Marc Vidal Marc Vidal

Los RPA ganan posiciones en plena revolución tecnológica.

Según el informe “Technology Industry Innovation Survey 2019” elaborado por KPMG deja claro el ascenso absoluto de la importancia de los Robotic Process Automation (RPA), la popularmente conocida como robotización de procesos, que ha pasado en solo un año del puesto 9 al 2 del ránking de las 10 tecnologías más disruptivas para el mundo de los negocios. El avance de la RPA es fruto de que las empresas desean allanar su camino hacia la inteligencia artificial, es una especie de fase en el recorrido de la demostración conceptutal hacia la inteligencia artificial.

Según el informe “Technology Industry Innovation Survey 2019” elaborado por KPMG deja claro el ascenso absoluto de la importancia de los Robotic Process Automation (RPA), la popularmente conocida como robotización de procesos, que ha pasado en solo un año del puesto 9 al 2 del ránking de las 10 tecnologías más disruptivas para el mundo de los negocios. El avance de la RPA es fruto de que las empresas desean allanar su camino hacia la inteligencia artificial, es una especie de fase en el recorrido de la demostración conceptutal hacia la inteligencia artificial.

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Hasta ahora RPA se había considerado en múltiples ocasiones como una tecnología independiente para automatizar procesos pero, actualmente, su facilidad para integrarse con otras amplía su alcance de iniciativas de automatización y aporta valor más allá de la pura eficiencia, por lo que la RPA se está convirtiendo en la punta de lanza para adoptar el resto de tecnologías bajo el paraguas de la automatización inteligente.

Mi recomendación en cuanto a que empresa pueda ayudarte a incorporar este tipo de avance tecnológico en cualquier tipo de empresa es Rigel Technologies, empresa española capaz de desarrollar soluciones a partir de su software de RPA dividiendo cualquier proyecto en cuatro grandes fases:

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  1. Una primera fase de análisis donde los analistas de negocios y desarrolladores trabajan para definir una estrategia que aproveche las tareas que pueden adaptarse a un modelo RPA. No todas las tareas comerciales se pueden automatizar de manera fácil, incluso algunas deben rediseñarse hasta cierto punto para permitir la automatización.

  2. Una vez que se ha desarrollado un plan, el equipo decide un cronograma para ejecutar el plan. Luego tenemos una segunda fase de “desarrollo” en la cual el equipo de desarrollo trabaja en los requisitos recopilados durante la Fase de análisis.

  3. La fase de desarrollo puede requerir codificación según el tipo de requisitos de automatización. La siguiente etapa es la fase de prueba. Esta fase se centra en probar los bots y es algo similar a una prueba de software regular por la que pasan la mayoría de los productos empresariales.

  4. Por ultimo una fase de implementación y mantenimiento. Una vez implementado, el bot es monitoreado y si surge algún problema, se repite la fase de desarrollo y prueba hasta que se garantice la estabilidad de la operación.

Sin duda, cuando hablamos de transformación digital y lo hacemos en base a datos, procesos, nuevos modelos de negocio y gestión del cambio, la automatización robótica de cualquier elemento de la empresa es clave. De ahí que los RPA deben estar en tu hoja de ruta inevitablemente.

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Marc Vidal Marc Vidal

Más de 200 millones de turistas decidiendo donde ir.

En octubre de 2016 escribí sobre el turismo poniendo el foco en lo importante que es incorporar los avances tecnológicos en cualquier sector, a pesar de que el negocio marche viento en popa. Algo que, visto lo visto, vamos a percibir con su mayor virulencia. Se acerca la ansiada apertura. Algo que estimulará el turismo. Eso es bueno, sobretodo para los países que dependen especialmente de este modelo de crecimiento. El problema, si es que se puede considerar así, es que, para el mismo pastel, existen los mismos comensales que antes o incluso más.

En octubre de 2016 escribí sobre el turismo poniendo el foco en lo importante que es incorporar los avances tecnológicos en cualquier sector, a pesar de que el negocio marche viento en popa. Algo que, visto lo visto, vamos a percibir con su mayor virulencia. Se acerca la ansiada apertura. Algo que estimulará el turismo. Eso es bueno, sobretodo para los países que dependen especialmente de este modelo de crecimiento. El problema, si es que se puede considerar así, es que, para el mismo pastel, existen los mismos comensales que antes o incluso más. 

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La fisura en el mercado se produjo hace más de un año. Tiempo suficiente para parar máquinas y establecer una estrategia de cómo abordar el futuro. Un futuro tecnológico sin duda. Por aquel 2016 decía que, en el sector turístico ‘digitalizados lo están casi todos, transformados no. Digitalizarse es utilizar tecnología para hacer cosas similares de un modo más eficiente, obtener nuevos modelos de negocio gracias a esa tecnología es transformarse'.

A todo esto, la campaña de vacunación en los grandes mercados emisores de turistas y la mejora de la situación sanitaria ha puesto en modo optimista a todo el sector turístico español. Muchos ven que a partir de ahora el clima depresivo tras trece meses consecutivos de parálisis, acumulando millones de pérdidas en las cuentas de resultados, podría ya empezar a ser una pesadilla del pasado. Si el pasado verano España tan solo recibió 6,1 millones de viajeros, la previsión es que la cifra se triplique. Muy lejos de los 37 millones recibidos en el verano de 2019. Pero el problema no está en ‘recuperar’ los turistas, sino en cómo los pensamos recuperar y si estamos preparados para mostrarnos mucho más atractivos que nuestros competidores. Sabiendo que, la mayoría de esos competidores, ya han empezado a trabajar en esa carnicería comercial. Vamos algo más tarde que algunos de ellos. Mallorca hoy no es el destino preferido del turista alemán por primera vez en décadas. Ahora es Creta.

España no está sola en esta olimpiada turística. Los grandes destinos españoles van a tener que competir con Italia, Grecia, Chipre o Malta para atraer a turistas de la UE ansiosos por viajar. Está por ver si a esa tarta se unen Turquía, Egipto, Túnez y Marruecos. Por lo tanto, la batalla para atraer turismo europeo, cerca de 200 millones de turistas apuntando a la baja, van a decidir en los próximos dos meses dónde piensan gastarse la ingente cantidad de dinero ahorrado disponible. 

El sector que aportaba el 15% del PIB y empleaba a cerca de 3 millones de personas va a tener una inversión en su modernización por debajo del 6%.

Pero para lograrlo es preciso innovar, ser disruptivo y abrazar la tecnología existente sin recelo. El famoso discurso del jefe de Nokia que terminó entre lágrimas dejaba claro que el mundo cambia extremadamente rápido y que, ni haciendo las cosas ‘bien’, tienes la garantía de que tus competidores no lo estén haciendo mejor. Fueron derrotados. La historia demuestra que la ventaja que tienes hoy, o ayer, puede ser remplazada por tendencias emergentes, sistemas o herramientas cualquier competidor adquiera. De momento sólo sabemos que de los ansiados ‘planes de recuperación’ y de los 30 epígrafes generales que se han enviado a Bruselas, únicamente 3400 millones de euros se destinarán a la modernización del turismo. Sólo 3.400 de 70.000. Ojo a esto. El sector que aportaba el 15% del PIB y empleaba a cerca de 3 millones de personas va a tener una inversión en su modernización por debajo del 6%. Genial.

La innovación será la única salida. Cuando el mundo cambia, el que decide cambiar no siempre gana, pero el que no lo hace siempre pierde y en el turismo eso va a ser clave. El turismo del futuro a medio plazo va a ser muy distinto donde las tecnologías relacionadas con el ‘contactless’ se van a quedar. La inversión en tecnología será fundamental y no debe considerarse un gasto sino una inversión. La industria del viaje ha tenido una gran capacidad de transformarse gracias a la tecnología, pero esa transformación se ha convertido en una necesidad en tiempos en los que el cliente cuenta con mucha información y demanda ser usuario por delante de consumidor.

El viajero inmediato exigirá esa tecnología pues querrá que nos anticipemos como industria en los problemas que pueda tener. Los viajeros comprarán si saben que si hay un problema se podrá solucionar con un simple click. Los expertos coinciden en destacar la proximidad o las reservas de última hora como algunos de los factores que cobrarán especial relevancia para los viajeros. Ahí la tecnología toma un sentido extremo.

Qué estamos haciendo para recuperar uno de los motores de nuestra economía? ¿Qué estamos haciendo para que ese motor sea moderno, tecnológico y más complejo? ¿Qué estamos haciendo para que nuestros clientes futuros sientan que sus vacaciones sean la mejor experiencia de su vida y no un espacio temporal fácilmente sustituible por otro en cualquier otro destino? Esto no va de playa y sol, va de que el sol y la playa aporte una experiencia fundamental. Recordemos que hemos pasado de ‘la experiencia de cliente’ por un ‘cliente con experiencia’.

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Marc Vidal Marc Vidal

La generación estafada o los hijos que vivirán peor que sus padres.

Si tienes entre 20 y 35 años perteneces a la generación sándwich. Algunos le llaman la generación precaria, otros, la llaman la generación estafada. Algunos estudios reflejan que los menores de 34 años son el único grupo de edad más preocupado por las consecuencias económicas que está teniendo la situación actual que por las que pudieran haber de tipo sanitarias.

Si tienes entre 20 y 35 años perteneces a la generación sándwich. Algunos le llaman la generación precaria, otros, la llaman la generación estafada. Algunos estudios reflejan que los menores de 34 años son el único grupo de edad más preocupado por las consecuencias económicas que está teniendo la situación actual que por las que pudieran haber de tipo sanitarias. 

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Estamos hablando de jóvenes de hasta treinta y cuatro años. Son los grandes perjudicados de la doble crisis que hemos vivido, la de la explosión de la burbuja inmobiliaria y la que acaba de empezar. En la crisis de 2008, el paro general se fue del 8%, el que teníamos cuando la construcción tiraba de la economía, al 26%. Pero entre los jóvenes ese paro se fue del 17 al 56%. Prácticamente dos de cada tres jóvenes estaban en el paro. Hoy la situación es muy similar. El paro ha crecido hasta el 16%, pero entre los jóvenes ha crecido hasta el 40%.

Y es que hay un motivo para ello. Los jóvenes acaparan siete de cada diez contratos temporales firmados en España. Hay territorios en los que ser joven es equivalente a no trabajar. En Ceuta y Melilla, por ejemplo, el paro juvenil es de más del 65%. Más de la mitad de los jóvenes están en paro en Andalucía y en Canarias un 57,7%. Con estos datos, la edad de emancipación de muchos de esos jóvenes se sigue retrasando y está ya casi en los 30 años, según Eurostat. Muy lejos de los 19 años en Noruega o los 21 años de Dinamarca.

El incremento de las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza se va a extender y va a afectar mucho a los jóvenes. Paradójicamente, en la anterior crisis, las personas que más la sufrieron fueron las que menos habían contribuido a desencadenarla, y ahora está sucediendo algo similar. Quienes están engrosando mayoritariamente las filas del desempleo son los jóvenes y personas con niveles de cualificación relativamente bajos en el sector servicios.

Y esto trae consecuencias sociales importantes, hasta el punto de que esta generación empieza a vivir lo que se denomina como envidia generacional. Esta es la generación de los hijos que saben que van a vivir peor que sus padres. También trae consecuencias políticas. El CIS reflejaba en su último estudio que, uno de cada cinco jóvenes menores de 24 años, un 21,9% defiende literalmente que en algunas circunstancias un régimen autoritario puede ser mejor que una democracia 

Si esto te preocupa, espera. Hay otra consecuencia terrible a esta situación que parece nadie atender correctamente. Hablamos de una generación golpeada, de una generación vulnerable, de una generación que vive en casa de sus padres, en una especie de ‘ERTE familiar y social’. Lejos de poder emanciparse, de iniciar la construcción de una vida propia. Es un tema de primer orden y que rompe ese contrato entre generaciones que se debería respetar, porque algunos estudios reflejan que cuando se sufre esta quiebra generacional, se arrastra a lo largo del resto de la vida laboral y lo puede convertir en permanente. A esto le podemos llamar una vida en provisional.

Tenemos un problema muy serio en cuanto al contrato ínter generacional que, como se rompa, puede ser muy peligroso. A esta generación se les ha dicho: fórmate todo lo que puedas y después accederás a un empleo, a un salario y comenzarás una vida. Algo que no es mayoritariamente posible. Es, técnicamente, una generación estafada. Una generación sobre cualificada para un mercado laboral que no los necesita. De momento, sólo puede darles una respuesta temporal. Así es nuestro mercado laboral. 

Y a todos ellos, pronto les vamos a decir, además, que las pensiones no las queremos reformar y que por lo tanto, a ellos les tocará empezar a pagarlas a los que ya estén jubilados. En un mundo en el cual, prácticamente va a haber un trabajador y medio por cada jubilado, les vamos a decir que no vamos a hacer reformas y que van tener que pagarlas por nuestro sistema solidario de pensiones. Tú pagas con tus cotizaciones, las que se ganó una generación anterior.

Y la pregunta ahora mismo es ¿cómo se soluciona? ¿Cómo se soluciona ahora mismo un mercado laboral roto en dos? Roto entre quienes tienen derechos y trabajos consolidados y quienes tienen precariedad y sólo aspiraciones. Habrá que volver a reconstruir ese contrato entre generaciones o muchos de nuestros jóvenes se irán para no volver y los que se queden cada vez trabajarán en empleos que repercutan menos en la recaudación pública. 

Los nuevos tipos de empleo requieren nuevas maneras de aprender. Si el empleo del futuro será mayoritariamente freelance, como puede ser que la educación no lo sea o no lo asuma como parte de su currículum formativo. ¿Por qué no se puede estudiar una doble titulación como derecho y arte?, ¿o económicas y filología clásica?, ¿o teatro y administración de empresas?, ¿o ingeniería analítica y diseño gráfico?, ¿o arquitectura y programación? O, más útil aún, ¿por qué no es factible estudiar en un entorno híbrido y a tiempo real entre la formación profesional y otro ámbito de la educación superior? ¿Quizá mecánica e historia del arte?, ¿analista de datos y agroindustria? 

El papel de la educación será el de entender que, en la formación del futuro, no será fácil identificar los límites entre el conocimiento necesario y las habilidades humanas de soporte. Nuestro hijos quizá tengan alguna ocupación similar a las que hoy existen, pero la abordarán de un modo muy diferente. Pensemos en la vida de un agente comercial hace apenas dos décadas. ¿Quién le iba a decir que pasaría de ser un ‘viajante’ a un experto en redes? Y en todo ello es relevante el papel de la tecnología. 

Si la tecnología nos va a hacer cambiar el propio concepto del trabajo, la educación también lo ha de hacer. Nuevos empleos, nuevas maneras de trabajar y nuevos sistemas de relación entre empresas y empleados nos conducen a la obligación de repensar un nuevo modo de educar, formar y vincular ambas acciones. Yo vinculo el empleo del futuro con la formación del futuro. Es por ello que es tan importante que cualquier modelo educativo que quiera superar con éxito este momento histórico no lo trate como una ‘reforma educativa más’ y lo determine como lo que es: una oportunidad única que probablemente no se repita en mucho tiempo para liderar un cambio socioeconómico inédito. 

Nuestra sociedad nunca deja de cambiar, y nosotros nunca dejamos de aprender. Como resultado, nuestros sistemas educativos están bajo una presión constante para incorporar nuevas ideas y nuevas tecnologías, lo que en última instancia nos permite desarrollar medios innovadores para inspirar a la próxima generación.

En 2018, los avances en los planes de estudio y las políticas educativas nos permitieron empezar a educar a las personas de un modo que era inalcanzable en épocas anteriores. Simultáneamente, a través de los desarrollos en el acceso a la información y a los avances en las tecnologías digitales, hemos permitido que algunas generaciones puedan gozar de la oportunidad de aprender sin límites, diseñando e innovando acerca del mundo en el que quieren vivir. 

Y a todo esto, que donde todo el mundo ve un problema, en el llamado ‘empleo del futuro’, yo veo la oportunidad para salir de este atolladero social, laboral, económico y generacional. Yo veo 5 claves que estaría bien estimular, acelerar, apoyar, para que en la medida de lo posible, la generación sandwich pueda subirse a este carro y las que vienen no lo pasen tan mal como esta. 

1. La automatización, la robotización y la digitalización son diferentes según el sector y la industria. Lo importante es determinar el grado de disrupción de cada sector. En apenas una década, las automatizaciones invadirán todos los sectores productivos y el empleo se reconfigurará en ese tiempo de manera radical. ¿Qué estamos haciendo en ese sentido? 

2. Existe una perspectiva de creación neta de nuevos empleos, a pesar de la interrupción inminente del modelo productivo basado en la mano de obra humana. Para 2024, en términos puramente cuantitativos, 75 millones de puestos laborales actuales serán desplazados por el cambio en la división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos; pero parece ser que 133 millones de nuevos empleos podrían ir surgiendo al mismo tiempo. ¿Qué estamos haciendo en ese sentido? 

3. Debo decirte, si trabajas, que es muy probable que no se quedes sin trabajo, sino que te quedarás sin el trabajo que haces ahora. Y a  los que no trabajan, que es seguro que el empleo que buscas deje de existir muy pronto, pero que aparecerá otro tipo del que tendrás que saber algo. ¿Qué estamos haciendo en ese sentido?

4. La división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos está cambiando rápidamente. Incluso las tareas de trabajo realizadas de forma abrumadora por el ser humano en la actualidad (comunicación, interacción, coordinación, gestión y asesoramiento) comenzarán a ser asumidas por las máquinas, aunque más lentamente. ¿Qué estamos haciendo en ese sentido?

5. Las nuevas tareas están estimulando una demanda de nuevas habilidades. Para el año 2023, las habilidades requeridas que aumentarán en importancia incluirán el pensamiento analítico y el aprendizaje activo, así como habilidades como el diseño de tecnología, destacando la creciente demanda de diversas formas de competencia tecnológica. Sin embargo, el dominio de las nuevas tecnologías es sólo una parte de la ecuación de habilidades de 2022. Recuerda que todo lo que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable y eso te convertirá en un aprendiz de por vida. ¿Qué estamos haciendo en ese sentido? 

Seguramente estás pensando que todo esto es muy bonito pero que de momento ‘no tengo trabajo o el que tengo es temporal’. Pues tiene mucho que ver, solo debes localizar el punto de enlace entre lo que te pasa y lo que te he expuesto. En el futuro inmediato, iremos al trabajo a aprender casi todo el tiempo. A aprender a preguntar cosas. A aprender a entender cómo funciona el software que hace el trabajo que hacíamos nosotros hace un tiempo, para que, aprendiendo, logremos que aún lo haga mejor cada vez. 

Sin duda, la optimización de los 140.000 millones de euros que le van a corresponder a España del Fondo de Recuperación Next Generation de la Comisión Europea será clave. Nunca hemos sido demasiado eficientes con los fondos europeos. Me preocupa que sólo un 38% de los Fondos de Cohesión fueron ejecutados en los últimos 12 años. Da igual quien mande, ninguno fue capaz.

Ahora, nuestro país podría, en dos o tres años, salir de esta crisis más fortalecido de lo que entró. España tiene un excelente capital humano, infraestructuras y grandes empresas con capacidad de inversión. Ahora nos ha tocado una especie de lotería que sería un error limitarnos a usar esos recursos para garantizar la recuperación. Quizá el crecimiento no sea mayor en el corto plazo, pero sí podría ser óptimo. Ese objetivo exige inversiones dinamizadoras en sectores tecnológicamente intensivos, en transición energética o en digitalización. Pero sin abordar profundas reformas, habremos perdido la gran oportunidad de entendernos con las máquinas en una economía repleta de máquinas. Debemos pensar en ellas. Van a ser el mecanismo por el cual, esos fondos, sean transformadores o simplemente un parche enorme.

Las máquinas son muy buenas respondiendo preguntas, pero no tanto haciéndolas. De ahí que, si somos cada vez más capaces de cuestionar mejor a esas máquinas, ellas nos responderán de un modo más útil. Iremos a trabajar pero sólo para aprender de ellas, para conocerlas mejor y para poder definir cada vez mejores preguntas. 

Ese empleo es el verdadero empleo del futuro. Lamentablemente algunos no lo entenderán, otros sí. Si esperas que el gobierno te solucione algo, busca una silla. Esto depende de como gestionamos las pocas herramientas de las que vamos a disponer. Entender que tu trabajo no depende tanto de un empleador como de que tú comprendas que el ‘contrato social llamado empleo’ va a cambiar, está cambiando, será la clave. Seguir pensando igual que antes solo paraliza. Demasiado análisis crea parálisis. Es hora de descifrar el futuro. No va a esperarnos.

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Marc Vidal Marc Vidal

El turismo será tecnológico o no será.

El turismo, un sector de futuro, siempre que acepte la tecnología como motor de cambio. Así empecé mi participación en el Segundo Congreso Online del Agente de Viajes Digital, que se celebró recientemente. La pandemia ha producido un triple ‘shock’, de oferta, de demanda y de valor patrimonial de las compañías, que se traduce en un cuarto, un shock laboral que se irá ampliando y donde pronostico que las compañías que abracen la tecnología estarán a la cabeza de la recuperación, porque serán más eficientes, automatizadas y conocedoras del cliente.

El turismo, un sector de futuro, siempre que acepte la tecnología como motor de cambio. Así empecé mi participación en el Segundo Congreso Online del Agente de Viajes Digital, que se celebró recientemente. La pandemia ha producido un triple ‘shock’, de oferta, de demanda y de valor patrimonial de las compañías, que se traduce en un cuarto, un shock laboral que se irá ampliando y donde pronostico que las compañías que abracen la tecnología estarán a la cabeza de la recuperación, porque serán más eficientes, automatizadas y conocedoras del cliente.

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Y es que la complejidad económica de un país, es decir, la dificultad de las empresas para sustituir a sus trabajadores, como consecuencia de sus capacidades y habilidades, un indicador en el que Alemania se sitúa muy por encima de España, sirve para pronosticar qué países serán los primeros en sobreponerse a los efectos de la pandemia. La automatización o la Inteligencia Artificial no provocan paro, sino que generan mayor eficiencia, productividad y empleo, pero en posiciones distintas y para funciones diferentes. Animo a no poner regulaciones o muros a la tecnología, porque va a ser clave para afrontar el futuro con garantías. 

La innovación será la única salida. Cuando el mundo cambia, el que decide cambiar no siempre gana, pero el que no lo hace siempre pierde y en el turismo eso va a ser clave. El turismo del futuro a medio plazo va a ser muy distinto donde las tecnologías relacionadas con el ‘contactless’ se van a quedar. El sector turístico ha trabajado muy bien para ofertar esos servicios salvaguardando la seguridad, mientras que no se está reconociendo al sector motor de la economía española que ha hecho un esfuerzo notable, y se le castiga sin tomar medidas adecuadas o poco uniformes en el tiempo.

La flexibilidad y la sostenibilidad de los procesos obligarán a que cada persona necesitará desarrollar nuevas habilidades porque el proceso de transformación va a ser más rápido que nunca. Pero que quede claro que los viajeros volverán. No en la misma cantidad pero volverán. La oportunidad que nos ofrece este tiempo muerto es la de ejecutar la necesaria transformación tecnológica del sector. 

La inversión en tecnología es fundamental y no debe considerarse un gasto sino una inversión. La industria del viaje ha tenido una gran capacidad de transformarse gracias a la tecnología, pero esa transformación se ha convertido en una necesidad en tiempos en los que el cliente cuenta con mucha información y demanda ser usuario por delante de consumidor.

El consumidor ahora tiene muchísima información y no está esperando la oferta, tiene capacidad de juicio y busca conceptos que antes no buscaba, como la sostenibilidad, por lo que no valdrá con ofrecer un paquete que valga para todo tipo de cliente, sino que se deberá optimizar la oferta a través de los datos. Para gestionar esos datos, transformarlos en información y, finalmente, darle un sentido para convertirla en conocimiento, será necesaria mucha tecnología. No demasiado compleja, pero sí intensa.

El viajero inmediato exigirá esa tecnología pues querrá que nos anticipemos como industria en los problemas que pueda tener. Los viajeros comprarán si saben que si hay un problema se podrá solucionar con un simple click. Los expertos coinciden en destacar la proximidad o las reservas de última hora como algunos de los factores que cobrarán especial relevancia para los viajeros. Ahí la tecnología toma un sentido extremo.

Los clientes exigen garantías y es por eso que las políticas de cancelación favorables y la transparencia serán la base fundamental de las condiciones de las reservas para estimular así la demanda. Se instalará un modelo nuevo. Las staycation (vacaciones en casa o a pocos kilómetros), que antes eran una tendencia alternativa, serán pauta de consumo durante un largo tiempo. Tendrán mayor protagonismo los destinos no masificados frente a las grandes urbes, así como el turismo rural y de naturaleza. Ese nuevo modelo exige también automatizar procesos, conocer al cliente y generar valor en esa proximidad.

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Marc Vidal Marc Vidal

La relación entre crisis, innovación y tecnología.

Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Este video explica en qué consiste el indice de complejidad económica y como incide en que unos países salgan antes y mejor de las crisis y otros no.

Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Este video explica en qué consiste el indice de complejidad económica y como incide en que unos países salgan antes y mejor de las crisis y otros no.

También explica como afrontar el reto de hacer más innovadora una economía abrazando la tecnología. Recuerda que si dejas eres uno de los ganadores del concurso que se listan al final del video por ser subscriptor y haber dejado un comentario en el anterior tienes uno de 10 libros de 'La Era de la Humanidad' dedicado.

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📘 Libro ‘La Era de la Humanidad’ https://lnkd.in/d_ddidM

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Marc Vidal Marc Vidal

Mientras seguimos ocupados con la pandemia, algo inevitable se está desarrollando.

A pesar de la reticencia humana hacia los robots autónomos, alimentada por el miedo a que su implementación a gran escala acabe con el empleo de muchas personas, la realidad es que allí donde hay mayor densidad de máquinas de este tipo también hay una mayor ocupación en términos generales. Es cierto que un alto grado de robotización en sectores específicos puede desencadenar una reconfiguración importante del mercado laboral, pero si comparamos las tasas de desempleo con el grado de robotización por país, vemos que no existe una correlación entre el número de robots implementados y las tasas de desempleo. Eso suele ser porque hay un modelo estratégico de implementación, un estímulo real al cambio orientado a que no sea una agresión. El problema viene cuando eso sucede sin haberlas visto venir. El desastre puede ser monumental. Estamos hablando de algo que va mucho más allá del concepto Transformación Digital, mucho más.

A pesar de la reticencia humana hacia los robots autónomos, alimentada por el miedo a que su implementación a gran escala acabe con el empleo de muchas personas, la realidad es que allí donde hay mayor densidad de máquinas de este tipo también hay una mayor ocupación en términos generales. Es cierto que un alto grado de robotización en sectores específicos puede desencadenar una reconfiguración importante del mercado laboral, pero si comparamos las tasas de desempleo con el grado de robotización por país, vemos que no existe una correlación entre el número de robots implementados y las tasas de desempleo. Eso suele ser porque hay un modelo estratégico de implementación, un estímulo real al cambio orientado a que no sea una agresión. El problema viene cuando eso sucede sin haberlas visto venir. El desastre puede ser monumental. Estamos hablando de algo que va mucho más allá del concepto Transformación Digital, mucho más.

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Defiendo el papel relevante de la robótica en el futuro inminente. De hecho no será factible evitarlo por lo que es mejor prepararnos para esa nueva realidad que se avecina. Es más, mientras la crisis sanitaria, económica y social, se desplieguen en toda su magnitud, por debajo, arriba o al lado, da igual, la automatización del mundo, su robotización y la incorporación de la inteligencia artificial se está produciendo sin pausa. Cuándo todo esto se termine, que terminará, el mundo no habrá cambiado hacia la dichosa ‘nueva normalidad’ o por un modelo de relaciones ‘contactless’, ¡no!, descubriremos que el cambio se habrá producido en capas ocultas pero relevantes. El mundo se habrá robotizado mientras estábamos pensando en otras cosas. No prever eso, supondrá una crisis laboral que dejará como si fuera un juego de niños la crisis que se vaticina provocada por los confinamientos y los cierres de sectores económicos que estamos viviendo actualmente en medio planeta.

Es más, hay cosas que están pasando frente a nuestras narices y no nos damos cuenta de lo importantes que son para normalizar y estimular ese proceso de cambio en las relaciones humanos-robots. La inmunidad para actuar en entornos que se han vuelto temporalmente peligrosos para los humanos hace que sea más importante que nunca el aprovechar el potencial de los robots sociales. Es posible que la vía de entrada hacia ese nuevo ecosistema de relaciones humano-robot se produzca a partir de esos robots de tipo social y que, ahí sí, se acelere todo de manera exponencial. 

Durante la emergencia sanitaria, los establecimientos comerciales han priorizado la utilización de estos robots para la promoción de medidas de prevención contra el virus. Debido a la emergencia, el miedo a la interacción con los robots sociales se está desvaneciendo ante un frente común: la lucha contra el virus, contra la soledad, por la seguridad y por la investigación. Diversos indicios evidencian también estos cambios a nivel institucional, como la flexibilización de las normas de circulación para robots mensajeros en algunos territorios de China, Reino Unido, Suecia, Corea del Sur o Estados Unidos. Los vehículos autónomos que entregan material sanitario tienen vía libre en muchos lugares donde la norma lo impedía hace muy poco. Drones y vehículos de entrega autónomos se han normalizado en algunos lugares. Incluso hemos visto al famoso ‘Spot’ de Boston Dynamics procurando por la distancia social en un parque de Singapore. 

El rol de los robots sociales durante la pandemia ha superado cualquier otro tipo de tecnología o herramienta utilizada para el cuidado físico y mental de las personas o la reducción del riesgo de contagio entre los trabajadores. La demanda de estos robots se ha incrementado produciendo su rápida adopción en respuesta a la crisis, lo que ha potenciado que los beneficios de su implantación se hagan visibles en la sociedad. Una sociedad que poco a poco se está familiarizando con estos robots sociales y entendiendo que están para ayudarnos cuando sea necesario. 

En este sentido resulta importante examinar cómo estos robots que están siendo utilizados para paliar los efectos de la pandemia, permiten esa llegada masiva del uso de mecanismos no orgánicos a nuestra vida cotidiana. En esas actividades está la clave de lo que comento. Era este el estimulante, el detonante del que hablaba en mi último libro. 

Su normalización se evidencia por su utilidad y esa utilidad los ubica en la normalidad. En breve, si no se hace una previsión de su impacto, el problema será enorme y de difícil digestión. Es el momento de incorporar a las estrategias económicas para afrontar la mayor crisis económica y social que hemos vivido los que tenemos edad de trabajar en el mundo, si es que las hay realmente, un factor que será central: el tránsito hacia la singularidad tecnológica, la quinta revolución industrial y la sustitución por parte de robots y sistemas inteligentes a humanos en tareas determinadas. 

Algo que bien podría ser un beneficio enorme para la economía y la sociedad si se hace bien y con previsión, puede convertirse en un escenario trágico y demoledor si se deja a la inercia. Lamentablemente la inercia y el ‘ya veremos’ es una de las habilidades mejor desarrolladas por la casta de inútiles que determinan el camino a recorrer políticamente.

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Marc Vidal Marc Vidal

Tutorial sobre el Plan de Recuperación del Gobierno de España.

El Gobierno de España ha presentado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para superar la crisis económica y social generada por el shock de oferta y demanda que vivimos hace unos meses y que se ha ido trasladando en el tiempo a todos los sectores productivos. Recordemos que el pasado mes de julio, los países de la UE fueron capaces, con una guerra interesante, de acordar un Plan de Recuperación para Europa. La idea era comprometer los objetivos estratégicos europeos a medio plazo.

El Gobierno de España ha presentado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para superar la crisis económica y social generada por el shock de oferta y demanda que vivimos hace unos meses y que se ha ido trasladando en el tiempo a todos los sectores productivos. Recordemos que el pasado mes de julio, los países de la UE fueron capaces, con una guerra interesante, de acordar un Plan de Recuperación para Europa. La idea era comprometer los objetivos estratégicos europeos a medio plazo.

Entre los acuerdos estuvo la creación de Next Generation EU. Un programa que pondrá, entre 2021 y 2023, 750.000 millones de euros al servicio de la recuperación y transformación de la economía europea. Su objetivo es apoyar a los Estados y sus reformas, incentivar las inversiones privadas para dinamizar la economía y reforzar los sistemas nacionales de salud. A España le tocaron 140.000 millones. Una pasta. La idea, según lo presentado ayer por el gobierno español, es dar prioridad en el uso de estos recursos a acuerdos internacionales, como la agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, y programas europeos, como el Pacto Verde Europeo que se traducirán en volcar un 37% de esos recursos a la transición ecológica, un 33% a la transición digital y el resto a cohesionar la sociedad y el territorio y a la igualdad de género. 

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¿Como te quedas? Pues en realidad estos ejes ya estaban en los programas como el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima o la agenda España Digital 2025 que ya se habían presentado y que vivían en la mayor ineficiencia pública conocida. El plan no es más que el resultado de un ‘mix’ de planes ya existentes que buscaban modernizar nuestra economía pero que no lo ha logrado todavía. Una de las explicaciones bien podría estar en la incapacidad para gestionar fondos europeos. La prueba más evidente de esto es que España solo ha ejecutado el 39% de los fondos estructurales, por lo que, cuando estamos a punto de empezar a recibir todo ese dinero que tiene que engrasar el ‘Plan’, aparecen muchas dudas de si vamos a ser capaces de utilizarlos correctamente o con garantías. 

De las promesas de creación de empleo y de crecimiento del PIB gracias a estos planes y estos recursos, si acaso no digo nada. Felipe González ya prometió en 1982 la creación de 800.000 puestos de trabajo. Años después lo que había creado eran 800.000 parados más. El mismo expresidente dijo una década más tarde: ‘he aprendido que el empleo no se prometen desde un gobierno pues el empleo lo crean empleadores y empresas’. Pues eso. Y no seré yo quien niegue que, una fuente tan importante de recursos orientados a la modernización del modelo de crecimiento de este país, es algo positivo y que, obviamente, se convierte en una oportunidad única. El problema no radica en las intenciones, el asunto está en la capacidad y en la dimensión exacta de esas transferencias y créditos que vendrán de Europa. Hablamos de un monto que, bien analizado, igual no es suficiente.  

Podría no ser suficiente dadas las elevadas previsiones de deuda y déficit (11,3% del PIB en 2020 y del 7,7% en 2021). Veremos como se conjuga la obligación de colocar deuda a niveles inéditos cuando Europa deje de comprarla como si fuera un pozo sin fondo. Eso no durará siempre. Por eso, lo que se haga o no se haga en los próximos tres años repercutirán en los próximos treinta. Y es que hay algunos escollos que se van a presentar y que requerirán de que este gobierno, y los que vengan, se dejen de modelos de comunicación y espectáculos diversos y se centren en la capacidad de gestión. La deuda bruta de las Administraciones Públicas, es decir, los pasivos en circulación a 30 de junio sumaban 1.886.011 millones de euros, el 161% de nuestro PIB que se estima en 1.171.748 millones de euros para este año. De momento lo que sabemos es que este gobierno es buenísimo endeudándose. En seis meses han crecido en 125.000 millones. Si añadimos la deuda de empresas públicas, 38.282 millones, el monto total de la deuda bruta asciende a 1.924.293 millones: 164% del PIB. El remate. El déficit público cosechado hasta 30 de junio se eleva a 61.589 millones de euros, cuando el año 2019 se saldó con un déficit 35.195 millones. Pinta complicado.

Y entonces, ¿va a servir este plan? ¿va a ser capaz de generar un nuevo modelo de crecimiento? ¿es factible crear empleo en sectores verdes y digitales sin afectar al resto del cuerpo laboral? Es posible que sí, pero alguien debería decir que la transición no es neutra. Rediseñar todo un modelo productivo no se hace en tres años ni se puede plantear sin una acción real sobre la educación y la formación. Por eso observo ausencias importantes en este plan que se presentó con tanta modernidad. Hablo de cómo se soporta unas cifras de paro absolutamente brutales que se irán evidenciando cuando los ERTE se conviertan en estructurales. Hablo de la nula referencia a la sostenibilidad de las pensiones. Hablo de cómo se piensa flexibilizar el mercado laboral para que sea atractivo contratar. Hablo de cómo piensan reducir el coste fiscal para las empresas que necesitarán capacidad de inversión y no de pagos impositivos. Hablo de que no aparece nada en ese plan que se refiera a la necesidad de aumentar la dimensión de las empresas  que ahora son demasiado pequeñas para ser eficientes y con excesivas barreras para incorporarse a la corriente de la digitalización, la internacionalización o la innovación. Hablo de cómo se piensa adoptar una reforma en profundidad para modernizar el sistema fiscal. 

También hablo de que no veo ni una referencia a la economía del dato, del estímulo de la inteligencia artificial, de la dinamización de la investigación tecnológica, de la atracción de empresas innovadoras y tecnológicas de otros países con un plan fiscal que les haga atractivo venir. Y hablo de que el desembolso de las transferencias del fondo de recuperación a España, dependerá de que cumplamos con las reformas y criterios de inversión establecidos y que se refieren en gran medida a ejecutar algunas políticas muy distintas a las que defiende el gobierno actual. Veremos cómo se conjuga esto. 

Recordemos, también, que si obviamos las reformas estructurales y fiscales necesarias, las inversiones provenientes del fondo de recuperación no podrán obtener el máximo rendimiento, lo que establecería una mayor desigualdad económica entre el norte y el sur de Europa. Nosotros más deuda y dependencia de Europa y mayor justificación para los ‘frugales’ para no autorizar más transferencias. España no se había recuperado de la crisis de 2008, no hizo los deberes y no parecía importarle hasta marzo pasado que nos explotó todo esto frente a nuestras narices. Por eso, Europa, no tiene tan claro que seamos capaces de implementar todas las condiciones que se nos va a exigir. Por eso incorporaron mecanismos de ‘veto’ a las transferencias y ayudas. Una vez se envíen los proyectos para utilizar esos fondos, se tendrán que autorizar por todos. Ya verás como eso no va a ser tan sencillo, ya verás.

Articular políticas para ayudar a que las empresas inviertan más en innovación de manera más sostenida en el tiempo con resultados positivos es más difícil que crear kilómetros de AVE infrautilizados o aeropuertos que sólo sirven para filmar anuncios publicitarios en sus pistas de aterrizaje. No critico al actual gobierno, eso lo han hecho todos. De un color u otro. La mala previsión estratégica no tiene color. La conveniencia de no hacer reformas cuando todo parece ir bien, no tiene ideología. La clase política no suele arriesgar, no suele ser atrevida y vienen tiempos en los que tocará arriesgar y conquistar el futuro en lugar de esperarlo. De ahí que sería fundamental tomar decisiones duras pero imprescindibles. Es obligatorio saber ya cuantos ERTEs son paro, cuantas empresas sujetas a un ICO son empresas zombies y, cuantos modelos productivos y de crecimiento son factibles ahora mismo de abrazar esa tecnología verde y azul. Si no se hace, partimos de un punto inicial incorrecto, falso y abocado al error.

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Economía, Industria 4.0, Sociedad Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Sociedad Marc Vidal

Cuándo todo cambia, el que cambia casi siempre gana y el que no cambia, siempre pierde.

Los humanos tenemos una vieja costumbre de convertir los productos de utilidad en productos decorativos, por lo que tal vez sea inevitable que las máscaras faciales se conviertan en accesorios de moda después de esta pandemia ¿Quién sabe? Es más, donde hay moda, también existe el potencial para el lujo. Dentro del mercado de las máscaras, ha surgido un pequeño segmento de alta gama en forma de máscaras de diseñadores caros y estilos codiciados que se comercializan con una prima en los sitios de reventa. Es factible reinventarse, ese es el discurso que viene. Esa va a ser la cantinela oficial, el estribillo de ‘todos podemos’, ‘reinventa tu negocio’ o, peor aún, ‘la oportunidad que ofrece esta crisis’

Los humanos tenemos una vieja costumbre de convertir los productos de utilidad en productos decorativos, por lo que tal vez sea inevitable que las máscaras faciales se conviertan en accesorios de moda después de esta pandemia ¿Quién sabe? Es más, donde hay moda, también existe el potencial para el lujo. Dentro del mercado de las máscaras, ha surgido un pequeño segmento de alta gama en forma de máscaras de diseñadores caros y estilos codiciados que se comercializan con una prima en los sitios de reventa. Es factible reinventarse, ese es el discurso que viene. Esa va a ser la cantinela oficial, el estribillo de ‘todos podemos’, ‘reinventa tu negocio’ o, peor aún, ‘la oportunidad que ofrece esta crisis’

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Todo es cierto, es real que una crisis, por enorme que sea, puede convertirse en un punto de inflexión y se puede aprovechar su intensidad para tomar un impulso distinto y hacia otra dirección. Una dirección mejor. Pero para que eso suceda hay que hacer algo, algo que va más allá de la capacidad de las personas, de las empresas, de los proyectos. Es imprescindible que se planteen políticas activas que permitan esa reactivación, reinvención e innovación. Penalizando la tecnología o presionando sobre la recuperación del empleo de menor valor añadido, peor pagado y dependiente de los ciclos positivos no se logra. Seguir conjugando el verbo ‘reconstruir’ no vamos a mejorar nada, no vamos a aprovechar esta oportunidad histórica y la vamos a convertir en una nueva y más profunda recesión. Lo peor es que, a los países que no interpreten este momento adecuadamente, la historia los juzgará obligándolos a descender de categoría. 

El verbo no es ‘reconstruir’, el que debemos conjugar es el de ‘reiniciar’. El sistema operativo no podemos cambiarlo, como mucho actualizarlo. El software sigue siendo el mismo, pero en nuestro computador existen cadenas rotas, archivos que ralentizan nuestro sistema y, múltiples fotografías repetidas. Si lo reiniciamos es factible construir algo nuevo y no rehacer lo que ya no iba bien o no iba a ser competitivo en el futuro. No hacerlo es como si tuviéramos una copia de seguridad, un backup de lo que funcionaba, para volver a instalarlo sobre las cenizas de esta gigantesca crisis.

Y es muy sencillo entender lo que viene. De hecho tenemos la hoja de ruta redactada. Se trata de lo que iba a pasar en cinco años, en diez, que ahora pasará en cinco meses, en un año. La robotización de todo se ha iniciado a una velocidad que pocos detectan. La automatización de casi todo acelera. Mientras tanto unos siguen pensando que hay que recuperar el empleo en suspensión a medio plazo, otros están definiendo el futuro de un modo muy distinto. Los países que han estructurado un escudo social dependiente de ERTEs (Expedientes de regulación de empleo temporal) o por el Ingreso Mínimo Vital, no están pensando en una economía futura más tecnológica, más eficiente y competitiva. El motivo es claro y respetable: primero demos empleo, que la gente pueda vivir, luego ya veremos. 

El problema radica en lo que supone hibernar el empleo, intervenir el mercado laboral con un artilugio administrativo como los ERTEs, que estaba pensado para utilizarse durante 15 días, perpetuado en el tiempo. Manteniendo este recurso la herida no hace más que crecer. No se está presionando al tejido productivo y empresarial para que se adapte a la economía del futuro inmediato, una economía de escaso contacto, más estrecha. Los patrones de demanda de los ciudadanos van a cambiar y el tejido de producción económico deben cambiar también, no hay otra. De ahí que mantener esta intervención tan radical de la economía en muchos países lo único que hace es, desde lo público un desgaste de deuda brutal, y desde lo privado, un retraso evidente de actualización de negocios. Ambos efectos son muy tóxicos y de no retorno.

Las empresas deben asumir que van a vender menos. Sin embargo, vendiendo menos se puede ganar más, pero para ello hay que ponerse ya en marcha. Hay que detectar las oportunidades, identificar los procesos y acelerar la transformación digital. No la de Zoom y Whatsapp, hablo de la transformación digital de verdad. Los negocios de hace unos meses que eran exitosos, hoy pueden ser obsoletos, irrealizables e invendibles. Mantener este tránsito anestesiado por la ‘crisis’ lo rompe todo. Si la economía no se adapta a lo que viene, si las empresas no tienen presión para hacerlo y los trabajadores no sienten la urgente necesidad de entender un nuevo mercado, esto se va a convertir en el mayor lodazal que hayamos visto cuantos estamos vivos. 

Un ejemplo entendible. Si esta crisis se estuviera produciendo en otro momento y por otro motivo, habría un tipo de fabricante y de un producto determinado que estaría frotándose las manos. Históricamente, cuando se avecina una crisis económica se disparan las ventas de pintalabios de color rojo. Hay múltiples teorías al respecto, pero parece ser que tiene mucho que ver con una instintiva reacción de contención del gasto. Parece ser que en el caso de las usuarias de este tipo de complemento, en momentos de recesión, deciden suprimir de sus compras productos más caros como zapatos o ropa y lo sustituyen por algo más accesible que responda al mismo motivo estético. Un pintalabios no sustituye a unas botas, pero si funcionan con un objetivo similar. El color rojo, además, según algunos fabricantes responde a su versatibilidad y precio como la mejor opción.  Pero esta vez no va a ser así. Resulta que ese producto recurso en épocas de crisis, no puede ser el sustitutivo de nada en tiempos en los que su efecto queda bajo una mascarilla de seguridad sanitaria. De ahí que las ventas de pintalabios se ha desplomado en todo el mundo. Los gigantes de la cosmética se han visto sorprendidos por una recomendación u orden, según el caso y país, de llevar mascarilla. 

Por eso, en países con el mercado laboral intervenido, a los fabricantes de pintalabios no se les ejerce presión sobre su modelo laboral, productivo y organizativo. Nadie puede garantizar que el mercado volverá a ser el mismo en el futuro. Esperar a que eso suceda no ayuda. Esperar nunca ayuda. El cloroformo es muy tóxico en economía. Es preciso que la presión laboral se produzca sobre las empresas y la presión empresarial sobre las administraciones. En Dinamarca las ayudas no fueron destinadas a los trabajadores, fueron a las empresas que tuvieron que diferirlas a cubrir los sueldos de los trabajadores en empresas que sufrían la parada de la economía. El resultado es una urgencia por poner en marcha la innovación y los modelos de producción tecnológica. Donde no hay presión no hay innovación.

Para terminar. El gran desafío no es recuperar el empleo perdido, ni tan siquiera volver a tener el turismo a pleno rendimiento. Tampoco es recomponer el modelo de crecimiento anterior. Ni proteger a desempleados, ni rentas básicas, ni nada. El gran reto es, y pronto volveremos a ver como se aparece en su total virulencia, la robotización de la industria, la automatización de los servicios y la sustitución de empleos en múltiples campos. La llegada intensa y sin miramientos de la inteligencia artificial y la gestión masiva de datos, se va a llevar por delante mucho de lo que, ahora, se pretende proteger artificialmente. 

La urgencia no es el escudo social y ampararse en él. Lo urgente es recuperar el debate y el proyecto, si lo hubiere, acerca del futuro del empleo. No veo a nadie pensando en pasado mañana. Sólo veo discursos alejados del problema. Una vez la economía empiece a poder comparar cifras y, estéticamente, proporcione comparativas de crecimiento lento pero constante, en menos de dos o tres años, nos explotará frente a las narices algo que íbamos a denominar ‘quinta revolución industria’ y que, de no hacer nada, le llamaremos ‘la crisis de los robots’. Esta pandemia nos ha dado un toque de atención brutal, equivocar el diagnóstico puede ser peor a medio plazo que la consecuencia inmediata.

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Economía, Industria 4.0, Innovación Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Innovación Marc Vidal

Mejor 'Reiniciar' que 'Reconstruir' en la 'Nueva Normalidad'

El pasado 5 de febrero publiqué un artículo titulado ‘Invertir en innovación cuándo las vacas gordas se ponen a dieta ’ en el que explicaba la cruda realidad de la innovación y la inversión en desarrollo tecnológico en la que estábamos por aquel entonces. Nadie hablaba de ‘nueva normalidad’ por aquel entonces. Pero, aunque cueste acordarse, el punto de partida que teníamos ya era malo. Ahora hablamos de reconstruir, de volver a poner en marcha o de meriendas diversas, pero la realidad es que el punto de partida no es el mejor lugar.

El pasado 5 de febrero publiqué un artículo titulado ‘Invertir en innovación cuándo las vacas gordas se ponen a dieta’ en el que explicaba la cruda realidad de la innovación y la inversión en desarrollo tecnológico en la que estábamos por aquel entonces. Nadie hablaba de ‘nueva normalidad’ por aquel entonces. Pero, aunque cueste acordarse, el punto de partida que teníamos ya era malo. Ahora hablamos de reconstruir, de volver a poner en marcha o de meriendas diversas, pero la realidad es que el punto de partida no es el mejor lugar. 

Photo: Plastique Fantastique

Photo: Plastique Fantastique

Por aquel entonces sabíamos que España, algo trasladable a todos los países latinoamericanos, invertía mucho menos en industria 4.0 que los países de nuestro entorno. En concreto, 23 veces menos. Y ahora estamos ante el mayor desafío económico al que nos hemos enfrentado los que estamos en edad de pagar impuestos. Los datos son terribles. Cuando termine la crisis del coronavirus, el déficit estructural de España superará ampliamente los 30.000 millones de euros. Esta cuantía es superior a la recaudación anual del impuesto sobre sociedades y un 50% superior a toda la recaudación de los impuestos especiales. Tal desequilibrio no se corrige sin esfuerzo y, por mucho que se quiera ganar tiempo y trasladarle el problema a otro ejecutivo posterior, la realidad es que se tendrá que acometer el año que viene. De ahí que vivamos como en una prórroga lisérgica que no nos deja ver la realidad económica. Los ERTEs y las ayudas a autónomos, intervienen el mercado laboral con cifras que no responden a la dimensión de la tragedia. 

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Todo esto imposibilita, de momento, un discurso sobre la innovación. No se ha sido capaz de poner tecnología en la propia administración para tramitar desempleo y expedientes de regulación temporal, o no se disponía de tecnología e inteligencia artificial para luchar contra la crisis en el ámbito sanitario, no se sabía ni para que servía el propio ‘blockchain’ para gestionar la logística de mascarillas o lo que fuera. Se venden ministerios de ‘transformación digital’ o secretarías de estado de ‘inteligencia artificial’ que ni se les ha visto, ni se les espera. Mucho me temo que seguirán siendo un adorno en los presupuestos, un moderno epígrafe con poca aportación real a la ‘reconstrucción’ (prefiero llamarle ‘reinicio’) de nuestro modelo productivo, industrial y económico.

La deuda pública se va a desmadrar. En 2021 se situará en el entorno del 122% del PIB y todavía seguirá subiendo, ya que el déficit público será superior al crecimiento del PIB. Esto significa que estará ya casi 30 puntos por encima del nivel de deuda que había en 2019. Para corregir esa deuda serán necesarios muchos años y un enorme sacrificio que todos sabemos a quién se le va pedir que lo asuma. Nos van a crujir a impuestos y no sólo a los ricos. Por cierto, quién te diga que los impuestos en España son los más bajos del mundo mundial o que hay margen para subirlos, le puedes decir que ‘la presión fiscal en España es un 8% superior a la media europea y que, por poner un ejemplo que afecta a la capacidad de inversión de las empresas, el impuesto de sociedades, es un 16% superior a la misma media europea’. Nos superaran en esa presión países escandinavos y alguna excepción. Pero nosotros no somos Finlandia.

Para comprender la magnitud de las cifras, basta comprobar que en los años de la burbuja inmobiliaria, con el PIB y la recaudación de España repleta de dopamina, se tardaron diez años en rebajar la deuda esos 30 puntos referente al PIB. Ahora hay que hacer esa increíble gestión sin ninguna burbuja a la vista, sin ningún pinchazo real de un sector ni con la economía saneada previamente. Veníamos de un problema estructural: una economía débil en innovación y en la que se invertía poco en transformación digital. 

Por todo esto es urgente plantear si la ‘reconstrucción’ es volver a un modelo anterior o aprovechamos para replantearlo todo. La ingente inversión pública que se destinará al llamado ‘escudo social’ debe tener en cuenta que amortiguar la crisis social está ligada a la composición de un nuevo modelo de crecimiento. Visto que no se puso la economía a cero podríamos ponerla en un punto de partida lo más adecuado posible para afrontar los desafíos inminentes. De quedarnos fuera del espectro tecnológico global para siempre dependerá lo que se haga ahora. 

Vivimos una transformación social y económica como nunca antes. Vamos paso a paso a un mundo en el que no será necesario trabajar como ahora lo hacemos. Aunque parezca un guión de una película de ciencia ficción no lo es. Piensa en el mundo hace veinte o treinta años. Míralo ahora. Piensa en el mundo en diez o quince años. Casi todo es susceptible de ser automatizado. Lo iremos viendo. La transformación digital es la antesala a un universo robotizado, automático. Un mundo robotizado para hacer más humana la vida pero no sin estrategia previa. Para ello se precisa una 'transición tranquila hacia el mundo de la ‘abundancia'. Curiosamente lo que estamos viviendo ahora bien podría ser el detonante de un mundo mejor. Un mercado complejo pero interesante, donde, pequeñas empresas, nacidas con una buena idea se convierten en un proyecto capaz de integrar los elementos que nos llevarán a la Quinta Revolución Industrial.

Nos van a pedir retrasar esa innovación. La excusa será que hay que crear empleo donde sea. Que con un 25% de paro no estamos para ponernos exquisitos. Que lo primero es comer. Que hay que dar peces, que lo de la caña de pescar no es prioritario. Sabemos que por cada 10 personas que obtienen acceso a Internet, se crea un empleo y una persona sale de la pobreza. Así lo aseguraba el fundador de Facebook en el Foro Económico Mundial de Davos de 2016 en la presentación del informe ‘The Future of Jobs’. No debe ser tan malo eso de aportar tecnología a cada rincón del planeta, tampoco lo es en la integración de sistemas tecnológicos en cada rincón de la economía. Probablemente, este cambio precisa de tiempo, de una transición compleja, de mucho sacrificio. Pedirle a todo el mundo que afronte esas dificultades durante cuatro o cinco años y que el producto final de ese esfuerzo sea volver a un modelo económico antiguo, de escaso valor añadido, con sueldos precarios y fácilmente sustituibles por máquinas y automatismos, sería terrible y desolador. 

El mayor riesgo es hacerlo sin un plan. Si las empresas y los gobiernos no comprenden que antes de iniciarse en la innovación intensa y profunda, en focalizar en los avances tecnológicos, en la ‘Era de las Máquinas’, no se invierte antes en las personas que deberán comprender esos cambios, el error puede ser mayúsculo. Para que esa ‘Era de la Tecnología’, esa ‘Nueva Normalidad’ a la que nos querrán meter tarde y mal, sea realmente la ‘Era de la Humanidad’, se deberá utilizar este momento inteligentemente. Toda la inversión pública prevista, todo el esfuerzo fiscal y laboral que se va a necesitar, tiene que ir destinado a ‘reiniciar’ el mundo, no a reconstruirlo. 

Hay gobiernos que no lo han entendido. Hay empresas que tampoco. La mayoría de personas que esperan que sus ERTEs se transformen en su puesto de empleo tradicional siguen sin verlo. Todos asumimos que ‘el mundo no se acaba’, pero dependerá de cada hoja de ruta prevista que sí se acabe ‘un mundo’. Un mundo ineficiente, incapaz de aprovechar lo que la tecnología nos proporciona, de como nos hace más humanos y de como nos permite hacer lo que mejor sabemos hacer: crear ideas, pensar, ser creativos. 

La dichosa nueva normalidad no es más que la ‘nueva realidad’ social y de comportamiento. Que sea o no un espacio de crecimiento o por el contrario se acabe convirtiendo en un barrizal, depende de lo que hagamos ahora mismo, de lo que se determine desde las estructuras de estado y supranacionales. Lo que decidan sus señorías en los próximos cinco meses, afectará a los que vivamos los próximos quince años. No es una broma. Verlos discutir sus mismas miserias de siempre no es ‘reiniciar’, es ‘recuperar’ su política pequeña y miserable, su minúscula capacidad para interpretar que la historia nos reservaba un punto y aparte. Eso de la nueva normalidad no es vivir encerrados en una especie de burbuja protectora temporalmente. Nada nos va a proteger de la ineficiencia económica. A ver que tal…

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Conferencia online 'La transformación digital en tiempos #postcovid

Este video es un 'trailer' amplio de la conferencia 'Las claves de la Transformación Digital en tiempos postcovid'. La duración total de la charla online ronda los 120 minutos. El mensaje es realista pero desde un punto de vista optimista también. La actual crisis que vivimos por la alerta sanitaria nos está obligando a cambiar la forma en que trabajamos, ya que muchas personas tienen que trabajar de forma remota y en la escuela en casa utilizando tecnologías digitales. Este conferencia online analiza cómo, en qué, con quién y dónde trabajará la gente después de que todo vaya pasando. Una descripción del rompecabezas que supone afrontar la digitalización de procesos, conocimiento del cliente colocándolo en el centro de la cadena de valor, la gestión de datos masivos, la venta predictiva, la generación de nuevos modelos de negocio y la asimilación de las habilidades que nos va a requerir este desafío.

Este video es un 'trailer' amplio de la conferencia 'Las claves de la Transformación Digital en tiempos postcovid'. La duración total de la charla online ronda los 120 minutos. El mensaje es realista pero desde un punto de vista optimista también. La actual crisis que vivimos por la alerta sanitaria nos está obligando a cambiar la forma en que trabajamos, ya que muchas personas tienen que trabajar de forma remota y en la escuela en casa utilizando tecnologías digitales. Este conferencia online analiza cómo, en qué, con quién y dónde trabajará la gente después de que todo vaya pasando. Una descripción del rompecabezas que supone afrontar la digitalización de procesos, conocimiento del cliente colocándolo en el centro de la cadena de valor, la gestión de datos masivos, la venta predictiva, la generación de nuevos modelos de negocio y la asimilación de las habilidades que nos va a requerir este desafío.

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Agrotech, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal Agrotech, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal

Los problemas del campo y su imprescindible apuesta tecnológica

Hemos pasado del lápiz y papel a las calculadoras. Más tarde llegaron las hojas de cálculo. Ni unas ni otras reemplazaron a los matemáticos, sino que los volvió incluso más imprescindibles. Ahora bien, quien no lo aceptó, quien no se volcó en su uso, perdió competitividad. El hecho de abrazar la tecnología para que nos proyecte económicamente es un valor que aumenta a medida que sus aplicaciones son cada vez más eficientes. Si extrapolamos la llegada de la automatización y la tecnología sostenible al campo, el asunto es cuestión no es tanto como luchamos contra escenarios del pasado sino como imaginamos el espacio agrícola del futuro inmediato. Es evidente que el campo va a ser un lugar automatizado, donde el agricultor y el ganadero, deberán hacerse la siguiente pregunta: ¿cuánto de computerizable soy?

Hemos pasado del lápiz y papel a las calculadoras. Más tarde llegaron las hojas de cálculo. Ni unas ni otras reemplazaron a los matemáticos, sino que los volvió incluso más imprescindibles. Ahora bien, quien no lo aceptó, quien no se volcó en su uso, perdió competitividad. El hecho de abrazar la tecnología para que nos proyecte económicamente es un valor que aumenta a medida que sus aplicaciones son cada vez más eficientes. Si extrapolamos la llegada de la automatización y la tecnología sostenible al campo, el asunto es cuestión no es tanto como luchamos contra escenarios del pasado sino como imaginamos el espacio agrícola del futuro inmediato. Es evidente que el campo va a ser un lugar automatizado, donde el agricultor y el ganadero, deberán hacerse la siguiente pregunta: ¿cuánto de computerizable soy?

Los problemas del campo español no se solucionan con un precio mínimo en origen o con la reducción de costes en la cadena de distribución. Por lo menos no a medio plazo. Puede ser un remedio paliativo pero el meollo del asunto es estructural. Veamos el caso de Holanda, un país del tamaño de Extremadura y que es el segundo exportador de alimentos de Europa. Ahí se producen muchos más tomates y patatas que en nuestro país y, además, usando mucha menos agua. ‘Holanda está en los primeros puestos del ranking europeo de exportaciones de hortalizas y, en la producción y venta al exterior de cebollas, flores y bulbos, ya son los número uno del continente’. El motivo fundamental radica en que la productividad holandesa por hectárea agrícola es 2,5 veces superior a la media europea. Para lograrlo, la tecnología agraria ha sido un factor determinante en el despegue del sector primario holandés, gracias a invernaderos de última generación.

Tengamos en cuenta que Holanda tiene menos horas de luz y hace mucho más frío que en España, pero sus agricultores han sido capaces de producir de forma sostenible y a gran escala frutas, verduras y, sobre todo, flores. Por poner un ejemplo de su eficiencia y productividad, cabe destacar que en el sur de los Países Bajos más de 10.000 hectáreas de cultivos bajo cristal producen más de 1.700.000 toneladas de hortalizas. Otro dato demoledor es el que afirma que la superficie dedicada al tomate tiene una productividad que cuadruplica la media de 20 kilos por metro cuadrado y año de un invernadero español por ejemplo.

¿Como lo logran? Con múltiples aplicaciones tecnológicas que se iniciaron a implementar hace más de una década. Las ayudas públicas a retornar a veinte años sirvieron para modernizar el campo, hacerlo eficiente y amortizar las inversiones derivadas. Tecnología como la difusión de los haces de luz, que aumenta la productividad hasta un 8% desde el minuto cero. La falta de luz ha creado de la necesidad una virtud. En los invernaderos holandeses aplican bombillas LED de más potencia y de menor consumo. Utilizan la inteligencia artificial para medir cada aspecto de esos cultivos y los datos para generar nuevos modelos de explotación ahorrando energía y reduciendo costes. 

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A diferencia de otros países, la transferencia tecnológica va directamente al sector productor y de distribución holandés, que se ha modernizado con ayudas públicas únicamente orientadas a esa mecanización y digitalización del campo y de toda la cadena de distribución. Curiosamente no se ha destruido empleo bruto en el sector primario. Un sector que, por cierto, representa el 10% del PIB del país de los tulipanes. En los Países Bajos, en 2000 nació la cogeneración energética para invernaderos capaces de producir calor a partir de gas natural para el cultivo y la electricidad de las instalaciones. Un sistema muy extendido en Holanda y que ya produce el 20% de la electricidad del país.

‘Holanda exporta unos 80.000 millones de euros en productos agroalimentarios, más que España, Italia y Portugal juntos. Según la base de datos del Instituto Español de Comercio Exterior, Países Bajos es el mayor exportador de Europa de productos agroalimentarios, por encima de potencias como Francia o Alemania, a pesar de ser un país tan pequeño. Es cierto que una parte de esas exportaciones son alimentos que han sido importados previamente porque Holanda es el centro de distribución más importante de Europa’. 

Los campos, en ese país, están cubiertos por modernos invernaderos que reflejan la luz del sol por el día y se iluminan por la noche para el cultivo de patatas, cebollas, tomates o fresas. La eficiencia es brutal. ‘Cada 4.000 m2 de cultivo se producen más de 20 toneladas de patatas, frente a las 9 toneladas que se producen de media en otros países en el mismo espacio. Holanda es el mayor exportador de patatas del mundo con una cuota del 18% de todas las exportaciones del mundo mientras que España ocupa el décimo puesto en este ránking con una cuota del 3,7%.’

Estos datos provienen de un exhaustivo artículo de Vicente Nieves, que además explica el caso al que antes hacía referencia sobre la producción de tomates. Para obtener un kilo en España se necesitan unos 60 litros de agua, mientras que para obtener ese mismo kilo de en Holanda, ‘con tierra enriquecida y demás sofisticaciones, sólo se necesitan 15 litros de agua. Un cambio comenzó a tomar cuerpo hace ya casi dos décadas, cuando varias organizaciones y el sector público lanzaron un programa de agricultura sostenible’.

Aunque es cierto que en nuestro país hay explotaciones agrícolas muy avanzadas tecnológicamente y perfectamente preparadas para un futuro de competitividad digital, parece que los problemas del campo español no son susceptibles de solucionarse con la aplicación de precios mínimos en origen, la disección de los incrementos de costes en la cadena de distribución, con la revisión de peonadas o la reducción del salario mínimo. Bien podría ser que el gran problema del sector primario español está en algo más estructural y de adopción tecnológica. 

Si  hablamos de precios mínimos en origen tendremos un incremento en todas las fases de la cadena de valor. Si revisamos los costes laborales tendremos un incremento del coste de producción. Si revisamos la cadena de distribución veremos que casi un 60% de esos costes son impuestos añadidos. Si buscamos subvenciones al campo que solo se dirijan a los seguros agrarios o soportar el paro estacional que produce, no tendremos la modernización que todos los sectores productivos necesitan para ser competitivos en un mundo globalizado.

Si pedimos que no se puedan vender alimentos marroquíes  deberíamos preguntarnos porque nuestro vecino iba a dejarnos pescar en sus aguas. Economía global se llama. Contra el salario de esclavo de algunos países solo podemos incorporar tasas y controles de la calidad sanitaria. Contra el bajo coste de origen en algunos países sólo podemos actuar con tecnología e inspirarnos en países como Holanda.  

Buscar culpables donde no los hay no ayudará. Desviar la atención como interesa a muchos tampoco. Tanto el sector agrícola como el Ministerio de Agricultura han apuntado a los supermercados como grandes responsables del problema. Recordemos que el 80% de lo que producen los agricultores españoles se exporta y sólo el 7% acaba en los lineales de las grandes superficies. Supongo que ese pequeño porcentaje no puede ser el botón que arranca la venta a pérdidas. 

De ahí que el discurso en favor de la inversión pública y privada en modernizar el campo no sea accesorio. Al igual que con todas las industrias, la tecnología desempeña un papel clave en la operación del sector agroalimentario, pero el ritmo de la innovación en la agricultura no ha seguido el ritmo de otros sectores en nuestro país y otros de nuestro entorno, es evidente. La agricultura es la industria menos digitalizada de todas las otras industrias que componen el arco productivo, según el índice de digitalización del McKinsey Global Institute.

Al mismo tiempo que nos está costando mucho entender como sería el campo del futuro, en que ocuparemos a los agricultores cuando sus tareas sean otras, tenemos una cadena de suministro inflexible que hace que el cambio sea muy difícil de realizar. Una cadena de valor acostumbrada a operar en un escenario opaco y que ha invertido poco en rastreabilidad de alimentos. Al igual que otros sectores han tenido que adaptarse a los tiempos que corren, el campo deberá hacerlo también. No es opcional. Cualquier debate sobre el resto de magnitudes sólo harán que retrasar lo inevitable y, desgraciadamente, encarecerlo. Debatir sobre otros aspectos puede ser nutritivo pero no va en la dirección real de solucionar este enorme problema.

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Transformación Digital para edificios inteligentes de la mano de Kone.

Entre las cuatro claves esenciales de la Transformación Digital no se puede distinguir a ninguna de ellas por encima del resto. Se antoja tan relevante el conocimiento del cliente para colocarlo en el centro de la cadena de valor, la automatización de procesos para hacer eficiente e inteligente cada fase de un producto o servicio, la generación de nuevos modelos de negocio como, finalmente, la gestión del cambio en cualquier organización. La combinación de todas ellas supone el éxito final y permanente cuando se aborda el desafío de transformarse. En este sentido, la semana pasada ofrecí la conferencia ‘un futuro tecnológicamente más humano’ durante la convención corporativa de la empresa líder mundial en movilidad urbana Kone. La verdad es que mi charla abordó en general todo lo que tiene que ver con esas claves imprescindibles para afrontar los retos y desafíos de nuestro tiempo a nivel digital, pero también focalicé en el papel relevante que las personas van a jugar en ese escenario tan tecnológico.

Entre las cuatro claves esenciales de la Transformación Digital no se puede distinguir a ninguna de ellas por encima del resto. Se antoja tan relevante el conocimiento del cliente para colocarlo en el centro de la cadena de valor, la automatización de procesos para hacer eficiente e inteligente cada fase de un producto o servicio, la generación de nuevos modelos de negocio como, finalmente, la gestión del cambio en cualquier organización. La combinación de todas ellas supone el éxito final y permanente cuando se aborda el desafío de transformarse. En este sentido, la semana pasada ofrecí la conferencia ‘un futuro tecnológicamente más humano’ durante la convención corporativa de la empresa líder mundial en movilidad urbana Kone. La verdad es que mi charla abordó en general todo lo que tiene que ver con esas claves imprescindibles para afrontar los retos y desafíos de nuestro tiempo a nivel digital, pero también focalicé en el papel relevante que las personas van a jugar en ese escenario tan tecnológico.

La excusa no podía ser mejor. Kone presentó 'Kone DX', la primera serie de ascensores del mundo con conectividad digital incorporada que revoluciona el papel del ascensor en los edificios inteligentes. Un ejemplo de como colocar al cliente en el centro y hacerlo con tecnología sin abandonar el precepto relevante de la experiencia y la automatización de procesos. Para esta empresa, el ascensor ya no es solo una forma de trasladarse entre pisos, sino una plataforma integral e integrada que ofrece experiencias intuitivas, ambientales y conectadas que se extienden desde el lobby a lo largo del edificio.

El nuevo ascensor 'Kone DX' permite a los clientes adaptar y conectar software y servicios adicionales en los ascensores durante toda la vida útil de un edificio. Mediante el uso de interfaces de programación de aplicaciones (API) abiertas, el enfoque de Kone facilita la administración e integración de diferentes dispositivos, aplicaciones y servicios con sistemas nuevos y los ya existentes. Sin duda, un modo excepcional de entender lo que significa la Transformación Digital.

Lo que me parece más interesante es el modo en el que se adaptan al estado de transformación de sus propios clientes para que la tecnología no sea una agresión sino un elemento de desarrollo para ambos. De hecho, están fusionando las tecnologías del mañana cambiando su negocio profundamente hacia un negocio de plataforma. Mi trabajo como consultor, me permite aportar valor tras una sesión de este tipo y, en este caso, es muy interesante poder aportar en el proceso de transformación de una empresa como Kone. Es evidente que el desarrollo urbano seguirá siendo uno de los factores más importantes para el mundo en las próximas décadas, lo que genera nuevas necesidades de edificios, infraestructuras y sociedades ecoeficientes y sostenibles. A medida que las ciudades evolucionan, los edificios requieren soluciones digitales más avanzadas y es ahí donde la digitalización y las mejoras para las personas, se convierten en el eje básico de un modelo de transformación digital corporativo.

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El turismo del futuro, el futuro del turismo y el Fitur más tecnológico.

Me fascina el turismo. Sus estrategias, sus marcas, sus modelos de negocio, sus posibilidades de digitalización o sus planes de transformación que tengo la suerte de poder desarrollar con algunos de mis clientes del sector. Sin embargo, es importante en cualquier análisis, ordenar las piezas y entender el contexto. Voy a reducir el foco a España. El turismo creció en 2019 un 1,5%, lo que es lo mismo que crecer por debajo del PIB y, también, el peor dato desde 2013. Es evidente que con unas cifras que suponen liderar en muchos aspectos el mercado turístico global, repetir crecimientos cercanos al dos o al tres por ciento es muy complicado. La reducción de turistas británicos y alemanes, nuestros principales mercados emisores se compensó con el turismo nacional. Además, el empleo crece a pesar de que el sector se ralentiza.

Me fascina el turismo. Sus estrategias, sus marcas, sus modelos de negocio, sus posibilidades de digitalización o sus planes de transformación que tengo la suerte de poder desarrollar con algunos de mis clientes del sector. Sin embargo, es importante en cualquier análisis, ordenar las piezas y entender el contexto. Voy a reducir el foco a España. El turismo creció en 2019 un 1,5%, lo que es lo mismo que crecer por debajo del PIB y, también, el peor dato desde 2013. Es evidente que con unas cifras que suponen liderar en muchos aspectos el mercado turístico global, repetir crecimientos cercanos al dos o al tres por ciento es muy complicado. La reducción de turistas británicos y alemanes, nuestros principales mercados emisores se compensó con el turismo nacional. Además, el empleo crece a pesar de que el sector se ralentiza.

Algunos aseguran que el turismo ha dejado de tirar del carro de la economía española. Yo no lo creo, es más considero que hay que seguir pensando que es nuestro motor. Para ello debemos asumir algunas cifras de alerta para tomar medidas. Ya en 2018 creció por debajo del PIB y en 2019 avanzará sólo un 1,5%, menos que la economía nacional que rozó el 2%. Para entender la dimensión de este frenazo sepamos que esto no pasaba desde 2010. Algo que, desde el  punto de vista socioeconómico, tiene un detonante vinculado a que Alemania ha estado al borde de la recesión lo que desembocó en una caída del 6,5% de turistas germanos, la devaluación de la libra británica que procuró un descenso del 5,2% de turistas del Reino Unido y un frenazo muy importante de turistas nórdicos con múltiples causas entre las que se incluye la quiebra del operador Thomas Cook y su modelo empaquetado de experiencias turísticas de calidad más que revisable. 

El saldo positivo, no obstante, se ha producido en el turismo nacional. Los españoles han sido los que este año han contribuido al crecimiento del sector aumentando las pernoctaciones en hoteles un 2,6%, en turismo rural un 3,3%, en vuelos interiores un 6,6% y en pasajeros del AVE, un 4,7%. Por curiosidad, es llamativo el hecho de que las pernoctaciones de españoles en hoteles de cinco estrellas son las que más crecen, un 4,9%, frente el aumento de apenas el 1% en hoteles de una a tres estrellas.

Este año he tenido el honor de participar en la inauguración de la feria internacional Fitur, concretamente desde el pabellón Fiturtech. El escenario de análisis, muestra y debate de hacia dónde debe ir el uso tecnológico en el sector turístico. Algo que, por supuesto, no puede ser ni secundario ni retrasarse demasiado. Más cuando la competencia por precio es un escenario complejo en el medio plazo y el de seguir vendiendo productos turísticos como el pasado siglo algo que es más que revisable. 

En 2019 han caído los destinos de sol y playa pero crecen los alternativos. Las llegadas de turistas alemanes y los procedentes de países nórdicos han caído en general, pero crecen en los destinos de interior y en los de la llamada ‘España verde’. El sector, lleva tiempo intentando impulsar un cambio de modelo, que no sólo se centre en los destinos de costa. Se pretende desmasificar las zonas saturadas y desviar viajeros a otros lugares menos llenos. Considero que a este comportamiento debe unirse una apuesta profunda por la tecnología y por el turismo del futuro.

De esto último tuve oportunidad de hablar durante mi conferencia en la jornada inaugural de Fitur. De las claves de la transformación digital en el sector que ocupa más gente y pesa más en el PIB en España. Claves que se centran en una modificación notable del modo en el que se coloca al cliente en el centro de la cadena de valor, de como se obtienen datos inteligentes de cada proceso en los modelos de explotación turística, de la generación de nuevos modelos de negocio en el propio sector y de que nuevas habilidades van a tener que incorporar las personas que tengan que trabajar con entornos tecnológicos. No es lo mismo un camarero que recoge el plato y lo lleva a la mesa que otro que espera que ese plato lo lleve un robot. Cambian notablemente sus requerimientos, conocimiento y formación. 

España no tiene petróleo, no es una potencia industrial y no es, atendiendo a la repercusión del PIB, un destacado centro aeronáutico. Por lo tanto, como eso va a ser muy complicado de cambiar, se debería potenciar la innovación, la modernización y la implantación tecnológica en los sectores que sí suponen una garantía de crecimiento. La idea de automatizar muchos elementos de la cadena de valor turística no tiene que suponer necesariamente desempleo sino todo lo contrario. Lo que pasa que generará otro empleo (que debemos formar) y una eficiencia inédita (para vender más).

El uso de datos para transformarlos en información y finalmente en conocimiento no es algo que se pueda hacer de espaldas a la tecnología. Es por esa razón que todo el sector, desde los grandes operadores hasta las pequeñas explotaciones turísticas no tienen otra que abrazar la tecnología y sus expectativas. Sólo de ese modo tendremos una industria (que no dejará de ser clave para la economía española) absolutamente competitiva durante un futuro digital y exponencial en el que entramos desde ya mismo.

Tenemos claro un mundo inminente que se divisa por el horizonte y que no parece reservar mucho espacio a modelos económicos dependientes de sectores sin actualización tecnológica. Un futuro que habla de pensiones en riesgo, sociedad del bienestar en jaque y modelos productivos obligados a vivir una disrupción inevitable. Una disrupción que ya vive el sector turístico. La competencia está por todas partes y dispara desde todas direcciones. Cualquier elemento imprevisto puede cambiarlo todo rápidamente. La automatización y la adaptación al mundo del dato, la robotización y la inteligencia artificial serán su muro de contención y en el que deben iniciar su transformación. Si no se transforma absolutamente, alejados de lo anecdótico, la pérdida de peso en la economía nacional, supondría una catástrofe laboral similar a la vivida hace unos años con el sector inmobiliario.

Activar políticas fiscales, laborales, formativas y de estímulo a la modernización son imprescindibles. Establecer un espacio profesional en el que subir el salario mínimo sea una obviedad factible por que esté ligado a la productividad real es absolutamente urgente. El turismo no tiene recambio y eso, de por sí, no debería ser un problema. Lo que pasa es que se tiene que ir transformando continuamente para ser, siempre, el motor actualizado que permita su liderazgo. Hablando con los responsables del gremio, percibí ese interés por liderar el cambio, continuar con esa modernización homologable y en transformar digitalmente el escenario turístico español.

He visto el grado de responsabilidad de quienes se saben clave en la economía de un país. Agradezco que me permitieran hablar no tan solo del futuro del turismo sino también del turismo del futuro. Un futuro tecnológicamente más humano, pero especialmente más eficiente y rentable. La clave estará en los procesos, en los datos, en las experiencias predictivas y en la formación de un nuevo modelo laboral. Nos va mucho en ello, no somos Arabia Saudí, Canadá o Finlandia, nosotros tenemos una estructura de crecimiento en los servicios turísticos, estimulemos su ‘update’.

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El desafío económico y tecnológico de Nadia Calviño

En mi libro ‘La Era de la Humanidad’ transcribo una carta que le escribí al presidente Pedro Sánchez poco después de erigirse como jefe del ejecutivo español tras la moción de censura en 2018. En ella le sugería crear un Ministerio del Futuro o, en su defecto como mínimo, uno de inteligencia artificial. Además, le rogaba que incorporara en el máximo rango posible la estrategia de Transformación Digital en su ejecutivo. No lo hizo en aquella ocasión pero, tras los nombramientos de estos días en su nuevo organigrama, algo de eso sí refleja. Evidentemente dudo que tenga que ver con mi carta, pero nos vale igual.

En mi libro ‘La Era de la Humanidad’ transcribo una carta que le escribí al presidente Pedro Sánchez poco después de erigirse como jefe del ejecutivo español tras la moción de censura en 2018. En ella le sugería crear un Ministerio del Futuro o, en su defecto como mínimo, uno de inteligencia artificial. Además, le rogaba que incorporara en el máximo rango posible la estrategia de Transformación Digital en su ejecutivo. No lo hizo en aquella ocasión pero, tras los nombramientos de estos días en su nuevo organigrama, algo de eso sí refleja. Evidentemente dudo que tenga que ver con mi carta, pero nos vale igual.

De momento, lo que sabemos es que tenemos a Nadia Calviño como Vicepresidenta de Economía y Transformación Digital y a Carme Artigas como Secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. Este segundo nombramiento, en concreto, me parece especialmente acertado. Mi única duda es si el contenido de este área será realmente profundo o, p or el contrario, detrás de la nomenclatura de este cartapacio solo hay cosmética.  Será relevante saber si hay realmente una voluntad política por modificar el modelo de crecimiento de este país. Confío, en este apartado, que sí.

Ahora bien, el problema radica en como combina un plan de transformación digital con el resto de carteras, fundamentalmente atendidas por los socios de gobierno de Unidas Podemos, que ya han explicado el régimen de aumento de gasto y tipos impositivos para el sector tecnológico y financiero. El primero tiene cierta facilidad para ubicarse en entornos más amables y el segundo acaba refugiándose en modelos menos intervencionistas. Veremos pues hay análisis que advierten que el déficit público se disparará este año al 3,5% del PIB si se llevan a cabo todas las propuestas recogidas en el acuerdo se contemplan 25.000 millones de euros de gasto más, pero sólo unos ingresos de 6.200 millones previstos.

Para que el cambio de modelo de crecimiento se produzca es preciso también cambiar el modelo económico que lo sujeta. La deuda española es del 100% del PIB, el segundo país del mundo con más deuda exterior. Y habrá que pagarla aunque algunos piensen que la deuda es algo onírico o virtual. Me preocupa el modo en el que se van a coordinar políticas tecnológicas con la  derogación casi total de la reforma laboral, puesto que, ante la más que evidente frenada en la creación de empleo, seguir complicando la contratación, convirtiéndola en la más cara de nuestro entorno, lo complicará todo.

La desaceleración está ahí, lo niegue quien lo niegue. Crecemos al 1,9% y este año se duda que lleguemos al 1.6%. Con esas cifras no se crea empleo. Aunque en otros países europeos ese crecimiento aun es menor, hay que recordar que nuestro modelo laboral actual es débil tecnológicamente hablando y que por debajo del 2,4% sólo se crea empleo precario y de escaso valor productivo. Difícilmente se estimula un modelo laboral tecnológico en ese paisaje.

La subida de impuestos -tributación mínima del 15% a grandes corporaciones y del 18% para entidades financieras-, el gravamen del 5% sobre los dividendos que repatrían las multinacionales o la creación de tributos como la tasa Google o el referido a las transacciones financieras, no van en la línea de un modelo económico enlazado a la sociedad del conocimiento y tecnológico. Las insolvencias empresariales volvieron a crecer el año pasado por primera vez desde 2013. Mala señal. Lo hace a un 4,7%, uno de los mayores ritmos de la Eurozona. Afrontar el reto tecnológico sin asumir la situación económica y aportando incrementos en la columna de gastos y sin saber como vamos a lograr equilibrarlo con la columna de ingresos, es suicida.

Es evidente la doble vertiente de este gobierno. Una totalmente enfocada a políticas impositivas y de gasto social sin atender las verdaderas opciones existentes, donde el ‘progreso’ se define como reducción de desigualdades pero olvidándose que para distribuir primero hay que crear. Otra, más socialdemócrata, enfocada, según los nombramientos y mensajes iniciales, en atender de una vez, el cambio económico que la Cuarta Revolución industrial nos exige y que nos ofrece, a medio plazo, el modo en el que entraremos en la Quinta.

Me hubiera gustado que mi país hubiese sido el primero en disponer de una Vicepresidencia del Futuro, un ministerio capaz de proponer el modo de legislar con una visión y prospección a medio plazo. Algo que debería de ser obligatorio por cierto y que dependiera de una visión transversal que identifique la complejidad de los riesgos y retos que nos depara una revolución tecno-cultural como la que vivimos. Una buena solución, un primer paso como mínimo, bien podría ser ese Ministro del Futuro o cómo se considere que debe llamarse. Alguien que fuera capaz de aportar el conocimiento necesario, y la visión política profesional, que requeriría afrontar un futuro líquido, flexible y cambiante como el que nos espera.

Por  lo menos el Consejo de Ministros ha nombrado a Iván Redondo, el director del Gabinete de Presidencia, como el director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo. Una especie de ‘foresight unit’ parecida a la que ya funciona en Canadá, EE.UU., Francia, Finlandia o Reino Unido desde hace bastantes años. Su función, en todos esos lugares, no es la de adivinar el futuro, sino la de analizar de manera sistemática los posibles retos y oportunidades que un país tendrá que afrontar en el largo plazo, y de como prepararse ante ellos.

En todo caso, el camino se hace andando y veremos si esto son fuegos artificiales o realmente responde a una preocupación real. Afrontar decididamente y de un modo estratégico y político los grandes desafíos que, la Cuarta Revolución Industrialla deflación del capital y la automatización de todo, suponen. Los gobiernos no pueden mantenerse ajenos a la inminente llegada de los coches sin conductor, la robotización, el análisis de la renta mínima universal o, incluso, la imprescindible incorporación de la economía circular a los procesos productivos. Todo ello no se puede tratar sólo en una legislatura ni por uno o dos ministerios o cuatro secretarías de estado, es algo mucho más transversal, complejo y de largo plazo.

Al igual que las empresas establecen unidades en sus organizaciones cuyo único trabajo es predecir lo que se avecina y como afrontarlo para obtener ventajas, un gobierno debería hacer algo parecido. Un Ministerio del Futuro, con secretarias de estado de alto nivel tecnológico lideraría la investigación basada en la evidencia, coordinaría la planificación de escenarios que afectase a cualquiera de los otros ministerios o áreas. Está por ver si el de Transformación Digital liderado por Nadia Calviño pueda intentar algo así. 

Tal vez pienses que no es necesario, finalmente, un Ministerio del Futuro. Pero estarás conmigo en que lo que hay que erradicar son los Ministerios del Pasado, por lo menos los que nos abocan a un pasado alejado de los tiempos que corren. El problema radica en que, a veces, el diagnóstico que se hace de la realidad es de aurora boreal y, detrás de grandes mensajes y nombramientos, se acomoda la inercia. Y la inercia no es más que táctica disfrazada de tranquilidad. La estrategia, la verdadera herramienta de los estadistas, de los países con proyección a medio plazo, ha brillado por su ausencia desde hace mucho en este país. 

Proyectar no es fácil cuando lo que debes tener en cuenta un escenario futuro disruptivo y en el que muchos de los aspectos que lo regirán aun no existen o es complicado deducirlos. Confío en que hay voluntad pero no tengo claro si va a ser posible en un ejecutivo tan complejo y conformado por sensibilidades económicas tan distintas. De ahí que le pida a Nadia Calviño que asuma el reto histórico que estamos viviendo desde el punto de vista económico y tecnológico. En España, todavía, no hay quien hable desde el escenario político sobre esto. Por lo menos no hasta ahora y sólo desde un modo superficial. 

El desafío es enorme. Cambiar el modelo de crecimiento de este país dependiente en gran medida todavía del turismo, la construcción y sus derivados, no va a ser fácil, pero es imprescindible. Industrializar la economía desde una perspectiva que mire más a la futura quinta revolución industrial que a las reconversiones del pasado, no es algo que dependa de mensajes y fuegos artificiales. Exige comprenderlo y luces largas. Por poner un ejemplo de lo necesario de repensar los modelos. Este es un país en el que hoy las pensiones y el paro sostienen la economía de todo el oeste de España. Desde Asturias hasta Andalucía, un tercio de la renta disponible de los hogares procede de las transferencias sociales, básicamente pensiones y seguros de desempleo. Eso es insostenible sino se modifica el modelo de crecimiento estructuralmente.

Me preocupan algunas directrices que se desprenden de lo que hablaba al principio de este artículo. El hecho de elevar los costes fiscales a quienes podrían estimular el cambio de estructura económica no parece una gran idea. Aumentar costes de contratación a las empresas y castigar la inversión con tasas de todo tipo, no prefiguran una situación ideal para que todo lo que un ministerio económico y digital va a necesitar. Pero veremos. Independientemente de mis afinidades ideológicas espero que, por lo relevante del momento, este ejecutivo acierte en lo económico y en lo tecnológico. Lo que se haga estos cuatro años determinará los próximos treinta.

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Negocio, Transformación Digital Marc Vidal Negocio, Transformación Digital Marc Vidal

A Thomas Cook le llegó su momento Kodak.

A Thomas Cook le llegó su momento Kodak. El segundo tour operador más importante del mundo fundado como ‘Thomas Cook & Son’ en 1841, no ha podido evitar su quiebra. La historia de esta empresa es fascinante. A finales de 1920, los tres nietos de Thomas Cook vendieron el negocio a los dueños belgas del Orient Express, pero con el estallido de la II Guerra Mundial, la empresa fue nacionalizada por el Gobierno británico. Volvió a manos privadas en 1972 y en 1992 fue comprada por Westdeutsche Landesbank, el tercer banco de Alemania. En el 2001 pasó a manos de otra firma alemana, C&N Touristic. En junio de 2007, la compañía anunció su fusión con MyTravel y nacía Thomas Cook Group, una nueva empresa cotizada en la bolsa de Reino Unido y Alemania. A partir de ahí sus problemas se acentuaron. 

A Thomas Cook le llegó su momento Kodak. El segundo tour operador más importante del mundo fundado como ‘Thomas Cook & Son’ en 1841, no ha podido evitar su quiebra. La historia de esta empresa es fascinante. A finales de 1920, los tres nietos de Thomas Cook vendieron el negocio a los dueños belgas del Orient Express, pero con el estallido de la II Guerra Mundial, la empresa fue nacionalizada por el Gobierno británico. Volvió a manos privadas en 1972 y en 1992 fue comprada por Westdeutsche Landesbank, el tercer banco de Alemania. En el 2001 pasó a manos de otra firma alemana, C&N Touristic. En junio de 2007, la compañía anunció su fusión con MyTravel y nacía Thomas Cook Group, una nueva empresa cotizada en la bolsa de Reino Unido y Alemania. A partir de ahí sus problemas se acentuaron. 

Muchas son las causas de este descalabro pero me gustaría focalizar en aquello que tiene que ver con la disrupción tecnológica que, en un grado importante, ha sido también uno de los principales factores. Sabemos que el cambio digital no es importante por sí mismo, sino que es un mecanismo que permite identificar y materializar el impacto de las tecnologías en los modelos de negocio. Algo que a Thomas Cook le hubiera ido muy bien hace mucho tiempo. A partir de esa disrupción, las compañías redefinen sus modelos de negocio en los términos que las tecnologías actuales, como la inteligencia artificial, el procesamiento masivo de datos y la búsqueda de la eficiencia a partir de la automatización, les permiten afrontar el gran desafío digital. Pero a pesar de poner todo esto en marcha, a veces, hay compañías que no llegan a tiempo. Hacer las cosas más rápidas, más certeras y a un costo menor es la clave, pero es fundamental hacerlo en el momento adecuado. 

La estrategia digital de Thomas Cook no era mala. Tuvieron grandes ideas pero llegaron demasiado tarde. La disrupción tecnológica transforma drásticamente la forma de hacer negocios. Como he dicho antes, no todo tuvo que ver con decisiones en el negocio digital, pues han jugado en su contra múltiples factores: la inestabilidad en muchos de sus destinos estrella, el aumento de compañías low cost, la incertidumbre del Brexit, la caída de la libra, la inestabilidad de los precios del petróleo y un cambio en el clima que ha incrementado el turismo local británico, se han sumado a un incomprensible retraso en activar su transformación digital de un modo integral, creando cóctel explosivo difícil de desactivar.

Thomas Cook intentó atraer al público digital adquiriendo sus propios hoteles y generar fidelidad a través de la ‘diferenciación’ y una nueva ‘customer experience’ pero, sin embargo el músculo financiero que precisaba no existía y sí una deuda inmensa. Cuando hablamos de transformación digital no hablamos sólo de procesos, datos, colocar al cliente en el centro de la cadena de valor o de cambios en el ‘mindset’ de la organización. Todos ellos muy revisables en esta extinta empresa, sino que definimos la incorporación de un elemento radicalmente imprescindible: los nuevos modelos de negocio. Si todo ello se combina aparece lo que llamamos ‘una empresa autoajustable’.

Una empresa autoajustable sería es capaz de afrontar cambios en cualquier aspecto de su negocio tradicional con garantías asignando una, dos, tres o las cuatro claves básicas de la transformación digital o las ocho si las detallamos de un modo más concreto. Y Thomas Cook no lo hizo. Se olvidó en gran medida y durante mucho tiempo, de la última en especial. Su estrategia digital es la clave de su incapacidad para evolucionar a la misma velocidad que su rival TUI o a la de los clientes a los que debería servir.

En lugar de asumir que cada vez más viajeros se sentían bien reservando sus propios viajes online, Thomas Cook decidió no adaptar su modelo de negocio tradicional. Mantuvo un modelo que todavía tiene múltiples clientes pero que no es el de crecimiento global. No obstante, es importante recordar que la llegada de Harriet Green como nueva CEO fue en 2012, lo que coincidió con una reestructuración corporativa muy compleja y las primeras señales de una estrategia digital seria.

Green explicó en una entrevista de 2014 lo que para ella fue Thomas Cook. Lo definió como ‘un negocio en crisis porque no se había adaptado a la transformación digital a tiempo’. Dijo que ‘tenían un modelo desconectado, sin experiencia omnicanal, con cero experiencia digital a nivel directivo, sin cultura digital, con una mala experiencia de cliente online, con un enfoque de silos que dificultaba la implementación de una estrategia digital y con un modelo de negocio que debía cambiar urgentemente’. Es evidente que el ‘cuándo’ importa. Green se fue un año más tarde de su llegada. Su mayor crítica se centraba en la imposibilidad de modificar la exposición del negocio con el ‘todo incluido’ que, según ella, iba totalmente en contra con el ‘poner al cliente en el centro de la cadena de valor’. Decía que ‘el cliente milenial, el nuevo usuario turístico quiere personalizar su experiencia, su viaje, su tiempo y una oferta cerrada en base a un modelo de ver el viaje como algo tradicional y cerrado no concuerda’. Thomas Cook no supo adaptarse a la creciente predilección de los turistas a reservar sus viajes por su cuenta y solo con ayuda de Internet. Y es que, especialmente entre los consumidores milenial, la tendencia de organizar cada viaje personalmente y alejarse de los paquetes de vacaciones está cada vez más presente como muestra esta infografía de Statista.

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En lo doméstico, la quiebra de Thomas Cook ha dejado a 600.000 turistas colgados, una deuda de 1.930 millones de euros y a 22.000 trabajadores sin empleo. De rebote, a España, nos pilla con el pie cambiado. Algo demasiado habitual últimamente. Probablemente quienes deben pensar en el diseño de un sistema de crecimiento económico capaz de afrontar la caída periódica de modelos económicos en retroceso. La táctica no funciona y como digo tantas veces, e insistiré, el futuro no se espera sino que se conquista. España va a perder cuatro millones de turistas al año. Vamos a perder 4 millones de clientes en el sector económico que sujeta el 11% del PIB y el 14% del empleo. Casi nada.

Hace un tiempo escribí un post titulado ‘Transformarse digitalmente cuando todo va bien, el caso del turismo español’. Hice mención del modelo turístico canario concretamente. Decía entonces que los hoteles eran las nuevas discográficas, pues quienes ofrecen servicios de alojamiento fuera del circuito hotelero en la economía colaborativa son actores a tener en cuenta de manera definitiva. Por aquel entonces era evidente, ahora es inevitable. Ya sucedió con la música y pasará con todos los sectores. Todo cambiará y lo hará rápido a pesar de leyes y sanciones. Los intermediarios, la cadena de valor entre cliente-usuario y producto cada vez es menos curva, menos compleja y utiliza la tecnología para simplificarlo todo, hasta el punto que los intocables pueden estar también en fase de extinción como demuestra, otra vez, el desenlace de Thomas Cook.

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Es urgente formar a 120 millones de trabajadores en ‘nuevas’ habilidades.  

El próximo 22 de octubre, de la mano de Ediciones Deusto de Planeta Libros, se publicará mi nuevo libro. Será el tercero en este grupo editorial y llevará por título ‘La Era de la Humanidad’. Se trata de un ensayo en el que analizo los cambios que estamos viviendo y los que vamos a vivir, no sólo tecnológicos sino también en aspectos económicos y sociales. Nos encontramos ante el mayor desafío socioeconómico de la historia, en la antesala de algo que llamaremos Quinta Revolución Industrial y que nos acercará a un mundo en el que todo aquello que hacemos ahora de un modo determinado, deberá ser repensado. En lo laboral, en lo social y en lo político. Llevo mucho tiempo defendiendo que, aunque aparentemente la automatización del mundo no parece una gran noticia, lo más probable es que la era más humana de la historia, acabe siendo la era más tecnológica jamás vista’. Algo que no es incompatible.

El próximo 22 de octubre, de la mano de Ediciones Deusto de Planeta Libros, se publicará mi nuevo libro. Será el tercero en este grupo editorial y llevará por título ‘La Era de la Humanidad’. Se trata de un ensayo en el que analizo los cambios que estamos viviendo y los que vamos a vivir. No sólo tecnológicos sino también en aspectos económicos y sociales. Nos encontramos ante el mayor desafío socioeconómico de la historia, en la antesala de algo que llamaremos Quinta Revolución Industrial y que nos acercará a un mundo en el que todo aquello que hacemos ahora de un modo determinado, deberá ser repensado. En lo laboral, en lo social y en lo político. Llevo mucho tiempo defendiendo que, aunque aparentemente la automatización del mundo no parece una gran noticia, lo más probable es que la era más humana de la historia, acabe siendo la era más tecnológica jamás vista’. Algo que no es incompatible.

Por eso hoy quiero hacerme eco de una encuesta realizada por IBM y que se suma al informe de PWC sobre el teórico robo de empleos en manos de robots. En ella se dice que más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo necesitarán capacitación específica en los próximos tres años debido al impacto, especialmente, de la inteligencia artificial en los trabajos. Aquí no aparecen las cifras vinculadas a la robotización puramente industrial. Sin duda esta debería ser una de las grandes preocupaciones de todas las administraciones públicas. Si hay escasez de talento en las áreas dónde va a ser obligatorio enfocar el trabajo humano ¿porque no estamos estableciendo el camino para que no tengamos un choque frontal con una realidad que podría ser un drama bíblico?

Fijémonos en una cifra. Hoy en día, de media, los trabajadores necesitan 36 días de capacitación para eliminar una fisura en sus habilidades. Hace apenas cinco años se precisaban únicamente tres días. Esto se debe a que los ‘skills’ que hoy en día se empiezan a requerir, y que irán en aumento en los próximos tiempos, son de naturaleza más conductual. Hablamos del trabajo en equipo o la comunicación y de otras altamente técnicas, como las capacidades en la ciencia del análisis de datos. Amy Wright, directora del área de talento en IBM dijo en esta entrevista que ‘el cambio de habilidades técnicas generalmente se basa en una educación estructurada con un objetivo definido con un comienzo y un final claros y que desarrollar este tipo de habilidades del comportamiento conlleva más tiempo y es mucho más complejo’. 

Yo no soy un experto en gestión del cambio ni en recursos humanos, pero en mi equipo hay gente que sí sabe mucho y me cuentan que, atendiendo a los cambios que la transformación digital está provocando en las organizaciones de todo tipo, esas habilidades del comportamiento, como la capacidad de trabajar bien en equipo, la comunicación, la creatividad y la empatía, se desarrollan mejor a través de la experiencia en lugar de hacerlo a través de programas de aprendizaje estructurados como un seminario cualquiera. De todos modos decir que ‘tenemos que formarnos en nuevas habilidades’ me parece curioso. Esas habilidades que se requieren son tremendamente humanas, por lo que es más hacerlas emerger que crearlas. De ahí que me cueste hablar de ‘nuevas’ habilidades y prefiera hablar de seres ‘tecnológicamente’ más humanos. 

No tengo claro que la escasez de esas habilidades esté claro en todas partes. Cuando asesoro a alguna empresa en su proceso de transformación, muchas veces las preguntas desde la dirección de recursos humanos se dirigen a la voluntad de formar el talento existente en experiencias de tipo técnico. Eso es imprescindible, obviamente, no conozco ninguna revolución tecnológica sin tecnólogos por medio, pero también se debe comprender que en esa fase de incorporación tecnológica hay que abordar un nuevo papel de las personas. Cada vez que un robot, un sistema experto de inteligencia artificial o un automatismo sustituye en un proceso determinado a un trabajador humano, nace un escenario nuevo de relaciones entre tecnología y humanidad. De ahí que los empleadores que tienen claro esa visión pidan cada vez con un mayor énfasis, personal con un amplio desarrollo en las habilidades denominadas blandas. Hablan de capacidad de comunicación, de ética y de creatividad.

Solucionar el asunto está en manos de los que marcan las lineas estratégicas en materia económica, laboral, social y política establecer mecanismos para que todos lo entendamos. España, gran parte de Europa, toda Latinoamérica, no están previendo el impacto que esto va a tener en las cifras de ocupación. Es factible pensar que los avances en Inteligencia Artificial no solo desplacen los empleos sino que también creen otros nuevos. De ahí que el desafío será capacitar a los trabajadores para llenar los nuevos trabajos. Unos lo están teniendo en cuenta y otros siguen con sus cosas muy alejadas del problemón que se acerca. Si no se ejecutan planes educativos, de formación profesional, universitarios, académicos y en el sector privado, si no se premia la inversión en ese tipo de formación, si no se establecen paquetes de reducción fiscal para que las empresas puedan abordar ese reto, si no se generan planes integrales desde las instituciones, el paro se hará endémico, irreversible y con él caerá la eficiencia, la productividad real y el nivel económico. 

Algo que parece complejo no lo es tanto. Se trata de poner sobre la mesa los requerimientos de la economía de la sociedad inminente, diseñar programas para cumplir con un nuevo modelo laboral, estimular su ejecución con políticas activas de todo tipo y premiar a quienes lo hagan. Finalmente acelerar el despliegue de la tecnología, ayudando a los sectores que lo permiten de un modo más rápido, y sentarse a esperar. Lamentando la caída de turistas, de los que depende en España el 14% del empleo, o de la caída de la venta de coches, de las que depende un 10% de la población activa, no vamos a solucionar nada. 

La cosa no va de listas sobre empleos que van a ser destruidos por los robots. Habrá muchos casos en los que será así. Ha pasado siempre con cualquier avance tecnológico. Lo interesante no será que profesionales se van a sustituir sino que nuevos profesionales, utilizando tecnología para trabajar, seguirán en lo mismo. No te preocupes por que un robot te vaya a quita tu empleo, preocúpate por que alguien que se lleve mejor que tu con un robot te quite el empleo. De eso va. Y urge entenderlo.

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Cuando una conferencia es algo más que hablar de Transformación Digital.

A finales de noviembre saldrá al mercado mi nuevo libro de la mano de Deusto Ediciones y Grupo Editorial Planeta. Un trabajo que de momento mantengo su título en secreto y en el que podrás encontrar un ensayo sobre el origen de nuestra situación socioeconómica y empresarial, un análisis de dónde estamos y una reflexión sobre el futuro al que nos dirigimos. Todo ello partiendo de, en mi opinión, un error mayúsculo que confundió el parto de una revolución tecnológica con una crisis financiera. Un libro que coincidirá con el argumento de mi próxima conferencia. Y es que a partir de septiembre presentaré una nueva ponencia que estamos ultimando estos días. Una charla que deriva de la actual ‘reWorking’ que, actualizándola a tiempo real, me ha acompañado durante los últimos cuatro años.

A finales de noviembre saldrá al mercado mi nuevo libro de la mano de Deusto Ediciones y Grupo Editorial Planeta. Un trabajo que de momento mantengo su título en secreto y en el que podrás encontrar un ensayo sobre el origen de nuestra situación socioeconómica y empresarial, un análisis de dónde estamos y una reflexión sobre el futuro al que nos dirigimos. Todo ello partiendo de, en mi opinión, un error mayúsculo que confundió el parto de una revolución tecnológica con una crisis financiera. Un libro que coincidirá con el argumento de mi próxima conferencia. Y es que a partir de septiembre presentaré una nueva ponencia que estamos ultimando estos días. Una charla que deriva de la actual ‘reWorking’ que, actualizándola a tiempo real, me ha acompañado durante los últimos cuatro años.

No obstante, aunque esta nueva conferencia se estrenará en unos meses, no es inédita del todo. Tuvo una previa en la primavera pasada. Concretamente durante la última edición del CX Summit de Oracle que me pidió una intervención inédita tras haber compartido escenario con el gran Martin Lindstrom un año antes. El público iba a ser el mismo y la empresa organizadora me retó a crear algo que nadie hubiera visto antes para la ocasión. No es fácil fabricar una conferencia totalmente distinta en un tiempo breve. Pensar su storytelling, sus toques de humor, comprar los recursos audiovisuales, establecer las claves formativas que debe incorporar, relatar un inicio y un final redondo. Pero acepté. A pesar de no estar terminada por aquel entonces decidí aceptar el desafío. En gran medida, lo que aquella tarde expliqué se ha convertido en el arquetipo de la que tendremos lista tras las vacaciones y que, en gran medida, su contenido encaja con la del propio libro. Un mismo viaje en dos formatos distintos.

Ahora bien, ‘reWorking’ sigue siendo una conferencia plenamente actual y especialmente bien recibida por todo tipo de público. De ahí que convivirán ambas y se podrán contratar en base a las necesidades de la audiencia. Las dos son en realidad un ejercicio de reflexión sobre el empleo del futuro, las claves de la transformación digital y los procesos tecnológicos y humanos que vivimos en plena Cuarta Revolución Industrial. ‘ReWorking’ seguirá siendo una charla a la vanguardia tecnológica, empresarial, social y económica y se complementará con la nueva. Han sido muchos kilómetros, aviones y eventos en los que ‘reWorking’ ha sido calificada como una conferencia divertida, inspiradora y didáctica. La gente que ha asistido, que luego se incorporan a mis diferentes redes sociales, se han convertido en una especie de comunidad a partir de los mensajes tecnológicos e inspiradores que siempre intento transmitir.

Es bueno recapitular etapas, poner números a un período concreto y establecer nuevos límites a los que quieras llegar. En este caso, las cifras eran inimaginables hace una década. Impensables sin mi equipo actual además. En los últimos cuatro años hemos hecho ’reWorking’ en casi 250 auditorios, ante más de 200.000 personas y en 150 ciudades de 22 países. Países como, obviamente, España, latinoamericanos como Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, El Salvador o México; europeos como Francia, Reino Unido, Irlanda o Portugal; u otros tan interesantes como Estados Unidos o Dubai. He disfrutado igual en auditorios enormes con miles de personas escuchando, en lugares muy especiales o en sesiones privadas para grupos reducidos de directivos. Anécdotas hay de todo tipo y algún día escribiré sobre ello. Que se apaguen las luces de todo el recinto a media conferencia, que en pantalla salga la presentación de otro ponente, tener dos conferencias en dos ciudades distintas a un millar de kilómetros la una de la otra y en el mismo día y lograrlo sin problemas o que te cancelen el último vuelo nocturno que te permitía estar a primera hora en la otra punta del país para dar la charla inaugural de un congreso y tener que alquilar un coche para cambiar de aeropuerto y llegar a tiempo. A tiempo pero agotado completamente.

En todo caso, e independientemente de que para mejorar cada día como speaker, es preciso centrarse en la confección de la charla, de su forma, de aprender de las reacciones y de considerar cada evento como el más importante en el que has participado, en mi caso sumo algo que considero esencial. Al salir al escenario para hablar de empresa o de empleo, es mejor explicar conceptos, aunque sean técnicos, a partir de tu propio conocimiento profesional. No contemplo una opción más eficiente para explicar ‘hacia dónde va el mundo y la empresa’ que vivirla cada día desde dentro y, de ahí, lo puedas explicar e, incluso, ampliar teorizando. Por eso, a pesar de la intensa tarea que supone ofrecer prácticamente una conferencia semanal, combinarlo con la coordinación de diversos proyectos de consultoría, es un esfuerzo esencial y obligatorio bajo mi punto de vista.

Por eso, si estás organizando un evento sobre empresa, empleo, economía o del futuro de la sociedad en general, hazte la siguiente pregunta ¿que se te viene a la cabeza si alguien pronuncia McDonald’s? Lo más probable es que pienses en ‘Big Mac’ en lugar de ‘Big Data’. Sin embargo, eso no va a ser siempre así. Esta multinacional del ‘fast food’ está trabajando de manera muy seria en tener la tecnología que estructure la ingente cantidad de datos que poseen, y obtienen, de un modo continuo. Es evidente que lo que buscan es convertir esos datos en información y derivarla a conocimiento. De hecho han adquirido la empresa israelí Dynamic Yield para obtener información a partir de los datos en el ámbito de ‘la lógica de decisión’ de sus clientes. Algo que ya no se basa en la textura de una hamburguesa si no del rendimiento de los algoritmos que tienen a disposición. Ahora, pregúntate también, ¿que tiene que hacer el ser humano para enfrentarse a este desafío que suponen tantos cambios económicos, sociales y de empleo?

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Lo normal es que esas preguntas te hagan pensar en la velocidad a la que va todo y de la necesidad de atender a una exposición sobre esos cambios, ya sea de un modo formativo, animado e inspirador. Pues de eso hablo, de ese modo lo hago. De eso siempre van mis conferencias. De responder a esas preguntas y de trasladarlas a la audiencia para que entre todos descubramos las respuestas, sonriendo y aprendiendo. Del reto que supone abordarlo con entusiasmo e inspiración, pero también con seriedad, realismo y exigencia de estrategia a todos. De lo relevante que es entender que los modelos de negocio, los procesos, el contacto con el cliente, el nuevo papel del ser humano en este tránsito y del entendimiento del contexto automático, artificial e inteligente, han sufrido cambios irremediables, viven cambios integrales y sentirán cambios exponenciales en breve. ¡Nos vemos en la próxima!

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Las calculadoras no sustituyeron a los matemáticos pero les obligó a trabajar distinto.

El pasado jueves estrené conferencia. En concreto fue durante el espectacular evento ModernCX organizado por Oracle. El lugar donde sucedió era magnífico: el Club Retiro Florida. La verdad es que subirte al mismo escenario en el que en algún momento han actuado artistas como Ray Charles, Tina Turner, Plácido Domingo o Montserrat Caballé tiene su cosa. Mi charla se titulaba ‘Hold On! We are Humans’ (¡espera! somos humanos) y, aunque todavía le queda un tiempo de maduración y mejora, tuvo un buen recibimiento. En un evento cuyo objetivo es analizar el modo en el que colocamos al cliente en el centro de la cadena de valor y, con ello, le ofrecemos una experiencia compleja pero de interés, hablar de como los valores humanos deben anteponerse a los automatizados es un reto. 

El pasado jueves estrené conferencia. En concreto fue durante el espectacular evento ModernCX organizado por Oracle. El lugar donde sucedió era magnífico: el Club Retiro Florida. La verdad es que subirte al mismo escenario en el que en algún momento han actuado artistas como Ray Charles, Tina Turner, Plácido Domingo o Montserrat Caballé tiene su cosa. Mi charla se titulaba ‘Hold On! We are Humans’ (¡espera! somos humanos) y, aunque todavía le queda un tiempo de maduración y mejora, tuvo un buen recibimiento. En un evento cuyo objetivo es analizar el modo en el que colocamos al cliente en el centro de la cadena de valor y, con ello, le ofrecemos una experiencia compleja pero de interés, hablar de como los valores humanos deben anteponerse a los automatizados es un reto. 

Sin embargo, no seré yo quien deje de lado el valor exponencial de la tecnología ni tampoco voy a ser yo quien la coloque en un plano secundario.  Por dos razones, porque es a partir de la tecnología que las empresas y las organizaciones localizarán las vías de crecimiento y competitividad indispensable en los tiempos que vivimos y, en segundo lugar porque es a partir de esa tecnología que considero el ser humano puede proyectarse con mayor intensidad. Sigo pensando que la robótica nos hace más humanos, nos concede un tiempo muy valioso para ejercer de seres vivos. El problema está en que eso ni es automático ni carece de esfuerzos.

De ahí que cuando me propuse desarrollar una nueva conferencia, que fuera una evolución de la que durante tres años he ido ofreciendo con diversas mejoras y actualizaciones y titulada ‘reWorking’, pensé que el hilo argumental no podía ser otro que el de contraponer las virtudes y los riesgos que la Inteligencia Artificial y la automatización tienen en todos los ámbitos de la vida y del empleo. Por eso, en un punto intermedio de la misma comento que ‘ninguno de nosotros sentiría amenazado nuestro empleo hoy en día por una calculadora. Sin embargo, esta herramienta tan generalizada inquietó a la mayoría de matemáticos en los días de su lanzamiento’. Ahora los rápidos avances en inteligencia artificial y en aprendizaje automático generan debates y preocupación cuando hablamos del empleo del futuro.

En esta nueva conferencia, cuyo contenido y título evolucionará obviamente, ya no habla de otras revoluciones industriales. Ya no es necesario, todos lo tenemos claro. Los motivos de preocupación en la actualidad son similares a los que se presentaron hace 250 años y está más que demostrado que la tecnología es un facilitador de la eficiencia y la eficacia, que amplifica los logros humanos, en lugar de alejarse de ellos. Por eso, un canto a los beneficios de la tecnología no debe ser algo contrario a lo humano. No se pueden dar charlas diciendo simplemente que lo humano es mejor sin sustentarlo de manera firme lo lo convierte en una alegoría ‘buenista’ y ‘naif’ como he escuchado por ahí, anteponiendo sin justificación lo humano a lo robótico.

No es sencillo ni automático. Hay mucho que hacer antes de que la tecnología no sea un parto doloroso. Mucho que prever antes de que la inteligencia artificial no se lleve por delante millones de empleos. Mucho que estudiar estratégicamente para que las empresas que se automatizan no destruyan modelos productivos analógicos. Mucho que las administraciones deben empezar a analizar. Mucho que hacer y que a partir de unos meses empezaré a explicar en esta nueva conferencia. Una conferencia que se centra en la experiencia adquirida durante la transformación digital de algunas de las empresas para las que ahora mismo estamos trabajando y que nos ofrecen un grado de conocimiento espectacular.

Hemos pasado del lápiz y papel a las calculadoras. Más tarde llegaron las hojas de cálculo. Ni unas ni otras reemplazaron a los matemáticos sino que los volvió incluso más imprescindibles. Ahora bien, quien no lo aceptase, quien no se volcó en su uso, perdió su trabajo. Es muy simple. El hecho de abrazar la tecnología para que nos proyecte de humanamente es un valor que aumentará a medida que el avance de los sistemas de análisis sofisticados generen la necesidad de una interpretación y una aplicación aún más avanzadas, algo que, por cierto, solo los humanos podemos hacer. La pregunta nunca fue si ‘una calculadora te iba a quitar el trabajo’, de hecho tampoco lo es ahora si un sistema de inteligencia artificial te lo va a quitar. Ni siquiera la cuestión es averiguar el grado de afectación que tu empleo tendrá a corto o medio plazo por culpa de las tecnologías exponenciales. El asunto es cómo imaginamos el espacio laboral del futuro inmediato. Un lugar automatizado, donde mucho de lo que hacemos ahora no lo haremos nosotros. Un lugar donde la pregunta real será ¿cuánto de computerizable eres?

Permíteme recordarte que ‘Hod On! We are Humans’  es una conferencia basada en el ‘build with people, no for people’. Una composición visual espectacular con un discurso focalizado en la importancia de las personas en todos los aspectos de la economía actual. En esta charla avanzo las cuatro claves para abordar con éxito el desafío digital que supone este momento de disrupción. El uso de los datos para generar mejores experiencias de cliente, la utilización de la inteligencia artificial para hacer mucho más eficientes los procesos empresariales, la mutación de los productos a servicios para generar nuevos modelos de negocio y, especialmente, la búsqueda de la excelencia en los equipos humanos, a partir de las competencias a estimular. Una conferencia que evita el futurismo improbable, aterrizando a nuestros días el verdadero valor de colocar en el centro de la economía la experiencia de cliente y la responsabilidad de los profesionales implicados en lograrlo. La tecnología no es opcional, pero el cómo la utilizamos sí.

En breve publicaremos las fechas y lugares donde asistir a esta nueva conferencia disponible. En el caso de que estés interesado en contratarla para un evento de tu empresa u organización no dudes en consultar disponibilidad aquí.

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La Transformación Digital ayuda a vender más a cualquier pequeño negocio.

En España hay 260.000 bares, más que en todo Estados Unidos. Somos el país del mundo con mayor número de bares por habitante, 175, y el pasado año, por primera vez en una década, se han vuelto a abrir más locales de los que cerraron. Hemos vuelto al bar, donde lo que más consumimos es cerveza y café y donde trabajan 1,6 millones de personas. La importancia del sector es evidente. Su modernización no. Normalmente cuando hablamos de Transformación Digital nos imaginamos grandes compañías, complejos procesos, tecnología sofisticada y modelos de negocio innovadores. Sin embargo, vamos a ver como esa digitalización es un camino a recorrer por todos, incluidos tu bar de la esquina.

En España hay 260.000 bares, más que en todo Estados Unidos. Somos el país del mundo con mayor número de bares por habitante, concretamente 175 habitantes por bar, y el pasado año, por primera vez en una década, se han vuelto a abrir más locales de los que cerraron. Hemos vuelto al bar, donde lo que más consumimos es cerveza y café y donde trabajan 1,6 millones de personas. La importancia del sector es evidente. Su modernización no. Normalmente cuando hablamos de Transformación Digital nos imaginamos grandes compañías, complejos procesos, tecnología sofisticada y modelos de negocio innovadores. Sin embargo, vamos a ver como esa digitalización es un camino a recorrer por todos, incluidos tu bar de la esquina.

Sabemos que se genera una cantidad estratosférica de datos y de manera continua. La mayoría de estos datos se desperdician no obstante. Normalmente por no entender la importancia que tienen o, peor aún, por no saber como utilizarlos. Menos del 1% de todos esos datos se llega a utilizar realmente. De la misma manera que los cineastas pueden grabar horas de película por cada minuto que vemos en la pantalla, se recogen una gran cantidad de datos que nunca se analizan, y mucho menos se monetizan. Estos datos son un recurso sin explotar en la mayoría de los casos pues en realidad ofrece enormes oportunidades para cualquier tipo de negocio por pequeño o tradicional que éste sea. Ayer en el resumen semanal a las noticias económicas y tecnológicas que hago en el programa Arustitys de La Sexta lo comentamos rápidamente.

Haciendo referencia a un artículo publicado en El Mundo del domingo pasado, es interesante destacar que hay software y modelos de lectura de datos que pueden ser utilizados por cualquier tipo de negocio. En este caso, el protagonista sería un bar. El titular del artículo igual no era el más sencillo para entender de lo que habla, pero la descripción de lo que supone el uso del ‘data’, sí que lo es. 

Resulta que en los bares españoles sólo se toma la comanda de manera digitalizada en uno de cada cuatro establecimientos. Pocos cuentan con tablets para anotar los pedidos y un software que registre todo lo que pasa a partir de ese momento. Lo grave es que el uso de este tipo de sistemas permitiría mejorar el negocio y aumentar las ventas de forma notable.

No estamos hablando de sofisticados modelos de gestión que precisen de una formación profunda, ni tan sólo de un gasto presupuestario alto. Poner al servicio de un bar todo este campo de análisis es relativamente sencillo y económico. De hecho, medir cada factura digitalmente ayuda a cruzar datos para saber qué se consume más, a qué horas y combinado con qué. Esta información es de extraordinario valor para el dueño o el encargado del local, pero también para los propios proveedores del bar.

Sólo con datos no hemos nada, con su transformación en información sí. Ahí es dónde entra la tecnología. Lo que llamamos transformación digital. A veces nos da la sensación que eso es algo reservado a grandes empresas con procesos complejos, plataformas web o modelos de negocio digitalizables. La verdad es que no. Transformarse digitalmente es algo que se hace en la medida y dimensión exacta para cada negocio. 

Por seguir con el ejemplo del bar ’en la hostelería se han cambiado los horarios y este tipo de sistemas de inteligencia de negocios para un establecimiento tan concreto como un bar o una granja, permite fraccionar las ventas en horarios con consumos dispares. Es la misma franja de consumo, pero los clientes son distintos y piden cosas diferentes. Medir qué te piden más los clientes en esa franja, si son copas o cafés, permite al hostelero diseñar mejor su carta, adecuarla a las necesidades de su consumidor, porque lo conoce mejor’.

De los 260.000 bares que hay en España, un 25% utilizan tabletas o dispositivos móviles para realizar los pedidos. Algo que en gran medida no sólo depende de los propietarios sino de la voluntad de modernizar una economía que tenga un gobierno. Hay países en los que la normativa de apertura pide unos mínimos tecnológicos. En Portugal, por ejemplo, ‘la ley exige a la hostelería usar la tecnología digital para la gestión del negocio. La principal barrera para la digitalización no es económica, suele ser cultural’.

Pero permíteme que resalte algo. Digitalizarse ya no es suficiente. De hecho no es lo mismo digitalizarse que transformarse digitalmente. Lo primero es factible de hacerse con inversión, incorporando tecnología y es relativamente fácil. Transformarse es otra cosa. Es el hecho de que a partir de esa tecnología aportada modifiquemos sustancialmente cosas. Mejoremos, hagamos eficiente nuestra empresa. Transformarse digitalmente debe surgir de una nueva cultura empresarial que comprenda la transparencia, la colaboración, las bondades del uso de esa tecnología, debe además ser capaz de colocar al cliente en el centro de la cadena de valor de nuestra oferta y no que el producto sea el motivo. Además los procesos deben aportarnos datos, modelos capaces de modificarse en base al estudio de esos datos masivos que emitimos y, finalmente, la transformación digital genera nuevos modelos de negocio. Si en nuestra estructura productiva hay algo digitalizable, al final será digital. Si tu empresa no da estos pasos, por pequeña que sea, y no lo hace relativamente rápido, puede estancarse e incluso desaparecer. Sí. Le ha pasado a grandes empresas que no entendieron o no vieron la que se avecinaba. Cuando nos quejamos de que grandes corporaciones están concentrando todo y estrechando el espacio a los pequeños comercios, deberíamos pensar si estamos haciendo todo lo que, tecnológicamente y culturalmente hablando, podemos hacer. Además, recuerda que lo humano tiene un valor diferencial y añadido, esa es la clave.

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Las claves de la Transformación Digital de la banca. La iRevolución de los servicios financieros.

La semana pasada estuve en Costa Rica con motivo de la finalización de la primera fase del proyecto de Transformación Digital del Banco Popular de Costa Rica. Un proyecto apasionante que ahora inicia la siguiente etapa, la implementación de diversos modelos de innovación, incorporación de tecnología, gestión del cambio organizativo y, especialmente, el diseño de nuevos modelos de negocio que el sector financiero tiene que abordar irremediablemente. 

La semana pasada estuve en Costa Rica con motivo de la finalización de la primera fase del proyecto de Transformación Digital del Banco Popular de Costa Rica. Un proyecto apasionante que ahora inicia la siguiente etapa, la implementación de diversos modelos de innovación, incorporación de tecnología, gestión del cambio organizativo y, especialmente, el diseño de nuevos modelos de negocio que el sector financiero tiene que abordar irremediablemente. 

Las amenazas son más que sabidas para este sector. Los NeoBanks, los iBanks, las criptomonedas e, incluso, los No-Banks. Pero a mí me gusta más contemplar el otro lado, los retos. En el caso de una entidad financiera nacional, semi pública como es el Banco Popular de Costa Rica, éstos pasan por la reducción de costes y por acelerar la innovación. Es necesaria una banca centrada en el cliente que consiga una relación más estrecha con él y una experiencia digital personalizada. Una banca que ayude a las instituciones financieras y a las propias fintech a construir, operar y monetizar cualquier tipo de aplicación de manera ágil y rápida.

Entre los modelos que he coordinado en otras entidades y las que ya hemos iniciado en Costa Rica, es obligatorio un ecosistema API para lanzar nuevos servicios. APIs abiertas y conectadas a un ecosistema de colaboradores que ofrezcan servicios digitales de valor añadido a través de cualquier entorno colad por ejemplo. Mi obsesión es que cualquier banco considere factible liderar la propia revolución fintech. No voy a entrar en el detalle y el modo de lograrlo ni con que metodologías se puede lograr. Eso es algo que precisa de un buen número de documentos y de un par de jornadas de alto valor explicados en un Workshop específico como afrontarlo. Sin embargo, hay varios campos de trabajo que son determinantes y que a modo esquemático pasarían por:

Los grandes bloques de trabajo deben ser la Analítica, la Automatización, la Gestión de TI, la propia Inteligencia artificial, la innovación estratégica, la tecnología móvil y la seguridad integral. A partir de estos espacios de trabajo se despliegan cada uno de los elementos que derivan. Aunque pueden funcionar para muchos sectores, en el caso de las finanzas se determinan en estos que acabo de relacionar. Veamos cómo se despliegan según nuestro criterio.

Inicialmente el asunto trata de la analítica, de la cual se espera descubrir, interpretar y comunicar patrones significativos y la información de valor a partir de datos de todo tipo. Eso conduce a la gestión prioritaria de analytics por aplicación, analítica prescriptiva, análisis predictivo basado en machine learning, atención a los grandes volúmenes de datos, a la integración de esos datos, la comprensión de la Internet de las Cosas y la visualización de todos estos datos utilizando tecnología que la conviertan en información.

De la automatización se exige que realice operaciones con inteligencia, desde los procesos de negocio hasta la aplicación de bots o la automatización inteligente. Para ello se cuenta con el Blockchain con el objetivo de reducir riesgos y abrir nuevas fuentes de ingresos, cloud computing, almacenamiento en cloud, base de datos en cloud, gestión del propio cloud, infraestructuras como servicios, plataformas como servicios y especialmente generar un volumen aceptable en seguridad en el cloud.

De la Gestión de TI se necesita que se alineen los recursos tecnológicos de información de un banco en función de sus necesidades. Para ello hay que tener en cuenta la alta disponibilidad en el rendimiento operativo, el desarrollo de algún tipo de software de adaptación, la gestión de los propios activos de la tecnología y el cloud, los datos, las identidades, la red, el almacenamiento, los accesos, los negocios, los ciclos de vida de las aplicaciones de la entidad, el rendimiento de esas aplicaciones, el software distribuido llamado middleware y las recuperaciones tras alguna crisis que pudieran ser críticos. 

De la Inteligencia artificial buscamos que interactúa con las tecnologías de la información como un socio adaptable a la actividad humana. Para ello asumimos en cualquier proyecto de transformación digital en el sector financiero que vamos a aplicar machine learning que automatice los modelos analíticos para que los sistemas puedan aprender y extraer conocimientos por su cuenta, el procesamiento del lenguaje natural, un sistema recomendador que prevea la valoración o preferencia de un servicio financiero utilizando una subclase de sistemas de filtrado de información, una visión computacional que adquiera, procese, analice y comprenda todo tipo de interacciones con los clientes/usuarios del propio banco.

De la Seguridad planteada se estructurará para que proteja los sistemas en todos los entornos gracias a la Gestión de identidades, la protección contra el fraude, la importantísima protección de las vulnerabilidades que introducen los dispositivo conectados de un usuario de la entidad, el security analytics que explore soluciones que permitan agregar información de seguridad en toda su infraestructura de la entidad, la  seguridad cloud, la seguridad de datos, la seguridad de las aplicaciones, la seguridad móvil y la supervisión de red en el ámbito de rendimiento y detección de actividades sospechosas. 

Y finalmente, el espacio que considero fundamental y que tiene que ver con el concepto ‘mobile first’. De la Tecnología móvil se necesita que habilite dispositivos móviles para el uso compartido gracias a la analítica móvil, al marketing móvil y, de nuevo, a la seguridad móvil.

En definitiva, y muy a grosso modo, estas son las claves con las que un modelo de negocio financiero tiene que lidiar en el momento que inicia un plan de transformación digital. Esta es la tabla con la que trabajamos nosotros. Debe haber otras, pero lo más complejo es como convertimos un modelo que ha soportado el paso del tiempo con cierto éxito pero que, ahora que ha decidido entender un nuevo entorno, suele quedarse más en la cosmética que en el fondo. 

Tengo la suerte de que mis clientes han entendido que la banca debe darse prisa. Prisa en creerse esto realmente. Que no va de aparentar estar interesado o conocer bien como funciona. Consiste en aparcar dentro. En poco tiempo los proveedores de criptomonedas se habrán ganado la confianza y credibilidad de la que ahora todavía no gozan en términos generales. Por ese entonces, la ventaja competitiva de los bancos será irrelevante. Si ahora no se ponen, no habrá espacio para ellos, o lo que quedará será puramente residual. No serán necesarios tal y como ahora los entendemos. Siglos de evolución soplan en su contra, pero pueden convertirse en vientos favorables. Solo hay que ponerse.


| Picture: Hermione Hodgson |

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