Marc Vidal Marc Vidal

El uso de la Inteligencia Artificial por parte de los abogados no será opcional.

Desde julio del año pasado, un chatbot proporciona asesoría legal gratuita usando una especie de Inteligencia Artificial en Estados Unidos y en Reino Unido. Su desarrollador, Joshua Browder, lo definió en su momento como ‘el primer abogado robótico del mundo’ tras haber ayudado a ganar demandas por tráfico en centenares de miles de ocasiones y a millares de refugiados solicitando asesoría legal. Según Browder, su desarrollo tiene una utilidad mucho más compleja puesto que ahorra tiempo y dinero a cualquier trabajador del sector legal. Su herramienta, llamada DoNotPay, realmente no es un robot legal, es más bien un ‘simplificador de documentos legales’. Tal vez, el gran asunto de la sustitución de abogados por software no sea, de momento, mucho más que desintermediar y automatizar aspectos del trabajo que ahora hacen los abogados.

Desde julio del año pasado, un chatbot proporciona asesoría legal gratuita usando una especie de Inteligencia Artificial en Estados Unidos y en Reino Unido. Su desarrollador, Joshua Browder, lo definió en su momento como ‘el primer abogado robótico del mundo’ tras haber ayudado a ganar demandas por tráfico en centenares de miles de ocasiones y a millares de refugiados solicitando asesoría legal. Según Browder, su desarrollo tiene una utilidad mucho más compleja puesto que ahorra tiempo y dinero a cualquier trabajador del sector legal. Su herramienta, llamada DoNotPay, realmente no es un robot legal, es más bien un ‘simplificador de documentos legales’. Tal vez, el gran asunto de la sustitución de abogados por software no sea, de momento, mucho más que desintermediar y automatizar aspectos del trabajo que ahora hacen los abogados.

Si esto es así, y eres un abogado, no temas a ninguna tecnología que pueda quitarte el empleo sino que te lo quite otro abogado que se lleve mejor que tú con la tecnología. Y es que es difícil ignorar las formas en que la inteligencia artificial ya supera a los humanos desde un punto de vista técnico. Un estudio publicado esta semana por LawGeex, una plataforma líder de revisión de contratos a través de la Inteligencia Artificial, muestra como un sistema experto es capaz de superarnos en el ámbito de la abogacía. Específicamente, en el campo de la revisión de los Acuerdos de No Divulgación (los NDA) y en como detectar con precisión los riesgos dentro de la documentación legal que puedan haber. El video que acompaña muestra como trabaja en un aspecto muy básico.

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Un total de 20 abogados humanos se enfrentaron a la IA de LawGeex revisando cinco NDA. Las condiciones controladas del estudio fueron diseñadas para parecerse a cómo los abogados normalmente revisarían y aprobarían los contratos diarios. Después de dos meses de pruebas, los resultados demostraron que la Inteligencia Artificial terminó la prueba con una calificación promedio de precisión del 94%, mientras que los abogados lograron un promedio del 85%. La calificación más alta de precisión de la IA en una prueba individual fue del 100%, mientras que la calificación más alta que un abogado humano logró con un solo contrato fue del 97%.

En lo que respecta a la precisión, el estudio demostró que los humanos pueden mantenerse en un buen espacio competitivo con la inteligencia artificial al revisar los contratos. Sin embargo, no se podía decir lo mismo cuando se trataba de velocidad. En promedio, los abogados tardaron 92 minutos en terminar de revisar los contratos. El tiempo más largo que tomó un abogado individual fue de 156 minutos y el mínimo de 51 minutos. La Inteligencia Artificial utilizada por LawGeex solo necesitó unos arrolladores 26 segundos. 

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La brecha de eficiencia entre los dos grupos puede ser aún más amplia de lo que creemos. En el estudio, los abogados se centraron completa y singularmente a la tarea en cuestión. En el mundo real, sin embargo, tendrían otras responsabilidades que atender, distracciones e interrupciones que probablemente aumentarían el tiempo real que tardan en revisar los contratos. Los abogados que revisaron estos documentos se centraron y no fueron distraídos en otras de tipo cotidiano y multitarea como tomar un vuelo en unas horas o ir a recoger los niños a la salida del colegio.

El tema trata de naturalizar lo que se acerca. Lo hemos comentado. La IA demuestra a diario un incremento notable de precisión y eficiencia en múltiples sectores. La medicina también ha demostrado las muchas aplicaciones potenciales que tiene. En este blog hemos relatado muchas de ellas. La última destacable es la del Centro Nacional del Ojo de Singapur, donde los investigadores han creado un desarrollo inteligente que puede detectar la enfermedad ocular antes de lo que pueda hacerlo ningún médico. Abogados, médicos, sismólogos y hasta jueces olímpicos. Todos van a tener que reinventarse, entender que es eso de que la tecnología es el ‘cómo’ y que las personas somos el ‘porqué’.

En el caso del derecho robótico la evidencia demuestra que sino quieren convertirse en las discográficas de la próxima década deberán de repensar, hacer reworking, iniciar una transformación compleja y completa que debe ir mucho más allá de incorporar computadoras más inteligentes, apuntarse a una plataforma de miles de abogados o de automatizar una web con un chatbot. Trabajo con varios despachos profesionales que están llevando a cabo esta transformación y es realmente apasionante el escenario que se abre para la abogacía del futuro inmediato.

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El futuro del futuro: 'reWorking' y la fábrica conectada.

Hace unos días ofrecí una conferencia para la multinacional japonesa Hitachi. Una empresa que mantiene un nivel de innovación brutal. Fue un buen momento para comentar, en esa charla, el papel fundamental que juega la eficiencia de lo que llamamos fábricas inteligentes. Desde mi punto de vista, además, la colaboración entre robots y personas, liderada por los ‘cobots’, será uno de los elementos más fascinantes de las producción industrial en el futuro inmediato.

Hace unos días ofrecí una conferencia para la multinacional japonesa Hitachi. Una empresa que mantiene un nivel de innovación brutal. Fue un buen momento para comentar, en esa charla, el papel fundamental que juega la eficiencia de lo que llamamos fábricas inteligentes. Desde mi punto de vista, además, la colaboración entre robots y personas, liderada por los ‘cobots’, será uno de los elementos más fascinantes de las producción industrial en el futuro inmediato.

Fue un buen momento también para entender el papel que juega la industria 4.0 en el progreso de una sociedad. Una empresa como Hitachi trabaja en convertir su red de fábricas en una trama de fábricas conectadas. Algo que la industria 4.0, o la cuarta revolución industrial, describe como una nueva era de fabricación digitalmente habilitada mediante la cual las computadoras pueden controlar las líneas de producción automatizadas. La inteligencia artificial supervisa y mejora los procesos físicos de la fábrica, incluso anticipa problemas antes de que ocurran. Nuevos productos y procesos se prueban virtualmente para que la producción en el mundo real pueda funcionar sin interrupciones. Se controla y actualiza remotamente una red de fábricas distribuidas por todo el mundo con una necesidad de mano de obra humana muy inferior y con la opción de reubicar ese personal en tareas realmente muy diferentes y de valor añadido.

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El problema de todo esto reside en que unos países están realmente enfocados en la reconversión más grande que jamás ha vivido la Industria, sólo comparable con la llegada de la máquina de vapor a finales del siglo XVIII, y otros no. Un error no hacerlo. La participación de las estructuras públicas de España en la inversión de capital focalizado a la producción inteligente es muy baja en comparación con las economías de nuestro entorno, nuestra competencia por cierto. A pesar de una leve mejoría en los últimos años, España está muy por detrás de Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. Si hablamos de otros destinos aparecen Estados Unidos, Singapur, China, Japón, Canadá, Turquía o Rusia. En todos ellos hay una apuesta privada clara y un estímulo público para que eso pase.

China se centra en la inversión en robótica y recientemente superó a Japón como el mercado de robots industriales más grande del mundo. El mayor uso de la robótica industrial reducirá los costos de mano de obra en China, Francia, Alemania, EE.UU., Canadá y Japón entre un 18 y un 25% en cinco años. Lo que supone una muy mala noticia para la competitividad de nuestro país. Resulta que la reducción del coste de la mano de obra ya no depende de esclavizar a los empleados en países remotos. Ahora tiene que ver con el nivel de eficiencia y automatización inteligente de esas factorías.

Si tienes una fábrica o trabajas en una, hagas lo que hagas, no tienes más remedio que estimular la transformación digital de ella. La única manera de asegurar que las operaciones de fabricación se ejecuten con la máxima eficacia, garantizando que los equipos de la planta puedan detectar y corregir las ineficiencias y anticipar la necesidad de mantenimiento a través de análisis predictivos. La base de este futuro estado de auto-optimización es la capacidad de integrar y recopilar información en tiempo real de cada pieza de equipo, dispositivo y sensor en planta.

Ahí es donde la transformación digital a través del Internet Industrial of Things (IIoT) se convierte en la clave fundamental. Las técnicas avanzadas de gestión de planta de la fábrica del futuro se basarán en los datos recopilados directamente de los equipos del taller para calcular el rendimiento real de la máquina frente al rendimiento planificado de la máquina en tiempo real. Esta retroalimentación inmediata detecta y predice fallos o ineficiencias, tanto en los procesos como en el equipo, y permite a los operadores tomar medidas correctivas si se detecta una desviación del objetivo mucho antes y con menor coste. Esa clave de modernización depende de la transformación a Industrías 4.0. No hay otra.

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Fábricas que fabrican cosas, pero que sobretodo, producen datos. La fábrica de datos por delante de la fábrica de cosas. De esto va. Los datos recolectados de los equipos en plantas industriales también pueden eliminar un parón no programado evaluando la salud de los componentes críticos del equipo y prediciendo un error del equipo para programar reparaciones antes de que ocurra. Hablamos de un cambio de paradigma. Se pasa de preventivo a predictivo. A mi modo de ver, la Industria 4.0 se define por este nuevo concepto que lo cambia todo y que precisa de políticas empresariales estratégicas y de políticas de apoyo públicas como cualquier reconversión industrial. Vamos a ver si nos ponemos en ello, el futuro, no sólo de las fábricas, está en juego.

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‘Amazon Bank’ y la que se le viene encima a los bancos.

Ayer se publicaba que Amazon está trabajando junto a uno de los principales bancos norteamericanos, el JPMorgan Chase & Co. con el fin de poner en marcha un producto similar a una cuenta de cheques, algo muy habitual en Estados Unidos. El asunto está en fase muy inicial pero ya se interpreta por donde van los tiros. Amazon se metería aun más en la vida de sus ‘clientes/usuarios’ ya sea cuando entran en su macrotienda online, cuando compran los comestibles en Whole Foods, lean cualquier libro en sus Kindles, miren un video en Prime Amazon Video o, incluso, chateen con Alexa. Todas esas actividades que implican a Amazon de manera intensa se asociarían a un producto similar a una cuenta bancaria con marca, que bien podría llamarse Amazon Bank, y que ayudaría a reducir las tarifas de cualquiera de esas acciones. A cambio, Amazon seguiría en su recolección de datos masiva sobre conductas, gustos y hábitos de sus clientes, convirtiéndose en una especie de Amazon Big Brother.

Ayer se publicaba que Amazon está trabajando junto a uno de los principales bancos norteamericanos, el JPMorgan Chase & Co. con el fin de poner en marcha un producto similar a una cuenta de cheques, algo muy habitual en Estados Unidos. El asunto está en fase muy inicial pero ya se interpreta por donde van los tiros. Amazon se metería aun más en la vida de sus ‘clientes/usuarios’ ya sea cuando entran en su macrotienda online, cuando compran los comestibles en Whole Foods, lean cualquier libro en sus Kindles, miren un video en Prime Amazon Video o, incluso, chateen con Alexa. Todas esas actividades que implican a Amazon de manera intensa se asociarían a un producto similar a una cuenta bancaria con marca, que bien podría llamarse Amazon Bank, y que ayudaría a reducir las tarifas de cualquiera de esas acciones. A cambio, Amazon seguiría en su recolección de datos masiva sobre conductas, gustos y hábitos de sus clientes, convirtiéndose en una especie de Amazon Big Brother.

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Con millones de clientes, trillones de datos, acceso a capital barato y un margen de maniobra aparentemente ilimitado de sus inversores para establecerse en nuevos negocios, Amazon es un competidor temible para todos. Sería el tercer banco del mundo. Amazon quiere ser el proveedor de todo y para ello necesita saltarse algunas barreras del viejo mundo. El que funcionaba con bancos ‘normales’ por cierto. El valor de Amazon hoy roza el 65% del PIB de España. Eclipsa el valor combinado de JPMorgan y Bank of America Corp, los dos mayores bancos de los EE.UU. Esa tendencia de crecimiento no parece detenerse. El monstruo creado por Jeff Bezos está construyendo un servicio de entrega que un día podría competir con cualquiera, apunta al mercado de suministros hospitalarios. Hay quien defiende que la seguridad social del futuro dependerá de la evolución de este tipo de empresas.

Si en el sector farmacéutico, la entrada de Amazon ha sido catastrófica en la cotización de las empresas afectadas, en la banca, sin embargo, parece que se lo está tomando con menos miedo y considera que Amazon está llegando más como un socio que como un disruptor. Que se confíen. Lo que sabemos de momento, como pasa con el Fintech o con las criptomonedas, es que las regulaciones y barreras perfectamente construidas por ‘el sistema’ durante décadas no facilita este tipo de alegrías por muy grande que sea la empresa que lo establece. Cualquier movimiento de Amazon para crear su brazo bancario lo sometería a las reglas del capital y a otras regulaciones que probablemente limitarían su expansión agresiva y rápida al estilo Silicon Valley. Y es probable que haya una fuerte oposición. Recordemos el esfuerzo de Walmart Inc. hace más de una década para obtener un tipo de licencia bancaria se marchitó después de las críticas intensas de una gama de compañías y legisladores.

Pero en esta ocasión hay dos cuñados a los que les interesa la operación. Para JPMorgan o Capital One, liderar este proyecto con Amazon sería una oportunidad de mantener cerca a un posible competidor extremadamente peligroso en el futuro y fortalecer los lazos con una compañía que es popular entre los millennial, cuyos hábitos financieros están cambiando rápidamente. Una encuesta reciente de 1,000 clientes de Amazon realizada por LendEDU, un mercado de préstamos estudiantiles en línea, el 38% dijo que confiaría en Amazon para manejar sus finanzas de la misma manera que lo haría con un banco tradicional. Y no solo eso, es que la mayoría preferirían que ese hipotético banco funcionara con criptomonedas. ¡Ahí queda eso!

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El objetivo es convertir a sus compradores en titulares de cuentas bancarias. Es muy simple. El círculo se cierra. Después llegará el uso de Amazon Pay y la ulterior imitación de otras grandes tecnológicas. Los Apple Bank, Google Bank, Facebook Bank, SpaceX Bank o, como vemos Amazon Bank, es la verdadera amenaza al sector bancario. Ni criptomonedas, ni Fintech, eso ya lo llevarán implícito estos bancos 4.0. Resulta que la disrupción del sector bancario no venía por las apps Fintech, por la eliminación de intermediarios en sistemas de gestión gracias a una startup cualquiera, ni tenía que ver sólo con los bitcoins u otros, no, parece ser que los bancos de la próxima década van a ser genéticamente una cosa muy distinta. Esto no iba de cambiar el logo, ni de fusiones o rescates, ni va a ir de modificar la decoración de las sucursales, ni de poner en marcha programas de afiliación ‘cool’, a los bancos les va a tocar repensar de manera eficiente y rápida, el papel de la banca comercializada. Luego vendrán la de inversión, la privada y sus derivados. La verdadera disrupción de la banca no ha hecho más que empezar. Lo que ha pasado hasta ahora es más bien el aperitivo.

Este producto será un nuevo modo en la extensa forma que tiene Amazon de abordar todos los aspectos de la vida de las personas. Y lleva tiempo en esto. Amazon ya realizó incursiones en el ámbito financiero hace más de 20 años cuando era solo una librería. Amazon Pay permite a los consumidores pagar productos en sitios de terceros sin tener que volver a cargar la información de su tarjeta de crédito. Además, Amazon ha realizado préstamos por más de tres billones de dólares a pequeñas empresas que venden en su plataforma desde 2011. Ahora, incluso, ofrece una tarjeta de débito llamada Amazon Cash, que permite a los consumidores agregar efectivo a una billetera de Amazon y comprar artículos en la red sin una tarjeta de crédito concreta. Hace unos meses, Amazon miró que tal se le daba eso de los depósitos con Prime Reload. Un método de pago bonificado que permitió a Amazon pagarle menos comisiones a las, hasta ahora, intocables Visa y Mastercard.

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Amazon no es el primer minorista que juega en los servicios financieros. Ha habido otros, pero nunca la tecnología y el modelo de comportamiento de la generación que lidera el peso de consumo, había estado tan receptiva a que esto suceda. Es importante no quedarse con la superficie del tema. No es una tarjeta de fidelización de lo que hablamos, ni de modelos de relación parecidos a experiencias anteriores. No. Hablamos de un nuevo modelo de relación y sentido entre el consumidor, el vendedor y los servicios bancarios donde entran en juego no solo los valores tradicionales de relación directa sino también otros que no son tan evidentes y que generarán estructuras vinculadas distintas. No verlo y asegurar que ‘los bancos siempre existirán’ sin incorporar una comparación irrenunciable a lo que les pasó a las discográficas será un error que pagarán muy caro. El problema, como siempre, es quien lo va a pagar.

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El MWC del 5G y #elMobileSeQueda

Ya pasó. La semana pasada terminó el Mobile World Congress. Todo un éxito. Como siempre. Desde 2006 ha sido así. Barcelona es la capital del móvil y sus derivados y ha vuelto a ejercerla con nota a pesar del plantón institucional inicial. No es la primera vez, ni será la última, que durante este evento se sucedan reivindicaciones o protestas. El catálogo de incidentes que intentan contraprogramar el MWC cada año han ido desde manifestaciones contra la especulación inmobiliaria, movilizaciones denunciando la esclavitud de los obreros en Taiwán o el uso de niños para la extracción del coltán en Sudán. Tampoco han faltado a la cita, año tras año, anuncios de huelga del transporte público que se habían convertido en un buen mecanismo para obtener alguna mejora salarial periódicamente.

Ya pasó. La semana pasada terminó el Mobile World Congress. Todo un éxito. Como siempre. Desde 2006 ha sido así. Barcelona es la capital del móvil y sus derivados y ha vuelto a ejercerla con nota a pesar del plantón institucional inicial. No es la primera vez, ni será la última, que durante este evento se sucedan reivindicaciones o protestas. El catálogo de incidentes que intentan contraprogramar el MWC cada año han ido desde manifestaciones contra la especulación inmobiliaria, movilizaciones denunciando la esclavitud de los obreros en Taiwán o el uso de niños para la extracción del coltán en Sudán. Tampoco han faltado a la cita, año tras año, anuncios de huelga del transporte público que se habían convertido en un buen mecanismo para obtener alguna mejora salarial periódicamente.

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No es nada nuevo. Un escaparate de esta envergadura permite que cualquier reivindicación se pueda convertir en un hipotético altavoz de altísima repercusión. Dejando de lado la oportuna ausencia en el ‘besamanos’ Real, el hecho de que se utilice al Mobile para incorporar aspectos políticos durante el momento culminante de su desarrollo no parece muy inteligente. Es agotador escuchar en cada edición los murmullos mediáticos sobre la posible ‘última edición del Mobile en Barcelona’. Algunas personas me preguntan regularmente ¿cuándo se va a ir el Mobile? ¿dónde se va a ir? Incluso hay quienes ya tienen claro que el Mobile World Congress tiene una sede sustitutiva a Barcelona. Las apuestas van desde Frankfurt a Dubai, pasando por Londres o Tokio. Y la verdad es que, cuatro días después de la bajada de persiana de este año, lo único que sabemos ciertamente es que #elmobilesequeda.

El consejero delegado de la GSMA, propietario real del evento, John Hoffman, se ha cansado de decir que no ve porque el Mobile se tenga que ir a ningún sitio y, en el caso de que en algún momento se tuviera que pensar eso, no sería antes de 2023. Igual, para entonces, habremos llegado a la conclusión todos que el MWC es la evidencia más clara por la que Barcelona puede ser sede de la nueva revolución que está a punto de producirse en el ámbito de la comunicación y de la transmisión del conocimiento. Me refiero al despliegue del 5G y todo lo que eso supone. Que sea Barcelona el lugar donde esta tecnología sea expuesta de manera prioritaria debería ser el titular y no otro más borroso y malintencionado.

Uno de los congresistas con los que compartí un almuerzo, directivo de una operadora asiática, definía su visita de este año como la mejor de todas las veces que había venido ‘excepto porque no ha hecho sol’. Ninguna referencia a los líos que tenemos los de casa y los debates con los que hemos estado abriendo informativos y tertulias. Desde que tengo relación con el MWC, hace ya varias ediciones, escucho que 'la organización está pensando en irse de Barcelona'. Lo curioso es que los únicos que no hablan de ello seriamente son los que lo organizan. Y lo cierto, yendo al asunto que nos ocupa, es que en esta edición se ha respirado una falta de novedades importante. Un asunto vinculado a las empresas expositoras, los debates ofrecidos y las opciones de mostrar novedades que hay ahora mismo en el mundo.

El planeta no se ha detenido. Se ha parado el argumento. Estamos en el ‘impasse’ habitual entre grandes tecnologías. Venimos de una estructura de innovación sujeta al 4G y sus limitaciones pero tenemos inventos y desarrollos que precisan del 5G. Y resulta que el 5G no existe técnicamente. Algo que depende de operadoras y regulaciones no puede presentarse aún como algo cierto y doméstico. De ahí cierta zozobra innovadora. El foco en Barcelona este año ha sido el 5G, el 5G y sobretodo el 5G. Coches conectados, inteligencia artificial, wareables u otros aspectos han quedado en un segundo plano siempre y cuando no estuvieran enlazados al omnipresente 5G.

Como decía, el 5G no existe todavía. Por un lado, el conjunto de normas técnicas que describen 5G aún se está redactando. El organismo que está a cargo se llama 3GPP e incorpora a los principales operadores y fabricantes de equipos del mundo. Coordina el desarrollo de todo ello utilizando un sistema de "lanzamientos" que establecen estándares técnicos en una gran cantidad de tecnologías. 3GPP ha estado trabajando en tecnología 5G desde la Versión 14, que comenzó en 2014. El año pasado, la Versión 15 alcanzó un hito clave cuando se aprobó la especificación que se usarán en dispositivos 5G, algo que fue publicitado como la primera aprobación para una especificación 5G. Realmente, ni siquiera es la especificación final de 5G. Ese honor está reservado para la Versión 16 , que se completará en diciembre de 2019. En el Mobile de 2019 lo tendremos más claro pero en el 2020 se lanzará por todo lo alto. Se sabe que antes de que una nueva tecnología sea disruptiva de un modo relevante se suceden dos años previos en los que esa tecnología ajusta los derivados que se precisan. Ahora estamos en ese instante previo. A dos años del despliegue del 5G, algo que lo va a cambiar todo. El punto muerto.

Al caminar por los pasillos de la Fira, los visitantes se quedaban maravillados con las posibilidades del 5G. Las operadoras, los fabricantes de teléfonos y los gigantes tecnológicos del mundo presentaron esta tecnología como parte evidente de hacia donde van sus negocios en el futuro inminente. Pero de momento, como digo, son planes de futuro vinculados a:

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Ciudades inteligentes

Nokia convirtió su propio stand en una ciudad inteligente, con calles, edificios y habitaciones que mostraban cómo una conectividad más rápida podría ayudar a las personas en el futuro cercano. Curioso como se imaginan la emisión de publicidad en pantallas en salas de espera. Según nos mostraron, la publicidad se adaptará al estado de ánimo del potencial comprador sólo con el análisis de su rostro. Raro.

Realidad virtual y video en 360 rados

Para mostrar cómo 5G ayudará a mejorar el video en vivo de 360 grados, Orange telecom se asoció con Huawei para colocar una cámara de 360 grados conectada en una especie de 5G en la parte superior de una torre en la Barceloneta. Los visitantes en el stand veían con una increíble capacidad de interacción y realismo todo cuanto pasaba. La calidad era realmente espectacular.

Teléfonos inteligentes

Como los teléfonos tienden a ser el foco del Mobile World Congress, tiene sentido que 5G se concentre en ellos. Lo más interesante es que algunos fabricantes ya mostraron sus chips 5G que permitirá disponer de dispositivos preparados para el despliegue de la red a nivel mundial en 2020. Todo preparado para el desembarco.

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Coches inteligentes

Una de las formas más frecuentes de utilizar el 5G será en los coches conectados. La conectividad más rápida permitirá la conexión continua a fin de que los automóviles ‘hablen‘ entre sí, con las calles, con los semáforos y otros sensores que lo rodean. Incluso vehículos no autónomos podrán beneficiarse. Intel mostró su auto conectado a 5G, que fue capaz de descargar el equivalente de datos de dos películas de alta definición por segundo. En el stand de Qualcomm, la compañía mostró un automóvil conectado a 5G, que permite a los vehículos comunicarse con la infraestructura que los rodea especialmente con los peatones, una novedad, y con el resto de coches, un mundo.

Piensa que 15 años atrás no podíamos imaginar el uso que le damos ahora a nuestro ‘smartphone’. Hace menos de 20 años aun usábamos una cosa llamada ‘cabina telefónica’. 

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Nueva conferencia: ‘reWorking’.

Hoy doy una conferencia para la empresa japonesa Hitachi. No es una charla más, pues estreno contenido y título. Se llamará ‘reWorking’, un intento de sintetizar el obligatorio cambio de metodologías, relaciones y sistemas en el empleo de hoy, especialmente desde el punto de vista de la denominada Industria 4.0. Este es el título que finalmente define mejor el contenido que mostraré durante los casi 50 minutos que dura aproximadamente.

Hoy doy una conferencia para la empresa japonesa Hitachi. No es una charla más, pues estreno contenido y título. Se llamará ‘reWorking’, un intento de sintetizar el obligatorio cambio de metodologías, relaciones y sistemas en el empleo de hoy, especialmente desde el punto de vista de la denominada Industria 4.0. Este es el título que finalmente define mejor el contenido que mostraré durante los casi 50 minutos que dura aproximadamente.

Reworking, se subtitula ‘la industria 4.0 en a Era digital’ y es una conferencia inspiracional y emotiva que pretende ser un análisis de la revolución que vive nuestra sociedad desde un punto de vista empresarial. Una charla que descubre como hemos llegado a este punto y los desafíos a los que nos enfrentamos. Un contenido, audiovisualmente muy cuidado, que defiende el hecho de que la tecnología es el ‘cómo’, pero las personas somos el ‘porqué’

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Tengo claro que las revoluciones siempre se consideraron una crisis por los que las vivieron por la dificultad de entender su repercusión real. En ‘reWorking’ hago un análisis del momento histórico que vive la humanidad en términos de fabricación, distribución y venta de productos, aportando una óptica en positivo. Para lograrlo, las preguntas que intento responder en esta conferencia son: ¿cómo debemos afrontar este reto? ¿qué papel jugamos las personas?

En 1950, el gobierno de Estados Unidos publicó un censo de tipologías de empleo. De las 270 que lo conformaban, sólo una ha desaparecido por culpa de la automatización: el operador de ascensor. Las otras profesiones que se han eliminado de ese listado responden a criterios de mercado, demanda u obsolescencia tecnológica. Es cierto que no vivimos en esa época pero puede inspirarnos a la hora de enfrentarnos a muchos de los titulares que leemos estos días sobre la que se nos viene encima.

De hecho, McKinsey rectificaba el famoso informe de la Oxford University sobre el dichoso asunto de la destrucción masiva de empleo por culpa de los robots. Según la consultora en los próximos años no veremos sustituciones absolutas de empleos sino empleos automatizados parcialmente. Esto es absolutamente trascendental. Del discurso oficial que certifica una ‘robocalipsis’ a medio plazo pasamos a otra menos extendida, y en la que me incluyo, que defiende un escenario donde el ser humano deberá aprender a ser complementario, un valor añadido, a esa automatización. De eso va mi charla en concreto. No es un catálogo de robots aniquilando empleos, sino un muestrario de oportunidades.

Reworking es una de las cuatro conferencias diferentes que ahora mismo ofrezco. Todas responden a un prefijo (re-) que pretende recomponer el argumento de que toca empezar de nuevo muchas cosas y hacerlo desde diferentes ámbitos. Las otras tres son ‘reThinking’, ‘reWorld’ y ‘reOrder’. La primera, la conferencia titulada ‘reThinking’ trata de cómo hacerlo desde el ámbito de la Transformación Digital, ‘reWorld’ es una charla de carácter más social y menos empresarial cuya reflexión gira en torno al mundo que nos viene. La última es la que se basa en el libro ‘Una hormiga en París’ pero actualizada. Su título es ‘reorder’ y trata esencialmente con metáforas y un storytelling divertido, como reorganizar una empresa atendiendo a la Era Digital.

Me gusta mucho divulgar, explicar y compartir experiencias con la audiencia en general. Lo he hecho escribiendo aquí y en libros, en televisión, en talleres y workshops y, por supuesto, en este tipo de charlas. Si consideras que alguna de ellas puede ser interesante para tu empresa o evento, no dudes en preguntarnos sobre ellas.

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La Inteligencia Artificial juzgará a gimnastas en Tokio 2020.

Era de esperar. La tecnología vinculada a la revolución que vivimos se desplegará con intensidad en uno de los eventos de mayor relevancia en nuestro planeta. En los próximos juegos olímpicos de 2020 de Tokio lo vamos a ver de manera contundente. Sucederá por tres razones. Una porque en apenas los dos años y medio que quedan para la inauguración, los avances que se producirán en esta fase exponencial de innovaciones, van a ser muy relevantes. Algunas cosas, sobretodo vinculadas a las comunicaciones y al modo en el que accederemos a los contenidos, todavía no existen o no han sido mostradas al público. La segunda razón porque se van a celebrar en Tokio. Lo vamos a flipar. El catálogo de robots, automatismos e inteligencia artificial que nos van a mostrar será digno de la capital mundial de este tipo de dispositivos. La tercera por algo que tiene que ver con la propia esencia humana. La tecnología disponible en 2020 estará en manos de empresas globales que utilizarán los Juegos como escaparate de esos nuevos avances convertidos en productos.

Era de esperar. La tecnología vinculada a la revolución que vivimos se desplegará con intensidad en uno de los eventos de mayor relevancia en nuestro planeta. En los próximos juegos olímpicos de 2020 de Tokio lo vamos a ver de manera contundente. Sucederá por tres razones. Una porque en apenas los dos años y medio que quedan para la inauguración, los avances que se producirán en esta fase exponencial de innovaciones, van a ser muy relevantes. Algunas cosas, sobretodo vinculadas a las comunicaciones y al modo en el que accederemos a los contenidos, todavía no existen o no han sido mostradas al público. La segunda razón porque se van a celebrar en Tokio. Lo vamos a flipar. El catálogo de robots, automatismos e inteligencia artificial que nos van a mostrar será digno de la capital mundial de este tipo de dispositivos. La tercera por algo que tiene que ver con la propia esencia humana. La tecnología disponible en 2020 estará en manos de empresas globales que utilizarán los Juegos como escaparate de esos nuevos avances convertidos en productos.

Recordemos que el cambio lo impulsa y promueve el gobierno japonés. Defienden una economía de innovación por lo que unas Olimpiadas en su propio territorio proporcionan un incentivo adicional para exhibir tecnología. Tokio está preparando una aldea de robots, taxis sin conductor y una lluvia de meteoritos artificial como parte de lo que espera sean los Juegos tecnológicamente más avanzados de la historia. Incluso viviremos la traducción simultLas tres vías por las que se van a aplicar tienen que ver con aspectos de forma y, esencialmente, en el contexto que vivimos. Un mundo sujeto al escrutinio de los datos y la inteligencia artificial va a someter los Juegos de 2020 a un juicio sin precedentes. En la forma, centenares de robots, pantallas y sujetos sintéticos se relacionarán de manera natural con espectadores, deportistas y periodistas durante los juegos. En el fondo, la retransmisión desde Tokio será inédita. La más increíblemente manera de ver lo audiovisual que jamás sucediera. Mayoritariamente se verán desde dispositivos móviles vinculados a la red 5G. Retransmisiones en 8K multicanal y multiplataforma, interactivas como nunca hemos visto y, con una lectura impensable hace muy poco, trillones de datos aportando valor y predicción a todo cuanto ‘no sabíamos’ que queríamos ver antes de verlo.

Sin embargo, la tercera para mí es la más relevante desde el punto de vista de lo que son los Juegos Olímpicos. La aparición de la Inteligencia Artificial en la propia competición. No hablo de cámaras para discernir si ha sido falta o no. No se trata de un zoom detallado sobre algún aspecto del juego. No, estamos hablando de Inteligencia Artificial de pleno en el ámbito de la competición al más alto nivel de complicidad. Resulta que la Federación Internacional de Gimnasia dice que piensa usar Inteligencia Artificial para ayudar a los jueces en los Juegos Olímpicos de 2020.

Se trata de jurados amparados en la alta tecnología. Mantener mentalmente el ritmo con los giros, vueltas y saltos de una gimnasta de alto nivel no es una tarea fácil. Los jueces olímpicos tienen que volver a ver el ejercicio tras la actuación, apreciando incluso los movimientos más sutiles para puntuarlos. En ocasiones, aspectos muy menores pueden dejar en blanco a algún deportista que podría merecer alguna medalla tras cuatro años de sacrificios. Estar a expensas del potencial ‘error’ humano es lo que busca este complemento sintético.

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La Federación Internacional de Gimnasia planea utilizar un sistema de inteligencia artificial desarrollada por la compañía japonesa (ya os lo decía) de TI Fujitsu para ayudar a los jueces a calificar los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio. Un software que analizará los datos recopilados a través de sensores 3D durante las actuaciones de los gimnastas. A continuación, casi instantáneamente proporciona detalles sobre cada actuación, desde la altura de las acrobacias de los atletas hasta el ángulo de sus piernas durante una rutina de barra de equilibrio por ejemplo. En teoría, después de comparar esta información con los estándares del comité internacional de gimnasia, la IA establecerá una puntuación.

Si funciona como se espera, el sistema de IA de Fujitsu eliminará parte de la subjetividad de juzgar. Favoritismos por países, por histórico del atleta, la hora del día, el humor del miembro del jurado, etc. Una especie de jurado del jurado en consecuencia. También se considera aplicarlo a otros deportes que sufren el mismo asunto. De hecho se dice que ya ha sido utilizado en algunos casos durante los Juegos Olímpicos de invierno que se están celebrando estos días. 

Es casi seguro que en 2020, la IA de Fujitsu trabajará como juez auxiliar proporcionando a los jueces humanos información adicional. Si el resultado es óptimo, tal vez, estemos ante otra profesión que deberá reinventarse. Lo que yo llamo ‘reworking’ afectará a todos. El debate ya esta servido. Se cree, así lo afirman desde el colectivo de jueces, que les puede pasar como a doctores, abogados y otros en los que el riesgo está no en la complementariedad sino en la potencial sustitución. Hay quien se pregunta si estamos a las puertas del final de los jurados tradicionales. 

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Coches, Innovación, Smart City Marc Vidal Coches, Innovación, Smart City Marc Vidal

La responsabilidad en un accidente de coche (autónomo) será de tu Ayuntamiento.

Ayer colgué un video de un coche autónomo circulando (de manera ilegal según el código de circulación ruso) por Moscú filmado en primera persona desde el interior. Al efecto ya de por sí sorprendente, se suma que está acelerado ligeramente y que, según se aprecia, no hace mucho que ha nevado. El video suscitó en diferentes redes un debate acerca de algo que yo mismo cuestionaba: ‘¿nos falta un nuevo código de circulación que culpe del accidente al fabricante del vehículo y no al 'conductor?’

Ayer colgué un video de un coche autónomo circulando (de manera ilegal según el código de circulación ruso) por Moscú filmado en primera persona desde el interior. Al efecto ya de por sí sorprendente, se suma que está acelerado ligeramente y que, según se aprecia, no hace mucho que ha nevado. El video suscitó en diferentes redes un debate acerca de algo que yo mismo cuestionaba: ‘¿nos falta un nuevo código de circulación que culpe del accidente al fabricante del vehículo y no al 'conductor?’

Lo cierto es que la pregunta ya tiene respuesta y desde hace algún tiempo.  Alemania ya está redactando el código de circulación que atenderá a este tipo de vehículos. En las comisiones de debate que han tenido los técnicos se apuesta por una ley nueva de plazos que se adapten a la sucesiva capacidad tecnológica que este tipo de coches pueda ir teniendo. En primer lugar, y durante los próximos 5 años, los alemanes consideran que el hipotético accidente que se pueda producir seguirá teniendo como responsable al conductor. Para ello los fabricantes deberán permitir el rápido y eficiente acceso al control del vehículo por parte del que lo esté conduciendo.

En este mismo sentido, según los miembros de este estudio, en unos 10 años, el responsable de cualquier accidente de este tipo de coches autónomos será el fabricante. Se incorporan salvedades que afectan al proveedor del software y al del valor ‘propiedad’ que interferirá sobre la responsabilidad del ‘pasajero’ del coche puesto que ya no podrá considerarse ‘conductor’.

Finalmente, estos técnicos en la gran mayoría vinculados a las principales marcas de coches de Alemania, han establecido que en 15 o 20 años la responsabilidad última de cualquier accidente recaerá exclusivamente en ‘la ciudad’. Según esta conclusión, los sistemas de ordenación de vehículos en las carreteras y calles de Alemania lograrán de manera eficiente la circulación de todo tipo de coches absolutamente autónomos.

De este último aspecto se desprenden tres elementos importantes. Por un lado ‘la ciudad’ no permitirá que circulen coches que no estén ‘actualizados’ ni en condiciones de ser autoconducidos. Por otro lado, la desaparición de señales de tráfico, parkings, semáforos, rotondas, espacios reservados a vehículos, será masiva lo que cambiará la fisionomía de nuestro entorno de una manera ciertamente muy importante.

SELF DRVING CAR

Existe otro elemento preocupante. Cualquier sistema digital conectado a una red es susceptible de ser infectado. ¿Qué supondría un ataque ordenado a un sistema de movilidad como el que se describe en esos informes? Podría ser como sucede en el ‘high frequency market’ de los sistemas financieros, que cuando son atacados se bloquean, podría ser que en el futuro una ciudad se quedara inmóvil por una injerencia no autorizada a los servidores que ordenen el tráfico de esa localidad.

¿Quién sabe? En todo caso lo que sí sabemos es que esto se va acercando a un ritmo homogéneo y sin detenerse. Los países con mayores activos en juego en esto de la fabricación de coches están acelerando la adecuación de sus leyes. En EE.UU. tres estados ya permiten la conducción masiva de alto tonelaje por sus autopistas de forma totalmente autónoma, en 12 países del mundo existen zonas previstas para ese tipo de conducción y es interesante descubrir que las marcas con mayor inversión en coches autónomos y en plataformas que aseguran estar preparándose para el TaaS se sitúan en Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y Corea del Sur. El tiempo pasa y unos innovan y otros legislan.

Estamos iniciando la parte más pronunciada de lo que se denomina la curva de la innovación y aceptación. Faltan años pero ya hemos empezado a recorrerla. Está pasando con el coche eléctrico o con el uso del denominado ‘car-sharing’ en múltiples ciudades. Los vehículos TaaS, son sin duda alguna el primer escalón hacia un mundo donde conducir tu propio vehículo sea algo ‘vintage’. El ser humano que no conducirá jamás ya ha nacido.

En un par de décadas se proporcionará un transporte universal equivalente a lo que ahora conocemos como ‘cobertura del móvil’. ¿Recuerdas lo difícil que era tener ‘buena cobertura’ en los noventa, como se mejoró después y como ahora es muy difícil no estar potencialmente conectado sea donde sea? Eso mismo pasará con la ‘cobertura’ de los coches autónomos eléctricos y que, en lugar de ser tuyos, serán un servicio de movilidad disponible.

Ahora bien, los políticos se van a enfrentar a decisiones críticas. Esas ayudarán a acelerar o impedir que la transición al coche autónomo se produzca con la naturalidad que requiere. La primera y más importante será decidir cuando eliminar las barreras a los coches autónomos. Esa es la clave. Esos coches ya pueden circular, lo hacen en muchos lugares ‘protegidos’. La otra gran problemática será cuando empezar a rejuvenecer el parque útil. Hasta que no se ‘sugiera’ o estimule no comprar vehículos tradicionales, ese amortiguador a la innovación que supondrá incorporar los autónomos se retrasará. Demasiada dependencia de la política para mi gusto.

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De la Inteligencia Artificial a una Humanidad Aumentada.

El debate acerca de que ‘límites’ se le deben poner a los sistemas expertos capaces de llegar a ser artilugios pensantes es siempre el mismo. Se trata de incorporar barreras éticas. El problema es que la ética y las leyes no siempre van de la mano. En ocasiones, lo que se considera aceptable en un entorno, es inasumible para otro. Derechos de privacidad, derechos de las minorías u otras no son fácil de equilibrar. Otro aspecto complicado trata de quién va a liderar esta transición. De hecho, aunque nos pongamos a definir quién, cómo y qué sobre el modelo de uso y convivencia con la inteligencia artificial del futuro, resulta que llegamos tarde a muchas cosas. El control de los datos de las personas en muchos países ya está en manos de sistemas inteligentes que ignoran la ética y la privacidad en la mayoría de los casos. A eso va a costar ponerle límites.

El debate acerca de que ‘límites’ se le deben poner a los sistemas expertos capaces de llegar a ser artilugios pensantes es siempre el mismo. Se trata de incorporar barreras éticas. El problema es que la ética y las leyes no siempre van de la mano. En ocasiones, lo que se considera aceptable en un entorno, es inasumible para otro. Derechos de privacidad, derechos de las minorías u otras no son fácil de equilibrar. Otro aspecto complicado trata de quién va a liderar esta transición. De hecho, aunque nos pongamos a definir quién, cómo y qué sobre el modelo de uso y convivencia con la inteligencia artificial del futuro, resulta que llegamos tarde a muchas cosas. El control de los datos de las personas en muchos países ya está en manos de sistemas inteligentes que ignoran la ética y la privacidad en la mayoría de los casos. A eso va a costar ponerle límites.

En esto de limitar éticamente el futuro tecnológico nos encontraremos con legislaciones muy diferentes que va a costar cohesionar. En casi todo el planeta se tiene claro que la edición genética de seres humanos está prohibida, pero en China, por ejemplo, no hay ninguna ley que prohíba la edición de genes y, de facto, los ensayos en ese sentido están haciéndose hace tiempo. Los avances en Inteligencia Artificial van, como diría aquel, a buen ritmo. Sin embargo está muy lejos de lo que se vende en algunos entornos. En la mayoría de los casos, aquello que algunos presentan como cerebros sintéticos capaces de discernir, pensar o deducir de un modo brillante, no son más que sistemas expertos capaces de solucionar problemas por la suma de pruebas ejecutadas y aprendiendo de ello. Habrá quien diga que Sophia ya piensa, pero no es verdad. Estamos muy lejos aún de todo eso, pero no por ello no es importante empezar a razonar acerca de algo que, eso sí, con toda probabilidad va a pasar en los próximos años aunque no como nos lo presentan.

Si ves los informativos generalistas, si lees los titulares de los medios escritos o escuchas tertulias de radio abarrotadas de 'expertos de todo', seguramente recordarás que ya te han presentado avances en IA que parecen ‘humanos’ y que eso ya está aquí. No es cierto. No. De hecho, ahora mismo básicamente, lo que tenemos son preguntas y esta es precisamente la razón por la cual es importante empezar a analizar el futuro en el que convivamos con ella. Lejos del alarmismo incomprensible de algunos ‘popes’ de la tecnología y la ciencia.  Probablemente la respuesta no esté en poner límites a los desarrollos de Inteligencia Artificial. Posiblemente la cosa vaya de ‘aumentar’ al género humano. Estaría bien no olvidar que la IA no es nada más que una nueva herramienta que está para ayudar y beneficiar a los humanos. ¿No? Y si no lo apartamos del análisis veremos que puede ser utilizada para ‘aumentar’ a los humanos. Si hablamos de realidad aumentada, ¿por qué  no hablar de humanidad aumentada?

No es ningún disparate. Hace tiempo que utilizamos la IA para mejorar nuestra actividad y ‘aumentar’ nuestro trabajo. Cuando agarras eso que llamas ‘teléfono’ y con el que haces de todo menos hablar, pulsa el icono de Facebook por ejemplo. Ahí vas a ver como la IA está currando duro para que veas lo que ‘tienes’ que ver y no pierdas el tiempo en otros asuntos. Abre Google y ¡ahí va! Resulta que tienes que escribir muy poco, el formulario se adelanta a tus ‘intenciones’. Compañías como LawGeex, que usan algoritmos de Inteligencia Artificial para revisar automáticamente los contratos ahorra costes a los clientes, pero el beneficio real es el ahorro de tiempo. De manera similar, la IA se está convirtiendo rápidamente en un recurso imprescindible en medicina. Se utiliza para clasificar qué tipo de lesión cutánea es cancerosa, para diagnosticar el cáncer en una etapa muy temprana con una prueba de sangre, para predecir enfermedades cardiacas, para determinar los componentes en los humanos y los animales que podrían extender la expectativa de vida y para muchas otras cosas. La U.S. Food and Drug Administration aprobó recientemente un algoritmo para predecir la muerte. Como suena. Ejemplos de cómo la IA ya se están utilizando para aumentar nuestro conocimiento y nuestra capacidad de buscar y encontrar respuestas, de cómo están transformando la forma en que trabajamos y vivimos nuestras mejores vidas.

¿Es esto una humanidad aumentada? Probablemente sí, pero nos queda mucho por aumentar y, seguramente, tendrá que ver con ‘hasta donde aumentarnos’ y no tanto ‘hasta donde limitar’ la Inteligencia Artificial. De momento nos queda ver como cambian los negocios y pensar como adaptarnos para ser una sociedad aumentada, una empresa aumentada o un consumidor aumentado. Cuando pensamos en la IA aumentando a los humanos, frecuentemente pensamos en modo ‘ciencia ficción’. Error. Pensamos en implantes cerebrales como los de mi amigo Neil Harbisson. Imaginamos un auricular del futuro que será un chip intracraneal traduciendo a tiempo real idiomas extraños que no entendamos en una conversación. Esa es la evolución prevista, por lo que, como demuestra la historia, no será exacto. Es aquello de la innovación real y la propuesta y lo que dijo Henry Ford acerca de innovar entre un coche de caballos y uno de motor.

No se trata de adivinar el futuro. Se trata de deducirlo. No creas que hay alguien en este mundo capaz de imaginar tu vida o la de tus hijos en 50 años. Si lo hay, está encerrado en un laboratorio y no lo conoce casi nadie. La tecnología que va a cambiar todo, absolutamente todo lo que hacemos, nuestros modelos de gestión social, cultural, política, económica y de distribución del conocimiento serán modificados de un modo completo en los próximos años y no tenemos ni pajolera idea de cómo será nada. Nadie podía imaginar el futuro como ha sido el presente hace 30 años. De hecho hace una década y algo, el 90% de las interacciones que intervienen en tu vida cotidiana no las hacías con dispositivos que ahora son cotidianos.  De ahí que me interesa más saber como vamos a ‘aumentar’ a la humanidad y no tanto como vamos a ‘limitar’ a la inteligencia artificial, pues no dejará de ser, por muy sofisticada que parezca, una herramienta. De ahí que toca un debate ético profundo y un plan para crear una humanidad más completa. Ser más humanos gracias a la tecnología y que esta llegue a todos sin distinción es el gran reto.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

Tu pensión, los servicios públicos y el empleo de tus hijos dependerán de un robot.

Digan lo que digan, la historia demuestra que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores también, lo cual, de alguna manera, crea más trabajos. Es un mito revisable que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo. Lo destruye cuando no hay una estrategia de transformación social y laboral prevista. Si seguimos alimentando un modelo productivo y de crecimiento basado en la improvisación política y en la espera de acontecimientos, nos vamos a dar una hostia bíblica y de esta no saldremos por acompañamiento, pues nadie nos va a acompañar. La gasa fina entre el tercer mundo y el mundo automático se va a estrechar. Tengamos cuidado, pidamos que lo tengan quienes fueron elegidos para garantizar que el futuro sería mejor. De momento, me da la impresión, en España y muchos países de nuestro entorno, nadie está pensando ni haciendo nada al respecto. No, por lo menos, de manera eficiente.

Digan lo que digan, la historia demuestra que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores también, lo cual, de alguna manera, crea más trabajos. Es un mito revisable que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo. Lo destruye cuando no hay una estrategia de transformación social y laboral prevista. Si seguimos alimentando un modelo productivo y de crecimiento basado en la improvisación política y en la espera de acontecimientos, nos vamos a dar una hostia bíblica y de esta no saldremos por acompañamiento, pues nadie nos va a acompañar. La gasa fina entre el tercer mundo y el mundo automático se va a estrechar. Tengamos cuidado, pidamos que lo tengan quienes fueron elegidos para garantizar que el futuro sería mejor. De momento, me da la impresión, en España y muchos países de nuestro entorno, nadie está pensando ni haciendo nada al respecto. No, por lo menos, de manera eficiente.

El acojone es general. La idea de que los robots van a arruinarnos la vida tal y como la entendemos está generalizada. Los trabajadores de medio mundo ven con inquietud la amenaza que supone la automatización. Sin embargo, ese temor tiene mucho que ver con el como nos explican las cosas y, sobretodo, con el modelo socioeconómico que impulse el poder público de turno. Los hay que hablan de limitarlo y volver a llenar las fábricas de humanos para dar trabajo a más gente. Otros sencillamente no dicen nada. Los primeros se olvidan que el proteccionismo laboral en contra de la eficiencia lleva al cierre a medio plazo y los segundos son, en el mejor de los casos, unos irresponsables.

Existe una tercera vía. En Suecia pocos se preocupan por la previsible ola de de desempleo que nos acecha y que la automatización va a provocar. De hecho, ellos lo comparan al momento en el que, por la globalización, los países del ‘primer’ mundo tuvieron que competir con los trabajadores más baratos ubicados en Asia y Latinoamérica. Y bajo esa comparación consideran que el trabajo de los sindicatos, el apoyo gubernamental y la alta confianza que existe entre empleadores y empleados rige todo el planteamiento de enfrentarse a un futuro robótico.

La ministra sueca de Empleo Ylva Johansson dijo que ‘en Suecia, si le preguntas a un líder sindical si le tiene miedo a la nueva tecnología, la respuesta será: ‘No, me da miedo la vieja tecnología’’. La idea no es proteger el puesto de trabajo sino a los trabajadores, para lo que hay que capacitar a la gente para trabajos nuevos que aparecen justo cuando los que hacían desaparecen. Parece sencillo de entender. Lo que no es comprensible es que ni nos lo planteemos, ni se analice desde un punto de riesgo laboral inmenso y que, encima, cuando dices que los robots no son el riesgo sino los propios humanos gestionando su llegada, te traten de iluso.

Según los escandinavos, esto se replica de un modo parecido en Noruega, Finlandia e incluso en Dinamarca, la clave está en garantizar la innovación privada pero sujeta al liderazgo público. ¿Qué hacen en Suecia para garantizar la innovación entonces? Sencillamente, garantizarla. Al contrario de lo que sucede en Silicon Valley, donde el riesgo es consustancial a la innovación, en Europa no estamos ni cultural ni estructuralmente preparados para ello. Aquí te la das y lo arrastras toda la vida. Por eso, tal vez, hay que buscar método distinto. No vamos a crear un siliconvalei en ningún lugar por mucho que insistamos en ello.

Suecia presenta la posibilidad de que, en una era de automatización, la innovación avance manteniendo suficiente colchón ante el fracaso. Una buena red de seguridad es positiva para las iniciativas empresariales que pretenden encontrar un vínculo realista y acertado entre robots y personas. En Suecia, si un proyecto no tuvo éxito tras proponer un arriesgado modelo innovador vinculado a ese empleo del futuro, no se debe ir a la bancarrota directamente o, por lo menos, no se estigmatiza a quien no lo logró.

Lo curioso es que en Estados Unidos y la mayoría de países del sur de Europa y algunos latinoamericanos entre el 72% y el 88% de las personas consideran que los robots serán un problema, mientras que en Suecia el 80% considera que los robots y la inteligencia artificial será algo positivo necesariamente. Curiosamente, los suecos tienen claro que la renta mínima universal o básica es algo que llegará en los próximos años y en gran medida dependerá de la buena implantación de los modelos automáticos en la producción del país. Los otros, consideran que la renta básica acabará con el mundo tal y como lo conocemos porque generará un planeta de vagos esperando su subsidio. Un buen debate.

En Suecia y el resto de Escandinavia, los gobiernos proveen atención médica además de educación gratuita. Pagan generosos beneficios a los desempleados, mientras los empleadores financian vastos programas de capacitación laboral. Por lo general, los sindicatos aceptan la automatización como una ventaja competitiva que vuelve más seguros los trabajos. Y curiosamente, los pocos discursos políticos que se abren al respecto en países como el nuestro vienen de la vertiente de la izquerda representada por Podemos y algún sindicato y poco más. Lo que deja el debate en tierra yerta.

El error lo vamos a pagar caro. No pensar en ello, no analizarlo, no discutirlo y no ejercer no saldrá gratis. La idea que defiende esa izquierda que considera el ejemplo escandinavo un buen modelo se olvidan de un detalle importante: no somos como ellos. Pero ni por asomo. Su modelo educativo, su estructura económica y productiva, sujeta un magnífico sistema de bienestar social. Esa socialdemocracia no es equiparable porque su conformación parte de premisas muy distintas. No vale quedarte con lo que quieres ser sin modificar lo que te lo permitirá ser en todo caso.

La ola viene, se acerca, y la mayoría siguen mirando al horizonte con una miopía desesperante. Nadie sabe cuántos trabajos están bajo la amenaza robótica y de otras formas de automatización, pero las proyecciones sugieren una sacudida descomunal. En un estudio de 2016 realizado por el Foro Económico Mundial, se hicieron encuestas en quince economías importantes que en conjunto representan dos terceras partes de la fuerza laboral del mundo y se concluyó que el ascenso de los robots y la inteligencia artificial destruirá una red de 5,1 millones de empleos para 2020. En apenas un par de años, más de cinco millones de personas van a tener serios problemas y nadie está previendo nada más que en poner vendas cuando llegue la herida.

Pero veamos el caso de Amazon. Tal vez no haya una empresa que personifique mejor las ansiedades alrededor de la automatización que el monstruo fundado por Jeff Bezos. A pesar de que se culpa a esta empresa de destruir empleo a la vez que lo automatiza todo, la verdad es que la fuerza laboral a nivel mundial de Amazon es tres veces mayor a la de Microsoft y dieciocho veces más grande que la de Facebook. 

En 2014, la empresa comenzó a introducir robots en sus bodegas. Amazon tiene más de 100.000 robots en acción por todo el mundo y planea añadir más. Hacen que el trabajo en el almacén sea menos físico, al mismo tiempo que hacen posible el tipo de eficiencia que permite que el cliente pida algo por la mañana y lo tenga en unas horas. Eso sería imposible en costos y rendimiento sin esa incorporación del poder robótico. La empresa ha logrado, según ellos, que las máquinas realicen la mayoría de las tareas monótonas y que las personas tengan trabajos que los ocupen mentalmente analizando de un modo humano la cadena de distribución por ejemplo. 

A la vez, la empresa tiene más de 125.000 empleados solo en sus almacenes.  Cuando Amazon instaló los robots, algunas personas que antes apilaban los contenedores tomaron cursos para convertirse en operadores de robots. Muchos otros se cambiaron a las estaciones receptoras, donde clasifican de forma manual cajas grandes con mercancía y las meten en los contenedores. No se despidió a nadie cuando se instalaron esos robots y Amazon encontró nuevas funciones para los trabajadores desplazados. La pregunta es qué sucederá cuando lleguen las generaciones más sofisticadas de robots.

En mi opinión tiene más riesgo la perdida de competitividad que puede tener una economía nacional como la española por no afrontar con valentía el reto de automatizar, robotizar e incorporar la inteligencia artificial a la estructura productiva del país, que seguir pensando que hay que proteger el sistema económico en contra de ese progreso. El paro se generará de manera masiva, las pensiones serán insostenibles y el equilibrio entre servicios públicos y aportaciones sociales será insostenible sino se entiende que el mundo que viene es otro y hay que afrontarlo con estrategia y no con táctica. La estrategia es prever un mundo robótico, táctica es esperar a ver que pasa.

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Economía, Innovación Marc Vidal Economía, Innovación Marc Vidal

El obligatorio desafío de la economía española: la Industria 4.0

Leo que España va bien. Que irá razonablemente bien. Que cuando pase el asunto este que nos tiene ocupados, volveremos a la senda del crecimiento equilibrado. Que el empleo se crea sin descanso. Que las familias pueden afrontar el futuro con esperanza. Que ya podemos hipotecarnos otra vez. Que lo peor ya pasó y que vuelta a la casilla de salida. Muchos analistas económicos, ante la evolución de la economía, ya proclaman que por fin hemos entrado en un círculo virtuoso, superando las antiguas dinámicas basadas en ciclos de endeudamiento público y del holograma inmobiliario.

Leo que España va bien. Que irá razonablemente bien. Que cuando pase el asunto este que nos tiene ocupados, volveremos a la senda del crecimiento equilibrado. Que el empleo se crea sin descanso. Que las familias pueden afrontar el futuro con esperanza. Que ya podemos hipotecarnos otra vez. Que lo peor ya pasó y que vuelta a la casilla de salida. Muchos analistas económicos, ante la evolución de la economía, ya proclaman que por fin hemos entrado en un círculo virtuoso, superando las antiguas dinámicas basadas en ciclos de endeudamiento público y del holograma inmobiliario.

Lamento tocar la trompeta de madrugada. Si es cierto que crecemos en términos genéricos (recordemos que basarse en el PIB es muy arriesgado pues aunque es el indicador utilizado habitualmente de progreso no atiende a intercambios económicos, efectos de desigualdad o degradación medioambiental), hay que focalizar en la herida, el lugar exacto del que salen esas métricas y poco o nada tienen que ver con que estemos modelando un país innovador y de futuro. Por lo menos no de manera intensiva. Ese valor añadido que se le debe exigir a un país como el nuestro no se sitúa en las playas y terrazas. El turismo que no falte, que las obras no se detengan, pero ¿y si aprovechamos que la cosa parece desperezarse para dinamizar una economía vinculada a las nuevas tecnologías? ¿y si vamos preparando nuestra sociedad para un mundo automático y robotizado? Lo trato a diario en workshops, conferencias y consultorias. Y veo la preocupación de muchos empresarios, trabajadores y directivos.

Cuando las vacas estaban gordas no se invirtió en modernizar nuestra economía. Era absurdo, todo iba bien. Cuando las vacas se adelgazaron no se pudo invertir de manera destacable porque no había con qué. Ni con mucho ni con poco, la cuestión es que los trenes salen dirección al futuro y no hay manera de que tomemos ninguno. O mejor dicho, seamos justos, sí vamos camino al futuro y subidos en un tren, un tren de cercanías en el mejor de los casos. Y es que el futuro está ahí, esperando. Allí están millones de robots y automatismos. Sino vamos, vendrán. Cuando lleguen, que llegarán, los sustitutos de todo, robots y software inteligente capaz de hacer cualquier cosa que no tenga un valor añadido humano imprescindible, todo este crecimiento del que se vanaglorian muchos no servirá de nada. No estamos preparando esta balsa en el que vivimos. De momento es agua cristalina, pero cuando se seque solo será barro. Y se secará sino se toman decisiones complejas, estratégicas y políticamente valientes. Análisis desde las administraciones que siguen pendientes y serán imprescindibles tarde o temprano. Visto en lo que se ocupan nuestros gobernantes, tiene pinta que será más tarde que temprano.

Hablábamos de crear un Ministerio del Futuro. En algunos países hay cosas similares. Aquí, por decir algo, no tenemos ni Ministerio de la Innovación, Ministerio Digital o una Secretaria de Estado de la Sociedad 4.0. Y es que no vamos tan bien y algo, a nivel de previsión transversal, se tiene que hacer. Porque esa mejora económica tiene un dato que lo rebate claramente. Se trata de las cifras vinculadas al comercio internacional de productos de alta tecnología. El año pasado descendieron estas exportaciones a la vez que aumentaban las importaciones del mismo tipo. Obviamente no hay que ser Premio Princesa de Asturias para ver que esto es totalmente incompatible con la pretensión de cambiar el modelo productivo hacia uno de alto valor añadido, tecnológico, cognitivo y de futuro. No existe ningún elemento que pueda hacernos creer eso que nos cuentan. Lo peor es que en frente, a los que nos cuentan lo bien que vamos, no hay nada. Discursos que aun, probablemente, lo complicarían todo más. Subidas de impuestos, políticas aparentemente sociales que sólo empobrecerían las mecánicas de creación de riqueza y atraso definitivo de la modernización productiva del país.

Alguien tendrá que hacer algo. La estructura productiva española no está cambiando a la velocidad que exige el tiempo que vivimos. Digan lo que digan y escriban lo que escriban. Y escriben. Leo el Informe Sociedad Digital en España 2017 de la Fundación Telefónica que ‘nuestro país ha alcanzado la madurez digital’. Al parecer, este hecho se debe a que la cobertura de banda ancha es la tercera de mayor penetración en los países de la OCDE. Es cierto que esto ayuda, no lo dudo, pero el asunto en cuestión no es sólo si tenemos un cable más gordo o más largo que el de otros países. Es evidente que se necesita infraestructura para liderar la revolución industrial y tecnológica que vivimos. Por supuesto que la transformación digital constituye un reto en sí mismo para cualquier país que quiera conquistar su futuro. Un futuro que dependerá de la rapidez de adaptación a un nuevo modelo productivo que, no veo yo, se esté produciendo a la misma velocidad que instalamos la vanagloriada banda ancha. Se parece aquello de poner trenes de alta velocidad por todas partes antes de crear el escenario idóneo para que existan pasajeros que los tomen.

El futuro, en el que convergen robótica e inteligencia artificial, dependerá de la rapidez de adaptación al nuevo paradigma y de la digitalización como herramienta esencial para llegar a todos los ámbitos. En este sentido, en España siguen avanzando a una velocidad ciertamente preocupante las tecnologías que nos llevarán a la Sociedad Cognitiva (robótica, Inteligencia artificial y Big Data) y a la Industria 4.0 (Internet de las Cosas, sistemas ciberfísicos y tecnologías Self Organising Network). En la mayoría de los casos esa velocidad, más que revisable, depende más de un liderazgo político y estratégico que conceda facilidades para esas innovaciones que a la falta de propuestas privadas. En países de nuestro entorno los estímulos para cambiar el modelo del pasado son determinantes, mientras que aquí no dejan de ser de aurora boreal. 

En España la innovación sigue siendo una asignatura pendiente en muchos tejidos productivos. Hay muchas cosas en las que gastar antes que en innovar. Sólo el 12,8% de esos esfuerzos corresponden a innovaciones de producto o proceso productivo, siendo el resto cambios organizativos y de comercialización, es decir, innovaciones no tecnológicas. Innovación en muchos casos que provienen de la compra de software, maquinaria o hardware. Por lo que, a fin de cuentas, no cabe duda de que la innovación en España no está en su mejor momento. Hay un declive en las solicitudes de patentes desde hace años y un recorte público en I+D que sitúa al sector público por debajo de lo invertido en 2006. Así ya podemos ir vanagloriándonos de creación de empleo y de crecimiento al 2 coma lo que quieras. Sin innovación no hay futuro.

La lista de países que están modificando su modelo productivo y de crecimiento económico cada vez es mayor. Si escuchas las soflamas sobre las bondades del turismo parece que aquí solo interesa competir con Túnez y Croacia en lugar de hacerlo contra Alemania y Reino Unido. De sus señorías solo escucharás política de juguete y debates endogámicos. Poco liderazgo y menos luces largas. No hay luces largas. Esperan que el sector privado resuelva constantemente aquello que ellos no plantean. Y por supuesto que son las empresas, todas, las que tienen que innovar, aplicarse el cuento de modificar procesos e invertir, pero, al igual que los países que se están distanciando del pelotón, se precisa de dinámicas públicas que lo estimulen y lo defiendan donde haga falta.

Sin transformación digital no habrá competitividad en un mundo global. España se está quedando descolgada de esa enorme olimpiada económica. Estamos ante una nueva oleada de cambio tecnológico y nuestra estructura económica, de la que nos alegramos por su crecimiento, no se está adaptando. Nuestro nicho de mercado se afianza precisamente en la que menos interesa para ese futuro y seguimos pensando que la inercia nos sacará de esta, que los ciclos económicos nos ayudan a, tras pasarlo mal, vivir a lo grande. Esta vez no va a ser así. Esto ya no trata de una crisis. Ni financiera, ni de la economía real, ni de nada que se le parezca. Seguimos en plena ‘deflación del capital’.

Para que se entienda. Cuando subes a un avión para saltar en paracaídas a 4.000 metros, en un momento determinado, cuando te ves allí arriba, te cuesta dar el paso de lanzarte al ‘vacío’. Pero lo haces porque te dicen que lo hagas. Saltas. La sensación es brutal. Sin embargo pasa algo tremendo. Durante unos segundos notas viento, mucho viento, pero no percibes que estés cayendo. Eso sólo lo sientes cuando te acercas al suelo. Es cuando abres el paracaídas. Así estamos, bajando sin notarlo. ¿Cómo prevén nuestros gobernantes que vamos a enfrentarnos a un mundo en el que el incremento de automatizaciones, robots, procesos reducidos o sustitución de personas en los servicios? ¿Qué han pensado? ¿Cuál es el plan para afrontarlo?

La Federación Internacional de Robótica espera que las instalaciones de robots continuarán creciendo a tasas anuales de dos dígitos por el momento. Ello debido a que el costo para producir estas máquinas sigue bajando, mientras sus capacidades siguen aumentando, y la densidad de robots es todavía relativamente baja en la mayoría de las industrias. Los robots no van a quitarte el empleo, siempre y cuando ese empleo lo cambies. Es muy sencillo. ¿Estamos cambiando nuestra estructura productiva para que cuando eso pase no sea un drama? No hablo de dos décadas, esto va a empezar en los siguientes minutos. De hecho, ya ha empezado. Fijémonos donde se crea empleo, a que sectores se deben esos números. Preocupante. Nada nuevo.

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Inteligencia Artificial, Robotica Marc Vidal Inteligencia Artificial, Robotica Marc Vidal

Tu médico va a ser un robot. En algunos lugares ya lo es.

Ayako Yamashita es una mujer de 67 años a quien se le había diagnosticado una leucemia mieloide en enero de 2015. Ningún tratamiento estándar daba resultado. Unos meses después el doctor Saturo Miyano y su equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio decidió ponerla en manos de un ‘colega’ artificial. Se trataba de una evolución algorítmica de Watson de IBM especializada en analizar tratamientos oncológicos. Watson revisó 20 millones de estudios documentados y comparó la condición de la mujer con las historias de casos existentes. Diseñó un tratamiento que resultó ser efectivo hasta el punto que la señora Yamashita es la primera paciente oficialmente curada de un cáncer por una computadora basada en Inteligencia Artificial.

Ayako Yamashita es una mujer de 67 años a quien se le había diagnosticado una leucemia mieloide en enero de 2015. Ningún tratamiento estándar daba resultado. Unos meses después el doctor Saturo Miyano y su equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio decidió ponerla en manos de un ‘colega’ artificial. Se trataba de una evolución algorítmica de Watson de IBM especializada en analizar tratamientos oncológicos. Watson revisó 20 millones de estudios documentados y comparó la condición de la mujer con las historias de casos existentes. Diseñó un tratamiento que resultó ser efectivo hasta el punto que la señora Yamashita es la primera paciente oficialmente curada de un cáncer por una computadora basada en Inteligencia Artificial.

Existen muchos avances médicos asociados a la Industria 4.0 y a la Transformación Digital. Un nuevo aspirante a doctor está a punto de hacerse cargo de nuestra salud. Se trata de los médicos sintéticos. La inteligencia artificial está llegando a hospitales de todo el mundo. Al igual que el doctor Miyano, muchos son los profesionales de la medicina que consideran que la incorporación de la inteligencia artificial no es una amenaza sino una oportunidad magnífica. De hecho la consideran una herramienta poderosa como nunca antes tuvieron y que les permite ejercer la medicina con una mayor celeridad y grado de acierto. Y es que la introducción de la IA en el cuidado de la salud no tiene que ver necesariamente con enfrentar a la mente humana contra las máquinas. 

Bertalan Meskó, mejor conocido como The Medical Futurist, ha llamado a la inteligencia artificial el ‘estetoscopio del siglo XXI’.  Su evaluación puede ser incluso más precisa de lo que esperaba. Si bien varias técnicas y exámenes les brindan toda la información que necesitan para diagnosticar y tratar a los pacientes, los médicos ya están sobrecargados de responsabilidades clínicas y administrativas, y clasificar la gran cantidad de información disponible es una tarea desalentadora, si no imposible.

Sin embargo, las aplicaciones de la IA en medicina van más allá del trabajo administrativo. Desde poderosos algoritmos de diagnóstico hasta robots quirúrgicos finamente sintonizados, la tecnología se está haciendo notar en todas las disciplinas médicas. Claramente, la IA tiene un lugar en la medicina aunque lo que aún no sabemos es su valor real. Para imaginar un futuro en el que IA sea una parte del equipo de atención al un paciente, primero debemos comprender cómo la inteligencia artificial se equilibra con los médicos humanos y cómo se comparan en términos de precisión y de contribuciones específicas o únicas que puede hacer la IA. Una vez que hayamos respondido estas preguntas, podremos comenzar a deducir y luego construir el futuro impulsado por la inteligencia artificial que queremos. Vamos a ver algunos ejemplos:

  1. Investigadores del Hospital John Radcliffe en Oxford, Inglaterra, desarrollaron un sistema de diagnóstico de IA que es más preciso que los médicos para diagnosticar enfermedades cardíacas, al menos el 80 por ciento de las veces. En la Universidad de Harvard, los investigadores crearon un microscopio ‘inteligente’ que puede detectar infecciones sanguíneas potencialmente letales.
  2. Un estudio de la Universidad de Showa en Yokohama, Japón reveló que un nuevo sistema endoscópico asistido por computadora puede revelar signos de crecimientos potencialmente cancerosos en el colon con un 94% de sensibilidad, un 79% de especificidad y un 86% de precisión.
  3. En un estudio, publicado en JAMA en diciembre de 2017, los algoritmos de ‘deep learning’ fueron capaces de diagnosticar mejor el cáncer de mama metastásico que los radiólogos humanos. Mientras que los radiólogos humanos pueden tener éxito cuando tienen tiempo ilimitado para revisar casos, en el mundo real (especialmente en entornos de gran volumen y respuesta rápida como salas de emergencia) un diagnóstico rápido podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte de los pacientes.
  4. Los expertos humanos tardan 160 horas en revisar y proporcionar recomendaciones de tratamiento a partir de cierta información de los datos genéticos en las células tumorales. Algo que Watson, por ejemplo, hace en apenas diez minutos. La herramienta de Inteligencia Artificial en versión de código abierto de Google, DeepVariant, fue la herramienta más precisa jamás presentada en el conocido Examen de FDA Truth Challenge del año pasado.
  5. En abril, investigadores de la Universidad de Nottingham publicaron un estudio que mostró que, entrenada en datos extensos de 378,256 pacientes, una IA autodidacta predijo un 7,6 por ciento más de crisis cardiovasculares en pacientes que el modelo tradicional de detección. Para poner esa cifra en perspectiva, es importante saber que el universo utilizado en esta prueba fue aproximadamente de 83,000 registros, lo que equivale a que 355 pacientes más de los que por métodos ‘humanos’ se hubieran sido detectados, fueron salvados de una crisis cardíaca letal.
  6. La IA es quizás más útil para dar sentido a grandes cantidades de datos que serían abrumadores para los humanos. Eso es exactamente lo que se necesita en el creciente campo de la medicina de precisión. Con la esperanza de llenar ese vacío está The Human Diagnosis Project (Human Dx), que combina el aprendizaje automático con la experiencia real de los médicos está recopilando información de 7.500 médicos y 500 instituciones sanitarias en más de 80 países, con el fin de desarrollar un sistema al que cualquier persona (paciente, médico, organización, desarrollador de dispositivos o investigador) pueda acceder para tomar decisiones clínicas más informadas.
  7. Incluso en la salud mental hay aspectos determinantes. Por ejemplo, el desarrollo Cogito ha estado utilizando el reconocimiento y análisis de voz impulsado por inteligencia artificial para mejorar las interacciones de servicio al cliente en muchas industrias. La incursión de la compañía en el cuidado de la salud se llama Cogito Companion, una aplicación de salud mental que rastrea el comportamiento de un paciente. La aplicación monitorea el teléfono de un paciente y analiza el comportamiento activo y pasivo, datos de ubicación que podrían indicar que un paciente no ha salido de su casa en días o registros de comunicación que indican que no le han enviado mensajes de texto o hablado con nadie en semanas. El equipo de atención del paciente puede controlar los informes posteriores en busca de signos que, a su vez, pueden indicar cambios en la salud mental general del paciente.
  8. Esta aplicación también utiliza algoritmos de aprendizaje automático para analizar ‘registros de audio’, grabaciones de voz que hace el paciente como si fueran un diario con voz. Los algoritmos están diseñados para captar señales emocionales, tal como lo harían dos humanos hablando. A partir de ahí, los humanos entrenamos el algoritmo para identificar la voz de alguien que está deprimido, o las diferencias en la voz de un paciente bipolar a tiempo real.
  9. También hay cirujanos sintéticos. Nadie está exento de verse superado. En la mayoría de los casos, los robots quirúrgicos (el más conocido es da Vinci) funcionan como una extensión del cirujano humano, que controla el dispositivo desde una consola cercana. Uno de los procedimientos más ambiciosos, que supuestamente fue el primero del mundo, se llevó a cabo en Montreal en 2010. Fue la primera operación quirúrgica completa de un robot cirujano y un anestesiólogo robot (divertidamente llamado McSleepy) donde los datos recopilados sobre el procedimiento reflejan el impresionante rendimiento de estos médicos robóticos. Me pregunto si un paciente puede demandar a un robot por negligencia en el caso que algo salga mal.

Se acercan debates interesantes. Sobre los datos y sobre las implicaciones. La inversión prevista para los próximos años en todo este asunto va a multiplicarse por más mucho. De apenas 600 millones de euros aportados a este tipo de desarrollos en 2017 pasaremos a más de 12.000 millones en 2020. Para los clínicos más receptivos a todo esto, el atractivo inmediato de los proyectos como Human Dx es que, de manera contradictoria, les permitiría dedicar menos tiempo a la tecnología. Está documentado que más del 50% del tiempo que ocupa un médico actualmente transcurre frente a una pantalla. La IA puede devolverle a los médicos la libertad para ser médicos otra vez y hacerlo humanamente. Cuanta más tecnología, más humanidad. La Inteligencia Artificial no sustituye humanos, los convierte en humanos aumentados.

Nos dirigimos a la salud del Big Data, un escenario imposible de gestionar desde un punto de vista sólo humano. Se hace imprescindible que nuestros gobernantes sepan de esto. Legislen para esto. Estimulen la inversión en esto. La vida de mucha gente está en juego. No es una apuesta ‘cool’ para quedar moderno, es obligatorio. En Japón, en Suiza, en el Reino Unido y otros países van camino de normalizar algunas de estas herramientas ‘del futuro’, otros, ni caso. Siguen con sus desdichas, sus miserias de parlamento y sus problemas endogámicos que no interesan a nadie. Sólo a ellos y a los tertulianos asalariados. No es obligatorio saber de tecnología para gobernar, pero si es una necesidad tener conocimiento de lo que la tecnología permite para mejorar el bienestar de los gobernados.

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La generación ‘streaming’.

Hay cierto consenso entre bancos de inversión e inversores que consideran que Spotify llegará a valer más de 20.000 millones de dólares cuando salga a bolsa a mediados de año. Actualmente supera los 140 millones de los cuales un 40% son de pago. Spotify no es más que una de las consecuencias de la transformación digital de un modelo de negocio que ha extremado la mutación de cualquier producto, que pueda convertido a digital, en servicio. Una transformación económica que llevaba asociada una transformación social. De la sociedad que adquiría cosas a la que vive en streaming. Un modelo de vida que recurre a la economía circular, a la automatización, a ofrecer datos recurrentes y masivos y a la relación cada vez más intensa entre sistemas inteligentes y actos humanos.

Hay cierto consenso entre bancos de inversión e inversores que consideran que Spotify llegará a valer más de 20.000 millones de dólares cuando salga a bolsa a mediados de año. Actualmente supera los 140 millones de usuarios de los cuales un 40% son de pago. Spotify no es más que una de las consecuencias de la transformación digital de un modelo de negocio que ha extremado la mutación de cualquier producto, que pueda convertido a digital, en servicio. Una transformación productiva y económica que llevaba asociada una transformación social. De la sociedad que adquiría cosas a la que vive en streaming. Un modelo de vida que recurre a la economía circular, a la automatización, a ofrecer datos recurrentes y masivos y a la relación cada vez más intensa entre sistemas inteligentes y actos humanos.

La relación profesional entre directivos de generaciones anteriores con la del milenio no está siendo fácil. La capa demográfica que va aproximadamente de los 18 a los 35 años actuales solicitan un puesto de trabajo que aporte algo más que un salario. Hablamos de un modelo de vida que se impone. A veces pienso que soy casi un ‘viejenial’, un tipo que nació demasiado pronto ;-) y que ya supera los 40 y largos y que tiene una percepción del mundo conectado y en beta constante. No tengo coche, compro pocas cosas, utilizo muchos servicios y prefiero vivir en streaming.

La generación del milenio probablemente ha permitido intuir como será la que le va a suceder. La que viene. La denominada Generación Z, algunos miembros de la cual acaban de cumplir la mayoría de edad. Ya han empezado a ir a la universidad y es más que probable que su idea de lo que ahora denominamos empleo va a ser muy distinta a la que les vamos a poder ofrecer. Si hace 15 años a un vendedor comercial de tornillos industriales lo hubieras visto el 90% del tiempo frente al ordenador no hubieras entendido que hacía o, peor aún, le hubieras recriminado que no estuviera en la calle ‘vendiendo’. Era difícil, por aquel remoto 2002, pensar que frente al ordenador se replicaba todo un mundo de relaciones sociales capaces de generar ventas. Ahora, si un comercial de tornillos industriales se pasa el 90% de su tiempo en la calle en lugar de estar analizando perfiles de clientes con su tablet, entrando en redes, solicitando amistades, etc., pensarías que pierde el tiempo.

Como he dicho en alguna ocasión, no van a nacer nuevos empleos de manera sustitutiva a los actuales. No masivamente. Lo que va a pasar es que las tareas actuales se van a hacer de otro modo. La generación Z lo va a cambiar todo otra vez. Ellos viven vinculados a un entorno virtual en mayor medida que incluso aquellos que se llaman nativos digitales. Son los primeros descendientes de éstos. Son, más que la Generación Z, los Millenial segunda edición. Una versión avanzada que acusará las características de sus antecesores pero al extremo.

El instituto de investigación de ADP, un grupo de administración de empresas que produce datos sobre tendencias de trabajo y salud económica, encuestó a 2.400 empleados de diferentes edades, incluidos los millenials, que trabajan en empresas con más de 250 personas, para averiguar cómo el lugar de trabajo había cambiado. Su estudio asegura que los millenial han empujado a las empresas a cambiar en áreas clave, dando a los empleados más libertad para trabajar desde donde quieran y con mayor autonomía para autogestionarse en lugar de ser administrados.

Pero hay un detalle de ese estudio que me ha llamado la atención. La sección más joven de la Generación del Milenio enfatiza extremadamente en la búsqueda del propósito laboral. Mucho más que sus compañeros de mayor edad y de su hipotética misma generación. Indican la tendencia que se mostrará con mayor intensidad en los que ahora entran en la universidad. Adecco encuestó a 1,000 estudiantes universitarios, de primer y último curso de carrera, y descubrió que el 41% de los jóvenes de la generación del milenio querían empleos que ofrecieran posibilidades de crecimiento, pero solo el 30% de los encuestados de la Generación Z pidieron lo mismo. Para éstos últimos, eso del ‘crecimiento’ es demasiado abstracto.

Probablemente algún sistema sofisticado, entre inteligencia artificial, sistema experto o datos masivos, está trabajando para interpretarlos y ofrecerles una respuesta satisfactoria antes de que ni tan siquiera ellos sepan que es la que esperaban. Una generación sujeta a la venta predictiva y al análisis matemático continuo de sus movimientos. Una generación algorítmica que corre el riesgo de mostrarse incapaz de convertir a nuestra especie en un valor añadido sino les ayudamos.

Nuestra sociedad cambia por suerte. Vivimos mejor que nunca en términos generales. A pesar de que en este mundo la lista de asuntos a mejorar y solucionar es inmensa, es más corta que en otras épocas. Nos cuesta verlo pues pensamos comparativamente con nuestro entorno y no con nuestra historia. En gran medida, esa mejora social, económica, cultural, informativa y científica, proviene de una poderosa herramienta que lo facilita todo: la tecnología.

La tecnología que estimula una revolución económica e industrial no puede desvincularse del papel que la humanidad debe tener reservado. Ese es el gran reto de las generaciones previas a la Z. Nos toca enfocar sin interferir. De una sociedad que acumula pasaremos a una sociedad que utilice. De la compra de productos al uso del servicio. Pero si todo ello sólo es cosmético no servirá. Lo complicará todo. Este es un mundo que va mejor pero no está asegurado que siga siendo así.

Lo veo en mi hijo. La Generación Z es autodidacta, son la generación tutorial. Son maduros, autosuficientes y creativos. Hablan de empleos del futuro que mejoren el mundo. Vienen de la cultura del 'do it yourself' por lo que están acostumbrados a enfocar en los problemas y a construir su propio entorno. Son inquietos y tremendamente impacientes. Son la generación zapping. Prefieren la privacidad como demuestra que sus perfiles en Instagram estén siempre protegidos o que su aplicación hasta hace poco favorita era un espacio privado. Además son tremendamente moviles. Ellos no reconocen que es un ordenador de sobremesa. Consumen en cualquier lugar y a tiempo real. No descargan si es factible consumir en la nube. Son definitivamente la generación Streaming. 

Una generación en streaming permanente precisa de una formación en streaming permanente, un comercio en streaming conceptualmente hablando. Viven a tiempo real, ¿Tu negocio está preparado para esa transformación que exigirá tu clientela inminente? ¿Y tú, lo estás para competir laboralmente con esa realidad? Si consideras que falta mucho, pues justo ahora entran en el mercado laboral los 'streaming', no te olvides que al futuro se puede viajar no sólo con el tren que anuncian por megafonía, sino que también puedes ir con el que está ahora mismo parado en la misma estación.

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La necesidad de un Ministerio del Futuro.

En los Emiratos Árabes hay un ministro de Inteligencia artificial. Un cargo que ejercerá el político Omar bin Sultan Al Olama y que abarcará nueve sectores socioeconómicos: transporte, espacio, energías renovables, agua, tecnología, educación, medio ambiente y tráfico. Detrás de una noticia efectista se esconde, en mayor o menor medida, la voluntad de abordar estratégicamente todos los dilemas y retos que genera la incorporación de la tecnología futura.

En los Emiratos Árabes hay un ministro de Inteligencia artificial. Un cargo que ejercerá el político Omar bin Sultan Al Olama y que abarcará nueve sectores socioeconómicos: transporte, espacio, energías renovables, agua, tecnología, educación, medio ambiente y tráfico. Detrás de una noticia efectista se esconde, en mayor o menor medida, la voluntad de abordar estratégicamente todos los dilemas y retos que genera la incorporación de la tecnología futura.

Afrontar decididamente y de un modo estratégico y político los grandes desafíos que la Cuarta Revolución Industrial, la deflación del capital y la automatización de todo suponen, no es algo opcional, debería ser absolutamente obligatorio y urgente. Los gobiernos no pueden mantenerse ajenos a la inminente llegada de los coches sin conductor, la robotización, el análisis de la renta mínima universal o, incluso, la imprescindible incorporación de la economía circular a los procesos productivos.

Probablemente, legislar con una visión futura, algo que debería de ser obligatorio por cierto, depende de una visión transversal de todo un gobierno que identifique la complejidad de los riesgos y retos que nos depara una revolución tecno-cultural como la que vivimos. Una buena solución, un primer paso, bien podría ser incorporar a cualquier ejecutivo un Ministro del Futuro. Alguien que sea capaz de aportar el conocimiento necesario y la visión política profesional que requerirá afrontar un futuro líquido, flexible y cambiante como el que nos espera.

Nos encontramos ante el precipicio de las tecnologías que alteran la vida totalmente. Mientras que la mayoría de ejecutivos empresariales se enfrentan a esa innovación que les afecta y que se encuentra en automóviles autónomos, en edición genética, en inteligencia artificial, en datos, en robótica o en impresión 3D y entienden que el éxito a medio plazo depende del aprovechamiento de estas nuevas herramientas tecnológicas, los gobiernos se llenan la boca de palabrería acerca de la importancia de emprender, innovar e invertir pero lo hacen desde muy lejos. Desde la lejanía del que ni sabe de que habla ni considera que le afecta a su ejercicio profesional y político.

Las empresas establecen unidades en sus organizaciones, o contratan consultores externos, cuyo único trabajo es predecir lo que se avecina y como afrontarlo para obtener ventajas. No hay gobiernos que hagan algo parecido. Un Ministerio del Futuro con secretarias de estado al más alto nivel desempeñaría lideraría la investigación basada en la evidencia, coordinaría la planificación de escenarios que afectase a cualquiera de los otros ministerios o áreas.

Futuristas, politólogos y economistas discuten sobre esto hace más de una década. Diseñar un antídoto contra la improvisación, la táctica y el corto-placismo habitual en la política se hace imprescindible. Los políticos son reconocidos por su miopía que les inhabilita para ver más allá de las próximas elecciones, tomando importantes decisiones políticas sin tener en cuenta cómo afectarán al planeta y al país dentro de 10, 20 o 100 años. 

Sin embargo, hoy en día contamos con herramientas que permiten diseñar políticas bajo decisiones estratégicas e inteligentes para el futuro, herramientas que permiten mapear escenarios, evaluar probabilidades y atender decisiones en base a hechos predictivos como sucede en la vida comercial por ejemplo. Un Ministerio del Futuro no es tan sólo para identificar tecnología o como nos afectan los cambios, sino también para incorporar el uso de la tecnología de última generación en el propio modo de gobernar.

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Compañías como IBM, Procter & Gamble y Google han confiado en los llamados futuristas para identificar límites, trazar tendencias y construir escenarios para los próximos lustros en sus organizaciones e industrias. Gracias al pensamiento aplicado en el análisis a futuro, IBM, una compañía que se fundó antes de que hubiera computadoras, está a la vanguardia de la inteligencia artificial, modelando las formas en que nuestro trabajo se verá incrementado por las máquinas. Los futuristas de Google persiguen las fronteras de las interfaces conversacionales. Si tienes un hijo pequeño, es probable su hijo le hable con naturalidad a un chatbot o a una computadora inteligente cuando juega o cuando busca algo de un modo natural como si lo hiciera contigo. El trabajo de estos futuristas no es decir lo que definitivamente sucederá, sino más bien proporcionar una investigación equilibrada e impulsada por datos para que el liderazgo de una empresa no sea tomado por sorpresa.

Hace años, EE. UU. tenía una pequeña oficina, la Office of Technology Assessment, integrada por científicos, economistas, tecnólogos y otros expertos que se encargaban de investigar, prever y asesorar al Congreso sobre el futuro. Se ganó una amplia credibilidad en todo el gobierno y la comunidad científica porque su trabajo era preciso, equilibrado y procesable. Durante su existencia lanzó más de 750 estudios proféticos que van desde robots en el lugar de trabajo hasta bioterrorismo, lluvia ácida y cambio climático. Despolitizó la tecnología y la ciencia, y al igual que esos futuristas corporativos, se aseguró de que los líderes electos americanos no fueran sorprendidos.

Otros países se inspiraron estableciendo agencias similares. Hoy en día funcionan algunas de ellas. En el Reino Unido (la Oficina Parlamentaria de Ciencia y Tecnología), en Alemania (Büro für Technikfolgen-Abschätzung beim Deutschen Bundestag), en Suiza (el Centro suizo de evaluación de tecnología) o en Francia se destinan 23 veces más inversiones que en España a la Industria 4.0. 

En Suecia tenemos lo más parecido a un Ministerio del Futuro. Se trata del Ministerio para el Desarrollo Estratégico y la Cooperación Nórdica, en manos de Kristina Persson, denominada la ministra ‘del futuro’. A su cargo está el diseño de las respuestas estratégicas a las tensiones económicas y sociales vinculadas a los avances tecnológicos, la globalización, la irrupción de una sociedad que no necesita trabajar para vivir, de la automatización de todo o, entre muchas más, como integrar la ética del desarrollo en la forma de vida escandinava.

No sé si se necesita la nomenclatura en el cartapacio de un gobierno como el español, de otros países europeos o de cualquier estado latinoamericano. Tal vez no tenga que ver con que ese cargo exista. Probablemente, y de ahí deriva este artículo, esta idea en definitiva, es que los gobiernos que no se apresuren a identificar los retos, desafíos y riesgos notables de la sociedad futura inminente y a medio plazo, pueden estar hipotecando como nunca antes había pasado la vida de nuestros hijos y nietos. Estoy seguro que la de los que ahora mismo vivimos con la sensación de que aun queda un buen trecho hasta la jubilación.

Llegados a este punto pueden pasar tres cosas. Una, que esta idea quede en la lista de las idioteces supinas que de vez en cuando leemos. Otra, que en el futuro se establezca de un modo cosmético y artificial estos asuntos. Algo así como la concesión de ciudadanía a un robot hace unos meses en Arabia Saudí. Derechos a una máquina superiores a los que tienen las propias mujeres por cierto.

Y cabe una tercera opción. La ideal. Que en lugar de pasarnos días, semanas, meses y legislaturas, mareando con luchas políticas y politiqueras, donde el resultado es el propio proceso, donde interesa mantener una pseudoguerra intelectual sobre lo inservible, donde la prensa y las tertulias del ‘todo lo sé’ hablan y hablan utilizando los mismos verbos una y otra vez, pasáramos a un debate profesional, serio y tecnológico. Un análisis político con herramientas políticas y tecnológicas, un debate sobre como vamos a afrontar social y políticamente un mundo sin empleo, o con un nuevo empleo, como vamos a legislar las innovaciones que vienen, como vamos afrontar el futuro en sí.

No sé si es necesario un Ministerio del Futuro, pero lo que está claro que hay que erradicar los Ministerios del Pasado que nos pueden estar apartando del futuro inmejorable que algunos tendrán por preverlo y prepararlo mientras que otros seguimos discutiendo sobre banderas y meriendas.

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¿El fin de los Influencers? La transformación digital del retail y su futuro inminente.

En apenas unos años no te vestirás tú. Te va a vestir tu teléfono. Las compras ‘inteligentes’ partirán de un análisis de variedad y condicionantes que tu asistente virtual establecerá por ti. A mi personalmente me agobia seleccionar lo que me voy a poner cada día. Eso es algo que pronto podremos dejar de hacer. Despertarás y en base al calendario, tus actividades del día, tus reuniones, viajes o eventos, tu asistente virtual elegirá tu atuendo ideal y, sino lo tienes, te lo comprará el día antes. De hecho, eso es algo que ya puedes hacer en mayor o menor medida. En apenas un lustro, estará normalizado. Las y los influencers tienen los días contados. O mejor dicho, los influencers del futuro inmediato serán una sucesión de algoritmos.

En apenas unos años no te vestirás tú. Te va a vestir tu teléfono. Las compras ‘inteligentes’ partirán de un análisis de variedad y condicionantes que tu asistente virtual establecerá por ti. A mi personalmente me agobia seleccionar lo que me voy a poner cada día. Eso es algo que pronto podremos dejar de hacer. Despertarás y en base al calendario, tus actividades del día, tus reuniones, viajes o eventos, tu asistente virtual elegirá tu atuendo ideal y, sino lo tienes, te lo comprará el día antes. De hecho, eso es algo que ya puedes hacer en mayor o menor medida. En apenas un lustro, estará normalizado. Las y los influencers tienen los días contados. O mejor dicho, los influencers del futuro inmediato serán una sucesión de algoritmos.

Hace unas semanas estuve en la sede central de Bestseller en Málaga ofreciendo una conferencia y un workshop sobre la Transformación Digital en el negocio B2B de la moda y de cómo la tecnología afecta y afectará al mundo del retail en general. Las grandes empresas con intereses minoristas están afrontando esa mutación en varios sentidos: la automatización de procesos, la integración de la inteligencia artificial, estimular el talento existente y la de incorporar elementos que pongan al cliente en el centro de la cadena de valor.

Y es normal que así sea. 2017 ha sido un año trascendental para la industria minorista. En Estados Unidos que, nos guste o no, suele adelantar algunas tendencias económicas, se cerraron más de 8.000 tiendas, de las cuales 6.700 estaban vinculadas a la moda. Por primera vez se superaron las 6.163 que bajaron la persiana durante la crisis financiera de 2008. En aquella ocasión el problema era del capital, ahora está motivado por un cambio notable en el comportamiento de un consumidor tecnológico y digitalizado. Las noticias que indican este cambio se suceden. C&A cerrará 23 tiendas en EspañaMango entra en pérdidas por primera vez en su historiaGrupo Vips cerrará la mitad de su red de tiendasDIA se descalabra con 271 tiendas quebradas en un añoTopshop cierra definitivamente todas sus tiendas en EspañaDescenso de visitas a centros comerciales al inicio del añoInditex en problemas: el comercio digital limita su rentabilidad.

El ejemplo de cómo las grandes marcas piensan afrontar la siguiente fase de la Cuarta Revolución Industrial que les ha explotado en la cara es la apertura que el grupo Inditex piensa hacer en Londres. Su marca insignia, Zara, inauguró hace pocos días una tienda en las afueras de la capital británica donde solo se podrá comprar online. Un paso hacia lo que se ha denominado ‘hibridación’ entre el mundo digital y el convencional. El local, situado en el centro comercial Westfield en Stratford, expone una pequeña parte de la colección de Zara y permite al cliente ver esos productos físicamente y comprarlos a través de su web oficial. Una vez tramitado el pedido, el comprador puede recoger su pedido en esa misma tienda. Un espacio sin probadores ni cajas de cobro.

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A partir de anécdotas como la de sus espejos pantalla, en los que se muestran cómo quedan las prendas expuestas en la tienda y maneras de combinar dichos artículos, se esconde una prueba piloto que persigue obtener datos masivos de cada una de las acciones y gestos que hacen los potenciales clientes. El conocimiento de esto va a ser fundamental en los próximos años. Es obvio que este es el primero de muchos espacios similares que seguirán mezclando ambas realidades, la analógica y la digital. Algo que, por otro lado, harán el resto de marcas y minoristas a medio plazo.

Si bien ha habido mucha innovación en el comercio minorista, algunas tendencias de tecnología de consumo se destacan el aumento de la demanda de productos en tiempo real, las compras en línea altamente personalizadas a través de suscripciones y servicios y el incremento de las interfaces conversacionales basadas en inteligencia artificial. Este último punto va a ser trascendental para colocar al cliente en el centro de la cadena de valor y para ejercer una oportunidad de mejora en todos los sentidos. Imagina que estás entrando en una tienda, ¿qué pasaría si pudieras simplemente usar tu voz para preguntar a la aplicación de esa tienda dónde se encuentra el producto que deseas y mostrarle exactamente dónde está en un mapa por la misma tienda? ¿Y si ni tan siquiera tuvieras que ir pero mantuvieras esa conversación? ¿Y si el sistema en lugar de mostrarte a tu inflluencer favorita en Instagram te expone en pantalla como te quedaría a ti directamente cualquier prenda que el sistema interpreta que te va a gustar antes de que ni tan siquiera sepas que lo quieres?

Sin embargo hay mucho más. Las compra online personalizadas permite experiencias mucho más rentables. La empresa Stitchfix utiliza algoritmos sofisticados para preparar cajas de artículos personalmente seleccionados. Los clientes ya no necesitan pensar en la ropa que compran porque la relación comercial se vuelve más inteligente en función de lo que el cliente mantiene o retorna. Algoritmos que ya trabajan en una nueva manera de servir productos mucho más compleja y preocupante sino se afronta estratégicamente. Estoy hablando de la impresión 3D. La tendencia de los consumidores de hoy es impulsar la tecnología del mañana. La demanda actual en tiempo real se verá sustituida por los avances en la tecnología textil de fabricación 3D ofreciendo compras personalizadas en destino.

Este tricotado en 3D permitirá realizar compras personalizadas en tiempo real que se podrá recoger en tiendas parecidas a la que comentábamos de Zara. Los datos, la inteligencia artificial, la impresión 3D, la personalización y la integración de la físico y lo digital van a revolucionar, de nuevo, todo el modelo productivo y económico del retail. La primera disrupción en el sector fue la venta online. Recuerdo cuando se decía, no hace mucho, que la gente no compraría ropa por Internet porque la ropa se debe tocar, ver, probar, oler y sentir. Hoy la venta online de ropa es algo irrenunciable.

El futuro de la moda, el retail, el comercio minorista pasa por la digestión tecnológica. Productos personalizados, recomendados por inteligencia artificial, con automatizaciones en la compra y la entrega, con datos masivos trabajando por y para nosotros y, por supuesto, con espacios físicos cada vez menos convencionales. De la experiencia de cliente pasaremos al cliente con experiencia, una experiencia, por cierto, tremendamente digital y automatizada. Se acabó eso de pasear con bolsas por los centros comerciales. Eso seguro.

[📷  Steven Klein para Prada]

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El desafío de transformarse cuando todo va relativamente bien: el caso de los centros comerciales y el retail.

Aquí hemos hablado en más de una ocasión de la reconversión que sufre el mundo del retail. Especialmente hemos analizado como la tecnología genera nuevos empleos en el sector de los centros comerciales a la vez que destruye otros y establece nuevas fórmulas y relaciones entre el cliente y el vendedor en esos espacios físicos. La pista de hacia donde se dirige el modelo la tenemos en Estados Unidos, que por otro lado venía siendo el inspirador del ‘mall-live’ o espacio comercial para vivir.

Aquí hemos hablado en más de una ocasión de la reconversión que sufre el mundo del retail. Especialmente hemos analizado como la tecnología genera nuevos empleos en el sector de los centros comerciales a la vez que destruye otros y establece nuevas fórmulas y relaciones entre el cliente y el vendedor en esos espacios físicos. La pista de hacia donde se dirige el modelo la tenemos en Estados Unidos, que por otro lado venía siendo el inspirador del ‘mall-live’ o espacio comercial para vivir.

En Libre Mercado lo explicaban muy bien. Según un informe de Credit Suisse, más de 8.600 comercios cerraron en Estados Unidos hasta el año pasado. Al parecer las razones de este cierre masivo deben situarse en el crecimiento exponencial del comercio electrónico liderado por Amazon, donde el 15% de las operaciones comerciales americanas en el retail ya son ejecutadas desde la red sin pasar por ninguna tienda física. Lo interesante es que Estados Unidos no lidera esa clasificación sino que en el Reino Unido aun es mayor esa proporción.

Otra razón de ese declive viene dado por no colocar al cliente en el centro de la cadena de valor. Es sorprendente como en algunos de esos centros comerciales la renovación de la oferta apenas a variado en los últimos veinte años. Una dependencia manifiesta a marcas de gran envergadura ha supuesto un formato caduco y poco dado al valor predictivo en las ventas de hoy en día. Los clientes han cambiado y las empresas no tanto. Por supuesto, ahora lo sabemos, las personas no van a un centro comercial a comprar exclusivamente, de hecho cada vez van menos a eso.

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Pero el asunto puede estar amenazado por modelos disruptivos que se van acumulando. Amazon acaba de presentar una patente para 'la creación de un espejo con tecnología de realidad mixta para proporcionarnos una imagen de nosotros con varios tipos de prendas virtuales y poder hacer la compra ahí mismo desde el espejo y en Amazon'. El espejo es capaz de escanear el entorno y determinar qué objetos se deben ver como un reflejo, y cuales no. Una vez que analiza esta información, sería capaz de mostrarnos a nosotros usando diferentes prendas de ropa en diversos escenarios por cierto.

Volviendo al espacio físico. En España, por el contrario, los centros comerciales viven una nueva época de expansión. En lugar de reflexionar acerca de lo que está sucediendo en Estados Unidos, en España no se para de inaugurar nuevos centros bajo un mismo prisma de explotación. Más de 15 millones de metros cuadrados disponibles para alquilar en los 555 centros comerciales que hay hoy en día en nuestro país. Algo que por cierto no va a parar de aumentar pues hay casi una veintena de centros previstos construir a lo largo de este y el próximo año.

¿Vamos hacia el desastre? Según los responsables de la patronal del sector no. La Asociación Española de Centros Comerciales, por ejemplo, consideran que aquí aun se pueden abrir muchos ‘malls’ más, que la venta por Internet es todavía muy baja y que la gente siempre preferirá ir a una tienda física mayoritariamente para seleccionar sus compras. Suelen decir también que los centros comerciales españoles tienen un buen equilibrio entre comercio y entretenimiento o restauración. Y, de momento, es cierto. El crecimiento en estos establecimientos ha aumentado casi un 1% y las ventas un 3% en el total nacional.

Me sorprende esta complacencia. Es la misma que vive el sector turístico. No detectan la necesidad de transformarse cuando todo va bien. Para empezar un crecimiento de visitas del 1% bien podría ser una señal de alarma puesto que es algo menor al de anteriores años. Sin embargo, si atendemos al aumento del coste de algunos productos en esos centros, un crecimiento del 3% tampoco parece ser demasiado destacado. Es decir, se factura más porque los productos y servicios ofrecidos mayoritariamente también son algo más caros y hay más metros cuadrados en nuevos centros comerciales disponibles. No es un crecimiento destacable. No parece haber un conocimiento detallado del cliente, de sus movimientos, de sus necesidades, de venderle lo que aun ese cliente no sabe que quiere. No es un aumento de ventas significativo que se pueda vincular a una transformación real del sector. Es poco más que orgánico y, sin hacer demasiado, inevitable incluso.

Uno de los problemas habituales de los sectores o modelos de negocio que se estrellan contra la fría realidad es no detectar la puerta por la que va a entrar la disrupción. En el caso de los centros comerciales, del retail en general, de las tiendas físicas en muchos puntos del país o de toda Latinoamérica, el asunto tiene que ver con conocer al cliente, situarlo en el centro de la oferta comercial, vincular el uso físico frente a un creciente espacio digital, generar valor analógico y, sobretodo, transformando la eficiencia comercial automatizando muchos aspectos operativos.

Ofrezco talleres y workshops que han sido contratados en alguna ocasión por asociaciones que engloban este sector, sesiones que también en formaciones ‘in Company’ con ‘malls’ enormes que requerían formar a sus directivos y cargos intermedios y, estoy convencido, que el futuro de los centros comerciales no pasa sólo por abrir uno detrás del otro. Pasa por un plan de transformación consciente de que viene y que no generando nuevos modelos de negocio que no sólo pueden estar en ‘más restaurantes o más cines’. Eso, también, tiene un final incierto.

Y es que seguir pensando que hay tiempo es el mayor de los errores. Se dice que el comercio electrónico es una de las principales causas del declive del retail en general, pero que estemos tranquilos, que las ventas online sólo suponen un 4% del total. Que en moda esa cuota alcanza el 9%. Se dice desde asociaciones, promotores, ayuntamientos, vendedores, que tranquilos, ‘que todavía es un tema muy minoritario’. Me van a perdonar, pero precisamente eso, que es algo minoritario, es lo que debería de hacer reaccionar a quienes están detrás del modelo. Si con apenas un 4% del total de las ventas, el comercio electrónico está ejerciendo una presión importante a muchos, cuando la lógica financiera, de modos de pago, de penetración generacional y de uso de la economía circular se haga mayor, ¿qué creen que va a pasar?

Recordemos que lo importante no es saber si la disrupción te va a llegar o no, la cuestión correcta es ¿Cuándo y con que tecnología? En este caso parece evidente. Así lo explico en mis conferencias o sesiones de trabajo en este sector, pero sirve para todos. Si tu negocio va bien, preocúpate. 

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Sociedad, Robotica Marc Vidal Sociedad, Robotica Marc Vidal

Las claves del empleo en el futuro inmediato: dónde, cómo, quién y qué.

Desde el laboratorio del Mobile World Capital, una órgano creado para identificar los desafíos sociales que significan las nuevas tecnologías, tengo la suerte de ser testigo directo, no sólo de los formidables cambios que se están sucediendo en todos los ámbitos sociales, económicos e industriales por culpa de la tecnología, sino también de la velocidad a la que se está produciendo todo ello. Uno de los temas recurrentes en todas las reuniones que tenemos se refieren a la afectación de toda esta revolución al mundo laboral. Un escenario que se libera cada vez más rápidamente de los hábitos de una era industrial pasada. Un escenario laboral que muta irremediablemente para garantizar un futuro más productivo y equitativo y cuyas características se podrían englobar en los siguientes aspectos:

Muchos me preguntáis que deben estudiar vuestros hijos para tener trabajo en el futuro. Difícil saberlo. Pero desde el laboratorio del Mobile World Capital, una órgano creado para identificar los desafíos sociales que significan las nuevas tecnologías, tengo la suerte de ser testigo directo, no sólo de los formidables cambios que se están sucediendo en todos los ámbitos sociales, económicos e industriales por culpa de la tecnología, sino también de la velocidad a la que se está produciendo todo ello. Uno de los temas recurrentes en todas las reuniones que tenemos se refieren a la afectación de toda esta revolución al mundo laboral. Un escenario que se libera cada vez más rápidamente de los hábitos de una era industrial pasada. Un escenario laboral que muta irremediablemente para garantizar un futuro más productivo y equitativo y cuyas características se podrían englobar en los siguientes aspectos:

1. ¿Dónde? Las ciudades competirán por el talento.

Cuando Amazon reveló sus planes de invertir más de 5 mil millones de dólares en la construcción de su segundo cuartel general, recibió más de 200 candidaturas de diferentes ciudades. La guerra por el talento del futuro ya no será entre empresas, será entre ciudades. Como la tecnología une a la sociedad, y el trabajo a distancia se convierte en la norma, las personas vivirán en las ciudades que elijan, en lugar de las que están más cerca de donde trabajan. Las ciudades tendrán una especie de ecosistema que ofrezca opciones de vida atractivas en entornos amigables con la tecnología. Las políticas activas desde las administraciones para atraer ese desembarco es clave. De nuevo, no todo depende de la inercia sino de la acción política coordinada con el sector privado.

2. ¿Quién? La mayoría de la fuerza laboral será ‘freelance’ en diez años.

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Hoy en día, más de 57 millones de trabajadores, alrededor del 36% de la fuerza laboral de los Estados Unidos, trabajan por su cuenta. Si nos basamos en la tendencia que refleja el informe Freelancing, en Estados Unidos y en apenas una década, la mayoría del empleo será 'freelance'. La generación de ese empleo está liderado por ‘millennials’ que han decidido no depender de ninguna empresa aunque se alíen con ellas. Recordemos que estamos a minutos de que la generación con mayor peso en las decisiones económicas y políticas sean los nacidos a partir de 1980. Si te pasa como a mí y piensas como ellos, eres un ‘viejenial’. No lo desaproveches.

Pero, combinando lo que significará el crecimiento de grandes compañías buscando ciudades ‘talentosas’ con esa tendencia por el trabajo no dependiente, habrá una adopción a gran escala de un cuerpo laboral distinto, ‘freelance’ pero comprometido con nuevas habilidades y un nuevo modo de entender el empleo.

3. ¿Cómo? Formación ‘freelance’ para empleos ‘freelance’.

La forma en la que educamos a las generaciones futuras ya no es suficiente. Para las habilidades y los trabajos de hoy no son relevantes. Es de aurora boreal pensar que se les prepara para el futuro. La idea de que estudies matemáticas, ciencias y arte como disciplinas separadas, y luego trabajes para resolver el problema del mundo real en la economía actual, no tiene mucho sentido.

Preparar a los estudiantes para los trabajos del mañana requiere romper las barreras que existen dentro de la educación. Una educación que, como el empleo ‘freelance’, también deberá hacerse más flexible. Formación ‘freelance’ para empleos ‘freelance’. Parece hasta lógico. Educación orientada a proyectos y no a asignaturas como defienden en la Wildflower School en Boston. Un cambio total que, ¡vaya!, vuelve a necesitar de cierta actitud política para cambiar programas educativos, leyes y reformas derivadas.

4. ¿Qué? La AI y la robótica crearán empleos que ahora no existen.

La Inteligencia Artificial y la robótica crearán más empleos en lugar de una destrucción masiva de puestos de trabajo, como defiende la versión oficial. Algo que sólo sucederá si el hilo conductor de esta transición se ejecuta bajo la responsabilidad y la innovación socioeconómica. Países como Alemania, cercanos al pleno empleo, son los que mayor densidad de ‘robots per cápita’ tienen y otros, como España y Grecia, con las mayores tasas de paro son los que menos robots tienen de media. ¿Podría ser que cuanto más automatismo bien organizado, mayor eficiencia y, en definitiva, mayor contratación cualificada?

El problema es que vemos mucho Black Mirror y mucho Electric Dreams. La ciencia ficción defiende un mundo donde las máquinas roban el empleo, y casi la capacidad de organizarse a los propios humanos. Sin embargo, esta no es una idea capaz de sujetarse en la historia y en los datos. De hecho, el mayor enemigo para la humanidad es la propia humanidad. No vas a perder tu trabajo en manos de una computadora inteligente, lo vas a perder, en todo caso, en manos de un humano que maneje mejor una computadora que tú.

El impacto de la Inteligencia Artificial en el futuro no significa el fin del empleo. Por mucho que algunos lo consideren probable, las máquinas no se hacen a si mismas y necesitan que los humanos estructuremos la innovación derivada y necesaria de un modo responsable. Digamos que un futuro del empleo robótico abre ventanas de oportunidad en lugar de cerrar puertas dramáticas. El problema estará en el liderazgo político que tiene que estructurar esa transición. De momento, que yo sepa, pocos son los países que han asumido este reto como un elemento prioritario. Por cierto, entre los afortunados, no hay ninguno en el que se hable en español.

Estamos entre dos opciones. O vamos a un mundo con más empleo o nos dirigimos a un mundo sin empleo. Tengo la sensación que la escasez no será de puestos de trabajo, no, la escasez será de habilidades para cubrirlos. Esa es la clave. La formación necesaria, dejar de ver la máquina como una agresión para empezar a contemplarla como una colaboradora. Sino se plantea en ese sentido, el desastre podría ser monumental y ni la renta básica ni meriendas parecidas lo podrá amortiguar.

En definitiva, al igual que en las conclusiones que ya citaba Stephane Kasriel en un brillante artículo del WEF, en el que se basa éste, hay que repensar el empleo y, por supuesto, la educación profesional. Es necesario que se ofrezca una formación auténtica y útil. Hay quien ya lo está haciendo, quienes no lo ven tan urgente y otros que ni tan siquiera se les ha pasado por la cabeza este tremendo desafío. La gasa que separa un reto social y un desastre monumental es muy fina. A veces se rompe por la inacción.

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Marc Vidal Marc Vidal

Las tendencias (y alguna tontería) en tecnología doméstica que transformarán 2018.

¿Cómo será el mundo de 2028? Vete tú a saber. En diez años nos esperan tantas innovaciones encadenadas y probablemente sujetas a una tecnología que aun está en desarrollo o, incluso, no existe. En tan sólo una década algunos avances en Inteligencia Artificial, lectura de datos, robótica, nuevos avances médicos vinculados a la curación genética, los vehículos sin conductor, la impresión tridimensional y en el consumo doméstico de la tecnología cambiarán mucho y lo harán rápido. Es difícil saber cómo y a que ritmo. De hecho, por costumbre, el análisis sobre el futuro socioeconómico a partir de la tecnología de la que dispondremos no me lo tomo muy en serio cuando va más allá de dos o tres años. A toda regla le anteponemos una o dos excepciones.

¿Cómo será el mundo de 2028? Vete tú a saber. En diez años nos esperan tantas innovaciones encadenadas y probablemente sujetas a una tecnología que aun está en desarrollo o, incluso, no existe. En tan sólo una década algunos avances en Inteligencia Artificial, lectura de datos, robótica, nuevos avances médicos vinculados a la curación genética, los vehículos sin conductor, la impresión tridimensional y en el consumo doméstico de la tecnología cambiarán mucho y lo harán rápido. Es difícil saber cómo y a que ritmo. De hecho, por costumbre, el análisis sobre el futuro socioeconómico a partir de la tecnología de la que dispondremos no me lo tomo muy en serio cuando va más allá de dos o tres años. A toda regla le anteponemos una o dos excepciones.

Dejando de lado algunas predicciones matemáticas y demográficas que sí son realmente creíbles, lo mejor es abandonar la quimera que supone ‘deducir’ como será el mundo más allá del 2028 como explica el video superior y centrarnos en el futuro inminente. Para ver como nos afectará y con que avances tecnológicos existe una feria que muestra esa ventana tan próxima. Se trata del Consumer Electronic Show (CES 2018) que se celebra en Las Vegas cada principio de año y supone el escaparate de mayor impacto en cuanto a las tendencias tecnológicas que nos van a afectar en el futuro inmediato. Pude asistir en las dos anteriores ediciones y, si bien mucho de lo que se expone está en fase previa al lanzamiento comercial, es cierto que la muestra en general responde a una especie de viaje al futuro próximo que suele ser muy exacta.

En la edición de este año el paisaje ha sido dominado por los asistentes con inteligencia artificial, la realidad virtual y los dispositivos vinculados a la salud. CES significa la génesis de muchas tendencias tecnológicas transformadoras, y en la actual edición lo ha vuelto a ser. En concreto, las tendencias que van a transformar nuestra vida cotidiana bien podrían ser los asistentes de hogar, la estética retrofuturista, la salud digital y la siempre presente y esperada realidad virtual. Estas son algunas de ellas, si quieres más hay un muy buen resumen en Forbes.

Los asistentes domésticos.

Este año, el CES fue inundado con dispositivos Alexa de Amazon. Aunque Google también mostró su asistente doméstico, el que revolucionó el evento fue la versión actualizada de la apuesta en este campo de la empresa Samsung a través del asistente Bixby. El primero capaz de conectarse, relacionarse y ejecutar órdenes independientes que afecten a televisores, neveras, fogones, cafetera, despertador o cualquier electrodoméstico conectado a la red.

La imagen Retrofuturista.

Una tendencia sorprendente del CES de este año fue un giro estético a los robots ‘retro’ que combinan tecnología contemporánea con estética del siglo pasado. Bajo esa estética se presentaron robots capaces de doblar la ropa, perros robot e incluso un administrador robótico casero. Es evidente que las empresas buscan incorporar un elemento emocional a estos cachivaches a fin de que la relación con los humanos se naturalice o simplifique. No sé si pretenden llegar a convertirlos en humanoides, eso tiene riesgos notables, pero sí acercar su uso (y venta) durante este mismo año del modo más masivo posible. 

Tecnología conectada para la salud.

Los gadgets focalizados en mejorar la salud y el bienestar de los usuarios fueron probablemente los más interesantes este año en el CES. Philips lanzó una diadema portátil para mejorar el sueño. Prevent Biometrics presentó un protector bucal que podría detectar las conmociones cerebrales. Swim.com y Spire Health Tag colaboran para diseñar un ‘traje de baño inteligente’ que podría ayudar a los nadadores a rastrear sus entrenamientos de agua. Neutrogena presentó su SkinScanner, que se conecta a un iPhone y se sincroniza con la aplicación Skin360 para ayudar a los usuarios a evaluar la salud de su piel desde casa. Es evidente que las apuestas tecnológicas para mejorar nuestra vida a partir de los datos de salud que emitimos es un campo en desarrollo exponencial.

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Realidad Virtual

Cada año la Realidad Virtual es el centro del CES. Lo es en solitario o, a veces, en sintonía con avances en Realidad Aumentada. En esta edición HTC presentó sus auriculares Vive Pro con audio integrado y una pantalla de alta resolución de 2880 x1600. El efecto de realismo es absolutamente brutal. La compañía irlandesa Design Partners reveló su 'guante inteligente', un interfaz hombre-computadora para realidad virtual (VR) y realidad aumentada (AR que integra tacto y sensación física en la experiencia virtual. Probablemente lo más destacable a mi entender pues es un hito importante en la búsqueda de hacer que la realidad virtual sea más realista incluyendo futuros ‘trajes inmersivos’.

Obviamente se presentaron centenares de innovaciones, pero estas me parecen relevantes sino queremos elucubrar con previsiones poco sólidas. No son las únicas pero sí indican la más que probable tendencia a la que se dirijan las tecnologías a lo largo de este año. La electrónica de consumo que veremos en los escaparates estos próximos meses serán estas y no otras. Ahora bien, como cada año, se presentan auténticas tonterías tecnológicas. Se les suele llamar el otro CES, el ‘Consumer Excess Show’.

Este año en ‘el otro CES’ se han presentado cosas como los espeluznantes Robots Strippers de Sapphire Gentlemen's Club, los auriculares adelgazantes de Modius Health que aseguran eliminar el hambre, el vibrador inteligente Lioness que mapea los datos cuando se usa midiendo fuerza, movimiento y temperatura para convertir ese momento en una experiencia auto-sexual única y un inodoro inteligente de más de 6.000 dólares llamado Numi y que es compatible con Alexa de Amazon. Te abre la tapa, te pone tú música acorde con tus ruidos intestinales y almacena esos datos. Vamos, ‘pa cagarse’. 

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Economía, Inversion, Politica Marc Vidal Economía, Inversion, Politica Marc Vidal

Barcelona, entre un modelo de ciudad vecinal y la prosperidad económica.

Si nadie lo remedia, se toma conciencia de la gravedad de la situación y no afronta con algo de realismo, a medida que avance 2018 los datos sobre el crecimiento, vitalidad económica e inversión internacional en Barcelona podrían no ser muy buenos. No entro en el juicio de quien es el responsable pues, como todo en la vida, no tiene un origen unilateral. En la distribución de culpas habría un desequilibrio insultante. Lo que es más que evidente es que el motor económico que se le supone a la capital catalana está sufriendo, y de forma notable, los excesos de un griterío político que ha emborronado el escaparate de innovación, prosperidad y cultura que siempre tuvo. Un motor que necesita de estímulos y no de más palos en las ruedas que se ponen desde la misma ciudad sin necesidad que nadie los importe de fuera. Palos locales diría yo.

Si nadie lo remedia, se toma conciencia de la gravedad de la situación y no afronta con algo de realismo, a medida que avance 2018 los datos sobre el crecimiento, vitalidad económica e inversión internacional en Barcelona podrían no ser muy buenos. No entro en el juicio de quien es el responsable pues, como todo en la vida, no tiene un origen unilateral. En la distribución de culpas habría un desequilibrio insultante. Lo que es más que evidente es que el motor económico que se le supone a la capital catalana está sufriendo, y de forma notable, los excesos de un griterío político que ha emborronado el escaparate de innovación, prosperidad y cultura que siempre tuvo. Un motor que necesita de estímulos y no de más palos en las ruedas que se ponen desde la misma ciudad sin necesidad que nadie los importe de fuera. Palos locales diría yo.

Vivo entre Dublín y la ciudad condal y eso me permite, a veces, interpretar comparativamente el modo en el que unos y otros toman conciencia de la importancia del crecimiento económico frente, a veces, otros supuestos muy revisables. Un ejemplo lo tenemos en la posibilidad de que en plena Barceloneta se instale una sucursal de uno de los grandes museos del mundo, el Hermitage. Resulta que el museo de San Petersburgo decidió, estudió, proyectó y solicitó al anterior gobierno municipal de Barcelona, la creación de una ‘sucursal’ junto al conocido hotel Vela, el ‘W’ que marca desde hace un tiempo el ‘skyline’ de la ciudad en su vertiente marítima. Resulta que esa inversión económica, esa aportación cultural de primer orden y esa dinamización del llamado ‘turismo de calidad’ está muy mal visto por entidades vecinales, concejalías varias y asociaciones que consideran al turismo no como un motor económico, sino como 'una agresión a un modelo de vida vecinal, de barrio e integrador'.

Y es que aunque lo busquemos, en Barcelona no hay petróleo. Vivimos de lo que vivimos. Ya en 2015 el 90% de la ocupación en Barcelona estaba vinculada al sector servicios. El peso del turismo en el PIB municipal estaría entre el 12 y el 18% según quien lo mida. Es posible que sea excesivo, es razonable pensar que hay que buscar otro equilibrio, pero no parece muy inteligente hacerlo ahora que, como ya sabemos, la rampa hacia abajo está más empinada que nunca. El batacazo podría ser formidable. Es más, no sólo por la falta de acción política al respecto, sino porque en ‘ciudades competencia’ en el sur de Europa, España y norte de África esa acción está siendo oportunista y estratégica. Por este motivo, ponerse de culo con una iniciativa que busca revitalizar, invertir y estimular el peso cultural de Barcelona no parece una buena idea. 

La estrategia de crecimiento de los grandes museos del mundo pasa actualmente por crear ‘sucursales’ donde ofrecer vida pública a parte de su colección que descansa en los sótanos. Una especie de franquicias en otras partes del mundo donde interpretan vale la pena estar. El Museo del Louvre o el Guggenheim son algunos de los que lo están haciendo. Ahora la oferta es del Hermitage y en Barcelona. Y en eso que ya tenemos organizada la merienda. Las quejas vecinales lideradas por la Asociación de Vecinos del barrio de la Ostia (bonito nombre para la ocasión) y otras, han logrado paralizar técnicamente que esto pueda llegar a pasar. Los promotores del asunto están cansados de la espera, los cambios de opinión, de los retrasos, requerimientos y se les hace difícil entender porque un proyecto así (con una inversión inicial de más de 50 millones de euros) no tiene una visión más pragmática y realista por parte de todos. Lamentablemente el gobierno municipal dejó caer la idea de que si quieren venir deberán buscar otro espacio que no moleste a los vecinos. El contenedor de la historia se llena de folios y comisiones de estudio. La ruta del futuro lo hace de inversión estratégica. Encima en este caso, hablamos de un museo, no de un edificio especulativo.

La dificultad y coste que supone repensarlo todo y buscar un espacio que seguramente no existe ahora mismo en la ciudad pone en riesgo el proyecto. Una mala noticia, pues el cerca de un millón de visitantes de consumo cultural (no playero y paellero) que proyecta tener ese museo, van a hacer mucha falta en los próximos años. Las noticias ‘positivas’ sobre inversión, internacionalización de estímulos para visitar Barcelona y dinamización de la ciudad, van a ser escasas sino cambia mucho el asunto.

Y es que este es uno de tantos ejemplos. El gobierno municipal vive en la miopía económica trabajando con el microscopio de barrio en lugar del telescopio de ciudad estado. Sin prosperidad no habrá vecindarios felices y la prosperidad parte de la inversión. Mientras hablamos de masificación turística, en París, Roma, Londres o Nueva York se parten de risa y en Lisboa, Málaga o Marrakech se frotan las manos. Puedo entender que hay un condicionante social, no socioeconómico, en la oposición frontal a que el Hermitage se ubique en una zona u otra de la ciudad. El problema es que es una de tantas acciones que han colocado a Barcelona como una de las ciudades más agresivas contra el turista del mundo y que no hacen más que atormentar a un sector que guste o no, si la cosa no cambia y poco se está haciendo para que cambie, es la clave de que la ciudad de Barcelona no deje de tener un peso relevante a nivel económico.

El Hermitage es una anécdota que no quiero elevar a categoría porque la categoría ya la tienen bien estructurada. La excusa de que en Barcelona el turismo está focalizado en pocos lugares es de aurora boreal. Eso pasa en todas partes. Lo normal es eso y con eso se convive. Regular es bueno, paralizar no. Estructurar un modo sostenible de turismo está bien, generar más desconfianza en quienes deciden apostar por Barcelona a pesar de todo el lío monumental en el que estamos, no parece una buena idea. La inversión prevista es importante, el motivo culturalmente hablando también. Hay mucho que hacer, proyectar, modificar el modelo de crecimiento a medio plazo con más apuesta tecnológica para tener una ciudad más parecida a Dublín económicamente hablando, mayor incremento en investigación o lo que sea. Pero de momento esto es lo que hay y lo mejor sería no jugar mucho con la gallina de los huevos (¿de oro?). Espero que la noticia, en este 2018, no sea de nuevo, ‘Barcelona se queda sin algo’.

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Lo más leído en 2017. Vosotros sabréis el motivo... ¡Feliz 2018!

El Papa Gregorio XIII impuso en 1582 el calendario gregoriano. Un mecanismo que nos permite entender los tramos de la vida artificialmente. El año acaba en unas horas y es un buen momento para hacer balance debido a esa división gregoriana. Aunque sea amontonando el cúmulo de cosas que hemos hecho y, también, listando los objetivos que se resistieron. Sirve para ordenar esa amalgama imperfecta de datos que componen el día a día. Mi primer pensamiento siempre es para los que nos dejaron. Con ellos siempre se va algo nuestro. Un buen momento para recordar a los nuevos amigos y los que ya lo eran. A nuevos clientes que han llegado y los que permanecen. A todos los colaboradores que estaban, llegaron nuevos y los que se fueron en busca de sus propios proyectos. A las miles de personas con las que se interesaron por lo que hacemos por diversos medios. A partir de las conferencias en gran formato, los workshops a empresas, de las emisiones en televisión, de una nueva traducción de mi libro y con los muchísimos lectores que siguen este blog. A éstos últimos agradeceros la lectura de los 101 posts que este año he publicado. Os enumero, a modo de curiosidad, los ocho más leídos, vosotros sabréis el motivo. ¡Feliz 2018!

El Papa Gregorio XIII impuso en 1582 el calendario gregoriano. Un mecanismo que nos permite entender los tramos de la vida artificialmente. El año acaba en unas horas y es un buen momento para hacer balance debido a esa división gregoriana. Aunque sea amontonando el cúmulo de cosas que hemos hecho y, también, listando los objetivos que se resistieron. Sirve para ordenar esa amalgama imperfecta de datos que componen el día a día. Mi primer pensamiento siempre es para los que nos dejaron. Con ellos siempre se va algo nuestro. Un buen momento para recordar a los nuevos amigos y los que ya lo eran. A nuevos clientes que han llegado y los que permanecen. A todos los colaboradores que estaban, llegaron nuevos y los que se fueron en busca de sus propios proyectos. A las miles de personas con las que se interesaron por lo que hacemos por diversos medios. A partir de las conferencias en gran formato, los workshops a empresas, de las emisiones en televisión, de una nueva traducción de mi libro y con los muchísimos lectores que siguen este blog. A éstos últimos agradeceros la lectura de los 101 posts que este año he publicado. Os enumero, a modo de curiosidad, los ocho más leídos, vosotros sabréis el motivo. ¡Feliz 2018!

  1. Llamaron crisis a una deflación del capital. Ahora llaman recuperación a una deflación social.

  2. España perderá 3 millones de empleos en diez años y está por ver cuantos creará.

  3. ¿Qué es eso de poner al cliente en el centro de la cadena de valor?

  4. El ser humano es el ‘porqué’, la tecnología el ‘cómo’.

  5. Dar una conferencia junto a 'una' robot.

  6. El 10% de los trabajadores en Dublín son desarrolladores de software. ¿Las claves?

  7. Un modelo de jubilación del Siglo XIX para el Siglo XXI

  8. En diez años, los bancos no serán bancos.

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Conector, Idodi VC, Startups Marc Vidal Conector, Idodi VC, Startups Marc Vidal

Santafixie lanza su propia marca. El regalo de Navidad ideal.

Santafixie es una de las últimas incorporaciones al portfolio de nuestro vehículo de inversión Idodi Venture Capital. Cumple perfectamente todas las premisas que desde el inicio planteamos como necesarias para ello. Un modelo de negocio totalmente validado, una vocación internacional clara y un estado de inversión cercana a una Series A. Y es que Santafixie es un ecommerce especializado en bicicletas, componentes y accesorios para el ciclismo urbano tanto para adultos y niños que ya es líder en Europa. La noticia es que acaba de lanzar su propia marca de bicicletas. No es algo menor. Dar el salto de marketplace a lanzar un producto propio es un salto cualitativo sólo al alcance de quienes han hecho muy bien el trabajo.

Santafixie es una de las últimas incorporaciones al portfolio de nuestro vehículo de inversión Idodi Venture Capital. Cumple perfectamente todas las premisas que desde el inicio planteamos como necesarias para ello. Un modelo de negocio totalmente validado, una vocación internacional clara y un estado de inversión cercana a una Series A. Y es que Santafixie es un ecommerce especializado en bicicletas, componentes y accesorios para el ciclismo urbano tanto para adultos y niños que ya es líder en Europa. La noticia es que acaba de lanzar su propia marca de bicicletas. No es algo menor. Dar el salto de marketplace a lanzar un producto propio es un salto cualitativo sólo al alcance de quienes han hecho muy bien el trabajo.

La compañía, que opera en España, Francia, Italia, Holanda y el Reino Unido comercializa desde hoy mismo sus propios modelos. Santafixie pasó por uno de los primeros programas de aceleración de Conector Startup Spain, prevé distribuir su nueva marca por toda Europa, mercado en el que cuenta con amplia implantación, y a medio plazo también en otros territorios. El objetivo es que la nueva marca Santafixie se convierta progresivamente en un elemento clave en la actividad y facturación global de la compañía más allá de vender otras marcas.

La nueva marca Santafixie destaca por su diseño urbano, ideado para desplazamientos en la ciudad. Se trata de bicicletas rápidas y ágiles con materiales y acabados de alta calidad. Todas las propuestas son personalizables, ya que el usuario puede elegir entre tres tipos de manillares, varios tipos de ruedas y tres tipos de transmisión. Tienen un centro logístico de más de 1.100 metros cuadrados en Barcelona desde el que se envía todo a cualquier parte del mundo en tiempo récord.

Un equipo excepcional liderado por Xavi Claveria y Juan Pablo Alberca que vende a más de 25 países del mundo y que incorpora, ahora, a su consejo a Christian Rodriguez, el exitoso emprendedor fundador de ByHours, y actual miembro de Hawkers. Entre los inversores que cuenta la empresa destaca Axon Partners Group que lideró la última ronda de inversión. Su facturación alcanzará este año los 3 millones de euros, creciendo desde los 2,5 millones del año anterior, de los cuales, el 70% fueron ventas fuera de España.

Si aun no tienes decididos los regalos de Navidad para la familia, Santafixie es una muy buena opción. Sostenibilidad, deporte, diseño y concepto innovador.

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