5 millones las familias sin nadie trabajando. Un tema grave que se suma a otro aún más dramático y que esconde el verdadero problema estructural de nuestra economía. El paro joven se mantiene estable cerca del 47%

Que la mitad de los jóvenes dispuestos a trabajar menores de 25 años no tengan empleo no es comparable con ningún país civilizado. Además, habría que sumar los centenares de miles que huyeron en busca de oportunidades en otros países. Jóvenes con dos carreras, ‘másters’ e idiomas, recogiendo cucharillas en un café turístico de cualquier capital europea. 

La respuesta a toda esa generación con talento y habilidades para ofrecer sus capacidades a fin de cambiar un modelo de crecimiento que se llevó por delante millones de empleos, familias, propiedades y sueños, está siendo escasa. Se está permitiendo que se vayan por no activar políticas que puedan suponer un espacio de desarrollo actual, homologable con nuestro entorno. Crear empleo es siempre algo positivo pero el que se está creando es ciertamente revisable. Sigue siendo muy escaso el que proporciona valor añadido, está vinculado con las nuevas tecnologías o el conocimiento.

Y es que seguimos con la idea de que ‘la recuperación’ es algo bueno. ¿Recuperar qué? Un modelo productivo ineficiente destinado a acumular ladrillos en cualquier esquina, a especular con solares y terrenos que nadie utilizaría en su sano juicio o a la estimulación de un modelo dependiente del turismo de bajo coste. ¿Eso es lo que queremos recuperar? Perdimos la oportunidad de subirnos a un carro de la modernidad hace años, cuando las vacas gordas pudieron pagar el coste de modernizar todo el tejido empresarial e industrial, la administración y sus procesos, pero no se hizo. Ahora con las vacas flacas, que se acentuarán, menos lo haremos.

Se avecina el mayor ajuste en tiempo, las exigencias europeas así lo estiman. La pérdida en e sector turístico aun no se han descontado por el ‘brexit’, la caída de ingresos fiscales explican que aunque haya más empleo este genera menos beneficios y el gasto público sigue fuera de la envergadura que se nos ordenó. A menos recaudación, más impuestos. A más recortes, menos crecimiento. A menos crecimiento, mayor destrucción de empleo. No es bueno vanagloriarse de una cifras que cuando se miran al detalle tienen muchos aspectos que muestran los alfileres con los que se sujetan.

Pero es así. Vivimos en plena recuperación pues los bancos vuelven a otorgar hipotecas al 100% con financiación camuflada. No hemos aprendido nada. Al cierre de 2015 las hipotecas que de manera evidente suponen la totalidad del coste de una vivienda suponían el 15,6% del total y sabemos que ahora mismo esto puede estar muy por encima. Sin duda es lo que explicaría el hecho de que el número total de hipotecas se incrementara un 20% llegando a diciembre del año pasado a un cuarto de millón concedidas. Sí, 250.000 hipotecas en el país de los desahucios.

Pero entre tanta 'buena' noticia se esconde otra mucho mejor. El problema es que es una información económica que no afecta al empleo, pues resulta que uno de los sectores de mayor crecimiento en España es uno de los que menos puestos de trabajo genera. Un sector vinculado al futuro, a la tecnología y a las opciones de generar un cambio de modelo productivo que nos aleje del que hasta la fecha nos ha llevado a múltiples desastres.

Hablo del sector Biotech. Un sector industrial que ha logrado superar por primera vez los 100.000 millones de euros anuales de facturación. Hay que tener en cuenta que el sector biotecnológico español en 2008 sólo representaba el 2,98% del PIB y ahora supera el 10% llegando a la misma tasa de importancia que el todopoderoso sector turístico. Pero sin embargo, la curiosidad aparece en la afectación al empleo que tiene. Apenas 190.000 personas trabajan en este sector cuya mayoría está en Catalunya. La explicación según el propio gremio es que no hay trabajadores cualificados y, el que había, se fue de España.

Es evidente que la apuesta por sectores de futuro que se alejan de la manoseada ‘recuperación’ es la mejor opción. Sin embargo se debe preparar el mantel. Mejores sueldos, mayor ambición desde la administración en su potenciación soportando programas de formación y de I+D+I y, por supuesto, arremeter de una vez un plan fiscal beneficioso para sectores tecnológicos o al final, muchos, se irán dónde sea más cómodo generar riqueza.

Pero me interesa vincular todo esto con la necesidad de estimular un cambio económico que sea capaz de aportar un futuro adecuado a un país como España. Modernidad, liderazgo político y empresarial capaz de generar un espacio tecnológico y competitivo con el futuro. Una revisión real de cómo va a ser el futuro inmediato dónde la automatización y los robots no van a ayudar a la creación de empleo. Un mundo inminente que habla de pensiones en riesgo, sociedad del bienestar en jaque y modelos productivos obligados a vivir una disrupción inevitable.

El empleo no se va a generar masivamente en los sectores de futuro. Ahí se va a instalar la eficiencia. Debemos ir pensando en que modelo social y económico, de salvaguarda de derechos y servicios, vamos a soportar como sociedad. La oportunidad, cómo demuestra el sector biotech está trazada. Con un poco de ayuda, hoja de ruta y visión de hacía dónde va el mundo, la oportunidad de 'no recuperar' nada y si 'construir un futuro mejor' es evidente.

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Atrapados en 'El día de la Marmota'. La urgencia de la transformación digital de la economía.

'El día de la marmota'. Así podría titularse la película que definiría lo que vive España con respecto a poner en marcha un nuevo gobierno. Lo grave es que en este caso, y a diferencia con la obra protagonizada por Bill Murray, nadie parece haberse dado cuenta que cuando empieza un nuevo día que va a repetirse indefinidamente es factible modificar cosas para ir mejorando la situación.

'El día de la marmota'. Así podría titularse la película que definiría lo que vive España con respecto a poner en marcha un nuevo gobierno. Lo grave es que en este caso, y a diferencia con la obra protagonizada por Bill Murray, nadie parece haberse dado cuenta que cuando empieza un nuevo día que va a repetirse indefinidamente es factible modificar cosas para ir mejorando la situación.

Pues mientras todo sigue su curso a velocidad política, el planeta sigue girando y lo hace a velocidad crucero. El punto crítico en el que se encuentra el desarrollo digital en todo el continente europeo precisa de que se tengan las ideas claras y los criterios de adopción de una apuesta por la digitalización especialmente de las propuestas emergentes en inteligencia artificial, gestión de datos, robotización y economía colaborativa.

La disponibilidad tecnológica de la clase política española es preocupante. De todos. Mientras el continente se enfrenta al reto más importante que hemos vivido en décadas, España no tiene discurso propio. Tampoco tiene ninguna acción destacada que no derive de la inercia. A muchos ya les va bien obviamente, y por eso no se denuncia desde ninguno de los estamentos y empresas que deberían estimular algún cambio.

La transición digital se enfrenta a un muro enorme que la industria tradicional ha erigido conscientemente para no perder algunas de sus ventajas. Saben que una socioeconomía digitalizada se lleva por delante intermediarios, procesos ineficientes y estructuras que fueron creadas para el control de todo. El problema no es sólo español. Esto tiene que ver con un continente viejo, que camina despacio porque se ha hecho despacio y con desgana.

Lo curioso es el desequilibrio. España tiene ante si una oportunidad única que se nos puede estar escapando. Nos encontramos con una alta tasa de conectividad alta, rondando el 78% en redes rápidas de banda ancha, pero a la vez disponemos de una tasa de paro bíblica y una baja competencia digital de esos nuevos aspirantes a encontrar un empleo. Esto genera una incoherencia dramática. Digamos que hay centenares de miles de parados que no tienen ninguna opción de ser contratados en un país que quiera avanzar digitalmente y ser competitivo en el futuro inmediato.

O avanzamos en la modernización a riesgo de la exclusión que puede suponer o reducimos la velocidad de innovación para ocupar a millones de personas sin la formación que requiere la Nueva Economía. La demanda actual en la sociedad digital va estrechándose para quien no tiene una cultura digital avanzada. Si queremos reducir el paro sólo se puede contratar mayoritariamente a personal sin una formación digital compatible con la de otros competidores. Si no lo hacemos se perpetúa esa lacra.

Es un callejón sin salida aparente. Estimular la contratación tal y como se está haciendo ahora nos aleja del futuro. No hacer nada colapsa el consumo. La verdad es que no es fácil pero es importante dejarse de táctica y abrazar la estrategia o el hostión a medio plazo va a ser épico.

Los retos se amontonan. La debilidad parlamentaria dificultará la aplicación de reformas estructurales, eso lo sabemos. Será importante determinar prioridades entre lo urgente y lo importante. El impulso del I+D y el apoyo a la exportación en plena digitalización de todo no es un tema accesorio. Para competir exportando habrá que modificar toda la política industrial buscando salarios solventes y estables. Para ello sólo hay una solución que tiene que ver con una política fiscal más amable. Subiendo impuestos, atrapados como estamos, esa opción se aleja.

La administración debe liderar el proceso y las empresas deben implementarlo. Los ciudadanos deben disfrutar y dinamizar esa modernización y adaptarla a un futuro digital y competitivo. Todos debemos saber cual es nuestro papel en esta guerra. Pero el problema actual es que el primer batallón está en parada técnica, el segundo procura mantener sus monopolios para que otras no puedan a través de la disrupción cambiar alguna regla del juego. El tercero, el batallón de los ciudadanos, sigue pendiente mayoritariamente de formarse y entender el modelo social y económico que supone la digitalización de todo.

Si la economía de nuestros vecinos compradores se frena, la recaudación tributaria se reduce y el gasto público del nuevo gobierno se debe recortar, sólo va a quedar subir impuestos, reducir prestaciones y retrasar la transformación digital que tanto necesitamos. Y no la necesitamos por capricho. No es por parecer más ‘cool’. Se trata de ser sostenibles, de ser competitivos, de seguir siendo primer mundo. ¿Cómo piensan mantener el sistema de pensiones en unos años por ejemplo? Con un empleo precario e inestable o con una red laboral compleja de alto valor y eficiencia, digitalizada y robotizada, rentable y capaz de prestar servicios a la sociedad que vamos a ir necesitando cada vez más por pura aritmética demográfica.

Es evidente que sin plan no hay pan. Cuando por fin se pongan de acuerdo, se repitan las elecciones o lo que sea, la urgencia aun será mayor. El tiempo pasa y seguir jugando a la ruleta con esto es una irresponsabilidad que no nos podemos permitir. La reconversión de la educación y del mercado de trabajo no puede permanecer más tiempo pendiente de la ciencia infusa. El paro se irá reduciendo, es evidente, pero ese tipo de empleo alejado de las necesidades reales de una sociedad digital es pan para hoy y hambre para mañana. El problema es que ‘mañana’ es ya mismo. Hace años que lo sabemos.

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Economía de Bolsillo S1: E13, 'Impuestos Indirectos'

Esta semana en ‘Economía de Bolsillo’ trataremos el tema de la ‘Los Impuestos Indirectos’. Se trata del último programa de la temporada y por eso es un poco especial. Empiezo con un ‘son los más desconocidos de su especie. Un auténtico misterio sin resolver para muchos de nosotros. Están ahí y la mayoría de las veces no somos conscientes de ello. ¿Quieres descubrirlos? ¿Quieres desvelar sus misterios? Pues solo tienes que acompáñame en este viaje por la dimensión de los impuestos indirectos.

Esta semana en ‘Economía de Bolsillo’ trataremos el tema de ‘Los Impuestos Indirectos’. Se trata del último programa de la temporada y por eso es un poco especial. Empiezo con un ‘son los más desconocidos de su especie. Un auténtico misterio sin resolver para muchos de nosotros. Están ahí y la mayoría de las veces no somos conscientes de ello. ¿Quieres descubrirlos? ¿Quieres desvelar sus misterios? Pues solo tienes que acompáñame en este viaje por la dimensión de los impuestos indirectos.'

Haciendo un símil de algunas secuencias de la película ‘Matrix’ proponemos una serie de situaciones que explican detalles de un tema tan complejo de abordar. Destaca la entrevista que al final del programa le hice a Hervé Falciani. No te la pierdas.

Los impuestos directos son progresivos porque gravan de manera creciente los ingresos de las personas, es decir que, como sucede por ejemplo con el IRPF, paga más el que más gana. Por eso se puede decir que los directos son impuestos equitativos.  Sin embargo los impuestos indirectos como el IVA son regresivos porque gravan el consumo y son iguales para todos los consumidores. No se basan en la equidad sino en la igualdad y en proporción suponen un mayor esfuerzo para las personas que menos tienen.

Cómo siempre, todo te lo explicaremos de un modo didáctico y divertido. Para ello salimos a la calle a buscar metáforas, ejemplos y opinión de la gente. Os recomiendo que el próximo sábado, alrededor de las 6 de la tarde en ‘la 2’ de TVE, veáis el programa. 

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Los desafíos de un nuevo gobierno y la hoja de ruta tecnológica urgente.

Hace apenas unas décadas Singapore era una amalgama imperfecta de relaciones comerciales sin expectativas globales y con una renta per capita paupérrima. Actualmente es uno de los más ricos del planeta y el país que el Foro Económico Mundial considera en mejor posición para beneficiarse de las inversiones que se realizan en innovación tecnológica y digital especialmente. Esto parte de un índice que analiza cómo los países se están preparando para aprovechar la innovación digital emergente y la posición para disfrutar de la Cuarta Revolución Industrial. Detrás de Singapore aparecen Finlandia, Suecia, Noruega y Estados Unidos en este orden. España no aparece.

Hace apenas unas décadas Singapore era una amalgama imperfecta de relaciones comerciales sin expectativas globales y con una renta per capita paupérrima. Actualmente es uno de los más ricos del planeta y el país que el Foro Económico Mundial considera en mejor posición para beneficiarse de las inversiones que se realizan en innovación tecnológica y digital especialmente. Esto parte de un índice que analiza cómo los países se están preparando para aprovechar la innovación digital emergente y la posición para disfrutar de la Cuarta Revolución Industrial. Detrás de Singapore aparecen Finlandia, Suecia, Noruega y Estados Unidos en este orden. España no aparece.

A pesar de estar sin gobierno desde hace más de medio año, España crece a un ritmo decidido. La parálisis gubernamental y legislativa no parece afectar de momento en las grandes cifras. Probablemente en un primer término cómo mucho tendremos una caída de medio punto del PIB y poco más. Hablamos pues de un tema puramente cortoplacista y táctico. Para nada entramos en aspectos estratégicos y que realmente asuman el gran reto al que nuestra sociedad y economía deben enfrentarse. Singapore no se creó con táctica.

Si se ponen de acuerdo o no ya empieza a ser incluso ridículo, un insulto a la inteligencia. Que sigamos con esta sensación de que es tan importante lo que pensemos los ciudadanos de los líderes en base a quien le dan la mano o a quien le besan el culo es, cuanto menos, de vergüenza ajena. El problema es que no sólo es un tema de sensaciones, lo que nos jugamos es algo mucho más grave, más importante: el futuro de nuestros hijos pues el nuestro, a según que edad, ya está muy comprometido e hipotecado.

Sus señorías deben centrarse urgentemente en garantizar un buen comportamiento económico aprovechando la situación que parece evidenciarse adoptando medidas que impulsen un mejor empleo. Pero todavía estamos pendientes de si habrá o no gobierno antes de las vacaciones. Parece el típico ‘ya lo hablamos en septiembre’ tan español. Lo duro del asunto es que sin presupuestos 2017 en los que se deberán introducir las variables de obligado cumplimiento vinculadas a los ajustes para cumplir con el objetivo del déficit público que nos impone Bruselas. Ellos siguen con lo suyo. Que importante es todo en la política. Que distintos son sus tiempos con respecto al de las familias y las empresas.

Uno de los retos del nuevo gobierno pasarán por reducir una brecha social que se ha convertido en un quiste que no para de agrandarse a pesar de que la economía se reactivara hace un tiempo. Seguramente porque esa reactivación es menos intensa y transversal de lo que se muestra en los titulares. Otro reto evidente y dramático es la necesidad de reformar el sistema de pensiones o no vamos a poder garantizarlas a la generación ‘baby-boom’.

Sin embargo, si hablamos de futuro, de convertir España, o territorios concretos permeables a la innovación como Catalunya por ejemplo, en un país de futuro y de crecimiento sostenible y sostenido en la economía tecnológica y de valor añadido, hay que hacer algo. Esto no va por inercia, no tiene que ver con el ‘dejemos que vaya sólo’ porque no irá. Una política decidida en el impulso a la innovación y la investigación que genere empleo estable y mejor pagado a medio plazo exige un presupuesto contundente y una profunda reforma del sistema universitario que despliegue su potencial innovador en lugar de ser una fábrica de becarios.

Crear un país del/de futuro no es algo que se pueda aplazar meses y meses hasta que rojos, morados, naranjas y azules se pongan de acuerdo. La generación política con menor capacidad para interpretar el presente, y entender las oportunidades de futuro, son los responsables de decidir quienes tripularán esta nave. De momento lo único que están logrando es generar incertidumbre. La incertidumbre es el mayor enemigo del progreso económico ‘by the way’.

El riesgo es asumible pues pondera las opciones de éxito. La incertidumbre es un lío monumental. No hay quien pueda valorar las opciones que ofrece. Nuestra economía está ahí, en la incertidumbre. Un espacio que conocen bien los millones de parados que hay en el país o los centenares de miles de jóvenes que se fueron buscando una oportunidad fuera.

Los buenos datos sobre turismo y producción industrial viven el ‘delay’ típico de los tiempos económicos que suele presentar los efectos de la política a medio plazo. Para bien y para mal. De ahí aquel ‘desaceleración’ de Zapatero cuando todo era un hostión bíblico. Nuestro retraso nos traerá con mayor virulencia los efectos a las acciones obligadas para reducir el déficit. Lo he dicho antes y cada día que pasa sin acción política clara no hace más que aumentar el calibre del ajuste.

Un espacio sin estrategia, sin gobierno que pueda tomar decisiones urgentes y de calado, es un país que se va situando en la peor casilla de salida poco a poco. Si bien en áreas como Catalunya el riesgo de pobreza a descendido en 2015, la incertidumbre que vivimos afectará ‘en diferido’ al consumo, al empleo de nuevo y a la inversión tan necesaria. Deben saber que ya pronto no podremos confiar en el banco central europeo. Éste ya roza sus límites que la lógica es capaz de soportar. La política monetaria no puede revertir el shock en el que se ha situado al tener casi 12 billones de bonos gubernamentales en negativo. Eso también exige que nos preparemos lo antes posible.

Nuestro país no puede permitirse mucho más tiempo. Va en serio. El tiempo se agota. Un día sin acción estratégica clara es un mundo, un mes, la eternidad.

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El día después de que se agote el Fondo de Reserva. La oportunidad de cambiar un modelo ineficiente.

Hace unos días advertí a quien ganara las elecciones, o a quien pudiera conformar gobierno, que tendría que llevar a cabo el segundo mayor recorte desde la crisis. Algunos de éstos ya han empezado aunque no tengan nada que ver con el grueso de lo que quise decir. Hace pocos días el gobierno en funciones, y previsiblemente el que renovará, recortaba una de esas partidas significativas en materia de economía del futuro, Mal inicio para el necesario modelo de modernización económico. La reducción de un 90% del capital previsto para ayudar a startups en España no es para nada un indicativo que pueda tranquilizar a quienes vemos en este tipo de empresas uno de los mecanismos a medio plazo para crear empleo de valor, innovación socioeconómica y un modelo de crecimiento distinto al que hemos tenido hasta ahora.

Hace unos días advertí a quien ganara las elecciones, o a quien pudiera conformar gobierno, que tendría que llevar a cabo el segundo mayor recorte desde la crisis. Algunos de éstos ya han empezado aunque no tengan nada que ver con el grueso de lo que quise decir. Hace pocos días el gobierno en funciones, y previsiblemente el que renovará, recortaba una de esas partidas significativas en materia de economía del futuro. Mal inicio para el estímulo necesario al modelo de modernización económico que supone Enisa. La reducción de un 90% del capital previsto para ayudar a startups en España no es para nada un indicativo que pueda tranquilizar a quienes vemos en este tipo de empresas uno de los mecanismos a medio plazo para crear empleo de valor, innovación socioeconómica y un modelo de crecimiento distinto al que hemos tenido hasta ahora.

A la vez que esto sucede, las noticias sobre empleo parecen dar la razón a quienes consideran que estamos en franca fase de recuperación. De este modo la apuesta a negro y par es evidente. Creo empleo dónde es más sencillo crearlo y me olvido de algunos otros espacios que tienen una repercusión mucho más lejana. Es un modo de ver la política y la economía muy táctica, pero poco estratégica.

Sin apartar la vista de que por encima de todo, crear empleo no puede verse como algo malo, nos estamos acostumbrando a valorar como bueno algo que es bueno desde la epidermis y que probablemente, a medio plazo, nos va a llevar a la casilla de salida. El paro se está reduciendo y de forma importante. Es cierto que la prioridad es lograr que quienes no tienen trabajo puedan volver a tenerlo y, por derivación, activar el consumo interno. El problema es el tipo de empleo que se está creando y las consecuencias que esto puede tener. 

Es preocupante la repercusión que este tipo de acciones y las consecuencias que tienen con la liquidez presupuestaria. El ministro De Guindos se ha ido a negociar con Europa una moratoria ante el incumplimiento de déficit, un perdón supino a la multa pertinente. El ‘brexit’ juega a nuestro favor y probablemente nos concedan el perdón momentáneo. No sería bueno que en tiempos en los que algunos piensan en irse, apreten las tuercas a los que se quieren quedar. 'No molestemos a éstos que están tranquilos', deben pensar. 

No obstante, las consecuencias que tendrá este punto tienen mucho que ver con otro que estos días llena los debates económicos y que, por casualidad, tratamos hace unos días también en este blog y en mi programa de televisión: el Fondo de Reserva y las Pensiones en si mismas. Estamos ante la liquidación de un modelo socioeconómico que no necesariamente debe ser visto como algo catastrófico o dramático sino como una oportunidad para corregir algunos puntos y poner en marcha urgentemente políticas activas que generen un escenario acorde con el mundo que nos va a tocar vivir en los próximos cinco o seis años. 

El Fondo de Reserva se está secando y a marchas forzadas. No hace falta ser Premio Honoris Causa para entender que si vas metiendo la mano en un cajón donde guardas billetes para cuando te falte liquidez corriente y no lo recargas en un tiempo determinado te quedarás sin ‘cash’. Además, cómo suele pasar en la economía doméstica, cuando has metido la mano más de una vez, se normaliza el hacerlo.

Pero al contrario de lo que muchos analistas comentan no veo que esto sea algo que deba convertirse en un ataque a quien lo hace. En todo caso lo hace por que no tiene más remedio. El Fondo de Reserva es sencillamente un fondo de reserva. Para eso se creó. Para meterle mano cuando no hubiera liquidez en la caja ordinaria. Atendiendo que es poco factible equilibrar la caja con los mecanismos actuales, esa caja era, digamos, un amortiguador, un retardante, a algo que tenía que suceder independientemente.

Es imposible equilibrar las cuentas de un país que tiene la mitad de sus jóvenes parados, más de un millón de familias sin ningún miembro trabajando o a la mayoría de los nuevos ocupados cotizando en las franjas más bajas de la escala laboral.  Así se ha visto durante los últimos años en que la economía dejó de ser una ilusión que imprimía billetes, valoraba de manera ilusoria todo y generaba beneficios fuera de medida por culpa de un modelo económico sujeto a la expansión de una burbuja que nos explotó en las narices.

Por eso, deberíamos ir pensando en celebrar el entierro del Fondo de Reserva y darle la bienvenida a la reducción de pensiones, recorte de servicios e incremento de impuestos. Lo desconcertante es que no hace falta ser ningún lumbreras para verlo pues es matemática pura, ni tan siquiera requiere fórmulas complejas, hablo de aritmética básica. Si el empleo que va generalizándose es precario, si la demanda de pensiones aumenta por biología y las exigencias europeas sobre el cumplimiento del déficit se mantienen, no queda otra.

Los 25.176 millones que quedan en el Fondo de Reserva se agotarán. Sabemos que tras la última retirada se ha programado otra para Navidad, aun quedará menos. Estaría bien ir informando que a pesar de las buenas noticias que significa la creación de empleo, éste no va a soportar el caudal necesario para que no se meta mano a la ‘hucha’ de las pensiones. Eso, repito, lo hubiera tenido que hacer cualquiera. Es más, los partidos que defendían durante las pasadas elecciones el aumento de prestaciones, negociaciones del déficit o cuentos de hadas similares, hubieran acelerado ese vaciado de caja. No se puede gastar más, ingresando menos, negarse a cumplir con quienes te prestan el dinero y, encima, esperar que la ‘caja’ siga intacta. Pues no.

Para volver a tener la hucha llena deberíamos de tener un ‘momentum’ económico como el de los años de la burbuja en los que pasamos de 35.879 millones a 66.815. Cierto que eso se produjo en la resaca de la misma, por el efecto distorsionado de que los ejercicios van en diferido. A partir de ahí cayeron las cotizaciones, los ingresos y aumentaron los gastos y los subsidios. Los recortes que se asumieron para evitar el rescate en su momento no fueron más que estímulos a este calvario. 

Pero repito, las cosas son como son y no se pueden cambiar de color. El Fondo es un fondo y además sólo lo es de reserva. Las pensiones deberían de ser capaces de funcionar sin este botón de emergencia. Eso deberíamos de exigir a nuestros gobernantes. Una gestión acertada de las cuentas públicas, sin malgastar el dinero de todos en inservibles infraestructuras, atendiendo al fraude y persiguiendo la corrupción a fin de que con los ingresos ordinarios se pueda atender el gasto corriente sea cual sea.  

Cuando se acabe el Fondo de Reserva en 2019 no se terminarán las pensiones ni estará en riesgo el modelo de una sociedad del bienestar que es envidiable cuando la ves desde otros países que, a pesar de estar en todas las métricas económicas situadas por delante de nosotros, no la tienen. Lo único que pasará es que deberemos adaptarla. Deberemos cobrar menos y pagar más. Por poner algún ejemplo. Los primeros impuestos especiales se llamarán ‘Impuesto de Viudedad’ o ‘Impuesto de orfandad’ que servirán para pagar las ‘Pensiones de Viudedad’ y las de ‘orfandad’. Sencillo de entender.

Sin embargo, no todo está perdido. Esto podría ser distinto si en lugar de estimular un mercado laboral de cartón piedra, débil y poco consistente, se dinamizara otro mucho más robusto, tecnológico, de alto valor y enfocado a construir una sociedad más moderna y no dependiente de un modelo de crecimiento que ya nos hizo pasar una mala etapa hace cinco minutos. Todavía queda tiempo pero hay que ponerse en marcha ya. Todavía es posible revertirlo pero hay que informar de lo que va a pasar, los nuevos sacrificios que se van a exigir a los ciudadanos y a que van a renunciar todos los estamentos políticos a través de reformas estructurales de todo tipo, territoriales, fiscales, administrativas, políticas y, si me apuras, constitucionales.

De ver el tren venir y esperar a que no suceda nada este gobierno sabe mucho. De ver el tren venir y decir que no es un tren sabía mucho el gobierno anterior. De ver el tren venir y decir que no viene por nuestra vía parecen saber mucho los de la nueva política. Sin embargo la cosa va de ver el tren y subirse en él, aprender a comandarlo y modificar su dirección.

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Economía, Personal Marc Vidal Economía, Personal Marc Vidal

'Las pensiones se van a recortar irremediablemente pronto'. Economía de Bolsillo S1: E11, 'Pensiones'

Esta semana en ‘Economía de Bolsillo’ trataremos el tema de las 'Pensiones'. Sin duda uno de los aspectos vinculados a la economía doméstica que más preocupan. Hemos escuchado que el Fondo de Reserva de las pensiones ha perdido la mitad de su valor en apenas unos pocos años y que, a este ritmo, no parece que pueda sobrevivir mucho tiempo más. Según uno de los entrevistados en el programa, Santiago Niño Becerra, actualmente esa caja está siendo utilizada para atender las pagas extraordinarias de los pensionistas. Certifica también que en cuanto ese fondo se quede a cero, algo que ocurrirá en breve, el único remedio será recortar las pensiones.  

Esta semana en ‘Economía de Bolsillo’ trataremos el tema de las 'Pensiones'. Sin duda uno de los aspectos vinculados a la economía doméstica que más preocupan. Hemos escuchado que el Fondo de Reserva de las pensiones ha perdido la mitad de su valor en apenas unos pocos años y que, a este ritmo, no parece que pueda sobrevivir mucho tiempo más. Según uno de los entrevistados en el programa, Santiago Niño Becerra, actualmente esa caja está siendo utilizada para atender las pagas extraordinarias de los pensionistas. Certifica también que en cuanto ese fondo se quede a cero, algo que ocurrirá en breve, el único remedio será recortar las pensiones

En el programa de este próximo sábado nos acercamos e este tema desde nuestra habitual perspectiva didáctica, divertida y amena con la que estamos acometiendo todos los temas económicos por muy complejos y grises que puedan parecer inicialmente. Las pensiones pueden ser analizadas desde muchos puntos de vista pero hay diversos elementos que no se pueden dejar de interpretar y explicar. Por ejemplo su historia, sus diferentes versiones, el modo en el que se regulan, la pensión media de los ciudadanos, su cobertura, etc.

Para ello conoceremos a alguien muy especial. Se trata de un atleta campeón del mundo de 96 años que todavía compite en la élite mundial de su categoría. Valentí Hugh nos ayudará a conocer la historia de las pensiones o cuándo y porqué nacieron. A continuación nos desplazamos a un balnerario dónde averiguaremos datos muy interesantes sobre las pensiones. ¿Sabías que son la partida presupuestaria más importante de nuestro país? ¿Cuantas tipologías de pensiones conoces? ¿Cuál es la que consideras que te va a beneficiar más? ¿Cuánto tiempo debes cotizar para alcanzar el 100% de las mismas? 

Antes de saber si nuestras pensiones son mejores o peores que las del resto de países europeos y, para descubrir lo que piensan nuestros pensionistas y jubilados, mi iré a jugar unas partidas de Petanca. Sí, ya lo sé, muy tópico, pero era un lugar dónde pudimos atender a diferentes opiniones muy interesantes. ¿Cuánto cobra la gente? ¿Es suficiente? ¿Cuántas personas están al cargo en España de un jubilado? Datos que ponen en alerta el sistema.

Veremos que sucede con las pensiones. El programa de este sábado pone las bases para la reflexión. Precisamente ayer escribí algo acerca del futuro que pueden tener y quien las podrá sostener. El tema te interesa. Si quieres que te lo expliquemos cómo nadie te lo ha explicado tienes que ver la 2 a las 6 este sábado. Sino puedes y estás atrapado en un chiringuito de playa, lo miras a la carta en cualquier momento.

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Economía, Fintech, Inversion, Politica Marc Vidal Economía, Fintech, Inversion, Politica Marc Vidal

La gran noticia que supone el 'Brexit' y las oportunidades que nos brinda.

Si hay un lugar que está muy preocupado por el resultado de la pasada semana en el referéndum del denominado ‘Brexit’ es el espacio conocido como el ‘Silicon Roundabout’ de Londres, la City Tech de la capital británica. Desde que se supo el resultado a favor de abandonar la Unión Europea, la comunidad ‘startup’ y tecnlógica estudia como mantener el talento y acceder al nuevo en el resto del mercado de la UE o, en su derivada, ir buscando otros destinos. Tras varios días escuchando de todo, hablando con mucha gente y leyendo mil reflexiones, mi conclusión es algo distinta al tono general y mucho más optimista que la de muchos analistas

Si hay un lugar que está muy preocupado por el resultado de la pasada semana en el referéndum del denominado ‘Brexit’ es el espacio conocido como el ‘Silicon Roundabout’ de Londres, la City Tech de la capital británica. Desde que se supo el resultado a favor de abandonar la Unión Europea, la comunidad ‘startup’ y tecnlógica estudia como mantener el talento y acceder al nuevo en el resto del mercado de la UE o, en su derivada, ir buscando otros destinos. Tras varios días escuchando de todo, hablando con mucha gente y leyendo mil reflexiones, mi conclusión es algo distinta al tono general y mucho más optimista que la de muchos analistas.

La votación provocó una reacción de alarma en la mayoría de corporaciones tecnológicas que pidieron urgentemente una hoja de ruta que elimine la incertidumbre. Recordemos que la mayoría de startups y empresas disruptivas que tienen sede en Londres precisan de rondas de inversión y confianza en su modelo que muchas veces esta en pérdidas hasta lograr un objetivo que tiene que ver en la captación de usuarios o cuota de mercado por encima del beneficio inmediato. Esa falta de seguridad sobre lo que va a pasar y cuando influirá con seguridad a frenar la inversión y, por derivación, la contratación de talento. En definitiva puede frenar notablemente la competitividad territorial para este tipo de empresas por parte de los británicos.

De momento, por lo que he podido saber, algunas startups importantes que tenían previsto abrir oficina en Londres ya no lo tienen tan claro, además de empezar a mirar a otros centros económicos importantes como Dublín, Goteborg, Berlín o Barcelona. El problema es grave. No se garantizará el libre movimiento de las personas contratadas y eso es un elemento de fricción innegociable para compañías cuyo patrón es la globalidad. Ahí aparece una oportunidad 'competitiva'.

El caso de Irlanda es interesante, pero no el único. Aunque este país va a pasarlas moradas en general por culpa del ‘Brexit’ alguna noticia favorable también tendrá. Es más, la huida británica de Europa, impulsará su cambio de modelo de crecimiento. No obstante, en los próximos años la caída del PIB celta no será compensado por nada y la recesión es algo más que factible. Más de una cuarta parte de la exportación irlandesa se va al Reino Unido. Un cambio en el modelo de cambio puede poner en riesgo este lucrativo acuerdo. Así será. Sin embargo esa exportación está fundamentada en el sector cárnico y el sector primario curiosamente en un país con tanta empresa tecnológica asentada.

Pero por el lado contrario, a Irlanda le puede beneficiar el movimiento legal de muchas startups Fintech que ya empezaban a ver en la capital irlandesa un buen destino incluso antes del ‘brexit’. Digamos que si durante el año pasado 2 de cada 3 nuevos empleos en la isla esmeralda fueron tecnológicos la cosa puede aumentar incluso más aunque habrá que compensarlo con la destrucción de puestos de trabajo que ahora dependen en su totalidad del mercado británico no obstante. 

Pero, ¿y en España que puede pasar? Se ha dicho mucho de las complicaciones y de las dificultades, pero en este punto que yo quiero introducir me aparecen más virtudes que desventajas. Las repercusiones en la economía tecnológica también pueden beneficiar a Madrid y a Barcelona especialmente. Algunas biotecnológicas que tienen sede en Reino Unido ya han comunicado que están pensando repartir su fuerza laboral entre el sur de Europa y/o Estados Unidos. Además admiten que esperan que los fondos norteamericanos de inversión biotecnológica se centren en premiar a las startups y corporaciones de este tipo que tengan un plan para ubicarse en territorios europeos estables. Aquí juega un gran papel la estabilidad que se logre en España y Catalunya lo antes posible.

Seis meses sin gobierno se han ventilado medio punto del crecimiento previsto en España. Esto va rápido y el mundo actual no permite que te duermas. No hacer nada sirve para ganar elecciones pero no para mejorar las expectativas de un país. Desgraciadamente los deberes que tiene que hacer España son enormes y veremos si en paralelo podemos aprovechar una oportunidad de modular un nuevo modelo laboral, de crecimiento y más tecnológico.

Las opciones existen y el ‘brexit’ es una buena noticia para startups y empresas tecnológicas que están ubicadas fuera del Reino Unido y una tremenda oportunidad para las capitales más tech del continente. Es nuestro momento. Especialmente para Barcelona, Berlín, Goteborg, Dublín, Ámsterdam, Helsinki, Madrid y probablemente París.

He leído que la City tiene listo un plan de contingencia para evitar que se produzca una fuga Fintech. Lo dudo. Es cierto que Londres ha crecido en los últimos años para convertirse en un importante centro de nuevas empresas europeas Fintech, pero la dependencia del capital riesgo no les augura un buen espacio de desarrollo ahí. Si los inversores se enfrían ante las dificultades que va a significar todo el proceso de divorcio, éstos se animarán en invertir en aquellas que tengan un plan de salida razonable y serio.

No hay mal que por bien no venga. Estaría muy bien que sus señorías pactasen rápido o lo que quieran, la clase empresarial, los agentes más conocedores del sector startup y tecnológico y, en definitiva, todo el tejido industrial vinculado a las nuevas tecnología y quienes tienen capacidad de decisión, se pusieran manos a la obra para generar ese escenario de acogida y la hoja de ruta consiguiente. Una fiscalidad favorable, un modelo de soporte, una facilidad de contratación, beneficios a la inversión externa y eliminación de toda fricción legislativa serían clave. Hay tiempo, poco, pero hay.

En mi caso, y a pesar de que me traslado a Barcelona en los próximos meses, trabajaré con el IDA en un programa que precisamente va a trabajar en este escaparate que atraiga inversión, talento, tejido y desarrollo. ¿En España nos vamos a quedar pensando que las cosas se hacen solas? La mayoría de casos que he conocido desde el pasado jueves de empresas que están en ronda de inversión en series avanzadas A o B dicen lo mismo: ‘se nos ha complicado seriamente nuestra viabilidad a corto y medio plazo. Estamos pensando en irnos pues nos lo aconsejan nuestros inversores. ¿A dónde?

El dinero es miedoso, quedó claro el viernes en las bolsas. El dinero inversor quiere las cosas tranquilas y claras. El venture capital seguirá disponible pero lo hará en empresas que estén en escenarios estables. Es una oportunidad única para modular un espacio atractivo en otros países. Es la gran oportunidad española, y si me apuras, ‘la gran oportunitat de Barcelona’.

Quedarán elementos que se verá cómo se aplican en el Reino Unido en los próximos meses como las leyes de privacidad que se deriven de la que la UE aplicará en 2018. Si el Reino Unido no se acoge a dicha nueva regulación puede que la UE bloquee el almacenamiento de información de los europeos en los centros y empresas digitales británicas lo que complicaría mucho todo. Esa irregularidad permite seguir viendo poco claro el futuro. Aunque al final lo dispongan, lo acepten, no lo sabremos en breve por lo que si nos damos prisa nos adelantaríamos a cualquier decisión si cabe.

Ellos se han querido ir. Es dramático pensar que las generaciones de mayor edad han decidido irse de Europa, el futuro fuera de Europa de las generaciones más jóvenes. Es terrible pensar que los ciudadanos con menos futuro físicamente hablando son los que han hipotecado definitivamente el de los que sí lo tienen. Sin embargo la situación es la que es y en esto de los negocios y la socioeconomía no sirve lamentarse. Unos se van y otros seguimos. Aprovechemos la situación en lugar de quejarnos y lamentarnos del desastre que anuncian muchos.

No hubo ningún descubrimiento sin pasar por océanos violentos y está claro que cuanto más tarden los británicos en decidir si abrazan la legalidad europea o definen una propia muy distanciada de la nuestra, mayor será la oportunidad de ofrecer expectativas al sector tecnológico mundial ahora ubicado en Londres o que tenía pensado ir allí. Es nuestra oportunidad.

Obviamente esto no es fácil ni barato. Las acciones de las grandes corporaciones cayeron y seguirán cayendo aunque en menor medida durante algún tiempo hasta que empiecen a recuperarse al ver que no se acaba el mundo todavía. Tardará en equilibrarse todo pero lo hará. El 90% del sector tecnológico se opuso al ‘Brexit’ lo que evidencia que saben que no es una buena noticia. No lo es en términos de talento pues las barreras migratorias serán un problema, las barreras comerciales creará incertidumbre en el ‘hub’ logístico británico afectando a Amazon especialmente que tendrá que replantearse su estrategia europea totalmente, en la aplicación de la ley de datos o las de desarrollo de plataformas de economía colaborativa que quedan a expensas de normativas distintas.

En definitiva, tras hablar y tratar el tema en Londres el pasado viernes, en Dublín el sábado y hoy, que estoy en Belfast, ya he desayunado con ello, tengo la sensación que hay más oportunidades que accidentes. El problema es el de siempre, la hoja de ruta y las prioridades. Si nadie pone el acento en lo que puede ser bueno de todo esto para otros países nos seguiremos lamiendo las heridas analógicas y dejaremos pasar una oportunidad de acelerar el crecimiento de la economía del conocimiento en nuestros países.

El Brexit no va a ser inmediato. El primer ministro David Cameron indicó el viernes  que esto va para largo. Junkers quiere que sea rápido. Yo espero que se lento, cansino. Cuanto más tiempo dure la incertidumbre mejor para nosotros. Al revés de lo que escucho, Europa se irá adaptando a esa incertidumbre. Si cada país se pone en guardia y define una política conjunta y definida para adaptarse a una UE sin el Reino Unido los efectos serán menos duros de lo que se nos anuncia. En cambio, cuanto más tarden en irse y durante más tiempo los mercados, los inversores y los creadores no tengan claro como acaba el tema en el territorio británico, menos ganas de invertir y desarrollar. Ellos lo decidieron, es lo que hay.

Ahora nos toca, tras el susto, aprovechar que el portero se ha quedado con dos defensas y nosotros tenemos tres atacantes. No es fácil, pero es factible. Me niego a verlo medio vacío ni medio lleno, lo sigo viendo por llenar. Hemos pasado un etapa económica devastadora. No viene de otra, pero a ver si esta vez, la aprovechamos para construir algo mejor y no sólo para quejarnos.

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