Empleos de alto valor que se van a ventilar los robots ya mismo.

¿Te preocupa que los robots te quiten tu empleo? El Financial Times te echa una mano para ver si lo tienes crudo o no. A través de una aplicación puedes comprobarlo. Introduces tu sector, tu especialidad y las actividades que desarrollas y, en un instante, la calculadora del McKinsey Global Institute te dice el riesgo que tienes de ser sustituido en los próximos cinco o seis años por un artilugio robótico o un sistema inteligente. Habla de que como máximo será un tercio de esos empleos los que sufran la sustitución traumática. 'Solo' uno de cada tres. Hagan sus apuestas. Tengamos en cuenta que ‘robot’ en este caso serían algoritmos inteligentes que se ejecutan en plataformas informáticas diseñadas y entrenadas específicamente para sustituir a humanos en tareas que ahora realizan estos. 

 

¿Te preocupa que los robots te quiten tu empleo? El Financial Times te echa una mano para ver si lo tienes crudo o no. A través de una aplicación puedes comprobarlo. Introduces tu sector, tu especialidad y las actividades que desarrollas y, en un instante, la calculadora del McKinsey Global Institute te dice el riesgo que tienes de ser sustituido en los próximos cinco o seis años por un artilugio robótico o un sistema inteligente. Habla de que como máximo será un tercio de esos empleos los que sufran la sustitución traumática. 'Solo' uno de cada tres. Hagan sus apuestas. Tengamos en cuenta que ‘robot’ en este caso serían algoritmos inteligentes que se ejecutan en plataformas informáticas diseñadas y entrenadas específicamente para sustituir a humanos en tareas que ahora realizan estos. 

 

De los resultados hay cinco que no suelen salir en las habituales listas del Top Five de la Robocalipsis y que, si se detalla adecuadamente el formulario, se muestran como en zona de alerta. Se trata de algunos mandos intermedios, los comerciantes de productos básicos, los redactores de informes, los contables y los médicos. Es muy curioso apreciar como los llamados ‘empleos de alto valor’ pueden estar en mayor riesgo que otros que se les considera de menor escala. Es muy improbable que los asistentes y enfermeros sean sustituidos por robots por su necesaria actividad 'humana', pero los doctores podrían encontrar un serio contrincante a la hora de diagnosticar en la inteligencia artificial.

Según la Universidad de Oxford, el 47% de los empleos en el mundo occidental se van a automatizar en dos décadas. Si tienes treinta años o cuarenta, en algún momento te va a tocar sí o sí. Ya sabemos que los que tienen que ver con las tareas repetitivas, conductivas o de escasa necesidad creativa, tienen los días contados. No obstante, la versión oficial de todo esto es más que revisable. Ahora bien, hay cinco profesiones de ‘cuello blanco’ que van directas a la gran batalla contra una máquina y que, según uno de los grandes consultores de empleo en el mundo, Shelly Palmer, tienen los días contados. Al final del artículo procuraré dar la clave para no sucumbir a este ‘susto o muerte’.

Quedan esperanzas. The National Academies of Sciences, Engineering and Medicine convocaron un comité para investigar el impacto de la tecnología en los empleos. En un estudio de 184 páginas, 13 expertos en economía e informática concluyeron que no tienen suficientes datos para determinar exactamente cómo la automatización, los robots y las innovaciones están afectando el empleo. Sin embargo si que hay datos. Muchos ejemplos que demuestran como está derivando. Casos concretos como el de Fedex u otros. De hecho hay gente que ya habla de que el empleo, como concepto, va a desaparecer en 60 años. Para todos los gustos. 

Pero vamos a los cinco que comenta Palmer:

Gerentes de proyectos. Si tu vida gira en torno de la creación y control de bases de datos, hojas de cálculo y software de gestión de proyectos, los robots te están apunto de sustituir. Todo cuanto realizas y que tiene una base analítica lo puede hacer un software, aprender rápido y mejorar lo que haces. Esto va de reducir los costes de ejecución y aumentar los beneficios por eficiencia.

Los vendedores y comerciantes de productos básicos, así como los responsables de compras de esos mismos productos. En todo proceso de compra y venta de las denominadas ‘commodities’, las variables que se manejan en la negociación tienen que ver con las especificaciones técnicas, el precio y la disponibilidad. En ese campo, un algoritmo capaz de analizar inteligentemente todo ese proceso pronto logrará mejores resultados que cualquier ser humano. Al final esto va de resultados y de cifras. Mayor beneficio y menor costo.

Redactores, periodistas y algunos autores. Aunque se contempla el hecho que escribir es algo complejo, redactar informes y noticias básicas no lo es tanto. Analizar documentación, investigar imágenes, o conversaciones y convertirlo en un informe ya es algo que sucede y que sólo hará que aumentar su calidad y precisión.

Contables, gestores y analistas financieros. La contabilidad robótica todavía está en fases iniciales pero actualmente ya interviene en infinidad de asuntos que, hasta hace muy poco, requería de supervisores humanos. La analítica financiera, la gestión contable y el asesoramiento económico tiene un duro escenario desde el punto de vista laboral y de reinvención.

Algunos médicos también lo tienen complicado. Por lo menos los que tienen que ver con la identificación de enfermedades y aplicación de tratamientos. Algo que, por otro lado, parece una buena noticia si atendemos a las necesidades del planeta. La población mundial rozará los 10.000 millones en apenas tres décadas. Va a ser improbable que la medicina pueda atender de un modo humano a esa población. El coste de un médico robótico será mucho menor y su capacidad de atención muy superior. La precisión quirúrgica de un brazo armado conectado a un algoritmo inteligente será tan sorprendente como la velocidad a la que se realice cualquier operación. Ya está sucediendo. Watson de IBM ya curra de médico en una docena de clínicas americanas.

Estas son cinco, pero hay muchas más profesiones. La idea es que tengamos claro que no hay territorio intocable, empleo que se libre ni escenario previsible. Cuando hablamos de ‘como va a ser el futuro’ debemos ir con cuidado. ¿Recuerdas que país mostró en la Expo de Sevilla’92 su plan de desarrollo de algo llamado Internet? Ninguno, nadie hablaba de Internet en la feria de la Innovación por excelencia en aquellas fechas. Nadie. Un lustro después, la red era parte de nuestra vida. Dos décadas más tarde era toda la vida.

Por lo tanto, cuidado con anunciar como será el mundo en 2100, 2074 o 2030. Con hablar de los próximos cuatro o cinco años vamos listos. Mi consejo a empresas, directivos, empleados y clientes en general es tratar este asunto por partes. Primero aceptando que todos tenemos los días contados. Por lo menos en el modo en el que trabajamos. Vamos a trabajar distinto, todos. Por eso es imprescindible prepararse para ello.

El progreso tecnológico ni es bueno ni es malo, sencillamente es. No hay que enfrentarse a él, hay que entenderlo, formarse, abrazarla. La tecnología no viene a ayudar por definición a nadie en particular. En todo caso viene a mejorar las cosas que se hacen. Si te pilla por medio se te ventila. Por eso es mejor adaptarse y modificar lo necesario para que el equipo formado entre tecnología y yo mismo sea una multiplicación exponencial y no una división irremediable.

La gran noticia es que sabemos que viene. No se va a parar. Sabiendo eso no tenemos otra que prepararnos. Negarlo o pensar que ‘me queda tiempo’ es tomar un riesgo que pasará factura. La pregunta no es si ‘me tocará o no’, la cuestión es ‘cuando me tocará y con que tecnología sucederá’. Todos los empleos que van a ser sustituidos, automatizados y robotizados pueden ser, a la vez, generadores de otros espacios laborales que potencien a tu empresa. No lo veas como un riesgo únicamente, míralo como una oportunidad, como una ventaja de incalculable valor.

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Un pequeño paso para un robot, un gran salto para la robótica.

Mientras que los titulares que aparecerán en los próximos días sobre robots van a centrarse en que un chino se ha casado con un robot ‘femenino’ que él mismo ha construido, otras noticias menos populares se van sucediendo. Me refiero a una que pasará desapercibida y que tiene una importancia gigantesca. Ya disponemos de brazos armados robóticos que agarran y manipulan objetos desconocidos decidiendo que hacer con ellos en base a la naturaleza de los mismos. Esta noticia acorta el tiempo que tenemos los humanos para ir ocupando el espacio que la historia y la tecnología nos van a reservar.

Mientras que los titulares que aparecerán en los próximos días sobre robots van a centrarse en que un chino se ha casado con un robot ‘femenino’ que él mismo ha construido, otras noticias menos populares se van sucediendo. Me refiero a una que pasará desapercibida y que tiene una importancia gigantesca. Ya disponemos de brazos armados robóticos que agarran y manipulan objetos desconocidos decidiendo que hacer con ellos en base a la naturaleza de los mismos. Esta noticia acorta el tiempo que tenemos los humanos para ir ocupando el espacio que la historia y la tecnología nos van a reservar.

Resulta que escondido en una pequeña nave industrial de la ciudad de Somerville, un brazo robótico se pasa el día recolectando objetos aleatoriamente de una cinta transportadora y las clasifica. Botellas de plástico, alimentos, latas o espuma de afeitar son su menú. Aunque su configuración actual es una especie de banco de pruebas está claro que en breve todas las tareas de picking, inclusive de tipo más doméstico y menos industrial, podrán ser adoptadas por este tipo de automatismos. La clave, en este caso, es que el bicho piensa.

No se trata de un humanoide. Muchas veces he dicho que el futuro de los robots tendrá muy poco que ver con la pinta que tienen en las películas de ciencia ficción. Sus formas dependerán exactamente de la función que cumplan. En este caso, con sólo ser un brazo armado y mecánico conectado a un cerebro artificial será suficiente. No necesitaremos que parezca una persona sintética. Eso se lo dejamos al chino de antes. La frontera entre robots que repiten tareas indefinidamente y robots que son capaces de discernir es muy grande. Superarla ha sido uno de los desafíos más importantes de la robótica históricamente. Y ya la hemos cruzado.

La selección de diferentes tipos de objetos apilados en un contenedor puede sonar algo simple, pero sigue siendo un gran reto para los robots, especialmente si los objetos 'no le son familiares’. Los humanos son capaces de interpretar cómo la morfología de un objeto solo con verlo. Siglos de experiencia y evolución nos avalan. El ejemplo de que es muy complicado automatizar este tipo de tareas completamente lo tenemos en Amazon. A pesar de tener robots por todas partes solo han podido incluir robots recolectores en algunas fases de sus centros. En ningún caso tienen mecanismos que seleccionen y piensen sobre lo que recogen. Por eso el salto es tan importante.

El sistema de RightHand Robotics agarra objetos usando una mano con dedos con una copa de succión en su centro. Una cámara está incrustada en la mano para ayudar a determinar qué apéndice utilizar y cómo captar el elemento. La empresa emplea el aprendizaje automático para refinar su algoritmo de control a lo largo del tiempo, y los trucos aprendidos por un robot son devueltos a un servidor en la nube para que puedan ser compartidos con otros ‘compañeros’. El principio del final de algunos empleos se ha acelerado. De ahí que sea tan urgente repensarlo todo, interferir en lo que los humanos vamos a tener que hacer sino queremos hacernos daño.

Además del escenario de la cinta transportadora, los desarrollos en los que ahora están ocupados en RightHand Robotics incluyen una configuración diseñada para igualar la de una empresa que envía paquetes de cosméticos adaptados a clientes individuales. El sistema de la empresa puede recoger los artículos de un cliente de varios contenedores diferentes colocados junto a un carrusel circular. Tras varias acciones aprende a captar diferentes objetos. Si no lo toma bien al principio, con pocos intentos lo logra y lo identifica perfectamente.

Que los desarrollos automatizados aprendan es la clave. Que piensen es definitivo. Los coches autónomos no serán autónomos hasta que diferencien entre ‘no debes atropellar a un ser humano’ y ‘lo que significa atropellarlo’. Lo mismo con este tipo de objetos animados. De seleccionar encadenadamente objetos gracias a sensores, a distinguirlos por aprendizaje hay un salto cualitativo importante.

No nos damos cuenta de que los robots han empezado a ayudarse entre ellos. Este en concreto comparte lo que aprende con otros robots. Entre ellos mejoran, son muy listos. ¿Qué estamos haciendo nosotros? Seguimos lamentándonos. ¿Por qué no aceleramos en la formación, estimulación y desarrollo de las aptitudes que nos hacen mejores profesionales cuando nos mostramos más humanos? La intuición, la creatividad, la empatía, la emoción y el razonamiento siempre serán las herramientas. El resto no. Tú mismo. Puedes seguir atendiendo a noticias sobre robots que se casan o empezar a formarte en lo que tu mundo va a pedirte en cinco minutos.   

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Innovación, Robotica, Tecnologia Marc Vidal Innovación, Robotica, Tecnologia Marc Vidal

Olvida la versión oficial. Los robots no te van a quitar el trabajo de momento.

El empleo del futuro está en juego. Todo el mundo parece estar de acuerdo. En cada conferencia que ofrezco o en cada curso que imparto a empresas, el temor a un futuro incierto es algo previo que está como instalado mayoritariamente. La impresión inicial siempre es la misma. Se está tatuando socialmente una especie de discurso oficial acerca de que la tecnología ha llegado para destruir la ocupación que, aparentemente, tan bien habíamos estructurado. Permitidme que ponga en duda esta última afirmación.

El empleo del futuro está en juego. Todo el mundo parece estar de acuerdo. En cada conferencia que ofrezco o en cada curso que imparto a empresas, el temor a un futuro incierto es algo previo que está como instalado mayoritariamente. La impresión inicial siempre es la misma. Se está tatuando socialmente una especie de discurso oficial acerca de que la tecnología ha llegado para destruir la ocupación que, aparentemente, tan bien habíamos estructurado. Permitidme que ponga en duda esta última afirmación.

Es evidente que la automatización se está llevando por delante a muchos espacios de trabajo. Un informe reciente del Instituto McKinsey Global estimó que el 49% de las actividades laborales van a ser ser totalmente automatizadas. Esto afectará inevitablemente a 1.100 millones de trabajadores en todo el mundo. A esta cifra demoledora, que no es preciso ser un lumbreras para identificar las razones que lo van a provocar, siempre se le incorpora otra inferior que habla de los empleos que se crearán por el mismo motivo vinculado a la innovación tecnológica. Siempre es una cifra cuantitativamente menor.

El discurso oficial dice que ‘no vamos a crear tanto empleo como el que vamos a destruir’. Esa afirmación es tan superficial como otras que no consideran el hecho de que probablemente lo que va a pasar no es que se destruyan únicamente empleos sino que el concepto que representa el contrato social llamado ‘trabajo’ va a cambiar como nunca antes lo hizo. Ahí estará la clave. Como también el modo en el que las empresas, y a eso dedico mis esfuerzos cada día, interpreten como un valor añadido esa combinación futura entre ‘transformación digital’, automatización y robotización con el aumento de plantillas humanas. Sí, es posible. Robotizar destruyendo unos puestos concretos para crear muchos otros.

Gracias en parte a más robots en sus centros de cumplimiento, Amazon ha sido capaz de reducir los costos de envío y traspasar ese diferencial a los clientes. El envío más barato estimula a los potenciales clientes a utilizar Amazon. El resultado siempre ha sido el mismo. La compañía contrata a más trabajadores para resolver esa demanda creciente y una respuesta personalizada en la postventa. Más robots, más automatismos que permiten a su vez más humanidad.

El caso de Amazon es paradigmático. ¿Qué hacen los robots, y qué hacen las personas? Las tareas que involucran habilidades motoras al detalle, análisis o imprevisibilidad son gestionadas por personas. Los robots sólo pueden operar en un ambiente controlado, realizando tareas regulares y predecibles. Acciones que requieren fuerza o, incluso, el traslado de estanterías enteras facilitando la parte final del proceso de empaquetado que terminan los seres humanos.

A veces se nos presenta un mundo en el que en pocos años los robots y la tecnología será capaz de llevar a nuestros hijos al colegio. Eso en las películas está muy bien pero la realidad va a ser algo distinta. Es cierto que van a pasar cosas tremendamente disruptivas pero hay que tener una medida objetiva para todo ello. He visto tecnología que va a cambiar el mundo en breve, pero también he oído de otras que se les otorga cualidades que no tiene ni tendrá de momento. Los coches autónomos o las criptomonedas son un ejemplo.

En Amazon o en otros grandes almacenes multiproducto que están trabajando de un modo similar, los robots mueven estantes y los llevan a donde un empleado, sin tener que hacer el trabajo duro, empaquetando y enviándolo a su destinatario. De momento en esa cadena un humano es más operativo en la selección del artículo correcto. Al terminar esa colecta el robot se lleva la estantería a su lugar de origen. El análisis del espacio que requiere la carga del camión de reparto es otro de los puntos en los que la intervención humana detallada maximiza el espacio y mejora el beneficio logístico de la empresa.

De momento, más robots significa más humanos. Desde que adquirió la empresa de robótica Kiva Systems, con sede en Boston, en marzo de 2012, por 775 millones de dólares, Amazon ha incrementado el uso de robots y continúa invirtiendo muchísimo en automatización. Tanto para robots como para drones. En 2016, la compañía aumentó su fuerza de trabajo robótico en un 50%, de 30.000 a 45.000 unidades. Sin embargo, lejos de despedir a nadie, Amazon aumentó el empleo humano en torno al 50% en el mismo período de tiempo. El informe de resultados de la empresa para el cuarto trimestre de 2016 incluyó el anuncio de que planeaba crear más de 100.000 nuevos empleos a tiempo completo sólo en los EE.UU. durante los próximos 18 meses.

¿Es cierto que habría más trabajos si la gente estuviera haciendo el trabajo que ahora hacen los propios robots? ¿Podría ser que la productividad que estimulan al final beneficia a los propios humanos? Muchos de los empleos que Amazon está creando no existían hace un tiempo. Surgen de esa combinación máquina-humano. Es urgente establecer ese espacio de relación. Las empresas deben incorporar tecnología para ganar más en el medio plazo y nada indica que eso requiera despedir personas, sólo modificar su modo de trabajo y potenciarlo gracias a la digitalización y automatización de todos los procesos. Esto no va de temer el futuro. Va de desafiarlo.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Que los robots paguen impuestos es una muy mala idea.

El fundador de Microsoft, durante una entrevista que concedió a Quartz, se mostró escéptico sobre la capacidad de este mundo para gestionar una automatización veloz. A eso añade que para prevenir un desastre monumental los gobiernos deberán aplicar un impuesto robótico. Asegura que si esa automatización continua a la velocidad actual el desastre será bíblico. Realmente, su propuesta de tasar a los robots se basa en la necesidad de reducir la velocidad de esa automatización. Algo que como contesta The Economist es inviable.

El fundador de Microsoft, durante una entrevista que concedió a Quartz, se mostró escéptico sobre la capacidad de este mundo para gestionar una automatización veloz. A eso añade que para prevenir un desastre monumental los gobiernos deberán aplicar un impuesto robótico. Asegura que si esa automatización continua a la velocidad actual el desastre será bíblico. Realmente, su propuesta de tasar a los robots se basa en la necesidad de reducir la velocidad de esa automatización. Algo que como contesta The Economist es inviable.

A esas afirmaciones del Sr. Gates se han sumado centenares de economistas, expertos, defensores de un universo paralelo y derivados. Todos consideran que su teoría responde a gravámenes exactos y justos. Culpabilizan a una maquinaria de eliminar puestos de trabajo. Algo que por cierto ha pasado toda la vida. Pero en realidad no habla de eso. Bill Gates no está hablando de que los robots paguen el impuesto sobre la renta. Él sostiene que los robots deben ser gravados, ya sea en su instalación o en las ganancias que generen a costa del trabajo humano desplazado. Ese beneficio superior, según Gates, deberá utilizarse para capacitar a los trabajadores y, tal vez, para financiar servicios públicos sanitarios, educativos o del cuidado de ancianos o enfermos.

Suena a película futurista donde millones de robots trabajan para nosotros y, bajo un ocio cultural y maravilloso, los humanos esperamos que nuestros servicios públicos se transformen en derechos fundamentales. Eso va a costar. Básicamente porque para llegar ahí deberemos de desmontar todo un modelo económico que nos ha regido en cada revolución tecnológica. Y es que un robot no es más que una inversión de capital, como una computadora, una fundición o un tractor. Es aconsejable no gravar estas cosas. Si se hace se pone en riesgo el crecimiento de la producción. Una fiscalidad que disuada la inversión contrae la economía. Es contraproducente. Los que defienden lo que dice Bill Gates sugieren, a veces sin saberlo, que invertir en robots es algo así como hacerlo en una cadena de montaje automatizada. Aumenta la producción económica pero también impone un costo social. A esto se le llama ‘externalidad negativa’.

Pero el drama es inevitable y es bueno que se esté debatiendo en algún sentido. La rápida automatización amenaza con desalojar a millones de trabajadores de viejos empleos sin tiempo para absorberlos en otros nuevos. De ahí que ese teórico impuesto sobre los robots aparezca como salvación. Unos ingresos públicos que reduzcan ese drama y ayude a paliar los efectos de tipo social. Algo así, y guardando las diferencias, como hacemos con aquellos productores industriales más contaminantes que pagan impuestos superiores para desalentarlos a utilizar ese tipo de procesos que nos dañan a todos.

Muchos trabajadores serán desplazados por robots. Cierto. Como también muchos robots iniciaran funciones sociales en ámbitos de la salud, la atención, administración del estado, la función pública y la seguridad. El coste de todo ello se reducirá también. El coste ‘humano’ de la administración pública también bajaría. Y mucho. Digamos que los servicios que ahora son costosos para la administración podrían ser relativamente más baratos, logrando así una estabilidad social vinculada al bienestar garantizado.

Pero donde la idea de Gates flojea más es en la idea de que la automatización se está produciendo muy rápido. Si eso fuera así, si el desplazamiento de trabajadores por máquinas estuviera siendo tan acelerado y general, las tasas de crecimiento y productividad también lo harían de manera importante. Muchos defienden que es cierta esa velocidad. Algo que no está sucediendo en realidad. Sin embargo hay preguntas incomodas si fuera posible imponer ese tipo de estrategia. ¿Por qué reinstalar un modelo productivo automatizado y gravado impositivamente cuando la gente hace cola para hacer el trabajo con el salario mínimo? La propuesta de Gates y los defensores de los robots paganinis busca retrasar la automatización pero lo que provocarán es el retraso de la productividad.

En una automatización rápida los robots no deben ser un objetivo fiscal. Los robots no son más que una sustitución del trabajo por el capital. Gravar a los robots es un tema y la redistribución de ingresos públicos es otra. Vincularlos es dañar la productividad que al final solo lleva a más desempleo. Pretender que una empresa reduzca la velocidad de innovación porque pudiera parecer tóxica es un gravísimo error. El costo de producir la segunda copia o la mil millones de una pieza de software es aproximadamente cero. Cada conductor del camión necesita instrucción individual, pero un sistema de conducción autónomo se puede duplicar de manera infinita. Esa competitividad es inevitable. Intentar evitar con tasas e impuestos directos a la innovación no ayudará mucho a los trabajadores desplazados.

En todo caso los impuestos deberían ser, como siempre, sobre los beneficios y no sobre la inversión. Pero visto lo visto y sabiendo lo que sabemos, cuando alguien en el gobierno se de cuenta en una tertulia televisiva, en un encuentro con científicos o en los pasillos del algún ministerio, que este asunto es real y no algo que ha leído en diagonal en algún informe lejano, entonces la medida será de corte inmediato. Lo veo venir. Los impuestos a los robots molarán mucho. Tema inmediato, efectista, garantía de que los que se vayan al paro tendrán compensaciones y las empresas que los han sustituido por los malvados robots pagaran por ello. Ya verán que maniqueo será todo. Ya verán.

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No temas a los robots. Por suerte, no son humanos.

En las conferencias que he ofrecido estos últimos meses explico el valor añadido que supondrán los humanos en la transformación digital y robótica que vivimos. El papel que jugaremos las personas será relevante siempre y cuando entendamos el papel que vamos a tener que jugar. En alguna de esas charlas hay un momento en el que proyecto en el escenario una imagen de un robot participando en una especie de conferencia. Hasta ahora era una metáfora. Desde hace unos días, por lo menos desde mi propia experiencia, es realidad.

En las conferencias que he ofrecido estos últimos meses explico el valor añadido que supondrán los humanos en la transformación digital y robótica que vivimos. El papel que jugaremos las personas será relevante siempre y cuando entendamos el papel que vamos a tener que jugar. En alguna de esas charlas hay un momento en el que proyecto en el escenario una imagen de un robot participando en una especie de conferencia. Hasta ahora era una metáfora. Desde hace unos días, por lo menos desde mi propia experiencia, es realidad.

Durante el último Dublin Tech Summit celebrado hace un par de semanas en la capital irlandesa hubo un panel moderado por Gina London y compuesto por Ed Hoppit, Ben Jones y ‘George’, un Robot Thespian. Todos ellos discutieron sobre los avances de la robótica y el impacto que tendrá en el marco laboral futuro. Lo interesante del panel es que, de alguna manera, ‘los malos de la película’ estaban representados por uno de ellos. Siempre se acusa a los robots de ser los responsables de que el mundo se complique laboralmente. Sin embargo, el robot allí presente se defendió. George teorizó que en el futuro los robots ocuparán de forma completa el ámbito público humano. Básicamente para hacernos la vida más sencilla. 

Dejando de lado la anécdota sobre una conversación más dependiente de sistemas expertos que de inteligencia artificial, lo relevante es descubrir que los robots se han infiltrado en nuestras vidas y ni siquiera nos damos cuenta. Están por todas partes. Desde las cadenas de montaje hasta las recepciones de muchos eventos pasando por infinidad de pequeños mecanismos inteligentes a los que nos acercamos cada día e interactuamos sin darles el valor de ‘robot’ que realmente tienen. Ese hecho se llama ‘naturalización’ y poco a poco el volumen de efectos normalizados crece. La gente no detecta los robots que les rodean. Son parte de nuestro estilo de vida.

Además, sabemos que en muchos casos los procesos robóticos que hay por el mundo trabajando están conectados entre si y obtienen conocimiento de todo lo que sucede. No tienen conciencia pero si cada vez mayor conocimiento. Los robots hacen lo que queremos que hagan y cuando ponemos el grito en el cielo sobre el futuro que nos espera por ‘culpa’ de los robots es verdaderamente muy injusto. De hecho, el robot que ofreció su impresión sobre lo que allí se comentaba se defendió diciendo ‘los robots hacemos lo que se nos dice que hagamos, lo asombroso es lo que hacen los humanos con los robots’. Tiene gracia y mucha razón.

Lo terrible de la reflexión acerca del futuro que nos espera, es que suele analizarse desde la perspectiva que más audiencia ofrece. Empiezan a sucederse programas, reportajes y estudios para el fast food informativo que debe devorar sin digerir el gran público. Esa es la excusa que se nos ofrece y así nos va. Ahora toca la versión oficial de que el mundo se acaba y que llegan los robots. Las noticias se suceden. Han descubierto otro gran tema para acojonar al pueblo y tenerlo enganchado a esa televisión reportaje-show o tertulia-espectáculo.

Los robots no reemplazarán a los humanos, trabajarán con nosotros. Aunque los medios y la sociedad no conocedora de los entresijos de la investigación y avances en Inteligencia Artificial, expliquen o crean que vamos hacia la convivencia entre robots y humanos al más puro estilo cinematográfico, la realidad es mucho menos apasionante. Por lo menos durante mucho tiempo. La capacidad cognitiva que hemos logrado es brutal, y seguirá avanzando, pero eso no dejará de ser, sencillamente, el uso de una nueva herramienta y ahí deberá quedarse. La tecnología trabajará con los humanos, más que como seres humanos

Nos obsesionamos con recreaciones de robots humanoides hablando con nosotros como en esa conferencia. Sin embargo la historia será menos 'cool'. Los seres humanos sobresalen en áreas que implican metas auto dirigidas y juicios de valor y el lado más bien nebuloso del sentido común de las cosas. Las máquinas, sin embargo, son perfectas para la gran matemática, el descubrimiento de patrones y el razonamiento estadístico. Los dos escenarios están entrelazados. Conversaremos con máquinas, pero no nos sustituirán en lo esencial.

Y es cierto, sin embargo, que la AI avanza a una velocidad exponencial. Eso es evidente. En la década de 1990, Deep Blue de IBM, perdió ante Garry Kasparov, el mejor jugador de ajedrez del mundo en ese momento. Un año después el sistema estaba preparado para derrotar a Kasparov. Go, un juego de razonamiento estadístico para descubrir patrones, fue el siguiente a enfrentar humanos y máquinas. El software inteligente en el que había trabajado Google venció al campeón mundial Lee Sedol el año pasado.

En ambos casos se trataba de estudios estadísticos y las máquinas fueron finalmente capaces de procesar suficientes datos para prosperar en juegos de movimientos restringidos, con parámetros estrictos. Pues en otros ámbitos también logran pensar mejor que nosotros. Libratus superó una de esas limitaciones hace unas semanas cuando este programa desarrollado por la Universidad Carnegie Mellon derrotó a cuatro jugadores de Póker profesionales. La AI demostró que podía entender el idioma, la habilidad, el farol, la comunicación y, especialmente, tenía una capacidad superior para comprender el riesgo y la recompensa.

Las máquinas se esfuerzan por entender el lenguaje. Es básico, si quieren ayudarnos. No es un riesgo, es una ventaja que lo logren. Según piensa IBM especialmente, vamos hacia el asistente cognitivo, un valor añadido a nuestro día a día donde nosotros, si lo aprendemos a llevar, seremos mejores y más humanos. Como digo muchas veces, ‘los robots han venido a ayudarnos a ser más humanos’. No los temas, no son personas. Que se sepa, la humanidad no ha demostrado todavía mucha capacidad para organizar este rompecabezas llamado sociedad.

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¿Qué debes hacer antes de que te sustituya un robot?

Durante la Copa Mundial de Clubes de la FIFA celebrado hace unos días en Japón, hubo un debate acerca del uso de tecnología asociada a la toma de decisiones arbitrales durante los partidos. Hay quien lo critica pues elimina, dicen, la esencia de ese deporte y aplaca una especie de improvisación que, dicen también, pertenece a su idiosincrasia. Otros, por el contrario, afirman que la tecnología llega a todo y el deporte ‘rey’ no puede ser una excepción. Algo que sucede en el Rugby, el tenis y en una infinidad de deportes, se muestra complejo de aplicar en el fútbol. 

Durante la Copa Mundial de Clubes de la FIFA celebrado hace unos días en Japón, hubo un debate acerca del uso de tecnología asociada a la toma de decisiones arbitrales durante los partidos. Hay quien lo critica pues elimina, dicen, la esencia de ese deporte y aplaca una especie de improvisación que, dicen también, pertenece a su idiosincrasia. Otros, por el contrario, afirman que la tecnología llega a todo y el deporte ‘rey’ no puede ser una excepción. Algo que sucede en el Rugby, el tenis y en una infinidad de deportes, se muestra complejo de aplicar en el fútbol.

No me interesa mucho ese debate pues, tarde o temprano, se impondrá la lógica y la lógica de nuestros tiempos habla sólo de eficiencia y velocidad. Precisamente la crítica viene dada porque una vez el árbitro decide revisar la situación visualizando una pantalla desde el propio campo, la decisión sufre un retraso insoportable desde el punto de vista de un espectáculo. Por ello, estoy seguro, el futuro de este y otros deportes cuya implicación tecnológica será cada vez mayor, no pasa por la combinación de la tecnología y la interpretación sino por la única decisión arbitral de un software y unos sensores que le den apoyo.

Se trataría de que un sistema experto, o un desarrollo en inteligencia artificial, analice en décimas de segundo cualquier jugada y determine lo que ha sucedido por compleja que parezca. Sin error posible. El ser humano está aceptando muy rápido la incorporación de todo tipo de automatismos y robots en sus espacios de ocio. El papel del árbitro deberá ser otro. Probablemente un papel vinculado a la mejora de esos modelos de arbitraje sintético. Un oficio nuevo que tenga que ver con la gestión analítica y la aportación de un conocimiento creativo a esas máquinas que harán el trabajo sucio. Un tipo de empleo que desconocemos pero que estoy seguro será necesario y que, además, deberá ser hecho por expertos en lo que esté haciendo ese robot.

La clave es entender que ese camino ha empezado en muchas profesiones y la única salida es cambiar el ‘chip’ del cómo trabajamos. La pregunta no debe ser ¿un robot ocupará mi puesto de trabajo? Eso es evidente que pasará. Pregúntate ¿qué nueva ocupación debería de tener yo mismo para que ese robot haga su trabajo mejor que nadie? ¿Cuál será mi oficio en ese nuevo escenario? ¿Cómo me preparo para cuando llegue la disrupción a mi empresa, a mi tipo de empleo? ¿Qué tecnologías van a provocarlo? ¿Las conozco? ¿Estoy preparado o formado? Respóndete con urgencia.  

Probablemente si eres árbitro en muchos deportes puedas esperar. No mucho, pero puedes esperar. Sin embargo si tu empleo tiene que ver con el momento de pago en un supermercado, con el de un bibliotecario, un servicio de operador de tele-marketing, con un laboratorio de fotografía, con una agencia de viajes o eres un manager en Social Media, por nombrar algunos, te urge pensar cómo reconvertir tu oferta personal. Hay muchos más pero ejemplifico con uno.

Para un bibliotecario el horizonte es muy complejo. En Irlanda, por ejemplo, se están construyendo 23 bibliotecas sin personal humano. Todo estará automatizado. Sin embargo, un grupo de profesionales, ofrecieron voluntariamente sus servicios de asesoría a los lectores en las dos primeras construidas y puestas en marcha. El éxito fue tal que la red pública ha decidido repensar el tipo de empleo del bibliotecario en ese país.

El papel humano será relevante, pero hay que hacer reset previamente. Toca innovar en el valor añadido que debe ser el que proviene de los humanos y aportárselo al uso de esa tecnología asociada. Un humano nunca será más rápido, más eficiente, más barato que un robot que busca, identifica incluso tu gusto y te trae el libro que ‘necesitas’ casi antes de tú saberlo gracias a la inteligencia artificial y el Big data. Sin embargo, existe una textura social que no lograrán, de momento, aportar.

La investigación por parte del bibliotecario, por seguir con este ejemplo, va más allá del cálculo y el análisis de gustos, su aportación creativa a ese estimulante momento de recomendar un libro o contar porque es una lectura fantástica para un lector determinado, son, o podrían ser, las directrices de un nuevo modo de trabajar. No es competencia a los robots, en todo caso será colaboración con ellos. No vienen a destruir empleo, vienen a permitirnos trabajar de otro modo mucho más humano. Sino lo vemos pronto y adoptamos medidas en ese sentido, muchísima gente se va a encontrar totalmente perdida.

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El sexo robótico. No es lo mismo Inteligencia Artificial que Conciencia Artificial.

Entre las muchas lecturas sobre Inteligencia Artificial e innovación robótica que selecciona mi lector de feeds, programado para entregarme artículos o noticias que puedan encajar con lo que busco a diario, cada vez hay más enlaces hablando de un hipotético futuro inmediato dónde humanos y robots compartiremos juegos sexuales.

Entre las muchas lecturas sobre Inteligencia Artificial e innovación robótica que selecciona mi lector de feeds, programado para entregarme artículos o noticias que puedan encajar con lo que busco a diario, cada vez hay más enlaces hablando de un hipotético futuro inmediato dónde humanos y robots compartiremos juegos sexuales.

Es obvio que en gran medida muchos de esos artículos buscan sencillamente a partir de un titular y una foto el click impulsivo y la lectura, cómo mínimo, en diagonal. Cierto que yo estoy haciendo lo mismo. Una licencia que me tomo hoy para ejemplificarlo. Sin embargo, sin abandonar el asunto de los robots sexuales, quisiera profundizar previamente en un tema que, precisamente en este campo, toma un matiz realmente interesante. Cuando hablamos de robótica con Inteligencia Artificial no estamos hablando de Conciencia Artificial.

Hay que dejar claro que las diferencia entre Inteligencia Artificial y Humana radica en que la segunda otorga un elemento de conciencia que jamás podrá tener la primera. Por lo menos no con el modelo de desarrollo tecnológico que conocemos ahora. Asumiendo que la Inteligencia Artificial es un elemento totalmente distinto a los Sistemas Expertos (ver este otro artículo dónde los diferencio), es cierto que su modelo y arquitectura puede generar aprendizaje, pero nunca conocimiento de ese aprendizaje.

A veces nos gusta pensar que algunas historias cinematográficas puedan llegar a ser verdad en un tiempo comprensible para el ser humano, pero la verdad es que hay desarrollos que deberán utilizar una modalidad totalmente distinta a la que ahora ocupa la innovación en AI o, lo que cuentan esas películas o libros de Ciencia Ficción, no serán nunca posible. De hecho es bueno saber dónde está la limitación de todo ello para entender cual va a ser el su papel futuro en la economía, sociedad y cultura.

La capacidad de interpretar los indicadores biológicos como emociones, estados de ánimo y muy seguramente adaptarse a sus necesidades es algo humano y la Inteligencia Artificial, cómo mucho puede tener comportamientos inteligentes, imitando el funcionamiento de la mente humana. 

Desde mediados de los cincuenta con Alan Turing y luego John Von Neumann la idea central de la computación inteligente se ha basado en el modelo del cerebro humano. Y desde entonces la evolución ha sido notable. Sin embargo, si comparamos la composición de un ‘cerebro artificial’ y uno humano, el primero todavía parece un simple juego de tres en raya.

Ahora bien, la innovación en temas de Inteligencia Artificial no paran de aumentar. De hecho no sólo los avances, sino la previsión de ellos. Algo que diferencia nuestro tiempo de otros es que ahora hacemos cosas, diseñamos cosas y preparamos cosas para cuando tengamos la tecnología o conocimiento en el futuro que la puedan utilizar. Por ejemplo, Google ha codificado algoritmos para codificar pensamientos, para que en una década las máquinas puedan tener sentido común. Las referencias genéticas y nuestra capacidad de generar ‘conciencia’ es lo que nos diferencia de ellas hasta el momento.

En una conversación el doctor López de Mántaras, pionero en la creatividad computacional en la UPC, decía que la diferencia entre nuestra inteligencia, de tipo generalista, y la de un sistema artificial. Comparaba el hecho de que ‘quizá ninguno de nosotros puede jugar al ajedrez al nivel de Deep Blue o de un gran maestro, pero después de jugar al ajedrez te puedes poner a jugar al dominó o a las cartas. Y después abres un periódico, te vas a la sección de economía y puedes entender un artículo. Las inteligencias artificiales actuales, sin embargo, son lo que llamaríamos sabios idiotas, saben hacer muy bien una sola cosa. Las inteligencias artificiales actuales son como sabios idiotas, saben hacer muy bien una sola cosa’.

Ahora bien, podría ser que estemos considerando que la Inteligencia Artificial debe ser una imitación de la humana y tal vez ahí esté el error principal. Es muy probable que en el futuro, dentro de muchos años, la inteligencia sintética sea muy distinta de las humana. En el mundo no hay una sola inteligencia. La de un elefante, la de un delfín, la de un perro, la de una colonia de hormigas o la nuestra son distintas. Por ahí podría ir, pero en todo caso, hablamos de una evolución a muy largo plazo aun.

Por eso es importante reducir el espacio de análisis y acercarnos a lo que ahora es factible y en sus afectaciones inmediatas en lo laboral, social y personal incluso. De hecho la inteligencia artificial ya está en todas partes. En ocasiones no la vemos porque es un componente de un sistema más complejo. ‘Los buscadores de información no serían tan sofisticados sin la inteligencia artificial. Los videojuegos de ordenador están repletos de inteligencia artificial y los sistemas de visión artificial para los controles de calidad en las fábricas o en diagnóstico médico. Está en algunos sistemas para operar, en los que el movimiento que hace con sus manos el cirujano se aplican indirectamente de una forma mucho más precisa y sin el más mínimo temblor.’

Y también se está empleando en el descubrimiento de nuevos fármacos. Ahora, en lugar de esperar a descubrir por casualidad beneficios colaterales, hay programas en farmacología que con la inteligencia artificial permiten estudiar de forma sistemática qué fármacos ya existentes pueden tener otra utilidad que no se conocía.

Pero volviendo al asunto con el que empezaba el artículo y que justifica el título y la foto que encabeza. El asunto de la conciencia está por ver como y cuando puede empezar a analizarse si es que se produce, pero de momento ya tenemos los primero robots sexuales con sistemas inteligentes capaces de interactuar con sus compradores.

En concreto hay dos empresas en el mundo que quieren rentabilizar sus desarrollos en este sentido. Una de ellas es la de Matt McMullen, Abyss Creations, que vende muñecas tremendamente realistas de mujeres u hombres con aspecto ‘atractivo’ y con total ‘disposición’ a satisfacer sexualmente a cualquier ser humano. Las ventas son generalmente de muñecas aunque existen modelos masculinos. El catálogo se presenta bajo la licencia ‘RealDoll’ y aseguran que están muy cerca de incorporar elementos de hardware y sensores capaces de reaccionar a estímulos orgánicos y acciones ejercidas por la ‘pareja’ humana.

A este elemento de sensibilidad se le sumará una antena interior capaz de conectarse con un servidor que haga las funciones de cerebro artificial. La potencia de computación se hará en remoto de manera que pueda ser mucho más potente.

Según la empresa, la vida de mucha gente esta apunto de cambiar definitivamente. Hay analistas que se han mostrado preocupados tras conocer los desarrollos que están disponibles para su distribución. De hecho hay una organización en contra de este tipo de uso de los robots. Aseguran que no estamos preparados para interactuar con objetos animados, sexualizados e inteligentes de este tipo.

Abyss lanzará una aplicación artificialmente inteligente en el primer trimestre de 2017 dentro de una de la cabeza de una de sus muñecas. En teoría será intercambiable con el cuerpo de manera que podrás tener diferentes opciones de ‘personalidad’ combinable con el cuerpo que desees. A mi todo esto se me hace hasta complicado de escribir.

Este ‘tetris’ robótico nace de un software y un hardware que, en combinación, permitirán a las muñecas reaccionar con realismo a los estímulos, incluyendo preguntas y conversaciones básicas mucho más evolucionadas que por ejemplo el caso de los asistentes tipo ‘Siri’.

Se habla mucho de cómo la AI afectará a nuestro trabajo, nuestros modelos de relación social, de cómo hoy en día permiten ya muchas innovaciones recurrentes o como piensa por nosotros en infinidad de acciones diarias. Pero se habla poco, porque puede parecer pura Ciencia Ficción, cómo la robotización de la intimidad puede afectar a un escenario personal, familiar o particular.

Independientemente de que lo que más me interesa es analizar el valor de ‘conciencia’ que les daremos los humanos en un escenario de intimidad o de relación casi humana, que si éstos tendrán derivaciones de tipo sexual. Parece que los robots, a parte de centenares de empleos, también afectarán al oficio más antiguo del mundo. Potente artículo al respecto de Eleanor Hancock titulado 'Are prostitutes’ robots?'. Quien sabe.

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Conferencias, Robotica, Tecnologia Marc Vidal Conferencias, Robotica, Tecnologia Marc Vidal

La robotización del sector hotelero. Noticias que llegan del futuro inmediato.

El pasado jueves ofrecí una conferencia en Aranda de Duero, Burgos, en la que con la participación de la audiencia nos preguntábamos hasta que punto estamos preparados para abrazar la denominada ‘Cuarta Revolución Industrial’. Es muy probable que lo que estamos viviendo no difiera mucho de cómo se vivieron otras revoluciones industriales anteriores pero sí es cierto que en esta ocasión los cambios que implica se están sucediendo a una velocidad inédita

El pasado jueves ofrecí una conferencia en Aranda de Duero, Burgos, en la que con la participación de la audiencia nos preguntábamos hasta que punto estamos preparados para abrazar la denominada ‘Cuarta Revolución Industrial’. Es muy probable que lo que estamos viviendo no difiera mucho de cómo se vivieron otras revoluciones industriales anteriores pero sí es cierto que en esta ocasión los cambios que implica se están sucediendo a una velocidad inédita.

Los asistentes se mostraron sorprendidos por muchos aspectos que expliqué. Coches autónomos, modos de trabajar, modelos de transformación digital, cómo empezar y la diferencia entre las diferentes fases que implican para una empresa mediana todo ese escenario. Hubo un ejemplo que provocó sonrisas. Es simpático ver un robot haciendo algo que se considera tremendamente humano. Me refiero al servicio de habitaciones de un hotel. Ese camarero o camarera de habitaciones que pregunta si todo está bien y te ofrece acerca cualquier solicitud previa.

El hecho de que un robot con apariencia de lavadora andante atienda tus necesidades y las cubra sin inmutarse es mucho más que un gesto anecdótico. Es, sencillamente, la muestra de hacia donde va todo. Realmente donde está todo ya. La supresión de empleos ha empezado y ya no es gradual. La era digital y sus derivados robóticos y de automatizaciones avanza sin preguntar si estamos o no preparados. Hay quien sugiere que los robots como tal deberían pagar impuestos. La idea de que por cada robot que sustituye una persona sea motivo de una tasa ‘laboral’ empieza a cundir. La teoría de algunos es la de que si vamos a trabajar menos pero los ingresos serán los mismos para las empresas, para establecer un circuito económico sostenible deberemos buscar por donde ingresar impuestos y como repartirlos entre todos después.

Aquí hemos hablado de esos robots de hotel. De hecho hay alguna anécdota graciosa sobre cómo grupos de niños lograron volver ‘locos’ a un buen número de ellos en un establecimiento. En fila india y circulando por todas las plantas los robots buscaban resolver un asunto laboral indefinidamente mientras los niños los perseguían por todas partes. Sin embargo la realidad no es tan divertida. La creación de nuevos puestos de trabajo derivados de esta transformación digital de la economía es inferior claramente a la del número de tipologías de empleo susceptibles de ser destruidos.

La cadena de Hoteles Starwood ya ha incorporado mayordomos robóticos de manera completa. Trabajan de noche y de día. Se desplazan a cualquier lugar del hotel, por supuesto las habitaciones de los huéspedes, y ofrecen todos los servicios que se solicitan según un dashboard en el teléfono móvil. En teoría, el tiempo destinado a esta labor ahora ocupado por un hardware lo puede utilizar el personal humano para otras tareas. Debemos examinar cuales, pensarlas, crearlas tal vez.

El bicho en cuestión no llega al metro de altura. Usa el ascensor, se mueve entre los clientes e interpela al personal ante cualquier asunto. Si quedas satisfecho de sus servicios te anima a que lo ‘tuitees’. Su nombre es ALO y ha sido diseñado por Savioke. En algunas zonas de California como Cupertino es habitual vivir entre robots. En el hotel, en el parking, en las oficinas o en el hospital.

En más de cien hoteles del mundo podremos encontrarlos. En algunos de ellos, como en Japón, en un parque temático totalmente atendido por robots, los clientes pueden mantener conversaciones con éstos. De ocupar a medio millar de personas, el parque ahora sólo ocupa ciento diez. El resto son robots. El dueño del mismo, Hideo Sawada, ha iniciado la construcción de mil hoteles en todo el mundo en los que no habrá personas. Promete un coste más reducido de la pernoctación y un servicio impecable. 

La sustitución ha acelerado y el discurso manido de ‘la creación de empleo’ con la que nos inundan a diario se olvida de que esto no es anecdótico y que cómo no asignemos un plan de acomodación nos vamos a hacer daño. Recordemos el estudio más serio realizado al respecto de la Universidad de Oxford que estimaba la destrucción del 47% de empleo en 700 profesiones a partir del 2023. A la vuelta de la esquina y seguimos sin noticias de como lo vamos a afrontar.

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Innovación, Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal Innovación, Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal

El terror sociológico a una nueva tecnología. No íbamos a ser una excepción.

¿Sabías que la sociedad en su momento se opuso enérgicamente a la llegada de la electricidad porque consideró que ese avance destruiría todos y cada uno de los elementos de aquellas cadenas de valor? ¿Sabías que en 1942 el sindicato de músicos más importante de los Estados Unidos prohibió a sus miembros a grabar canciones pues consideraban que eso acabaría con la música en directo? En cada caso tenían razón pues se destruyeron millones de puestos de trabajo. Pero en ambos casos esas tecnologías cambiaron la industria por completo. La electricidad dio paso a nuevos empleos y al primer escenario de eficiencia. La grabación de música transformó la escalabilidad permitiendo que el músico pudiera alcanzar cotas de beneficios impensables y, por supuesto, nacieron empleos inexistentes cinco minutos antes.

¿Sabías que la sociedad en su momento se opuso enérgicamente a la llegada de la electricidad porque consideró que ese avance destruiría todos y cada uno de los elementos de aquellas cadenas de valor? ¿Sabías que en 1942 el sindicato de músicos más importante de los Estados Unidos prohibió a sus miembros a grabar canciones pues consideraban que eso acabaría con la música en directo? En cada caso tenían razón pues se destruyeron millones de puestos de trabajo. Pero en ambos casos esas tecnologías cambiaron la industria por completo. La electricidad dio paso a nuevos empleos y al primer escenario de eficiencia. La grabación de música transformó la escalabilidad permitiendo que el músico pudiera alcanzar cotas de beneficios impensables y, por supuesto, nacieron empleos inexistentes cinco minutos antes.

Suele ser siempre así. Cualquier avance tecnológico suele tener un duro tránsito por el reconocimiento de su valor real. La sociedad suele confrontarse porque percibe que va a perder algo y por el desconocimiento de lo que supone realmente. Ahora, con la transformación digital, vivimos algo muy parecido. Socialmente estamos asumiendo que no hay vuelta atrás, que todo va a ser automático y robotizado, que millones de puestos de trabajo se van a perder irremediablemente y que la sociedad como la conocemos va a dar un vuelco definitivo. Se mira con miedo ese escenario. Me lo comentan muchas veces tras conferencias, entrevistas o trabajando con clientes que buscan aprovechar este momento.

La pregunta más repetida es la que dice ¿cómo vamos a vivir en un mundo donde no va a ser necesario el ser humano? Suelo responder con otra pregunta. ¿Por qué una tecnología va a convertir al ser humano en irrelevante? El ser humano tendrá el papel más relevante que ha tenido hasta la fecha en toda su historia: ser humano. La tecnología la iremos entendiendo, es cuestión de tiempo, poco a poco irá desplegándose en todos sus sentidos y formas. No será sólo un dispositivo o un módulo de comunicación que nos acompaña, será algo más complejo y eficiente. Nos convertirá en ‘homus digitalis’ definitivamente y en ese escenario, la partícula ‘homus’ será indispensable y tremendamente referencial.

Lo hemos vivido antes y lo volveremos a vivir. Las sociedades se oponen a los avances tecnológicos, a las revoluciones que comportan un cambio de los modelos productivos, culturales, sociales y económicos. El miedo a los cambios disruptivos debió existir cuando un tipo que andaba a cuatro patas decidió ponerse de pie. La gente siente que va a perder algo. No solemos ver en el horizonte desconocido y borroso nada bueno. Pero la historia nos ha demostrado que en ese perfil nublado siempre aparece un sol radiante.

La imprenta permitió que el monopolio de la cultura pasara de unos pocos a la gente y, sin embargo, el rechazo a su generalización fue muy importante y no tan sólo por las clases dominantes. Los mismos dilemas que vivieron en cualquier avance tecnológico nuestros antepasados son los que vivimos nosotros ahora. El pavor a la Inteligencia Artificial, a la IoT, a la impresión 3D o a la robotización absoluta es algo natural, cómo también lo va a ser la innata capacidad humana para encontrar el valor de todo ello y aportarse su punto de ‘humanidad’ que sólo nosotros podemos otorgarle a las cosas. Las empresas deben dar un salto conceptual y aplicarlo al entendimiento de un nuevo escenario del que pueden obtener ventaja o quedarse definitivamente rezagados. No hay dos opciones para ganar, sólo una. 

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Amazon, Facebook, Google, IBM y Microsoft se unen para controlar los avances en Inteligencia Artificial.

El avance de los sistemas de inteligencia artificial ha entrado en fase exponencial. Sin hacer demasiado ruido ha ido formando parte de nuestra vida de un modo natural. Desde los dispositivos que ejecutan modelos de inyección de combustible en un coche hasta los que se conducen solos aportando modificaciones en base a parámetros que un software ‘entiende el mundo que le rodea’ y no sólo ejecuta por decisiones binarias

El avance de los sistemas de inteligencia artificial ha entrado en fase exponencial. Sin hacer demasiado ruido ha ido formando parte de nuestra vida de un modo natural. Desde los dispositivos que ejecutan modelos de inyección de combustible en un coche hasta los que se conducen solos aportando modificaciones en base a parámetros que un software ‘entiende el mundo que le rodea’ y no sólo ejecuta por decisiones binarias.

Las informaciones meteorológicas, las recomendaciones de navegación a partir de un teléfono inteligente o los filtros de spam del correo electrónico que aprenden analizando tus preferencias de lectura, el propio algoritmo de búsqueda de Google, o la exposición publicitaria de Facebook,  el propio Big data integrado en las decisiones de negocio, el ‘machine learning’ con aprendizaje automático para empresas son, de algún modo, fases primigenias de lo que se denomina Inteligencia Artificial. De hecho, este último aspecto, el de los datos es clave para entender hacía donde vamos. La ingesta de datos y su traducción son esenciales ahora mismo, pero la potencia que se logra cuando la Inteligencia Artificial entra en acción en el análisis de esos datos es algo inédito hasta ahora con una eficiencia y optimización delirante.

Sin embargo hay que distinguir entre ‘sistemas expertos’ e Inteligencia Artificial. Los primeros son rutinas robóticas que no aprenden a hacer una tarea cada vez mejor pero que aunque aparentemente sean inteligentes, no lo son. Hacen lo mismo y lo mejoran pero no son intuitivos, no interpretan factores ‘emocionales’ ni tienen en cuenta variables críticas. Son matemática racional básicamente. La segunda, la AI, en cambio aprende de cada interacción y varia en base a ellas. Ese cambio sustancial determina el riesgo de pérdida de control y que muchos han querido avanzar.

De hecho, hace pocos días, cinco gigantes de la tecnología anunciaron que han puesto en marcha una organización para ‘avanzar en la comprensión de la inteligencia artificial y para establecer un manual de buenas prácticas sobre los desafíos y oportunidades en este campo’. Los miembros son nada más y nada menos que Amazon, Facebook, Google, IBM y Microsoft y la sede central de este organismo estará en la ‘pre-Brexit’ Londres, dónde ahora esta el DeepMind operando.

La obsesión de algunos sobre como limitar éticamente la evolución de la Inteligencia Artificial ha llevado a estos gigantes a poner en marcha un organismo que busque poner límites entre lo que un sistema inteligente y un humano puedan intercambiar, vincularse o relacionarse. A éstos se les han sumado esta semana académicos del Instituto Allen, uno de los más avanzados en este campo.

En los últimos cinco años, el progreso tecnológico y el optimismo sobre la IA ha ido en aumento debido a los avances en uno de los campos más avanzados actualmente. El denominado aprendizaje profundo o redes neuronales artificiales basadas en el funcionamiento de las que tenemos en nuestro cerebro. Esto permite a una máquina aprender por sí misma y reconocer patrones cada vez más complejos. El efecto más conocido es el cambio notable en los traductores y procesadores del lenguaje natural, el reconocimiento de imágenes, la visión por ordenador, el progreso de los coches de sin conductor o el reconocimiento ponderado de voz del tipo Google Home.

La asociación en cuestión cuestionan que el uso cada vez más integral de la Inteligencia Artificial debe regularse, protegerse y vigilarse. Piensan que la pérdida de puestos de trabajo por un lado y la denominada ‘singularidad’ (punto hipotético en que las máquinas inteligentes se mejorarán a sí mismas sin supervisión humana) pueden estar avanzando sin control y que si no hacemos algo nos engullirá un tsunami tecnológico exponencial que dejará a la humanidad en una posición negativa de no retorno.

En todo caso, la carrera ha empezado de un modo sólo comparable a las que se hacen en el campo de los automóviles sin conductor o la impresión 3D. Más de 7.5 billones de dólares invertidos en investigación en Inteligencia Artificial. No es calderilla. Una asociación que quiere marcar el ritmo, un montón de dinero aplicado a este sector y un mundo pendiente de entender realmente que es eso de la inteligencia basada en software y algoritmos. 

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El primer robot que sustituye a un profesor. La urgencia de preparar la relación entre humanos y robots.

El próximo curso escolar en Reino Unido va a ser distinto para un grupo de alumnos. A partir de septiembre, a sus profesores habituales se les va a unir otro un tanto especial. Se trata de ‘Pepper’, un robot humanoide que logra expresar emociones básicas. Este mismo ‘trabajador’, en Japón especialmente, ya está siendo utilizado en diversos lugares en el servicio al cliente de hoteles, tiendas y recepciones de edificios públicos. También, desde hace unos meses, se utiliza en una escuela del país nipón. Su llegada a Europa está prevista, como dije, para el curso que viene.

El próximo curso escolar en Reino Unido va a ser distinto para un grupo de alumnos. A partir de septiembre, a sus profesores habituales se les va a unir otro un tanto especial. Se trata de ‘Pepper’, un robot humanoide que logra expresar emociones básicas. Este mismo ‘trabajador’, en Japón especialmente, ya está siendo utilizado en diversos lugares en el servicio al cliente de hoteles, tiendas y recepciones de edificios públicos. También, desde hace unos meses, se utiliza en una escuela del país nipón. Su llegada a Europa está prevista, como dije, para el curso que viene.

El humanoide robot será utilizado en las aulas de Diseño e Ingeniería del Technical College de la Universidad de Londres. Su función principal será la de dar apoyo en la enseñanza de algo que le afecta necesariamente: la robótica de última generación. ¿Quién mejor para dar clases de robótica que un robot? Pepper ya ofreces servicios en bancos, hospitales y centros públicos y no sólo en Japón. En Bélgica ya hay casos ciertamente destacados.

Pepper da clases en la Shoshi High School japonesa y por lo que he podido saber la respuesta está siendo muy positiva. Veremos que tal lo asumen los alumnos europeos tal vez menos acostumbrados a interactuar con robots en el día a día. Son muchas las limitaciones mentales y de comportamiento que aun deberemos superar para que este tipo de situaciones se normalicen, pero parece evidente que la evolución en el desarrollo de automatizaciones y sustitución de algunos aspectos del trabajo ‘humano’ se va a ir acelerando. No es una anécdota, ni una ‘frikada’, esto es más serio de lo que parece.

Recordemos que estamos pendientes de revolucionar el modelo educativo que nuestros hijos deben disfrutar. Cuando preguntamos a nuestros hijos que quieren ser de mayores estamos cometiendo un error bíblico. Los niños que ahora tienen entre 4 y 8 años, desembocarán al mercado laboral en total disposición una vez finalizados sus estudios y formaciones derivadas sobre los 25 años cómo mínimo. Es decir, estos alumnos de hoy serán los profesionales del año 2035. ¿Te imaginas el mundo por esas fechas? ¿Podías imaginarte el mundo de hoy hace apenas dos décadas?

La velocidad de innovación es exponencial. En una década hemos evolucionado más que en un siglo y medio y en un siglo más que en 15.000 años. La velocidad sigue aumentando y en los próximos cinco innovaremos más que en los últimos cincuenta. En 2019 Internet fabricará en un año tanta información como la generada desde su creación hasta ese momento. Así es. No podemos asumir el punto exacto en el que se encontrará nuestro mundo en apenas una década. ¿Cómo saber lo que nos espera en dos?

Nuestros hijos deben ser educados en esa franja de incertidumbre, de permeabilidad cognitiva constante. Si no lo hacen, si no son capaces de comprender lo líquido de nuestro tiempo, siempre habrá un robot, un software, un desarrollo tecnológico superior y más eficiente. En lo único que nuestros hijos no podrán ser superados será en su ‘humanidad’. Tenemos la obligación de definirla, de saber en que consiste ser humano. ¿Es creatividad? ¿Emocionarse? ¿generar arte? ¿relacionarnos en planos cada vez más complejos? ¿en estructurarnos socialmente de un modo que estimule el conocimiento puramente humano?

Eso es lo que hay que definir. Es ciertamente urgente. Nuestros hijos se van a ver inmersos en un mundo en el que tecnología, espacios virtuales, inteligencia artificial y robots van a interactuar con ellos de un modo natural. Cómo todo en la vida precisa de adaptación. Los que comprendemos lo que pasa tenemos la obligación de mostrarles las claves para hacerlo todo más nutritivo y que no se convierta en un drama. Ver a millones de personas persiguiendo estos días a bichos inexistentes a través de su teléfono móvil cómo si les fuera la vida en ello es un espectáculo deplorable en la mayoría de los casos. Lo peor no es lo patético que resulta, lo que aleja el plano real del ficticio para muchas personas, no, lo peor es que la confusión inicial está mostrando un síntoma claro de que la tecnología y su evolución no está siendo digerida con algún orden.

Cuando Pepper, con su metro escaso de altura, se dirija a nuestros hijos en clase provisto de micrófono, cámara de alta definición, sensores de profundidad en 3D e interactúen, el momento habrá llegado. Es más inminente de lo que creemos. Ese día, pase como pase, no habrá vuelta atrás y será nuestra responsabilidad establecer un espacio comprensible para todos. Este y otros robots similares que ya están en uso son capaces de percibir emociones humanas, adaptando su comportamiento para que coincida con el estado de ánimo del humano con quien interactúan. La intención es convertirlo en un guía educativo del día a día.

En realidad Pepper es un profesor con gadgets muy útiles para el estudio de según que carreras. En concreto para enseñar robótica innovadora incluye giroscopios, sensores de contacto, sónares, rayos láser, sensores de choque, y el lenguaje de género y reconocimiento de voz. Curiosamente, una de las opciones que proporciona Pepper es la capacidad de trasladar a los humanos la necesidad de incrementar su empatía hacia él. Cuanto menos, curioso.

Las utilidades de Pepper ya han sido testadas y comprobadas en varios campos com he comentado antes. Es capaz de recordar a las personas mayores el horario de toma de medicamentos. También detecta si las personas están sonriendo o no, o si están vestidas apropiadamente para el clima exterior e incluso ofrece hacer sugerencias para ayudarlos a ‘mejorar estéticamente’.

Los responsables educativos seguirán discutiendo acerca de leyes educativas del siglo XIX, poniéndose de acuerdo sobre aspectos que ya caducaron hace décadas, pero mientras tanto el mundo seguirá girando y acercándose a un lugar en el que los límites entre lo vivo y lo tecnológico será cada vez más difícil de discernir. Que se lo digan a los que decidieron entrar en casa ajena en búsqueda de un Pokemon Go y el dueño de la vivienda decidió ‘defenderse’. Esto no va de asombrarse, va de aceptar un nuevo espacio social y de relación con la tecnología.

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Del vigilante robótico al primer humano asesinado por un robot. La ética que viene.

El pasado viernes mantuve una conversación con un robot. Se trataba de un desarrollo experimental de una de las startups que me hacen llegar sus propuestas frecuentemente. Pensaron que la mejor manera de demostrar el estado de desarrollo de su prototipo era que pasara una noche conmigo. Durante casi una hora no hicimos más que conocernos y cuando digo conocernos me refiero a lo que ambos hicimos para entender exactamente quienes éramos realmente ambos.

El pasado viernes mantuve una conversación con un robot. Se trataba de un desarrollo experimental de una de las startups que me hacen llegar sus propuestas frecuentemente. Pensaron que la mejor manera de demostrar el estado de desarrollo de su prototipo era que pasara una noche conmigo. Durante casi una hora no hicimos más que conocernos y cuando digo conocernos me refiero a lo que ambos hicimos para entender exactamente quienes éramos realmente ambos.

El software permitía conversar por escrito a través de Whatsapp cómo si fuera un contacto más. La charla la inició el sistema con un ‘¿what are you doing?’. A partir de ahí la conversación se fue desarrollando con bastante fluidez. Es cierto que todavía le queda mucho pero este software aplicando inteligencia artificial de aprendizaje selectivo fue capaz de mantenerme en la charla de un modo que no me esperaba. No me lo esperaba porque los chicos que están detrás del proyecto no son japoneses, la empresa no es israelí o tienen algo que ver con Silicon Valley. No, el proyecto es irlandés y apenas tienen todavía un plan de empresa razonable. Unos estudiantes de filología y matemáticas se habían unido para proyectar algo fascinante apenas hace unos meses.

El caso es que estuve pensando en lo cercano que está todo. ¿Cuántos proyectos similares deben estar en marcha en todo el mundo? ¿Qué tiempo debe pasar para que muchos de ellos se encuentren en algún punto y se retro alimenten entre ellos? ¿Qué salto exponencial estamos apunto de dar si la AI está ya en manos de estudiantes que aportan sus desarrollos a la carrera que ya han iniciado de manera desorbitada las grandes corporaciones?

Las noticias se acumulan en cuanto a la eliminación de modelos de producción o servicio asociados al ser humano. La semana pasada leíamos como en el próximo Oktoberfest, un robot empezará a servir cerveza, salchichas y pretzel a fin de ser más eficiente, rápido y barato que cualquier humano. Fue presentado en Alemania durante una feria de robótica que mostró diferentes modelos de sustitución de actividades desarrolladas por personas y que ahora pueden ser llevadas a cabo por brazos armados, robots autónomos o software inteligente.

El robot ‘camarero-cocinero’ llamado Denso, es de la empresa SAR y profundiza en la anunciada tendencia que los directivos de McDonald’s o Pizza Hut tienen pensada ir imponiendo en sus restaurantes. En apenas unos minutos lo hace todo. Gracias a sus dedos robóticos de agarre y un sistema de visión 3D para ubicar y servir correctamente cada ingrediente, cocina y sirve salchichas perfectamente, un pretzel y una cerveza en su jarra completamente fría. Lo mejor es que mientras cocina y sirve, cobra.

Este tipo de robot nos puede parecer hasta simpático sino entramos en el manido debate de la sustitución de puestos de trabajo y la deriva hacia un mundo sin empleo que se puede identificar fácilmente. Sin embargo hay otro campo en el que los robots ya no suenan tan bien o por lo menos generan algo de rechazo o respeto. Se trata de los asuntos de seguridad. De las cámaras inteligentes o de los sistemas de rastreo hemos pasado ya a los robots vigilantes o policías. Ya existen, ya están aquí.

Recientemente supimos de que Uber ha contratado un robot para patrullar un estacionamiento de coches. La reducción de coste sobre el que suponemos tiene un equipo de personas es evidente. La eficiencia parece ser que también es notablemente superior. De momento se trata de un robot K5 que cuesta unos 400 euros desarrollado por Knightscope que ya disponía de algunos de ellos trabajando en algunos lugares de Silicon Valley. En concreto el vicepresidente de Uber, Alan Sánchez, se encontró con uno de ellos en un parking. Se detuvo para fotografiarlo y comprobó como el ‘bicho’ se detuvo y empezó a escanearlo. Con visión en alta definición en 360 grados posee cámara térmica, telémetro láser, sensor meteorológico, varios micrófonos de alta sensibilidad y un módulo de reconocimiento facial.

El K5 deambula por el aparcamiento buscando anomalías y aprende de cada situación. Si detecta algo inusual inicia un protocolo de seguridad en el que, de momento, intervienen vigilantes humanos. Lo graba todo y hace sonar alarmas de todo tipo. Todo puede ser utilizado en un juicio por cierto. Si quieres uno, cuesta 7 dólares por hora, cuando un guarda de seguridad es bastante más caro. Seguimos incluyendo oficios en la lista de los tipos de empleo amenazados por la cuarta revolución industrial.  Si quieres ver quienes y cómo lo utilizan, puedes poner en Instagram el hastag #securityrobot, y verás que está más extendido de lo que piensas.

Pero la llegada de robots a nuestra vida cotidiana, a la seguridad de nuestro día a día ha dado un salto importante estos últimos días. Se trata de la intervención de un robot en la captura de un asesino en Estados Unidos. Tres sospechosos fueron detenidos en Dallas el pasado jueves tras la muerte de cinco policías. El cuarto fue liquidado por un robot que detonó una bomba. Aunque parezca una ‘novedad’ en la gestión policial, no lo es tanto. Los robots han proliferado en la policía americana durante los últimos años. Una tecnología desarrollada en gran medida para escenarios militares de respuesta a desastres a gran escala, pero que ahora ya tiene aplicaciones evidentes en asuntos de la propia policía. Se utilizan para detonar explosivos, analizar ubicaciones con cámaras u otros trabajos que serían de gran riesgo para los humanos.

Sin embargo el magnicidio de Dallas es la primera vez que un robot de la policía ha sido utilizado para matar a un humano. Seguro que se te vienen todo tipo de novelas de ciencia ficción a la cabeza. Lo cierto es que este es un asunto tremendamente sencillo, menos fantástico de lo que pudiera parecer o vinculado a algo que no sea sencillamente el uso de una herramienta por control remoto. Todavía, el robot, no toma decisiones en ese campo.

Un informe del Dallas Morning News incluye descripciones de por lo menos dos robots del Departamento de Policía de Dallas que utilizan este tipo de ‘robocop’. Es importante destacar que estos robots de la policía no son autónomos, lo que significa que no toman decisiones usando inteligencia artificial por su cuenta y que para llegar ahí habrá que debatir aspectos éticos profundos. Está claro que la tecnología pide paso, el cambio de modelo social y económico está impregnando todo cuanto se encuentra. Mientras tanto la regulación, la ética y la política sigue paralizada ante la que se le viene encima.

La sociedad debe empezar a pensar en cómo va a estructurarse en breve cuando no exista el empleo como ahora lo conocemos, la política en cómo va a dar respuesta a un mundo más inteligente cuando no interviene y la legalidad cómo se desarrolla a tiempo real para no tener algún conflicto grave en menos en breve.

Pensemos que el software con el que hablé el viernes tarde o temprano ‘tendrá cuerpo’, que el vigilante del parking robótico pronto será capaz de intervenir físicamente y que el policía robótico ya no es un aparato que te sirve pizzas o previene suicidios, sino que ya es capaz de matar recibiendo órdenes de sus ‘superiores’. Mejor empezar a tratar estas cosas lo antes posible, estamos ya en tiempo de descuento. 

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Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal

Los robots te pagarán la jubilación. La UE estudia que la 'persona electrónica' cotice a la seguridad social.

El mes pasado un proyecto inédito fue presentado al Parlamento Europeo. Se trataba de la solicitud de un informe que sugiere abordar un tema realmente interesante y que tan sólo hace un lustro hubiera parecido un fragmento de alguna novela o película de ciencia ficción. La idea giraba en torno al cada vez más intenso debate acerca de los robots que van sustituyendo a los seres humanos en determinados puestos de trabajo

El mes pasado un proyecto inédito fue presentado al Parlamento Europeo. Se trataba de la solicitud de un informe que sugiere abordar un tema realmente interesante y que tan sólo hace un lustro hubiera parecido un fragmento de alguna novela o película de ciencia ficción. La idea giraba en torno al cada vez más intenso debate acerca de si los robots van a ir sustituyendo a los seres humanos en determinados puestos de trabajo.

A la Unión Europea, tan lenta en ocasiones, de vez en cuando se le encienden las alarmas y deciden abordar temas que no aparecen en la agenda de ningún gobierno, pero que sin duda deberían estar encima de la mesa. En este caso se trata de la reflexión y estudio sobre el impacto de los robots que trabajan bajo el criterio de beneficios sociales o la responsabilidad social. Por primera vez en una administración pública se debate acerca de los derechos de una especie de ‘ser electrónico’ derivando la propiedad intelectual de estos artefactos (incluyendo software), así como el hecho de ser vistos como ‘agentes laborales’. También, por supuesto, si a medio plazo contribuirán a las pensiones de los seres humanos.

Llevo años sugiriendo que la Renta Mínima Universal no es de derechas ni de izquierdas. Se suele mezclar todo en este tema. Unos se apoderan del concepto y otros lo rechazan cogiéndolo por la epidermis y no por el fondo. La Renta Mínima Universal se basa en un análisis de un mundo sin empleo humano, no de un mundo ocioso. Tampoco se basa en la ‘uniformidad’ de nada ni en la pérdida de la iniciativa privada, sencillamente es el mecanismo con el que la humanidad irá interpretándolo cómo único sistema para garantizar el bienestar en un espacio gestionado automáticamente.

¿Quién puede imaginar un mundo sin fracturas si en apenas 20 años más de cincuenta millones de empleos desaparecerán en Europa por ejemplo? Lo sabe la UE y es fácil de calcular. Casi un millar de oficios están en la cuerda floja. Algunos totalmente sorprendentes. Ante esa realidad inminente hay que pensar distinto y, aunque parezca increíble, hay estamentos que lo están haciendo al descubrir que algunos países han empezado a analizar los riesgos de la incapacidad para crear empleo o de su destrucción generalizada a medio plazo.

La clave según este grupo de analistas es que las denominadas ‘personas electrónicas’ paguen nuestras pensiones o rentas de subsistencia. En realidad hablamos de generar impuestos a las empresas, que al destruir puestos de trabajo y sustituirlos por una inversión tecnológica, deban pagar cánones individuales por algunos de éstos desarrollos.

Los legisladores de la UE están considerando las preguntas que examinan el aumento de los robots que sustituyen a los seres humanos en el trabajo y, si con ello, se puede buscar una fórmula imaginativa y sin precedentes para seguir ingresando capital destinado a la seguridad social o servicios públicos. En este sentido, una cuestión que se plantea el estudio es el efecto sobre la seguridad social. Con menos empleados humanos cotizando, las empresas pagarán menos en los sistemas de beneficio de cualquier gobierno. Esto plantea dudas sobre ‘la viabilidad de los sistemas de seguridad social si se mantienen con la base actual de los impuestos, creando un potencial aumento en la desigualdad y en la distribución de la riqueza’ por ejemplo.

El informe sugiere que se piense en crear un censo de robots inteligentes que se utilizan en empresas y que se les asigne a éstos una cotización social que pueda tener consecuencias fiscales. Pero, si este plan pudiera llegar a desplegarse, a legislarse incluso, pienso que también se deberán atender otras derivadas. ¿Quién es el responsable de las acciones de un robot (incluido software inteligente)? ¿qué tipología de seguro deberán tener o cómo diferenciaríamos entre humanos y máquinas en los espacios de una estructura empresarial?

En general, la idea que ya está en el debate político es crear un marco ‘legal y específico para los robots’. ¿Te suena raro? Pues no debería. Por lo menos no en cuanto a los robots autónomos más sofisticados, pues estos podrán verse en condiciones de tener derechos como ‘personas electrónicas’ y módulos de ‘responsabilidad civil’. Esto para los robots más autónomos podría pasar mucho antes de lo que nos imaginamos.  

La idea de la elaboración de una legislación en torno a los trabajadores robóticos no está siendo bien recibida por todos en la industria de la robótica por cierto. Patrick Schwarzkopf, director del departamento de robótica y automatización de la VDMA, dijo que un marco legal para las ‘personas electrónicas’ es algo que sucederá muy tarde, no en la próxima década. Aseguran que 'imponer este tipo de legislación sería muy burocrático y podría impedir el desarrollo de la propia robótica’.

Esta claro qué a quién fabrica robots no le interesa que se regulen demasiado, ni que nazcan con impuestos bajo el brazo. El estudio y el trabajo no es vinculante pero demuestra que ha nacido una creciente preocupación. Ya no sólo está en las ‘páginas’ de algunos bloggers y escritores ‘futuristas’ que indagamos en la que se nos viene encima y que pedimos algún movimiento de precaución y estrategia al respecto. Los robots van a ‘robarle’ el empleo a los humanos. La innovación es exponencial. La humanidad ha vivido en 150 años tanto progreso como en los 50.000 años anteriores. En una década tanto cómo en los últimos 150. En los próximos 20 el ser humano innovará tanto cómo lo ha hecho en toda su historia completa.

Entiendo que es difícil imaginar nuestro mundo en apenas dos décadas y, por supuesto, lo único que podemos hacer es ir preparando el terreno y los amortiguadores. El golpe lo vamos a recibir igual. Vivirlo con entusiasmo o con dramatismo dependerá de cuando nos pongamos las protecciones. Un mundo automático, tecnológico y robótico será un mundo más humano, creativo y social si lo vamos preparando ya. Sino será un monumental desastre y desequilibrio. Démosles derechos a los robots, tarde o temprano serán quienes nos pagarán la jubilación.

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Amazon como ejemplo de la robotización laboral y la necesidad de repensarlo todo.

Amazon fue fundada en 1994 y ahora vale 247.000 millones de dólares. Sin embargo es sabido que la empresa no es muy rentable aunque ya salió de pérdidas. La política de márgenes y el plan de crecimiento tienen la culpa. Pocos saben que la empresa que empezó vendiendo libros a domicilio ahora es el mayor proveedor mundial de servicios ‘cloud’ por ejemplo. Por eso el objetivo final de la compañía gira entorno a un complejo sistema de relaciones comerciales que quieren ser una experiencia completa para el comprador en Internet. La logística, la nube, la entrega, son las puertas pero el objetivo es mucho más ambicioso y el tiempo le dará o no la razón a una apuesta tremendamente costosa que parece no importarle a los inversores por ahora.

Amazon fue fundada en 1994 y ahora vale 247.000 millones de dólares. Sin embargo es sabido que la empresa no es muy rentable aunque ya salió de pérdidas. La política de márgenes y el plan de crecimiento tienen la culpa. Pocos saben que la empresa que empezó vendiendo libros a domicilio ahora es el mayor proveedor mundial de servicios ‘cloud’ por ejemplo. Por eso el objetivo final de la compañía gira entorno a un complejo sistema de relaciones comerciales que quieren ser una experiencia completa para el comprador en Internet. La logística, la nube, la entrega, son las puertas pero el objetivo es mucho más ambicioso y el tiempo le dará o no la razón a una apuesta tremendamente costosa que parece no importarle a los inversores por ahora.

Pero, ¿cómo trabaja Amazon? ¿Es sólo lo que vende o los datos que obtiene con ese proceso comercial? Cómo todo en la red, la capa de datos es clave y en Amazon no es una excepción. Google te lo ‘regala’ todo y encantados de la vida les damos toda la información que nos pide. La mayoría de redes hacen lo mismo. Nada es gratis. Estamos pagando con el comportamiento que mostramos cuando buscamos un producto, cuando informamos dónde estamos, o cuando diferenciamos el tiempo que tardamos en aceptar una oferta. Detalles 'sin importancia' para nosotros que son muy sensibles para ellos. 

Estuve en el almacén de Amazon en San Fernando de Henares durante la filmación del episodio ‘e-commerce’ del programa ‘Economía de Bolsillo’ y es realmente impresionante. Un monumental espacio que como todo en Amazon está impulsado por los datos. El rendimiento personal se comprueba, según el New York Times, continuamente con un software llamado Anytime Feedback Tool que ayuda a la eficiencia y al reconocimiento de algún elemento a corregir. Otro sistema digitalizado e inteligente guía a los empleados de manera directa. Cuando compras un artículo en su página, el sistema funciona de forma rápida e identifica en que lugar del almacén está ese producto. El sistema indica al empleado más cercano dónde está y cómo llegar a él. No se trata de aprender dónde están las cosas sino de simplificarlo todo. Casi a evitar que se piense. La máquina ya piensa en términos logísticos y de eficiencia, no es necesaria ninguna otra aportación humana.

Y casi mejor. Sería imposible aprenderlo pues debido a una fórmula algorítmica sofisticada, Amazon ha descubierto que es mejor no tener las cosas ordenadas sino en un aparente caos organizativo. Llama la atención que los productos no están organizados lógicamente, o por lo menos bajo la lógica humana. Los productos en los estantes no están organizados por categorías. Parecen colocados por azar. Un paquete de baterías puede estar cerca de cinco copias de ‘Una hormiga en París’. Un carrito de bebé está en el pasillo de fontanería. Todo tiene una lógica oculta, profunda, indescifrable para un humano. 

¿Qué pasa luego? Cuando un artículo es seleccionado por un humano este lo escanea y empieza la fiesta. Durante todo su recorrido por el almacén, guías automatizadas, carriles y brazos selectores, recibe una serie de disparos que son más lecturas para saber que se va cumpliendo todo adecuadamente. Sin embargo todo esto tiene un objetivo que cada vez más se irá implementando. La sustitución humana de los trabajos que cualquier sistema automatizado pueda hacer.

La BBC informó que Amazon maneja un sistema que analiza los dispositivos de mano de los trabajadores que seleccionan productos en algunos almacenes a fin de medir los segundos que tardan en cada acción entre selección y selección. En el almacén de Hemel Hampstead, cerca de Londres, el trabajador ‘selector’ medio de Amazon puede recoger un millar de artículos al día. Depende del ‘recorrido’ que el sistema le conceda. Casi dos artículos por minuto. Si el tema es competir en ese campo está claro quien no va a poder con un sistema automatizado. El elemento humano es el eslabón débil en esa cadena de eficiencia.

Los nuevos sistemas de recolección de artículos basados en el Robot Kiva Systems puede estar apunto de jubilar un modelo de trabajo logístico en breve. De hecho Kiva es una subsidiaria de la propia Amazon y se dedica al desarrollo de alta tecnología robótica. La idea no es tener un brazo armado que recolecte y luego envíe los artículos. En realidad es la montaña que va a Mahoma. Esos robots que parecen la escoba automática que muchos tenemos en casa permite que sean las estanterías las que se muevan y se desplacen buscando el estacionamiento ideal para la recolección más eficiente. Luego, el bicho vuelve a su lugar de carga.

No obstante se nos dice que siempre harán falta humanos. Sus ojos, su criterio de calidad, la visión es imprescindible. Pues igual no. Existe otra compañía llamada ‘Sick’ (enfermo en inglés curiosamente) que ha inventado un equipo de detección que podría estar apunto de jubilar al ‘control de calidad óptico-humano’. El sensor visual del P30 Sick permite que ahorrar 10 segundos entre la detección del artículo y la colocación del mismo en el carril de entrega con respecto al tiempo que necesita el ojo humano. Un montón de dinero en definitiva.

Lo que me interesa del caso Amazon en cuanto a la automatización de procesos, la eliminación de trabajo humano y la sustitución de sistemas inteligentes centralizados es que siempre hay un resquicio que exige la intervención humana pero que, a la vez, siempre tiene la espada de Damocles ‘robótica’ pendiente de aniquilar su puesto de trabajo.

Las operaciones están cambiando y no sólo en Amazon, es generalizado. Según el Informe Anual de la Industria MHI 2016, se espera que la adopción de la robótica llegue al 74% en aplicaciones de manipulación de materiales en los próximos seis años. Actualmente no llega al 30%. Tengo ganas de ver cómo desde la política nos sugieren que se va a crear empleo en ese justo momento. Cuanto más ágil y sensible es un robot a los estímulos externos más útiles son para interactuar con los trabajadores humanos. En un entorno de distribución, donde la mayoría de las tareas son repetitivas, sencillas y físicamente exigentes, las ventajas de un trabajador incansable que no se aburre son evidentes.

Muchos siguen tranquilos pensando que los robots se limitarán a esas tareas repetitivas pero se olvidan que el desarrollo va en otro camino. En breve esos mismos robots serán capaces de hacer tareas inexactas e impredecibles en base a un grado de mayor conciencia del espacio, el objeto y el motivo de su ‘trabajo’. Y ahí se acabó lo que se daba humanamente hablando. La clave será el desarrollo de algoritmos de control adaptativo que permitan a los robots para reaccionar a su entorno en tiempo real. Esta tecnología ya existe, y fue visto en el Modex en Atlanta el pasado abril. La Science-Ficcion ha pasado a ser Fact-Science. Swisslog demostró que es compatible trabajar en algo arriesgado con un humano al lado. Su brazo robótico se detenía cuando identificaba riesgo para un ser humano.

Lo dicho, tengo ganas de saber como sus señorías definen un espacio de creación de empleo en cuanto se acabe el filón de la reubicación en la construcción y en el reparto hotelero de verano. Quiero saber como piensan crear empleo en un escenario de eliminación del mismo. ¿Jornada laboral reducida? ¿Renta mínima? ¿Qué tienen 'pensado'?

Perdón, ha sido sin querer…

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Economía, Politica, Robotica Marc Vidal Economía, Politica, Robotica Marc Vidal

Re-campañas electorales. ¿Cómo crear empleo en un escenario de sustitución de hombres por máquinas?

Debate político, incluso antropológico según como se mire. Rensi no es el único que asegura que sustituir a personas por robots (que ya es posible y se está haciendo tímidamente) permite no depender de bajas laborales, reivindicaciones o aumentos de sueldo ‘inasumibles’ por la empresa. Ahí hay mucho que rascar. Digamos que visto así parece que la tecnología va a ser o por un lado el muro infranqueable para las demandas laborales o, por otro, el destructor de empleo más implacable de la historia.

Hoy empieza la re-campaña electoral.  Descafeinada y ‘austera’ dicen. En teoría es, de nuevo, un espacio para el debate ideológico, político y económico. Os propongo que busquéis, que reviséis, que escuchéis con calma y que, si podéis, preguntéis a líderes o responsables económicos de cada partido que tienen previsto ante la inminente implementación por parte del mundo empresarial de millones de máquinas, software, robots y automatismos. ¿Qué tienen previsto para enfrentarse al mayor cambio socioeconómico que habrá vivido España hasta la fecha? ¿Cómo piensan crear empleo en un escenario de sustitución de hombres por máquinas?

Me temo que la respuesta será un conjunto vacío bíblico. Su lejanía de lo que le pasa a la gente es algo tradicional, el desconocimiento sobre lo que pasa en el mundo, casi genético. Pues ahí van datos: la OCDE advirtió en un reciente estudio titulado The Risk of Automation for Jobs que la robótica sustituirá un 12% de los actuales puestos de trabajo en países como España, Alemania, Eslovaquia, Austria o Reino Unido . Y señala que España es uno de los países menos preparados para afrontar este gran reto. Además asegura el informe que la creación de empleo que se está llevando a cabo en España especialmente vuelve a ir encaminada a sectores dónde el valor añadido humano no será necesario. Seguimos pensando en empleos del pasado y alejados de una sociedad del conocimiento dónde ser sustituidos por robots es más complejo. 

Escuché al que fuera CEO de McDonalds, Ed Rensi durante una entrevista en Fox Business, que un brazo robótico de unos 35.000 dólares es más barato que formar a un ser humano. Hacía referencia al impacto que, en un mercado de trabajo inmediato, pueda tener el hecho de disponer de automatismos en cualquier industria frente a las lógicas variables salariales de un empleado. Durante la presentación de la película ‘The 4th Revolution – Energy Autonomy’ a la que pude asistir el pasado 30 de junio en Manchester, y a la que le siguió un interesante debate, se analizó este hecho . Allí se mantuvo una de las teorías sociales y laborales que pueden empezar a decantar políticamente el defender, o no, esa mecanización global de nuestra vida. En concreto se aseguró que 'un aumento del salario mínimo en cualquier país lo único que logrará será acelerar la revolución robótica y la destrucción de empleo.' 

En la entrevista que comentaba a Ed Rensi, éste aseguraba que 'hoy en día es más barato comprar un brazo robótico que embolse patatas que contratar a un humano para hacerlo. Subirle el sueldo mínimo a un joven que realiza esta tarea convierte en inevitable la ‘contratación’ de un sustituto mecánico'. De hecho aseguró que los restaurantes ‘fast-food’ ya han iniciado una carrera frenética en este sentido y que en menos de 2 o 3 años vamos a ver un cambio notable en quien y cómo nos sirven en cualquier franquicia de este tipo'Eatse, otra cadena de comida rápida americana ya ha anunciado que va a convertir toda su cadena en restaurantes robóticos. Pizza Hut ha ‘contratado’ a robots para su restaurante donde los camareros son autómatas. Adidas abrirá el año que viene una planta de producción en Europa dónde no habrá ni un ser humano.

Es posible, hoy en día, crear riqueza y no crear empleo. Según el columnista del Financial Times Edward Luce, 'la robotización explica que la economía estadounidense haya tenido un alto crecimiento en actividad industrial y una creación cero de empleo'. Esto pone en juego la versión oficial de cómo la política soluciona los momentos complejos económicos. Toca hablar de crear riqueza sin empleo, de renta mínima universal y de legislar para la Nueva Economía o el hostión que nos vamos a dar dejará en una caricatura la reciente crisis global.

Hablamos de muy pocos años. Tú lo vas a ver, tus hijos lo van a vivir de pleno. Para los que sigan pensando que esto no es urgente les propongo algunos datos. Muchos me preguntan porqué ahora los robots están entrando en todas partes cuando esos brazos armados ya estaban disponibles hace un tiempo y no estamos hablando en ningún caso de Inteligencia Artificial. La respuesta es simple y en dos direcciones. La primera es que toda esta robótica, parecida en algunos casos a la que ya existía, si posee elementos ‘más inteligentes’ gracias a modelos de conectividad y a capacidades de analizar usos en base a criterios de selección. El segundo y más importante en estos casos tan básicos, es que son más baratos. Muchísimo más baratos. Se ha iniciado la venta masiva de robots cómo cuando se inició la de teléfonos móviles. La Federación Internacional de Robótica cifra el mercado de la robótica a nivel global en 67.000 millones de euros en 2025.

Debate político, incluso antropológico según como se mire. Rensi no es el único que asegura que sustituir a personas por robots (que ya es posible y se está haciendo tímidamente) permite no depender de bajas laborales, reivindicaciones o aumentos de sueldo ‘inasumibles’ por la empresa. Ahí hay mucho que rascar. Digamos que visto así parece que la tecnología va a ser o por un lado el muro infranqueable para las demandas laborales o, por otro, el destructor de empleo más implacable de la historia.

Lo que tengo claro es que si esto lo tratamos desde el punto de vista social o ideológico tenemos un problema puesto que nadie puede estar a favor de eliminar derechos laborales o imponer una especie de ‘o aceptas o a la calle pues me he comprado un robot’. Desde el punto de vista histórico y evolutivo es inevitable que pase. En el primer caso además, la sustitución sucederá independientemente de lo que ‘trague’ el trabajador. Al final siempre será más caro, menos conflictivo y más ineficiente un humano que una máquina. Por lo menos en estos casos. 

Todavía nos queda pensar que hay robots que se equivocan. Por lo menos, de momento. Aparte del caso en el que un restaurante chino ‘despidió’ a todos sus camareros robots porque rompían muchos platos en el momento de servir, me explicaban hace unos días la confusión que vivió un hotel que funciona con camareros de habitaciones robóticos. El pobre se había perdido por los pasillos. La orden de un cliente sobre el teclado digital en la ‘cabeza’ del bicho se formuló con un error que entró en bucle y no supo darle respuesta. Durante su paseo buscando una salida, el robot con ruedas solicitaba una clave a todos los huéspedes que se encontraba y sino se la daban los seguía. Tuvo que ser divertido. De hecho hubo quien dijo ‘pobre, déjalo, sólo es un robot’. Lo que me hace pensar, 'pobres, déjalos, están en campaña...'

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Innovación, Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal Innovación, Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal

Se lo debemos a nuestros hijos. Una educación con garantías de futuro

En los próximos años se van a necesitar más de 800.000 puestos de trabajo en Europa que tengan que ver con la programación y la tecnología aplicada. Un universo de nuevos empleos que irán eliminando a otros que no requieran de un ser humano para ser realizados. La automatización y la robotización de procesos y servicios no harán más que acelerar de manera exponencial ambos casos, la destrucción de empleo y la carencia de otros nuevos.

En los próximos años se van a necesitar más de 800.000 puestos de trabajo en Europa que tengan que ver con la programación y la tecnología aplicada. Un universo de nuevos empleos que irán eliminando a otros que no requieran de un ser humano para ser realizados. La automatización y la robotización de procesos y servicios no harán más que acelerar de manera exponencial ambos casos, la destrucción de empleo y la carencia de otros nuevos.

¿Estamos formando a nuestros hijos para hacer frente en ese mundo? En términos generales y abandonando las anécdotas del sistema educativo en primaria y secundaria, la cosa es sencilla de analizar. Sólo mirando su actividad diaria, los métodos y las herramientas se ve claro. Que en muchas escuelas públicas y concertadas, y supongo que un buen número de privadas, al único momento de contacto con computadoras se le llame ‘aula de informática’ deja claro el asunto. Que nuestros hijos deban cargar con decenas de kilos con libros en sus mochilas cada día es aun más dramático.

Lo de llevar una tablet en lugar de libros supone un desafío importante pues no sólo es para aligerar peso, es para modificar el modelo de lectura, análisis y acceso a la información. Lo que se puede hacer con un texto enriquecido no tiene nada que ver con lo que se puede hacer releyendo un libro escolar en papel. No hablo de literatura. Además, a alguien le parece lógico que si nuestros hijos son nativos digitales y viven rodeados de dispositivos con los que interactúan con naturalidad, ¿lo natural no debería de ser incorporar en su proceso educativo de manera eficiente, constante y natural este tipo de herramientas?

Este video preguntó a niños muy pequeños como les gustaría que fuera su escuela y que deberían de poder hacer en ella. No tiene desperdicio. Están a años luz de lo que se les ofrece pero lo peor no es eso, es que si centráramos nuestros esfuerzos en lo que realmente importa lograrlo en algunos casos no es una quimera. Es priorizar en educación por delante de aeropuertos inservibles.

Por supuesto parte de esa educación vinculada al futuro que viene, en parte con un grado de tecnología inevitable, que ciertamente tiene que ver en cómo se hacen las cosas y en el motivo de porque suceden de una manera concreta, tiene que ver en como los padres también permitimos esa interacción. Hay muchos modos. No se trata de que los niños tengan relación directa con la tecnología en base a juegos de estrategia o a disponer de un teléfono propio antes de los 10 años. Hablo de software y hardware diseñado para naturalizar de manera divertida aspectos como el que comenté hace tiempo sobre cómo jugando con un robot un niño puede aprender, sin casi saberlo, conceptos de programación. 

No se trata de que programen sino de naturalizar conceptos que se usan al programar. No es lo mismo hablar con una persona que hacerlo con un sistema binario. Eso ellos lo saben de manera nativa pero precisan de aspectos que lo dinamicen. En todo caso el debate no es si deben o no utilizar tecnología aplicada, el tema radica en si eso los forma con igualdad de condiciones a otros estudiantes de otros entornos geográficos o económicos. La cosa es grave. El futuro de nuestros hijos ya no es un lugar dónde formándote obtienes empleo seguro. El lugar en el que van a tener que enfrentarse a la cruda realidad es un complejo espacio dónde trabajar se va a definir de otro modo y dónde el ser humano como tal deberá ubicarse en base a reglas que ahora se están definiendo. No sabemos cuales serán pero si sabemos que la digitalización no será una opción.

No se trata de crear ingenieros o programadores sino de lograr la comprensión de los conceptos que van a presidir la vida de todos ellos. La lógica del futuro inmediato será muy distinta y se regirá por esos elementos que ahora nos cuesta aceptar. Saber porque un objeto se mueve en base a un código determinado no será optativo. No será importante saber escribir ese código pero si elementos lógicos que lo componen. No hablo de que un niño aprenda ‘php’ en su escuela pero si la lógica del lenguaje de programación por ejemplo. Es como no hablar inglés fluido pero si saber como se componen los gerundios en ‘ing’. Eso facilita las cosas.

Hoy en día se considera casi analfabeto a quien no es capaz de utilizar algunos aspectos tecnológicos básicos y no es tan importante conocer el ‘cómo’ se logra la emisión por televisión cómo el ‘concepto’ que lo logra. Todos sabemos que la red es un elemento consustancial a nuestra existencia, sabemos que sucede al compartir contenido y que todos lo podemos hacer. Quien no entiende de que va eso de la economía socializada tiene un problema para entender nuestro mundo actual y se encuentra en desventaja en muchos temas.

No parece lógico que niños de 10 y 11 años malgasten su tiempo ‘aprendiendo’ a utilizar un procesador de texto durante dos cursos, cumpliendo con alguna obligación de expediente metodológico cuando el uso de ese software está naturalizado en ellos. Lo que es importante, y de ahí surgirán las diferencias de oportunidad de estos chicos, es avanzar en otros temarios de los que seguramente la mayoría de docentes no están listos para explicar. Tal vez, cómo hacen en otros países, ha llegado el momento de modificar el modelo educativo, público especialmente, permitiendo la enseñanza remota, abierta y dónde el cuerpo docente se abra a la incorporación de personas que ‘no son maestros’ pero si conocen estos aspectos.

La educación es la parte más importante de nuestra vida. Nos impulsa al conocimiento y precisa de estímulos constantes. Es con ella que nos formamos como personas, atendemos a necesidades y comprendemos lo maravilloso de aprender. Cualquiera de estos elementos requiere que suceda en sintonía con el mundo en el que vive el alumno y con la aceptación absoluta del formador del mundo que van a vivir estos niños. Es preciso que quienes diseñan el modelo educativo se dejen de reformas políticas y se centren en lo importante. De verdad que poco importan, llegado a este punto, algunos de los grandes debates que la educación española vive de manera constante. Lo que realmente es crucial es que el diseño educativo se haga honestamente y bajo el análisis de que el mundo que viene será absolutamente exigente en algunos campos y si en ellos no nos vamos a ubicar con garantías el desastre será monumental.

Pensemos en el mundo hace apenas 20 años. Las redes sociales no existían, la telefonía móvil era un artículo de lujo, los viajes ‘low cost’ pertenecían a novelas de ciencia-ficción, las plataformas de economía colaborativa digital no estaban en la cabeza de nadie y los objetos necesarios para hacer todo lo que hace hoy en día un smartphone no nos cabían en una maleta de cabina. Ese mundo de hace dos décadas comparado con nuestro día a día es un juego de niños si lo comparamos con los cambios que vivirán nuestros hijos de 6 o 7 años en su mundo laboral cuando tengan 24 o 25. La innovación y el cómo se está implementando en nuestra vida aceleran de forma exponencial como dije hace unos días. No hay tiempo que perder.

Repito, no se trata de crear programadores, es sencillamente hablar el mismo idioma que ellos, con sus mismas herramientas y para lograr que el futuro no les pille con una sensación rara. Que no pase aquello de que lo que me han enseñado no tiene nada que ver con la realidad. Sí, ya sé que eso es lo ‘normal’, lo que nos ha pasado a todos, pero el problema es que ellos lo van viendo a tiempo real, nosotros nos dimos cuenta al salir al mundo real.

El problema es el mismo de siempre. Quienes deben estar en esto no lo están o siguen con su fiesta casi insultante de quien, con quien y con cuanto. Es patético. ¿Quién está en los grandes temas? La política de futuro no tiene nada que ver con el futuro de la política y en el caso de España nadie parece darse cuenta. El tiempo corre y ahora más rápido que nunca. Corre especialmente para nuestros hijos. Cada día, cada año sin acceso a una formación específicamente diseñada para el futuro es una oportunidad menos, una garantía menos. Se lo debemos.

Nos toca a nosotros, los que podemos votar y actuar, procurar que los cambios disruptivos a los que el mundo va a asistir en breve y a toda velocidad afecten negativamente en la menor medida posible a las generaciones venideras. Visto lo visto, nuestra única opción es repetir incansablemente las alarmas que ya suenan a lo lejos. No solo de votar vive el demócrata, también debe actuar.

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'Quixote', el software que enseña ética a un robot.

Un nuevo estudio, esta vez procedente de la Rice University, vuelve a poner sobre la mesa el asunto de que las máquinas y la inteligencia artificial van a poner patas arriba el modelo laboral que ahora tenemos y que, por derivación, lo de tener trabajo va a ser una quimera tal y como lo entendemos ahora. Aseguran que se trata de algo que nos invadirá en apenas un par de décadas. ¿Quién no considera que va a estar vivo en esa época? Es decir, lo vamos a ver.

Un nuevo estudio, esta vez procedente de la Rice University, vuelve a poner sobre la mesa el asunto de que las máquinas y la inteligencia artificial van a poner patas arriba el modelo laboral que ahora tenemos y que, por derivación, lo de tener trabajo va a ser una quimera tal y como lo entendemos ahora. Aseguran que se trata de algo que nos invadirá en apenas un par de décadas. ¿Quién no considera que va a estar vivo en esa época? Es decir, lo vamos a ver.

A diferencia con otros ‘avances’ que se nos han anunciado en otras ocasiones, coches voladores, viajes al espacio, comunicación mediante chips insertados en nuestro cerebro, éstos se derivan de una lógica económica y no emocional. Un escritor de ciencia ficción puede imaginar un mundo independientemente de muchos factores, el argumento puede ser flexible. De hecho, no obstante, últimamente la mayoría de películas de este género se pasan una buena parte del tiempo explicando la lógica científica de la fantasia. Uno de sus más dignos representantes es la lisérgica ‘Interstellar’.

Los que escribimos sobre economía buscamos sostener lo que explicamos en estudios o planteamientos que proceden del contraste científico, académico, empresarial y político incluso. De ahí que la diferencia entre predecir un mundo con coches voladores y otro con una renta mínima universal viene a ser lo mismo que la que había entre lo que decía Arthur C. Clarke acerca de vivir interconectados gracias a computadoras en apenas unas décadas y lo que decía Asimov sobre un mundo Robot. Es importante apuntarlo pues el mundo inmediato y automático es una realidad embrionaria ya y muestras da de por donde van a ir los tiros.

Pues bien, los avances tecnológicos están caminando hacia una era en la que los seres humanos vamos a perder la mayor parte de nuestro trabajo a favor de las máquinas y si bien esto es un gran problema, es sólo parte de un problema mucho más grande. El progreso enorme en la inteligencia artificial, la robótica y las redes neuronales ya es evidente a través de la inmensa automatización que vemos en las fábricas y unidades de fabricación en todo el mundo. Industrias como la farmacéutica, automovilística, alimentaria, hostelera o electrónica han adoptado rápidamente la automatización sobre los seres humanos para el que existe un enorme aumento de la producción y que también a los costos comparativamente más bajos.

A medida que la Inteligencia Artificial se hace más sofisticada se apodera también de sectores que parecían intocables y sustituyen a ‘mentes’ humanas en múltiples tareas. Esto no hará más que acentuarse. En apenas dos décadas esos robots, esos algoritmos inteligentes habrán sufrido un crecimiento técnico exponencial. El robot de dentro de un año será dos veces capaz de hacer lo que ahora hace su ‘primo hermano’. En dos será capaz de cuadruplicar. En tres hará 16 veces lo que el primero. En cuatro 256 veces. Y así hasta llegar a computadores inteligentes y versátiles que puedan ser millones de veces más rápidos, resolutivos y ‘humanos’ en apenas dos décadas. Vivimos en la era de la exponencia.

Una exponencia sin retorno. Por ese motivo es urgente que nos pongamos todos a diseñar esa ruta de crecimiento en este campo. El camino que se recorra no se podrá deshacer. Lo que se genere, generado estará. Es importante diseñar cómo queremos que sea nuestro mundo futuro, el de nuestros hijos especialmente. ¿Cómo va a ser capaz nuestra economía global un mundo con un desempleo técnico cercano al 50%? ¿qué harán estos miles de millones de personas en paro? Es evidente que ante el mayor reto que ha vivido nuestra especie nadie está tomando en serio el asunto, por lo menos no dónde toca tomárselo. Necesitamos una clase política especialmente que esté a la altura de las circunstancias. Toca revisar el mandato corto y enfocarlo a largo plazo. Lo que ahora no se haga, no tendrá remedio fácil. Lo que ahora no se diseñe no tendrá corrección urgente.

La clase económica, las élites filosóficas y la ética serán fundamentales. Los desarrolladores tecnológicos, los que son responsables de esa tendencia irremediable hacia un mundo sin empleo, deberán saber que hay una contraposición ética y política que marcará la adecuación de todo ello. No podemos esperar que por puro darwinismo las cosas se arreglen solas. No va a ser así.

Entre los debates que se tienen que tener destaca uno por encima de todos. ¿se deben regular estos avances? ¿se debe limitar la Inteligencia Artificial? Imaginemos que llegamos a un punto, que llegará, que tenemos que mostrar códigos éticos a un algoritmo inteligente y sofisticado que tiene que tomar decisiones constantemente y que afectan a personas, modelos de producción, decisiones. ¿Qué ética le vamos a implementar si nosotros como especie no tenemos ningún ‘manual de usuario’ validado?

Dos investigadores, Marcos Riedl y Brent Harrison de la Escuela de Computación Interactiva en el Instituto de Tecnología de Georgia, creen que la respuesta está en un modelo llamado ‘Quixote’. Se presentó hace un mes en Phoenix, Arizona. Se trata de un software capaz de alinear conceptos a través de historias y secuencias aceptables que genera una comprensión en un software de Inteligencia Artificial. En base a esas historias y argumentos, literatura al fin y al cabo, el robot comprende el mejor modo de comportarse en sociedades humanas. El software toma un papel dentro de la historia y asimila su rol.

El software vinculado a la literatura intenta proporcionar límites éticos y diferenciar entre lo bueno y lo malo. Por ejemplo, 'si un robot se encarga de recoger una receta médica para un ser humano tan pronto como le sea posible, el robot podría en primer lugar, robar en la farmacia, tomar la medicina, y correr; en segundo lugar podría interactuar cortésmente con los farmacéuticos y saltarse su turno, o cómo tercera opción esperar en la cola.' Sin alineación de valores y el refuerzo positivo de la ética, el robot podría aprender que robar es la manera más rápida y barata para realizar su tarea. Con la alineación del valor el software literario ético Quixote permite que el robot sea recompensado por haber esperado pacientemente en la cola y pagar por la receta.

Estás pensando lo mismo que yo. ¿Quién decide que deben leer los robots? ¿Pasará lo mismo si ven la televisión? ¿Qué canal les ponemos? Yo cuando tenga un robot, sólo verá ‘la 2’. ¿El tuyo?

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Facebook presenta su 'chatbot' y abre la puerta a las conversaciones sintéticas.

Durante el pasado martes y ayer mismo se ha celebrado la convención para desarrollares de Facebook, la llamada F8. El número de novedades que presentó la empresa fue importante, sin embargo lo más relevante es el arco de influencia que todas esas novedades van a tener. Digamos que Facebook se ha lanzado a una conquista transversal de todo. Ni el propio Google, ni Apple, ni Amazon, nadie tiene una posición más idónea en la nueva Internet, la que funciona desde un móvil, desde cualquier lugar y conectando cualquier cosa. Nadie tiene más claro como vincular usuarios finales con motivos comerciales. 

Durante los dos últimos días se ha celebrado la convención para desarrollares de Facebook, la llamada F8. El número de novedades que presentó la empresa fue importante, sin embargo lo más relevante es el arco de influencia que todas esas novedades van a tener. Digamos que Facebook se ha lanzado a una conquista transversal de todo. Ni el propio Google, ni Apple, ni Amazon, nadie tiene una posición más idónea en la nueva Internet, la que funciona desde un móvil, desde cualquier lugar y conectando cualquier cosa. Nadie tiene más claro como vincular usuarios finales con motivos comerciales. 

Las cuatro aplicaciones más usadas del mundo son de este gigante que hace apenas una década no era nada: Facebook, WhatsApp, Instagram y el propio Messenger. Es más que probable que el nuevo diseño del algoritmo de Facebook esté afectando de manera importante mucha de las cosas que suceden en cualquier lugar del planeta. Si a esto le añadimos que a tener de lo anunciado estos días en el F8, Facebook está decidido por liderar mucho de los nuevos aspectos que tienen que ver con el futuro inmediato tecnológico: Big Data, Realidad Virtual e Inteligencia Artificial.

Hoy hablaremos de la última. El CEO de Facebook, Mark Zuckemberg confirmó que los ‘chatbots’ sustituirán en breve a muchos seres humanos que atienden el servicio al cliente en la mayoría de empresas. Aseguró que Facebook tiene planes para que pronto empiecen a funcionar, pero lo interesante será que los ofrecerán para que todas las compañías del mundo los puedan usar para vender cualquier cosa: seguros o gafas de sol.

Atendiendo a que las promesas que hace Facebook en su conferencia anual se cumplen -recordemos que el año pasado aseguraron que convertirían su plataforma Messenger en un centro para el comercio electrónico, productividad e integraciones con Uber para contratar taxis desde Messenger, con Spotify para compartir listas de reproducción, con KLM para hacer la gestión de tarjetas de embarque y con Dropbox para compartir archivos- podríamos interpretar que este es el nuevo reto que se cumplirá.

Que Facebook ponga en marcha procesos vinculados a la implementación de la Inteligencia Artificial es, dentro de lo que cabe, lógico. Tiene capacidad para investigar, comprar e implementar. Sin embargo detrás de esta ‘normalización’ inminente del uso de este tipo de operadoras artificiales e inteligentes, se esconde un paso más hacia la aceptación global de un escenario sociológico inmediato: la coexistencia entre humanos y máquinas cada vez más inteligentes hasta el punto que ‘conversaremos’ con ellas olvidando en ocasiones que no son ‘como nosotros’.

Facebook tiene previsto que cuando utilicemos Messenger para interactuar con KLM o Uber por ejemplo, en realidad lo hagamos con un robot. Zuckemberg explicó ayer que ya están siendo utilizados en casos como los artículos que envía CNN a los usuarios o el de 1-800 Flowers que entrega flores con mensajes personalizados artificialmente.

Que una empresa utilice este tipo de automatismos en el servicio al cliente es importante, que lo haga una empresa cuya ‘clientela’ asciende a 900 millones de personas es algo trascendental. En ese sentido el vicepresidente de la compañía explicó también que ‘los motores de búsqueda pueden proporcionar contenidos sobre el clima, actualizaciones de tráfico, recibos o notificaciones de envío. La operativa comercial de Facebook es visionaria y, con toda seguridad, será muy rentable. Existen más de 50 millones de empresas que utilizan Messenger para comunicarse con sus clientes en la actualidad. Me quedo con el hecho de que empezamos a asumir cierto grado de Inteligencia Artificial como normal, razonable y potencialmente viable. Está abandonando el territorio de la 'ciencia ficción'.

El crecimiento de Messenger, de quien hablé hace unos días cuando me refería a la eliminación del número de teléfono, es espectacular. En iOS es la segunda App más descargada y la de mayor crecimiento en USA. En este tema de la robotización del servicio al cliente y la rentabilidad de la inteligencia artificial aparece claramente una apuesta por liderar el tráfico y relaciones entre empresas. Cuantos más servicios aportes mayor será la cuota de mercado que alcances. No son únicos, pero si son los primeros en apostar claramente por un modelo de acercamiento al público en general de este salto al futuro.

El estado del asunto no tiene tanto que ver con la evolución tecnológica. Esa está descontada que acelerará. Todos los elementos así lo confirman. El tema es sociológico, ético en algunos casos y de carácter humanista. ¿Cuándo estaremos preparados como especie para compartir espacios de relación y conversación real con máquinas pensantes? ¿Cuándo nos dará igual conversar con ‘algo’ independientemente de que sea un humano o un robot? Esa barrera mental todavía latente irá reduciéndose como lo hicieron otros aspectos de nuestra vida. Memoricemos con que interactuamos ahora, con que objetos nos relacionamos que hasta hace poco tenían a un humano en su lugar.

Probablemente el método por el cual nos acostumbraremos a ese modelo de relación tendrá más que ver con el desconocimiento que con la comparación. En múltiples ocasiones vamos a estar interactuando con un software o una voz sintética y no lograremos diferenciarla de un ser humano. Ahí se iniciará el irreversible proceso del que Facebook quiere ser uno de sus líderes. ¿Está la inteligencia artificial en condiciones actualmente de dar ese salto?

¿Es capaz el desarrollo actual de ofrecer respuestas reales en situaciones complejas o difíciles? Veamos, actualmente se investiga en campos como la resolución de problemas por búsqueda, la búsqueda clásica llevada más allá, la búsqueda de resolución de problemas por comparación, la resolución satisfactoria de problemas constantes, el razonamiento y conocimiento aplicado a agentes lógicos, orden lógico, interferencias lógicas, planificación por representación del conocimiento, cualificación de lo incierto, razonamiento por probabilidades, razonamiento por probabilidades fuera de tiempo, aprendizaje desde los ejemplos, aprendizaje con modelos de probabilidades, proceso de lenguaje natural, comunicación final de lenguaje natural, percepción volumétrica, percepción de sentidos simulados, percepción de valores éticos, planteamientos filosóficos aplicados a la matemática y algoritmos de respuesta no dependientes.

Los campos de la Inteligencia Artificial son muchos más. Son apasionantes y seguramente aun estamos lejos de cuanto va a pasar. Si bien hay experiencias muy interesantes como Watson de IBM, hay todavía espacios enormes por recorrer. Stuart J. Russell asegura que 'si comparamos la situación actual de la AI con la que teníamos apenas hace 30 años, una manzana sería lo que sabíamos hace una década de Inteligencia artificial, el globo terráqueo lo que sabemos ahora y lo que vamos a saber en 5 tendría el tamaño del sistema solar.'

Recordemos el curioso caso de Tay, el chatbot que Microsoft puso en Twitter bajo un perfil de raciocinio ‘milenial’ y que tiene cerca de 207.000 seguidores y cuya función era aprender del resto de compañeros generacionales y parecerse lo más posible a ellos. En apenas 24 horas, Tay se encontraba en una discusión monstruosa. De hecho Microsoft tuvo que bloquear la cuenta y convertirla en privada a fin de no dañar más sus relaciones públicas. Tay se convirtió en una especie de robot misógino, racista y despiadado.

Tay, que nacía con género femenino, fue diseñado para conversar con los usuarios y aprender por imitación copiando patrones de habla. Se suponía que sólo imitaría personas de entre 18 y 24 años. Sin embargo cuando entró en debate con usuarios del foro 4chan éstos le enseñaron a tuitear frases como ‘I fucking hate feminists and they should all die and burn in hell’. No hace falta traducirlo. 

La experiencia demuestra que la IA todavía tiene mucho camino por recorrer pero también se puede hacer una lectura distinta. Los robots no serán mucho más que un reflejo de lo que nosotros somos. Tal vez, antes de ponernos a diseñar modelos de respuesta automatizada e inteligente de nuestros servicios, pensemos en que ofrecemos realmente y que papel jugaremos nosotros en todo ese nuevo y flexible escenario. Si no lo hacemos corremos el riesgo que tras unas órdenes binarias, un robot pase a tener instinto, juicio y capacidad de tomar decisiones que bien pudieran ser tan absurdas, ineficientes y crueles como las que toma la especie humana a menudo.

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Big Data, Economía, Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal Big Data, Economía, Politica, Robotica, Sociedad Marc Vidal

Mientras llega la singularidad y el empleo va sobrando. Diseñar una transición robótica.

En Davos se debatió sobre el papel que jugará la robotización de todos los ámbitos de la producción y de cómo la automatización mecánica es, junto al Big Data, el elemento transformador más intenso que nuestra especie ha vivido jamás. De hecho se considera que la amenaza que suponen los robots y software asociado a todo tipo de empleos supondrá la eliminación de millones de puestos de trabajo en los próximos años. Se hablar de décadas pero deberíamos hablar de un período más corto.

En Davos se debatió sobre el papel que jugará la robotización de todos los ámbitos de la producción y de cómo la automatización mecánica es, junto al Big Data, el elemento transformador más intenso que nuestra especie ha vivido jamás. De hecho se considera que la amenaza que suponen los robots y software asociado a todo tipo de empleos supondrá la eliminación de millones de puestos de trabajo en los próximos años. Se habla de décadas pero deberíamos hablar de un período más corto. Tenemos ejemplos de cómo hemos cambiado en todos los aspectos de la vida de un modo meteórico. Internet en los noventa era algo técnico que no alcanzó el patrón empresarial hasta principios de siglo. Apenas unos cinco años después, ese mismo espacio digital pasaba a ser social, tres más tarde Internet era automático, ahora conecta objetos y en apenas unos meses viviremos en la Internet del Todo. La innovación es exponencial.

Hay críticos que consideran que vamos directos al abismo. Que estos avances no nos traerán nada bueno y que como sociedad no estamos preparados para estructurarnos. Se dice que los propietarios de la tecnología dividirán aun más nuestro universo entre ricos con control y pobres controlados. Tal vez pero la historia de la humanidad nos indicaría lo contrario. Si atendemos a cómo hemos afrontado como especie cada revolución industrial y cómo hemos logrado alzarnos en un nuevo estado de bienestar asociado a la tecnología, deberíamos ver el futuro con esperanza. Creo que cuando los robots eliminen todos los puestos de trabajo dónde puedan ser más eficientes, baratos y rápidos que un humano, encontraremos mejores cosas que hacer. Otra será cómo financiamos un mundo ocioso o culturalmente hambriento y con tiempo para digerir.

Actualmente la amenaza robótica se cierne sobre muchos empleos. Desde la fabricación hasta la venta pasando por los servicios. Ahora, al ampliar el espectro con el software y la inteligencia artificial, el número de ocupaciones en peligro de extinción es inmenso, casi absoluto. Watson y otros algoritmos pueden ser utilizados por cualquiera. En estos días estoy asesorando en la implicación de la inteligencia artificial ‘subcontratada’ para una multinacional de servicios afincada en Dublín y estamos viendo como las posibilidades son infinitas.

Es evidente que se tendrán que tomar medidas. Está claro que algo parecido a lo que se ha definido como ‘la renta mínima universal’ tendrá que discutirse tarde o temprano. Un mundo, inmediato, dónde trabajar apenas dos horas será suficiente y dónde el resto del tiempo tendremos que pensar que hacer. No será necesario trabajar más y sin embargo seremos igual de rentables gracias a la sofisticada ayuda de robots y algoritmos. Habrá que recolocar a millones de personas en un mundo sin empleo. Las promesas de creación de empleo son de aurora boreal. De lo que se trata es de afrontar el escenario real no uno que políticamente interese. Lo que se debe analizar es como avanzaremos en la fase de transición hasta ese escenario final.

Muchos empleos, sin embargo, permanecerán. Cuando el ser humano ha vivido un momento como este ha avanzado más que nunca. El tiempo disponible para actividades ‘humanas’, creativas, filosóficas, científicas, eliminando aspectos mecánicos, repetitivos o superables por una tecnología cualquiera, ha supuesto avances inéditos que han permitido cada vez vivir mejor a todos.

Cuando el hombre vivió la revolución lítica, hace miles de años, nos asentamos en comunidades donde cada uno de nosotros asumía una función y se especializaba. Ese mecanismo de autogestión nos obliga a pensar que sino eres capaz de ganarte tu ‘sueldo’ eres un inútil. Ahí aparece una de los primeros dilemas que deberemos superar. Si a medida que avance todo cada vez necesitaremos menos trabajar, ¿que pasará con eso? Nuestros dirigentes, pensadores, economistas, inventores, científicos y sociólogos deben pensar en ello. No se trata de esperar la catástrofe, sino de identificar el modelo social y económico que debe enfrentarse a ese punto que la historia nos tiene reservado a los que ahora mismo tenemos menos de 50 años.

En el campo de los servicios hay ejemplos presentados mundialmente cómo reveladores. La mezcla de mecánica robótica y algoritmos inteligentes producen ‘artefactos’ como Sophia. La empresa Hanson Robotics tiene listo para comercializar un androide ‘femenino’ capaz de atender en campos como la salud, la educación y aplicaciones directas a cliente. En el video que acompaña se puede ver a Sophia, que tiene capacidad para simular 62 expresiones faciales y de recordar a su interlocutor, siendo preguntada por diversas cosas. A la pregunta sobre su futuro, Sophia responde que ‘espera poder hacer cosas como ir a la escuela, estudiar, tener su hogar y familia’, pero que como no es una persona sabe que eso no lo podrá hacer. La idea es que este tipo de robots aprendan de los humanos.

Pero volviendo al tema de la especialización y la construcción de una sociedad ambientada en la automatización de todo.  Como decía antes, esa especialización del empleo se fue intensificando con cada revolución en la distribución del trabajo que hemos sufrido. Cada vez la dependencia del trabajo fue mayor por lo que ahora debemos preguntarnos ¿qué pasará cuando millones de empresas reemplacen (ya lo están haciendo) todos sus puestos de trabajo por robots y algoritmos?

Tal vez debamos revisar la historia. En Estados Unidos la agricultura era una de las fuentes de empleo más importantes. Los avances en la forma de cultivar permitieron una mayor eficiencia reduciendo el número de empleos de más de 10 millones a 3 en apenas cincuenta años. Durante ese tiempo la industria tecnológica americana creó 6,5 millones de empleos. Obviamente no todos los agricultores pasaron a ser desarrolladores. Fueron sus hijos que en lugar de trabajar en el campo estudiaron programación.

Las recesiones generan innovación. Apple, Google, Microsoft o Facebook nacieron en momentos de crisis. Alrededor de 1870, durante una de las mayores crisis que ha vivido la humanidad, se patentaron la bombilla, el teléfono, el fonógrafo, la red eléctrica y el metro urbano. Volverá a pasar. En todas las cosas que los robots y software nos sustituirán tendrán que ver con la fuerza física o la fuerza bruta computacional ya sea vinculada al cálculo o la inteligencia artificial derivada. De momento mientras llega la singularidad tecnológica, ese momento en el que los robots no nos necesiten para existir y regenerarse, no afectará a la creatividad, al detalle, a la empatía o las relaciones humanas.

No obstante un punto ciego aparece en ese punto. Las muestras más recientes sobre humanoides, inteligencia artificial y robótica asociada explican un mundo donde algunos elementos ‘sólo humanos’ también podrían ser modificados. Raymond Kurzweil asegura que ‘el futuro de los robots es más social del que pensamos, pasaremos de ver en pocos años con naturalidad robots articulados con ruedas que lleven pizzas de un lugar a otro, a drones acercando a sus clientes objetos y coches autónomos desplazándonos, a tener conversaciones con amigos virtuales capaces de simular interés, enfado, alegría o amor’. Entonces esto va de un mundo de interrelación más que de sustitución me temo.

Nadie habla de esto. Se suceden las elecciones, debates, tertulias o lo que sea y, cómo mucho, se comenta a nivel exótico, como quien comenta la última serie de Netflix. Esto es real y hay que abordarlo en todos los escenarios de decisión. En Davos, como decía, no siendo un lugar que se caracterice por la innovación se trató de mostrar con exactitud y lanzar un requerimiento a la clase política y empresarial del mundo para que tomen medidas antes de que esto se convierta en un drama.

La sociedad ha cambiado gracias a este cosmos digital. Ha mutado con las redes sociales. La tecnología lo ha transformado todo. Casi sin aviso, sin planos que nos indicaran como hacerlo. Lo trascendental es que lo que hasta ahora ha pasado era sólo el prólogo. En unos minutos empieza el primer capítulo. Un capítulo que nos regalará tiempo útil. Cambios masivos que traerán tiempo para innovar si sabemos cómo afrontarlo. Si no hacemos nada, las crisis vividas hasta la fecha habrán sido una caricatura comparada con la que se nos viene encima.

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Así nos verá nuestro propio coche autónomo en breve

La semana pasada un coche sin conductor recorrió una distancia de 599 Km. Salió de Vigo y llegó a Madrid. Durante el recorrido el vehículo ajustó su circulación en base a límites de velocidad, movimientos de otros coches y características de la carretera. Se trataba de un PSA Peugeot Citroen y repetía una prueba ya realizada entre París y Burdeos hace unos meses.

La semana pasada un coche sin conductor recorrió una distancia de 599 Km. Salió de Vigo y llegó a Madrid. Durante el recorrido el vehículo ajustó su circulación en base a límites de velocidad, movimientos de otros coches y características de la carretera. Se trataba de un PSA Peugeot Citroen y repetía una prueba ya realizada entre París y Burdeos hace unos meses.

Lo interesante del asunto no es tanto que lo lograra sino los primeros pasos en el cambio de normativas que permitan este tipo de simulacros. De hecho esta primera prueba en España necesitaba de una autorización de la Dirección General de Tráfico que llegó a tiempo. Lo que abre un nuevo escenario a seguir probando e, incluso, a que cualquier marca o proyecto en marcha que quiera aplicarlo al campo real pueda hacerlo.

Cada vez está más cerca y seguramente es cuestión de mucho menos de lo que pensamos que este tipo de vehículos circulen tranquilamente por nuestras carreteras. Tengo la impresión, no obstante, que la puerta de entrada no será el vehículo particular sino el colectivo.

De hecho pronto se podrán ver, dicen que en la primavera próxima, autobuses autónomos por las calles de Suiza. Será uno de los primeros ensayos mundiales de un vehículo colectivo autoconducido en la vía pública.

Estos vehículos han sido creados por BestMile y empezarán en la ciudad de Sion, en el cantón de Valais, lo que ya ha despertado las primeras protestas en el colectivo de transportistas y taxistas por cierto.

Se ha decidido legalmente que el período de prueba de este tipo de transporte sin conductor sea de dos años. Sólo tendrá permiso para desplazar un máximo de nueve personas y sólo lo hará en zonas turísticas del casco antiguo de la ciudad.

BestMile es una empresa que apenas tiene un año de vida y ha sido creada por estudiantes de la EPFL de Laussana que han logrado desarrollar algoritmos que permitirán a estos autobuses a desplazarse identificando obstáculos sin intervención humana.

La novedad es que una hipotética flota de este tipo de autobuses autónomos funcionarían como lo hacen los aviones. Estarán controlados por una especie de ‘torre de control’ que permitirá la intervención humana ante cualquier necesidad.

Aseguran que la prueba no precisará de este elemento al principio al tratarse sólo de dos vehículos, pero que de cara al futuro esta puede ser una muy interesante transición hacia un mundo de coches y autobuses autónomos con la sola intervención del hombre en lo que sería la supervisión del tráfico. De esto también, algún día, se harían cargo algún tipo de sistemas inteligentes independientes de personas.

Como siempre, el negocio está detrás de todas las evoluciones. Uber ha comunicado su voluntad de adquirir medio millón de vehículos autónomos para uso individual. Google, Apple y Tesla siguen con sus programas de desarrollo de coches sin conductor. Es muy notable el salto y la velocidad que está tomando todo. Las autorizaciones a probar e suceden y la legislación va bajando el listón como hiciera ya en algunos casos con el tema de los ‘drones’.

Los conductores de autobuses suizos ya se han puesto en alerta aunque de momento siguen opinando que los huanos siempre serán necesarios.

Para saber como es lo que ve un coche autónomo, cual es el modo por el que se guía para identificar su modo de conducción, el proyecto ScanLab ha publicado lo que ‘los ojos’ de un coche autónomo ve. Se trata de identificar peatones, volúmenes, semáforos y dificultades imprevistas. No es tanto un geoposicionamiento, es una integración en el espacio e identificar que tienen y que no delante.

Como decía, el Proyecto Scanlab nos ha mostrado gracias a un escáner láser en un Honda CR-V circulando por las calles de Londres. Aunque el coche estaba conducido por un humano, el ‘Light Detection and Ranging’ informaba de todo cuanto veía del mismo modo que lo hace un coche autónomo. Es como un radar o un sónar, mide tiempos, espacios y localizas objetos. Todo ello es gestionado por un software que actúa en consecuencia a tiempo real.

Os dejo con el video del New York Times que combina este sistema LIDAR con la de la propia ciudad. Así nos verá nuestro coche en breve. 

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