Marc Vidal Marc Vidal

La verdadera revolución era un nuevo contrato social llamado 'empleo'.

El siglo XXI empezó con dos décadas de retraso. En concreto lo hizo en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad, pues se precisa perspectiva para verlo en toda su dimensión. Lo descubriremos en unos años, cuando se estudien las repercusiones en las relaciones laborales, personales, culturales y económicas de todo lo que ha pasado en los últimos meses. Será en el ámbito acerca del puesto de trabajo, que esos cambios habrán sido absolutamente radicales. Algo que, aunque lo parezca, no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas, sino con el conjunto de transformaciones que estamos sufriendo precisamente de la mano de esa tecnología y del modo en el que trabajamos con ella. Es mucho más profundo de lo aparente.

El siglo XXI empezó con dos décadas de retraso. En concreto lo hizo en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad, pues se precisa perspectiva para verlo en toda su dimensión. Lo descubriremos en unos años, cuando se estudien las repercusiones en las relaciones laborales, personales, culturales y económicas de todo lo que ha pasado en los últimos meses. Será en el ámbito acerca del puesto de trabajo, que esos cambios habrán sido absolutamente radicales. Algo que, aunque lo parezca, no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas, sino con el conjunto de transformaciones que estamos sufriendo precisamente de la mano de esa tecnología y del modo en el que trabajamos con ella. Es mucho más profundo de lo aparente.

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Algo ha cambiado para siempre. El puesto de trabajo exige una nueva definición. Seguramente, el propio contrato social que denominamos ‘empleo’ vaya cambiando. Por ejemplo, Amazon ha anunciado que permitirá que sus trabajadores tecnológicos y corporativos continúen trabajando de forma remota de forma indefinida, siempre que puedan viajar a la oficina cuando sea necesario. La nueva política se anunció en una publicación de su blog corporativo y es un cambio en la expectativa anterior de Amazon en la que la mayoría de los empleados tendrían que estar en la oficina al menos tres días a la semana cuando las oficinas vuelvan a abrir después de la crisis sanitaria. 

La mayoría de los más de 1 millón de empleados globales del gigante minorista en línea no pueden trabajar de forma remota porque realizan sus funciones en la división de cumplimiento y transporte de la empresa, recogiendo pedidos y entregándolos a los clientes. Pero alrededor de 50.000 empleados de oficina y tecnología trabajan en la extensa sede de la compañía en el campus del centro de Seattle y en el vecindario South Lake Union. 

Es evidente que esto tiene repercusiones y es preciso atenderlo estratégicamente o nos explotará en la cara. La ausencia de estos trabajadores en sede perjudicará a los restaurantes y otros negocios cercanos. La actualización de Amazon de su política de regreso al trabajo siguió movimientos similares al de otras grandes empresas de tecnología. De hecho, Microsoft anunció el mes pasado que había pospuesto la reapertura de sus oficinas por tiempo indefinido.

En definitiva, el nuevo empleo ya no es algo del futuro. El siglo XXI dejó de esperar. Empezó hace poco, pero acelera a una velocidad inédita.

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Marc Vidal Marc Vidal

Amazon: aspectos positivos y negativos para el pequeño comercio.

El debate sobre Amazon y el pequeño comercio es un recurrente y más en fechas de crisis o de grandes ofertas como el Black Friday.

El debate sobre Amazon y el pequeño comercio es un recurrente y más en fechas de crisis o de grandes ofertas como el Black Friday.

- Lo malo

  1. Amazon pagó en España el 0,9% de impuestos sobre ingresos en 2018 a través de cuatro filiales (Amazon Online Spain, Amazon Spain Fulfillment, Amazon Spain Services y Amazon Web Services Spain).

  2. El 15% del e-commerce en España está en manos de Amazon, que ha disparado sus resultados con la pandemia.

  3. El aterrizaje de Amazon en una zona provoca una drástica contracción salarial como constatan diversos estudios (The Economist).

  4. Impacta en as pymes suponen el 99,8% de las empresas en España y el 66% del empleo empresarial total

- Lo bueno

  1. Las pymes españolas que venden a través de Amazon 40 millones de productos

  2. Las pymes españolas venden 450 millones de euros en ventas internacionales

  3. Más de 9.000 #pymes españolas vendieron a través de la plataforma de Amazon en 2019

  4. Las pymes españolas venden de media más de 80 productos por minuto a través de Amazon

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Conferencias, Personal Marc Vidal Conferencias, Personal Marc Vidal

Mi nuevo libro: 'La Era de la Humanidad'

Detrás de escribir un libro hay un trabajo intenso, de largo recorrido, de mucha reflexión y de una ilusión que lo aparta todo. En unos días saldrá al mercado mi nuevo libro titulado ‘La Era de la Humanidad’ y con el subtítulo ‘Hacia la Quinta Revolución Industrial’. Un ejercicio que sintetiza, y ordena, mucho de lo que en este blog has podido leer estos últimos cuatro años. El libro, como ya hiciera con mis anteriores libros ‘Contra la Cultura del Subsidio’ y ‘Una Hormiga en París’, lo edita Planeta, esta vez a través de su sello Deusto. Repito editor, mi paciente y brillante amigo Roger Domingo. Se pondrá a la venta el próximo día 22 de octubre pero ya se puede reservar ya en Amazon, en Agapea o en Casa del Libro. Por cierto, la presentación oficial será el 12 de noviembre a las 19:00 horas en la Fundación Pons en la calle Serrano 138 de Madrid. Si os apetece venir, nos vemos allí. Estaremos acompañados de algunos robots, economistas de prestigio, tecnólogos y un montón de amigos.

Detrás de escribir un libro hay un trabajo intenso, de largo recorrido, de mucha reflexión y de una ilusión que lo aparta todo. En unos días saldrá al mercado mi nuevo libro titulado ‘La Era de la Humanidad’ y con el subtítulo ‘Hacia la Quinta Revolución Industrial’. Un ejercicio que sintetiza, y ordena, mucho de lo que en este blog has podido leer estos últimos cuatro años. El libro, como ya hiciera con mis anteriores libros ‘Contra la Cultura del Subsidio’ y ‘Una Hormiga en París’, lo edita Planeta, esta vez a través de su sello Deusto. Repito editor, mi paciente y brillante amigo Roger Domingo. Se pondrá a la venta el próximo día 22 de octubre pero ya se puede reservar ya en Amazon, en Agapea o en Casa del Libro. Por cierto, la presentación oficial será el 12 de noviembre a las 19:00 horas en la Fundación Pons en la calle Serrano 138 de Madrid. Si os apetece venir, nos vemos allí. Estaremos acompañados de algunos robots, economistas de prestigio, tecnólogos y un montón de amigos.

La historia de la humanidad está jalonada de fases decisivas para su avance social, cultural y económico. Llamamos «revolución» a cada uno de esos períodos cruciales, y denominamos «revolución industrial» a los que entrañan un cambio tecnológico profundo que mueve todos los cimientos de la sociedad, causando primero grandes desajustes y después grandes avances y conquistas humanas. Podemos contabilizar ya cuatro revoluciones industria- les, y vivimos inmersos en la cuarta (también llamada «industria 4.0»), la de la transformación digital promovida por los sistemas inteligentes, interconectados y capaces de ser autónomos en la toma de decisiones. 

Tal vez no hayamos empezado a percibir esta cuarta revolución sino desde bien entrado el año 2010, pero considero que se gestó a mediados de los años noventa del siglo XX. Su inmenso componente tecnológico (nanotecnología, drones, impresión 3D, realidad virtual, realidad aumentada, primeros estadios de la inteligencia artificial, robótica, gestión masiva de datos, hiperconectividad, etc.) va acompañado de profundos cambios en lo económico y en el trabajo humano, en el empleo, las profesiones y su definición misma. Y esos cambios no han estado hasta hoy asumidos y afrontados de igual manera en los diferentes países para garantizar el bienestar y las perspectivas de futuro de las personas. A este respecto, España parece rodar en mitad de un pelotón de gregarios, incapaz de superar planteamientos ideológicos o acomodaticios para abordar las reestructuraciones necesarias en lo económico, lo político, lo social y lo educativo. Y algo similar podríamos decir de los países latinoamericanos en general. 

Lo que planteo en este libro es que esta cuarta revolución es tan sólo la antesala de otra transformación de mucho más alcance, la «quinta revolución industrial», inminente y, por ello, de urgente atención. Esa quinta revolución tiene que ver con cosas que aún no han pasado, pero para las que nos podemos preparar a nivel económico, empresarial, cultural, social, laboral, político, educativo y personal. Su marca diferencial será la expansión de la inteligencia automatizada, que quizá sea incluso más perturbadora para los modelos sociales existentes de lo que podemos prever ahora. La inteligencia automatizada y la robótica avanza- das, combinadas con el trabajo físico automatizado, serán siempre más rentables que cualquier trabajo repetitivo y previsible que hagamos los humanos. Y esto plantea un reto global cuyo abordaje es de extraordinaria urgencia. No creo en el catastrofismo de quienes auguran sin más que las máquinas nos quitarán el trabajo, sino que apuesto por un futuro donde, gracias a la automatización y la tecnología, el ser humano podrá trabajar de manera creciente en ámbitos más propios de las capacidades singulares humanas, y menos en las alienantes tareas repetitivas que una máquina podrá hacer mejor. El reto es cómo orquestar ese tránsito para evitar, en lo posible, los traumas temporales que conllevan estos decisivos cambios de paradigma. 

Esa hipertransformación del todo que nos espera en muy pocos años culminará con lo que se ha llamado «singularidad tecnológica», que se prevé se desarrollará en tres fases. En la primera fase, los ordenadores alcanzarán un nivel de computación que asemejará funciones propias del cerebro humano (hacia 2025-2029); en la segunda, la inteligencia artificial aplicada a ordenadores y hardware robótico empezará a tener la capacidad de mejorarse a sí misma (hacia 2029-2035); y, en la tercera fase, la más compleja, las computadoras podrán plenamente mejorar- se a sí mismas (hacia 2040, como muy tarde). 

Aunque esta quinta revolución no cobrará carta de naturaleza hasta la llegada de esa «singularidad», hoy podemos intuir que algunas de sus estructuras ya se están creando. El embrión de esa quinta revolución industrial está en los cambios que han sacudido nuestra sociedad especialmente en las últimas décadas, así como en la mutación que ha vivido nuestro modelo económico y social. Ahora, y de manera inaplazable, es prioritario identificar qué ha pasado, analizar la relación de ello con otros momentos de la historia e identificar las alarmas y las claves para no cometer errores que en el pasado significaron un retraso y un dolor innecesarios y evitables. 

Este es un libro para saber de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos al respecto de tan decisivo paso. Y todo ello lo explico a partir de un análisis de nuestra más reciente historia, la que confundió un cataclismo socioeconómico vinculado al parto de la cuarta revolución industrial con una crisis financiera, y también desde el análisis de las transformaciones ineludibles que está viviendo nuestro mundo. Todos los cambios que estamos viviendo tienen un detonante tecnológico y encierran, en su espíritu, una gran potencialidad para mejorar la vida de los seres humanos (como ocurrió en el pasado). 

Aun con los inevitables peajes transitorios que se deban pagar como sociedad, defiendo completamente la automatización y la digitalización. Tal defensa no es meramente una opción, sino una obligación, ya que es un signo de nuestros tiempos, y sería irresponsable no implicarse. No sólo tengo claro que esta revolución es un curso que hemos de tomar irremediablemente para conquistar el futuro inmediato, sino que, además, y especial- mente, no tengo duda de que, bajo un punto de vista humanista, esta revolución industrial y tecnológica que vivimos no busca prescindir de las personas en los procesos, sino que los humanos nos dediquemos a aquello para lo que somos la única especie ca- paz de hacerlo. 

Si podemos utilizar las máquinas, la inteligencia artificial, la impresión 3D, los vehículos autónomos, la automatización de todo, la internet de las cosas (internet of things, IoT), o las plataformas colaborativas a partir de una aplicación para estimular, apoyar y complementar el potencial de los seres humanos en la empresa y en la vida personal, resulta obvio que todo ello supone un avance. Negarse a verlo, y a actuar en consecuencia, pone en riesgo el papel evolutivo global de cualquier revolución humana. 

Asimismo, describo el tránsito que vamos a recorrer hasta llegar a esa quinta revolución (o «industria 5.0») y a esa singularidad, y defiendo que, a pesar de la inclusión absoluta de la tecnología en nuestras vidas, tendremos la oportunidad de ser más humanos que nunca. Pero este optimismo está bañado de prevenciones también, dadas las inevitables miserias y los padecimientos humanos por los que se ha pasado hasta ahora en períodos de transformaciones de tan enormes proporciones. Y por ello ausculto el mundo presente a fin de entrever qué hay que hacer ya, ahora, para amortiguar los efectos más duros de tal revolución, tanto pensando en los empresarios e industriales como en los trabajadores, y tanto en nuestras directrices educativas como políticas y de gestión. El ser humano es el objetivo prioritario de esta fase 5.0. 

Definir la «industria 5.0» será definir la «sociedad 5.0», que son conceptos indisociables. Nos dirigimos a un escenario caracterizado por un mundo automatizado (robótica), cognitivo (inteligencia artificial) y de acceso inmediato a datos (5G), y es preciso ajustar y asentar antes un sofisticado presente digital, «líquido» y exponencial. También estamos ante herramientas impensables hace pocas décadas, como el big data, la IoT o la aún por venir internet del todo (internet of everything, IoE), con la que asistiremos a un mundo en que todo estará conectado con todo, algo que puede suponer tanto una enorme liberación y oportunidad para el ser humano como su pérdida de privacidad y libre albedrío, razón por la cual se hace completamente necesario legislar decididamente y de forma global para evitar posibles intenciones de hipercontrol de ese universo de conocimiento y de datos. 

Este libro contiene también una crítica feroz a la falta de análisis, de estrategia y liderazgo durante los grandes cambios de la humanidad, una denuncia de la cobardía y la visión cortoplacista de muchos líderes que deberían actuar con valentía y visión a lar- go plazo, y no sumirse en batallas partidistas o ideológicas ni en el cómodo inmovilismo. Pero es también un canto de esperanza creíble sobre la construcción de un mundo que será indiscutiblemente más humano. Para esto último, por ejemplo, planteo propuestas sobre cómo deberíamos afrontar un mundo con un empleo muy distinto (en lo cuantificable y en su propio concepto o naturaleza) y en el que la educación debería estimular nuestras habilidades más humanas. La idea es que utilicemos la tecnología para valorar mucho más el factor humano. La tecnología nos hace más humanos y nos acerca a un estado natural en el que la creatividad, la empatía y la intuición tienen un valor exponencial. 

Por último, ahondo en ese nuevo papel del ser humano en esta revolución que afecta a nuestra experiencia personal vital, a las relaciones interpersonales y sociales, a las necesarias nuevas habilidades profesionales y a nuestro rol en un mundo con un nuevo equilibrio entre conciencia personal y experiencia cognitiva. Este libro deja en manos de todos nosotros la oportunidad y el desafío de que nuestro futuro inmediato no sea «la era de las máquinas», sino «la era de la humanidad». 

Os dejo aquí el índice que aporta algo sobre la idea general del esfuerzo realizado durante los últimos meses y que ha supuesto uno de los sacrificios más nutritivos que existen:

INDICE DE ‘LA ERA DE LA HUMANIDAD’

PARTE 1 
No era una crisis 
La deflación del capital.
Un nuevo contrato social llamado «empleo».
Un Ministerio del Futuro.
Montar un siliconvalei de cartón.
La clave está en los mares del norte.
La dimensión de la tragedia.
A Europa sólo le queda Eurovisión.
La era de la incertidumbre.
No era una ráfaga, era el futuro.
La internet del todo.

PARTE 2
Un mundo automatizado.
Edison no estaba solo.
Un presente de ciencia ficción.
El mejor amigo de mi hijo es un algoritmo.
Kodak y el tipo de la bandera roja.
Fintech: los bancos son las nuevas discográficas.
League of Legends no es sólo un juego.
Del quirófano a la torre de control.
Un mundo instantáneo.
O te transformas o te transformarán.
Renta básica inevitable.
La economía automática.
La ética cognitiva.
La humanidad aumentada.

PARTE 3
La empresa autoajustable.
Nuevos modelos de negocio y una botella de agua.
Nuevos clientes en el centro de la cadena de valor.
Nueva comunicación: de la agencia al laboratorio.
Nuevos procesos: la fábrica conectada.
Nuevas interacciones en un entorno robótico.
Nuevo crecimiento: de los e-sports a la biotech.
Nuevas relaciones digitales y el sex appeal de Siri.
Nuevos escenarios en la ciudad y en el campo.

PARTE 4
La quinta revolución industrial.
Cuándo las máquinas lo hagan todo.
¿Cuán «computerizable» eres?
El ser humano es el «porqué», y la tecnología es el «cómo».
Educación freelance para un futuro laboral freelance.
La singularidad tecnológica.
La singularidad humana.

Bonus track: carta desde el año 2050.

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Economía, Sociedad, Robotica Marc Vidal Economía, Sociedad, Robotica Marc Vidal

Llegan 4 millones de robots y no son sólo para la industria. 

Hace unos días se publicaba el informe de ABI Research donde se indicaba algo que ya circula desde hace tiempo acerca del número de pedidos de robots industriales y de servicios que los proveedores de estos cachivaches tienen pendiente de entrega. La cifra asusta pues se habla de más de 200.000 para toda Europa en los próximos años. Sin embargo ese informe va más allá y sitúa en 4 millones la cifra de robots que acabarán en más de 50.000 almacenes por el mundo antes de 2025. Ahora ‘sólo’ están robotizados unos 4.000.

Hace unos días se publicaba el informe de ABI Research donde se indicaba algo que ya circula desde hace tiempo acerca del número de pedidos de robots industriales y de servicios que los proveedores de estos cachivaches tienen pendiente de entrega. La cifra asusta pues se habla de más de 200.000 para toda Europa en los próximos años. Sin embargo ese informe va más allá y sitúa en 4 millones la cifra de robots que acabarán en más de 50.000 almacenes por el mundo antes de 2025. Ahora ‘sólo’ están robotizados unos 4.000.

Se espera que la mayor parte vaya directamente a países de Asia y del Pacífico. Concretamente se cuenta con China, Japón y Corea del Sur. Al parecer, la principal forma en que se han utilizado los robots hasta ahora en los almacenes es únicamente para mover mercancías dentro de las instalaciones siguiendo pistas o marcadores, los llamados AMR, o los que funcionan de modo autónomo utilizando sensores y sistemas de visión, los AGV. Sin embargo eso va a cambiar y hacerse algo más complejo. La tecnología 5G podría incorporar un nuevo nivel en su desarrollo e implantación.

El comercio electrónico no para de crecer y lo hace de manera cada vez más robusta. Se espera que en los siguientes años no pare de exigir una mayor cantidad de sistemas robóticos y automatizados. Cada vez llegan más paquetes a través de centros de logística y las compañías ofrecen tiempos de envío cada vez más rápidos. No hay otra que automatizar, robotizar e incorporar modelos inteligentes en los procesos para lograr que esas instalaciones sean más eficientes.

Amazon es una de las compañías que utiliza robots para ayudar con el cumplimiento de pedidos y tiempos de entrega más rápidos. De hecho se sabe que asume el coste de que algunos de sus empleados se formen en nuevas tecnologías y estudien robótica como parte de su programa de formación corporativo. El riesgo, no obstante, de eliminación de puestos de trabajo es muy alto. No todas las empresas que se automatizan eliminan empleos como consecuencia, pero para que eso no suceda hay que tener un plan estratégico que condicione la eficiencia en crear beneficio reportable en el crecimiento en puestos de trabajo más técnicos y difícilmente sustituibles. No es fácil, hay países, empresas en general, que eso no lo tienen previsto y sólo consideran la transformación digital y la industria 4.0 como un mecanismo para rebajar costes y destruir empleo ‘innecesario’. Un error que se pagará en términos económicos y sociales en muy poco tiempo. 

Aunque de momento hay anécdotas que nos pueden parecer simpáticas y/o tranquilizadoras, la cosa no es como para quedarse esperando a ver como avanza.

Era un día de operación normal, los robots se movían de forma autónoma por todo el almacén para entregar los productos a los operarios. Todo iba bien hasta que un sobre de mantequilla para palomitas se cayó de uno de los estantes (pods), fue aplastado por otro robot y esto provocó que toda la mantequilla se derramara por el piso del almacén. Esto ocasionó que algunos robots se acercaran a la zona para "ver" que es lo que pasaba, esto con el objetivo de enviar una alerta a los responsables para que lo resolvieran. Pero ninguno fue capaz de lograrlo, ya que algunos lo detectaban como un obstáculo mientras que otros sólo se terminaban resbalando, provocando choques y creando un atasco de robots. Sí, era evidente que los robots no estaban preparados para esto. Al final, los robots terminaron deteniéndose y enviando reportes de error, por lo que los encargados del departamento de Amazon Robotics tuvieron que acudir a este centro logístico para resolver el problema.

Pero no creas que esto de los robots logísticos es una cuestión sectorial. Un centenar de miles de robots para servicios están esperando ser construidos y ser entregados a los distribuidores que tienen pedidos cerrados. Cuando hablo de servicios me refiero a hoteles, restaurantes, bares, locales de entretenimiento, centros de atención ciudadana, aeropuertos, agencias de todo tipo, centros médicos y un sinfín de lugares donde la interacción entre humanos y dispositivos inteligentes sea factible. Aquí no se contemplan los denominados robots por software, ‘bots’, chatbots, sistemas expertos parar despachos legales, contables, sanitarios, periodísticos u otros. Sí, la cosa pinta que, como no entendamos que la inminencia para un plan gigantesco de reubicación y análisis de lo que va a ser el trabajo es muy cercana, lo vamos a pasar mal. No es catastrofismo, no es el anuncio de una robocalipsis, es sencillamente una alerta que exige tomar medidas de rediseño del modelo productivo y del concepto de lo que llamamos ‘contrato laboral’. 

¿Alguien cree que los miles de millones de euros que se están gastando los fabricantes de coches en el desarrollo de la conducción autónoma no va a acelerar el despliegue de este tipo de vehículos en menos de una década? ¿Alguien considera que eso no va a afectar a taxistas, conductores de VTC, camioneros o transportistas? Seguirán haciendo falta los humanos, está claro, pero no haciendo lo que hacen ahora. Podría ser otra función, la de supervisar a esos vehículos, la de hacer entregas de última milla o parecido. Sin embargo, sea lo que sea, va a ser preciso que se prepare esa transición. Una transición que, por otro lado, la hemos vivido otras veces, con otras revoluciones tecnológicas y nunca fueron ni fáciles y siempre fueron lesivas, especialmente para las clases más vulnerables. La diferencia esta vez es que esa hambrienta mutación socioeconómica, estimulada por los robots y los automatismos, no se va a satisfacer sólo con empleos de escaso valor añadido. Esta vez va a por todos. ¿Que estamos haciendo para que algo que puede ser el principio de un modelo social y económico mucha más justo, equilibrado, rentable y sostenible, sea posible y no se convierta en un drama lírico?

XPO Logistics tiene planes para desplegar 5,000 robots en Norteamérica y Europa. Y es que la adopción de robots se está volviendo cada vez más asequible y exponencial, con opciones que incluyen modelos de ‘robótica como servicio’ y que logran que la tecnología esté disponible para empresas de tipo medio y que les suponía algo inalcanzable hace apenas una década. Ya no hay barreras para la adopción robótica y su rentabilidad lo hace convincente. El problema, como decía antes, sigue siendo que la bola de nieve sigue engordándose mientras baja la ladera y no hay ni Cristo que se ponga a conducirla mínimamente. Seguimos con debates ridículamente lejanos a lo que en nada nos va a explotar frente a nuestras narices.

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Los ‘roboadvisors’ y la disrupción en la inversión financiera.

El mercado Fintech es tradicionalmente un territorio de pura innovación y de tecnología aplicada. Pequeñas empresas con estructuras mucho más ágiles que las del sector financiero tradicional y que capturan porcentajes importantes de negocio a bancos y gestoras de inversión. En Europa se calcula que esa cuota de mercado ha sufrido un mordisco que roza el 15% en los últimos cinco años a favor de estas startups. En ese escenario de tecnología disruptiva, automatizada, vinculada a la inteligencia artificial y a nuevos modelos de negocio aparecen unos algoritmos que garantizan modelos de análisis en el ámbito de inversión a niveles impensables hace muy poco. 

El mercado Fintech es tradicionalmente un territorio de pura innovación y de tecnología aplicada. Pequeñas empresas con estructuras mucho más ágiles que las del sector financiero tradicional y que capturan porcentajes importantes de negocio a bancos y gestoras de inversión. En Europa se calcula que esa cuota de mercado ha sufrido un mordisco que roza el 15% en los últimos cinco años a favor de estas startups. En ese escenario de tecnología disruptiva, automatizada, vinculada a la inteligencia artificial y a nuevos modelos de negocio aparecen unos algoritmos que garantizan modelos de análisis en el ámbito de inversión a niveles impensables hace muy poco. 

Esos mecanismos se llaman ‘roboadvisors’, gestores automatizados que nacieron en USA y que asesoran de forma online a sus clientes con el fin de obtener una cartera de inversión óptima basándose en diferentes niveles de riesgo, a varios horizontes temporales y a objetivos marcados por el propio inversor. En España hay webs especializadas como Hola inversión que se dedican a analizar estos modelos de inversión y a obtener información de forma estructurada de los mismos. En nuestro país el líder de este tipo de mecanismos es Indexa Capital, el cual gestiona más de 150 millones de euros actualmente. Otros modelos similares son Finizens, Inbestme o Finanbest entre otros.

Cómo decía antes, la banca ha empezado a vincular sus modelos de tradicionales con proyectos innovadores que provienen de lo que llamamos Fintech. Los bancos no quieren ser las nuevas discográficas y están trabajando duro para ofrecer una respuesta a un tipo de cliente que es digital, vive en digital, consume en digital y quiere respuestas digitales. De ahí que muchas entidades ya han sacado sus propios servicios en este sentido y que funcionan en la mayoría de los casos como réplicas de sus propios fondos manteniendo comisiones similares de momento. 

Tengo claro que el dinero como concepto está pasando por una transición que podría ser tan revolucionaria como lo serán los taxis autónomos, la impresión aditiva o la inteligencia artificial en la educación. Las ‘finanzas autónomas’ podrían crecer exponencialmente en los próximos años y, eventualmente, la mayoría de nuestras decisiones financieras podrían automatizarse sin solicitar permisos. Al fin y al cabo, ¿quién sabe cuál es el mejor momento para refinanciar una hipoteca o dónde obtenerla? Derívalo a cualquier otra decisión financiera y te acercarás a la más que probable realidad futura.

Habrá un momento en el que las computadoras refinancien nuestras deudas cuando sea más ventajoso a la vez que invertirán nuestro efectivo en inversiones a largo plazo cuando tenga sentido. Al mismo tiempo balancearán nuestro ‘cashflow’ y lo manejarán de manera inteligente en base a nuestras necesidades. Los seguros u otros servicios se pondrán en piloto automático.

Hace unos meses Credit Karma presentó en el MoneyConf de Dublín un informe que aseguraba que en Estados Unidos se ‘perdieron’ 37.000 millones de dólares en 2017 en sobre costes en créditos financieros. Ese parece un buen caldo de cultivo para justificar el crecimiento brutal de los ‘roboadvisors’ en ese país. Se calcula que estos modelos de inversión automatizados administraron, sólo en 2017, 98.500 millones de dólares. El doble que en 2016. Los datos de 2018 serán aun mayores y el cálculo que se ofreció roza los 450.000 millones para el año que viene. Si todo evoluciona como han hecho otros sectores que han vivido su disrupción, la gente verá que, asumiendo diferentes factores de riesgo, existe un beneficio concreto en la gestión de una parte de sus finanzas de un modo automático y optimizado.

Hace un tiempo un cliente me preguntó que debía hacer para garantizar que su negocio iba a ser rentable en el futuro inmediato. Se dedicaba a vender productos físicos. Le dije que en un mundo donde su cliente tipo cuando quiere ir al cine, mira Netflix, cuando quiere leer un libro, se lo descarga en Amazon, cuando quiere comer algo, lo pide a Glovo, cuando quiere escuchar música, se conecta a Spotify, cuando quiere comprar cualquier cosa se va a un marketplace, ¿qué le hacía pensar que ese tipo iba a ir siempre a su tienda física? y además ¿qué grado de conocimiento tenía de ese cliente? ¿qué datos obtenía de él? ¿qué procesos había automatizado para ofrecerle una experiencia central? Esas preguntas sirven para todos los sectores, negocios y modelos de gestión. Para la inversión también. ¿Qué les hace pensar a los gestores de inversión que su cliente no va a utilizar ‘roboadvisors’ en el futuro inmediato?

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El comercio minorista 'retail' ante el mayor desafío de su historia

Vivimos en un entorno de cambios constantes y tremendamente rápidos. No hay espera. Hace apenas una década mirábamos el frontal de nuestro teléfono conectado y nos preguntábamos si sería útil comprar con él. Ahora eso es algo cotidiano para la mayoría de las personas. Además, en apenas muy poco tiempo, hemos pasado del desconfiar en la compra desde estos dispositivos a ser exigentes en el servicio que hay detrás. El tiempo en recibir el pedido o la disponibilidad de irlo a buscar a un punto de compra tradicional que te pilla de camino se han vuelto determinantes. El reto, ahora mismo , es el de la entrega instantánea.

Vivimos en un entorno de cambios constantes y tremendamente rápidos. No hay espera. Hace apenas una década mirábamos el frontal de nuestro teléfono conectado y nos preguntábamos si sería útil comprar con él. Ahora eso es algo cotidiano para la mayoría de las personas. Además, en apenas muy poco tiempo, hemos pasado del desconfiar en la compra desde estos dispositivos a ser exigentes en el servicio que hay detrás. El tiempo en recibir el pedido o la disponibilidad de irlo a buscar a un punto de compra tradicional que te pilla de camino se han vuelto determinantes. El reto, ahora mismo , es el de la entrega instantánea.

Durante gran parte del siglo pasado comprábamos en mercados de proximidad, en tiendas especializadas y en entornos de alto control geográfico. Se solicitaba lo que se quería y se esperaba tras un mostrador para pagar y para recibirlo. Más tarde llegaron las grandes superficies de tipo urbano. Los supermercados y centros comerciales utilizaron su potencia para el stock, la globalización y metodologías de gestión compartida para reducir los precios y generar puntos de venta con importantes descuentos. El modelo era parecido al anterior pero con una nueva filosofía que era el embrión de la cultura que ha desplegado lo digital. La espera era de otro modo y la agilidad en el servicio o autoservicio aumentaron notablemente. El cliente estaba dispuesto a prescindir de un trato humano, cercano y de valor añadido a cambio de velocidad, precio y optimización.

En cada momento de la historia, en el que la tecnología ha sido la respuesta que esperaba el consumidor, ésta no ha sido determinante al principio, lo ha sido en la adopción por parte del comprador. Las innovaciones se suceden pero no siempre funcionan. De hecho ‘no existe innovación si el mercado no la acepta’ y es por ello que el análisis del entorno desde un punto de vista sociológico y de filosofía social es casi más importante que la tecnología que se va desplegando. No compramos igual no sólo porque la tecnología lo permita, no lo hacemos porque socialmente algo ha cambiado del todo.

Hoy no voy a hablar de ese futuro que se avecina y que no sólo va a afectar a lo económico. Los cambios serán de unas dimensiones bíblicas pero no lo serán hasta que generacionalmente y culturalmente sean asumidos como naturales. Van a mutar de manera definitiva las finanzas, las relaciones laborales, la política, los juegos sociales, los medios, los comercios e, incluso, la religión. Por eso depende de cada uno de nosotros identificar en nuestro entorno las opciones que disponemos y las exigencias imprescindibles que aun no tenemos. El caso del comercio minorista, el ‘retail’, es paradigmático en este sentido.

Algunos llaman a lo que vivimos como ‘el apocalipsis retail’, del comercio minorista. En España, como en la mayoría de las economías de nuestro entorno y muy especialmente en Estados Unidos que suele adelantar los efectos económicos en el consume, las ventas del sector no remontan y desde que empezó el año han ido acumulando caída tras caída. Hasta septiembre sumaban un desplome del 3,1%, que es el mayor retroceso desde febrero de 2017, según el INE. No es una casualidad ni es anecdótico. La gran batalla por la conquista del retail del futuro ha empezado y va a causar muchas bajas a menos que nos pongamos en ello ya mismo.

El CEO de Walmart dijo recientemente que ‘depende de los minoristas adaptarse a estos cambios y, en algunas áreas incluso, liderar el camino o se quedarán atrás y desaparecerán’. De hecho las tendencias que el negocio ‘retail’ va a tener que abordar son de una virulencia muy importante. No sólo son tendencias comerciales o metodológicas, hablamos de modelos sociales en cambio absoluto de los patrones de consumo y de relación con el vendedor. ¿Cuáles son esas tendencias? ¿Cómo va a ser el comercio minorista en apenas una década?  

El retail del futuro inmediato tiene que ver con un cliente inédito en cuanto a su capacidad de influencia, comprometido con el medio ambiente y que exigirá inmediatez y transparencia. Un retail que en ocasiones prefiere mirar hacia otro lado pensando que esa guerra no va con él, que al fin y al cabo, como van a desaparecer los centros comerciales, como van a dejar de ir los compradores a un lugar donde ahora mismo nada hace presagiar (mirando desde lo alto) que se puedan vaciar en breve. Y lo malo es que si se puede identificar esa tendencia.  La crisis de los centros comerciales es muy visible en Estados Unidos. Las grandes cadenas que eran el motor de estos grandes macro complejos estaban empezando a abandonarlos a cambio de apostar por el comercio electrónico y el tráfico de consumidores que acudían a estos establecimientos ha caído de manera brutal. De hecho, el 45% de los centros comerciales han perdido clientes, incluso en la campaña de Navidad. En este 2018 han cerrado 3.500 sólo en Estados Unidos.

Adaptarse a ese cambio exige entender al nuevo cliente. No quiere ir a tu tienda, tu tienda debe ir donde él está. La satisfacción del cliente siempre ha sido el objetivo número uno para los minoristas, y en el futuro, los clientes tendrán más poder que nunca para impulsar el cambio que desean, a medida que obtienen un mayor control sobre su experiencia de compra. La tecnología, móvil y analítica, modifican el histórico compromiso entre precio y servicio y se ha visto alterado debido a que los clientes esperan reducir su tiempo de compra pero a la vez disfrutar de esa experiencia ‘express’ mientras ahorran dinero. Se debe fabricar ese escenario.

La dificultad de enfrentarse a Amazon sin sus herramientas.

La dificultad de enfrentarse a Amazon sin sus herramientas.

Cumplirán con sus compras básicas diarias del modo más sencillo posible a través de una combinación de tiendas, comercios electrónicos, recogidas, entregas y capas de inteligencia artificial ofreciendo servicios predictivos. Los clientes exploraran en las tiendas, incluso con realidad artificial o aumentada, pero seguirán visitando centros físicos. El problema es que esos centros físicos deberán de ser muy distintos a los actuales estimulados por la Internet de las cosas, los sensores adaptados, la trazabilidad transparente, los datos en tiempo real y los robots de entrega. A continuación la impresión aditiva y la automatización de procesos irán tomando sitio. Por culpa de todo ello, la ecuación entre demanda y oferta cambiará de forma absoluta. Para ello hay que transformar toda la cadena de valor ofertada con lo que todavía llamamos ‘transformación digital’.

El mayor enemigo, dicen, del comercio minorista es Amazon. Si ya fue un competidor complejo durante los años en los que la empresa de Bezos perdía dinero de una manera insultante, ¿cómo de peligroso será ahora que ya gana suficiente para afrontar cambios que estimulen el mercado global? No lo sabemos con certeza, lo único que podemos hacer es lo que se hace cuando tienes en frente una ola gigantesca: aprender a surfear o salir corriendo. ¿Eres de los que corren?

[photo cover: Jesse Reaser]

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Negocio, Sociedad Marc Vidal Negocio, Sociedad Marc Vidal

Amazon supera el billón de dólares de valoración, casi el PIB español.

Ayer las acciones de Amazon subieron un 1.9% permitiendo que superara por primera vez la valoración de un billón de dólares. Recordemos que el PIB de España supera ligeramente los 1,2 billones, es decir, una barbaridad. Apple había llegado a superar esa gigantesca barrera del billón de dólares de valoración bursátil hace muy poco tiempo. Con esta gesta ya son tres empresas las que lo han logrado alguna vez. La tercera fue la energética PetroChina Co. que cruzó brevemente esa valoración a finales de 2007. Sin embargo se desplomó rápidamente debido a la caída de los precios del petróleo en la crisis financiera.

Desde que Jeff Bezos fundara Amazon en un garaje de Seattle en 1994 vendiendo libros, hasta que ahora él mismo sea la persona más rica del mundo, la evolución de su compañía se ha caracterizado por la diversificación absoluta y por la búsqueda de poner al cliente en el centro de la cadena de valor a partir del conocimiento y estudio de su comportamiento con diversas fórmulas digitales y seguimiento.

Amazon factura 200 mil millones anuales y tiene más de 575.000 empleados. Para analizar esas cifras tenemos que centrarnos en el crecimiento de los últimos años. Es a partir de 2015 que la cosa se dispara notablemente. Las acciones se han triplicado en apenas 3 años, alcanzando un valor máximo de 2.050 US$ ayer mismo. Hay que decir que, sin embargo, tras cruzar la marca del billón, la valoración de Amazon bajó a 988 mil millones poco después. Por cierto, ese club de ‘billonarios’ tiene dos candidatos más que tardarán poco en unirse si todo sigue como hasta ahora. Se trata de la marca global de Google, Alphabet Inc, y de Microsoft Corp.

Yendo mucho más allá de los libros, Bezos imaginó la experiencia minorista de un nuevo modo al ver desde el principio cómo Internet podría conectar a los compradores con una selección de productos mucho más grande de lo que encontrarían en los estantes de las tiendas fueran cuales fueran. Por eso amplió el negocio de libros a música y películas, luego agregó juguetes y electrónica.

La primera revolución vino en 2001, cuando Amazon lanzó un Marketplace digital que quería expandir el inventario más rápidamente al invitar a comerciantes independientes al sitio y cobrarles una comisión por cada venta. Ese modelo participado ahora representa más de la mitad de todos los productos vendidos en Amazon, y muchos de los comerciantes pagan a Amazon tarifas adicionales por el almacenamiento, el embalaje y la entrega. Una idea que en su momento fue discutida por el coste que tenía pero que a la larga ha permitido al gigante americano ofrecer un gran inventario sin tener que comprar nada, una ventaja competitiva clave sobre los competidores del retail que llevan años defendiéndose como pueden.

Otra revolución interna que lo estimuló todo fue cuando en 2006 lanzaron la división de computación en la nube Amazon Web Services. Replicaron lo que ya habían planteado con el Marketplace pero ahora en el ámbito puramente digital y en la nube. Cualquiera puede, en lugar de comprar y mantener sus propios servidores, alquilar la capacidad de la computadora de turno y el almacenamiento de datos en los centros de datos centralizados que administra Amazon. La clave está en que diseñaron un modo de pagarlo en función de cuánto se usaban, algo así como una factura de electricidad. Hoy Amazon lidera el mercado de computación en la nube y Amazon Web Services proporciona más de la mitad de las ganancias de la compañía.

A partir de ahí, Amazon decide colarse en todo. Desde Amazon Kindle para leer todo lo que puedas a Amazon Web Service con todos los servicios web necesarios y pasando por Amazon Market Place para que vendas o compres lo que quieras, el gigante del comercio electrónico no ha hecho más que aumentar sus servicios y buscar con ellos obtener cada vez más datos de sus clientes o usuarios. Amazon Contenidos para ver videos y películas, Amazon Prime, una logística de cuota fija que en realidad se ha ampliado hasta convertirse en una especie de ‘membresía’ con privilegios. Amazon Cash inicia algo parecido a un banco, Amazon Go, las primeras tiendas físicas sin cajeros, Amazon Fresh, la entrega rápida de alimentos o Amazon Echo, el asistente personal que se mete en tu casa con Alexa. Amazon por todas partes. Como he comentado esta mañana en mi colaboración sobre economía del programa Arusitys de La Sexta, Amazon está detrás de casi una cuarta parte de los envíos minoristas en un país como España.

En Arusitys hablando de la valoración de Amazon.

En Arusitys hablando de la valoración de Amazon.

Sin embargo Amazon es un caso a estudiar en cuanto a la fórmula de crecimiento y soporte de los resultados financieros cuando estos no son buenos. Les tomó un tiempo a los inversionistas apreciar las estrategias a largo plazo de Bezos. La acción se ha disparado en los últimos años, en gran parte en base a las apuestas que hizo hace más de una década. Existía la preocupación de que Amazon fuera una empresa sin beneficios porque Bezos invirtió tanto en el crecimiento que a menudo se perdían los trimestres o los resultados con márgenes estrechos.

Se han equivocado varias veces y en lugar de lamentarse han aprendido mucho. El teléfono inteligente Fire fuen un desastre en 2014. Fue quizás, el mayor fracaso de la compañía. Pero Amazon se recompuso y lanzó  el altavoz activado por voz ‘Echo’ y el asistente digital ‘Alexa’. El éxito que significaron no fue previsto por nadie. El uso de un nuevo interface por voz que Apple lleva insistiendo desde que nos instaló a Siri en todos los iOS, Amazon lo sintetizó con un notable éxito rápidamente.

Ahora bien, el mayor éxito de Amazon es Prime. Esta especie de ‘tarjeta digital de fidelización’ fue lanzada en 2005. Bezos tomó prestada la idea de los clubes de compras de almacenes de descuento y ofreció tarifas de envío casi gratuitas a los clientes que pagan una cuota anual. La membresía convierte al comprador ocasional en un cliente atrapado en los descuentos por envío de Amazon. Clientes ansiosos por obtener rendimiento de esa membresía gastando en Amazon una y otra vez. Prime ahora es la puerta de entrada a un coste muy interesante a todo tipo de productos de la compañía. Transmisión de video, almacenamiento de fotos en la nube o los descuentos más recientes en Whole Foods Market, que Amazon adquirió el año pasado. Amazon tiene más de 100 millones de miembros Prime, que utiliza para atraer más inventario a su tienda web por parte de miles de vendedores. La clave es que debido a la gran cantidad de comerciantes la competencia entre ellos provoca que los precios sean extremadamente bajos. Todo ello sin mojarse mucho. Es una obra maestra.

De momento parece que pocos puedan con Amazon. Cualquier batalla la gana. Es difícil pensar quien puede destronarlos a medio plazo. Sin embargo probablemente su talón de Aquiles está en su propia desmedida. La preocupación ante una campaña antimonopolio gubernamental en Estados Unidos o Europa no es algo menor. De momento no hay visos de que eso pueda ser puesto en marcha debido a que Amazon es una máquina de creación de empleo. El ejemplo, como ya expliqué, fue el proceso de licitación de una segunda sede de Amazon en Estados Unidos. Se lo rifaron. ¿Seguirá creciendo? ¿Hasta donde puede crecer? ¿Será finalmente un banco con servicios complementarios? ¿Cuándo empiecen a automatizar en serio toda la cadena de valor que sucederá? Amazon es una de las big companies que marcan la línea de cómo entender la economía del futuro, concentrada y gigantesca, lo hace para descifrarla en lo bueno, pero, atención, también para lo malo. ¿Cuándo valdrá 2 billones?

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Un 'iBank' o un 'iMoney'. Goldman Sachs, Apple y el futuro de la banca.

Que Apple y Goldman Sachs preparen el lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito conjunta puede responder a una decisión comercial similar a la que muchas empresas han desarrollado con anterioridad. Sin embargo mucho se ha comentado acerca de la repercusión que pueda tener que el gigante de Cupertino siga los pasos de lo que ya está haciendo Amazon por ejemplo. La tarjeta planeada llevaría la marca existente Apple Pay, pudiendo reservar la marca iBank para una fase más compleja. La idea es lanzar este producto a principios del próximo año. Para ello Apple tiene pensado eliminar todas las asociaciones de tarjetas de fidelización que tiene con diversas entidades y que no responden a lo que realmente buscan en cuanto a su papel en el mundo financiero del futuro cercano.

Que Apple y Goldman Sachs preparen el lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito conjunta puede responder a una decisión comercial similar a la que muchas empresas han desarrollado con anterioridad. Sin embargo mucho se ha comentado acerca de la repercusión que pueda tener que el gigante de Cupertino siga los pasos de lo que ya está haciendo Amazon por ejemplo. La tarjeta planeada llevaría la marca existente Apple Pay, pudiendo reservar la marca iBank para una fase más compleja. La idea es lanzar este producto a principios del próximo año. Para ello Apple tiene pensado eliminar todas las asociaciones de tarjetas de fidelización que tiene con diversas entidades y que no responden a lo que realmente buscan en cuanto a su papel en el mundo financiero del futuro cercano.

Según comentan diversos analistas, la tarjeta Apple-Goldman podría ayudar a ambas compañías a combatir las debilidades en sus negocios principales. A medida que el crecimiento de las ventas de iPhone se ralentiza, Apple está pensando en modificar su negocio vinculado a productos y los está focalizando en otros más centrados en servicios. Hablo de pagos móviles, suscripciones de música en vivo o ventas en la tienda de aplicaciones. Apple Pay, que a día de hoy ya genera ingresos en cada transacción, ha tenido una adopción por parte de los usuarios algo lenta. De ahí que la idea sea estimularlo al máximo de la mano de ‘quién sabe vender productos financieros’, un banco.

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Por el otro lado, Goldman está presionando a toda su operativa en banca de consumo para compensar una caída en la venta de valores, donde los ingresos han disminuido en casi dos tercios desde la crisis financiera. Los bancos ya no son lo que eran y Goldman Sachs hace tiempo que lo sabe. De ahí que lanzara un negocio de banca minorista llamada Marcus en 2016 para cuentas de ahorro en la red y de préstamos personales. Durante estos dos años sus ejecutivos han estado explorando la posibilidad de agregar tarjetas de crédito y herramientas de administración de patrimonio. Su problema principal es que no dominan el escenario digital ni el cliente medio que debe ser el ‘core business’ hoy en día.

En otro win-win. Apple tiene problemas para rentabilizar su plan de negocios vinculado a lo financiero, especialmente Apple Pay, y Goldman Sachs ha tenido problemas para aumentar sus ingresos debido, en parte, a una disminución en los ingresos comerciales. De ahí que, como le ocurriera a Amazon y JP Morgan, la suma va a permitir configurar un escenario en el que cada uno de ellos va a jugar un nuevo papel pero uno totalmente determinante.

La disrupción para el sector bancario no era sólo el Fintech. Ni siquiera las criptomonedas. El primero es algo que realmente se puede adoptar desde el propio sistema financiero y el segundo es algo mucho más complejo que afectará a muchos más aspectos de la vida. La potencial irrupción de estos nuevos actores en la banca comercial, y probablemente en la privada a medio plazo, es el verdadero asunto.

La tarjeta Apple Pay que pueda transformarse en algo más complejo y transversal desde un punto de vista financiero, es el último ejemplo de cómo un gigante tecnológico amplía su presencia en la industria bancaria. Además de Apple, Amazon, Google, Alphabet y algunas otras un buen número de gigantes tecnológicos están compitiendo por lograr que los pagos móviles sean más fáciles para los consumidores a la vez que aumentan sus formidables fuentes de ingresos y conocimiento vía datos masivos. La idea es capturar cuotas de mercado por esta vía y dar el salto a medio plazo a algo mucho más profundo si es posible.

Tengamos en cuenta que, de todas las compañías americanas, solamente Apple, Microsoft, Cisco, Oracle y Alphabet controlan el 80% de los fondos líquidos. Además, sus ahorros offshore han pasado en 10 años de 100.000 millones de dólares a 700.000 millones. El hecho de que la mayoría de esos activos en el exterior no sea cash, sino bonos y obligaciones negociables, los convierte en unos muy interesantes socios financieros incluso para el propio sector bancario. Los bancos pueden ser el canal por el que se desarrollen las expectativas bancarias de estas empresas.

Lo dicho, estamos asistiendo a la mayor metamorfosis vivida por la banca en toda su historia y tiene que ver, como para la mayoría, con la disrupción de un desafío digital que no todos están entendiendo. La idea de que el banco del futuro es sólo un banco digital o virtual puede costar caro. Pensar que adquiriendo ‘fintechs’ lo vas a poder controlar también. En el otro escenario, el más diverso, existe quienes defienden que la banca tiene su talón de Aquiles en la tecnología blockchain. Coincido, pero creo que habrá más. Más que vendrá por lo que en este post hoy describía.

La banca del futuro es menos banca y es más servicio asociado, menos catálogo financiero con costes y más relación comercial. Si para las discográficas o incluso la prensa, la disrupción supuso un cambio inevitable de modelo de negocio y de dudas razonables de si en el futuro inmediato eran empresas realmente rentables como en otros tiempos, a la banca le va a pasar lo mismo. Siguiendo la analogía, las grandes cabeceras de prensa siguen estando ahí, reinventadas pero ahí, compartiendo espacio con nuevos actores muy relevantes. La banca tiene cabeceras, marcas de confianza que deberán renovarse y aportar el valor a un mercado distinto. Muy distinto.

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Big Data, Innovación, Negocio Marc Vidal Big Data, Innovación, Negocio Marc Vidal

¿Sabes si tu empresa es ‘producto-céntrica’ o ‘cliente-céntrica’? Te va el futuro en ello.

Cuando hablamos de transformación digital nos referimos a como la tecnología trastoca de manera irreversible a una empresa o institución en cuatro áreas. Por un lado la estrategia en su conjunto, los procesos a partir de la modificación del modo de trabajar gracias a la integración de metodologías sujetas a nuevas tecnologías aportadas, la generación de nuevos modelos de negocio y, finalmente, que esos nuevos modelos y esa nueva manera de trabajar repercuta directamente en el cliente final colocándolo en el centro de la cadena de valor. Hoy en día eso es relativamente más sencillo que hace una década gracias a la infinidad de maneras que tenemos para identificar lo que hace un potencial cliente desde que piensa que quiere algo que nosotros vendemos y todo lo que sucede hasta que finalmente decide comprárnoslo a nosotros.

Cuando hablamos de transformación digital nos referimos a como la tecnología trastoca de manera irreversible a una empresa o institución en cuatro áreas. Por un lado la estrategia en su conjunto, los procesos a partir de la modificación del modo de trabajar gracias a la integración de metodologías sujetas a nuevas tecnologías aportadas, la generación de nuevos modelos de negocio y, finalmente, que esos nuevos modelos y esa nueva manera de trabajar repercuta directamente en el cliente final colocándolo en el centro de la cadena de valor. Hoy en día eso es relativamente más sencillo que hace una década gracias a la infinidad de maneras que tenemos para identificar lo que hace un potencial cliente desde que piensa que quiere algo que nosotros vendemos y todo lo que sucede hasta que finalmente decide comprárnoslo a nosotros.

En esa última, la que tiene que ver con el cliente, hay un factor que deja de tener relevancia por lo menos al nivel en el que hasta ahora se le suponía y que, por otro lado, deja algo descolocado el discurso que incorpora al consumidor como un sujeto pasivo a la espera de acontecimientos. Las empresas ‘producto-céntricas’ no dejan de ser máquinas que una vez deciden cual es su catálogo, gastan todo lo disponible en convencer a sus potenciales clientes que esos productos o servicios son los mejores y por eso deben comprarlos. Por otro lado las ‘cliente-céntricas’ se sitúan al otro lado del espejo y se dedican a conocer a sus clientes hasta el punto que llegan a ofrecer productos o servicios que éstos, una vez los utilizan, les proporciona una sensación de que todo estaba pensado para ellos en particular.

Estamos ante el mayor desafío comercial de la historia. Un desafío digital pero que también es humano. Pasamos de ‘la experiencia de cliente’ al ‘cliente con experiencia’ y eso no todos lo están entendiendo con la misma profundidad y acierto. En algunos de los talleres que imparto lo explico en detalle y muestro con que metodologías se debe afrontar este reto, puesto que hablamos de tecnología, procesos y habilidades. Todo se entrena. Esa es la clave para modificar el propósito central de una empresa. El cambio de lenguaje es notable. Se pasa de considerar oportuno innovar en soluciones que consideramos van a repercutir en un aumento de ventas por el mero hecho de que a la propia empresa eso les parece muy bien a otra óptica mucho más acertada. ¿Cuántas veces no hemos visto, me incluyo, que nuestro producto estrella acaba estrellado? ¿Qué sucedió si era lo mejor del mercado y lo que, estábamos seguros iba a funcionar? ¿Por qué para venderlo hemos debido invertir tanto en publicidad? La respuesta suele ser la misma hoy en día: no tuvimos en cuenta lo que los clientes nos decían sin saberlo.

Lo peor no es no saberlo, lo peor es que lo podríamos haber sabido pues siempre nos lo estuvieron diciendo. Se trata de analizar el comportamiento, atender a sus señales y gestionar de un modo predictivo lo que se espera de nosotros. La tecnología es clave, determinante, pero saber utilizarla también. Es lo que hace el gigante minorista Amazon. Acaba de llegar a los 100 millones de usuarios de pago en Prime. Un centenar de millones de clientes que pagan 99 dólares cada año y reciben tantos envíos como necesiten totalmente 'gratis' y encima acceden a su catálogo de series y películas en Prime Video. Parece lógico, pero no lo era tanto cuando alguien pensó que Amazon debía perseguir su nuevo propósito en base al conocimiento de sus clientes y no tanto a lo que se considerase una hoja de ruta lógica.

Si Amazon se hubiera dedicado a ser ‘producto-céntrica’ nunca hubiera focalizado en lo que ahora es sin duda el punto fuerte de su crecimiento: ‘lo que quieras tener, Amazon te lo trae en poco tiempo’. Y sabe lo que quieres, donde estas y cuanto eres capaz de valorarlo cuando te llega. Ahora es una empresa logística y ha conseguido gracias a la membresía Prime que en lugar de ser un ‘servicio-producto-unidad’, toda la cadena de valor logística sea una entrega del tipo ‘servicio-cuota’. En realidad este hecho surge de escuchar a sus clientes y descubrir que la ‘experiencia de cliente’ no surgía de la compra o la recepción, sino que sus consumidores eran ‘clientes con experiencia’ y se reforzaban los lazos con ellos en el proceso logístico más que en el de compra. De algún modo todos los compradores en Amazon saben que pueden encontrar cualquier cosa ahí. Pocas modificaciones al respecto, poco ha cambiado aparentemente la plataforma. Sin embargo las novedades se dan en el punto de la cadena de valor que el cliente valora especialmente. Se sabe que un 70% de las declinaciones de compra en un comercio online se producen en la última fase. Se abandona el carrito de forma mayoritaria cuando aparecen los costes de envío. Algo tan simple de saber que muchos han puesto en marcha con el ‘envío gratis’ o ‘gastos de transporte incluidos’. Sin embargo, Amazon decidió crear una cuota logística y adornarla con servicios añadidos.   

Los resultados dan miedo. En 2017 Amazon envió más de cinco mil millones de artículos con Prime en todo el mundo. A la vez iniciaba una estrategia para ‘colocarnos’ su dispositivo doméstico Alexa con diferentes estrategias de marketing basado en la predicción y la gestión masiva de datos. Para ello, tras averiguar que el modo de entrada a la casa de sus usuarios era la música y no otro servicio, estimularon que Amazon Music creciera en más de 30 nuevos países en 2017.

No obstante, el ejemplo de Amazon hay que tomarlo con pinzas obviamente. Hablamos de un monstruo planetario que, para desdicha del sistema financiero mundial, ha decidido entrar también en el sector bancario. Debemos tomarlo con cuidado porque hablamos de una empresa que se ha pasado casi dos décadas perdiendo dinero hasta llegar al punto actual confiando en cual era realmente el objetivo. Actualmente, se calcula que cerca de un 40% de los hogares americanos tienen Amazon Prime de algún modo. Vamos a analizar cual esta siendo la estrategia de Jeff Bezos para alcanzar cuotas de mercado más altas en los sectores de población menos adineradas, las que menos utilizan Prime.

Se sabe que el 60% de los hogares estadounidenses con ingresos de al menos 150.000 dólares tenían membresías Prime, según una investigación de Cowen and Company. Entre las familias con ingresos inferiores a los 50.000 dólares esa cuota de mercado baja al 40% y apenas en un 25% entre los que no llegan a 25.000 dólares. Para equilibrar estas diferencias, teniendo en cuenta que en cualquier caso el coste de Amazon Prime no llega a los 10 euros mensuales, pasa por cortejar a las capas sociales con menos ingresos. El problema viene, increíblemente, de que la mayoría de quienes no tienen Amazon Prime querrían tenerlo pero no pueden por un problema técnico: no tienen tarjetas de crédito o débito por diversas razones. De ahí nace Amazon Cash. Esa propuesta nace de poner en el centro de la cadena de valor al cliente y de entenderlo como algo más que alguien que busca ‘experiencias’ o ‘usabilidad’ sino soluciones a sus necesidades. En el proceso, se eliminó un obstáculo para comprar en Amazon para quienes no tenían cuentas bancarias.

Recientemente, Amazon introdujo un descuento del 45 por ciento en la tarifa mensual de Amazon Prime para aquellos compradores que reciben asistencia del gobierno; el servicio les costó solo 5.99 dólares al mes. Y justo en marzo, Amazon agregó destinatarios de Medicaid al grupo elegible para ese descuento. Mientras tanto, Amazon ha continuado agregando selección al catálogo masivo de productos disponibles para envíos gratuitos con Prime, y ha ampliado las áreas geográficas que califican para tiempos de entrega aún más rápidos. Incluyendo productos que suelen ser más demandados por las escalas sociales con menos ingresos precisamente.

Amazon es un ejemplo que no se suele utilizar cuando hablamos de empresas ‘cliente-céntricas’ porque nos da la sensación que ofrece mucho de un modo muy arcaico a veces y que compramos porque no hay más remedio hacerlo ahí. Sin embargo, todo está analizado, pensado y ejecutado para que ‘el viaje del cliente’, el famoso ‘customer jouney’ sea el que Amazon ofrece de manera ideal. ¿Cómo es tu empresa? ¿Producto-céntrica o cliente-céntrica? ¿Has iniciado un proceso de transformación que te permita hacer esto? Con algunos de mis clientes lo estamos haciendo con muy buenos resultados. Si quieres que lo hablemos no dudes en ponerte en contacto conmigo.

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‘Amazon Bank’ y la que se le viene encima a los bancos.

Ayer se publicaba que Amazon está trabajando junto a uno de los principales bancos norteamericanos, el JPMorgan Chase & Co. con el fin de poner en marcha un producto similar a una cuenta de cheques, algo muy habitual en Estados Unidos. El asunto está en fase muy inicial pero ya se interpreta por donde van los tiros. Amazon se metería aun más en la vida de sus ‘clientes/usuarios’ ya sea cuando entran en su macrotienda online, cuando compran los comestibles en Whole Foods, lean cualquier libro en sus Kindles, miren un video en Prime Amazon Video o, incluso, chateen con Alexa. Todas esas actividades que implican a Amazon de manera intensa se asociarían a un producto similar a una cuenta bancaria con marca, que bien podría llamarse Amazon Bank, y que ayudaría a reducir las tarifas de cualquiera de esas acciones. A cambio, Amazon seguiría en su recolección de datos masiva sobre conductas, gustos y hábitos de sus clientes, convirtiéndose en una especie de Amazon Big Brother.

Ayer se publicaba que Amazon está trabajando junto a uno de los principales bancos norteamericanos, el JPMorgan Chase & Co. con el fin de poner en marcha un producto similar a una cuenta de cheques, algo muy habitual en Estados Unidos. El asunto está en fase muy inicial pero ya se interpreta por donde van los tiros. Amazon se metería aun más en la vida de sus ‘clientes/usuarios’ ya sea cuando entran en su macrotienda online, cuando compran los comestibles en Whole Foods, lean cualquier libro en sus Kindles, miren un video en Prime Amazon Video o, incluso, chateen con Alexa. Todas esas actividades que implican a Amazon de manera intensa se asociarían a un producto similar a una cuenta bancaria con marca, que bien podría llamarse Amazon Bank, y que ayudaría a reducir las tarifas de cualquiera de esas acciones. A cambio, Amazon seguiría en su recolección de datos masiva sobre conductas, gustos y hábitos de sus clientes, convirtiéndose en una especie de Amazon Big Brother.

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Con millones de clientes, trillones de datos, acceso a capital barato y un margen de maniobra aparentemente ilimitado de sus inversores para establecerse en nuevos negocios, Amazon es un competidor temible para todos. Sería el tercer banco del mundo. Amazon quiere ser el proveedor de todo y para ello necesita saltarse algunas barreras del viejo mundo. El que funcionaba con bancos ‘normales’ por cierto. El valor de Amazon hoy roza el 65% del PIB de España. Eclipsa el valor combinado de JPMorgan y Bank of America Corp, los dos mayores bancos de los EE.UU. Esa tendencia de crecimiento no parece detenerse. El monstruo creado por Jeff Bezos está construyendo un servicio de entrega que un día podría competir con cualquiera, apunta al mercado de suministros hospitalarios. Hay quien defiende que la seguridad social del futuro dependerá de la evolución de este tipo de empresas.

Si en el sector farmacéutico, la entrada de Amazon ha sido catastrófica en la cotización de las empresas afectadas, en la banca, sin embargo, parece que se lo está tomando con menos miedo y considera que Amazon está llegando más como un socio que como un disruptor. Que se confíen. Lo que sabemos de momento, como pasa con el Fintech o con las criptomonedas, es que las regulaciones y barreras perfectamente construidas por ‘el sistema’ durante décadas no facilita este tipo de alegrías por muy grande que sea la empresa que lo establece. Cualquier movimiento de Amazon para crear su brazo bancario lo sometería a las reglas del capital y a otras regulaciones que probablemente limitarían su expansión agresiva y rápida al estilo Silicon Valley. Y es probable que haya una fuerte oposición. Recordemos el esfuerzo de Walmart Inc. hace más de una década para obtener un tipo de licencia bancaria se marchitó después de las críticas intensas de una gama de compañías y legisladores.

Pero en esta ocasión hay dos cuñados a los que les interesa la operación. Para JPMorgan o Capital One, liderar este proyecto con Amazon sería una oportunidad de mantener cerca a un posible competidor extremadamente peligroso en el futuro y fortalecer los lazos con una compañía que es popular entre los millennial, cuyos hábitos financieros están cambiando rápidamente. Una encuesta reciente de 1,000 clientes de Amazon realizada por LendEDU, un mercado de préstamos estudiantiles en línea, el 38% dijo que confiaría en Amazon para manejar sus finanzas de la misma manera que lo haría con un banco tradicional. Y no solo eso, es que la mayoría preferirían que ese hipotético banco funcionara con criptomonedas. ¡Ahí queda eso!

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El objetivo es convertir a sus compradores en titulares de cuentas bancarias. Es muy simple. El círculo se cierra. Después llegará el uso de Amazon Pay y la ulterior imitación de otras grandes tecnológicas. Los Apple Bank, Google Bank, Facebook Bank, SpaceX Bank o, como vemos Amazon Bank, es la verdadera amenaza al sector bancario. Ni criptomonedas, ni Fintech, eso ya lo llevarán implícito estos bancos 4.0. Resulta que la disrupción del sector bancario no venía por las apps Fintech, por la eliminación de intermediarios en sistemas de gestión gracias a una startup cualquiera, ni tenía que ver sólo con los bitcoins u otros, no, parece ser que los bancos de la próxima década van a ser genéticamente una cosa muy distinta. Esto no iba de cambiar el logo, ni de fusiones o rescates, ni va a ir de modificar la decoración de las sucursales, ni de poner en marcha programas de afiliación ‘cool’, a los bancos les va a tocar repensar de manera eficiente y rápida, el papel de la banca comercializada. Luego vendrán la de inversión, la privada y sus derivados. La verdadera disrupción de la banca no ha hecho más que empezar. Lo que ha pasado hasta ahora es más bien el aperitivo.

Este producto será un nuevo modo en la extensa forma que tiene Amazon de abordar todos los aspectos de la vida de las personas. Y lleva tiempo en esto. Amazon ya realizó incursiones en el ámbito financiero hace más de 20 años cuando era solo una librería. Amazon Pay permite a los consumidores pagar productos en sitios de terceros sin tener que volver a cargar la información de su tarjeta de crédito. Además, Amazon ha realizado préstamos por más de tres billones de dólares a pequeñas empresas que venden en su plataforma desde 2011. Ahora, incluso, ofrece una tarjeta de débito llamada Amazon Cash, que permite a los consumidores agregar efectivo a una billetera de Amazon y comprar artículos en la red sin una tarjeta de crédito concreta. Hace unos meses, Amazon miró que tal se le daba eso de los depósitos con Prime Reload. Un método de pago bonificado que permitió a Amazon pagarle menos comisiones a las, hasta ahora, intocables Visa y Mastercard.

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Amazon no es el primer minorista que juega en los servicios financieros. Ha habido otros, pero nunca la tecnología y el modelo de comportamiento de la generación que lidera el peso de consumo, había estado tan receptiva a que esto suceda. Es importante no quedarse con la superficie del tema. No es una tarjeta de fidelización de lo que hablamos, ni de modelos de relación parecidos a experiencias anteriores. No. Hablamos de un nuevo modelo de relación y sentido entre el consumidor, el vendedor y los servicios bancarios donde entran en juego no solo los valores tradicionales de relación directa sino también otros que no son tan evidentes y que generarán estructuras vinculadas distintas. No verlo y asegurar que ‘los bancos siempre existirán’ sin incorporar una comparación irrenunciable a lo que les pasó a las discográficas será un error que pagarán muy caro. El problema, como siempre, es quien lo va a pagar.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Tu pensión, los servicios públicos y el empleo de tus hijos dependerán de un robot.

Digan lo que digan, la historia demuestra que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores también, lo cual, de alguna manera, crea más trabajos. Es un mito revisable que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo. Lo destruye cuando no hay una estrategia de transformación social y laboral prevista. Si seguimos alimentando un modelo productivo y de crecimiento basado en la improvisación política y en la espera de acontecimientos, nos vamos a dar una hostia bíblica y de esta no saldremos por acompañamiento, pues nadie nos va a acompañar. La gasa fina entre el tercer mundo y el mundo automático se va a estrechar. Tengamos cuidado, pidamos que lo tengan quienes fueron elegidos para garantizar que el futuro sería mejor. De momento, me da la impresión, en España y muchos países de nuestro entorno, nadie está pensando ni haciendo nada al respecto. No, por lo menos, de manera eficiente.

Digan lo que digan, la historia demuestra que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores también, lo cual, de alguna manera, crea más trabajos. Es un mito revisable que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo. Lo destruye cuando no hay una estrategia de transformación social y laboral prevista. Si seguimos alimentando un modelo productivo y de crecimiento basado en la improvisación política y en la espera de acontecimientos, nos vamos a dar una hostia bíblica y de esta no saldremos por acompañamiento, pues nadie nos va a acompañar. La gasa fina entre el tercer mundo y el mundo automático se va a estrechar. Tengamos cuidado, pidamos que lo tengan quienes fueron elegidos para garantizar que el futuro sería mejor. De momento, me da la impresión, en España y muchos países de nuestro entorno, nadie está pensando ni haciendo nada al respecto. No, por lo menos, de manera eficiente.

El acojone es general. La idea de que los robots van a arruinarnos la vida tal y como la entendemos está generalizada. Los trabajadores de medio mundo ven con inquietud la amenaza que supone la automatización. Sin embargo, ese temor tiene mucho que ver con el como nos explican las cosas y, sobretodo, con el modelo socioeconómico que impulse el poder público de turno. Los hay que hablan de limitarlo y volver a llenar las fábricas de humanos para dar trabajo a más gente. Otros sencillamente no dicen nada. Los primeros se olvidan que el proteccionismo laboral en contra de la eficiencia lleva al cierre a medio plazo y los segundos son, en el mejor de los casos, unos irresponsables.

Existe una tercera vía. En Suecia pocos se preocupan por la previsible ola de de desempleo que nos acecha y que la automatización va a provocar. De hecho, ellos lo comparan al momento en el que, por la globalización, los países del ‘primer’ mundo tuvieron que competir con los trabajadores más baratos ubicados en Asia y Latinoamérica. Y bajo esa comparación consideran que el trabajo de los sindicatos, el apoyo gubernamental y la alta confianza que existe entre empleadores y empleados rige todo el planteamiento de enfrentarse a un futuro robótico.

La ministra sueca de Empleo Ylva Johansson dijo que ‘en Suecia, si le preguntas a un líder sindical si le tiene miedo a la nueva tecnología, la respuesta será: ‘No, me da miedo la vieja tecnología’’. La idea no es proteger el puesto de trabajo sino a los trabajadores, para lo que hay que capacitar a la gente para trabajos nuevos que aparecen justo cuando los que hacían desaparecen. Parece sencillo de entender. Lo que no es comprensible es que ni nos lo planteemos, ni se analice desde un punto de riesgo laboral inmenso y que, encima, cuando dices que los robots no son el riesgo sino los propios humanos gestionando su llegada, te traten de iluso.

Según los escandinavos, esto se replica de un modo parecido en Noruega, Finlandia e incluso en Dinamarca, la clave está en garantizar la innovación privada pero sujeta al liderazgo público. ¿Qué hacen en Suecia para garantizar la innovación entonces? Sencillamente, garantizarla. Al contrario de lo que sucede en Silicon Valley, donde el riesgo es consustancial a la innovación, en Europa no estamos ni cultural ni estructuralmente preparados para ello. Aquí te la das y lo arrastras toda la vida. Por eso, tal vez, hay que buscar método distinto. No vamos a crear un siliconvalei en ningún lugar por mucho que insistamos en ello.

Suecia presenta la posibilidad de que, en una era de automatización, la innovación avance manteniendo suficiente colchón ante el fracaso. Una buena red de seguridad es positiva para las iniciativas empresariales que pretenden encontrar un vínculo realista y acertado entre robots y personas. En Suecia, si un proyecto no tuvo éxito tras proponer un arriesgado modelo innovador vinculado a ese empleo del futuro, no se debe ir a la bancarrota directamente o, por lo menos, no se estigmatiza a quien no lo logró.

Lo curioso es que en Estados Unidos y la mayoría de países del sur de Europa y algunos latinoamericanos entre el 72% y el 88% de las personas consideran que los robots serán un problema, mientras que en Suecia el 80% considera que los robots y la inteligencia artificial será algo positivo necesariamente. Curiosamente, los suecos tienen claro que la renta mínima universal o básica es algo que llegará en los próximos años y en gran medida dependerá de la buena implantación de los modelos automáticos en la producción del país. Los otros, consideran que la renta básica acabará con el mundo tal y como lo conocemos porque generará un planeta de vagos esperando su subsidio. Un buen debate.

En Suecia y el resto de Escandinavia, los gobiernos proveen atención médica además de educación gratuita. Pagan generosos beneficios a los desempleados, mientras los empleadores financian vastos programas de capacitación laboral. Por lo general, los sindicatos aceptan la automatización como una ventaja competitiva que vuelve más seguros los trabajos. Y curiosamente, los pocos discursos políticos que se abren al respecto en países como el nuestro vienen de la vertiente de la izquerda representada por Podemos y algún sindicato y poco más. Lo que deja el debate en tierra yerta.

El error lo vamos a pagar caro. No pensar en ello, no analizarlo, no discutirlo y no ejercer no saldrá gratis. La idea que defiende esa izquierda que considera el ejemplo escandinavo un buen modelo se olvidan de un detalle importante: no somos como ellos. Pero ni por asomo. Su modelo educativo, su estructura económica y productiva, sujeta un magnífico sistema de bienestar social. Esa socialdemocracia no es equiparable porque su conformación parte de premisas muy distintas. No vale quedarte con lo que quieres ser sin modificar lo que te lo permitirá ser en todo caso.

La ola viene, se acerca, y la mayoría siguen mirando al horizonte con una miopía desesperante. Nadie sabe cuántos trabajos están bajo la amenaza robótica y de otras formas de automatización, pero las proyecciones sugieren una sacudida descomunal. En un estudio de 2016 realizado por el Foro Económico Mundial, se hicieron encuestas en quince economías importantes que en conjunto representan dos terceras partes de la fuerza laboral del mundo y se concluyó que el ascenso de los robots y la inteligencia artificial destruirá una red de 5,1 millones de empleos para 2020. En apenas un par de años, más de cinco millones de personas van a tener serios problemas y nadie está previendo nada más que en poner vendas cuando llegue la herida.

Pero veamos el caso de Amazon. Tal vez no haya una empresa que personifique mejor las ansiedades alrededor de la automatización que el monstruo fundado por Jeff Bezos. A pesar de que se culpa a esta empresa de destruir empleo a la vez que lo automatiza todo, la verdad es que la fuerza laboral a nivel mundial de Amazon es tres veces mayor a la de Microsoft y dieciocho veces más grande que la de Facebook. 

En 2014, la empresa comenzó a introducir robots en sus bodegas. Amazon tiene más de 100.000 robots en acción por todo el mundo y planea añadir más. Hacen que el trabajo en el almacén sea menos físico, al mismo tiempo que hacen posible el tipo de eficiencia que permite que el cliente pida algo por la mañana y lo tenga en unas horas. Eso sería imposible en costos y rendimiento sin esa incorporación del poder robótico. La empresa ha logrado, según ellos, que las máquinas realicen la mayoría de las tareas monótonas y que las personas tengan trabajos que los ocupen mentalmente analizando de un modo humano la cadena de distribución por ejemplo. 

A la vez, la empresa tiene más de 125.000 empleados solo en sus almacenes.  Cuando Amazon instaló los robots, algunas personas que antes apilaban los contenedores tomaron cursos para convertirse en operadores de robots. Muchos otros se cambiaron a las estaciones receptoras, donde clasifican de forma manual cajas grandes con mercancía y las meten en los contenedores. No se despidió a nadie cuando se instalaron esos robots y Amazon encontró nuevas funciones para los trabajadores desplazados. La pregunta es qué sucederá cuando lleguen las generaciones más sofisticadas de robots.

En mi opinión tiene más riesgo la perdida de competitividad que puede tener una economía nacional como la española por no afrontar con valentía el reto de automatizar, robotizar e incorporar la inteligencia artificial a la estructura productiva del país, que seguir pensando que hay que proteger el sistema económico en contra de ese progreso. El paro se generará de manera masiva, las pensiones serán insostenibles y el equilibrio entre servicios públicos y aportaciones sociales será insostenible sino se entiende que el mundo que viene es otro y hay que afrontarlo con estrategia y no con táctica. La estrategia es prever un mundo robótico, táctica es esperar a ver que pasa.

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El desafío de transformarse cuando todo va relativamente bien: el caso de los centros comerciales y el retail.

Aquí hemos hablado en más de una ocasión de la reconversión que sufre el mundo del retail. Especialmente hemos analizado como la tecnología genera nuevos empleos en el sector de los centros comerciales a la vez que destruye otros y establece nuevas fórmulas y relaciones entre el cliente y el vendedor en esos espacios físicos. La pista de hacia donde se dirige el modelo la tenemos en Estados Unidos, que por otro lado venía siendo el inspirador del ‘mall-live’ o espacio comercial para vivir.

Aquí hemos hablado en más de una ocasión de la reconversión que sufre el mundo del retail. Especialmente hemos analizado como la tecnología genera nuevos empleos en el sector de los centros comerciales a la vez que destruye otros y establece nuevas fórmulas y relaciones entre el cliente y el vendedor en esos espacios físicos. La pista de hacia donde se dirige el modelo la tenemos en Estados Unidos, que por otro lado venía siendo el inspirador del ‘mall-live’ o espacio comercial para vivir.

En Libre Mercado lo explicaban muy bien. Según un informe de Credit Suisse, más de 8.600 comercios cerraron en Estados Unidos hasta el año pasado. Al parecer las razones de este cierre masivo deben situarse en el crecimiento exponencial del comercio electrónico liderado por Amazon, donde el 15% de las operaciones comerciales americanas en el retail ya son ejecutadas desde la red sin pasar por ninguna tienda física. Lo interesante es que Estados Unidos no lidera esa clasificación sino que en el Reino Unido aun es mayor esa proporción.

Otra razón de ese declive viene dado por no colocar al cliente en el centro de la cadena de valor. Es sorprendente como en algunos de esos centros comerciales la renovación de la oferta apenas a variado en los últimos veinte años. Una dependencia manifiesta a marcas de gran envergadura ha supuesto un formato caduco y poco dado al valor predictivo en las ventas de hoy en día. Los clientes han cambiado y las empresas no tanto. Por supuesto, ahora lo sabemos, las personas no van a un centro comercial a comprar exclusivamente, de hecho cada vez van menos a eso.

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Pero el asunto puede estar amenazado por modelos disruptivos que se van acumulando. Amazon acaba de presentar una patente para 'la creación de un espejo con tecnología de realidad mixta para proporcionarnos una imagen de nosotros con varios tipos de prendas virtuales y poder hacer la compra ahí mismo desde el espejo y en Amazon'. El espejo es capaz de escanear el entorno y determinar qué objetos se deben ver como un reflejo, y cuales no. Una vez que analiza esta información, sería capaz de mostrarnos a nosotros usando diferentes prendas de ropa en diversos escenarios por cierto.

Volviendo al espacio físico. En España, por el contrario, los centros comerciales viven una nueva época de expansión. En lugar de reflexionar acerca de lo que está sucediendo en Estados Unidos, en España no se para de inaugurar nuevos centros bajo un mismo prisma de explotación. Más de 15 millones de metros cuadrados disponibles para alquilar en los 555 centros comerciales que hay hoy en día en nuestro país. Algo que por cierto no va a parar de aumentar pues hay casi una veintena de centros previstos construir a lo largo de este y el próximo año.

¿Vamos hacia el desastre? Según los responsables de la patronal del sector no. La Asociación Española de Centros Comerciales, por ejemplo, consideran que aquí aun se pueden abrir muchos ‘malls’ más, que la venta por Internet es todavía muy baja y que la gente siempre preferirá ir a una tienda física mayoritariamente para seleccionar sus compras. Suelen decir también que los centros comerciales españoles tienen un buen equilibrio entre comercio y entretenimiento o restauración. Y, de momento, es cierto. El crecimiento en estos establecimientos ha aumentado casi un 1% y las ventas un 3% en el total nacional.

Me sorprende esta complacencia. Es la misma que vive el sector turístico. No detectan la necesidad de transformarse cuando todo va bien. Para empezar un crecimiento de visitas del 1% bien podría ser una señal de alarma puesto que es algo menor al de anteriores años. Sin embargo, si atendemos al aumento del coste de algunos productos en esos centros, un crecimiento del 3% tampoco parece ser demasiado destacado. Es decir, se factura más porque los productos y servicios ofrecidos mayoritariamente también son algo más caros y hay más metros cuadrados en nuevos centros comerciales disponibles. No es un crecimiento destacable. No parece haber un conocimiento detallado del cliente, de sus movimientos, de sus necesidades, de venderle lo que aun ese cliente no sabe que quiere. No es un aumento de ventas significativo que se pueda vincular a una transformación real del sector. Es poco más que orgánico y, sin hacer demasiado, inevitable incluso.

Uno de los problemas habituales de los sectores o modelos de negocio que se estrellan contra la fría realidad es no detectar la puerta por la que va a entrar la disrupción. En el caso de los centros comerciales, del retail en general, de las tiendas físicas en muchos puntos del país o de toda Latinoamérica, el asunto tiene que ver con conocer al cliente, situarlo en el centro de la oferta comercial, vincular el uso físico frente a un creciente espacio digital, generar valor analógico y, sobretodo, transformando la eficiencia comercial automatizando muchos aspectos operativos.

Ofrezco talleres y workshops que han sido contratados en alguna ocasión por asociaciones que engloban este sector, sesiones que también en formaciones ‘in Company’ con ‘malls’ enormes que requerían formar a sus directivos y cargos intermedios y, estoy convencido, que el futuro de los centros comerciales no pasa sólo por abrir uno detrás del otro. Pasa por un plan de transformación consciente de que viene y que no generando nuevos modelos de negocio que no sólo pueden estar en ‘más restaurantes o más cines’. Eso, también, tiene un final incierto.

Y es que seguir pensando que hay tiempo es el mayor de los errores. Se dice que el comercio electrónico es una de las principales causas del declive del retail en general, pero que estemos tranquilos, que las ventas online sólo suponen un 4% del total. Que en moda esa cuota alcanza el 9%. Se dice desde asociaciones, promotores, ayuntamientos, vendedores, que tranquilos, ‘que todavía es un tema muy minoritario’. Me van a perdonar, pero precisamente eso, que es algo minoritario, es lo que debería de hacer reaccionar a quienes están detrás del modelo. Si con apenas un 4% del total de las ventas, el comercio electrónico está ejerciendo una presión importante a muchos, cuando la lógica financiera, de modos de pago, de penetración generacional y de uso de la economía circular se haga mayor, ¿qué creen que va a pasar?

Recordemos que lo importante no es saber si la disrupción te va a llegar o no, la cuestión correcta es ¿Cuándo y con que tecnología? En este caso parece evidente. Así lo explico en mis conferencias o sesiones de trabajo en este sector, pero sirve para todos. Si tu negocio va bien, preocúpate. 

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Sociedad, Robotica Marc Vidal Sociedad, Robotica Marc Vidal

Las claves del empleo en el futuro inmediato: dónde, cómo, quién y qué.

Desde el laboratorio del Mobile World Capital, una órgano creado para identificar los desafíos sociales que significan las nuevas tecnologías, tengo la suerte de ser testigo directo, no sólo de los formidables cambios que se están sucediendo en todos los ámbitos sociales, económicos e industriales por culpa de la tecnología, sino también de la velocidad a la que se está produciendo todo ello. Uno de los temas recurrentes en todas las reuniones que tenemos se refieren a la afectación de toda esta revolución al mundo laboral. Un escenario que se libera cada vez más rápidamente de los hábitos de una era industrial pasada. Un escenario laboral que muta irremediablemente para garantizar un futuro más productivo y equitativo y cuyas características se podrían englobar en los siguientes aspectos:

Muchos me preguntáis que deben estudiar vuestros hijos para tener trabajo en el futuro. Difícil saberlo. Pero desde el laboratorio del Mobile World Capital, una órgano creado para identificar los desafíos sociales que significan las nuevas tecnologías, tengo la suerte de ser testigo directo, no sólo de los formidables cambios que se están sucediendo en todos los ámbitos sociales, económicos e industriales por culpa de la tecnología, sino también de la velocidad a la que se está produciendo todo ello. Uno de los temas recurrentes en todas las reuniones que tenemos se refieren a la afectación de toda esta revolución al mundo laboral. Un escenario que se libera cada vez más rápidamente de los hábitos de una era industrial pasada. Un escenario laboral que muta irremediablemente para garantizar un futuro más productivo y equitativo y cuyas características se podrían englobar en los siguientes aspectos:

1. ¿Dónde? Las ciudades competirán por el talento.

Cuando Amazon reveló sus planes de invertir más de 5 mil millones de dólares en la construcción de su segundo cuartel general, recibió más de 200 candidaturas de diferentes ciudades. La guerra por el talento del futuro ya no será entre empresas, será entre ciudades. Como la tecnología une a la sociedad, y el trabajo a distancia se convierte en la norma, las personas vivirán en las ciudades que elijan, en lugar de las que están más cerca de donde trabajan. Las ciudades tendrán una especie de ecosistema que ofrezca opciones de vida atractivas en entornos amigables con la tecnología. Las políticas activas desde las administraciones para atraer ese desembarco es clave. De nuevo, no todo depende de la inercia sino de la acción política coordinada con el sector privado.

2. ¿Quién? La mayoría de la fuerza laboral será ‘freelance’ en diez años.

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Hoy en día, más de 57 millones de trabajadores, alrededor del 36% de la fuerza laboral de los Estados Unidos, trabajan por su cuenta. Si nos basamos en la tendencia que refleja el informe Freelancing, en Estados Unidos y en apenas una década, la mayoría del empleo será 'freelance'. La generación de ese empleo está liderado por ‘millennials’ que han decidido no depender de ninguna empresa aunque se alíen con ellas. Recordemos que estamos a minutos de que la generación con mayor peso en las decisiones económicas y políticas sean los nacidos a partir de 1980. Si te pasa como a mí y piensas como ellos, eres un ‘viejenial’. No lo desaproveches.

Pero, combinando lo que significará el crecimiento de grandes compañías buscando ciudades ‘talentosas’ con esa tendencia por el trabajo no dependiente, habrá una adopción a gran escala de un cuerpo laboral distinto, ‘freelance’ pero comprometido con nuevas habilidades y un nuevo modo de entender el empleo.

3. ¿Cómo? Formación ‘freelance’ para empleos ‘freelance’.

La forma en la que educamos a las generaciones futuras ya no es suficiente. Para las habilidades y los trabajos de hoy no son relevantes. Es de aurora boreal pensar que se les prepara para el futuro. La idea de que estudies matemáticas, ciencias y arte como disciplinas separadas, y luego trabajes para resolver el problema del mundo real en la economía actual, no tiene mucho sentido.

Preparar a los estudiantes para los trabajos del mañana requiere romper las barreras que existen dentro de la educación. Una educación que, como el empleo ‘freelance’, también deberá hacerse más flexible. Formación ‘freelance’ para empleos ‘freelance’. Parece hasta lógico. Educación orientada a proyectos y no a asignaturas como defienden en la Wildflower School en Boston. Un cambio total que, ¡vaya!, vuelve a necesitar de cierta actitud política para cambiar programas educativos, leyes y reformas derivadas.

4. ¿Qué? La AI y la robótica crearán empleos que ahora no existen.

La Inteligencia Artificial y la robótica crearán más empleos en lugar de una destrucción masiva de puestos de trabajo, como defiende la versión oficial. Algo que sólo sucederá si el hilo conductor de esta transición se ejecuta bajo la responsabilidad y la innovación socioeconómica. Países como Alemania, cercanos al pleno empleo, son los que mayor densidad de ‘robots per cápita’ tienen y otros, como España y Grecia, con las mayores tasas de paro son los que menos robots tienen de media. ¿Podría ser que cuanto más automatismo bien organizado, mayor eficiencia y, en definitiva, mayor contratación cualificada?

El problema es que vemos mucho Black Mirror y mucho Electric Dreams. La ciencia ficción defiende un mundo donde las máquinas roban el empleo, y casi la capacidad de organizarse a los propios humanos. Sin embargo, esta no es una idea capaz de sujetarse en la historia y en los datos. De hecho, el mayor enemigo para la humanidad es la propia humanidad. No vas a perder tu trabajo en manos de una computadora inteligente, lo vas a perder, en todo caso, en manos de un humano que maneje mejor una computadora que tú.

El impacto de la Inteligencia Artificial en el futuro no significa el fin del empleo. Por mucho que algunos lo consideren probable, las máquinas no se hacen a si mismas y necesitan que los humanos estructuremos la innovación derivada y necesaria de un modo responsable. Digamos que un futuro del empleo robótico abre ventanas de oportunidad en lugar de cerrar puertas dramáticas. El problema estará en el liderazgo político que tiene que estructurar esa transición. De momento, que yo sepa, pocos son los países que han asumido este reto como un elemento prioritario. Por cierto, entre los afortunados, no hay ninguno en el que se hable en español.

Estamos entre dos opciones. O vamos a un mundo con más empleo o nos dirigimos a un mundo sin empleo. Tengo la sensación que la escasez no será de puestos de trabajo, no, la escasez será de habilidades para cubrirlos. Esa es la clave. La formación necesaria, dejar de ver la máquina como una agresión para empezar a contemplarla como una colaboradora. Sino se plantea en ese sentido, el desastre podría ser monumental y ni la renta básica ni meriendas parecidas lo podrá amortiguar.

En definitiva, al igual que en las conclusiones que ya citaba Stephane Kasriel en un brillante artículo del WEF, en el que se basa éste, hay que repensar el empleo y, por supuesto, la educación profesional. Es necesario que se ofrezca una formación auténtica y útil. Hay quien ya lo está haciendo, quienes no lo ven tan urgente y otros que ni tan siquiera se les ha pasado por la cabeza este tremendo desafío. La gasa que separa un reto social y un desastre monumental es muy fina. A veces se rompe por la inacción.

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Marc Vidal Marc Vidal

La última estrategia de Walmart para enfrentarse a Amazon no tiene nada de digital. O sí...

La mitad de los centros comerciales en Estados Unidos admiten que su futuro está en riesgo por la caída de afluencia de clientes y de ventas. El informe que lo demuestra lo presentó hace unos meses Morningstar Credit Ratings. Se habla de una especie de apocalipsis de los centros comerciales. El comercio electrónico y el auge de outlets está derrotando al modelo de tiendas pequeñas con una amplía sección de restauración. 

La mitad de los centros comerciales en Estados Unidos admiten que su futuro está en riesgo por la caída de afluencia de clientes y de ventas. El informe que lo demuestra lo presentó hace unos meses Morningstar Credit Ratings. Se habla de una especie de apocalipsis de los centros comerciales. El comercio electrónico y el auge de outlets está derrotando al modelo de tiendas pequeñas con una amplía sección de restauración. 

El asunto acelera. En lo que va de año, han cerrado 2.880 establecimientos en Estados Unidos, más de la mitad que en todo el conjunto de 2016. Una tendencia que se debe coger con pinzas cuando la comparamos con otros países incluido el nuestro. Las cifras nos aseguran que el colapso del modelo no se producirá a la misma velocidad ni a con la misma intensidad en todas partes. Por lo menos de momento. Estados Unidos ofrece un espacio comercial por habitante cinco veces superior al de Reino Unido u ocho veces más que España.

Pero la verdad es que el comercio electrónico ha aflorado un profundo problema estructural del comercio físico que ha desembocado en un crecimiento de ventas de Amazon totalmente de aurora boreal. En los seis últimos años multiplica por tres a la todopoderosa cadena Sears por ejemplo. Sobrevivir a esta nueva guerra, a la disrupción más agresiva que ha vivido el sector del retail en su historia, no es fácil, lo único que sabemos por ahora es que el comercio físico tiene que engrasar sus habilidades y virtudes.

Hace unos meses ofrecí una conferencia en la Convención Nacional de Centros Comerciales de Colombia, ya había hecho lo mismo en un encuentro similar en Alicante, y hablé de uno de los retos urgentes del comercio analógico: el uso de datos. En los centros comerciales es evidente que eso puede ponerse en marcha de un modo muy eficiente. Está claro que, en otro tipo de comercios no vinculados a un centro masivo, fuera de los espacios comunes, en la guerra diaria de la calle y del escaparate, las armas deberán ser otras.  

Una de las noticias que se podían leer hoy en The Wall Street Journal hace referencia a la fórmula que ha elegido Walmart para enfrentarse al comercio electrónico, donde asume su incapacidad para superar a la competencia, especialmente Amazon y Alibabá. Walmart ha adoptado un enfoque no tradicional para impulsar las ventas antes de los eventos de compras de Black Friday y Cyber Monday aumentando los precios de los productos vendidos en la red y descontando los mismos artículos en las tiendas minoristas físicas. Han incrementado discretamente los precios de artículos en su tienda digital mientras que los precios en las tiendas físicas permanecen iguales. Esperan alentar la visita a sus centros comerciales donde ellos consideran que un cliente compra un 25% más de lo que tenía previsto hacer antes de entrar. Algo que en la red no logran.

Es evidente que comprar online tiene un incremento de coste en algunos ámbitos. Por mucho que nos lo muestren distinto hay márgenes que desplegar que suelen imponerse a la reducción que supone no exponerlos físicamente. El caso del joven que se ha hecho rico revendiendo online productos que compraba en establecimientos físicos es un ejemplo curioso de este hecho. Ryan Grant ha facturado ocho millones de dólares en cuatro años comprando artículos precisamente en Walmart y revendiéndolos después en Amazon.

Pero volviendo a la estrategia Walmart. Todo es parte de un esfuerzo para aumentar el tráfico peatonal a medida que Walmart continúa compitiendo con Amazon en casi todos lados. Tanto Amazon como Walmart, especialmente con su marca Jet.com, han estado trabajando en servicios y experiencias de compra similares durante el año pasado. Ambas marcas han experimentado con el hecho de que los mensajeros desbloqueen tu propia puerta de entrada a tu casa para entregarte paquetes. Ambos, también, han apretado en el servicio de entrega de todo tipo de comestibles a una velocidad increíble.

Obviamente esto no soluciona el problema. Walmart, como todo dios, tiene un problema y el problema se llama Amazon. La cuota de mercado online es muy complicada de modificar e insiste en buscar aliados para evitar la caída de facturación a la que se enfrenta desde hace dos años. Google cerró una alianza con Walmart para vender más y hacerlo de forma más rápida, con el objetivo de plantarle cara a Amazon.  La idea era que Google Express, la plataforma de compra con envío rápido de Google para Estados Unidos, incluya en su catálogo los productos de Walmart. Bajo la alianza de ambas firmas, las entregas se realizarán en un rango de entre uno y tres días, es decir, en el mismo plazo que ofrece el servicio Amazon Prime.

En todo caso, si tienes una tienda física, una pequeña cadena englobada en cualquier ámbito del retail, el comercio minorista, seguramente ya te has dado cuenta, hace un tiempo, que las cosas no pintan bien. Tu guerra tiene múltiples enemigos. Desde los que venden física y virtualmente y crecen en ambos espacios como Inditex hasta los que no pueden competir digitalmente porque sus márgenes son tan escasos que irían a pérdidas como Primark.

Tus productos son mejores, más baratos, tu servicio es excepcional y personalizado, gastas más que nunca en publicidad, incluso digital, estás en algunos marketplaces, incluso puede que en Amazon, pero sigues intuyendo que lo vas a pasar mal. Esperas que este viernes negro se activen las ventas, que en Navidad recuperes lo que no ha acabado de entrar en caja durante todo el año. A pesar de todo eso, sigues pensando que debes hacer algo. Debes transformarte digitalmente, debes afrontarlo de manera estratégica. Toca utilizar cosas que parecían inalcanzables como la Inteligencia artificial, la gestión de datos, la automatización de la mayoría de acciones que no requieren tu intervención, etc. Hoy en día, disponer de esas herramientas está al alcance de todo. Es solo ponerse en marcha. La gran batalla de la concentración de actores en el retail empezó hace tiempo. Aun estás a tiempo de ocupar tu espacio en ella. No esperes mucho no obstante.

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La inversión en 'machine learning' aumenta y marca el futuro empresarial inmediato.

El ‘machine learning’ entrena computadoras a reconocer patrones en un conjunto masivo de datos. Las empresas están cada vez más interesadas en incorporarlo pues a medida que surgen aplicaciones nuevas, éstas les permiten sacarles un mayor partido. En apenas tres años, según el estudio Global CIO Point of View, el 64% de las empresas europeas habrán adoptado esta tecnología de un modo u otro. El mismo informe dice que la inversión en Inteligencia Artificial también subirá hasta los 44.000 millones de euros en 2020. Si tenemos en cuenta que en 2016 el gasto no superó los 6.000 millones, su crecimiento va a ser extremadamente importante. 

El ‘machine learning’ entrena computadoras a reconocer patrones en un conjunto masivo de datos. Las empresas están cada vez más interesadas en incorporarlo pues a medida que surgen aplicaciones nuevas, éstas les permiten sacarles un mayor partido. En apenas tres años, según el estudio Global CIO Point of View, el 64% de las empresas europeas habrán adoptado esta tecnología de un modo u otro. El mismo informe dice que la inversión en Inteligencia Artificial también subirá hasta los 44.000 millones de euros en 2020. Si tenemos en cuenta que en 2016 el gasto no superó los 6.000 millones, su crecimiento va a ser extremadamente importante. 

Es evidente que las iniciativas de transformación digital del futuro inmediato estarán basadas en Machine Learning e Inteligencia Artificial. Un buen número de mis clientes ya han empezado la fase de investigación y planificación mientras que el otros han iniciado un período de implantación. La minoría, todavía, de las compañías que conozco y en las que ya se utiliza, el Machine Learning, estas tecnologías se han convertido en la herramienta principal para la toma de decisiones en departamentos como finanzas, ventas y marketing y gestión de operaciones.

La automatización de todo es algo que debe convivir, todavía, con un modelo híbrido donde aun es necesaria la intervención de los humanos en áreas como operaciones de seguridad, gestión de clientes, gestión de operaciones e, incluso, finanzas, ventas y marketing. Sin embargo se sabe que este panorama va a cambiar de aquí a finales de esta misma década, puesto que a este ritmo la mayoría de estas empresas habrán automatizado el 70% de las consultas de operaciones de seguridad y el 30% de las de gestión de clientes por ejemplo. La competitividad de unos u otros vendrá dada precisamente por el nivel de integración, en muchos casos, de estos modelos tecnológicos.

No obstante, en el momento de iniciar un proceso de aplicación de la inteligencia artificial o de cualquier modelo de gestión aplicado a partir del machine learning o deep learning, las tres áreas en las que se pone énfasis es en la automatización de tareas repetitivas, la toma de decisiones complejas y el reconocimiento de patrones de datos. Despachos profesionales, departamentos de finanzas o comités de decisión directiva ya obtienen resultados a una velocidad inédita. Aquellos que tienen aplicaciones como las que define el Machine Learning son capaces de revisar documentos legales, valoraciones crediticias, solicitudes de cualquier tipo, complejos volúmenes de información o datos masivos para redactar informes de manera inmediata. Herramientas que sustituyen a humanos pero que a la vez les aporta, a otros o no, mecanismos para el ejercicio ejecutivo con un valor añadido humano como nunca antes pudo ser posible.

La buena noticia es que las grandes corporaciones empresariales han localizado el Deep learning un modelo comercial interesante. Amazon Web Services y el Grupo de Investigación en IA de Microsoft han presentado Gluon. Una plataforma que permite a cualquier desarrollador construir, entrenar e implementar modelos sofisticados de aprendizaje automático en la nube, aplicaciones avanzadas y móviles. 

Es un salto cualitativo más importante de lo que parece. De hecho la relación entre Amazon y Microsoft en el campo de la Inteligencia Artificial lleva tiempo marcando el ritmo. Tan solo hace pocas semanas anunciaron la asociación entre Alexa y Cortana. Una relación que parece dejar en segundo plano la batalla por la nube que entre ambas empresas e incorpora en la hoja de ruta común un trabajo intenso hacia el despliegue de modelos de inteligencia artificial y sistemas expertos en la vida cotidiana de empresas y personas.

Llevo tiempo diciendo que las tecnologías que van a determinar el futuro inmediato surgen de la automatización de todo, el paso de producto a servicio, de la gestión integral de datos masivos y, especialmente, de la Inteligencia Artificial en el ámbito software y no tanto robótico. IBM y Watson fueron pioneros en el despliegue de su tecnología aparentemente inaccesible para el mercado tradicional y ahora Amazon y Microsoft van a ir en una dirección probablemente similar.

Piensa cuantas cosas hace tu empresa hoy con la intervención humana y el coste que tiene, analiza que procesos podrían ser ejecutados por un modelo automático inteligente, incorpora elementos de formación y determina cuanto podría suponer en beneficios redistribuir algunas personas a la vez que sumas valor, velocidad, eficiencia y simplicidad a tu modelo productivo. Si la respuesta la intuyes, aun tienes tiempo, en 2025 todo va ya habrá cambiado.

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¿Por qué Amazon compra Whole Foods? ¿Que modelo de negocio está en juego realmente?

Todo lo que pasa con Amazon nos toca de cerca. Ahora más que nunca. Su apuesta en Barcelona, por ejemplo, es importante. Nuevos centros logísticos y nuevas oficinas para centralizar su operativa en el sur de Europa. Por eso, sus decisiones estratégicas nos importan y mucho. Amazon lleva intentando irrumpir en el negocio de la entrega de alimentos desde hace más de una década. Ahora lo va a intentar con, probablemente, la decisión definitiva. Comprar una cadena de supermercados. Comprando Whole Foods. Es su mayor adquisición hasta la fecha. Amazon ha acordado comprar la cadena de supermercados Whole Foods por 13.700 millones de dólares.

Todo lo que pasa con Amazon nos toca de cerca. Ahora más que nunca. Su apuesta en Barcelona, por ejemplo, es importante. Nuevos centros logísticos y nuevas oficinas para centralizar su operativa en el sur de Europa. Por eso, sus decisiones estratégicas nos importan y mucho. Amazon lleva intentando irrumpir en el negocio de la entrega de alimentos desde hace más de una década. Ahora lo va a intentar con, probablemente, la decisión definitiva. Comprar una cadena de supermercados. Comprando Whole Foods. Es su mayor adquisición hasta la fecha. Amazon ha acordado comprar la cadena de supermercados Whole Foods por 13.700 millones de dólares.

Aunque el acuerdo sorprendió a mucha gente, el gigante del comercio electrónico lleva mucho tiempo intentando entrar en el campo de los comestibles. Ya en agosto de 2007 dio a conocer Amazon Fresh pero tras diez años no se ha llegado donde la compañía esperaba. No obstante este es un mercado que mueve una ingente cantidad de dinero y Amazon no se iba a dar por vencida. Los comestibles frescos son la categoría más grande del gasto del consumidor en la venta al por menor que, por cierto, todavía no ha sido atravesada de manera radical por la implacable disrupción digital. Un informe reciente del Instituto de Comercialización de Alimentos y Nielsen encontró que el sector de comestibles de Estados Unidos podría crecer cinco veces en la próxima década, con los consumidores gastando más de 100 mil millones de dólares en 2025.

Amazon vio el potencial aquí desde el principio aunque Amazon Fresh todavía no ha penetrado socialmente de manera significativa. La venta de alimentos frescos requiere una experiencia más práctica que la entrega del paquete que Amazon hace. Muchas de las cosas que compras en una tienda de comestibles se estropean fácilmente, lo que significa que tienes que llevarlas a casa rápidamente. Además, alguien tiene que estar allí para recibir las mercancías. Eso puede ser complicado, dado que a Amazon le gusta optimizar rutas de entrega y paquetes de artículos para maximizar la eficiencia logística. Su gran baza y eso no se puede hacer con la leche o los huevos.

Eso explica que Amazon haya decidido apostar por los supermercados físicos. ¿De que se trata? ¿De Amazon analógico? ¿Un híbrido? Aun es pronto para saberlo. De momento sabemos que, en mayo, Amazon abrió dos tiendas en Seattle. Ahora expandirá el modelo a los 431 mercados de Whole Foods en Estados Unidos. La idea parece que pasará por un ‘pide desde una aplicación y pasa a buscarlo por uno de esos centros ‘logísticos’ de productos perecederos. Tal vez los 431 supermercados dejen de tener producto expuesto tal y como lo conocemos ahora. Amazon solo busca acercarse al consumidor, no tenerlo dentro.

Amazon nos explica como va a ser el centro físico del futuro. Como van a ser las tiendas, los supermercados, la relación entre cliente y vendedor. Nos abren una ventana al futuro inmediato. En diciembre, Amazon lanzó Amazon Go, un supermercado sin cajeros. De alguna manera Amazon intenta relacionar todos sus productos y puntos de contacto con el cliente. Está procurando que la compra la realice tu propio sistema de 'inteligencia artificial' doméstico, Amazon Echo, y si es preciso interactúe con su asistente de voz Alexa. Al fin y al cabo es para que en menos de una hora puedas pasar con tu vehículo por un centro Amazon de Whole Foods y que alguien te ponga tu compra en tu coche. Sin pagos, sin esperas, sin listas. Si me apuras, esa entrega parece más viable que nunca con uno de los drones que ya están funcionando actualmente en modo de pruebas en California.

Amazon ha comprado caro. Ha pagado a 42 dólares la acción, una saludable prima del 27% sobre el precio de cierre del día anterior. Eso demuestra que todo lo que se esconde detrás del ‘delivery’ perecedero es estratégico. Sin embargo aquí parece que todo el mundo gana. Todos menos la competencia. Phil Lempert, uno de los analistas de mercados en Wall Street más veteranos dijo que ‘cada comerciante recordará este día como el comienzo de una nueva era, y muchos deberían están asustados'. De momento nadie tiene que preocuparse laboralmente.

El ganador más obvio en el acuerdo es Amazon, que por 13.700 millones de dólares compra una plaza importante en un mercado Bezos ha considerado desde hace tiempo estratégico. Amazon fue disruptiva en la industria editorial y el comercio minorista en general, pero en el mundo de los alimentos y su entrega no lo ha logrado aún. Ahora sí. Locales físicos y una engrasada estructura de entregas. También ganan los accionistas. Si sucede lo mismo que pasó con la compra que hizo Bezos del The Washington Post, pueden estar contentos. Los consumidores también ganan, sobretodo los subscriptores de Amazon Prime que disfrutan del envío gratuito. Probablemente también se van a beneficiar la industria de los drones. Una cosa es la entrega ocasional de libros y otra es pasar a una entrega continua de productos perecederos.

Pero los grandes perdedores son Kroger, Walmart, y cualquier otra persona que venda alimentos. Si eso suena alarmista, considera el estado de las industria de los libros minoristas y editoriales, que durante algún tiempo ignoraron a Amazon como una seria amenaza. El anuncio de la adquisición de Amazon-Whole Foods es reciente pero tengo mucho interés en ver como afecta a Instacart. He invertido en su versión española, Deliverry y me interesa mucho ver como evoluciona el plan de expansión de la empresa norteamericana. ¿Estamos ante un cambio irreversible del modo de consumo de los productos perecederos? ¿Instacart va a empezar a comprar startups en otros países para adelantarse a la expansión de Amazon Fresh?

Lo único que sabemos a ciencia cierta es que la guerra acaba de empezar y que no hay sector ni categoría empresarial que no pueda sufrir de la noche a la mañana la disrupción que te haga irrelevante sino estás atento. 

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El 25% de los usuarios de Siri han fantaseado sexualmente con 'ella'.

Hace casi cuatro años escribí sobre una película titulada ‘Her’ donde Scarlett Johansson pone la voz a un sistema operativo llamado Samantha que enamora literalmente a un Joaquin Phoneix sublime. Samantha es un asistente personal virtual que logra una relación profunda con el protagonista y que se trunca cuando éste descubre que ese tipo de vínculo no es tan exclusivo como parece. Samantha tiene miles de conexiones similares con otras personas.

Hace casi cuatro años escribí sobre una película titulada ‘Her’ donde Scarlett Johansson pone la voz a un sistema operativo llamado Samantha que enamora literalmente a un Joaquin Phoneix sublime. Samantha es un asistente personal virtual que logra una relación profunda con el protagonista y que se trunca cuando éste descubre que ese tipo de vínculo no es tan exclusivo como parece. Samantha tiene miles de conexiones similares con otras personas.

Está claro que cuando se lanzó la película la idea de que podamos algún día llegar a establecer lazos emocionales con un software quedaba muy lejos. Mucho más que ahora. Tres años son muchos años en la era digital. Siri, el asistente virtual de Apple que viene de serie en todos los iOS, había sido lanzado apenas un par de años antes. Lo importante ahora es averiguar no tanto hasta donde ha llegado la tecnología sino cual es el modo en el que las personas se acercan a esta misma tecnología. El tema está en que punto exacto ponemos la frontera entre lo extraordinariamente posible y la ciencia ficción.

Según eMarketer, 60,5 millones de estadounidenses hablan periódicamente con sus asistentes virtuales llamados Siri, Cortana, Alexa u otros. Un 27,5% de los usuarios de teléfonos inteligentes americanos se relaciona de un modo inconsciente con un software al cual hablan de modo natural. Curiosamente la evolución y mejoras de estos asistentes se producen de un modo continuo y sin apenas notarlo el usuario. Es como si crecieran y no nos diéramos cuenta.

En términos generales un tercio de los milenials europeos utilizará esos asistentes durante este mismo año. La agencia JWT en colaboración con Mindshare hicieron una encuesta curiosa acerca de la relación virtual de los usuarios de este tipo de aplicaciones y las derivadas emocionales que pueden tener a medio plazo. El resultado fue tremendo. El 26% de los encuestados han tenido una fantasía sexual escuchando la voz de sus asistente virtual y el 37% desearía que fueran una persona real. Hoy no opino, de verdad, sólo traslado datos.

La relación entre los seres humanos y los asistentes de voz que están impulsados or inteligencia artificial está a punto de ser aún más intensa. Los gigantes de la tecnología de Silicon Valley como Amazon, Google, Apple y Microsoft gastan cientos de millones mejorando sus asistentes de voz para que parezcan cada vez más humanos. De hecho, las empresas que lo están trabajando tienen tendencia por centrarse en las voces femeninas. Aunque la voz original de Siri aseguran que es esta.

Se espera que los asistentes de voz comiencen a asumir un papel más importante en la vida de las personas. De la gestión de sus diarios a llenar sus refrigeradores, a convertirse en 'mayordomos digitales'. En el mismo estudio de JWT, se determina que casi un tercio de los entrevistados dijeron que están emocionados por un futuro en el que sus asistentes de voz se anticipen predictivamente a lo que necesiten y tomen acciones para aportarlo sin intervención humana. Hay agencias de publicidad que ya tienen claro que su cliente futuro no será exclusivamente el dueño de un teléfono inteligente, su verdadero target será el asistente que lleva en él.

A medida que se hacen más sofisticados, mucho más inteligentes y aprenden de las miles de millones de interacciones que suman en todo el mundo, los asistentes virtuales van tomando posición que será determinante cuando el ‘link’ entre los asistentes en el hogar, los que van en el teléfono y los ‘chatbots’ que utilizan miles de empresas en el mundo para ser más eficientes en el trato comercial, unifiquen sus tareas y se relacionen según nuestro criterio. Estamos en condiciones de ver como un asistente virtual negocia con un chatbot el coste de unas vacaciones que le hemos encargado que nos compre. La charla entre ambos puede ser muy interesante.

Por cierto, si eres de los que han nacido entre 1950 y 1976 y no eres muy de utilizar este tipo de cachivaches, no eres un tipo raro. Esa generación todavía prefiere personas reales o, cómo muy virtual, el uso de texto y correo electrónico para gestionar sus cosas. Apenas un 9% usará durante este año un asistente personal virtual. Ayer en mi sección en TVE lo expliqué.

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Un pequeño paso para un robot, un gran salto para la robótica.

Mientras que los titulares que aparecerán en los próximos días sobre robots van a centrarse en que un chino se ha casado con un robot ‘femenino’ que él mismo ha construido, otras noticias menos populares se van sucediendo. Me refiero a una que pasará desapercibida y que tiene una importancia gigantesca. Ya disponemos de brazos armados robóticos que agarran y manipulan objetos desconocidos decidiendo que hacer con ellos en base a la naturaleza de los mismos. Esta noticia acorta el tiempo que tenemos los humanos para ir ocupando el espacio que la historia y la tecnología nos van a reservar.

Mientras que los titulares que aparecerán en los próximos días sobre robots van a centrarse en que un chino se ha casado con un robot ‘femenino’ que él mismo ha construido, otras noticias menos populares se van sucediendo. Me refiero a una que pasará desapercibida y que tiene una importancia gigantesca. Ya disponemos de brazos armados robóticos que agarran y manipulan objetos desconocidos decidiendo que hacer con ellos en base a la naturaleza de los mismos. Esta noticia acorta el tiempo que tenemos los humanos para ir ocupando el espacio que la historia y la tecnología nos van a reservar.

Resulta que escondido en una pequeña nave industrial de la ciudad de Somerville, un brazo robótico se pasa el día recolectando objetos aleatoriamente de una cinta transportadora y las clasifica. Botellas de plástico, alimentos, latas o espuma de afeitar son su menú. Aunque su configuración actual es una especie de banco de pruebas está claro que en breve todas las tareas de picking, inclusive de tipo más doméstico y menos industrial, podrán ser adoptadas por este tipo de automatismos. La clave, en este caso, es que el bicho piensa.

No se trata de un humanoide. Muchas veces he dicho que el futuro de los robots tendrá muy poco que ver con la pinta que tienen en las películas de ciencia ficción. Sus formas dependerán exactamente de la función que cumplan. En este caso, con sólo ser un brazo armado y mecánico conectado a un cerebro artificial será suficiente. No necesitaremos que parezca una persona sintética. Eso se lo dejamos al chino de antes. La frontera entre robots que repiten tareas indefinidamente y robots que son capaces de discernir es muy grande. Superarla ha sido uno de los desafíos más importantes de la robótica históricamente. Y ya la hemos cruzado.

La selección de diferentes tipos de objetos apilados en un contenedor puede sonar algo simple, pero sigue siendo un gran reto para los robots, especialmente si los objetos 'no le son familiares’. Los humanos son capaces de interpretar cómo la morfología de un objeto solo con verlo. Siglos de experiencia y evolución nos avalan. El ejemplo de que es muy complicado automatizar este tipo de tareas completamente lo tenemos en Amazon. A pesar de tener robots por todas partes solo han podido incluir robots recolectores en algunas fases de sus centros. En ningún caso tienen mecanismos que seleccionen y piensen sobre lo que recogen. Por eso el salto es tan importante.

El sistema de RightHand Robotics agarra objetos usando una mano con dedos con una copa de succión en su centro. Una cámara está incrustada en la mano para ayudar a determinar qué apéndice utilizar y cómo captar el elemento. La empresa emplea el aprendizaje automático para refinar su algoritmo de control a lo largo del tiempo, y los trucos aprendidos por un robot son devueltos a un servidor en la nube para que puedan ser compartidos con otros ‘compañeros’. El principio del final de algunos empleos se ha acelerado. De ahí que sea tan urgente repensarlo todo, interferir en lo que los humanos vamos a tener que hacer sino queremos hacernos daño.

Además del escenario de la cinta transportadora, los desarrollos en los que ahora están ocupados en RightHand Robotics incluyen una configuración diseñada para igualar la de una empresa que envía paquetes de cosméticos adaptados a clientes individuales. El sistema de la empresa puede recoger los artículos de un cliente de varios contenedores diferentes colocados junto a un carrusel circular. Tras varias acciones aprende a captar diferentes objetos. Si no lo toma bien al principio, con pocos intentos lo logra y lo identifica perfectamente.

Que los desarrollos automatizados aprendan es la clave. Que piensen es definitivo. Los coches autónomos no serán autónomos hasta que diferencien entre ‘no debes atropellar a un ser humano’ y ‘lo que significa atropellarlo’. Lo mismo con este tipo de objetos animados. De seleccionar encadenadamente objetos gracias a sensores, a distinguirlos por aprendizaje hay un salto cualitativo importante.

No nos damos cuenta de que los robots han empezado a ayudarse entre ellos. Este en concreto comparte lo que aprende con otros robots. Entre ellos mejoran, son muy listos. ¿Qué estamos haciendo nosotros? Seguimos lamentándonos. ¿Por qué no aceleramos en la formación, estimulación y desarrollo de las aptitudes que nos hacen mejores profesionales cuando nos mostramos más humanos? La intuición, la creatividad, la empatía, la emoción y el razonamiento siempre serán las herramientas. El resto no. Tú mismo. Puedes seguir atendiendo a noticias sobre robots que se casan o empezar a formarte en lo que tu mundo va a pedirte en cinco minutos.   

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Por favor, ¿sería tan amable de pasarme con un chatbot?

Internet, tal y como la conocemos ahora, no tiene nada que ver con la de hace cinco minutos. Ahora funciona desde un móvil, desde cualquier lugar y conectado a cualquier cosa. Todas estas características se suman a otro factor cada vez más determinante: la automatización de todo. Poco a poco, millones de procesos en los que había algún tipo de intervención humana a partir de herramientas digitales están siendo sustituidos por los denominados ‘chatbots’. Ya he hablado de ellos en varias ocasiones porque tengo la impresión de que van a marcar el desarrollo de la red en los próximos dos o tres años.

Internet, tal y como la conocemos ahora, no tiene nada que ver con la de hace cinco minutos. Ahora funciona desde un móvil, desde cualquier lugar y conectado a cualquier cosa. Todas estas características se suman a otro factor cada vez más determinante: la automatización de todo. Poco a poco, millones de procesos en los que había algún tipo de intervención humana a partir de herramientas digitales están siendo sustituidos por los denominados ‘chatbots’. Ya he hablado de ellos en varias ocasiones porque tengo la impresión de que van a marcar el desarrollo de la red en los próximos dos o tres años.

No hablo de automatizar sólo un elemento de respuesta comercial. Ya sabemos que los chatbots son algo mucho más sofisticado. Generan conocimiento a la marca y es ahí donde está el verdadero valor de estas rutinas sofisticadas de inteligencia artificial o de sistemas expertos. Desde inicios de año he ayudado a casi una decena de empresas a poner en marcha proyectos de transformación digital que tenían como elemento incorporado un chatbot. Los hay de diversos tipos, pero está claro que los asistentes virtuales están revolucionando el sector de los servicios. Permite incrementar el volumen de negocio a la vez que atiendes mejor las incidencias y conoces al detalle a tu cliente. La derivada son predicciones muy interesantes de que se puede hacer.

En España destaca una startup que tiene como hilo conductor la relación entre clientes potenciales y un chatbot vinculado a Whatsapp, Telegram y Facebook Messenger. Con un simple ‘hola’ que escribas a su contacto vinculado, CorreyVuela se pondrá a tu servicio inmediatamente. No estarás hablando con un humano pero ese software te va a buscar el mejor vuelo posible. El lenguaje natural y la búsqueda semántica ya pueden sustituir la mitad del empleo que tiene que ver con este tipo de relación entre usuarios y empresa. En el caso de los ‘callcenter’ esa opción es casi del 100%.

Tengo la impresión que en un par de años vamos a comprar por Whatsapp. Nos dirigimos a la reducción absoluta del hecho comercial. Ya empezó esa revolución del retail o de la venta de servicios cuando las apps comerciales hicieron aparición. Te conectas a la aplicación de tu marca y compras en su entorno. Poco o nada pasa ya fuera de ahí. Pocos compran en la web responsive o mobile. De ahí que el siguiente paso, en este punto de madurez digital, es hablar con robots que utilicen nuestras herramientas de conectividad básica como Whatsapp, Messenger o Telegram.

Pero el salto definitivo está por llegar. El punto exacto en el que una persona tenga problemas para identificar si quien habla con nosotros es ciertamente un software o una persona. Si a ese momento le añadimos un rostro, una imagen humanizada que pueda responder al modo en el que hablamos con un operador de servicios, el límite se traspasa definitivamente. La combinación entre inteligencia artificial, aplicaciones de comunicación tradicionales, asistente personal e hiperrealismo gráfico nos conducen a un entorno apasionante.

Si el software comercial que esconde un chatbot sirve para identificar patrones, gustos y necesidades de los clientes para ser más eficiente a la empresa, ¿hasta donde llegará si quien haga esa tarea tenga aspecto absolutamente humano? Aquí está el desarrollo más hiperrealista que existe en este ámbito. Se trata del chatbot que Soul Machines creó para el gobierno australiano. Su trabajo trata de ofrecer información sobre servicios de discapacidad. La empresa no obstante ya ha dicho que tiene pedidos de entidades bancarias, médicas y jurídicas. ¿Te gustaría que un chatbot con apariencia humana ‘haciendo un Skype’ contigo frunciera el ceño cuando tu respuesta no fuera la idónea? Pues de eso va.

Como decía, este chatbot que ha presentado Soul Machines está destinado para el gobierno australiano. Su nombre es Nadia y la voz que utiliza proviene de la síntesis de la que tiene la actriz Cate Blanchett. El software que alimenta su ‘cerebro’ es Watson de IBM. Su misión es ofrecer información conversando. Se supone que esa cara reconocible por sus gestos facilita la relación. Pero también, ese chatbot reconoce tus expresiones faciales. De modo que un gesto de sorpresa provocará que el chatbot Nadia reduzca la complicación de la explicación o la repita. De este modo se genera empatía. Algo realmente complicado en un entorno sintético.

Esto no es algo anecdótico. Los chatbots empresariales en texto ya son más de 50.000 sólo vía Facebook. Amazon ya explora con Alexa y una docena de empresas de alto valor tecnológico tienen prototipos a punto de lanzar al mercado. En un par de años, preferirás que tus problemas los soluciones una máquina. Pasaremos de aquel ‘quiero que me atienda un humano’ al ‘por favor señorita, ¿me puede pasar con un chatbot’?

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Innovación, Robotica, Tecnologia Marc Vidal Innovación, Robotica, Tecnologia Marc Vidal

Olvida la versión oficial. Los robots no te van a quitar el trabajo de momento.

El empleo del futuro está en juego. Todo el mundo parece estar de acuerdo. En cada conferencia que ofrezco o en cada curso que imparto a empresas, el temor a un futuro incierto es algo previo que está como instalado mayoritariamente. La impresión inicial siempre es la misma. Se está tatuando socialmente una especie de discurso oficial acerca de que la tecnología ha llegado para destruir la ocupación que, aparentemente, tan bien habíamos estructurado. Permitidme que ponga en duda esta última afirmación.

El empleo del futuro está en juego. Todo el mundo parece estar de acuerdo. En cada conferencia que ofrezco o en cada curso que imparto a empresas, el temor a un futuro incierto es algo previo que está como instalado mayoritariamente. La impresión inicial siempre es la misma. Se está tatuando socialmente una especie de discurso oficial acerca de que la tecnología ha llegado para destruir la ocupación que, aparentemente, tan bien habíamos estructurado. Permitidme que ponga en duda esta última afirmación.

Es evidente que la automatización se está llevando por delante a muchos espacios de trabajo. Un informe reciente del Instituto McKinsey Global estimó que el 49% de las actividades laborales van a ser ser totalmente automatizadas. Esto afectará inevitablemente a 1.100 millones de trabajadores en todo el mundo. A esta cifra demoledora, que no es preciso ser un lumbreras para identificar las razones que lo van a provocar, siempre se le incorpora otra inferior que habla de los empleos que se crearán por el mismo motivo vinculado a la innovación tecnológica. Siempre es una cifra cuantitativamente menor.

El discurso oficial dice que ‘no vamos a crear tanto empleo como el que vamos a destruir’. Esa afirmación es tan superficial como otras que no consideran el hecho de que probablemente lo que va a pasar no es que se destruyan únicamente empleos sino que el concepto que representa el contrato social llamado ‘trabajo’ va a cambiar como nunca antes lo hizo. Ahí estará la clave. Como también el modo en el que las empresas, y a eso dedico mis esfuerzos cada día, interpreten como un valor añadido esa combinación futura entre ‘transformación digital’, automatización y robotización con el aumento de plantillas humanas. Sí, es posible. Robotizar destruyendo unos puestos concretos para crear muchos otros.

Gracias en parte a más robots en sus centros de cumplimiento, Amazon ha sido capaz de reducir los costos de envío y traspasar ese diferencial a los clientes. El envío más barato estimula a los potenciales clientes a utilizar Amazon. El resultado siempre ha sido el mismo. La compañía contrata a más trabajadores para resolver esa demanda creciente y una respuesta personalizada en la postventa. Más robots, más automatismos que permiten a su vez más humanidad.

El caso de Amazon es paradigmático. ¿Qué hacen los robots, y qué hacen las personas? Las tareas que involucran habilidades motoras al detalle, análisis o imprevisibilidad son gestionadas por personas. Los robots sólo pueden operar en un ambiente controlado, realizando tareas regulares y predecibles. Acciones que requieren fuerza o, incluso, el traslado de estanterías enteras facilitando la parte final del proceso de empaquetado que terminan los seres humanos.

A veces se nos presenta un mundo en el que en pocos años los robots y la tecnología será capaz de llevar a nuestros hijos al colegio. Eso en las películas está muy bien pero la realidad va a ser algo distinta. Es cierto que van a pasar cosas tremendamente disruptivas pero hay que tener una medida objetiva para todo ello. He visto tecnología que va a cambiar el mundo en breve, pero también he oído de otras que se les otorga cualidades que no tiene ni tendrá de momento. Los coches autónomos o las criptomonedas son un ejemplo.

En Amazon o en otros grandes almacenes multiproducto que están trabajando de un modo similar, los robots mueven estantes y los llevan a donde un empleado, sin tener que hacer el trabajo duro, empaquetando y enviándolo a su destinatario. De momento en esa cadena un humano es más operativo en la selección del artículo correcto. Al terminar esa colecta el robot se lleva la estantería a su lugar de origen. El análisis del espacio que requiere la carga del camión de reparto es otro de los puntos en los que la intervención humana detallada maximiza el espacio y mejora el beneficio logístico de la empresa.

De momento, más robots significa más humanos. Desde que adquirió la empresa de robótica Kiva Systems, con sede en Boston, en marzo de 2012, por 775 millones de dólares, Amazon ha incrementado el uso de robots y continúa invirtiendo muchísimo en automatización. Tanto para robots como para drones. En 2016, la compañía aumentó su fuerza de trabajo robótico en un 50%, de 30.000 a 45.000 unidades. Sin embargo, lejos de despedir a nadie, Amazon aumentó el empleo humano en torno al 50% en el mismo período de tiempo. El informe de resultados de la empresa para el cuarto trimestre de 2016 incluyó el anuncio de que planeaba crear más de 100.000 nuevos empleos a tiempo completo sólo en los EE.UU. durante los próximos 18 meses.

¿Es cierto que habría más trabajos si la gente estuviera haciendo el trabajo que ahora hacen los propios robots? ¿Podría ser que la productividad que estimulan al final beneficia a los propios humanos? Muchos de los empleos que Amazon está creando no existían hace un tiempo. Surgen de esa combinación máquina-humano. Es urgente establecer ese espacio de relación. Las empresas deben incorporar tecnología para ganar más en el medio plazo y nada indica que eso requiera despedir personas, sólo modificar su modo de trabajo y potenciarlo gracias a la digitalización y automatización de todos los procesos. Esto no va de temer el futuro. Va de desafiarlo.

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