¿Cúanto de computerizable eres? Empresas tecnológicamente más humanas.

La Asociación Española de Directivos organiza anualmente un tour por todo el país debatiendo acerca de los retos a los que deben enfrentarse aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir empresas. En esta ocasión fueron cuatro eventos bajo el título ‘Reinvéntate 2018’ que tuve el honor de conducir presentando cada uno de los paneles y entrevistando a diferentes expertos, sino también ofreciendo la conferencia inaugural en cada uno de ellos.

La Asociación Española de Directivos organiza anualmente un tour por todo el país debatiendo acerca de los retos a los que deben enfrentarse aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir empresas. En esta ocasión fueron cuatro eventos bajo el título ‘Reinvéntate 2018’ que tuve el honor de conducir presentando cada uno de los paneles y entrevistando a diferentes expertos, sino también ofreciendo la conferencia inaugural en cada uno de ellos.

Mi charla estuvo dedicada al papel relevante que tendrán las habilidades propiamente humanas en la gestión directiva del futuro inmediato. Unas ‘skills’ directivas que deberán de compaginar de manera eficiente la tecnología aplicada al conocimiento de cliente, a la digitalización de procesos y la generación de nuevos modelos de negocio con la esencia misma de las capacidades que como personas deberíamos tener. Mi pregunta siempre es la misma: ¿cuánto de computerizable eres? La clave está en saber a que nivel puedes situar tu conocimiento de la tecnología aplicada (no su génesis) para hacer mejor tu trabajo.

cuanto de computerizable

Según un reciente informe de la consultora Forrester, el 55% de los directivos piensan que la Transformación Digital trae consigo un incremento de negocio brutal que trata, por tanto, de un cambio tecnológico y, también, de un cambio de mentalidad, de modelo de pensamiento y de negocio. Algunas cifras que demuestran que la puesta en marcha de una transformación tecnológica profunda ya no es opcional. Más de 100.000 millones de euros en ingresos en 2018 en Cloud Computing, más de 9.200 millones de euros en IoT, un impacto previsto de la Inteligencia Artificial de cerca de 30.000 millones de euros y que aunque sólo el 37% de las grandes empresas hayan logrado ya ser ‘empresas focalizadas en el dato’, un 87% lo están ya probando.

Es interesante pararnos en una tecnología confusa para muchos y proscrita para otros. Me refiero al Blockchain. Para muchos directivos, y de esto se habló en los cuatro eventos de ‘Reinvéntate 2018’, consideran esta tecnología como algo lejano, de escaso interés e, incluso, exclusivamente vinculada a la conocidad criptomoneda ‘bitcoin’. La realidad es otra muy distinta. Los bancos tradicionales ya han ahorrado, según Forrester, cerca de 12.000 millones de dólares con el uso y desarrollo del propio Blockchain.

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Otros directivos, vinculados especialmente al Marketing, también saben que sus tareas han sufrido cambios notables que no son más que el inicio de algo mucho más complejo y profundo. De hecho, la comunicación, el marketing y la publicidad están derivando de las agencias a los laboratorios y en esa mutación aparece una cifra que lo puede estar modificando todo. En este 2018 más de 6.000 millones de euros habrán sido ingresados a partir de funciones del ‘Marketing Automation’.

Al finalizar el evento en Santiago de Compostela, uno de los cuatro, una directiva del sector financiero me preguntó que debía estudiar su hijo de 12 años. La verdad es que no tengo ni idea de que recomendar. Hace apenas una década los matemáticos parecían sentenciados a ejercer poco más que de profesores de instituto y ahora son perfiles tremendamente demandados y bien pagados en cualquier empresa analítica. Le dije, no obstante, que lo interesante no sería la carrera o el oficio que estudiase, sino el desarrollo de algunas habilidades concretas que le permitieran que, independientemente de lo que fueran sus conocimientos teóricos y prácticos acerca de una materia, ésta la pudiera ejercer a partir de funciones insustituibles por un software o una máquina. Es lo que llamo ‘la irreparable necesidad humana’. Algo así como que ‘todo lo que no pueda ser automatizable tendrá un valor incalculable’.

La mujer se quedó pensativa y me insistió. ¿Qué debería estudiar entonces? Para finiquitar el interrogatorio le dije algo que creo firmemente. ¡Que estudie filosofía! le respondí. A lo que ella me gritó ¿Filosofía? Si acabas de decir que la tecnología es la clave del futuro. Así es, como la clave del futuro es la tecnología y sus avances empiezan a ser complejos de adecuar a nuestra vida, al debate de lo que deben significar, estoy seguro que la visión ética y moral que un filósofo podrá aportar, serán demandados cada vez más en las empresas. ¿Quién sabe? La señora se quedó algo sorprendida y me hizo una última pregunta. Entonces, ¿qué libros le puedes recomendar a mi hijo? García Lorca o Dylan Thomas por ejemplo. Poesía. ¿Poesía? Estás bromeando, me dijo.

Creo sinceramente que a medida que la tecnología vaya ‘deshumanizando’ mucho de lo que ahora contemplamos como tradicionalmente analógico, vamos a precisar ‘explicarles’ a las máquinas quienes somos, que esperamos, como consumimos y como sentimos. ¿qué mejor que la poesía para comprendernos como humanos?

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Si leemos poesía seguiremos cultivando nuestra esencia y así podremos derivarla a la inteligencia artificial o cualquier otro sistema experto. Es clave no olvidarlo. Por eso creo que la cultura humanista, la filosofía, la poesía y el arte no pueden desligarse de lo digital, de los algoritmos o de la robótica. Es en esa hibridación donde podemos ganar la previsible batalla que se está gestando. Esa es mi recomendación. Por eso la pregunta sigue siendo: A pesar de ser amante del arte, de la literatura, de la música, del contacto humano, de la empatía, ¿cuánto de computerizable eres?

Y esto no es más que llevar a la máxima potencia una realidad inminente. La combinación de habilidades directivas propiamente humanas como el pensamiento crítico, la negociación, la intuición, el conocimiento agregado tras un error, la inteligencia emocional o la creatividad con el entendimiento del lenguaje digital, de la interpretación de cómo funciona un algoritmo o de comprender los límites de la inteligencia artificial, logrará hacer mejores empresas y tecnológicamente más humanas. Siempre ha sido así, la tecnología vino para mejorar la vida no para empeorarla. La tecnología es el ‘cómo’ y las personas el ‘porqué’. De ahí que hay que discutir de los límites y entenderlos.

La adopción tecnológica no va a ser opcional. Es inevitable. Lo fascinante es como nuestra sociedad va a ser capaz de gestionar tanta transformación. Muchos de los cambios culturales, políticos, religiosos e incluso íntimos, tienen mucho que ver al acceso de la información ‘desintermediada’, del modelo de relación social de todo y de la capa automatizada de muchos de esos procesos de consumo. Ni fácil ni gratis, estos cambios serán complejos y caros, pero en todo caso fascinantes, rápidos e inéditos. El problema radica en que hay quienes deben liderar políticamente y económicamente muchas de esas mutaciones y hay quienes no querrán por que modifica un estatus dominante y otros que ni saben la verdadera profundidad de lo que se nos viene encima. Como siempre, oportunidad o riesgo. Tú, como directivo, también eliges.

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Así compraremos (y deberás vender) en el 2027.

Mucho se ha hablado de ese nuevo cliente, de lo que está cambiando el consumidor en general. En una encuesta de ámbito global, el World Economic Forum identificó ocho cambios muy significativos. Aspectos conocidos, como que tres de cada cuatro compradores utilizan Internet para investigar productos y servicios durante un viaje de cliente (el famoso ‘customer journey’) cada vez mas largo y complejo, con una mayor diseminación de datos desestructurados. Aspectos como que los patrones de lealtad se han derrumbado, creando nuevas formas de comunidades comerciales y modificando el proceso de compra. Poco más de la mitad de los consumidores en todo el mundo dicen que consideran cada vez más el impacto ambiental del producto o del fabricante antes de comprar.

Mucho se ha hablado de ese nuevo cliente, de lo que está cambiando el consumidor en general. En una encuesta de ámbito global, el World Economic Forum identificó ocho cambios muy significativos. Aspectos conocidos, como que tres de cada cuatro compradores utilizan Internet para investigar productos y servicios durante un viaje de cliente (el famoso ‘customer journey’) cada vez mas largo y complejo, con una mayor diseminación de datos desestructurados. Aspectos como que los patrones de lealtad se han derrumbado, creando nuevas formas de comunidades comerciales y modificando el proceso de compra. Poco más de la mitad de los consumidores en todo el mundo dicen que consideran cada vez más el impacto ambiental del producto o del fabricante antes de comprar.

Según la encuesta señalada se interpretan ocho puntos que desde el mundo del ‘retail’ se deberán tener en cuenta para generar valor comercial a sus productos y servicios y que se deberán atender desde una perspectiva comercial si te dedicas al comercio minorista o ‘retail’. Gobiernos y empresas acabarán entendiendo que el consumo es el mayor estimulante para generar nuevos modelos de crecimiento, estructuras económicas más fuertes y capaces de afrontar los retos del futuro. Empezar por modificar el modo en el que las empresas ‘venden’ porque su cliente ya no es el mismo puede ser un primer paso determinante. ¿Cuáles son esas claves para entender el nuevo ‘retail’?

  1. Los datos obtenidos de la actividad online de los consumidores y su historial de compras aportan de manera cada vez más eficiente elementos para generar ofertas personalizadas y predictivas. En el espacio físico esto se multiplica con dispositivos que permiten una experiencia de cliente híper personalizada.   

  2. Eliminación de la relación tradicional entre comprador y dependiente al sustituirse por estantes automatizados e inteligentes. El número de empleos vinculados al ‘retail’ se desplomarán de manera importante a medida que se entreguen los pedidos de este tipo de automatismos en los próximos dos años.

  3. El pago de la compra se realizará de forma remota incluso después de haber abandonado el centro comercial o la tienda de proximidad. Desaparecerán las colas  las esperas para pagar tu compra. Poco a poco, esas esperas evitables, se verán como un factor muy negativo en la experiencia del cliente.

  4. Se establecerán rutinas de compra automatizada con dispositivos inteligentes en nuesrra vida. Algo así como el uso actual que le damos a una aplicación de geolocalización para movernos por una ciudad. No utilizamos nuestro conocimiento, asumimos que sabe más el software porque tiene más datos de tráfico. La entrega de la compra irá sufriendo cambios también cada vez más automáticos. Sin tener claro si serán drones o no, está claro que la recepción de nuestra compra se formalizará a partir de autos de entrega autónomos, taquillas inteligentes o similar. En apenas una década se naturalizará este concepto de recogida autónoma.

  5. La tendencia es modificar el uso de las grandes superficies. Seguramente continuará aunque sólo en lo que tiene que ver con alimentación y uso doméstico, pero sufrirán los centros comerciales debido a que soportar su modelo es imposible en un entorno de venta online creciente. No dejará de ser un valor añadido el espacio reducido y especializado, pero el cliente precisará de tecnología asociada. Una tienda pequeña sin sistemas tecnológicos se verá superada por una manera de ver la vida de sus clientes. Los centros comerciales tienen una reinvención pendiente y que les explotará en las narices como no lo acepten.

  6. En apenas una década y al ritmo actual de crecimiento, las ventas online pasarán del 10% del total que suponen ahora al 40%. En algunos sectores superarán el 60%. Esto conlleva a mantener estrategias, independientemente del tamaño o productos, digitales cada vez más sofisticadas. Datos, inteligencia de negocio o entrega inmediata deberán ser parte de cualquier comercio, ya sea un gigante global o una tienda de barrio.

  7. La impresión aditiva llamada 3D, e incluso la de tipo mixto denominada 4D, habilitarán a los comercios a crear productos bajo demanda y de un modo cada vez más perfeccionado. Obviamente se va a modificar toda la cadena de valor y suministro de muchos productos permitiendo el nacimiento de nuevos tipos de tiendas muy pequeñas pero capaces de enfrentarse a grandes corporaciones.

  8. La realidad virtual, la realidad aumentada y, de alguna manera, la realidad mixta, van a cambiar la experiencia vinculada a comprar, pero sobretodo van a modificar el comportamiento tradicional del comprador al iniciar su interés de compra. Compradores potenciales en remoto interactuando con vendedores virtuales o, incluso, dependientes reales pero en espacios no existentes.

Este último nos lleva a un debate acerca de las habilidades que los profesionales del retail deberán tener: vendedores adaptados a mundos inexistentes, directivos capaces de entender la analítica de datos, etc. En breve lo trataré aquí mismo, de momento ves pensando en cuales de estas tendencias las tienes ya en tu hoja de ruta si eres un comerciante y cuales empiezas a exigir si eres consumidor.

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El comercio minorista 'retail' ante el mayor desafío de su historia

Vivimos en un entorno de cambios constantes y tremendamente rápidos. No hay espera. Hace apenas una década mirábamos el frontal de nuestro teléfono conectado y nos preguntábamos si sería útil comprar con él. Ahora eso es algo cotidiano para la mayoría de las personas. Además, en apenas muy poco tiempo, hemos pasado del desconfiar en la compra desde estos dispositivos a ser exigentes en el servicio que hay detrás. El tiempo en recibir el pedido o la disponibilidad de irlo a buscar a un punto de compra tradicional que te pilla de camino se han vuelto determinantes. El reto, ahora mismo , es el de la entrega instantánea.

Vivimos en un entorno de cambios constantes y tremendamente rápidos. No hay espera. Hace apenas una década mirábamos el frontal de nuestro teléfono conectado y nos preguntábamos si sería útil comprar con él. Ahora eso es algo cotidiano para la mayoría de las personas. Además, en apenas muy poco tiempo, hemos pasado del desconfiar en la compra desde estos dispositivos a ser exigentes en el servicio que hay detrás. El tiempo en recibir el pedido o la disponibilidad de irlo a buscar a un punto de compra tradicional que te pilla de camino se han vuelto determinantes. El reto, ahora mismo , es el de la entrega instantánea.

Durante gran parte del siglo pasado comprábamos en mercados de proximidad, en tiendas especializadas y en entornos de alto control geográfico. Se solicitaba lo que se quería y se esperaba tras un mostrador para pagar y para recibirlo. Más tarde llegaron las grandes superficies de tipo urbano. Los supermercados y centros comerciales utilizaron su potencia para el stock, la globalización y metodologías de gestión compartida para reducir los precios y generar puntos de venta con importantes descuentos. El modelo era parecido al anterior pero con una nueva filosofía que era el embrión de la cultura que ha desplegado lo digital. La espera era de otro modo y la agilidad en el servicio o autoservicio aumentaron notablemente. El cliente estaba dispuesto a prescindir de un trato humano, cercano y de valor añadido a cambio de velocidad, precio y optimización.

En cada momento de la historia, en el que la tecnología ha sido la respuesta que esperaba el consumidor, ésta no ha sido determinante al principio, lo ha sido en la adopción por parte del comprador. Las innovaciones se suceden pero no siempre funcionan. De hecho ‘no existe innovación si el mercado no la acepta’ y es por ello que el análisis del entorno desde un punto de vista sociológico y de filosofía social es casi más importante que la tecnología que se va desplegando. No compramos igual no sólo porque la tecnología lo permita, no lo hacemos porque socialmente algo ha cambiado del todo.

Hoy no voy a hablar de ese futuro que se avecina y que no sólo va a afectar a lo económico. Los cambios serán de unas dimensiones bíblicas pero no lo serán hasta que generacionalmente y culturalmente sean asumidos como naturales. Van a mutar de manera definitiva las finanzas, las relaciones laborales, la política, los juegos sociales, los medios, los comercios e, incluso, la religión. Por eso depende de cada uno de nosotros identificar en nuestro entorno las opciones que disponemos y las exigencias imprescindibles que aun no tenemos. El caso del comercio minorista, el ‘retail’, es paradigmático en este sentido.

Algunos llaman a lo que vivimos como ‘el apocalipsis retail’, del comercio minorista. En España, como en la mayoría de las economías de nuestro entorno y muy especialmente en Estados Unidos que suele adelantar los efectos económicos en el consume, las ventas del sector no remontan y desde que empezó el año han ido acumulando caída tras caída. Hasta septiembre sumaban un desplome del 3,1%, que es el mayor retroceso desde febrero de 2017, según el INE. No es una casualidad ni es anecdótico. La gran batalla por la conquista del retail del futuro ha empezado y va a causar muchas bajas a menos que nos pongamos en ello ya mismo.

El CEO de Walmart dijo recientemente que ‘depende de los minoristas adaptarse a estos cambios y, en algunas áreas incluso, liderar el camino o se quedarán atrás y desaparecerán’. De hecho las tendencias que el negocio ‘retail’ va a tener que abordar son de una virulencia muy importante. No sólo son tendencias comerciales o metodológicas, hablamos de modelos sociales en cambio absoluto de los patrones de consumo y de relación con el vendedor. ¿Cuáles son esas tendencias? ¿Cómo va a ser el comercio minorista en apenas una década?  

El retail del futuro inmediato tiene que ver con un cliente inédito en cuanto a su capacidad de influencia, comprometido con el medio ambiente y que exigirá inmediatez y transparencia. Un retail que en ocasiones prefiere mirar hacia otro lado pensando que esa guerra no va con él, que al fin y al cabo, como van a desaparecer los centros comerciales, como van a dejar de ir los compradores a un lugar donde ahora mismo nada hace presagiar (mirando desde lo alto) que se puedan vaciar en breve. Y lo malo es que si se puede identificar esa tendencia.  La crisis de los centros comerciales es muy visible en Estados Unidos. Las grandes cadenas que eran el motor de estos grandes macro complejos estaban empezando a abandonarlos a cambio de apostar por el comercio electrónico y el tráfico de consumidores que acudían a estos establecimientos ha caído de manera brutal. De hecho, el 45% de los centros comerciales han perdido clientes, incluso en la campaña de Navidad. En este 2018 han cerrado 3.500 sólo en Estados Unidos.

Adaptarse a ese cambio exige entender al nuevo cliente. No quiere ir a tu tienda, tu tienda debe ir donde él está. La satisfacción del cliente siempre ha sido el objetivo número uno para los minoristas, y en el futuro, los clientes tendrán más poder que nunca para impulsar el cambio que desean, a medida que obtienen un mayor control sobre su experiencia de compra. La tecnología, móvil y analítica, modifican el histórico compromiso entre precio y servicio y se ha visto alterado debido a que los clientes esperan reducir su tiempo de compra pero a la vez disfrutar de esa experiencia ‘express’ mientras ahorran dinero. Se debe fabricar ese escenario.

La dificultad de enfrentarse a Amazon sin sus herramientas.

La dificultad de enfrentarse a Amazon sin sus herramientas.

Cumplirán con sus compras básicas diarias del modo más sencillo posible a través de una combinación de tiendas, comercios electrónicos, recogidas, entregas y capas de inteligencia artificial ofreciendo servicios predictivos. Los clientes exploraran en las tiendas, incluso con realidad artificial o aumentada, pero seguirán visitando centros físicos. El problema es que esos centros físicos deberán de ser muy distintos a los actuales estimulados por la Internet de las cosas, los sensores adaptados, la trazabilidad transparente, los datos en tiempo real y los robots de entrega. A continuación la impresión aditiva y la automatización de procesos irán tomando sitio. Por culpa de todo ello, la ecuación entre demanda y oferta cambiará de forma absoluta. Para ello hay que transformar toda la cadena de valor ofertada con lo que todavía llamamos ‘transformación digital’.

El mayor enemigo, dicen, del comercio minorista es Amazon. Si ya fue un competidor complejo durante los años en los que la empresa de Bezos perdía dinero de una manera insultante, ¿cómo de peligroso será ahora que ya gana suficiente para afrontar cambios que estimulen el mercado global? No lo sabemos con certeza, lo único que podemos hacer es lo que se hace cuando tienes en frente una ola gigantesca: aprender a surfear o salir corriendo. ¿Eres de los que corren?

[photo cover: Jesse Reaser]

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Economía, Innovación Marc Vidal Economía, Innovación Marc Vidal

El debate económico se olvida peligrosamente de lo relevante.

Ayer, como cada semana participé en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta. Es un programa divertido, a tiempo real, frenético, que aborda muchos temas en apenas dos horas y que, como pasa en la televisión, el tiempo es oro y un minuto sabe a una hora. La verdad es que es un lujo ser parte de todo ello a la vez que, también, sirve para darme cuenta de cómo se generan los criterios informativos de actualidad. Al igual que prácticamente todas las cadenas, radios y diarios escritos en digital o en papel, el tema económico de estos días fue ‘las consecuencias del decreto sobre el impuesto a los Actos Jurídicos Documentados que el gobierno de Pedro Sánchez aprobó en el pasado Consejo de Ministros y que empezará a aplicarse hoy mismo desdiciendo al Tribunal Supremo. Que se trate esto es normal. Sin embargo, a veces tengo la sensación de que lo relevante, lo que de verdad va a modificarlo todo en breve, no aparece y, en consecuencia por falta de desinformación, no se le puede exigir a nuestros gobernantes que lo tengan en cuenta.

Ayer, como cada semana participé en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta. Es un programa divertido, a tiempo real, frenético, que aborda muchos temas en apenas dos horas y que, como pasa en la televisión, el tiempo es oro y un minuto sabe a una hora. La verdad es que es un lujo ser parte de todo ello a la vez que, también, sirve para darme cuenta de cómo se generan los criterios informativos de actualidad. Al igual que prácticamente todas las cadenas, radios y diarios escritos en digital o en papel, el tema económico de estos días fue ‘las consecuencias del decreto sobre el impuesto a los Actos Jurídicos Documentados que el gobierno de Pedro Sánchez aprobó en el pasado Consejo de Ministros y que empezará a aplicarse hoy mismo desdiciendo al Tribunal Supremo. Que se trate esto es normal. Sin embargo, a veces tengo la sensación de que lo relevante, lo que de verdad va a modificarlo todo en breve, no aparece y, en consecuencia por falta de desinformación, no se le puede exigir a nuestros gobernantes que lo tengan en cuenta.

marcvidal impuestos la sexta

En todas partes se habla siempre de lo inmediato. Se abusa de la táctica y se deja de lado la estrategia. Vivimos con la sensación de que la inercia nos lleva a algún lugar llamado futuro y, en realidad, es más que probable que ese futuro sea un barrizal. Lo va a ser sino se aplican medidas que vayan preparando una nueva estructura de crecimiento económico y un espíritu crítico sobre lo que vamos construyendo. El problema radica en que asegurar ese futuro requiere de medidas complejas, de esfuerzos comunes y de decir las cosas muy claras. Un futuro sin empleo o un futuro con un empleo distinto se avecina a paso firme. Un futuro con un modelo social, cultural y económico muy distinto que requiere de un presente político también muy diferente.

Un gobierno no debe intervenir en todo. Desde mi punto de vista debe liderar, marcar un modelo a seguir, estimular los cambios favorables y resistirse a los que vienen en sentido negativo. Para ello, no obstante, habrá que entender que tipo de escenario realmente es el que está ahora mismo conformándose. Para ello, también, la oposición u otros deberían estar al día del mundo que se está forjando en todas partes. Para ello los medios deberían de abandonar el titular fácil sobre robots que no existen y empezar a tratar los temas de lo que realmente lo modificará absolutamente todo en menos de una década.  

Sus señorías, en diversos países de Europa, se enorgullecen en sus teatrillos tecnológicos. El ridículo, habitualmente, es monumental cuando un político habla de aspectos tecnológicos, de transformación digital o de la repetida Industria 4.0. Es de vergüenza ajena escucharlos, incluso a los que aseguran saber de lo que hablan. Hay ejemplos por todas partes pero en algunos lugares son de aurora boreal. Lo grave no es sólo que no tengan remota idea de lo que se avecina, que lo que saben proviene de lo que les suena, del derivado murmullo de algún colaborador ducho en el uso de twitter o que, por afición tecno-snob, le mola mucho Fornite. Lo realmente dramático es que nos vamos a dar un hostión de dimensiones bíblicas como esto no pase del discurso al efecto. 

  1. El presidente Sánchez afirmó en el Summit de Madrid que quiere convertir nuestro país en un ‘país startup’. Es el mismo que considera mantener y reforzar el ‘Exit-Tax’, un impuesto que castiga al modo natural de fundación y crecimiento de este tipo de empresas de corte tecnológico.

  2. El mismo Sánchez afirma, tras entrevistarse con el CEO de Apple, que ambos (sic) discutieron sobre el futuro tecnológico y los retos que lo digital supone para todos. Se olvidó de comentarle que desde ya mismo Apple y todos esos actores del futuro tecnológico iban a tener que pagar un impuesto nuevo vinculado a que son ‘grandes empresas tecnológicas’ y poco más.

  3. Las ministras de Sánchez afirman una y otra vez que los presupuestos generales para 2019 son un ejemplo del futuro que nos espera. Lo dicen sabiendo que ‘la escasa inversión tecnológica y en enseñanza’ es imperativo a cambio de incrementar de manera considerable el gasto corriente. No me voy a extender, ya habrá tiempo. Siempre hay tiempo.

Hace casi 12 años, cuando nadie o muy pocos explicábamos algo sobre la que se nos venía encima, se nos tachaba de ‘catastrofistas’ o ‘antipatriotas’. Ahora se nos dice que somos muy pesados con eso de que viene un mundo tecnológico que no se va ajustar por arte de magia. Se nos dice que ‘el público quiere saber como le afecta la economía en su día a día’. Estoy seguro que eso es cierto, pero, al igual que hace algo más de una década, si se hubiera explicado mejor lo que estaba pasando y lo que iba a pasar, el sufrimiento hubiera sido menor, ahora tal vez, si se hablara más de las necesidades económicas del futuro inmediato el batacazo sería más leve.

Hay una resistencia social a discutir sobre ese futuro económico que no estamos preparando. Es mucho más interesante vivir en la misma inopia que ya vivimos hace unos años. Cuando los casi 300.000 pedidos de robots industriales destinados a servicios se empiecen a entregar a sus compradores en los próximos dos años, veremos como reacciona esa sociedad que ahora se indigna por un impuesto notarial. Esos que se manifiestan junto a los dirigentes políticos que menos hablan de este futuro económico inexistente en su paisaje electoral.

Pero hay otra derivada que me tiene, otra vez, acojonado. Esa apatía de los medios de comunicación. Preocupante por lo que no dicen, pero terrorífico por lo que sí dicen. Cerrar un informativo con un ‘render’ de un presentador de televisión que simula dar las noticias mimetizando a otro real es de risa, por no decir de llanto. La noticia la han titulado todos los medios como ‘el presentador del futuro’ y lo han descrito como una especie de ‘holograma con inteligencia artificial’. ¡Como lo oyes!

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España puede aprovechar la enorme capacidad que tiene para liderar esa nueva era industrial y digital y consolidarse a medio plazo como una región próspera. Un entorno económico capaz de favorecer la renta mínima universal, las jubilaciones garantizadas y la automatización de los servicios públicos no se crea solo, se debe establecer los mecanismos que lo permitan. En lugar de ver como lograrlo, se mantienen debates de siglos anteriores, embarrados en la disputa estéril del debate de siempre. Es agotador. Mientras otros países trabajan en la respuesta social, económica y política que necesita ese futuro, donde la educación y las leyes sean adecuadas a ese cambio, aquí seguimos mirando de lejos el concepto de la Cuarta Revolución Industrial.

Si cuando en España se ataban los perros con longanizas hubiéramos invertido todo aquel capital en digitalizar la economía nuestro PIB rozaría el de Canadá. Seríamos tan ricos como Canadá. A cambio nos pusimos a construir, a replicar modelos cíclicos y a asentar la mayor crisis que hemos vivido muchos de los que estamos vivos hoy en día. Quienes tenían la oportunidad de haberlo evitado no se atrevieron, mantuvieron los modelos y se alejaron de las opciones para conquistar el futuro. Ahora, guardando las diferencias, vivimos algo parecido. El futuro allí a lo lejos, nosotros aquí haciendo lo mismo de siempre.

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Sobre la Inteligencia Artificial y la estupidez artificial.

Ayer leía la noticia de que un cineasta americano le abrió un perfil en Tinder a una ‘robot sexual’ con fotografías que dejaban claro que no era un ser humano y si una especie de juguete erótico bastante realista. En apenas unos minutos logró casi un centenar de pretendientes. El autor del ‘experimento’ decidió responder a todos ellos haciéndose pasar por la chica sintética y proponiendo un encuentro sexual con ellos. La mitad confirmaron el interés mutuo y creyeron realmente estar chateando con una especie de inteligencia artificial especializada en conversaciones ‘calientes’.

Ayer leía la noticia de que un cineasta americano le abrió un perfil en Tinder a una ‘robot sexual’ con fotografías que dejaban claro que no era un ser humano y si una especie de juguete erótico bastante realista. En apenas unos minutos logró casi un centenar de pretendientes. El autor del ‘experimento’ decidió responder a todos ellos haciéndose pasar por la chica sintética y proponiendo un encuentro sexual con ellos. La mitad confirmaron el interés mutuo y creyeron realmente estar chateando con una especie de inteligencia artificial especializada en conversaciones ‘calientes’.

Esta noticia no deja de ser una curiosidad sociológica que demuestra lo pasado de vueltas que van algunos por la vida y que estarían dispuestos a mantener relaciones hasta con un tubo de escape. No obstante hay otra que es de aurora boreal y que, probablemente, sea digna de análisis por parte de los medios de comunicación y del modo en el que trasladan algunas noticias de tipo tecnológico. Resulta que hace un par de semanas la prensa de medio planeta tituló como ‘un acto sin precedentes, que el robot Pepper compareciera ante el Parlamento Británico, convirtiéndose en el primer humanoide en ser interrogado por parlamentarios en todo mundo’. A parte de ser mentira la primera afirmación, es falsa la segunda. Ni era el primer robot que comparecía ante un parlamento (solo se precisaba hacer una búsqueda simple en la red), ni tampoco fue interrogado. El teatrillo es de un ridículo supino. Ver a ‘sus señorías’ en una conversación preparada y preguntando al robotillo sobre sus habilidades de debate acerca del futuro de la convivencia con los seres humanos es de vergüenza ajena si no fuera incluso peligroso.

Es peligroso mostrar una serie de avances que no existen y que probablemente no exisitirán jamás de ese modo. La inteligencia artificial es algo mucho más serio que esa escenificación. Reconozco que puede ser nutritivo, interesante incluso, mostrar un ejercicio hacía el debate y popularizarlo, pero al terminar el evento no estaría de más comentar en prensa, y reflejarlo así, que todo es un bulo notable y que ni el robot piensa ni va a pensar. Lo peor no es que los presentes lo saben, lo jodido es que la prensa se lo cree o se lo quiere creer, lo publica, lo emite y lo replica hasta llegar al punto de que parezca que el estado del arte de la Inteligencia Artificial en el mundo es similar a la que se ve en ‘Her’, en ‘ExMachina’ o en cualquier peli de ciencia ficción. Y estamos, hablando en términos científicos, a años luz de eso.

Hay quien se descojona con el asunto. De ahí que sea interesante poner el asunto en su justo lugar, por dos razones. Por un criterio comercial y económico, la inteligencia artificial, los sistemas expertos y el aprendizaje profundo nos van a modificar el modo de trabajar pero no porque hablen como nosotros o piensen sino porque son más rápidos, eficientes y económicos que nosotros en hacer lo que nosotros hacemos. La otra razón, porque las empresas que se dedican a la fabricación y distribución de este tipo de productos, se encuentran con el famoso ‘yo pensaba que hacía más cosas’. Vamos a ver exactamente donde está el asunto pues teniendo en cuenta que hay algún desarrollo realmente avanzado como Sophia, de la que hemos hablado, con la que he tenido ocasión de ‘hablar’ y con la que, tras las últimas ‘actualizaciones’ realmente sorprende en el juego dialéctico y en el aprendizaje aparente. Sin embargo no piensa, no tiene conciencia artificial. Una cosa es la robótica y otra la inteligencia artificial. Una cosa es que un sistema sea tremendamente eficiente resolviendo cosas y otra es que piense.

En un momento dado, David Hanson, el locuaz CEO de Hanson Robotics, la empresa que ha desarrollado a Sophia, dijo que ‘ella (el robot Sophia) estaba básicamente viva’ en uno de los programas de televisión más vistos del mundo, el Tonight Show de Jimmy Fallon. Sophia mantuvo una conversación con el presentador y todo se precipitó. La adoración de la prensa se extendió por el mundo de modo inverso a la crítica sobre lo que realmente sucedió allí. Sophia empezó a recorrer el mundo, a participar como ‘ponente’ en un montón de conferencias, congresos y eventos. La cúspide fue en Arabia Saudita donde se le concedía la ciudadanía con derechos y deberes. Se dijo que era ‘la primera ciudadana no humana del mundo’. Representaba un antes y un después. Se dice que la conclusión del jurado ‘legal’ que determinó esa condición se basó en una pregunta final que le hicieron. Se le cuestionó sobre si ella podía saber que ‘estaba viva’. Sophia, que no estaba programada por ningún gallego, respondió preguntando a los asistentes: ¿y ustedes? Después la hemos visto en una cita muy divertida junto a Will Smith en la que explicó correctamente que la búsqueda de respuestas no es más que eso, búsqueda de respuestas o simulaciones de sensaciones.

Si has podido estar con Sophia en los últimos meses te habrás dado cuenta que ha mejorado mucho, muchísimo. De una primera versión hace años que era una especie de Siri con tronco robótico y cara de silicona, ha pasado a algo realmente sofisticado, capaz de aprender de las conversaciones, con gestos muy reales. No hay duda de que Sophia es una impresionante obra de ingeniería. Hanson Robotics y SingularityNET, que colaboran con empresas de tecnología de todo el mundo, equiparon a Sophia con redes neuronales sofisticadas que le dan la capacidad de aprender de las personas y detectar y reflejar respuestas emocionales, lo que hace que parezca que el robot tiene personalidad.  

Sin embargo, debemos ver en Sophia una especie de experimento complejo de sociología, un análisis de las expectativas. Ben Goertzel, director general de SingularityNET y científico jefe de Hanson Robotics, ya dijo que Sophia y los otros robots no son sistemas de aprendizaje puro, pero sí implican el aprendizaje en varios niveles como el que realiza en sus sistemas visuales de redes neuronales, aprendizaje en sus sistemas de diálogo OpenCog u otros que tiene diseñados. Eso me parece justo. Es eso realmente, a la vez que es interesante la percepción pública de Sophia en sus diversos aspectos, su inteligencia, su apariencia y su amabilidad. Ahí nos situamos cerca de la realidad. 

El problema viene cuando proyectos altamente publicitados como Sophia nos convencen de que la verdadera inteligencia artificial (similar a la humana) está a la vuelta de la esquina cuando en realidad, ni siquiera estamos cerca. El verdadero estado de la investigación de la IA ha quedado muy por detrás de los cuentos de hadas tecnológicos que se nos hacen creer. Y si no tratamos la IA con algo de realismo y escepticismo, su avance puede estar amenazado. Trabajo con modelos de inteligencia artificial, business intelligence, sistemas expertos y todo tipo de gestores inteligentes de datos, pero ninguno tiene conciencia. He estado en Japón, Israel y Estados Unidos en centros donde la IA está realmente muy avanzada, pero por eso, es interesantes decir donde está exactamente, lo que es, para lo que sirve y negar todo lo demás. Por el bien de su avance. 

Para definir bien lo que es la IA, constantemente modificada por los nuevos desarrollos y los cambios en los objetivos, se describe mejor explicando lo que no es. La gente piensa que AI es un robot inteligente que puede hacer las cosas que una persona muy inteligente haría: un robot que sabe todo y puede responder cualquier pregunta, pero esto no es lo que realmente quieren decir los expertos cuando hablan de IA. En general, AI se refiere a programas de computadora que pueden completar varios análisis y usar algunos criterios predefinidos para tomar decisiones. Nada más, que no es poco, de momento.

Desde hace un tiempo tenemos una variante, la que sería lo que se llama HLAI, inteligencia artificial a nivel humano. La capacidad de ciertos sistemas de comunicarse de manera efectiva. Los chatbots y los procesadores de lenguaje basados ​​en el aprendizaje automático se esfuerzan por inferir significados o comprender matices, y la capacidad de continuar aprendiendo a lo largo del tiempo. En este momento, la inteligencia artificial no tiene libre albedrío y, ciertamente, no es consciente: dos supuestos que las personas tienden a creer cuando se enfrentan a tecnologías avanzadas. Los sistemas de IA más avanzados que existen son simplemente productos que siguen procesos definidos por personas inteligentes. No pueden tomar decisiones por su cuenta.

En el aprendizaje automático, que incluye el aprendizaje profundo y las redes neuronales, no es más (ni menos) que un algoritmo con una gran cantidad de datos recolectados constantemente hasta que pueda completar la tarea por sí solo. Para el software de reconocimiento facial por ejemplo, esto significaría introducir miles de fotos o videos de caras en el sistema hasta que pueda detectar de manera confiable una cara de una muestra sin etiquetar. Más o menos es eso, pero nunca ‘entenderá’ lo que esta haciendo, ni podrá dejar de hacerlo porque lo decida el algoritmo por si mismo. 

Nuestros mejores algoritmos de aprendizaje automático son generalmente mecanismos de memoria y ejecutan modelos estadísticos. El problema está en que a eso lo llamamos ‘aprender’ y así le damos un valor humano a unas máquinas que no tienen nada que ver con un cerebro humano. Ahora todo es inteligente. Cafeteras, neveras, coches, teléfonos, relojes, etc. Eso lo confunde todo. Para que se entienda. Si un algoritmo está diseñado para que sume, sumará siempre. Después de saber que cinco más dos son siete, un humano podría darse cuenta de que siete menos dos son cinco. Una deducción compleja si no sabes restar previamente pero posible. Ahora bien, si le pides al mismo algoritmo que reste dos números después de enseñarle a sumar, no podrá hacerlo.  La inteligencia artificial de ese algoritmo, por decirlo de algún modo, fue entrenada para sumar, no para entender lo que significa sumar. Si quieres que reste, deberás entrenarlo de nuevo en ese espacio. Un proceso que borra notoriamente todo lo que el sistema de inteligencia artificial había aprendido previamente. Un humano aprende del error, una máquina, de momento, sólo identifica que se equivocó pero no lo que significa.  

Entre investigadores que necesitan crear expectativas, desarrolladores que precisan inversión y periodistas que no pueden saber el fondo técnico de lo que les presentan, se está creando un potencial problema a medio plazo que podría, realmente, ser muy perjudicial para la evolución real del sector. Esta promoción injustificada podría estar impidiendo un progreso real y útil. Las inversiones financieras en inteligencia artificial están inexorablemente vinculadas al nivel de interés y publicidad que surja del sector. Ese nivel de interés, y las inversiones correspondientes, fluctúan enormemente cuando Sophia tiene una conversación forzada o algún nuevo algoritmo de aprendizaje automático logra algo ligeramente interesante. Eso hace que sea difícil establecer un flujo de capital constante y de base en el que los investigadores puedan confiar y de ahí que muchos desarrolladores se presten al espectáculo.  

A menudo mis clientes solicitan ‘algo de inteligencia artificial’ en el plan de ejecución de transformación digital que les proponemos. Antes les decimos que es importante saber de donde va a capturar los datos masivos para esa ‘inteligencia artificial’. Una vez definido pasamos a presentarles lo que realmente es y lo que no es un sistema experto. Cuando les decimos que una ‘capa de inteligencia artificial’ refuerza su modelo actual de análisis de negocio vinculado a los datos existentes, entienden muy bien el estado real del asunto. Es tremendamente útil, incluso un chatbot que simule el lenguaje natural, pero lo importante es saber que hace, como lo hace, hasta donde es capaz de llegar y como podemos lograr que aprenda para hacer más cosas y mejor. Pero definitivamente, ningún software actual piensa como un humano, ni tiene conciencia de su propia existencia. Simulan muy bien, pueden mantener conversaciones, pero no piensan.

He dado conferencias junto a un robot, trabajo con ellos habitualmente desde su modelo en software y hasta he salido en televisión con otro. Por eso creo que, la verdad, antes de tratar el asunto de la inteligencia artificial deberíamos asegurarnos si no estamos desbordados por la estupidez artificial.  

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Cinco noticias positivas sobre el empleo del futuro.

Hace dos semanas que no publico ningún artículo en este blog. Sé que no hay excusa pero a veces la carga de trabajo y viajes lo hace realmente difícil. En apenas tres semanas he impartido conferencias en Santiago de Chile, Quito, Fort Lauderdale Florida, Santiago de Compostela, Málaga, Jerez de la Frontera y ayer mismo en San José de Costa Rica. Tras todas estas charlas hubo siempre un denominador común que la audiencia me traslada muchas veces. El modo en el que las personas debemos afrontar el desafío que supone convertirnos en la respuesta humana al tsunami tecnológico. Suelo apelar a que lo importante no es saber la respuesta sino conocer la pregunta. Una cuestión que nos lleva irremediablemente a que el uso tecnológico siempre será el método, el cómo, pero lo relevante siempre deberá ser el porqué, el motivo y ese no es otro que mejorar empresas, sociedades y personas. 

Hace dos semanas que no publico ningún artículo en este blog. Sé que no hay excusa pero a veces la carga de trabajo y viajes lo hace realmente difícil. En apenas tres semanas he impartido conferencias en Santiago de Chile, Quito, Fort Lauderdale Florida, Santiago de Compostela, Málaga, Jerez de la Frontera y ayer mismo en San José de Costa Rica. Tras todas estas charlas hubo siempre un denominador común que la audiencia me traslada muchas veces. El modo en el que las personas debemos afrontar el desafío que supone convertirnos en la respuesta humana al tsunami tecnológico. Suelo apelar a que lo importante no es saber la respuesta sino conocer la pregunta. Una cuestión que nos lleva irremediablemente a que el uso tecnológico siempre será el método, el cómo, pero lo relevante siempre deberá ser el porqué, el motivo y ese no es otro que mejorar empresas, sociedades y personas. 

Por ello, el primer artículo tras este ‘descanso’ quiero dedicarlo desde un punto de vista positivo a esa relación entre tecnología, futuro y empleo. Lo creo y lo quiero creer. Viajar permite tener una perspectiva global de cómo se percibe esta revolución industrial que vive nuestra generación. En cada uno de estas últimas visitas, y en cualquier momento, un tema surge siempre a la hora de poner en análisis crítico el estado de cambio económico, industrial, social y económico que vive el mundo: el empleo. Y es que la obsesión por dar respuesta a este desafío va desde la potencial desaparición de todo tipo de trabajos hasta las nuevas habilidades requeridas para afrontarlo. Muchos son los que me preguntan ¿a que deberá dedicarse mi hijo? ¿qué debería estudiar un niño para garantizarse el empleo? Mi respuesta es que no tengo ni idea, que no sabría decirle una tipología de estudios, una carrera determinada con mayor garantías que otras. Lo único que puedo explicar es que sea lo que sea que estudie, lo importante siempre será ‘cuanto de computerizable’ sea esa persona en el futuro, porque haga lo que haga, tendrá que ser algo que una máquina no pueda hacer y que, a la vez, suponga una comunión intensa con ella.

Si me preguntas ¿a que nos vamos a dedicar cuando las máquinas lo hagan todo? La respuesta es a todo lo demás. Para identificar como llegaremos a ese ‘todo lo demás’ es muy interesante la reflexión que Vesselina Stefanova hizó para el World Economic Forum recientemente y que utilizo con algunas aportaciones a continuación:

1. La automatización, la robotización y la digitalización son diferentes según el sector y la industria.

Internet móvil de alta velocidad, inteligencia artificial, análisis de grandes datos, la realidad aumentada, el aprendizaje automático y tecnología en la nube están configurados para liderar la adopción de esas nuevas tecnologías por parte de las empresas en los próximos cinco años. Lo importante es determinar el grado de disrupción de tu sector. En apenas una década las automatizaciones invadirán todos los sectores productivos. Identificar el modelo de negocio que vamos a crear será cuestión de vida o muerte.

2. Existe una perspectiva de creación neta de nuevos empleos, a pesar de la interrupción inminente del modelo productivo basado en la mano de obra humana.

Para 2022, en términos puramente cuantitativos, 75 millones puestos laborales actuales serán desplazados por el cambio en la división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos, pero parece ser que 133 millones de nuevos empleos podrían ir surgiendo al mismo tiempo. Dependerá de políticas activas para que eso suceda pero es evidente que las ocupaciones del futuro incluyen espacios profesionales que se basen significativamente en el uso de la tecnología y que además sean empleos mejorados por ésta. Sin embargo, también se espera que crezcan los modelos de trabajo basados ​​en rasgos distintivamente ‘humanos’, como el Servicio al Cliente, los profesionales de Ventas y Mercadotecnia, los de Capacitación y Desarrollo y los Especialistas en Desarrollo Organizacional, en gerencia e innovación. Es muy probable que no te quedes sin trabajo, sino que te quedarás sin el trabajo que haces ahora.

3. La división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos está cambiando rápidamente

Los empleadores anticipan un cambio significativo en la división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos para las tareas de hoy. Actualmente, los humanos realizan un promedio del 71% del total de horas de trabajo en la industrias en comparación con el 29% de las máquinas o algoritmos. Para el año 2022, se espera que este promedio se haya desplazado al 58% por los seres humanos y al 42% por robots o software. Para 2022, el 62% de las tareas de procesamiento de datos y de búsqueda y transmisión de información en cualquier organización serán realizadas por máquinas. Incluso las tareas de trabajo realizadas de forma abrumadora por el ser humano en la actualidad (comunicación, interacción, coordinación, gestión y asesoramiento) comenzarán a ser asumidas por las máquinas, aunque más lentamente. Llevarse bien con las máquinas será clave porque el empleo de cualquiera de nosotros no nos lo quitará un robot, sino una persona que se lleve mejor que nosotros con ese robot.

4. Las nuevas tareas están estimulando una demanda de nuevas habilidades.

Para el año 2022, las habilidades requeridas para realizar la mayoría de los trabajos habrán cambiado significativamente. Las habilidades que aumentarán en importancia incluirán el pensamiento analítico y el aprendizaje activo, así como habilidades como el diseño de tecnología, destacando la creciente demanda de diversas formas de Competencia tecnológica. Sin embargo, el dominio de las nuevas tecnologías es solo una parte de la ecuación de habilidades de 2022. Las habilidades ‘humanas’, como la creatividad, la intuición y la iniciativa, el pensamiento crítico, la persuasión y la negociación, también conservarán o aumentarán su valor, al igual que la atención a los detalles, la capacidad de recuperación, la flexibilidad y la resolución de problemas complejos. La inteligencia emocional, el liderazgo y la influencia social, así como la orientación al servicio, también se fijan para ver un aumento particular en la demanda en relación con su importancia actual en la actualidad. Recuerda que todo lo que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable.

5. Todos necesitaremos convertirnos en aprendices de por vida.

En promedio, los empleados necesitarán 101 días de entrenamiento y capacitación en 2022. La brecha en habilidades emergentes, tanto entre los trabajadores individuales como entre los líderes sénior de las empresas, será un riesgo para el desarrollo corporativo de una empresa. Dependiendo de la industria y la geografía, es probable que entre la mitad y dos tercios de las empresas recurran a subcontratas externas, personal temporal y trabajadores independientes para abordar sus brechas en habilidades. El enfoque exhaustivo de la planificación, la preparación de personal y la mejora de la capacidad laboral será la clave para una gestión positiva y pro activa de tales tendencias. Seguramente, en el futuro inmediato, iremos al trabajo a aprender, todo el tiempo. A aprender a preguntar cosas. Aprender a entender como funciona el software que hace el trabajo que hacíamos nosotros hace un tiempo, para que, aprendiendo, logremos que aun lo haga mejor cada vez. 

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¿A que nos vamos a dedicar cuando las máquinas lo hagan todo?

American Express nació en 1850 como empresa de transportes en lo que se conocía como Diligencia. A medida que la experiencia de usuario les ofrecía datos para entender las necesidades de un mercado en crecimiento, decidieron convertirse en una compañía que ofrecía cheques para viajeros. Mucho tiempo después, pues la primera tarjeta de crédito fue creada por Diners Club, entendieron la enorme oportunidad que se les ofrecía en el sector financiero. De hecho, de alguna manera, no han dejado de vender lo mismo, pero con diferentes puntos de contacto con el cliente. Ahora inician una carrera muy interesante hacia la oferta de servicios vinculados a la Inteligencia Artificial.

American Express nació en 1850 como empresa de transportes en lo que se conocía como Diligencia. A medida que la experiencia de usuario les ofrecía datos para entender las necesidades de un mercado en crecimiento, decidieron convertirse en una compañía que ofrecía cheques para viajeros. Mucho tiempo después, pues la primera tarjeta de crédito fue creada por Diners Club, entendieron la enorme oportunidad que se les ofrecía en el sector financiero. De hecho, de alguna manera, no han dejado de vender lo mismo, pero con diferentes puntos de contacto con el cliente. Ahora inician una carrera muy interesante hacia la oferta de servicios vinculados a la Inteligencia Artificial.

La empresa del gladiador no ha hecho nada que no pueda hacer cualquier otra empresa, grande o pequeña, con mayor o menor dificultad. Adaptarse a los tiempos, pero a partir de la gestión de la tecnología existente y del conocimiento de las necesidades del cliente contemporáneo. Curiosamente, muchas empresas que ahora se dedican a vender productos concretos bien podrían derivar en la oferta de servicios tremendamente revolucionarios. Mi trabajo consiste en eso, en localizar modelos de negocio nuevos, a innovar a partir de la transformación digital, en todo tipo de empresas que deciden enfrentarse a la disrupción desde dentro. Por eso, me vais a permitir que en la lista que resaltaré a continuación que surge del libro publicado por el grupo Cognizant ‘When Machines Do Everything’, formule un juego sobre la generación de nuevos modelos de negocio, empleos o tipos de empresa, incluso rozando la ciencia ficción, a fin de ver hasta donde somos capaces, hoy en día, a aceptar la necesidad de repensarlo todo. Ahí van 16 ideas de las 21 que el libro describe:

  1. La empresas que ahora se dedican a estudios de mercado deberán convertirse en detectives de datos’. Analizarán los datos de todo tipo de dispositivos IoT para proporcionar a otras empresas información basada en datos. Sus proveedores serán Alexa y compañía.

  2. Las empresas que ahora se dedican a cualquier tipo de entretenimiento, en el futuro necesitarán profesionales del tipo ‘walker/talker(algo así como caminante-hablador). Este trabajo es para un futuro cuando, gracias a la biotecnología, las personas vivan más que nunca y exista una población de ciudadanos de la tercera y cuarta edad proporcionalmente enorme. Personas mayores que necesitarán a alguien con quien hablar.

  3. Las empresas que se dedican a ofrecer servicios de instalaciones energéticas o lampistería bien podrían ser en el futuro ‘analistas de ciudades inteligentes’ pues a partir de los billones de datos que las ciudades emitirán, será necesario recopilarlos con los sensores disponibles, pero sobretodo, mantener el valor de esos datos y saber modificar lo que recolectan según las necesidades.

  4. Las empresas constructoras y promotoras inmobiliarias de hoy en día deberán, tal vez, evolucionar hacia una especie de constructores de espacios virtuales, bien diseñados, conforme a necesidades humanas pero en entornos no existentes. Calcular esos espacios deberá ser muy distinto a lo que físicamente necesitamos. El éxito de un espacio virtual dependerá de cosas muy distintas a las que rigen en un lugar analógico.

  5. Las agencias de viajes podrían convertirse en el futuro en una especie de creadores de experiencias virtuales y ser pioneros en lo que se denomina la economía experiencial. Hablamos de que el agente de viajes podría ser un escritor con mucha imaginación, capaz de crear argumentos y espacios únicos para clientes con poco tiempo o capacidad de viaje tradicional.

  6. Los gimnasios del futuro podrían precisar de un profesional que se intuye ya cuando vemos el uso masivo de algunas aplicaciones para estar en forma. Hablamos de que se deberán convertir en una especie de ‘consejeros virtuales para el compromiso físico. Para ello el usuario cederá el acceso a sus constantes vitales, agenda diaria, dieta, etc., a estos centros que estarán permanentemente encima del cumplimiento de todos los preceptos para estar saludable. Muchas empresas exigirán en el futuro, o no, esta cadencia informativa a los candidatos a otros empleos. Los clientes del fitness del futuro permitirán que un rastreador de actividad, y un consejero de compromiso de actividad física, los mantenga motivados en su guerra diaria por estar en forma.

  7. Los centros sanitarios del futuro van a cambiar mucho. Por lo menos los de asistencia ambulatoria, de primer contacto o de asistencia básica. Estas organizaciones precisarán ‘técnicos de asistencia sanitaria asistida por Inteligencia Artificial. Los pacientes no irán al médico, los técnicos de asistencia sanitaria asistidos por IA aparecerán en tu puerta antes de que tu sepas que los necesitas. Todos ellos utilizarán un software para realizar diagnósticos en base a un sistema experto e incluso, realizarán pequeñas cirugías con ayuda de sistemas robóticos portátiles sin necesidad de tener titulación alguna.

  8. Si en tu empresa te dedicas ahora mismo a cualquier labor comercial sabes que tienes los días contados. El futuro es de la venta predictiva y de la automatización de todo lo que tiene que ver con el marketing. Inclusive algunos aspectos creativos pueden estar en juego. Pero, ¿que pasa con los datos que se generan masivamente ahora que ya no se pueden vender entre empresas? Facebook ya no puede vender tus datos a Amazon. Por lo que un nuevo empleo puede nacer al necesitarse ‘un intermediario de datos personales que supervise y comercialice esos datos personales de un cliente para que éste obtenga datos por ello.  

  9. Una vez se prohíba la circulación de vehículos conducidos por humanos en las ciudades, los coches autónomos tomarán las calles. Eso pasará antes de lo previsto por algunos y además sucederá fundamentalmente en vías urbanas y en autopistas. Algún día, en todas partes. Cuando esto pase todo no podrá estar en manos del control autónomo de los vehículos, será imprescindible una especie de ‘controlador de vehículos autónomos’ asistido por sistemas inteligentes. Se necesitarán 'controladores para dirigir y administrar las carreteras y calles para garantizar que se gestionen de manera correcta atendiendo a las predicciones de sistemas inteligentes.

  10. El día que entremos en una tienda de ropa para comprar ropa pero no haya ropa estaremos ante el comercio del futuro hecho presente. Poco a poco el comercio digital va imponiendo sus reglas. Iremos a centros comerciales a visualizar cosas que allí no estén, pero tal vez, podamos sentir, tocar virtualmente y tener la asistencia física de un vendedor. Esas conversaciones, sensaciones y datos irán directos a un ‘sastre virtual que tomará esos aspectos para ofrecerte en un rato una oferta ideal para ti.  

  11. Los bancos tienen un futuro raro por decirlo suavemente. En el futuro inmediato aquellos profesionales de banca que no se adecúen a un espacio de relación muy distinta lo tienen crudo. En un mundo donde el dinero físico se va a desvanecer, los pagos con criptomonedas y los microcréditos vinculados a los Neobanks o los iBanks, vayan creciendo, se impondrá la necesidad e una especie de ‘asesor de gestión financiera virtualque atenderán virtualmente en cada momento como hacen algunas Fintech ahora mismo pero personalizando el trato. Un asesor financiero será una especie de App humana.

  12. Surgirán problemas médicos en el futuro. Limitaciones que nuestro cuerpo no podrá superar fácilmente. Las personas viviremos más que nunca, pero los avances en la memoria y otros cuidados de salud relacionados con el cerebro difícilmente podrán estar al mismo nivel de progreso. Nos harán falta empresas que sean capaces de conservar nuestra memoria creando espacios virtuales con nuestros propios recuerdos. Los notarios de hoy en día deberán transformarse en ‘fedatarios de la memoria virtual

  13. En todo tipo de empresas hará falta un profesional muy especial. No tiene que ver con un sector concreto, de hecho lo interesante es que habrá empresas que ofrecerán este servicio. Se trata del gestor o ‘manager de relaciones hombre-máquina. El futuro del trabajo depende de qué tan bien puedan colaborar los seres humanos y las máquinas. El gerente de los equipos del futuro inmediato será el responsable de descubrir cuáles son los puntos fuertes de la máquina y cuáles son las fortalezas de los humanos, y combinarlos para formar un equipo de trabajo mucho más productivo.

  14. Las aseguradoras ya saben que su futuro está muy comprometido. La aparición de modelos industriales que reducen los costes de asegurar algo es enorme. El entrenamiento virtual en escenarios de riesgo, los coches autónomos sin accidentes, la impresión 3D que elimina los problemas de transporte, el blockchain que modifica la cadena de valor del seguro tradicional, etc. Por eso, entre tanta complicación de relaciones con la confianza, estas empresas deberán ofrecer un nuevo servicio, ‘el director de confianza que otorgue nuevas ofertas en el sentido de la transparencia que precisará un usuario o cliente en la era de lo virtual y de la falta de riesgo más allá del dinero digital.

  15. Las empresas de consultoría tradicional también tenemos los días contados. Muy felices nos las prometíamos los que nos dedicamos a decirles a otros como deben hacer las cosas para afrontar la disrupción. Resulta que eso también llega por aquí. Para los trabajos de análisis de negocios tocará aprender a gestionar de un modo completamente diferente. Los consultores del futuro inmediato serán ‘responsables de combinar el procesamiento cuántico de la información’ con el aprendizaje automático para estimular soluciones mejores y más rápidas a los problemas comerciales del mundo real. El objetivo final será siempre construir sistemas de inteligencia que puedan aprender de los datos. De ahí que el consultor futuro tendrá que saber muy bien que supone todo esto y, seguramente, algo de matemáticas.

  16. Sabemos que los responsables de recursos humanos también deberán abrazar a los algoritmos, los periodistas tienen ante sí el reto de comprender su verdadero papel, los responsables de marketing o cualquiera que se considere intocable será tocado. Entre ellos hay dos responsabilidades muy interesantes. Los directores de compras y los directores generales. Los primeros no podrán superar a la eficiencia de cálculo de un algoritmo decidiendo que es mejor comprar, como y en base a que negociación. Los segundos no podrán establecer criterios estratégicos que un modelo de análisis de datos empresariales y de inteligencia artificial. Tarde o temprano, ambos, precisarán ofrecer una habilidad imposible de sustituir por una máquina: la ética. Se precisarán empresas o profesionales que se denominen ‘supervisores de compras ética’ o ‘directores éticos’. Un trabajo para cuando las grandes corporaciones decidan tomar decisiones basadas en lo que es ético, no en lo que es rentable.

Seguro que se te ocurren más, pero estas nuevas profesiones podrían empezar a responder a la pregunta ¿qué haremos cuando las máquinas lo hagan todo?

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El futuro del marketing: de la agencia al laboratorio.

La semana pasada estuve en Santiago de Chile primero y en Quito después. En concreto para ofrecer dos conferencias parecidas aunque con dos enfoques muy distintos. La primera fue con motivo de la Feria que organizaba una de las principales holdings empresariales de la región, el grupo Falabella. La segunda en el marco del mayor evento sobre marketing que se realiza en Ecuador, el Exma Ecuador. Hoy quiero centrarme en el contenido que expuse precisamente en esta última. Ante un público dedicado al ‘mercadeo’ planteé mis reflexiones en general obtenidas de la relación con diferentes equipos de marketing de todo el mundo y, en particular, de algunas consultorías realizadas para clientes propios. La idea central, lo tengo claro, es que lo que ahora llamamos marketing va a ir apartándose poco a poco de un espacio tradicional considerado ‘agencia’ para trasladarse técnicamente en un ‘laboratorio’.

La semana pasada estuve en Santiago de Chile primero y en Quito después. En concreto para ofrecer dos conferencias parecidas aunque con dos enfoques muy distintos. La primera fue con motivo de la Feria que organizaba una de las principales holdings empresariales de la región, el grupo Falabella. La segunda en el marco del mayor evento sobre marketing que se realiza en Ecuador, el Exma Ecuador. Hoy quiero centrarme en el contenido que expuse precisamente en esta última. Ante un público dedicado al ‘mercadeo’ planteé mis reflexiones en general obtenidas de la relación con diferentes equipos de marketing de todo el mundo y, en particular, de algunas consultorías realizadas para clientes propios. La idea central, lo tengo claro, es que lo que ahora llamamos marketing va a ir apartándose poco a poco de un espacio tradicional considerado ‘agencia’ para trasladarse técnicamente en un ‘laboratorio’.

Esencialmente el marketing ya ha vivido su primera gran disrupción. Tuvo que ver con la llegada inevitable del desafío digital. Sin embargo al empezar a utilizar el término ‘marketing digital’ parecía que podía establecerse una diferencia entre uno más tradicional y otro reservado únicamente a lo que se considera vender en internet. Ahora, incluso, esa dualidad se ha exagerado aún más. Aquellos que dentro de su actividad profesional vinculada al marketing hacen uso de la inteligencia artificial, del big data o de automatismos de todo tipo, en ocasiones no son considerados ni ‘marketeros’ y se les reserva un lugar nuevo todavía por definir más cercano a lo que se supone es un ingeniero, un matemático o un físico que realmente lo que sigue siendo: ‘alguien de marketing’.

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Este error puede estar generando una grieta insalvable para muchos. No se trata de convertir a todos los responsables de esta área en programadores, ni mucho menos, pero si aparece una exigencia como la que viven otros sectores, otros profesionales que o se adaptan o mueren. El problema con los que se dedican al marketing deriva de que la disrupción parecería que ya pasó, que tenía que ver con la digitalización. Sin embargo, la disrupción real estaba por llegar y era mucho más que digitalizarse, se trataba de transformarse digitalmente y es es mucho más complejo y profundo que empezar a diseñar campañas desde un iPad.

En un congreso internacional de marketing como el que tuve el gusto de ser ‘speaker’ el pasado viernes, un buen número de expertos ofrecieron sus teorías y experiencias a fin de generar el debate entre los asistentes. En este caso, más de 1200 personas venidas de 8 países, pudieron disfrutar con las conferencias de gente del calibre del fundador de Shazam, Dhiraj Mukherjee, del responsable del Cirque du Soleil, Welby Altidor, el gran Geno Church o John Howkins entre otros. Cada uno explicó como el marketing tiene un enlace real con la capacidad creativa, con la manera de explicar las cosas y, a excepción de Fernando Anzures, prácticamente nadie comentó la irremediable necesidad de abrazar la tecnología para garantizar a supervivencia profesional.

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Sin tecnología asociada no hay futuro. De la agencia tradicional, incluyo las agencias digitales de los últimos años, no van a poder competir en breve con aquellas que han empezado a utilizar modelos de gestión vinculados a la Inteligencia Artificial, la gestión de datos masiva, la automatización de procesos y la asistencia periódica a entornos no existentes y virtuales. ‘Ni storytelling, ni branding, ni creatividad, ni nada que se parezca a lo de siempre se va a hacer como siempre. Los expertos, los profesionales del marketing van a precisar entender un nuevo mundo que poco o nada tiene que ver con el de hace diez minutos. Algunos ya se han dado cuenta y están convirtiendo sus agencias en verdaderos laboratorios donde no se abandona ninguno de esos términos tradicionales del marketing, pero sí se están estableciendo las tecnologías necesarias para ofrecer soluciones competitivas en este sector relacionando esas metodologías con la automatización eficiente que se nos ofrece en esta revolución económica.

Hace un tiempo, uno de los más grandes publicistas de España me decía que había estado pensando en como sería su agencia en el futuro inmediato. Se puso como frontera apenas una década. Me dijo que visualizaba una oficina muy distinta con menos diseñadores y muchos matemáticos. Seguramente exageraba, pero por ahí va la cosa, en la combinación de técnica, tecnología y creatividad. Para ello recomiendo a los que ahora están pensando si su agencia, su trabajo o el de otros modelos profesionales que puedan compararse (cualquier despacho profesional puede derivarlo a su terreno aunque no sea tan creativo) se pongan en marcha. No van a tener tiempo cuando la cosa se vea desde el horizonte de manera clara. Su velocidad, la marcha de la disrupción es brutal.

Evalúen sus procesos, formen sus equipos, adopten metodología modernas y acepten que hay una inteligencia que supera en muchos campos la nuestra o que, incluso, puede lograr que en su uso, nuestra inteligencia se potencie. Hablo de la inteligencia artificial conviertiéndose en una herramienta de marketing muy eficaz gracias al uso de chatbots, incrementando la experiencia de los clientes, incrementando probabilidades de venta, siendo más rápidos y predictivos en la lectura de oportunidades o atendiendo a los retos que se avecinan y que son irremediables.

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Al terminar mi charla hice una docena de preguntas a los asistentes. La mayoría de respuestas fueron negativas. Cada ‘no’ era un punto más de urgencia. No las voy a relatar aquí, pertenecen al mi propio método de consultoría y a la exposición de dicha conferencia y hay que reservar alguna sorpresa por si vienes a la próxima. Sin embargo, un ejemplo que es premonitorio del estado de comprensión del momento, es que el 90% de los asistentes desconocían los términos siguientes y que ya mismo están siendo parte sustancial del trabajo de algunos departamentos de marketing en todo el mundo. Son términos que surgen del trabajo del experto en marketing Manu Monasterio y que definen el uso de la Inteligencia Artificial en el ámbito del marketing. Se trataba de M2M Machine to Machine, del Man to Machine, del Managing Smart Data, del M- GloCal, del Making Smart Productos, del Marketing Dynamic Prices, del Multi e-Channels y del Machine generated Communication.

La cuestión, resumida, trata de que si te dedicas a esto, reflexiones de cómo vas a venderle un yogourt a tu cliente del futuro. ¿Cómo lo harás cuando quien decida la marca que se compra sea la propia nevera y no el dueño de la misma? ¿Qué solución plantearás a un algoritmo que decidirá si es mejor un producto u otro en base a criterios alimenticios, de entrega o combinados con los datos familiares en lugar del nombre, el color del envase o el storytelling que le plantees? A la nevera le importará muy poco el branding que haya detrás. El marketing inminente debe pensar en tres campos claros: los contenidos automatizados para la captura de datos, la cosificación del campo comercial y la intervención de chatbots de última generación.  

En resumen, el mundo que viene trata de todo tipo de máquinas inteligentes tratando con directivos de Marketing (o de cualquier sector) para gestionar juntos lo que llamamos Smart Data. Unos datos que suponen más del 90% de la información existente sobre el mercado y el cliente objetivo, permitiendo crear experiencias personalizadas alrededor de sus productos o servicios en un entorno conocido como Revolución Industrial 4.0 y/o transformación digital.

El lema del EXMA 2018 era ‘the marketing economy’, pues muchos defienden la relevancia de ‘la economía de la creatividad’, pero la verdad irremediable es que en realidad, la que ya está aquí es la llamada ‘Economía de los Algoritmos’. Posiblemente la combinación de ambas será la clave. No verlo o negarlo es suicida.

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Cuando un algoritmo decide si la empresa debe contratarte o no.

Es más normal de lo que parece. Más habitual como mínimo. La gran mayoría de las empresas listadas en el famoso Fortune 500 utilizan automatizaciones inteligentes para entrevistar futuros candidatos a ingresar en sus plantillas. No hablo sólo de cuestionarios o modelos de aprendizaje a partir de sistemas de datos que puedan ofrecer conclusiones de tipo psicológico o de habilidades profesionales. Se trata de la incorporación de avatares digitales cuyo comportamiento es el de un robot con cierto grado de interacción. De hecho, se sabe que un gran número de estas empresas eliminan personas que puedan ser miembros de sus plantillas simplemente con un escaneo de palabras clave en sus candidaturas. De hecho esta es una tendencia que crece de manera exponencial, son cada vez más las compañías que utilizan la inteligencia artificial y las herramientas de aprendizaje automático para evaluar posibles empleados.

Es más normal de lo que parece. Más habitual como mínimo. La gran mayoría de las empresas listadas en el famoso Fortune 500 utilizan automatizaciones inteligentes para entrevistar futuros candidatos a ingresar en sus plantillas. No hablo sólo de cuestionarios o modelos de aprendizaje a partir de sistemas de datos que puedan ofrecer conclusiones de tipo psicológico o de habilidades profesionales. Se trata de la incorporación de avatares digitales cuyo comportamiento es el de un robot con cierto grado de interacción. De hecho, se sabe que un gran número de estas empresas eliminan personas que puedan ser miembros de sus plantillas simplemente con un escaneo de palabras clave en sus candidaturas. De hecho esta es una tendencia que crece de manera exponencial, son cada vez más las compañías que utilizan la inteligencia artificial y las herramientas de aprendizaje automático para evaluar posibles empleados.

Recientemente he participado en la definición de cómo desplegar uno de estos sistemas en una de las aseguradoras que trabaja en nuestro país. He podido comprobar como la confianza en estos modelos sintéticos va en aumento tras una resistencia inicial. Los resultados avalan la eficacia de tenerlos en cuenta. Sin embargo, hay algunos aspectos que deben configurarse teniendo en cuenta la intervención humana y, probablemente, un cierto grado de instinto que, de momento, las máquinas aun no han podido imitar. Pero la realidad es la que es y la revolución que la Inteligencia Artificial está propinando es brutal e imparable. Los desarrollos que trabajan a rendimiento son muchos. Un ejemplo es la empresa DeepSense, con sede en San Francisco, ayuda a los gerentes de contratación a analizar los perfiles en redes sociales de los candidatos para revelar los rasgos subyacentes de la personalidad. La compañía dice que usa esta prueba de personalidad con base científica, y puede hacerse con o sin el conocimiento de un candidato potencial. Primer gran debate ético.

Esta práctica es una tendencia general en un buen número de grandes empresas de contratación americanas y también en muchas europeas. La idea es alejarse de la evaluación de los candidatos en función de sus hojas de vida profesional y las habilidades que dicen tener, y pasar a tomar decisiones de contratación basadas en las personalidades de las personas y sus enlaces vitales y emocionales con su entorno personal y, por derivación, profesional. Segundo debate ético.

Esto no es más que un nuevo vértice en algo que llamamos ‘el futuro del trabajo o el trabajo del futuro’. Algo que se está convirtiendo cada vez más en una realidad de hoy para millones de empleados, empleadores y empresas de todo el mundo. Las conclusiones del informe del World Economic Forum sobre el futuro del empleo analizan las tendencias esperadas en el período 2018-2022 en 20 economías y 12 sectores industriales y especifican claramente donde se sitúa el foco. Un foco para el que parece claro tiene reservado un papel relevante el ‘recruitment robótico’. Estas claves son:

  1. La automatización, la robotización y la digitalización se van a ir equilibrando en todos los sectores.

  2. Hay una perspectiva de creación de empleo neto, pero las empresas deben saber que eso no va a ser inmediato, primero vendrá la destrucción del mismo.

  3. La división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos está cambiando exponencialmente.

  4. Las nuevas tareas en el trabajo están impulsando la demanda de nuevas habilidades que muchas veces no se reflejan en las hojas de vida laboral de los demandantes.

  5. Todos tendremos que convertirnos en aprendices de por vida e ir a trabajar pensando que nuestro puesto laboral está en beta constante.

Pero volvamos a los responsables ‘robóticos’ de contratar. En el video que acompaña abajo vemos al periodista Jason Bellini del Wall Street Journal ‘jugar’ con esta revolucionaria tecnología que está reconfigurando nuestro mundo profesional y que está afectando de forma notable aspectos tan humanos como la propia felicidad, la salud y la productividad. La profesora de sociología y derecho de Cornell, Ifeoma Ajunwa, es una de las voces más críticas con este modelo. Le preocupa el potencial sesgo que estas herramientas pueden tener a la hora de decidir quién puede ser un empleado adecuado y cuál no. De hecho, y en esto comparto su opinión, a veces abrazamos los avances tecnológicos un poco a lo loco, sin analizar el estado del arte de los mismos, sin probar en el laboratorio sus consecuencias, sin tener datos suficientes para interpretar sus consecuencias a medio plazo. No obstante, ahí los tenemos. Trabajando a pleno rendimiento, analizando perfiles humanos como si un capítulo de ‘Black Mirror’ se tratara.

En el sistema que antes comentaba y que hemos puesto en marcha en una aseguradora, el alcance de este software, de este sistema experto capaz de estructurar informes de conveniencia de un candidato para una empresa determinada, contiene un algoritmo que compara el tono de voz de los sujetos analizados con otros que ya trabajan en la empresa, los grupos de palabras que utilizan en sus redes con las que utilizan los usuarios desestimados anteriormente y las micro expresiones faciales con personas que han sido identificadas previamente como de alto rendimiento en el trabajo. Tercer gran debate ético.

Se me ocurren varias preguntas. Si eres un director o directora de Recursos Humanos, ¿utilizas estos sistemas? ¿los usarías? ¿has oído hablar de ellos? Si eres un candidato o candidata, ¿los han usado contigo? ¿crees que sería bueno para ti? ¿Sabías que posiblemente ya los utilizaron contigo? No todo va a ser robots simpáticos moviendo objetos en un almacén, coches conduciéndose solos, idílicas cocinas conectadas a tu oficina o niños hiperconectados y vestidos con ropa del espacio. No, el futuro conlleva un análisis de sus consecuencias antes de que se nos revelen complejas. En este caso, los responsables de RRHH tienen delante a quien les va a quitar el trabajo ya mismo. Otra disrupción.

Hablo muchas veces de la previsión económica a las consecuencias de esta revolución, pero es preciso debatir para tomar decisiones ante un desafío monumental que va más allá del mero hecho económico, hablo de complejas relaciones entre la vanguardia y la ética. La lejanía entre lo que se avecina y lo que se está previendo es de aurora boreal. El desconocimiento entre la revolución sintética que nuestra sociedad va a asumir sin fórceps es tan gigantesco que asusta. La miopía sobre el modelo de país que se va a exigir en muy breve espacio de tiempo y el que se está discutiendo por nuestros gobernantes es verdaderamente un espanto bíblico.

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Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Robotica Marc Vidal

No te vas a quedar sin trabajo, te vas a quedar sin el trabajo que haces ahora.

Ya hay fecha. Será en 2025. Según el trabajo presentado por el  World Economic Forum, The future of jobs 2018, basado en una encuesta a directores de recursos humanos y a los principales ejecutivos de empresas de doce sectores en veinte economías desarrolladas y emergentes representantes del 70% del PIB mundial, ese año habrá más máquinas inteligentes trabajando que personas. A falta de apenas 7 años para eso, el 29% de la actividad económica la soportan robots y automatismos. Mucho más de lo que, escuchando nuestros gobernantes, algunos consideran. La cifra que aporta el WEF deja claro que el proceso de sustitución se está acelerando sustancialmente. En apenas un rato, en el 2022, ya estaremos en un nada despreciable 42%.

Ya hay fecha. Será en 2025. Según el trabajo presentado por el  World Economic Forum, The future of jobs 2018, basado en una encuesta a directores de recursos humanos y a los principales ejecutivos de empresas de doce sectores en veinte economías desarrolladas y emergentes representantes del 70% del PIB mundial, ese año habrá más máquinas inteligentes trabajando que personas. A falta de apenas 7 años para eso, el 29% de la actividad económica la soportan robots y automatismos. Mucho más de lo que, escuchando nuestros gobernantes, algunos consideran. La cifra que aporta el WEF deja claro que el proceso de sustitución se está acelerando sustancialmente. En apenas un rato, en el 2022, ya estaremos en un nada despreciable 42%.

Lo interesante de este estudio no es la cifra. Hasta ahora cualquier informe sobre este asunto era como el anuncio de una catástrofe sin remedio. En este caso, sin dejar de mostrar preocupación, es algo más positivo en cuanto a las opciones que tenemos de aprovechar todo este cambio. Vivimos una revolución industrial como otras veces, la Cuarta, y por ello el discurso oficial ha sido parecido al que vivieron los contemporáneos de cada una de las tres anteriores. Miedo y preocupación ante la sustitución de la fuerza laboral por algún tipo de máquina. Ahora, sin embargo, el mensaje está mutando hacia una especie de soflama que pone en valor las oportunidades económicas, laborales y sociales que se nos presentarán en breve.

Pero no todos vamos en el mismo tren. Lo digo una y otra vez. Esto no es automático, hay que plantear políticas activas que posibiliten que suceda sin traumas o minimizando las consecuencias negativas, hay que pensar en Ministerios del Futuro. Hablamos de que la mayoría de los empleados de todo tipo de empresas deberán reciclarse y rápido, asumir que las plantillas serán recortadas y que los cambios de empresa, sector o habilidades serán imprescindibles para muchos de ellos. No te vas a quedar sin trabajo, te vas a quedar sin el trabajo que haces ahora.

La revolución robótica supondrá un recorte de plantilla fija en el 50% de las empresas, según ese informe. Aunque se estima un crecimiento neto del empleo, este cambiará significativamente en calidad, ubicación, formato y permanencia. Va a ser imprescindible invertir en personas a parte de en la compra de automatismos, software inteligente y robots. Y eso habría que ir haciéndolo ya. Muchas empresas están cometiendo un error estratégico importante. En el informe, especialmente cuando se refiere a Europa, detecta una limitación en la inversión prevista en capacitar a empleados durante los próximos años. Se considera que muchos de ellos no estarán preparados para asumir el cambio y será mejor contratar bajo demanda a personal en cada operativa que surja. Un error importante que aleja el papel de la tecnología en esta revolución: la transformación digital no es una metodología en sí misma, sino un modo cultural que engloba al personal existente y que permite cambiar procesos y modelos de trabajo digitalizándolos para hacerlos más eficientes.

Mi trabajo consiste en ayudar a empresas en este tránsito, formando equipos o trabajando en su propia transformación estratégicamente. En algunas de las primeras reuniones con quienes nos contratan se habla de sustituir personas y/o comprar tecnología. Mi tarea consiste en demostrar que eso es un error mayúsculo muchas veces y que lo que debemos abordar es un salto tecnológico para modificar procesos entre otras cosas pero formando al propio personal. Generar valor a partir de un cambio cultural en la compañía que permita extraer todo lo bueno de la inteligencia artificial, del big data, de la automatización, pero también del trabajo colectivo desarrollando nuevas habilidades en todos los miembros de la empresa, por grande o pequeña que sea.

Y es que habrá más trabajo, pero será muy distinto y pronto. Cambiarán calidades, formatos, ubicaciones e, incluso, el concepto de empleo y su deriva real. Se avecina una destrucción de empleo notable a la vez que se debería preparar el tejido industrial para generar uno nuevo. La pérdida de empleos prevista en sector del consumo es enorme. Entre los empleos que se estima tendrán más demanda figuran los basados en la tecnología o potenciados por ella. Los fundamentados en habilidades humanas también irán a más. Todo lo que no sea automatizable tendrá un valor incalculable. En cambio, los que se basan en rutinas desaparecerán.

Y la cosa puede verse desde dos vértices. Esta carrera comportará nuevos problemas pero también oportunidades. Dice el WEF que con los robots se destruirán 75 millones de empleos en el mundo en 5 años, pero que surgirán nuevas funciones que permitirán crear 133 millones. Una creación neta de 58 millones. El problema es el de siempre: ¿dónde se van a crear? ¿Que países se están preparando y cuales no? ¿Nuestra clase política se ha puesto en marcha? ¿Lo saben las empresas? ¿Somos conscientes del monumental desastre o maravillosa oportunidad que se avecina?

Esto va de tener conocimiento, analizar la situación, plantear una hoja de ruta y ponerla en marcha. Hay, como hemos visto, opciones de que este cambio bíblico no se nos lleve por delante, pero también existen amenazas de que sí lo haga. Depende, como siempre de dos agentes: un liderazgo político que se deje de menudencias y una revolución íntima de todos nosotros para entender el punto exacto en el que nos encontramos. No todo es asunto del gobierno, se trata de si nosotros hemos entendido la suerte de vivir este momento histórico.

No es momento de subir impuestos, eso es un error monumental ahora mismo. Se trata de estimular la inversión para afrontar los cambios que vienen. A cada décima impositiva de más, son millones de empleos que peligran por la falta de inversión en la transformación de las empresas. A cada intento por penalizar a una empresa tecnológica por el mero hecho de serlo miles de empleo se van por la alcantarilla del futuro inmediato. Es urgente saltarse esta pantalla y ponerse a jugar en la siguiente, una que por cierto ya va con Realidad Aumentada.  

La destrucción de empleo previsible en los próximos años, especialmente a partir de 2022, no habrá manera de detenerla sino se hace algo desde ya. Aun estamos a tiempo. A tiempo de poner en marcha un plan para crear las vacantes necesarias, modificar las existentes y estructurar una sociedad que soporte un empleo muy distinto al actual sin situaciones dramáticas. Un plan para ejecutarlo. Menos análisis pues sólo crea parálisis.

Será imprescindible formar a las personas. Los robots no van a quitarte el empleo, en todo caso, tu trabajo peligra en manos de alguien que se lleve mejor que tu con un robot. Son necesarias políticas activas que estimulen la inversión en ese sentido y en la integración de tecnología estudiando el impacto en el personal y en los requerimientos obligatorios. Se deben abrir debates urgentemente acerca de jornadas laborales distintas, de renta básica, etc. Discusiones que quienes deben plantearlas desconocen en su verdadera envergadura o consideran que suponen desgastes electorales que no quieren asumir. También es necesario saber que piensas hacer tú. Empresario que debe invertir en transformar su empresa o trabajador que tiene que tiene que sentirse en ‘beta’ constante y donde no hay empleo seguro. En unos minutos sale el tren del futuro inmediato. En España me temo no hemos comprado ni el ticket. Para los amigos que me leen desde otros países, la pregunta también es válida.

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Apps, Lifestyle, Sociedad Marc Vidal Apps, Lifestyle, Sociedad Marc Vidal

El videojuego 'Fortnite' causa del 5% de los divorcios en Reino Unido.

Mientras Tinder u otras aplicaciones han sido culpabilizadas de muchos matrimonios fallidos, resulta que el enemigo dormía en casa. Según un informe publicado por Divorce Online, un ‘site’ del Reino Unido que ofrece información y servicios a las parejas que se están separando, al menos doscientas solicitudes de divorcio presentadas en ese país este año citaron el videojuego en línea ‘Fortnite’ como una de las razones de la ruptura. Te dejo sobre el nombre el enlace a su página. Como dicen, juega con moderación.

Mientras Tinder u otras aplicaciones han sido culpabilizadas de muchos matrimonios fallidos, resulta que el enemigo dormía en casa. Según un informe publicado por Divorce Online, un ‘site’ del Reino Unido que ofrece información y servicios a las parejas que se están separando, al menos doscientas solicitudes de divorcio presentadas en ese país este año citaron el videojuego en línea ‘Fortnite’ como una de las razones de la ruptura. Te dejo sobre el nombre el enlace a su página. Como dicen, juega con moderación.

Pues como lo oyes, estas cifras equivalen aproximadamente al 5% de las 4,665 peticiones de divorcio que esa empresa ha manejado desde el comienzo de año. Sin duda se puede tomar como estadística interesante. Cómo mínimo es un indicador de cómo la tecnología del entretenimiento digital en red puede ser un verdadero problema personal y social.

De momento no sabemos las especificaciones que estos jugadores apasionados consideraron que Fortnite contribuyó a sus rupturas pero esta claro que su naturaleza adictiva genera muchos problemas. La adicción a las drogas, al alcohol y al juego se suelen mencionar a menudo como razones para que las relaciones terminen y, a medida que la tecnología digital se hace cargo de nuestras vidas, muchos ya argumentan que las redes sociales, y su deriva como juego, pueden ser tan adictivas como las drogas.

Si alguien pensaba que la sensación del ‘gaming’ mundial actual, ‘Fornite’, era una cosa de adolescentes se equivoca. Este y otros juegos similares lo están modificando todo. Aproximadamente la mitad de los jugadores son adultos. De acuerdo con las últimas estadísticas de la firma de inteligencia de mercado Newzoo, un total del 40% de los jugadores de otros fenómenos como ‘League of Legends’ juegan a ‘Fortnite’ y a ‘Pubg’, otro muy parecido. Te cuento que es Fortnite por si no estás familiarizado. Se trata de un juego de supervivencia cuyo modo más popular, es un concurso multijugador de secuencias de acción al estilo Hunger Games (Los Juegos del Hambre) en el que el objetivo es acabar con todos los demás jugadores. Te tienes que quedar solo. Mi hijo lo ha logrado varias veces.

Lanzado por Epic Games el año pasado, Fortnite se puede descargar gratis y está disponible en casi todas las plataformas de juegos. Casi el 70% de los jugadores de Fortnite compran elementos digitales, como nuevos accesorios para sus personajes. Este grupo de jugadores que compran se ganstan un promedio de 70 euros mensuales en el asunto.

Tomando los datos del pasado mayo, Fortnite facturó casi 300 millones de dólares. Aproximadamente 125 millones de personas en todo el mundo jugaban Fortnite en todas las plataformas a partir del pasado junio y más de 40 millones inician sesión cada mes. Un escenario que exige que lo tengamos en cuenta a nivel económico y social. Si no habías oído hablar de todo esto, va siendo hora de ver que se cuece en entornos virtuales como este.

Lo preocupante de estas estadística radica en lo que realmente supone un mundo vinculado al gaming masivo, conectado y con millones de aficionados en el mundo. Estos datos son solo una minucia en el debate más amplio sobre cómo las pantallas están afectando a los activos más importantes en nuestras vidas: el tiempo y nuestras relaciones.

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Haz la siguiente prueba. Lee estas preguntas y se honesto contigo mismo considerando si sabías las respuestas, si te sorprenden o si por el contrario todo esto ya lo conocías. Aunque Fortnite no es directamente un eSport si podemos extrapolar la importancia del sector videojuegos y la nueva realidad social y económica que se está generando de manera exponencial a su alrededor. ¿Sabias que…?

  • ¿Los eSports recaudaron 700 millones en 2016 y en 2020 serán 2.000 millones?

  • ¿La final del League of Legends World Champion tuvo 90 millones de espectadores? Para comparar, la SuperBowl fue seguida por 112.

  • ¿En 15 dias ese torneo tuvo 370 millones de horas de visionado digital en 18 idiomas?

  • ¿Que el egamer estrella se llama Saahil Universe Arora, se calcula que gana al año entre torneos y publicidad algo más de 4 millones de dólares.

Fortnite no hace mucho más que lo que hace la televisión con tu vida sexual: la amortigua por decirlo de una manera suave. Si tu pareja se pasa mucho rato encerrada en algún lugar de casa con un dispositivo conectado y sin salir, no pienses lo peor, sólo está jugando a Fortnite y eso no tiene que ser motivo de separación. Igual hablando lo arregláis.

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El futuro de la televisión pasa por la realidad aumentada y el 'blockchain'.

El pasado viernes las redes se inundaron con un video de Weather Channel que mostraba una manera espectacular de explicar la información meteorológica. Utilizando la Realidad Aumentada, el espectador podía ver los efectos del huracán Florence al llegar a tierras americanas como si la meteoróloga Erika Navarro estuviera en un barrio concreto mientras se veían las afectaciones del temporal pero con salvedades físicas imposibles en la vida real.

El pasado viernes las redes se inundaron con un video de Weather Channel que mostraba una manera espectacular de explicar la información meteorológica. Utilizando la Realidad Aumentada, el espectador podía ver los efectos del huracán Florence al llegar a tierras americanas como si la meteoróloga Erika Navarro estuviera en un barrio concreto mientras se veían las afectaciones del temporal pero con salvedades físicas imposibles en la vida real.

The Weather Channel ha estado utilizando la realidad aumentada desde 2015 cuando se asoció con el proveedor de contenido y tecnología The Future Group y su impresionante tecnología Immersive Mixed Reality. La tecnología debutó en junio, cuando el meteorólogo Jim Cantore lo utilizó para guiar a los espectadores a través de lo que sucedería si un tornado golpeara los propios estudios del canal. Una demostración que muestra el poder de los rayos siguió en julio.

Lo interesante de esta tecnología es que la cosa no se queda en la información meteorológica sino que podrían estar dando las señales de hacia donde va la industria del entretenimiento audiovisual. Si mezclamos juego, deporte, información, espectadores en plató o en sus casas, gafas de realidad aumentada o virtual, escenarios no existentes y personajes creados por ordenador pero interactivos con el espectador, la cosa empieza a tomar un tono de ciencia ficción importante. Pero no es ciencia ficción. Tiene muy poco de ficción y mucho de ciencia, una ciencia que ya estaba en marcha pero requería tecnología capaz de mostrarlo. Ya la tenemos.

Otra de las necesidades era la audiencia. La generación del milenio, pero especialmente la generación Z, son, de forma natural, consumidores de un mundo mixto entre lo real y lo virtual, una realidad aumentada que les acompaña en la geolocalización, en sus conversaciones, en el deporte y en definitiva en un plano físico y digital que ya no tiene mucho sentido diferenciar.

La industria del entretenimiento en general, incluyendo televisión, gaming, cine, música o lo que quieras, viene de una revolución reciente que pareció modificarlo todo. Quien y como consumía los contenidos ha mutado de manera importante en muy poco tiempo. Sin embargo, la cosa no iba solo de un modelo de consumo sin intermediarios, a la carta o vinculado a plataformas digitales. Ni tan siquiera hablamos de convertir en servicio muchos de los productos de antes. De hecho es muy probable que la revolución de los contenidos, del entretenimiento audiovisual, ni tan siquiera halla hecho nada más que empezar y el asunto se complique aun más.   

Los datos que se desprenden del propio consumo audiovisual de esos contenidos se ha convertido en un modo de pago en sí mismo. Además el comienzo de la tecnología blockchain ha agregado otra dimensión potencial a la forma en que se difunde, registra y monetiza el contenido. Aunque la mayoría de las personas identifican la tecnología blockchain con las monedas digitales, de hecho, puede aplicarse a una amplia variedad de industrias fuera de los servicios financieros. Las cadenas de suministro, la gestión de datos y las redes sociales podrían incorporar tecnología de contabilidad distribuida para proporcionar soluciones más optimizadas, eficientes y rentables que se ofrecen actualmente.

Y ahora llega lo gordo. El Blockchain combinado con la realidad virtual o aumentada puede transformar radicalmente la forma en que las personas juegan a videojuegos, ven conciertos o miran la televisión de siempre. Netflix ya ha demostrado cómo los medios de comunicación ‘over-the-top’ pueden ofrecer entretenimiento y contenido directamente sin la asistencia de los grandes distribuidores.

Combinar la realidad aumentada o virtual con el blockchain llevará los servicios existentes a un nuevo nivel, las personas no solo podrán ver conciertos, partidos y jugar videojuegos en un entorno totalmente inmersivo, sino que también podrán recibir anuncios específicos mientras miran y pagan por ellos usando monedas digitales ya sean criptográficas o no. Digamos que de un plumazo te quitas de encima los players tradicionales, los creadores de contenido tradicionales, la publicidad tradicional, los bancos de siempre, etc.

Y si lo que preocupa es hacia donde va el negocio, es importante saber que esta tecnología tiene el potencial de alterar los modelos comerciales actuales que sustentan el entretenimiento, la publicidad y los propios servicios minoristas. Actualmente, el mercado de la realidad Virtual ha pasado de 2.600 millones de dólares en 2015 a 20.000 millones ahora. En 2022 se estima que alcanzará 66.680 millones para 2022. Hay consultoras como DigiCapital que lo elevan a 90.000 millones. El crecimiento no es que sea exponencial, es de aurora boreal en alta definición.

Pero este nuevo modo de ver la ‘televisión’ por llamarlo de algún modo no se entendería sin el principal actor. No hablo de gafas, de tecnología gráfica, de algoritmos dimensionales. No, hablo de la tecnología de la cadena de bloques que Facebook plantea como futuro del consumo audiovisual, el blockchain, la misma de las monedas criptográficas. Este libro mayor, este hipotético cuaderno donde se guarda todo, es inmutable. Lo será también en este campo y permitirá registrar datos y realizar transacciones entre individuos, proveedores de entretenimiento y minoristas en un entorno interactivo y envolvente que nunca antes había sido posible en línea. Sin esa capacidad de interacción comercial rápida entre el anuncio que espero y lo que quiero comprar, sumando la opción de compra inmediata, todo lo otro son simplemente fuegos artificiales. 

Internet hace más de dos décadas transformó la vida cotidiana de las personas e interrumpió los modelos comerciales existentes de una manera que nunca podría haber sido prevista por los expertos de la industria en ese momento. Las tecnologías virtuales que afectan a la realidad tal y como la entendemos y la gestión criptográfica de los datos en forma de ‘moneda’ tienen el mismo potencial disruptivo sumados. El modo en el que las empresas entiendan esta contabilidad distribuida, esta mezcla tecnológica que les afectará, determinará el futuro de éstas.

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Se avecina una nueva revolución en el mundo del entretenimiento y no es sólo si te pones o no unas gafas de realidad aumentada o virtual o si el meteorólogo se presenta en medio de un ciclón. Lo relevante será que los consumidores finalmente decidirán cómo reciben el contenido y a qué empresas respaldarán a partir de eso, el modo más inmersivo posible lo único que será es el interface por el que entregarán un inmenso caudal de datos que se estructurarán comercialmente en la ‘cadena de bloques’. Que empiece la función.

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Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal

Signos de desaceleración, los retos del futuro y la Tierra es plana.

Hay quien asegura que la Tierra es plana. Hay millones de personas que lo creen y se reúnen para mostrarle al mundo sus teorías e, incluso, llegan a mostrar curiosas pruebas. En frente, los que pensamos que nuestro planeta es una esfera que flota en el espacio, no solemos entrar en ese debate porque está fuera porque nos parece totalmente absurdo hacerlo. En realidad discutir si este mundo es plano o esférico parece, a simple vista, una pérdida de tiemp. El debate debería centrarse, en ambos bandos, en la calidad de vida de la gente que lo habita, de su futuro, de las oportunidades que tenemos todos en él, ya sea una lámina o una pelota.

Hay quien asegura que la Tierra es plana. Hay millones de personas que lo creen y se reúnen para mostrarle al mundo sus teorías e, incluso, llegan a mostrar curiosas pruebas. En frente, los que pensamos que nuestro planeta es una esfera que flota en el espacio, no solemos entrar en ese debate porque está fuera porque nos parece totalmente absurdo hacerlo. En realidad discutir si este mundo es plano o esférico parece, a simple vista, una pérdida de tiemp. El debate debería centrarse, en ambos bandos, en la calidad de vida de la gente que lo habita, de su futuro, de las oportunidades que tenemos todos en él, ya sea una lámina o una pelota.

Algo así pasa con el debate político en España estos días. En lugar de alarmarnos ante un futuro realmente incierto, el que va a afectar a nuestros hijos, el de la automatización de todo, el de la incorporación de la inteligencia artificial en nuestro entorno, el de cómo una economía no robotizada va a ser capaz de soportar la competitividad y a su vez pagar nuestras pensiones, en lugar de todo eso, el debate está ubicado en una aurora boreal parlamentaria y periodística que asusta.

Cuando acabe este año, 300.000 robots destinados a realizar tareas básicas en cadenas de producción, cocinas industriales, obras públicas y privadas, grandes almacenes, zonas de vigilancia, etc., y más de 120.000 sistemas de software inteligente creados para instalarse en despachos profesionales de todo tipo, habrán sido solicitados por empresas de todo tipo en Europa. A finales de 2020 los pedidos de este tipo de automatismos en hardware o software alcanzarán el millón. Los pedidos a estas empresas que los están desarrollando así lo certifican. Cuando se entreguen estas comandas, al no haber preparado el cuerpo laboral para ser colaboradores imprescindibles de estos robots, la mayoría de trabajadores serán sustituidos irremediablemente. La forma vencerá al fondo.

Se puede impedir no obstante el colapso con la formación específica, la transformación del empleo buscando los sectores que generan valor y en valorar lo que significará trabajar en un futuro inmediato entendiendo una estrategia empresarial y económica para afrontarlo. El liderazgo debería ser político. Es lo único que se les pide. Es la política quién debe marcar el modelo de transformación necesario, estimularlo y dinamizarlo. La hostia va a ser inmensa como no se haga y se haga ya. Lo que pase en Europa nos afecta, pero lo que no hagamos aquí nos sentencia.  

El futuro económico de un país se puede afrontar de dos maneras. Por un lado con la inacción de quienes desconocen el verdadero alcance de los cambios que se están produciendo en el mundo o, por otro, con la ilusión que tal desafío supone. En el primer caso se puede simular un interés por la tecnología y los cambios sociales aunque simplemente supongan pura cosmética. En el segundo se incluyen las políticas activas a fin de prever las necesidades de un futuro complejo y en el que pocas cosas van a mantenerse como ahora las entendemos. Los grandes contratos sociales van a modificarse integralmente y de manera rápida. Es en esta última manera con la que un país que depende del sector terciario, de los servicios y de una industria tradicional, debería apresurarse a trabajar. Las pensiones, el estado del bienestar y una clase media que no para de menguar sólo se pueden garantizar afrontando ese futuro inmediato con una estrategia económica y política que apueste claramente por modificar su modelo de crecimiento y sus estructuras sociales resultantes. 

España, y otros países, parecen vivir de espaldas a la realidad que se avecina. La automatización va a expulsar del sistema laboral a millones de personas y nadie está haciendo nada relevante para evitarlo. El tiempo pasa y el mundo gira. Mientras la hipotética bonanza económica se iba afianzando en nuestro país, un sedimento que ya denuncié hace tiempo lo embarraba todo. Crecer a expensas de un empleo sin valor añadido, dependiente de ciclos estacionales y con cotizaciones insuficientes para soportar el estado del bienestar, no parecía una buena idea. Mientras, otros países de nuestro entorno han apostado decididamente por generar valor en una economía tecnológica más allá del titular o del ‘programa’ de turno, el nuestro se frena irremediablemente antes de tomar medidas relevantes.

España ya está en plena desaceleración. Tal vez nunca aceleró. Los datos macro a veces no muestran adecuadamente lo que está pasando. Por lo menos si no los descuartizas y los repasas en detalle. Creábamos empleo pero era un empleo de guardería. Un empleo que, como se ha visto a finales de agosto, dependía de un sector que como se resfríe vamos a pasar la madre de todas las gripes. Depender del turismo tiene su cosa. Y es que la propia OCDE avisa que la actividad nacional se deteriora más que en el resto de países. La pérdida de velocidad de la economía europea, de la que España parecía estar exenta, ya nos arrastra también. El bajón de la actividad en el mes de julio en España fue mayor que en sus parientes de la UE. El gobierno sigue considerando que vamos a crecer al 2,7% aunque ya hay quienes advierten que esa cifra podría verse recortada en una o dos décimas. Esto es muy destacable. En el caso de España, crecer al 2,7% o al 2,5% representa estar en zona de creación de empleo o todo lo contrario. Sabemos que nuestro país es incapaz de crear empleo neto por debajo del 2,4% de crecimiento. Ni tan siquiera empleo precario. No hablemos de empleo de alto valor.

 

Seguimos sin estrategia real hacía donde dirigir nuestro modelo productivo. Mantenemos la inercia de lo que siempre nos ha ido bien. Incluso de lo que nos dio el mayor de los sustos. España estimula la economía vinculada al turismo y al sector inmobiliario, lo hace por falta de acción política y por un factor cultural y social. Pero la menor actividad de Europa será el detonante de una recesión inminente, ya que el 70% de nuestras exportaciones se dirigen a los países de nuestro entorno. Las muestras son pura estadística, pero vale la pena abordarlas en su conjunto: la demanda exterior ya restó 0,2 puntos al crecimiento del PIB anual en el segundo trimestre. Entre abril y junio, las ventas al exterior menguaron un 1% frente a los tres meses anteriores. El consumo pasó de crecer un 0,7% en el primer trimestre al 0,2% en el segundo. El paro registró su peor agosto desde 2011. Es decir, los vientos favorables que llegaban de Europa con su recuperación, ahora es viento en contra. Lo jodido es que España no se preparó durante la bonanza de principios de este siglo, no supo abordar correctamente la crisis, no ha sabido estructurar un nuevo modelo de crecimiento aprovechando estos últimos años de recuperación y no está en la mejor condición para enfrentarse ahora a una mala racha en la economía global. No se han hecho los deberes y no hay intención de hacerlos visto lo visto. Hay temas más importantes parece ser.

Para que no me llamen catastrofista, eso ya lo sufrí hace más de una década, diré que una desaceleración no es algo de lo que preocuparse. Lo grave es cuando se ignora como dice Daniel Lacalle. Como se ha ignorado en general el futuro al que se avecina nuestro mundo, no teniendo en cuenta cual debe ser el modo de afrontar este desafío que supone una sociedad vinculada a la Cuarta Revolución Industrial.

Quedaremos a la espera de que se sintetice un plan económico lo más detallado posible por parte del gobierno actual una vez terminen los fuegos artificiales. Un plan que sea claro, que se deje de globos sonda, de opiniones dispares y de planteamientos que afectan y mucho a las opciones de inversión de empresas de tipo tecnológico. Al fin y al cabo son éstas las que suelen estimular los cambios en el modelo productivo. Así ha pasado en otros países. Flexibilizas el mercado laboral y haces atractivo el modelo fiscal y las empresas que protagonizarán el futuro, las que van a crear empleo de valor, se aproximan y te ayudan a transformar tu estructura económica. A cambio, nosotros tenemos sólo preguntas en el aire: ¿Será verdad lo del 15% de Sociedades? ¿Habrá impuesto a las transacciones financieras? ¿Y a las tecnológicas? ¿Se endurecerá la tributación de las sicavs? ¿Seguirán teniendo deducciones los planes de pensiones?

Nos dirán que la desaceleración no es para asustarse. Probablemente no, pero los indicadores que la explican si son destacables. Las ventas minoristas disminuyeron en julio, el indicador de sentimiento económico que retrocedió al peor nivel desde abril de 2017, las ventas en grandes empresas y el índice de producción industrial perdieron impulso en junio, el mismo mes que se amplió el déficit comercial, la constitución de hipotecas y la cifra de negocios empresarial se desaceleraron en junio, las salidas netas de capital fueron por valor de 11.127 millones, muy superior a la de mayo en que salieron 884 millones.  

Y, por si fuera poco, tenemos el asunto del turismo como decía antes. La caída del número de visitantes se achaca a diversos motivos: recuperación del sector en el entorno mediterráneo, el mundial u otros. Son ciertos. Como también que asegurar que los turistas gastan más y con ello se compensa la caída bruta de unidades es hacerse trampas al no contemplar la propia inflación que maquilla resultados cuando nos interesa. El problema no es ese, el verdadero asunto es que pocos ven el aviso que supone que el turismo tenga momentos mejores o peores dependiendo de factores externos.

La economía española tiene una dependencia de este sector cercana al 15% y posiblemente si aplicamos factores secundarios un poco más. El empleo vinculado roza el 17% directo. Ojo a esto. Da bastante igual si la caída depende de Turquía o de la lluvia. El problema es que dependemos de su crecimiento. Si este motor se detiene no hay sustituto. Ya pasó con el sector inmobiliario, se detuvo y el motor que debía sustituirlo, la industria, no estaba engrasado. Ahora ¿qué motor tenemos listo? Deberíamos correr para preparar uno que tenga que ver con un nuevo mundo, el que gira ahí afuera y el que a muchos de sus señorías les va a explotar en las narices. Lo chungo es que a nosotros también nos va a manchar. Por eso, si tienes una empresa, si eres un directivo con responsabilidades, déjate de titulares, de lecturas ajenas a la realidad que se muestran por todas partes, y ponte en marcha, transforma tu empresa, fórmate y construye tu futuro. El tiempo vuela.

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Amazon supera el billón de dólares de valoración, casi el PIB español.

Ayer las acciones de Amazon subieron un 1.9% permitiendo que superara por primera vez la valoración de un billón de dólares. Recordemos que el PIB de España supera ligeramente los 1,2 billones, es decir, una barbaridad. Apple había llegado a superar esa gigantesca barrera del billón de dólares de valoración bursátil hace muy poco tiempo. Con esta gesta ya son tres empresas las que lo han logrado alguna vez. La tercera fue la energética PetroChina Co. que cruzó brevemente esa valoración a finales de 2007. Sin embargo se desplomó rápidamente debido a la caída de los precios del petróleo en la crisis financiera.

Desde que Jeff Bezos fundara Amazon en un garaje de Seattle en 1994 vendiendo libros, hasta que ahora él mismo sea la persona más rica del mundo, la evolución de su compañía se ha caracterizado por la diversificación absoluta y por la búsqueda de poner al cliente en el centro de la cadena de valor a partir del conocimiento y estudio de su comportamiento con diversas fórmulas digitales y seguimiento.

Amazon factura 200 mil millones anuales y tiene más de 575.000 empleados. Para analizar esas cifras tenemos que centrarnos en el crecimiento de los últimos años. Es a partir de 2015 que la cosa se dispara notablemente. Las acciones se han triplicado en apenas 3 años, alcanzando un valor máximo de 2.050 US$ ayer mismo. Hay que decir que, sin embargo, tras cruzar la marca del billón, la valoración de Amazon bajó a 988 mil millones poco después. Por cierto, ese club de ‘billonarios’ tiene dos candidatos más que tardarán poco en unirse si todo sigue como hasta ahora. Se trata de la marca global de Google, Alphabet Inc, y de Microsoft Corp.

Yendo mucho más allá de los libros, Bezos imaginó la experiencia minorista de un nuevo modo al ver desde el principio cómo Internet podría conectar a los compradores con una selección de productos mucho más grande de lo que encontrarían en los estantes de las tiendas fueran cuales fueran. Por eso amplió el negocio de libros a música y películas, luego agregó juguetes y electrónica.

La primera revolución vino en 2001, cuando Amazon lanzó un Marketplace digital que quería expandir el inventario más rápidamente al invitar a comerciantes independientes al sitio y cobrarles una comisión por cada venta. Ese modelo participado ahora representa más de la mitad de todos los productos vendidos en Amazon, y muchos de los comerciantes pagan a Amazon tarifas adicionales por el almacenamiento, el embalaje y la entrega. Una idea que en su momento fue discutida por el coste que tenía pero que a la larga ha permitido al gigante americano ofrecer un gran inventario sin tener que comprar nada, una ventaja competitiva clave sobre los competidores del retail que llevan años defendiéndose como pueden.

Otra revolución interna que lo estimuló todo fue cuando en 2006 lanzaron la división de computación en la nube Amazon Web Services. Replicaron lo que ya habían planteado con el Marketplace pero ahora en el ámbito puramente digital y en la nube. Cualquiera puede, en lugar de comprar y mantener sus propios servidores, alquilar la capacidad de la computadora de turno y el almacenamiento de datos en los centros de datos centralizados que administra Amazon. La clave está en que diseñaron un modo de pagarlo en función de cuánto se usaban, algo así como una factura de electricidad. Hoy Amazon lidera el mercado de computación en la nube y Amazon Web Services proporciona más de la mitad de las ganancias de la compañía.

A partir de ahí, Amazon decide colarse en todo. Desde Amazon Kindle para leer todo lo que puedas a Amazon Web Service con todos los servicios web necesarios y pasando por Amazon Market Place para que vendas o compres lo que quieras, el gigante del comercio electrónico no ha hecho más que aumentar sus servicios y buscar con ellos obtener cada vez más datos de sus clientes o usuarios. Amazon Contenidos para ver videos y películas, Amazon Prime, una logística de cuota fija que en realidad se ha ampliado hasta convertirse en una especie de ‘membresía’ con privilegios. Amazon Cash inicia algo parecido a un banco, Amazon Go, las primeras tiendas físicas sin cajeros, Amazon Fresh, la entrega rápida de alimentos o Amazon Echo, el asistente personal que se mete en tu casa con Alexa. Amazon por todas partes. Como he comentado esta mañana en mi colaboración sobre economía del programa Arusitys de La Sexta, Amazon está detrás de casi una cuarta parte de los envíos minoristas en un país como España.

En Arusitys hablando de la valoración de Amazon.

En Arusitys hablando de la valoración de Amazon.

Sin embargo Amazon es un caso a estudiar en cuanto a la fórmula de crecimiento y soporte de los resultados financieros cuando estos no son buenos. Les tomó un tiempo a los inversionistas apreciar las estrategias a largo plazo de Bezos. La acción se ha disparado en los últimos años, en gran parte en base a las apuestas que hizo hace más de una década. Existía la preocupación de que Amazon fuera una empresa sin beneficios porque Bezos invirtió tanto en el crecimiento que a menudo se perdían los trimestres o los resultados con márgenes estrechos.

Se han equivocado varias veces y en lugar de lamentarse han aprendido mucho. El teléfono inteligente Fire fuen un desastre en 2014. Fue quizás, el mayor fracaso de la compañía. Pero Amazon se recompuso y lanzó  el altavoz activado por voz ‘Echo’ y el asistente digital ‘Alexa’. El éxito que significaron no fue previsto por nadie. El uso de un nuevo interface por voz que Apple lleva insistiendo desde que nos instaló a Siri en todos los iOS, Amazon lo sintetizó con un notable éxito rápidamente.

Ahora bien, el mayor éxito de Amazon es Prime. Esta especie de ‘tarjeta digital de fidelización’ fue lanzada en 2005. Bezos tomó prestada la idea de los clubes de compras de almacenes de descuento y ofreció tarifas de envío casi gratuitas a los clientes que pagan una cuota anual. La membresía convierte al comprador ocasional en un cliente atrapado en los descuentos por envío de Amazon. Clientes ansiosos por obtener rendimiento de esa membresía gastando en Amazon una y otra vez. Prime ahora es la puerta de entrada a un coste muy interesante a todo tipo de productos de la compañía. Transmisión de video, almacenamiento de fotos en la nube o los descuentos más recientes en Whole Foods Market, que Amazon adquirió el año pasado. Amazon tiene más de 100 millones de miembros Prime, que utiliza para atraer más inventario a su tienda web por parte de miles de vendedores. La clave es que debido a la gran cantidad de comerciantes la competencia entre ellos provoca que los precios sean extremadamente bajos. Todo ello sin mojarse mucho. Es una obra maestra.

De momento parece que pocos puedan con Amazon. Cualquier batalla la gana. Es difícil pensar quien puede destronarlos a medio plazo. Sin embargo probablemente su talón de Aquiles está en su propia desmedida. La preocupación ante una campaña antimonopolio gubernamental en Estados Unidos o Europa no es algo menor. De momento no hay visos de que eso pueda ser puesto en marcha debido a que Amazon es una máquina de creación de empleo. El ejemplo, como ya expliqué, fue el proceso de licitación de una segunda sede de Amazon en Estados Unidos. Se lo rifaron. ¿Seguirá creciendo? ¿Hasta donde puede crecer? ¿Será finalmente un banco con servicios complementarios? ¿Cuándo empiecen a automatizar en serio toda la cadena de valor que sucederá? Amazon es una de las big companies que marcan la línea de cómo entender la economía del futuro, concentrada y gigantesca, lo hace para descifrarla en lo bueno, pero, atención, también para lo malo. ¿Cuándo valdrá 2 billones?

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Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal Conferencias, Economía, Industria 4.0 Marc Vidal

Educación 'freelance' para un futuro laboral 'freelance'.

La semana pasada la pasé en República Dominicana, concretamente en Santo Domingo, invitado por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional de ese país. El motivo era ofrecer dos conferencias junto a los ministros de Trabajo, Educación y Presidencia. Se me encargó reflexionar en ambas charlas sobre la importancia de la formación profesional en el mundo empresarial justo ahora que vivimos una revolución industrial afectada por múltiples tecnologías. La primera de ellas fue a la comunidad educativa y la segunda a los principales empresarios y empresarias del país. Aprovechando la estancia pude conocer de cerca el modelo de transformación digital en algunos ámbitos de la administración pública y de algunas de las empresas locales. Retorciendo la agenda y gracias a un equipo magnífico pude, también, pasar por diversos programas de radio y televisión y por algunos medios escritos. No hubo playa, no hubo tiempo.

La semana pasada la pasé en República Dominicana, concretamente en Santo Domingo, invitado por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional de ese país. El motivo era ofrecer dos conferencias junto a los ministros de Trabajo, Educación y Presidencia. Se me encargó reflexionar en ambas charlas sobre la importancia de la formación profesional en el mundo empresarial justo ahora que vivimos una revolución industrial afectada por múltiples tecnologías. La primera de ellas fue a la comunidad educativa y la segunda a los principales empresarios y empresarias del país. Aprovechando la estancia pude conocer de cerca el modelo de transformación digital en algunos ámbitos de la administración pública y de algunas de las empresas locales. Retorciendo la agenda y gracias a un equipo magnífico pude, también, pasar por diversos programas de radio y televisión y por algunos medios escritos. No hubo playa, no hubo tiempo.

De todo lo vivido quiero destacar la conferencia que se destinó para la comunidad educativa y a la que asistieron más de mil profesionales vinculados a la formación profesional del país. Concretamente a los agentes educativos que dedican su esfuerzo a vincular la capacitación técnica a la oferta laboral existente. El problema, en este caso, aparece cuando esa oferta futura es ciertamente desconocida o tremendamente cambiante. No tenemos muy claro hacia donde irá el mercado laboral en breve, sólo sabemos que está cambiando y muy rápido. El mercado laboral, especialmente el más técnico, está en plena transformación y eso exige un modo nuevo de entender la formación profesional. De eso hablé y aquí os dejo un resumen de lo que consideré esencial en este ámbito.

Sabemos que, tal y como señala el propio Foro Económico Mundial, las nuevas condiciones económicas implicarán una decena de habilidades laborales para afrontar con garantías lo que denominamos Cuarta revolución industrial. Según el último informe que en este sentido publicó estas son: la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de personas, la coordinación con los demás, la inteligencia emocional, la toma de decisiones, la orientación a servicio, la negociación y la flexibilidad cognitiva. Seguramente a todas ellas hay que añadir la ‘computerización personal’. Con esto quiero decir que una de las habilidades principales será la capacidad de cada uno de nosotros a trabajar con inteligencia artificial, robots, automatismos y, en definitiva, en como abrazaremos la tecnología para hacernos mucho más eficaces. Hazte la pregunta ¿cuánto de ‘computerizable’ eres? En la respuesta y en el nivel que te aparezca tendrás de manera clara cual es la tarea pendiente a nivel íntimo y personal.

Todas estas habilidades nos llevan a un escenario donde las instituciones formadoras de esos profesionales deben estar preparadas para abordarlas. Planes de estudio que no se alejen de la tecnología, indispensable para entender el mundo laboral futuro, pero también que sean capaces de aportar el desarrollo de habilidades profesionales totalmente humanas. Todo aquello que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable en el futuro inmediato y esa es la esencia, considero, que debe impregnar la formación profesional. Es obligatorio por ello, combinar programas formativos técnicos con modelos educativos humanistas.

Se avecina una pérdida de un tipo de empleo muy concreto de forma masiva. Será el primer paso de algo mucho más profundo. El cociente entre nuevos empleos y el derribo de un sistema antiguo no será la única de las respuestas. Esa destrucción vendrá acompañada de millones nuevos empleos que requerirán personas con nuevas habilidades. El impacto se verá en todas las industrias. La magnitud de esta nueva revolución industrial nadie la conoce. Nadie. No alcanzamos a dimensionar los retos que implicará para la sociedad y para la política. Es evidente, no obstante, que sólo están listos para hacerle frente en muy pocos lugares. De hecho ni en Europa se tiene claro como afrontarlo, ni en América Latina se está teniendo demasiado en cuenta. Lo grave es que, por ejemplo en España, el debate circula en un escenario tremendamente distante a la guerra que se avecina como si, al igual que en otros momentos de la historia, la deriva y la inercia fueran capaces de solucionarlo todo. En este caso no va a ser así y los que antes lo tengan claro, antes lograrán superarlo. Liderar y presidir un nuevo escenario económico y laboral no será opcional.

De ahí que hay que replantear la política en general y la formación profesional en concreto. Su papel será relevante. Los países que se plantean afrontar con garantías el futuro tecnológico en la Cuarta Revolución Industrial y quieran hacerlo enfrentándose a los desafíos de la Era de la Transformación Digital, deberán de un modo u otro preguntarse acerca de la gestión tecnológica en la educación, de los sistemas de información en los centros educativos y del modo en el que se incorporen metodologías de estudio innovadoras.

¿Puedes imaginarte un centro educativo profesional, o cualquier otro, sin acceso a ambientes virtuales, redes de trabajo, automatismos en la gestión de datos, capas de inteligencia artificial vinculando archivos con sucesos prácticos, articulado de nuevos procesos lectivos que generen nuevas maneras de relacionar lo que se enseña con lo que se aprende, los actores implicados y las modulaciones y métricas finales? Seguramente no. El futuro es ese. Pero no lo es por capricho. Las exigencias de un nuevo empleo requieren nuevas maneras de aprender. Si el empleo del futuro será mayoritariamente freelance, como puede ser que la educación no lo sea o lo asuma como parte de su catálogo formativo.

¿Por qué no se puede estudiar una doble titulación como Derecho y Arte? ¿Económicas y Filología Clásica? ¿Teatro y Administración de Empresas? ¿Ingeniería analítica y Diseño Gráfico? ¿Arquitectura y Programación? O más útil aún, ¿por qué no es factible estudiar en un entorno híbrido y a tiempo real entre la formación profesional y otro ámbito de la educación superior? ¿Mecánica e Historia del Arte? ¿Analista de datos y Agroindustria? Imagina. El papel de la educación será ese. Entender que en la formación del futuro no será fácil identificar los límites del conocimiento necesario y habilidades humanas de soporte. 

Muy probablemente nuestros hijos se ocuparán de los mismos oficios, las mismas tareas y los mismos objetivos profesionales que nosotros pero lo harán de un modo muy diferente. Pensemos en la vida de un agente comercial hace apenas dos décadas. ¿Quién le iba a decir que pasaría de ser un ‘viajante’ a un experto en redes? Y en todo ello el papel relevante de la propia tecnología en el centro de todo el análisis. La tecnología tiene como fin no sólo hacernos el trabajo más fácil sino, también, cambiar el propio concepto del trabajo tal y como ahora lo entendemos. De ahí que la educación también lo haga. Nuevos empleos, nuevas maneras de trabajar y nuevos sistemas de relación entre empresas y empleados nos conducen a la obligación de repensar un nuevo modo de educar, formar y vincular ambas acciones.

Los factores determinantes de los cambios en la educación institucionalizada, la rebasan en si misma y se dan fuera de ella. Son factores económicos, políticos, culturales o tecnológicos, los que inciden de manera determinante en las tendencias educativas, por la influencia que tienen en la toma de decisiones. Es por ello que es tan importante que cualquier modelo educativo que quiera superar con éxito este momento histórico no lo trate como una ‘reforma educativa más’ y lo determine como lo que es: una oportunidad única que probablemente no se repita en mucho tiempo para liderar el cambio socioeconómico inédito. De no hacerlo, de no darse cuenta que no era opcional, el riesgo de perder el tren de la historia es enorme. La obligación de los diseñadores de los programas educativos, ya sean de tipo profesional o no, van más allá de generar la sociedad de la información, debemos estimular la sociedad del conocimiento.

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Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal

El debate de ideas (económicas) aparece en las primarias del PP

La exministra Celia Villalobos consideró que una de mis afirmaciones durante el programa de La Sexta, ‘Liarla Pardo’, en el que participo semanalmente, no era correcta. Ella consideraba que decir que en las primarias del PP no hay debate ideológico era una afirmación fuera de la realidad y que sí se estaba produciendo. Realmente, hasta hace muy poco no he visto ese debate. Es justo ahora que parece se inicia un ligero análisis de ideas en el ámbito de la economía. Bienvenido sea y mejor si en ese debate los que lo estimulan son gente como Álvaro Nadal y, especialmente, Daniel Lacalle.

La exministra Celia Villalobos consideró que una de mis afirmaciones durante el programa de La Sexta, ‘Liarla Pardo’, en el que participo semanalmente, no era correcta. Ella consideraba que decir que en las primarias del PP no hay debate ideológico era una afirmación fuera de la realidad y que sí se estaba produciendo. Realmente, hasta hace muy poco no he visto ese debate. Es justo ahora que parece se inicia un ligero análisis de ideas en el ámbito de la economía. Bienvenido sea y mejor si en ese debate los que lo estimulan son gente como Álvaro Nadal y, especialmente, Daniel Lacalle.

Y es que sin duda alguna, el asunto sobre como vamos a pagar la fiesta y como se pretende afrontar el gasto creciente del estado del bienestar y sus garantías, es el dilema. Es el principal, es el que determina el modo en el que otros asuntos podrán afrontarse. Sin riqueza, sin medios, es imposible atender necesidades, ni distribuir nada. En ese escenario se sitúan dos maneras de ver el mundo económico, o bien incrementando impuestos o bien apostando por reducirlos. De subirlos o bajarlos se derivan dos temas: el tiempo de espera obligatorio en el primer caso para poder atender necesidades sociales. Y en el segundo, el incremento de déficit mientras no llegan los ingresos, pero aplicándose previamente el gasto que se prevé poder saldar después.

El centro derecha presume de crear riqueza y el centro izquierda de redistribuirla. Los primeros suelen acusar a los segundos de malgastar su esfuerzo y de subir impuestos para equilibrarlo. Los segundos consideran que los primeros no atienden a las desigualdades con la suficiente sensibilidad. De esto se deriva que la derecha presenta su política económica con un deseo de reducir impuestos y la izquierda de subirlos selectivamente. El problema es que ni unos los rebajan siempre ni los otros son tan selectivos.

Estamos ante el anuncio de una subida importante de tributos, así nos lo han ido contando. De hecho se buscan 6.500 millones para reducir el coste sobre el déficit que tendrán un buen número de medidas que exigen 8.500 realmente. De eso trató mi intervención precisamente en el programa. De cómo se está planteando un inicio de nuevo gobierno a nivel presupuestario atendiendo a las subidas de impuestos que se han anunciado.

Para ello el catálogo Otoño Invierno de esa subida de impuestos es de aurora boreal. Subidas al gasóleo, impuesto de sociedades, tasas a tecnológicas, a la banca, a la renta del capital, etc., suponen la voluntad de reducir el déficit público, el de la seguridad social, cumplir con las exigencias de Bruselas y paliar el deterioro de las pensiones. El riesgo que con estas subidas se penaliza al sector productivo, provocando a medio plazo que pase todo lo contrario a lo que se espera. Pan para hoy y paro para mañana.

En esto de atacar el Impuesto de Sociedades hay indicadores que muestran que no todo es tan fácil como subir impuestos y recaudar más. En 2017 se recaudó por esta vía 23.000 millones. En 2003, hace una eternidad, se recaudaron 21.900. Mientras que el PIB español ascendía en el mismo período un 45%, algo así como 360.000 millones de euros, la recaudación apenas aumentaba. Mucho cuidado con penalizar impuestos que deterioran la capacidad de inversión, contratación y, sobretodo, investigación. Te puedes encontrar que no aumente la recaudación, te cargues el sistema de crecimiento de esas mismas empresas y, lo peor, limites las opciones de hacerse competitivas en un entorno tremendamente cambiante y exigente.

Un tema mayor. España se está quedando en un vagón incómodo. La falta de un plan transversal, ambicioso y agresivo para revertir el retraso tecnológico que vive nuestro modelo de crecimiento, anclado en aquello que nos aporta facturación y beneficio a costa de sueldos miserables, lo vamos a pagar caro. La lejanía absoluta de la ‘clase política’ de la realidad digital y tecnológica es de susto o muerte. De ahí que le escribiera esta carta a Pedro Sánchez. 

Volvamos al debate. Sólo cuando toca mostrarse moderno aparecen las ideas. En este caso, es una buena noticia que los candidatos del PP en las próximas primarias tengan un debate sereno sobre el futuro económico. O por lo menos lo tengan otros en su nombre. El de Santamaría suena a discurso de manual no obstante, digitalización manida y mucho texto de catálogo. El de Casado, gracias a la aportación de Daniel Lacalle, es mucho más entero y pragmático: rebaja de impuestos a empresas tecnológicas al más puro estilo irlandés. Si se puede hacer, ¿por qué no hacerlo mientras no hay una política fiscal europea equilibrada?

El plan de Lacalle puede sin duda alguna, al final, atraer empresas tecnológicas en algo más que en aquello de montar un ‘call center’ o de montar unas oficinas de ‘investigación’ por parte de algunos que ya estaban por aquí. Se trata de poner en marcha políticas fiscales que aceleren una modificación del modelo de crecimiento y estructura económica de nuestro país. Digitalización, sin aceptar lo que supone analizar un país automatizado, no vale. Robotización sin hablar de cómo socialmente lo vamos a afrontar, tampoco. Sin fiscalidad atractiva no vamos a ver por aquí los motores de cambio que se van a necesitar. Depender de los sectores de siempre no va a ser una solución y esos que debemos estimular precisan de medidas concretas que los animen a venir.

No se trata de un mundo lejano. Se trata de incorporar en el análisis político y económico aquello que lo va a cambiar todo en muy poco tiempo. Ya lo está haciendo. Es inevitable. Cambios que muchas veces ignoramos por que son a tiempo real. No nos damos cuenta pero están. En diez, quince años las computadoras cuánticas serán algo normalizado y exponencialmente cambiarán nuestra relación con la información y el cálculo. Estaremos bajo redes 10G y los sensores de la Internet de las Cosas junto a dispositivos de realidades virtual y aumentada, en apenas una década, estimularán la llamada Internet del Todo. ¿Está nuestra economía preparada para ello? ¿Qué piensan los políticos que deben conducir esa transformación económica y social en un país como el nuestro? ¿Tenemos el talento suficiente? ¿Qué empresas van a ser los motores de cambio? ¿Cuántas vendrán sin modificar nuestra fiscalidad? ¿Podemos crear grandes actores económicos y empresariales para la economía del futuro con las herramientas actuales? Aquí hay talento y capacidad, ¿se lo ponemos fácil? ¿Se está fabricando un ecosistema entre universidad, empresa, innovación y acción política?

Es evidente que sólo con la acción política no se produce ningún cambio de este tipo, sólo se lidera. Para ser parte esencial de esa revolución que acelera cada vez más, debemos atraer a quienes lo van a protagonizar, los que van a generar el empleo cualificado y nos van a dar las opciones de permanecer en el mundo del conocimiento. Eso son empresas de todo el mundo, inclusive las nuestras, tecnológicamente avanzadas. Por eso, prefiero la propuesta de Daniel Lacalle que indica claramente como afrontar uno de los primeros peldaños en esa gran escalera que deberemos subir.

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Disrupción tecnológica incluso en los Fuegos Artificiales. ¿Y tú que tal?

En una parte determinada de algunas de mis conferencias, suelo mostrar en pantalla la actuación de Lady Gaga en la Superbowl. Aquella noche la cantante interpretó el himno americano como es habitual en el descanso del evento deportivo más visto del país. En un momento determinado, en el cielo, tras ella, se iluminaron centenares de estrellas que inicialmente fueron blancas y poco a poco tomaron el tono de la bandera de Estados Unidos y se posicionaron simulándola. Fue espectacular. Era la primera vez que veía algo similar. Consulté en si los que allí se encontraban veían lo mismo o era un trabajo de realización que sólo veíamos los que estábamos viendo el evento por televisión. Todos lo vieron.

En una parte determinada de algunas de mis conferencias, suelo mostrar en pantalla la actuación de Lady Gaga en la Superbowl. Aquella noche la cantante interpretó el himno americano como es habitual en el descanso del evento deportivo más visto del país. En un momento determinado, en el cielo, tras ella, se iluminaron centenares de estrellas que inicialmente fueron blancas y poco a poco tomaron el tono de la bandera de Estados Unidos y se posicionaron simulándola. Fue espectacular. Era la primera vez que veía algo similar. Consulté en si los que allí se encontraban veían lo mismo o era un trabajo de realización que sólo veíamos los que estábamos viendo el evento por televisión. Todos lo vieron.

El evento estaba viviendo una innovación que ya se había probado anteriormente pero nunca a ese nivel. Se trataba de un enjambre de drones coreografiados desde un ordenador central. El efecto fue brutal y la sensación que habíamos entrado en una nueva era de los espectáculos ‘pirotécnicos’ también. En los últimos tres años la evolución de este modelo de exposición ha aumentado en complejidad y potencia. De hecho esa no fue la primera vez, en el show del Festival de Música y Artes de Coachella Valley cerca de Palm Springs, California, ya se había experimentado con ellos y además, el año anterior el Walt Disney World Resort cerca de Orlando, Florida, ejecutó un baile de drones que ahora resultaría, solo tres años después, monótono, antiguo y poco novedoso.

La disrupción llega a todos los sectores. Cuando menos te lo esperas aparece una tecnología que te pone del revés tu modelo de relación con tu cliente. En el caso de los taxis, los hoteles, la música, los coches, el teatro, el cine, los libros, la fotografía, los abogados, los inversores y así hasta llegar a todo y a todos, lo saben bien. Pero hay sectores que se resisten a pensar que eso va con ellos. Que la disrupción tecnológica no les tocará porque ‘lo que ellos hacen, si lo hiciera una máquina no sería lo mismo y la gente no lo querría’. Pues la verdad es que esto tiene una gasa muy fina que lo sujete. Incluso, al analizar realmente lo que se esconde tras el hipotético conocimiento de un cliente, podemos utilizar diferentes herramientas que nos darían seguramente una nueva perspectiva. El viaje de cliente, el famoso ‘customer journey’ del que hablamos cuando tratamos los datos que se obtienen de las voluntades y ejecuciones que hace un consumidor, puede cambiar de manera intensa en poco tiempo y en base a conceptos que se escapan cuando los miramos desde nuestro sector u óptica particular.

El ejemplo de los fuegos artificiales que puedan ser sustituidos por drones es uno de ellos. Ciudades en California, Colorado y Arizona, que se preparan para otra temporada de sequía e incendios forestales, están recurriendo a esos drones como una alternativa menos peligrosa a los fuegos artificiales, alentados por el desarrollo de estos espectáculos coreografiados. La evolución ha sido tal que cuando se inspiran o solicitan esa sustitución tecnológica se pone de ejemplo ya el que Intel preparó para la transmisión de los Juegos Olímpicos de Invierno pasados.

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Durante 12 siglos, los fuegos artificiales fueron la única forma de iluminar el cielo nocturno. Ahora tenemos la tecnología que nos permite hacer animaciones de precisión y contar historias, podemos escribir palabras y dibujar objetos en el cielo. Además son mucho más económicos que los espectáculos con pólvora. Una vez los utilizas se pueden volver a usar. Si los contratas una sola vez son caros, pero en la recurrencia se abaratan notablemente.

La tecnología no es innovación hasta que el mercado no la acepta. Este parece uno de esos casos. Los cambios generacionales que exigen sostenibilidad, seguridad y sentido ético de muchas de nuestras acciones comerciales, profesionales o de ocio responden a cambio notables en nuestro modo de pensar. Además la velocidad en el que se transmite ‘un nuevo chip cultural’ o de opinión va muy rápido gracias a la sociedad hiperconectada y aumentada que vivimos. El coche eléctrico está inventado desde principios del siglo XX, Edison desarrolló uno, pero no ha sido hasta ahora, que fabricarlos a escala ha empezado a ser rentable debido a un cambio cultural de expectativas sociales muy distinto.

Los fabricantes de fuegos artificiales aseguran que ‘nunca les sustituirá un enjambre de drones. Aseguran que los fuegos artificiales son una experiencia multisensorial con sonidos y colores y un final atronador que la gente puede sentir en el interior mientras que los shows con drones son algo así como un enjambre de abejorros con su zumbido molesto’.

Tal vez, pero ayer 4 de julio, en Estados Unidos se lanzaron menos cohetes y se elevaron más drones. En ambos casos la gente hizo lo mismo, mirar al cielo y gritar ‘¡Oh!, ¡Ah!’ En el primer caso se sabe que hubo incendios pequeños que apagar, en el segundo recoger algún dron sin batería. Si yo tuviera una empresa de Fuegos Artificiales pondría en marcha la transformación digital de mi empresa y estudiaría si mi modelo de negocio debe permanecer vinculado a la venta puntual del producto pirotécnico o a la oferta de un servicio recurrente con objetos volantes con luces. ¿En tu sector que tal? ¿Hay algún dron a la vista?

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Más allá de la digitalización o la transformación digital: la empresa autoajustable.

En 2008, sólo había una empresa tecnológica entre las diez de mayor capitalización bursátil. Hoy, una década después, son siete. Durante estos años las empresas digitales han desordenado la economía de manera irreversible en múltiples sectores. La industria del automóvil, el comercio, el cine, la medicina, la banca o cualquier otro, viven un enfrentamiento contra el tiempo y por la innovación como nunca antes. Prácticamente todos los grandes negocios son ahora un negocio de tecnología y de información.

En 2008, sólo había una empresa tecnológica entre las diez de mayor capitalización bursátil. Hoy, una década después, son siete. Durante estos años las empresas digitales han desordenado la economía de manera irreversible en múltiples sectores. La industria del automóvil, el comercio, el cine, la medicina, la banca o cualquier otro, viven un enfrentamiento contra el tiempo y por la innovación como nunca antes. Prácticamente todos los grandes negocios son ahora un negocio de tecnología y de información.

De ahí que muchas empresas se lancen a eso que llamamos Transformación Digital en un intento desesperado de defenderse de las amenazas que se ven en el horizonte y de aprovechar también las nuevas oportunidades que interpretan. Normalmente, con mis propios clientes incluso, se persiguen dos objetivos: automatizar la cadena de valor e innovar con productos que puedan pasar a servicios digitales. La deriva suele conducir a nuevos modelos de negocio, nuevos procesos y obtención de datos masivos.

Cuando se combinan esos efectos, representados especialmente por la automatización y por la gestión a tiempo real suele aparecer algo que llamamos ‘la empresa autoajustable’, una empresa inteligente capaz de aprender e innovar a la velocidad de los datos para adelantarse a sus competidores. Empresas autoajustables y capaces de aprovechar el ciclo de aprendizaje compuesto por la experiencia sistemática de los clientes y el análisis del entorno comercial. Todo para generar nuevos modelos de negocio.

A través de la automatización y la lectura a tiempo real de los datos resultantes, las empresas autoajustables crean ventajas significativas. Comprenden mejor a sus clientes gracias a los datos de sus propios espacios de relación con ellos y a las plataformas para desarrollar ideas. Pueden desarrollar productos más nuevos y comercializables experimentando con ofertas y aprovechando los datos de respuesta. Y, especialmente, también pueden implementar cambios más rápidamente y a un menor coste al actuar de forma prácticamente autónoma.

Cuando sugiero que una cosa es digitalizarse y otra muy distinta es transformarse digitalmente me refiero a esto. Los beneficios de este tipo de relación entre automatización y lectura de datos, para la generación de modelos de negocio, y ofertas nuevas a tiempo real supera a cualquier proyecto de digitalización que sólo se aplique tecnológicamente. Optimizar en si mismo no es suficiente, ni automatizar tampoco. Se trata de combinar una red que se refuerce a sí misma. Que aprenda, que mejore con la experiencia y que genere nuevas ofertas que atraigan a más clientes y con ellos lleguen más datos y esos datos aporten experiencia de nuevo, y esa experiencia mayor conocimiento y con ese conocimiento volvemos al principio. Ese circuito prodigioso debe ser capaz de funcionar de un modo autónomo. La empresa autoajustable se refuerza a sí misma y precisa de una intervención humana muy distinta. Y ahí surge el reto más importante. De eso tenemos que hablar, del papel humano en una empresa de este tipo.

Convertir una empresa tradicional que busca innovar constantemente, que quiere transformarse digitalmente y que para ello necesita repensarlo todo, requiere una forma diferente de pensar. En lugar de la fórmula mecánica tradicional, en la que las circunstancias y los resultados se consideran en gran medida predecibles y controlables, que funcionan en cadenas de sucesos similares a los que explica cualquier escuela de negocios, los empresarios y directivos de una empresa autoajustable deben aprender a aprender constantemente y aceptar la incertidumbre y la complejidad de los negocios como la base en la que se sujeta todo.

El pensamiento directivo que propongo habitualmente tiene que ver con la reconsideración de cómo afrontar esa digitalización y su transformación posterior. Se basa en que las empresas deberán estar integradas en sistemas relacionados: los empleados individuales forman parte de empresas, que a su vez forman parte de mercados e industrias más grandes, que están integrados en las economías y sociedades locales y globales. Esto provoca situaciones en las que los cambios realizados en cualquier nivel de una empresa repercuten en toda la organización, con efectos no lineales e impredecibles. Afrontar el futuro con garantías en un sistema económico cambiante, que se halla en el epicentro de la mayor combulsión innovadora y disruptiva desde la anterior revolución industrial, supone la necesidad de convertir tu empresa, sea digital o no, en una empresa autoajustable.

Te pongo un ejemplo: Netflix atrae a su audiencia al hacer recomendaciones de contenido personalizado para cada usuario. La compañía asegura que tres cuartas partes de las visitas se originan a partir de las sugerencias. Para hacer recomendaciones personalizadas a tal escala, la compañía aprovecha un sistema de aprendizaje autónomo e integrado que se alimenta con el comportamiento del espectador y actualiza las sugerencias en consecuencia. Lo interesante, de ahí la diferencia entre ‘empresa digitalizada’, ‘transformada’ y ‘autoajustable’, Netflix introduce deliberadamente variaciones fuera de lógica en sus recomendaciones, permitiendo que surjan nuevos comportamientos y permitiendo que los datos hablen por sí mismos. A partir de ahí se autoajustan diferentes aspectos y estrategias de negocio.

Un aporte final. El papel relevante del ser humano se mantiene en entredicho en muchos titulares. Es la versión oficial. No las tomes en consideración, no por lo menos como las plantean mayoritariamente. Es obvio que a medida que la tecnología digital evoluciona, las ventajas comparativas de los humanos y las máquinas cambian. Para los problemas que implican la adquisición de datos, el procesamiento y la toma de decisiones, los algoritmos deben tener autonomía, no hay otra, eliminando el cuello de botella de la toma de decisiones desde nuestra perspectiva humana. Ok, aceptado. Por eso, las personas deberemos centrarnos en tareas ‘meta’, como construir y refinar los sistemas autónomos de aprendizaje, expandir los ecosistemas u originar y diseñar sistemas comerciales completamente nuevos. El resultado es una organización que aprovecha adecuadamente los recursos humanos y la tecnología en un nuevo equilibrio, que podríamos llamarlo ‘sistema integrado entre humanos y máquinas’.

Piensa en Amazon. Los billones de datos que Amazon genera están integrados, lo que permite que los motores de decisión reaccionen a los nuevos datos de forma inmediata y consistente. Un aumento en la popularidad de un producto en el mercado desencadena cambios automáticos en el sistema de cadena de suministro (para optimizar el inventario), el motor de recomendación (para sugerir ese producto con más frecuencia) y el sistema de fijación de precios (para optimizar las ganancias). Los seres humanos centran su creatividad en problemas de mayor nivel, como especificar y desarrollar el diseño de esos sistemas para dar cuenta de las nuevas prioridades estratégicas. ¿Te das cuenta que el empleo del futuro no se estudia aún? Igual será un híbrido entre programación de sistemas y bellas artes, entre analista de datos y derecho constitucional. Vete tú a saber.

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Coches, Innovación Marc Vidal Coches, Innovación Marc Vidal

¿Y si España se convirtiera en el centro de pruebas de los coches autónomos?

El World Economic Forum hizo una reflexión reciente acerca del futuro de los trasplantes. Según éstos, a medida que el coche autónomo se generalice y los accidentes vayan reduciéndose, el número de órganos disponibles para trasplantes que provienen fundamentalmente de accidentes de tráfico descenderán de manera notable. Al parece esto es algo que ya se presupone y se tiene en cuenta hace unos cinco años y se calcula que el problema será muy importante en apenas una década. Para ello hay programas de desarrollo e investigación con gran cantidad de recursos destinados a fin de mejorar la creación de órganos artificiales con tecnologías de impresión 3D. Una tecnología que se acopla a las consecuencias de otra. Esa es la natural definición de una Revolución Industrial. En economía llamamos a esto desacoplamiento y tiene mucho que ver en como la sociedad es capaz de digerir los avances. La política y los gobiernos son los responsables de marcar líneas estratégicas y acciones políticas para que ese desacople sea el menor posible.

El World Economic Forum hizo una reflexión reciente acerca del futuro de los trasplantes. Según éstos, a medida que el coche autónomo se generalice y los accidentes vayan reduciéndose, el número de órganos disponibles para trasplantes que provienen fundamentalmente de accidentes de tráfico descenderán de manera notable. Al parece esto es algo que ya se presupone y se tiene en cuenta hace unos cinco años y se calcula que el problema será muy importante en apenas una década. Para ello hay programas de desarrollo e investigación con gran cantidad de recursos destinados a fin de mejorar la creación de órganos artificiales con tecnologías de impresión 3D. Una tecnología que se acopla a las consecuencias de otra. Esa es la natural definición de una Revolución Industrial. En economía llamamos a esto desacoplamiento y tiene mucho que ver en como la sociedad es capaz de digerir los avances. La política y los gobiernos son los responsables de marcar líneas estratégicas y acciones políticas para que ese desacople sea el menor posible.

Y en ese sentido tenemos un escenario que va a cambiar, como decía antes, muy rápido. Cuando hablamos del futuro de la movilidad, del modo en el que nos enfrentaremos a un mundo en el que los coches no necesiten un conductor, solemos quedarnos en la superficie del asunto. En concreto es habitual que imaginemos a personas en su propio vehículo conversando con otros ocupantes de espaldas al sentido de la marcha. Es más que probable que el tema no vaya por esa vía. A medida que la conducción alcance su autonomía absoluta y las regulaciones lo vayan permitiendo, pasando de fases de prueba a espacios creados al efecto, iremos viendo como la sustitución no será de coche conducido por humanos a coches autoconducidos sino que será de coches de propiedad a servicios de movilidad. Algunas marcas experimentan ya con el servicio por producto como Mercedes.

Como siempre pasa, la regulación lo detiene todo, lo ralentiza. En el sector automovilístico ya pasó. En 1895, si querías conducir uno de los primeros vehículos a motor que hubieron debías contratar a una persona llamada ‘red flager’ que marcaba la velocidad máxima permitida a la que podías circular. Para ello se ponía delante de ti y corría todo lo que podía. Adelantarlo estaba prohibido. Eso motivó una prórroga de unos años en materia de innovación. No se podía correr más, ¿para qué innovar en frenos, motor, comodidad o cualquier cosa si estaba limitado? Lo mismo pasa hoy en día en algunos sentidos. Es factible innovar en la conducción autónoma, todos los grandes actores están en ello, pero ¿para qué innovar en el uso real que en el futuro tendrán los productos de este sector si aparentemente eso está a años luz según la normativa más previsible? Probablemente hemos aprendido del pasado y esta vez las normas no impidan que una demanda social creciente sobre lo que debe ser realmente el tener un coche avance independientemente a ellas.

No tengo coche de propiedad hace una década. Tengo en mi móvil varias aplicaciones de servicios de movilidad que lo sustituyen cuando lo necesito. De alta gama o utilitarios, motos o transporte público. Lo tengo todo. Cada vez hay más gente que así estima eso de moverse de un lado a otro. Ya no es necesario ni un objetivo vital de juventud disponer de un coche propio, sencillamente se precisa un servicio. Pasamos de producto a servicio de nuevo. El cambio no es el coche autónomo, el tema central es la tendencia que tarde o temprano va a ser inapelable hacia un servicio de movilidad mucho más eficiente, sostenible y que se va a llevar por delante modelos de negocio establecidos con anterioridad: aseguradoras, vigilantes de parking, semáforos, multas, concesionarios, etc.

Entre mis clientes, asesoro a una marca de automoción hace más de un año. Cuando nos propusieron trabajar con ellos recuerdo claramente el requerimiento: ‘no queremos vender coches, eso no tiene futuro, queremos vender movilidad, ayudadnos a pensar que quiere decir eso’. Y seguramente tiene mucho que ver con lo que esta semana hemos sabido que sucede ya en Boston. Una preciosa ciudad donde pude vivir dos años y en la que se respira talento e innovación gracias a las universidades que allí se dan cita y a la predisposición de las empresas a vincularse a ellas. Como decía, de allí nos llega la noticia de que el primer vehículo autónomo totalmente legal que funciona como taxi ya está oficialmente en marcha. Lyft ha puesto en marcha una red de vehículos autónomos, desarrollados por la startup NuTonomy surgida del MIT, que recogen pasajeros en el distrito Seaport, un centro tecnológico en crecimiento.

Los automóviles todavía llevan conductores de seguridad detrás del volante, listos para tomar el control cuando sea necesario. Pero el salto es notable. Se trata de iniciar el camino hacia el servicio de movilidad ‘as a service’. Cualquier persona que quiera utilizarlo lo hace desde una petición digital en la aplicación de Lyft y un coche aleatoriamente será seleccionado en base al trayecto sugerido, posición y la combinación de tráfico u otros pasajeros potenciales. Aunque parezca algo novedoso, Lyft ya había llegado a acuerdos similares con Ford y Alphabet’s Waymo, por lo que la carrera ya ha empezado y, por cierto, compite a muy buen nivel con su rival Uber que ya hace lo mismo en Pittsburgh y Phoenix. Escuchaba el otro día en una terraza a alguien criticar esto bajo el argumento de que ‘hay que prohibir eso de los coches autónomos, van a destruir muchos empleos’. Deberíamos haber prohibido también los cajeros automáticos bajo esa regla de tres.

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¿Y aquí qué? Pues parece que avanzamos. España y Portugal acuerdan crear dos corredores experimentales en la Península para probar coches autónomos. Al parecer se están planteando dos corredores ofrecerán acceso a 5G, lo que permitirá disponer de un mayor ancho de banda y enviar y recibir mayores cantidades de información a cada momento, y sobre todo facilitarán la comunicación 'V2V' o coche a coche de los vehículos de pruebas que rodarán por estos corredores. Parece que antes que tener el corredor mediterráneo tendremos un autocorredor atlántico. Bueno, algo es algo. Conectar Lisboa con Madrid no es solo una buena idea si eres aficionado a los fados, es sin duda alguna una decisión estratégica de alto valor. Portugal es la Irlanda del futuro inmediato.

España suele legislar mal y tarde en temas de innovación pero en esta ocasión eso podría ser una ventaja. Resulta que al igual que en Europa, aquí no hemos sido muy proactivos con el tema del coche autónomo. Es más, hemos pasado olímpicamente de la Convención de Viena sobre Circulación por Carretera de 1968. Ese acuerdo no lo ratificó España y en él se decía exactamente en el artículo 8 que ‘todo vehículo en movimiento deberá tener un conductor’. Como España no firmó aquí podemos tener coches que no lleven conductor. ¿Cómo te has quedado? Resulta que España podría ser el paraíso de la autoconducción y no lo sabíamos. De ahí que en ese acuerdo con Portugal, justo al entrar en territorio luso el vehículo necesitaría incorporar un piloto humano de control, pero en Extremadura no.

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Hasta tal punto es destacable este hecho, esa desidia de los años sesenta del siglo pasado, que incluso General Motors ha pedido los permisos necesarios para poner en carreteras españolas su Chevy Bolt sin volante ni pedales, e incluso comenzar a fabricarlo el año que viene. En Wolkswagen quieren hacer lo mismo con el Sedric, el coche autónomo de nivel 5 que promete ser tu taxi del futuro. Dice la marca alemana que en 2025 lo veremos por las principales ciudades españolas. Cuando la ley tuvo su trampa. No me digan que no mola. Europa nos va a matar ¿Veremos taxistas y conductores de Cabify manifestándose juntos?

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¿Por qué tu cliente va a ser analógico sólo contigo si no lo es con nadie más?

Al finalizar la conferencia que ofrecí en Jaén invitado por KernPharma para hablar de cómo la transformación digital afecta ya al sector farmacéutico y, en especial, cuales son las claves que sería bueno tener en cuenta de cara al futuro inmediato por parte de los profesionales del sector, una farmacéutica me dijo que su negocio no había cambiado en mucho tiempo y que, estaba segura, no iba a cambiar en el futuro. Que eso de la disrupción no iba con ella. Aseguraba que ‘el medicamento se compra en la farmacia y que da igual el grado de conocimiento del cliente, los procesos que adopte o la búsqueda de algún modelo de negocio complementario, al final los clientes entran por la puerta a por una aspirina. Siempre será así.’

Al finalizar la conferencia que ofrecí en Jaén invitado por KernPharma para hablar de cómo la transformación digital afecta ya al sector farmacéutico y, en especial, cuales son las claves que sería bueno tener en cuenta de cara al futuro inmediato por parte de los profesionales del sector, una farmacéutica me dijo que su negocio no había cambiado en mucho tiempo y que, estaba segura, no iba a cambiar en el futuro. Que eso de la disrupción no iba con ella. Aseguraba que ‘el medicamento se compra en la farmacia y que da igual el grado de conocimiento del cliente, los procesos que adopte o la búsqueda de algún modelo de negocio complementario, al final los clientes entran por la puerta a por una aspirina. Siempre será así.’

Ciertamente es complicado explicar que en un sector regulado, donde hay docenas de normas que se esfuerzan por retorcer la ley a gusto del sector a sabiendas que el mundo va por otro lado, vayan a haber cambios que lo modifiquen todo y que pongan en riesgo el modelo tradicional. Pero eso va a pasar. Pasará en muchos de esos espacios profesionales que se creen seguros detrás de normas analógicas. Le pasará a las ópticas, negocios que se esconden tras un lobby influyente que de momento ha impedido que no se pueda extender un negocio digital sino es exclusivamente para vender gafas de sol. Pasa en cualquier campo de la economía mal llamada colaborativa, unas plataformas de consumo con menos desintermediación y donde la tecnología ha destrozado la cadena de valor tradicional. Pasó con el intercambio de objetos, pasó con la movilidad, con la intermediación de bienes raíces y, por supuesto, pasará tarde o temprano con el resto de sectores. No te creas que el tuyo, por mucha norma que impere, está exento.

Mi respuesta fue simple. Si tu cliente habitual cuando quiere ir al cine se conecta a Netflix, cuando quiere un libro lo lee como un servicio desde su Kindle, cuando necesita un champú lo pide en línea, cuando quiere unas zapatillas de deporte no va a ninguna tienda y lo compra desde el móvil, cuando quiere un coche no se lo compra, lo utiliza por unas horas gracias a que alguien ha puesto el suyo en una plataforma para compartirlo, cuando quiere unas vacaciones se pone en manos de comparadores autónomos de hotel y vuelos, cuando quiere sorprender a su pareja se conecta a una plataforma que no requiere de su presencia para decidir que comprar, cuando quiere pagar algo no utiliza su dinero físico ni tarjeta, cuando quiere ver la televisión ya no la pone sino que busca lo que quiere ver en Youtube, cuando quiere escribir en cualquier idioma no llama un traductor, cuando quiere buscar trabajo utiliza su móvil, cuando quiere relacionarse lo hace moviendo el dedo gordo de su mano o, por terminar, cuando busca una opinión médica entra en plataformas de reservas y no de una mutua. Ese cliente habitual que, aunque no te lo ha dicho, ya ha empezado a pedir vitaminas, compuestos autorizados naturales y pequeños ‘medicamentos’ sin receta a algún portal que los ofrecen. Ese cliente que dices tener seguro, ¿por qué narices iba a ser sólo a ti a quien iba a visitar físicamente?

Desde 2015 hay una ruta que siguen cada vez más farmacéuticos. La verdad es que el sector farmacéutico está transformándose a gran velocidad. El sector, no las farmacias. El último elemento de la cadena, las propias farmacias, van a otra velocidad aunque ya indican por donde va a ir todo en breve. En gran medida la mayoría consideran que la transformación digital es poco más que incorporar un robot que automatiza la entrega desde el almacén de un modo rápido y eficiente. Sin embargo es mucho más. Y es que el mundo de las farmacias es un mundo tradicional que se remonta a mediados del siglo XIII cuando en Venecia se reguló por primera vez el uso de las drogas medicinales. Ya en 1265 Alfonso X calificaba a partir del Código de las Siete Partidas de delito similar al asesinato el vender drogas medicinales sin prescripción médica. Pues tras seis siglos toca renovarse a un sector que la regulación española solo permite que un profesional farmacéutico sea propietario y titular de una licencia, lo que limita el desarrollo de grandes cadenas, habitual en otros países.

Actualmente estoy trabajando con una cadena de farmacias americana y es cierto que su modelo es muy distinto debido a la regulación al que tenemos en España. Sin embargo hay aspectos que insinúan por donde pueden ir los tiros en el futuro. La cosa va de ‘la salud más allá de los medicamentos’. Espacios donde los productos son saludables y no sólo bajo prescripción. Incluso hay farmacias donde no hay ninguno y se disponen como un espacio de relación paciente, usuario, cliente y profesional de la salud. Farmacias sin medicamentos. Los farmacéuticos en otros lugares están construyendo su modelo de negocio como si fueran cualquier otro tipo de negocio y con la vista puesta en potenciar y ampliar la relación con los clientes. Amplían su oferta con productos de parafarmacia y dietéticos, alimentación ecológica y deportiva, cosmética natural y farmacéutica, máquinas de control de la salud y productos para embarazadas y pediatría. En algunos casos incorporan domótica, trazabilidad blockchain, servicio online, servicios de asesoramiento digital y automatización de pedidos vinculados a un proceso totalmente exento de intervención humana. El sector de las farmacias es un buen ejemplo de cómo pensar que a mi no me va a pasar pero sí pasa. Veremos en otros sectores donde la regulación ejerce una presión notable contra la innovación pero que el peso de lo irremediable al final cae y lo cambia todo. Lo cambia todo muy rápido. Pensar que tu cliente no va a cambiar cuando todo cambia es un error habitual. Ampararse en la regulación el otro. ¿Estás cuidando tus habilidades para un futuro distinto?

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