Innovación, Startups Marc Vidal Innovación, Startups Marc Vidal

La innovación disruptiva y alto riesgo que comporta son el ADN de las startups.

Tras el anterior episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos que era eso del temido 'Death Valley' o valle de la muerte por el que pasan muchas startups. Lo cierto es que para superar ese espacio complejo hay que tener un producto innovador y disruptivo en la mayoría de los casos. Por eso el siguiente capítulo lo dedicamos a la innovación en si misma. A esa manera de hacer que tienen las empresas tecnológicas con alto valor de crecimiento. Para ello visitamos a Viuing y me vestí de 'periquito'. 

Tras el anterior episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos que era eso del temido 'Death Valley' o valle de la muerte por el que pasan muchas startups. Lo cierto es que para superar ese espacio complejo hay que tener un producto innovador y disruptivo en la mayoría de los casos. Por eso el siguiente capítulo lo dedicamos a la innovación en si misma. A esa manera de hacer que tienen las empresas tecnológicas con alto valor de crecimiento. Para ello visitamos a Viuing y me vestí de 'periquito'. 

Recuerda que 'Economía de Futuro' es una sección donde analizamos los cambios disruptivos que esta viviendo nuestra sociedad desde el punto de vista empresarial y económico. Lo hacemos dentro del espacio Tips de 'la 2' de TVE

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¿Qué es la Transformación Digital? ¿Una revolución social o tecnológica?

Descrito por algunos como la cuarta revolución industrial, la transformación digital se ha infiltrando en el léxico cotidiano en los negocios. La transformación digital está cambiándolo todo. Está sucediendo en tu casa, en el trabajo y en cualquier lugar. No hablamos sólo de algo que afecta a los negocios.

Descrito por algunos como la cuarta revolución industrial, la transformación digital se ha infiltrando en el léxico cotidiano en los negocios. La transformación digital está cambiándolo todo. Está sucediendo en tu casa, en el trabajo y en cualquier lugar. No hablamos sólo de algo que afecta a los negocios.

Sin embargo, aunque esté por todas partes, no es algo que todo el mundo tenga tan claro como debería. Lo más confuso del concepto Transformación Digital es precisamente lo ‘digital’. Y lo es porque precisamente esa transformación tiene que ver muy poco con la tecnología a la que se le asocia constantemente. La tecnología, ya sea robótica, digital, inteligencia artificial, automatismos o de cualquier otro tipo, facilita que se produzca una transformación, pero en realidad tiene que ver más con un modo de pensar, procesar y de comportarse debido a la llegada de esa tecnología.

La tecnología digitaliza, pero no transforma. No siempre por lo menos. Cuando Spotify nació revolucionó el modo en el que las personas accedían a la música. La tecnología fue el detonante porque permitía acceder desde cualquier lugar a la librería de canciones más grande del planeta. Sin embargo, el éxito se debió a un cambio de pensamiento. El usuario pasaba de comprar productos a consumir servicios, de comprar discos a consumir música. Este nuevo modo de pensar generó un nuevo modelo de negocio que ahora replican muchos otros y en muchos campos.

¿Por qué es tan importante la Transformación Digital? La transformación digital es fundamental porque altera las estructuras de la sociedad de punta a punta. Un buen número de las compañías más grandes del mundo no existían hace tan sólo una década. El impacto de éstas ha sido realmente intenso y profundo. Han sido disruptivas no por la tecnología aportada sino por el modo en el que han modificado las reglas y relaciones sociales. Uber, Amazon, Facebook, Twitter, Airbnb, Netflix y tantas otras.

Cuando se obvian esos cambios y se incumple la tendencia del mercado el resultado ha sido desastroso. Le pasó a Blockbuster o a Kodak, pero también a centenares de empresas consolidadas y con altos ingresos que de la noche a la mañana vieron como un nuevo agente disruptivo, un competidor que hacía las cosas distintas, los borraba del mapa.

Es importante prestar atención a esa Transformación Digital urgente que deben afrontar todos los negocios del mundo. De un modo u otro te va a tocar. No es bueno esperar a que aparezca esa disrupción en tu sector y luego reaccionar. Netflix interrumpió su modelo de negocio inicial basado en el alquiler de DVDs. Al observar el mercado y predecir los avances tecnológicos, Netflix se arriesgó e invirtió en tecnología de transmisión de video. La apuesta dio sus frutos. En 2017 Netflix registró unas ganancias récord y es el mayor proveedor de contenido de video del mundo.

¿Se puede transformar digitalmente todo? En 1876, Alexander Graham Bell inventó el primer teléfono. En 1905 2,2 millones de personas usaban teléfonos. En 1910 esta cifra creció hasta 10 millones. Lo mismo con la TV. Puesta en marcha por primera vez en 1927. En 1939 existían 7.000 aparatos de televisión en los Estados Unidos. En 1959, esta cifra era de 67.145.000. A esto se le llama crecimiento exponencial. La adopción tecnológica en nuestra sociedad es extremadamente rápida. Facebook fue lanzado en 2004 y apenas 10 años más adelante, tenía 1.390.000.000 usuarios activos.

Es importante destacar que la Transformación Digital, que a mi me gusta llamar Revolución Digital, está significando un reordenamiento de todos los vínculos y contratos sociales que teníamos establecidos rígidamente a partir de los estímulos que concede la propia tecnología. Hablamos de un reto empresarial y personal, de una revolución tecnológica pero también íntima. No hablo de algo a temer sino a desafiar.

Algunos clientes me comentan que sienten cierta angustia cuando se dan cuenta de la velocidad de todo y la cantidad de cambios a efectuar. Cierto que hace 20 años pocos creían que llevaríamos en estas fechas una computadora capaz de navegar por internet, una cámara de vídeo de alta resolución, un geolocalizador sin margen de error, un video teléfono capaz de conectar sin coste con cualquiera en el mundo, un entrenador personal o mil cosas más, en el bolsillo y por 200 dólares.

A ellos les digo que la pregunta no es si les va a llegar o no el momento de la disrupción. La pregunta correcta es ¿cuándo y con que tecnología? Se trata de aprender cómo van a cambiar las cosas para que tu empresa pueda estar lista a tiempo. La falta de previsión y estrategia podría convertir un negocio rentable en irrelevante. Esta afirmación sirve para empresas y, sobretodo, para personas. La transformación no atañe a las empresas únicamente, también a sus miembros en todos los estadios.

En los cursos que ofrezco, la parte más importante de los mismos no es el 'cómo se crea una estrategia empresarial de transformación', que también, sino especialmente cómo los miembros de una empresa comprenden que transformarla digitalmente no es enseñar habilidades tecnológicas a sus empleados, sino ofrecerles las vías para revolucionar su modo de entender la empresa, la competencia y el sector.

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Apps, Internet of Things, Tecnologia Marc Vidal Apps, Internet of Things, Tecnologia Marc Vidal

Cuando el 'voyeur' ya no es una persona sino un dispositivo IoT.

Existen teléfonos inteligentes, televisiones inteligentes, coches inteligentes y, por supuesto, vibradores inteligentes. Así es como define la empresa canadiense Standard Innovation al cachivache que fabrica llamado We-Vibe y que tiene como propósito ofrecer soluciones a la sexualidad de sus usuarios. De momento, un éxito de ventas por cierto.

Existen teléfonos inteligentes, televisiones inteligentes, coches inteligentes y, por supuesto, vibradores inteligentes. Así es como define la empresa canadiense Standard Innovation al cachivache que fabrica llamado We-Vibe y que tiene como propósito ofrecer soluciones a la sexualidad de sus usuarios. De momento, un éxito de ventas por cierto.

Sin embargo para la empresa que fabrica los We-Vibe no todo han sido buenas noticias. Recientemente ha recibido la orden de pagar una compensación económica a varios propietarios o propietarias de este juguete sexual. ¿El motivo? Que es demasiado inteligente. Resulta que el dispositivo se dedica a rastrear el uso que hacen los clientes sin notificar nada al respecto. Es decir, sabe el tiempo, el modo, el lugar y otros datos sin el consentimiento de quien lo está utilizando.

El We-Vibe 4 Plus es el primer vibrador IoT (Internet de cosas) del mundo. Funciona con una conexión Bluetooth que se puede controlar de forma remota, es decir, permite el juego entre diferentes personas. Alguien disfruta el uso del objeto y otro lo controla a distancia. Inclusive desde otro lugar remoto. Solo es preciso conectarlo al teléfono y a una aplicación. Ahí, precisamente, surgen los problemas de seguridad y uso de datos.

Este asunto no es un problema aislado de este tipo de objetos. De hecho, la seguridad es el gran problema para la Internet de las Cosas en general. En la última conferencia de hacking DefCon 24 en Las Vegas, los hackers Goldfisk y Followr mostraron cómo el vibrador en cuestión podía ser activado remotamente por cualquiera que pudiera interceptarlo con un smartphone emparejado.

Ambos mostraron que los datos de uso ofrecían información segmentada y detallada del uso que se les daba. Aunque el ‘climax’, si se me permite decirlo así, llegó cuando esos datos empezaron a ofrecer minuto a minuto los cambios de temperatura de los usuarios, intensidad de la vibración y, lo que es más terrible, la opción de vincularlos a información de identificación personal, como direcciones de correo electrónico.

El tribunal de Illinois multó a la empresa canadiense a pagar más de siete mil dólares por cada usuario que tuviera la aplicación asociada al vibrador. Una decisión histórica pues pone sobre la mesa un problema gigantesco al que hay que enfrentarse urgentemente y no me refiero a los juguetes sexuales. Estoy hablando de la seguridad asociada a los dispositivos IoT que cada vez más se están normalizando en nuestro entorno cotidiano.

El pasado febrero, el hackeo de unos osos de peluche conectados de la empresa ‘CloudPets’, un juguete para niños IoT, tuvieron una fuga de datos masiva. Se trataba de grabaciones de la voz de niños y padres, direcciones de correo asociadas a los progenitores y las contraseñas aplicadas en la aplicación derivada. En total casi un millón de usuarios.

Sabemos que el sexo mueve mucho dinero. De hecho sigue siendo uno de los contenidos mayoritarios en la red. Fue un efecto dinamizador de Internet en su día. Gran parte de los avances que vive la red de redes provienen de las ‘necesidades’ que el sector precisó en un momento determinado y donde una audiencia millonaria garantizaba que cualquier inversión sería rentable.

También sabemos que la inseguridad es la responsable de algunos retrocesos. Hay países donde el desarrollo del comercio electrónico se detuvo por culpa de una sensación de inseguridad ante el pago virtual. Ahora, la IoT está ante un reto similar. La seguridad es la clave. No tan solo por, como he ejemplificado hoy en el ámbito de la privacidad más íntima, sino en todos los aspectos. Miles de millones de objetos conectados a nosotros y entre ellos, ofreciendo datos sobre nosotros y sobre lo que hacemos, debe urgentemente establecer un paisaje de seguridad que de momento no tiene.

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Innovación, Robotica, Tecnologia Marc Vidal Innovación, Robotica, Tecnologia Marc Vidal

Olvida la versión oficial. Los robots no te van a quitar el trabajo de momento.

El empleo del futuro está en juego. Todo el mundo parece estar de acuerdo. En cada conferencia que ofrezco o en cada curso que imparto a empresas, el temor a un futuro incierto es algo previo que está como instalado mayoritariamente. La impresión inicial siempre es la misma. Se está tatuando socialmente una especie de discurso oficial acerca de que la tecnología ha llegado para destruir la ocupación que, aparentemente, tan bien habíamos estructurado. Permitidme que ponga en duda esta última afirmación.

El empleo del futuro está en juego. Todo el mundo parece estar de acuerdo. En cada conferencia que ofrezco o en cada curso que imparto a empresas, el temor a un futuro incierto es algo previo que está como instalado mayoritariamente. La impresión inicial siempre es la misma. Se está tatuando socialmente una especie de discurso oficial acerca de que la tecnología ha llegado para destruir la ocupación que, aparentemente, tan bien habíamos estructurado. Permitidme que ponga en duda esta última afirmación.

Es evidente que la automatización se está llevando por delante a muchos espacios de trabajo. Un informe reciente del Instituto McKinsey Global estimó que el 49% de las actividades laborales van a ser ser totalmente automatizadas. Esto afectará inevitablemente a 1.100 millones de trabajadores en todo el mundo. A esta cifra demoledora, que no es preciso ser un lumbreras para identificar las razones que lo van a provocar, siempre se le incorpora otra inferior que habla de los empleos que se crearán por el mismo motivo vinculado a la innovación tecnológica. Siempre es una cifra cuantitativamente menor.

El discurso oficial dice que ‘no vamos a crear tanto empleo como el que vamos a destruir’. Esa afirmación es tan superficial como otras que no consideran el hecho de que probablemente lo que va a pasar no es que se destruyan únicamente empleos sino que el concepto que representa el contrato social llamado ‘trabajo’ va a cambiar como nunca antes lo hizo. Ahí estará la clave. Como también el modo en el que las empresas, y a eso dedico mis esfuerzos cada día, interpreten como un valor añadido esa combinación futura entre ‘transformación digital’, automatización y robotización con el aumento de plantillas humanas. Sí, es posible. Robotizar destruyendo unos puestos concretos para crear muchos otros.

Gracias en parte a más robots en sus centros de cumplimiento, Amazon ha sido capaz de reducir los costos de envío y traspasar ese diferencial a los clientes. El envío más barato estimula a los potenciales clientes a utilizar Amazon. El resultado siempre ha sido el mismo. La compañía contrata a más trabajadores para resolver esa demanda creciente y una respuesta personalizada en la postventa. Más robots, más automatismos que permiten a su vez más humanidad.

El caso de Amazon es paradigmático. ¿Qué hacen los robots, y qué hacen las personas? Las tareas que involucran habilidades motoras al detalle, análisis o imprevisibilidad son gestionadas por personas. Los robots sólo pueden operar en un ambiente controlado, realizando tareas regulares y predecibles. Acciones que requieren fuerza o, incluso, el traslado de estanterías enteras facilitando la parte final del proceso de empaquetado que terminan los seres humanos.

A veces se nos presenta un mundo en el que en pocos años los robots y la tecnología será capaz de llevar a nuestros hijos al colegio. Eso en las películas está muy bien pero la realidad va a ser algo distinta. Es cierto que van a pasar cosas tremendamente disruptivas pero hay que tener una medida objetiva para todo ello. He visto tecnología que va a cambiar el mundo en breve, pero también he oído de otras que se les otorga cualidades que no tiene ni tendrá de momento. Los coches autónomos o las criptomonedas son un ejemplo.

En Amazon o en otros grandes almacenes multiproducto que están trabajando de un modo similar, los robots mueven estantes y los llevan a donde un empleado, sin tener que hacer el trabajo duro, empaquetando y enviándolo a su destinatario. De momento en esa cadena un humano es más operativo en la selección del artículo correcto. Al terminar esa colecta el robot se lleva la estantería a su lugar de origen. El análisis del espacio que requiere la carga del camión de reparto es otro de los puntos en los que la intervención humana detallada maximiza el espacio y mejora el beneficio logístico de la empresa.

De momento, más robots significa más humanos. Desde que adquirió la empresa de robótica Kiva Systems, con sede en Boston, en marzo de 2012, por 775 millones de dólares, Amazon ha incrementado el uso de robots y continúa invirtiendo muchísimo en automatización. Tanto para robots como para drones. En 2016, la compañía aumentó su fuerza de trabajo robótico en un 50%, de 30.000 a 45.000 unidades. Sin embargo, lejos de despedir a nadie, Amazon aumentó el empleo humano en torno al 50% en el mismo período de tiempo. El informe de resultados de la empresa para el cuarto trimestre de 2016 incluyó el anuncio de que planeaba crear más de 100.000 nuevos empleos a tiempo completo sólo en los EE.UU. durante los próximos 18 meses.

¿Es cierto que habría más trabajos si la gente estuviera haciendo el trabajo que ahora hacen los propios robots? ¿Podría ser que la productividad que estimulan al final beneficia a los propios humanos? Muchos de los empleos que Amazon está creando no existían hace un tiempo. Surgen de esa combinación máquina-humano. Es urgente establecer ese espacio de relación. Las empresas deben incorporar tecnología para ganar más en el medio plazo y nada indica que eso requiera despedir personas, sólo modificar su modo de trabajo y potenciarlo gracias a la digitalización y automatización de todos los procesos. Esto no va de temer el futuro. Va de desafiarlo.

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Apps, Coches, Politica Marc Vidal Apps, Coches, Politica Marc Vidal

El modelo de negocio del taxi será el transporte de datos y no de personas.

Hailo, una aplicación fundada por un grupo de taxistas de Londres en 2009 se fusionó con Mytaxi el año pasado. Ahora la marca resultante es esta segunda. El gigante automovilístico Daimler, propietario de marcas como Mercedes, adquirió una participación de 60% de la misma. A Hailo la conozco principalmente por que la utilizo en Dublín combinada con Uber. Dependiendo del desplazamiento que tengo previsto solicito uno u otro. Allí no hay protestas ni manifestaciones por parte de nadie. El motivo puede estar en que la legislación no penaliza al taxista ni lo deja desamparado ante una competencia que juega a otro deporte.

Hailo, una aplicación fundada por un grupo de taxistas de Londres en 2009 se fusionó con Mytaxi el año pasado. Ahora la marca resultante es esta segunda. El gigante automovilístico Daimler, propietario de marcas como Mercedes, adquirió una participación de 60% de la misma. A Hailo la conozco principalmente por que la utilizo en Dublín combinada con Uber. Dependiendo del desplazamiento que tengo previsto solicito uno u otro. Allí no hay protestas ni manifestaciones por parte de nadie. El motivo puede estar en que la legislación no penaliza al taxista ni lo deja desamparado ante una competencia que juega a otro deporte.

En otros lugares donde suelo pasar tiempo de manera continua he incorporado otros servicios de movilidad. En Barcelona, Madrid o Londres utilizo el moto-sharing o el car-sharing, el transporte público y, en ocasiones, el bicing compartido. En la capital británica, no obstante, sumo la de Uber. En base al desplazamiento que tengo previsto selecciono una u otra manera de cumplirlo. Creo que ese es el modo de transporte urbano que mejor encaja con el presente actual y con el futuro inmediato.

Cuando los taxistas se manifiestan contra estas plataformas lo hacen convencidos de que este tipo de soluciones son una agresión a sus modelo de negocio. Consideran que ofrecen una competencia desleal que pone en juego la inversión que ellos han tenido que hacer para lograr una licencia profesional. Y en cierta medida es así, pero no es culpa de las plataformas. En todo caso será de los que tienen que legislar adecuando los tiempos que vivimos a las soluciones a las que podemos disponer. No es cuestión de complicar la vida a los nuevos modelos de transporte, en todo caso será obligatorio flexibilizar a los que ya estaban.

El mundo del taxi ha cambiado poco desde hace más de tres siglos. En realidad sólo ha cambiado el envoltorio pero no el fondo ni el modelo de negocio que parece que solo puede ser uno. Mover personas de un lado a otro. Pero en un momento de la historia en que todo aquello susceptible de ser digitalizado lo acabará siendo, en el que negocios intocables fueron convertidos a cenizas por la revolución tecnológica que vivimos, parece que el mundo del taxi y el transporte en general tendrá irremediablemente que aceptar que el campo de batalla comercial se les va a hacer muy grande se pongan como se pongan.

Hablamos de un tipo de comercio ambientado en el siglo XVII que espera continuar siendo rentable en pleno XXI con escasos cambios. Es lógico pensar que algo va a tener que ser diferente. No es lógico mantenerlo así eternamente y sin variables que sean disruptivas. Las plataformas como Blablacar, Uber, Lyft u otras no dejan de ser respuestas a ese estado tecnológico de la sociedad y de la economía.

El mundo del taxi que se mueve al compás de aplicaciones de ayuda a su trabajo como MyTaxi u otras, lo que realmente están haciendo, sin saberlo, es modificar el modelo de negocio vinculado a su producto. Ahora, el mayor valor que tiene un taxi en muchos lugares del mundo, son los datos que aporta. La gigantesca flota conectada a una de estas aplicaciones vinculadas al taxi tradicional entregan a tiempo real información muy valiosa y que es utilizada en múltiples campos. Las marcas de coche lo saben y por eso entran en el accionariado de las mismas.

Recordemos que los grandes fabricantes de automóviles ya saben que en breve dejarán de vender coches para pasar a ofrecer servicios de movilidad y, para ello, necesitan digerir muchos datos que les permitan entregar al usuario cliente final servicios ajustados a sus necesidades y de mejor acabado que la competencia. ¿Crees que Daimler, Ford, Nissan u otros fabricantes se consideran competencia entre ellas? Cada vez menos. Me contaba un directivo de Ford que ellos ven como competencia inmediata ‘la manera de vivir futura’. Por eso me concretó que ‘los esfuerzos en entender al usuario de movilidad de dentro de cuatro o cinco años es clave’.

¿Está el taxista asumiendo ese cambio de manera de vivir? Las plataformas de movilidad como Cabify, Uber o de otra índole como Blablacar, Car2go, BlueMove, eCooltra, etc., no son la competencia, son sencillamente respuestas a un nuevo modo de vida que considera que lo importante no es sólo ir de un lugar a otro, lo trascendental es como se vive toda esa experiencia y como se adapta a la necesidad de cada momento.

La mayor responsabilidad de todo esto es de los legisladores. Como siempre a paso de tortuga en un mundo que va a ritmo de McLaren. El enemigo de los taxistas no es Uber. Si lo fuera así no podrían convivir en otros países. Lo que cambia entre esos países y el nuestro por ejemplo es la legislación desfasada que penaliza ser taxista. El rival del taxista es el futuro, los nuevos tiempos y el peso de lo inevitable. Por eso la protesta no debe ser contra lo que va a ser si o si, sino para estimular a que se disponga de un marco legal que posibilite la convivencia de una movilidad libre y un taxi moderno.

Los tres actores son conductores, pasajeros y legisladores. Los taxistas consideran que en los primeros no caben otras fórmulas que no sean las que ellos representan. Los pasajeros mayoritariamente quieren un buen servicio. Los legisladores siguen de cenas de partido. Las protestas del taxi, en ocasiones, me recuerdan las que se llevaron a cabo a principios del siglo XVI en Italia. El sector del vino de ese país logró que se prohibiera el café en todo el país durante casi un siglo. Consideraban que si se servía en cantinas como acompañante de conversaciones acabaría con el negocio vitivinícola. Obviamente eso no fue así, pero el miedo inicial era razonable. En Pittsburgh puedes pedir un Uber que se conduce solo desde hace medio año. Ya pasa. En breve taxistas y conductores de Uber se manifestaran juntos. Al tiempo.

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Eventos, Startups Marc Vidal Eventos, Startups Marc Vidal

Últimos días para participar en el segundo Nuclio Weekend

Hace unas semanas hablé del papel indispensable de un nuevo concepto de incubación empresarial llamado Venture Builder. Indispensable para un espacio productivo que debe poner foco en las empresas tecnológicas. Recordemos que las startups están siendo el motor que impulsa nuevos modelos de negocio, la disrupción de muchos algo más antiguos y, en definitiva, el vehículo por el que muchos países de nuestro entorno han iniciado la mutación de sus modelos de crecimiento económico.

Hace unas semanas hablé del papel indispensable de un nuevo concepto de incubación empresarial llamado Venture Builder. Indispensable para un espacio productivo que debe poner foco en las empresas tecnológicas. Recordemos que las startups están siendo el motor que impulsa nuevos modelos de negocio, la disrupción de muchos algo más antiguos y, en definitiva, el vehículo por el que muchos países de nuestro entorno han iniciado la mutación de sus modelos de crecimiento económico.

Casi un 95% de las startups que nacen, mueren a los pocos años. Lo hacen por que su apuesta es arriesgada y su guerra es, normalmente, contra grandes negocios establecidos. Una de las ventajas de los denominados Venture Builder es precisamente rebajar ese ratio. ¿Cómo lo logran? Cambiando el orden de los factores. En lugar de que un grupo de emprendedores ponga en marcha un proyecto y luego se acerque a incubadoras o aceleradoras donde darle forma, en un Venture Builder el camino es inverso. Generan la idea que puede estar validada en términos generales por sector, demografía o territorios y luego buscan a los mejores emprendedores para llevarlos a cabo dentro del propio Venture Builder. Digamos que funcionan como una especie de 'cazatalentos' a los que les ofrecen un proyecto bien pensado, validado y estructurado. 

Es el caso del evento que se produce este fin de semana. El llamado Nuclio Weekend. Una especie de Got Talent para emprendedores que organiza mi socio y amigo Carlos Blanco junto a su equipo en Barcelona los días 17, 18 y 19 de marzo. Esta será la segunda edición. En la primera edición recibieron 1800 candidaturas que se postularon para ser esos emprendedores que debían llevar a cabo los proyectos que Nuclio ya tenía estudiados y preparados. Finalmente fueron 50 los elegidos que ya han puesto tres de las cinco startups que ahora mismo están incubando.

Este tipo de encuentros buscan fundamentalmente reunir talento para crear los mejores equipos para cada idea y cofundar la startup junto con ellos.  Las ventajas que obtiene alguien que está buscando un proyecto al que incorporarse y a la vez sentir el valor de emprender un proyecto propio obtendrán entre el 30% y el 45% de esa startup incubada sin invertir dinero, retribución salarial a cambio de dedicación full-time al proyecto, inversión inicial (de entre 75k€ y 150k€), acceso preferente a Media for Equity, apoyo constante por parte de Nuclio a través de los servicios centrales (IT, Legal, Comunicación & PR, RRHH y Administración), red de networking y relaciones con los actores más importantes del ecosistema

Si te interesa aun estás a tiempo para presentar tu candidatura y ser elegido para ser parte de todo ello. Los perfiles que buscan y el como solicitarlo lo puedes hacer aquí y nos vemos allí.

 

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Inversion, Startups Marc Vidal Inversion, Startups Marc Vidal

¿Qué es el temido Death Valley por el que pasan muchas startups?

Tras el anterior episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el tercer escalón por el que subían muchas startups, las conocidas aceleradoras de negocios, en este quinto episodio seguimos avanzando en conocer cuales son los pasos y etapas por las que pasan este tipo de empresas tecnológicas con alto potencial de crecimiento y que están marcando el ritmo de la nueva economía. En concreto hoy hablaremos del temido Valle de la Muerte, también conocido por 'Death Valley'.

Tras el anterior episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el tercer escalón por el que subían muchas startups, las conocidas aceleradoras de negocios, en este quinto episodio seguimos avanzando en conocer cuales son los pasos y etapas por las que pasan este tipo de empresas tecnológicas con alto potencial de crecimiento y que están marcando el ritmo de la nueva economía. En concreto hoy hablaremos del temido Valle de la Muerte, también conocido por 'Death Valley'.

Para tratar este tema en el programa entrevistamos a Laura Urquizu, la CEO de una startup que superó esa fase, RedPoints. Por otro lado, y para explicar en que consisten las rondas de financiación en estas fases entrevisté también a uno de los mayores expertos de España, Oriol Juncosa.

Recuerda que 'Economía de Futuro' es una sección donde analizamos los cambios disruptivos que esta viviendo nuestra sociedad desde el punto de vista empresarial y económico. Lo hacemos dentro del espacio Tips de 'la 2' de TVE

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Marc Vidal Marc Vidal

Del carro de caballos al coche de motor. Innovación, cultura, leyes e intereses.

El futuro del sector automovilístico pasa por una reinvención total. Ya no se trata de incorporar ‘moderneces’ al panel de mando. Ni siquiera si van a poder conducirse solos o no. El asunto es cultural, sociológico. Que la mayoría de marcas estén en plena vorágine inversora buscando donde meterse para pivotar el negocio es síntoma de que ya se han dado cuenta.  El niño que no conducirá jamás ya ha nacido y la persona que nunca tendrá un coche propio ya va a la universidad. Muchos de los que tuvimos uno de estos artilugios y que nos los quitamos de encima hace años, nunca más compraremos ninguno. La clave no es tanto si el vehículo está conducido por alguien o va sólo. La verdadera revolución social vinculada a la tecnología es que ya no es un tema de dejar de ser ‘conductor’, el asunto es que la gente deja de ser ‘dueño’.

El futuro del sector automovilístico pasa por una reinvención total. Ya no se trata de incorporar ‘moderneces’ al panel de mando. Ni siquiera si van a poder conducirse solos o no. El asunto es cultural, sociológico. Que la mayoría de marcas estén en plena vorágine inversora buscando donde meterse para pivotar el negocio es síntoma de que ya se han dado cuenta.  El niño que no conducirá jamás ya ha nacido y la persona que nunca tendrá un coche propio ya va a la universidad. Muchos de los que tuvimos uno de estos artilugios y que nos los quitamos de encima hace años, nunca más compraremos ninguno. La clave no es tanto si el vehículo está conducido por alguien o va sólo. La verdadera revolución social vinculada a la tecnología es que ya no es un tema de dejar de ser ‘conductor’, el asunto es que la gente deja de ser ‘dueño’.

Tengas el negocio que tengas, trabajes donde trabajes, la disrupción te va a llegar sino lo ha hecho ya. Incluso puede que la tengas encima y ni te des cuenta. Tecnologías asociadas a la vida cotidiana se abren paso para derrocar reinados intocables. La banca, los seguros, la televisiónl, el retail o los coches. Adoptar soluciones tecnológicas innovadoras como maquillaje suele ser perjudicial a medio plazo. Los bancos lo hicieron. Digitalizaron su aspecto pero no se transformaron. Por eso ahora un tercio de su negocio ha sido capturado por las Fintech. En el mundo del automóvil pasa algo similar. El asunto no es poner más o menos tecnología al servicio del conductor, el tema radica en que el conductor esta a cinco minutos de dejar de comprar coches.

El 95% del tiempo un vehículo esta parado en algún lugar. No tiene sentido. Daimler, por ejemplo, interpretó hace unos años este punto de inflexión y lo tradujo en un programa de innovación basado en la conectividad, la conducción autónoma, el uso flexible y los motores eléctricos. Entre las decisiones más importantes estuvo la de crear la filial Car2Go. De vender coches a ser un intermediario. De vender productos a ser facilitador de servicios de movilidad. La tecnología digital, el desarrollo de plataformas, la nueva conciencia social y la comodidad evidente de no tener coche propio han convertido este tipo de servicios en la vía de supervivencia a la que se van a amparar las cuentas de resultados de estos gigantes. El fin de todo ello es llegar a no conducir, a tener vehículos circulando todo el tiempo y ofreciéndonos un servicio de movilidad por una cuota mensual. ¿Es factible ya? ¿Qué lo impide? Básicamente los de siempre y lo de siempre. Leyes, intereses y miedo a la innovación.

Coches autónomos recogiendo personas en base a las decisiones de eficiencia de un cerebro sintético. Suena frío, suena prisionero. Tal vez suena tan raro como cuando llegaron los primeros coches tal y como los conocemos a nuestro mundo a finales del siglo XIX. En aquel entonces la gente se mostraba muy preocupada porque la retirada de caballos (animales) de los carruajes otorgando el control de la conducción a los conductores (humanos) iba a ser un desastre. Para la percepción de aquellas personas un conductor humano que no tuviera la asistencia de una segunda inteligencia era un drama. Se consideraba que un caballo servía para controlar por instinto cualquier imprevisto en el recorrido. Se pensaba que los animales evitarían las colisiones que en manos de personas serían más difíciles de evitar. Ahora pensamos que dejar el coche en manos de un ordenador con sensores de todo tipo es una temeridad curiosamente.

De hecho, incluso, en 1895 se implementó una ley que obligaba a los coches ‘autopropulsados’ que tuvieran una persona delante del mismo agitando una bandera roja. Era una derivación de una ley vinculada a los trenes de vapor y se adaptó a este nuevo ‘invento’. El propio New York Times publicó que este tipo de aplicación legal solo servía para ‘eliminar la utilidad que tiene un avance tecnológico como un carro sin caballo’. ¿Os suena? Leyes dependientes de consideraciones antiguas que sólo sirven para eliminar lo bueno de la propia innovación. En aquel entonces esa norma paralizó el crecimiento de una industria nueva, la de los carros sin caballo. Demandas contra los que lo hacían sin ese abanderado delante acabaron por paralizar una industria que nadie era capaz de imaginar que llegaría a lo que ahora es. En 1903 se subió la velocidad máxima para estos vehículos a 20 millas por hora y eso imposibilitaba llevar un tipo con una bandera delante. Desaparecía una ley absurda y el coche pasaba a ser un bien útil, preciado y eficiente. El resto de la historia ya la conocemos. Este video es del día que se celebró su revocación.

Las leyes que prohíben algo que está demostrado somos capaces de poner en marcha sin peligro para nadie y que exigen una manera de entender el concepto conducir o poseer, caerán. Lo harán antes de lo que esperamos. En aquellos tiempos fueron fabricantes de carros y políticos miedosos o desconocedores y gente preocupada por una conducción no asistida por un caballo. Ahora es lo mismo. Fabricantes perdidos, políticos desconocedores y gente preocupada por una conducción no asistida por un humano. La diferencia con aquel entonces es que hoy los fabricantes han entendido el desafío y la gente ha iniciado la transición rápida del ‘me gusta conducir’ al ‘me gusta compartir’. Dependemos de la política para evolucionar. Que vigilen no sea que a ellos también les llegue la disrupción.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Que los robots paguen impuestos es una muy mala idea.

El fundador de Microsoft, durante una entrevista que concedió a Quartz, se mostró escéptico sobre la capacidad de este mundo para gestionar una automatización veloz. A eso añade que para prevenir un desastre monumental los gobiernos deberán aplicar un impuesto robótico. Asegura que si esa automatización continua a la velocidad actual el desastre será bíblico. Realmente, su propuesta de tasar a los robots se basa en la necesidad de reducir la velocidad de esa automatización. Algo que como contesta The Economist es inviable.

El fundador de Microsoft, durante una entrevista que concedió a Quartz, se mostró escéptico sobre la capacidad de este mundo para gestionar una automatización veloz. A eso añade que para prevenir un desastre monumental los gobiernos deberán aplicar un impuesto robótico. Asegura que si esa automatización continua a la velocidad actual el desastre será bíblico. Realmente, su propuesta de tasar a los robots se basa en la necesidad de reducir la velocidad de esa automatización. Algo que como contesta The Economist es inviable.

A esas afirmaciones del Sr. Gates se han sumado centenares de economistas, expertos, defensores de un universo paralelo y derivados. Todos consideran que su teoría responde a gravámenes exactos y justos. Culpabilizan a una maquinaria de eliminar puestos de trabajo. Algo que por cierto ha pasado toda la vida. Pero en realidad no habla de eso. Bill Gates no está hablando de que los robots paguen el impuesto sobre la renta. Él sostiene que los robots deben ser gravados, ya sea en su instalación o en las ganancias que generen a costa del trabajo humano desplazado. Ese beneficio superior, según Gates, deberá utilizarse para capacitar a los trabajadores y, tal vez, para financiar servicios públicos sanitarios, educativos o del cuidado de ancianos o enfermos.

Suena a película futurista donde millones de robots trabajan para nosotros y, bajo un ocio cultural y maravilloso, los humanos esperamos que nuestros servicios públicos se transformen en derechos fundamentales. Eso va a costar. Básicamente porque para llegar ahí deberemos de desmontar todo un modelo económico que nos ha regido en cada revolución tecnológica. Y es que un robot no es más que una inversión de capital, como una computadora, una fundición o un tractor. Es aconsejable no gravar estas cosas. Si se hace se pone en riesgo el crecimiento de la producción. Una fiscalidad que disuada la inversión contrae la economía. Es contraproducente. Los que defienden lo que dice Bill Gates sugieren, a veces sin saberlo, que invertir en robots es algo así como hacerlo en una cadena de montaje automatizada. Aumenta la producción económica pero también impone un costo social. A esto se le llama ‘externalidad negativa’.

Pero el drama es inevitable y es bueno que se esté debatiendo en algún sentido. La rápida automatización amenaza con desalojar a millones de trabajadores de viejos empleos sin tiempo para absorberlos en otros nuevos. De ahí que ese teórico impuesto sobre los robots aparezca como salvación. Unos ingresos públicos que reduzcan ese drama y ayude a paliar los efectos de tipo social. Algo así, y guardando las diferencias, como hacemos con aquellos productores industriales más contaminantes que pagan impuestos superiores para desalentarlos a utilizar ese tipo de procesos que nos dañan a todos.

Muchos trabajadores serán desplazados por robots. Cierto. Como también muchos robots iniciaran funciones sociales en ámbitos de la salud, la atención, administración del estado, la función pública y la seguridad. El coste de todo ello se reducirá también. El coste ‘humano’ de la administración pública también bajaría. Y mucho. Digamos que los servicios que ahora son costosos para la administración podrían ser relativamente más baratos, logrando así una estabilidad social vinculada al bienestar garantizado.

Pero donde la idea de Gates flojea más es en la idea de que la automatización se está produciendo muy rápido. Si eso fuera así, si el desplazamiento de trabajadores por máquinas estuviera siendo tan acelerado y general, las tasas de crecimiento y productividad también lo harían de manera importante. Muchos defienden que es cierta esa velocidad. Algo que no está sucediendo en realidad. Sin embargo hay preguntas incomodas si fuera posible imponer ese tipo de estrategia. ¿Por qué reinstalar un modelo productivo automatizado y gravado impositivamente cuando la gente hace cola para hacer el trabajo con el salario mínimo? La propuesta de Gates y los defensores de los robots paganinis busca retrasar la automatización pero lo que provocarán es el retraso de la productividad.

En una automatización rápida los robots no deben ser un objetivo fiscal. Los robots no son más que una sustitución del trabajo por el capital. Gravar a los robots es un tema y la redistribución de ingresos públicos es otra. Vincularlos es dañar la productividad que al final solo lleva a más desempleo. Pretender que una empresa reduzca la velocidad de innovación porque pudiera parecer tóxica es un gravísimo error. El costo de producir la segunda copia o la mil millones de una pieza de software es aproximadamente cero. Cada conductor del camión necesita instrucción individual, pero un sistema de conducción autónomo se puede duplicar de manera infinita. Esa competitividad es inevitable. Intentar evitar con tasas e impuestos directos a la innovación no ayudará mucho a los trabajadores desplazados.

En todo caso los impuestos deberían ser, como siempre, sobre los beneficios y no sobre la inversión. Pero visto lo visto y sabiendo lo que sabemos, cuando alguien en el gobierno se de cuenta en una tertulia televisiva, en un encuentro con científicos o en los pasillos del algún ministerio, que este asunto es real y no algo que ha leído en diagonal en algún informe lejano, entonces la medida será de corte inmediato. Lo veo venir. Los impuestos a los robots molarán mucho. Tema inmediato, efectista, garantía de que los que se vayan al paro tendrán compensaciones y las empresas que los han sustituido por los malvados robots pagaran por ello. Ya verán que maniqueo será todo. Ya verán.

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La transformación digital del 'retail' y su obligatoria estrategia 'Mobile-First'

En España, los comercios de retail con una apuesta clara por la transformación digital aumentaron el porcentaje de transacciones desde dispositivos móviles de un modo inédito. En España, hace un año, ya eran el 32% del total. Se especula que actualmente podríamos estar rondando el 40%. El teléfono móvil se ha convertido en la principal herramienta de compra para una gran mayoría de españoles. Algo que sucede de forma generalizada en todas partes.

En España, los comercios de retail con una apuesta clara por la transformación digital aumentaron el porcentaje de transacciones desde dispositivos móviles de un modo inédito. En España, hace un año, ya eran el 32% del total. Se especula que actualmente podríamos estar rondando el 40%. El teléfono móvil se ha convertido en la principal herramienta de compra para una gran mayoría de españoles. Algo que sucede de forma generalizada en todas partes.

Un 29% de los consumidores compra algo por Internet cada semana. Aun nos queda espacio por recorrer. En Reino Unido por ejemplo es un 46%. Una cuarta parte de ellos compra ropa y calzado. Es evidente se está naturalizando comprar desde un dispositivo móvil. De hecho, es evidente que la batalla comercial se va a librar, en primer término, en el ámbito de la movilidad. Cómo destaca la empresa Rehset, ‘es preciso tener una estrategia de desarrollo y transformación digital clara y general pues, a partir del móvil, se van a ir implementando maneras de acceder a nuestros productos que precisarán realidad aumentada, virtual, conectividad con objetos en IoT u otras opciones. No desarrollar con visión de futuro inmediato podría ser muy costoso en el futuro’.

Es evidente que esto no va sólo de tener una web responsive. Hablamos de implementar una experiencia de usuario a partir de múltiples opciones y localizar la que sea ideal para el comercio en cuestión. Saber que pasa cuando tus potenciales clientes entran en tu espacio digital desde un móvil, tener una lectura de datos que permita entender que sucede y tomar decisiones comerciales a tiempo real sobre ello, es la clave de lo que estoy hablando.

A mis clientes del ámbito minorista les ayudo a adoptar esa estrategia que prioriza en el móvil. Una vez tenemos este aspecto definido buscamos como demostrar una de las mayores virtudes que este tipo de negocio tienen: el alto grado de conocimiento del producto que venden. Hay que ser capaz de trasladar esa impresión analógica a un entorno flexible y digital como es el de la movilidad. La clave es estar informado a tiempo real de que pasa en la competencia, establecer contacto con los consumidores y aprender de sus movimientos. Las redes sociales siguen siendo el lugar donde los consumidores reciben un primer ‘input’ comercial. Supera al resto de plataformas o espacios publicitarios. Es la calle comercial más grande del planeta. Ahí, también, la conquista del móvil ha sido brutal.

Las startups que afrontan el mundo del retail con crecimientos que sorprenden a todos los del sector se van sucediendo. Ya no es sólo Hawkers, Meller o Brubaker, hablamos de múltiples empresas que nacieron bajo un concepto básico de reducir costes de intermediación entre productor y comprador y hacerlo desde una perspectiva móvil desde el primer momento. Son empresas que venden más desde un teléfono que vía web y, ninguna de ellas, tiene tienda física como estrategia. En todo caso como elemento de ‘branding’ más.  

La disrupción ya llegó al retail. Eso es evidente. Pero viene una segunda ola. La movilidad es inapelable. Quien no la plantee urgentemente, morirá. Quien no reinvente sus espacios de contacto con sus clientes lo va a pasar muy mal. El cliente no se va adaptar. No tiene tiempo, ni ganas. El cliente está en un lugar distinto ya. El trastorno que está sufriendo el sector no es momentáneo. Tampoco se va a detener. El incremento de este modo de relación proviene de una generación que tiene integrado este modo de consumir

Imagina que tu tienda está en un lugar por donde pasa bastante gente. Entran y salen. Cada vez compran menos pero es suficiente para hacer una buen caja. En frente, tu competencia, cierra. Al cabo de unos días descubres que abrió en una plaza cercana. Investigas y, sin haber perdido demasiados clientes todavía, descubres que en esa plaza hay mucho más público que donde tú estás. Además es gente que entra y sale de las tiendas de un modo frenético. No sabes si compran, pero miran, comparan. Tu negocio está en juego. Si permaneces donde estás, aunque pongas un neón de color rosa en la puerta, lo tienes crudo. Si decides ir a esa plaza deberás adaptarte a una manera mucho más efímera de contacto con el cliente. ¿Qué harías? ¿Qué recomendarías hacer?

Parafraseando al nuevo presidente de los Estados Unidos diríamos que los minoristas, el retail en definitiva, debería tener una estrategia ‘Mobile-First’ urgentemente.

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Inversion Marc Vidal Inversion Marc Vidal

¿Que es una aceleradora de startups?

Tras el tercer episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el segundo paso de financiación en la mayoría de startups, el denominado capital semilla o 'seed capital', en este cuarto capítulo seguimos avanzando en los modos de obtener financiación, y a la vez mejorar los productos o servicios, que tienen las startups tecnológicas. Hoy hablamos de aceleradoras.

Tras el tercer episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el segundo paso de financiación en la mayoría de startups, el denominado capital semilla o 'seed capital', en este cuarto episodio seguimos avanzando en los modos de obtener financiación, y a la vez mejorar sus productos o servicios, que tienen las startups tecnológicas. Hoy hablamos de aceleradoras.

Para tratar este tema en el programa entrevistamos a Elisabeth Martínez, la directora de la aceleradora Conector. Fue un placer para mi hacerlo pues como sabéis soy socio fundador de la misma y es evidente que se ha convertido en una de las principales en el país. Por otro lado, y para explicar lo que pasa cuando una startup recorre el espacio de desarrollo en una aceleradora de startups, tuve el gusto de entrevistar al CEO de una de las empresas más destacadas de nuestros programas de aceleración. Se trata de Oscar Pierre de Glovo, una de las empresas seleccionadas por Wired como startup a tener en cuenta este año.

Recuerda que 'Economía de Futuro' es una sección donde analizamos los cambios disruptivos que esta viviendo nuestra sociedad desde el punto de vista empresarial y económico. Lo hacemos dentro del espacio Tips de 'la 2' de TVE

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No temas a los robots. Por suerte, no son humanos.

En las conferencias que he ofrecido estos últimos meses explico el valor añadido que supondrán los humanos en la transformación digital y robótica que vivimos. El papel que jugaremos las personas será relevante siempre y cuando entendamos el papel que vamos a tener que jugar. En alguna de esas charlas hay un momento en el que proyecto en el escenario una imagen de un robot participando en una especie de conferencia. Hasta ahora era una metáfora. Desde hace unos días, por lo menos desde mi propia experiencia, es realidad.

En las conferencias que he ofrecido estos últimos meses explico el valor añadido que supondrán los humanos en la transformación digital y robótica que vivimos. El papel que jugaremos las personas será relevante siempre y cuando entendamos el papel que vamos a tener que jugar. En alguna de esas charlas hay un momento en el que proyecto en el escenario una imagen de un robot participando en una especie de conferencia. Hasta ahora era una metáfora. Desde hace unos días, por lo menos desde mi propia experiencia, es realidad.

Durante el último Dublin Tech Summit celebrado hace un par de semanas en la capital irlandesa hubo un panel moderado por Gina London y compuesto por Ed Hoppit, Ben Jones y ‘George’, un Robot Thespian. Todos ellos discutieron sobre los avances de la robótica y el impacto que tendrá en el marco laboral futuro. Lo interesante del panel es que, de alguna manera, ‘los malos de la película’ estaban representados por uno de ellos. Siempre se acusa a los robots de ser los responsables de que el mundo se complique laboralmente. Sin embargo, el robot allí presente se defendió. George teorizó que en el futuro los robots ocuparán de forma completa el ámbito público humano. Básicamente para hacernos la vida más sencilla. 

Dejando de lado la anécdota sobre una conversación más dependiente de sistemas expertos que de inteligencia artificial, lo relevante es descubrir que los robots se han infiltrado en nuestras vidas y ni siquiera nos damos cuenta. Están por todas partes. Desde las cadenas de montaje hasta las recepciones de muchos eventos pasando por infinidad de pequeños mecanismos inteligentes a los que nos acercamos cada día e interactuamos sin darles el valor de ‘robot’ que realmente tienen. Ese hecho se llama ‘naturalización’ y poco a poco el volumen de efectos normalizados crece. La gente no detecta los robots que les rodean. Son parte de nuestro estilo de vida.

Además, sabemos que en muchos casos los procesos robóticos que hay por el mundo trabajando están conectados entre si y obtienen conocimiento de todo lo que sucede. No tienen conciencia pero si cada vez mayor conocimiento. Los robots hacen lo que queremos que hagan y cuando ponemos el grito en el cielo sobre el futuro que nos espera por ‘culpa’ de los robots es verdaderamente muy injusto. De hecho, el robot que ofreció su impresión sobre lo que allí se comentaba se defendió diciendo ‘los robots hacemos lo que se nos dice que hagamos, lo asombroso es lo que hacen los humanos con los robots’. Tiene gracia y mucha razón.

Lo terrible de la reflexión acerca del futuro que nos espera, es que suele analizarse desde la perspectiva que más audiencia ofrece. Empiezan a sucederse programas, reportajes y estudios para el fast food informativo que debe devorar sin digerir el gran público. Esa es la excusa que se nos ofrece y así nos va. Ahora toca la versión oficial de que el mundo se acaba y que llegan los robots. Las noticias se suceden. Han descubierto otro gran tema para acojonar al pueblo y tenerlo enganchado a esa televisión reportaje-show o tertulia-espectáculo.

Los robots no reemplazarán a los humanos, trabajarán con nosotros. Aunque los medios y la sociedad no conocedora de los entresijos de la investigación y avances en Inteligencia Artificial, expliquen o crean que vamos hacia la convivencia entre robots y humanos al más puro estilo cinematográfico, la realidad es mucho menos apasionante. Por lo menos durante mucho tiempo. La capacidad cognitiva que hemos logrado es brutal, y seguirá avanzando, pero eso no dejará de ser, sencillamente, el uso de una nueva herramienta y ahí deberá quedarse. La tecnología trabajará con los humanos, más que como seres humanos

Nos obsesionamos con recreaciones de robots humanoides hablando con nosotros como en esa conferencia. Sin embargo la historia será menos 'cool'. Los seres humanos sobresalen en áreas que implican metas auto dirigidas y juicios de valor y el lado más bien nebuloso del sentido común de las cosas. Las máquinas, sin embargo, son perfectas para la gran matemática, el descubrimiento de patrones y el razonamiento estadístico. Los dos escenarios están entrelazados. Conversaremos con máquinas, pero no nos sustituirán en lo esencial.

Y es cierto, sin embargo, que la AI avanza a una velocidad exponencial. Eso es evidente. En la década de 1990, Deep Blue de IBM, perdió ante Garry Kasparov, el mejor jugador de ajedrez del mundo en ese momento. Un año después el sistema estaba preparado para derrotar a Kasparov. Go, un juego de razonamiento estadístico para descubrir patrones, fue el siguiente a enfrentar humanos y máquinas. El software inteligente en el que había trabajado Google venció al campeón mundial Lee Sedol el año pasado.

En ambos casos se trataba de estudios estadísticos y las máquinas fueron finalmente capaces de procesar suficientes datos para prosperar en juegos de movimientos restringidos, con parámetros estrictos. Pues en otros ámbitos también logran pensar mejor que nosotros. Libratus superó una de esas limitaciones hace unas semanas cuando este programa desarrollado por la Universidad Carnegie Mellon derrotó a cuatro jugadores de Póker profesionales. La AI demostró que podía entender el idioma, la habilidad, el farol, la comunicación y, especialmente, tenía una capacidad superior para comprender el riesgo y la recompensa.

Las máquinas se esfuerzan por entender el lenguaje. Es básico, si quieren ayudarnos. No es un riesgo, es una ventaja que lo logren. Según piensa IBM especialmente, vamos hacia el asistente cognitivo, un valor añadido a nuestro día a día donde nosotros, si lo aprendemos a llevar, seremos mejores y más humanos. Como digo muchas veces, ‘los robots han venido a ayudarnos a ser más humanos’. No los temas, no son personas. Que se sepa, la humanidad no ha demostrado todavía mucha capacidad para organizar este rompecabezas llamado sociedad.

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Politica, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Politica, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

La paridad entre hombres y mujeres no llegará hasta el año 2186.

Resulta que no sólo en la alta dirección de las empresas hay una brecha vergonzosa sobre el número de mujeres que alcanzan posiciones relevantes frente al que los hombre representan. En el ámbito tecnológico descubrimos que eso es también una desagradable norma. El boquete que hay entre hombres y mujeres en las empresas más modernas del mundo es escandaloso. Las mujeres ocupan menos de la cuarta parte de las funciones tecnológicas en la mayoría de las empresas más importantes del mundo. El informe que presentó el propio Foro Económico Mundial referido al pasado año escupía datos tremendos.

Resulta que no sólo en la alta dirección de las empresas hay una brecha vergonzosa sobre el número de mujeres que alcanzan posiciones relevantes frente al que los hombre representan. En el ámbito tecnológico descubrimos que eso es también una desagradable norma. El boquete que hay entre hombres y mujeres en las empresas más modernas del mundo es escandaloso. Las mujeres ocupan menos de la cuarta parte de las funciones tecnológicas en la mayoría de las empresas más importantes del mundo. El informe que presentó el propio Foro Económico Mundial referido al pasado año escupía datos tremendos.

Como siempre, las palabras, los planes y los panfletos ideológicos suelen quedarse en eso, en una risa colectiva, unos canapés y algo de buen vino. Poco se está haciendo realmente para cumplir con el objetivo ‘Planeta 50-50’ que la ONU establece como meta en 2030. A este ritmo no va a ser.  El conocido ‘gap’ entre géneros es generalizado pero parece que en el entorno tecnológico debería ser distinto. No es un tema cultural, ni orgánico. Existen programadoras, matemáticas, expertas en datos, gestoras de cuentas o lo que sea, que le dan cien mil vueltas a los hombres y hombres que les dan cien mil vueltas a muchas mujeres. No es un tema de sexo, es un tema de capacidad y no parece lógico que si en las universidades y escuelas de negocio ese espacio está mucho más equilibrado, no lo pueda estar también en las empresas.

Por señalar algunos casos. PayPal y eBay tienen un 44% de mujeres en sus plantillas. Serían los mejor posicionados al respecto. Pero otras no lo están tanto. Microsoft apenas tiene un 26% de trabajadoras en su estructura. Lo grave es que empresas tan ‘modernas’ como Twitter o Facebook solo pagan la nómina de un puesto tecnológico a un 15% de mujeres la primera y un 17% la segunda.

Estos datos son generales. Es una práctica universal. Un desastre bíblico que finalmente convierte en gran medida mucho de lo que consumimos tecnológicamente en un producto menos diverso de lo que debería ser. El perfil y óptica femeninos no suelen impregnar, como mínimo en partes iguales, a la mayoría de desarrollos de estos gigantes y que, por derivación, digerimos todos, hombres y mujeres.

Pero esto no es más que una consecuencia de un modelo enfermizo que al final nos daña a todos. No es socialmente sano que en sectores profesionales como este se determine una especie de norma no escrita y que erróneamente se condiciona a algo tan absurdo como ‘los gustos’ que tenemos por género. Como si las mujeres no sintieran atraídas por la programación o el rugby. He escuchado esto y cosas peores.

En ocasiones nos llevamos las manos a la cabeza acerca de cómo va a ser este mundo cuando el empleo sea sustituido por procesos mecánicos o por software inteligente. Resulta que nos dedicamos a contemplar el paisaje futuro como un lugar donde el debate se librará entre robots y humanos cuando, al ritmo al que vamos, la mayoría de enfrentamientos se producirán entre hombres (y no mujeres) y robots.

Sabemos que el niño que no conducirá jamás, ya ha nacido. También que antes de que lleguemos a la mitad de este siglo las máquinas nos pagaran la jubilación y una renta mínima. Es de todos sabido que en un par de décadas conversaremos con naturalidad con amigos artificiales y que en Marte habrá seres humanos cenando. Todo eso lo sabemos, pero también sabemos que ninguno de los que estamos vivos ahora veremos la igualdad de género cumplimentada. Eso no ocurrirá hasta el año 2186 si seguimos a este ritmo y si seguimos dándole una importancia de titular, de manifestación de domingo y de voluntarismo particular a solucionar el problema.

El Foro Económico Mundial ya lo advirtió pero, como mucho, podía hacer un informe que coloque a cada uno en su lugar. En el caso de España el puesto que ocupamos en la calificación de sociedades igualitarias es un modesto 29 lugar. Según ese informe, que ya hace un tiempecito que salió, calculaba que lograr esa paridad nos llevará 170 años y no solo por el ritmo actual sino porque, a su juicio, se está desacelerando el proceso debido a las crisis repartidas por el planeta. Además asegura que el tema se va a complicar con la Cuarta Revolución Industrial donde la tecnología afectará especialmente al papel que tienen las mujeres en todo esto como demuestra el patético reparto de papeles que ya se produce.

Siempre nos quedarán los nórdicos. Allí hay empresas tecnológicas donde plantearse políticas de integración paritaria es algo innecesario. Islandia, Finlandia, Noruega, Suecia e Irlanda lideran la clasificación a la que me remitía y Estados Unidos, antes de Trump, ya ocupaba un lastimoso 45 puesto. Pero si ya es un debate duro el del volumen de mujeres trabajando en puestos directivos o el de mujeres vinculadas a puestos tecnológicos, el del salario equilibrado al de los hombres es de aurora boreal y da para otro post. Nunca, pero nunca, entenderé como se puede pagar menos a una mujer por el hecho de que es mujer. No lo he hecho nunca y, de verdad, no entiendo como se puede hacer. Me cuesta entender como se diseña el proceso que lo permite en una empresa.

El origen del problema, según los expertos, radica en que a las mujeres no se les facilita el acceso a estas empresas con medidas culturales y de objeción. Aseguran que es parecido a cuando una niña le dice a su padre que quiere ser futbolista o camionera. Guardando las diferencias, esta sociedad sigue estableciendo a que se deben dedicar las chicas y a que los chicos. Me acuerdo del baño del colegio al que me tocaba entrar, el de color azul. Las chicas iban al pastel rosa.

En un momento histórico como este, en el que nos plantamos de cara ante los desafíos más importantes que como especie hemos tenido, justo en el instante en que vamos a tener que establecer bases y criterios acerca del propio papel humano en un par de décadas, de nuestro objetivo como especie, del nacimiento de otra nueva posthumana y sintética, de un mundo con un empleo distinto y donde todo será muy complejo de gestionar, no creo que estemos en condiciones, visto lo visto, de que ese tránsito lo gestionen mayoritariamente hombres.

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Los retos socioeconómicos a los que nos enfrentaremos en cinco años. Mesa Redonda MWC.

El pasado lunes participé en el primero de los eventos de la Mobile Week Barcelona, una especie de zona de calentamiento del Mobile World Congress impulsado por la Mobile World Capital Barcelona a la que pertenezco como miembro del d-Lab, donde por cierto siguen sucediéndose la recepción de proyectos tecnológicos que quieren dar solución a los desafíos que nuestra sociedad tiene actualmente. Se trataba de una mesa redonda donde se profundizó en el valor humano que toda revolución tecnológica tiene y de las consecuencias que podríamos sufrir sino se toman medidas.

El pasado lunes participé en el primero de los eventos de la Mobile Week Barcelona, una especie de zona de calentamiento del Mobile World Congress impulsado por la Mobile World Capital Barcelona a la que pertenezco como miembro del d-Lab, donde por cierto siguen sucediéndose la recepción de proyectos tecnológicos que quieren dar solución a los desafíos que nuestra sociedad tiene actualmente. Se trataba de una mesa redonda donde se profundizó en el valor humano que toda revolución tecnológica tiene y de las consecuencias que podríamos sufrir sino se toman medidas.

Moderados por Gemma Navés, redactora del programa Valor Afegit, TV3, junto a Luis Ivan Cuende, el jovencísimo asesor de la Vicepresidenta de la Comisión Europea en asuntos de tecnología y miembro de la lista de los 30 menores de 30 de la revista Forbes, Esteve Almirall profesor asociado del Departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences en ESADE, Aleix Valls, CEO de la Fundación Mobile World Capital Barcelona y Artur Serra, Director Adjunto de la Fundación i2Cat, debatimos sobre como afrontar un previsible mundo sin empleo o, como yo mismo defiendo, un mundo con un empleo absolutamente distinto.

El debate sobre las implicaciones que esta revolución conlleva y la redefinición de los trabajo que deban cambiarse, destruirse o modificarse, me interesa mucho, pero no tanto como el método en el que se va a distribuir la riqueza y el papel relevante o no del ser humano en ese nuevo escenario. Bajo mi punto de vista, y así lo expliqué, el debate acerca de la creación de puestos de trabajo que ahora no existen y que puedan ser capaces de cubrir la destrucción de otros que la robotización y la inteligencia artificial provoquen, es maniqueo. Esto no va de cálculos acerca de si eso se va a producir y cuando. No va a pasar, por lo menos no al nivel en el que sería exigible para evitar un conflicto social irreparable.

Hay países que avanzan en esa línea. Son países que ya lo han hecho antes y tienen muy claro el método. Nunca apuestan por la economía estacional o cíclica. Producen bajo conceptos de eficiencia, de conexión entre universidades y empresas y el estímulo público se basa en potenciar sectores capaces de exportar cualquier nuevo producto. El modelo es Alemania que en los últimos años ha destruido más de 600.000 puestos de trabajo que fueron sustituidos por máquinas mientras creaba 900.000 en espacios de valor añadido que antes no podían ni plantearse.

Esa clave responde a la importancia de que un liderazgo creíble y capaz de asumir el reto histórico que nos ha tocado vivir debe nacer desde la política en mayúsculas, algo que, por cierto, aquí cuesta detectar. Mi discurso así lo demostró. Nadie en este país habla seriamente de este asunto que va a desplomarse encima de nuestras cabezas antes de lo esperado. La diferencia entre los que lo están trabajando y los que no determinará los países ricos y los pobres en un futuro inmediato. Francia destina 23 veces más que España a impulsar la Industria 4.0

Cuando el discurso se centra ideológicamente perdemos todos. Si a la Renta Mínima se le concede una óptica política y no socioeconómica la cosa se complica y retrasa el análisis correcto y urgente. No hablo de rentar a todos, pero si de prever que eso pudiera ser obligatorio en un futuro. Te guste o no las opciones de digerir un mundo donde el empleo cualificado no lo pueda ocupar todo el mundo es un problema inevitable.

El análisis sobre todo esto es tremendamente interesante. De hecho está claro, bajo mi perspectiva, que vamos a tener que cambiar algunos conceptos que no hemos modificado nunca y eso, evidentemente, va a ser muy complejo. Son tres conceptos claros: el significado del contrato social llamado ‘trabajo’, el módulo impositivo actual que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, que reduce peligrosamente la composición de la llamada ‘clase media’ y, también, el valor educativo de nuestro sistema actual.

1. El concepto trabajo es actualmente un contrato aceptado por todos. Tú trabajas y produces. La empresa te paga por ese rendimiento. En un futuro donde tu trabajo siempre podrá ser mejorado por una máquina el espacio laboral que te queda deberá ser en otro sentido. El hecho de que el valor añadido sea humano dependerá de que se relaje el concepto que ahora tenemos tatuado cerebralmente. La productividad será artificial, la creatividad humana. El valor de lo intangible tomará un sentido desconocido hasta ahora. Tenemos pistas pero están a años luz de lo que digo.

2. Si la riqueza generada no se equilibra en todos los espacios sociales el conflicto es inevitable. La sociedad verá en los avances un enemigo y no un aliado. Históricamente cada revolución tecnológica significaba un parto doloroso que al final siempre acabó en mejoras para la sociedad. La clase media desaparece y una nueva clase compuesta por pobres con trabajo se afianza. Así no vamos a ningún lugar. Se debe definir una línea política que prevea esto y no lo haga con discursos pueriles y viejos sobre que a los ricos hay que esquilmarlos irremediablemente. Lo que se debe hacer es diseñar ordenadamente una transición hacia un equilibrio que, por supuesto, a muchos ricos no va a gustar, pero que es irremediable. Una cosa es ideología y otra aplicar pragmatismo.

3. Y la tercera tiene que ver con el valor educativo. Los niños de 3 o 4 años de hoy en día no se sacarán el carnet de conducir, vivirán en un entorno de economía circular y el 90% de ellos lo harán en ciudades inteligentes. El empleo al que podrán acceder es desconocido. No podemos saberlo. De hecho intuirlo es irrelevante por la cantidad de errores que podemos cometer. Para no fabricar manadas de descontentos es imprescindible fundamentar la educación de todos ellos en un ambiente flexible al límite y que establezca la imprevisión como norma. Sino las cifras de paro juvenil actual serán una caricatura en comparación.

En definitiva un evento muy recomendable que ha seguido toda la semana repitiendo mesas redondas, actividades culturales y de reflexión acerca de la transformación digital en su conjunto. Miles de inscritos en la Mobile Week han permitido acercar y abrir uno de los eventos tecnológicos más importantes del mundo a la ciudadanía y al debate sereno y profundo.

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Idodi VC, Inversion Marc Vidal Idodi VC, Inversion Marc Vidal

¿Que es el 'seed capital' o capital semilla?

Tras el segundo episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el primer paso de financiación en la mayoría de startups, las denominadas 3 F´s (‘Friends, Family and Fools’), en este tercer episodio seguimos avanzando en los modos de financiarse que tienen las startups tecnológicas. Hoy hablamos de 'Seed Capital' o 'capital semilla'.

Tras el segundo episodio de 'Economía de Futuro' en el que definimos cual era el primer paso de financiación en la mayoría de startups, las denominadas 3 F´s (‘Friends, Family and Fools’), en este tercer episodio seguimos avanzando en los modos de financiarse que tienen las startups tecnológicas. Hoy hablamos de 'Seed Capital' o 'capital semilla'.

Para tratar este tema en el programa entrevistamos a Carlos Guerrero, fundador de Sitka Capital, y Akola Venture Builder. Con él tratamos el concepto, sus ventajas, complicaciones, el riesgo que supone apostar por empresas que están en una fase tan inicial y que tipo de fondos lo suelen hacer. Para conocer algún caso práctico de startup que se inició por esa vía conoceremos a Deliberry, una empresa que está revolucionando el modo en el que hacemos la compra diaria

De hecho Deliberry está en plena fase de expansión hoy en día, y en los meses que han pasado desde la filmación del programa sus ventas se han multiplicado exponencialmente, llegando a quedar seleccionada por la prestigiosa Wired como una de las startups a tener en cuenta durante este año. Algo que, por otro lado, me enorgullece pues es una de las apuestas que he hecho a título inversor.

Recuerda que 'Economía de Futuro' es una sección donde analizamos los cambios disruptivos que esta viviendo nuestra sociedad desde el punto de vista empresarial y económico. Lo hacemos dentro del espacio Tips de 'la 2' de TVE

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Mark Zuckerberg admite que las redes sociales están rotas.

Aunque a algunos les ha parecido un panfleto publicitario, en un post de casi 6.000 palabras, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, admite que las redes sociales están muy dañadas

Aunque a algunos les ha parecido un panfleto publicitario, en un post de casi 6.000 palabras, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, admite que las redes sociales están muy dañadas a estas alturas y que deberían centrarse en la construcción de espacios más inclusivos e informados. De alguna manera está indicando en lo que se va a convertir su propio invento. Para ello hace una descripción notable de la hoja de ruta de su empresa en términos técnicos y que, de un modo u otro, afectará al día a día de casi dos mil millones de personas. Ahí queda eso.

Zuckerberg creó una red social para la gente y que debía ser utilizada por la gente. En algún momento, mientras se evidenciaba que lo que estaban desarrollando era una máquina de hacer dinero, el plan inicial falló. Mientras el muro de Facebook se convertía en el periódico al que millones de personas acceden en las primeras etapas de cualquier información, los algoritmos y ‘bots’ trabajando a destajo iban gestando un desastre mayúsculo que poco a poco se ha evidenciado tóxico.

Tóxico porque en algún momento el 'algoritmo padre' sólo permite que la gente vea lo que quiere ver, apropiándose de sus prejuicios y convicciones, cosa que los hace permeables a las noticias falsas por ejemplo. La victoria de Trump en las elecciones presidenciales americanas fue el toque de atención definitivo. Expertos aseguran que la influencia de esas noticias repartidas por los muros de millones de personas con una tendencia concreta de voto, pero incapaces de dar el paso final a favor del actual presidente, finalmente lo hicieron estimuladas por esas fuentes no contrastadas.

Zuckerberg admite que no se enteraron de nada. Mientras él se dedicaba a repartir drones de banda ancha para salvar el planeta, y presentando los resultados de su empresa a niveles espectaculares, la máquina se estaba rompiendo por dentro. En su carta, Zuckerberg dice que durante la última década Facebook se ha centrado en conectar a amigos y familias y que 'el próximo enfoque será el desarrollo de la infraestructura social para una comunidad global conectada'.

"Una de nuestras mayores oportunidades para mantener a las personas seguras es construir una inteligencia artificial para entender más rápidamente y con precisión lo que está sucediendo en nuestra comunidad"

Para lograrlo define los cinco elementos en el plan: comunidades de apoyo, comunidades seguras, comunidades informadas, comunidades comprometidas con la comunidad y comunidades inclusivas. Sin decirlo, Zuckerberg está tratando de hacer frente a la evidencia: Facebook se ha convertido en un lugar que puede ser manipulado eficientemente y estimular lo detestable del género humano. Admite también sin decirlo que el modelo actual es insostenible e imposible de solucionar. La complejidad actual del sistema, del algoritmo, de la suma de datos de 1.800 millones de personas, lo hace inviable. La solución es la reinvención. La pregunta debería ser ¿cómo piensa hacer ‘reset’ sin convertirse en una especie de censor? ¿quién define lo bueno, lo malo o lo irónico? ¿qué significa eso de comunidad global inclusiva?

Zuckemberg sugiere que ‘la comunidad de Facebook está en una posición única para ayudar a prevenir el daño, ayudar durante una crisis o reunirse para reconstruir después. Esto se debe a la cantidad de comunicación a través de nuestra red, nuestra capacidad de llegar rápidamente a personas en todo el mundo en una emergencia, y la gran escala de la bondad intrínseca de la gente agregada a través de nuestra comunidad. Mirando hacia el futuro, una de nuestras mayores oportunidades para mantener a las personas seguras es construir una inteligencia artificial que entienda más rápidamente y con mayor precisión lo que está sucediendo en nuestra comunidad.  En el futuro, hay aún más casos donde nuestra comunidad debe ser capaz de identificar los riesgos relacionados con la salud mental, la enfermedad o el crimen".

El amigo Mark habla de amplificar lo bueno, mitigar lo malo y para ello está dispuesto que un cerebro artificial se encargue de decidir en el sentido adecuado. Esta carta llega justo en el instante en que se publica también el estudio de Imperva Capsula que demuestra que en estos momentos los humanos ya no somos mayoría en Internet.

El informe en cuestión asegura que el tráfico generado en la red de carácter humano no supera el 48,9% y el resto es generado por ‘bots’ o programas ‘araña’ tanto de Google como del propio ‘feed fetcher’ de Facebook. Es imparable, la automatización de la red es eso, un modelo que inquieta porque retira la capacidad de establecer criterios humanos a algo tan básico como ‘formarse opinión’.

Por otro lado, es evidente que si te quedas quieto mueres. Hasta Facebook se ha dado cuenta que el enemigo lo tiene en casa. Sus algoritmos podrían estar minando su capacidad para ofrecer un buen servicio a las personas y a las empresas. En su carta, Zuckemberg, admite su preocupación soslayada por un intento de mostrarse visionario y estimulado en conquistar la siguiente pantalla. Veremos.

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Elemental querido Watson, la Inteligencia Artificial combate el cibercrimen.

¿Quién mejor para combatir el cibercrimen que un supercomputador inteligente? ¿Quién se va a mover mejor en ese entorno digital que un verdadero ‘nativo’ digital? Parece lógico que la mejor patrulla contra los delitos que se desarrollan en la red tenga como responsable a un supercomputador. Y cuando hablamos de supercomputación vinculada a la inteligencia artificial tenemos que referirnos obligatoriamente al desarrollo de IBM Watson.

¿Quién mejor para combatir el cibercrimen que un supercomputador inteligente? ¿Quién se va a mover mejor en ese entorno digital que un verdadero ‘nativo’ digital? Parece lógico que la mejor patrulla contra los delitos que se desarrollan en la red tenga como responsable a un supercomputador. Y cuando hablamos de supercomputación vinculada a la inteligencia artificial tenemos que referirnos obligatoriamente al desarrollo de IBM Watson.

Desde que fuera presentado en sociedad, como concursante del programa televisivo Jeopardy, Watson ha evolucionado una decena de veces. Ahora su trabajo se centra en muchos sectores. El sistema de inteligencia artificial más famoso del mundo está focalizado en el desarrollo del cerebro artificial que permita la conducción autónoma de vehículos, el soporte para la prescripción de tratamientos oncológicos, gestión de ciudades inteligentes, asistencia en la enseñanza o en la definición de lenguajes comprensibles entre personas y máquinas y entre máquinas por si solas.  

IBM ha trasladado recientemente toda su infraestructura y personal especializado en Internet of Things a Munich y desde allí han empezado a experimentar en algo que, atendiendo al nombre que tiene el bicho, resolver crímenes. Tal y como le respondía el legendario Sherlock Holmes a su acompañante infatigable Dr. Watson, el hijo de IBM se está especializando en una de sus ramas de diseño en la resolución de delitos cibernéticos. De hecho, en los últimos doce meses Watson se ha entrenado específicamente en conocer los sistemas de seguridad más avanzados que existen ‘estudiándose’ más de un millón de documentos para ello. Además, por si fuera poco, Watson ha mejorado su conversación para interactuar de forma natural con su entorno de investigación.

El cerebro artificial de IBM es capaz de analizar miles de informes con un lenguaje humano, comprenderlo y emitir impresiones con variables que ayudan a discernir entre lo probable y lo seguro. El avance es absoluto. De hecho la investigación tradicional de este tipo de delitos deriva en más de 20.000 horas de persecución errónea. Se cree que con Watson este hecho será superado.

El método utilizado tiene mucho que ver con una tendencia de interactuación que se está convirtiendo en el primer estándar de comunicación entre máquinas y humanos, un chatbot. IBM ofrecerá a sus clientes uno de ellos para que se pueda ejecutar dentro de su red mundial X-Force Command Center que se sumará a Havyn, un asistente de seguridad, pero de voz, que responderá a los analistas de seguridad con lenguaje natural.

Es evidente que el delito digital es de dimensiones bíblicas. Es muy complicado estar en todo y se cree que sólo detectamos una muy pequeña parte de lo que sucede realmente. Para evitar eso se propone a la policía alemana que utilicen Watson para localizar ataques en ese ingente mar de datos que es la red. Lograr que el flujo de datos mientras ejecutan un delito puedan ser localizados antes de su ocultación es la mayor característica de este nuevo modo de combatirlo. La predicción inteligente y la gestión masiva de datos logran avanzarse en décimas de segundo a algunas rutinas que hasta ahora eran imposibles de detectar a tiempo.

Watson genera informes sobre amenazas en muy poco tiempo reduciendo el tiempo entre la detección de la ejecución de un delito y la capacidad de un equipo de seguridad en responder. En este caso, está claro que el crack no es Sherlock, es el mismísimo Watson. En la era de la inteligencia artificial el asunto es ‘elemental’.

Por cierto, nadie de los implicados en la seguridad digital ha considerado que Watson les va a quitar el empleo. Ni en las empresas que tienen responsables de seguridad y que no dependen de acciones desde la administración. La idea general es que con este sistema artificial no se destruye empleo sino todo lo contrario, se generan nuevos modos de trabajar. Lugares inexistentes hasta hace muy poco, espacios de relación entre máquinas y personas que enriquecen a ambos en el punto en común. Elemental querido Watson.

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Politica, Sociedad Marc Vidal Politica, Sociedad Marc Vidal

'Estimados pasajeros, les anuncio que sobrevolamos un huracán'.

Ya nos avisaron. Nos recomendaron no desabrocharnos el cinturón de seguridad durante todo el viaje. La tripulación dijo que no había de qué preocuparse. La noche del 4 de septiembre de 2007 tuve el peor vuelo de mi vida. Apretados en un Embraer 190ARB de la compañía Copa Air Lines que hacía la extinta ruta de Caracas a Managua, casi un centenar de pasajeros disfrutamos de un completo catálogo de turbulencias y acrobacias. A pesar de que estaba previsto y la ruta marcada de urgencia lo evitaba, las secuelas del huracán de fuerza cinco Félix nos entretuvieron durante casi una hora. La tripulación se quedó sin habla y, al aterrizar, nos pidieron perdón por no habernos descrito bien lo que iba a pasar, ya que a ellos también les pilló por sorpresa.

Ya nos avisaron. Nos recomendaron no desabrocharnos el cinturón de seguridad durante todo el viaje. La tripulación dijo que no había de qué preocuparse. La noche del 4 de septiembre de 2007 tuve el peor vuelo de mi vida. Apretados en un Embraer 190ARB de la compañía Copa Air Lines que hacía la extinta ruta de Caracas a Managua, casi un centenar de pasajeros disfrutamos de un completo catálogo de turbulencias y acrobacias. A pesar de que estaba previsto y la ruta marcada de urgencia lo evitaba, las secuelas del huracán de fuerza cinco Félix nos entretuvieron durante casi una hora. La tripulación se quedó sin habla y, al aterrizar, nos pidieron perdón por no habernos descrito bien lo que iba a pasar, ya que a ellos también les pilló por sorpresa.

Hace poco más de una semana se llevaron a cabo los flamantes congresos del Partido Popular y de Podemos. Coloridos y festivos encuentros que la política interna ejecuta cada cierto tiempo para mostrar músculo en algunos casos y para muscular en otros. Sin embargo, ambos fueron previsibles y previsores. Tanto en lo que se dijo, como en lo que se hizo, poco o nada hace pensar que sus responsables se han dado cuenta de la etapa histórica que les ha tocado vivir. Estamos en la antesala de una revolución inédita por su envergadura, desconocida por lo rápida y compleja por el modo en el que va afectarlo todo. Afecta ya a los modelos de producción y a la transmisión del conocimiento. La fractura en el sistema es inminente. No prepararnos es una absoluta inconsciencia.

Hablo de rentas mínimas, estructurar un escenario económico donde el empleo dejará de ser el empleo que conocemoslos bancos dejarán de ser bancoslos coches dejaran de ser coches, las universidades no serán universidades o donde las garantías sociales llamadas servicios, obligatoriamente deberán ser derechos. Hablo de un mundo inminente. En menos de dos legislaturas, quienes este fin de semana gastaban sus cuerdas vocales tarareando los versos de siempre, en azul y en morado, tendrán que gestionar el mayor problema que ha vivido nuestra sociedad en décadas. Hay países que ya lo hacen. Otros, mientras tanto, a lo suyo.

Y el futuro llegará. Si observas bien verás que ya ha llegado. Un futuro que impulsa un empleo miserable y perpetúa un modelo laboral insostenible. La tripulación titular o la tripulación aspirante, a la que hemos ido votando, no anuncian turbulencias. Unos porque aseguran que lo peor ya ha pasado, otros porque atestiguan que ellos lo van a arreglar todo por arte de multiplicar el gasto público. Lo jodido es que ninguno de éstos ni los que aun quedan por ‘congresear’, tienen intención de afrontar de cara el asunto. O porque no lo entienden, porque no lo ven inmediato (la política es el arte de verlo todo en etapas de cuatro años) o porque el coste que supondría analizarlo es tan complejo que mejor evitarlo.

Antes de que las primeras sacudidas anunciaran fiesta mayor, las azafatas nos sirvieron todo el licor disponible en al avión. Hasta los abstemios se culearon los botellines cuando empezaron los saltos. Anestesia alcohólica. La misma que nos sirvieron a tazones este fin de semana pasado quienes dicen van a encargarse de llevarnos a buen puerto en este que todos llaman ‘vuelo tranquilo’.

Por desgracia la tripulación se quedará sin habla en unos años y, cuando aterricemos, Dios sepa como, nos pedirán perdón por no habernos explicado bien lo que iba a pasar. Que a ellos también les pilló por sorpresa. Recuerdan aquello de la ‘desaceleración transitoria’, los ‘brotes verdes’ o el memorable ‘los pisos nunca bajan’. Ahora toca ‘estamos creando empleo de calidad’ o ‘el cielo se toma cantando’. Feliz vuelo, ¿les apetece un licor?

Artículo publicado en Ecoonomia

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Un modelo de jubilación del Siglo XIX para el Siglo XXI

Que el Banco de España proponga alargar la edad de jubilación más allá de los 67 demuestra la lejanía y desconocimiento acerca del momento histórico que vivimos como sociedad y los desafíos a los que vamos a tener que enfrentarnos en las próximas décadas. Lo complejo del asunto es que hablamos de quienes consideramos mejor informados y lúcidos para tomar o proponer decisiones en esa conquista.

Que el Banco de España proponga alargar la edad de jubilación más allá de los 67 demuestra la lejanía y desconocimiento acerca del momento histórico que vivimos como sociedad y los desafíos a los que vamos a tener que enfrentarnos en las próximas décadas. Lo complejo del asunto es que hablamos de quienes consideramos mejor informados y lúcidos para tomar o proponer decisiones en esa conquista.

Lo de que el sistema de pensiones no se aguanta empieza a ser aceptado por muchos, por lo menos no del modo en el que lo planteamos desde el siglo XIX. Seguimos con métodos que así lo reflejan y que han sido modificados en su estructura muy pocas veces. La pensión, la ayuda a la subsistencia en el trayecto final de la vida de las personas no deja de ser un invento derivado de un mundo en el que la producción generaba excedentes de capital al equilibrarlo con la fuerza humana o, en su defecto, de la combinación de trabajadores y tecnología.

Esto está cambiando de manera notable. No voy a repetirme. Pero es necesario analizar la imposibilidad de sustentar el planeta del modo que aristócratas de las finanzas, o de la política, sugieren. No va a ser posible si no se cambian las reglas, el método y el mecanismo de medida. Sino variamos la cultura y concepto económico que nos gobierna. La gravedad del asunto yace de la aurora boreal en la que descansan todas esas afirmaciones. La sugerencia de retrasar la edad de jubilación no va a ser factible o la promesa de creación de puestos de trabajo masivo en un escenario de deflación económica inevitable a medio plazo. Una deflación subyacente que vivimos hace décadas y que no va a remitir lo diga quien lo diga o lo disfrace quien lo disfrace.

Los efectos sobre el trabajo de tecnologías como la inteligencia artificial o la robótica no son discutibles. De hecho son inevitables. Ahí radica la obligatoria necesidad de abordarlos de una vez por todas y de la manera más ambiciosa posible. De no hacerlo vamos a ver como esta sociedad va a ir menguando sus opciones vitales y económicas, su libertad inclusive. Vamos a ir perdiendo inexorablemente todo lo que representa la denominada clase media en la que, hasta ahora, cabíamos muchos.

La lista de puestos de trabajo sustituidos por los progresos tecnológicos aumenta cada vez más rápido. Más de lo que muchos nos imaginábamos hace un par de años. Cada vez es más larga esa lista y cada vez más los empleos amenazados. A ese fuego aparente se le echa gasolina. El discurso oficial va, de los titulares fuera de contexto y fáciles de la mayoría de los medios de comunicación, a las propuestas inexistentes de los gobiernos. Sólo quedan las empresas para organizar el rompecabezas y, obviamente, sin normas o garantías que ayuden a organizarlo, las compañías lo que miran es por su supervivencia competitiva y sus beneficios.

Reconquistar los empleos que se ventila un robot o un software inteligente es imposible. Ni siquiera fuera de los empleos mecánicos o de menor valor. Hablo de tareas complejas como conducir un vehículo sin intervención humana, agente bursátil, director de una empresa, doctor oncológico, asistente educativo o periodista. El punto de no retorno ya lo hemos cruzado hace mucho tiempo. Está claro que cualquier empresa que no adopte la tecnología disponible se enfrenta al cierre. Otras lo harán en otro lugar. No va a haber ninguna empresa en el mundo que pretenda ser competitiva que desafíe el avance tecnológico que le afecte.

Y parece que el Banco de España piensa que sí es posible. Que las compañías españolas van a mantener a sus plantillas en trabajos que una máquina podría hacer más rápido y más eficientemente. Es como si el mundo del que dependen, el del dinero reactivo, no fuera real. De un hachazo se lo han ventilado y se imaginan un país, un planeta tal vez, dónde la gente trabajará en empresas dispuestas a no crecer. Un mundo en el que esas empresas permanecerán con sus miles de empleados gracias a que sus clientes querrán comprar productos o servicios más caros, lentos y con defectos. Es de una lógica muy interesante.

Nos hemos pasado años, casi una década, hablando de la gran crisis del 2008 aproximadamente. El desastre financiero, el pinchazo de la burbuja allí donde hubiera una. Pero en realidad lo que vivimos fue la mayor deflación económica conocida. Una caída del valor de las cosas y de su coste de producción que si se mantiene en algún punto intermedio es exclusivamente por la marea indecente de dinero electrónico que inyectan los bancos centrales a los que pertenece el de España.

Una deflación inédita por sus dimensiones. No todo era financiero. La deriva financiera es evidente pero no fue la causa. Por lo menos no exclusivamente. Hubo más responsables. La tecnología genera productos cada vez mejores que estimulan la obsolescencia de los que compramos hace unos minutos. De manera que la depreciación del valor de estos es cada vez más rápida. Un objeto como un teléfono móvil, por llamarlo de alguna manera rápida, alberga tanta tecnología como antes sólo éramos capaces de llevar en una maleta grande y que tenían un coste de producción y de consumo inalcanzable para muchos.

Hace apenas dos décadas tener todo lo que ahora tiene un teléfono instalado suponía miles de euros fabricarlo y decenas de miles comprarlos por separado. Ahora lo puedes tener todo por menos de 200 euros. Además, en dos años tendrás que renovarlo o estarás fuera de las actualizaciones imprescindibles para estar al día. Lo más explosivo del asunto es que la reducción del coste de producción y venta se deriva de que cada vez menos personas intervienen en el diseño y fabricación de ese objeto. La deflación económica se traslada a la deflación social y laboral. Obviar este asunto no hace más que engrandecer sus consecuencias. La crisis no fue financiera exclusivamente, se estaba gestando el mayor cambio socioeconómico que ha vivido la humanidad en siglos y tenía que ver, como siempre ha sido, con un salto tecnológico.

El mundo laboral será conceptualmente otro o no será. Pocos se están planteando este gravísimo problema. Un mundo sin el empleo tal y como lo conocemos ahora y que deberá, antes de lo que nos pensamos, replantearse absolutamente. Preguntas com ¿por qué debo ir al trabajo si todo lo que hago lo hace un software mejor que yo? ¿Dónde estará el valor añadido que puedo aportar?  El discurso oficial, si es que se le puede llamar así, argumenta que vamos a crear nuevos empleos. Que el 60% de los jóvenes universitarios trabajaran en empleos que no existen aseguran. Tal vez, pero permítanme que lo dude. En todo caso ese 60% trabajará de otro modo en empleos que ahora en muchos casos sí existen. Pero la transición no parece muy sencilla si se examina desde el punto de vista que siempre se ha adoptado ante este desafío. No es cuestión de revisar que empleo se va a destruir y con que lo vamos a sustituir. En este caso, la sustitución no viene del ‘que’ sino del ‘como’.

La renta mínima universal sigue siendo objeto de debates políticos manidos, viejos e interesados. Que si es de derechas o de izquierdas. Que si es insostenible o que si es ciencia ficción. El mundo cada vez es más capaz de suministrar lo necesario con cada vez menor intervención humana y con menor coste. Las empresas que lo saben han empezado a transformarse de forma agresiva. Las que no, ya se las verán venir. El futuro pasa, inexorablemente, por estudiar vías cercanas a eso.

¿Cómo vamos a vivir en un mundo inminente donde el ser humano cada vez tenga menor importancia en los procesos de eficiencia productiva? ¿De cuanto debería ser esa renta mínima? ¿Qué impuestos precisaría? ¿Qué servicios podrían convalidarse con ella? ¿Dónde quedará la clase media? ¿Cómo enfrentarnos a la dependencia social que supondría? ¿Para que precisaríamos políticos? ¿Quiénes serán los pocos que realmente serán ‘imprescindibles’? ¿Hablamos de trabajar o de aprender? ¿Seremos más humanos cuando no dependamos de la eficiencia en el trabajo? ¿Qué significará que el valor añadido pueda ser aportado por las personas? ¿Qué plataforma debe amortiguar el aterrizaje de un mundo sin empleo?

El mundo no va a detenerse porque lo diga el Banco de España. No vamos a jubilarnos a los 70 los que ahora tenemos 40 y algo. Ni a los 85 los que tienen 20. No vamos a jubilarnos. Dejaremos una actividad determinada para hacer otra muy distinta. El valor económico de lo que hacemos ahora es relativo. En muchos casos se mantiene incluso cuando no es práctico hacerlo porque no sabemos como modificar las reglas. Los gobiernos siguen con su discurso de la creación de empleo y deberían de pensar en el cambio del propio concepto 'empleo' de manera urgente.

No vamos a volver atrás. No hay opciones para eso. Este es el mundo que hemos montado y no se puede desmontar. Como mucho se puede ir superponiendo otro que se regule a partir de cuanto sabemos que va a ir pasando. Sin previsión, la hostia va a ser mayúscula. Seguimos todavía en el centro de la transformación de todo. Ahora ya tenemos pistas. Hace diez años se creyó que era un tema financiero. Ahora sabemos que era más complejo. Déjense de catalogar ideológicamente las soluciones y compremos el software que lo arregle todo.

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Digitalizar moda para reducir precio y mantener calidad. The Brubaker.

Hace unos meses que conocí la marca The Brubaker. Inicialmente como un proveedor de ropa más que disponía de un catálogo atractivo y a buen precio. Me interesaban mucho algunas de sus camisas y sobretodo los jerseys en lana de merino que utilizo en rodajes de televisión o para un look algo informal pero que necesariamente tiene que tener un punto de elegancia.

Hace unos meses que conocí la marca The Brubaker. Inicialmente como un proveedor de ropa más que disponía de un catálogo atractivo y a buen precio. Me interesaban mucho algunas de sus camisas y sobretodo los jerseys en lana de merino que utilizo en rodajes de televisión o para un look algo informal pero que necesariamente tiene que tener un punto de elegancia.

Sin embargo, una vez descubierta la marca, tuve la oportunidad de conocer a un equipo de profesionales liderados por Manuel de Timoteo apasionados con la idea de revolucionar el mundo de la moda. Por supuesto The Brubaker es un negocio, un buen negocio, pero detrás de esa obligatoria necesidad de vender sus productos, se esconde una filosofía y un método de trabajo que me interesó mucho como analista de economía digital.

Su propuesta es la venta exclusivamente online con básicos de diseño para hombre y con un importe final de hasta un 60% menos que lo que pudiera encontrarse en una tienda física. Lo interesante es que ese descuento no se refleja en una rebaja de calidad sino todo lo contrario pues, al contrario de lo que suelen hacer los que buscan recortar costes, su catálogo se fabrica íntegramente en España con tejidos italianos de primera calidad.

La pregunta que te estarás haciendo es ¿cómo consiguen estos precios? Obviamente aquí entra la tecnología digital y el conocimiento a partir de la experiencia y la ‘prueba/error’ que la define. Eliminan intermediarios y la venta se produce de un modo directo desde su tienda online. No pasan por tiendas, distribuidores o almacenes. Además logran algo que poco a poco se está convirtiendo en el modelo de competencia que tienen las marcas más pequeñas contra las grandes industrias. Se trata de lanzar ediciones limitadas a fin de controlar precios.

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Un control de precios que se muestra trasparente. Por ejemplo, como muestra el gráfico de acompaña y que la propia marca me ha proporcionado, el coste que tiene hacer una camisa modelo Oxford es el que es y no se añaden importes vinculados a la intermediación. Pura economía digital en definitiva. De una producción que se inicia con costes inclusive más caros para The Brubaker, se recupera ese exceso basado a la calidad de la materia prima en las fases finales justo antes de llegar al comprador. Los márgenes en la distribución multiplican por siete el valor de fabricación en la industria tradicional.

Pero, permitidme recalcar un hecho que, sin duda, al final es lo que importa. Lo bien que sientan sus prendas. En mi caso busco siempre camisas ‘slim fit’ porque proporcionan una imagen más estilizada. Para lograrlo, la camisa, por ejemplo tiene que estar muy bien hecha o el resultado puede ser un drama. La tela debe ser fina y ligera. No soy experto en moda pero si tengo experiencia en el uso y os aseguro que esa es la clave. Claves que también se encuentran en algunas de las características de esta marca: mangas que se estrechan justo donde deben hacerlo, pinza superior que refuerce la posición de la espalda, curvas en el costado porque sino no entallan adecuadamente y, algo fundamental, las puntadas del cosido lo más cortas posible. Esto hace que tu ropa dure mucho más tiempo en buen estado.

En definitiva, moda de calidad, bien de precio y Made in Spain. Una de mis marcas de cabecera de la que soy fan.

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