Marc Vidal Marc Vidal

Las profesiones del futuro inminente y más allá.

El listado que hoy ocupa este post reúne 37 de los centenares de posibilidades profesionales que el futuro nos ofrecerá. Las primeras 17 que voy a listar se refieren a un mundo lejano, en la próxima década. El segundo, inmediatamente después, se refiere a las 20 que ahora mismo son las más solicitadas.

El listado que hoy ocupa este post reúne 37 de los centenares de posibilidades profesionales que el futuro nos ofrecerá. Las primeras 17 que voy a listar se refieren a un mundo lejano, en la próxima década. El segundo, inmediatamente después, se refiere a las 20 que ahora mismo son las más solicitadas.

En la lista que resaltaré a continuación, que surge del libro publicado por el grupo Cognizant ‘When Machines Do Everything’, se formula un juego sobre la generación de nuevos modelos de negocio, empleos o tipos de empresa, incluso rozando la ciencia ficción, a fin de ver hasta donde somos capaces, hoy en día, a aceptar la necesidad de repensarlo todo. Ahí van 17 ideas de las 21 que el libro describe:

  1. La empresas que ahora se dedican a estudios de mercado deberán convertirse en ‘detectives de datos’. Analizarán los datos de todo tipo de dispositivos IoT para proporcionar a otras empresas información basada en datos. Sus proveedores serán Alexa y compañía.

  2. Las empresas que ahora se dedican a cualquier tipo de entretenimiento, en el futuro necesitarán profesionales del tipo ‘walker/talker’ (algo así como caminante-hablador). Este trabajo es para un futuro cuando, gracias a la biotecnología, las personas vivan más que nunca y exista una población de ciudadanos de la tercera y cuarta edad proporcionalmente enorme. Personas mayores que necesitarán a alguien con quien hablar.

  3. Las empresas que se dedican a ofrecer servicios de instalaciones energéticas o lampistería bien podrían ser en el futuro ‘analistas de ciudades inteligentes’ pues a partir de los billones de datos que las ciudades emitirán, será necesario recopilarlos con los sensores disponibles, pero sobretodo, mantener el valor de esos datos y saber modificar lo que recolectan según las necesidades.

  4. Las empresas constructoras y promotoras inmobiliarias de hoy en día deberán, tal vez, evolucionar hacia una especie de constructores de espacios virtuales, bien diseñados, conforme a necesidades humanas pero en entornos no existentes. Calcular esos espacios deberá ser muy distinto a lo que físicamente necesitamos. El éxito de un espacio virtual dependerá de cosas muy distintas a las que rigen en un lugar analógico.

  5. Las agencias de viajes podrían convertirse en el futuro en una especie de creadores de experiencias virtuales y ser pioneros en lo que se denomina la economía experiencial. Hablamos de que el agente de viajes podría ser un escritor con mucha imaginación, capaz de crear argumentos y espacios únicos para clientes con poco tiempo o capacidad de viaje tradicional.

  6. Los gimnasios del futuro podrían precisar de un profesional que se intuye ya cuando vemos el uso masivo de algunas aplicaciones para estar en forma. Hablamos de que se deberán convertir en una especie de ‘consejeros virtuales para el compromiso físico’. Para ello el usuario cederá el acceso a sus constantes vitales, agenda diaria, dieta, etc., a estos centros que estarán permanentemente encima del cumplimiento de todos los preceptos para estar saludable. Muchas empresas exigirán en el futuro, o no, esta cadencia informativa a los candidatos a otros empleos. Los clientes del fitness del futuro permitirán que un rastreador de actividad, y un consejero de compromiso de actividad física, los mantenga motivados en su guerra diaria por estar en forma.

  7. Los centros sanitarios del futuro van a cambiar mucho. Por lo menos los de asistencia ambulatoria, de primer contacto o de asistencia básica. Estas organizaciones precisarán ‘técnicos de asistencia sanitaria asistida por Inteligencia Artificial’. Los pacientes no irán al médico, los técnicos de asistencia sanitaria asistidos por IA aparecerán en tu puerta antes de que tu sepas que los necesitas. Todos ellos utilizarán un software para realizar diagnósticos en base a un sistema experto e incluso, realizarán pequeñas cirugías con ayuda de sistemas robóticos portátiles sin necesidad de tener titulación alguna.

  8. Si en tu empresa te dedicas ahora mismo a cualquier labor comercial sabes que tienes los días contados. El futuro es de la venta predictiva y de la automatización de todo lo que tiene que ver con el marketing. Inclusive algunos aspectos creativos pueden estar en juego. Pero, ¿que pasa con los datos que se generan masivamente ahora que ya no se pueden vender entre empresas? Facebook ya no puede vender tus datos a Amazon. Por lo que un nuevo empleo puede nacer al necesitarse ‘un intermediario de datos personales’ que supervise y comercialice esos datos personales de un cliente para que éste obtenga datos por ello.  

  9. Una vez se prohíba la circulación de vehículos conducidos por humanos en las ciudades, los coches autónomos tomarán las calles. Eso pasará antes de lo previsto por algunos y además sucederá fundamentalmente en vías urbanas y en autopistas. Algún día, en todas partes. Cuando esto pase todo no podrá estar en manos del control autónomo de los vehículos, será imprescindible una especie de ‘controlador de vehículos autónomos’ asistido por sistemas inteligentes. Se necesitarán 'controladores para dirigir y administrar las carreteras y calles para garantizar que se gestionen de manera correcta atendiendo a las predicciones de sistemas inteligentes.

  10. El día que entremos en una tienda de ropa para comprar ropa pero no haya ropa estaremos ante el comercio del futuro hecho presente. Poco a poco el comercio digital va imponiendo sus reglas. Iremos a centros comerciales a visualizar cosas que allí no estén, pero tal vez, podamos sentir, tocar virtualmente y tener la asistencia física de un vendedor. Esas conversaciones, sensaciones y datos irán directos a un ‘sastre virtual’ que tomará esos aspectos para ofrecerte en un rato una oferta ideal para ti.  

  11. Los bancos tienen un futuro raro por decirlo suavemente. En el futuro inmediato aquellos profesionales de banca que no se adecúen a un espacio de relación muy distinta lo tienen crudo. En un mundo donde el dinero físico se va a desvanecer, los pagos con criptomonedas y los microcréditos vinculados a los Neobanks o los iBanks, vayan creciendo, se impondrá la necesidad e una especie de ‘asesor de gestión financiera virtual’ que atenderán virtualmente en cada momento como hacen algunas Fintech ahora mismo pero personalizando el trato. Un asesor financiero será una especie de App humana.

  12. Surgirán problemas médicos en el futuro. Limitaciones que nuestro cuerpo no podrá superar fácilmente. Las personas viviremos más que nunca, pero los avances en la memoria y otros cuidados de salud relacionados con el cerebro difícilmente podrán estar al mismo nivel de progreso. Nos harán falta empresas que sean capaces de conservar nuestra memoria creando espacios virtuales con nuestros propios recuerdos. Los notarios de hoy en día deberán transformarse en ‘fedatarios de la memoria virtual’. 

  13. En todo tipo de empresas hará falta un profesional muy especial. No tiene que ver con un sector concreto, de hecho lo interesante es que habrá empresas que ofrecerán este servicio. Se trata del gestor o ‘manager de relaciones hombre-máquina’. El futuro del trabajo depende de qué tan bien puedan colaborar los seres humanos y las máquinas. El gerente de los equipos del futuro inmediato será el responsable de descubrir cuáles son los puntos fuertes de la máquina y cuáles son las fortalezas de los humanos, y combinarlos para formar un equipo de trabajo mucho más productivo.

  14. Las aseguradoras ya saben que su futuro está muy comprometido. La aparición de modelos industriales que reducen los costes de asegurar algo es enorme. El entrenamiento virtual en escenarios de riesgo, los coches autónomos sin accidentes, la impresión 3D que elimina los problemas de transporte, el blockchain que modifica la cadena de valor del seguro tradicional, etc. Por eso, entre tanta complicación de relaciones con la confianza, estas empresas deberán ofrecer un nuevo servicio, ‘el director de confianza’ que otorgue nuevas ofertas en el sentido de la transparencia que precisará un usuario o cliente en la era de lo virtual y de la falta de riesgo más allá del dinero digital.

  15. Las empresas de consultoría tradicional también tenemos los días contados. Muy felices nos las prometíamos los que nos dedicamos a decirles a otros como deben hacer las cosas para afrontar la disrupción. Resulta que eso también llega por aquí. Para los trabajos de análisis de negocios tocará aprender a gestionar de un modo completamente diferente. Los consultores del futuro inmediato serán ‘responsables de combinar el procesamiento cuántico de la información’ con el aprendizaje automático para estimular soluciones mejores y más rápidas a los problemas comerciales del mundo real. El objetivo final será siempre construir sistemas de inteligencia que puedan aprender de los datos. De ahí que el consultor futuro tendrá que saber muy bien que supone todo esto y, seguramente, algo de matemáticas.

  16. Sabemos que los responsables de recursos humanos también deberán abrazar a los algoritmos, los periodistas tienen ante sí el reto de comprender su verdadero papel, los responsables de marketing o cualquiera que se considere intocable será tocado. Entre ellos hay dos responsabilidades muy interesantes. Los directores de compras y los directores generales. Los primeros no podrán superar a la eficiencia de cálculo de un algoritmo decidiendo que es mejor comprar, como y en base a que negociación. Los segundos no podrán establecer criterios estratégicos que un modelo de análisis de datos empresariales y de inteligencia artificial. Tarde o temprano, ambos, precisarán ofrecer una habilidad imposible de sustituir por una máquina: la ética. Se precisarán empresas o profesionales que se denominen ‘supervisores de compras ética’ o ‘directores éticos’. Un trabajo para cuando las grandes corporaciones decidan tomar decisiones basadas en lo que es ético, no en lo que es rentable.

  17. y si en los próximos 10 años vamos a ir entrando con vaselina en el mundo de los metaversos unificándolos todos y experimentando la navegación por la red de un modo tridimensional y donde cada uno de nosotros ya no tendrá sólo una IP que le identifique sino una identidad digital propia en forma de avatar, todas las necesidades, meta-necesidades que ahora tenemos en un entorno digital como el actual, las tendremos en ese nuevo entorno. Profesiones del futuro en ese mundo serán meta-replicas de las digitales o las analógicas de hoy. Psicólogos para nuestro avatar, abogados que defiendan nuestra actividad en ese entorno, vendedores de todo, asesores de moda para vestir nuestro personaje del metaverso, asesores de todo tipo y, porque no, políticos que gestionen comunidades determinades. Quien sabe…

Bueno, algunas parecen locuras, pero otras bien podrían ser. Seguro que se te ocurren más, pero estas nuevas profesiones podrían empezar a responder a la pregunta ¿qué haremos cuando las máquinas lo hagan todo? Si esa respuesta te crea ansiedad, o no, piensa en que algo se está transformando hoy mismo en eso de las profesiones del futuro.

Como sabéis, la red social donde tengo mayor cantidad de seguidores es Linkedin, allí suelo ir para aprender e identificar muchos temas ligados al mundo laboral o profesional. De ahí que me llamara la atención la edición 2022 de la clasificación Empleos en auge de según esta red social, donde se revela las 20 profesiones que más han crecido en los últimos cinco años.

Para preparar el ranking de este año, han analizado los datos que tiene LinkedIn para calcular los puestos con mayor crecimiento desde enero de 2017 a julio de 2021. El requisito es que las profesiones tengan un crecimiento sostenido y hayan experimentado un aumento considerable en 2021.

Muchos consideran esa lista como un elemento en el que focalizar para formarte en el futuro. Pero yo no considero esta lista solo como una herramienta para buscar empleo sino que también permite asomarse al futuro del mercado laboral y vislumbrar las potenciales oportunidades que ofrecerá. Si antes te he explicado las profesiones de la próxima década seguramente, esta otra lista habla de los empleos de estos próximos dos o tres años.

  1. Ingeniero/a de fiabilidad del sitio, estos ingenieros trabajan entre el desarrollo y las operaciones; se sirven del software para gestionar sistemas, resolver problemas y automatizar tareas operativas.

  2. Responsable de desarrollo de negocio, se encargan de identificar y evaluar nuevas oportunidades de negocio, de crear y supervisar planes de crecimiento y de potenciar la imagen corporativa de la compañía.

  3. Arquitecto/a de sistemas en la nube, son los responsables de gestionar la arquitectura computacional en la nube de una empresa

  4. Ingeniero/a de machine learning, se encargan de diseñar, construir y producir modelos de aprendizaje automático para resolver los desafíos a los que se enfrenten sus respectivas empresas.

  5. Experto/a en ciberseguridad, velan por la privacidad y la protección de los datos de las empresas y son los encargados de diseñar e implementar planes, programas y herramientas para garantizar la seguridad informática.

  6. Ingeniero/a de aplicaciones, ejercen de puente entre el departamento técnico y los clientes: proporcionan soporte en torno al producto, diseño, instalación, sustitución/reparación y resolución de problemas.

  7. Responsable de ensayos clínicos, son responsables de ejecutar y supervisar estudios y ensayos clínicos.

  8. Ingeniero/a de infraestructura, su trabajo consiste en testar, diseñar, construir y mantener las infraestructuras informáticas de una empresa

  9. Responsable de cadena de suministro, estos profesionales gestionan las áreas de planificación, aprovisionamiento y compras, almacén y transporte.

  10. Site specialist, entre sus funciones figuran la identificación de lugares para el desarrollo de estudios clínicos o la recopilación de datos para nutrir las bases de datos de investigación

  11. Agente hipotecario, se encargan del asesoramiento y acompañamiento de clientes que buscan un préstamo hipotecario.

  12. User experience researcher, planifican, diseñan y ejecutan estudios para detectar las necesidades de los usuarios.

  13. Desarrollador/a back-end, se ocupan de la arquitectura interna de una web o aplicación móvil.

  14. Responsable de sostenibilidad, se encargan de diseñar e implementar las estrategias de sostenibilidad de las empresas.

  15. Ingeniero/a de datos, son responsables de diseñar, construir y gestionar los datos de una empresa, así como la infraestructura necesaria para almacenarlos y procesarlos.

  16. Responsable de planificación estratégica, a diseñar, implementar y supervisar la hoja de ruta que la empresa debe seguir para cumplir sus objetivos.

  17. Customer relationship management analyst, forman parte del equipo de ventas y se encargan de responder a las necesidades de los clientes posventa.

  18. Técnico/a de selección de personal, se ocupan de encontrar y contratar el talento que mejor se adapte a las necesidades de las empresas.

  19. Ejecutivo/a de cuentas de software, estos profesionales de las ventas están especializados en la comercialización de herramientas de software.

  20. Supervisor/a mecánico/a, son responsables de tareas de mantenimiento y de realizar inspecciones periódicas para garantizar el cumplimiento de las medidas de seguridad.

Bueno, independientemente de si son los empleos del futuro a medio plazo o corto plazo, lo que sí es cierto es que se está produciendo un cambio laboral cada vez más profundo. Que quien cada mañana tiene que levantarse a las 6 de la mañana, abrir la persiana de su taller o de su bar, pagar sus autónomos y rezar para que tu gestor no se dejara algo en la declaración, no esté pensando en este cambio absoluto, que no esté razonando como le va a afectar la implementación de la inteligencia artificial o que no esté distinguiendo que la analítica de datos le está afectando sin saberlo, es hasta cierto punto normal.

El problema es que quienes tienen que estimular que todo eso no le afecte en negativo, le ayude a digerir esos avances y estimule a que nuestros jóvenes se formen en todo ello, ni se les ve ni se les espera. El futuro no se hace por inercia. El futuro se conquista y mantener esa actitud ‘a la espera’ no hace más que enviarte directo a la irrelevancia como país. Sobretodo porque sí hay países que el futuro lo contemplan como una oportunidad de progreso poniendo las luces largas, mientras otros lo siguen viendo a cuatro años vista en el mejor de los casos y con los cuatro intermitentes puestos.

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Marc Vidal Marc Vidal

¿Qué empleos están en riesgo en los próximos cinco años?

El Foro Económico Mundial asegura que ‘la automatización suplantará alrededor de 85 millones de empleos antes de 2025’. También asegura que, si se tiene en cuenta de manera estratégica, no deberíamos temerlo pues en ese análisis anticipa que la futura economía impulsada por la tecnología podría crear a su vez 97 millones de nuevos empleos. El problema será que falte esa previsión estratégica. De hecho, esa implementación correcta de la tecnología no será igual en todas partes ni afectará igual a los modelos productivos de cada país.

El Foro Económico Mundial asegura que ‘la automatización suplantará alrededor de 85 millones de empleos antes de 2025’. También asegura que, si se tiene en cuenta de manera estratégica, no deberíamos temerlo pues en ese análisis anticipa que la futura economía impulsada por la tecnología podría crear a su vez 97 millones de nuevos empleos. El problema será que falte esa previsión estratégica. De hecho, esa implementación correcta de la tecnología no será igual en todas partes ni afectará igual a los modelos productivos de cada país. 

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Actualmente, el 30% de todas las tareas las realizan máquinas y las personas hacen el resto. Sin embargo, en 2025, ese equilibrio cambiará drásticamente a una combinación de un 50% para humanos y dispositivos tecnológicos. Algo que puede ser bueno si se comprende en su justa dimensión y se prevé estratégicamente puede convertirse en un barrizal si no se actúa previamente. Un aumento en la automatización puede ser bueno para los trabajadores formados y puede ayudar a estimular la economía. Se ha demostrado que las nuevas tecnologías tienden a dejar atrás a los trabajadores con salarios bajos

Durante la crisis no veremos que esto se acelere, pero en una hipotética recuperación, la cosa cambia. La inteligencia artificial no es capaz de causar oleadas masivas de despidos sino que la configuración de la nueva economía automatizada requiere mucho dinero, tiempo y recursos, algo que muchas empresas no tienen durante una crisis. Pero sí inmediatamente después. Para ver cómo afectará todo esto al trabajo del futuro, utilizaré un estudio de Randstad Research que asegura que la mitad de los empleos que tenemos ahora mismo en España se automatizan a lo largo de esta década. 

Uno de cada cinco empleos tiene una alta probabilidad de ser realizado por un robot y un 30 por ciento más tienen una probabilidad significativa de ser ocupados por una máquina autónoma. Lo cierto es que de la misma manera que los trabajos de hoy en día no tienen nada que ver con los de hace dos o tres décadas, los que tendremos en unos años probablemente sean distintos a los que estamos viendo ahora mismo. 

Concretamente en el caso de España, un 52 por ciento de los puestos de trabajo podrían automatizar a lo largo de los próximos años, lo cual no significa que se vayan a destruir empleos, sino que se sustituirán por otros nuevos. Esto es algo que empieza a ser un discurso oficial y habría que ir con cuidado porque esa sustitución no es algo automático. Se produce siempre y cuando tengas una hoja de ruta para amortiguarlo.

Lo que es cierto es que hay dos estimaciones apuntalan esta tendencia. La OCDE calcula que el 65 por ciento de los niños terminará trabajando de algo que ahora mismo no existe. El Foro Económico Mundial apunta que a partir de 2022 surgirán 133 millones de empleos nuevos. Es evidente que cambiarán las cualidades más demandadas por los empleadores. Será importante, por supuesto, tener conocimientos digitales en el ámbito tecnológico, pero también otras competencias (las soft skills o habilidades blandas). Se suelen enumerar algunas: el pensamiento crítico, la inteligencia emocional, la creatividad…

Muchos son los retos, los desafíos. Por ejemplo el ‘modelo de empleo’. A lo largo de esta década se prevé que se mantenga la tendencia incremental de la flexibilidad laboral, es decir, la temporalidad, que en el caso de España afecta a uno de cada cuatro trabajadores. 10 puntos más que la media de la Unión Europea. El informe que he comentado y los estudios de las instituciones que te apuntaba hablan de la percepción de una automatización cada vez más profunda de todo. Pero esa percepción la tiene mucha gente. Hazte la pregunta ¿tu puesto de trabajo es robotizable ahora? ¿Y en cinco años? ¿A que te vas a dedicar cuando eso pase? ¿Cuales serán tus funciones? ¿En qué vas a formarte para afrontarlo?

La percepción que tienen los trabajadores, según estos informes, también es parecida. De hecho, muchos españoles creen que sus actuales puestos de trabajo hay muchas tareas que podrían hacer perfectamente un robot en el presente. Un 45 por ciento de 2500 españoles encuestados dijo que su trabajo lo hará un robot antes de 10 años. ¿Qué hacemos pues? Prepararnos y rápido. Rápido porque nos va el futuro en ello y la posibilidad de amortiguar las dificultades que tiene toda transición tecnológica en lo laboral. 

Resulta que España, por ejemplo, ha empezado a acelerar en este sentido. Fijaros, a día de hoy España ya está entre los países del mundo con más robots trabajando, según los últimos datos de la Federación Internacional de Robótica. Estamos lejos de Singapur, de Corea del Sur y de Japón, que son quienes lideran este ranking, pero ocupamos el décimo tercer lugar en esa clasificación. En los últimos cinco años, de hecho, hemos pasado de 70 robots por cada 10 mil trabajadores a 113. En tan solo cinco años. 

¿Dónde está el problema? En hacerlo mal. En Corea del Sur, en Japón o en Singapur no hay paro. Son líderes en implementación robótica sustituyendo tareas humanas y no hay paro. Básicamente porque lo han hecho bien. Han sido estratégicos.  A mayor robotización, mayor eficiencia y a mayor eficiencia mayor productividad y, ésta, genera empleo. Lo que pasa que no lo genera donde antes lo hacía. Por eso, paradójicamente, que haya más robots asumiendo trabajos que ahora hacemos los humanos no tiene porqué suponer un aumento del paro. De hecho, eso es lo que dicen los expertos y los mismos informes que apuntan a que cada vez habrá más robots. 

Los expertos añaden que se crearán más empleos en otras funciones que ahora no existen, pero hay varios puntos interesantes al respecto:

¿Qué empleos están en riesgo de caminar este proceso en estos próximos años? 

Estamos hablando de aquellos empleos que son más rutinarios, de menos valor añadido, que incorporan menos elementos de creatividad por ejemplo. En definitiva, estamos ante algo que no es nuevo. Nos lo podíamos imaginar, pero poco a poco se está convirtiendo en una realidad. La aparente contradicción sobre el hecho de robotizar y generar empleo la tenemos que analizar a dos tiempos distintos. De ahí que sea muy importante medir esa transición o nos haremos mucho daño.

Hay que distinguir en los empleos que existen hoy y los empleos que existirán en el futuro. 

Simplemente pensemos en hace 20 años cuando no existían los smartphones y el uso de internet era muy menor a hoy. Pues la cantidad de empleo que generan estas actividades es enorme. Eso es algo nuevo que en estos momentos es difícil pronosticar. Por tanto, si nos fijamos solamente en qué lo va a pasar con los empleos que existen hoy, la lectura es muy pesimista, pero hay que pensar en que a lo largo de la historia, la experiencia nos apunta a que se han ido creando muchas oportunidades con nuevos modos de trabajar. 

Esto es difícil de defender cuando una segadora autónoma se ventila una hectárea de campo cultivado en el tiempo que una cuadrilla de personas segaba 10 metros cuadrados. Pero, repito, es fundamental abordarlo de un modo global y en el tiempo. Los gobiernos deben medir ese tiempo y ajustar los elementos necesarios para que el daño, durante el tiempo que la herida esté abierta, se lo más leve posible. 

Los robots no reemplazarán a los humanos, trabajarán con nosotros. 

“No perderás tu empleo en manos de un robot o de una computadora, sino en las de alguien que se lleve mejor que tú con esa computadora o con ese robot. Hoy no podemos saber que tecnología va a cambiarlo todo. Pero no lo dudes, la habrá. Como siempre ha pasado. Podemos pensar en la IA o en los datos, o en robots con aspecto humano, pero será otra cosas. En 1992 nadie pudo enviar ni un mail durante la inauguración de los JJOO de BCN. Y estábamos a diez minutos de un cambio brutal. Ahora estamos a diez minutos de otro cambio profundo e impactante. No debemos imaginar que será, debemos prepararnos para lo que sea, y que no podemos deducir antes. Prepararnos para el cambio. No nos va a preguntar.

Esos nuevos empleos que pueden surgir en este proceso están muy vinculados a las soft skills, a las habilidades blandas. Hablan en el informe de habilidades como la creatividad, inteligencia emocional, capacidad de negociación. Pero la pregunta es ¿se están preparando, ya no sólo los trabajadores del futuro, sino también los empleados actuales para adquirir estas capacidades que requerirán los nuevos puestos de trabajo?

Sinceramente no lo veo. Hay esfuerzos pero no los veo que estén siendo eficaces. En ocasiones tengo la sensación que llevamos a nuestros hijos a escuelas para que les enseñen cosas de un mundo que ya no existe. En el que no vivirán. Fíjate en nosotros mismos. Se nos ha educado para creer en las certezas, para hacer lo que se nos dice… Pero todos hemos visto que ya no hay nada seguro, que no existe el trabajo para toda la vida, que el futuro es casi imposible de predecir. Así pues, nuestros hijos no deberían ser educados con las mismas limitaciones que a nosotros.

¿En cuantas empresas trabajó tu padre o tu madre? ¿En cuantas tú? Los niños de hoy trabajaran en más de veinte a lo largo de su vida. Por ello, debemos enseñarles a establecer relaciones entre ellos, a trabajar en equipo, a innovar, a asumir riesgos y a ser ciudadanos globales. Será necesario también que sean muy buenos comunicadores porque en la vida del futuro, comunicar será algo que los robots nos pedirán que hagamos en su nombre. Por eso hay que empezar hoy a enseñar estas cosas en las escuelas.

Y todo esto al mundo empresarial. Lo mismo con los trabajadores. Tengo la sensación que formamos para un mundo que ya no existe, en el que no trabajarán. Por eso, tal vez, lo interesante es quedarse con una buena noticia que tiene que hacer reaccionar a todos. Resulta que todo este tipo de habilidades se pueden adquirir. No son habilidades innatas que si no las tienes estás jodido. 

Hoy día las empresas valoran que seamos capaces de hacer el empleo para el que nos están pagando hoy. Pero también están pensando en que seamos capaces de hacer el del futuro. Por eso se pide pensamiento crítico, saber resolver problemas complejos, un conocimiento de que es capaz de hacer la tecnología (no programar, comprenderla). Pero en España hay un problema que supone un muro importante. Tenemos una proporción gigantesca de personas sobre cualificadas o infra cualificadas para el empleo disponible. No hay ‘match’ y eso lastra cualquier cambio de modelo productivo y tensiona salarialmente a todo el mundo.

En España, uno de cada cuatro jóvenes entre 25 y 29 años no tiene ningún tipo de cualificación profesional. Sus perspectivas laborales son complicadas y en paralelo conviven con muchos jóvenes sobre cualificados para el trabajo disponible. Al final ese desajuste que tenemos en España, tanto por infra cualificación como por sobre cualificación, termina generando tasas de paro juveniles de aurora boreal.

Probablemente, en lugar de hablar del ‘empleo robótico del futuro’ o ‘¿a qué nos vamos a dedicar cuando los robots lo hagan todo?’ estaría bien modular esa demanda y prepararla para un escenario de oferta futura más acertada. El mundo ha cambiado y cambiará mucho más. Los empleos actuales ya no son puestos de trabajo para toda la vida vida, ni en una misma oficina y con los mismos compañeros para siempre. De hecho el futuro laboral ya no tiene que ver con una carrera profesional dirigida. 

El problema es la absoluta miopía en la que residen nuestros dirigentes, en esa endogamia obscena en la que se mueven a diario y que vive a años luz de la problemática real e inminente. No sé si es por falta de preparación, conocimiento o por mala fe. Lo lamentable es que el futuro precisa de liderazgo, no sólo de voluntad. Toca pedirles que se pongan las pilas, y el resto, de irnos preparando en todos los sentidos. La oportunidad de entrar en un mundo mucho mejor está ante nuestras narices. Desperdiciar esta oportunidad sería una pena. 

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Marc Vidal Marc Vidal

En Youtube: 'La mayor revolución económica inminente'

Os invito a echarle un vistazo a la última reflexión que he subido a mi canal de Youtube. Desde mi punto de vista entramos de pleno en el siglo XXI, un lugar en el que no habíamos entrado de pleno aún. Un instante que nos invita a entender la 'Era del Desorden', de la incertidumbre, de la flexibilidad. Pero mientras afrontamos los problemas inmediatos estamos dejando de lado otro desafío que resultará determinante.

Os invito a echarle un vistazo a la última reflexión que he subido a mi canal de Youtube. Desde mi punto de vista entramos de pleno en el siglo XXI, un lugar en el que no habíamos entrado de pleno aún. Un instante que nos invita a entender la 'Era del Desorden', de la incertidumbre, de la flexibilidad. Pero mientras afrontamos los problemas inmediatos estamos dejando de lado otro desafío que resultará determinante.

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Marc Vidal Marc Vidal

Mientras seguimos ocupados con la pandemia, algo inevitable se está desarrollando.

A pesar de la reticencia humana hacia los robots autónomos, alimentada por el miedo a que su implementación a gran escala acabe con el empleo de muchas personas, la realidad es que allí donde hay mayor densidad de máquinas de este tipo también hay una mayor ocupación en términos generales. Es cierto que un alto grado de robotización en sectores específicos puede desencadenar una reconfiguración importante del mercado laboral, pero si comparamos las tasas de desempleo con el grado de robotización por país, vemos que no existe una correlación entre el número de robots implementados y las tasas de desempleo. Eso suele ser porque hay un modelo estratégico de implementación, un estímulo real al cambio orientado a que no sea una agresión. El problema viene cuando eso sucede sin haberlas visto venir. El desastre puede ser monumental. Estamos hablando de algo que va mucho más allá del concepto Transformación Digital, mucho más.

A pesar de la reticencia humana hacia los robots autónomos, alimentada por el miedo a que su implementación a gran escala acabe con el empleo de muchas personas, la realidad es que allí donde hay mayor densidad de máquinas de este tipo también hay una mayor ocupación en términos generales. Es cierto que un alto grado de robotización en sectores específicos puede desencadenar una reconfiguración importante del mercado laboral, pero si comparamos las tasas de desempleo con el grado de robotización por país, vemos que no existe una correlación entre el número de robots implementados y las tasas de desempleo. Eso suele ser porque hay un modelo estratégico de implementación, un estímulo real al cambio orientado a que no sea una agresión. El problema viene cuando eso sucede sin haberlas visto venir. El desastre puede ser monumental. Estamos hablando de algo que va mucho más allá del concepto Transformación Digital, mucho más.

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Defiendo el papel relevante de la robótica en el futuro inminente. De hecho no será factible evitarlo por lo que es mejor prepararnos para esa nueva realidad que se avecina. Es más, mientras la crisis sanitaria, económica y social, se desplieguen en toda su magnitud, por debajo, arriba o al lado, da igual, la automatización del mundo, su robotización y la incorporación de la inteligencia artificial se está produciendo sin pausa. Cuándo todo esto se termine, que terminará, el mundo no habrá cambiado hacia la dichosa ‘nueva normalidad’ o por un modelo de relaciones ‘contactless’, ¡no!, descubriremos que el cambio se habrá producido en capas ocultas pero relevantes. El mundo se habrá robotizado mientras estábamos pensando en otras cosas. No prever eso, supondrá una crisis laboral que dejará como si fuera un juego de niños la crisis que se vaticina provocada por los confinamientos y los cierres de sectores económicos que estamos viviendo actualmente en medio planeta.

Es más, hay cosas que están pasando frente a nuestras narices y no nos damos cuenta de lo importantes que son para normalizar y estimular ese proceso de cambio en las relaciones humanos-robots. La inmunidad para actuar en entornos que se han vuelto temporalmente peligrosos para los humanos hace que sea más importante que nunca el aprovechar el potencial de los robots sociales. Es posible que la vía de entrada hacia ese nuevo ecosistema de relaciones humano-robot se produzca a partir de esos robots de tipo social y que, ahí sí, se acelere todo de manera exponencial. 

Durante la emergencia sanitaria, los establecimientos comerciales han priorizado la utilización de estos robots para la promoción de medidas de prevención contra el virus. Debido a la emergencia, el miedo a la interacción con los robots sociales se está desvaneciendo ante un frente común: la lucha contra el virus, contra la soledad, por la seguridad y por la investigación. Diversos indicios evidencian también estos cambios a nivel institucional, como la flexibilización de las normas de circulación para robots mensajeros en algunos territorios de China, Reino Unido, Suecia, Corea del Sur o Estados Unidos. Los vehículos autónomos que entregan material sanitario tienen vía libre en muchos lugares donde la norma lo impedía hace muy poco. Drones y vehículos de entrega autónomos se han normalizado en algunos lugares. Incluso hemos visto al famoso ‘Spot’ de Boston Dynamics procurando por la distancia social en un parque de Singapore. 

El rol de los robots sociales durante la pandemia ha superado cualquier otro tipo de tecnología o herramienta utilizada para el cuidado físico y mental de las personas o la reducción del riesgo de contagio entre los trabajadores. La demanda de estos robots se ha incrementado produciendo su rápida adopción en respuesta a la crisis, lo que ha potenciado que los beneficios de su implantación se hagan visibles en la sociedad. Una sociedad que poco a poco se está familiarizando con estos robots sociales y entendiendo que están para ayudarnos cuando sea necesario. 

En este sentido resulta importante examinar cómo estos robots que están siendo utilizados para paliar los efectos de la pandemia, permiten esa llegada masiva del uso de mecanismos no orgánicos a nuestra vida cotidiana. En esas actividades está la clave de lo que comento. Era este el estimulante, el detonante del que hablaba en mi último libro. 

Su normalización se evidencia por su utilidad y esa utilidad los ubica en la normalidad. En breve, si no se hace una previsión de su impacto, el problema será enorme y de difícil digestión. Es el momento de incorporar a las estrategias económicas para afrontar la mayor crisis económica y social que hemos vivido los que tenemos edad de trabajar en el mundo, si es que las hay realmente, un factor que será central: el tránsito hacia la singularidad tecnológica, la quinta revolución industrial y la sustitución por parte de robots y sistemas inteligentes a humanos en tareas determinadas. 

Algo que bien podría ser un beneficio enorme para la economía y la sociedad si se hace bien y con previsión, puede convertirse en un escenario trágico y demoledor si se deja a la inercia. Lamentablemente la inercia y el ‘ya veremos’ es una de las habilidades mejor desarrolladas por la casta de inútiles que determinan el camino a recorrer políticamente.

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Big Data, Blockchain, Robotica Marc Vidal Big Data, Blockchain, Robotica Marc Vidal

La Inteligencia Artificial contra el Coronavirus

Dicen que la crisis del coronavirus que vivimos estos días va a hacer más por la transformación digital que ningún plan estratégico. Dicen que la necesidad de incorporar la tecnología en todos los ámbitos de la vida se ha hecho latente más que nunca ahora. Pienso, no obstante, que esas afirmaciones son prematuras aunque podría ser. Lo veremos. A medida que pase el tiempo, la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, la realidad aumentada y virtual y la gestión de datos masivos, se irá evidenciando como indispensable. Lo será en materia económica, para permitir la salvaguarda de una sociedad del bienestar devastada y, también, lo será en el recorrido necesario para librar una batalla ineludible contra esta y otras potenciales pandemias futuras. Ahora sabemos que esto no est circunscrito a la ciencia ficción. Esto es real.

Dicen que la crisis del coronavirus que vivimos estos días va a hacer más por la transformación digital que ningún plan estratégico. Dicen que la necesidad de incorporar la tecnología en todos los ámbitos de la vida se ha hecho latente más que nunca ahora. Pienso, no obstante, que esas afirmaciones son prematuras aunque podría ser. Lo veremos. A medida que pase el tiempo, la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, la realidad aumentada y virtual y la gestión de datos masivos, se irá evidenciando como indispensable. Lo será en materia económica, para permitir la salvaguarda de una sociedad del bienestar devastada y, también, lo será en el recorrido necesario para librar una batalla ineludible contra esta y otras potenciales pandemias futuras. Ahora sabemos que esto no est circunscrito a la ciencia ficción. Esto es real.

Del primer aspecto hablaré en otro artículo. Hoy quiero analizar que modelos tecnológicos se están aplicando para luchar contra la covid-19. Hablaré de robots desinfectando hospitales con luz ultravioleta, entregando alimentos y medicamentos o tomando la temperatura a los pacientes. De drones que transportan suministros alimentarios, desinfectantes o capturan imágenes térmicas. De gestión de datos masivos en abierto para poner en común el conocimiento global. Y de, por último, unos cascos inteligentes que ayudan a la detección de posibles infectados.

Empezaré por este último. La policía china utiliza cascos inteligentes equipados con cámaras infrarrojas alimentadas por IA para detectar a los peatones con fiebre mientras patrullan las calles en medio de la crisis del coronavirus. Estos cascos tienen una cámara infrarroja, que hace sonar una alarma si alguien, en un radio de cinco metros, tiene fiebre. Están equipados con tecnología de reconocimiento facial pudiendo mostrar también información privada del peatón en la pantalla virtual que tiene en la visera el propio casco. Algo impensable esto último en Europa, por cierto.

Este dispositivo se está utilizando en Shenzhen. Un lugar que comparte frontera con Hong Kong y donde la policía inspecciona también a los conductores que llegan a la ciudad. Este innovador equipo, llamado Smart Helmet N901, está desarrollado por la firma tecnológica Kuang-Chi. Los oficiales de las principales ciudades chinas ya utilizan este dispositivo futurista (recuerda a Robocop). Lo hacen para evitar la propagación del coronavirus a medida que el confinamiento chino se va relajando.

Los chinos aseguran que este es un dispositivo portátil altamente inteligente diseñado específicamente para abordar los desafíos que tiene la prevención de la epidemia. Dicen que cualquier persona con fiebre puede ser detectada a cinco metros de distancia con una exactitud del 100%. Además es bastante rápido. En apenas dos minutos, un oficial de policía puede escanear a 100 personas.

Pero hay mucho más. Estimulado por empresas chinas, la escalada tecnológica para luchar contra la pandemia, esta siendo de una velocidad y profundidad nunca vista. De hecho, cuando China inició su respuesta al virus, se apoyó en su fuerte sector tecnológico y específicamente en la inteligencia artificial (IA), la ciencia de datos y la tecnología para rastrear y combatir la pandemia, mientras que los líderes tecnológicos, incluidos Alibaba, Baidu, Huawei y otros, cambiaron sus modelos de negocio para adaptarlos a iniciativas de salud. 

Como resultado, las nuevas empresas tecnológicas están ahora integralmente involucradas con médicos, académicos y entidades gubernamentales de todo el mundo para activar la tecnología a medida que el virus continúa propagándose a muchos otros países. Es evidente que tras la anécdota polémica de los cascos inteligentes, la mejor arma contra el virus es la inteligencia artificial.

¿Te preguntas como? Pues aquí van algunos de los modos en los que la alta tecnología está ayudando a luchar contra el coronavirus:

1. Inteligencia artificial para identificar, rastrear y pronosticar brotes

Cuanto mejor podamos rastrear el virus, mejor podremos combatirlo. Al analizar informes de noticias, plataformas de redes sociales y documentos gubernamentales, la inteligencia artificial puede aprender a detectar un brote. De hecho, la IA canadiense BlueDot advirtió sobre la amenaza bastantes días antes de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades o la Organización Mundial de la Salud emitieran sus advertencias públicas. Healthmap, una iniciativa de organizaciones como la Harvard Medical School, el Boston Children's Hospital y la Northeastern University, utilizan sistemas de extracción de datos que, junto a modelos matemáticos de la empresa Event Horizon predicen dónde se puede propagar el virus en función de las rutas seguidas por las personas en un período determinado.

2. AI para ayudar a diagnosticar el virus

La compañía de inteligencia artificial Infervision (la que utilizan los cascos inteligentes) lanzó una solución de IA que ayuda a los trabajadores de atención médica en primera línea a detectar y controlar la enfermedad de manera eficiente. El gigante chino de comercio electrónico Alibaba construyó un sistema de diagnóstico impulsado por IA que afirman que es 96% preciso para diagnosticar el virus en segundos.

3. AI y blockchain agilizan las compras sanitarias.

Una plataforma de blockchain ofrecida por Ant Financial ayuda a acelerar el proceso de compras porque reduce los niveles de interacción entre pacientes y el personal del hospital.

4. Drones inteligentes entregan suministros médicos.

Una de las formas más seguras y rápidas para obtener suministros médicos donde se necesitan durante un brote es mediante la entrega de drones. Terra Drone está utilizando en China sus vehículos aéreos no tripulados para transportar muestras médicas y material de cuarentena con un riesgo mínimo entre el centro de control de enfermedades del condado de Xinchang. Con la incorporación de inteligencia artificial esos drones también se utilizan para patrullar espacios públicos, rastrear el incumplimiento de mandatos de cuarentena y para generar imágenes térmicas.

5. Robots que esterilizan, entregan alimentos y aportan suministros.

Son muchos los modelos que se utilizan en China y Corea en estos momentos. Los robots no se pueden infectar, por lo que son geniales para limpiar, esterilizar, entregar alimentos y suministrar medicamentos reduciendo los contactos entre humanos. Los robots UVD de Blue Ocean Robotics, como he dicho al principio, utilizan luz ultravioleta para eliminar de forma autónoma bacterias y virus de todo tipo. Gracias a la inteligencia artificial esos robots son capaces de memorizar e interpretar todas esas acciones para ir mejorando poco a poco.

6. Inteligencia artificial desarrollando medicamentos.

La división DeepMind de Google ha puesto a disposición de la comunidad científica sus algoritmos de IA más innovadores y su poder de computación, para entender el comportamiento de las proteínas que forman el virus. La empresa Benevolent AI, que utiliza sistemas inteligentes para crear medicamentos que puedan combatir las enfermedades más raras del mundo, ahora ayuda a apoyar los esfuerzos contra el coronavirus. A las pocas semanas del brote, utilizó sus capacidades predictivas para proponer medicamentos existentes que podrían ser útiles. Algunos están siendo la base de las fases 2 y 3 para desarrollar una vacuna.

8. AI para identificar personas infectadas o que no cumplen

A parte del casco inteligente, y asumiendo que su uso es controvertido, el sofisticado sistema de vigilancia de China utilizó la tecnología de reconocimiento facial y el software de detección de temperatura de SenseTime para identificar a las personas que podrían tener fiebre y tener más probabilidades de tener el virus. Toda China estuvo bajo sospecha durante unas semanas.

El gobierno chino también ha desarrollado un sistema de monitoreo llamado ‘Código de Salud’ que utiliza grandes datos para identificar y evaluar el riesgo de cada individuo en función de su historial de viajes, cuánto tiempo han pasado en puntos críticos de virus y la posible exposición a las personas que portan el virus. A los ciudadanos se les asigna un código de color (rojo, amarillo o verde), al que pueden acceder a través de las aplicaciones populares WeChat o Alipay para indicar si deben ser puestos en cuarentena o permitidos en público. Un pelín intrusivo, sí.

9. Chatbots inteligentes para compartir información

Los chinos pueden utilizar WeChat para acceder a servicios gratuitos que permiten consultar aspectos de salud. Los chatbots también han sido herramientas de comunicación esenciales para los proveedores de servicios en la industria de viajes y turismo pero ahora están centrados en una interacción vinculante entre salud y ciudadano. Lo que se sospecha es que ese ‘feedback’ proporciona datos sobre el comportamiento de los usuarios que permite a las autoridades interpretarlos para luchar contra el virus.

10. Y, finalmente, los supercomputadores trabajando en una vacuna contra el coronavirus.

Los investigadores están utilizando los recursos de computación en la nube y las supercomputadoras de varias compañías tecnológicas importantes como Tencent, DiDi y Huawei para acelerar el desarrollo de una cura o vacuna contra el virus. La velocidad con la que estos sistemas pueden ejecutar cálculos y modelar soluciones es mucho más rápida que el procesamiento estándar por computadora. En una pandemia global como COVID-19, la tecnología, la inteligencia artificial y la ciencia de datos se han vuelto críticas para ayudar a las sociedades a enfrentar el brote de manera efectiva.

Ahora más que nunca, los ingenieros están trabajando junto a científicos y médicos para desarrollar métodos más eficientes para diagnosticar el coronavirus, así como para probar posibles tratamientos. Por primera vez en la historia, Internet ha hecho que la colaboración sea mucho más fácil entre estos jugadores clave. 

Por ejemplo, la secuencia genómica del virus fue expuesta por científicos chinos públicamente solo unas semanas después del brote en Wuhan, está siendo estudiada por investigadores y médicos de todo el mundo, en un intento por desarrollar vacunas y tratamientos con COVID-19.

Revisando esta lista, se nos plantean tres dudas. ¿Debemos de copiar todos esos modelos tecnológicos para luchar contra la pandemia en otros lugares? ¿Nuestra ética permite el uso de todos esos métodos? ¿Es efectivo el uso de unos puntos y no otros? ¿Dependemos de China? y cuándo esto pase ¿el uso de la tecnología será dependiente de los desarrollos efectuados en China, Corea y Japón o podremos avanzar en nuestra propia tecnología? ¿es esta la puerta a la quinta revolución industrial? 

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Robots en el sector turístico. ¿Riesgo u oportunidad?

Las cifras de la EPA que se publicaron el pasado jueves pasaron desapercibidas en la mayoría de medios debido a que había una noticia que lo apagó todo. Sin embargo, los números que reflejaba la encuesta de población activa era suficientemente grave como para haber abierto todos los noticiarios y encabezado todos los periódicos. Se trataba de la peor cifra en creación de empleo en siete años. La mitad del poco empleo creado era público, algo que, en esa proporción, no había pasado nunca. Por otro lado también se podía interpretar que el empleo no crece en la franja de menos valor añadido o de cualificación precisa, es decir, allí donde el salario mínimo exige, desde principios de año, un aumento sustancial obligatorio. El empleo vinculado al turismo y al sector hotelero está más en juego de lo que parece y, precisamente por cierto, es el que genera una quinta parte de todo el mercado laboral en España. 

Las cifras de la EPA que se publicaron el pasado jueves pasaron desapercibidas en la mayoría de medios debido a que había una noticia que lo apagó todo. Sin embargo, los números que reflejaba la encuesta de población activa era suficientemente grave como para haber abierto todos los noticiarios y encabezado todos los periódicos. Se trataba de la peor cifra en creación de empleo en siete años. La mitad del poco empleo creado era público, algo que, en esa proporción, no había pasado nunca. Por otro lado también se podía interpretar que el empleo no crece en la franja de menos valor añadido o de cualificación precisa, es decir, allí donde el salario mínimo exige, desde principios de año, un aumento sustancial obligatorio. El empleo vinculado al turismo y al sector hotelero está más en juego de lo que parece y, precisamente por cierto, es el que genera una quinta parte de todo el mercado laboral en España. 

Y en esto estamos cuando la llegada de todo tipo de robots para servicios hoteleros empieza a ser cada vez más importante. Algo que no debería de ser necesariamente malo si hubiera un plan gubernamental, un plan estratégico nacional sobre robótica aplicada y de inteligencia artificial como tienen un buen número de países, aquí podría ser un desastre monumental. El problema es que para diseñar un modelo económico que soporte esta automatización es preciso estabilidad y un cierto consenso por parte de todos los agentes. Cuándo se politiza la robotización, cuando se pone o a izquierda o a derecha, se produce un retraso bíblico que vamos a pagar carísimo. 

La robótica y la inteligencia artificial estancará los salarios y destruirá empleo si no se actúa estratégicamente. Hay países que están estableciendo modelos que no generan paro y además está provocando avances en este sentido. El problema es que hay que ponerse. Dejando la política económica en la deriva electoral no se logra. No es automático. La mediocridad de nuestros dirigentes se mide por el grado de desconocimiento, dejadez e inoperancia en este tema. 

Veamos, el número de robots industriales se multiplicó por cuatro entre 1993 y 2007 y, según la asociación IFR, hoy hay entre  1,5 y 1,75 millones de unidades activas, llegando a más de 6 millones en 2025. Según un estudio presentado por dos economistas del MIT, ya se habrían perdido entre 360.000 y 670.000 puestos de empleo en todo el mundo por la introducción de los robots en el sector industrial. El Foro Económico Mundial augura que en 2025 esa cifra llegará a los 5 millones. La OCDE lo ve incluso peor. Asegura que el 12% de los trabajadores españoles serán reemplazados por robots a corto plazo. La Universidad de Oxford prevé una destrucción de 1.600 millones de empleos en dos décadas. El Foro de Davos afirma que más de siete millones de empleos están en peligro en dos años. Parece que el tema es serio. Luego dirán que era imprevisible, que no podían saber lo que iba a pasar.

Hasta el momento, la afectación ha sido directamente aplicable a la industria, pero esto ya ha empezado a ampliarse. El sector servicios, especialmente el hotelero y turístico, está ahora en el centro del huracán. Tengamos en cuenta que cualquier afectación laboral en el sector turístico es extremadamente sensible especialmente. Hablamos del motor económico español, de la máquina laboral que permite que no se nos vaya la ‘recuperación’ por el desagüe. ¿Llegará el momento en que los robots sustituyan a los humanos en el sector hotelero? Es evidente que no de forma general, pero se deberá convivir. Las habilidades humanas son nuestra ventaja pero la eficiencia y la rentabilidad de que algunos robots hagan tareas repetitivas y organizadas en lugar de un ser humano debe tomarse en cuenta pues es algo inevitable. En un documento titulado ‘Robots and firms’ elaborado por Michael Koch (Universidad de Bayreuth), Ilya Manuylov (Universidad de Aarhus) y Marcel Smolka (de la misma universidad) y que se basaba en el análisis de los datos sobre las empresas manufactureras españolas entre 1990 y 2016 se evidenciaba que las empresas que apostaron por la automatización aumentaron su plantilla un 10%. Robotización y paro no son proporcionales si se hace estratégicamente.

Y ahí aparece el sector hostelero, turístico y de servicios. Sabemos que la restauración está basada en procesos humanos pero también sabemos que no es ajena a la automatización. Los datos del futuro que manejan grandes organizaciones internacionales prevén drásticos cambios en los sistemas de producción. Se considera que los procesos de elaboración de alimentos y el servicio al cliente son tareas que irremediablemente tienen que realizar personas, pero las cocinas no han dejado de incorporar maquinaria, más automatizadas que han provocado un evidente resultado. Cada vez hay menos personas en las cocinas. Lavavajillas, cortadoras, envasadoras, batidoras, etc…, han ido sumándose al equipo. Digamos que la robotización empezó hace mucho y no nos hemos dado cuenta. 

Pero al igual que a un cajero automático nos cuesta verlo como un robot, cuándo lo es, a un lavavajillas tampoco lo identificamos así, cuando también lo es. Por eso vamos a hablar de otros, mucho más sofisticados y capaces de, realmente, poner en juego  el modelo laboral existente de manera intensiva. ¿Sabías que una de las empresas más avanzadas en Europa en este campo es española? Hablamos de la startup sevillana Macco Robotics. Una empresa centrada en el desarrollo de robots humanoides para el sector servicios. Ya ha desplegado con éxito a su robot Bibot especializado en eventos, pero ahora está instalando otro robot, en concreto el llamado Kime, cuya ventaja principal es que se puede adaptar fácilmente a cualquier medio o aplicación, para que cualquier persona sin conocimiento lo pueda reconfigurar. Lo han enfocado para el sector Foodtech, es decir, es un robot camarero. Hay dos versiones, una, que está dentro de un Kiosko, de fácil instalación, Plug and Play, enchufar y listo. Puede preparar y servir cócteles, cervezas, todo tipo de combinados, servirte un vino, café e, incluso, alimentos empaquetados.

Actualmente Macco Robotics está instalando este robot (kiosko) llamado Kime en las estaciones de servicios portuguesa Prio Energy y en las cervecerías Guadalquibeer. Por otro lado, la versión exenta o sin kiosko, se puede instalar en cualquier barra de bar, para realizar cualquiera de esas mismas operaciones. Ahora mismo lo podemos ver ya funcionando en el edificio de Coworking Inn Office de Sevilla. Puede preparar 129 platos diferentes, todo bajo una selección muy cuidadosa, primando la calidad de estos platos, asesorados por la Escuela de Hostelería de Sevilla. La robotización del restaurante les permite dos modelos de negocios: uno, la venta por Deliverys (a través de plataformas como Glovo, Deliveroo, Just eat) por lo que trabaja como dark Kitchen 24 horas; y dos, la venta de platos como restaurante, es decir, los trabajadores del edificio comen allí, así como las empresas cercanas.

Por si fuera poco, Macco ha logrado pasar de preparar 120 comidas al dia a 2900, vendiéndose en formato catering para las empresas de La Cartuja, es decir, alrededor del coworking y a un precio muy reducido. Además, han desarrollado un wearable, que el usuario se lo instala en casa y que hace un análisis nutricional del usuario a través de la orina. Esta información se sube a la cuenta de Kime del usuario, por lo que cuándo va a pedir comida, si detecta, por ejemplo, exceso de carbohidratos, Kime  (a través de la app), le recomendará que tome otros alimentos. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? La relación entre salud, robótica, servicios y trabajo es algo a definir urgentemente.

En definitiva, el cambio es inevitable, por lo que hacerle frente es una mala idea. Todo aquello que una máquina pueda hacer más rápido, más barato, mejor y sin descanso, lo acabará haciendo. Localicemos que cosas deberemos de estimular, desarrollar, amplificar desde el punto de vista humano y que sean difícilmente sustituibles. Eso tendrá un valor incalculable. Por otro lado, quienes deben marcar las lineas maestras para afrontar el futuro tecnológico y laboral deberían de dejarse de debates estériles y endogámicos y empezar a pensar como nos ponemos a liderar el futuro, sea en el sector que sea, pero especialmente en aquel en el que se apoya el modelo de crecimiento de este país.

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La parálisis política hipoteca el futuro de nuestros hijos.

Hay quien dice que los que nos alarmamos por la parálisis política exageramos. Que la repetición electoral y la inestabilidad en el gobierno no repercuten tanto en la economía y tal. De hecho lo justifican asegurando que, en momentos parecidos a este, las cosas van tirando y los datos no suelen ser tan malos. Ejemplifican con otros países que estuvieron en situaciones parecidas y, sin embargo, no les fue mal. Aunque es cierto que hay algunos indicadores que pintan nubarrones, vamos a un caso que nos explotará en la cara en pocos años mientras seguimos dando vueltas al tiovivo de la tele-realidad política que vive nuestro sistema democrático. La política se ha convertido en un entretenimiento más, una cadena argumental día a día que diversos programas de radio y televisión desmenuzan continuamente como si de una novela televisiva se tratara. El tema que quiero tratar, en concreto, es el la falta de una estrategia, presupuesto y gestión pública en inteligencia artificial. 

Hay quien dice que los que nos alarmamos por la parálisis política exageramos. Que la repetición electoral y la inestabilidad en el gobierno no repercuten tanto en la economía y tal. De hecho lo justifican asegurando que, en momentos parecidos a este, las cosas van tirando y los datos no suelen ser tan malos. Ejemplifican con otros países que estuvieron en situaciones parecidas y, sin embargo, no les fue mal. Aunque es cierto que hay algunos indicadores que pintan nubarrones, vamos a un caso que nos explotará en la cara en pocos años mientras seguimos dando vueltas al tiovivo de la tele-realidad política que vive nuestro sistema democrático. La política se ha convertido en un entretenimiento más, una cadena argumental día a día que diversos programas de radio y televisión desmenuzan continuamente como si de una novela televisiva se tratara. El tema que quiero tratar, en concreto, es el la falta de una estrategia, presupuesto y gestión pública en inteligencia artificial. 

Resulta que la carrera para convertirse en el líder mundial en inteligencia artificial ha comenzado oficialmente. En apenas dos años un buen número de países e instituciones supranacionales, han puesto en marcha programas integrales para afrontar estratégicamente el desafío que supone promover el uso y desarrollo de la inteligencia artificial. En otros hemos hecho amagos en el mejor de los casos. Las preguntas que se deben responder en ese tema y de modo ciertamente urgente son el cómo vamos a afrontar los retos económicos, laborales, industriales, éticos, sociológicos e, incluso, políticos y democráticos. 

En Canadá, China, Dinamarca, la Comisión de la UE, Finlandia, Francia, India, Italia, Japón, México, la región nórdica-báltica, Singapur, Corea del Sur, Suecia, Taiwán, Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido, se han puesto en marcha. Todos ellos han presentado y activado planes en cuanto al desafío que supone liderar mundialmente la tecnología que más profundamente nos va a afectar en breve. 

Todos ellos trabajan hace tiempo en el diseño estratégico que afronta la investigación científica, el desarrollo del talento necesario, el mercado laboral resultante, el modelo educativo, la adopción del sector público y privado de este modelo, la ética y la filosofía de inclusión de modelos inteligentes artificialmente, los estándares a asumir legalmente y los límites y regulaciones necesarios, las infraestructuras digitales obligatorias y, finalmente, el modelo de gestión de datos y privacidad resultante. Es decir, no sólo hablamos de economía, que también, sino de todo lo que va a significar en apenas un lustro, si me apuras una década, el despliegue de la inteligencia artificial. 

¿Y España? Pues el pasado 4 de marzo (ya hace bastante tiempo para intentar saber en que se ha traducido) tuvo lugar en el Palacio de Congresos de Granada la presentación de las líneas maestras de la estrategia española de I+D+i en Inteligencia Artificial. Sonaba bien. Fue presentada al máximo nivel por el Presidente del Gobierno y el Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Se presentó como el ‘embrión’ del Libro Blanco o Estrategia Nacional en IA que vería la luz un tiempo después y que debería definir unos objetivos concretos y dotar de los recursos necesarios para llevarlos a cabo. ¿Usted lo ha visto? Que estemos en ‘stand by’ político no ayuda a arrancar esa maquinaria.

Lo que parecía un paso importante en el posicionamiento y la definición de la visión española en IA ha resultado insuficiente. Los países de nuestro entorno, como he dicho, se están moviendo muy rápido, con decisiones estratégicas y con la inversión radical. Mirad este listado que no pretende ser exhaustivo pero que refleja aquellos países que pusieron un plan gubernamental sobre la mesa, dispusieron de fondos y empezaron a ejecutarlo:

  1. Australia ha dedicado 29.9 millones de dólares en el presupuesto anual del país para promover y guiar el desarrollo de la IA.

  2. Austria tiene un Consejo Asesor de Robots que está desarrollando una estrategia nacional de IA.

  3. Canadá tiene una estrategia nacional de IA llamada Estrategia de Inteligencia Artificial Panamericana.

  4. China tiene una estrategia nacional de IA, definida bajo el ‘Plan de desarrollo de inteligencia artificial de nueva generación’.

  5. Dinamarca tiene una estrategia digital que incluye un enfoque en IA junto con otras tecnologías.

  6. Estonia está desarrollando un marco legal para el uso de IA en su país, que incluye un proyecto de ley sobre responsabilidad de AI.

  7. Finlandia tiene un Programa de Inteligencia Artificial guiado por un grupo directivo dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Empleo.

  8. Francia tiene una estrategia nacional para la IA llamada ‘IA para la humanidad’, que se describe en el "Informe Villani”.

  9. Alemania adoptó su estrategia de inteligencia artificial en noviembre de 2018.

  10. India definió una política nacional sobre IA en un documento de trabajo titulado ‘Estrategia nacional para la inteligencia artificial #AIforAll’.

  11. Irlanda ha organizado talleres de IA y ha lanzado un programa nacional de Maestría en IA y aplicado a universidad. Ha dispuesto más de 100 millones de euros.

  12. Italia tiene un Grupo de trabajo de IA interdisciplinario lanzado por la Agencia para Italia Digital.

  13. Japón tiene una ‘Estrategia de Tecnología de Inteligencia Artificial’ y también ha incluido la IA en su ‘estrategia de innovación integrada’.

  14. Kenia creó un grupo de trabajo de Blockchain e Inteligencia Artificial.

  15. Malasia está desarrollando un Marco Nacional de Inteligencia Artificial y está estableciendo Laboratorios de Transformación Digital.

  16. México apoyó la creación del libro blanco, ‘Hacia una estrategia de inteligencia artificial en México: aprovechar la revolución de la inteligencia artificial’ y derivó 110 millones de dólares.

  17. Nueva Zelanda tiene un foro de IA para conectar y avanzar el ecosistema de IA del país.

  18. Rusia está desarrollando actualmente una estrategia nacional de I+D en IA.

  19. Singapur tiene un programa nacional de IA llamado AI Singapur y está estableciendo un consejo asesor de ética de IA.

  20. Arabia Saudita fue el primer país en otorgar la ciudadanía a un robot y ha empezado a ejecutar con una ciudad ‘automática’ un espacio artificial y computerizado. Disponen de 3.000 millones de dólares para el proyecto inicial.

  21. Corea del Sur tiene una estrategia de desarrollo de la industria de la información de inteligencia artificial con apoyo empresarial valorado en el 1,2% del PIB de su país.

  22. Suecia ha lanzado un ‘Enfoque nacional para la inteligencia artificial’.

  23. Túnez ha creado una Fuerza de Tarea y un Comité Directivo para desarrollar una estrategia nacional de inteligencia artificial.

  24. Emiratos Árabes Unidos tiene una estrategia nacional para la IA y fue el primer país en nombrar un ministro de IA.

  25. Estados Unidos lanzó la Iniciativa de IA estadounidense en febrero de 2019 y, aunque depende de las propuestas privadas, se calcula que ya ha subvencionado proyectos en este sentido por valor de más de 5.000 millones de dólares.

  26. Reino Unido lanzó un acuerdo sectorial para la IA para avanzar en las ambiciones del Reino Unido en IA de acuerdo con su estrategia industrial y teniendo en cuenta el consejo del Comité Selecto del Parlamento sobre IA.

Estas son algunas iniciativas en marcha, no sólo en papel. Y si no queremos quedarnos atrás debemos activarnos. Lo grave de no hacer nada en una materia que va a ser clave en el futuro no es no hacer nada, lo grave es que tu entorno (competidores) sí lo haga. Muchas empresas españolas están trabajando muy duro para que no nos quedemos atrás, pero falta voluntad política y apoyo institucional. Y no hay porque están en otras cosas, sin presupuestos nuevos, sin capacidad de hacer inversiones estratégicas y con una interinidad que asusta. 

Eso que se presentó en Granada no era ninguna ‘Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial’. Acabará el año y aquello que se presentó con fanfarrias robóticas no dejó de ser más que un panfleto ‘cool’. No culpo al gobierno, de hecho poco se puede hacer sin las manos libres para reordenar las prioridades, pero tampoco se le ha visto que, entre esas prioridades, estuviera esto dicho de paso.

Y ojo, que esto de la IA tiene truco. Si se hace bien resulta que te apuntas a una ola gigantesca que permitirá que el PIB mundial aumente en 15,7 billones, pero si lo haces mal o no lo haces, a la vez que el mundo se sube a la tabla, el 52% de los empleos españoles son automatizados. De verdad que no comprendo la desidia de dejar este tsunami a la inercia y a la suerte. Esa mutación del mapa laboral se puede producir bien o mal, como un reto de modernización económica o como un puto drama nacional. Si se prevé se podrá actuar en todos sus perfiles, si no se hace nada nos vamos hostiar de lo lindo. Por cierto, especialmente nuestros hijos.

¿Porque se presentó aquel documento borrador? ¿Porque no se ha presentado el plan completo con presupuesto real y disponible? ¿Tan difícil es mirar más allá de los cuatro años de legislatura? (Esto tiene gracia hoy en día…) Sin previsión pasarán dos cosas. Por un lado se perderá un tren hacia la modernidad laboral, productiva y de modelo de crecimiento. Por otro se agolparán los problemas éticos y sociológicos cuando las empresas inicien sus procesos de transformación más intensos. Además, un tercer factor incluso, el que tiene que ver con el envejecimiento de una administración pública alejada de la realidad tecnológica y de la eficiencia digital. Una administración contratando empleo público para amortiguar un problema monumental en términos de paro no será capaz de afrontarlo adecuadamente. Es una regla de tres muy retorcida pero factible.

¿Cuánta más tecnología menos empleo? Parece una máxima insalvable, pero no es cierto, no del todo. Si se plantean estrategias para la modernización tecnológica de un país, si se estimulan los cambios necesarios fiscalmente por ejemplo, se logra hacer más productivos, eficientes y competitivos los sectores de mayor vanguardia. Si eso no es así, si se deja todo a la inercia electoral suicida e irresponsable, lo que sucede es que la conversión tecnológica es un desastre y el desempleo aumenta de manera exponencial. 

Resulta que Corea del Sur tiene 631 robots por cada 10.000 trabajadores y su tasa de paro es del 3,2%. España tiene 160 robots por cada 10.000 trabajadores y un desempleo del 14,5%. Relacionar robots y paro es un error, debería hacerse con eficiencia, productividad y generación de empleo. Alemania es el país con más robots per capita de Europa y quien está más cerca del pleno empleo. Grecia es la región europea con menos robots industriales en marcha y el país con mayor tasa de paro. Durante los últimos años, el debate sobre robots y el empleo se ha centrado en gran medida en cómo la automatización puede impactar sobre la fuerza laboral. 

Pues eso, que tener gobierno igual no garantiza la gestión estratégica, pero no tenerlo de un modo estable durante cuatro años, seguro que no lo facilita. Estamos en manos de la clase política con menos clase de la historia reciente, rebosante de mediocridad, vigilando su taburete y esperando la hora de la merienda.

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Es urgente formar a 120 millones de trabajadores en ‘nuevas’ habilidades.  

El próximo 22 de octubre, de la mano de Ediciones Deusto de Planeta Libros, se publicará mi nuevo libro. Será el tercero en este grupo editorial y llevará por título ‘La Era de la Humanidad’. Se trata de un ensayo en el que analizo los cambios que estamos viviendo y los que vamos a vivir, no sólo tecnológicos sino también en aspectos económicos y sociales. Nos encontramos ante el mayor desafío socioeconómico de la historia, en la antesala de algo que llamaremos Quinta Revolución Industrial y que nos acercará a un mundo en el que todo aquello que hacemos ahora de un modo determinado, deberá ser repensado. En lo laboral, en lo social y en lo político. Llevo mucho tiempo defendiendo que, aunque aparentemente la automatización del mundo no parece una gran noticia, lo más probable es que la era más humana de la historia, acabe siendo la era más tecnológica jamás vista’. Algo que no es incompatible.

El próximo 22 de octubre, de la mano de Ediciones Deusto de Planeta Libros, se publicará mi nuevo libro. Será el tercero en este grupo editorial y llevará por título ‘La Era de la Humanidad’. Se trata de un ensayo en el que analizo los cambios que estamos viviendo y los que vamos a vivir. No sólo tecnológicos sino también en aspectos económicos y sociales. Nos encontramos ante el mayor desafío socioeconómico de la historia, en la antesala de algo que llamaremos Quinta Revolución Industrial y que nos acercará a un mundo en el que todo aquello que hacemos ahora de un modo determinado, deberá ser repensado. En lo laboral, en lo social y en lo político. Llevo mucho tiempo defendiendo que, aunque aparentemente la automatización del mundo no parece una gran noticia, lo más probable es que la era más humana de la historia, acabe siendo la era más tecnológica jamás vista’. Algo que no es incompatible.

Por eso hoy quiero hacerme eco de una encuesta realizada por IBM y que se suma al informe de PWC sobre el teórico robo de empleos en manos de robots. En ella se dice que más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo necesitarán capacitación específica en los próximos tres años debido al impacto, especialmente, de la inteligencia artificial en los trabajos. Aquí no aparecen las cifras vinculadas a la robotización puramente industrial. Sin duda esta debería ser una de las grandes preocupaciones de todas las administraciones públicas. Si hay escasez de talento en las áreas dónde va a ser obligatorio enfocar el trabajo humano ¿porque no estamos estableciendo el camino para que no tengamos un choque frontal con una realidad que podría ser un drama bíblico?

Fijémonos en una cifra. Hoy en día, de media, los trabajadores necesitan 36 días de capacitación para eliminar una fisura en sus habilidades. Hace apenas cinco años se precisaban únicamente tres días. Esto se debe a que los ‘skills’ que hoy en día se empiezan a requerir, y que irán en aumento en los próximos tiempos, son de naturaleza más conductual. Hablamos del trabajo en equipo o la comunicación y de otras altamente técnicas, como las capacidades en la ciencia del análisis de datos. Amy Wright, directora del área de talento en IBM dijo en esta entrevista que ‘el cambio de habilidades técnicas generalmente se basa en una educación estructurada con un objetivo definido con un comienzo y un final claros y que desarrollar este tipo de habilidades del comportamiento conlleva más tiempo y es mucho más complejo’. 

Yo no soy un experto en gestión del cambio ni en recursos humanos, pero en mi equipo hay gente que sí sabe mucho y me cuentan que, atendiendo a los cambios que la transformación digital está provocando en las organizaciones de todo tipo, esas habilidades del comportamiento, como la capacidad de trabajar bien en equipo, la comunicación, la creatividad y la empatía, se desarrollan mejor a través de la experiencia en lugar de hacerlo a través de programas de aprendizaje estructurados como un seminario cualquiera. De todos modos decir que ‘tenemos que formarnos en nuevas habilidades’ me parece curioso. Esas habilidades que se requieren son tremendamente humanas, por lo que es más hacerlas emerger que crearlas. De ahí que me cueste hablar de ‘nuevas’ habilidades y prefiera hablar de seres ‘tecnológicamente’ más humanos. 

No tengo claro que la escasez de esas habilidades esté claro en todas partes. Cuando asesoro a alguna empresa en su proceso de transformación, muchas veces las preguntas desde la dirección de recursos humanos se dirigen a la voluntad de formar el talento existente en experiencias de tipo técnico. Eso es imprescindible, obviamente, no conozco ninguna revolución tecnológica sin tecnólogos por medio, pero también se debe comprender que en esa fase de incorporación tecnológica hay que abordar un nuevo papel de las personas. Cada vez que un robot, un sistema experto de inteligencia artificial o un automatismo sustituye en un proceso determinado a un trabajador humano, nace un escenario nuevo de relaciones entre tecnología y humanidad. De ahí que los empleadores que tienen claro esa visión pidan cada vez con un mayor énfasis, personal con un amplio desarrollo en las habilidades denominadas blandas. Hablan de capacidad de comunicación, de ética y de creatividad.

Solucionar el asunto está en manos de los que marcan las lineas estratégicas en materia económica, laboral, social y política establecer mecanismos para que todos lo entendamos. España, gran parte de Europa, toda Latinoamérica, no están previendo el impacto que esto va a tener en las cifras de ocupación. Es factible pensar que los avances en Inteligencia Artificial no solo desplacen los empleos sino que también creen otros nuevos. De ahí que el desafío será capacitar a los trabajadores para llenar los nuevos trabajos. Unos lo están teniendo en cuenta y otros siguen con sus cosas muy alejadas del problemón que se acerca. Si no se ejecutan planes educativos, de formación profesional, universitarios, académicos y en el sector privado, si no se premia la inversión en ese tipo de formación, si no se establecen paquetes de reducción fiscal para que las empresas puedan abordar ese reto, si no se generan planes integrales desde las instituciones, el paro se hará endémico, irreversible y con él caerá la eficiencia, la productividad real y el nivel económico. 

Algo que parece complejo no lo es tanto. Se trata de poner sobre la mesa los requerimientos de la economía de la sociedad inminente, diseñar programas para cumplir con un nuevo modelo laboral, estimular su ejecución con políticas activas de todo tipo y premiar a quienes lo hagan. Finalmente acelerar el despliegue de la tecnología, ayudando a los sectores que lo permiten de un modo más rápido, y sentarse a esperar. Lamentando la caída de turistas, de los que depende en España el 14% del empleo, o de la caída de la venta de coches, de las que depende un 10% de la población activa, no vamos a solucionar nada. 

La cosa no va de listas sobre empleos que van a ser destruidos por los robots. Habrá muchos casos en los que será así. Ha pasado siempre con cualquier avance tecnológico. Lo interesante no será que profesionales se van a sustituir sino que nuevos profesionales, utilizando tecnología para trabajar, seguirán en lo mismo. No te preocupes por que un robot te vaya a quita tu empleo, preocúpate por que alguien que se lleve mejor que tu con un robot te quite el empleo. De eso va. Y urge entenderlo.

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Economía, Innovación Marc Vidal Economía, Innovación Marc Vidal

El debate económico se olvida peligrosamente de lo relevante.

Ayer, como cada semana participé en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta. Es un programa divertido, a tiempo real, frenético, que aborda muchos temas en apenas dos horas y que, como pasa en la televisión, el tiempo es oro y un minuto sabe a una hora. La verdad es que es un lujo ser parte de todo ello a la vez que, también, sirve para darme cuenta de cómo se generan los criterios informativos de actualidad. Al igual que prácticamente todas las cadenas, radios y diarios escritos en digital o en papel, el tema económico de estos días fue ‘las consecuencias del decreto sobre el impuesto a los Actos Jurídicos Documentados que el gobierno de Pedro Sánchez aprobó en el pasado Consejo de Ministros y que empezará a aplicarse hoy mismo desdiciendo al Tribunal Supremo. Que se trate esto es normal. Sin embargo, a veces tengo la sensación de que lo relevante, lo que de verdad va a modificarlo todo en breve, no aparece y, en consecuencia por falta de desinformación, no se le puede exigir a nuestros gobernantes que lo tengan en cuenta.

Ayer, como cada semana participé en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta. Es un programa divertido, a tiempo real, frenético, que aborda muchos temas en apenas dos horas y que, como pasa en la televisión, el tiempo es oro y un minuto sabe a una hora. La verdad es que es un lujo ser parte de todo ello a la vez que, también, sirve para darme cuenta de cómo se generan los criterios informativos de actualidad. Al igual que prácticamente todas las cadenas, radios y diarios escritos en digital o en papel, el tema económico de estos días fue ‘las consecuencias del decreto sobre el impuesto a los Actos Jurídicos Documentados que el gobierno de Pedro Sánchez aprobó en el pasado Consejo de Ministros y que empezará a aplicarse hoy mismo desdiciendo al Tribunal Supremo. Que se trate esto es normal. Sin embargo, a veces tengo la sensación de que lo relevante, lo que de verdad va a modificarlo todo en breve, no aparece y, en consecuencia por falta de desinformación, no se le puede exigir a nuestros gobernantes que lo tengan en cuenta.

marcvidal impuestos la sexta

En todas partes se habla siempre de lo inmediato. Se abusa de la táctica y se deja de lado la estrategia. Vivimos con la sensación de que la inercia nos lleva a algún lugar llamado futuro y, en realidad, es más que probable que ese futuro sea un barrizal. Lo va a ser sino se aplican medidas que vayan preparando una nueva estructura de crecimiento económico y un espíritu crítico sobre lo que vamos construyendo. El problema radica en que asegurar ese futuro requiere de medidas complejas, de esfuerzos comunes y de decir las cosas muy claras. Un futuro sin empleo o un futuro con un empleo distinto se avecina a paso firme. Un futuro con un modelo social, cultural y económico muy distinto que requiere de un presente político también muy diferente.

Un gobierno no debe intervenir en todo. Desde mi punto de vista debe liderar, marcar un modelo a seguir, estimular los cambios favorables y resistirse a los que vienen en sentido negativo. Para ello, no obstante, habrá que entender que tipo de escenario realmente es el que está ahora mismo conformándose. Para ello, también, la oposición u otros deberían estar al día del mundo que se está forjando en todas partes. Para ello los medios deberían de abandonar el titular fácil sobre robots que no existen y empezar a tratar los temas de lo que realmente lo modificará absolutamente todo en menos de una década.  

Sus señorías, en diversos países de Europa, se enorgullecen en sus teatrillos tecnológicos. El ridículo, habitualmente, es monumental cuando un político habla de aspectos tecnológicos, de transformación digital o de la repetida Industria 4.0. Es de vergüenza ajena escucharlos, incluso a los que aseguran saber de lo que hablan. Hay ejemplos por todas partes pero en algunos lugares son de aurora boreal. Lo grave no es sólo que no tengan remota idea de lo que se avecina, que lo que saben proviene de lo que les suena, del derivado murmullo de algún colaborador ducho en el uso de twitter o que, por afición tecno-snob, le mola mucho Fornite. Lo realmente dramático es que nos vamos a dar un hostión de dimensiones bíblicas como esto no pase del discurso al efecto. 

  1. El presidente Sánchez afirmó en el Summit de Madrid que quiere convertir nuestro país en un ‘país startup’. Es el mismo que considera mantener y reforzar el ‘Exit-Tax’, un impuesto que castiga al modo natural de fundación y crecimiento de este tipo de empresas de corte tecnológico.

  2. El mismo Sánchez afirma, tras entrevistarse con el CEO de Apple, que ambos (sic) discutieron sobre el futuro tecnológico y los retos que lo digital supone para todos. Se olvidó de comentarle que desde ya mismo Apple y todos esos actores del futuro tecnológico iban a tener que pagar un impuesto nuevo vinculado a que son ‘grandes empresas tecnológicas’ y poco más.

  3. Las ministras de Sánchez afirman una y otra vez que los presupuestos generales para 2019 son un ejemplo del futuro que nos espera. Lo dicen sabiendo que ‘la escasa inversión tecnológica y en enseñanza’ es imperativo a cambio de incrementar de manera considerable el gasto corriente. No me voy a extender, ya habrá tiempo. Siempre hay tiempo.

Hace casi 12 años, cuando nadie o muy pocos explicábamos algo sobre la que se nos venía encima, se nos tachaba de ‘catastrofistas’ o ‘antipatriotas’. Ahora se nos dice que somos muy pesados con eso de que viene un mundo tecnológico que no se va ajustar por arte de magia. Se nos dice que ‘el público quiere saber como le afecta la economía en su día a día’. Estoy seguro que eso es cierto, pero, al igual que hace algo más de una década, si se hubiera explicado mejor lo que estaba pasando y lo que iba a pasar, el sufrimiento hubiera sido menor, ahora tal vez, si se hablara más de las necesidades económicas del futuro inmediato el batacazo sería más leve.

Hay una resistencia social a discutir sobre ese futuro económico que no estamos preparando. Es mucho más interesante vivir en la misma inopia que ya vivimos hace unos años. Cuando los casi 300.000 pedidos de robots industriales destinados a servicios se empiecen a entregar a sus compradores en los próximos dos años, veremos como reacciona esa sociedad que ahora se indigna por un impuesto notarial. Esos que se manifiestan junto a los dirigentes políticos que menos hablan de este futuro económico inexistente en su paisaje electoral.

Pero hay otra derivada que me tiene, otra vez, acojonado. Esa apatía de los medios de comunicación. Preocupante por lo que no dicen, pero terrorífico por lo que sí dicen. Cerrar un informativo con un ‘render’ de un presentador de televisión que simula dar las noticias mimetizando a otro real es de risa, por no decir de llanto. La noticia la han titulado todos los medios como ‘el presentador del futuro’ y lo han descrito como una especie de ‘holograma con inteligencia artificial’. ¡Como lo oyes!

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España puede aprovechar la enorme capacidad que tiene para liderar esa nueva era industrial y digital y consolidarse a medio plazo como una región próspera. Un entorno económico capaz de favorecer la renta mínima universal, las jubilaciones garantizadas y la automatización de los servicios públicos no se crea solo, se debe establecer los mecanismos que lo permitan. En lugar de ver como lograrlo, se mantienen debates de siglos anteriores, embarrados en la disputa estéril del debate de siempre. Es agotador. Mientras otros países trabajan en la respuesta social, económica y política que necesita ese futuro, donde la educación y las leyes sean adecuadas a ese cambio, aquí seguimos mirando de lejos el concepto de la Cuarta Revolución Industrial.

Si cuando en España se ataban los perros con longanizas hubiéramos invertido todo aquel capital en digitalizar la economía nuestro PIB rozaría el de Canadá. Seríamos tan ricos como Canadá. A cambio nos pusimos a construir, a replicar modelos cíclicos y a asentar la mayor crisis que hemos vivido muchos de los que estamos vivos hoy en día. Quienes tenían la oportunidad de haberlo evitado no se atrevieron, mantuvieron los modelos y se alejaron de las opciones para conquistar el futuro. Ahora, guardando las diferencias, vivimos algo parecido. El futuro allí a lo lejos, nosotros aquí haciendo lo mismo de siempre.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

No te vas a quedar sin trabajo, te vas a quedar sin el trabajo que haces ahora.

Ya hay fecha. Será en 2025. Según el trabajo presentado por el  World Economic Forum, The future of jobs 2018, basado en una encuesta a directores de recursos humanos y a los principales ejecutivos de empresas de doce sectores en veinte economías desarrolladas y emergentes representantes del 70% del PIB mundial, ese año habrá más máquinas inteligentes trabajando que personas. A falta de apenas 7 años para eso, el 29% de la actividad económica la soportan robots y automatismos. Mucho más de lo que, escuchando nuestros gobernantes, algunos consideran. La cifra que aporta el WEF deja claro que el proceso de sustitución se está acelerando sustancialmente. En apenas un rato, en el 2022, ya estaremos en un nada despreciable 42%.

Ya hay fecha. Será en 2025. Según el trabajo presentado por el  World Economic Forum, The future of jobs 2018, basado en una encuesta a directores de recursos humanos y a los principales ejecutivos de empresas de doce sectores en veinte economías desarrolladas y emergentes representantes del 70% del PIB mundial, ese año habrá más máquinas inteligentes trabajando que personas. A falta de apenas 7 años para eso, el 29% de la actividad económica la soportan robots y automatismos. Mucho más de lo que, escuchando nuestros gobernantes, algunos consideran. La cifra que aporta el WEF deja claro que el proceso de sustitución se está acelerando sustancialmente. En apenas un rato, en el 2022, ya estaremos en un nada despreciable 42%.

Lo interesante de este estudio no es la cifra. Hasta ahora cualquier informe sobre este asunto era como el anuncio de una catástrofe sin remedio. En este caso, sin dejar de mostrar preocupación, es algo más positivo en cuanto a las opciones que tenemos de aprovechar todo este cambio. Vivimos una revolución industrial como otras veces, la Cuarta, y por ello el discurso oficial ha sido parecido al que vivieron los contemporáneos de cada una de las tres anteriores. Miedo y preocupación ante la sustitución de la fuerza laboral por algún tipo de máquina. Ahora, sin embargo, el mensaje está mutando hacia una especie de soflama que pone en valor las oportunidades económicas, laborales y sociales que se nos presentarán en breve.

Pero no todos vamos en el mismo tren. Lo digo una y otra vez. Esto no es automático, hay que plantear políticas activas que posibiliten que suceda sin traumas o minimizando las consecuencias negativas, hay que pensar en Ministerios del Futuro. Hablamos de que la mayoría de los empleados de todo tipo de empresas deberán reciclarse y rápido, asumir que las plantillas serán recortadas y que los cambios de empresa, sector o habilidades serán imprescindibles para muchos de ellos. No te vas a quedar sin trabajo, te vas a quedar sin el trabajo que haces ahora.

La revolución robótica supondrá un recorte de plantilla fija en el 50% de las empresas, según ese informe. Aunque se estima un crecimiento neto del empleo, este cambiará significativamente en calidad, ubicación, formato y permanencia. Va a ser imprescindible invertir en personas a parte de en la compra de automatismos, software inteligente y robots. Y eso habría que ir haciéndolo ya. Muchas empresas están cometiendo un error estratégico importante. En el informe, especialmente cuando se refiere a Europa, detecta una limitación en la inversión prevista en capacitar a empleados durante los próximos años. Se considera que muchos de ellos no estarán preparados para asumir el cambio y será mejor contratar bajo demanda a personal en cada operativa que surja. Un error importante que aleja el papel de la tecnología en esta revolución: la transformación digital no es una metodología en sí misma, sino un modo cultural que engloba al personal existente y que permite cambiar procesos y modelos de trabajo digitalizándolos para hacerlos más eficientes.

Mi trabajo consiste en ayudar a empresas en este tránsito, formando equipos o trabajando en su propia transformación estratégicamente. En algunas de las primeras reuniones con quienes nos contratan se habla de sustituir personas y/o comprar tecnología. Mi tarea consiste en demostrar que eso es un error mayúsculo muchas veces y que lo que debemos abordar es un salto tecnológico para modificar procesos entre otras cosas pero formando al propio personal. Generar valor a partir de un cambio cultural en la compañía que permita extraer todo lo bueno de la inteligencia artificial, del big data, de la automatización, pero también del trabajo colectivo desarrollando nuevas habilidades en todos los miembros de la empresa, por grande o pequeña que sea.

Y es que habrá más trabajo, pero será muy distinto y pronto. Cambiarán calidades, formatos, ubicaciones e, incluso, el concepto de empleo y su deriva real. Se avecina una destrucción de empleo notable a la vez que se debería preparar el tejido industrial para generar uno nuevo. La pérdida de empleos prevista en sector del consumo es enorme. Entre los empleos que se estima tendrán más demanda figuran los basados en la tecnología o potenciados por ella. Los fundamentados en habilidades humanas también irán a más. Todo lo que no sea automatizable tendrá un valor incalculable. En cambio, los que se basan en rutinas desaparecerán.

Y la cosa puede verse desde dos vértices. Esta carrera comportará nuevos problemas pero también oportunidades. Dice el WEF que con los robots se destruirán 75 millones de empleos en el mundo en 5 años, pero que surgirán nuevas funciones que permitirán crear 133 millones. Una creación neta de 58 millones. El problema es el de siempre: ¿dónde se van a crear? ¿Que países se están preparando y cuales no? ¿Nuestra clase política se ha puesto en marcha? ¿Lo saben las empresas? ¿Somos conscientes del monumental desastre o maravillosa oportunidad que se avecina?

Esto va de tener conocimiento, analizar la situación, plantear una hoja de ruta y ponerla en marcha. Hay, como hemos visto, opciones de que este cambio bíblico no se nos lleve por delante, pero también existen amenazas de que sí lo haga. Depende, como siempre de dos agentes: un liderazgo político que se deje de menudencias y una revolución íntima de todos nosotros para entender el punto exacto en el que nos encontramos. No todo es asunto del gobierno, se trata de si nosotros hemos entendido la suerte de vivir este momento histórico.

No es momento de subir impuestos, eso es un error monumental ahora mismo. Se trata de estimular la inversión para afrontar los cambios que vienen. A cada décima impositiva de más, son millones de empleos que peligran por la falta de inversión en la transformación de las empresas. A cada intento por penalizar a una empresa tecnológica por el mero hecho de serlo miles de empleo se van por la alcantarilla del futuro inmediato. Es urgente saltarse esta pantalla y ponerse a jugar en la siguiente, una que por cierto ya va con Realidad Aumentada.  

La destrucción de empleo previsible en los próximos años, especialmente a partir de 2022, no habrá manera de detenerla sino se hace algo desde ya. Aun estamos a tiempo. A tiempo de poner en marcha un plan para crear las vacantes necesarias, modificar las existentes y estructurar una sociedad que soporte un empleo muy distinto al actual sin situaciones dramáticas. Un plan para ejecutarlo. Menos análisis pues sólo crea parálisis.

Será imprescindible formar a las personas. Los robots no van a quitarte el empleo, en todo caso, tu trabajo peligra en manos de alguien que se lleve mejor que tu con un robot. Son necesarias políticas activas que estimulen la inversión en ese sentido y en la integración de tecnología estudiando el impacto en el personal y en los requerimientos obligatorios. Se deben abrir debates urgentemente acerca de jornadas laborales distintas, de renta básica, etc. Discusiones que quienes deben plantearlas desconocen en su verdadera envergadura o consideran que suponen desgastes electorales que no quieren asumir. También es necesario saber que piensas hacer tú. Empresario que debe invertir en transformar su empresa o trabajador que tiene que tiene que sentirse en ‘beta’ constante y donde no hay empleo seguro. En unos minutos sale el tren del futuro inmediato. En España me temo no hemos comprado ni el ticket. Para los amigos que me leen desde otros países, la pregunta también es válida.

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¿Podrías distinguir quién es un robot en esta conversación de Google Duplex?

Si te pregunto si eres capaz de identificar la voz de un robot y diferenciarla de la de una persona casi con toda seguridad me dirás que sí. De hecho, incluso asumiendo que el sintetizador de voz sea muy real, el modo de componer las frases, su tono melódico y los inexistentes tropiezos al hablar, te darán las pistas para que diferencies lo sintético de lo real. Además, lo normal es que el desarrollo de inteligencia artificial que está detrás de una conversación híbrida tenga una dirección muy concreta. Tu llamas y un robot te atiende. Un humano solicita una información o un servicio y un sistema experto artificial te responde y conduce la conversación en base a su aprendizaje previo.

Si te pregunto si eres capaz de identificar la voz de un robot y diferenciarla de la de una persona casi con toda seguridad me dirás que sí. De hecho, incluso asumiendo que el sintetizador de voz sea muy real, el modo de componer las frases, su tono melódico y los inexistentes tropiezos al hablar, te darán las pistas para que diferencies lo sintético de lo real. Además, lo normal es que el desarrollo de inteligencia artificial que está detrás de una conversación híbrida tenga una dirección muy concreta. Tu llamas y un robot te atiende. Un humano solicita una información o un servicio y un sistema experto artificial te responde y conduce la conversación en base a su aprendizaje previo.

Pero ayer hubo un cambio sustancial a nivel público por lo menos. Durante la conferencia internacional Google I/O, el evento anual para desarrolladores del gigante de Mountain View, se presentó el estado actual de Google Duplex, una nueva tecnología que permite a un asistente virtual impulsado por inteligencia artificial mantener una conversación natural como si fuera un ser humano imitando los tics y modales típicos de una persona. Un lenguaje lleno de dudas, paradas con sonidos pensativos y repeticiones de palabras. Modifica el tono y la intensidad de sus palabras en base a como evoluciona la conversación. Realmente revelador el 'mmmhhh...' que emite cuando 'duda' o 'piensa'.

La evidencia de que un desarrollo de este tipo de ‘chatbot’ es realmente impresionante se da en el hecho de que las conversaciones mostradas durante este evento se efectuaron en el sentido inverso al habitual. Es el chatbot el que llama a una persona. En concreto a dos. En primer lugar llamó a una peluquería para reservar cita y en el segundo a un restaurante para solicitar mesa. En ambas ocasiones los humanos que participaban en este experimento no sabían que quién llamaba era un robot. Aunque no domines el inglés, no te lo pierdas. 

Estarás pensando cuando te va a afectar todo esto. Te debes estar haciendo preguntas como ¿debo preparar mi empresa para conversar con robots? ¿Es mejor que lo haga yo o un software? ¿Estoy preparado para negociar con un dispositivo que ejecuta las órdenes de quién será mi cliente? ¿Es una especie de secretario doméstico o por el contrario es mucho más que un simple asistente? ¿Aprende en cada conversación? Y yo, ¿aprenderé de cada interacción? ¿Cómo los identifico? ¿Importa que los identifique? Estas son algunas de las preguntas que lógicamente nos vamos a ir haciendo y muchos ya se hacen desde hace un tiempo. Muchos clientes inician procesos de incorporación de inteligencia artificial en su punto de contacto con el cliente y, posiblemente, se va a tener que redefinir todo eso en breve.

Lo grave, por llamarlo de algún modo, es que Google explica al mostrarnos Duplex, un entorno inteligente desde un punto de vista inverso al que hasta ahora estábamos acostumbrados. Eso convierte el acceso a la inteligencia artificial como algo universal, absoluto, cotidiano y transversal. Duplex estará en todas partes y se convertirá en nuestro compañero. Otra cosa será, sin duda, que tipología de datos se generarán, quién los usará y cómo, que escenario legal se crea y, lo más importante, podremos renunciar a su utilización o estaremos ‘cautivos’ de ese modelo debido a su implementación por parte de esta u otras empresas.

Hace ya un tiempo conocí a Nick Thompson, editor jefe de la revista Wired, en un evento. En una conversación con más asistentes nos comentó algo que cambió mi percepción del mundo de los robots. Según él, los robots tardarán poco en entrar en casa. De hecho ya lo han hecho. Desde escobas automáticas a cafeteras conectadas. Los asistentes virtuales domésticos, decía, son apoyos digitales a algunas tareas puramente domóticas. Según Thompson el hecho de que todo esté todavía ‘en nuestras manos’ reduce el efecto de la inteligencia artificial.  Él considera que en menos de una década, a mediados de la próxima, un ejército de robots no humanoides entrarán en nuestras casas a precios asumibles como ahora lo son muchos de nuestros electrodomésticos.

El motivo, el salto, radicará en que todos ellos tendrán un sistema de aprendizaje profundo que les dará total autonomía. Será entonces cuando Duplex tomará sentido. Su fusión entre asistente y extensión personal totalmente autónoma lo convertirá en una especie de CEO de nuestra casa, un director de robots que negociarán sus funciones con nuestro asistente virtual de turno. Me lo imagino similar, mucho dispositivo útil actuando en entornos domésticos. De ahí a conversar con ellos como algo gratificante, establecer relaciones operativas y depender en gran medida de sus ‘actualizaciones’ va muy poco. La urgencia por revisar todo esto desde un punto de vista económico, sociológico y ético es evidente. La necesidad de hacerlo, si me apuras incluso, desde uno político también.

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Economía, Politica, Robotica Marc Vidal Economía, Politica, Robotica Marc Vidal

Empleo, robots y futuro: las cifras de las que pocos hablan.

El pasado domingo, durante mi colaboración semanal en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta tuve una compañera muy especial. Ya nos conocíamos, pues dimos una conferencia juntos hace unos meses. Se trataba de la robot ‘Bibi’ de la empresa Macco Robotics. A parte de interactuar con Cristina Pardo nos permitió escenificar algunos de los datos al respecto de lo que significa la robotización de la economía desde el punto de vista laboral. En un programa como este no es factible entrar en detalles técnicos pero sí dejar sobre la mesa datos y comentarios que permitan la reflexión personal. Y eso hicimos como hacemos cada semana.

El pasado domingo, durante mi colaboración semanal en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta tuve una compañera muy especial. Ya nos conocíamos, pues dimos una conferencia juntos hace unos meses. Se trataba de la robot ‘Bibi’ de la empresa Macco Robotics. A parte de interactuar con Cristina Pardo nos permitió escenificar algunos de los datos al respecto de lo que significa la robotización de la economía desde el punto de vista laboral. En un programa como este no es factible entrar en detalles técnicos pero sí dejar sobre la mesa datos y comentarios que permitan la reflexión personal. Y eso hicimos como hacemos cada semana.

En el caso del pasado domingo, a raíz de que estábamos en la víspera de la celebración del día del trabajador, centramos el asunto en la situación laboral en España y sus derivadas como por ejemplo la precarización, el envejecimiento del mismo o la sustitución de puestos de trabajo por robots o automatismos. En el video podéis ver algunos fragmentos de lo que os comento. Sin embargo, en este post me gustaría entrar en detalle en algo que considero grave y que suele obviarse en múltiples análisis. Ya hace algunos días de la publicación de los datos de ocupación de la primera parte del año y esconden un drama importante.

Me estoy refiriendo a que por primera vez en la historia España supera los 16 millones de personas inactivas. Normalmente los datos de la Encuesta de Población Activa sólo se centra en parados y ocupados y obvia ese otro grupo social. El asunto es relevante porque de los primeros dependen los ingresos por cotizaciones que pagan las pensiones, y no han hecho más que menguar en los últimos cinco años, hasta situarse en poco más de 22 millones de personas. Y porque los segundos no aportan al sistema, al no estar ocupados ni buscando empleo. Serían estudiantes, personas trabajando en tareas domésticas, incapacitados y, ¡ojo! jubilados.

Algunos datos que traicionan la hipotética bonanza en el mercado laboral nos dicen que en el primer trimestre del año se cerró con 124.100 ocupados menos que el anterior, la mayor parte, 94.700 personas, decidieron no buscar trabajo y abandonaron la población activa. Al mismo tiempo, los inactivos aumentaron en 158.000 personas respecto al cierre de 2017.

El envejecimiento de la población, el consecuente incremento de los inactivos y el descenso paulatino de la población activa plantea una problemática para el mercado laboral que requiere de un esfuerzo importante por parte del gobierno y de un consenso urgente por parte de todos los actores políticos, económicos y sociales o nos vamos a dar un batacazo importante. Y de momento el gobierno no es capaz de adoptar un plan realista a la que se nos viene encima. Intentando superar el escollo de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 ha hecho un ‘bienqueda’ con el PNV que supone un derribo a la reforma de las pensiones en 2013 que suponía hacerlas algo más sostenibles. Ahora liga las subidas a la inflación, retrasa el factor de sostenibilidad 5 años y nos hipoteca el sistema llevándolo a un territorio desconocido.

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Enlazar subida de las prestaciones condena la sostenibilidad de la Seguridad Social en un momento en el que el mercado laboral cuenta con el máximo histórico de 16,1 millones de inactivos y una tasa de actividad del 58,46%, el nivel más bajo de los últimos doce años. Esa es la realidad y, a veces, uno se pregunta a que se refieren sus señorías cuando dicen que ‘las pensiones están garantizadas’ o que ‘nadie pondrá en juego la jubilación de nadie’. No siendo realistas y suavizando el tono que está tomando el asunto, no vamos a solucionarlo.

Resulta que ese histórico de inactivos se le suma una tasa de actividad de vértigo, casi un 60%. Nunca habíamos estado en esa tormenta perfecta de la desgana. Hemos pasado por momentos malos, pero eran coyunturales aunque fueran de largo recorrido. Ahora, por el contrario, el problema es técnico, estructural y de tendencia sociológica, no sólo económica. Pocos se dan cuenta que el sistema económico y el modelo de crecimiento español fabrica inactivos y reduce paulatinamente la tasa de actividad.

Recordemos que la ‘tasa de actividad’ es un índice que mide el nivel de actividad en el empleo de un país. Se calcula como el cociente entre la población activa y la población en edad de trabajar. Es una variable pocas veces nombrada pero muy importante en el crecimiento económico a largo plazo de un país, y tiene igual o mayor importancia que la productividad de éste.

El propio FMI ya nos ha avisado que, de seguir este ritmo, la tasa de actividad caerá por debajo del 50%. De hecho, el casi 60% actual es una cifra propia de países en vías de desarrollo y no de uno englobado en la Europa ‘de vanguardia’ en la que teóricamente vivimos. El mismo FMI advierte de que como nos pongamos la pilas con políticas de choque el problema puede ser bíblico. Nos advierten de que el envejecimiento de la población mermará de forma considerable la tasa de participación en el mercado laboral.

Según las previsiones demográficas de Naciones Unidas, el porcentaje de esta participación laboral bajará un promedio de cinco puntos y medio en los próximos 30 años si no hay políticas que lo eviten, con España en el grupo de los peor parados. Por cierto, el mismo nivel que se estima para Bélgica, Italia y Portugal. No estaremos solos.

Pero si ya es preocupante para lo que significa laboral y socialmente este casi seguro descenso de la tasa de actividad, lo peor estaría por llegar en el ámbito de la productividad. Un descenso de la tasa de actividad de 5,5 puntos como el que el FMI proyecta se traduce en un recorte de la producción de tres puntos porcentuales en una economía desarrollada. En España no hay manera de crear empleo creciendo por debajo del 2,4%, por lo que hagan cuentas.

Para ir terminando, y haciendo referencia al 1 de Mayo, comentar dos datos que me parecen también muy significativos que identifican claramente donde estamos realmente y no donde nos dicen que estamos. Por un lado es referente a los jóvenes. Si en el 2000 el 42,3% de los empleados tenían menos de 34 años, hoy los jóvenes representan el 24,9%. Según la OCDE, si en el 2005 el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban era del 15,9% (un punto por encima del promedio de los países de la OCDE), en 2015 esta tasa se elevaba hasta el 22,8%. Tema a mirarlo con detalle.

Por otro lado el fenómeno de los ‘asalariados pobres’. Eurostat considera pobres a aquellos trabajadores que cobran menos del 60% del salario medio. En España hoy hay en esa situación un 13% de los ocupadas, dos puntos más que lo que había en el año 2004. Un informe del Banco de España muestra también que en los últimos años ha crecido ligeramente la diferencia entre el salario que cobran los nuevos contratados respecto a los que están en activo y que es hoy del 25% menos. Esa brecha que en el 2008 estaba en el 20%. No parece buen síntoma.

¿Cómo lo solucionamos? Pues con algo que tiene que ver, como he dicho muchas otras veces, con modificar el modelo productivo y crecimiento de este país, atrayendo talento tecnológico, inmigración laboral de otros países y estimulando el ahorro privado. No sólo poniendo robots se arreglan las cosas, hay que prepararlo todo para que sean efectivos, productivos y complementarios al sistema que tengamos. De momento, seguimos en el anden, esperando un tren que podría ser que ya pasó. Lo veremos pronto. Cuando anuncien el horario del próximo convoy.

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Comunicacion, Economía, Robotica Marc Vidal Comunicacion, Economía, Robotica Marc Vidal

A años luz de poder solucionar el problema de las pensiones.

Hace un tiempo saltaba la noticia de que Bruselas estaba pensando en legislar sobre la robótica a nivel europeo. La decisión poco tenía que ver con aspectos filosóficos ni conceptuales, se trataba de localizar medidas para contrarrestar la pérdida de empleo que nos anuncia la automatización. En principio, una de esas decisiones pasaría por la posibilidad de que los robots coticen a la Seguridad Social y así de este modo garantizar el coste del estado del bienestar y, en definitiva, muy especialmente las pensiones futuras de los europeos.

Hace un tiempo saltaba la noticia de que Bruselas estaba pensando en legislar sobre la robótica a nivel europeo. La decisión poco tenía que ver con aspectos filosóficos ni conceptuales, se trataba de localizar medidas para contrarrestar la pérdida de empleo que nos anuncia la automatización. En principio, una de esas decisiones pasaría por la posibilidad de que los robots coticen a la Seguridad Social y así de este modo garantizar el coste del estado del bienestar y, en definitiva, muy especialmente las pensiones futuras de los europeos.

Y es que las pensiones están en ese punto en el que se encuentra un barco de papel recién doblado y en el que la impermeabilidad de las costuras hechas a mano permiten que no entre el agua y se mantenga a flote. Sin embargo, al igual que ese barquito, las opciones de que a medida que vaya empapándose, por mucho que queramos, habrá más agua dentro que fuera y, tarde o temprano, se hundirá incapaz de equilibrar su estructura flotante y la pérdida de ligereza. Las pensiones no hacen más que empaparse y poco a poco, con múltiples fórmulas, nos van insinuando que las cosas pintan mal.

Lo grave no es que las pensiones del futuro estén en evidente peligro. Lo realmente desesperante es como se asume que así será. La generación nacida después de los setenta suelen responder con un ‘yo no tendré pensión’ como si fuera normal o inevitable sin plantearse una estrategia al respecto y dejándolo todo a la inercia futura. Los que ahora son pensionistas no entienden porque sus pensiones se han ido depreciando de forma tan importante. El hecho de que nuestro sistema sea solidario, es decir, lo que cobra un pensionista de hoy no tiene relación directa con lo cotizado sino con lo que a partir de lo cotizado el sistema actual puede pagarle, complica su comprensión e hipotética justicia. Ese cálculo se produce en base a la capacidad de recaudación de la Seguridad Social a partir de los salarios en general.

Esto, explicado de manera peligrosamente sencilla, no es mucho más que lo que el pasado domingo expliqué en el programa ‘Liarla Pardo’ de La Sexta donde cada domingo participaré explicando algún concepto económico de actualidad. En esta ocasión no hice más que resaltar, con la dificultad del escaso tiempo que se puede tener en un programa frenético como este, algunos datos que son relevantes. Que el poder adquisitivo de los pensionistas no ha hecho más que bajar, que seguirá bajando puesto que hay que atender al coste de sostenibilidad o la tasa de sustitución y que por mucho que todos los partidos hablen de subidas o lo que sea eso no va a pasar cuando se incorporan todos los elementos de cálculo.

En concreto, las pensiones bajarán en 2019 un 0,49% en España de media según los cálculos de Renta4, entidad que por cierto suele acercarse muchas veces en este tipo de análisis. En este caso, repito, que se anuncie una subida de pensiones se refiere a que en ese porcentaje se incorpora algún elemento de la ecuación pero que, al ejecutarlo al completo, dará negativo de media. Eso es muy previsible porque nuestro problema no es sólo de salarios bajos, que también, sino sobretodo de un modelo solidario dependiente del estado demográfico. Vivimos más y cada vez son menos los que cotizan en proporción con los que cobran pensiones. Es pura matemática. Menos para más suele dar negativo.

Y en negativo vamos a estar. Que nos expliquen como piensan enfrentarse a estas cifras sus señorías. Según la OCDE en 2050, cuando los nacidos en 1980 tengan apenas 70 años, es decir en la flor de su jubilación, habrá 77 pensionistas de cada 100 habitantes. Por ver la dimensión de la tragedia diremos que ahora son 29 y en 1970 apenas eran 19 por cada centenar de ciudadanos. Podemos seguir tocando la flauta, insistir en debates sobre banderines o atender a los chanchullos del político de turno, pero el problema se avecina y, al parecer, la decisión tomada por nuestros políticos es la de no hacer nada relevante y de valor que pudiera cambiar el asunto. Nos vamos a dar una hostia de dimensiones bíblicas. Lo jodido no es que esto parezca inevitable, no, lo peor es que en otros países las medidas para enfrentarse a este Miura es totalmente distinta.

En España, las opciones, según sus señorías es la de o bien ‘seguir apostando por el empleo’ o ‘pensar en la subida de impuestos’. La primera es una frase hecha sobretodo cuando tu apuesta por el empleo es la de fabricar ‘pobres asalariados’ ya que el modelo productivo de tu país no es más que estimular la economía cíclica y dependiente de los servicios de escaso valor y, la segunda, una frase de las de tocar la alarma general. ¿Subir impuestos para qué? Para pagar las pensiones a partir de los presupuestos. Una especie de bola de estiércol dando vueltas cuesta abajo. Cada vez será más grande y aportará menos. Subes los impuestos y así generas caja para pagar unas pensiones que volverán a ser insostenibles tarde o temprano. La diferencia es que irás impidiendo la reconversión de sectores que irán ahogándose ante la falta de competitividad en un mercado global.

¿Y entonces? Hay quien considera, como decía al principio, que los robots nos lo van a solucionar todo. Algo que, me vais a perdonar es más que revisable. Es cierto que un robot, a medida que se le ‘inyecta’ inteligencia artificial, pierde su condición de ‘máquina’ y pasa a otro estadio más complejo de delimitar, pero lo que parece un poco absurdo es considerarlo una entidad que deba cotizar a la seguridad social. En todo caso, si algo así pasara algún día, hablamos de una situación muy lejana y que, obligatoriamente, necesitaría un cambio notable de nuestro modelo económico e industrial. Estaría bien primero revisar eso.

Es evidente que no nos tenemos que imaginar los robots humanoides de las películas. Un robot puede ser una pantalla táctil o un algoritmo informático. Un robot que no ves. Por lo tanto nunca habrá un robot que sustituya al humano y cotice por él, porque muy probablemente no habrá un robot, sino que sea algo intangible como un software. Por lo tanto, cuando hablamos de que un robot pague las cotizaciones sociales en realidad nos estaríamos refiriendo a que sea la tecnología la que cotice a la seguridad social más o menos. Por supuesto eso parece una soberana tontería. Pero permite avanzar hacia donde quiero llegar.

Los que consideran que ‘la tecnología y no los robots deben pagar las pensiones’ sugieren una alternativa más real a que ‘algo’ cotice a la Seguridad Social sino que proponen que las empresas paguen más impuestos por el uso de esas tecnologías o por el beneficio que obtienen con ellas. Consistiría en aumentar la fiscalidad a toda tecnología que remplace a las personas, que cotice más por el coste de gente que no ocupa. Con ello, aseguran, se busca un sistema de recompensa social y eso puede ser un gravísimo error.

Un impuesto sobre la tecnología puede ser problemático porque castigará los sectores que apuesten por un cambio tecnológico, por se competitivos y exonerará a los que sigan sin apostar por un modelo menos tradicional y analógico. Es desesperante. El sistema actual es asumible sólo si lo que realmente cambia es el modelo de crecimiento, la estructura económica del país. Un modelo eficiente, tecnológico y que conjugue un verbo como el ‘optimizar’ antes que el de ‘crecer’. Una sociedad digital y una economía transformada nos lleva a la eficiencia de los servicios y del reparto de pensiones más capaz. Mayor productividad y competitividad a ser modernos y capaces de reestructurar todo el sistema del bienestar y garantista del que somos incapaces de desprendernos.

Leí que 'el problema fundamental es cómo recauda el Estado hoy en día. Todos los cimientos en los que se había estructurado el sistema son inservibles para el futuro: lo material, aquello en lo que basamos la recaudación, se va diluyendo'. De hecho, cada vez habrá más problemas para sufragar el gasto que vamos a necesitar pero plantear un impuesto sobre la innovación tecnológica es muy arriesgado y podría retrasar el equilibrio del que dependemos todos los que esperamos jubilarnos a mediados de siglo.

¿Y si las pensiones fueran en si mismas el problema? ¿Y si en lugar de preocuparnos por ellas la alternativa pasara por su desaparición? Tal vez la solución pasa por algo similar a una renta básica universal que sea capaz de unificar prestaciones como pensión, paro o subsidios. Si esa fuera la solución, requeriría de una transformación brutal de nuestro modelo social y económico. Curiosamente estaría en las antípodas de lo que esperan los partidos que habitualmente lo defienden. En el futuro no muy lejano la lógica en las relaciones empresa y trabajadores va a romperse, es evidente, debido a que el sentido económico del empleo se irá difuminando. Nunca seremos más eficientes que un robot y eso lo modificará todo. El papel de las personas variará y deberá regirse por otros calibres menos económicos. La puesta en marcha de esa renta básica podrá algún día ser una opción pero el problema es que para llegar ahí se debe hacer todo lo contrario a lo que propugnan los que la defienden. Antes de llegar a ello es obligatorio tener una economía muy rica, muy tecnificada, muy competitiva y muy productiva para llegar a la transferencia de rentas. España está perdida en la inmensidad del desierto en ese tema porque no cumple ninguna de esas premisas.

Por lo tanto, para garantizar las pensiones primero deberemos pensar en repensarlas como concepto, segundo apostar por una sociedad tecnológica y dejarse de idioteces como que los robots coticen y tres exigir a la clase política que se ponga en serio de una vez. La inercia, en este caso, solo conduce al desastre.

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¿Te imaginas comprar en el supermercado y cruzarte con robots por todas partes?

Tu trabajo no te lo va a quitar un robot, en todo caso quien te lo va a arrebatar en el futuro será una persona que se lleve mejor que tú con un robot. Esa es la clave. Durante la conferencia inaugural que ofrecí el pasado viernes en el evento internacional del sector de la optometría, Optom18, quise resaltar esa situación inminente. Precisamente, el óptico, es un sector donde la tecnología ya tiene un papel relevante, pero donde el factor humano toma una muy significativa importancia a la hora de ser el valor añadido en la relación con los clientes o pacientes. De ahí que la charla ‘reWorking’ fuera muy interesante para inaugurar el congreso.

Tu trabajo no te lo va a quitar un robot, en todo caso quien te lo va a arrebatar en el futuro será una persona que se lleve mejor que tú con un robot. Esa es la clave. Durante la conferencia inaugural que ofrecí el pasado viernes en el evento internacional del sector de la optometría, Optom18, quise resaltar esa situación inminente. Precisamente, el óptico, es un sector donde la tecnología ya tiene un papel relevante, pero donde el factor humano toma una muy significativa importancia a la hora de ser el valor añadido en la relación con los clientes o pacientes. De ahí que la charla ‘reWorking’ fuera muy interesante para inaugurar el congreso.

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Y es que en el debate sobre el papel de la robótica en espacios de relación directa con un paciente, un comprador, un potencial cliente, se está situando en el ‘cómo’ lo vamos a hacer y no en el condicional de ‘si eso va a suceder’. Va a pasar y no va a ser opcional. Ejemplos que se acumulan no dejan otra opción. El último que hemos conocido, y vinculado al monstruo de comercio minorista Walmart, establece el análisis en torno a 50 tiendas que esta cadena americana que han colocado un número importante de robots circulando por sus instalaciones mezclados con los clientes.

En ese medio centenar de tiendas de Walmart, robots con una apariencia muy mecánica alejada de simular a ningún humanoide patrullan los pasillos de las tiendas verificando si las estanterías tienen suficiente suavizante para la ropa o si el el saco de comida para perros de turno tiene el precio correcto. Walmart está probando esos robots, construidos por Bossa Nova Robotics, para ver si pueden monitorear el inventario de la tienda de manera más eficiente. La prueba refleja la creciente adopción de tecnología por parte de grandes minoristas mientras intentan rivalizar al otro gigante minorista en la red, Amazon. Recordemos que Amazon, aparte de otros usos tecnológicos de última generación, utiliza robots en un buen número de sus almacenes.

Todos los días, cualquiera de los robots de Walmart circula tres veces por cada pasillo de una de esas 50 tiendas para verificar que los más de 150,000 productos estén disponibles y de un modo correcto. El robot de turno lleva un registro a tiempo real de si hay de todo o si un artículo no tiene la etiqueta de precio correcta. A partir de ahí, todavía, un empleado humano corregirá el precio o incorporará lo que falta. Todavía, en este caso, los robots no son capaces de hacerlo. Obviamente es cuestión de tiempo. Pero lo interesante no es que un robot haga estas cosas. A mi lo que me interesa especialmente es el punto de contacto, la relación, entre estos objetos robóticos y la clientela puesto que se encuentran continuamente en los centros comerciales donde unos ‘trabajan’ y los otros compran. Y en este caso, lo realmente destacable es que la percepción de las personas cambia cuanto más tiempo vean a los robots en acción. Por ejemplo, hace dos años, cuando Bossa Nova instaló por primera vez un robot en una tienda Walmart en una zona rural de Pensilvania, los residentes locales tenían mucha curiosidad por las máquinas y pasaban tiempo mirándolos boquiabiertos. Ahora, en el mismo lugar, las ignoran por completo.

El asunto es más complejo. Si preguntamos acerca de cómo esa afectación en el contacto humano-robot se diferencia según la generación. Y varía. Los niños, especialmente los que se sitúan entre los 6 y los 10 años, tienden a ser ‘muy respetuosos hacía el robot’. El resto, adolescentes y adultos, tienen una relación más compleja con estas máquinas. De hecho, el fabricante Bossa Nova ha decidido que este tipo de robots se construyan a partir de ahora de manera que puedan resistir que los estudiantes de secundaria les lancen latas de manera habitual. Desconozco si esto es un gesto de curiosidad, de personificación o simplemente idiotez supina, pero la empresa que ha puesto decenas de robots en Walmart diseñó esos robots de un modo más amigable con una pantalla que simulaba un rostro. Esa pantalla y la iluminación que imita un cuerpo ayudan a distraer a las personas de la ‘mini-torre’ colocada en el robot, en la que se instalaron sensores que escanean los elementos de las estanterias. El objetivo siempre es el mismo, convertir en invisible y cotidiana la relación entre clientes y robots.

El director de Bossa Nova robotics dijo en una entrevista reciente que ‘cuando Walmart preguntó a sus clientes que describieran el robot con el que habían estado durante un rato en sus instalaciones, nadie se dio cuenta de que tenía dos metros de altura porque lo relacionaban más con el cuerpo del robot más pequeño de Star Wars, R2-D2'. Es decir, como punto a destacar, hay un punto en el que los humanos todavía esperamos que cualquier cachivache por muy robótico que sea tenga un punto de similitud con nosotros. ¿Te imaginas un cajero automático con ojos y sonrisas? ¿Cómo reaccionarías? A tenor de como actúan en otro de los lugares donde un robot asistente trabaja guiando a los clientes por los pasillos hasta llegar al producto que buscan, la cosa avanza bien. El Lowe's los clientes solicitan a un robot que les lleve donde está el producto que buscan. El rango de venta y tiempo utilizado para ello no ha hecho más que mejorar. ¿Dónde queda aquel vendedor que te asisitía en ese trayecto? Pues según Lowe's ahora ese trabajador puede atender a más clientes, con mayor criterio y menor espera. El valor añadido es el humano si se plantea bien el reparto de tareas.

Aun se desconocen los resultados económicos de este despliegue robótico pero todo parece indicar que no son malos. La expansión del modelo no hace más que crecer y sabemos que otras cadenas como Carrefour, Ahold y otros están iniciando instalaciones similares. Incluso más sofisticadas que en breve mostraré y de la mano de un fabricante de robots español. El modo en el que compramos en el supermercado ya ha cambiado sustancialmente, sobretodo a partir de lo que denominamos 'ultima milla' en el comercio en línea. Sin embargo, es muy probable que lo que está a punto de llegar es un regreso al supermercado pero con implicaciones robóticas más que destacables.

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Elon Musk, Netflix, Microsoft y el fin de la humanidad.

Hace unas semanas envió uno de sus coches al espacio y por ahí sigue buscando el cinturón de asteroides. Ayer nos dijo que la Inteligencia Artificial posee un mayor peligro para la humanidad que las cabezas nucleares. Elon Musk anunciando el apocalipsis. Según él, si seguimos innovando en el campo de la Inteligencia Artificial y no la regulamos vamos directamente al desastre. No está solo en sus consideraciones. Ya lo hizo el recientemente fallecido Stephen Hawking y el fundador de Microsoft Bill Gates. De hecho, todos los que ponen en cuarentena las bondades de la Inteligencia Artificial desde un punto de vista analítico, aseguran que esta tecnología (que en realidad son muchas y muy distintas) es ya capaz de cosas que no sabemos, pero que como su tasa de mejora es exponencial nos va a costar interpretar el punto de no retorno y será demasiado tarde.

Hace unas semanas envió uno de sus coches al espacio y por ahí sigue buscando el cinturón de asteroides. Ayer nos dijo que la Inteligencia Artificial posee un mayor peligro para la humanidad que las cabezas nucleares. Elon Musk anunciando el apocalipsis. Según él, si seguimos innovando en el campo de la Inteligencia Artificial y no la regulamos vamos directamente al desastre. No está solo en sus consideraciones. Ya lo hizo el recientemente fallecido Stephen Hawking y el fundador de Microsoft Bill Gates. De hecho, todos los que ponen en cuarentena las bondades de la Inteligencia Artificial desde un punto de vista analítico, aseguran que esta tecnología (que en realidad son muchas y muy distintas) es ya capaz de cosas que no sabemos, pero que como su tasa de mejora es exponencial nos va a costar interpretar el punto de no retorno y será demasiado tarde.

Lo de regular me parece bien en principio, pero en algo tan sustancialmente poderoso como de crear organismos artificiales con una mayor capacidad de razonar, deducir, interpretar y, de algún modo, pensar, el riesgo de ‘regular’ pasa a ser el de ‘controlar’. ¿Quién debe controlar el cerebro más inteligente del planeta? ¿Quiénes deben ser los gestores e intérpretes de los límites de la Inteligencia Artificial? ¿Los políticos? ¿Científicos? ¿Filósofos? Me da más miedo que la capacidad computacional ‘doméstica’ capaz de aportarme elementos que mejoren mi día a día y lo hagan más sencillo y productivo esté en manos de una ‘regulación definida por algunos’ que por el propio sistema que le rige.

Ahora bien, si es verdad que la IA es más peligrosa para el futuro inminente que lo que podría ser una guerra nuclear según el fundador de Paypal, estaría bien saber el motivo. Según Musk, y como digo de un buen número de gurús del asunto, la IA es el gérmen de la desaparición de la humanidad como la entendemos. Según aseguran a medida que podamos ir incorporando ese aumento de aprendizaje artificial a algunos softwares, éstos irán estableciendo relaciones entre ellos para generar un gran cerebro que no seremos capaces de localizar ni de descubrir.

Acojona pero no se quedan ahí. La idea de que a medida que vayamos insertando elementos sintéticos a nuestro cuerpo, ya sea para mejorar nuestra visión, comprensión, audición, para saber nuestro estado de salud, para acelerar el aprendizaje de idiomas o lo que sea, no habrá límite y, en esa falta de punto final se encontrará la incapacidad para discernir hasta que punto somos o no somos artificiales. Dicen que esa percepción inexacta de quienes seremos nosotros mismos en realidad, será el principio del fin. Una nueva especie habrá empezado a desarrollarse y con ella sólo persistirán los que se adapten bien a la tecnología inteligente. A mi me suena a una novela chunga de Stanislaw Lem.

Es natural que tengamos cierto temor a una inteligencia que nos superará en breve. Nos pensábamos los más listos de la fiesta y resulta que éramos tan listos que estamos creando algo más listo que nosotros. Yo creo que eso demuestra lo listos que somos y no al revés. Tan listos que, de momento, con esto de la Inteligencia Artificial lo que realmente vamos logrando son buenas cosas. De curar el cáncer a mejorar nuestras ciudades. De ver mejor la televisión a entender cualquier idioma.

Veamos Netflix por ejemplo. Netflix Streaming acaba de incorporar una actualización a tu cuenta que es pura Inteligencia Artificial. Para la mayoría de las personas, Netflix tiene que ver sólo con el contenido. Después de todo, la compañía planea gastar hasta de 8 mil millones de dólares este año para engordar su biblioteca internacional de películas y programas de televisión. Sin embargo, uno de los mayores contribuidores al éxito de Netflix ha sido su tecnología de transmisión. Posiblemente este sea el aspecto menos apreciado del servicio de la compañía. Aunque no atrae el mismo nivel de atención que los éxitos de la compañía, es probablemente la faceta más importante de la experiencia, aparte del contenido en sí.

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Y en esas que Netflix está utilizando una IA de vanguardia para mitigar los problemas que le genera el ancho de banda. Utilizando una herramienta de inteligencia artificial desarrollada por sus ingenieros, Netflix recientemente recodificó toda su biblioteca de títulos. Este sistema, llamado Dynamic Optimizer, trabaja para proporcionar la mejor imagen posible mientras se utiliza la cantidad mínima de ancho de banda. Un episodio de una hora registra 750 megabits por segundo (Mbps) de uso de datos. Usando la tecnología de codificación nueva de Netflix, eso se reduciría a 750 kilobits por segundo (Kbps) o 1.000 veces menos el uso de datos. Las mejoras recientes a la tecnología han reducido el consumo de datos a solo 270 Kbps por cierto.

Otra aplicación de la Inteligencia Artificial que de momento no parece muy peligrosa es la que ha presentado Microsoft. La empresa que fundó Bill Gates, uno de los tipos más preocupados con la dichosa Inteligencia Artificial, Microsoft, reveló el miércoles que ha alcanzado un hito monumental en el software de traducción impulsado por la inteligencia artificial, declarando la creación de un sistema que puede traducir oraciones de artículos de noticias del chino al inglés donde es imperceptible las diferencias con lo que haría un humano. Lograr la paridad humana en una tarea de traducción automática es un sueño que dicen en Microsoft ya han logrado.

El avance es el último en una carrera para desarrollar traducciones similares a las humanas. Google ha mejorado sus herramientas de traducción a lo largo del tiempo, analizando oraciones completas con una actualización de noviembre de 2016, pero Microsoft usó ideas como redes de deliberación para hacer que las traducciones sean más efectivas. Los modernos sistemas de traducción utilizan redes neuronales profundas para comprender cómo se estructura una frase, lo que permite un enfoque más consciente del contexto.

Como decía mi abuela, no temas a los espíritus, esos no hacen nada. Ándate con ojo con los que están vivos, esos si son peligrosos. No sé, yo todavía temo más a los humanos que a los robots.

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Sociedad, Robotica Marc Vidal Sociedad, Robotica Marc Vidal

Las claves del empleo en el futuro inmediato: dónde, cómo, quién y qué.

Desde el laboratorio del Mobile World Capital, una órgano creado para identificar los desafíos sociales que significan las nuevas tecnologías, tengo la suerte de ser testigo directo, no sólo de los formidables cambios que se están sucediendo en todos los ámbitos sociales, económicos e industriales por culpa de la tecnología, sino también de la velocidad a la que se está produciendo todo ello. Uno de los temas recurrentes en todas las reuniones que tenemos se refieren a la afectación de toda esta revolución al mundo laboral. Un escenario que se libera cada vez más rápidamente de los hábitos de una era industrial pasada. Un escenario laboral que muta irremediablemente para garantizar un futuro más productivo y equitativo y cuyas características se podrían englobar en los siguientes aspectos:

Muchos me preguntáis que deben estudiar vuestros hijos para tener trabajo en el futuro. Difícil saberlo. Pero desde el laboratorio del Mobile World Capital, una órgano creado para identificar los desafíos sociales que significan las nuevas tecnologías, tengo la suerte de ser testigo directo, no sólo de los formidables cambios que se están sucediendo en todos los ámbitos sociales, económicos e industriales por culpa de la tecnología, sino también de la velocidad a la que se está produciendo todo ello. Uno de los temas recurrentes en todas las reuniones que tenemos se refieren a la afectación de toda esta revolución al mundo laboral. Un escenario que se libera cada vez más rápidamente de los hábitos de una era industrial pasada. Un escenario laboral que muta irremediablemente para garantizar un futuro más productivo y equitativo y cuyas características se podrían englobar en los siguientes aspectos:

1. ¿Dónde? Las ciudades competirán por el talento.

Cuando Amazon reveló sus planes de invertir más de 5 mil millones de dólares en la construcción de su segundo cuartel general, recibió más de 200 candidaturas de diferentes ciudades. La guerra por el talento del futuro ya no será entre empresas, será entre ciudades. Como la tecnología une a la sociedad, y el trabajo a distancia se convierte en la norma, las personas vivirán en las ciudades que elijan, en lugar de las que están más cerca de donde trabajan. Las ciudades tendrán una especie de ecosistema que ofrezca opciones de vida atractivas en entornos amigables con la tecnología. Las políticas activas desde las administraciones para atraer ese desembarco es clave. De nuevo, no todo depende de la inercia sino de la acción política coordinada con el sector privado.

2. ¿Quién? La mayoría de la fuerza laboral será ‘freelance’ en diez años.

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Hoy en día, más de 57 millones de trabajadores, alrededor del 36% de la fuerza laboral de los Estados Unidos, trabajan por su cuenta. Si nos basamos en la tendencia que refleja el informe Freelancing, en Estados Unidos y en apenas una década, la mayoría del empleo será 'freelance'. La generación de ese empleo está liderado por ‘millennials’ que han decidido no depender de ninguna empresa aunque se alíen con ellas. Recordemos que estamos a minutos de que la generación con mayor peso en las decisiones económicas y políticas sean los nacidos a partir de 1980. Si te pasa como a mí y piensas como ellos, eres un ‘viejenial’. No lo desaproveches.

Pero, combinando lo que significará el crecimiento de grandes compañías buscando ciudades ‘talentosas’ con esa tendencia por el trabajo no dependiente, habrá una adopción a gran escala de un cuerpo laboral distinto, ‘freelance’ pero comprometido con nuevas habilidades y un nuevo modo de entender el empleo.

3. ¿Cómo? Formación ‘freelance’ para empleos ‘freelance’.

La forma en la que educamos a las generaciones futuras ya no es suficiente. Para las habilidades y los trabajos de hoy no son relevantes. Es de aurora boreal pensar que se les prepara para el futuro. La idea de que estudies matemáticas, ciencias y arte como disciplinas separadas, y luego trabajes para resolver el problema del mundo real en la economía actual, no tiene mucho sentido.

Preparar a los estudiantes para los trabajos del mañana requiere romper las barreras que existen dentro de la educación. Una educación que, como el empleo ‘freelance’, también deberá hacerse más flexible. Formación ‘freelance’ para empleos ‘freelance’. Parece hasta lógico. Educación orientada a proyectos y no a asignaturas como defienden en la Wildflower School en Boston. Un cambio total que, ¡vaya!, vuelve a necesitar de cierta actitud política para cambiar programas educativos, leyes y reformas derivadas.

4. ¿Qué? La AI y la robótica crearán empleos que ahora no existen.

La Inteligencia Artificial y la robótica crearán más empleos en lugar de una destrucción masiva de puestos de trabajo, como defiende la versión oficial. Algo que sólo sucederá si el hilo conductor de esta transición se ejecuta bajo la responsabilidad y la innovación socioeconómica. Países como Alemania, cercanos al pleno empleo, son los que mayor densidad de ‘robots per cápita’ tienen y otros, como España y Grecia, con las mayores tasas de paro son los que menos robots tienen de media. ¿Podría ser que cuanto más automatismo bien organizado, mayor eficiencia y, en definitiva, mayor contratación cualificada?

El problema es que vemos mucho Black Mirror y mucho Electric Dreams. La ciencia ficción defiende un mundo donde las máquinas roban el empleo, y casi la capacidad de organizarse a los propios humanos. Sin embargo, esta no es una idea capaz de sujetarse en la historia y en los datos. De hecho, el mayor enemigo para la humanidad es la propia humanidad. No vas a perder tu trabajo en manos de una computadora inteligente, lo vas a perder, en todo caso, en manos de un humano que maneje mejor una computadora que tú.

El impacto de la Inteligencia Artificial en el futuro no significa el fin del empleo. Por mucho que algunos lo consideren probable, las máquinas no se hacen a si mismas y necesitan que los humanos estructuremos la innovación derivada y necesaria de un modo responsable. Digamos que un futuro del empleo robótico abre ventanas de oportunidad en lugar de cerrar puertas dramáticas. El problema estará en el liderazgo político que tiene que estructurar esa transición. De momento, que yo sepa, pocos son los países que han asumido este reto como un elemento prioritario. Por cierto, entre los afortunados, no hay ninguno en el que se hable en español.

Estamos entre dos opciones. O vamos a un mundo con más empleo o nos dirigimos a un mundo sin empleo. Tengo la sensación que la escasez no será de puestos de trabajo, no, la escasez será de habilidades para cubrirlos. Esa es la clave. La formación necesaria, dejar de ver la máquina como una agresión para empezar a contemplarla como una colaboradora. Sino se plantea en ese sentido, el desastre podría ser monumental y ni la renta básica ni meriendas parecidas lo podrá amortiguar.

En definitiva, al igual que en las conclusiones que ya citaba Stephane Kasriel en un brillante artículo del WEF, en el que se basa éste, hay que repensar el empleo y, por supuesto, la educación profesional. Es necesario que se ofrezca una formación auténtica y útil. Hay quien ya lo está haciendo, quienes no lo ven tan urgente y otros que ni tan siquiera se les ha pasado por la cabeza este tremendo desafío. La gasa que separa un reto social y un desastre monumental es muy fina. A veces se rompe por la inacción.

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Economía, Industria 4.0, Politica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Politica Marc Vidal

España perderá 3 millones de empleos en diez años y está por ver cuantos creará.

Mientras el debate político español se tiñe de blanco y negro, mientras la equidistancia pierde importancia y mientras desaparece el análisis económico razonable, el mundo sigue girando y lo hace cada vez más rápido. Un mundo que va colocando las piezas de un rompecabezas gigantesco a un ritmo cada vez más intenso. Un mundo con la maquinaria del futuro en marcha. Una sociedad inmediata que deberá afrontar un reto inmenso. La automatización de todo.

Mientras el debate político español se tiñe de blanco y negro, mientras la equidistancia pierde importancia y mientras desaparece el análisis económico razonable, el mundo sigue girando y lo hace cada vez más rápido. Un mundo que va colocando las piezas de un rompecabezas gigantesco a un ritmo cada vez más intenso. Un mundo con la maquinaria del futuro en marcha. Una sociedad inmediata que deberá afrontar un reto inmenso. La automatización de todo.

La realidad pesa como el plomo. Se publican estudios con cifras acerca de la cantidad de empleos que la revolución tecnológica se va a llevar por delante. Análisis globales o vinculados a mercados que nos parecen lejanos. La Casa Blanca puso el punto de análisis, el mundo académico británico e incluso la lenta Unión Europea. Y no se trata de números, sino de prepararse. Da igual la cifra que te salga si haces un examen a futuro, lo importante es que te va a salir un mal dato. Por lo menos si la proyección se hace objetivamente, que esa es otra. 

Se suele afirmar que las nuevas profesiones, y las nuevas necesidades laborales, que la tecnología exigirá, amortiguarán ese problema. Defiendo que sucederá, pero no si no se planifica. Las revoluciones industriales y tecnológicas no son algo que se lideran con la inercia. Los países que pasaron de ser irrelevantes a potencias económicas en el pasado fueron las que aprovecharon un momento histórico como este. Los que cayeron en la irrelevancia son los que no interpretaron la importancia del momento.

En España vamos a perder 3 millones de empleos en los próximos 10 años según organismos como la OCDE. No verlo es signo de una irresponsabilidad que asusta o de un desconocimiento muy preocupante. La creación de empleo tal y como se presenta hoy en día es de aurora boreal. La dependencia aritmética para sujetar ‘la buena marcha de la economía’ radica en un empleo precario, inestable y de poco valor añadido. La biotecnología aporta al PIB tanto como el turismo pero precisa millones de empleos menos para lograrlo. La nueva economía genera poco empleo al compararlo con modelos tradicionales porque no es fácil la coexistencia entre lo digital y lo analógico. En el futuro, se supone, todo irá adaptándose como siempre ha sucedido con la irrupción de una tecnología nueva. Sin embargo, como siempre, quienes pensaron en ello de un modo estratégico aprovecharon ese punto de inflexión como una oportunidad, los que actuaron tácticamente se enfrentaron a una época de crisis gigantesca.

Y en eso estamos. Unos países que ya legislan, proyectan, plantean y estructuran políticas claramente encaminadas a liderar un mundo robótico, digitalizado y automático y otros que esperan un turno incierto, inércico, enlazado al debate callejero y a la propaganda del éxito económico coyuntural, puntual y de tertulia de media tarde. Países que rozan el pleno empleo siendo los más robotizados de Europa y otros que lideran el ranking de paro mientras su tasa de robotización es la menor de los países de la Unión Europea.

Ante la promesa de la creación millonaria de empleo cabe destacar que, aunque hay poco estudio que se centre en nuestro país, podemos extraer datos vinculando diferentes fuentes y estudios. De hecho, la propia OCDE destaca que la automatización permitirá sustituir a un 12% de los trabajadores españoles y que eso sucederá en menos de una década irremediablemente. Esa sustitución tiene que tener un plan de contingencia, un modelo de crecimiento capaz de soportar una sangría de esas dimensiones. 

Quien considere que obligando a mantener el empleo manual dónde sea factible sustituirlo por un robot, un automatismo o, sencillamente, software por la vía sindical, legal o administrativa se va a amortiguar el problema se equivoca y demuestra que no conoce de que va esto de la economía de mercado. Sino se sustituye algo que produce menos, más lentamente y con errores sistemáticos por algo que produce más, más rápidamente y sin errores, la capacidad competitiva de la empresa que no lo haga será nula. Salvo si se les subvenciona artificialmente y desde el sistema público. Ejemplos hay muchos por cierto y así nos va.

Va a ir rápido. Más de lo que parece. Según otro informe de McKinsey, más del 70 por ciento de las tareas realizadas por los trabajadores del sector de los servicios alimentarios y la hostelería podrían ser llevadas a cabo por máquinas ahora mismo. Existen las máquinas para hacerlo. En la industria manufacturera, casi el 60% de las tareas en trabajos de mantenimiento están en riesgo. Hasta el 50% de las tareas en la industria de servicios podría estar automatizada actualmente. No es futuro, es una espera tensa.

Más de 3 millones de empleos están en riesgo por la llegada de la inteligencia artificial, automatismos, drones e impresoras 3D. Más de un 12% de los puestos de trabajos desaparecerán y con ellos sus cotizaciones sociales. Está por ver si se está preparando el terreno para revertir en otro tipo de empleo esa pérdida. La renta mínima, tan necesariamente analizable, será una entelequia para los países que no prevean ese futuro con un empleo distinto. La diferencia entre ‘un mundo sin empleo’ y ‘un mundo con un empleo distinto’ se combate preparándola políticamente.

Hablar de Revolución Industrial es, hoy en día, hablar de Revolución Económica, digital, de servicios, de productos, de información, de todo. Y vivimos ahí, en la línea de tres. En el lugar donde lanzar cuesta pero permite ganar el partido. Lejos pero con opciones. El problema es que no hay lanzador. Un gobierno preocupado por sus cosas, una oposición preocupada por sus cosas, una prensa preocupada por las cosas de gobierno y oposición y la gente preocupada, por supuesto, por las cosas que importan de verdad.

Sigan lanzando soflamas. Tres millones de empleos nuevos, crecimiento récord. La vida nos sonríe. Ganaremos el Mundial. Sin embargo, la densidad de lo inevitable se aproxima. Aun estamos a tiempo para trabajar seriamente por un futuro tecnológico, competitivo y capaz de ofrecer oportunidades. Lo que está en juego es el estado del bienestar y sus garantías.

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El ser humano es el ‘porqué’, la tecnología el ‘cómo’.

Es como cansino soportar día sí y día también escuchar que una horda de robots se van a llevar por delante nuestros empleos sin pedir permiso. Titulares sensacionalistas basados en sesudos estudios que se esfuerzan en crear una sensación de que la cosa pinta apocalíptica para todos y que, nos guste o no, nuestro futuro se parecerá a una habitación repleta de sueños tirados por el suelo, aparecen por todas partes. Hay países que eso lo evitan y, siendo los más robotizados como Alemania, están muy cerca ya del pleno empleo. Curioso. Muchos no paran de repetir que conviviremos con robots, que charlaremos amigablemente en el salón con ellos y, si nos lo proponemos, acabaremos teniendo un romance con alguno. El debate sobre un impuesto robótico o un mundo certificando la vida sin empleo sujeta a rentas mínimas de alto standing, está impregnando el mensaje oficial y llevándolo a un estado lisérgico totalmente ridículo.

Es como cansino día sí y día también escuchar que una horda de robots se va a llevar por delante nuestros empleos sin pedir permiso. Titulares sensacionalistas basados en sesudos estudios que se esfuerzan en crear una sensación de que la cosa pinta apocalíptica para todos y que, nos guste o no, nuestro futuro se parecerá a una habitación repleta de sueños tirados por el suelo, aparecen por todas partes. Hay países que eso lo evitan y, siendo los más robotizados como Alemania, están muy cerca ya del pleno empleo. Curioso. Muchos no paran de repetir que conviviremos con robots, que charlaremos amigablemente en el salón con ellos y, si nos lo proponemos, acabaremos teniendo un romance con alguno. El debate sobre un impuesto robótico o un mundo certificando la vida sin empleo sujeta a rentas mínimas de alto standing, está impregnando el mensaje oficial y llevándolo a un estado lisérgico totalmente ridículo.

Nos estamos preocupando de algo que sucederá en siglos si es que sucede. No nos preocupamos del planeta que le vamos a dejar a nuestros hijos y nos ponemos tensos con algo que no tenemos ni idea de cuando va a pasar. Los robots no tendrán conciencia nunca y lo que llamamos inteligencia artificial no es más que un montón de circuitos aprendiendo de la ejecución de rutinas en un complejo sistema experto. La inteligencia artificial la podemos nombrar, claro que sí, pero no es exacto establecer la relación entre ese modelo de razonamiento tecnológico y lo que hacemos los seres humanos. Los mayores especialistas del mundo, los que están en contacto diario con esa fórmula sintética de pensamiento advierten que estamos a años luz de lograr algo similar, tan siquiera, a lo que indican las películas menos llamativas.

A diario trabajo con empresas que nos solicitan entrar en la era de la transformación digital, en la implementación tecnológica necesaria para afrontar con garantías la Cuarta Revolución industrial y evitar, en la medida de lo posible, que su sector, su negocio, sufra de la disrupción que otros muchos sí están viviendo. Sin embargo, a medida que desarrollamos esos planes, en el proceso de cambio de esas empresas, detectamos que la realidad aparente, la que perciben o escuchan, no es la que les afectará en los próximos cinco años. Los robots, el software simula bien, ejecuta tareas de muchos tipos mucho mejor que nosotros, pero sin embargo no crean, no desde el principio. Ahí, en el modelo de gestión y en la integración de todo ello es donde debemos ser exactos y dejarnos meriendas diversas.

No hay expertos en esto de la Transformación Digital. No lo acepten. Cómo mucho hay especialistas. A eso aspiro y a eso deben aspirar los gestores del cambio en las compañías que han decidido iniciar el tránsito complejo y apasionante de modificar modelos de negocio y procesos de trabajo. Ser especialista es ocupar el tiempo en aprender. Es asistir donde los que están inventando un futuro con sus descubrimientos y desarrollos exponen su trabajo. Entrevistarse, compartir tiempo y trabajar con ingenieros en robótica, analistas en inteligencia artificial del, matemáticos que resuelven los vínculos entre el movimiento y el caos, biotecnólogos que experimentan con materiales sintéticos que sustituirán órganos, filósofos que analizan la repercusión ética de cuanto representa la innovación exponencial y, también, con las grandes corporaciones que preparan sus productos de un futuro inmediato a partir de la tecnología existente. Gente que está en Boston, Dublín, Silicon Valley, Tokio, Berlin, Barcelona y en infinidad de lugares. Todos ellos, o la mayoría, no hablan de un mundo próximo a la ciencia ficción. Explican con detalle donde estamos y donde vamos a ser capaces de llegar en un tiempo determinado. Como va afectarnos, como puede cambiar todo y hasta que punto. Sin embargo, avisan, que es imperativo estar atentos a la velocidad del cambio. A prepararnos socialmente, culturalmente y políticamente. Algo que, por cierto, sucede en muy pocos lugares.

El tiempo es un bien preciado y gastarlo en discursos interesados de políticos y medios asociados es un grave error. Esos discursos sobre el apocalipsis, sobre un mundo tecnológico que parece sacado de un cómic es perverso. Sirve para lo que sirve pero no es respetuoso con lo que pasa y pasará. De hecho es perjudicial. Muchas personas están en condiciones de adoptar su propia innovación íntima y se paralizan ante el aterrador escenario de verse inservibles. Hay empresas que deciden esperar a ver que sucede si es que el futuro va a ser tan automático, tan metálico y tan cegador. Se paran y no inician una hoja de ruta que exige un primer paso, no tan complejo, apasionante y potencialmente válido. Se paran porque llevan el susto en el cuerpo. Hay mucho discurso sujeto a la recopilación de discursos y poco discurso nuevo.

Y es que un cajero automático es un robot. No hacemos pelis de de cajeros automáticos porque no es ‘cool’. Es más interesante hacerlo sobre androides que llegan a tomar conciencia de su existencia y deciden, de un día para otro, liberarse de su condición de esclavo y tomar las riendas de su vida infinita. Y hay quien se lo debe tomar en serio. Hay, incluso, quien lo escribe en periódicos de gran difusión, lo explica en charlas, en televisión o donde haga falta hablar de tecnología futura que ni por asomo se acerca todavía. Lo que sí viene es la convivencia obligatoria entre avances inéditos y nuestro modo de vida tradicional, entre ‘chatbots’ capaces de simular nuestro lenguaje y clientes humanos, entre recepcionistas digitales y clientes que precisan servicios, entre robots que sustituyan a personas en trabajos repetitivos y seres humanos exigentes de servicios rápidos, eficientes y baratos. La hibridación entre hombres y máquinas será menos romántica y cinematográfica de lo que nos muestran. Tendremos que aprender a tratar con un chatbot, pero será eso, tratar. Nos ubicaremos en fronteras desconocidas, pero serán eso, fronteras. Debatiremos sobre el papel del ser humano en muchos tipos de trabajos y será bueno hacerlo pues, como siempre ha pasado, nos toca conquistar espacios que la tecnología nos va a entregar, no eliminar.

Eso es lo que viene, nada más. Eficiencia, optimización, cambio en el modelo de empleo y fórmulas cada vez más exigentes en la competencia entre empresas que demandará empleados muy distintos. La tecnología será la herramienta no el motivo. El ‘porqué’ seremos los humanos y los robots serán el ‘cómo’. Hoy en día el debate sobre el ‘futuro del trabajo’ se ha convertido en un negocio en sí mismo. Existe una aceleración innegable, pero esa aceleración puede ser más un buen modelo de diagnóstico optimista que una consecuencia negativa. Siempre ha sucedido y aunque es importante utilizar la historia con algo de recelo, hay mucho en lo que inspirarse para entender que este momento, por mucho que nos parezca inédito, no lo es tanto.

Están todos por ocupar el tiempo en esto. The Economist y New York Times han organizado conferencias durante los dos últimos años explorando la evolución del trabajo, al igual que las consultorías PwC, Deloitte y McKinsey. Muchos piensan que tras esta fase en la que el software ya analiza textos, los escribe, diagnostica enfermedades, conduce camiones y cocina, vendrá la eliminación del empleo de forma masiva. Algo así como pensó a finales del siglo XVI Elizabeth I. La señora negó una patente a la inventora de una nueva máquina de tejer automatizada porque temía que destruiría el trabajo de ‘jóvenes doncellas que obtenían su pan de cada día con esa tarea’.

Como es el caso hoy, los pesimistas a lo largo de la historia se han preocupado por el impacto de las nuevas invenciones en el valor del trabajo humano, mientras que los optimistas hemos señalado ejemplos anteriores (que se deben tomar con todas las reservas) e cómo la tecnología ha mejorado la condición humana años después. En 1933, el New York Times argumentó que la tecnología de la época tendría consecuencias por la amenaza de la edad de las máquinas. Decían ‘estamos asustados porque en el pasado nunca conocimos tal impulso, tal vibración, tal dislocación’.

En 1850 un grupo de sastres de Nueva York amenazaron a su patrón si no paraba la compra de máquinas de coser. En 1895, como ya expliqué en un post anterior, la ley de la Bandera Roja exigía que un tipo fuera delante de cualquier auto a motor por miedo a lo que eso supondría de riesgo al dejar el total control de potencia a una máquina en manos de un ser humano en lugar de en manos del instinto de los caballos.

En 1930, Keynes pronunció el término ‘desempleo tecnológico’ y aseguró que llegaría en 100 años la era de la abundancia y del ocio cuando las máquinas lo hicieran todo. Nos quedan 13 años. Hoy se dice que la gran amenaza de la logística es la impresión 3D. No digo que no. Quién soy yo para saber donde estará la disrupción de la logística, pero parece más interesante preocuparse de los actores que la están revolucionando como podría ser Amazon que por un mundo impreso globalmente.

Mecanógrafos, traductores, recepcionistas, contables, delineantes y así hasta centenares de ocupaciones lo tienen crudo. Cierto. Pero no es tanto pensar en los oficios del futuro lejano como pensar en los procesos del futuro inmediato. El mundo dentro de cinco años es el importante atendiendo lo que podemos predecir. El qué será dentro de doscientos es divertido imaginarlo con dos gintonics en el estómago a las tres de la madrugada pero tiene poco de científico o racional.

Y están pasando cosas. Obviamente. Cosas que no podíamos imaginar hace años. La innovación exponencial nos entrega la vida exponencial y es brutal. Su velocidad es la clave como decía y abordarla es esencial. Sin embargo debemos abordarla bajo la crítica exacta, el análisis correcto y dejarnos de cantos de sirena como dice Enrique Dans. Debemos contemplar este renacimiento exponencial que vivimos. Tecnologías que han explotado en los últimos años y que ahora se están conjugando en resultados concretos.

Las empresas, los trabajadores y los directivos deben adaptarse al cambio, abrazarlo y explorar su hoja de ruta en los próximos tres o cuatro años. Ir más allá, hablar de la inmortalidad del ser humano, de bodas entre robots y personas o de un futuro parecido a una película de ciencia ficción no es una buena apuesta. El miedo paraliza. El análisis genera parálisis. Es momento de, como siempre ha pasado, tomar decisiones estratégicas con lo que ahora mismo tenemos sobre la mesa: nuevas tecnologías, metodologías innovadoras y requerimientos inéditos. En cualquier caso, todo ello, precisará de humanos. Humanos formados en todo ello y empresas preparadas para ese salto cualitativo que, es cierto, va a toda leche.

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Robotica, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Robotica, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Prepárate para ser el valor añadido del empleo robótico inminente.

En días de ataques a sistemas masivos por todo el planeta y de anuncios apocalípticos, parece imprescindible que busquemos explicaciones serenas y alejadas del sensacionalismo habitual. Es obvio que estamos gestionando muy mal el asunto de los datos, la seguridad de los mismos y el importantísimo aspecto de la privacidad en la era de la información. También es más que evidente que las informaciones que se lanzan por todas partes sobre el hipotético mundo robótico que se avecina son de una falta de rigor preocupante.

En días de ataques a sistemas masivos por todo el planeta y de anuncios apocalípticos, parece imprescindible que busquemos explicaciones serenas y alejadas del sensacionalismo habitual. Es obvio que estamos gestionando muy mal el asunto de los datos, la seguridad de los mismos y el importantísimo aspecto de la privacidad en la era de la información. También es más que evidente que las informaciones que se lanzan por todas partes sobre el hipotético mundo robótico que se avecina son de una falta de rigor preocupante.

Suplementos dominicales que hablan de la deshumanización de todo, del catastrófico horizonte de un mundo sin empleo o repletos de ridículos comentarios sobre el dichoso asunto de que los robots paguen impuestos. Obviamente vamos a tener que modificar muchas cosas y adaptar nuestro modelo económico, productivo y laboral, ¡faltaría más!, pero eso no es compatible con el continuo discurso sobre el futuro de mierda que nos espera a todos los que no nos enchufamos a una toma de corriente para cargarnos las baterías.

Siempre ha pasado. Una tecnología ha modificado todo y ha generado complicaciones mientras se asimila su potencial. Ahora no es diferente, es únicamente más rápido. El futuro reflejado en una innovación exponencial está provocando que las tonterías también lo sean. Pegas una patada a una piedra y de debajo salen decenas de expertos asegurando que vamos a ser inmortales, no vamos a trabajar, la renta mínima es la solución y en tres décadas no sé qué. Sólo uno de cada mil millones de personas es capaz de decirnos como va a ser todo esto en treinta años. Arthur C. Clarke habló de una especie de Internet en los años setenta pero en la Expo de Sevilla, a tres años de la llegada masiva de la red, ningún pabellón mostraba alguna cosa que tuviera que ver con ella. Pues eso, que ni puta idea de lo que será de nosotros en cinco años, a saber que sucederá en treinta. Mirar el video inferior y la actitud del niño es ilustrativo.

Podemos intuir pero no saber. No soy experto, es imposible. Soy especialista. Que es muy distinto. Ser experto hoy en día en todo esto de lo digital o lo robótico es imposible y además no puede ser. En seis meses todo lo que consideras que conoces lo puedes desconocer totalmente. Sólo puedes ser especialista y estar al día de las cosas que pasan, llegan o aparecen. Un especialista investiga y muestra lo que aprende. Experto sólo se puede ser en materias cuya mutación sea lenta. No es el caso. De ahí que sorprenda como el discurso aceptado por los medios proveniente de expertos sea el que habla de un mundo interpretado desde el miedo, el temor, la falta de comparativa histórica y la nula confianza en el propio ser humano.

La tecnología tiene como fin no sólo hacernos el trabajo más fácil sino, incluso, cambiar el propio concepto del trabajo tal y como ahora lo entendemos. Es obvio que los avances tecnológicos obligan a sustituir personas en muchos lugares por inteligencia artificial, robots y automatismos. Pero no deja de ser cierto que muchas empresas que abordan esa transformación con energía y estrategia decidida alcanzan pronto resultados muy positivos que les lleva a contratar más personas para nuevos espacios laborales que no existían hace unos meses.

Las cadenas de montaje en múltiples sectores son territorios sin humanos hace tiempo. Esas fábricas no están destruyendo todo el empleo neto que resultaría. En realidad están generando nuevo basado en el diseño, la creatividad y el valor añadido que supone hacer cosas que ningún robot podrá hacer en mucho tiempo. Tal vez el problema está en que seguimos pensando que lo que viene es una agresión y no una oportunidad. Deberíamos pensar que mucho de lo que hacemos ahora en nuestro tiempo libre, en el futuro, será empleo. Todo va a cambiar pero con según que titulares, políticas pérdidas y meriendas diversas no lo vamos a solucionar.

El ejemplo más notable está en la educación. En toda. La formación profesional sigue ocupando horas y horas de jóvenes que quieren prepararse para empleos del futuro inminente y la oferta no se adecua a lo que van a tener que saber. Menos soldar y más diseñar. Seguramente cuando aterricen al mercado laboral esos jóvenes no podrán soldar nada. Lo hará una máquina. En la educación, en general, seguimos preparando a nuestros hijos en lo que consideramos el mejor escenario posible. Se les dice que tienen que saber programar, calcular, saber de memoria listas infinitas, leyes o lo que sea, pero, con toda seguridad, lo que deberían de desarrollar son habilidades muy alejadas de todo ello.

La creatividad, la intuición, el valor de la sociabilidad, la sostenibilidad en la economía circular o la propia ética. Expliquemos a los jóvenes como se ejecuta un algoritmo, su naturaleza, su composición, su estructura, pero dejemos que lo desarrolle un software y ellos ocupen su tiempo, comprendiendo el modelo, en crear.

El reto es enorme. Dejar de escuchar jinetes del apocalipsis y empezar a exigir una nueva formación social y educativa a todos a fin de que en el futuro incierto veamos un territorio de conquista y no un campo arrasado. A cada revolución tecnológica surgió una industrial y a cada industrial le sucedió una sociedad exigiendo derechos, amortiguando el cataclismo. Sucedió antes y sucederá ahora. En lugar de temer un futuro robótico, prepárate para él. El ser humano siempre lo ha hecho. ¿Por qué esta vez iba a ser distinto?

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Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal

Guía Optimista contra la Robocalipsis (I)

En 1950, el gobierno de Estados Unidos publicó un censo de tipologías de empleo. De las 270 que lo conformaban, según James Bessen, sólo una ha desaparecido por culpa de la automatización: el operador de ascensor. Las otras profesiones que se han eliminado de ese listado, según este economista, responden a criterios de mercado, demanda u obsolescencia tecnológica.

En 1950, el gobierno de Estados Unidos publicó un censo de tipologías de empleo. De las 270 que lo conformaban, según James Bessen, sólo una ha desaparecido por culpa de la automatización: el operador de ascensor. Las otras profesiones que se han eliminado de ese listado, según este economista, responden a criterios de mercado, demanda u obsolescencia tecnológica.

En un estudio reciente de McKinsey se rectificaba el famoso informe de la Oxford University sobre el dichoso asunto de la destrucción masiva de empleo por culpa de los robots. Según la consultora en los próximos años no veremos sustituciones absolutas de empleos sino empleos automatizados parcialmente. Esto es absolutamente trascendental. Del discurso oficial que certifica una ‘robocalipsis’ a medio plazo pasamos a otra menos extendida, y en la que me incluyo, que defiende un escenario donde el ser humano deberá aprender a ser complementario, un valor añadido, a esa automatización. 

Ayer ofrecí una conferencia en la sede central de Epson. La titulé ‘Guía optimista contra la Robocalipsis’. Un intento de poner en común la teoría de que la robotización y la tecnología robótica, la inteligencia artificial u otros avances no tienen porque eliminar nuestra estructura laboral. La van a modificar, que no destruir, absolutamente, pero es factible prepararnos para ese momento. En próximos posts daré las claves. 

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El temor a los robots es un clásico como que los extraterrestres son unos tipos con cabeza de pera y ojos negros grandotes. Hace cuatro siglos, la reina Isabel I prohibió el tejedor automatizado que había inventado un tal William Lee. En su día argumentó que ‘tenía mucho respeto por las mujeres que obtienen su pan cada día tejiendo y que esa invención las privaría de empleo y las encaminaría a la miseria’. Le negó la patente y punto. Doscientos años después, la invención de Lee ocupaba casi todas las fábricas textiles de Londres y el empleo aumentó. Mucho más tarde, en la década de los sesenta del siglo pasado, un grupo de respetadísimos economistas alarmaron al presidente norteamericano Lyndon Johnson acerca de una revolución cibernética que provocaría un desempleo como nunca antes habían conocido. Los sabios en cuestión exigían un renta mínima universal como única salvación. Lo exploró.

No seré yo quien relacione directamente esos espacios históricos con el actual. Obviamente lo de ahora es absolutamente transversal y está afectado por múltiples tecnologías. Pero considero que analizar la potencial necesidad de una Renta Mínima Universal no estaría de más. Y hacerlo fuera del patrón ideológico que siempre lo ensucia todo. Pero cierto es que ese subsidio, ese mecanismo sociopolítico, sólo puede ser examinado si antes hemos aplicado un verdadero análisis al concepto ‘empleo’. Como se equivocaron antes, ahora también se equivoca la versión oficial que tanto vende. Esto no va de empleos que se van a destruir, esto va de que el valor actual del contrato social que supone ese empleo va a ser otro en el futuro.

A nuestros puestos de trabajo del futuro no iremos a trabajar. Iremos a aprender. A aprender a mejorar nuestros modelos productivos de cualquier tipo gracias a una tecnología que viene, como siempre, a ayudarnos. La tecnología es el ‘cómo’, nosotros somos el ‘porqué’. No lo olvidemos. En los próximos artículos de esta serie que hoy inicio sobre la versión optimista de la 'robocalipsis', más.

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